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Un obispo preside la oración en un encuentro de católicos LGTB en Estados Unidos

Jueves, 18 de mayo de 2017
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bishopstowe1Dos noticias de cariz muy diferente revelan las tensiones internas que se están produciendo en el seno de la Iglesia católica estadounidense por lo que la inclusión de las personas LGTB se refiere. Por un lado, un obispo ha asistido a un encuentro para personas LGTB católicas, en el que además ha dirigido la oración. Por otro, se siguen conociendo casos de discriminación en instituciones dependientes de la Iglesia.

Que las instituciones de la Iglesia católica no son precisamente un lugar fácil para las personas LGTB es bien conocido. No obstante, también es cierto que se están produciendo en los últimos tiempos movimientos internos, especialmente en países como Estados Unidos o Alemania, de los que venimos informando regularmente. Hoy recogemos movimientos de signo contrario al otro lado del Atlántico, unos a favor de la inclusión y otros de reafirmación de la exclusión.

Un ejemplo reciente del primer grupo es el del obispo de Lexington (Kentucky), el franciscano John Stowe, quien ha dirigido una oración ante 300 personas en un encuentro de New Ways Ministry, organización norteamericana que trabaja por la inclusión de las personas LGTB en la iglesia católica. No era, por cierto, el único obispo que tenía previsto asistir: también iba a estar presente el obispo emérito auxiliar de Detroit, Thomas Gumbleton, que al final se vio obligado a cancelar su asistencia por enfermedad.

En una entrevista concedida durante el encuentro, Stowe declaró sentir humildad ante la persistencia de las personas LGTB católicas, con “una vida de fe en una iglesia que no siempre la ha acogido o valorado”. Según el obispo, ellas también le han dado a la Iglesia “una valiosa lección de misericordia”, al pedirle “ser más inclusiva y más parecida a Cristo, a pesar de que se les hayan dado tantas razones para marcharse”.

Stowe dirigió la oración, además, en presencia de la hermana Jeaninne Gramick, de la Congregación de Loreto. Esta monja es desde hace más de 20 años una de las figuras más prominentes en defensa de la inclusión de las personas LGTB católicas en la Iglesia. Cofundadora de New Ways Ministry, ha publicado varios libros y ha protagonizado un documental sobre su vida y su mensaje, In Good Conscience. Más aún, Gramick llegó a ser reprobada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1999, junto a otro de los fundadores de la organización, Robert Nugent, fallecido en 2014. Pese a ello persistió en su tarea, aunque tuvo que cambiar de congregación.

La participación de Stowe, como era de prever, no dejó de causar gran controversia, a través de correos y publicaciones en blogs, algunas de las cuales calificó de “maliciosas”. Con todo, es un signo positivo que pese a las presiones en contra, Stowe persistiera en ir al encuentro.

“Algunos santos probablemente fueron gais”

En el contexto de esta charla, merece ser destacada una anécdota. La protagonizó el jesuita James Martin, de quien ya hemos hablado en esta página por su apoyo al colectivo LGTB (la última hace menos de un mes, cuando afirmó que las iglesias debían denunciar la persecución de los homosexuales en Chechenia).

Martin respondió en su perfil de Facebook a quienes le reprocharon su publicación sobre el encuentro del obispo Stowe. En concreto, al comentario de que “a ningún santo canonizado le haría mucha gracia”, James Martin respondió: “algunos de ellos eran probablemente gais. Un cierto porcentaje de la humanidad es gay, por lo que muy probablemente lo fueron algunos de los santos. Te sorprenderás de verte saludado por hombres y mujeres LGTB cuando llegues al cielo”. Un comentario que curiosamente ha sido recogido en Infovaticana, un portal ultraconservador que, a pesar de su nombre, no tiene nada que ver con ninguna página oficial del Vaticano.

Dos casos de discriminación

La asistencia del obispo Stowe a un encuentro LGTB contrasta con dos casos de discriminación recientemente conocidos, también en Estados Unidos. En el primer caso, Evan Michael Minton, un hombre trans, ha demandado al grupo de hospitales Dignity Health de California por haberse negado a practicarle una histerectomía (extirpación del útero). Fue, en concreto, en el San Juan Medical Center, centro que canceló la intervención justo el día antes de que se le practicara: “Me dejó destrozado, no quiero que esto afecte a mis hermanos y hermanas transgénero como me afectó a mí. Nadie debería pasar por esto”, asegura.

De acuerdo con la explicación de los administradores, la cancelación se debió a que la operación violaba las políticas de la empresa, basadas en las directivas éticas y religiosas para los servicios de salud católicos de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, publicadas en 2009. En este sentido, la doctora de Minton, Lindsey Dawson, afirma no culpar a los administradores o al personal del centro. “Culpo a la doctrina católica”, ha declarado.

El segundo caso es el de William di Canzio, retirado de sus funciones de lector en la parroquia de Daylesford Abbey, en las afueras de Filadelfia, por haber contraído matrimonio con otro hombre. La decisión se produce después de que el arzobispo de Filadelfia, Charles Caput (uno de los más conservadores de Estados Unidos), haya prohibido expresamente que personas con pareja del mismo sexo lleven a cabo labores litúrgicas. Sin embargo, el relato de los acontecimientos que ofrece el propio Di Canzio muestra las tensiones actuales, pues el propio párroco expresó un claro malestar al tener que aplicar la decisión: “el abad Richard Antonucci de la Abadía de Daylesford en Paoli pidió reunirse conmigo, aunque no quiso decirme por adelantado el motivo. Empezó la conversación diciendo que se había enterado de que me había casado con mi compañero desde hace doce años, Jim Anderson. ‘Créeme’, me dijo, ‘os deseo sinceramente muchos, muchos años de felicidad juntos’. Luego me pasó una copia de la directiva del arzobispo Charles Caput [y] dijo que, a su pesar, tenía que aplicar la directiva”.

En definitiva, noticias contradictorias que hablan de tensiones en el interior de la Iglesia católica por lo que a la situación de sus fieles LGTB se refiere. Unas tensiones cuya visibilidad, inimaginable hace solo unos pocos años, es señal de que se están produciendo cmovimientos a los que merece la pena seguir atentos.

Fuente Dosmanzanas

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El sacerdote jesuita James Martin llama a las iglesias a pronunciarse contra la persecución homófoba en Chechenia

Lunes, 24 de abril de 2017
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james-martin-sj-y-la-portada-de-su-nuevo-libroOtro jesuita, para más señas papa, Francisco, permanece mudo ante este genocidio, como mudo ha estado en sus visitas a países africanos donde se nos persigue, acosa, asesina… Sus obispos, mudos, como los monos de Gibraltar que ni ven, ni oyen, ni dicen nada, pero con un agravante: Francisco y sus obispos SI ven, SI oyen… pero no dicen nada pisoteando el profetismo del Evangelio.

Las iglesias cristianas deben pronunciarse contra la persecución a las personas LGTB en Chechenia. Así de rotundo se ha expresado James Martin, un sacerdote de Estados Unidos del que ya hablamos el pasado 11 de abril. Se trata de un jesuita de notable relevancia que ya en ocasiones anteriores se ha destacado por su apoyo a las personas LGTB. Lo hizo, por ejemplo, tras el atentado de Orlando, y próximamente publicará un libro a favor del acercamiento entre jerarquía y comunidad LGTB que ha cosechado alabanzas de importantes miembros de la jerarquía católica.

James Martin es sacerdote jesuita y periodista. Actualmente es editor jefe de America, una importante publicación católica de Estados Unidos. Es también una de las voces más prominentes a favor de la inclusión de las personas LGTB en la Iglesia católica. Con ocasión del atentado en Orlando, Martin estuvo entre los primeros en alzar la voz: pidió que la jerarquía condenase el atentado hablando claramente de homofobia, bifobia y transfobia, y que se solidarizase explícitamente con el colectivo LGTB.

Con anterioridad, Martin había hablado de la probable homosexualidad del teólogo y mártir protestante Dietrich Bonhoeffer, según una reciente y acreditada biografía, señalando, significativamente que “importa” que Bonhoeffer fuera gay, porque muestra que “los hombres y mujeres gais pueden ser santos, muy santos, incluso mártires“.

Ahora ha vuelto a destacarse por dos actos. El más reciente ha sido su pronunciamiento público contra la persecución en Chechenia; y el segundo es la próxima publicación de un libro a favor de la inclusión de las personas LGTB.

Llamamiento a pronunciarse contra la persecución en Chechenia

Así, en primer lugar, James Martin ha llamado a los católicos a denunciar la persecución de los homosexuales en Chechenia a través de sus perfiles en redes sociales. La propia revista America, de hecho, ha informado sobre la persecución.

Por una parte, James Martin ha publicado tres tuits: en el último afirma claramente que “el encarcelamiento de hombres gais en Chechenia es un asunto de dignidad humana. Las iglesias deben pronunciarse”; en el anterior recuerda la afirmación del Catecismo de que se debe evitar todo signo de discriminación injusta, y en el primero, que acompaña de un enlace al artículo de America, señala que la persecución en Chechenia es precisamente un ejemplo de discriminación injusta, acompañándolo significativamente de una foto de Putin.

También en Facebook ha dejado un mensaje en el que afirma: “La iglesia tiene una absoluta responsabilidad moral y debe pronunciarse a favor de todos aquellos que son marginados y perseguidos, en este caso los hombres gais en Chechenia que están siendo encarcelados y asesinados. Da igual lo que pienses sobre temas LGTB, esto es un claro ejemplo de ‘discriminación injusta’, condenada por el Catecismo de la Iglesia Católica (2358) y hay que oponerse. El encarcelamiento de estos hombres es un asunto de dignidad humana; el asesinato de estos hombres es un asunto de vida humana”.

Un libro que invita a “tender puentes” entre los católicos LGTB y la jerarquía

Por otra parte, este mismo sacerdote publicará próximamente un libro titulado Construyendo un puente (“Building a bridge”) en el que se pronuncia a favor del acercamiento entre la Iglesia católica y las personas LGTB. El libro está basado en una charla dada por James Martin con ocasión de un premio recibido por parte de New Ways Ministry, una organización que lleva más de 20 años trabajando a favor de la inclusión de las personas LGTB en la Iglesia católica. En dicha charla, animaba tanto a la jerarquía de la Iglesia como a los católicos LGTB a establecer un puente.

