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Palabra clave: ‘Oscar Arnulfo Romero’

En el principio…

Lunes, 1 de enero de 2024
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«En el principio existía el Logos, y el Logos estaba con Dios…»

La vida humana se compone de vivencias, y las vivencias son manifestaciones de nuestra propia naturaleza; es decir, son el resultado de nuestra capacidad de amar, de odiar, de pensar, de comunicarnos, de crear, de destruir, de anhelar, de ambicionar, de renunciar, de oponer la razón a las apetencias, de dejarse arrastrar por ellas, de sentir compasión, emoción, alegría, tristeza, euforia, miedo… Pero hay dos formas de concebir nuestra vida; una, como simple sucesión de vivencias, y otra, como proyecto que integra todas ellas y las dirige a un fin que les dé sentido. Dicho de otro modo, podemos pasar por la vida o vivir la vida con sentido.

Pero la pregunta por el sentido de la vida nos lleva a preguntarnos por nuestra esencia, por nuestra naturaleza, pues nuestra vida tendrá uno u otro sentido según la concepción que tengamos de nosotros mismos. El problema está en que la pregunta por nuestra identidad no tiene una única respuesta y eso complica las cosas. La respuesta científica es sustancialmente insuficiente; ninguna de las respuestas que nos ofrece la filosofía es definitiva, y la concepción religiosa del hombre depende de la fe de cada persona. Pero la multiplicidad de respuestas no significa que la pregunta por “nosotros” sea estéril, sino que cada uno debe buscar la suya propia.

Para Heidegger, somos unos seres arrojados a este mundo sin referencias (“dasein”) cuya vida carece de sentido al tratarse de un simple paréntesis (un “entre”) que va de la nada de antes a la nada del después. A pesar de ello, en su obra “El ser para la muerte” nos invita a no evadirnos de la realidad y vivir la vida con autenticidad, tomando como naturales el sufrimiento y la muerte. En una línea similar, Sartre asegura que el mundo es absurdo, que no existe la Naturaleza humana y que, por tanto, no existe un sentido general de la vida, pero añade que cada uno debe dar sentido a su vida construyéndose a sí mismo. En sentido opuesto se manifiestan, por ejemplo, Spinoza o Hegel, quienes afirman que somos nada menos que existencia de Dios.

Y todas las interpretaciones que hagamos de nuestro verdadero ser están muy bien, y todas aportan algo nuevo, pero, siendo rigurosos, debemos admitir que ignoramos por completo las respuestas que atañen más íntimamente a nuestras vidas. No sabemos quiénes somos, ni cuál es nuestro papel en esta vida, o si estamos aquí para algo, o si hay más vida tras la muerte, o si todo es obra de un Dios que lo ha creado con un propósito determinado, o si Dios se ha desentendido del mundo tras crearlo y estamos abandonados a nuestra suerte, o si está dentro de nosotros como un principio vital que anima nuestras vidas, o si estamos en un mundo absurdo fruto del azar…

Demasiadas preguntas y demasiado importantes para digerirlas sin esfuerzo, lo que provoca que nuestra reacción habitual sea tratar de soslayarlas, es decir, tratar de evadirnos de nuestra Realidad más profunda refugiándonos, en unos casos, en un más allá fruto de nuestros deseos, y en otros (cada vez con mayor frecuencia) en el trabajo compulsivo o el ocio compulsivo.

Pero hay personas que no se conforman con pasar por la vida sin zambullirse de lleno en ella y deciden afrontarlas con seriedad. Estas personas tienen al menos tres caminos distintos para para plantear su búsqueda; tres caminos que unos consideran complementarios, y otros, excluyentes entre sí.

El primero es la razón; sumergirse en planteamientos metafísicos que nos hablan de teísmos, deísmos, panteísmos, dualismos, monismos, inmanencias, trascendencias, esencias, existencias, sustancias, accidentes… lo cual resulta muy interesante e instructivo siempre que no olvidemos que la metafísica no da respuestas fiables. Como decía Kant, «Cualquier proposición metafísica tiene las mismas posibilidades de ser cierta que su contraria».

El segundo es la psique; profundizar en nuestro interior a través de la meditación (o poner la conciencia en blanco a través del silencio) con la esperanza de encontrar las respestas en lo más profundo de nosotros. Los místicos afirman poder alcanzar así la experiencia inmediata de Dios, y la describen como la de un enamorado que funde su espíritu con el de su amada. Pero este poderoso cauce tiene también un serio peligro, y es que nuestra psique es tan enormemente compleja y desconocida, que no podemos saber si una experiencia es genuina o es una simple sugestión creada por ella.

El tercero es la fe. Confiar en alguien hasta el punto de hacer propios sus criterios y creencias y apostar la vida a ellos. La fe puede ser el fruto natural de un ambiente y una educación, puede también adquirirse a través del conocimiento de su líder y la posterior fascinación por él, y puede ser una apuesta, al estilo de la que propuso en su día Blaise Pascal. Porque necesitamos referencias para caminar por la vida sin extraviarnos ni echarla a perder, y si las encontramos en alguien en quien confiamos plenamente, nos aferramos a ellas.

Y así llegamos a Jesús, a quien los cristianos consideramos visibilidad de Dios. En él podemos conocer cómo es Dios para nosotros, y quiénes somos nosotros libres de la esclavitud del pecado. ¿Pero, quién es Jesús?… Unos lo identifican con el Logos que existía desde siempre junto a Dios y que era Dios. Otros, quizá menos pretenciosos, se limitan a afirmar que Jesús es un fruto especial del Espíritu Santo, pues ni su vida ni su legado se pueden entender de otra forma. ¿Pero qué se quiere indicar con esta expresión?...

En Génesis 2,7 el yahvista define al ser humano como “barro con aliento de Dios”; con espíritu de Dios, y esta definición formulada hace más de tres mil años sigue siendo válida para muchos de nosotros. La esencia de lo humano, lo que esencialmente lo distingue de los animales, es ese aliento del que nos habla el Génesis. En todo ser humano sopla el viento de Dios, su espíritu, aunque en algunos este soplo sea apenas perceptible, y en la mayoría de nosotros no pase de ser una brisa que solo en ocasiones pone de relieve nuestra humanidad.

Pero a lo largo de la historia, ese soplo, ese aliento, esa acción de Dios en definitiva, se ha manifestado de forma poderosa en muchos hombres y mujeres de cualquier tiempo, lugar o condición. Sin apenas remontarnos en la historia, podemos recordar a Pedro Arrupe, Vicente Ferrer, Mohandas Gandhi, Teresa de Calcuta, Oscar Arnulfo Romero… y tantos otros que decidieron “negarse a sí mismos” para entregar su vida a los demás. Tampoco es preciso acudir a la biografía de estos personajes para sentir el soplo de Dios en los seres humanos; basta que miremos a nuestro alrededor para que lo veamos en ese pariente, o ese amigo, o aquel compañero de trabajo… Es muy difícil sustraerse a una realidad tan evidente si uno va un poco atento por la vida.

Ahora bien, por encima de todos, hubo un hombre en quien la acción de Dios se manifestó de una forma tan extraordinaria que somos incapaces de entenderla o formularla: Jesús de Nazaret.

Su amigo íntimo, Simón —Pedro, como a él le gustaba llamarle—, lo definió luego como el hombre lleno del Espíritu. Pedro recorrió con él Galilea, Judea y la tierra de gentiles, y conoció a un hombre que hacía propios los problemas ajenos y estaba siempre rodeado de enfermos, lisiados, pobres y pecadores. Que se compadecía de ellos, los sanaba, les enseñaba y les devolvía la esperanza que habían perdido. Que les decía que no eran unos pobres desgraciados —como todos aseguraban—, sino los más importantes a los ojos de Dios; por delante de los sacerdotes, los fariseos, y los doctores.

Ellos le seguían fascinados, no le dejaban descansar y hasta se olvidaban de comer por escucharle. Se sentían necesitados; eran como ovejas sin pastor de las que nadie se ocupaba. Tenían necesidad de que alguien les escuchase y les dedicase su atención; que no los considerase unos malditos empecatados aborrecidos de Dios.

Y eso era precisamente lo que les ofrecía Jesús.

También invitaba a los ricos, a los sabios y a los importantes, pero estos no le seguían porque no se sentían necesitados. Y no solo rechazaban su invitación, sino que le acosaban porque le temían; porque no podían permitir que nada cambiase.

Pues bien, ese hombre abierto a todos, incapaz de permanecer indiferente ante la desgracia ajena, que nos invitaba a llamar Abbá a Dios, que hacía teología contando parábolas sencillas, que no rehuía (sino que buscaba) la compañía de los pecadores, que se cansaba y necesitaba descansar, que se indignó en el Templo, que se angustió en Getsemaní y murió en el Calvario… ese hombre es el objeto de mi fe.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” 01 de Noviembre de 2023. Todos los Santos

Miércoles, 1 de noviembre de 2023
Comentarios desactivados en “Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” 01 de Noviembre de 2023. Todos los Santos

58-TodoslossantosALeído en Koinonia:

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
1Juan 3,1-3: Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que no se redujera a lo que hemos solido llamar “mundo católico”, sino a un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, refiriéndonos al todo), o sea, «universal».

¿No querríamos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, en esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de esa Iglesia, en su libro «Santoral Romano»? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos» que están delante de Dios… o tal vez serán sólo una insignificante minoría de entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas tanto como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que son santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», o sea, los ateos santos, que, haberlos los ha habido, y los sigue habiendo.

Una fiesta pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: el de la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y el del «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan –sin pensarlo demasiado, desde luego– en «un Dios muy católico». Para algunos, Dios mismo sería en realidad «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto muy natural, pero hace apenas 50 años –los que hace que se celebró el Concilio– que estamos pensando de esta manera. En las vísperas del Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía con la mentalidad común del ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64).

Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos; no quedarían incluidos hoy en esta fiesta, porque los santos serían sólo cristianos, ¡y católicos!

Este cambio de perspectiva es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque cada pueblo-raza-nación era considerado que tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los de su propia religión, sino a todos los pueblos, lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten la misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», no es de una religión, de una raza o tribu… no es «religiosamente tribal». Tampoco exige rituales de ninguna religión, sino la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la «santidad universal», válida para todos los humanos, una santidad «supra-religional», llana y simplemente humana. En y con las Bienaventuranzas como carta de navegación de nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida y el amor según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero, que lo admiraba mucho por cierto; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí, el místico sufí murciano universal; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!» –sus principales libros están disponibles en la red–)… La manera más efectiva de cambiar nuestra vieja mentalidad «tribal», que tanto nos ha afectado tradicionalmente en la concepción de la santidad, es practicarla, conversarla, manifestarla, compartirla fraternamente…

Dentro ya de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos, como la mejor referencia, el capítulo Vº de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, con su “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se reconocía que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, de quienes se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares como que se les consideraba de alguna manera dispensados de preocuparse demasiado de la santidad… Leer más…

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Obra del Espíritu Santo.

Domingo, 18 de diciembre de 2022
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Mt 1, 18-24

«La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo»

Es notable el número de fecundaciones divinas que pueblan los mitos, por lo que añadir el nombre de María a esa lista (reduciendo la acción del Espíritu a lo biológico) es perder el sentido profundo del relato. Todos “venimos” del Espíritu Santo; todo es obra suya, pero sin duda Jesús es su obra más acabada y no hay forma de entender su vida y su legado de otro modo.

En un principio, ese Espíritu de Dios se cernió sobre la Tierra poniendo orden en el caos primitivo, se coló por las narices del muñeco de barro para que en el mundo pudiese haber amor, tolerancia, libertad, felicidad… suscitó profetas que guiasen a los hombres y mujeres por el camino de la vida y sopló como un huracán en Jesús de Nazaret. Sin duda ha sido también el espíritu de Dios el que ha mantenido su memoria hasta nuestros días a pesar de las innumerables barbaridades que hemos cometido sus seguidores, y albergamos la esperanza de que seguirá actuando hasta que la humanidad alcance su plenitud.

El capítulo segundo del Génesis concibe al ser humano como una combinación de arcilla y aliento de Dios; de barro y espíritu de Dios: «Modeló Yahvé Dios al hombre de la arcilla y le sopló en el rostro aliento de vida». Y esta definición formulada en el Génesis hace más de tres mil años sigue siendo hoy válida para muchos de nosotros. El cronista no tiene ni idea de genética ni de evolución biológica, y aunque la hubiese tenido, le habrían parecido totalmente irrelevantes frente el mensaje central que nos quiere enviar: “El mundo es obra de Dios, y en el ser humano alienta su Espíritu”.

En todo ser humano sopla el viento de Dios, su espíritu, aunque en algunos este soplo sea apenas perceptible y en la mayoría de nosotros no pase de ser una brisa que solo en ocasiones pone de relieve nuestra humanidad.

Pero a lo largo de la historia, ese soplo, ese aliento, esa acción de Dios, en definitiva, se ha manifestado de forma poderosa en muchos hombres y mujeres de cualquier tiempo, lugar o condición. Sin apenas remontarnos en la historia, podemos recordar a Pedro Arrupe, Vicente Ferrer, Mohandas Gandhi, Teresa de Calcuta, Martin Luther King, Oscar Arnulfo Romero… y tantos otros que decidieron “negarse a sí mismos” para entregar su vida a los demás.

Pero tampoco es preciso acudir a la biografía de estos personajes para sentir el soplo de Dios en los seres humanos; basta que miremos a nuestro alrededor para que lo veamos en ese pariente, o ese amigo, o aquel compañero de trabajo… Es muy difícil sustraerse a una realidad tan evidente si uno va un poco atento por la vida.

Ahora bien, por encima de todos, hubo un hombre en quien el soplo de Dios se manifestó de una forma tan extraordinaria que somos incapaces de entenderla o formularla. Según su amigo Pedro, pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con él… y es que, como dijo el Ángel: «No dudes José, porque la criatura que hay en su seno es obra del Espíritu Santo».

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” 01 de Noviembre de 2022. Todos los Santos

Martes, 1 de noviembre de 2022
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58-TodoslossantosALeído en Koinonia:

Os animamos también a leer la Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
1Juan 3,1-3:Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos» en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»… o tal vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).

Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y sobre el «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta, según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos», sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión. Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)… La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad. Leer más…

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Leonardo Boff: “Levanto mi voz en defensa del Papa Francisco desde la periferia del mundo, del Gran Sur”, por Leonardo Boff

Sábado, 2 de abril de 2022
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Ataques despiadados contra el Papa Francisco, “justo entre las naciones”

“Los conservadores europeos, con excepción de notables organizaciones católicas de cooperación solidaria, alimentan un soberano desdén por el Sur, especialmente por América Latina”

Si Jesús se apareciese al Papa en su paseo por los jardines del Vaticano, seguramente le diría: “Pedro, sobre estas piedras palaciegas jamás construiría mi Iglesia”. Esta contradicción es vivida por el Papa Francisco, pues renunció al estilo palaciego e imperial

Desde el principio de su pontificado hace nueve años, el Papa Francisco viene recibiendo furiosos ataques de cristianos tradicionalistas y supremacistas blancos casi todos del Norte del mundo, de Estados Unidos y de Europa. Hasta hicieron un complot, involucrando millones de dólares, para deponerlo, como si la Iglesia fuese una empresa y el Papa su CEO. Todo en vano. Él sigue su camino en el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas de los perseguidos.

Las razones de esta persecución son varias: razones geopolíticas, disputa de poder, otra visión de Iglesia y el cuidado de la Casa Común.

