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Jueves Santo. Ni Grial ni Mantel, nosotros somos la Cena de Cristo

Jueves, 28 de marzo de 2024

eucaristia-720_270x250Del blog de Xabier Pikaza:

“Jesús en nosotros, desde y con los pobres, excluidos, oprimidos y perdidos de la tierra”

Los de Valencia dicen que el Grial, del que bebieron Jesús y sus discípulos, es suyo. Los de Coria (Cáceres) responden que el paño o mantel lo tienen ellos. Pero los cristianos creemos que la Eucaristía  de Jesús o Jueves Santo, somos nosotros mismos.

Jesús nos hizo para siempre sus amigos (su sangre y cuerpo) en la Última Cena, confiándonos así su testamento: “Vosotros sois yo, yo soy vosotros”. Por eso, la Eucaristía no es un Grial ni un Paño, ni siquiera un rito separado, sino nuestra existencia, en comunión del pan y vino (comida, bebida), con los hombres y mujeres en Cristo.

No está de más el paño, ni el cáliz, pero la Eucaristía  es Jesús en nosotros, nosotros en él, y unos en otros, desde y con los pobres, excluidos, oprimidos y perdidos de la tierra. Comer con ellos, compartiendo vida, desde y con Cristo, ésa es la verdad del evangelio (Gálatas 2, 5.14).[1]

No es sólo rezar unos al lado de los otros,  sino “compartir la comida” (syn-esthiein, dice Pablo),  de forma que seamos con Jesús comida/vida compartida.

Así define Jesús su evangelio, desde la bienaventuranza de los hambrientos (Lc 6,21-22 par.) hasta la bendición de Mt 25,31-46, donde dice: Venid, benditos, porque tuve hambre y me disteis de comer…”. 

Éste es el amor real, Cena que recrea y enamora el Jueves Santo,fiesta cristiana de Eucaristía[1]. De ello trata lo que sigue, de manera algo más técnica, siguiendo el texto de La Palabra se hizo carne (=eucaristía”), ampliado al final con algunas notas técnicas. Buen Jueves Santo a todos

Xabier Pikaza

De Jesús a Pablo

Las palabras de la cena (Mc 14, 22-25 par) retoman el mensaje y vida de Jesús, es decir, su “novedad mesiánica”, como reinterpretación de la pascua judía, que habían querido celebrar sus discípulos. En su forma actual esas palabras sólo han podido fijarse (como recuerdo histórico y texto litúrgico), desde una perspectiva pascual, según estos cuatro momentos [2]:

 − Cena (comida). Jesús celebró con sus discípulos una cena de solidaridad y despedida, marginando (superando) los rituales de la pascua nacional judía (cordero sacrificado), para insistir en el pan compartido (multiplicaciones) y el vino del Reino. Es probable que esa cena tuviera un carácter dramático, y marcara una ruptura entre el ideal/camino de Jesús y la propuesta real de sus discípulos (que seguían buscando un triunfo político/mesiánico). Sea como fuere, ella es el centro de la Historia de Jesús.

Primera comunidad. Los seguidores de Jesús mantuvieron y actualizaron (celebraron) su signo en las cenas/comidas comunitarias, centradas en el pan compartido y, de un modo especial, en el vino de la promesa del Reino. Esas cenas eran momentos fuertes de celebración de Jesús resucitado, a quien sus seguidores descubrían al juntarse y recordarle en el pan de su proyecto/mensaje y en el vino de la esperanza del Reino. En este momento, las “eucaristías” se identificaban con las mismas reuniones de oración, recuerdo y comida de las iglesias (en ese fondo puede situarse Mc 14, 3‒9).

Comunidades helenistas (Pablo). En un momento dado, que podemos conocer de algún modo por Pablo (1 Cor 11, 23-26), algunas comunidades de Jerusalén y Damasco, de la costa palestina y de Fenicia y después en Antioquía “descubrieron” (encontraron, desplegaron) un sentido especial en los signos de la cena, como memoria de Jesús, interpretando el pan como “cuerpo mesiánico” (sôma)del Cristo y el vino de la promesa del reino como “copamesiánica” (sangrehaima) de la nueva alianza que Dios ha realizado en y por Cristo [3].

El evangelio de Marcos recoge esa tradición de las comunidades y de Pablo y la integra en la historia de Jesús, en el contexto de su cena histórica, situando en un contexto biográfico la afirmación central de Pablo: «El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan…» (1 Cor 11, 23). En el fondo de esa “entrega histórica” (descrita bien por Marcos) recibe su sentido el signo del pan como cuerpo mesiánico y del vino como sangre de la alianza.

Jesús y la Iglesia no han tenido que crear los signos, estaban ahí, el pan y el vino de las fiestas judías y de la última cena, que pueden relacionarse con la pascua judía, pero recibiendo nuevo sentido, en la línea de la entrega de Jesús por el reino.

1 Cor 11, 23-25

  1. 23 Yo recibí del Señor lo que os he transmitido:
  2. el Señor Jesús, la noche en que fue entregado,
  3. tomó pan, 24 y dando gracias, lo partió y dijo:
  4. – Esto es mi Cuerpo (dado) por vosotros.
  5. +Haced esto en memoria mía.
  6. 25 De igual modo el cáliz, después de cenar diciendo:
  7. – Este cáliz es la Nueva Alianza en mi Sangre.
  8. +Haced esto… en memoria mía

Mc 14, 22-2

  1.  22 Y estando ellos comiendo, tomando pan, bendiciendo, lo partió y se lo dio y dijo:
  2. – Tomad, esto es mi Cuerpo.
  3.  23 Y tomando (un) cáliz, dando gracias, se lo dio y bebieron todos de él. Y les dijo:
  4. −Ésta es la sangre de mi alianza derramada por muchos

 Marcos presenta estas palabras a modo de conclusión y compendio del evangelio, para indicar que aquello que Jesús había comenzado a realizar, proclamando su mensaje (1, 14-15), lo ha culminado y ratificado al fin, al presentarse como pan y vino de Reino para nueva comunidad mesiánica. Pablo, en cambio, sitúa esas palabras en un contexto de “celebración ritual” de la Iglesia, añadiendo que él ha recibido del Señor (parelabon apo tou kyriou) la tradición que ha transmitido (ho kai paredôka hymin), de manera que puede ofrecer y ofrece una formulación nueva de la “Cena del Señor” (kyriakon deipnon: 1 Cor 11), sin limitarse a repetir lo que decía la comunidad anterior, sino aportando lo que ha recibido por revelación pascual [4].

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Jueves Santo. la Cena del Señor. Ciclo B. 28 de abril de 2024

Jueves, 28 de marzo de 2024

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“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora, lo comprenderás después”

(Jn 13, 1-15).

El Evangelio de hoy está cargado de símbolos en los que es interesante profundizar. En la actualidad, a nosotras, como personas que seguimos a Jesús, más de dos milenios después, nos puede resultar muy enriquecedor pararnos en la actitud de los discípulos, porque, como nos ocurre a nosotras, ellos tampoco entendían qué estaba pasando en sus vidas.

“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora, lo comprenderás después”, dijo Jesús a Pedro cuando se negaba a que le lavara los pies. ¡Cómo nos cuesta aceptar esta frase! ¡Qué poco nos gusta no comprender todo en el instante en que nos lo proponemos! Vivimos con la meta de conocer, de controlar cada situación. Pedro continúa negándose y Jesús le responde: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. A veces necesitamos parar en seco para reaccionar y optar. ¿Queremos tener que ver con Jesús? ¿En qué cambia nuestra vida el llamar a Jesús “maestro”?

Hoy también celebramos el día del amor fraterno, sororal, y este podría definirse como ese amor que no se entiende, que no se comprende. El amor que lleva a servir, a acoger, a entregarse gratis, sin esperar nada a cambio… ¿Nada? Eso tampoco lo entendemos. Resulta que eso es lo que Jesús hizo cada día de su vida y es lo que nos propone, a quienes nos denominamos cristianas, como guía en nuestra vida.

Hoy es el día del “porque sí”. Esa frase que de pequeños hemos dicho mucho, y que podemos escuchar responder a los pequeños de las familias. Y resulta que Dios nos quiere “porque sí”, que se entregó y se entrega cada día “porque sí”, que nos pide que nosotras hagamos lo mismo “porque sí”.

Oración

Lávanos, Jesús, aunque nos peleemos contigo porque no entendamos, y haznos personas entregadas por amor, por tu Amor.

*

Fuente  Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús es pan partido, repartido, compartido.

Jueves, 28 de marzo de 2024

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JUEVES SANTO (B)

Jn 13,1-15

El tema central del Triduo Pascual es el AMOR. El jueves se manifiesta en los gestos y palabras que lleva a cabo Jesús en la entrañable cena. El viernes queda patente el grado supremo de amor al poner su vida entera, hasta la muerte, al servicio del bien del hombre. El sábado celebramos la Vida que surge de ese Amor incondicional. En la liturgia de estos días manifestamos, de manera plástica, la realidad del amor supremo que se manifestó en Jesús. Lo importante no son los ritos, sino el significado que éstos encierran.

La liturgia del Jueves Santo está estructurada como recuerdo de la última cena. La lectura del evangelio de Juan debe hacernos pensar; se aparta tanto de los sinópticos que nos llama la atención que no mencione la fracción del pan. Pero en su lugar, nos narra una curiosa actuación de Jesús que nos deja desconcertados. Si el gesto sobre el pan y el vino tuvo tanta importancia para la primera comunidad, ¿por qué lo omite Juan? Y si realmente Jesús realizó el lavatorio de los pies, ¿por qué no lo mencionan los tres sinópticos?

No es fácil resolver estos interrogantes, pero tampoco debemos ignorarlos o pasarlos por alto. Seguiremos haciendo sugerencias, mientras los exégetas no lleguen a conclusiones más o menos definitivas. Sabemos que fue una cena entrañable, pero el carácter de despedida se lo dieron después los primeros cristianos. Seguramente en ella sucedieron muchas cosas que después se revelaron como muy importantes para la comunidad. El gesto de partir el pan y de repartir la copa de vino, eran gestos normales que el cabeza de familia realizaba en toda cena pascual. Lo que pudo añadir Jesús, o los primeros cristianos, es el carácter de signo, de lo que en realidad fue la vida entera de Jesús.

El gesto de lavar los pies era una tarea exclusiva de esclavos. A nadie se le hubiera ocurrido que Jesús la hiciera si no hubiera acontecido algo similar. Es una acción original y de mayor calado que el partir el pan. Seguramente, en las primeras comunidades se potenció la fracción del pan, por ser más cultual. Poco a poco se le iría llenando de contenido sacramental hasta llegar a significar la entrega total de Jesús. Pero esa misma sublimación llevaba consigo un peligro: convertirla en un rito mágico que no compromete a nada. Aquí está la razón por la que Juan se olvida del pan y el vino. La explicación que da de la acción, lleva directamente al compromiso con los demás y no es fácil escamotearla.

