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El Papa ‘contesta’ a Salvini: “Estoy preocupado porque escuchamos discursos que se parecen a los de Hitler en 1934”

Sábado, 10 de agosto de 2019
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Matteo_Salvini-Papa_Francisco-Italia-Politica-Europa_400221757_123461695_1024x576“‘Primero nosotros. Nosotros… nosotros…’: estos son pensamientos aterradores”

Francisco denuncia que el soberanismo “es una exageración que siempre termina mal: conduce a guerras”

Su entrevista a La Stampa coincide con la deriva del ministro del Interior italiano, que acaba de anunciar una moción de censura contra el presidente Conte

El papa Francisco criticó el “soberanismo” por conducir “a guerras” y estimó que el populismo no refleja “la cultura popular”, en una entrevista publicada este viernes en el diario La Stampa en medio de la crisis política desatada en Italia por el ultraderechista Matteo Salvini.

“El soberanismo es una actitud de aislamiento. Estoy preocupado porque escuchamos discursos que se parecen a los de Hitler en 1934. ‘Primero nosotros. Nosotros… nosotros…’: estos son pensamientos aterradores”, dijo el pontífice.

Concedida días antes de la crisis de gobierno protagonizada por Salvini, entre los líderes europeos de la corriente soberanista junto con el húngaro Viktor Orban y la francesa Marine Le Pen, el papa argentino intervino indirectamente en un momento delicado de la política italiana.

“El soberanismo es cerrazón”, dijo. “Un país debe ser soberano, pero no cerrado. La soberanía debe ser defendida, pero las relaciones con otros países y con la Comunidad Europea también deben ser protegidas y promovidas. El soberanismo es una exageración que siempre termina mal: conduce a guerras”

En caso de elecciones anticipadas en octubre en Italia, como exigió Salvini tras hacer saltar por los aires la coalición gubernamental y reclamar comicios rápidos, el líder ultraderechista se perfila como el posible gran triunfador, según las encuestas.

“Los ‘ismos’ nunca hacen bien”

Interrogado sobre el populismo, el papa argentino, que vivió en carne propia los años de Juan Domingo Perón en su país, explicó que el populismo también “cierra a las naciones” como el soberanismo.

“Al principio no lograba entenderlo, porque, estudiando Teología, profundicé el populismo, es decir la cultura del pueblo: pero una cosa es que el pueblo se exprese y otra es imponerle al pueblo la actitud populista. El pueblo es soberano (tiene una manera de pensar, de expresarse y de sentir, de evaluar), en cambio los populismos nos llevan a los soberanismos: ese sufijo, ‘ismos’, nunca hace bien”, explicó.

Fuente Religión Digital

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El presidente del Parlamento húngaro equipara las reivindicaciones LGTB a la pedofilia

Martes, 21 de mayo de 2019
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220px-László_Kövér_Senate_of_Poland_01Indignación en la comunidad LGTB húngara ante las declaraciones homófobas del presidente del Parlamento, del partido gobernante Fidesz. László Kövér equiparó el «comportamiento de un pedófilo» con quienes reivindican el matrimonio igualitario y la adopción homoparental, ya que en su opinión, «el niño es en ambos casos un objeto». Los asistentes al Orgullo de Budapest, celebrado este sábado, pidieron la dimisión del político, mientras que la multinacional de muebles y decoración IKEA ha aprovechado para difundir una campaña publicitaria por la igualdad.

Las declaraciones se produjeron durante un acto de la campaña electoral de Fidesz, el partido del primer ministro Viktor Orbán, en Budapest. Kövér departía con los periodistas sobre las posibles formas de preservar la «cultura cristiana», supuestamente en peligro ante el auge del «liberalismo» social y cultural. El presidente del Parlamento ironizó sobre las identidades trans mofándose de los padres que «cuando se les pregunta si es niño o niña, dicen que cuando sea mayor lo decidirá».

Sobre la reivindicación de la apertura del matrimonio y la adopción a las parejas del mismo sexo, Kövér declaró que «desde un punto de vista moral, no hay ninguna diferencia entre el comportamiento de un pedófilo y los que piden esto. El niño es en ambos casos un objeto, un artículo de placer, un medio para la realización personal». El político distinguió entre las personas LGTB que exigen sus derechos y un homosexual «normal», que «intenta adaptarse a este mundo sin que lo tengan que considerar necesariamente un igual».

Las declaraciones han despertado el rechazo de los activistas LGTB y de personalidades como el politólogo Zoltán Lakner, que las califica como discurso de odio porque «determinan claramente quienes son blanco de ataque y a quienes hay que odiar». Durante la celebración del Orgullo de Budapest el pasado sábado, los asistentes reclamaron la dimisión del político del Fidesz.

La polémica ha calado en la sociedad húngara. La firma de muebles y decoración IKEA, conocida por sus campañas a favor de la normalización de las familias homoparentales, ha querido aprovechar el momento para recordar su compromiso con la igualdad. La sucursal húngara de la multinacional sueca publicaba el pasado jueves un post en Facebook con la imagen de lápices de colores y las etiquetas #equality #genderequality #beyourself y #Pride. «En IKEA creemos en la diversidad, la igualdad de oportunidades y el trato justo, independientemente del origen o las diferencias individuales. ¡Nadie es igual hasta que todos sean iguales!», proclamaba el texto publicado.