En la “primera dirección” de este puente, desde la jerarquía a los fieles católicos LGTB, destaca en particular la insistencia en que la jerarquía se refiera al colectivo con el nombre que dicho colectivo emplea para sí mismo. Esto significa dejar de utilizar términos como “estar aquejados de atracción por el mismo sexo” (que por ejemplo emplea con profusión en España el obispo Reig Pla, utilizando incluso el acrónimo AMS para darle más empaque) o incluso “homosexualidad”, por tener connotaciones excesivamente clínicas. Martin propone usar en su lugar los términos de la misma militancia, como LGTB o LGTBQ.

Ciertamente, Martin también pide a las personas LGTB católicas que tengan “comprensión” y “respeto” con la jerarquía, atendiendo a lo que, dentro de la doctrina, es su misión de enseñar. Puede que en algunos asuntos disientan, pero un camino de diálogo debe incluir, afirma Martin, el reconocimiento, por parte de los propios católicos LGTB, del papel que pese a todo corresponde a los obispos según la fe que ellos mismos profesan. Se ha de evitar por ello, afirma, el lenguaje agresivo que en ocasiones se escucha de parte de ámbitos LGTB católicos. En este sentido, invita también a ir más allá de los pronunciamientos en materia LGTB y a atender a otros mensajes de tipo social frecuentemente pasados por alto: “Frecuentemente, especialmente en asuntos de justicia social, puede que encuentres que te desafían con una sabiduría que no escucharás en ningún otro lugar en el mundo”.

Lo más interesante de este libro ha sido el apoyo explícito de algunas altas autoridades eclesiásticas, en forma de elogios que aparecerán en la cubierta del mismo. El cardenal Kevin Farrell, prefecto del dicasterio Laicos, Familia y Vida, ha afirmado que es “un libro bienvenido y muy necesario que ayudará a obispos, sacerdotes, colaboradores pastorales, y a todos los líderes eclesiales a ejercer un ministerio más compasivo a la comunidad LGTB. Ayudará también a los católicos LGTB a sentirse más en casa en la que, a fin de cuentas, es su iglesia”. El cardenal Joseph Tobin, hasta hace poco arzobispo de Indianápolis y ahora arzobispo de Newark, afirma por su parte que “en demasiadas partes de nuestra iglesia, las personas LGTB se les ha hecho sentir que no son bienvenidas, se les ha hecho sentir excluidas e incluso avergonzadas. El libro valiente, profético e inspirador de James Martin marca un paso esencial en la invitación a los líderes eclesiales a ejercer su ministerio con mayor compasión y al recordar a los católicos LGTB que son tan parte de nuestra iglesia como cualquier otro católico”.

En definitiva, se trata de una toma de postura positivamente destacable por venir de una figura prominente y por suscitar reconocimiento incluso entre miembros de la jerarquía católica. Poco que ver todavía, en cualquier caso, con la situación que vive la Iglesia católica en España.

Fuente Dosmanzanas

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Católicos homosexuales afirman que las pautas de los obispos de Malta les permiten comulgar

Lunes, 30 de enero de 2017
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beso-gay-vaticano“En esta nueva era papal, es una cuestión de voluntad episcopal”, dicen

Saludan la actitud “compasiva” de Scicluna y Grech ante las “situaciones irregulares”

(Cameron Doody).- “Los principios que elaboraron son transferibles a los católicos LGBT y a sus seres queridos”. Así ha acogido la organización New Ways Ministry la actitud “matizada y compasiva” de los obispos de Malta hacia los creyentes en situaciones “irregulares”, sosteniendo que su ejemplo puede abrir el camino a la participación de católicos gays en los sacramentos de la reconciliación y la eucaristía.

En un blog colgado en la web del servicio pastoral a los católicos homosexuales, su editor adjunto, Robert Shine, sostiene que los criterios de los obispos Charles Scicluna y Mario Grech sobre la participación en la disciplina sacramental son aplicables tanto a las personas separadas y divorciadas como a las personas gays.

Cabe recordar que en sus pautas para la aplicación de la Amoris laetitia los prelados malteses avanzaron el siguiente principio:

Si, como resultado del proceso de discernimiento, emprendido con “humildad, discreción y amor por la Iglesia y su enseñanza” … una persona separada o divorciada que vive en una nueva relación, discierne, con una conciencia informada e iluminada, reconocer y creer que él o ella están en paz con Dios, él o ella no pueden ser excluidos de participar en los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.

sciclunaCharles Scicluna

Para Shine, la clave del documento de los prelados malteses es su ejemplo de no discriminación. Tal y como recuerdan los obispos con la propia exhortación apostólica, los católicos en situaciones familiares “irregulares” -sean éstas debidas a la separación, el divorcio o incluso a la orientación afectiva– bajo ningún concepto deben ser tratados de forma diferente a los demás creyentes.

Es más: según plasmaron Scicluna y Grech, los católicos en situaciones difíciles pueden volver a los sacramentos al “formar e iluminar su propia conciencia, de modo que puedan hacer una decisión honesta ante Dios y actuar según el mayor bien posible”.

Como Shine recuerda, si la participación en los sacramentos depende de tal proceso de discernimiento y formación, la Iglesia tiene que reconocer que este es un momento por el que han pasado también muchos católicos gays.

“La Iglesia debe ayudar a formar conciencias, no reemplazarlas”, escribe Shine, “y ha de respetar las decisiones de la conciencia una vez ya tomadas. En cuanto a los creyentes LGBT, observa, ellos también “han hecho una decisión honesta ante Dios”. Y si las personas separadas o divorciadas pueden volver a los sacramentos una vez que se sientan ellos mismos en situación de paz con Dios -tal y como sostuvieron los obispos Scicluna y Grech- tal principio lógicamente puede ser extendido también a los creyentes homosexuales.

“Entre las muchas disputas sobre Amoris laetitia”, concluye Shine, “los obispos de Malta han mostrado lo que los líderes de la Iglesia pueden hacer con el espacio creado por el Papa Francisco al haber recuperado partes olvidadas de la tradición católica”.

“En esta nueva era papal”, añade, “es una cuestión de voluntad episcopal, más que cualquier restricción del Vaticano, la que dictará cómo se profundice la inclusión de personas LGBT”.

Fuente Religión Digital

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Grupos LGBT, contra el veto de los homosexuales al sacerdocio

Lunes, 12 de diciembre de 2016
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6a00d8341c730253ef011570151df7970cTachan la nueva Ratio de “decepcionante”

La SNAP denuncia que se está usando a los homosexuales como chivo expiatorio

“No es lo que se esperaba del Papa que dice ‘¿Quién soy yo para juzgar?'”

“El Papa Francisco tiene mucho que explicar. Francis DeBernardo, director ejecutivo de la organización católica LGBT New Ways Ministry (Ministerio de las Nuevas Formas), reaccionó así al decreto que actualizó las normas para la formación sacerdotal, según el cual “no se puede admitir a quienes practiquen la homosexualidad” o apoyen la “cultura gay”.

“Su aprobación de ese texto es una gran desilusión para mucha gente, lesbianas, gays, bisexuales, personas transégenero y heterosexuales, que tenían grandes esperanzas con su pontificado”, dijo DeBernardo.

Se refería al decreto que actualiza las Normas Básicas para la Formación Sacerdotal (Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis), que fue publicado este jueves por el diario oficial de la Iglesia Católica, L’Osservatore Romano. El documento ratifica una guía redactada hace 31 años, en la que se plasman otras comunicaciones de la Santa Sede en cuanto a las restricciones sobre la sexualidad.

Establece que “la Iglesia, respetando a las personas afectadas, no puede admitir en el seminario ni en las órdenes sagradas a quienes practiquen la homosexualidad, presenten tendencias homosexuales profundamente enraizadas o apoyen aquello que se conoce como cultura gay”. También resalta la importancia de la continencia en la formación de los candidatos para ordenarse. “Sería imprudente admitir a un seminarista que no haya alcanzado una afectividad madura, serena y libre, casta y fiel al celibato”, advierte.

El texto avalado por Francisco tiene un agregado. Permite una excepción respecto de las “tendencias homosexuales que sean expresión de un problema transitorio”. Se pone como ejemplo “una adolescencia todavía no terminada”.

DeBernardo no fue el único que criticó al Papa. También se sumó Marianne Duddy-Burke, de DignityUSA (Dignidad Estados Unidos), otra orgranización católica que promueve los derechos LGBT. Para ella el decreto fue “extremadamente decepcionante” y lo tomó como un “tremendo insulto” a los miles de homosexuales que sirven como sacerdotes católicos. “No es lo que se esperaba del Papa que dice ‘¿Quién soy yo para juzgar?’“, agregó.

David Clohessy, que pertenece a la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes (SNAP por sus siglas en inglés), dijo que están usando a los homosexuales como chivo expiatorio en lugar de proteger realmente a los niños de los abusos. “Es un error asumir o afirmar que la mayoría de las víctimas son varones”, sostuvo.

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Fuente Religión Digital/Infobae

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Charlas y talleres sobre la realidad LGTB en un amplio encuentro educativo jesuita en Estados Unidos

Lunes, 5 de diciembre de 2016
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imagesYa en alguna ocasión anterior hemos señalado la notable visibilidad LGTB en varias universidades jesuitas de Estados Unidos, algunas de ellas tan emblemáticas como la de Georgetown. Una nueva noticia que nos llega por el portal católico LGTB New Ways Ministry confirma esta apuesta de los centros de la Compañía en el país norteamericano. Se trata del encuentro Ignatian Family Teach-In for Justice 2016, que tuvo lugar del 12 al 14 de noviembre pasado. En esta ocasión, la iniciativa ha incluido tanto a las universidades como a los centros de enseñanza preuniversitaria.