Parece demostrado que, para los sinópticos, la Última Cena es una comida pascual. Para Juan no tiene ese carácter. Jesús muere cuando se degollaba el cordero pascual, es decir el día de la preparación. La cena se tuvo que celebrar la noche anterior. Esta perspectiva no es inocente, porque Juan insiste, siempre que tiene ocasión, en que la de Jesús es otra Pascua. Identifica a Jesús con el cordero pascual, que no tenía carácter sacrificial, sino que era el signo de la liberación. Jesús, el nuevo cordero, es signo de la nueva liberación.

Los amó hasta el extremo. Se omite toda referencia del lugar y los preparativos de la cena. Va directamente a lo esencial. Lo esencial es la demostración del amor hasta el extremo, es decir, en el más alto grado, hasta alcanzar el objetivo final. Manifestó su amor durante toda su vida, ahora va a manifestarse de una manera total y absoluta. “Había amado… y demostró su amor hasta el final”, dos aspectos del amor de Dios manifestado en Jesús: amor y lealtad, (1,14) amor que nunca se desmiente ni se escatima.

Dejó el manto y tomando un paño, se lo ató a la cintura. Ya dijimos que no se trata en Juan de la cena ritual pascual, sino de una cena ordinaria. Jesús no celebra el rito establecido, porque había roto con las instituciones de la Antigua Alianza. Dejar el manto significa dar la vida. El paño (delantal, toalla) es símbolo del servicio. Manifiesta cuál debe ser la actitud del que le siga: Prestar servicio al hombre hasta dar la vida como él. Juan pinta un cuadro que queda grabado en la mente de los discípulos. Esa acción debe convertirse en norma para la comunidad. El amor es servicio concreto a cada persona.

Se puso a lavarles los pies y a secárselos con la toalla. El lavar los pies era un signo de acogida o deferencia. Solo lo realizaban los esclavos o las mujeres. Lavar los pies en relación con una comida, siempre se hace antes, no durante la misma. Esto muestra que lo que Jesús hace no es un servicio cualquiera. Al ponerse a los pies de sus discípulos, echa por tierra la idea de Dios creada por la religión. El Dios de Jesús no actúa como Soberano, sino como servidor. El verdadero amor hace libres. Jesús se opone a toda opresión. En la nueva comunidad todos deben estar al servicio de todos, como Jesús. La única grandeza del ser humano es ser como el Padre, don total y gratuito para los demás.

¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Esta explicación de Jesús nos indica hasta qué punto es original esa actitud. Retomó el manto, pero no se quita el delantal. Se recostó de nuevo, símbolo de hombre libre. El servicio no anula la condición de hombre libre, al contrario, da la verdadera libertad y señorío. La pregunta quiere evitar cualquier malentendido. Tiene un carácter imperativo. Comprended bien lo que he hecho con vosotros, porque estas serán las señas de identidad de la nueva comunidad.

Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor” y decís bien porque lo soy. Juan es muy consciente de la diferencia entre Jesús y ellos. Lo que quiere señalar es que esa diferencia no crea rango de ninguna clase. Las dotes o funciones de cada uno no justifican superioridad alguna. Los hace iguales y deben tratarse como iguales. La única diferencia es la del mayor o menor amor manifestado en el servicio. Esta diferencia nunca eclipsará la relación de hermanos, todo lo contrario, a más amor, más igualdad, más servicio.

Pues si yo os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Reconoce los títulos, pero les da un significado completamente nuevo. Es “Señor”, no porque se imponga, sino porque manifiesta el amor, amando como el Padre. Su señorío no suprime la libertad, sino que la potencia. El amor ayuda al ser humano a expresar plenamente la vida que posee. Llamarle Señor es identificarse con él, llamarle Maestro es aprender de él, pero no doctrinas sino su actitud vital. Se trata de que sienten la experiencia de ser amados, y así podrán amar con un amor que responde al que reciben.

Os dejo un ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Los sinópticos dicen, después de la fracción de pan: “Haced esto para acordaros de mí”. Es exactamente lo mismo, pero en el caso del lavatorio de los pies, queda mucho más claro el compromiso de servir. Lo que acaba de hacer no es un gesto momentáneo, sino una norma de vida. Ellos tienen que imitarle a él como él imita al Padre. Ser cristiano es imitar a Jesús en un amor que tiene que manifestarse siempre en el servicio a todos los hombres. Celebrar la eucaristía es comprometerse con el gesto y las palabras de Jesús. La misma Vida de Dios, manifestada por el que acepta su mensaje.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Magdalena Bennasar: La ternura no se piensa.

Jueves, 28 de marzo de 2024

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Jn 13, 1-15

Si dejamos que Jesús nos lave los pies, nos habremos comprometido con Él y como Él a lavárselos a los demás.

Un Jueves Santo, más nos encontramos con este texto entrañable, sorprendente y desestabilizador. Para darle un poquito más de novedad os propongo que empecemos a leerlo por el final.

Así, lo primero que escuchamos, no es una narración, sino una petición directa del Señor: “Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis Jesús, la víspera de su muerte nos pide, a ti y a mí, como su último deseo que hagamos con los demás, lo que Él ha hecho con nosotros. No solo que le admiremos o le agradezcamos… sino que lo hagamos.

Y podemos preguntarle, ¿de qué hablas Señor, que es lo que has hecho con nosotros? Y escuchamos, “Os he lavado los pies.” ¿Lavarnos los pies? Hoy nos es difícil vernos lavándonos los pies unos a otros pero, vamos a actualizarlo. ¿Qué es hoy lavarnos los pies? Nombremos personas, hechos y situaciones… Quizá atender a ese enfermo solo, desagradable, maloliente… O interesarnos y escuchar a los desanimados y desesperados de cualquier condición social, o estar disponibles y tener paciencia una y otra vez con los más cercanos ancianos, niños, adolescentes. (Podemos seguir nuestra lista)

Seguimos leyendo el texto hacia arriba y nos encontramos con una secuencia de los hechos que precisa lo que Jesús hace para lavar los pies, o quizá cómo es ese lavar los pies de Jesús. Secuencia que no nos deja escapatoria y que posiblemente nos descoloca de nuestras rutinas y costumbres. Nos dice que Jesús: Se levanta, se quita el manto, coge unas herramientas de servicio (la palancana, el agua y la toalla), se arrodilla delante de cada uno y se pone a lavarles los pies.  Es decir “lavarnos los pies unos a otros” nos exige levantarnos de donde estamos, cambiar de lugar o cambiar nuestro lugar con los que creemos que están más abajo, salir de nuestra situación más o menos cómoda. Quitarnos, despojarnos de una serie de signos que nos dan nuestra imagen, la consideración de los demás… Buscar, tomar, hacernos con herramientas, tiempo, características… que son necesarias para atender a los otros y luego abajarnos, acercarnos, ponernos delante de cada persona para ver qué necesita lavarse en ella.

¿De donde me siento llamado/a a levantarme, para poder acercarme a los demás? ¿Qué quiero quitarme de encima? ¿Qué herramientas, actitudes, tiempos… estoy poniendo a disposición de los otros? Porque según Juan, levantarnos, despojarnos y tomar la toalla es indispensable para ponernos delante del hermano, de la hermana, y lavarle los pies, secándoselos con la toalla.

Damos un paso más, y vemos a Jesús que toma en sus manos, toca, los pies de cada persona, la parte de su cuerpo que Él mismo dice que no está limpia. Es este un gesto muy repetido en la vida de Jesús, a pesar de lo que los judíos pensaban sobre el hecho de entrar en contacto con lo que “ensuciaba”. Los distintos evangelios nos dicen que Jesús es un hombre que “toca” a los leprosos, a los mudos, a los sordos, a los ciegos… que toca la vida y entorno de las personas entrando en casa de pecadores. Es más Jesús se “deja tocar” por la Magdalena y la hemorroisa… Y sobre todo Jesús se ha dejado tocar por Dios, desde su concepción, en sus largas noches de oración, en las tentaciones de los desiertos de cada día, en Getsemaní y en  la cruz. Y este tocar y ser tocado, este contacto  que ha sido patente en su vida, es lo que ahora, tan cercana su muerte, realiza de una forma significativa con los suyos, con nosotros, y nos pide que nosotros lo hagamos con los demás.

¿Me dejo tocar por los hermanos/as necesitados, por las realidades sangrantes de nuestra sociedad? ¿Tengo experiencia de dejarme tocar por Dios? ¿De sentir que ese contacto va transformando mi vida? ¿O soy de las personas que mantienen distancias, que se mantienen “en su sitio” sin que ningún contacto inesperado desestabilice mi vida? ¿A quién toco yo? ¿A quién me acerco, en que situaciones me implico…?

Y ahora nos encontramos con Pedro. El que no entiende, pero intuye que hacer así las cosas no es “lo esperado” de Jesús, lo que siempre hemos hecho, lo que nos da seguridad. Un Jesús, un Dios arrodillado a mis pies ¿tocando lo más débil, sucio y enfermo de mi…? “Eso nunca” dice Pedro. ¿Y yo? Porque si le dejamos lavarnos los pies nos habremos comprometido con Él y como Él a lavárselos a los demás, a trastocar el orden de muchas cosas, a ponernos a los pies de los que quizá hemos pensado muchas veces, están por debajo de nosotros…  A no pasar de largo, a acercarnos a las necesidades y tocar, es decir a limpiar suciedades que afean, secar lágrimas que hacen sufrir, sanar heridas infligidas tantas veces a inocentes… acompañar esfuerzos y logros, compartir el amor, la salvación, el contacto sanador recibido.

Y terminamos con los primeros versículos. Esos que nos hablan del momento en que este hecho se sitúa, en la “hora” de Jesús, en su Ultima Cena, en un momento deseado hondamente, con la plena conciencia de su realidad como Hijo de Dios, y de la muerte que se acerca, aceptada en la libertad y confianza en su Dios, su Abbá. Estamos en un momento privilegiado y lo que se nos dice tiene la hondura del amor que todo el texto rebosa. La importancia de sintetizar o significar lo que ha sido toda la vida de Jesús y lo que quiere que sea la nuestra, en una única clave “amar hasta el extremo” ¿Nos atrevemos a acoger y vivir este amor? Posiblemente nos llevará a situaciones de muerte y dolor, pero sin duda nos hará gozar para siempre de la Pascua.

¡Feliz día de Jueves Santo!

