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Jesús Martínez Gordo: “Ante estos dramas, es normal que se asista al derrumbe del imaginario de un Dios todopoderoso”

Martes, 7 de abril de 2020
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“Tenemos, nos guste o no, fecha de caducidad”  

 “La muerte, prematura e injusta, y la que se ceba en los más débiles, nos afecta a todos: seamos deístas y teístas, ateos o agnósticos-ateos”

“Es más sensato reconocer que el cristianismo, no teniendo la respuesta racional a este problema, habilita, sin embargo, para afrontarlo de manera coherente y lúcida”

“Por qué lo hemos mirado como algo ajeno a nosotros mientras campaba por China y otros países y por qué es capaz de sacar lo mejor y lo peor de nosotros”

“Ahora que nos hemos dado cuenta de que Dios y rezar no sirven para nada, sería la ocasión para dar el presupuesto de la Iglesia a la sanidad”. Así se leía en uno de los whatsapps que he recibido estos días. Más allá de que siempre haya quien, aprovechando que San José era carpintero, quiera hablar de la confesión, me interesa reflexionar en voz alta sobre una vieja cuestión que, formulada hace más de dos milenios por Epicuro, reaparece en estos tiempos con particular fuerza y que se puede reformular en estos términos: “¿Quiere Dios evitar el coronavirus, pero no puede? Entonces es impotente. ¿Puede, pero no quiere? Entonces es malévolo. ¿Sí puede y quiere? Entonces, ¿por qué existe el coronavirus?”.

Cuando hay que enfrentarse con semejante drama (y con la contradicción –existencial y racional– que funda), es normal que se asista no solo al derrumbe del imaginario de un Dios todopoderoso e incluso bondadoso, sino también a la defensa de la mayor consistencia racional del ateísmo o del agnosticismo-ateo frente a las explicaciones deístas o teístas. Uno de los ejemplos, probablemente el que me ha resultado más llamativo estos últimos años, es el testimonio del pastor estadounidense Bart D. Ehrman sobre su tránsito de la fe cristiana a la increencia por no haber podido soportar esta contradicción entre un Dios omnipotente y bueno con la existencia, en su caso, del mal, en general.

 Pero tengo que recordar, como necesario e ineludible contrapunto, no solo la existencia de personas (en el caso de Etty Hillesum) que descubrieron la fe en plena Shoah o exterminio nazi, sino que tampoco faltan en nuestros días las que sostienen que éste -el problema del mal o del Coronavirus y Dios- ha de afrontarse en términos estrictamente racionales. Y así ha de ser porque la muerte, prematura e injusta, y la que se ceba en los más débiles, nos afecta a todos: seamos deístas y teístas, ateos o agnósticos-ateos e incluso antiteístas e indiferentes. Ya no vale, apuntan, criticando a estos últimos, creer haber alcanzado una explicación racional más consistente que la teísta negando la existencia de Dios y quedarse, según los casos, plácida, tranquila o angustiosamente sumidos en el silencio o en el mutismo. Semejante respuesta o ensayo de explicación alternativa –que no acaba de eludir la perplejidad que atenaza a todos, teístas o ateos– no es, cuando se dé, una explicación racionalmente más firme que la creyente. De ninguna manera.

Quizá, por ello, en los últimos años los teólogos han seguido reflexionando sobre la cuestión. En concreto, he encontrado tres ensayos de explicación que merecen la pena ser tenidos en cuenta estos días. Me tomo la libertad de indicar lo que considero más sustancial de sus respectivas aportaciones en estas circunstancias: la de J. A. Estrada; la de J.-B. Metz y la de A. Torres Queiruga.

Juan Antonio Estrada declara “imposible” el intento de armonizar racionalmente el mal con un Dios bueno y omnipotente. No se puede exculpar a Dios. Cuando se intenta, se acaba favoreciendo el imaginario de un ser malvado a costa del sacrificio de las personas. Es más sensato reconocer que el cristianismo, no teniendo la respuesta racional a este problema, habilita, sin embargo, para afrontarlo de manera coherente y lúcida, muy lejos de la indiferencia o la desesperanza: quien, como es su caso, se autocomprende como un cristiano, sabe que el problema le sobrepasa racionalmente pero, a la vez, que también tiene motivos más que sobrados para combatir el mal, en particular, el injusto y antes de tiempo, como lo hizo Jesús de Nazaret, estando al lado de los que lo padecen, curando, acompañando, alentando.

Sin dejar de reconocer el silencio (racional) en el que habitualmente nos adentra la petición de una respuesta congruente por parte de Epicuro, no hay que descuidar los gritos y las demandas de justicia que, a pesar de todo, siguen dirigiendo a Dios las víctimas. He aquí el punto de partida de la explicación ofrecida por J.-B. Metz. La atención a tales demandas le lleva a erigir dichos gritos y lamentos en el principio cognoscitivo de todo y, a la par, a entender la fe cristiana como “memoria de la pasión”, es decir, como memoria de un Crucificado cuyo drama se actualiza en el clamor de todas las víctimas. En nuestro caso, en primer lugar, como principio cognoscitivo: preguntarse por qué irrumpe el Coronavirus; por qué se ceba en los más débiles del mundo y de nuestra sociedad; porqué lo hemos mirado como algo ajeno a nosotros mientras campaba por China y otros países y por qué es capaz de sacar lo mejor y lo peor de nosotros. Y, en segundo lugar, como actualización en el tiempo presente de la tragedia acontecida hace dos mil años en el Calvario y, por ello, en quienes, como así sucede estas últimas semanas, mueren, porque son ancianos, enfermos, débiles o profesionales de la medicina o trabajadores en servicios imprescindibles para la ciudadanía; y, además, sin poder despedirse de sus seres queridos.