Hungría y Polonia, punta de lanza contra los derechos LGTB

Hungría fue en 2009 uno de los primeros países del Este en reconocer derechos a las parejas del mismo sexo. Eran otros tiempos, lamentablemente. La derecha populista representada por el partido Fidesz (miembro actualmente suspendido del Partido Popular Europeo) conseguía en 2010 un triunfo arrollador que le permitió cambiar en solitario la Constitución húngara para, entre otras medidas autoritarias, «proteger» al matrimonio que se celebra «entre un hombre y una mujer». El panorama político húngaro no ha cambiado desde entonces, o lo ha hecho a peor. En las últimas elecciones de abril de 2018, el Fidesz revalidó su aplastante mayoría, con casi el 50% de los votos, mientras que Jobbik, un partido abiertamente fascista, es la segunda formación del país, con casi el 20%. El actual primer ministro húngaro, Viktor Orbán (Fidesz), en el pasado considerado un «paria» político, está considerado hoy día uno de los referentes de la derecha europea gracias a sus duras posiciones en materia migratoria.

Tanto Hungría como Polonia se han convertido en la punta de lanza contra los derechos LGTB en Europa. Lo recogíamos ya en 2015, cuando ambos países bloquearon por este motivo una nueva normativa común sobre regímenes económicos matrimoniales en la Unión Europea. Y no ha sido la única vez: en diciembre del año pasado, se aliaron de nuevo para impedir la aprobación de un documento del Consejo de Ministros de la UE favorable a los derechos LGTB. Entonces, al menos, hubo por fin algo parecido a una respuesta contundente. Esperemos que no sea demasiado tarde: las ideas que representan Fidesz o Ley y Justicia (el partido gobernante en Polonia) ya son un modelo para muchas derechas europeas.

Fuente Dosmanzanas

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Hungría y Polonia impiden la aprobación de un documento del Consejo de Ministros de la Unión Europea favorable a los derechos LGTB

Martes, 11 de diciembre de 2018
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bandera-Europa-rasgadaUna vez más, Los gobiernos de Hungría y Polonia han impedido la aprobación de un documento de la Unión Europea que recoja la protección contra la discriminación de las personas LGTBIQ. En esta ocasión, al menos, otros 19 países han reaccionado de forma clara y han suscrito una declaración conjunta en la que se pide a la Comisión Europea que no dude a la hora de promover políticas efectivas de igualdad en esta materia. 

Ha sucedido este jueves. El Consejo de Ministros de la Unión Europea iba a aprobar un documento de conclusiones sobre la promoción de la igualdad de género en la era digital. El documento incluía una referencia a la necesidad de asegurar la no discriminación de colectivos juveniles vulnerables, mencionando expresamente a los jóvenes de bajo estatus socioeconómico; los jóvenes de minorias étnicas, como la gitana; jóvenes con discapacidades; jóvenes en el mundo rural; jóvenes de origen migrante y jóvenes LGTBIQ. La inclusión expresa de los jóvenes LGTBIQ encontró sin embargo la oposición de Hungría y Polonia. Austria, que ejerce la presidencia de turno de la Unión Europea, decidió retirarla en aras del «consenso» para así permitir la aprobación del documento, que requería unanimidad.

Por fortuna, el movimiento de la presidencia austriaca despertó en esta ocasión la indignación de varios países, encabezados por Holanda, cuyo ministro de Empleo y Asuntos Sociales, Wouter Koolmes, intervino para afirmar que no incluir al colectivo LGTBI en el texto del documento suponía un paso atrás inaceptable para su país. La firmeza holandesa fue secundada de inmediato por otros países, como Dinamarca, Malta, Portugal o España. Finalmente, La presidencia austriaca decidía volver al texto original. Lamentablemente, al carecer de unanimidad, este no pudo ser aprobado como conclusiones «del Consejo de Ministros», quedándose en «conclusiones de la Presidencia», que tienen un rango menor y carecen del carácter vinculante asociado a las conclusiones del Consejo. De esta forma fue aprobado por todos los países excepto por Hungría y Polonia.

La indignación que flotaba en el ambiente era tal que Malta propuso impulsar una declaración complementaria en la que los países signatarios se comprometían en firme a impulsar todos los esfuerzos necesarios en el seno de la Unión Europea para asegurar una protección completa de los derechos de las personas LGTBI, y el que pedían a la próxima Comisión Europea que implemente de forma coherente una estrategia en ese sentido. Este documento recibió el apoyo de 19 países. Además de Malta, el país impulsor, lo firmaron Alemania, Bélgica, Chipre, Dinamarca, Eslovenia, Estonia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Portugal, Reino Unido, la República Checa y Suecia. Destaca la ausencia en esta lista de la propia Austria. Otros países del Este de Europa que se mantuvieron en todo momento al margen de la discusión (aunque apoyaron el documento final de conclusiones de la presidencia austriaca) prefirieron quedarse al margen.

ILGA-Europa, organización paraguas que agrupa a numerosos colectivos lGTB de toda Europa, ha expresado su satisfacción por la reacción de los países que decidieron plantar cara a Hungría y Polonia. «Es tranquilizador ver a una mayoría de Estados miembro poniendo límites y pronunciarse de forma clara y rotunda sobre el hecho de que eliminar una referencia a las personas LGTBIQ como grupo protegido es inaceptable», ha expresado su directora ejecutiva, Evelyne Paradise. «Por decepcionante que sea el hecho de que no hayan podido ser adoptadas las Conclusiones del Consejo, la Unión Europea no puede ser rehén de dos países y obligada a desmantelar los estándares de no discriminación ya acordados», ha añadido su directora legal, Katrin Hugendubel.

