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¿Quién mató al arzobispo? Fuenteovejuna, todos a una

Sábado, 27 de octubre de 2018
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44771657_1102247113285813_7506303953693310976_nReabierto el ‘caso Romero’: un juez pone en busca y captura al presunto asesino del arzobispo mártir

Del blog de Xabier Pikaza:

La pregunta de Lope de Vega en Fuenteovejuna era quién mato al Comendador, y la respuesta todos a una.

La pregunta de hoy es quién mató al Arzobispo San Romero, y así la sigue planteando la prensa (25.10.18).

‒ El cardenal Rosa Chávez, de El Salvador, ha pedido que se abra de nuevo el caso de su asesinato.

‒‒ Un tribunal de El Salvador ha ordenado la detención del capitán Álvaro Saravia Merino, uno de los dos responsables directos del asesinato” (el otro, bien conocido por los medios parece haber muerto hace algún tiempo).

El tema me interesa y quiero que se llegue hasta el final, pero sólo si el juicio se abre sin limitaciones, citando y buscando, a todos los responsables de la muerte de Romero, cuyo caso he comparado con la muerte de un Comendador avieso y cruel, llamado Hernán Perez, a quien mataron en tiempo de los Reyes Católico, todos los vecinos de Fuenteovejuna (en Córdoba de España), cuya historia llevó al teatro Lope de Vega.

43722355_1102247636619094_3449270398418419712_nVino la justicia para condenar a los culpables, pero nadie en el pueblo quiso dar nombre, ni apellido, respondiendo siempre a la pregunta del juez “le mató Fuenteovejuna, es decir, Todos‒a‒Una”. Fue según Lope de Vega una muerte necesaria, un asesinato justiciero, un tiranicidio, admitido por entonces por muchos jesuitas.

El caso de Fuente-ovejuna era claro. El de Romero es mucho más complejo, y me parece muy difícil que haya un juez que se atreva a desentrañarlo hoy por hoy , a pesar de que en Roma le han canonizado.

Quisiera que su caso de desentrañe, pero no para clamar venganza contra posible culpables particulares, sino para que su muerte pueda significar el comienzo de cambio económico y social, religioso y humana… pues aquí, como en el drama de Fuenteovejuna todos fueron (y en algún sentido somos culpables, si nos aprovechamos de la economía y política actual) culpables de la muerte del Arzobispo.

Imágenes de la tumba de Romero, en la cripta de la Catedral de San Salvador. Allí la vi el año 2006. No me parece la mejor tumba posible para un hombre como él, encargada y realizada en Italia… ideada por alguien que no parece haber entendido y querido a Monseñor (como me decía una anciana que puso una pequeña flor en el suelo, con lágrimas en los ojos). ¡Parece como si quisieran haber querido matarle de nuevo, me dijo!

Para iluminar el caso. Mis tres “visitas” a El Salvador

La primera el año 1991, a los once años del asesinato de Romero y a los dos años del de Ellacuría y compañeros, poco después de haberse firmado el tratado de paz. Ofrecí un curso en la Universidad Salesiana, sobre la colina… Viajé en todos los autobuses, hablé con todas las gentes, compartí sufrimientos y esperanzas con la monja que asistía a Romero en la casita‒hospital donde vivió, la que sale en todas las fotos de su muerte… Yahvé entonces descubrí la trama de fondo de su muerte. En algún sentido, todos los que tenían algún poder le habían matada.

Estuve otra vez varios días (el año 1999, creo) con las hermanas Mercedarias de SS. Hablamos horas y horas de la guerra y de la paz, en unos ejercicios espirituales y en un curso posterior. Dirigí alguna clase a los teólogos del seminario y comí con los profesores… y con el nuevo Arzobispo de El Salvador, Mons. Fernando Sáenz Lacalle, sacerdote del Opus Dei, natural del Cintruénigo, Navarra (España), capellán militar, alto oficial del ejército. Los profesores del seminario me “obligaron” a sentarme con él, mientras todos ellos se iban, en gesto clarísimo de distanciamiento. Hablé mucho con Lacalle, de los pimientos de la Ribera de Navarra, y de la situación del ejército en el Salvador. Se veía claro que él se sentía más cerca del ejército que de Romero. Con él estaba también parte del clero.

