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Bienaventuranzas de la Comunidad

Martes, 21 de febrero de 2023

Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:

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Felices quienes intentan descubrir en los hermanosy hermanas lo positivo que tienen y disculpan sus errores.

 Felices quienes vibran de gozo junto a su comunidad y se encuentran vacíos cuando están lejos de ella.

Felices quienes experimentan la fraternidad al estar muy unidos, como un sabroso y apretado racimo de uvas.

Felices quienes han vivido sólo dentro de sí mismos, quienes se han sentido autosuficientes, quienes no han necesitado de los demás, porque son los que más valorarán la vida en comunidad.

Felices quienes no idealizan a los miembros de su comunidad y van disculpando, conociendo y valorando, aún en las pruebas más difíciles, su fragilidad humana.

Felices quienes saben encontrar en cada contradicción las causas del problema, las motivaciones, la posible solución más duradera y fraterna.

Felices quienes, sin disculpar el egoísmo, la falta de cariño, el golpe duro e inesperado, descubren el lado positivo del hermano, sus valores, su dedicación a los demás.

Felices para quienes (como Jesús, que lo primero que hizo fue rodearse de amigos y amigas), la comunidad es el signo visible del Reino, un  anticipo de la vida eterna ya en nuestra tierra, una nueva sociedad fraterna, justa, libre y feliz.

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

Dios está con nosotros en Comunidad.

Miércoles, 11 de enero de 2023

Del Blog de Henri Nouwen:

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“La comunidad de fe ofrece las fronteras protectoras dentro de las que podemos escuchar nuestros más profundos deseos, no para permitirnos una introspección malsana, sino para encontrar a nuestro Dios hacia el que apuntan. En la comunidad de fe podemos escuchar nuestros sentimientos de soledad, nuestros deseos de ser abrazados o besados, nuestros impulsos sexuales, nuestros anhelos de simpatía, de compasión o simplemente de una palabra amable; y también nuestra búsqueda por comprender y nuestro deseo de compañerismo y amistad. En la comunidad de fe podemos escuchar todos estos anhelos y encontrar el valor no para evitarlos o taparlos, sino para confrontarlos con el fin de discernir la presencia de Dios en medio de ellos“.

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Henri Nouwen, Abriéndonos.

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Hay que recuperar el protagonismo de la Comunidad Cristiana.

Viernes, 23 de septiembre de 2022

comunidadfeDel blog de Rufo González Atrévete a orar:

La transformación de la Iglesia en comunidad viva sólo viene desde comunidades adultas

Democratizar la Iglesia, camino para hacerla más comunión (2)

La degeneración eclesial se ha ido evidenciando también en el protagonismo del clero. Los bautizados, la mayoría en nuestros países sin consentimiento personal, se han ido desvinculado poco a poco de la comunidad cristiana. La Iglesia se ha identificado con el clero y grupos sujetos directamente a él. Con excepciones personales, los bautizados, por el hecho de estar bautizados, no se sienten parte activa de la Iglesia, ni siquiera “Iglesia”.

Mientras siga el sistema de monarquía absoluta, con los tres escalones -papa, obispo, párroco- como únicos poderes decisivos, no es posible recrear las comunidades cristianas que surgieron del movimiento de Jesús. La Iglesia está en contradicción constante. Papa infalible y todopoderoso cediendo a la presión de unos y otros. Es la condición de todo poder absoluto, y más, concentrado en una sola persona. Acude a rodearse de leyes, ritos, instituciones, cargos, dinero… para imponerse. Instituciones organizadas digitalmente, sin control comunitario, vitalicias, fuentes de abusos y prepotencia. Se realiza la vivencia que Jesús critica: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros” (Mc 10,42-43a). No basta que el Papa sea persona sencilla, sobria, dialogante. El modelo de pirámide clerical implica la tiranía y la opresión. Se habla contra el clericalismo, pero no se cambia el código que lo ampara e impone. La comunidad evangélica se hace imposible.

El Evangelio no quita a las comunidades la libertad de elegir a quienes mejor puedan desempeñar las diversas funciones comunitarias. Lo entendieron y lo practicaron los primeros cristianos (He 6, 3; 15, 22ss). El Código clerical lo impide. La vida de una comunidad evangélica no puede depender de un dirigente cuasi vitalicio, inamovible, que no se reúne, ni dialoga, ni razona ni toma decisiones con la comunidad si no quiere. Es el caso -entre muchos- de la parroquia de un amigo. Tras muchos años trabajando con los sacerdotes, participando en los Consejos parroquiales y en diversas tareas, en 2004 llega un párroco nuevo y decide no contar con Consejo alguno. Ante su protesta, le prohíbe participar en toda actividad parroquial, excepto asistir al culto. Pueden leer su comentario en mi Blog (RD: “Atrévete a orar”. 20.02.2016): “Hablas de los Consejos Parroquiales. ¡¡¡Qué pena!! Llevo 38 años como feligrés… A partir del año 1978, tuvimos Consejo Parroquial presidido y orientado por los diversos párrocos… Bien conocida es la activa participación de los seglares en las diversas áreas de la pastoral. Y conocido también el efecto destructor del párroco nombrado en 2004. En un año, su falta de visión pastoral, su autosuficiencia y jactancia, unidas a su autoritarismo, han dado al traste con los Consejos. Y la parroquia ha quedado como un “supermercado de sacramentos”. Llegó a decir en uno de los últimos Consejos: “La parroquia es una empresa y yo soy el jefe”… Es lo que ocurre cuando en una parroquia falta la “comunión” entre sacerdotes y seglares. Sería un “gesto sorprendente” que los nuevos párrocos -nombrados para sustituirle, más jóvenes- restauraran los Consejos de la parroquia. Pero lo dudo… En dos años  no han movido ni un dedo. Ellos… a lo suyo: “SU” parroquia”.

El Espíritu, que sopla donde quiere (Jn 3, 8), no deja de suscitar comunidades, dignas del movimiento de Jesús. Comunidades de Base (Documento de Aparecida, n. 178-189), Comunidades Populares, Comunidades pequeñas dentro o fuera de la parroquia… Las diócesis y otros grupos piden al Sínodo sobre la sinodalidad reformas cuyo denominador común es recuperar el protagonismo de la comunidad.

Creo mayoritarias, y aceptables evangélica y culturalmente hoy, estas afirmaciones:

  1. El modelo actual de organización eclesial (clero-pueblo), procedente del medioevo, no es aceptado hoy como evangélico. Más aún: se le valora negativamente en orden a la implantación del reino de Dios (fraternidad universal), que proponía Jesús. El clero se ha convertido en obstáculo para el anuncio creíble del Evangelio.
  2. Hoy no se acepta la exclusiva de los sacerdotes en la enseñanza y en las decisiones de la Iglesia. Los bautizados exigen participar en la generación de doctrinas no evangélicas y decisiones importantes de su comunidad, respetando, por supuesto, el Evangelio y la Tradición conforme con el Evangelio. Ahí está el caso de la encíclica “Humanae vitae”: no ha sido recibida por gran parte de la Iglesia. Es una doctrina impuesta por parte del clero. Perjudica, sin duda, la extensión del mensaje de Jesús a muchísima gente.
  3. Igualmente se rechaza el estamento clerical que se elige a sí mismo, y no quiere dar cuenta de su gestión a la comunidad. Obispos y presbíteros se creen “elegidos” por el Espíritu Santo, como si el Espíritu de Dios no pudiera elegirlos a través de la comunidad.
  4. La Iglesiaasamblea del Pueblo de Dios, se realiza en comunidades de creyentes que viven en comunidad de hermanos. Cada vez se ve más imposible la fraternidad con leyes, instituciones, tradiciones… impuestas en una época determinada, y que hoy se ve claro que no proceden del Evangelio: Estado Vaticano, Curias que imponen leyes sin consenso eclesial, Clero como grupo dominante, separado y privilegiado con distinciones titulares y ornamentales… Hoy los católicos piden cambio estructural, que restablezca el original protagonismo de la comunidad.
  5. La Encarnación, exigencia básica del mensaje cristiano, pide aceptar toda cultura que no contradiga el Evangelio: autonomía de la razón en su campo, dignidad de los seres humanos con derechos y deberes “universales e inviolables”, libertad religiosa y civil… Sin respeto a esta cultura no podemos ser testimonio aceptable de Jesucristo.
  6. La experiencia enseña que la transformación de la Iglesia en comunidades vivas sólo viene desde comunidades adultas, capaces de reunirse libremente, unirse, dialogar con argumentos y tomar decisiones corresponsables. Clero dominante y pueblo infantilizado, acostumbrado a oír, callar y obedecer, a recibir servicios religiosos, a pagarlos… es una degeneración eclesial, cada vez más intolerable. Piénsese en el rechazo cada vez más acusado de los servicios religiosos. Estos días se conocía la situación en Barcelona: “los bautizos no llegan al 35% , los matrimonios por la Iglesia el 11%, funerales católicos el 31%. Imagínense qué números nos deparará el futuro, cuando… sean mayoritarias las generaciones que han crecido en la ignorancia y la indiferencia religiosa” (Oriol Trillas: El auge de los funerales laicos. Agosto 19/2022. Redes Cristianas).
  7. Ya existen en la Iglesia comunidades adultasNo se les puede ignorar y menos perseguirlas. Hay que impulsarlas. Son grupos de dimensiones adecuadas para conocerse, vivir en igualdad fraterna, en corresponsabilidad. Por su madurez pueden vivir la cultura actual, decir su fe en lenguaje comprensible y dar respuesta a sus necesidades. Deben ser libres en la libertad de los hijos de Dio y creativas desde la fe.
  8. Es conforme con el Evangelio aceptar que estas comunidades puedan elegir a las personas para las diversas tareas o ministerios, sin distinción de sexo ni de estado. Se supone discernimiento que tiene en cuenta “personas de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría” (He 6,3). Reunidos, dialogando, compartiendo la Palabra y la misión de Jesús, se revela el Espíritu y manifiesta la voluntad divina. Eso sucedía en el principio (He 6, 3; 15, 22ss) y puede suceder hoy.