Levanto mi voz en defensa del Papa Francisco desde la periferia del mundo, del Gran Sur. Comparemos los números: en Europa vive solo el 21,5% de los católicos, el 82% vive fuera de ella, el 48% en América. Somos, por lo tanto, amplia mayoría. Hasta mediados del siglo pasado la Iglesia Católica era del primer mundo. Ahora es una Iglesia del tercero y cuarto mundo, que, un día, tuvo origen en el primer mundo. Aquí surge una cuestión geopolítica. Los conservadores europeos, con excepción de notables organizaciones católicas de cooperación solidaria, alimentan un soberano desdén por el Sur, especialmente por América Latina.

La Iglesia-gran-institución fue aliada de la colonización, cómplice del genocidio indígena y participante en la esclavitud. Aquí fue implantada una Iglesia colonial, espejo de la Iglesia europea. Pero a lo largo de más de 500 años, no obstante la persistencia de la Iglesia espejo, ha habido una eclesiogénesis, la génesis de otro modo de ser iglesia, una iglesia, ya no espejo sino fuentese encarnó en la cultura local indígena-negra-mestiza y de inmigrantes de pueblos venidos de 60 países diferentes. De esta amalgama, se gestó su estilo de adorar a Dios y de celebrar, de organizar su pastoral social al lado de los oprimidos que luchan por su liberación. Proyectó una teología adecuada a su práctica liberadora y popular. Tiene sus profetas, confesores, teólogos y teólogas, santos y santas, y muchos mártires, entre ellos el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero.

Este tipo de Iglesia está compuesta fundamentalmente de comunidades eclesiales de base, donde se vive la dimensión de comunión de iguales, todos hermanos y hermanas, con sus coordinadores laicos, hombres y mujeres, con sacerdotes insertados en medio del pueblo y obispos, nunca de espaldas al pueblo como autoridades eclesiásticas, sino como pastores a su lado, con “olor a ovejas”, con la misión de ser los “defensores et advocati pauperum” como se decía en la Iglesia primitiva. Papas y autoridades doctrinarias del Vaticano intentaron cercenar y hasta condenar tal modo de ser-Iglesia, no pocas veces con el argumento de que no son Iglesia por el hecho de no ver en ellas el carácter jerárquico y el estilo romano. Esa amenaza perduró durante muchos años hasta que, por fin, irrumpió la figura del Papa Francisco. Él vino del caldo de esta nueva cultura eclesial, bien expresada por la opción preferencial, no excluyente, por los pobres y por las distintas vertientes de la teología de la liberación que la acompaña. Él dio legitimidad a este modo de vivir la fe cristiana, especialmente en situaciones de gran opresión.

Pero lo que más está escandalizando a los cristianos tradicionalistas es su estilo de ejercer el ministerio de unidad de la Iglesia. Ya no se presenta como el pontífice clásico, vestido con los símbolos paganos, tomados de los emperadores romanos, especialmente la famosa “mozzeta”, aquella capita banca llena de símbolos del poder absoluto del emperador y del papa. Francisco se libró rápidamente de ella y vistió una “mozzeta” blanca sencilla, como la del gran profeta de Brasil, dom Helder Câmara, y su cruz de hierro sin ninguna joya. Se negó a vivir en un palacio pontificio, lo cual habría hecho a san Francisco levantarse de la tumba para llevarlo adonde él escogió: en una simple casa de huéspedes, Santa Marta. Allí entra en la fila para servirse y come junto con todos. Con humor podemos decir que así es más difícil envenenarlo. No calza Prada, sino sus zapatones viejos y gastados. En el anuario pontificio en el que se usa una página entera con los títulos honoríficos de los Papas, él simplemente renunció a todos y escribió solamente Franciscus, pontifex. En uno de sus primeros pronunciamientos dijo claramente que no iba a presidir la Iglesia con el derecho canónico sino con el amor y la ternura. Un sinnúmero de veces ha repetido que quería una Iglesia pobre y de pobres.

Todo el gran problema de la Iglesia-gran-institución reside, desde los emperadores Constantino y Teodosio, en la asunción del poder político, transformado en poder sagrado (sacra potestas). Ese proceso llegó a su culminación con el Papa Gregorio VII (1075) con su bula Dictatus Papae, que bien traducida es la “Dictadura del Papa”. Como dice el gran eclesiólogo Jean-Yves Congar, con este Papa se consolidó el cambio más decisivo de la Iglesia que tantos problemas creó y del cual ya nunca se ha liberado: el ejercicio centralizado, autoritario y hasta despótico del poder. En las 27 proposiciones de la bula, el Papa es considerado el señor absoluto de la Iglesia, el señor único y supremo del mundo, volviéndose la autoridad suprema en el campo espiritual y temporal. Esto nunca ha sido desdicho.

Basta leer el Canon 331 en el cual se dice que “el Pastor de la Iglesia universal tiene el poder ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal”. Cosa inaudita: si tachamos el término Pastor de la Iglesia universal y ponemos Dios, funciona perfectamente. ¿Quién de los humanos sino Dios, puede atribuirse tal concentración de poder?No deja de ser significativo que en la historia de los Papas haya habido un crescendo en el faraonismo del poder: de sucesor de Pedro, los Papas pasaron a considerarse representantes de Cristo. Y como si no bastase, representantes de Dios, siendo incluso llamados deus minor in terra. Aquí se realiza la hybris griega y aquello que Thomas Hobbes constata en su Leviatán: «Señalo, como tendencia general de todos los hombres, un perpetuo e inquieto deseo de poder y más poder, que sólo cesa con la muerte. La razón de esto radica en el hecho de que no se puede garantizar el poder si no es buscando todavía más poder». Esta ha sido, pues, la trayectoria de la Iglesia Católica en relación con el poder, que persiste hasta el día de hoy, fuente de polémicas con las demás Iglesias cristianas y de extrema dificultad para asumir los valores humanísticos de la modernidad. Dista años luz de la visión de Jesús que quería un poder-servicio (hierodulia) y no un poder-jerárquico (hierarquia).

De todo eso se aleja el Papa Francisco, lo que causa indignación a los conservadores y reaccionarios, claramente expresado en el libro de 45 autores de octubre de 2021: De la paz de Benedicto a la guerra de Francisco (From Benedict’s Peace to Francis’s War) organizado por Peter A. Kwasniewski. Nosotros le daríamos la vuelta así: De la paz de los pedófilos de Benedicto (encubiertos por él) a la guerra a los pedófilos de Francisco (condenados por él). Es sabido que un tribunal de Múnich encontró indicios para incriminar al Papa Benedicto XVI por su lenidad con curas pedófilos.

Existe un problema de geopolítica eclesiástica: los tradicionalistas rechazan a un Papa que viene “del fin del mundo”, que trae al centro de poder del Vaticano otro estilo, más próximo a la gruta de Belén que a los palacios de los emperadores. Si Jesús se apareciese al Papa en su paseo por los jardines del Vaticano, seguramente le diría: “Pedro, sobre estas piedras palaciegas jamás construiría mi Iglesia”. Esta contradicción es vivida por el Papa Francisco, pues renunció al estilo palaciego e imperial.

Hay, en efecto, un choque de geopolítica religiosa, entre el Centro, que perdió la hegemonía en número y en irradiación pero que conserva los hábitos de ejercicio autoritario del poder, y la Periferia, numéricamente mayoritaria de católicos, con iglesias nuevas, con nuevos estilos de vivencia de la fe y en permanente diálogo con el mundo

Hay, en efecto, un choque de geopolítica religiosa, entre el Centro, que perdió la hegemonía en número y en irradiación pero que conserva los hábitos de ejercicio autoritario del poder, y la Periferia, numéricamente mayoritaria de católicos, con iglesias nuevas, con nuevos estilos de vivencia de la fe y en permanente diálogo con el mundo, especialmente con los condenados de la Tierra, que tiene siempre una palabra que decir sobre las llagas que sangran en el cuerpo del Crucificado, presente en los empobrecidos y oprimidos.

Tal vez lo que más molesta a los cristianos anclados en el pasado es la visión de Iglesia vivida por el Papa. No una Iglesia-castillo, cerrada en sí misma, en sus valores y doctrinas, sino una Iglesia “hospital de campaña” siempre “en salida rumbo a las periferias existenciales”. Ella acoge a todos sin preguntar su credo o su situación moral. Basta que sean seres humanos en busca de sentido de la vida y sufridores de las adversidades de este mundo globalizado, injusto, cruel y sin piedad. Condena de forma directa el sistema que da centralidad al dinero a costa de vidas humanas y a costa de la naturaleza. Ha realizado varios encuentros mundiales con movimientos populares. En el último, el cuarto, dijo explícitamente: «Este sistema (capitalista), con su lógica implacable, escapa al dominio humano; es preciso trabajar por más justicia y cancelar este sistema de muerte». En la Fratelli tutti lo condena de forma contundente.

Se orienta por aquello que es una de las grandes aportaciones de la teología latinoamericana: la centralidad del Jesús histórico, pobre, lleno de ternura con los que sufren, siempre al lado de los pobres y marginalizados. El Papa respeta los dogmas y las doctrinas, pero no es por ellas por donde llega al corazón de la gente. Para él, Jesús vino a enseñar a vivir: la confianza total en Dios-Abbá, a vivir el amor incondicional, la solidaridad, la compasión con los caídos en los caminos, el cuidado con lo Creado, bienes que constituyen el contenido del mensaje central de Jesús: el Reino de Dios. Predica incansablemente la misericordia ilimitada por la cual Dios salva a sus hijos e hijas, pues Él no puede perder a ninguno de ellos, frutos de su amor, “pues es el apasionado amante de la vida” (Sab 11,26). Por eso afirma que «por más que alguien esté herido por el mal, nunca está condenado sobre esta tierra a quedar para siempre separado de Dios». En otras palabras: la condenación es solo para este tiempo.

Convoca a todos los pastores a ejercer la pastoral de la ternura y del amor incondicional, formulada resumidamente por un líder popular de una comunidad de base: “el alma no tiene frontera, ninguna vida es extranjera”. Como pocos en el mundo, se ha comprometido con los emigrantes venidos de África y de Oriente Medio y ahora de Ucrania. Lamenta que los modernos hayamos perdido la capacidad de llorar, de sentir el dolor del otro y, como buen samaritano, de socorrerlo en su abandono.

Su obra más importante muestra la preocupación por el futuro de la vida de la Madre Tierra. La Laudato Sì expresa su verdadero sentido en el subtítulo: “sobre el cuidado de la Casa Común”. Elabora no una ecología verde, sino una ecología integral que abarca el ambiente, la sociedad, la política, la cultura, lo cotidiano y el mundo del espíritu. Asume las contribuciones más seguras de las ciencias de la Tierra y de la vida, especialmente de la física cuántica y de la nueva cosmología el hecho de que «todo está relacionado con todo y nos une con afecto al hermano Sol, a la hermana Luna, al hermano río y a la Madre Tierra» como dice poéticamente en la Laudato Sì. La categoría cuidado y corresponsabilidad colectiva adquieren completa centralidad hasta el punto de decir en la Fratelli tutti que «estamos en el mismo barco: o todos nos salvamos o nadie se salva».

Nosotros latinoamericanos le estamos profundamente agradecidos por haber convocado el Sínodo Querida Amazonia para defender ese inmenso bioma de interés para toda la Tierra y cómo la Iglesia se encarna en aquella vasta región que cubre nueve países.

Grandes nombres de la ecología mundial afirmaron: con esta contribución el Papa Francisco se pone a la cabeza de la discusión ecológica contemporánea.

Casi desesperado, pero aun así lleno de esperanza, propone un camino de salvación: la fraternidad universal y el amor social como los ejes estructuradores de una biosociedad en función de la cual están la política, la economía y todos los esfuerzos humanos. No tenemos mucho tiempo ni sabiduría suficientemente acumulada, pero este es el sueño y la alternativa real para evitar un camino sin retorno.

El Papa caminando solo por la plaza de San Pedro bajo una lluvia fina, en tiempos de la pandemia, quedará como una imagen indeleble y un símbolo de su misión de Pastor que se preocupa y reza por el destino de la humanidad

El Papa caminando solo por la plaza de San Pedro bajo una lluvia fina, en tiempos de la pandemia, quedará como una imagen indeleble y un símbolo de su misión de Pastor que se preocupa y reza por el destino de la humanidad.

Tal vez una de las frases finales de la Laudato Sì revela todo su optimismo y esperanza contra toda esperanza: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza».

Tienen que ser enemigos de su propia humanidad quienes condenan inmisericordemente las actitudes tan humanitarias del Papa Francisco, en nombre de un cristianismo estéril, convertido en un fósil del pasado, en un recipiente de aguas muertas. Los ataques feroces que le hacen pueden ser todo menos cristianos y evangélicos. El Papa Francisco lo soporta imbuido de la humildad de San Francisco de Asís y de los valores del Jesús histórico. Por eso él bien merece el título de “justo entre las naciones”.

Fuente Religión Digital

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”. Domingo 01 de noviembre de 2021. Todos los Santos

Lunes, 1 de noviembre de 2021
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58-TodoslossantosALeído en Koinonía:

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. 1Juan 3,1-3Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos» en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»… o tal vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).

Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y sobre el «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta, según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos», sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión. Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)… La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad. Leer más…

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Iberia no dejó viajar a la activista trans Bianka Rodríguez a un encuentro LGBTIQ+

Jueves, 9 de septiembre de 2021
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bianka-1200x600Hoy, afortunadamente se encuentra participando en el I Encuentro Internacional de Organizaciones que trabajan por la defensa del Colectivo LGTBI+ que se celebra en San Sebastián, organizado por la ONGD Mugen Gainetik y la asociación Gehitu y financiado por la Dirección General de Cooperación Internacional de la Diputación Foral de Gipuzkoa.

La salvadoreña Bianka Rodríguez no pudo abordar un vuelo para asistir al World Pride and Euro Games, en Dinamarca, pese a contar con los requisitos de viaje y una invitación oficial. En el aeropuerto de su país, se enfrentó a un personal de aerolínea transodiante.

Bianka Rodríguez llegó a las 4 de la tarde al aeropuerto salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, el pasado 14 de agosto. Tuvo el tiempo suficiente para registrar su documentación y así abordar un vuelo con el que haría escala en Madrid, para luego dirigirse a Dinamarca, al World Pride and Euro Games, un encuentro que juntó a más de 200 defensorxs de derechos humanos LGBTIQ+ entre la segunda y tercera semana de agosto.

Sin embargo, Rodríguez, una reconocida activista trans de El Salvador, no pudo abordar el avión, a pesar de cumplir los requisitos de vuelo establecidos por la aerolínea: la doble dosis de vacuna contra la COVID-19 y su test PCR negativo. Además, ella contaba con una carta extendida por organizadores del encuentro, debido a las restricciones migratorias que actualmente tiene ese país.

La activista no solo perdió su asistencia al World Pride and Euro Games, sino también su participación en un foro sobre desplazamiento forzado de personas LGBTIQ+, una temática central que trabaja en El Salvador y por cuya labor, en 2019, fue reconocida con el Premio Nansen Regional para las Américas, otorgado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. 

En entrevista con Agencia Presentes, Rodríguez relató que, en cuestión de 50 minutos, se registró y registró su equipaje en Iberia, y una colaboradora que le atendió en el mostrador de la aerolínea, inicialmente, aprobó su viaje. Pero, pasados 10 minutos, le dijo que tenía que consultar “una situación” con el gerente.

Y, entonces, la decisión cambió:  Rodríguez no podía viajar porque tenía 10 días de haber recibido su segunda dosis de la vacuna y, al hacer escala en Madrid, el requisito, según la colaboradora, era que hubiesen pasado 14 días. La activista explicó que estaría de tránsito en Madrid, en ningún momento saldría del aeropuerto y mostró, nuevamente, la carta de invitación oficial a Dinamarca.