Hungría y Polonia, punta de lanza contra los derechos LGTB

Hungría, recordemos, fue en 2009 uno de los primeros países del Este en reconocer derechos a las parejas del mismo sexo. Eran otros tiempos, lamentablemente. La derecha populista representada por el partido Fidesz (Partido Popular Europeo) conseguía en 2010 un triunfo arrollador que le permitió cambiar en solitario la Constitución húngara para, entre otras medidas autoritarias, «proteger» al matrimonio que se celebra «entre un hombre y una mujer». El panorama político húngaro no ha cambiado desde entonces, o lo ha hecho a peor. En las últimas elecciones de abril de 2018, el Fidesz revalidó su aplastante mayoría, con casi el 50% de los votos, mientras que Jobbik, un partido abiertamente fascista, es la segunda formación del país, con casi el 20%. El actual primer ministro húngaro, Viktor Orbán (Fidesz), el el pasado considerado un «paria político», está considerado hoy día uno de los referentes de la derecha europea gracias a sus duras posiciones en materia migratoria.

Polonia, un país en el que hace años se llegaron a producir esperanzadores pasos adelante en materia LGTB, la situación dio en  2015 un giro parecido. El primer signo de los nuevos tiempos fue la elección como presidente de Andrzej Duda, del partido ultraconservador Ley y Justicia, una de cuyas primeras medidas fue vetar una nueva ley de identidad de género que había sido ya aprobada por el Parlamento polaco, y que definitivamente quedó arrinconada. Pero el golpe definitivo llegó con las elecciones parlamentarias de octubre de 2015, que otorgaron a Ley y Justicia la mayoría absoluta y que supusieron una importante derrota para la europeísta y liberal Plataforma Cívica, además de la desaparición absoluta de los partidos de izquierda del Parlamento polaco. Un escenario que ha favorecido un giro autoritario al estilo húngaro. Y aunque hace pocas semanas las elecciones locales mostraron una profunda división al respecto entre las Polonias urbana y rural, por el momento no parece suficiente como para asegurar una marcha atrás las elecciones generales de 2019.

Mientras tanto, los dos países se han convertido en la punta de lanza contra los derechos LGTB En Europa. Lo recogíamos ya en 2015, cuando ambos países bloquearon por este motivo una nueva normativa común sobre regímenes económicos matrimoniales en la Unión Europea. Y no ha sido la única vez. Ahora, al menos, ha habido por fin algo parecido a una respuesta contundente. Esperemos que no sea demasiado tarde: las ideas que representan Fidesz o Ley y Justicia ya son un modelo para muchas derechas europeas.

Fuente Dosmanzanas

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Los inmigrantes que vienen.

Martes, 23 de enero de 2018
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migrantes-viendo-a-la-cruzGabriel Mª Otalora
Bibao (Vizcaya).

ECLESALIA, 12/01/18.- Los inmigrantes se han convertido en tema de conversación y pasto de comentarios y sensaciones mayoritariamente negativas; del corazón y sus miedos habla la boca. Cada vez vienen en mayor número, a pesar de que el gobierno español no llega ni de lejos a la cuota de acogida que le ha fijado la UE. Y los católicos no somos ajenos a muchas descalificaciones.

Es fácil captar una actitud generalizada de miedo ante la llegada de los inmigrantes: turismo médico, delincuencia, menores oportunidades de trabajo para nuestros hijos, falta de integración social, costes suplementarios en ayudas básicas… y miedo también a la colonización islamista. Rechazo al diferente, en suma, por lo que pueda perjudicarme, sin pensar en mayores consideraciones. Pero la realidad no es tan simple ni tan negativa porque tiene su lado luminoso.

Trabajo. La mayoría viene a trabajar, con ganas de aportar a la sociedad lo que en sus países no les deja la miseria o las injusticias estructurales. Los inmigrantes suelen coger los trabajos que no queremos el resto. Si se comparan las estadísticas del tipo de ocupación, es evidente que en el reparto de empleos entre los trabajadores autóctonos y extranjeros, los inmigrantes copan las tareas no cualificadas.

Legalidad. Los que huyen de las guerras deberían tener estatus de refugiado según la Carta de Naciones Unidas que obliga a los Estados a acogerlos.  La Unión Europea comete una injusticia además de una ilegalidad flagrante. No pueden ser tratados como apestados, como ocurre en las vallas de Ceuta y Melilla y a espaldas de todos en pleno mar Mediterráneo. Pero aparte de que no se cumple la ley con los exiliados, (qué vergüenza el “centro de acogida” de Archidona), basta reflexionar sobre la cantidad de organizaciones solidarias que existen para atender sus necesidades más primarias, para entender que el colectivo se caracteriza porque sus miembros necesitan urgentemente un contexto humanitario básico como seres humanos que son.

Ayudas públicas. Las ayudas instauradas en Euskadi las disfrutan foráneos y autóctonos. Y el fraude en las prestaciones, es mayor en los de casa (Seguridad Social, IVA, IRPF, autónomos…). Un ejemplo más: a finales de 2015, los extranjeros empadronados en Euskadi aportaban más ingresos a las arcas públicas vascas que el gasto que suponen para el sistema de bienestar social: 631 frente a 593. Y sin la llegada de los inmigrantes, hubiésemos perdido 50.000 habitantes en los últimos años.

Delitos violentos. Es una realidad que no es exclusiva de los foráneos: un informe realizado por la Fundación Aspacia alerta de los obstáculos a los que las mujeres en situación irregular se enfrentan a la hora de denunciar una agresión sexual, como son el miedo a ser expulsadas y la desatención sanitaria. Mujeres sin tarjeta sanitaria que no tienen nada y que son presa fácil para las mafias. Hay estudios que demuestran que no hay una correlación causal entre migración y criminalidad. Como ha denunciado la Cruz Roja, en algunos conjuntos de datos sobre criminalidad se mezclan delitos con simples faltas administrativas como carecer de documentación o entrada al país de manera irregular.