Espiritualidad ,

“RACA & MORÉ”, por Dolores Aleixandre

Sábado, 23 de octubre de 2021

Conocer-a-la-comunidad-imperativo-del-profesional-dospuntoceroLo avisa el Evangelio: nos lo jugamos todo en las relaciones con los demás

No es una nueva marca de ropa,  ni el nombre de un gabinete de abogados: son  dos adjetivos que aparecen en el texto griego del sermón del monte según san Mateo: “Pero yo os digo que todo el que se enfade con su hermano será llevado a juicio; el que lo llame estúpido (raca) será llevado a juicio ante el sanedrín, y el que lo llame insensato (moré) será condenado al fuego eterno”  (Mt 5,22). Las traducciones varían pero el significado nunca es demasiado grave y está más cerca de expresar impaciencia por la necedad de alguien,  que de querer agraviarle con violencia. Quizá por eso nos resultan un poco desproporcionadas las sanciones que merecen esos mini insultos y no acabamos de tomárnoslas en serio.

Sin embargo el asunto es de trascendencia y nos hace tomar conciencia de hasta qué punto el Evangelio nos  avisa constantemente y de mil maneras de que nos lo jugamos todo en las relaciones con los demás. Por eso más nos vale poner atención en ello y de ahí esta sugerencia práctica: como en el comienzo de curso casi todo el mundo renueva sus propósitos de cuidar un poco más su corporalidad y hacer más más ejercicio,  utilizaremos su lenguaje para estimular nuestra decisión de renovarnos en el   amor.

Empecemos por dar un suave masaje a nuestras cervicales: con frecuencia las tenemos anquilosadas, no giran convenientemente y no nos permiten ver lo que les ocurre a los de nuestra derecha o nuestra izquierda. Sigamos con movimientos giratorios  de los hombros para desbloquearlos: así, cuando nos toque llevar alguna carga ajena (real o simbólica), podremos hacerlo sin quejarnos. Los pies y piernas necesitan también ejercicios de  flexibilidad: tienen que permitirnos caminar al paso de los otros o detenernos si hay que prestar ayuda a quien se queda atrás por cansancio. La artrosis amenaza con frecuencia los dedos de nuestras manos y nos dificulta abrir los puños cuando los tenemos cerrados: unos estiramientos moderados pero frecuentes nos ayudarán a soltar ciertas cosas que agarramos con determinación: puede ser el tiempo, o el dinero, o  unos horarios inflexibles,  o cualquier otra cosa a la que se nos aferra el egoísmo o la tacañería.

Los ejercicios aeróbicos son también ideales para mantener activo el corazón: impiden con eficacia esos peligrosos coágulos – rencor,  envidia , tirrias varias- ,  que amenazan con detener la circulación de nuestro flujo vital.

Por ahora, quizá sea más prudente quedarnos aquí: por si alguien tiene agujetas, dicen que beber agua con una cucharada de bicarbonato da muy buenos resultados.

Fuente 21 RS Septiembre 2021

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Se busca cura para ser nombrado obispo.

Martes, 12 de octubre de 2021

AEE122C4-7E90-4F10-AE2E-6FCF052A5721Padre Mugica, un buen pastor…

Es curioso. Desde finales de noviembre del año pasado estamos en esta diócesis sin obispo. Me resulta sorprendente. Me pregunto: ¿Es que no hay sacerdotes preparados para ello o que quieran ser obispos? ¿Es que se exige tanta administración para elegirlo?

Entiendo que lo lógico es que la conferencia episcopal española tenga una serie de personas ya como previsibles obispos. Y me lleva a pensar que sería mucho más sencillo y por ello más rápido si es la comunidad diocesana fuera la que intervenga en la elección del candidato.

Da la impresión de que se mira con lupa a las personas que vayan a desempeñar ese servicio en la Iglesia.

Seguramente que hay sacerdotes dispuestos a desempeñar ese cargo pero que no sean los más aptos. Pero entiendo que no es cuestión de examinar, sino de contar personas disponibles para ser servidores de la diócesis. Incluso, creo que facilitaría la elección si el ministerio de obispo no es para toda la vida, sino para una época de años y que haya cambios de forma más habitual.

Veo que hay diversas tendencias dentro del episcopado y que pueden influir en que se elija a uno u otro sacerdote. No sé qué trámites se siguen, pero creo que ahora influye muy poco el visto bueno oficial político. Entiendo que deben ser cosas totalmente independientes.

Una solución podría ser lo que me ha ocurrido a mí en mi servicio pastoral. Siempre he ido a las comunidades parroquiales que deseaba porque pedía las parroquias que nadie solicitaba.

Si me quieren demostrar que el oficio de obispo es necesario e importante, que lo demuestren en esta ocasión, nombrando rápidamente un obispo que sea Buen Pastor.

Espero que quizás antes de que se publique este escrito, se haya nombrado ya a nuestro obispo. Va a resultar una maravilla porque tan buscado y elegido ha de ser excepcional.

Pero será bueno y necesario que el proceso de nombramiento episcopal se haga por otros caminos y así las comunidades diocesanas estemos siempre servidas. Creo que el camino de la sinodalidad llevará a alternativas distintas. Que sea un camino corto y eficaz.

Gerardo Villar

Fuente Fa Adulta

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Carmen Notario: Ser canales de vida en comunidad.

Miércoles, 5 de mayo de 2021

eucaristia0¿Dónde detectamos vida nueva esta primavera? ¿Qué nos recuerda que la vida se renueva constantemente y que lo que parece muerto, inerte, frío, despierta una vez más y nos llena de esperanza y de ilusión?

Desde luego la naturaleza a nuestro alrededor sí, desde las hierbas más pequeñas y aparentemente más inútiles hasta las manifestaciones más deslumbrantes de formas y colores en plantas, flores, cascadas…

Leía el otro día que España en este momento es el segundo país, después de Suecia, con más bosques de toda Europa y alegra saber que vamos tomando conciencia de lo importante que es cuidar el medio ambiente para el bienestar de todxs. Parece que el aumento de bosques está proporcionado con el menor uso de la tierra en lo que respecta a la agricultura y la ganadería. Cuanto menos explotamos los recursos naturales de forma descontrolada, hay más espacio para los “pulmones” de la tierra donde habitan millones de especies creando hábitats para todxs.

A primera vista parece que un bosque no es comparable a nivel de producción con la misma cantidad de terreno empleado para la agricultura, y sin embargo la FAO nos dice que 20 países en desarrollo han mejorado sus niveles de seguridad alimentaria manteniendo o aumentando la cobertura forestal.

Los bosques eliminan 2,1 millones de dióxido de carbono al año, redistribuyen hasta el 95 % del agua que absorben donde más se necesita. Mantienen el agua en el suelo, evitando la erosión, y luego la liberan de nuevo a la atmósfera, produciendo un efecto de enfriamiento.

Su ciclo de vida está relacionado con el ciclo de vida de otros seres, incluidos nosotros, por supuesto. Su salud y crecimiento redunda en abundancia para todos. Podríamos decir que la vida nueva viene de emplear lo que necesitamos y después devolver “vida” al universo en formas que permitan la vida a otros seres.

En medio de la crisis sanitaria, económica, climática, política y social que estamos experimentando, que ya nos habían advertido que vendría con el cambio de paradigma, también vemos brotes de vida en personas que se “reinventan” y con ello suman con otrxs y sacan de la escasez abundancia, del desaliento esperanza. A pesar de que las noticias nos bombardean con los aspectos negativos del comportamiento humano, sabemos que hay miles de iniciativas que tienen que ver con la solidaridad y el olvido de los intereses personales.

Un año más nos volvemos a preguntar: ¿Y qué significa la resurrección? ¿Cómo la vivo y entiendo hoy?

Los cristianos, no hemos tenido problema a lo largo de los siglos de identificarnos con la cruz, pensando que el sufrimiento por la enfermedad, las dificultades, era “redentor” como el de Cristo y nos “servía” para hacer méritos para la otra vida. Sin embargo no entendemos todavía, que si la comunidad cristiana sigue existiendo, es precisamente y sólo por la resurrección, por la experiencia personal y comunitaria de que la vida ha vencido a la muerte.

Somos parte de la Vida, estamos inmersos en ella y en la medida que tomamos conciencia de ello vamos entendiendo esa dinámica constante de muerte y vida que es nuestra existencia.

La resurrección es, primero, una experiencia personal. Es la que vivieron los primeros seguidores de Jesús de que continuaba vivo en medio de ellos, de otra forma pero con una presencia real. Esa es la que ha animado a millones de personas a seguirle a lo largo de la historia y la que nos anima a ti y a mí cada día. Por eso estás hoy aquí, porque un día lo entendiste y a pesar de todas las crisis, las dificultades, los tiempos de inercia o de mediocridad no has renunciado a esa experiencia.

No la buscamos fuera, ¡qué va!, si es más íntima a mí que yo misma… A veces me produce un gozo inmenso, pero la mayor parte del tiempo está ahí como el aire que respiro. Necesito alimentarla como toda relación que valoramos. Voy adentrándome en esa relación a través de la oración que me alimenta cada día, y me ayuda a entender cómo vivir la vida desde la misma perspectiva que vivió Jesús.

Me va transformando, no sé muy bien cómo, pero voy sintiendo que mis valores se van afianzando que voy creciendo en libertad, en asertividad que puede más en mí la compasión que la rabia o la frustración, que mi corazón se vuelve más generoso.

Pero también me transforma la vida y la manera de interpretar sus pequeños y grandes acontecimientos, las personas con quienes hago camino y lo que voy eligiendo después de discernir, cada vez con más ternura, que es lo que inspiraba a Jesús la gente con la que se encontraba.

Cuando me encuentro con personas que ven la vida de esta misma manera, siento que he encontrado un tesoro; no sé si hay muchos o no, pero los encuentro si soy capaz de comunicar abiertamente lo que llevo dentro.

El cristianismo no es una espiritualidad que me construyo a mi gusto. No me puede encerrar en mi “yo” en una relación tú-yo, privada en el ámbito de lo personal. Cuando nos cerramos de esa manera es porque tenemos miedo, nos han herido, o hay algo que queremos esconder.

La experiencia de la resurrección es una llamada en comunidad para la comunidad como lo atestiguan los evangelios. En ellos, no olvidemos, son escritos post-pascuales, siempre encontramos a Jesús enseñando, predicando, curando y conviviendo, con sus seguidores, aprovechando cualquier ocasión para proclamar el mensaje del reino entre ellos y con los demás.

Ante sus rivalidades, sus prejuicios, sus imposiciones, sus faltas de sensibilidad a las necesidades de los demás Jesús les va “despertando” el oído y el corazón se les va transformando; por supuesto es un camino que dura toda la vida como el nuestro.