Promovidos por la Red Ignaciana de Solidaridad (Ignatian Solidarity Network), los Teach-In son encuentros que cada año reúnen a estudiantes y personal de los centros educativos jesuitas de Estados Unidos. Este año, el encuentro tuvo como tema “la misericordia en acción”, y entre los talleres y ponencias hubo varios de temática LGTB.

Hubo así una charla sobre cuestiones LGTB en los campus jesuitas impartida por Jack Raslowsky, presidente de la Xavier High School de Nueva York. Jane Bleasdale, del Instituto de Liderazgo Educativo en la Universidad de San Francisco, habló de las experiencias de los estudiantes negros, latinos y LGTB en las escuelas secundarias jesuitas, debatiendo acerca de cómo la educación católica podría avanzar desde la mera tolerancia hacia una iftj-2016-insta-promoinclusión real. Por su parte, Isaiah Blake y Erik Krebs, de The Spectrum, una organización para la justicia racial en la Xavier High School, llevaron a cabo una charla sobre raza, sexualidad y masculinidad, y lanzaron la siguiente pregunta: “Si Jesús no sintió la necesidad de ponerle adjetivos a su amor, ¿por qué debemos hacerlo nosotros?”.

Asimismo, Jane Barry, graduada por la Facultad de Teología del Boston College, dirigió un taller acerca de cómo los católicos podrían ser mejores aliados de las personas LGTB. Por último, Glen Bradley y Robert Shine, de New Ways Ministry, dirigieron una sesión titulada “Amor valiente: respondiendo a la criminalización de las identidades LGBTQ”, poniendo el acento sobre los más de 70 países donde la homosexualidad sigue penada por ley.

Todo además resulta especialmente significativo tras la victoria en las elecciones presidenciales estadounidenses de Donald Trump, como afirma Robert Shine: “estos tiempos inciertos nos han dejado a muchos con miedo y tratando de encontrarle un sentido a lo que está pasando. Pero estar con 1.800 estudiantes y otros católicos tan motivados para ‘prenderle fuego al mundo’ amando sin excusas a toda persona me convence de nuevo de que el amor vence siempre al odio”. La última frase, por cierto, en el original, hace un juego de palabras con el apellido del nuevo presidente de Estados Unidos, y se ha hecho popular en el país: “love always trumps hate”.

Aunque estos talleres y charlas ocurren también en otros encuentros, no debe pasarse por alto que en este caso ha sido promovido por una orden religiosa católica tan importante como la Compañía de Jesús. No está de más desear que cundiese el ejemplo en otras latitudes.

Fuente Dosmanzanas

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Se cumplen treinta años del documento que de una forma más negativa ha marcado la discriminación de las personas LGTB en la Iglesia católica

Martes, 8 de noviembre de 2016
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beso-gay-vaticanoUn despropósito que Francisco no ha eliminado aún…

Se acaban de cumplir treinta años de la “Carta a los obispos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales”, sin duda el documento más importante emitido en materia expresamente LGTB por la Iglesia católica. Un texto que frenó en seco numerosas iniciativas entonces en marcha y que aún hoy parecen audaces. Hacemos memoria de esta carta, de sus circunstancias y su repercusión.

El 31 de octubre de 1986 el Vaticano publicaba la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales. Juan Pablo II era papa, y Joseph Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Un documento que es conocido también como Homosexualitatis problema, sus dos primeras palabras en latín. En Estados Unidos algunos la llamaron también “la Carta de Halloween”, por la fecha en que fue publicada.

El documento pretendía salir al paso del debate en torno a la integración de gais y lesbianas en la Iglesia católica suscitado por la mínima apertura que había significado un documento anterior, la Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, de 1975, bajo el pontificado de Pablo VI. Un texto que había reconocido por primera vez que la inclinación homosexual en sí misma no era pecado. Esta mínima concesión fue suficiente para que en ciertos lugares se iniciara un acercamiento a la comunidad LGTB (al principio centrada casi exclusivamente en gais y lesbianas), lo que causó inquietud en el Vaticano y motivó la publicación de este segundo documento.

Como era de esperar, la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales supuso un cerrojazo a todas las esperanzas de cambio. Pero no solo eso: en ese documento se incluyeron además observaciones sobre las motivaciones de los activistas LGTB católicos y seculares notablemente duras, se marcó con el sello de la desconfianza el apoyo a leyes antidiscriminatorias y se hicieron unas anotaciones “sociológicas” que motivaron que incluso algunos miembros de la jerarquía se vieran posteriormente obligados a relativizarlas en su valor. Fue un cierre de filas doctrinal y una negativa a todo diálogo. En cualquier caso, aunque sea para mal, la Carta sigue siendo el documento doctrinal más importante sobre homosexualidad, y sus consecuencias siguen sintiéndose hoy. Por ello, merece la pena recordarla en algunas de sus tesis, así como el contexto en que se produjo.

El trasfondo: una década de debates e iniciativas audaces (1975-1985)

juan-pablo-ii-y-ratzinger2Entre los últimos años 70 y primeros 80 se habían adelantado propuestas teóricas e iniciativas muy interesantes sobre la inclusión de gais y lesbianas en la iglesia católica, sobre todo en los Estados Unidos. Desde el punto de vista teórico, destacan especialmente dos textos: el libro La sexualidad humana, de la Asociación Católica de América, y La iglesia ante la homosexualidad, del entonces jesuita padre John J. McNeill (a quien en su momento dedicamos un obituario en esta página). En ambos casos se defendía la posibilidad de relaciones físicas homosexuales moralmente buenas desde un punto de vista cristiano.

En cuanto a las iniciativas, algunas resultarían innovadoras y atrevidas incluso hoy (1). En 1981, la archidiócesis de Baltimore estableció uno de los primeros ministerios diocesanos para gais y lesbianas católicos. En 1983, la archidiócesis de San Francisco emitió el primer plan global de pastoral para personas homosexuales. También en 1983, la Conferencia Católica del Estado de Washington, formada por los obispos de tres diócesis del estado, publicó un documento titulado El prejuicio contra los homosexuales y el ministerio de la Iglesia, donde se llegaba a decir que la enseñanza sobre la homosexualidad requería “repensarse y desarrollarse”, y se urgía a la Iglesia a llevar a cabo una “investigación teológica sostenida respecto de su propia tradición teológica sobre la homosexualidad, de la cual nada es enseñanza infalible”. Por último, en 1985, los encargados del acercamiento pastoral a gais y lesbianas de la archidiócesis de Baltimore publicaron Homosexualidad: una perspectiva católica positiva. Aunque no cuestionaba el magisterio oficial, su enfoque positivo despertó recelos en algunos sectores de la iglesia.

Por otra parte, las asociaciones LGTB cristianas proliferaban, en Estados Unidos y fuera. Dignity era la organización más veterana, pero también estaba la Conferencia de Católicas Lesbianas. Había organizaciones dedicadas a religiosos y sacerdotes LGTB, como Communications Ministry, Christian Community Association, Rest, Renewal o Re-Creation. Por último otras organizaciones se dedicaban a la comunicación entre la comunidad LGTB y la iglesia, como New Ways Ministry (aún existente), SIGMA (Sisters in Gay Ministry Associated) y la Consultation on Homosexuality, Social Justice and Roman Catholic Theology.

Condena de toda relación sexual y descalificación de cualquier cambio doctrinal

imagen-9106720-2-pngTodas estas iniciativas preocuparon sin duda al Vaticano, que quiso emitir un comunicado a los obispos para “aclarar” en qué podía consistir y en qué no la pastoral con homosexuales. El resultado fue la Carta que comentamos. En primer lugar, prohibía toda pastoral que implicara aprobación de las relaciones homosexuales. Con ser esto ya un freno a las iniciativas que se estaban dando, la Carta fue más lejos, realizando afirmaciones recibidas por muchos como hirientes.

En primer lugar, estaba la calificación de la misma orientación sexual. Aunque mantenía que en sí misma la homosexualidad no era pecado, sí que le otorgaba un valor negativo en sí mismo:

En la discusión que siguió a la publicación de la Declaración [acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, de 1975], se propusieron unas interpretaciones excesivamente benévolas de la condición homosexual misma, hasta el punto que alguno se atrevió incluso a definirla indiferente o, sin más, buena. Es necesario precisar, por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada”.

Por ello, la atención pastoral debía realizarse “para que no lleguen a creer que la realización concreta de tal tendencia en las relaciones homosexuales es una opción moralmente aceptable”.

Pero el texto iba aún más allá, haciendo una serie de observaciones sobre los colectivos LGTB y sobre los activistas católicos a favor de las personas LGTB en la iglesia que muchos recibieron como hirientes. Así, las personas que trabajaban para un cambio en la iglesia eran descritas con tonos exclusivamente negativos:

Dentro de la Iglesia se ha formado también una tendencia, constituida por grupos de presión con diversos nombres y diversa amplitud, que intenta acreditarse como representante de todas las personas homosexuales que son católicas. Pero el hecho es que sus seguidores, generalmente, son personas que, o ignoran la enseñanza de la Iglesia, o buscan subvertirla de alguna manera”.

Por ello, el que estuvieran bajo el paraguas de la institución significaba: “mantener bajo el amparo del catolicismo a personas homosexuales que no tienen intención alguna de abandonar su comportamiento homosexual”. Igualmente, la Carta identificaba toda protesta con una “táctica”:

Una de las tácticas utilizadas es la de afirmar, en tono de protesta, que cualquier crítica, o reserva en relación con las personas homosexuales, con su actividad y con su estilo de vida, constituye simplemente una forma de injusta discriminación”.

Contra el apoyo a políticas antidiscriminatorias y referencias muy cuestionables al sida y la violencia homófoba

No era lo único, Sin embargo. También se rechazaba que se buscara apoyo en los católicos a leyes antidiscriminatorias a favor de las personas LGTB, en asuntos laborales o para el alquiler de casas (recuérdese la urgencia de estos temas en los peores años de la la crisis del sida). En este sentido, la Carta consideraba que cuando se buscaba el apoyo a estas leyes, en realidad se estaba buscando la aceptación de la conducta homosexual:

En algunas naciones se realiza, por consiguiente, un verdadero y propio tentativo de manipular a la Iglesia conquistando el apoyo de sus pastores, frecuentemente de buena fe, en el esfuerzo de cambiar las normas de la legislación civil. El fin de tal acción consiste en conformar esta legislación con la concepción propia de estos grupos de presión, para quienes la homosexualidad es, si no totalmente buena, al menos una realidad perfectamente inocua”.