Tratamiento informativo. Cualquier noticia negativa de este colectivo, tiene una repercusión exponencialmente peor que la de uno de los nuestros.

Problema político. Algunos opinan que se les dé ayuda en sus países de origen y así no tendrían que emigrar. No es precisamente lo que hemos hecho los refinados europeos con el colonialismo, ni seguimos haciendo al disminuirles la ayuda a la cooperación internacional cuando más la necesitan. Fuimos a sus países a robarles de mala manera sus recursos naturales y ahora que el mundo está como está, con tantos millones de desplazados huyendo de la miseria y la guerra, se encuentran con las puertas del bienestar cerradas o con muchas dificultades para traspasarlas. Lo peor es que el problema alcanza unas magnitudes colosales.

No son pocos los que quisieran volver a sus países en el momento en que la situación que motivó su salida desapareciese. No vienen por gusto. Si han dejado todo -su casa, su familia-, y ponen en riesgo su vida y la de sus hijos, lo hacen porque el resto de opciones han estrepitosamente. Qué son las 600.000 peticiones de asilo en Europa si se comparan con los 60 millones desplazados internos en Asia y África. El caso de Líbano es tremendo: 1.200.000  refugiados a los que añadir medio millón de palestinos, en una población que tiene unos cuatro millones de habitantes. Es como si a España llegasen 12 millones de refugiados.

Efecto llamada. Lo de justificar el endurecimiento de normas y fronteras para evitar el “efecto llamada”, se desmonta recordando que a las personas desesperadas no les las puede parar ni con vallas, ni con riesgo mortal para sus vidas, ni con la militarización de las fronteras. Lo curioso es que el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, dijo que la llegada de tres millones de inmigrantes no sería un caos para la UE; por el contrario, es un factor que elevaría el PIB de la economía europea.

Europa perderá su identidad y su cultura cristiana. Muchos piensan como el ultraderechista húngaro Viktor Orbán, cuando alerta de que podemos ser minoría en nuestro propio continente ante el riesgo de llegada masiva de refugiados musulmanes. La decadencia no nos deja ver que los pretendidos valores están desvalorizados hace tiempo, la ética expulsada de las aulas y la religión cristiana puesta en cuestión sine die, además del poco ejemplo de quienes nos decimos creyentes. Lo fundamental es preservar los valores de tolerancia, de respeto por la diversidad, de solidaridad, que es lo que nos va a propiciar las actitudes necesarias ante los retos a los que nos tendremos que enfrentar pronto. Discursos intolerantes como los de Orbán son la mejor propaganda para que grupos radicales capten a más gente.

Saturan la sanidad pública, que no la financian. Como explica Amnistía Internacional, el impacto fiscal de la inmigración en España, arroja un resultado positivo que representa medio punto del PIB, es decir, más de 5.000 millones de euros. En otras palabras, las personas migrantes obtienen menos de lo que aportan, y disfrutan de menos beneficios sociales que los autóctonos. En cuanto a la financiación, desde 1999 la Sanidad se paga a través de impuestos indirectos, como el IVA o el IRPF, y no mediante las cotizaciones a la Seguridad Social. Por lo tanto, los migrantes que consumen y pagan este tipo de impuestos, contribuyen a financiar los servicios sanitarios.

Acabo con una realidad que no puede soslayarse: no nos olvidemos que el exilio sigue siendo exilio aun estando en la ciudad más bonita del mundo

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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El veto de un pequeño pueblo de Hungría a musulmanes y homosexuales, anulado por el Tribunal Constitucional húngaro

Lunes, 17 de abril de 2017
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_94008411_bf623350-ab6c-4c20-aed9-02e0dd449a64El Tribunal Constitucional de Hungría ha anulado la normativa de Ásotthalom, un pueblo húngaro que hace varias semanas se hizo conocido en todo el mundo por vetar a musulmanes y a homosexuales. Sin duda, un pequeño alivio y una señal de sensatez en un país cuya deriva política hacia la extrema derecha, acentuada desde la crisis de los refugiados pero que ya se había iniciado antes, lleva años causando inquietud en el colectivo LGTB.

Ásotthalom es un pequeño pueblo de poco más de 4.000 habitantes situado al sur de Hungría, muy cerca de la frontera con Serbia. Su alcalde es el periodista László Toroczkai, uno de los vicepresidentes del ultraderechista Jobbik (partido que en las elecciones de hace un año se consolidó como la tercera formación política de Hungría, con algo más del 20% de los votos). El propio Toroczkai se alzó en 2013 con la victoria en las elecciones municipales con más 70% de los votos gracias a su discurso ultranacionalista y desde entonces es alcalde de Ásotthalom.

Un lugar del que casi nadie había escuchado hablar hasta que hace unas semanas los medios internacionales se hicieron eco de una de las medidas aprobadas en noviembre pasado por su Ayuntamiento: la prohibición oficial en el municipio de mezquitas y lugares de oración para musulmanes, del velo y cualquier otra vestimenta tradicional musulmana y de cualquier actividad de “propaganda” de las relaciones homosexuales, incluyendo cualquier información que presentase al matrimonio como una institución no formada exclusivamente por un hombre y una mujer. La medida, de hecho, tenía una finalidad claramente propagandística, que el propio alcalde no tuvo inconveniente en reconocer. Se trataba no solo de evitar la instalación el el pueblo de musulmanes y personas homosexuales, sino de atraer a europeos cristianos que se oponen al multiculturalismo en sus propias naciones. “Le damos la bienvenida a gente de otros países de Europa occidental, personas que no quieren vivir en una sociedad multicultural”, llegó a declarar Toroczkai a la BBC.