El testimonio más fuerte es el de la unidad; no todos piensan igual, ni tienen una manera de ser parecida, ¡qué va!, si son muy diversos…pero comparten el mensaje de Jesús de proclamar lo que creen, lo que han visto y oído, el mensaje de liberación que primero les liberó a ellos. En comunidad sienten la fuerza de esa presencia de Jesús que les saca de su pequeño mundo y les invita a compartir con los demás.

Se apoyan unos en otros, el don de la palabra de éste, la sabiduría de la otra, la constancia, la fortaleza… se alegran con las buenas noticias y comparten el sufrimiento apoyándose mutuamente.

Llevamos tiempo ya defraudados por una institución que tiene miedo a la evolución y se aferra a un “poder” que no es real, por lo menos en amplias capas de la sociedad. No tenemos por qué permanecer allí donde no hay vida. Luchar por ideologías, por tradiciones, por posiciones de poder no nos lleva más que a la frustración; hoy vivimos la fe fuera del templo, en las pequeñas comunidades cristianas.

Se nos llama a participar de una comunidad de Vida que envuelve todo el universo. No somos nosotrxs los que “poseemos” una vida. Estamos envueltos en la red de la Vida que lo permea todo. Se nos presenta como reto romper moldes de división entre lo divino y lo profano, ensanchar nuestras tiendas para que quepan todxs, denunciar y anunciar como los profetas las injusticias, las opresiones y anunciar con la palabra y la vida el amor incondicional, la entrega sin límites.

Ser canales de vida… como la naturaleza a nuestro alrededor que nos invita a crear redes, a consumir lo imprescindible, a devolver lo que no necesitamos transformado para que otrxs puedan vivir.

Carmen Notario, SFCC

espiritualidadcym@gmail.com

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Una presencia positiva y amorosa

Jueves, 24 de septiembre de 2020

Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Acerca de orar juntos, como comunidad, y en silencio:

“Cuando dos o más personas se encuentran o reúnen, existe siempre alguna forma de presencia, incluso la forma que puede provocarle a una de ellas una úlcera. Lo que a nosotros nos corresponde hacer es, por lo tanto, disponer las cosas de manera tal que la presencia sea una experiencia no negativa, sino positiva. Esto quiere decir que tal vez debamos conversar más entre nosotros para aprender a estar presentes en silencio de una manera positiva. Para que el silencio pueda ser una gracia es preciso que haya entre nosotros una mayor comunicación, un amor más profundo y, hasta tanto no se haya alcanzado esa intensidad, será vano fingir que hay amor cuando no lo hay. La justificación del silencio en nuestra vida reside en que lleguemos a amarnos los unos a los otros lo bastante como para poder estar reunidos en silencio. Una vez que alcanzamos a ver el profundo y verdadero significado de la vida en comunidad, descubrimos que en el estar juntos y en silencio hay una gracia y un deber muy especiales, pero nunca llegaremos a ello excluyendo a los demás ni tratándolos como objetos. Es una gracia que se va conquistando paulatinamente, a medida que aprendemos a amar”.

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Thomas Merton
Los manantiales de la contemplación

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A un amigo que se interesa por el Espíritu de Dios

Miércoles, 17 de junio de 2020

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Madrid.

ECLESALIA, 08/06/20.- Me decías, mi querido amigo, que, para ti, el Espíritu de Dios era casi un desconocido pues, en el fondo, no pasa de serte un concepto teórico torpemente percibido; y añadías: ¿Qué hacer?

De mil amores te contesto, lo que no sé es si mi parecer te va a dar luz o va a aumentar tu confusión, que, además de que no soy docto en asuntos teológicos y de que la ortodoxia no es mi fuerte, que digamos, lo único que puedo ofrecerte son mis pequeñas experiencias, aunque quizá sea eso, experiencia, lo que andas buscando, pero no sé si las mías serán, para ti, las más adecuadas. Veamos como me sale la cosa, ya me dirás si te valió:

Pienso yo, pero no sé si pienso bien, que no es tanto “qué hacer”, como dices tú, sino “qué no hacer”. Voy a intentar explicarme:

Para mí, pero vete tú a saber, lo de que Dios es Padre y es Hijo y es Espíritu, es algo así como si un muchacho dijese, permíteme la comparación, que su madre es Cariño, es Eficacia y es Protección, por poner un ejemplo; y, así, él nos señalaría aquellas virtudes de la madre que más aprecia. Su madre sería, dependiendo del momento, la madre-cariñosa, la madre-eficaz o la madre-protectora; cuando, pongamos por caso, la madre le sujeta para que no caiga, allí está él viendo a la madre-protectora, pero la madre-cariñosa y la madre-eficaz no están ausentes, también están, pero en ese momento no acusa él su presencia. Te digo esto porque creo, pero no es más que un olisqueo mío, que lo de las Trinidad es algo así como un modo, el que mejor se ha encontrado, supongo, de explicar lo que puede ser Dios, aunque esto es tarea imposible, que Dios es mucho Dios como para poder encerrarle en unos dogmas, por muy católicos que sean los tales dogmas.

Tú y yo tenemos muy oído, sobre el Espíritu Santo, cosas como que “es una persona divina” y que “es portador y trasmisor de dones sobrenaturales (temor de Dios, sabiduría, consejo, piedad, entendimiento, fortaleza, ciencia)” y, teniendo esto totalmente aceptado, que lo tenemos, aunque no hayamos llegado a entenderlo del todo, que no hemos llegado, tengo para mí que todo ello no nos llegue a decir gran cosa, sobre todo en el momento de la verdad,  en el momento de las vivencias, que, creo yo, es lo que más cuenta.

Así que habré de preguntarme sobre lo que experimento yo, dentro de mí, claro, cuando me vienen barruntos de que el Espíritu aletea en mí, valga la expresión, que no me sale ningún otro modo de referirme a esas experiencias de su presencia, que no estoy diciendo que el Espíritu venga a mí, pues él siempre está, pero lo que sí ocurre es que no siempre, ni con mucho, alcanzo yo a notar su presencia, su aleteo.

Mi percepción del Espíritu, de la que te hablo, me lleva a descubrirle como, digamos, la manera que tiene Dios de comunicarse con nosotros, de transmitirnos su amor, de sugerirnos que nos cuidemos unos de otros, de mostrarnos los caminos que conducen a nuestra felicidad. Y esto lo hace a base de, permíteme la expresión, “charlar un rato con calma”. Y, aunque pueda resultar un tanto idílico, y no es que sea esto malo, pero quizá sea demasié, pues que digo que es algo así como si, a alguien, en solitario, ya de noche, delante de una hoguera chispeante, se le vinieran a la cabeza, sin saber cómo, ideas sobre su vivir, sus amores, sus esperanzas, sus arrepentimientos, sus añoranzas, sus proyectos de futuro y, al acabar, le viniera a parecer que todas aquellas cosa no hubieran salido de su cabeza, sino que se le hubieran comunicado, no desde fuera, sino desde sus más profundos adentros. No sé si me logro explicar.

Y claro, para que todo eso, lo que llegó a nuestra cabeza cuando estábamos sentados frente al fuego, produzca frutos, para que sea algo más que una ensoñación, para que nos mueva a cambiar las torpezas por aciertos, es preciso que nos lo tomemos en serio, lo incorporemos a nuestro vivir. Esto supone, y aquí es donde creo que está el quid de la cuestión, que estemos dispuestos a aceptar ideas nuevas, enfoques diferentes de cuanto nos rodea, a desechar aquellas convicciones, quizá muy queridas por nosotros, que pudieran ser impedimento para poder incorporar lo que nos llega en esas noches frente al fuego de las que te hablaba. Si no estamos dispuestos a entender que, para poder incorporar a nuestro vivir las ideas, sugerencias, pensamientos que nos invaden en esos momentos cruciales, aquellos en los que llegamos a percibir los “recados al oído en noches sentado frente a la hoguera”, para eso, te repito, necesitamos desechar algunos, tal vez demasiados, de nuestros más queridos convencimientos, que, quizá, han guiado nuestro caminar durante gran parte de la vida. Si nuestro aferramiento, a estas nuestras queridas ideas de siempre, es tan fuerte que no nos es posible dejarlas marchar, entonces no nos será posible adoptar ningún nuevo punto de vista, permaneceremos cerrados a todo lo que nos sea dado en esos momentos de sosegado escuchar al Espíritu de los que te hablaba antes.

Pero no sé si esto que te he dicho te va a poder ayudar en algo, que tú, seguro, ya lo sabias, que no es nada nuevo, ni original: recuerda lo de: “el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”, que le dijo Jesús a Nicodemo, que en esto pasa como con el cambio de piel de las serpientes: que es necesario para poder crecer, y que un abrazo, Juan.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Una nueva comunidad “, por Gabriel Mª Otalora

Martes, 9 de junio de 2020

Todo lo que tiene vida se renueva. Lo que permanece estático mucho tiempo es lo propio de las charcas y los estanques cerrados llenos de hojas muertas. La vida nos demuestra su capacidad de reinventarse y crecer allí donde parece imposible hacerlo. Atacama, Chile, es un buen ejemplo. Su clima desértico es tan extremo que se han llegado a registrar hasta 400 años sin lluvias. Expertos de la NASA estudian el desierto chileno confiados en que les ayude a aprender más sobre la posibilidad de vida en Marte. Sin embargo, se han descubierto microorganismos vivos. Y cada cierto número de años se produce un espectacular aumento de las precipitaciones que transforma kilómetros de paisaje árido y desolado en un paraíso lleno de especies vegetales que logran aflorar tras haber sobrevivido años en estado de latencia.

La vida se renueva siempre. Heráclito filosofó sobre la existencia como algo no estático que va en compás con el resto de la movilidad natural del Universo: todo fluye. También lo hace el amor continuamente, cuando se renueva día a día. Cada caricia de una persona enamorada, cada beso de amor y cada manifestación amorosa no es igual a la anterior; siempre es algo bienvenido por ser “nuevo”, aunque se den todos los días. Todo lo contrario al desamor que resulta rutinario y estático como una ciénaga. El amor de verdad por serlo siempre es novedoso y hay que alimentarlo frente a la tentación de las rutinas que pervierten el verdadero amor.

