Rob y Linda Robertson de Redmond, de Washington, supieron que su hijo Ryan era gay cuando salió del armario  tan sólo a los 12 años de edad, pero como eran devotos cristianos hicieron todo lo que pudieron para que el pequeño luchara contra sus instintos. Le sometieron a diversas terapias “curativas” y como resultado se enganchó a las drogas y acabó muriendo como consecuencia de una sobredosis.

Básicamente, nos dijeron que nuestro hijo tenía que elegir entre su sexualidad y Dios y nosotros tratábamos de ayudarle”, comentan los padres aún angustiados. Ahora recuerdan como una anécdota el miedo que tenían a que un día se presentara con un novio a casa. A cambio han logrado poder visitarle solo en su tumba del cementerio el resto de sus vidas. 

Ahora, cuando pienso en el miedo que regían todas mis reacciones durante esos primeros seis años después de que Ryan nos dijo que era gay, me estremezco y me doy cuenta de lo estúpido que era”, escribe Linda en su blog.

Y me duele, no sólo por mi hijo mayor, al que he perdido para todos los días de mi vida, sino por todos los errores que cometí. Sufro por lo que podría haber sido, asegura esta madre arrepentida.

Rob y Linda son ahora líderes de una Extensión Local del Equipo de VIH / SIDA, colaboradores del sitio web Biola Queer Underground y han abierto un grupo LGBTQ en su iglesia y dan charlas a padres de personas LGBTQ por todo el país.

Fuente Ociogay