Más aún, para apoyar este rechazo a apoyar leyes discriminatorias porque significaba apoyar la homosexualidad, la Carta realizó una de sus afirmaciones peor recibidas. En ella, se insinuaba la relación entre homosexualidad y sida, con un texto que roza la culpabilización de los activistas LGTB por la difusión de la enfermedad:

Aunque la práctica de la homosexualidad amenace seriamente la vida y el bienestar de un gran número de personas, los partidarios de esta tendencia no desisten de sus acciones y se niegan a tomar en consideración las proporciones del riesgo allí implicado”.

La Carta contenía otro pasaje muy discutible sobre la violencia contra las personas LGTB, que por un lado rechazaba:

“Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen (…) La dignidad propia de toda persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y en las legislaciones”.

Para a continuación decir lo siguiente:

Sin embargo, la justa reacción a las injusticias cometidas contra las personas homosexuales de ningún modo puede llevar a la afirmación de que la condición homosexual no sea desordenada. Cuando tal afirmación es acogida y, por consiguiente, la actividad homosexual es aceptada como buena, o también cuando se introduce una legislación civil para proteger un comportamiento al cual ninguno puede reivindicar derecho alguno, ni la Iglesia, ni la sociedad en su conjunto deberían luego sorprenderse si también ganan terreno otras opiniones y prácticas torcidas y si aumentan los comportamientos irracionales y violentos”.

Se entiende fácilmente que esta declaración causara estupor muchos activistas LGTB, personas de la sociedad civil y hasta no pocos católicos, incluidos clérigos. No en vano, el que entonces era arzobispo de San Francisco, John R. Quinn, en su comentario a la Carta, se vio en la necesidad de exhortar a distinguir entre sus afirmaciones “doctrinales” y sus “observaciones sociológicas”.

Un documento que ha marcado las tres décadas posteriores

Homofobia religiosaA pesar de estar dirigida en principio a los obispos, la Carta causó un fuerte impacto entre los católicos, al menos de Norteamérica y Europa occidental. En primer lugar, fue un golpe muy duro para los activistas LGTB católicos y sus aliados, acusados genéricamente de tener intereses espurios. Lo fue también para quienes manejaban una visión más abierta de la Iglesia católica, al ver cómo se cerraban filas en todos los aspectos doctrinales (el texto debe enmarcarse en un contexto de reafirmación de la doctrina en moral sexual y personal en todos los niveles: anticoncepción, técnicas de reproducción asistida, etc.). En un nivel más práctico, supuso que las asociaciones LGTB católicas que no aceptaron la doctrina que marcaba fueron expulsadas en casi todas las diócesis de los espacios propiedad de la Iglesia.

Es cierto que este cerrojazo no supuso el final del activismo LGTB católico y cristiano. En medio de muchas dificultades, agravadas por la crisis del sida (recuérdese que la Carta fue publicada en octubre de 1986), Dignity y otros colectivos mantuvieron su actividad. En este contexto, merece la pena recordar que la Carta permitió que el movimiento LGTB católico recuperara para el activismo a John J. McNeill, quien decidió romper su silencio impuesto para protestar contra este documento.

Igualmente, otros grupos fueron surgiendo en Estados Unidos y otros países. El movimiento LGTB católico y “revisionista” siguió vivo a pesar de la Carta. En un primer momento logró el mérito nada desdeñable de sobrevivir. Posteriormente ganó en peso y organización. Y lo ha hecho hasta el punto de que 30 años después, cuando parece haber signos de un mínimo deshielo, algunos en la Iglesia católica vuelven a pensar que va siendo hora de darles espacio.

El hecho de que la Carta siga en vigor como doctrina oficial de la iglesia (conviene recordarlo) impide todo optimismo fácil. Pero también es cierto que tres décadas de vigencia no han logrado acallar esas voces a favor de las personas LGTB, que tan duros calificativos recibieron entonces.

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(1) Las informaciones sobre el contexto previo, así como las declaraciones del arzobispo de San Francisco, están tomadas de un libro de Jeaninne Gramick y Pat Furey, The Vatican and Homosexuality. Reactions to the Letter to the Bishops of the Catholic Church on the Pastoral Care of Homosexual Persons, Nueva York, Crossroad, 1988.

Fuente Dosmanzanas

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Un nuevo libro cuenta en primera persona la vida de 34 personas LGTB católicas de Europa

Lunes, 9 de noviembre de 2015
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61wTZEGOMnL._SX339_BO1,204,203,200_Un libro recientemente editado por el Fórum Europeo de Grupos Cristianos LGTB narra la historia de vida de 34 personas católicas LGTB de Europa. Se trata de una obra que va más allá de las declaraciones habituales de los miembros de la jerarquía católica y da voz a las personas que al fin y al cabo son las más directamente afectadas.

Las noticias sobre realidad LGTB e Iglesia católica suelen centrarse casi siempre en las posiciones y pronunciamientos de la jerarquía, lo que oscurece e invisibiliza a menudo la existencia del activismo LGTB católico, del que es buen ejemplo el libro que presentamos. Su título es Y vio Dios que todo era bueno (And God Saw that it was All very good), y recoge las historias de vida, narradas en primera persona, de 34 personas LGTB católicas repartidas en 13 países europeos. Se trata de una iniciativa del Fórum Europeo de Grupos Cristianos LGTB, asociación ecuménica que reúne a colectivos de todo el continente, y que ya anteriormente ha publicado otro libro con autobiografías de mujeres LGTB: Oíd nuestras voces (Let our voices be heard).

En este caso, el proyecto comenzó a alumbrarse con ocasión de la asamblea anual del Fórum en 2008. Su promotor fue el teólogo católico alemán Michael Brinkschroeder (que luego fue copresidente del Fórum). La razón fue considerar que la realidad de los católicos LGTB merecía una atención especial. Si con las mujeres el problema era la invisibilidad, con los católicos el problema era la situación especialmente difícil que viven en su iglesia.

El proyecto ha tenido sin embargo una historia accidentada. Nació siendo papa Benedicto XVI, periodo durante el cual, como comentan sus editoras Sandra Taylor y Hazel Barnes, cundió el desánimo y costó encontrar testimonios. Casi se llegó a renunciar, pero nuevos colaboradores y lo que se percibían como nuevos aires en el Vaticano lo reanimaron. Se recabaron nuevos testimonios y se logró financiación de la Arcus Foundation, organización dedicada a la promoción de los derechos LGTB. La editorial que finalmente lo ha publicado (al igual que Oíd nuestras voces) es la holandesa Esuberanza.

El libro ha sido presentado en la Asamblea de la Global Network of Rainbow Catholics, que tuvo lugar en Roma mismo fin de semana en que daba comienzo el Sínodo de la Familia. Aprovechando la conyuntura, además, se entregó a cada uno de los obispos participantes una separata con tres historias, con lo que estos ya no pueden decir que no hayan tenido acceso alguno a la realidad de las personas LGTB católicas…

34 historias de toda Europa y de todas las identidades

El libro contiene los relatos autobiográficos de 34 personas de 13 países europeos, desde Reino Unido hasta Albania, encontrándose representadas todas las identidades LGTB. La mayor parte se siguen identificando como católicas, con pocas excepciones, y narran un largo camino autoaceptación especialmente complicado por el hecho de querer conciliarla con su fe religiosa. A ello se sumó la discriminación social, en muchos casos fomentada en sus países por la propia iglesia a la que quieren pertenecer.

El resultado es un mosaico de historias de vida muy diferentes, como la de Andrea y Dario, de Italia, una pareja que ha tenido que superar numerosas dificultades, o la de Eduard, un joven albanés que culminó su proceso de autoaceptación en Londres. Está también Karly, una joven mujer transexual de Malta, que ha mantenido su fe y afirmado su realidad en un entorno social complicado. También de Malta es Pyt Farrugia, un joven que rechaza fijarse según las categorías vigentes de género. Las personas bisexuales están representadas por Meneldil Palantír, de Francia, que ha encontrado en su esposa una influencia decisiva en su camino religioso. Destacan también las historias de quienes han estado en congregaciones religiosas (en uno de los casos, de hecho, sigue dentro).  Son historias ambivalentes, pues hablan de dificultades pero también de su etapa en la vida religiosa como ocasión para asumir su sexualidad.

De España hay una representación apreciable. Está la historia de Paulina, extremeña afincada en Barcelona, quien cuenta el duro enfrentamiento con su familia por su relación con la que ha sido su pareja desde hace más de 40 años. También tenemos a Enric, antiguo presidente de ACGIL (asociación LGTB cristiana de Cataluña) y a Alberto, Juan y Óscar, vinculados al colectivo madrileño CRISMHOM y otras organizaciones.

El libro cuenta con dos introducciones, una de las editoras y otra de los actuales copresidentes del Forum europeo (Wielie Elhorst y Sharon –Shannon- Ferguson). A ellas se suma un prefacio de Jeaninne Gramick, monja cofundadora de New Ways Ministry, organización de Estados Unidos que busca defender los derechos de las personas LGTB católicas.

Esperemos que en algún momento el libro esté disponible en castellano, como ya lo está el dedicado a las mujeres LGTB, ayudando así a comprender la realidad de los católicos LGTB, tanto en el seno de la Iglesia católica como de parte de cristianos de otras confesiones más inclusivas o de personas LGTB seculares, que no entienden su empeño por permanecer dentro de una institución que los discrimina. En este contexto, el principal atractivo del libro es que habla de personas concretas y sus historias de vida, no de teorías o ideologías. Como señala Gramick en su prefacio: “La gente se ve afectada por las historias de la gente (…) Cuando era joven, nunca escuché a ningún líder de la Iglesia hablar de homosexualidad. Nunca mencionábamos la palabra. No lo hacíamos porque ya conocíamos la ética sexual (…) Pero cuando escuché las historias de gais y lesbianas, esta ética sexual mostró ser muy injusta. Estas historias cambiaron mi vida, y las historias de los 34 católicos lgtb de este libro marcará una diferencia en su vida también”.