Nuestras comunidades cristianas son signo de amor, no lo olvidemos. La Iglesia es una gran comunidad de amor seguidora de Cristo resucitado. Tan es así de verdadero y de importante, que Lucas nos regala el apéndice del “quinto evangelio” con su exhortación de las primeras comunidades cristianas. No es un relato al pie de la letra, entre otras cosas porque se escribió entre los años 80-90 d.C. Lo esencial es el espíritu y la sustancia en las relaciones que alimentaban aquellas comunidades de la primitiva Iglesia.

Comunidades vivas que fueron actualizando su fe con signos que representaban el contenido de su apuesta de amor cristiano. Los signos de la presencia de Dios en el mundo, los valores que deben distinguir a nuestras comunidades: el cuidado de los demás, la cooperación, la solidaridad, la compasión y el amor incondicional; ellos son los signos de la nueva civilización planetaria. La liturgia es un conjunto de signos necesarios, pero signos formales al fin y al cabo. Lo esencial es lo que celebramos en ella, la actualización de aquellas comunidades que vivieron con pasión el amor que Cristo les dejó para que lo vivieran y lo difundieran.

Y el amor solo es posible difundirlo con más amor. Según la carta de Pablo -amigo de Lucas-a los Efesios, Dios tiene un plan y quiere una humanidad a su medida de amor sin límites para nadie; ni para los enemigos. Sólo el que ama es capaz de permanecer vivo y sentir de una manera diferente. El que ama acoge su realidad y es capaz de transformarla.

Amar no es fácil, supone abrirse a lo inesperado con confianza y entrega. Hay dolor en el amor, pero es un dolor que purifica, que hace crecer siempre; en esto no hay topes. Quien no tiene amor ha muerto a lo mejor de la vida. Qué realidad más grande cuando uno ama a alguien, de modo especial: todo cobra sentido. La propia existencia revela plenitud y alegría, aún en medio de las dificultades, porque la persona que ama se llena de sentido.

La razón de ser de la comunidad cristiana es convertirse toda ella un signo del Amor. Habrá épocas en las que viviremos como en el desierto de Atacama, silentes como fermento que espera florecer con fuerza a la primera oportunidad. Otras veces nos pasaremos de frenada y nuestro ejemplo será más bien el de un Estado político lleno de signos externos que sobran y repelen la esencia evangélica. Pero el Espíritu sopla sin cesar para que vivamos en una comunidad de Amor por la participación de todos, cada uno según sus posibilidades, en la construcción del Reino de Dios transparentando al mismo Dios ¿No es esta nuestra fe?

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad ,

30-31 de mayo del 2020 Pentecostés con los once, las mujeres, María y los hermanos de Jesús: Eclosión de vida, ocultamiento de mujeres

Sábado, 30 de mayo de 2020

Pentecostes_0c883f5a325ae5bb91169650abffa9d9Del blog de Xabier Pikaza:

Hech 1, 13-14: Vigilia por excelencia, la Gran Noche de espera de creación de los cristianos

Expuse hace dos días la promesa de Jesús, según el Evangelio de Juan: Conviene que  me vaya, para que venga el Espíritu. Esta noche, 30-31 de Mayo, en el contexto de Pentecostés, celebramos  el cumplimiento de esa promesa:

«Subieron a la sala superior donde se alojaban. Eran Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el celota y Judas el de Santiago. Todos estos perseveraban con un mismo interés en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y sus hermanos» (Hch 1,13-14).

¡Un lujo, un robo/ocultamiento de mujeres!

 Un lujo de mujeres: Ciertamente, están once (Doce menos uno), lo que queda del proyecto  fracasado de los Doces de Jesús… Pero todo lo demás son casi sólo mujeres: las mujeres sin más, es decir, las compañeras de Jesús, a las que se añade  María, su madre, y un un grupo de hermanos/familiares de Jesús, entre los que puede haber varones (Santiago, Cleofás…), pero entre los que hay sobre todo mujeres.  Éste es un campo poco estudiado de la historia primitiva de la Iglesia, en la que intervienen, sobre todo, mujeres de la familia de Jesús.

16.4.1.El-Descenso-del-Espiritu-Santo_Evangelio-de-Rabula_siglo VIUn robo de mujeres. Basta fijarse en las “imágenes” canónicas, es decir, oficiales de Pentecostés. Sistemáticamente se han borrado las mujeres “amigas” de Jesús (con Magdalena, Salomé…) y las mujeres de la familia (entre ellas varias marías). Este es un “robo inocente”, es decir, no intencionado… y por eso peor, más delictivo. Es el robo no leer los textos, de respetar los orígenes… En el Pentecostés del libro de los Hechos la mayoría son mujeres… Pero todas han sido borradas,  para quedar sólo con Doce Varones (¡olvidando que son once fracasados)… y una mujer de honor en medio.

    Muy piadoso el icono de los Doce Obispos con la Madre en el centro… olvidando la función de la Madre de Jesús… con el sentido de los once primeros. Hay mucho camino recorrido, pero mucho que tiene que ser desandado, para retomar la marcha en la buena dirección.

Esta representación oficial de Pentecostés en la Iglesia ha sido un robo de mujeres. Ha servido para exaltar a Once varones santos (todos los clérigos de la iglesia posterior), con una mujer  única, que es muy-muy importante, pero que no es la única, ni está cumpliendo aquí (en estos iconos de los doce con ella) su verdadera función evangélica.

 El 95% de las representaciones de Pentecostés ponen a 11/12 varones que se han “apoderado” del Espíritu de Jesús, con una mujer en medio (que es la Madre, muy importante como signo, pero sin autoridad real). Haced un esfuerzo, buscad en google: Pentecostés, imágenes o iconos. Tendréis que sudar para encontrar un pentecostés de mujeres (1):

Quién es quién en Pentecostés de Hechos

Primero están los once varones, cuyos nombres se citan expresamente (cf. también Lc 6,14-16, pero con judas).Son un grupo importante, pero no son los “Doce para siempre”. Ellos garantizan la continuidad entre la vida-mensaje de Jesús y el comienzo de la Iglesia. Pero no están todos… Son once, número siempre imperfecto… El Espíritu Santo no viene sobre el “colegio apostólico”, porque el colegio se ha roto en la muerte de Jesús y todos los esfuerzos por recrearlo han sido vanos. Son importantísimos, son esenciales….

Pero son el grupo fracasado de Jesús, y sólo desde ese fracaso pueden volver a empezar… Hecho los pone al principio, pero no son el principio del principio de la Iglesia, donde aparecen con igual o más importancia las mujeres de la cruz, de la tumba vacía y de la pascua. Los iconos de Pentecostés les  ponen sin embargo sólo a ellos, con la madre. Menos mal que hay algunos clásicos como El Greco que meten alguna mujer más junto a la Madre.

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Junto a los once están las mujeres. El texto (syn gynaixin) resulta indeterminado y podría referirse a diferentes tipos de personas (por ejemplo a las esposas de los apóstoles). Pero es evidente que en el fondo de Lc-Hch ellas son, al menos, las mujeres que acompañaron a Jesús desde el principio: María Magdalena, Juana, la mujer del funcionario Cuza, Susana y muchas otras (cf Lc 8,3). Han servido a Jesús, le han visto morir (Lc 23,49); son testigos de su entierro (Lc 23,55-56) y, sobre todo, testifican el misterio de su tumba abierta (Lc 23,56-24,11)14.

Sin su presencia en la primera comunidad la Iglesia hubiera perdido un elemento fundante de la historia y plenitud del Cristo. Todo nos lleva a pensar que el Pentecostés de la Iglesia empezó con ellas. Ellas fueron las primeras que recibieron el Espíritu de Jesús, en un lugar familiar, llamado el “cenáculo”, que es algo así como el lugar donde ellas recrean la comunidad de Jesús… Sin estas mujeres no había habido Pentecostés. Éste es su lugar, el Cenáculo de la Iglesia, la Cámara del Espíritu Santo, según la tradición: 

2574802Están, al mismo tiempo, los hermanos/as de Jesúsque forman un grupo bien determinado, como en 1 Cor 9,5 (tois adelphois autou). Pertenecen a la familia del Señor, interpretada en un sentido extenso, como entonces se entendía en el oriente 15: Ellos ofrecen el testimonio de la humanidad de Jesús, de su familia, tan insignificante, perdida y poco culta, en Nazaret de Galilea (cf. Mc 6,1-6). Han sido en un principio adversarios de Jesús y han rechazado su camino mesiánico (cf. Mc 3,20-21.31-35; Jn 7,3.5.10). Pues bien, en un momento determinado, quizá a partir de la experiencia pascual de Santiago (cf. 1 Cor 15,7), que aparece como portavoz , estos familiares han aceptado a Jesús (cf. 1 Cor 9,5; Gál 1,19), formando con los once  y mujeres amigas el principio de la nueva Iglesia.

   Lo más sorprendente de estos hermanos/as de Jesús de los que nos habla con toda precisión Mc 3 y M 6, están representados básicamente por mujeres.  En contra de la visión que ofrece Pablo de los “hermanos-varones” de Jesús, el evangelio de Marcos (con los otros tres) ofrece una auténtica saga de las hermanas/familiares de Jesús. Ellas forman con las mujeres/amigas el principio de Pentecostés.

mujeres-1080x627Ellos aportan la prueba de los orígenes de Jesús, el recuerdo de su familia concreta entre los hombres. Un Jesús sin hermanos, sin crecimiento compartido, sin tradición asumida crítica-mente no sería verdaderamente humano.

En medio, entre las mujeres y los  hermanos de Jesús, está su madre, a la que se llama con su nombre,  María. Literariamente (si el kai, es decir “y” que le une a las mujeres ) se podría suponer que ella está integrada en el grupo de mujeres. Habría, según esto, tres grandes componentes de la Iglesia: apóstoles, mujeres y parientes. Sin embargo, es mucho más probable que ese kai (y) que le vincula a mujeres-parientes sea disyuntivo, de modo que ella forme grupo aparte. María tiene su propia personalidad, aporta una experiencia irrepetible y diferente en el conjunto de la Iglesia17. Así lo suponemos en las notas que ahora siguen.