Se llegó, de hecho, a diseñar paneles “informativos” con señales de prohibición de mezquitas, de velos islámicos y de muestras de afecto entre personas del mismo sexo, que dieron la vuelta al mundo. El pueblo de Hungría que no quería “ni a musulmanes ni a gais” se hizo famoso, y su alcalde muy posiblemente consolidó su popularidad y consiguió su momento de gloria. Hoy, por fortuna, hemos conocido que el Tribunal Constitucional de Hungría ha anulado la normativa, al considerar que las corporaciones locales húngaras carecen de competencia para restringir derechos fundamentales, algo que la Constitución húngara reserva al Parlamento. Laszlo Székely, defensor del pueblo húngaro, fue el que recurrió la normativa ante el alto tribunal.

Sin duda una (pequeña) buena noticia, y más viniendo de Hungría, un país que en los últimos años no se ha caracterizado precisamente por sus avances en materia LGTB. No siempre fue así: Hungría, recordemos, fue en 2009 uno de los primeros países del Este en reconocer derechos a las parejas del mismo sexo. Poco después la derecha populista, representada por el partido Fidesz y su líder Viktor Orbán, conseguía un triunfo arrollador que le permitió cambiar en solitario la Constitución del país para, entre otras medidas autoritarias, “proteger” al matrimonio que se celebra “entre un hombre y una mujer”. El panorama político húngaro no mejoró mucho en 2014: el Fidesz se desgastó mínimamente y revalidó su aplastante mayoría, con casi en 45% de los votos, mientras que Jobbik, abiertamente ultra, ascendía hasta más del 20% y se situaba a solo cinco puntos de Unidad, la coalición de centro-izquierda que a duras penas mantuvo el tipo. Orbán, entretanto, no ha dudado en utilizar el voto húngaro en la Unión Europea para impedir la adopción de medidas de protección de los ciudadanos LGTB a nivel continental.

Fuente Dosmanzanas

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Hungría bloquea un acuerdo europeo sobre los derechos de la comunidad LGTB

Lunes, 14 de marzo de 2016
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13968854263210El gobierno conservador de Hungría bloquea un acuerdo para avanzar en la igualdad de la comunidad LGTB propuesto a la Comisión de la Unión Europea por Holanda.

El Consejo de la Unión Europea, integrado por los representantes de los gobiernos de los estados miembros, ha sido incapaz de llegar a un acuerdo sobre igualdad de las personas LGBTI. La oposición del gobierno húngaro impidió que una lista básica de acciones propuestas por la Comisión Europea recibiera el respaldo unánime del Consejo. Un nuevo ejemplo de hasta qué punto la la pujanza de la derecha más conservadora en los países del Este de Europa arrastra a la Unión Europea hacia posiciones cada vez más alejadas de la igualdad.

El gobierno holandés, que actualmente preside la Unión Europea, ha presentado el borrador de un acuerdo al Consejo de la Unión Europea haciendo un llamamiento para hacer frente a la discriminación homofóbica a través de diversas medidas con el objetivo de avanzar en la igualdad de la comunidad LGTB e intensificando esfuerzos para recoger datos sobre el tratamiento de los ciudadanos homosexuales, bisexuales y transexuales. Sin embargo, ha quedado vetado por los representantes de Hungría, el mismo día que también han bloqueado una propuesta de acuerdo con Turquía referente a la crisis migratoria. «Hungría no está en posición de aceptar la lista de acciones para avanzar en la igualdad de la comunidad LGTB», ha manifestado en un comunicado del gobierno conservador de Viktor Orbán.

La actual presidencia holandesa de la Unión Europea quería impulsar el desarrollo de las políticas de igualdad en lo referente a la situación de las personas LGBTI, y por eso había situado la discusión de la propuesta de la Comisión Europea (que puedes descargar en su totalidad aquí) en la agenda de Consejo sobre Empleo, Política Social, Sanidad y Consumidores que los representantes de los gobiernos europeos celebraron el pasado 7 de marzo en Bruselas. La propuesta daba respuesta a la petición del Parlamento Europeo de una hoja de ruta contra la homofobia y la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género (el ya conocido como “informe Lunacek”, aprobado en febrero de 2014 pese a las protestas de los grupos ultraconservadores) y enumeraba una serie de diez acciones a desarrollar de aquí a 2019:

  1. Cerrar la brecha existente en la Unión Europea en lo referente a la protección contra la discriminación en materia de educación, protección social y acceso a bienes y servicios.
  2. Facilitar la vida cotidiana de las familias LGBTI que se trasladan de un lugar a otro de Europa.
  3. Reforzar y monitorizar la transposición e implementación del derecho comunitario en materias como la reasignación de sexo, la atención a la víctimas de delitos de odio por orientación sexual o identidad de género, el asilo, la libertad de circulación o el acceso al empleo.
  4. Promover campañas de comunicación para mejorar la aceptación social de las personas LGTBI.
  5. Dar apoyo a los estados miembros para el desarrollo de políticas clave para las personas LGTBI en materia de no discriminación, delitos de odio, educación y salud.
  6. Dar soporte financiero a organizaciones que trabajan aspectos clave en materia LGBTI, tanto públicas como privadas.
  7. Dar apoyo a las empresas y entornos de trabajo inclusivos.
  8. Mejorar la disponibilidad de datos acerca de la situación de las personas LGBTI en áreas como la discriminación, desigualdades en salud, educación, delitos de odio, libertad de movimiento de las familias LGBTI, situación de las personas intersexuales o reconocimiento legal de la identidad de género de las personas transexuales.
  9. Promover la mejora de la situación de las personas LGBTI en territorios vecinos a la Unión Europea, como los Balcanes o Turquía, en el contexto de las negociaciones de adhesión o asociación.
  10. Promover la mejora de la situación de las personas LGBTI en terceros países.