 

Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

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Se levantó de la mesa…

Jueves, 28 de marzo de 2024

041317-jn-13-1-15-660x330En la noche en que iba a ser entregado, Jesús realizó un gesto insólito: se levantó de la mesa distanciándose del lugar reservado a quienes presiden y se situó en el de los que, entonces y ahora, pertenecen a la categoría de “los que sirven”. Sabía que el lugar en que estemos situados condiciona nuestra mirada y por eso tomó distancia y adoptó la perspectiva que le permitía percibir otras dimensiones de la vida. Desde ese lugar se toca de cerca el barro, el polvo, el mal olor, la suciedad…, todo eso de lo que los sentados a la mesa creen estar a salvo o sencillamente ignoran y desprecian. A ras del suelo y en contacto con los pies de los demás, se produce un cambio de plano que revela lo elemental de cada persona, su desnudez, las limitaciones de su corporalidad. Y miradas desde ahí, cualquier pretensión de superioridad o dominio se descubre como ridícula y falsa.

Desde aquel lugar, el de “uno de tantos”, él veía cerca y dentro a los que otros consideraban lejos y fuera y, en cambio, los de arriba resultaban estar abajo. Porque para él los más, los mayores y los importantes eran aquellos que a nuestros ojos son menos. El lugar en que había decidido situarse había creado esta “revolución de adverbios” que tanto nos sobresalta y a la que tanto nos resistimos. La sola posibilidad de ese desplazamiento nos resulta amenazadora porque nos saca del terreno de lo conocido y nos invita a descubrir nuevos significados que no coinciden con los que consideramos evidentes. Y sin embargo él se lo exigirá a quien quiera seguirle: tendrá que estar dispuesto, lo mismo que él, a “no tener dónde reclinar la cabeza”, a ir más allá de todo aquello en lo que la cabeza (la de ellos y la nuestra) “se reclina”, descansando en lo que se cree saber, controlar o dominar.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

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El lavatorio de los pies como momento fundacional de la Iglesia. Jueves Santo

Jueves, 28 de marzo de 2024

IMG_3777Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01.- Mientras haya hambre en el mundo, la Eucaristía no será plena ( P. Arrupe)

La Eucaristía de Jesús la podemos situar no  solamente la Última Cena, cena que nosotros llamamos del Jueves Santo, sino que la Eucaristía se es la infinidad de veces que Jesús comió con publicanos y pecadores. Las comidas de Jesús fueron siempre salvíficas y gozosas:

  • Eucaristía es la multiplicación de los panes: Jesús toma el pan, lo bendice, lo reparte por medio de sus discípulos: Yo soy el pan de vida. (Jn 6):
  • Jesús comía con publicanos y pecadores” (Mc 2,16),
  • Jesús aceptó la hospitalidad de Zaqueo y fue a hospedarse en su casa: hoy ha entrado la salvación a esta casa. (Lc 19,1-10).
  • Jesús cenó con los dos de Emaús, (Lc 24): tomó el pan y lo partió y los dos de Emaús se llenaron de gran alegría

Por otra parte, las comidas de Jesús tenían un enorme significado porque violaban casi todas las normas judías. Jesús comía con personas con las que un buen judío no podía, ni debía compartir la mesa. Además declaraba que todos los alimentos eran puros, no observaba el ayuno ni quería que sus discípulos lo hicieran (Mc 2,18-22).

La Eucaristía es una acción de gracias gozosa de la salvación, no un cumplimiento o precepto, ni un amasijo incomprensible de ritos hieráticos.

02.- Momentos fundacionales de la Iglesia: servicio y bondad (Amor)

        La “Última cena” del Señor con los suyos tiene una solemnidad intensa, pero no por la grandeza y “esplendor del Templo”, ni por las liturgias llenas de “trastos”, sino por la dignidad de Jesús que:

  • Primero amó a los suyos hasta el final
  • Y por eso se quita el manto de Señor y se ciñe la toalla de esclavo para lavar los pies de los suyos.

        El amor y el servicio

        El amor y el servicio –no el poder- constituyen la fundación e identidad de la comunidad, de las comunidades de Jesús.

        La Iglesia, la comunidad eclesial nace de las actitudes que Jesús que Jesús muestra y activa en sus discípulos:

        +      Todos vosotros sois hermanos.

        +      El lavatorio de los pies como actitud de servicio en la vida comunitaria.

        +      La Eucaristía como mesa abierta a todos.

        El orden jurídico es necesario para algunas cuestiones, pero lo que hace bien es la bondad en la vida.

        El amor, la caridad pueden tener también validez y repercusiones en la vida social, jurídica y política.

        Solemos decir en muchas situaciones de la vida que hay que actuar la justicia: “el que la hace la paga”. Pero una justicia sin caridad y sin amor, fácilmente se tornan en venganza y revancha.

JesuCristo, la Eucaristía y la Iglesia son amor y servicio.

        La Eucaristía y el pensamiento de Jesús no se ventilan en las academias o en la Curia, sino en su cercanía hacia los débiles, hacia los suyos, los pobres. Jesús hace una teología en vivo.

La misma tradición de san Juan dice que en el amor os conocerán que sois mis discípulos, (Jn 123,35).

¿Buscamos la comunión, el amor o la victoria?

Os he dado ejemplo, haced vosotros lo mismo

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Vicky Irigaray: Jueves Santo.

Jueves, 28 de marzo de 2024

Sin títuloHermanos y hermanas, como lo hizo con sus discípulos hoy Jesús también quiere reunirnos, sentarnos a su lado en la mesa, lavarnos los pies y mirarnos a los ojos y hablarnos al corazón. Oremos.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús quiere una Iglesia reunida, donde tengan su lugar todos y todas; nos quiere unidos porque nos sabe dispersos; reclina su pecho porque nos sabe a falta de amor.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús nos invita a su mesa como muestra de amistad y confianza; quiere que en su mesa no falte nadie: los pobres, enfermos, abandonados y hambrientos. Nos invita a la mesa del pan y de la vida, donde lo que se sirve es el alimento que nos nutre y restaura nuestra dignidad.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús quiere lavarnos nuestros pies y en ese lavarnos nos declara su amor y su vida que es servicio. Poniéndose a nuestros pies nos recuerda que nos tenemos que tratar con esmero y ternura. Su amor es entrega total de la vida.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús nos pide que nos dejemos hacer, que nos dejemos afectar por su invitación, que nos atrevamos a escucharle con el corazón y cruzar nuestra mirada con la suya.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

Padre Madre buena, una vez más tú vas por delante, Buscas, deseas que comprendamos que somos amados por tu amor sin medida, gratuito que brota desde tus entrañas. Te damos las gracias por el regalo que nos haces en tu hijo Jesús.

Vicky Irigaray

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Alumbrar belleza

Miércoles, 2 de agosto de 2023
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Del blog de Miguel Ángel Mesa, Otro mundo es posible:

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Decía Jorge Luis Borges: «Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso».

Para que una persona pueda emprender una búsqueda interior, o dejarse deslumbrar por lo insólito en su existencia, antes debe tener unas mínimas condiciones de vida dignas. No se puede contemplar con el estómago vacío, con frío o con la terrible preocupación de no tener un trabajo que me permita conseguir los bienes necesarios para mi familia.

Entonces sí que se puede compartir la frase que dijo Jesús en el desierto: «No solo de pan vive el hombre y la mujer». Porque los seres humanos también nos alimentamos de belleza. Pan y belleza deben ir juntos. Pan y rosas, para alimentar y embellecer mi propia vida y la de los demás.

La belleza es también un deseo al que no se puede renunciar nunca, sino que debemos continuar siempre buscándolo sin descanso.

La belleza se muestra normalmente desde el exterior del ser que la ofrece: un rostro hermoso, un cuerpo esbelto, un campo de amapolas, la cima de una montaña, el mar en calma, la luna llena en la noche, la pintura que nos impacta, la escultura que nos conmueve, la música que nos transporta con sus notas, el poema que nos acerca a lo inefable…

Pero también está la belleza interior de los seres y las cosas. Mirar por un microscopio es entrar en un universo visual inaudito; detenernos en el interior del cuerpo humano, de cada célula, de cada víscera, de los ojos o el cerebro es una experiencia irrepetible; los corales y otros minerales ofrecen en su interior unos paisajes siderales incomparables…

En el interior también residen los mejores sentimientos, las más bellas virtudes, las opciones más desinteresadas: la caricia del padre a su hija o la de una amante a su amado; la sonrisa que alivia tantos desconsuelos; el compromiso diario por levantar de las cunetas de la vida a los marginados y excluidos; el cariño que se ofrece al cuidar, sanar o educar de tantos profesionales que viven cotidianamente su vocación…

También están quienes se esfuerzan por rebuscar la belleza en lo oculto de personas que, aparentemente ofrecen una imagen que es todo lo contrario: pordioseros, psicópatas, drogadictos, marginados, miembros de bandas juveniles, dementes, asesinos, violadores…

Todos los seres vivos e inertes tenemos los mismos elementos químicos que surgieron de la primera explosión inicial del universo. Todos formamos una gran familia. Entre esos elementos que nos componen y nos unen, está también la belleza, el aliento vital, la necesidad de comunión y fraternidad.

Por mucho que el polvo del camino, los dolores y sufrimientos de la vida, los golpes mortales que a veces recibimos, hagan mella en nosotros y destrocen nuestra psique, o si el consumismo y el egoísmo nos desplazan de nuestro más verdadero centro, siempre quedan rasgos, huellas, ecos de nuestra belleza inicial, que tendremos que rescatar para poder alcanzar todo nuestro potencial interior, espiritual, relacional como seres humanos.

No dejemos que la rutina y las costumbres nos oculten el asombro inaudito de la belleza, dentro de nosotros, en los demás, en todo lo que nos rodea y deslumbra.

«Felices quienes alumbran para dar a luz tanta belleza, quienes esparcen granos de belleza en los surcos de su vida, quienes descubren la belleza que hay en quien se siente falto de ella».

*

Miguel Ángel Mesa

Espiritualidad para tiempos de crisis,
Coed. Desclée y RD

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

Coge tu cruz y sígueme…

Domingo, 2 de julio de 2023
Comentarios desactivados en Coge tu cruz y sígueme…

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No te he negado

Por causa de Tú causa me destrozo
como un navío, viejo de aventura,
pero arbolando ya el joven gozo
de quien corona fiel la singladura.

Fiel, fiel…, es un decir. El tiempo dura
y el puerto todavía es un esbozo
entre las brumas de esta Edad oscura
que anega el mar en sangre y en sollozo.

Siempre esperé Tú paz. No Te he negado,
aunque negué el amor de muchos modos
y zozobré teniéndote a mi lado.

No pagaré mis deudas; no me cobres.
Si no he sabido hallarte siempre en todos,
nunca dejé de amarte en los más pobres.

*

Pedro Casaldáliga,
El Tiempo y la Espera,
Sal Terrae 1986

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

“El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí.

El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.

El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.”