Qué hace cada grupo

Para entender lo que implica el surgimiento de esta primera comunidad donde se encuentra María como miembro distinguido, es conveniente que tracemos, al menos de manera hipotética, el transcurso de los hechos que van de la pascua a Pentecostés

Los once, impactados por el juicio-cruz, se han dispersado, volviendo a Galilea, donde el mismo Jesús vuelve a su encuentro (cf. Mc 16,7; Mt 28,7.10). Parece seguro que en esta conversión pascual ha intervenido poderosamente Simón (cf. Lc 22,32; 24,34; 1 Cor 15,5), que ahora confirma su nombre de Cefas-Pedro, fundamento de la Iglesia 19. Evidentemente, la experiencia pascual les lleva a Jerusalén, donde esperan la revelación definitiva de Jesús, Mesías de Israel, Hijo de Hombre escatológico. Pero ea conversión de Simón está vinculada de manera radical a las mujeres amigas de Jesús, según Mc 16, 1-8. Sin ellas no habría podido haber Pentecostés en la Iglesia.

PentecostesLas mujeres han quedado desde el principio en Jerusalén, donde han encontrado el sepulcro abierto. No sabemos cómo han seguido actuando después. ¿Han corrido a Galilea para comunicar su experiencia a los apóstoles? (cf. Mc 16,7; Mt 28,10). No podemos precisarlo. Lo cierto es que han hecho lo que han hecho: Unas mujeres nos han sobresaltado, dicen los de Emmaús (Lc 23). Sin este sobresalto de las mujeres no habría existido Pentecostés. Lo cierto es que las hallamos luego en Jerusalén, formando la primera Iglesia, con los apóstoles.

Estas mujeres forman el sobresalto fundante de la Iglesia…, ellas han sido y siguen siendo Pentecostés… por más que una y otra vez, pintores de cuadros y jerarcas varones de la Iglesia las hayan expulsado fuera del lugar oficial del Espíritu Santo…  Sin ellas no puede hablarse hoy de Pentecostés de la Iglesia

Sobre la integración de los parientes/hermanos de Jesús  sabemos poco, quizá porque estudiamos poco las cosas profundas.   Podemos suponer que ellos hicieron un  fuerte por Jesús, un duelo transformado en experiencia pascual de resurrección y de Pentecostés. Según la costumbre judía, la madre y hermanos se habrían reunido una semana y luego un mes en llanto riguroso y luto por Jesús, el muerto. En un momento determinado, quizá por el testimonio de las mujeres, quizá por eclosión interior, su llanto se hizo fiesta, la ausencia de Jesús se volvió Pentecostés(2).

   Este Pentecostés de los “hermanos/hermanas” de Jesús fracaso en un sentido… Triunfaron los pagano-cristianos, con Pablo. Quedó asfixiada la Iglesia judeo-cristiana de los hermanos/hermanas de Jesús, “cogidos” como entre un pinza, entre los cristianos gentiles y los judíos rabínicos… Estos hermanos/hermanas de Jesús tienen que ofrecernos todavía su versión de Pentecostés, para que la iglesia renazca de verdad. 

María, la madre. En este espacio pascual, que ha de entenderse como nuevo nacimiento, encontramos a María. Ella, que había recorrido un largo camino de fidelidad fundado en la presencia maternal y engendradora del Espíritu (cf. Lc 1,26-38), debe caminar de nuevo, muriendo con Jesús y renaciendo en el conjunto de la Iglesia. Pues bien, ahora no se encuentra sola, no tiene una palabra propia, aislada, irrepetible (como en Lc 1,38). Su palabra se ha vuelto universal y su experiencia es experiencia de todos los creyentes que, en torno a ella, esperan la plenitud de Jesús resucitado.

¿Qué hacen los diversos miembros Iglesia reunidos? Quizá al principio lloraban por el hijo, hermano, amigo asesinado. Pero el llanto se convierte en gozo (cf. Jn 20.11-18), el dolor en nuevo nacimiento (cf. Jn 16,19-21). Enriquecidos por la nueva presencia de Jesús, sus fieles se han juntado porque esperan ya el fin de este mundo. El mismo Señor había anunciado la llegada de su Reino

Unión y oración

¿Esperaban la llegada del Reino de Dios?  Así lo supone la pregunta del “día” de la Ascensión: «¿Es este el tiempo en que vas a establecer el reino de Israel?» (Hch 1,6). Jn 20,19 nos dice que los fieles de Jesús se hallaban reunidos con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En una actitud semejante, de gozo desbordado y de temor, parecen encontrarse los grupos de que trata Hch 1,13-14. Dos son las palabras que describen su experiencia: unanimidad y plegaria. 23

Los fieles se mantenían unánimes (homothymadon), en gesto que recuerda y anticipa la actitud posterior de la Iglesia ya constituida (Hch 2,44-47; 4,32-35). Pues bien, en nuestro caso, la nueva comunión no es todavía consecuencia del Espíritu, que debe revelarse. La comunión deriva de Jesús y es principio de manifestación definitiva de su Espíritu. Hasta ahora los diversos grupos se encontraban separados: apóstoles, hermanos, mujeres… La misma madre de Jesús había hecho su camino aislada. De ahora en adelante todos ellos forman como un cuerpo, van constituyendo y realizando esa nueva personalidad comunitaria que es la misma verdad personal del Espíritu de Dios que se explicita sobre el mundo.

Los fieles se mantienen en plegaria, se reúnen para orar (en proseukhé).El texto posterior dice que «estaban sentados» (Hch 2,2), quizá en actitud litúrgica de celebración del pentecostés judío. Ciertamente, su plegaria se halla abierta hacia el futuro de Jesús a quien esperan como el gran libertador, que ha de venir a transformar su vida antigua, inaugurando el Reino sobre el mundo.

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La autoconciencia de Jesús.

Jueves, 13 de febrero de 2020

jesus orandoEstos días la liturgia nos propone los textos del Bautismo de Jesús, después de un tiempo de catecumenado en la escuela de Juan Bautista, y después de un discernimiento entre la enseñanza de su maestro, y lo que él iba experimentando.

Los textos del Bautismo resumen un proceso en la vida de Jesús: su toma de conciencia de quién era y de cómo responder a esa identidad des-velada procesualmente.

La figura central es el Espíritu que revela, comunica, conduce. Y ese Espíritu-Ruah actúa dentro de la persona. Los cambios de vida que puedan producirse fuera: compromisos, estilo de vida…son fruto de una luz y fuerza interior que impulsa hacia el proyecto de Dios, liberando de las cargas que los humanos nos ponemos, incluida la carga de la religión cuando esta desplaza al Espíritu para emplazar a personas que dicen hablar en su nombre. ¡Ojo!

Tal vez una anécdota personal aligere lo que acabo de describir:

Tenía 27 años, humildemente empoderada por una formación teológica encauzada a enseñarnos a orar y a que esta oración junto con sólida teología-biblia… nos impulsara a comunicar, predicar lo amasado en el corazón.

Con este sólido bagaje me destinan a Sydney, Australia, donde se nos pide organizar, en nuestra Parroquia, una Eucaristía en Español para la enorme cantidad de gente huyendo de Uruguay, Argentina, Chile, Perú y muchos españoles que emigraron antes del boom turístico en nuestro país. Venía gente de toda la ciudad. Los curas no hablaban español y leían, como podían, la misa.

La homilía nos la encargaron a nosotras, cuyo carisma era: “oración y predicación”. Una experiencia preciosa de comunicación de vida, y de organizar eventos con las familias, organizar un coro con los adolescentes, y siempre pizza en casa de alguien al final de la Eucaristía, disfrutando con las riquezas de nuestros diferentes países.

Cada Eucaristía venía precedida por un tiempo de formación profunda que impartíamos en nuestra casa con todos los que lo deseaban, ofreciendo servicio de guardería y chocolatadas a los niños…

Un buen amigo que hacía de acólito un día, entre risa y bocado de pizza casera, nos dice: hermanas, uno de los padres, el canonista, siempre me pregunta qué dicen ustedes en la homilía y le llama la atención que la gente está a gusto con la predicación…  A los pocos días aparece el “tal padre”, hoy obispo, claro, con la homilía escrita para que la tradujéramos y leyéramos en “su” misa.

Sentí que se me concedió el don de lenguas porque apenas chapurreaba el inglés, pero la argumentación me salió de dentro, lo cual no cambió su actitud, al contrario y nosotras tuvimos que aparentar que leíamos “su homilía” porque acogiendo lo que nos parecía apropiado para la gente, que él no conocía, incluíamos lo que el Espíritu y la comunidad nos susurraban por dentro.

Fue mi primer paso hacia la separación institución de mi propia conciencia.  Ahí sentí en mis entrañas que se rompía la inocencia de una mujer joven, llena de vida y fuerza y capacidad para comunicar… y que “ellos” decían que no. Pero resulta que la Ruah me sigue dando la fuerza, la vocación, el fuego para comunicar…

¿A quién escucho?

Jesús escucha en su interior esa voz que día a día le es luz y fuerza para seguir. El Bautismo se da una vez pero no la experiencia de toma de conciencia, de manera más clara: a veces incluso podemos ubicarla, otras lo vivimos como proceso, que de pronto nos hace descubrir  que estamos en otro momento.

Estudiar Teología en USA, con otro método diferente al de memorizar, fue un potente foco que me sigue acompañando.

El curso sobre la “Nueva Historia” en Irlanda, luz que me sigue iluminando y ayudando a vivir el momento presente de Crisis Climática con esperanza y sin descanso en un intento de que cambiemos nuestro modo de vivir y convivir, porque todo es sagrado.

Pronto hará dos años, otro momento de mucha luz  fue al encontrar la comunidad, por años buscada, y de la que ya hemos compartido.

Y el regalo, de las 8 personas que vamos dando pasos hacia esa toma de conciencia, de escucha al Espíritu dentro y vivir desde esa conciencia plena, en España, paso a paso con gran ilusión y realismo. Comunidad abierta. No-canónica, profética, empoderadora de mujeres y hombres, que, cada uno, a su paso, con rigor y alegría, recorremos ese tramo de nuestro camino. Siempre en continua e inmediata comunicación con toda la comunidad en los cinco continentes.

Es un honor y un gozo escuchar al Espíritu en ell@s, más allá de cánones…como Jesús, en el río, en el monte, en el mar, en las casas, en las redes sociales.

Hay tantas maneras de hacer y ser comunidad. Ayer llega un wApp de Holanda, nos unimos a las 7 de la mañana, 20 ms en meditación para traer paz y bondad a la humanidad…inmediatamente un grupo de personas confirmamos y hoy al orar, de un modo especial se me hacía gráfico que tenemos un inmenso poder: espiritual, mental, afectivo… capaz de transformar la oscuridad en luz, el ruido en silencio habitado.