“Entender la fe cristiana como “memoria de la pasión”, es decir, como memoria de un Crucificado cuyo drama se actualiza en el clamor de todas las víctimas”

Andrés Torres Queiruga, prolongando la vía abierta en su día por G. Leibniz, sale críticamente al paso de las explicaciones que subrayan la oscuridad, el silencio o el retraimiento –el “zimzum”– de Dios y sitúa la clave explicativa del mal en la fragilidad en cuanto tal; por tanto, no en Dios mismo: tenemos, nos guste o no, fecha de caducidad, habida cuenta de nuestra constitutiva finitud. Nos somos dioses. La suya es una propuesta dispuesta a mostrar la articulación existente, y sin estridencias de ninguna clase, entre la insuperable idoneidad del amor divino –que caracteriza no tanto como el todopoderoso, sino como el Antimal– y el mal (en nuestro caso, el Coronavirus) que se aloja en la constituyente limitación de lo finito y, sobre todo, en el perecimiento prematuro e injusto. Éste, recuerda, es un problema, ante todo y, sobre todo, racional, propio de la condición humana en cuanto tal; no solo de los creyentes. Por eso, nos atañe a todos y requiere una explicación por parte de todos, más allá de nuestra fe o ausencia de ella, aunque los creyentes tengamos sobrados motivos y razones para no desesperar e implicarnos en su erradicación.

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Finalmente, creo que no está de más traer a colación lo sostenido por Paolo Flores d’Arcais en su debate con J. Ratzinger el año 2008, pocos meses antes de que fuera elegido papa: En lo que toca al “apoyo a los marginados, a los últimos, respecto al deber de la solidaridad”, los creyentes –sostuvo– sacaban a los no creyentes bastantes puntos de ventaja. Y, probablemente, carecer de fe hacía “mucho más difícil la capacidad de renunciar al egoísmo, de sacrificarse por los demás”.

Eso no quería decir, matizó, que lo hiciera imposible. Evidentemente, prosiguió, también se daba entrega y generosidad entre los ateos e increyentes; sobre todo en los momentos más trágicos de la historia de la humanidad. Pero era una entrega que, sin saber muy bien por qué, se mostraba intermitente cuando había que afrontar el compromiso –discreto y paciente– del día a día: “Ni qué decir tiene –indicó– que un ateo puede sacrificar su vida. No obstante –balbució–, tengo la impresión de que resulta más fácil…, o sea, más fácil…, menos difícil, sacrificarla en momentos excepcionales que hacer sacrificios menores, pero cotidianos (para quien no cree que para quien cree o, por lo menos, que para algunos que no creen)”. En síntesis, concluyó, “la piedra donde tropezar es para el ateo la incapacidad de caridad”.

Se agradece poder escuchar (y recordar) un testimonio como el reseñado. Y más, en estos tiempos en los que creyentes e increyentes compartimos la tarea de erradicar algo de tanta desolación en este tiempo de coronavirus; resabios anticlericalistas al margen.

Fuente Religión Digital

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Espiritualidad benedictina

Martes, 31 de marzo de 2020
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Del blog Nova Bella:

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Hay que intentar afrontar la enfermedad y la muerte como dos necesidades integradas en la propia vida, no tanto como una excepción que no debería haber ocurrido, ni mucho menos como un castigo o un destino fatalista. Se trata de vivirlas como una oportunidad única para profundizar en la configuración con Cristo.

*

Ignasi Fossas, osb

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Juan Masiá sj: “Dejar morir dignamente no es matar, sino ayudar a vivir dignamente al morir y en el morir”

Lunes, 2 de marzo de 2020
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despenalizacion-eutanasia-debate-Congreso_EDIIMA20180508_0733_4Decalogo de eu-thanasia justa, humana y espiritualmente

“Hay que reconocer el derecho a vivir dignamente durante el proceso de morir y mientras se muere”

“Hay que acompañar la decisión autónoma de la persona doliente que elige el cuidado paliativo justo, incluida la sedación terminal, debidamente protocolizada y consentida”

“Hay que proteger las decisiones autónomas y responsables de aceleración del proceso de cese vital, asegurando que no se viole la dignidad y derechos de las personas pacientes que opten por solicitarlo”

“Es un extremismo identificar el respeto a la dignidad con la prolongación a toda costa de la vida biológica. Es un extremismo suspender los soportes vitales por motivos meramente económicos u otros intereses no confesados”

“Tomar decisiones creativas acerca del fin de la vida no tiene necesariamente que estar en contra de una fe religiosa, si se entiende que el Creador ha creado criaturas creadoras encargándoles que co-creen, es decir, que cooperen a la creación y cuidado continuo de la vida”

Decalogo de eu-thanasia justa, humana y espiritualmente:

1.-La persona paciente tiene derecho a que se respete su dignidad cuando pide que le ayuden a vivir dignamente mientras se muere

2.-Hay que reconocer el derecho a vivir dignamente durante el proceso de morir y mientras se muere

3.-Hay que acompañar a la persona doliente moribunda, apoyando razonable y responsablemente sus demandas de ayuda humana y espiritual para vivir dignamente el proceso de morir.

4.-Hay que acompañar la decisión autónoma de la persona doliente que elige el cuidado paliativo justo, incluida la sedación terminal, debidamente protocolizada y consentida.

5.-Hay que acompañar la decisión autónoma de la persona doliente que elige el rechazo de recursos sanitarios fútiles, desproporcionados u onerosos, sobre todo cuando solo sirvan para alargar el proceso de morir; (opción por limitarse al uso proporcionado de los medios de prolongación de la vida incluida la renuncia a la alimentación e hidratación artificiales).

6.-Hay que acompañar la decisión autónoma de la persona doliente que solicita la ayuda personal y social (sanitaria, legal y psicológica o de acompañamiento espiritual), para llevar a cabo responsable y justamente la aceleración directa e intencionada del proceso de morir. Hay que proteger los derechos, autonomía y dignidad de la persona paciente en los casos de opción justificada por una aceleración del proceso de morir que, al menos, convendría despenalizar.