*

Mateo 10,37-42

***

Dios, que me entrega tesoros para que los guarde, me permite que los custodie y los administre bien   Me agrada relacionarme con los demás. Mi intensa participación, me parece, irradia lo mejor y más sincero de mí; las personas se muestran sinceras conmigo, cada uno es una historia, y todos me cuentan su vida. Y mis ojos encantados no tienen que leer. […]. Soy un enfermo, no puedo hacer nada. Mas tarde enjugaré lágrimas y replegaré miedos, allá abajo. En el fondo, ya lo hago en esta cama. ¿Quizá sea por esto que tengo fiebre y mareos?. No quiero ser cronista de horrores. Ni tampoco de sucesos sensacionales.

Esta mañana le he dicho a Jopie: siempre llego a la misma conclusión, la vida es bella. Y creo en Dios. Quiero estar entre los  “horrores” y decir igualmente que la vida es bella. Ahora, con fiebre y mareos, acostado en un rincón, no puedo hacer nada. Hace poco me he despertado con la garganta seca, he aferrado mi vaso y he agradecido los sorbos de agua; he pensado: si pudiese andar entre los millares de hombres amontonadas por ahí y pudiese ofrecerles un trago… Me digo: no es nada, tranquilo, no es nada, tranquilo.

Cuando una mujer o un niño hambriento se ponía a llorar detrás de nuestras mesas de grabación, me arrimaba, le abrazaba sobre mi pecho, le apretaba, le sonreía y suavemente le decía a quien se encontraba acurrucado y aturdido: no es nada, no es nada. Me quedaba allí y, si podía, hacía algo. A veces me sentaba cerca de alguien, le ponía el brazo encima del hombro, guardaba silencio y le miraba a la cara. Nada resultaba nuevo, ninguna de aquellas expresiones de dolor humano. Todo me parecía familiar; como si ya hubiera vivido cada casa. Algunos me decían: tienes nervios de acero para resistir. No creo que tenga nervios de acero; mas bien, nervios sensibles, capaces de “resistir”. Tengo el coraje de mirar de frente al dolor. Al final de coda día me decía: ¡quiero tanto a los hombres!.

*

E. Hillesum,
Diario 1941-1943,
Milán 5i 992, 232ss.

*

***

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Mi hermano se ordenó sacerdote

Martes, 6 de junio de 2023
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Sacerdote.version-finalMónica Isabel Quintero, CMMEM,
Barquisimeto (Venezuela).

ECLESALIA, 08/05/23.- Escuchando la inquietud de algunos y la mía propia de lo extraño que será llamar a nuestro hermano, que se ordenó sacerdote, padre, me puse a investigar y a reflexionar. Encontré lo siguiente: «Se hace referencia a los sacerdotes como padre por múltiples razones: como muestra de respeto y porque actúan como líderes espirituales en nuestras vidas. El sacerdote se asegura de que cada miembro de su congregación pueda confiar en él para recibir instrucción, perdón, un oído atento y alimento espiritual – al igual que otras figuras paternas en nuestras vidas» (Católico.net).

Tomando está definición, profundicemos un poco:

Respeto. Sí, mucho respeto pero, ¿acaso no todos merecemos el mismo respeto?, ¿no somos todos servidores y líderes? ¿Tengo entonces que llamar a mis hermanos diáconos, diácono? ¿Y así a cualquier servidor? ¿Es alguno más que otro? Es posible que caigamos en el clericalismo, algo que, como nos dice el papa Francisco, le está haciendo mucho daño a la iglesia.

Por otro lado, el Señor nos llama a renovar la iglesia y a vivirla como una familia. Los títulos rompen la familiaridad y la fraternidad. Somos hermanos de Jesús, hijos todos del padre celestial.

Figura paterna. ¿En verdad se da paternidad espiritual? «Cuando recibes instrucciones y alimento espiritual» ¿Qué significa? ¿Es eso paternidad o se trata de un ministerio, don y servicio más dentro de la iglesia?

Por otro lado, estamos en una relación de adultos, de misioneros todos (hablando de los que caminamos juntos en corresponsabilidad). Si estamos en el papel de hijos, es una imagen psicológicamente determinante en la relación puesto que implica que él (padre), es el que sabe, el que decide y lleva las pautas, el adulto. En una iglesia-familia, donde tú y yo asumimos la responsabilidades, quedarnos cómo hijos no nos deja avanzar.

Quizás sea una costumbre difícil de modificar pero es el llamado, si quieres mantenerla, es decisión de cada quien, pero tomemos conciencia (más aún los que queremos una renovación en la iglesia) de lo que significan o del poder de las palabras.

Esto supone una conversión de fondo, un reconocimiento de la manera en la que se organizó la Iglesia a lo largo de los siglos y cómo se fue alejando de la igualdad fundamental que comparten todos los hijos e hijas de Dios hasta generarse dos clases de miembros desiguales y la mayoría sin protagonismo: clérigos y laicado, donde las mujeres han tenido la peor parte. Quizás ha llegado el momento de “dar un giro” -conversión- para recuperar la novedad de los orígenes donde ya no hay “ni judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón y mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28). Demos el giro. Sé que tenemos una larga y pesada historia sobre todos nosotros pero demos pasos en la renovación de la iglesia. Hermanos somos, familia, todos hermanos.

En esta familia, quizás para algunos, hermano sacerdote (y en ti todos los que ejercen ese ministerio sacerdotal) serás hijo, para otros compadre, amigo o simplemente hermano. Simplemente llamarte por tu nombre. El señor llama a cada uno por su nombre (Sal. 147,4)

Hermano es la palabra que te ofrece mi mayor respeto, la que mejor representa lo que eres, con la que caminamos juntos en corresponsabilidad en una iglesia-familia, pueblo de Dios.

Solo sueño con una iglesia verdaderamente fraterna y de hermanos dónde caminamos juntos acompañándonos mutuamente respetando cada uno su ministerio. Sin reglas injustas y todos incluidos en la diversidad de dones.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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Volver a los barrios.

Viernes, 22 de octubre de 2021
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curas_obreros-small500El servicio es en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los másfrágiles. […] El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su proximidad y hasta en  algunos casos la «padece» y busca la promoción del hermano.

Papa Francisco, Fratelli tutti (n.º 115)

Una de las cosas más terribles de la desigualdad económica son las consecuencias psicosociales que comportan: nos alejamos de los que no son como nosotros, disminuye la empatía y tendemos a creer que nos merecemos nuestro lugar (superior) en una escala social. La desigualdad nos hace perder la confianza en los otros y, por eso, se traduce en menos participación cívica y social, y en menos motivación por el bien común. Hablar de desigualdad hoy es hablar de segregación territorial. Si en la época de más efervescencia antifranquista muchos profesionales de izquierdas, militantes de partidos y cristianos de base, vivían o tenían presencia diaria y permanente en los barrios obreros, hoy ningún regidor del Ayuntamiento de Barcelona vive en Nou Barris, l distrito más pobre, y la mayoría de los arquitectos, periodistas, abogadas y artistas de este país jamás lo han pisado. Paralelamente, la extrema derecha gana ahí posiciones porque el discurso y las preocupaciones de los partidos y activistas de izquierda se sienten completamente alejadas de su realidad. La distancia física se ha convertido en una distancia emocional, cultural y simbólica.

El «Informe sobre exclusión y desarrollo social en España» de Cáritas/Fundación FOESSA de 2019, justo antes de la pandemia, ya mostraba una sociedad española y catalana completamente fragmentadas. En el caso catalán, se calcula un 45,5% de la población en situación de integración plena, un 35,1% en situación de integración precaria y un 19,3% en situación de exclusión (moderada o extrema). Gran parte de este país, en la cuerda floja o directamente excluida, vive en los barrios pobres, que las distintas administraciones y organismos territoriales tienen perfectamente identificados.

En esta sociedad cada vez más desvinculada, mientras en los barrios de clase media se habla de antirracismo a niños sin compañeros ni compañeras racializados o se promueve la meditación y la alimentación ecológica, en las escuelas y los Centros de Salud de los barrios más difíciles se dedican muchas horas a ejercer de puente con los servicios sociales.

Solo los profesionales más vocacionales aguantan. El resto huye. Hay también muchos técnicos y técnicas que gestionan proyectos sociales que son pura asistencia y contención, o que, con la mejor de las intenciones, trabajan por cohesionar comunidades de las que nunca formarán parte. Estos barrios son, hoy, barrios más frágiles que hace cincuenta años porque su diversidad ha añadido capas de complejidad.

El legado de la iglesia de base en los barrios: un testigo

Pues conocéis la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2Co 8,9).

Hubo un tiempo en el que no había ningún barrio empobrecido que no tuviera su «cura rojo» y una comunidad cristiana de base. Estaban en todos los barrios del extrarradio de las grandes ciudades, aquellos que habían crecido descontroladamente con la llegada de los migrantes de todo el Estado: el Pozo del Tío Raimundo en Madrid, el barrio del Picarral en Zaragoza o el de San Francisco en Bilbao. En Cataluña, los cristianos y las cristianas comprometidos fueron determinantes en el movimiento antifranquista y en el nacimiento del movimiento vecinal. Muchas asistentas sociales de Cáritas y muchas congregaciones, junto con los movimientos de la pastoral obrera, ayudaron a crear asociaciones, a canalizar demandas sociales y a dignificar los barrios.

Si hoy estoy escribiendo lo que escribo es porque esta iglesia de base fue también fundamental en el proceso de formación de muchos niños y adolescentes de aquellos barrios: fue una de las ventanas por las cuales escapamos tanto de la realidad de la marginalidad que nos rodeaba como del individualismo feroz que nos invitaba a subir por el ascensor social y a huir lo antes  posible de nuestro barrio y de nuestra clase social.

La parroquia de La Llum, en el barrio de la Florida de  ’Hospitalet, fue una de esas parroquias de curas y feligreses obreros donde se pronunciaron homilías contra el asesinato de Puig Antich, y cuyos locales se cedieron para organizar huelgas y acoger actividades antifranquistas.

En esos mismos locales, húmedos y humildes, empezamos muchos adolescentes la catequesis de confirmación a mediados de los ochenta, y la gente de la JOC nos trajo nuestra primera manifestación, que fue contra la entrada en la OTAN. Cuando mucha gente ya se daba por vencida por puro desencanto democrático y abandonaba la militancia social o política, nosotros empezábamos la universidad y nos convertíamos en catequistas y monitores.

Al mismo tiempo, desde el grupo de Pastoral de la Salud, montábamos nuestro primer grupo de voluntariado para acompañar a nuestros vecinos y vecinas enfermos de sida, que entonces tenían la edad de nuestros hermanos mayores, y morían por miles.

El barrio de Can Vidalet, en la parroquia de Sant Antoni, Xavi Alegre nos habló por primera vez de El Salvador y de la teología de la liberación, y con nuestros primeros sueldos cruzamos el Atlántico; y aquella nueva aventura se convirtió en un grupo de solidaridad que funcionó durante más de una década. Aunque salíamos de un barrio con importantes problemas de paro, abandono escolar, alcoholismo y heroína, y en América Central nos topamos con la guerra y la represión salvaje, allí entendimos muy bien y para siempre qué era la violencia estructural y por qué, como decía Ellacuría, era la peor violencia y la raíz de toda violencia. Con Jaume Botey y Pilar Massana, personas clave en otro barrio cercano, el de Can Serra, donde la iglesia la construyeron los vecinos con sus propias manos, hicimos muchas «cenas del hambre» y acampamos por el 0,7.