Dejémonos empapar por esas aguas del Jordán del corazón, donde la conciencia emerge nítida. Un grupo en el norte nos reunimos este sábado para profundizarlo, y luego en Febrero en Haro… y siempre, siempre abiertas a escuchar, acoger, empoderar.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente Fe Adulta

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Celebrando una eucaristía en comunidad.

Jueves, 30 de enero de 2020

03-disposición1Poner los bancos en corro o círculo de forma que seamos y nos sintamos comunidad. Saludamos al Señor y nos saludamos unos a otros. Intentamos llenar los bancos de manera que sintamos que somos pueblo de Dios.

En alguna parroquia, la presidencia del presbítero no está fija, sino que ocupa distinto lugar.

Empecemos cantando todos a una y con entusiasmo. Si es preciso, unos avisos relativos a la celebración.

Unos apuntes para celebrar de una forma más viva y comunitaria la eucaristía.

Empezamos por el principio. Sería bueno el juntarnos antes de la Eucaristía, Para eso está el pórtico y charlar: saludos, noticias, necesidades, experiencias relacionadas con la comunidad

Y cantamos con entusiasmo. Puede ser con unas hojas delante o con un PowerPoint en la pantalla. Un canto, como todas, que esté elegido para ese día por el tema de la celebración,

Acogemos la bienvenida del presbítero y hacemos silencio para celebrar el perdón que Dios nos da. Gloria recitado o cantado por todos. Y un silencio para orar antes de que el cura lo haga colectivamente.

Buenos altavoces, lectores preparados, lectura lenta, sosegada, viva, con entonación. Y un poco de silencio. Canto del salmo y evangelio. Sin prisas, remarcando, con viveza y creatividad. Silencio. Y comentario de la Palabra. Será estupendo el que los fieles manifiesten la evocación de ese Mensaje, no para discutirlo, sino para hacernos eco de su contenido. Homilía corta, fresca y que recoja el sentido de las lecturas. Que se noten las horas de preparación. Silencio.

Podemos manifestar nuestra fe. Sería ideal responder cada uno a esta pregunta “en quién creo”. O por lo menos hacer preguntas colectivas y que todos respondamos.

La oración de los fieles, que sea eso, de los fieles. Y que todos nos impliquemos. No rezar por la paz en el mundo, sino para que seamos constructores de paz. Y así con las necesidades sentidas pero sabiendo que Dios ya las conoce y necesita nuestras manos.

Unas ofrendas vivas: de los dones que ofrecemos a la comunidad para los pobres. Que sean dones premeditados y que reflejen nuestra entrega generosa.

Ofrecemos al Padre los dones de la vida, las realidades de este momento con el pan y el vino, como ofrendas y compromisos. Bonito momento para expresar lo que podemos ofrecer a la comunidad y lo que necesitamos de ella: horas de visita, favores, servicios, acompañamientos.

Toda la celebración la hacemos en positivo: Señor, tú nos das, tú nos salvas, tú nos concedes como algo ya dado. No se trata de recordarle a Dios nuestras necesidades que ya las conoce sino tomar conciencia de las posibilidades de nuestra colaboración…

Y un canto que manifiesta nuestra actitud de entrega.

Caemos en la cuenta de que estamos reunidos con Jesús para vivir su entrega, sus comidas, sus mensajes, sus sanaciones. Y su entrega de muerte y resurrección.

Vamos a levantar, no tanto nuestro cuerpo, sino nuestro espíritu, entrega para vivir con Él, su actitud de servicio. Alabanza a Jesús y aclamación como en la entrada de Jerusalén,

Damos gracias por muchos motivos, por nuestra experiencia de vida y salvación y nos disponemos a celebrar con Él su Presencia Salvadora que se entrega por todos los hombres.

Nos sentimos unidos a toda la humanidad a todos los creyentes, presididos por el Papa y nuestro Obispo.

Y anunciamos que Jesús nos recuerda a todos los difuntos y confesamos nuestra fe en su plenitud y resurrección .Ya están con Dios. Por supuesto sin que el recuerdo cueste ningún dinero y sin que nosotros se lo recordemos a Dios, sino que confesamos que Él los tiene presentes consigo.

Todos a una brindamos por Cristo, toda alabanza al Padre con el Espíritu.

Un Padre nuestro –como si fuese el primero de nuestra vida–, escuchando las peticiones y las exigencias que vamos a vivir para hacer realidad esos deseos.

Constatamos que Jesús nos libera de todo mal, de todo pecado y de toda perturbación. Y acogemos la paz para nosotros y la distribuimos con todos los cristianos.

Y compartimos el Cuerpo y la Sangre de Jesús, de los que somos dignos porque la Palabra de Cristo nos ha dado esa dignidad. Comulgamos en las dos especies.

Y silencio, acogida, contemplación, compromiso. En acción de gracias. Pero no necesitamos estar un rato después de misa para dar gracias, porque eso ha sido toda la eucaristía. No comemos chucherías después del banquete.

Unos avisos que concreticen nuestro compromiso comunitario y un canto de acción de gracias. Comentarios y sería estupendo tomar un vino o alguna cosilla toda la comunidad unida. Y realizar la misión que Jesús nos ha pedido.

Gerardo Villar

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El ideal de servicio. “A esto he venido, a servir” (Mt 20.28), por Ramón Hernández

Jueves, 16 de enero de 2020

lavatorio-5La coincidencia circunstancial de que hoy (19 de Noviembre) la Iglesia católica celebre la “jornada mundial de los pobres” encuadra a las mil maravillas el tema de esta reflexión. ¿Somos conscientes los cristianos de que seguimos a un líder que se hace comida y bebida para compartir?  El pobre, y todo hombre lo es, es la diana a que apunta el cristianismo y la piedra angular de su fortaleza, pues el Verbo se encarnó para enriquecernos.

La palabra clave del cristianismo no hace referencia a una “idea” y a su universo conceptual sino a una “acción” y a su contexto de esfuerzo. Esa palabra es claramente “amar” como acción exigente que, al llevarse a efecto, genera una gran libertad y abre una panorámica espectacular.

Dependemos unos de otros

La naturaleza hace que los seres vivos dependamos unos de otros. Los seres humanos, más incluso que nuestros congéneres. Frente a animales que, al nacer, se echan a correr, los humanos viviríamos pocas horas de no recibir cuidados vitales especiales en ese preciso instante.

Por muy autosuficientes que lleguemos a sentirnos, a lo largo de la vida seguimos siendo casi tan dependientes como al nacer. De hecho, cuando en una pesadilla del sueño me veo solo en el mundo, de la conciencia de mi abisal impotencia nace la angustia de que mi propia andadura vital será triste y corta. Aterrado por la soledad, me veo como un torpe Robinson incapaz de sobrevivir.

La idea troncal de servicio

La idea cristiana de servicio (el “he venido a servir”, de Jesús de Nazaret) hace posible nuestra andadura humana porque, amén de mostrar nuestras severas carencias y limitaciones, nos asigna la misión de comportarnos conforme a un orden moral que, al regular nuestra conducta, asegura nuestra supervivencia. Nuestra conciencia propugna la vida humana, esa gran maravilla que es fruto de la valiosa y misteriosa cooperación de lo que hemos dado en llamar reinos mineral, vegetal y animal.

El ideal de servicio, piedra angular del cristianismo, inspira y encuadra las actuaciones de otras organizaciones internacionales de gran renombre, tales como, por ejemplo, el Rotary International, organización a la que dediqué unos años de intensa actividad y de la que salí escaldado al constatar la distancia infranqueable que a veces media entre la idea y su plasmación. Su sublime eslogan básico de “dar de sí antes de pensar en sí” ilumina y enamora. Los rotarios, profesionales ávidos de comunicación, siguen la estela de un ideal que les alumbra, les seduce y les emociona al obligarse los clubes a realizar cada año cinco precisos proyectos de servicio en cinco campos diferentes: el del propio grupo, el de la sociedad en general a través de la profesión de cada cual, el de la propia demarcación territorial del grupo, el de la comunidad internacional y el de las nuevas generaciones.

Hermoso ideal que entronca, más allá de lo meramente social y profesional, con las aspiraciones más genuinas del evangelio cristiano y de la conciencia de humanización. Sin duda, es el ideal que inspira las actuaciones de la mayoría de las ONG, nacidas en nuestro tiempo de la necesidad de atender con premura las carencias de determinados grupos humanos o de todo un territorio. Reconforta saber que donde los seres humanos padecen necesidades inaplazables para la subsistencia y para cuya satisfacción no se bastan por sí mismos, allí acuden otros con capacidad profesional y económica para hacerlo.

Ojalá que, conforme a la más persuasiva propaganda que hacen los partidos políticos en las campañas electorales, este ideal impregne de verdad la acción política. El ideal de servicio es uno de los pilares más sólidos que sustentan la sociedad, una razón irrefutable que hace que la humanidad entera sea, a pesar de tantas conductas depredadoras, acreedora a una larga supervivencia sobre la tierra.

En la Iglesia católica

Como ocurre en otros ámbitos, también en este merece una mención especial la Iglesia católica, muchas veces denostada merecidamente por su arcaica estructura jurisdiccional y dogmática y por un bagaje moral que carga pesados fardos de obligaciones sobre las espaldas de sus fieles, pero se vuelve flexible y permisiva ante las deplorables conductas de dirigentes que claudican ante las exigencias del servicio que dicen prestar.

Obviando tan deleznables lacras, propias de las sociedades que se fundamentan en el poder, el más corrosivo de los cuales es el eclesial, la realidad es que la Iglesia católica viene avalada por una gigantesca obra en beneficio del hombre.  Desde la perspectiva de la acción humanitaria, es posible que nunca haya existido o pueda existir una institución equiparable. De ahí que no sea el poder eclesiástico sino la caridad cristiana lo que sostiene una compleja estructura que requiere una piedra angular consistente.

Horizonte de humanización

Si desde la mera crónica de las calamidades de unos hombres, a las que otros prestan socorro, saltamos al hombre en sí, sea como problema humano o como fuerza de solución, el pesimismo sobre el destino fatídico de la humanidad se desvanece a impulsos de la fuerza inconmensurable que brota del hecho de que los seres humanos nos conmovemos ante las catástrofes públicas y el dolor ajeno hasta redoblar o triplicar nuestras fuerzas y nuestras capacidades en beneficio de los damnificados.