7.-Las opciones arriba mencionadas pueden calificarse como eu-thanasia justa o ayuda a vivir dignamente el proceso de morir. Etimológicamente, eu-thanasia es buen morir, vivir dignamente el proceso de morir. Eu-thanasia  valdría para designar la eutanasia justa. La eutanasia injusta sería simplemente “mala muerte”

8.-Ética cívica y legislación democrática han de garantizar la seguridad jurídica para la protección del vivir durante el proceso de morir:

A) Ante las solicitudes de ayuda en el proceso de morir: Hay que proteger la gradualidad en el uso de los recursos paliativos, así como el acceso justo a ellos. Hay que proteger la práctica de la moderación del esfuerzo terapéutico (incluida la retirada de alimentación e hidratación artificiales)

B) Ante las solicitudes de ayuda para morir pacíficamente: Hay que proteger el control prudente de la sedación profunda en fase terminal. Hay que proteger las decisiones autónomas y responsables de aceleración del proceso de cese vital, asegurando que no se viole la dignidad y derechos de las personas pacientes que opten por solicitarlo (despenalización de la aceleración asistida del proceso de morir)

9.-Dejar morir dignamente no es matar

Dejar morir dignamente no es matar, sino ayudar a vivir dignamente al morir y en el morir.La persona tiene derecho a vivir dignamente hasta el momento de morir. Es un extremismo identificar el respeto a la dignidad con la prolongación a toda costa de la vida biológica. Es un extremismo suspender los soportes vitales por motivos meramente económicos u otros intereses no confesados, o por no reconocer la dignidad de la persona en esa situación. El buen morir respetando la dignidad de la persona (que puede conllevar a veces una solicitud de eutanasia justa) no se debería confundir con una eutanasia irresponsable. Una eutanasia justa (cumplidas las condiciones de respeto a la dignidad y libertad de la persona) no se puede equiparar con el homicidio, como tampoco puede ni debe llamarse suicidio al asumir responsable y libremente la propia muerte.

10.-Tomar decisiones creativas acerca del fin de la vida no tiene necesariamente que estar en contra de una fe religiosa, si se entiende que el Creador ha creado criaturas creadoras encargándoles que co-creen, es decir, que cooperen a la creación y cuidado continuo de la vida. Lo cuál no significa absolutizar el mantenimiento a ultranza de la vida biológica, sin tener en cuenta las exigencias de la vida personal y espiritual destinada a transformarse en vida eterna, en el seno de la Vida de la vida.

(Ver mas: en el ultimo numero de la Revista Exodo)

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Juan Masiá: “Satisfacción de pena y condenación eterna son incompatibles con la misericordia todopoderosa”, por Juan Masiá s.j.

Viernes, 24 de enero de 2020
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934f3a00dcb72e2fa4ed7bb077b51c9dDe su blog Vivir y pensar en la frontera:

“Los novísimos, solo tres: muerte, juicio y gloria”

“Es posible un juicio final sin premio merecido ni castigo eterno, con tal de que entendamos bien el juicio de Dios como juicio de reconocimiento, justificación y misericordia”

“Como ha dicho el Papa Francisco ‘Dios no puede desear la condenacion eterna de nadie por muy esclavo que sea del mal'”

Pienso y creo que es posible un juicio final sin premio merecido ni castigo eterno, con tal de que entendamos bien el juicio de Dios como juicio de reconocimiento, justificación y misericordia.

 Escribo estas líneas prolongando el diálogo, publicado en este blog para preparar la llegada a Japón del Papa Francisco. En aquel artículo, Adolfo Nicolás reinterpretaba los cuatro “novísimos o postrimerías” del catecismo tridentino (muerte, juicio, infierno y gloria) reformulando así: muerte, juicio, nada y gloria.

Adolfo Nicolas habla del “momento de lucidez que Dios concede a cualquiera”. Si el juicio es lucidez  para reconocer la gracia y el perdón, en un juicio de reconocimiento ya va incluida la parte positiva que se salva en los símbolos de purificatorio temporal y castigo definitivo, una vez despojados del matiz negativo, porque satisfacción de pena y condenación eterna son incompatibles con la misericordia todopoderosa.

Como ha dicho el Papa Francisco “Dios no puede desear la condenacion eterna de nadie por muy esclavo que sea del mal”.

 Quedan, por tanto, las postrimerías o novísimos, como las llamaban los viejos catecismos, reducidas a tres, en vez de cuatro: muerte, juicio y gloria

 Lectores y lectoras preguntarán qué pasa con la tradición del purgatorio y si desaparece el infierno. Respondo: el purgatorio como símbolo de purificación y el infierno como símbolo de la posibilidad de autodestrucccion de la persona libre y llamada permanente a la conversión, siguen teniendo una funcion de llamada a despertar del autoengaño. Pero permanecen asi, no como realidades exentas, sino como parte del juicio, con tal de entender el juicio, no como sentencia de condenación o remuneración, sino como llamamiento a la lucidez del reconocimiento, la gracia de la rehabilitación y la fe en la misericordia perdonadora.

 Así entendido el juicio, los novísimos o postrimerías no serían cuatro, sino tres: muerte, juicio y gloria. Rezamos con el buen ladrón para decir a Jesucristo: “Acuérdate de mi en tu Reinado…” (Lc   )

 Esto supuesto, releamos Mt 25 en clave de reconocimiento y misericordia. Reconocer es admitir la carencia de méritos propios para salvarse o admitir que somos acreedores a un castigo. Pero reconocer significa también agradecer. Agradecemos la misericordia y creemos en el perdón.

El escenario de ovejas y cabras a derecha e izquierda del Juez Omni-misericordioso se desarrolla así:

 Dijo a las ovejas (a la derecha): Tuve hambre y me disteis de comer.  Cuando lo hicisteis con los pequeños conmigo lo hicisteis. Pero reconoced que no lo hicísteis por vuestra propia fuerza ni para ganar méritos, sino por gracia de mi Espíritu que os lo hizo hacer. Reconocedlo y creed en la gracia. Y ahora entrad, benditos del Padre, por la puerta de la salvación.

Dijo a las cabras  (a la izquierda): Tuve hambre y no me dísteis de comer. Cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de esos tan insignificantes, dejasteis de hacerlo conmigo. Reconocedlo, confesadlo (Confiteor), reconoced que mereceríais ser condenados severamente, si no fuera porque el castigo definitivo es incompatible con mi misericordia. Y ahora, reconocida la culpa y creyendo en el perdón, venid también vosotros, bendecidos por el Padre y entrad por la puerta de la salvación

En este juicio de reconocimiento, las palabras clave son: lucidez, rehabilitación y misericordia.

 Reconocemos, como ovejas, lúcidamente la carencia de mérito; reconocemos, como cabras, honestamente que merecemos que se haga justicia (no condenadora o vindicativa, sino rehabilitadora)  y reconocemos, tanto ovejas como cabras, la gracia y la misericordia.

