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¿Un ramo de flores?

Miércoles, 22 de noviembre de 2023
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IMG_1287IMG_1285“Falleció mi marido y él siempre me dijo: En mi funeral, las flores que me tienes que poner son solamente un centro de recuerdo. No tires el dinero en más flores, cuando hay tanta necesidad. No te las puedo agradecer. ¿Qué buscas entonces? Aunque grites y me las ofrezcas, tus lamentos no los podré oír”.

Llega la fiesta de los difuntos y vemos los sepulcros repletos de flores. Y es más, en los funerales están los altares con multitud de ramos. Lo mismo que en el tanatorio. Eso sí, con la cinta para que se note quién o qué familia los pone.

Quiero plantear una alternativa: que, en lugar de poner ramos de flores o rosas, no pongamos más que uno muy sencillo. Y para que las familias que quieren dedicar esas flores al difunto, lo sustituyan por unos carteles dignos con una cantidad para Caritas o alguna necesidad que queremos dedicar en memoria del muerto.

Cada vez son menos los entierros o incineraciones con funeral. Pero sobre todo es en los tanatorios donde manifestamos nuestro cariño.

Desde una visión cristiana está claro que es bueno agradecer el cariño hacia la persona difunta y hacia sus familiares. Pero los ramos no añaden nada. Dios ya los ha acogido. Y nosotros tenemos mil formas de manifestar la cercanía hacia esa familia.

Siempre me ha gustado el ejemplo de un pueblo en el que había una comunidad de Hijas de la Caridad. Cada vez que moría una hermana, solamente colocaban tres rosas sobre el féretro. Ya comprendo que es un gran negocio para los floristas. Pero, poco a poco, es necesario ir introduciendo un nuevo estilo cristiano.

Entiendo que las flores son una expresión del cariño y lo siento en los seis o siete millones de flores aportadas en Zaragoza a la Virgen del Pilar. Veo que es muy difícil transformar esa costumbre, pero me gustaría que entrásemos todos por el discernimiento cristiano ¿qué piensa María de esa cantidad? ¿Qué nos dice el Evangelio? Unas pocas… bien, como María ungiendo a Jesús, pero ¿tantos miles…?

Hoy me decía una abuela que cuanto más numerosos y grandes son los racimos de flores, indica que menos se ha visitado al enfermo en vida.

Que las flores y demás detalles no olviden lo principal: estamos celebrando que el Padre Dios ha acogido y glorificado al difunto y lo tiene consigo. Esa es la auténtica rosa.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad ,

Dios regala sueños y flores.

Miércoles, 13 de julio de 2016
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a_13Anda  Dios últimamente regalándonos flores y sueños. Donde menos lo esperas encuentras un  post-it  de su presencia, un “esto es cosa mía, disfrútalo” que te llena el alma.

Cuando tenemos el espíritu dispuesto a la bondad resulta mucho más fácil ver eso mismo, la bondad, allá donde poses el corazón. Es más asequible ponerse en el lugar de la otra y tratar de entender su enfado, su mala respuesta o su oscura mirada. Y si no se entiende, al menos es más fácil encogerse de hombros y relativizar, que en la vida no hay que entenderlo todo… sería agotador. Lo que hay que hacer es amarlo todo. Sí. En la vida no hay que entenderlo todo, únicamente amarlo todo.

Pero también las risas son más sinceras y los silencios más fecundos. Los despistes son subsanados y los errores relativizados. Las alegrías se hacen como canciones de esas que se pegan al paladar y que acaba cantando todo el mundo…

Cuando somos conscientes de que Dios está haciéndonos regalos parece que nos volvemos más buenas y que nos duele más meter la pata. Qué le vamos a hacer, somos limitadas, y en el esfuerzo va la recompensa.

Los mensajes de Dios huelen a promesa.  Sus regalos son insuperables. No sé si son eficaces o útiles, si sirven sólo para contemplar o disfrutar. No sé tampoco si son valiosos o fugaces. Sí sé que ayudan a madurar; es parte del regalo.

Dios regala plenitud. La forma varía, a veces no es ni siquiera agradable, pero el contenido es básicamente el mismo.

La plenitud nace a partir de la libertad, ésta de la aceptación, la cual, a su vez, brota de la confianza y el agradecimiento. Una cadena de obsequios.

Así pues, nuestro buen Dios, gracias por las flores y los sueños, porque están plenificándonos.

Fuente:  Monasterio Mon