Nunca sabremos si somos héroes o cobardes hasta el día en que nos veamos en una situación de peligro extremo en la que la rapidez de intervención pueda salvar la vida de un hombre. En frío, seguro que nos acobardaría adentrarnos en una casa en llamas para rescatar a un niño o lanzarnos a un río desbordado para tenderle la mano. Pero, llegado el momento, puede que una fuerza interior, superior a nosotros mismos, nos fuerce a emprender acciones tan arriesgadas sin medir sus secuelas. La fuerza que dimana del sentido de humanidad que atesoramos nos hace humanos y nos mantiene en pie en una sociedad tan egoísta como la nuestra.

El faro del ideal de servicio alumbra el camino de humanización del hombre. Nuestra categoría no se mide por las riquezas acumuladas o por el poder acaparado, sino por convertir nuestros haberes en fuente abierta y por la disposición a servir a nuestros semejantes.

Ávidos de dinero, poder y fama, hemos entronizado la más pura depredación humana creyendo que no se puede ser alguien sin ningunear a otros, rico sin empobrecerlos o señor sin esclavizarlos. La crudeza de la vida, que no permite muchos señores ricos, nos obliga afortunadamente a comportarnos como auténticos seres humanos que se ayudan a vivir.

El ideal de servicio sitúa el poder y el señorío en el servicio. El cristianismo habla de ser el último para ser el primero, de un Dios benefactor.  El servicio deifica. Cuando el señor sirve al esclavo es cuando consolida y transfiere su propio señorío.

Ramón Hernández Martín

Fuente Fe Adulta

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Martes, 17 de septiembre de 2019

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La misión de los futuros líderes cristianos no es contribuir humildemente a la solución de las penas y tribulaciones de su tiempo, sino identificar y anunciar los caminos por los que Jesús está guiando al pueblo de Dios, liberándolo de la esclavitud, a través del desierto hacia la nueva tierra de la libertad. Los líderes cristianos tienen la difícil tarea de responder a los conflictos personales y familiares, a las calamidades nacionales y a las tensiones internacionales con una fe articulada en la presencia real de Dios.

Tienen que decir «no» a toda forma de fatalismo, derrotismo, accidentalismo e incidentalismo, que hacen creer a las personas que las estadísticas nos dicen la verdad. Tienen que decir «no» a toda forma de desesperación en las que la vida humana es vista como una pura cuestión de buena o mala suerte. Tienen que decir «no» a todos los intentos sentimentales de hacer que las personas desarrollen un espíritu de resignación o de indiferencia estoica frente a lo ineludible del dolor, el sufrimiento y la muerte […]. Los líderes cristianos del futuro tienen que ser teólogos, personas que conozcan el corazón de Dios y que estén preparadas, por medio de la oración, el estudio y un análisis cuidadoso, para manifestar la tarea salvadora de Dios en medio de los acontecimientos aparentemente fortuitos de nuestro tiempo.

La reflexión teológica consiste en meditar sobre las penosas y gozosas realidades de cada día con la mente de Jesús y, de ese modo, hacernos conscientes de que Dios nos guía con cariño. Es una disciplina dura, puesto que la presencia de Dios es una presencia escondida, que necesita ser descubierta. Los ruidos fuertes, tempestuosos, del mundo nos dejan sordos para escuchar la voz suave, amable y amorosa de Dios. El líder cristiano está llamado a escuchar esa voz y a ser animado y consolado por ella.

*

H. J. M. Nouwen,
En el nombre de Jesús. Un nuevo modelo de responsable de la comunidad cristiana,
PPC, Madrid 1 994, pp. 70-73 passim).

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“Oír misa entera”, por Gerardo Villar

Jueves, 12 de septiembre de 2019

CATHOLICVS-Santa-Misa-Fieles-Difuntos-Bedminster-All-Souls-Holy-Mass-1¿Existe comunidad de cristianos? Eso me lo pregunto al salir de una eucaristía de domingo. Participo en una misa de una capital de España. Unas cien personas pero ocupando por lo menos 90 bancos. Hay un precioso cartel en la entrada del templo: “se ruega pasen a los primeros bancos.”

Sí que hay una contestación más o menos a las oraciones. Pero me he fijado que nadie se ha saludado al entrar en el templo. Y cada uno ha acudido decididamente al lugar que ya tiene establecido por costumbre. Escuchamos la homilía sin que nadie intervenga más que el cura y pasamos a recitar a coro el credo. Unas bolsas recogen el dinero por todo el templo y prosigue la celebración sin más participación que algún canto propio de la misa. Y nos vamos a la calle.

Hay un aviso respecto de la eucaristía del próximo domingo y cada uno a su casa.

Hoy me toca a mí estar de feligrés. Pero me doy cuenta de que así son también mis celebraciones. Me recuerda el “cumplir”, “oír misa entera” ¿Somos comunidad? ¿Qué nos traemos entre manos todos juntos? Pienso que nada menos que el reino de Dios. Pero para eso, necesitamos dialogar, ver cómo estamos y nos sentimos, cómo están las personas de nuestra comunidad, especialmente los enfermos, que problemas hay, qué experiencias de fe hemos vivido esa semana, que interrogantes nos plantea la situación política y económica de la sociedad del mundo, qué ocurre en otras comunidades….

No hay tiempo porque a continuación hay otras eucaristías, una cada hora.

Cuando celebro, necesito ser consciente de cada palabra, de cada frase y saborearlo. Luchar contra la rutina. Por eso, me permito cambiar algunas palabras y algunas expresiones, para que sean un poco creación, no repetición.

He comprobado que las letras de las canciones no dicen casi nada porque las repetimos rutinariamente. Y a veces cantamos auténticos disparates. En cuantas procesiones se cantó el “sois todo piedra y mal que arrasa el corazón” en lugar de “sois todo piedra imán, que arrastra el corazón” Podríamos hacer una antología del disparate cantado. Ganaría el concurso la salve cantada en latín.

El credo lo recitamos sin ser conscientes de lo que decimos. Me gusta cuando se hace con preguntas y respuestas.

Las ofrendas. Se pasa el cestaño o la bolsa todos los días aunque solamente haya seis personas en misa. Por lo menos, podíamos pagar entre todos el bocadillo de la persona que pide a la entrada del templo.

Las plegarias, tenemos la suerte de que hay diversas fórmulas y esto nos ayuda a la atención personalizada. No recemos siempre la segunda fórmula porque ya la sabemos y es más corta.

En cuanto a las posturas: hay una generalidad que está de pie, y unas pocas personas que celebran de rodillas por “respeto”, que lo hacen muy convencidas.

En las misas normales, comulga la mayor parte. En los entierros y misas masificadas, funerales y bodas comulgan muy pocas personas. Yo suelo preguntar alguna vez “¿quién quiere manzanilla?”. Porque se supone que los que no comulgan están mal, no les va ese Alimento…

En casi todos los templos hay un pórtico. Es una pena que no lo usemos como lugar de encuentro, saludo y diálogo.

Es una misa “dicha” en cadena. Vamos a ir descubriendo en días sucesivos las posibilidades de una eucaristía celebrada en comunidad.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Una Comunidad…

Sábado, 31 de agosto de 2019

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El reflejo de una comunidad evangélica y evangelizadora:

Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.

Cuando habla de Jesús y no de sus reuniones.

Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma.

Cuando se gloría de Jesús y no de sus méritos.

Cuando se reúne en torno a Jesús y no entorno a sus problemas.

Cuando se extiende para Jesús y no para sí misma.

Cuando se apoya en Jesús y no en su propia fuerza.

Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma.

Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma.

Cuando comunica sus propios méritos.

Cuando da testimonio de su compromiso.

Cuando se gloría de sus valores.

Cuando se extiende en provecho propio.

Cuando vive para sí misma.

Cuando se apoya en sí misma.

Una comunidad no se tambalea por sus fallos, sino por la falta de fe.

No se debilita por los pecados, sino por la ausencia de Jesús.

No se rompe por las tensiones, sino por el olvido de Jesús.

No se ahoga por falta de aire fresco, sino por asfixia de Jesús.

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Patxi Loidi.

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Testimonio

Martes, 27 de agosto de 2019

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San Mateo refiere esta promesa de Jesús: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20). Aquí no hemos de pensar sólo en la asamblea litúrgica, sino en toda situación en la que dos o más cristianos están unidos en el Espíritu, en la caridad de Jesús. Y tampoco hemos de pensar sólo en la simple omnipresencia del Cristo resucitado en todo el cosmos.

Escribe un exégeta de nuestros días: «Mateo piensa en una presencia “personalizada”. Jesús está presente como crucificado resucitado, es decir, en la apertura de donación total vivida en la cruz, donde él, con toda su humanidad, se abre a la acción divinizante del Padre y se entrega totalmente a nosotros, comunicándonos su espíritu, el Espíritu Santo. La presencia del Resucitado no es, pues, una presencia estática, un estar-aquí y nada más, sino una presencia relacional, una presencia que reúne y unifica y que, en consecuencia, espera nuestra respuesta, la fe.

Brevemente, la proximidad de Cristo reúne a “los hijos de Dios dispersos” para hacer de ellos la Iglesia». Desde la alianza sellada en el Sinaí con Israel, Yahvé se revela como el que interviene eficazmente en la historia. El liberó a los hebreos de la esclavitud de Egipto, hizo de ellos su pueblo. «Yo estoy en medio de vosotros», es la palabra que identifica la primera alianza: una presencia que protege, guía, consuela y castiga…

Con la llegada del Nuevo Testamento, esta presencia adquiere una densidad especial y nueva. La promesa de la presencia definitiva de Dios, o sea, la promesa ae la Alianza definitiva, halla su cumplimiento en la resurrección de Jesús. En la comunidad cristiana, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros, es «el salvador de su Cuerpo», la Iglesia (cf. Ef 5,23). Presente en medio de los suyos, él convoca y reúne no sólo a Israel, sino a toda la humanidad [cf. Mt 28,19-20). Vivir con Jesús «en medio», según la promesa de Mt 1 8,20, significa actualizar desde ahora el designio de Dios sobre toda la historia de la humanidad. Pero ¿cómo hacer visible la presencia permanente del Resucitado?

Cuando, tras la caída del Muro de Berlín, se reunió la primera asamblea especial del Sínodo de Obispos para Europa y se preguntó sobre la nueva evangelización del continente, un religioso húngaro subrayó que la única Biblia que leen los llamados «alejados» es la vida de los cristianos. Y podríamos añadir: somos nosotros, es nuestra vida, la única eucaristía de la que se alimenta el mundo no cristiano. Por la gracia del bautismo, y especialmente por la eucaristía, estamos injertados en Cristo, pero es en la fraternidad vivida donde la presencia de Jesús en la Iglesia se manifiesta y resulta operante en la existencia cotidiana.