También viajamos a Chiapas y a Irak, y organizamos la consulta por la deuda y las movilizaciones contra la guerra y mil historias y compromisos más, hasta hoy.

Ahora que se discute tanto sobre la innovación educativa y que la escuela incorpora programas de aprendizaje servicio, aun le damos más valor a todo lo que aprendimos y a cómo lo aprendimos. Aquellas iglesias de base nos enseñaron a combinar la reflexión (a la luz del Evangelio) y la acción, con la palabra servicio siempre presente; nos ayudaron a desarrollar la capacidad de análisis y nos invitaron a compartirlo todo, a avanzar siempre en comunidad y a celebrar la vida y la fe. Nos ayudaron a crecer sin despegarnos de nuestra realidad, y a subir el listón de nuestras expectativas y de nuestros horizontes, sin olvidar jamás de dónde veníamos.

Gente como Xavi Alegre o Jaume Botey (a quien echamos mucho de menos) fueron los primeros profesores universitarios con tesis doctorales que conocíamos. Sabios humildes que sentíamos que podían vivir donde quisiéramos, pero que habían elegido vivir entre nosotros. Y eso nos hacía sentir bien y valiosos. Al contrario que aquella otra gente que, a veces, se dejaba caer desde los barrios ricos para «tocar la realidad», y nos hacían sentir pequeños y ridículos. De aquellos grupos de jóvenes salieron decenas de maravillosos profesionales que aún hoy dirigen su vida según muchos de los principios y valores que aprendieron y vivieron en aquellos grupos de reflexión, en aquellas comunidades y en aquellas celebraciones. Algunos, algunas, todavía mantienen vivos sus grupos de revisión de vida.Otros seguimos viviendo o trabajando en los mismos barrios, o haciéndolo para ellos.

Los barrios pobres como lugares teológicos

Los pobres no son solo misión de la Iglesia, son también su salvación, lugar depresencia de Cristo Salvador.

Ignacio Ellacuría

Ellacuría hablaba de la América Central de los años setenta y ochenta del siglo pasado, y de su gente, como un lugar teológico, allí donde hallamos a Dios en su máxima expresión. Hoy, como hace años, la pobreza y la desigualdad han convertido muchos barrios en lugares teológicos. La Florida y Can Vidalet, como tantos otros barrios, se han tenido que enfrentar a la pandemia sin haberse recuperado aún de la crisis anterior. Así, durante el confinamiento han surgido redes de soporte mutuo que han tenido que repartir alimentos porque ni Cáritas ni la Cruz Roja daban abasto. Aunque ahora los llamamos barrios desfavorecidos, frágiles, complejos o vulnerables, la realidad es la misma: los barrios con más problemas del país no pueden con ello.

El olvido institucional y la falta de actuación decidida sobre algunas carencias estructurales confluyen con las dinámicas más perversas del capitalismo global y con el abandono cultural de los partidos y los movimientos sociales de izquierda.

Tal y como descubrió el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la UAB cuando analizó el impacto de la crisis de 2008, los barrios más resilientes en los que surgieron experiencias de innovación social no fueron los más pobres, donde había mayores necesidades sociales, sino en aquellos con mayores capacidades y más “energías sociales”. Los barrios que más malvivían fueron los que menos pudieron autoayudarse porque arrastraban dos graves problemas de fondo, que habían provocado décadas de lucha feroz por los recursos escasos: la falta de articulación social y problemas de convivencia y autoestima.

Si hace veinticinco años muchos subíamos a un avión en busca del sur, hoy estos barrios son el sur. El sur global. Ahora que empiezan a irse los profetas que se instalaron en el barrio de Can Serra o en el de Verdum, o bien en la Amazonia brasileña, en los barrios más frágiles, nos preocupa que todo el mundo, también la iglesia comprometida, haya asumido que son vocaciones y misiones del pasado. Lo que hicieron esas iglesias y comunidades de base continúa siendo hoy tan necesario como antes: construir comunidad, organización y esperanza.

Construir y sostener las capacidades y energías sociales imprescindibles para resistir todos los ataques. Como decía Frei Betto, convivir con los pobres no es fácil, pero es mejor correr el riesgo de equivocarse con ellos que acertar, pero sin ellos. En un mundo donde cuesta tanto imaginar a Dios, solo se nos revelará rebelde estando al lado de las vidas y los entornos más frágiles. Solo allí su luz será deslumbrante.

Montse Santolino, periodista

Fuente Papeles Cristianisme i justicie

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El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos

Domingo, 17 de octubre de 2021
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DEJA LA CURIA, PEDRO

Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.

Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.

La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.

Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.

El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.

Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.

¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo…
…la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.

*

Pedro Casaldáliga
El tiempo y la Espera.
Editorial Sal Terrae, Santander 1986

***

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

“Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.”

Les preguntó:

“¿Qué queréis que haga por vosotros?”

Contestaron:

“Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.”

Jesús replico:

“No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?”

Contestaron :

“Lo somos”

Jesús les dijo:

“El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniendolos, les dijo:

“Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.”

*

Marcos 10, 35-45

***

       El pueblo, las naciones, los ciegos, los prisioneros, existen para nosotros, están presentes en nosotros, del mismo modo que existimos para nosotros mismos, como estamos presentes a nosotros mismos. Deben ser carne de nuestra carne, fibras de nuestro corazón. Deben ser acogidos sin descanso en nuestro pensamiento.

        Ellos y nosotros debemos ser, vitalmente, inseparables. Debemos poner en común su destino y nuestro destino, el destino que, para nosotros, es la consumación de la salvación. El cristiano animado por la pasión de Dios verá crecer en él la pasión por imitar la bondad paterna de Dios con una caridad fraterna cada vez más exigente y cada vez más verdadera. Ahora bien, este mismo cristiano, poseído cada vez más por el sentido de la alianza divina, querrá acercar a los hombres cada vez más a la salvación, obra suprema de la bondad de Dios por ellos. Y el cristiano, simultáneamente, se verá obligado a estar cada vez más al servicio de la felicidad de cada uno de sus hermanos, se verá obligado a estar cada vez más al servicio de su salvación. La felicidad y la salvación de los hombres coincidirán en lo más íntimo de cada uno; sin embargo, de esta coincidencia no saldrá ni confusión ni tensión estéril. El servicio a la felicidad humana que el cristiano perseguirá a semejanza de Dios, se ordenará, se jerarquizará, se encaminará asumiendo la gran perspectiva de la salvación.

*

Madeleine Delbrél,
Nosotros, gente de la calle,
Estela, Barcelona 1971.

***

***

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Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.

Domingo, 19 de septiembre de 2021
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EL POETA

«El poeta es su infancia».
Y el niño Rilke lo supo.

Una infancia bien soñada.
La que soñara y no tuvo.

Todo poeta es un niño
que se niega a ser adulto.

Podrán crecerle las barbas
de la ira o del orgullo.

Y caérsele a pedazos
el corazón ya maduro.

Pero conserva los ojos
deslumbradamente puros.

*

Pedro Casaldáliga

El tiempo y la espera,
Editorial Sal Terrae.

***

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:

“El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.”

Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:

“¿De qué discutíais por el camino?”

Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo:

“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.”

Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

“El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.”

*

Marcos 9, 30-37

***

«Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante» (Lc 9,46). Sabemos bien quién es el que siembra esta discusión entre las comunidades cristianas. Pero tal vez no tengamos bastante presente que no puede formarse ninguna comunidad cristiana sin que, antes o después, nazca esta discusión en ella. En cuanto se reúnen los hombres, ya empiezan a observarse unos a otros, a juzgarse, a clasificarse según un orden determinado. Y con ello ya empieza, en el mismo nacimiento de la comunidad, una terrible, invisible y a menudo inconsciente lucha a vida o muerte.

        Lo importante es que cada comunidad cristiana sepa que, ciertamente, en algún pequeño rincón «surgirá entre sus componentes la discusión sobre quién es el más importante». Es la lucha del hombre natural por su autojustificación. Ese hombre se encuentra a sí mismo sólo en la confrontación con los otros, en el juicio, en la crítica al prójimo. La autojustificación y la crítica van siempre de la mano, lo mismo que la justificación por la gracia y el servicio van siempre unidos. Como es cierto que el espíritu de autojustificación sólo puede ser superado por el espíritu de la gracia, los pensamientos particulares dispuestos a criticar quedan limitados y sofocados si no les concedemos nunca el derecho a abrirse camino, excepto en la confesión del pecado.

        Una regla fundamental de toda vida comunitaria será prohibir al individuo hablar del hermano cuando esté ausente. No está permitido hablar a la espalda, incluso cuando nuestras palabras puedan tener el aspecto de benevolencia y de ayuda, porque, disfrazadas así, siempre se infiltrará de nuevo el espíritu de odio al hermano con la intención de hacer el mal. Allí donde se mantenga desde el comienzo esta disciplina de la lengua, cada uno de los miembros llevará a cabo un descubrimiento incomparable: dejará de observar continuamente al otro, de juzgarle, de condenarle, de asignarle el puesto preciso donde se le pueda dominar y hacerle así violencia. La mirada se le ensanchará y al mirar a los hermanos, plenamente maravillado, reconocerá por vez primera la gloria y la grandeza del Dios creador. Dios crea al otro a imagen y semejanza de su Hijo, del Crucificado: también a mí me pareció extraña esta imagen, indigna de Dios, antes de que la hubiera comprendido.

*

Dietrich Bonhoeffer,
Vida en comunidad,
Ediciones Sígueme, Salamanca 1997.

***

*

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Creerle a Jesús.

Domingo, 25 de julio de 2021
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SER HERMANO - MEMORIA PROFETICA DE JESUS - ESP - sin cintillo_resize(Mt 20, 20-28)

«El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo».

No suele costarnos demasiado creer “en” Jesús —el hombre lleno del Espíritu—, pero nos cuesta mucho creerle “a” Jesús cuando dice cosas tan sorprendentes como ésta (o como otras tan asombrosas como ésta). Sentimos la tentación de quedarnos solo con lo que nos parece razonable; creerle a Jesús en lo que cuadra con nuestros criterios e ignorarle en el resto… porque ¿qué es eso de perdonar setenta veces siete, o hacer el bien a los que nos aborrecen, o poner la otra mejilla o ir por el mundo proclamando el evangelio…?

Nos suena raro, casi escandaloso, porque nuestra cultura nos impone unos valores que nada tienen que ver con los suyos. Pero al leerlo, no podemos olvidar que Jesús nos está hablando nada menos que de su mejor sueño; del Reino; de esa humanidad de Hijos que solo queriéndose como hermanos podrá realizarse.