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El Sínodo de la Familia, agitado dentro y fuera, concluye sin resultados concretos

Jueves, 29 de octubre de 2015
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14457126264698Ampliamos la noticia del Sínodo del que de manera urgente dimos noticia el pasado domingo:

Mucho ruido y pocas nueces: el Sínodo de la Familia ha concluido finalmente sin ninguna resolución concreta, tampoco en materia LGTB. Sus discusiones, sin embargo, han servido para poner de manifiesto el nerviosismo que la mera posibilidad de un cambio en el enfoque pastoral (sin que ello implique cambio doctrinal de fondo) genera dentro de la jerarquía católica. El Sínodo ha despertado además un inusitado interés por la agitación externa causada por la salida del armario de Krzystof Charamsa y por el anuncio de un documental que deja al descubierto la doble vida de numerosos sacerdotes y religiosos.

Con la conclusión, este domingo 25 de octubre, del Sínodo de la Familia, termina el proceso sinodal que dio comienzo en 2014 y que ha conocido un primer encuentro extraordinario celebrado hace un año y un segundo ordinario ahora. En materia LGTB, no ha habido ningún resultado concreto. Algo que, como ya adelantamos, era de esperar. Sin embargo, sí que hay razones para considerar interesante lo sucedido. Por una parte, en el interior de la Iglesia, se advierte una clara división entre quienes defienden una mayor apertura pastoral y quienes persiguen una reafirmación doctrinal. Eso sí, más que de dos extremos realmente enfrentados, como presentan algunos, más bien hay que hablar de moderados y extremistas dentro de una misma posición de no cambiar la doctrina. Aún así, la presencia de un campo que habla de la realidad LGTB en términos no puramente condenatorios es una novedad (siempre, claro está, dentro de los parámetros de la jerarquía católica).

En el bando de la reafirmación doctrinal ha destacado el discurso inicial del cardenal Péter Erdő, arzobispo de Budapest y relator del Sínodo al comienzo del mismo, y que citando un documento vaticano de 2003 afirmó que no hay base para comparar o hacer analogías, siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el plan de Dios para el matrimonio y la familia. Con todo, la mayor estridencia en el lado rigorista la protagonizó sin duda el cardenal Robert Sarah, cuyas palabras ya reflejamos en esta página, y que llegó a poner al mismo nivel la “ideología de género” y el Estado Islámico.

Del lado de quienes defienden una apertura pastoral, destacamos en primer lugar el arzobispo de Bombay, el cardenal Oswald Gracias. En su momento, Gracias fue el único líder religioso de la India en oponerse a la recriminalización de la homosexualidad. Por otro lado, ya en la edición del año pasado había afirmado en una rueda de prensa que debía mejorarse la pastoral hacia las personas LGTB. En esta ocasión, Gracias ha concedido una entrevista a la asociación católica pro-LGTB New Ways Ministry donde, entre otras cosas, habla de los dones que ha visto en las personas LGTB. Además, señaló que hubiera sido positivo que hubiera habido parejas del mismo sexo en el Sínodo hablando de su realidad: “Personalmente, creo que habría sido enriquecedor. Me habría encantado escucharlos y creo que ayudaría a todos los padres sinodales a comprender. Creo que la mayoría nunca ha tenido un contacto directo o una conversación. Así me lo parece. Para ellos, es sólo una opinión teórica pero no desciendes hacia la persona. Cuando realmente ves a la persona, hablas con la persona y entiendes su angustia. Frecuentemente me pregunto cuál sería el acercamiento de nuestro Señor en estas circunstancias: sería compasivo, comprensivo”.

También ha destacado la posición del arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, que en rueda de prensa afirmó que debía escucharse a las personas LGTB: “De hecho, conté con sus voces como parte de mis consultas. Pero creo que nos podríamos beneficiar de las voces reales de personas que se sienten marginadas antes que recibirlas filtradas a través de las voces de otros representantes o de los obispos. Si realmente vamos a acompañar a la gente, tenemos primero que involucrarnos con ellos. En Chicago, me reúno regularmente con gente que se siente marginada, ya sean personas mayores, divorciados y vueltos a casar, gais y lesbianas como personas individuales y también parejas”.

Un Sínodo “accidentado” dentro y fuera…

El Sínodo, por lo demás, ha sido accidentado. Por un lado, parece que el sector inmovilista quiso frenar la reflexión del Sínodo mediante una carta de varios cardenales protestando por el método seguido en el encuentro. La propia historia de la carta resultó confusa, pues primero se habló de trece cardenales firmantes pero luego se retiraron (o desmintieron) seis. Más extraña aún fue la noticia que hablaba de un supuesto tumor cerebral del papa Francisco, que poco después fue desmentida y que reforzó la impresión de que algunos querían boicotear el Sínodo.

No fue con todo la única “conmoción” que sacudió al Sínodo. Directamente relacionadas con la realidad LGTB, dos noticias tenían un gran impacto en los medios de comunicación. Una fue, sin duda, la salida del armario de Krzystof Charamsa, protagonista de diversas entrevistas en medios de comunicación durante las tres semanas que ha durado el Sínodo. En ellas Charamsa ha hablado de la cerrazón en el interior de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero sobre todo de la presencia de gais en el clero, especialmente en el Vaticano. En una de ellas llega a afirmar claramente que “en el clero católico hay muchos homosexuales que, reprimidos por su propia orientación, odian a los que son gays como ellos”.

… y un documental sobre religiosos homosexuales como guinda

Una segunda noticia ponía aún más de relieve la presencia notable de personas LGTB en una institución que rechaza su realidad. Se trata del documental Amores Santos, que se ha dado a conocer deliberadamente a la vez que el Sínodo y que se estrenará en enero de 2016. Inicialmente estaba pensado como un documental de denuncia de la LGTBfobia eclesiástica. Sin embargo, al encontrar sus autores que numerosos religiosos eran ellos mismos homosexuales decidieron cambiar el enfoque. A través de un actor que se hizo un perfil falso, contactó con numerosos religiosos de treinta países con los que tenía sesiones de cibersexo. El resultado es un documental que recoge parte de este material (editado para no revelar la identidad de los afectados) y que, según el tráiler, promete ser impactante. Si algo deja claro es que la realidad LGTB no es en modo alguno exterior a la misma jerarquía de la iglesia católica: su clero y sus religiosos.

Fuente Dosmanzanas

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Falleció John J. McNeill, pionero en el activismo LGTB dentro de la Iglesia católica

Viernes, 23 de octubre de 2015
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26McNeill-Obit-master675Rev. John McNeill, segundo desde la derecha, en la marcha del orgullo gay de Nueva York en la década de 1980Crédito Carlos Chiarelli

El pasado 22 de septiembre, acompañado del que ha sido su pareja durante casi cincuenta años, falleció John J. McNeill poco antes de cumplir los noventa. Pionero del activismo LGTB cristiano, publicó en 1976, siendo sacerdote jesuita, The Church and the Homosexual. Era este el primer libro dedicado a defender un cambio en la doctrina católica sobre las parejas del mismo sexo.

El día que se escriba la historia del activismo LGTB cristiano, la figura de John J. McNeill tendrá un lugar destacado. Pocos años después de la revuelta de Stonewall, el entonces sacerdote jesuita publicaba un libro con un título entonces llamativo, The Church and the Homosexual (traducido al castellano como La Iglesia ante la homosexualidad), que por primera defendía, en el seno de la Iglesia católica, la necesidad de un cambio de postura en la enseñanza sobre homosexualidad.

McNeill nació en Buffalo (Nueva York) en 1925. En 1942 entró en el Ejército y participó en la Segunda Guerra Mundial. Fue hecho prisionero por los nazis. Durante su cautiverio vivió un acto de generosidad por parte de un extraño: un prisionero polaco le acercó una patata, y cuando McNeill le hizo un gesto de agradecimiento aquel le respondió con la señal de la cruz. Esta experiencia fue determinante para que ingresara en los jesuitas en 1948. Fue ordenado sacerdote en 1959, y cinco años después se doctoró en Filosofía en Lovaina.

Fue a lo largo de los años sesenta cuando McNeill aceptó su propia homosexualidad. Al poco de ordenarse, sufrió una profunda depresión con ideas de suicidio. Fue entonces cuando se enamoró de otro hombre, y lo vivido a su lado le convenció de la legitimidad una relación amorosa entre personas del mismo sexo. Algo más tarde, hacia 1970, empezó a atender pastoralmente a gais y lesbianas, y en 1972 cofundó la sede en Nueva York de Dignity (asociación católica de personas LGTB en Estados Unidos). Mientras, se formó como psicoterapeuta. Su creciente convicción de que las relaciones entre personas del mismo sexo podían ser buenas (incluso “santas” desde los parámetros cristianos) le llevó a visibilizarse cada vez más y hablar en público sobre catolicismo y homosexualidad.

Publicación de The Church and the Homosexual y activismo posterior

Esta creciente visibilidad desembocó en la publicación, en 1976, de The Church and the Homosexual, un libro que cuestionaba tanto los argumentos bíblicos como los más típicamente católicos acerca de la tradición y la ley natural sobre la homosexualidad. El texto concluía afirmando que las razones de la condena carecían realmente de base y que por tanto debía afirmarse la posibilidad de relaciones entre personas del mismo sexo moralmente buenas desde el punto de vista cristiano.

Hoy muchas de las tesis de McNeill son aceptadas. No ciertamente en la doctrina oficial, pero sí han influido en muchas personas dentro de la Iglesia católica y se han extendido más allá de la misma. Sin embargo, en su momento el libro causó un notable revuelo, a lo que contribuyó el hecho de contar con el imprimi potest, autorización oficial de la Iglesia para su publicación (ello había retrasado la publicación del libro tres años, mientras era analizado por una comisión de teólogos). Eran los años posteriores al Concilio Vaticano II, cuando por un tiempo pareció que en el seno de la Iglesia católica las cosas podían cambiar de forma rápida.