 Como al principio de la misa y también en la confesión (hecha ante Dios y acompañada  por la iglesia), reconocemos sacramentalmente  la reconciliación: la necesidad de sanación y la necesidad de creer en el perdón, tal como lo pedimos y recibimos cada vez que rezamos el Padre Nuestro para prepararnos a recibir la comunion…

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Para Dios todos están vivos

Domingo, 10 de noviembre de 2019
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PRESENCIAS

con amigos ausentes.
Me encuentro siempre
entre el instante y la muerte.
Me encuentro siempre
con un libro enfrente,
con un hombre doliente,
y un paisaje y la corriente,
y el sol rusiente,
y el sueño, por fin, clemente.
Y un pájaro, un niño, y un árbol, vivientes.
Y Dios persistentemente presente…

*

Pedro Casaldáliga
Clamor elemental,
Editorial Sígueme, Salamanca 1971

***

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

“Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.”

Jesús les contestó:

“En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.

Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.”

 

*

 

Lucas 20, 27-38

***

 

Entre las diferentes formas de la corporeidad existe un abismo imposible de colmar a veces: una piedra no se convierte en pájaro. Otras formas corpóreas, sin embargo, aunque presentan diferencias, están en una relación vital, constituyen las fases de un único desarrollo, como por ejemplo la semilla y la planta que de ella nace. En este caso, el abismo queda superado por el misterio del grano que germina. Sin embargo, para superarlo es necesario lo que Pablo llama «el morir». La semilla debe entrar en la tierra y morir en ella, es decir, perder su forma, a fin de que pueda nacer la nueva planta. Y he aquí el paso: lo mismo sucede en el hombre. También en el hombre está presente la corporeidad en dos formas: la terrena y la celestial; de ellas, la primera es semilla de la segunda. También ellas están separadas por la muerte. El cuerpo deberá ser depositado en la tierra y descomponerse; sólo entonces se convertirá en el cuerpo nuevo, celestial. Pero he aquí la diferencia: la planta «nace» verdaderamente «de la semilla», de sus virtualidades y funciones; no así, en cambio, el cuerpo celestial del terrestre. A través de su descomposición, la semilla vive de una manera directa en la nueva planta. El cuerpo humano será resucitado después de la muerte. Aquí domina otro poder, que no brota del interior de la estructura humana, sino de la libertad de Dios.

*

Romano Guardini,
Le cose ultime,
Milán 1997, pp. 69ss.

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La muerte está vencida

Sábado, 2 de noviembre de 2019
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¡Ver los cementerios como un lugar de vida! Es en la Eucaristía donde estamos más en comunión con nuestros difuntos. Sin embargo, los cementerios son una proclamación magnífica de la esperanza en la resurrección de la carne, bien más allá del postulado simple y arbitrario de una cierta supervivencia del alma. Allí están aquellos a los que los primeros cristianos llamaban ” los durmientes “. Y es a sus hermanos vivos para Dios, por quien los cristianos van a visitar el cementerio. Si se va a la tumba del Cristo, aunque esté vacía, precisamente es porque allí se produjo la resurrección de Cristo, la prenda de nuestra propia resurrección. Mantengamos nuestras tumbas pero no cultivemos la flor del tormento, de la culpabilización. Tenemos algo mejor que hacer: reguemos la flor de la Fe, entonces hagamos de nuestros cementerios  bellos jardines de esperanza! “

*

Père Pierre Trevet

*

¡La Eucaristía! Es el regalo más bello que puede ofrecerse a los que “se fueron”. La Salvación ya ha sido dada de una vez para siempre por la muerte y la resurrección de Cristo, pero la actualización de la misa va a abrir el corazón del difunto y a alumbrarlo con una luz nueva. Si está en el “Purgatorio“, la misa es potencia de liberación. Si ya está en el Cielo, podrá utilizar este don con una “inteligencia” celeste para los de la tierra que lo necesitan más. Comprendamos que es también un regalo para los vivientes porque purificar y lavar nuestra historia pasada aporta bendición en el presente y en el futuro.

***

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Sábado 02 de Noviembre de 2019. Fieles Difuntos

Sábado, 2 de noviembre de 2019
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Job 19,1.23-27a

Yo sé que está vivo mi Redentor

Respondió Job a sus amigos:

“¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca! Yo sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán.”

***

Salmo responsorial: 24

A ti, Señor, levanto mi alma.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados. R.

Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R.

***

Filipenses 3,20-21

Transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso

Hermanos:

Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.

***

Marcos 15,33-39;16,1-6

Jesús, dando un fuerte grito, expiró

Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:

-“Eloí, Eloí, lamá sabaktaní“. (Que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”)

Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

-“Mira, está llamando a Elías.

Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:

-“Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.”

Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:

-“Realmente este hombre era Hijo de Dios.”

[Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras:

“¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?

Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo:

-“No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.”]

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“En las manos de Dios”. 2 de noviembre de 2019. Conmemoración de los difuntos. Marcos 5, 33-39; 16,1-6

Sábado, 2 de noviembre de 2019
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jesus-abrazo-2Los hombres de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.

Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Que hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?

La muerte es una puerta que traspasa cada persona en solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él?

Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: “En tus manos, Padre de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido”

¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes, poco creyentes y también increyentes?

A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables; somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer, pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no sabemos encontrar una esperanza.

A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y nuestra invocación humilde a Dios:

“Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver“.

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“Los muertos viven”, por José Arregui

Viernes, 1 de noviembre de 2019
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Leído en su blog:

En el corazón o la memoria de todo

Las campanas de Aizarna han tocado a muerto. Han irrumpido en la calma de la mañana otoñal, difundiendo en el valle la memoria de Luisa, abuela nonagenaria del caserío Irure, mujer de extraordinaria fortaleza y ternura, mujer hecha hospitalidad materna para todo el que llegase, fuera quien fuera y como fuera. Las ondas sonoras del bronce han ascendido por el horizonte de Santa Engracia hacia el Infinito, fundiéndose con la música del universo sin medida.