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Pues bien, la negativa del gobierno de Viktor Orbán ha impedido que el Consejo diera su respaldo unánime a la propuesta, lo que hubiese supuesto un hito político significativo para los derechos LGTB en Europa. Pese a todo, la directora ejecutiva de ILGA Europe, Evelyne Paradis, ha preferido ver el vaso medio lleno. “Aunque hubiéramos preferido ver una unanimidad completa, esto no ha sido solo un acuerdo tácito sobre la lista de acciones propuesta por la Comisión Europea. Esto ha sido un auténtico mensaje de los estados miembros: que quieren ver progresos reales más pronto que tarde”, ha declarado Paradis.

También algunos de los más destacados parlamentarios del Intergrupo LGTB del Parlamento Europeo han querido resaltar que 27 de los 28 estados de la Unión dieran su apoyo a la propuesta, entre ellos algunos cuyos gobiernos tampoco se caracterizan por sus esfuerzos en este sentido. Es el caso de la propia Ulrike Lunacek y de Daniele Viotti, copresidentes del Intergrupo, o de Sophie in ‘t Veld, vicepresidenta del mismo, que han destacado asimismo el compromiso de la presidencia holandesa.

No han tardado en surgir voces de condena ante esta paralización, como las de Catherine Bearder, del Partido Liberal Demócrata del Reino Unido, quien ha declarado que «la Unión europea ha desempeñado un papel vital en el avance de los derechos LGTB en todo el continente en los últimos años, incluyendo la condena legal de rechazar al acceso a un puesto de trabajo por motivos de orientación sexual. Pero la realidad es que en algunos países europeos las personas LGTB todavía se enfrentan a la persecución y la discriminación diaria. Es una desgracia que gobiernos como el de Viktor Orbán en Hungría estén bloqueando el progreso en esta área. El Reino Unido debe utilizar nuestra influencia para asegurar que los derechos de la comunidad LGTB son respetados en todo nuestro sector».

El acuerdo reclamaba a los estados miembros de la Comisión Europea «a tomar nuevas medidas para combatir la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género y llevar a cabo actividades de sensibilización para promover la igualdad LGTB». Sin embargo, admite la importancia de «respetar plenamente las identidades nacionales y las tradiciones constitucionales de los Estados Miembros», así como sus respectivas competencias en materia de derecho familiar, mientras presten atención a los derechos fundamentales de la comunidad LGTB. Inicialmente, el acuerdo también contaba con las reservas de países como Letonia, Lituania y Polonia, que finalmente sí habían aceptado, al igual que la mayoría de los países miembros de la Comunidad Económica Europea, excepto Hungría.

Hungría, un freno a los avances en materia LGTBI

En este caso, la falta de unanimidad de los gobiernos no supone que el documento quede invalidado ni que la Comisión Europea renuncie a promover las medidas que allí se defienden, pero tiene un simbolismo indudable: ni siquiera en aquellos aspectos relacionados con los derechos más básicos de las personas LGTBI los gobiernos europeos son capaces de alcanzar un acuerdo de mínimos (que por cierto no interfiere con la capacidad de los estados miembros de legislar de forma restrictiva en materia de matrimonio igualitario, adopción homoparental conjunta o acceso igualitario a las técnicas de reproducción asistida).

Se trata, además, de la segunda vez en pocos meses que Hungría actúa como freno en esta materia. Hace pocas semanas los gobiernos húngaro y polaco, puntas de lanza de la derecha populista en Europa, bloqueaban la nueva normativa sobre regímenes económicos matrimoniales en la Unión Europea, que no perseguía otra cosa que dar garantías uniformes a los diferentes tipos de unión legalmente reconocidos por los países de la Unión, argumentando que ello suponía reconocer regímenes de familia que no “responden a sus valores”.

Hungría, recordemos, fue en 2009 uno de los primeros países del Este en reconocer derechos a las parejas del mismo sexo. Eran otros tiempos… La derecha populista, representada por el partido Fidesz y su líder Viktor Orbán, conseguía en 2010 un triunfo arrollador que le permitió cambiar en solitario la Constitución del país para, entre otras medidas autoritarias, “proteger” al matrimonio que se celebra “entre un hombre y una mujer”. El panorama político húngaro no mejoró mucho en 2014: el Fidesz se desgastó mínimamente y revalidó su aplastante mayoría, con casi en 45% de los votos, mientras que Jobbik, un partido abiertamente ultra, ascendía hasta más del 20% y se situaba a solo cinco puntos de Unidad, la coalición de centro-izquierda que a duras penas mantuvo el tipo.

La reciente crisis de los refugiados, de hecho, ha aumentando aún más la popularidad de Orbán, que ha consolidado lo que muchos analistas califican ya como un régimen semiautoritario en el corazón de la Unión Europea derribando tanto la oposición interna como la externa. No conviene olvidar que el primer ministro húngaro, otrora considerado una especie de “paria político”, está considerado hoy día uno de los referentes del Partido Popular Europeo gracias a sus posiciones en materia migratoria. No es casualidad que hace pocas semanas Orbán fuese recibido en Madrid por los líderes populares europeos con toda clase de parabienes…

Fuente Universogay/Dosmanzanas

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Hungría y Polonia amenazan con bloquear un mínimo reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo en Europa

Viernes, 4 de diciembre de 2015
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bandera-Europa-rasgadaLos gobiernos de Hungría y Polonia, puntas de lanza de la derecha populista europea, prevén bloquear una nueva normativa sobre regímenes económicos matrimoniales en la Unión Europea. El principal motivo, cómo no, su homofobia.