Al World Pride and Euro Games también fue invitado el activista Érick Iván Ortiz, quien en ese momento estaba con Bianka. Y aunque él ya se había hecho el registro en la aerolínea y tenía todo en orden para viajar, la colaboradora de Iberia alegó que Ortiz tampoco no cumplía con los requisitos de viaje. Tenía menos de 10 días de haberse aplicado la segunda dosis de la vacuna contra la COVID-19.

Les activistas llamaron a la aerolínea, donde les informaron que no existían problema con su aterrizaje en Madrid, porque elles iban de tránsito. Explicaron esto a la colaboradora, pero ella se negó a seguirles atendiendo, bajo la excusa de que iniciaría con el abordaje de pasajeres en la puerta de embargue. Lo que podía hacer, señaló, era documentar que Rodríguez y Ortiz se presentaron al aeropuerto, pero no pudieron viajar por incumplir normas de viaje.

También elles exigieron hablar con el gerente. Este les preguntó el motivo de viaje y resolvió que podían viajar, pero sin equipaje. Elles se opusieron, porque el viaje implicaría estar aproximadamente 20 días afuera de El Salvador. El colaborador de Iberia pidió, entonces, que mandaran sus documentos a un correo, para comprobar que lo decían era verdad. Esperaron 40 minutos y no tuvieron respuesta.

Sociedad transodiante 

Durante esta conversación, el gerente nunca respetó la identidad y expresión de género de Rodríguez. Les hizo esperar otros cinco minutos y luego les dijo que no habían recibido respuesta sobre el aval para que elles viajaran. Luego les avisó de que tenía que subir a la puerta de embarque y, por último, les dijo que estaba evitando que les deportaran desde Madrid, porque no cumplían con las medidas de bioseguridad. El centro de operaciones no les dio una respuesta rápida, pero Rodríguez ya estaba cansada del maltrato y prefirió irse.

Al estar afuera del aeropuerto, recibió una llamada telefónica de Ortiz, quien le dijo que lo habían dejado abordar y que todo se había tratado de “una equivocación”, pero que tenía un minuto para llegar a tomar el vuelo. Algo imposible, porque le implicaría pasar nuevamente por los controles sanitarios.

 “Para mí, cuando el gerente me trató de él y cuando nunca me dieron una respuesta fue un momento estresante, transfóbico. No hay ninguna otra explicación que hasta que yo me retiro, voluntariamente, le dan el pase a la otra persona para que suba al avión”, denuncia Rodríguez.  

 

El pasado 17 de agosto, Ortiz denunció desde su cuenta de Twitter el hecho. Relató que, a los pocos minutos de que Rodríguez se retiró del aeropuerto, Iberia le notificó que él sí podía abordar el avión, porque vieron que portaba la carta de invitación a Dinamarca. “Y cuando llegué a Madrid vi banderitas arcoíris con el logo de @Iberia. Sin vergüenzas”, escribió el activista.

Al día siguiente de haber perdido su vuelo, Rodríguez se contactó con la aerolínea y esta la condicionó a pagar 700 dólares para viajar ese mismo día o al día siguiente. Ella se negó.

Para Roberto Zapata, de la organización Amate El Salvador, empresas multinacionales, como Iberia, quieren venderse abiertas con el tema de la diversidad sexual, pero en la sociedad todavía existe transfobia, además de discriminación para grupos vulnerables. En ese sentido, Zapata considera muy importante que Rodríguez y Ortiz realizaron en sus redes sociales.  

“En este caso, simplemente nos pudimos dar cuenta porque les ha pasado a dos defensores de derechos humanos visibles, pero de lo contrario probablemente hubiera quedado en el anonimato, como queda la gran mayoría de estos casos, que solo los conocemos a nivel de grupo de amistades o un poco la comunidad LGBTI, pero no la población en general”, sostiene.

Agencia Presentes intentó comunicarse con voceres de la Iberia para conocer su postura sobre este hecho denunciado por les activistas y reprochado por la población LGBTIQ+ salvadoreña. Al cierre de esta nota, no hubo ninguna respuesta.

Fuente Agencia Presentes

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“El pueblo crucificado en Ignacio Ellacuría y Michael Novak”, por Adán Vaquerano

Miércoles, 28 de abril de 2021
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f5e969af3a004b68917a3a37cc2f05cd“Ignacio Ellacuría fue y sigue siendo un importante exponente de la Teología de la Liberación, que puso su capacidad intelectual y escribió desde la realidad latinoamericana, especialmente la salvadoreña, como un compromiso y servicio a la liberación de los pobres y oprimidos de este mundo, o sea del pueblo crucificado”

“Michael Novak por su parte representa a un hombre de cuya vida y obra intelectual se desprende un tipo de pensamiento impregnado de conceptos de corte neoliberal”

“Aunque no lo creamos y nos escandalice, cristianamente los sujetos de la historia son aquellos individuos que padecen activamente las consecuencias de la historia, en otras palabras, el pueblo crucificado, los eschatoi, los últimos”

“Es en la realidad histórica del pueblo crucificado; de los pobres y oprimidos de ayer, de hoy y de siempre, que se ha jugado, se juega y se seguirá jugando el problema de la salvación para todos”

“San Romero e Ignacio Ellacuría establecían una relación directa entre Jesús de Nazaret y el pueblo crucificado”

La línea sobre la cual se guía esta reflexión es la de presentar un esbozo que ayude a explicar y visualizar cómo la palabra de Dios, ilumina la historia de los oprimidos, marginados, colonizados, explotados, etcétera, de este mundo. Focalizando la atención en responder la pregunta siguiente: ¿quiénes son el siervo de Yahvé y el pueblo crucificado en Ignacio Ellacuría y Michael Novak?; cuestionamiento que como cristianos nos debe hacer preguntarnos sobre cuál de los dos planteamientos teológicos responde más fielmente a la pregunta. Porque dar respuesta al cuestionamiento antes señalado, desde un punto vista cristiano es fundamental, dado que nos pone en línea con los sujetos de la historia descritos en las sagradas Escrituras.

El artículo se ha trabajado en cinco secciones, a saber: El tema y su importancia; Acerca de Ignacio Ellacuría y Michael Novak; Sobre los sujetos de la historia; El pueblo crucificado como el siervo de Yahvé hoy y; Reflexión teológica-crítica sobre el pueblo crucificado.

El tema y su importancia

Para dar respuesta al cuestionamiento de quién o quiénes son realmente el siervo de Yahvé y el pueblo crucificado, en este ensayo se ha recurrido a dos trabajos que han tomado como punto de reflexión teológico el siervo de Yahvé: El pueblo crucificado. Ensayo de soteriología histórico” de Ignacio Ellacuría y “Hacia una Teología de la Corporación” de Michael Novak.

En la búsqueda de una respuesta cristianamente aceptable al cuestionamiento antes planteado, es importante tener presente que el planteamiento teológico que mejor responda a esa interrogante será aquel que esté más apegado a la palabra escrita de Dios contenida en la Biblia y a la realidad de los pobres. Por lo tanto, el que mejor ilumina la historia de los oprimidos y marginados de este mundo.

Además, el cuestionamiento anterior resulta ser clave puesto que la respuesta al mismo, nos conectará con aquella visión teológica que esté más en concordancia con el Evangelio y la realidad del pueblo crucificado. En consecuencia será ese el planteamiento y percepción teológica que es más afín con la verdad; o sea, con la palabra escrita de Dios y la realidad de los crucificados.

En definitiva, es la visión teológica que está en línea con la promesa de Dios, que indiscutiblemente ha sido el motor de la historia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Promesa que siempre es seguida de un cumplimiento, y que cuando se cumple da origen a otra promesa que también deberá ser cumplida y así, hasta el fin de los tiempos. Sin olvidar que ese encadenamiento de acontecimientos: promesa–cumplimiento, es el que apunta a Dios; al Dios verdadero.

Acerca de Ignacio Ellacuría y Michael Novak

avatars-000142155627-kof9aw-t240x240Ignacio Ellacuría fue y sigue siendo un importante exponente de la Teología de la Liberación, que puso su capacidad intelectual y escribió desde la realidad latinoamericana, especialmente la salvadoreña, como un compromiso y servicio a la liberación de los pobres y oprimidos de este mundo, o sea del pueblo crucificado. Su espíritu inquieto lo llevó constantemente a la búsqueda de un saber y praxis teológica objetiva y rigurosa que lo acercaba cada vez más a la realidad. Realidad que para el caso latinoamericano, y por ende, salvadoreño y mundial está saturado de estructuras de pecado que se materializan en sendas estructuras de poder que oprimen y crucifican a los pobres de El Salvador, América Latina y el mundo.

Se trata de un hombre cuya vocación a la verdad se desprende rápidamente en toda su obra teológica. Obra en la cual fácilmente se puede encontrar un hilo conductor que da continuidad a la misión profética iniciada pos san Oscar Arnulfo Romero de anunciar y promover la realización del reino de Dios en la historia.

Ignacio Ellacuría, hombre con una gran fe cristiana. Fe que enriqueció y potenció toda su labor intelectual. Fe que también fue grandemente influenciada por la labor profética desarrollada por san Oscar Arnulfo Romero, quien como la voz del sufrido pueblo salvadoreño marcó su hacer y praxis teológica comprometida con la libertad, la justicia y la paz. Razón por la cual su vida e intelecto son una fiel expresión de un comprometido servicio para la liberación, como manifestación histórica de la Buena Noticia anunciada por el Evangelio, en el que la causa de los pobres y oprimidos, o sea del pueblo crucificado fue su prioridad.

En definitiva, en el hacer teológico de Ignacio Ellacuría se descubre un hombre comprometido con hacerse cargo de la realidad desde la dimensión cognoscitiva, de cargar con la realidad desde un ámbito ético y de encargarse de la realidad desde su carácter práxico.

índiceMichael Novak por su parte representa a un hombre de cuya vida y obra intelectual se desprende un tipo de pensamiento impregnado de conceptos de corte neoliberal. Sin embargo, se debe recalcar que en un inicio, su labor como pensador se centró en solicitar que la Iglesia después del concilio Vaticano II se abriese a los problemas del desarrollo económico de la humanidad, promoviendo soluciones prácticas y concretas. Pero después de un tiempo dio un giro radical de 360 grados hacia un pensamiento sólidamente fundamentado en la teoría neoliberal; en el sistema capitalista neoliberal.

Según su visión, el juego de las dimensiones sociales de la economía libre, la libertad y la creatividad, están firmemente arraigados en la tradición ética católica. Puesto que el capitalismo forma moralmente mejores personas que el socialismo o cualquier otro sistema social. Dado que el sistema capitalista enseña a las personas a mostrar iniciativa e imaginación, a trabajar cooperativamente en equipos, amar y cuidar la ley. Es más, es el único Sistema que obliga a las personas no solo a confiar en sí mismas y en sus propias cualidades morales, sino también a reconocer esas cualidades morales en los demás y a cooperar con los demás libremente.

Michael Novak, es un fiel defensor de la idea que el sistema capitalista o el capitalismo democrático es la mejor opción para superar la pobreza en el mundo, pues en su ADN se encuentran las claves para aliviarla, así como para fomentar el crecimiento moral y cultural.

Definitivamente se trata de la primera persona que ha desarrollado un intento serio por construir una teología del capitalismo. Construcción teológica que busca señalar teológicamente las verdaderas bondades morales-culturales presentes en el sistema capitalista o capitalismo democrático, así como en sus principales instrumentos de expansión: las corporaciones o empresas.

 Sobre los sujetos de la historia

Una realidad que aquí se debe tener presente es que para afirmar que realmente se camina con el Espíritu, hay que liberarse de las tiranías autoritarias y legalistas, así como de la esclavitud de los superegos, situación que para muchos resulta un tanto escandalosa. Porque para hacer realidad el camino hacia la verdad y la justicia, es fundamental aquella iluminación del camino que viene dada en gran medida a través de los consejos y guías que nos ha proporcionado Dios a través de otras personas.

En tal sentido, en la búsqueda de una respuesta apropiada al cuestionamiento que nos atañe, una primera ruta debe ser el estudio o análisis de la realidad pasada, presente y futura de la humanidad en su totalidad. Al respecto, se debe apuntar que basta con echarle un vistazo rápido pero profundo a la historia, para caer en la cuenta que el sujeto de la historia no es Dios, dado que si así fuera, los seres humanos nos volveríamos unas marionetas en sus manos; o sea, unos seres sin libertad. Pero tampoco los sujetos de la historia son aquellas grandes figuras o personalidades que se presentan con tremendas autobiografías, es decir, los grandes líderes y hasta quizá aquellos que se nos presentan como los grandes héroes de la historia.

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En consecuencia, si no es Dios y tampoco son los grandes líderes de este mundo los sujetos de la historia, entonces ¿quiénes lo son?

Aunque no lo creamos y nos escandalice, cristianamente los sujetos de la historia son aquellos individuos que padecen activamente las consecuencias de la historia, en otras palabras, el pueblo crucificado, los eschatoi1, los últimos. Se trata por lo tanto de los pobres, los marginados, las víctimas, o sea, el conjunto de hombres y mujeres que en el Antiguo Testamento son llamados los anawim.

Porque al volverse las víctimas por excelencia del sistema de injusticias que impera en el contexto que envuelve a la historia, al dar el todo por el todo hasta las últimas consecuencias, se vuelven los mártires de la historia, y por lo tanto, los sujetos de la misma.

Solamente entendiéndolos así, podemos dimensionar lo que significa que cuando evitamos ver la realidad por la que pasa el pueblo crucificado, estamos evitando ver a los pobres, los marginados, las víctimas. En definitiva, a todo este conjunto de hombres y mujeres que representan vivamente a los anawim. O sea los responsables de decir la última palabra, de ser la voz de los sin voz y que hoy en día representan a las masificadas cruces de la historia, con lo cual nuestra sabiduría se convierte en un absurdo.

 En tal sentido, solamente caeremos en la cuenta de que la vida es bella y rica cuando nos hace querer creer en Dios, y por tanto, nos dejamos guiar por el buen Espíritu de Dios en este caminar hacia los últimos días. Es aquí donde el lúcido planteamiento teológico de Ignacio Ellacuría nos recuerda que la resurrección de Jesús de Nazaret en el Cristo no se debe ver como algo ahistórico, sino que debe verse en el contexto de las palabras del apóstol Pablo, que anuncian persecución para quienes continuarán la obra y misión de Jesús de Nazaret [cfr. ET II 143-144].

Porque en definitiva la pasión de Cristo todavía está en proceso a través de aquellos que continúan su obra, que para el caso ha sido, es y será el pueblo crucificado. Con lo cual debe quedar claro que el hecho que día a día nazcan y desaparezcan empresas o corporaciones, no tiene nada que ver con la continuación de la obra y misión de Jesús de Nazaret, tal como lo plantea la Teología del Capitalismo de Novak2. Aun cuando algunas de esas empresas o corporaciones promuevan una gran labor social.

El pueblo crucificado como el siervo de Yahvé hoy

bajarcruzpobresEl pueblo crucificado es el pueblo que ha sido, es y seguirá siendo crucificado por causa de lo que ocurre día tras día en el mundo. Se trata de un pueblo que se caracteriza por tener impregnado en su ADN la existencia y experiencia del pecado. Un pecado que se apodera del corazón del hombre, es decir, de todo su ser. Se trata de un pecado histórico que reina sobre el mundo de manera colectiva y que es el mismo tipo de pecado que le dio muerte a Jesús de Nazaret. Se trata, por lo tanto, del pecado teologal y colectivo que mató a Jesús de Nazaret por nuestros pecados y que sigue haciendo reinar la muerte sobre el mundo [cfr. ET II 148].