¿Y Luisa, su espíritu, su conciencia, ‘ella’… a dónde se han ido? ¿Se habrá disuelto en la nada al apagarse su viva sonrisa, su dulce mirada, la luminosa paz de sus ojos? La pregunta me turba, pero no puedo pensar razonablemente que algo, alguien, alguna de las infinitas formas del Ser se disuelva en la nada. La nada no existe, ni de ella puede surgir algo. Toda forma es una conjunción de formas precedentes. Y todo lo que constituye a cada cosa en su figura concreta se convierte luego en otra cosa y en otra, y así sin cesar, en constante transformación. Nada se convierte en nada.

Cuando en otoño se suelta del tallo el rabillo de la hoja y, balanceándose en el aire, cae al suelo, vuelve a convertirse en tierra y la tierra en savia, la savia en yema, hoja, flor, fruto, y semilla envuelta en fruto. El fruto se convierte en alimento de seres vivos, y la semilla en germen en el seno de la tierra. La vida seguirá viviente en nuevas formas, inagotables y maravillosas. Nada se aniquila, todo se transforma. El milagro de la primavera empieza en el otoño, y la abundancia del verano en el desierto del invierno. O a la inversa: el verano viene del otoño y el invierno de la primavera, en la rueda de la vida en que todo es uno.

En la espiral de la vida más bien, pues nada vuelve a ser lo que fue, ni la misma forma se repite nunca. Observad y admirad: de incontables hojas que han sido, son y serán en la tierra, no ha habido, ni hay ni habrá jamás dos iguales. Ni dos granitos de arena ni dos toques de campana exactamente iguales, a pesar de las apariencias. Ni siquiera, al parecer, han existido ni existen ni existirán dos átomos que sean idénticos del todo. Asombroso. Cada forma, viviente o no viviente, desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande, en el universo entero, es diferente de todas las demás. Cada ser es único y distinto. Infinita dignidad de cada ser. Infinito respeto a cada ser.

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Cada ser es único y distinto, pero no separado ni solitario. Todo cuanto es desde siempre está conectado con todo lo que es, ha sido y será hasta siempre. Esa frágil hoja que ya amarillea y se mece a la brisa de la tarde no sería exactamente como es si en este universo, desde el primer Big Bang hasta hoy, hubiera faltado una sola partícula atómica en su forma exacta. Todos estamos interrelacionados con todos los seres, no solo del presente, sino también del pasado más lejano y del futuro más remoto. Solo nos distingue la forma, pero todas las formas estamos unidas. Somos interser, inter-seres, inter-vivientes, inter-humanos, ligados en todo con todo eternamente, desde el primer neutrón hasta las galaxias aún sin formarse. En la forma particular que somos siguen siendo y viviendo todos los seres que fueron e incluso serán, porque somos la transformación de lo que otros fueron, y otros serán la transformación de lo que nosotros somos. Cada ser guarda, se puede decir, la memoria viva de todo lo que fue en el pasado e incluso de lo que será en el futuro. De alguna manera, en cada ser es todo. Somos uno.

Y somos uno en el Todo sin forma que nos hace ser, en el Fondo de esta forma o ‘yo’ físico, mental y emocional, en el Fondo de esta conciencia individual que nos distingue y que erróneamente creemos que nos separa. Somos uno en el Ser, el Espíritu, el Aliento Vital que nos hace existir, respirar, vivir. Somos comunión de vida inmortal en formas infinitamente diversas. Somos uno en el Corazón eterno o la Memoria creadora que late en lo más profundo de las formas pasajeras. Cada forma encarna la Memoria del Todo. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. A ti, a mí, a todos, nos corresponde encarnar la Memoria vivificadora de todos los muertos. Cuando los recordamos, es decir, cuando los ‘traemos al Corazón’ bueno de la vida, los hacemos vivir. Infinita responsabilidad mística, ecológica, política: mantener viva la Vida o la Memoria de todos los seres.

Creo en “Dios” en cuanto Todo, Corazón, Memoria o Conciencia de todas las formas. Creo que, al igual que cuanto nace ‘muere’ a su antigua forma –incluida su conciencia individual separada–, cuanto muere ‘nace’ en el Todo, en la Memoria o en la Conciencia universal de todos los seres, en este universo o en otro, más allá del espacio y del tiempo, en una forma que desconocemos. Creo que el aliento vital no muere, que la vida resucita sin cesar, que cuando doblan las campanas anuncian la vida.

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Embarque inmediato. Último aviso a los pasajeros

Martes, 29 de octubre de 2019
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450_1000De su blog Grano de Mostaza:

Me ha ocurrido en dos ocasiones, las dos en el aeropuerto de Roma: estar  esperando la salida de mi vuelo en una puerta de embarque equivocada,  por despiste mío o por  un cambio no anunciado de última hora, y escuchar con  sobresalto mi nombre por los altavoces conminándome a embarcar de inmediato. He recordado la anécdota al saber que un jesuita amigo y admirado, se está muriendo de cáncer y que fue quien me encargó, hace  unos años, escribir algo sobre “acompañar la muerte” en  la revista Manresa  que él dirigía. Y ahora pienso que,  lo mismo que en el aeropuerto hubiera agradecido tener cerca a alguien que me sacara de mi distracción, le deseo de todo corazón que a la hora de esa “salida” tan decisiva como es la final,   pueda contar con buena compañía.

Escribí entonces que los altavoces existenciales nos van avisando con tiempo: “No eres más que una suma de días”, decía Rabi’a,  una mística sufí del s. VIII, “cuando un día se va, con él se va una parte de ti. Y cuando una parte de ti se va, no tardará en irse todo”. Según Epicuro “En todas las demás cosas  es posible procurarse una seguridad pero, a causa de la muerte, los humanos habitamos en una ciudad sin muros”. Y para Madeleine Delbrel “llevamos nuestra muerte empezada y pronto terminada como nuestro propio y definitivo alumbramiento. Pero se trata de nacer bien cada vez que morimos, de nacer un poco cuando morimos un poco, y de nacer mucho cuando morimos mucho. Se trata, en este trato con la muerte, de aprender a tratar con la vida”

A pesar de que solemos vivir ajenos a esos avisos, en algún determinado momento,  tomamos conciencia de  la proximidad de la muerte y nos invade  un sentimiento de alarma que puede desembocar en ese miedo que, según Hebreos, conduce a la esclavitud (cfr. He 2,15). Nos sentimos entonces tan desvalidos  como una “ciudad sin muros” y con dos caminos abiertos ante nosotros: refugiarnos en el Único que puede cobijarnos o  buscar despavoridos falsas protecciones y defensas que, además de no preservarnos de la muerte, nos alejan de la Vida.