Jesús no se limita a proclamar el Reino, sino que lo compara con un tesoro escondido en un campo, que cuando alguien lo encuentra —cuando alguien le cree y responde a su palabra—, vende todo cuanto tiene para comprarlo. Y lo hace “lleno de alegría” porque ya solo le interesa el tesoro que acaba de descubrir; lo demás deja de tener valor para él… Y esto es fantástico, pero no le creemos. Tampoco le creemos cuando nos asegura que «no hay quien haya dejado casa, o hermano, o hermana, o madre, o padre, o hijos, o campos por anunciar la buena noticia, que no reciba el ciento por uno aquí en esta vida, y además la vida eterna»… Y es que, como decía Jon Sobrino, nos da miedo ser felices al estilo de Jesús.

Nos llamamos cristianos, declaramos nuestra fe en Jesús, pero no le creemos cuando nos asegura que el Reino es la mejor apuesta que podemos hacer…

¿Y cómo apostar?

Ruiz de Galarreta decía que «el Reino no es huir de la realidad humana, sino dar pleno sentido a toda realidad humana. Por eso, el Reino no es esencialmente renunciar a nada, sino dirigirlo todo hacia ese fin. Ni poseer, ni casarse, ni trabajar, ni descansar, ni disfrutar, ni esforzarse, ni dimensión humana alguna, está fuera de esta categoría esencial: medios para construir el Reino».

Y una vez más vemos que el evangelio no es un ligero barniz que se añade a lo humano: es tomar al hombre desde lo más profundo, tal como es, y hacer posible que se oriente a Dios.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Fuente Fe Adulta

 

Nota de Fe Adulta:

Después de dos ciclos litúrgicos completos, es decir, más de seis años en el encargo, nuestro querido Vicente Martínez le pasa el testigo a Miguel Ángel Munárriz. No es un adiós ni mucho menos. Vicente seguirá deleitándonos con esos valores cristianos creativamente engarzados con las bellas artes, pero será en la sección de artículos. Por otro lado, tod@s conocemos a Miguel Ángel por sus artículos y sobre todo por su estrecha relación con la obra de José Enrique Galarreta, del que se considera su discípulo y del que fue buen amigo. Será una bonita forma de hacer presente a Galarreta en este portal. Y recordando las ideas de José Enrique, tenemos asegurado hablar de Jesús y hablar de Evangelio. Gracias Vicente. Gracias Miguel Ángel.

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“Servicio y servilismo”, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 3 de junio de 2021
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lavatorio-5De su blog Punto de encuentro:

Es curioso el servicio y lo que cambia la percepción que transmite la manera de formularlo. Si yo reclamo buen servicio en un hotel o en un comercio, todos estamos de acuerdo en que es algo que tenemos derecho a esperar. Pero si la empresa hotelera en lugar de vender un servicio excelente afirma que la plantilla de sus trabajadores es muy servicial, la percepción es bien diferente. En el fondo, se cruzan los cables semánticos de lo que significa un verdadero servicio con lo que no es otra cosa que servilismo.

Vayamos a un ejemplo cristiano, cuando Jesús se pone a lavar los pies a sus amigos en lo que llamamos la Última Cena. Para el evangelista Juan es el momento central de esa celebración, el gran signo cristiano que ahora llamamos Jueves Santo o Día del amor fraterno. El relato resalta el rechazo inicial de sus discípulos por lo que esta actitud suponía de servil en aquella cultura, y totalmente inapropiada para un maestro. En los sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas se resalta compartir la mesa desde la teología del pan y el vino. Pero Juan resalta el amor de Dios unido inseparablemente al servicio con esa actitud tan sorprendente de abajarse para limpiar los pies que señala la radicalidad de lo que supone amar.

Aunque a Dios no le conocemos dada nuestra pequeñez limitada, sí tenemos claro que el amor verdadero es lo que lo que nos conecta con Dios al estar hechos a su imagen y semejanza. El mismo Juan en su primera Carta se atreve a decir que Dios es amor y soltar, de seguido, que el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él. Y la manera de amar que Cristo muestra y nos propone es servir. Teresa de Calcuta llegó a decir que el que no vive para servir, no sirve para vivir. Las parábolas del Evangelio que definen un buen servicio son variadas y todas llevan la marca de la compasión y la misericordia, que ahora nos parecen por lo bajini, un poquito serviles.

Pero la persona servil, lejos de ser servicial, se somete a otros, pasando por encima de sus valores. Servil deriva de siervo que se relaciona con esclavo, que es quien solo atiende y hace las cosas por obligación. No es algo propio de la dignidad humana ni, por supuesto, cristiana. En pleno rebufo de Pentecostés, nos abrimos al amor de Dios -Él sí nos conoce bien- y  admiramos la creación toda: “Toda la naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. Qué triste sería el mundo si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender. Aquél que critica, éste es el que destruye. Tú sé el que sirve. El servir no es faena de seres inferiores. Dios que da el fruto y la luz, sirve, pudiera llamarse así: “El que sirve”. Tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, al amigo, a tu madre?” (Extracto del poema El placer de servir, de Gabriela Mistral).

Si el ejemplo es la mejor manera de influir en los demás, el servicio verdadero de darnos es la manera de evangelizar. No hay nada más lejos de un buen ejemplo que tratar de influir pensando solo en el interés de cada uno. Y cuando la falta de ejemplo se estira demasiado, aparece una de sus peores manifestaciones: la hipocresía que tanto se utiliza como arma defensiva, a falta de autoridad, para disimular la incoherencia y ocultar nuestros verdaderos sentimientos.

Cuando James Hunter se refiere a la paradoja del servicio en el mundo empresarial, a propósito de que algunos relacionan el servir con la debilidad, afirma que el servicio es una idea sólida que produce un impacto significativo en el desempeño de una empresa mercantil. Hunter defiende el liderazgo empresarial que convierte a los diferentes mandos en líderes al servicio de los empleados, que a su vez trabajan en la base en esa dirección facilitando nuevos liderazgos de servicio, más allá del equipo directivo.

¿A quién no le gusta vivir y trabajar con personas que se comportan con empatía, escucha activa, sentido del humor y compromiso, que den ejemplo y sean fiables? Pues este es el mensaje troncal de la Buena Noticia, el servicio que tantas veces se nos olvida en qué consiste y el Espíritu de Pentecostés nos lo recuerda en cuanto le dejamos una ranura por la que manifestarse en nuestras vidas.

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Jueves Santo. Ni Grial ni Mantel, nosotros somos la Cena de Cristo

Jueves, 1 de abril de 2021
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eucaristia-720_270x250Del blog de Xabier Pikaza:

“Jesús en nosotros, desde y con los pobres, excluidos, oprimidos y perdidos de la tierra”

Los de Valencia dicen que el Grial, del que bebieron Jesús y sus discípulos, es suyo. Los de Coria (Cáceres) responden que el paño o mantel lo tienen ellos. Pero los cristianos creemos que la Eucaristía  de Jesús o Jueves Santo, somos nosotros mismos.

Jesús nos hizo para siempre sus amigos (su sangre y cuerpo) en la Última Cena, confiándonos así su testamento: “Vosotros sois yo, yo soy vosotros”. Por eso, la Eucaristía no es un Grial ni un Paño, ni siquiera un rito separado, sino nuestra existencia, en comunión del pan y vino (comida, bebida), con los hombres y mujeres en Cristo.

No está de más el paño, ni el cáliz, pero la Eucaristía  es Jesús en nosotros, nosotros en él, y unos en otros, desde y con los pobres, excluidos, oprimidos y perdidos de la tierra. Comer con ellos, compartiendo vida, desde y con Cristo, ésa es la verdad del evangelio (Gálatas 2, 5.14).

No es sólo rezar unos al lado de los otros,  sino “compartir la comida” (syn-esthiein, dice Pablo),  de forma que seamos con Jesús comida/vida compartida.

Así define Jesús su evangelio, desde la bienaventuranza de los hambrientos (Lc 6,21-22 par.) hasta la bendición de Mt 25,31-46, donde dice: Venid, benditos, porque tuve hambre y me disteis de comer…”. 

Éste es el amor real, Cena que recrea y enamora el Jueves Santo,fiesta cristiana de Eucaristía[1]. De ello trata lo que sigue, de manera algo más técnica, siguiendo el texto de La Palabra se hizo carne (=eucaristía”), ampliado al final con algunas notas técnicas. Buen Jueves Santo a todos

Xabier Pikaza

De Jesús a Pablo

Las palabrasde la cena (Mc 14, 22-25 par) retoman el mensaje y vida de Jesús, es decir, su “novedad mesiánica”, como reinterpretación de la pascua judía, que habían querido celebrar sus discípulos. En su forma actual esas palabras sólo han podido fijarse (como recuerdo histórico y texto litúrgico), desde una perspectiva pascual, según estos cuatro momentos[2]:

 − Cena (comida). Jesús celebró con sus discípulos una cena de solidaridad y despedida, marginando (superando) los rituales de la pascua nacional judía (cordero sacrificado), para insistir en el pan compartido (multiplicaciones) y el vino del Reino. Es probable que esa cena tuviera un carácter dramático, y marcara una ruptura entre el ideal/camino de Jesús y la propuesta real de sus discípulos (que seguían buscando un triunfo político/mesiánico). Sea como fuere, ella es el centro de la Historia de Jesús.

Primera comunidad. Los seguidores de Jesús mantuvieron y actualizaron (celebraron) su signo en las cenas/comidas comunitarias, centradas en el pan compartido y, de un modo especial, en el vino de la promesa del Reino. Esas cenas eran momentos fuertes de celebración de Jesús resucitado, a quien sus seguidores descubrían al juntarse y recordarle en el pan de su proyecto/mensaje y en el vino de la esperanza del Reino. En este momento, las “eucaristías” se identificaban con las mismas reuniones de oración, recuerdo y comida de las iglesias (en ese fondo puede situarse Mc 14, 3‒9).

Comunidades helenistas (Pablo). En un momento dado, que podemos conocer de algún modo por Pablo (1 Cor 11, 23-26), algunas comunidades de Jerusalén y Damasco, de la costa palestina y de Fenicia y después en Antioquía “descubrieron” (encontraron, desplegaron) un sentido especial en los signos de la cena, como memoria de Jesús, interpretando el pan como “cuerpo mesiánico” (sôma)del Cristo y el vino de la promesa del reino como “copamesiánica” (sangrehaima) de la nueva alianza que Dios ha realizado en y por Cristo[3].

El evangelio de Marcos recoge esa tradición de las comunidades y de Pablo y la integra en la historia de Jesús, en el contexto de su cena histórica, situando en un contexto biográfico la afirmación central de Pablo: «El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan…» (1 Cor 11, 23). En el fondo de esa “entrega histórica” (descrita bien por Marcos) recibe su sentido el signo del pan como cuerpo mesiánico y del vino como sangre de la alianza.