marisa-martc3adnezFinalmente volví el año 2006, invitado por Paco Soto, gran misionero andaluz, y por Marisa D’Aubuisson, hermana de uno de los altos mandos militares de El Salvador, fundador del partido Arena, de quien se dice que fue instigador del asesinato de Romero. Quien quiera conocer la visión de esa mujer lea la entrevista que adjunto al final de esta reflexión. Hablamos mucho en el curso, desde una perspectiva bíblica y social. Me invitó a su casa y comí con su familia, descubriendo de nuevo que el asesinato de Romero fue consecuencia de una serie factores entre los que estaba el ejército nacional de El Salvador, con el influjo de las familias ricas y la administración de USA. Ella, Marisa, su hermana, le quería, y le asistió en su enfermedad, queriendo que comprendiera el crimen humano y cristiano del asesinato de Romero. Conservo los apuntes de aquel curso. Hablé a los grupos de BIPO (Biblia Popular) sobre formas de lectura, científica, cultural y popular de la Biblia. Conservo aún los apuntes

¿UN JUICIO DEL CASO ROMERO?

No han hecho todavía el “juicio de Romero” (porque había muchos intereses de fondo…), y no sé si es bueno hacerlo ahora, a no ser que se haga un juicio nacional, social y religioso, de todos los muertos de El Salvador en los últimos 50 años, sabiendo que más de el 90% de los crímenes han quedado sin juzgar.

1. Lo más fácil sería encontrar a Álvaro Saravia, uno de los “pistoleros” a sueldo de ejército y de USA y condenarle, cerrando así el caso (pues el otro pistolero a sueldo murió hace tiempo). Pero esto sería casi como echar la culpa de la muerte de Jesús a sus verdugos, dejando libres a Caifás y Pilatos… Saravia es sólo el último eslabón de una cadena de “asesinos” en serie (muchos de ellos de “manos blancas”) , que mataron a Romero.

2. Entre los asesinos principales están algunos grupos militares “nacionalistas” (entre los que sobresale quizá D’Abuyson, que sintieron y “sufrieron” en su carne el peligro que podía representar un hombre de Dios como Romero, alguien que quería la verdad, y el bien de todos, sin armas, sin más autoridad que el evangelio, como voz de los perseguidos. Para situar la acción y responsabilidad de D’Abuyson léase la entrevista que sigue de su hermana Marisa (en la que repite y dice muchas cosas de las que me habló el año 2005)

3. ¿Eran responsables los guerrilleros por promover un tipo de alzamiento, que fue excusa para la intervención armada de militares y para‒militares, con la oligarquía del país, que se sintió amenazada por la toma de conciencia y libertad de los campesinos? Quizá mejor supo interpretar ese tema está I. Ellacuría, que hablaba de ello con libertad cristiana, con gran hondura filosófica, social y religiosa, siendo asesinado por ello con sus compañeros, el año 1989. Ellos fueron de los últimos “mártires” del caso Romero, asesinados como él, por los enemigos de la verdad, a suelde de los intereses militares y sociales de algunos “oligarcas” del país y el extranjero (en gran parte de USA).

4. Fue culpable una parte de la administración económico‒militar de USA, que quería mantener su presencia en el Salvador, reprimiendo los intentos de libertad y autonomía del pueblo, acusándoles de marxismo y de violencia. Ciertamente, quizá no se echar la culpa directa a la administración oficial USA, pero sus intereses económicos, militares y geoestratégicos estaban y están en la muerte de Romero.

5. Fue culpable parte de la Iglesia, que tuvo miedo de personas como Romero y de las transformaciones sociales como las que podían realizarse en América Latina. Fue culpable una parte de la Iglesia por falta de compromiso con el pueblo, por falta de verdad evangélica, por falta de solidaridad con Romero. Nunca he comprendido que a Mons. Sáinz Lacalle, pensando como pensaba, y siendo quien era, le hicieran arzobispo de San Salvador, tras Mons. Ribera (que fue digno sucesor de Romero). No entendí ni entiende una política eclesial que dejó sólo a Romero durante los tres años de su vida pública, después muchos años, tras su muerte.

6. Fue culpable de la muerte de Romero una economía mundial que impuso y sigue imponiendo su dictado sobre los pueblos, con asesinato indirecto de miles de hambrientos cada día, y con asesinato directo de líderes religiosos y sociales como Romero.