Esa situación nos recuerda la profecía según la cual Jesús de Nazaret, tras su muerte, celebrará de nuevo la pascua y organizará un banquete en el reino de Dios. Reino que llegará necesariamente, dado que con la muerte de Jesús de Nazaret no se impidió la salvación futura de todos nosotros. Con lo cual queda claro que él no fue presa definitiva de la muerte. Percepción teológica ellacuriana que deja bien claro que el pueblo crucificado; es decir, los pobres y oprimidos que aparecen como los condenados de este mundo, son más bien los salvadores y liberadores del mismo [cfr. ET II 143].

 En consecuencia, un planteamiento teológico que no vea a la muerte de Jesús de Nazaret y la crucifixión del pueblo como hechos y resultados de acciones históricas debe ser considerada como una percepción teológica no congruente con el Evangelio. Dado que el mensaje contenido en las sagradas Escrituras es el punto medular y necesario que nos permite entender y caer en la cuenta de que en la realidad el que salva es el pueblo crucificado, pero comprendido desde un punto de vista histórico y no natural [cfr. ET II 147].

Realidad que en el hacer teológico de Ellacuría, está clara al plantear que la muerte de Jesús de Nazaret no se debe de entender como un discurso con el hilo lógico siguiente: pecado–ofensa–víctima–expiación, dado que su muerte no se explica a partir de consideraciones expiatorias y sacrificiales, sino más bien por la vida histórica que llevó. Vida de hechos y de palabras que incomodó a las estructuras responsables de promover el pecado colectivo–teologal. Pues él vio antes el valor salvífico de su persona, más en su vida que en su muerte. Porque es su vida la que le dio sentido a su muerte. Razón por la cual su muerte no debe ser vista como un sacrificio, pues fue con su vida que nos dio la salvación [cfr. ET II 149-153].

En tal sentido, la realidad de hoy en día al igual que en el pasado nos indica que es realmente la vida y muerte del pueblo crucificado la fuente de salvación, porque dicha vida y muerte les ha llevado a las mismas consecuencias que le llevaron la vida y muerte de Jesús de Nazaret. Porque efectivamente se trata de una vida y muerte que continúa aquí en la tierra y no solamente en los cielos. Situación que requiere de un tipo especial de espiritualidad de parte de la comunidad de Jesús de Nazaret, para que le siga dando continuidad histórica, a lo que él realizó y cómo él lo realizó [cfr. ET II 149-152].

Con lo cual, otra vez debemos caer en la cuenta de que resulta imposible el negar que la opresión de la gran mayoría de la humanidad representada por el pueblo crucificado tenga su origen en una necesidad material histórica que obliga a que muchos sufran para que unos pocos gocen; de que muchos sean desposeídos para que unos pocos posean. Porque, en efecto, se trata de una realidad material ante la cual no se puede negar la presencia masiva del pecado y de la muerte en la historia del hombre, pero de igual forma, tampoco se puede negar la presencia del bien y la gracia. Porque solamente ante la presencia del bien y la gracia, se puede entender el triunfo de la vida sobre la muerte. Triunfo preanunciado con la resurrección de Jesús de Nazaret, pero que debe ser ganado, siguiendo sus propios pasos [cfr. ET II 174].

 En definitiva, es en la realidad histórica del pueblo crucificado; de los pobres y oprimidos de ayer, de hoy y de siempre, que se ha jugado, se juega y se seguirá jugando el problema de la salvación para todos. Razón por la cual no debería resultar insostenible y mucho menos increíble el verlos como los sujetos responsables de la evangelización y salvación de la humanidad. Es decir, como un concepto escatológico, pues ellos tuvieron una presencia importante tanto en la predicación de los profetas como en la evangelización de Jesús de Nazaret, así como en los mejores tiempos de la Iglesia [cfr. ET II 171-173].

3ec6b39d07987d8743bf833b1afa0e6dAdemás, las enseñanzas bíblicas nos indican claramente que es en el pueblo crucificado donde se hace presente Dios, porque desde ellos es desde donde mejor se puede saber quién es Dios. Es decir, el Dios que recorre conjuntamente con el hombre el camino de la creación–encarnación y el camino de la muerte–resurrección, o sea, el Dios que con Jesús de Nazaret hace de los pobres y oprimidos su causa y misión, y por ende, la salvación [cfr. ET II 177].

Cabe afirmar también que es en ese sentimiento de incredulidad en donde se encuentra el problema fundamental de identificar al pueblo crucificado y a la pobreza como un concepto escatológico, con un carácter soteriológico. Sin embargo, si real, verdadera y cristianamente se mira a Jesús de Nazaret, entonces en él sí se descubre o encuentra la clave para revelar el carácter escatológico-soteriológico del pueblo crucificado y la pobreza, en el sentido que tanto el Jesús de Nazaret histórico como el pueblo históricamente pobre y oprimido terminan en la cruz, abatidos por la persecución. En consecuencia, tanto Jesús de Nazaret como el pueblo crucificado son los que traen la salvación real a este mundo. Y no las empresas o corporaciones que en un afán de lucha competitiva en el mercado mueren o se declaran en banca rota [cfr. ET II 184-185].

Aquí otra vez resuenan fuertemente aquellas palabras de Ellacuría que plantean que a Dios Padre le salieron muchos hijos pobres y oprimidos. Incluyendo entre ellos a Jesús de Nazaret. Realidad que abre el espacio para que muchos argumenten que la existencia del pueblo crucificado es el reflejo del fracaso de Dios [cfr. ET II 179].

Pero como verdaderos cristianos, les debemos recordar que el reflejo del triunfo de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo, está en el pueblo crucificado, dado que desde ellos es que se puede ver y encontrar a Dios. Porque solamente desde ellos se puede descubrir el Dios trinitario cristiano [cfr. ET II 179].

 De igual forma, se les debe recordar que es la existencia masiva de pobres en el mundo, la que sitúa en su justa proporción el “ya” pero “todavía no”. Creándose así una tensión real que implica un compromiso que hace sentir al pueblo crucificado realmente bienaventurado, al abrirle esperanza y volverlo digno en su lucha por liberarse de la opresión y la miseria [cfr. ET II 179].

En tal sentido, se debe concluir que si Cristo cumplió la redención en pobreza y persecución, dimensiones que en él y en el pueblo crucificado están estrechamente ligadas, entonces, la pobreza y la persecución llevan adelante la salvación, y es en ese sentido, que se debe hablar de un pueblo crucificado. Es decir, de un siervo de Yahvé colectivo e histórico, que carga con la mayor parte de los dolores del mundo, que apenas tiene figura humana, y que sin embargo, está llamado a implantar el derecho y la justicia, y así alcanzar la salvación para los hombres [cfr. ET II 185].

En definitiva, es la cruz histórica del pueblo crucificado la que interpela a sus verdugos y les demanda su conversión personal e histórica, para así liberar de la opresión y pobreza a la gran mayoría de la humanidad. Porque de lo que se trata es de evangelizar a los pobres y oprimidos, o sea al pueblo crucificado, para que desde su pobreza material alcance la conciencia y el espíritu necesario para salir de su indigencia y opresión, y así, terminar con las estructuras opresoras. Dado que solamente de esa forma se estaría dando vida al verdadero pueblo de Dios, donde el compartir prime sobre el acumular y donde siempre haya tiempo para escuchar y gozar la voz de Dios. Verdad que resulta insostenible en el ser y práctica cotidiana de las corporaciones o empresas alrededor del mundo [cfr. ET II 185-186].

Reflexión teológica-crítica sobre el pueblo crucificado

Toda reflexión teológica sobre la realidad humana debe tener como punto de inicio o principio fundamental el proceso salvífico de la humanidad. Proceso que abarca a todo el hombre y a toda la historia humana. En tal sentido, se hace necesario hoy en día el reflexionar teológica y cristianamente sobre este tema, centrándose en el hecho que la existencia de pobres y oprimidos como pueblo crucificado de Dios se convierte en un signo inequívoco con el cual Dios se nos manifiesta en la historia. Con lo cual, el propósito de este tipo de reflexiones teológicas y cristianas centrado en la opción por los pobres y oprimidos, es decir, por el pueblo crucificado adquiere un carácter soteriológico histórico, dado que él es el continuador de la obra salvífica de Dios a través de Jesús de Nazaret [cfr. ET II 190].

 En tal sentido, como cristianos debemos ser conscientes de que dependiendo de la corriente teológica, la interpelación a los verdugos puede encontrar opiniones diferentes. Así por ejemplo, para los defensores de la Teología del Capitalismo, que se guían por el enfoque de la teoría de la competitividad; es decir, aquella que sugiere que si alguien trabaja duro y gana, su recompensa debe aumentar significativamente. Con lo cual el ganar, acumular y reinvertir los recursos obtenidos a través de la actividad empresarial se ve como una lucha natural y normal, donde el más fuerte gana, sin importar las consecuencias o efectos que ello conlleve para las personas en su totalidad; es decir, la sociedad en general 3.

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” 01 de Noviembre de 2020. Todos los Santos

Domingo, 1 de noviembre de 2020
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58-TodoslossantosALeído en Koinonia:

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
1Juan 3,1-3: Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

 

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que no se redujera a lo que hemos solido llamar “mundo católico”, sino a un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, refiriéndonos al todo), o sea, «universal».

¿No querríamos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, en esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de esa Iglesia, en su libro «Santoral Romano»? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos» que están delante de Dios… o tal vez serán sólo una insignificante minoría de entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas tanto como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que son santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», o sea, los ateos santos, que, haberlos los ha habido, y los sigue habiendo.

Una fiesta pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: el de la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y el del «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan –sin pensarlo demasiado, desde luego– en «un Dios muy católico». Para algunos, Dios mismo sería en realidad «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto muy natural, pero hace apenas 50 años –los que hace que se celebró el Concilio– que estamos pensando de esta manera. En las vísperas del Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía con la mentalidad común del ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64).

Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos; no quedarían incluidos hoy en esta fiesta, porque los santos serían sólo cristianos, ¡y católicos!

Este cambio de perspectiva es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque cada pueblo-raza-nación era considerado que tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los de su propia religión, sino a todos los pueblos, lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten la misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», no es de una religión, de una raza o tribu… no es «religiosamente tribal». Tampoco exige rituales de ninguna religión, sino la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la «santidad universal», válida para todos los humanos, una santidad «supra-religional», llana y simplemente humana. En y con las Bienaventuranzas como carta de navegación de nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida y el amor según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero, que lo admiraba mucho por cierto; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí, el místico sufí murciano universal; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!» –sus principales libros están disponibles en la red–)… La manera más efectiva de cambiar nuestra vieja mentalidad «tribal», que tanto nos ha afectado tradicionalmente en la concepción de la santidad, es practicarla, conversarla, manifestarla, compartirla fraternamente…

Dentro ya de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos, como la mejor referencia, el capítulo Vº de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, con su “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se reconocía que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, de quienes se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares como que se les consideraba de alguna manera dispensados de preocuparse demasiado de la santidad… Leer más…

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Tamayo, sobre la condena a Montano: “Escuché con emoción la sentencia. Se hizo justicia, pero no completa”

Jueves, 17 de septiembre de 2020
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Martires-UCA_2164893508_13973497_667x375Ignacio Ellacuría: Pasión por la justicia, compasión con las víctimas y amor por la verdad

Escuché con emoción la sentencia de la Audiencia Nacional que condena a Inocente Orlando Montano a 133 años de prisión como culpable de los asesinatos de Ignacio Ellacuría y de sus compañeros jesuitas españoles

Se hizo justicia pero no completa, ya que quedaron impunes los asesinatos de los salvadoreños el jesuita Joaquín López y López, la trabajadora doméstica Julia Elba Ramos y su hija Celina, de 15 años

Ellacuría es uno de los más cualificados creadores y cultivadores de la teología y de la filosofía de la liberación en América Latina

Su honestidad intelectual le llevó a ser fiel a la realidad, una realidad transida de muerte, pero abierta a la esperanza de vida; una realidad aparentemente plana y opaca, pero cargada de potencialidades ocultas que él quiso sacar a la luz

El acto primero de su teología fue el pueblo crucificado de El Salvador, su lucha histórica por vencer a la muerte provocada por el triángulo oligarquía-ejército-gobierno, su compromiso por la vida

Encarnó la máxima del filósofo griego Epicuro: “Vana es la palabra del filósofo (y yo añado: del teólogo) que no sirva para curar algún sufrimiento de los seres humanos”

La lectura de su obra y el conocimiento más preciso de su actividad política y universitaria nos permiten valorar en sus justos términos el sentido crítico de su pensamiento, la autenticidad de su experiencia religiosa, su vocación pacificadora

El desarrollo y la profundización de de estas ideas se encuentran en mi libro, escrito en colaboración con José Manuel Romero, Ignacio Ellacuría. Teología, filosofía y crítica de la ideología (Anthropos, Barcelona, 2019)

El caso jesuitas y la búsqueda de la verdad, por José María Tojeira

El viernes pasado, 11 de septiembre, escuché con profunda emoción y lágrimas de alegría la sentencia de la Audiencia Nacional que condenaba a Inocente Orlando Montano a 133 años de prisión como culpable de los asesinatos de Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), y de sus compañeros jesuitas españoles Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Amando López y Juan Manuel Moreno la madrugada del 16 de noviembre de 1989. Se hizo justicia pero no completa, ya que quedaron impunes los asesinatos de los salvadoreños el jesuita Joaquín López y López, la trabajadora doméstica Julia Elba Ramos y su hija Celina, de 15 años.

“Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”

 “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”: Este texto poético, de José Martí, tiene aire del Atahualpa Yupanki y recuerda el mensaje utópico de los viejos profetas de Israel y la proclama liberadora de Jesús de Nazaret. Con él comienzo esta evocación de Ignacio Ellacuría, con quien colaboré intensamente en libros, conferencias y congresos. Cuando se creó la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones en la Universidad Carlos III de Madrid, el rector Gregorio Peces-Barba me pidió le pusiera el nombre de un teólogo español fallecido. “Ignacio Ellacuría”, le respondí sin dudar un minuto. El método seguido en los cursos y las publicaciones de la Cátedra es el de la historificación de los conceptos filosóficos, teológicos y políticos, que él creó e inspira mi teología.

Ellacuría es, sin duda, uno de los más cualificados creadores y cultivadores de la teología y de la filosofía de la liberación en América Latina, y constituye todo un ejemplo de coherencia entre pensar y vivir, teología y praxis, biografía y bibliografía, pasión por la justicia y compasión con las víctimas, amor a la verdad y compromiso con la liberación de las personas y los sectores empobrecidos. En él no había compartimentos estancos ni doblez: vivía como pensaba, pensaba como vivía. Su vida fue la mejor ejemplificación de su pensamiento; su pensamiento, la más nítida explicación de su vida.

Siempre me impresionó su serenidad, cualidad de los espíritus libres y equilibrados que, como la naturaleza, no dan saltos en el vacío, sino que saben estar en cada situación de manera ecuánime y sin hace concesiones a las ideológicas.

Ellacuría era una persona de una pieza, un hombre cabal, que armonizaba de manera espontánea y sin fisuras la ética y la política, la fe y la esperanza, la reflexión y la praxis de liberación. La ética resultaba ser en él la bisagra y el punto de conexión entre la doble dimensión de la fe: la mística y la política. La causa de la liberación, y por ende de la libertad, no era algo accidental, de lo que se ocupara en ratos de ocio, sino consustancial. Esa causa guió su pensar y vivir, su punto de partida y de llegada. Quizá no haya otra causa más noble, más gratuita e interesada a la vez, en cuanto estaba vinculada a intereses de emancipación.