Jesús y la Iglesia no han tenido que crear los signos, estaban ahí, el pan y el vino de las fiestas judías y de la última cena, que pueden relacionarse con la pascua judía, pero recibiendo nuevo sentido, en la línea de la entrega de Jesús por el reino.

1 Cor 11, 23-25

  1. 23 Yo recibí del Señor lo que os he transmitido:
  2. el Señor Jesús, la noche en que fue entregado,
  3. tomó pan, 24 y dando gracias, lo partió y dijo:
  4. – Esto es mi Cuerpo (dado) por vosotros.
  5. +Haced esto en memoria mía.
  6. 25 De igual modo el cáliz, después de cenar diciendo:
  7. – Este cáliz es la Nueva Alianza en mi Sangre.
  8. +Haced esto… en memoria mía

Mc 14, 22-2

  1.  22 Y estando ellos comiendo, tomando pan, bendiciendo, lo partió y se lo dio y dijo:
  2. – Tomad, esto es mi Cuerpo.
  3.  23 Y tomando (un) cáliz, dando gracias, se lo dio y bebieron todos de él. Y les dijo:
  4. −Ésta es la sangre de mi alianza derramada por muchos

 Marcos presenta estas palabras a modo de conclusión y compendio del evangelio, para indicar que aquello que Jesús había comenzado a realizar, proclamando su mensaje (1, 14-15), lo ha culminado y ratificado al fin, al presentarse como pan y vino de Reino para nueva comunidad mesiánica. Pablo, en cambio, sitúa esas palabras en un contexto de “celebración ritual” de la Iglesia, añadiendo que él ha recibido del Señor (parelabon apo tou kyriou) la tradición que ha transmitido (ho kai paredôka hymin), de manera que puede ofrecer y ofrece una formulación nueva de la “Cena del Señor” (kyriakon deipnon: 1 Cor 11), sin limitarse a repetir lo que decía la comunidad anterior, sino aportando lo que ha recibido por revelación pascual[4].

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Vicky Irigaray: Jueves Santo.

Jueves, 1 de abril de 2021
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jueves-santoHermanos y hermanas, como lo hizo con sus discípulos hoy Jesús también quiere reunirnos, sentarnos a su lado en la mesa, lavarnos los pies y mirarnos a los ojos y hablarnos al corazón. Oremos.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús quiere una Iglesia reunida, donde tengan su lugar todos y todas; nos quiere unidos porque nos sabe dispersos; reclina su pecho porque nos sabe a falta de amor.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús nos invita a su mesa como muestra de amistad y confianza; quiere que en su mesa no falte nadie: los pobres, enfermos, abandonados y hambrientos. Nos invita a la mesa del pan y de la vida, donde lo que se sirve es el alimento que nos nutre y restaura nuestra dignidad.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús quiere lavarnos nuestros pies y en ese lavarnos nos declara su amor y su vida que es servicio. Poniéndose a nuestros pies nos recuerda que nos tenemos que tratar con esmero y ternura. Su amor es entrega total de la vida.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús nos pide que nos dejemos hacer, que nos dejemos afectar por su invitación, que nos atrevamos a escucharle con el corazón y cruzar nuestra mirada con la suya.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

Padre Madre buena, una vez más tú vas por delante, Buscas, deseas que comprendamos que somos amados por tu amor sin medida, gratuito que brota desde tus entrañas. Te damos las gracias por el regalo que nos haces en tu hijo Jesús.

 

Vicky Irigaray

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Jueves Santo. la Cena del Señor. Ciclo B. 01 de abril de 2021

Jueves, 1 de abril de 2021
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“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora, lo comprenderás después”

(Jn 13, 1-15).

El Evangelio de hoy está cargado de símbolos en los que es interesante profundizar. En la actualidad, a nosotras, como personas que seguimos a Jesús, más de dos milenios después, nos puede resultar muy enriquecedor pararnos en la actitud de los discípulos, porque, como nos ocurre a nosotras, ellos tampoco entendían qué estaba pasando en sus vidas.

“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora, lo comprenderás después”, dijo Jesús a Pedro cuando se negaba a que le lavara los pies. ¡Cómo nos cuesta aceptar esta frase! ¡Qué poco nos gusta no comprender todo en el instante en que nos lo proponemos! Vivimos con la meta de conocer, de controlar cada situación. Pedro continúa negándose y Jesús le responde: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. A veces necesitamos parar en seco para reaccionar y optar. ¿Queremos tener que ver con Jesús? ¿En qué cambia nuestra vida el llamar a Jesús “maestro”?

Hoy también celebramos el día del amor fraterno, sororal, y este podría definirse como ese amor que no se entiende, que no se comprende. El amor que lleva a servir, a acoger, a entregarse gratis, sin esperar nada a cambio… ¿Nada? Eso tampoco lo entendemos. Resulta que eso es lo que Jesús hizo cada día de su vida y es lo que nos propone, a quienes nos denominamos cristianas, como guía en nuestra vida.

Hoy es el día del “porque sí”. Esa frase que de pequeños hemos dicho mucho, y que podemos escuchar responder a los pequeños de las familias. Y resulta que Dios nos quiere “porque sí”, que se entregó y se entrega cada día “porque sí”, que nos pide que nosotras hagamos lo mismo “porque sí”.

Oración

Lávanos, Jesús, aunque nos peleemos contigo porque no entendamos, y haznos personas entregadas por amor, por tu Amor.

 

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El amor manifestado en Jesús es el Ágape.

Jueves, 1 de abril de 2021
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os_he_dado_ejemploJn 13,1-15

El tema central del Triduo Pascual es el AMOR. El jueves se manifiesta en los gestos y palabras que lleva a cabo Jesús en la entrañable cena. El viernes queda patente el grado supremo de amor al poner su vida entera, hasta la muerte, al servicio del bien del hombre. El sábado, celebramos la Vida que surge de ese Amor incondicional. En la liturgia de estos días intentamos manifestar de manera plástica, la realidad del amor supremo que se manifestó en Jesús. Lo importante no son los ritos, sino el significado que éstos encierran.

La liturgia del Jueves Santo está estructurada como recuerdo de la última cena. La lectura del evangelio de Jn nos debe hacer pensar; se aparta tanto de los sinópticos que nos llama la atención que no mencione la fracción del pan. Pero en su lugar, nos narra una curiosa actuación de Jesús que nos deja desconcertados. Si el gesto sobre el pan y el vino, tuvo tanta importancia para la primera comunidad, ¿por qué lo omite Juan? Y si realmente Jesús realizó el lavatorio de los pies, ¿por qué no lo mencionan los tres sinópticos?

No es fácil resolver estas cuestiones, pero tampoco debemos ignorarlas o pasarlas por alto a la ligera. Seguiremos haciendo sugerencias, mientras los exégetas no lleguen a conclusiones más o menos definitivas. Sabemos que fue una cena entrañable, pero el carácter de despedida se lo dieron después los primeros cristianos. Seguramente en ella sucedieron muchas cosas que después se revelaron como muy importantes para la primera comunidad. El gesto de partir el pan y de repartir la copa de vino, era un gesto normal que el cabeza de familia realizaba en toda cena pascual. Lo que pudo añadir Jesús, o los primeros cristianos, es el carácter de signo y símbolo, de lo que en realidad fue la vida entera de Jesús.

El gesto de lavar los pies era una tarea exclusiva de esclavos. A nadie se le hubiera ocurrido que Jesús la hiciera si no hubiera acontecido algo similar. Es una acción más original y de mayor calado que el partir el pan. Seguramente, en las primeras comunidades se potenció la fracción del pan, por ser más cultual. Poco a poco se le iría llenando de contenido sacramental hasta llegar a significar la entrega total de Jesús. Pero esa misma sublimación llevaba consigo un peligro: convertirla en un rito mágico y estereotipado que a nada compromete. Aquí está la razón por la que Jn se olvida del pan y el vino. La explicación que da de la acción, lleva directamente al compromiso con los demás y no es fácil escamotearla.

Parece demostrado que, para los sinópticos, la Última Cena es una comida pascual. Para Juan no tiene ese carácter. Jesús muere cuando se degollaba el cordero pascual, es decir el día de la preparación. La cena se tuvo que celebrar la noche anterior. Esta perspectiva no es inocente, porque Juan insiste, siempre que tiene ocasión, en que la de Jesús es otra Pascua. Identifica a Jesús con el cordero pascual, que no tenía carácter sacrificial, sino que era el signo de la liberación. Jesús el nuevo cordero, es signo de la nueva liberación.

Los amó hasta el extremo. Se omite toda referencia de lugar y a los preparativos de la cena. Va directamente a lo esencial. Lo esencial es la demostración del amor. “Hasta el extremo” (eis telos) = en el más alto grado, hasta alcanzar el objetivo final. Manifestó su amor durante toda su vida, ahora va a manifestarse de una manera total y absoluta. “Había amado… y demostró su amor hasta el final”, dos aspectos del amor de Dios manifestado en Jesús: amor y lealtad, (1,14) amor que nunca se desmiente ni se escatima.

Dejó el manto y tomando un paño, se lo ató a la cintura. Ya dijimos que no se trata en Juan de la cena ritual pascual, sino de una cena ordinaria. Jesús no celebra el rito establecido, porque había roto con las instituciones de la Antigua Alianza. Dejar el manto significa dar la vida. El paño (delantal, toalla) es símbolo del servicio. Manifiesta cuál debe ser la actitud del que le siga: Prestar servicio al hombre hasta dar la vida como él. Juan pinta un cuadro que queda grabado en la mente de los discípulos. Esa acción debe convertirse en norma para la comunidad. El amor es servicio concreto y singular a cada persona.

Se puso a lavarles los pies y a secárselos con la toalla. El lavar los pies era un signo de acogida o deferencia. Solo lo realizaban los esclavos o las mujeres. Lavar los pies en relación con una comida, siempre se hace antes, no durante la misma. Esto muestra que lo que Jesús hace no es un servicio cualquiera. Al ponerse a los pies de sus discípulos, echa por tierra la idea de Dios creada por la religión. El Dios de Jesús no actúa como Soberano, sino como servidor. El verdadero amor hace libres. Jesús se opone a toda opresión. En la nueva comunidad todos deben estar al servicio de todos, imitando a Jesús. La única grandeza del ser humano es ser como el Padre, don total y gratuito para los demás.

¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Esta explicación que el evangelista pone en boca de Jesús, nos indica hasta qué punto es original esa actitud. Retomó el manto pero no se quita el delantal. Se recostó de nuevo, símbolo de hombre libre. El servicio no anula la condición de hombre libre, al contrario, da la verdadera libertad y señorío. La pregunta quiere evitar cualquier malentendido. Tiene un carácter imperativo. Comprended bien lo que he hecho con vosotros, porque estas serán las señas de identidad de la nueva comunidad.

Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor” y decís bien porque lo soy. Juan es muy consciente de la diferencia entre Jesús y ellos. Lo que quiere señalar es que esa diferencia no crea rango de ninguna clase. Las dotes o funciones de cada uno no justifican superioridad alguna. Los hace iguales y deben tratarse como iguales. La única diferencia es la del mayor o menor amor manifestado en el servicio. Esta diferencia nunca eclipsará la relación personal de hermanos, todo lo contrario, a más amor más igualdad, más servicio.

Pues si yo os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Reconoce los títulos, pero les da un significado completamente nuevo. Es “Señor”, no porque se imponga, sino porque manifiesta el amor, amando como el Padre. Su señorío no suprime la libertad, sino que la potencia. El amor ayuda al ser humano a expresar plenamente la vida que posee. Llamarle Señor es identificarse con él, llamarle Maestro es aprender de él, pero no doctrinas sino su actitud vital. Se trata de que sienten la experiencia de ser amados, y así podrán amar con un amor que responde al suyo.

Os dejo un ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Los sinópticos dicen, después de la fracción de pan: “Haced esto para acordaros de mí”. Es exactamente lo mismo, pero en el caso del lavatorio de los pies, queda mucho más claro el compromiso de servir. Lo que acaba de hacer no es un gesto momentáneo, sino una norma de vida. Ellos tienen que imitarle a él como él imita al Padre. Ser cristiano es imitar a Jesús en un amor que tiene que manifestarse siempre en el servicio a todos los hombres.

Es una pena que una vivencia tan profunda se haya reducido a celebrar hoy el día de la “caridad”. Tranquilizamos nuestra conciencia con un donativo de algo externo a nosotros, siempre de lo que me sobra, o por lo menos, que en nada compromete mi nivel de vida. Podemos aceptar que no somos capaces de seguir a Jesús, pero no tiene sentido engañarnos a nosotros mismos con ridículos apaños. Celebrar la eucaristía es comprometerse con el gesto y las palabras de Jesús. Él fue pan partido y preparado para ser comido. Él fue sangre (vida) derramada para que todos los que encontró a su paso la tuviera también. Jesús promete y da Vida definitiva al que es capaz de seguirle por el camino que nos marcó. La misma Vida de Dios, la comunica a todo el que acepta su mensaje. No al que es perfecto, sino al que, con autenticidad, se esfuerza por imitarle en la preocupación por el ser humano.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Magdalena Bennasar: La ternura no se piensa.

Jueves, 1 de abril de 2021
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jesus-curaCon estas meditaciones y reflexiones quisiéramos dar continuidad a una experiencia que la mayoría estamos practicando, que es ahondar en la oración afectiva, no como método, sino como experiencia vital que emerge de un seguimiento que deja atrás etapas principiantes que preceden a la madurez en una relación donde ya hay complicidad.

El discípulo será estos días en nuestra Pascua: Jesús. La discípula: tú, yo, y algunos personajes del NT que nos acompañarán.

El tema de fondo e ingrediente fundamental de estos días de profundización es: descubrir la ternura en la pasión, muerte y resurrección, como hilo conductor de cada gesto, mirada, palabra, silencio, entrega.

Si algún elemento da belleza y sentido a la vida, ése es, la ternura como la expresión más serena y firme del amor. Gracias a la ternura las relaciones afectivas crean raíces de vínculo.

La doctora Kübler-Ross, afirma que los recuerdos que nos acompañan en los últimos instantes de la vida no tienen que ver con el éxito o poder, sino con encuentros profundos con un ser amado. Y quedan grabados en la memoria gracias a la luz de la ternura.

Paradójicamente la ternura no es blanda, sino fuerte y audaz. Implica seguridad en uno mismo y expresa la calidad de una relación. Desde lo que hoy conocemos como inteligencia emocional, la ternura forma parte de ese bloque maravilloso que llamamos el cerebro del corazón. Así como nos dicen que la inteligencia está distribuida por todo el cuerpo, podemos deducir que la ternura es una exquisitez fruto de la empatía.

Desde ahí, tratemos de entrar en el mundo del discípulo y la discípula, durante estos cuatro días cargados hasta el borde de intensidad y ternura. De violencia respondida con no-violencia. De odio respondido con silencio. Y de actitudes de todo tipo provenientes de corazones egoístas que no pillan los pasos que da el discípulo del Abba.

No se comprende el Jueves Santo, esa cena con sus palabras y gestos, si no se ha recorrido, con Jesús, el trayecto anterior. El día a día, en el que nos vemos expuestos a tantas situaciones que debemos discernir, y decidir si las discernimos con el barómetro del Evangelio o con el propio.

Ella, una discípula, lo discierne así: te invitamos a leer el texto de Juan 12, 1-8.

(Por favor, toma tu Biblia en tus manos, y siente el amor y la vida de miles de años de historia de salvación, ahí, en estas páginas, para que las sintamos, comprendamos, acariciemos; son vida de nuestra vida, en ellas está también nuestra historia.)

Dicen algunos exégetas que este gesto de María, hermana de Lázaro según narrado en el Evangelio de Juan, inspiró a Jesús a realizar el gesto que hoy celebramos y que Juan nos relata en el capítulo 13.

María, apasionadamente agradecida, sobrecogida por la calidad de amor que ha experimentado, en un gesto expresa lo que muchas personas deseamos vivir y que el mismo Jesús, según Juan, realizará en su última cena:

María, en un solo gesto vive y reproduce lo que el corazón del evangelio nos indica:

* Amor apasionado: la ternura y cariño de la mujer son indescriptibles. No hay indicio de inhibición y sí hay una absoluta muestra de respeto infinito.

* Servicio entrañable como derroche de todo su perfume, de todo su amor, de su agradecimiento. Derroche de entrega gratuita sin medida. Gesto reprochado por los que no saben amar y con su rigidez legalista juzgan y condenan. La generosidad de esta mujer es libertad absoluta para amar hasta el extremo, en un vaciamiento de sí a través del perfume derramado.

* “Shema”: “escucha Israel: amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza…”Y María, “escucha” el latido alterado del corazón del amigo, alterado por la inminente traición que se percibe, que intuye…y ante ese dolor, ella muestra su fidelidad respondiendo con su gesto femenino, sensual, liberador. María obedece escuchando al Amor y realizando lo que su corazón y conciencia le sugieren.

Juan 13,1-32

Jesús se encuentra con aquellas personas más íntimas, a las que ha ido confiando todo lo que iba experimentando de su relación con el “Abba”, y de un estilo de vida capaz de transformarnos en hijos de Dios, y a las estructuras sociales en hogar para todos, y a los bienes del Planeta en casa común, compartida, respetada…

Jesús ya no tiene palabras para ellos: se ha vaciado totalmente y se da cuenta de que ellos están lejos de donde él se encuentra porque ha sido fiel, como los profetas, a una vida de “shema”.

Y en un último esfuerzo acude a un gesto que divide la historia en un antes y un después: el Señor prestando el servicio de sirviente-esclavo:

*mírale a tus pies, los lava con mimo, te lo dice todo con su beso, te deja sentir el amor de Dios que estremece y conmueve: amor de ágape, amor abierto; el gesto es para cada uno, pero a cada uno con toda la pasión del amor de Dios: personal, cercano, íntimo, gratuito.

¿Necesita Jesús en ese gesto, sentir él el calor de tu presencia a través de tu piel, ya que tantas veces, como los discípulos, estamos con la atención y el corazón en otra parte y el amigo languidece solo, sin nuestra presencia y cariño?

* El derroche de su amor, no se muestra, en este texto, con perfume, como en el caso de María, sino con la tremenda expresión “sangre y carne” comidas, compartidas, entregadas. Jesús llega a la pobreza máxima de comprender que sólo puede entregar ya su propio cuerpo, metáfora de su SER.

* ¿Por qué tanta radicalidad? Porque ha “escuchado” de nuevo el rugir del león, del ego, del miedo parapetado en el poder, el dinero, el deseo de los primeros puestos… “ha escuchado y percibido los miedos infantiles de aquellos que tienen que continuar la obra que el Abba ahora les encomienda a ellos, y se da cuenta de que “no llegan”, ante lo cual se enternece y conmueve aún más y pronuncia “tomad y comed todos, este es mi cuerpo, esta es mi sangre, entregada por todos. Haced esto cada vez que deseéis mi presencia, mi Amor”

Te invito a hacer Silencio “escuchando” tu latido al unísono del suyo. Sin prisa, dejando que en esa intimidad añorada, el Señor se te manifieste.

Y, de este silencio, emerge, gratuita, la ternura. Jesús no les lava los pies porque considere que los discípulos estén “sucios” por dentro o por fuera. Es otro el talante y significado del gesto.

El gesto lleva una carga enorme de sentimiento, de necesidad de abrazar y besar los pies de los que han andado con él en tantas situaciones y lugares. Abrazar y besar ante el presagio de un fuerte sufrimiento o ante la certeza de que se marcha y la vulnerabilidad de los y las discípulas le llena de ternura materna- paterna y fraterna- sororal.

Y repite el gesto por antonomasia de partir el pan, como estilo de vida: partir, compartir, dar de lo que no te sobra, de tu pan…partir tu salud, tu mente y corazón para que otros tengan luz, paz, alimento…

Y el otro gesto. Echarse a los pies de las personas a las que sirve. Él recibió este gesto de parte de María de Betania, y de otros que a lo largo del camino le han querido pedir o agradecer algo vital. Y revive cómo se sintió al ver a una persona a sus pies y al sentir su tacto delicado y profundamente ungidor. Desea contagiar esa ternura a estas personas atemorizadas y acobardadas ante la hecatombe que se avecina y que todos presienten.

El discípulo se convierte en Maestro a los pies de sus discípulos y se tergiversa la pirámide. El Maestro les levanta de su mediocridad abajándose más allá de los límites. Algo así como “basta de asuntillos de quien manda más, de quien es más importante…” es hora de que sintáis el estremecimiento del Amor a vuestros pies, la ternura de Dios abrazando vuestra humanidad. Lo cual es imprescindible para una madurez afectiva sana.

La ternura no se piensa, es una experiencia que brota, como un perfume que permea todo. Es un hecho pero no para filosofar o discutir, es la manera de comunicarse Dios con una humanidad que se ha hecho el centro de todo. Es el David frente al Goliat del ego.

La ternura es como la primavera que madre naturaleza pone delante de nuestros ojos estos días: espléndida, engalanada de flor y perfume. Derramando lo mejor de sí: lo que trabajó en lo escondido durante el largo invierno.

Jesús es esa primavera, siempre, en la vida de cada persona. Recientemente me encuentro con personas que van descubriendo la fuerza que da la experiencia de una oración madura, fiel, constante y fecunda.

Magdalena Bennasar, SFCC

Fuente Fe Adulta

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