Lo cuenta este martes el diario El País. En la próxima reunión de ministros de Justicia de la Unión, los representantes húngaro y polaco prevén bloquear una propuesta de normativa para uniformizar la ejecución de las resoluciones en materia de regímenes económicos de las uniones registradas en el territorio de la Unión. Se trata, en definitiva, de dar garantías uniformes a los diferentes tipos de unión legalmente reconocidos por los países de la Unión Europea, sin que ello signifique ni mucho menos obligar a ningún país a reconocer el matrimonio igualitario.

Algo que por otra parte está en la línea de la jurisprudencia europea. Ya en 2010 el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, en una sentencia referida a Austria, determinó que aunque los estados europeos no están obligados a permitir el matrimonio igualitario las parejas del mismo sexo sí merecen protección jurídica en el territorio de la Unión. Este año 2015, de hecho, el mismo tribunal ha condenado a Italia por no permitir a las parejas del mismo sexo ni contraer matrimonio ni ofrecerles una regulación alternativa.

Una protección que en cierto modo es la que buscan extender los ministros de Justicia de la Unión Europea, al menos en lo referido a los derechos de propiedad. Hungría y Polonia, dos países actualmente gobernados por la derecha populista católica, se niegan sin embargo a aceptar una propuesta que exige unanimidad y que para ellos supone reconocer regímenes de familia “que no responden a sus valores ni están en su constitución”.

Hungría y Polonia, un panorama inquietante

Hungría, recordemos, fue en 2009 uno de los primeros países del Este en reconocer derechos a las parejas del mismo sexo. Eran otros tiempos… La derecha populista representada por el partido Fidesz conseguía en 2010 un triunfo arrollador que le permitió cambiar en solitario la Constitución del país para, entre otras medidas autoritarias, “proteger” al matrimonio que se celebra “entre un hombre y una mujer”. El panorama político húngaro no mejoró mucho en 2014: el Fidesz se desgastó mínimamente y revalidó su aplastante mayoría, con casi en 45% de los votos, mientras que Jobbik, un partido abiertamente ultra, ascendía hasta más del 20% y se situaba a solo cinco puntos de Unidad, la coalición de centro-izquierda que aduras penas mantiene el tipo.

No conviene olvidar que el actual primer ministro húngaro, Viktor Orbán (Fidesz), otrora considerado una especie de “paria político”, está considerado hoy día uno de los referentes del Partido Popular Europeo gracias a sus duras posiciones en materia migratoria. Hace pocas semanas Orbán era recibido en Madrid por los líderes populares europeos con toda clase de parabienes.

En Polonia, un país que en tiempos recientes había dado prometedores pasos adelante en materia LGTB, la situación ha dado este 2015 un giro parecido al que Hungría dio hace ahora cinco años. El primer signo de los nuevos tiempos fue la elección como presidente de Andrzej Duda, del partido ultraconservador Ley y Justicia (conocido por muchos como “el partido de los gemelos Kaczyński”), una de cuyas primeras medidas fue vetar una nueva ley de identidad de género que había sido aprobada por el Parlamento polaco, y que definitivamente ha quedado arrinconada. Pero el golpe definitivo llegó con las elecciones parlamentarias del pasado octubre, que otorgaron a Ley y Justicia la mayoría absoluta y que supusieron, de hecho, la desaparición absoluta de los partidos de izquierda del Parlamento polaco. Muchos temen, de hecho, que esta nueva situación política propicie un giro autoritario al estilo húngaro (Ley y Justicia, por cierto, ya intentó en el pasado promover una nueva Constitución que consagrase la prohibición del aborto, de la fecundación in vitro y del matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la presencia del crucifijo en las aulas).

Un panorama inquietante al que la Unión Europea no parece interesada, antes al contrario, en poner freno.

Fuente Dosmanzanas

General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , , , , , ,

“Los refugiados, el capitalismo y la ideología (Europa)”, por Maciek Wisniewski, Periodista polaco

Sábado, 3 de octubre de 2015
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49690ec8b8639f5b30db2563e6e1ad3c_articleLeído en la página web de Redes Cristianas

Puede ver la información completa en la siguiente dirección:

¿Refugiados, inmigrantes, desplazados, “sin papeles”, aliens? ¿Cómo llamar a las masas de sirios, afganos o libios, productos de las guerras imperiales que golpean las puertas de la “Festung Europa” (más su torre alemana), sofocándose en los camiones y ahogándose en el Mediterráneo en la más grande crisis de este tipo ocurrida jamás (con 59 millones de forzados a dejar sus casas en el mundo, según la ONU)? ¿Qué tal, “seres humanos”? Parece que la opción más obvia es la menos deseada. Nombrar bien las cosas importa (“refugiados” es aquí más apropiado que “migrantes”). Pero a veces extraordinarios debates semánticos encubren la deshumanización común.

2) Hannah Arendt, en un corto texto, “We refugees” (1943), escrito desde su propia posición de refugiada que huyó de la guerra en Europa, veía esta condición como “paradigma de la nueva conciencia histórica”. Tratando de humanizar a los desplazados y sensibilizar a las poblaciones receptoras los describía como “el avant-garde de sus pueblos”. En aquel entonces la encarnación de un refugiado fue un judío (como ella), pero “cuya expulsión fue seguida por la de la mayoría de los europeos”.