Intelectual honesto y fidelidad a lo real

Su honestidad intelectual le llevó a ser fiel a la realidad, una realidad transida de muerte, pero abierta a la esperanza de vida; una realidad aparentemente plana y opaca, pero cargada de potencialidades ocultas que él quiso sacar a la luz.

La fidelidad a lo real le convirtió en un intelectual honesto: le llevó a analizar la realidad en toda su complejidad, con un instrumental científico riguroso, desde unos presupuestos éticos de justicia y solidaridad. Él mismo solía repetir, siguiendo a su maestro Xabier Zubiri, que la inteligencia debe aprehender la realidad y enfrentarse con ella, siguiendo estos tres pasos: a) hacerse cargo de la realidad, que consiste en un estar “real” en la realidad de las cosas a través de las mediaciones materiales y activas; b) cargar con la realidad, esto es, tener en cuenta el carácter ético fundamental de la inteligencia; c) encargarse de la realidad, que significa asumir hasta sus últimas consecuencias la dimensión práxico-emancipatoria de la inteligencia.

Pero lo más importante de esta caracterización de la inteligencia es que Ellacuría fue capaz de encarnarla vitalmente y de convertirla en praxis histórica martirial, acompañando al pueblo de El Salvador y a los “pueblos crucificados” con la luz de la inteligencia y la radicalidad del Evangelio.

Supo articular, en su vida y pensamiento , el análisis de la realidad a través del recurso a las ciencias sociales, políticas y económicas, el quehacer teológico a través de la mediación hermenéutica y la reflexión filosófica bajo guía de Xavier Zubiri, de quien fue primero el discípulo sobre quien hizo su tesis doctoral y después el colaborador más cercano, cuyo pensamiento recreó. Sorprendía gratamente comprobar cómo armonizaba la seriedad metodológica con la sensibilidad hacia las mayorías empobrecidas, la precisión científica con la sintonía crítica hacia los proyectos de las organizaciones populares de El Salvador.

Nada tiene que ver el teólogo Ellacuría con la irónica definición que de los teólogos daba el que fuera arzobispo de Canterbury, Willian Temple: los teólogos son, afirmaba, “personas que consumen toda una vida irreprochable en dar respuestas exactísimas a preguntas que nadie se plantea”. El acto primero de la teología de Ellacuría fue el pueblo crucificado de El Salvador, su lucha histórica por vencer a la muerte provocada por el triángulo oligarquía-ejército-gobierno, su compromiso por la vida, su anhelo de resurrección, expresado por monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en 1980 en su afirmación “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, grabada a la entrada de la capilla de la UCA, donde está enterrados los mártires jesuitas.

La convergencia con monseñor Romero, cristiano cabal que le precedió en el martirio, era total. Ambos creían en la “fuerza histórica de los pobres” para liberarse de las cadenas de la opresión y construir la fraternidad-sororidad desde abajo. La muerte de ambos era una “muerte anunciada”, pero también estaba anunciada su victoria sobre la muerte, como anticipara monseñor Romero en la frase antes citada.

Bajar de la cruz a los pueblos crucificados

Ni una sola línea de sus escritos ni una sola acción de su itinerario vital le alejaron de su pasión por los pueblos crucificados, no para dejarlos ahí colgados, sino para bajarlos de la cruz. Creo que cualquier teología o filosofía que pase por alto las densas y significativas preguntas surgidas del infierno de la muerte de los inocentes y de las situaciones de explotación que viven los pueblos empobrecidos en el Norte Gobal y en el Sur Global, termina por convertirse en un estéril ejercicio de retórica vacua o en un gran acto de cinismo.

Ellacuría encarnó la máxima del filósofo griego Epicuro: “Vana es la palabra del filósofo (y yo añado: del teólogo) que no sirva para curar algún sufrimiento de los seres humanos”, que no está tan lejos de las palabras del profeta Oseas “Misericordia quiero, no sacrificios”, puestas por los evangelistas en boca del profeta Jesús de Nazaret.

La vida y el pensamiento de Ignacio Ellacuría plantean a la sociedad y a las religiones, al pensamiento filosófico y teológico del Norte Global la necesidad de un giro copernicano, de un cambio de dirección en las siguientes alternativas: del individualismo a la comunidad; de la civilización de la riqueza a la cultura de la austeridad; de la retórica de los derechos humanos a la defensa de los derechos de las personas empobrecidas y de los pueblos oprimidos; de la historia entendida como como progreso lineal de los colectivos privilegiados a la historia como cautiverio e interrupción; del “fuera de la Iglesia no hay salvación” al “fuera de los pobres no hay salvación”; de la moral privada a la ética pública: En suma, de la razón instrumental inmisericorde, en que ha desembocado la razón ilustrada, a la razón compasiva.

“Hombre de compasión y misericordia”

Ellacuría encarnó la máxima del filósofo griego Epicuro: “Vana es la palabra del filósofo (y o añado: del teólogo) que no sirva para curar algún sufrimiento de los seres humanos”, que está en plena sintonía con las palabras del profeta Oseas puestas por los evangelistas en boca de Jesús: “Misericordia quiero, no sacrificios”. Es la base de la ética de la compasión.

Los numerosos estudios sobre la vida y el pensamiento de Ellacuría que se han sucedido ininterrumpidamente a lo largo de los treinta años tras su asesinato, nos han descubierto nuevas dimensiones de su personalidad, en la que convivían armónicamente el profesor universitario y el analista político, el crítico del poder y el defensor de las personas víctima de la violencia del sistema, el filósofo de la realidad histórica y el teólogo de la justicia, el intelectual comprometido y el creyente sincero, el lúcido polemista y el mediador para la paz, el pensador y el activista de los derechos humanos, el testigo y el creyente en el Dios de la esperanza y en Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador .

La lectura de su obra y el conocimiento más preciso de su actividad política y universitaria nos permiten valorar en sus justos términos el sentido crítico de su pensamiento, la autenticidad de su experiencia religiosa, su vocación pacificadora en medio de los conflictos, su compromiso ético con los pobres de la tierra, la vigencia de muchos de sus análisis políticos, el horizonte emancipador de su filosofía y la perspectiva liberadora de su teología. Su vida fue ejemplo de coherencia entre pensar y actuar, fe cristiana y compromiso con los excluidos, reflexión y solidaridad con las víctimas. El filósofo y amigo personal de Ellacuría, Pedro Laín Entralgo le definió como Pharmakós por su pasión en reconciliarnos con el ser humano que somos. Jon Sobrino le llama “hombre de compasión y misericordia”. Dos definiciones que comparto.

El desarrollo y la profundización de de estas ideas se encuentran en mi libro, escrito en colaboración con José Manuel Romero, Ignacio Ellacuría. Teología, filosofía y crítica de la ideología (Anthropos, Barcelona, 2019)

Fuente Religión Digital

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Homofobia y transfobia aumentan un 58% y suma más de mil casos, la cifra más alta en la historia de Chile

Martes, 31 de marzo de 2020
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Por primera vez los atropellos y denuncias subieron en todas las regiones, sin excepción, con un alarmante incremento de los asesinatos y agresiones físicas. Por esa y otras razones, el 2019 fue calificado como el año de una  transversal violación y relativización de los derechos humanos, lo cual tienen como responsables a distintos niveles de la sociedad y a representantes de  todos los poderes del Estado. Pese a todo, hubo 58 hitos favorables a los derechos LGBTI.

(Pincha en los gráficos para amliarlos)

El 2019 fue el año más violento para las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) en Chile al incrementar un 58% los casos y denuncias por homofobia y transfobia, ascendiendo a 1103 los atropellos, la cifra más alta conocida hasta la fecha, reportó el XVIII Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad sexual y de Género, dado a conocer hoy por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) por primera vez sin conferencia de prensa a raíz del Coronavirus.

Evolucion_casos_discriminacion_MOVILH_2019“Hubo más casos, más denuncias y los abusos fueron más violentos y salvajes, como queda claro con los aumentos de los atropellos más despiadados (asesinatos y las golpizas).  Esta situación ya se venía advirtiendo desde el 2018 y no tiene relación con el estallido social, el cual solo impactó en un incremento de los abusos policiales”, sostuvo el vocero del Movilh, Oscar Rementería.

El dirigente precisó que un aspecto positivo es que “el Gobierno, a diferencia del 2018, reaccionó a los abusos sufridos por personas LGBTI en manos de civiles, condenándolos públicamente, mientras que contribuyó a que el movimiento LGBTI pudiese ayudar o asesorar a más del 90% de las víctimas, lo cual es valorable”.

Pese ello, “el Ejecutivo, y todos los poderes del Estado, relativizaron el derecho humano a la igualdad legal y, con distintos matices o intensidades, boicotearon el avance de leyes  sobre diversidad familiar o se aseguraron que su tramitación fuese lenta. Más grave, con votos de todas corrientes políticas avanzaron normas con indicaciones homofóbicas, siendo un ejemplo la adopción homoparental aprobada en la Cámara. Por su lado, los tribunales, siguen fallando contra la adopción homoparental o el matrimonio igualitario”, resumió Rementería.

Los casos de discriminación

Evolucion_casos_categoria_MOVILH_2019Los 1.103 abusos y denuncias del 2019 se dividieron en 5 asesinatos, 73 agresiones físicas o verbales, 32 atropellos policiales, 72 casos de exclusión laboral y 39 de homo/transfobia educacional, 31 campañas o movilizaciones de odio, 583 hechos de exclusión institucional, 31 marginaciones o prohibiciones para el acceso a productos o servicios en espacios públicos o privados, 167 violaciones a derechos humanos en lugares comunitarios (familia, vecinos/as o amigos/as), 69 discursos de odio y 1 discriminación en un medio de comunicación.

La categoría de discriminación que más aumentó las denuncias o casos fue la laboral (157,1% más que el año precedente) seguida por la comunitaria (131,9% +), la policial  (100%+), la institucional (98,5%+),  la marginación de espacios públicos o privados (82,3% +), los asesinatos (66,6 +), las agresiones físicas o verbales (25,8% +) y la educacional (5,4% +).

En tanto las campañas o movilizaciones homo/tranfóbicas bajaron un 69,1% en relación al año previo, seguida por la exclusión en medios de comunicación, cultura y espectáculo (-50%) y los discursos de odio (-25%).

Gravísimo resultaron también los ataques al movimiento LGBTI, siendo en tres ocasiones víctima de estos abusos la sede del Movilh.

Evolucion_casos_grupos_MOVILH_2019-1Del total de atropellos conocidos en 2019, el 17% afectó a gays, el 15%  a lesbianas y el 9% a trans, mientras el 59% dañó o intentó perjudicar a la población LGBTI como conjunto

Valparaíso concentró el 56,1% del total de casos y denuncias conocidas a nivel nacional, seguida por las regiones Metropolitana (20,76%), Biobío (2,81%), Coquimbo (1,63%), Antofagasta: (1,45%), Maule (1,35%), Araucanía (1,35%), Los Lagos (1,08%), OHiggins (1%), Los Ríos (0,9%), Arica (0,9%), Magallanes (0,81%), Atacama (0,63%), Aysén (0, 45%) y Región de Tarapacá (0,36%).  En el 7,61% de los casos la discriminación ocurrió a través de medios de comunicación o de redes sociales.

Por primera vez incrementaron las denuncias o casos de discriminación en todas las regiones, sin excepción.

La región donde más aumentaron los abusos fue la Araucanía al subir un 400%, Le siguen Atacama (+250%), Aysén, (+150%), Valparaíso (+121%) , Libertador Bernardo O´Higgins (+57%), Metropolitana (+53%), Tarapacá (+ 33%),  Ñuble (+33%),  Arica (+25%), Antofagasta (+23%), Magallanes (+28%), Coquimbo  (+12%),  Los Ríos +11%), Los Lagos (+9%),  Maule (+7,1%) y Biobío (+6%). En tanto, la discriminación que se expresa en medios de comunicación o redes sociales mermó un 38%.

Lo sucedido en Atacama es muy preocupante, pues si bien solo se supo de 8 episodios de discriminación, uno corresponde a un asesinato y otro a un suicidio. En tanto, la alta concentración en Valparaíso, se explica porque en el Congreso Nacional hubo 511 reacciones (votos, indicaciones) contra la igualdad legal de los  derechos LGBTI.

Respuesta_casos_organizacion_MOVILH_2019-1Del Total de abusos del 2019, el movimiento LGBTI asesoró y ayudó al 89.9% de las víctimas

Razones del aumento de casos y denuncias

 El informe explica que el incremento  de casos y de denuncias “no implica que exista más homo/transfobia cultural, la cual, según todos los sondeos, viene en sostenido descenso desde 1991”-

“El aumento se debe a que los sectores o personas que persisten en discriminar multiplican su acciones y actúan con mayor violencia, a un punto que incrementaron los asesinatos y las golpizas, algunas de las cuales dejaron a las personas en la UCI o secuelas, además de ocurrir hechos extremos en los entornos más cercanos para las víctimas, como son sus círculos familiares, de amistad o educacionales: un niña fue violada por su padrastro con la venia de su padre y madre, dos hombres fueron quemados con agua caliente por conocidos y un joven se suicidó tras sufrir bullying transfóbico. A todo se suman 5 asesinatos”, apunta el informe

El informe relaciona además incremento de los abusos en la familias, con lo que denomina “una retirada de las dobles vida”.  “El incremento de 131,9% de las denuncias por discriminación en el espacio comunitario (familias, barrio, amigos) viene a decir que las personas LGBTI están expresando fielmente su identidad en aquellos lugares y exigen el pleno respeto a sus derechos. Esto implica que la “vida oculta” o la “doble vida” está retrocediendo con fuerza y celeridad, además de apreciarse una retirada de la “naturalización” o “aceptación” de la discriminación en los entornos más cercanos para las víctimas”

“El aumento también se vincula con una activa y cada más recurrente acción de autoridades, agentes estatales o grupos ultra-religiosos contra el avance de la igualdad legal para las personas LGBTI y, en particular, contra la posibilidad de que se apruebe la adopción homoparental”, añadió el estudio.

En tal sentido, informe  advierte “una preocupante particularidad del 2019: los opositores a los derechos humanos de las personas LGBTI privilegiaron acciones sobre los mensajes. Es decir, hablaron menos y actuaron más, en un contexto donde los motivos para rechazar a la igualdad están despojados  de credibilidad frente a una buena parte de la ciudadanía y, en tal sentido,  a los victimarios no les queda más que potenciar las prácticas, antes que los discursos homo/transfóbicos.”

Así es como las agresiones más concretas (asesinatos, golpizas, negación de derechos laborales, familiares o educacionales) aumentaron en 2019, mientras que las campañas y discursos de odio mermaron y, en paralelo,  el sentir público mayoritario rechazó la homo/transfobia y le restó todo valor científico, experiencial, social o cultural a creencias que denigran en razón de la orientación sexual o la identidad de género”, redondea la investigación.

Por último, y , “al considerar exclusivamente el quehacer policial tras el 18 de octubre del 2019, el abuso de carabineros resulta desproporcionado, irracional y delictual, explicitando un descontrol sin precedentes desde la recuperación de la democracia. Sin ir más lejos, los abusos policiales homo/transfóbicos aumentaron un 100% en 2019 y del total de 32 atropellos el 71% se enmarca en la reacción de carabineros al estadillo social”, apunta el estudio.

Ranking de la homofobia

En 2019, un total  de 55 instituciones y 561 personas fueron responsables de los 1.103 abusos hacia la población LGBTI.