Fuenteovejuna de nuevo

En el drama de Lope de Vega sobre la muerte del Comendador a manos del pueblo de Fuenteovejuna asistimos a la ejecución discutible, pero justiciera, del Comendador Pérez de Guzmán. Fue el pueblo sufriente el que tomó la justicia en sus manos, matando al tirano (conforme a la doctrina muy discutida de la moralidad del tiranicidio).

Por el contrario, en la muerte de Romero no intervino el pueblo oprimido como tal, que se ha sentido identificado con él, cristianos y no cristianos. Romero fue asesinado porque estaba con ese pueblo, porque decía palabras de puro evangelio, frente a un Fuenteovejuna de opresión, formado por terratenientes y militares, por los representantes de un comercio mundial asesino y de un poder imperial como el de USA, con el silencio de parte de una iglesia, que se ha sentido más cerca del poder político‒militar y económico que del pueblo.

No hacía falta que a Romero le canonizaran. Le ha canonizado previamente el pueblo. No hace falta que encuentren y condenen a Álvaro Saravia, si es que fue el uno de los que dispararon a Romero por encargo, “por un puñado de dólares”. Los culpables verdaderos de la muerte de Romero siguen gobernando la economía y política militar del mundo, por más que algunos ahora hablen bien de Romero.

Romero murió como Jesús, en cuya muerte participaron también todos los poderes de su tiempo (económicos, políticos, militares…), como dice muy bien Mt 23, 35, cuando dice que todos fueron culpables, y que en la sangre de corrió y se derramó hasta la muerte la sangre de todos los asesinados de la historia, desde el justo Abel hasta el último de los que han muerto hoy día (24.10.18) quizá con armas y bombas vendidas por el Estado español a ejércitos regulares y a traficantes de la muerte.

((Sigue entrevista de Marisa D’Abuyson, hermana de uno de aquellos que dictaron sentencia de muerte contra el Arzobispo Romero)

Adjunto:

Marisa Martínez: “Mi hermano Roberto d’Aubuisson estuvo en la planeación del crimen de monseñor Romero en El Salvador”. BBC Mundo 26 MARZO 2018 Leer más…

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“Cervantes, bisexual”, por Ramón Martínez

Jueves, 26 de marzo de 2015
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miguel_de_cervantesUn interesante artículo que publica Cáscara Amarga:

Con la aparición de los supuestos restos del autor del Quijote no sólo queda claro que la política cultural de Madrid está en los huesos, gracias a la incapacidad de Ana Botella. También hemos comprobado, una vez más, que determinados datos de la vida de un autor sólo son relevantes en caso de que no atenten contra los cánones establecidos.

Miguel de Cervantes era bisexual, no cabe duda alguna. Bien es cierto que metodológicamente es un error trasladar conceptos actuales sobre sexualidad a una época pasada donde no sólo no existían esos términos sino que el propio pensamiento sobre el hecho sexual era diferente. Resulta inadecuado tratar de encajar nuestras categorías sobre la orientación sexual y la identidad de género a un contexto social y cultural tan diferente como es el siglo XVI. Es un error decir que Teresa de Jesús fue posiblemente una lesbiana más o menos visible entre sus compañeras carmelitas y que la poesía de Juan de la Cruz desvela ciertos puntos de vista trans, o que Luis de León quizá fuera gay, por haber traducido la bucólica segunda de Virgilio y haber superado el original –“En fuego Coridón, pastor, ardía / por el hermoso Alexi, que dulzura / era de su señor y conocía / que toda su esperanza era locura”–. Pero no se trata de un error porque Teresa y Luis no se sintieran atraídos por personas de su mismo sexo, o porque Juan no pudiera haber sentido su género como femenino. Tratándose de personajes religiosos no hay forma, supuestamente, de demostrar nada, ni siquiera que fueron heterosexuales y cisexuales. Es un error porque los elementos culturales que sustentan todos estos conceptos no existían en el Quinientos. Cuando afirmamos ahora que Cervantes era bisexual no decimos nada más que, a lo largo de su vida, mantuvo relaciones con personas de más de un sexo, y hemos de emplear los términos avant la lettre, que se dice, para que nos sea posible entendernos.

El hecho es que los huesos que se han encontrado esta semana pertenecieron a un hombre que, en su vida, disfrutó del calor de hombres y mujeres. Sabemos que se casó en 1584, y que se separó de Cataliza de Salazar –con la que está enterrado, y mezclados sus restos– en 1586, porque la convivencia era muy mala. De sus sesenta y ocho años de vida, únicamente dos los pasó junto a una mujer. Es un dato comprobable que existió el vínculo matrimonial, y de ahí estamos obligados a suponer que, además, mantuvieron relaciones sexuales. Es uno de los privilegios del matrimonio, frente a otras formas de relación. Pero también es evidente que don Miguel, además de “haber ayuntamiento con fembra placentera”, que nos diría el Arcipreste, tuvo no pocos conciertos con diversos hombres.