El fuerte impacto de este libro inquietó a no poca gente dentro de la Iglesia. McNeill era invitado a numerosas charlas y llegó a aparecer en programas de televisión de gran audiencia, como el Phil Donauhe Show o el Today con Tom Brokaw. En este último programa, el sacerdote declaró públicamente que era gay. Fue demasiado: poco después su libro vio retirado el imprimi potest y en 1977 se le prohibió hablar públicamente sobre catolicismo y homosexualidad.

McNeill obedeció la orden durante casi diez años, mientras continuaba su atención psicológica y pastoral a personas LGTB. Durante estos años tuvo lugar también la aparición del VIH/sida y su rápido avance, que le llevó a fundar un servicio para personas afectadas, atendiendo a personas sin hogar en Harlem. De esta época es también la fotografía con la que abrimos la entrada, y que muestra a McNeill, en compañía de otros sacerdotes, en una marcha del Orgullo. Sin embargo, la publicación en 1986 del documento vaticano Sobre la atención pastoral a las personas homosexuales le hizo cambiar de idea. Dicho documento calificaba la orientación homosexual de tendencia “objetivamente desordenada” y prohibía toda atención pastoral que aceptase las relaciones entre personas del mismo sexo. McNeill se rebeló y decidió pronunciarse públicamente en contra en una declaración enviada a The New York Times. Se le ordenó retractarse, y al no hacerlo, fue expulsado de los jesuitas a principios de 1987.

Esta expulsión significó una nueva etapa en el activismo de McNeill. Continuó ofreciendo sus servicios de pastoral y atención psicoterapéutica a personas LGTB. Publicó otros libros en los que iba más allá de su simple aceptación, buscando desarrollar una espiritualidad en positivo para las personas LGTB. De esta época son sus obras Taking a Chance on God y Freedom Glorious Freedom. En 1997 publicó su autobiografía Both Feet Firmly Planted in Midair.

En 2011 viajó a Roma y junto al Fórum Europeo de Grupos Cristianos LGTB le entregó a Benedicto XVI una carta invitando al diálogo y urgiendo a que el Vaticano condenara la violencia contra las personas LGTB. En 2012, se estrenó un documental sobre su vida, titulado igual que uno de sus libros: Taking a Chance on God, dirigido por Brendan Fay, que resumía su trayectoria. En sus últimos años, John McNeill vivió retirado en Fort Lauderdale junto a Charles Chiarelli, su pareja desde hacía casi cincuenta años. De hecho, como se supo después, The Church and the Homosexual se basaba en su formación académica, pero también en su experiencia personal.

Su fallecimiento ha traído consigo las habituales muestras de reconocimiento. “John McNeill fue un auténtico pionero y muchas hemos seguido sus pasos. Aprendí mucho de su investigación y de sus escritos. Pero aprendí todavía más de la interacción personal con él. Siendo testigo de la pasión y preocupación humana que tenía por toda persona LGTB con la que se encontraba”, expresaba Jeaninne Gramick, fundadora de New Ways Ministry, otra asociación que busca la inclusión plena de las personas LGTB en la Iglesia católica.

En la historia personal de quien escribe esta entrada, McNeill tiene un significado especial. Con apenas 20 años, me hice con un ejemplar de The Church and the Homosexual. En el proceso personal de aceptación como gay y cristiano, este libro fue determinante. Si alguna duda me quedaba de cuál era el camino que debía seguir en mi vida, el libro de McNeill sirvió para borrarlas. Por ello, esta breve nota sirve también de expresión de agradecimiento de quien se benefició de su libro años después de haberlo publicado. Su vida y su obra han ayudado a muchos, incluyendo a quien ha escrito este obituario.

Os dejamos con el tráiler del documental sobre su vida, Taking a Chance on God. (subtítulos en italiano)

Fuente Dosmanzanas

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Dicen que el Papa obtiene su primera victoria silenciosa en el Sínodo

Miércoles, 15 de octubre de 2014
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Como dice Esteban Paulón,  presidente de la FALGBT:  “invitamos a todas y todos a hacer el ejercicio de reemplazar del documento provisional del Sínodo la palabra ‘gay’ por la denominación de cualquier otro grupo vulnerado en derecho históricamente. Podrán comprobar lo humillante que resulta. ¿Alguien se imagina acaso a los grupos afrodescendientes celebrando que les permitieran viajar en la parte de atrás de un colectivo?”. Con esto, está claro lo que pensamos de este documento… Ya no nos vale la condescendencia. reclamamos nuestro lugar en la Iglesia y nuestros derechos civiles y religiosos. Ni más, ni menos.

el-papa-francisco-ante-el-sinodoFrancisco logró un diálogo abierto en el que el Pontífice todavía no ha intervenido

Bergoglio logra que los obispos moderen su duro discurso frente a los gays y divorciados

Lombardi recuerda la satisfacción que ha producido la redacción del documento, pese a las críticas de los conservadores

La Federación Argentina LGBT denuncia que la Iglesia mantenga el ‘apartheid’ a las familias diversas

(BBC/Agencias).- Apenas ha transcurrido la mitad del sínodo del Vaticano sobre temas de familia y el papa Francisco ya ha logrado su primera victoria silenciosa. El pontífice convenció a muchos líderes de la Iglesia católica a moderar su duro discurso frente a las uniones homosexuales y admitir que los gays tienen “dones y atributos que ofrecer“.

El tono de una posición preliminar redactada en un borrador por 200 obispos -tras una semana de discusiones a puerta cerrada- muestra compasión y entendimiento no solo frente a las uniones de personas del mismo sexo, sino también hacia parejas heterosexuales que viven juntas sin casarse o parejas divorciadas que deciden casarse por segunda vez sin conseguir por parte de la Iglesia la anulación del primer matrimonio.

Sin embargo, los obispos dejaron claro que no habrá cambios en las enseñanzas básicas del catolicismo sobre la permanencia del lazo matrimonial e insistieron en que un matrimonio válido sólo puede ser entre un hombre y una mujer.

Pero el cambio de énfasis del papa Francisco al concentrarse en los aspectos positivos de la sexualidad humana más que en lo negativo, parece haber ganado terreno entre los obispos que asisten al sínodo.

Su predecesor, el papa Benedicto XVI, se refería a las relaciones entre homosexuales como “intrínsecamente desordenadas” en un documento del Vaticano escrito en 1986 cuando Benedicto era el principal consejero en temas teológicos del papa Juan Pablo II.

Contrariamente, el papa Francisco dijo a los periodistas el año pasado: Si una persona busca a Dios y hace el bien, entonces ¿quién soy yo para juzgar?.

Las primeras reacciones de grupos católicos defensores de los derechos de los homosexuales en todo el mundo fueron favorables a la discusión planteada en el borrador elaborado en Roma.

La asociación católica Quest, basada en Londres, describió el documento como un “avance” y el grupo católico estadounidense defensor de los derechos de los gays New Ways Ministry, lo definió como un gran paso hacia adelante”.

New Ways Ministry elogió el documento por evitar el “gran pesimismo y fatalidad” que acompañaron previos pronunciamientos del Vaticano sobre la homosexualidad.

Grupos católicos conservadores tales como Voz de la Familia, fueron duramente críticos frente al borrador y lo calificaron de “uno de los peores documentos oficiales escritos en la historia de la Iglesia.

El propio papa Francisco ha escuchado atentamente las discusiones plenarias durante la primera semana del sínodo sin hacer todavía una importante intervención.

Al inicio de la reunión, le dijo a los obispos no temer a la hora de hablar honestamente y de manera abierta y no preocuparse de decir cosas que podrían molestarlo.

 La mayoría de ellos está de acuerdo con su actitud más compasiva frente a las parejas que encuentran difíciles de aceptar las enseñanzas del catolicismo sobre algunos aspectos de la familia, como por ejemplo los métodos anticonceptivos artificiales.

Tras un año de discusiones amplias dentro de la Iglesia, el sínodo reconvendrá en Roma en octubre de 2015 para finalizar sus recomendaciones sobre posibles cambios en la disciplina de la Iglesia. El Papa tendrá la facultad de aceptarlos o rechazarlos.

El sínodo es, de hecho, un cuerpo consejero sin poderes legislativos dentro de la Iglesia. El papa Francisco ha dicho que quisiera compartir más el gobierno de la Iglesia y ya ha hecho cambios sobre las reglas de debate para permitir más discusiones abiertas y menos discursos llenos de formalidades.

 La secretaria general del Sínodo, tras las reacciones y discusiones surgidas después de la publicación de la Relatio post disceptationem, ha reiterado que el citado texto es un documento de trabajo, que resume las intervenciones y el debate de la primera semana, y ahora está siendo propuesto a la discusión de los miembros del Sínodo reunidos en los círculos menores, según lo previsto por el Reglamento del mismo Sínodo. El trabajo de los círculos menores será presentado a la Asamblea en la Congregación general del próximo jueves por la mañana, 16 de octubre.

El padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa del Vaticano, ha iniciado la sesión informativa de esta mañana con esta aclaración debido a los ecos e interpretaciones que se hicieron ayer en la prensa nacional e internacional tras la presentación de la Relatio post disceptationem.

El cardenal Filoni y el cardenal Napier han acompañado en la sala de prensa al padre Federico Lombardi, para ofrecer a los periodistas algunos detalles sobre el documento y sobre la labor que han iniciado en los círculos menores.

Por su parte, el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha explicado que los 20 miembros del círculo del que él es moderador “hemos tomado en consideración este documento que ayer por la mañana tuvimos ocasión de escuchar y naturalmente el primer aspecto ha sido comprender la naturaleza del documento” y “sucesivamente entrar en la metodología, teniendo en cuenta el modo de proceder en los círculos menores”. Una metodología que -según ha precisado- tiene en consideración, ante todo, la satisfacción que ha producido la redacción del documento. Y a continuación, se interviene en las partes del documento.

Ayer por la tarde ya hicieron las primeras propuestas dentro del grupo y esta mañana se han presentado los modos, sobre los que se ha discutido y sucesivamente se han sometido a la votación, ha explicado el purpurado. Asimismo, ha transmitido la sorpresa entre los miembros del círculo menor, al ver las reacciones en los medios de comunicación.