A nivel instucional el Ranking  de la Homofobia y la Transfobia 2019 es encabezado por Carabineros, seguido por lassIsapres Colmena Golden Cross, Cruz Blanca, Banmédica, Vida Tres y Nueva MasVida, el Minsterio de Justicia y Derechos Humanos y el Registro Civil, la UDI, la Clínica de la Universidad Católica (Red de Salud UC Christus), el Ejército, el Liceo Sagrado Corazón, la Escuela San Lázaro de la Salle, la Catedral Evangélica y la Universidad de los Andes, entre otros detallados aquí.

En el plano individual, el Ranking es encabezado por 5 asesinos de personas LGBTI, seguidos por el ministro de Justicia, Hernán Larraín, la subsecretaria de DDHH, Lorena Recabarren, más un largo listado de senadores y diputados de la UDI y de RN, más algunos DC y PS, seguidos por jueces, ministros/as y presentantes de diversas organizaciones, estando todos los nombres detallados en el II capítulo del informe.Relativización de los DDDH y distanciamiento del sistema internacional

Respuesta_casos_organizacion_MOVILH_2019-1El informe advierte que “la igualdad legal es un derecho humano, pero en el caso de la población LGBTI todos los poderes del Estado y las corrientes ideológicas relativizan dicho principio”.

«Mientras el Ejecutivo se movilizó contra el matrimonio igualitario y la filiación y adopción homoparental, las fuerzas oficialistas hicieron lo suyo en el Congreso Nacional, mientras que con votos o abstenciones de la Oposición se aprobaron en el Parlamento artículos o indicaciones abiertamente homo/transfóbicas y, en consecuencia, contradictorias con la igualdad legal plena “.

Por ejemplo,la ley de identidad de género entró en vigencia, pero excluyendo a niños y niñas trans; la Cámara de Diputados aprobó la adopción homoparental, pero incorporando artículos homofóbicos que trasladan los prejuicios de adultos a niños/as al fomentar que se opongan a ser criados/as por dos madres o dos padres; el proyecto de matrimonio igualitario avanzó a pasos de tortuga y el Congreso rechazó cuotas de la diversidad sexual y de género para el órgano constituyente”

“El único avance legislativo sin paradojas o letras chicas fue la aprobación de la Ley que Crea el Ministerio de Desarrollo Social y la Familia. Esta legalizó una nueva definición  de familia, donde los lazos afectivos, son tan relevantes como los sanguíneos o los legales, mientras la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de resolución que condenó la violencia contras las personas LGBTI”, indica la investigación

En tanto, “el Poder Judicial, pese a ser el más avanzado en temáticas LGBTI, no lo hizo mejor, pues por segunda vez en menos de un año falló contra  niños y niñas que tienen dos madres, desconociendo la doble maternidad. En paralelo prohibió el derecho de una pareja a contraer matrimonio, negándose en todos estos casos a efectuar control de convencionalidad para examinar la compatibilidad entre la norma interna y la internacional en materia de derechos humanos. Por estas razones se presentaron nuevas dos nuevas denuncias contra el Estado de Chile ante la Comisión Interamericana de DDHH”

En otro ángulo,  el “Estado de Chile experimentó un retroceso sin precedentes bajo el actual régimen democrático en torno al respeto que merecen los compromisos internacionales en materia de DDHH, así como en relación a la competencia de Naciones Unidas o de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para recomendar, vigilar o mediar en torno a la temática”, señala el estudio. Leer más…

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Atacaron a mujer trans en El Salvador y la policía se negó a recibir la denuncia

Jueves, 12 de diciembre de 2019
Comentarios desactivados en Atacaron a mujer trans en El Salvador y la policía se negó a recibir la denuncia

IMG_3432-1070x535Por Paula Rosales

Alexia Trujillo, mujer trans de 25 años, caminaba en la madrugada del sábado 7 de diciembre por la avenida Monseñor Oscar Arnulfo Romero de San Salvador, cuando tres hombres que trabajan de seguridad privada en los comercios de la zona la atacaron a golpes, según denunció la propia víctima.

Armados con una macana de hierro, los agresores siguieron a Alexia unos cien metros, la insultaron y golpearon en la cabeza reiteradas veces. La hirieron salvajemente en la ceja y el ojo derecho. Su cabeza sufrió una herida de tres centímetros. Sus brazos y piernas terminaron con magulladuras por las patadas recibidas.

“Yo caminaba por la plaza Morazán, cuando unos vigilantes me insultaron y me siguieron. Yo no les dije, ni les hice nada. Entre los tres me pegaron una golpiza bien fea”, expresó Alexia a Presentes. Alexia se dedica al comercio de artículos varios en uno de los mercados de la capital del país centroamericano.

El informe “Basta de genocidio trans”, presentado en 2019 por la Asociación Solidaria Para Impulsar el Desarrollo Humano – ASPIDH Arcoíris Trans, señala que un 19 por ciento de mujeres trans denunciaron que fueron golpeadas o haber sufrido alguna agresión física durante 2018.

“Me dijeron que era un marica de mierda, una basura sidosa, me insultaron bien feo. Entre las tres personas me golpearon y me robaron mis pertenencias”, contó.

La policía se negó a atenderla

Después de la agresión, Alexia fue a la delegación central de la Policía Nacional Civil para interponer la denuncia, pero se negaron a atenderla y fue sacada del lugar.

Presentes solicitó la postura de la policía a la unidad de prensa, acordaron consultar con la delegación de San Salvador, pero al cierre de la nota no se había recibido respuesta.

“Estamos indignadas, las mujeres trans están recibiendo agresiones de parte de los cuerpos de vigilantes privados. Demandamos que se investigue y castigue a los culpables”, señaló Odalys Araujo, defensora de derechos humanos, a Presentes.

Aumentan crímenes por odio

Los ataques hacia las mujeres trans han aumentado en el último trimestre del año: en un mes y tres días se reportaron cuatro crímenes de odio. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos están alarmadas por la escalada de intolerancia hacia las poblaciones diversas.

Anahy Miranda Rivas de 27 años de edad fue asesinada la madrugada del domingo 27 de octubre sobre una concurrida avenida de San Salvador.

El 9 de noviembre, Jade Camila Díaz, activista trans, fue encontrada asesinada en el departamento de Morazán, al noreste de El Salvador.

El sábado 16 de noviembre, Victoria Pineda fue asesinada con saña en una calle del cantón Cara Sucia, departamento de Ahuachapán.

Rosa Granados, una activista trans de 28 años, fue asesinada el sábado 30 de noviembre en su casa en el departamento de la Unión, recibió cuatro disparos en su cabeza.

El Congreso de El Salvador reformó en 2015 el código penal para tipificar los crímenes basados en la orientación sexual, identidad y expresión de género. Sin embargo, hasta la fecha todos los casos continúan impunes.

Crímenes de odio siguen impunes

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, no se ha pronunciado por estos crímenes en contra de la población LGBTI, pese a las presiones en las redes sociales, una de las herramientas que utiliza el mandatario para informar acerca de su gobierno. Bukele, que asumió su gestión el 1 de junio, suprimió a pocas horas de iniciar su período cinco Secretarías de Estado, entre ellas la de Inclusión Social, que atendía a poblaciones vulnerables y LGBTI.

Dentro de la Secretaria de Inclusión Social se desarrolló la primera Dirección de Diversidad Sexual que promovía la erradicación de la discriminación por orientación sexual e identidad de género en la administración pública. La decisión de Bukele fue trasladarla hacia el Ministerio de Cultura la dirección de diversidad, generando el rechazo de la población LGBTI.

“Para nosotras es una alarma, no sabemos porque se están dando los móviles de estos asesinatos. Es terrible que ninguno de los órganos del Estado ha brindado ningún tipo de declaraciones. Estos asesinatos son invisibles para el Estado, porque no adopta ninguna postura”, señaló Bianka.

De acuerdo con COMCAVIS-TRANS, más de 600 asesinatos de personas LGBTI han sido registrados desde 1993 en El Salvador. En 2018, el país registró una tasa 50,3 homicidios por cada 100.000 habitantes, una de las más altas del mundo. En el 2019 se contabilizan ocho. Noviembre de 2019 cerró con 131 asesinatos a nivel nacional.

Repudiamos este crimen y hacemos el llamado a las instituciones correspondientes para que no quede impune”, señaló Ever.

Fuente Agencia Presentes/Cristianos Gays

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”. Viernes 01 de Noviembre de 2019. Todos los Santos

Viernes, 1 de noviembre de 2019
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58-TodoslossantosALeído en Koinonia:

Os animamos también a leer la Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
1Juan 3,1-3:Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos» en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»… o tal vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).

Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y sobre el «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta, según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos», sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión. Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)… La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad. Leer más…

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”. Domingo 01 de noviembre de 2018. Todos los Santos

Jueves, 1 de noviembre de 2018
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58-TodoslossantosALeído en Koinonía:

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. 1Juan 3,1-3Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos» en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»… o tal vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).

Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y sobre el «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta, según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos», sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión. Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)… La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad. Leer más…

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El día de todos los santos que no saben que lo son

Jueves, 1 de noviembre de 2018
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1130312909sermon-mountNoviembre ya está aquí y empieza, como siempre, con lo del más allá: primero, santos, y luego difuntos.

Celebraciones populares en muchísimos sitios del mundo. Seguramente ya vimos la película “COCO”, entrañable la fiesta de los muertitos en México, colores y flores llenan aquellas hermosas tierras. Y, cómo olvidar la celebración de Halloween exportada a todo el mundo: en breve estarán llegando zombies, fantasmas, sangre, huesos y harapos a los centros comerciales.

¿Quiénes son esos Santos y Santas que celebramos cada año y que son multitudes a lo largo de los tiempos?

Creo que son los santos que, mientras están entre nosotros, no saben que lo son. Y cuando dejan este mundo no forman parte de Santoral.

Santas y Santos desconocidos, mínimos, ocultos, sencillos, con biografías que no aparecen en Wikipedia. Personas anónimas que están por ahí como la levadura en el bizcocho, suministrando esperanza en tiempos duros.

Acogen a quien lo necesita aunque vivan en cuarenta metros cuadrados, tengan tres hijos a su cargo y un padre con demencia senil.

Abren la puerta a sus hijos que llegan en paro con los suyos de la mano, poniendo a disposición su pensión de jubilación… ¡A ver si llegamos a fin de mes!

Santos y Santas anónimos que arriesgan sus vidas en la defensa de los que no tienen voz, viéndose atrapados en una maraña legislativa que los toma por delincuentes en vez de samaritanos.

Los hay que se hacen pobres con los pobres adentrándose en el peligroso terreno de lo No-Legal.

Algunos recorren la ciudad de punta a punta para pasar una hora escuchando a alguna anciana o anciano que vive en soledad absoluta y no habla con nadie. Después van a clase a la universidad.

Hay otros que intentan poner paz en su propia familia dividida y enemistada, viendo que todos pierden, y los niños los que más.

Los hay que recorren siete, ocho… diez pueblos en el medio rural, para decir misa cada domingo, cuando ya suman más de cincuenta años de sacerdocio.

Santas y Santos en los pueblos indígenas luchando sin armas por conservar su vida y sus costumbres y la tierra a la que se sienten ligados.

Hay Santos y Santas que no se dejan corromper por el dinero ni el poder. Eso trae problemas, quedan señalados.

¿Cuántos son?… “Una muchedumbre inmensa, incontable, que procede de toda nación, razas, pueblos y lenguas” (Ap 7, 9).

¿De dónde vienen?… “De la gran tribulación” (Ap 7, 14).

¿A dónde van? … A donde “ya no tendrán hambre ni sed; ya no les molestará el sol ni bochorno alguno (…) Dios enjugará toda lágrima de sus ojos” (Ap 7, 15-16).

Cerremos los ojos, respiremos hondo… subamos al monte con Jesús, como hizo aquel día y cada día para contempla a las multitudes viendo a cada uno como pieza única, como “hijos de Dios pues ¡lo somos!”(1Jn 3, 1-3)… y digamos con Él:

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”… ¿No empezaste por el final indicando de quien es el Reino de los Cielos? Claro, Tú explicaste que el Reino de los Cielos es aquí y ahora. Así que estos “bienaventurados” son los Santos y Santas que no saben que lo son pero ya están actuando en la realización de tu Reino. Algunos que luego serán elevados a los altares son también esos pobres de espíritu haciéndose pobres con los pobres y elevando la voz por los que no tiene voz, como San Romero de América, elevado al santoral popular desde los corazones de quienes se sintieron amados y defendidos por él. Desde el 14 de octubre pasado es oficialmente San Óscar Arnulfo Romero.

“Bienaventurados los mansos (o humildes) porque ellos poseerán en herencia la tierra. Santos y Santas que saben compartir y repartir para que nadie se quede fuera o se sienta extranjero.

“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”  Santas y Santos que arrimarán el hombro para que quien sufre pueda recibir apoyo, dejando su tiempo y su energía en ser consuelo en medio de un mundo hostil.

“Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”Santos y Santas empeñados en que la justicia llegue a todos. Santos y Santas que no se contentan con leyes que no llevan en su esencia del equilibrio de la justicia para todos.

“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia”. Santas y Santos que se saben pequeños, pero empujan para dar a otros amor y misericordia, y todo les vuelve crecido.

“Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”Estos son Santos y Santas pequeñitos, niños y niñas que todavía no han olvidado quienes son en el corazón de Dios; y también las Santas y Santos que hicieron el camino de regreso hacia dentro cuando entendieron que si no nos hacemos como niños… no hay nada que hacer.

“Bienaventurados los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios”Santos y Santas de un lado para otro clamando por una paz que no llega; pacificando en sus ambientes de familia, trabajo, Iglesia, etc.

“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”Santas y Santos perseguidos por la justicia del mundo, por rencores enquistados, por leyes discriminatorias, por razón del color de su piel, lengua cultura o religión, y también por razón de su sexo.

“Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan, y cuando, por mi causa, os acuse en falso de toda clase de males. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”Santos y Santas que se paran y se plantean de qué manera Te siguen, a Ti que eres el Maestro, el que se subió a la Montaña para dejarnos este Mensaje. Quedan pensativos viendo que no hay nadie que les injurie ni les persiga, o acuse en falso… que no tienen grandes problemas.  ¡Es raro!, piensan. Y exclaman concierto sobresalto interior: ¡Será que estamos rebajando el Evangelio a la medida que marcan los poderes del mundo!

A la caída del sol una suave brisa trae un susurro de voces alegres que sólo escuchará quien tenga abierto el oído del corazón: Vosotros sois la sal de la tierra… y la luz del mundo (Mt 5, 13-14). No lo olvidéis”. Son los Santos y Santas que no sabían que lo eran cuando vivían entre nosotros pero ahora ya lo tienen claro.

Mari Paz López Santos

Para FEADULTA

1 noviembre 2018

Fuente Fe Adulta

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¿Quién mató al arzobispo? Fuenteovejuna, todos a una

Sábado, 27 de octubre de 2018
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44771657_1102247113285813_7506303953693310976_nReabierto el ‘caso Romero’: un juez pone en busca y captura al presunto asesino del arzobispo mártir

Del blog de Xabier Pikaza:

La pregunta de Lope de Vega en Fuenteovejuna era quién mato al Comendador, y la respuesta todos a una.

La pregunta de hoy es quién mató al Arzobispo San Romero, y así la sigue planteando la prensa (25.10.18).

‒ El cardenal Rosa Chávez, de El Salvador, ha pedido que se abra de nuevo el caso de su asesinato.

‒‒ Un tribunal de El Salvador ha ordenado la detención del capitán Álvaro Saravia Merino, uno de los dos responsables directos del asesinato” (el otro, bien conocido por los medios parece haber muerto hace algún tiempo).