3) Hoy un refugiado es por lo general un musulmán, estigmatizado como antes un judío por su religión e identidad. Más que “paradigma de la nueva conciencia” es un símbolo de ignorancia y nueva deshumanización en la época en que la historia ya no enseña nada. Las imágenes de Europa de ayer y hoy son intercambiables. Gente con bultos en los hombros y niños en las manos, caminando de un país al otro por las carreteras y al lado de las vías férreas. Por donde quiera alambre de púas y campos de internamiento –que no son Auschwitz, pero nacen de la misma matriz de la modernidad– llenos de personas con números en los brazos… (véase: Rick Lyman: “Treatment of migrants evokes memories of Europe’s darkest hour”, en The New York Times, 4/9/15).

4) Giorgio Agamben, leyendo al texto de Arendt, escribió uno suyo (We refugees, 1993). Su mirada a los ámbitos de relaciones internacionales y derechos humanos –”hijos de los estados-naciones soberanos”– ayuda a entender por qué a pesar de los esfuerzos internacionales (ONU, et al.) aún no se ha resuelto la cuestión de los refugiados (que más bien se agravó). Según él, la figura de un “refugiado” es mortal a la sola existencia del Estado-nación (desnuda la ficción de “soberanía” y rompe duplas identitarias “hombre-ciudadano”/”origen-nacionalidad”).

5) Apuntando al “tóxico componente” estatal en la Unión Europea, Agamben sugería un paso hacia una “entidad aterritorial” donde –entre otros– se borraría la oposición “ciudadano/no ciudadano” y todos serían “refugiados”… ¿Utopía? La verdad es que fue justo la tensión entre lo “nacional” y lo “metaeuropeo” lo que explotó a la hora de la crisis. De allí el sadismo hacia Grecia o hacia los refugiados. Más que una excepción, la tensión es la regla, incluso un modo de gobernar. Así Bruselas puede no hacer nada o jugar a “buen policía/mal policía”: “quisiéramos recibirlos, pero algunos países se oponen” (un disenso curiosamente ausente a la hora de rescatar los bancos o empujar más austeridad).

6) Cuando Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia rechazaron recibir las cuotas obligatorias de refugiados, se anunció que “allí murió la solidaridad” (Corriere della Sera, 5/9/15). Aunque verdadera, la acusación llega 30 años tarde: en Polonia la destrucción del sindicato del mismo nombre, del movimiento social alrededor suyo y del propio valor humano (y sustitución por precariado, atomización y egoísmo) fueron condiciones indispensables para la restauración capitalista en 1989.
7) Mientras algunos condenan la xenofobia hacia los refugiados, esconden que la deshumanización de abajo es la misma que se enseña desde arriba hacia las siempre invisibles víctimas de las “intervenciones humanitarias” (o sea: la misma gente). Bernard-Henri Levy, como un buen ideólogo, con una mano critica y con la otra exculpa: fustiga bien a Europa por “indiferencia” o hablar de refugiados como “migrantes” y “quinta columna de la jihad”, pero el vínculo con las guerras de la OTAN (de las que es un promotor) es para él… “cortina de humo de Rusia” (Project Syndicate, 31/8/15).

8) Shlomo Sand, hijo de sobrevivientes polacos-judíos de Shoah nacido en 1946, en… un campo de refugiados en Austria (y criado en campos parecidos en Alemania hasta emigrar a Israel), tiene razón: la única ideología que cementa hoy a Europa –que no cesa de subrayar sus raíces “judeo-cristianas”– es la islamofobia, que cumple el mismo papel “unificador” que el antisemitismo para los estados-naciones en los siglos XIX-XX (Jewish Quarterly, 2010, no. 215).

9) Un pequeño ejercicio corrobora esta tesis a la luz de hoy: tomamos a Hungría y Eslovaquia; escuchamos al premier Víktor Orbán alertando que “la oleada musulmana hace peligrar la identidad cristiana de Europa” (Frankfurter Allgemeine Zeitung, 3/9/15) y asegurando defenderla impidiendo que los refugiados tomen trenes a Alemania en la estación Budapest-Keleti y desenvolviendo el alambre de púas en la frontera; escuchamos al gobierno eslovaco aceptando apenas un puñado de refugiados, “sólo si son cristianos”, excusándose que “en el país no hay mezquitas”; abordamos el vehícu­lo del tiempo y vamos a 1944 a Budapest, donde en la misma estación los fascistas de la Cruz Flechada “defensores de la civilización europea” meten –al revés que hoy– por fuerza a los judíos a los trenes a Auschwitz, y a Bratislava, donde funcionarios del régimen cato-fascista del padre Tiso dan 100 dólares por cada judío denunciado, excusándose tal vez que “en el país no hay sinagogas”, y ¡ voilà!

10) Para Agamben, en la medida en que “refugiado” es peligroso para el Estado-nación –¿qué tal si de repente otros ciudadanos descubren que hay vida inteligente más allá del Estado?– su figura es “revolucionaria”. Incluso, ante el ocaso de otros sujetos, es la “única capaz de cambiar la sociedad”. De allí el afán del poder por rechazarla. O “domesticarla”. He aquí una fórmula capitalista en píldora: “¡Déjenlos entrar y ganar dinero!” (The Economist, 29/8/15). Pues, ¿qué tal si de repente otros ciudadanos descubren que hay vida inteligente más allá de la comodificación del ser humano?

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

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