Por eso, ha querido recordar que “nosotros estamos trabajando para poner en manos del Santo Padre un resultado que él mismo decidirá según lo que será el tercer momento del Sínodo”.

A continuación, el cardenal Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica), ha precisado también que la la Relatio puede llevar a pensar a la gente cuál es la opinión global sostenida por el Sínodo, pero es sólo un resumen. Asimismo, se ha mostrado esperanzado en que prevalezca el punto de vista del Sínodo y no los puntos de vista particulares de algunos grupos. Además, ha recordado que el fin de los círculos menores es promover los aspectos positivos de la familia que han sido desarrollados.

Un punto afrontado durante el turno de preguntas ha sido el de las familias misioneras, como uno de los temas abordados en el Sínodo. “Está claro que sabiendo bien que después del Concilio Vaticano II el mundo de los laicos ha entrado de forma plena dentro de la vida de la Iglesia, la familia ciertamente no podía permanecer fuera“, ha observado. Por eso, ha añadido, en estos 50 años se ha visto a las familias participar también en la evangelización, haciéndose cargo de este aspecto. “La novedad ha sido que las mismas familias han comprendido que ellos pueden ser no sólo objeto de evangelización sino sujeto de la evangelización, ha precisado el purpurado. Una evangelización que llega por el testimonio que estas familias dan en los países a los que van.

Sobre las expectativas excesivas creadas en torno a este Sínodo, el cardenal Filoni ha indicado que son creadas “a través de nuestro hablar, y de la prensa”. Diría que -ha añadido- la expectativa no es una cuestión de tipo ‘yo mañana doy la solución a todos los problemas’. “La expectativa es que esta cuestión relativa a la familia, al matrimonio y todas las situaciones particulares están al centro de la atención de la Iglesia. Esta es la primera expectativa fundamental”, ha aclarado. Asimismo, el cardenal ha afirmado que “no debe ser una expectativa sólo desde el aspecto de los problemas“, también se debe recordar a las familias cristianas que “les animamos” y que “también son objeto de nuestra atención”.

Finalmente, el padre Federico Lombardi ha recordado, a propósito de la publicación de la Relatio, que el Sínodo no es algo que ha nacido ahora”, “es una institución que tiene varios decenios”. “En la comunicación del Sínodo al externo hay etapas que están bastante establecidas y forman parte del normal funcionamiento del Sínodo“, ha añadido. Por eso, el portavoz del Vaticano ha observado que la Relatio ante disceptationem siempre se ha hecho pública inmediatamente, y así todos tenían conciencia del punto de partida del Sínodo. Así como la Relatio post disceptationem siempre ha sido publicada.

Fuente Religión Digital

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Es un primer paso: El Sínodo sobre la familia debate sobre la realidad LGTB de forma más abierta que nunca pero… ¿será el “kairoi” o el “bluf” de Francisco?.

Martes, 14 de octubre de 2014
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Familia homoparentalDice Pablo Ordaz en El País que la “Iglesia sigue teniendo claro –señala el documento de 58 puntos presentado por el cardenal Erdö— que “las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer”, pero el aviso enviado a quienes, como el obispo de Alcalá, todavía practican desde el púlpito la caza al gay es claro y diáfano: “Las personas homosexuales tienen que ser respetadas, como es respetada la dignidad de toda persona independientemente de su tendencia sexual” En el seno del activismo LGTB cristiano muchos quieren ver el inicio de un camino. Francis DeBernardo, director general de New Ways Ministry, cree que “lo que estamos viendo es una ruptura en el hielo que habíamos estado esperando desde hace mucho tiempo (…) Es la señal de un primer paso”. Por su parte, la revista America, publicación jesuita de Estados Unidos, habla de un “cambio asombroso” en el enfoque hacia las personas LGTB. Otros activistas se muestran mucho más prudentes y ponen freno a las expectativas, recordando quizá como el cardenal Francesco Coccopalmerio sentenciaba el pasado jueves que la iglesia “nunca” aceptará el matrimonio entre personas del mismo sexo ni bendecirá sus uniones.

Con todo, el resultado final del Sínodo lo veremos en el documento final que se elaborará a partir de esta síntesis y de las discusiones que tengan lugar esta segunda semana, y que será votado el sábado 18 de octubre. Entonces sabremos qué queda de todas estas intervenciones en el documento final, previsiblemente la base sobre la que más adelante se adoptaran decisiones. En definitiva, el Sínodo está sirviendo para movilizar debates y sacar a la luz temas que en ambientes eclesiásticos era difícil abordar. También está sirviendo para que tengan más ecos las iniciativas de grupos LGTB cristianos. El solo hecho de que haya una mayor franqueza para abordar el tema parece también poner muy nerviosas a algunas personas, con reafirmaciones exacerbadas. Es aún pronto para adelantar resultados concretos en una institución cuyos ritmos son muy lentos. Habrá que esperar y ver que da de sí el paso del tiempo.

Pareciera ser la táctica vaticana: dejar hablar sobre temas tabú para, al final, mantener lo mismo… ¡Y dicen que se respira un  ambiente como el del Concilio Vaticano II ! ¿Cuándo se van a dar cuenta de que ya no nos basta con que no nos escupan a la cara los insultos, ni nos llamen desviados, ni nos condenen con el “fuego eterno”? No basta ya la suavidad “aterciopelada” de la diplomacia vaticana… Hace ya mucho tiempo que los homosexuales creyentes nos sentimos en paz con nosotros mismos reconociéndonos como homosexuales, como creyentes, acogidos por Dios al igual que nuestras familias, nuestras parejas, nuestros hijos. Hace mucho tiempo que no esperamos que los obispos y el papa dejen de considerarnos  como cristianos de segunda fila a los que tratar como si fuéramos seres inmaduros, ni que reconozcan nuestros derechos… Nos basta que sí lo haga la sociedad civil y cada vez más naciones en el mundo… Llegará el día en que un papa tenga que arrodillarse ante una familia homparental y gritar. ¡Perdón, perdon, perdón!

El Papa logra que el Sínodo acoja a gais y nuevas familias

Cardenal Müller: “La Iglesia no puede reconocer a las parejas homosexuales”

Texto completo del Documento del Sínodo: la Relatio post disceptationem

El Documento denominado Relatio post disceptationem“, que ayer por la mañana ha presentado a los medios, el cardenal Peter Ërdo, portavoz del Sínodo sobre la Familia que se celebra en El Vaticano y que recoge un resumen de las 265 intervenciones que se han escuchado hasta ahora, revela que algunos obispos creen que ‘los católicos homosexuales tienen dones y cualidades que aportar a las parroquias’. Los documentos publicados son un resumen de la reuniones en curso entre el Papa y sus obispos y parecería a algunos que la iglesia podría ‘cambiar de discurso’ con respecto a la homosexualidad, el divorcio y la contracepción. Este nuevo texto choca en llas formas con las últimas declaraciones del cardenal Burke pidiendo que las parejas gays no deben ser invitadas a reuniones familiares en presencia de niños.

¿Somos capaces de dar la bienvenida a estas personas, garantizándoles espacio fraterno en nuestras comunidades?. A menudo desean encontrarse con una Iglesia que les ofrezca un hogar acogedor’, dice el documento presentado esta mañana por el cardenal Peter Erdo. Y continúa el texto, ‘¿Son nuestras comunidades capaces de proporcionar que, aceptando y valorando la orientación sexual, no se comprometa la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?’.

De momento, la versión oficial apunta que si la mayoría de los obispos piensan que el matrimonio entre personas del mismo sexo no lo pueden bendecir, una boda civil podría tener una “realidad positiva”. “Sin negar los problemas morales relacionados con las uniones homosexuales, hay casos en los que la ayuda mutua de sacrificio constituye un apoyo valioso en la vida de las parejas”, dice el documento.

Ante estos interrogantes, los obispos no sacan conclusiones y se limitan a afirmar que la cuestión de la homosexualidad “requiere una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual”.

Si este documento revela puntos de vista oficiales de la Iglesia Católica, de los que se informará en su totalidad después de que concluya el Sínodo el 19 de octubre, sería un giro radical de la Iglesia Católica. Una institución que ve que cada año pierde fieles por mantener una moral arcaica y nada acorde con el siglo XXI. En definitiva, las voces aperturistas se están oyendo en el Sínodo muchas veces acalladas por los sectores del lobby más conservador.

Otros aspectos abordados:

El matrimonio, exclusivo entre el hombre y mujer: El resumen deja claro que “las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer” y subraya que no es aceptable que “se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la introducción de normas inspiradas a la ideología género“.

El derecho de los niños en las parejas gays: Por otro lado, se ha puesto de manifiesto, sin negar “las problemáticas morales” relacionadas con las uniones homosexuales, que hay casos en que “el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas”. En todo caso, el texto resalta que se deben poner siempre por delante “las exigencias y derechos de los pequeños” en relación a los niños que viven con parejas del mismo sexo.

Agilización de las nulidades matrimoniales: Varios padres sinodales han expuesto durante el Sínodo la necesidad de “hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de casos de nulidad”. se ha aludido a la posibilidad de superar “la necesidad de la doble sentencia conforme” o “determinar una vía administrativa bajo la responsabilidad del obispo diocesano“, así como abrir “un proceso sumario para realizar en los casos de nulidad notoria”.

Acompañar a los divorciados: Además, el documento afirma que la comunidad local y los pastores “deben acompañar” a las personas divorciadas pero no vueltas a casar “con preocupación”, sobre todo cuando hay hijos o es grave su situación de pobreza.

Precaridad laboral, como freno del matrimonio: El sínodo también ha planteado que la precariedad laboral es un elemento disuasorio de los jóvenes hacia el matrimonio. Y se ha puesto de manifiesto que uno de los principales desafíos de las familias es la “soledad“, que destruye y provoca una “sensación general de impotencia” con relación a la realidad socioeconómica que muchas veces “termina por aplastar”.