El tema me interesa y quiero que se llegue hasta el final, pero sólo si el juicio se abre sin limitaciones, citando y buscando, a todos los responsables de la muerte de Romero, cuyo caso he comparado con la muerte de un Comendador avieso y cruel, llamado Hernán Perez, a quien mataron en tiempo de los Reyes Católico, todos los vecinos de Fuenteovejuna (en Córdoba de España), cuya historia llevó al teatro Lope de Vega.

43722355_1102247636619094_3449270398418419712_nVino la justicia para condenar a los culpables, pero nadie en el pueblo quiso dar nombre, ni apellido, respondiendo siempre a la pregunta del juez “le mató Fuenteovejuna, es decir, Todos‒a‒Una”. Fue según Lope de Vega una muerte necesaria, un asesinato justiciero, un tiranicidio, admitido por entonces por muchos jesuitas.

El caso de Fuente-ovejuna era claro. El de Romero es mucho más complejo, y me parece muy difícil que haya un juez que se atreva a desentrañarlo hoy por hoy , a pesar de que en Roma le han canonizado.

Quisiera que su caso de desentrañe, pero no para clamar venganza contra posible culpables particulares, sino para que su muerte pueda significar el comienzo de cambio económico y social, religioso y humana… pues aquí, como en el drama de Fuenteovejuna todos fueron (y en algún sentido somos culpables, si nos aprovechamos de la economía y política actual) culpables de la muerte del Arzobispo.

Imágenes de la tumba de Romero, en la cripta de la Catedral de San Salvador. Allí la vi el año 2006. No me parece la mejor tumba posible para un hombre como él, encargada y realizada en Italia… ideada por alguien que no parece haber entendido y querido a Monseñor (como me decía una anciana que puso una pequeña flor en el suelo, con lágrimas en los ojos). ¡Parece como si quisieran haber querido matarle de nuevo, me dijo!

Para iluminar el caso. Mis tres “visitas” a El Salvador

La primera el año 1991, a los once años del asesinato de Romero y a los dos años del de Ellacuría y compañeros, poco después de haberse firmado el tratado de paz. Ofrecí un curso en la Universidad Salesiana, sobre la colina… Viajé en todos los autobuses, hablé con todas las gentes, compartí sufrimientos y esperanzas con la monja que asistía a Romero en la casita‒hospital donde vivió, la que sale en todas las fotos de su muerte… Yahvé entonces descubrí la trama de fondo de su muerte. En algún sentido, todos los que tenían algún poder le habían matada.

Estuve otra vez varios días (el año 1999, creo) con las hermanas Mercedarias de SS. Hablamos horas y horas de la guerra y de la paz, en unos ejercicios espirituales y en un curso posterior. Dirigí alguna clase a los teólogos del seminario y comí con los profesores… y con el nuevo Arzobispo de El Salvador, Mons. Fernando Sáenz Lacalle, sacerdote del Opus Dei, natural del Cintruénigo, Navarra (España), capellán militar, alto oficial del ejército. Los profesores del seminario me “obligaron” a sentarme con él, mientras todos ellos se iban, en gesto clarísimo de distanciamiento. Hablé mucho con Lacalle, de los pimientos de la Ribera de Navarra, y de la situación del ejército en el Salvador. Se veía claro que él se sentía más cerca del ejército que de Romero. Con él estaba también parte del clero.

marisa-martc3adnezFinalmente volví el año 2006, invitado por Paco Soto, gran misionero andaluz, y por Marisa D’Aubuisson, hermana de uno de los altos mandos militares de El Salvador, fundador del partido Arena, de quien se dice que fue instigador del asesinato de Romero. Quien quiera conocer la visión de esa mujer lea la entrevista que adjunto al final de esta reflexión. Hablamos mucho en el curso, desde una perspectiva bíblica y social. Me invitó a su casa y comí con su familia, descubriendo de nuevo que el asesinato de Romero fue consecuencia de una serie factores entre los que estaba el ejército nacional de El Salvador, con el influjo de las familias ricas y la administración de USA. Ella, Marisa, su hermana, le quería, y le asistió en su enfermedad, queriendo que comprendiera el crimen humano y cristiano del asesinato de Romero. Conservo los apuntes de aquel curso. Hablé a los grupos de BIPO (Biblia Popular) sobre formas de lectura, científica, cultural y popular de la Biblia. Conservo aún los apuntes

¿UN JUICIO DEL CASO ROMERO?

No han hecho todavía el “juicio de Romero” (porque había muchos intereses de fondo…), y no sé si es bueno hacerlo ahora, a no ser que se haga un juicio nacional, social y religioso, de todos los muertos de El Salvador en los últimos 50 años, sabiendo que más de el 90% de los crímenes han quedado sin juzgar.

1. Lo más fácil sería encontrar a Álvaro Saravia, uno de los “pistoleros” a sueldo de ejército y de USA y condenarle, cerrando así el caso (pues el otro pistolero a sueldo murió hace tiempo). Pero esto sería casi como echar la culpa de la muerte de Jesús a sus verdugos, dejando libres a Caifás y Pilatos… Saravia es sólo el último eslabón de una cadena de “asesinos” en serie (muchos de ellos de “manos blancas”) , que mataron a Romero.

2. Entre los asesinos principales están algunos grupos militares “nacionalistas” (entre los que sobresale quizá D’Abuyson, que sintieron y “sufrieron” en su carne el peligro que podía representar un hombre de Dios como Romero, alguien que quería la verdad, y el bien de todos, sin armas, sin más autoridad que el evangelio, como voz de los perseguidos. Para situar la acción y responsabilidad de D’Abuyson léase la entrevista que sigue de su hermana Marisa (en la que repite y dice muchas cosas de las que me habló el año 2005)

3. ¿Eran responsables los guerrilleros por promover un tipo de alzamiento, que fue excusa para la intervención armada de militares y para‒militares, con la oligarquía del país, que se sintió amenazada por la toma de conciencia y libertad de los campesinos? Quizá mejor supo interpretar ese tema está I. Ellacuría, que hablaba de ello con libertad cristiana, con gran hondura filosófica, social y religiosa, siendo asesinado por ello con sus compañeros, el año 1989. Ellos fueron de los últimos “mártires” del caso Romero, asesinados como él, por los enemigos de la verdad, a suelde de los intereses militares y sociales de algunos “oligarcas” del país y el extranjero (en gran parte de USA).

4. Fue culpable una parte de la administración económico‒militar de USA, que quería mantener su presencia en el Salvador, reprimiendo los intentos de libertad y autonomía del pueblo, acusándoles de marxismo y de violencia. Ciertamente, quizá no se echar la culpa directa a la administración oficial USA, pero sus intereses económicos, militares y geoestratégicos estaban y están en la muerte de Romero.

5. Fue culpable parte de la Iglesia, que tuvo miedo de personas como Romero y de las transformaciones sociales como las que podían realizarse en América Latina. Fue culpable una parte de la Iglesia por falta de compromiso con el pueblo, por falta de verdad evangélica, por falta de solidaridad con Romero. Nunca he comprendido que a Mons. Sáinz Lacalle, pensando como pensaba, y siendo quien era, le hicieran arzobispo de San Salvador, tras Mons. Ribera (que fue digno sucesor de Romero). No entendí ni entiende una política eclesial que dejó sólo a Romero durante los tres años de su vida pública, después muchos años, tras su muerte.

6. Fue culpable de la muerte de Romero una economía mundial que impuso y sigue imponiendo su dictado sobre los pueblos, con asesinato indirecto de miles de hambrientos cada día, y con asesinato directo de líderes religiosos y sociales como Romero.

Fuenteovejuna de nuevo

En el drama de Lope de Vega sobre la muerte del Comendador a manos del pueblo de Fuenteovejuna asistimos a la ejecución discutible, pero justiciera, del Comendador Pérez de Guzmán. Fue el pueblo sufriente el que tomó la justicia en sus manos, matando al tirano (conforme a la doctrina muy discutida de la moralidad del tiranicidio).

Por el contrario, en la muerte de Romero no intervino el pueblo oprimido como tal, que se ha sentido identificado con él, cristianos y no cristianos. Romero fue asesinado porque estaba con ese pueblo, porque decía palabras de puro evangelio, frente a un Fuenteovejuna de opresión, formado por terratenientes y militares, por los representantes de un comercio mundial asesino y de un poder imperial como el de USA, con el silencio de parte de una iglesia, que se ha sentido más cerca del poder político‒militar y económico que del pueblo.

No hacía falta que a Romero le canonizaran. Le ha canonizado previamente el pueblo. No hace falta que encuentren y condenen a Álvaro Saravia, si es que fue el uno de los que dispararon a Romero por encargo, “por un puñado de dólares”. Los culpables verdaderos de la muerte de Romero siguen gobernando la economía y política militar del mundo, por más que algunos ahora hablen bien de Romero.

Romero murió como Jesús, en cuya muerte participaron también todos los poderes de su tiempo (económicos, políticos, militares…), como dice muy bien Mt 23, 35, cuando dice que todos fueron culpables, y que en la sangre de corrió y se derramó hasta la muerte la sangre de todos los asesinados de la historia, desde el justo Abel hasta el último de los que han muerto hoy día (24.10.18) quizá con armas y bombas vendidas por el Estado español a ejércitos regulares y a traficantes de la muerte.

((Sigue entrevista de Marisa D’Abuyson, hermana de uno de aquellos que dictaron sentencia de muerte contra el Arzobispo Romero)

Adjunto:

Marisa Martínez: “Mi hermano Roberto d’Aubuisson estuvo en la planeación del crimen de monseñor Romero en El Salvador”. BBC Mundo 26 MARZO 2018 Leer más…

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Resucitó… entre los oprimidos de mil esclavitudes

Martes, 18 de abril de 2017
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La Resurrección, según la mirada de monseñor Romero

“Todo aquel que lucha desde la resurrección del gran libertador, solo ese es auténtico cristiano”

(Óscar Arnulfo Romero, 26 de marzo de 1978).- La Iglesia no puede ser sorda ni muda ante el clamor de millones de hombres que gritan liberación, oprimidos de mil esclavitudes.

Pero les dice cuál es la verdadera libertad que debe buscarse: la que Cristo ya inauguró en esta tierra al resucitar y romper las cadenas del pecado, de la muerte y del infierno.

Ser como Cristo, libres del pecado, es ser verdaderamente libres con la verdadera liberación. Y aquel que con esa fe puesta en el Resucitado trabaje por un mundo más justo, reclame contra las injusticias del sistema actual, contra los atropellos de una autoridad abusiva, contra los desórdenes de los hombres, todo aquel que lucha desde la resurrección del gran libertador, solo ese es auténtico cristiano.

¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo vive!

Domingo de Resurrección

26 de marzo de 1978

Lecturas: Hechos 10, 34a. 37-43; Colosenses 3, 1-4; Juan 20, 1-9

Hermanos:

¡Quien me diera tener no sólo una lengua para pronunciar palabras sino un secreto eficaz de la gracia para llegar a cada corazón que me está escuchando y decirle, desde la profundidad de nuestra fe, de nuestra esperanza, de nuestra alegría cristiana: ¡Felices Pascuas! Sí, este es el saludo cristiano desde anoche.

LA PASCUA

Dice el Concilio: “La Santa Madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo la obra salvífica de su divino esposo. Cada semana en el día que llamó del Señor “dominica”, domingo, conmemora su resurrección que una vez al año celebra también junto con su santa pasión en la máxima solemnidad de la Pascua. Lleva tan en el alma, la Iglesia, este hecho de la resurrección de Cristo que no lo celebra sólo hoy en la fiesta solemne de la Pascua sino que cada ocho días, cuando llama a sus hijos a su altar, celebra la Pascua. Cada domingo es una pascua en pequeño, así como hoy es el gran domingo del año, la gran Pascua, la resurrección del Señor.”

La Pascua, de una etimología difícil de traducir pero que sustancialmente quiere decir “el paso de Cristo de la muerte a la vida”. Y es el único ser de quien podemos predicar sobre su tumba vacía el epitafio que San Pedro ha escrito hoy: “Paso haciendo el bien”, pero Dios estaba con él y por eso lo ha resucitado y por eso es el único hombre del cual se puede venerar su tumba, pero una tumba vacía. De los grandes hombres es un honor llegar a conocer el sepulcro donde están sus cadáveres hechos polvo pero de este Hijo del Hombre, Cristo, solamente podemos venerar el Santo Sepulcro. ¡Cuantos peregrinos hoy, en Jerusalén, tienen que reconocer qué lo que veneran es un sepulcro vacío!

Y ésto es, hermanos, la fiesta de hoy. A través de las lecturas yo quisiera presentarles estos tres pensamientos.

1o)El que enfoca a Cristo y del cual nos ha dicho San Pedro: “Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, Dios está con él.”

2o)El segundo pensamiento es mirando a “la Iglesia que completa en el mundo la obra de Cristo”; encargada de llevar esta noticia, esta buena nueva a todos los rincones de la tierra y a todos los días de la historia.

3o)Y el tercer pensamiento mirándonos a nosotros mismos. ¿Cuál es la respuesta? “La responsabilidad de creer en un Redentor que murió pero que ha resucitado.”

1º UNGIDO POR DIOS CON LA FUERZA DEL ESPIRITU SANTO DIOS ESTA CON EL

MIRANDO A CRISTO RESUCITADO

La síntesis más bella es la de San Pedro en esta mañana en la primera lectura. San Pedro está sufriendo una conversión. El judío va a escuchar que Cristo ha muerto no sólo por los judíos sino también por los otros pueblos. Una visión de unos animales inmundos que le ordenan comer y que él dice: “Nunca he comido carne inmunda, soy judío, guardo la ley”. Pero la voz del Espíritu que le dice: “No llames inmundo lo que Dios ha purificado. Desde que Cristo, el Hijo de Dios, ha muerto por todos los hombres no hay ya distinción entre los hombres”. No hay razón para clases sociales, religiosas, políticas; todos son hermanos, todos son llamados a la salvación. Vete, que te está esperando un gentil, Cornelio con su familia”. Y va Pedro y encuentra que la misma visión ha tenido aquel gentil y es ante esta familia no judía, sino pagana, ante la que Pedro pronuncia ese famoso discurso que se ha leído en la misa de hoy. Leer más…

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Cardenal Arns, en la senda de la Teología de la Liberación

Sábado, 31 de diciembre de 2016
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imageRecordando grandes figuras de la mano de Fe Adulta…

El 14 de diciembre falleció, colmado de años–95– y de virtudes –la más importante, la opción por las mayorías empobrecidas– el cardenal franciscano brasileño Dom Paulo Evaristo Arns, obispo auxiliar y arzobispo de Sâo Paulo durante más de treinta años (1966-1998), que brilló con luz propia en los diferentes campos del saber y de la vida religiosa y política de su país y de América Latina. Primero como profesor, maestro y teólogo, luego como obispo de la liberación y profeta. Formado intelectualmente en la Sorbona de París en lengua, literatura y filosofía clásicas, fue profesor de dichas disciplinas e infundió en el alumnado el espíritu humanista, el amor y el gusto por la cultura clásica. Enseñó literatura patrística a los estudiantes de teología, a quienes fomentó el estudio de las obras de los Padres de la Iglesia, algunas de cuales tradujo. Cuenta Leonardo Boff que la última vez que lo visitó en el convento de religiosas donde residió en las afueras de Sâo Paulo lo encontró leyendo los sermones de Juan Crisóstomo en griego. Pero, sobre todo, enseñó a pensar crítica y creativamente. Fue además un excelente escritor con una amplia bibliografía.