Cómo evitar esas trampas, cómo ayudar también a otros a desenredar esa madeja, cómo estar a su lado cuando los muros protectores se agrietan amenazando derrumbamiento y pequeñas muertes empiezan a asomarse por las ventanas.  Otros lo hicieron antes que nosotros: José estaba a la cabecera de Jacob, su padre, cuando este moría (Gen 48,2); Moisés tuvo cerca de él a Josué (Dt 32,44) y cuando Noemí, ya vieja y sola, emprendía el camino hacia su tierra de origen, su nuera Rut  acompañó su retorno. También Jesús en su camino hacia la muerte contó con el apoyo de Simón de Cirene para llegar hasta su final (Mc 15,21).

Quizá lo que nos toca a nosotros es algo modesto: tratar de estar al lado de otros para ayudarles a descifrar los mensajes que llegan desde los “altavoces” y acierten con su verdadera “puerta de embarque”, conscientes al mismo tiempo de que también nosotros estamos en la lista de pasajeros.

Recuerdo el impacto que me produjo en la adolescencia aquella escena de la película “Balarrasa”, de tanto éxito en el medio nacional-católico de entonces: después de un accidente de coche, una mujer agonizaba y decía a su compañero al hacer balance de su vida: “Mira mis manos, están vacías”. Eso desencadenaba la conversión y vocación misionera del protagonista que tomaba la decisión de llegar a la muerte con las manos llenas. Más allá de lo bienintencionado del mensaje, la realidad es que ese camino puede conducir fácilmente al narcisismo o a la autosuficiencia. A la muerte llegamos todos con las manos afortunadamente vacías y tenemos que asumir serenamente esa realidad dejando que sea  Otro quien nos las llene.  Y cultivar ya desde ahora esa convicción  que expresa Erri de Luca: “No es el amante el que conoce el amor sino el amado, el que acepta quedar transfigurado por la visión de los ojos de otra persona”.

 Doy testimonio de que el amigo por el que rezo en estos momentos ha ido ejercitando a  lo largo de su vida la práctica de dejarse mirar así.

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La Hipocresía de Matar y “Defender la Vida”

Martes, 10 de septiembre de 2019
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48625872743_fdb74879c4Del blog de Beto Vargas Dios en minúscula:

Los líderes pro-vida y sus lógicas de exterminio

Con alarmante frecuencia encontramos noticias de políticos “pro-vida” que defienden estilos de soberanía y de gobierno que no solo son excluyentes e inhumanos, sino que rayan en el genocidio.

El catolicismo suele tener una rápida respuesta, casi un comodín, cuando se trata de las delicadas y nunca simples discusiones sociales y políticas sobre la vida. La afirmación que aparece en la punta de la lengua de predicadores, presentadores, jerarcas, influencers y tuiteros de a pie es que por convicción “defendemos la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Pero, ¿Qué tan cierto es?

De la defensa de la vida al momento de la concepción suele haber poca discusión, aunque el postulado tiene sus grietas, no por el valor absoluto de la vida, ni por la opción fundamental que la fe implica para estar siempre a favor de ella, sino más bien por los mecanismos utilizados por los grupos que hacen de esa opción, propia de la fe en nuestro caso, una especie de arma de combate con la que insisten en ganar en lo político y lo legislativo para que todos, aún los no creyentes o los que confiesan una fe distinta, sean obligados a concebir la existencia misma tal como se concibe en esos grupos. Sobraría decir que nada tiene que ver el evangelio con gritarles “asesinas” y “matabebés” a las mujeres que han hecho opciones distintas, pero se ve a diario. Sobraría recordar que para Jesús denigrar al hermano es tan grave como matarlo, pero se ve a diario que las redes católicas se hinchan de orgullo, ya no por pescar hombres, sino por denigrar mujeres.

Lo preocupante es que aquella “defensa de la vida desde la concepción”, que más que defensa debería ser propuesta seductora, iniciativa inspiradora, experiencia liberadora del temor para todos los que alguna vez se han preguntado con una prueba de embarazo en las manos: ¿y ahora qué hacemos?, es que convertida en un arma de control religioso – no se puede ser católico sin ser pro-vida a la manera de los pro-vida – y de propaganda política – no se puede ser católico y no votar a los pro-vida – se han ido encaramando en posiciones de poder ciertas personas con un total y absoluto desinterés por la vida real de los seres humanos y dispuestos a hacer o posible por acelerar la muerte “natural” de sus hermanos.

Con alarmante frecuencia encontramos noticias de políticos “pro-vida” que defienden estilos de soberanía y de gobierno que no solo son excluyentes e inhumanos, sino que rayan en el genocidio. En Italia, España, Estados Unidos, Colombia, Argentina, solo por mencionar los casos más nombrados, nos encontramos en momentos en los que el protagonismo de los líderes de partidos políticos que se declaran pro-vida ha logrado prostituir la palabra “vida” cada vez que sus representantes la pronuncian, pues con sus decisiones de gobierno han desahuciado a miles, a millones de personas que sufren las consecuencias de las guerras y conflictos que los patrocinadores de aquellos partidos han causado, y no se ven pañuelos azules en las fronteras.

La Jerarquía tiene una alta responsabilidad en la manipulación descarada de la que son víctimas o cómplices los movimientos católicos, pues la formación deficiente del laicado, el poco criterio que se desarrolla en la catequesis dominical o en la homilía, la distancia abismal entre la teología de las facultades y la catequesis de los sacramentos, deja a buena parte del pueblo – entre los que también hay quien se gasta sus kilos de pereza – a merced de la publicidad engañosa de la apologética de bolsillo y de los predicadores de clichés, que usan frases de Corintios o el Levítico como si fueran libros iguales, y que jamás se han dado una vuelta por los pasajes en los que Jesús llama hipócritas a quienes se comportan como aquellos líderes a los que tanta campaña les hacen.