Individualismo dentro de la familia: En este sentido, se ha advertido del “peligro” representado por un “individualismo exasperado” que desnaturaliza las relaciones familiares y termina por considerar a cada componente de la familia como una “isla”, haciendo prevalecer, en ciertos casos, la idea de “un sujeto que se construye según sus propios deseos tomados como un absoluto”.

Convivencia e hijos fuera del matrimonio: El documento también resalta que en muchos ámbitos no sólo occidentales se está desarrollando “la praxis de la convivencia antes del matrimonio o también de la convivencia no orientada a asumir la forma de un vínculo institucional“. Además, se ha puesto sobre la mesa que hay muchos niños que nacen fuera del matrimonio y que el número de los divorciados “es creciente y no es raro el caso de opciones determinadas únicamente por factores de orden económico”.

Los niños, víctimas de la disputa entre padres: La ‘Relatio post disceptationem’ ha puesto énfasis en que “la condición de la mujer tiene que ser defendida y promovida” ya que, según recoge el documento, se registran muchas situaciones de violencia dentro de las familias. Además, advierte de que los niños son “frecuentemente objeto de disputas entre padres” y que ellos son las “verdaderas víctimas” de las laceraciones familiares.

Fuente Religión Digital

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Joven jesuita abandona la orden y escribe al papa en protesta por los despidos en centros católicos

Jueves, 9 de octubre de 2014
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brenkertphoto21Benjamin Brenkert, un joven jesuita estadounidense aspirante a la ordenación como sacerdote, ha decidido abandonar la Iglesia católica por su actitud hacia las personas LGTB. Los despidos de trabajadores de centros católicos cuando se sabía que habían contraído matrimonio con alguien de su mismo sexo acabaron por darle a Brenkert el empujón definitivo. La noticia cobra una especial significación como interpelación pública al papa ante el Sínodo extraordinario sobre la Familia.

El 5 de octubre comenzó el Sínodo extraordinario sobre la Familia -sobre el que informaremos con algo más detalle en próximos días- con ocasión del cual se han multiplicado las declaraciones y gestos de uno u otro signo. Entre ellos ha cobrado especial significación el gesto del joven jesuita, que ha tenido repercusión en medios y redes sociales del ámbito anglosajón y que ha sido reflejado también por relevantes medios LGTB, como Towleroad o The Advocate.

Benjamin Brenkert se preparaba para recibir la ordenación como sacerdote y ser admitido definitivamente en la Compañía de Jesús. Sin embargo, la persistencia de actos homófobos por parte de la jerarquía católica le han hecho abandonar la Iglesia católica. Actualmente, se plantea seguir su vocación como sacerdote de la Iglesia episcopaliana (rama estadounidense de la comunión anglicana), mucho más abierta a la realidad LGTB. No obstante, antes ha querido dirigirse públicamente al papa Francisco mediante una carta abierta publicada en el blog New Ways Ministry (iniciativa católica dedicada a la defensa de las personas LGTB). En ella, Brenkert reconoce su el giro hacia una mayor preocupación en temas sociales. Sin embargo, añade también que el trato que siguen recibiendo las personas LGTB va en contra de ese mismo “efecto Francisco” que tantas esperanzas parece transmitir.

Lo más significativo para él han sido las noticias de despidos de trabajadores LGTB de centros católicos (en buena parte, profesores de colegios religiosos), alguna de las cuales hemos recogido en dosmanzanas. Despidos que resultan si cabe más graves por el hecho de que muchas veces la orientación sexual era conocida por los empleadores desde hacía tiempo. Incluso sabían que vivían en pareja. Era sin embargo cuando tomaban la decisión de casarse cuando eran despedidos, incluso aunque mantuvieran discreción y evitaran hacerlo público.

Sínodo sobre la Familia, ¿ocasión para iniciativas LGTB cristianas?

El texto de Brenkert se inscribe en el contexto de las nuevas expectativas despertadas por el pontificado de Francisco, también en materia LGTB. Por el momento, lo único que ha habido es un cambio en el tono de algunas declaraciones a raíz del ya célebre quién soy yo para juzgar, que coexisten además con declaraciones virulentamente homófobas, como las de algunos jerarcas españoles.

En este sentido, como hemos recogido en entradas anteriores, el Sínodo extraordinario sobre la Familia -cuyo tema estrella es el de la admisión a la comunión de los divorciados que luego han contraído segundas nupcias por lo civil- aparece como una oportunidad de discutir la realidad de las familias LGTB. El documento preparatorio introdujo desde luego pocas novedades, aunque luego algunos obispos, como el de Amberes, han querido poner de nuevo el tema sobre la mesa.

En todo este contexto, proliferan las acciones de personas LGTB cristianas que toman la palabra, como es el caso de Brenkert o el de iniciativas más institucionales, como el congreso Los caminos del Amor celebrado en Roma al mismo tiempo que se abre el Sínodo o el Primer Encuentro Mundial de Asociaciones Homosexuales Católicas, organizado por Rumos Novos en Portimão (Portugal).

Transcribimos a continuación parte de la carta de Brenkert en traducción propia, destacando las partes que nos parecen más significativas:

Querido papa Francisco:

En el tiempo que lleva siendo Papa, su compromiso con la pobreza ha hecho despertar al mundo ante los males de la globalización, del capitalismo y del materialismo. Muchos ahora entienden que la pobreza es un pecado estructural y un mal social (…).

Sin embargo, mientras usted se ha centrado en la pobreza material y física, los miembros de mi comunidad han quedado al margen (hombres y mujeres lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, queer y que cuestionan el género). Permanecen en las fronteras, en los márgenes, viviendo unas vidas espiritualmente pobres. Algunos necesitan las voces de cardenales como Walter Kasper que les diga que Dios les ama. Otros saben que Dios les ama pero los líderes de la Iglesia los rechazan como desordenados y desorientados. Su profética pregunta “¿quién soy yo para juzgar?” anima a mucha gente en todas partes a tener una actitud carente de juicios hacia los miembros de la comunidad LGBTQ. Pero abstenerse de juicios no es suficiente; especialmente cuando Jesús nos ordena ser como el buen samaritano, “vete, haz tú lo mismo”.

¿Pero quién soy yo para escribirle?

Durante diez años he seguido el camino para ser sacerdote en la Compañía de Jesús (los jesuitas). Estoy lleno de agradecimiento por este tiempo. He gozado siendo un jesuita, un hijo de San Ignacio de Loyola. En julio pasado, dejé los jesuitas en buenos términos.

Hoy no puedo ya seguir aspirando a la ordenación con justicia o libertad. No puedo hacerlo como hombre gay en una Iglesia donde los hombres gays y las mujeres lesbianas son despedidos de sus trabajos. Para mí, la gota que colmó el vaso fue cuando se despidió a una mujer lesbiana y casada que trabajaba en el servicio de justicia social en una parroquia jesuita de Kansas city.

Esta marginación es contraria a lo que muchos han llamado el “efecto Francisco”. Estos despidos niegan su énfasis en erradicar la pobreza porque los despidos dejan a los hombres  y mujeres más cerca de la pobreza física y material. Es injusto, especialmente desde que muchas instituciones católicas tienen cláusulas de no discriminación (…).

En la carta a mi provincial donde le transmitía mi decisión, hacía notar que soy consciente del modo en que la injusticia hacia las personas LGBTQ contradice el Evangelio. Es más, indiqué cómo la legislación antigay en países como Uganda y Rusia, y la subsiguiente falta de acción por parte de la Iglesia, me hicieron cuestionar mi pertenencia a la Iglesia (…).

Como hombre abiertamente gay, aspiré a la ordenación porque Dios me llamaba al sacerdocio. Desde los 15 años rezaba para entender esta cuestión. Rezaba no para huir sino para ser encontrado. Una y otra vez, los directores vocacionales, los directores espirituales y los superiores ponían a prueba mis deseos más hondos, mi anhelo más sagrado. Estos hombres me vieron orientado, no desordenado, disponible para el sacerdocio por razones buenas y santas.

Cuando ingresé en el noviciado de los jesuitas, Dios me ayudó a verme como un hombre gay plenamente integrado y que se amaba a sí mismo. Con el tiempo, vi que tenía dones que ofrecer como ministro sensible, empático, alegre, afectuoso, orante, con un discurso articulado, multidimensional y bien formado. Me entiendo como sacerdotal, a pesar de mi humanidad y fragilidad.

Papa Francisco, con mi vocación en evolución, sigo siendo sacerdotal. Le escribo para que salve mi vocación, sea cual sea en el futuro. Le pido que dé instrucciones a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos para que ordenen a las instituciones católicas que no despidan a más católicos LGBTQ. Le pido que alce la voz contra las leyes que criminalizan y oprimen a las personas LGBTQ en todo el mundo. Esas acciones le darían verdadera vida a su afirmación, “¿quién soy yo para juzgar?”.

(…)

Con amor y afecto,

Ben Brenkert

Fuente Dosmanzanas

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Primer foro internacional de cristianos homosexuales

Martes, 7 de octubre de 2014
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es_wol11Los caminos del Amor”. Conferencia internacional para una pastoral con las personas homosexuales y transexuales (Roma, 3 de Octubre de 2014)

Piden al Sínodo apertura y acogida

“Los gays son categorías sociales exiliadas de la Iglesia”

Esta es una información de urgencia… Cuando recibamos más, lo publicaremos:

Un foro internacional de cristianos homosexuales ha dado su apoyo al sínodo de las familias que ayer se abrió en el Vaticano pidiendo que la Iglesia “acoja a las parejas homosexuales”.

“Homosexuales y transexuales pueden ser protagonistas de una nueva evangelización, capaz de liberarnos de la opresión y discriminación que se respira en muchas partes del mundo”, dijo el teólogo James Alison en una conferencia celebrada bajo el título Las vías del amor.

La monja Antonietta Ponente, de la República Dominicana, aconsejó que los gais no esperen “comprensión” del sínodo, porque los homosexuales “son categorías sociales exiliadas de la Iglesia”.

“Si tuviera al papa Francisco delante le diría que escuchase las historias de amor y de fe que viven los gais y lesbianas católicos”, subrayó Francis De Bernardo, director de la organización New Ways Ministry.

Fuente Religión Digital

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