Obispo y profeta

El cardenal Arns fue obispo y profeta, dimensiones difíciles de compaginar en una misma persona. El obispo suele ejercer el poder eclesiástico al servicio de la institución religiosa que lo ha elegido y en alianza con el poder político. El profeta, por el contrario, es un visionario que muestra al jerarca la desnudez que se esconde tras sus ornamentos sagrados, la vacuidad de las pompas y vanidades sobre las que se asienta artificialmente, la falta de coherencia entre lo que predica y lo que vive, la bisutería en la que está envuelta su supuesta misión trascendente y, en fin, la falta de autoridad moral cuando se aleja de la ética de las Bienaventuranzas.

Fue su talante profético lo que llevó al cardenal Arns a desposeerse de los atributos episcopales autoritarios y alejarse de los conciliábulos eclesiásticos y políticos para ubicarse en el mundo de la exclusión y en el lugar de las mayorías populares marginadas de la muy poblada urbe de Sâo Paulo y hacer suyos sus sufrimientos y esperanzas. Y a fe que lo consiguió, sin por ello renunciar a su actividad como obispo, pero no como vigilante de la ortodoxia, sino como impulsor de la reforma conciliar y de experiencias eclesiales comunitarias. Su talante profético se alimentaba del espíritu franciscano al que nunca renunció como pudiera esperarse que hiciera cuando logró llegar a la cúpula de Iglesia católica brasileña. Francisco de Asís fue siempre su guía evangélica.

El cardenal Arns fue testigo privilegiado y protagonista de la vida religiosa y política de Brasil durante toda la segunda mitad del siglo XX. Vivió y sufrió en carne propia y en primera línea los horrores y la barbarie de la dictadura militar de seguridad nacional de su país, que duró 21 años. En sus sermones, escritos y declaraciones públicas denunció proféticamente los crímenes, las torturas y las sistemáticas transgresiones de los derechos humanos por los militares y defendió la democracia. Especial empeño puso en la condena de la tortura a la que eran sometidos los activistas de los derechos humanos.

Es de destacar el apoyo prestado a los dominicos presos y torturados, entre ellos Frei Betto, prestigioso escritor y teólogo de la liberación, frente a la actitud cómplice de algunos de los superiores dominicos. Denunció la represión contra la clase trabajadora y apoyó sus luchas y reivindicaciones. La confrontación directa con la dictadura le acarreó controles policiales y persecución política, que no le hicieron bajar el tono de sus críticas. En su lucha contra la dictadura, defensa de los derechos humanos y opción por los pobres siguió el ejemplo del profético arzobispo brasileño Helder Cámara, de quien se consideraba discípulo.

En la senda de la teología de la liberación

La II Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín (Colombia) en 1968 fijó como prioridad para la Iglesia del continente la creación de comunidades cristianas de base, que definió como “el primero y fundamental núcleo eclesial” y “factor de promoción humana y desarrollo”. El cardenal Arns, fiel a la eclesiología comunitaria de Medellín, impulsó y animó la creación de dichas comunidades. Gracias a su iniciativa y a la de otros obispos, en Brasil llegó a haber cerca de 80.000 comunidades eclesiales de base ubicadas preferentemente en zonas rurales y en los suburbios de las grandes ciudades. Este fenómeno dio lugar a lo que Leonardo Boff llamó “eclesiogénesis: las comunidades de base reinventan la Iglesia”.

Arns destacó por defender la teología de la liberación y a sus principales cultivadores, muchos de ellos teólogas y teólogos brasileños perseguidos por el Vaticano. La hizo realidad en su actividad pastoral siguiendo su metodología: análisis crítico de la realidad, interpretación liberadora de la Biblia y orientación a la praxis, y conforme al principio de la opción radical por los colectivos empobrecidos. Apoyó a las teólogas y los teólogos de la liberación en momentos de persecución, tribulación y condena. Leonardo Boff contó con la compañía y la solidaridad de sus hermanos franciscanos los cardenales Arns y Lorscheider durante el proceso al que fue sometido por el cardenal Raztinger siendo presidente del ex Santo Oficio, quien le sancionó con la imposición de un tiempo de silencio.

Según confesión del propio Boff, durante el proceso, Arns, refriéndose al documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe  (CDF) Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, que condenaba esta corriente teológica sin matices, le acusó a Ratzinger en estos términos: “Usted ha asumido la visión de los enemigos de esta teología [de la liberación], que son los militares latinoamericanos y los grupos conservadores del episcopado… Espero de Usted un nuevo documento, positivo ahora, que reconozca esta forma de hacer teología a partir del sufrimiento de los pobres y en función de su liberación”. Ratzinger tuvo en cuenta la petición de Arns y en 1986 la CDF publicó la Instrucción en positivo Libertatis conscientiaSobre libertad y liberación. Este testimonio es una muestra más de que el cardenal-arzobispo de Sâo Paulo no se doblegó ante ningún poder, tampoco ante el eclesiástico.

Arns, entre los Santos Padres de América latina 

El cardenal Paulo Evaristo Arns pertenece a la generación de los obispos-profetas que pusieron en práctica el paradigma del cristianismo liberador en América Latina en la dirección marcada por la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín. Iniciaron un nuevo modelo episcopal que, inspirándome en el teólogo de la liberación José Comblin, resumo en las siguentes características:

– Fueron más allá de la mera administración episcopal y consideraron que se principal misión era testimoniar con su vida el Evangelio en la sociedad.

– Pusieron su mirada y dirigieron su acción más allá de la Iglesia local y ejercieron su influencia liberadora fuera de los límites diocesanos que tenían asignados.

– Vivieron la colegialidad entre “obispos amigos”, asumiendo las causas de los oprimidos, consolándose y solidarizándose en medio de las persecuciones e intimidaciones que venían del Vaticano y de los poderes políticos, económicos y militares.

– Ejercieron la libertad personal como condición necesaria para luchar por la liberación de los grupos humanos oprimidos, sin ceder a las amenazas de castigos.

– Su ministerio pastoral se caracterizó estuvo guiado por la opción ético-evangélica radical por las personas y los colectivos empobrecidos.

– Muchos fueron objeto de persecución tanto dentro como fuera de la Iglesia sin por ello dejarse intimidar y algunos sufrieron el martirio por mor de la justicia. Esa fue la confirmación de la verdad de su mensaje y de la autenticidad de su vida

– Practicaron el ecumenismo, pero no de carácter doctrinal o institucional, sino en sus actitudes evangélicas en el seguimiento de Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador y la práctica de la justicia.

– Provocaron divisiones dentro del episcopado, el sacerdocio y los feligreses por sus actitudes solidarias con el mundo de la exclusión social, de la marginación étnico-cultural y de la discriminación sexista.

A esta generación de obispos, que Comblin llama “Santos Padres de América Latina”, pertenecen, entre otros, el chileno Manuel Larraín, precursor de Medellín; el ecuatoriano Leonidas Proaño, obispo de los indios; los  mexicanos Samuel Ruiz, obispo de los indígenas de Chiapas, y Sergio Méndez Arceo, cofundador de Cristianos por el Socialismo; los brasileños Helder Cámara, obispo de los pobres y “voz episcopal universal” y militante de la resistencia a la dictadura militar;  Antonio Batista Fragoso, “pobre entre los pobres” y militante de la resistencia contra el régimen militar, y Aloisio Lorscheider, defensor de la teología de la liberación; el argentino Enrique Angelelli, asesinado por la dictadura militar de su país; el salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado por su compromiso con la justicia; el guatemalteco Juan Gerardi, asesinado tras presentar el Informe “Guatemala: nunca más”; el español-brasileño Pedro Casaldàliga, obispo-poeta-revolucionario y defensor de las comunidades indígenas.

Durante las más de tres décadas que duraron los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI la generación de los obispos latinoamericanos de Medellín fue sustituida gradualmente por otra generación episcopal: la de quienes antepusieron la ortodoxia a la ortopraxis, prefirieron la fidelidad a Roma a la fidelidad al pueblo sufriente, se sometieron a la autoridad del Vaticano en vez de obedecer a la autoridad de las víctimas, se declararon guardianes del depósito de la fe en vez de caminar por la senda de la esperanza y transmitirla a las mayorías desesperanzadas.

Hubo, con todo, obispos que siguieron el camino liberador de sus predecesores, pero la dirección del cristianismo latinoamericano ya no fue la marcada por Medellín y Puebla, ni la vivida en las comunidades de base, ni la prensada desde la teología de la liberación. Quizá con el papa Francisco se vuelva a caminar en aquella dirección. Pero ese “quizá” solo puede hacerse realidad en cada parcela local y en el mundo global saliendo de los guetos eclesiásticos, yendo a las periferias existenciales, trabajando codo con codo con los movimientos sociales y puesta la mirada puesta en Otro Mundo Posible, desde donde construir Otra Iglesia Posible.

De aquella generación de “Santos Padres de América Latina” nos queda Pedro Casaldàliga, debilitado físicamente, es verdad, pero lúcido intelectualmente y en plenitud de facultades proféticas, como demuestra su mensaje con motivo de la muerte del cardenal Arns, a quien llama “protector fraterno en la caminada” y “profeta de nuestra América”. Él, dice, “supo atender a todas las llamadas, en favor de los derechos humanos, en diálogo ecuménico, enfrentando la injusticia, confortando a los pobres, denunciando y anunciando…, viviendo el evangelio en varias situaciones de la vida que tocó vivir”.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant lo Blanch, València).

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Martes 01 de Noviembre de 2014. Todos los Santos

Martes, 1 de noviembre de 2016
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58-TodoslossantosALeído en Koinonia:

Os animamos también a leer la Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
1Juan 3,1-3:Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos» en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»… o tal vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).

Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y sobre el «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta, según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos», sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión. Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)… La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad. Leer más…

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“¿Cómo es su fe cristiana?”, por Rodolfo Cortés Calderón

Viernes, 21 de octubre de 2016
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ecumenismo1Leído en  la página web de Redes Cristianas

El cristianismo es una hermosa doctrina cuando se vive según la filosofía y práctica de los Evangelios de JESUCRISTO, un caso: Lucas 17,5-10. Pero, desde mediados del siglo pasado ESTADOS UNIDOS para justificar su hegemonía imperial y detener los procesos de liberación de los pueblos, principalmente de Latinoamérica, creó una serie de iglesias fundamentalistas o sectas que practican otra cosa y que nada tienen que ver con las iglesias cristianas históricas. Esto ha desdibujado el cristianismo.

Estas sectas pentecostales centran su accionar en el diezmo, la alabanza a Dios de manera vertical y la prohibición a sus fieles para participar en actividades comunitarias o proyectos sociales que redunden en beneficio de la sociedad, señalándolas como actividades mundanas (¿?). Son además el sustento del actual neoliberalismo.

Sin embargo, compartiremos más adelante lo que descubrimos y aprendimos en dos momentos de nuestra vida cuando compartimos varias gratificantes experiencias con cristianos europeos en 1985 y estadounidenses en los años 1992 y 1993.

Como sabemos durante los años 80s Centroamérica sufrió los golpes y agresión armada de parte de ESTADOS UNIDOS surgiendo en contraposición varios movimientos promoviendo la paz, tan necesaria en nuestros pueblos agredidos por militares guerreristas e invasores tanto gringos, salvadoreños, de la Contra nicaragüense y hondureños. Fue así que surgieron varios movimientos pacifistas entre ellos COHAPAZ, Mujeres por la Paz VISITACIÓN PADILLA y CRISHPAZ. Nosotros pertenecimos a este último, Cristianos Hondureños por la Paz, movimiento ecuménico inspirado en el testimonio de del obispo salvadoreño monseñor OSCAR ARNULFO ROMERO y otros cristianos asesinados en Centroamérica.

Ya antes el Obispo ROMERO había dicho: “La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre, que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia. Ellos son el pueblo crucificado, como JESÚS, el pueblo perseguido, como el Siervo de Yahveh”.

En representación de CRISHPAZ viajamos dos personas en 1985 al VI Encuentro Ecuménico MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO en Madrid, España, para compartir experiencias de FE sobre la vida, cultura y situación política de Honduras (represión, persecución y asesinatos de líderes campesinos, revolucionarios, obreros y eclesiales). Un hermoso Encuentro de confraternidad y solidaridad que congregó representantes laicos y pastores de varias iglesias: Luterana, Anglicana, Ortodoxa, Católica y hasta algunos políticos “ateos” interesados en la paz en Centroamérica. Además por Mesoamérica íbamos laicos, sacerdotes y religiosos mayas. Toda una conjunción de razas, idiomas, creencias y culturas, pero todas teniendo como fundamento un sólo Señor: el Creador del Universo, de la Vida y de la Naturaleza. Posteriormente, durante más de 2 meses hicimos un recorrido por 6 países de Europa Occidental donde fuimos recibidos como delegación centroamericana por unas 80 comunidades. Durante estos encuentros todo era alegría y una babel que sin prejuicios religiosos, políticos o de raza hablábamos el lenguaje de la paz y del amor. Nadie distinguía quien era de tal o cual iglesia, ni hubo asomos de intolerancia religiosa.

La experiencia en ESTADOS UNIDOS era de otro tipo, pero también eclesial. Mientras viví en Washington como católico asistía los domingos a primeras horas de la mañana a la misa en la Iglesia de Santa María, con cientos de latinos presentes, pero liturgias muy “simplonas” y al mediodía compartía unas hermosas prédicas y reflexiones de una pastora de la Iglesia Luterana Sagrado Corazón, cuyo templo mantiene en el altar, cosa que no es común ni en las Iglesias Católicas, una enorme imagen de monseñor ROMERO.

Cuando viví en Virginia me sucedieron tres experiencias religiosas grandiosas. Una pareja de amigos ex sacerdote y ex religiosa, estadounidenses, casados, donde viví temporalmente, me llevaron a una misa que se celebró, asústese usted, en un acogedor templo protestante (supongo evangélico) ya que la iglesia católica en el lugar no tiene templo. Posteriormente con esta misma familia asistí a un culto de la Iglesia de Los Amigos Quáqueros, AFSC, también histórica, que nunca construyen templos y celebran en cualquier lugar neutro. Su reunión dura casi una hora en absoluto silencio. Los fondos que recogen los destinan a proyectos sociales de países empobrecidos por el Sistema. En Honduras la Red COMAL ha sido una de las más favorecidas.

Otra experiencia aleccionadora que rompió mis mediocres esquemas religiosos católicos fue asistir en BLACKSBURG, VIRGINIA, durante los seis días que dura la Semana Santa a celebraciones que hacen de manera conjunta y alterna todas las iglesias cristianas del signo que sean. Un día de la semana cada iglesia se responsabiliza y prepara y todos, sin excepción, asisten al culto ecuménico religioso celebrado por pastores, reverendas o sacerdotes.

¿Verdad que dentro del “cristianismo” que se practica en Honduras no hay ningún parecido al de las iglesias europeas y estadounidenses? ¿Qué piensa usted de esto? ¿Se estará desvaneciendo nuestra fe o la estaremos mercantilizando?

Estamos a tiempo de unificar nuestras iglesias cristianas sin intereses o prejuicios de ninguna naturaleza. Nos une un mismo regalo: la Palabra y Evangelios de JESÚS.

Pero también para que revisemos nuestra fe y entendamos que los poderes diabólicos de estos gobiernos neoliberales quieren matar nuestra conciencia social y solidaria para que no luchemos y defendamos nuestros derechos y los bienes dados por Dios a toda la humanidad: nuestros mares, aguas dulces, bosques, suelos, territorios, libertad de expresión, de movilización y protesta, o defender la VIDA.

11 de Octubre 2016.

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Recordatorio

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