Por eso tantos no tienen ningún inconveniente en votar por individuos que representan el horror de los vulnerables, como alguien que planea el desalojo del pueblo gitano de un país (tal como en la Alemania del Reich), o por alguien que provoca la división de miles de familias y la orfandad de sus bebés por el hecho de haber nacido al otro lado del río, o alguien que decide la creación de campos de concentración de migrantes ilegales, o que defiende la necesidad y las “bondades” del trabajo infantil, o por quien afirma que las violaciones a las niñas suceden porque no llevan ropa interior, o por quien revive una política militar de efectividad que en el pasado produjo más de siete mil asesinatos ilegales por parte de la fuerza pública, o quien se ríe cuando en un mitin político alguien grita que la solución para controlar a los migrantes es dispararles, y se les vota con la conciencia limpia solo porque dicen estar en contra del aborto. Son los partidos pro-vida y sus lógicas de exterminio, con sus Salvinis, sus Trumps, sus Bolsonaros.

Los ahogados del mediterráneo, los desaparecidos de Sudamérica, los enfermos en la frontera de México, los hijos perdidos de sus padres en los centros sociales de los estados fronterizos de USA, los abandonados a su suerte por la política interior o exterior de nuestros países ¿No son acaso responsabilidad de todos los que votaron a quienes tomaron esas decisiones? ¿No pesan también en la conciencia de quienes pudiendo formar a un pueblo despierto y liberador de sus hermanos, los adormece con rezos y reglas para celebrar adecuadamente un rito? ¿No le cabe una enorme responsabilidad a esa prensa católica que no hace más que inflar la percepción de bondad y mesianismo de estos partidos irresponsables cuyas políticas despreciables cargan de sufrimiento la existencia de los predilectos de dios?¿No tenemos los creyentes mucha responsabilidad en el destino de nuestros pueblos cuando asumimos el compromiso político – y otros cuántos más – desde una actitud crédula e inmadura que delega en el clero la entera capacidad de formarnos?

No es creíble un discurso de “defensa” de la vida que apunta su arma hacia cualquier defensor del aborto pero que envía flores y se hace selfies con quienes envían a la muerte a miles. No es creíble ese catolicismo que elogia la homofobia, el racismo, la xenofobia, la marginación, y afirma que la modificación franciscana del catecismo para declarar inadmisible la pena de muerte es contraria a la doctrina católica, mientras que se arroga para sí la exclusividad de lo pro-vida. No es creíble una Iglesia que permite y en ocasiones promueve que su gente sea engañada en esta simulación de democracia. No es creíble.

Aún así, en la iglesia, en la misma iglesia de toda este panorama deprimente, hay valientes por todas partes que, instalados ya en las periferias, se dedican con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas a la defensa – ésta si urgente y necesaria – de la dignidad y los derechos de sus hermanos más pequeños. Ellos nos confrontan, ellos nos movilizan, nos inspiran, pues su vida nos pide a gritos renunciar a la posibilidad de un evangelio aliado con el poder y de espaldas a los necesitados. Su mensaje nos convoca a trabajar porque a nadie le llegue la muerte antes de tiempo. Una mirada a Oscar Romero, a Pedro Casaldáliga, a Santiago Agrelo, a Darío Monsalve, a Teresa Forcades, a Ángel Macín puede fácilmente devolvernos la confianza en ésta historia nuestra en la que dios no deja de confiar en que podremos entregar el Reino en las manos de los pobres a los que pertenece, y en la que seremos capaces de ver en todos los constructores de paz a los hijos de dios; solo así podremos vencer a esa hipocresía que tanto daño está causando en distintos lugares del planeta mientas muestra un disfraz de la “defensa de la vida”.

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Más muertos en el Mediterráneo, el mar de los muertos.

Miércoles, 28 de agosto de 2019
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Emigrantes-muertos_2144495545_13806701_660x371“En lo que llevamos de año han muerto en el Mediterráneo 899 personas inmigrantes intentando llegar a Europa, en su mayoría procedentes de Africa, huyendo de otra muerte, la muerte por hambre”

“Casi todos los días hay un niño emigrante muerto o desaparecido”

“En España hemos construido las vallas de Ceuta y Melilla, rematadas con concertinas cortantes y sangrantes para frenarlos, los recluimos en los CIES, o los devolvemos en caliente”

Más muertos en el mar de muertos, el Mediterráneo, cementerio de los emigrantes africanos

“No humilles al emigrante” (Ex. 23,9); “No lo oprimas” (Lev. 19,34); “No lo explotes” (Dt.23, 16); “No defraudes el derecho del emigrante”. (Dt. 24,17); “Maldito quien defrauda al emigrante de sus derechos”. (Dt. 27,19). “Una misma ley habrá para el nativo y para el forastero que habita en medio de vosotros” (Ex 12,49). “Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo”. (Lev.19,34). José “se levantó, tomó al niño y a su madre y se refugió en Egipto” (Mt.2,14-15). “Fui forastero y me acogisteis” (Mt. 25,35).

¡qué lejos estamos de esta gran mensaje bíblico!

En lo que llevamos de año han muerto en el Mediterráneo 899 personas inmigrantes intentando llegar a Europa, en su mayoría procedentes de Africa, huyendo de otra muerte, la muerte por hambre. De 2014 a 2018 perecieron o desaparecieron en este mar 17900 personas, de las cuales un número importante son niños: casi todos los días hay un niño migrante muerto o desaparecido. Aparte están los no cuantificados que desaparecen a lo largo del penoso trayecto que tienen que recorrer hasta llegar a las orillas del Mediterráneo, o desaparecen sin dejar rastro.

Además de pasar mil penalidades, se encuentran con las puertas cerradas de Europa, sobre todo de los países con gobiernos de la ultraderecha, como el del Ministro del Interior, Matteo Salvine, en Italia, que en estos momentos está negando la entrada a 135 inmigrantes recogidos por una patrullera de su país. Hizo lo mismo en agosto con otra patrullera, también italiana, que había recogido a 138. Además este xenófobo gobernante, vicepresidente de Italia, acaba de cerrar uno de los mayores centros de refugiados de Europa, en Sicilia, que si bien tenía fallos de gestión, en vez de mejorarlo lo clausura con estas palabras: “Lo único cierto es que se ahorrará un montón de dinero y contaremos con más fuerzas del orden para desplegar en el territorio. Hoy es un bonito día para la legalidad y la seguridad“. ¡Qué cínico!