En el silencio, dos o tres creyentes pueden testimoniar en el amor recíproco lo que constituye su identidad profunda: ser Iglesia en la atención a los débiles, en la corrección fraterna, en la oración en unidad, en el perdón sin límites.

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F. X. Nguyen Van Thuan,
Testigos de esperanza,
Ciudad Nueva 52001, pp. 155-157.

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Imagen Cerezo Barredo

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Escalera

Sábado, 17 de agosto de 2019

Hombre-subiendo-escaleras-corriendoA una casa de pueblo puedo subir por algún medio extraordinario como por ejemplo una grúa. Pero lo normal es subir por la escalera. Se trata de subir poco a poco, peldaño a peldaño.

Así pasa con la fe cristiana. Partimos muchas veces de pensar que las personas ya son cristianas. Y puede ocurrir que sí, tienen un barniz, unas costumbres religiosas, un lenguaje eclesiástico, unas costumbres piadosas. Pero falta lo fundamental: conocer a Jesús, enamorarse de Él, dejarse poseer por Él; Realizar sus obras, escucharle, conocerle, acogerle; Que el Evangelio nos cautive.

Hay Pablos que viven una conversión de repente al descubrir a Jesús y tienen una experiencia creyente fuerte. Pero lo más normal es ir subiendo poco a poco las escaleras de la fe.

No soy psicólogo ni cosa por el estilo. Pero vivo la experiencia de que hay un Camino que recorrer. Primero es preciso encontrarse con las personas: su vida, sentimientos, alegrías, penas… A la vez, profundizar en la propia vida, vivir en intensidad mi realidad con sus logros, fracasos, miedos… Y preguntarnos muy hondo los porqué de nuestra existencia.

Luego creo que es preciso de alguna forma escuchar la Palabra de Dios. A través de la Biblia, a través de testigos de Dios, a través de acontecimientos religiosos, celebraciones, lecturas…

Un papel muy importante lo desempeñan en este proceso los Testigos: personas que me reflejan a Jesús con sus obras, palabras y testimonios.

Caminamos con el valor muy importante del grupo o comunidad. Entre varios es más fácil captar a Jesús. Las palabras trasmitidas por otras personas calan profundamente en mi interior.

Necesitamos conocer, acoger, el Evangelio: el Mensaje de Jesús; su Persona, su anuncio, su Reino, su vida, su muerte y Resurrección. Dejarme enganchar por Él. No se trata de amarle a Él, sino sobre todo, dejarme amar por Él.

Y no puede faltar la oración. Mejor la contemplación; escuchar, acoger, meditar, vivir la Presencia y la acción de Jesús.

Todo este proceso me lleva a las obras, a realizar el Reino de Dios, a hacer un mundo nuevo en justicia y amor. Un proceso señalado muy por encima pero que es preciso. Muchas veces cuando estoy en una misa dominical, me pregunto cuántas personas han vivido este proceso y cuántas viven el barniz religioso pero sin haberlo profundizado.

Creo que este es el gran problema que tenemos en la comunidad eclesial: personas que participan, algunas muy a menudo, otras circunstancialmente, pero ¿cuántas son capaces de dar razón de su fe? ¿Cuántas viven con una fe personal, consciente, significativa? ¿Hemos dado los pasos? ¿Hemos ido -vamos caminando- por las escaleras de le fe?

La catequesis infantil nos deja con cuatro ideas colgadas de un hilo. Es necesario seguir profundizando, viviendo, creciendo en la comunidad. Pero ¿existe en la realidad esa comunidad de creyentes en Jesús…? Para otro día.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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“Los hechos de los apóstoles”, por Gerardo Villar.

Lunes, 3 de junio de 2019

iglesia-en-hechosMe ocurre muy a menudo. Pregunto a las personas por nuestro comportamiento y la respuesta es muy frecuente: “es que nosotros no somos como los buenos cristianos”.

No sabemos valorar el bien que hacemos. Nos fijamos casi siempre en ciertas personas y lo que nosotros hacemos, no lo apreciamos. Y descubro cada día y cada momento maravillas muy ordinarias que hacemos las personas en nuestras propias vidas: son causas humanitarias, ayudas vecinales, colaboraciones en las tareas municipales y de asociaciones.

Y si se trata de servicio o compromiso por los demás, ahí están las horas dedicadas a voluntariado, a comportamientos políticos, dinero que se comparte con ONGs.

A veces no valoramos y lo vemos como lo más normal el adoptar niños como hijos con las dificultades que eso supone.

Me acuerdo siempre de lo que nos cuentan los Hechos de los Apóstoles respecto de las primitivas comunidades. Y pienso que era una admiración exagerada aquello de “vivían y ponían todo en común”. Parece que tal ideal duró poco porque Ananías y Safira ya quisieron engañar y mintieron a la comunidad.

Es cierto que existe el egoísmo y el interés propio, pero creo que sobresale en la conducta de muchas personas la bondad. Me parece que hemos remarcado y recargado mucho a los cristianos sobre “nuestros pecados” e insistimos demasiado en los fallos.

Me parece que es curativo el ir escribiendo y anotando el bien que hacemos, no para presumir, sino para disfrutar y animarnos a crecer en las buenas obras y los comportamientos. Lo que nos dice San Mateo 25, lo veo en muchísimas ocasiones: “visitar a los enfermos y a los presos, dar de comer al hambriento…

¿Nos imaginamos una procesión en la que participásemos todas las personas que de una u otra a manera estamos ayudando a los demás, con sillas de ruedas, llevando del brazo, pagando los dineros para fines sociales, haciendo la vida más fácil y agradable a quienes sufren…?

Saber descubrir las señales de resurrección que hay hoy en día y darles más importancia que a las señales de muerte. Creo que este es nuestro problema. Y además creo que el mal solo se va a cambiar cuando nos fijemos y demos más importancia al bien. La mejor forma de derretir el hielo es el calor que acercamos.

Nos quedamos abrumados al oír las noticias. Están cargadas de fracasos, tsunamis, muerte, guerras, naufragios… Eso es cierto. Pero también es cierto la bondad que se da en todas las personas del mundo, el bien que se realiza, el amor que se expande. “Todo lo tenían en común”… Igual era una utopía, pero esa utopía empuja a la realidad también hoy.

Me gusta contar la vida al estilo de Los Hechos de apóstoles. “El ángel del Señor abrió la puerta a Pedro en la cárcel”. ¿No sería el herrero del pueblo? ES necesario ver y contar la vida con fantasía. Y estos ángeles funcionan a todas horas en nuestra vida y en nuestro mundo.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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“Después de la Pascua, el tiempo del Espíritu”, por Consuelo Vélez .

Jueves, 23 de mayo de 2019

Miedo-libertad_2116598338_13555189_667x375El evangelista Lucas, una vez finaliza su evangelio con la resurrección de Jesús y su aparición a las mujeres y varones que lo siguieron en su vida histórica, continúa en el libro de los Hechos relatando, el tiempo del Espíritu: “Y recibirán la fuerza del Espíritu Santo para que sean mis testigos” (1,8). Y, efectivamente, el Espíritu de Jesús inunda sus vidas y la evangelización se hace un imperativo en el seguimiento. El libro de los Hechos continúa narrando como surgen las diferentes comunidades a las cuales se van uniendo cada vez más personas (Hc 2,47), sin ocultar las dificultades que se iban presentando (Hc 5,1-11).

En otras palabras, ¿en qué radica la vitalidad del seguimiento? En el anuncio que suscita. Cuando no se tiene nada que comunicar, se pierden las fuerzas para el camino. El seguimiento es movimiento, proyecto, esperanza, búsqueda, dinamismo. Y todo eso se muestra en la realidad de “no poder dejar de hablar de lo que se ha visto y oído” (Hc 4,20). Pero muchas veces la vida cristiana no muestra esa articulación, posiblemente porque no se ha dado el encuentro con la persona de Jesús –con el espíritu del Resucitado– sino con sus ideas o normas. Quien sigue las normas pone a prueba su constancia y fuerza de voluntad pero quien se encuentra con la persona de Jesús comunica la alegría que da el encuentro y anuncia el amor que experimenta dentro de sí. La vida ética y el compromiso cristiano es consecuencia de esa experiencia fundamental.

El espíritu de Jesús que se hace presente en sus seguidores es un espíritu de vida y esperanza. Es el espíritu que apuesta por el futuro y por la transformación de las situaciones. Es el que cree posible que las estructuras se muevan, las tradiciones se renueven, la vida se recree y se fortalezca desde dentro. La vida del Espíritu es alegría y paz. Es fortaleza y amor. Es misericordia y un nuevo comienzo (Cfr. Gál 5, 22). Y el tiempo pascual es el despliegue de esta vida del Resucitado en nuestra realidad limitada y pequeña pero inundada de gozo por la fuerza del Señor que se queda para siempre entre nosotros.

Así hemos de vivir este tiempo pascual dejando que el Espíritu del Resucitado inunde nuestra vida y transforme nuestro entorno. ¿Por qué no empeñarnos en ser personas capaces de servir y amar en todos los momentos de nuestra vida? Pero sobretodo ¿por qué no pensar que las cosas sí pueden cambiar y que la sociedad puede encontrar “otra” manera posible de vivir? Muchos son los espacios donde es urgente que la vida del Espíritu se haga realidad. En las propias familias donde nunca sobra el diálogo y el cambio de actitudes. En la realización de nuestras profesiones, que siempre han de repensarse para el bien común y el servicio. En la política que hace posible otras estructuras que garanticen la vida para todos y todas. Y ¿por qué no inventar otros modelos económicos que dejen de enriquecer a unos pocos y reviertan en el bienestar de todos?

El surgimiento del cristianismo parecía imposible en sus orígenes y, sin embargo, el Espíritu del Resucitado transformó la configuración religiosa de ese tiempo. Hoy no tiene menos fuerza ese mismo Espíritu. Sólo necesita personas disponibles a su acción, seguidores que anuncien y anuncios que convoquen. El tiempo de Pascua nos introduce en este tiempo nuevo y es ahora, aquí, en el presente que vivimos, dónde el Espíritu puede actuar si le dejamos, le secundamos y nos disponemos enteramente a su acción.

Consuelo Vélez

Fuente Fe y vida

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Recordatorio

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