Uno fue, seguramente, el cardenal Acquaviva, de quien fue paje en Roma en torno a 1570. Se supone que se habían conocido en Madrid en 1568 y que Monseñor, un año mayor que Cervantes (aquél con veintidós años, éste con veintiuno) se quedó prendado, se dice que de sus versos, pero es preciso recordar que el propio Miguel era consciente de que como poeta dejaba bastante que desear. Pasara lo que pasara, el autor del Ingenioso Hidalgo se incorpora después a la milicia, pierde la movilidad de su mano en la batalla de Lepanto en 1571 y sigue viajando gracias a los tercios, hasta caer preso en Argel en 1575, donde estuvo hasta ser rescatado en 1580. Y allí tenemos seguro que volvió a mantener relaciones con hombres, como la mayor parte de la crítica ya ha aceptado, aunque le pese –que le pesa–.

Después de todo esto, siempre espero escuchar una frase clásica: “lo importante es que era buen escritor. La vida privada de cada cual no tiene nada de relevante”. Pues sí, era un novelista genial, y en su Don Quijote podemos encontrar algunas de las escenas más escandalosas, en lo tocante a lo sexual, de la literatura española. Los sucesos de Sierra Morena deben ser interpretados adecuadamente, y allí encontramos a Dorotea que, en traje de varón, moja sus pies desnudos en el agua, sin saber que es observada por el cura disfrazado de escudero y el barbero vestido de princesa Micomicona, que creen que se trata de un joven hasta que descubre sus cabellos. Más adelante, con Sancho en la Ínsula Barataria, encontramos a un joven y su hermana intercambiándose los vestidos para salir a la calle. Bien es cierto que un autor perfectamente heterosexual sería capaz de escribir dos pasajes como estos, aunque quizá no se detuviera tanto como lo hace Cervantes describiendo el baño de la disfrazada Dorotea.

Lo que me preocupa esta semana es que aún nadie haya salido a la calle a gritar a los cuatro vientos la bisexualidad de Cervantes. No lo harán, seguramente, bajo esa perspectiva en que la vida privada no tiene nada que ver con la vida literaria. Pero hemos estudiado a Elena Osorio (Filis), Antonia de Trillo, Isabel de Urbina (Belisa), Juana Guardo, Marina de Aragón, Micaela Luján (Camila Lucinda) y Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), algunas de las mujeres que pasaron por la vida de Lope de Vega, cuya heterodonjuanesca hemos celebrado con júbilo en un reciente capítulo de esa gran serie que podría ser El Ministerio del Tiempo. Entonces, ¿qué es lo que convierte en algo tan relevante la vida privada del autor de El perro del hortelano? ¿Por qué estudiamos a las mujeres de Lope y no a los novios de Lorca? Y, siendo Cervantes bisexual, ¿por qué sabemos que estuvo casado con Catalina de Salazar pero no se habla de sus relaciones con hombres? Hay un privilegio evidente, un privilegio heterosexual que condena a todas las personas diversas al silencio, a quedar relegadas a la vida privada, ésa que no importa, aunque vertebre sus obras y sólo conociendo su realidad como ser humano sea posible desentrañar el significado de su literatura. Desde aquí propongo que, en las sedes de todos los colectivos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales de España se coloque un retrato de Miguel de Cervantes. Si ellos no quieren reconocer la realidad de sus autores, lo haremos nosotras con los nuestros.

Por cierto, Lope de Vega fue secretario del Duque de Sessa a partir de 1605, y la relación entre ambos fue bastante convulsa. Se sabe que Lope, además de encargarse de sus papeles, también alcahueteaba en favor del Duque, metiendo en su cama no sólo mujeres, sino también hombres. Se sabe que la extraña relación entre noble y secretario atormentó a Lope durante años. Y quizá no conozcas una comedia del Fénix de los Ingenios titulada La boda entre dos maridos, y quizá recuerdes que El perro del hortelano narra los amores y desamores de la Condesa de Belflor con su secretario… Y es que quien lo probó, lo sabe. Vale.

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