  1472494219_034026_1472494504_noticia_normal Pero no solo los políticos de ultraderecha rechazan a los inmigrantes (uno, español, dijo que “si el Papa quiere inmigrantes que los acoja él”), también muchos ciudadanos que los siguen piensan lo mismo.

En España hemos construido las vallas de Ceuta y Melilla, rematadas con concertinas cortantes y sangrantes para frenarlos, los recluimos en los CIES, o los devolvemos en caliente. Si les preguntas por la calle de dónde son no te quieren contestar con la verdad, por miedo a ser identificados, pues desconfían de quién eres.

En Alemania se ha aprobado una polémica ley para agilizar el proceso de deportación de inmigrantes

Donald Trump está empeñado en construir un muro inmenso para impedir el pasó a los E.UU. de los suramericanos con una inversión de 6000 millones de dólares. Acaba de conseguir que el Supremo de su país le autorice 2500 millones, que estaban destinados a la lucha contra el narcotráfico. ¡Muy bien! No recibirán inmigrantes, pero comerán droga. Los EE.UU. quieren tener las puertas de los países del sur bien abiertas para ir a explotar sus materias primas, y hacerse con sus tierras, pero se las cierran para que no entren a su país después de haberlos empobrecido.

muertos-mar-mediterraneo-1Ese bochornoso e indigno presidente, que cometió la crueldad de deportar a casi 3000 padres sin sus hijos, acaba de afirmar que la aprobación de esos millones para el muro son: “¡Gran victoria para la seguridad fronteriza y el Estado de derecho!”. Derechos, sí, para los ricos de EE.UU., pero desgracia y miseria para los pobres del sur. Por eso los Obispos de México denuncian que, la emigración tiene como principio el hambre, la pobreza, la violencia, y la falta de oportunidades. De ahí que miles de migrantes están esperando cruzar a los Estados Unidos, a la vez que otros tantos son detenidos y deportados a México.

Como los europeos, chinos, rusos, japoneses: todos queremos el coltán de la República Democrática del Congo (que tiene el 80 % del que hay en el mundo) para nuestros móviles, televisores, ordenadores, tablets, armas de última generación como las usadas en Siria y Yemen, pero no los queremos a ellos: queremos lo que tienen los africanos para nuestra buena y lujosa vida, pero no los queremos a ellos. Lo que ocurre en el Congo con el coltán ha sido calificado por Naciones Unidas como un genocidio que se ha saldado con más de cinco millones de muertes, incluidos muchos niños, que se adaptan mejor a las estrecheces de las minas, generalmente poco profundas que se derrumban con facilidad con las lluvias, dejándolos sepultados.

Unicef denuncia que en el Congo hay más de 40.000 menores trabajando en las minas de mineral, con una jornada de 12 horas por 1 euro al día. La extracción del coltán supone la muerte de dos personas por kilo extraído, mientras en Europa renovamos cada año el 40 % de los móviles, lo que solo en España supone 18 millones, pero cuando vas a comprar el Smartphone, lleno de minerales de sangre humana, el vendedor no te cuenta absolutamente nada de esto.

Al-menos-74-inmigrantes-muertos-en-un-naufragio-frente-a-la-costa-de-Libia-696x395Además de esa explotación inhumana, tan injusta y cruel, los europeos y norteamericanos hemos convertido un barrio de Acra, capital de Ghana, donde 40.000 personas viven en extrema pobreza, en uno de los cementerios de basura electrónica más grandes del mundo, algo muy parecido a lo que hicimos, ya desde los años 80, en el Indico a las puertas acuáticas de Somalia, pero aun peor, depositando allí basura radiactiva, descubierta por el Tsunami de Indonesia en 2004 (Ver informe de UNEP-ONU), que ha incrementado las enfermedades y las muertes por cáncer en el país.

Pues bien, son millones de personas las que, obligadas por la miseria, la impotencia y la desesperación huyen de sus países de origen, dejando atrás sus raíces, sus familias y su tierra en busca de una vida un poco más digna, arriesgando su propia vida, pues si no lo hacen ya la tiene perdida. Pero el colmo del mal es que algunos dirigentes y políticos de los países desarrollados, muchas veces criminalizan a las personas e instituciones que los recogen para que no mueran ahogados en el mar. Por su parte Trump ha desplegado miles de efectivos de la Guardia Nacional en la frontera sur del país para frenar la migración, solución que será fallida, porque al hambre no se le pueden poner fronteras.

El Gobierno español ha cambiado la legislación para acoger a las personas refugiadas en los centros de atención a inmigrantes, pero tienen que esperar mucho tiempo a que se aprueba su solicitad de protección internacional y entre tanto se ven obligados a vivir en la calle.

1478174293_591055_1478174683_noticia_normalEl Papa Francisco señala claramente cuál ha de ser nuestra actitud ante los inmigrantes: acoger, proteger, promover e integrar.

Os agradecemos muy cordialmente la difusión que muchos hacéis de estos comentarios, así como su acogida electrónica en Religión Digital, Redes Cristianas, página Web Gaspar García Laviana, Reflexión y Liberación, Justicia y paz Tenerife, Apóstolas de los Apóstoles, por si pueden aportar un mínimo a la reflexión para la construcción de un mundo mejor, que fue la misión de Jesucristo para el bien de toda la creación y su plenitud definitiva.

Un cordial abrazo a tod@s, y en especial para los inmigrantes de Africa y a quienes colaboráis con los proyectos de Ruanda y Guatemala, para que en lo posible no tengan que emigrar.-Faustino

Faustino Vilabrille

Fuente Religión Digital

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Lo contrario del espíritu es la muerte

Jueves, 6 de junio de 2019
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Os dejo dichas estas cosas mientras estoy con vosotros. Ese valedor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre por mi medio, él os lo irá enseñando todo, recordándoos todo lo que yo os he expuesto”

El Espíritu o Dinamismo de vida y de Amor, es la Dimensión invisible de lo Real, que hace que lo visible sea; y ello en una relación no-dual. Por eso, no es lo opuesto a materia (o cuerpo), sino a muerte. En cierto sentido, podríamos decir, metaforicamente, que el cosmos entero no es sino el “cuerpo” del Espíritu, su manifestación y expresión. Por eso, quien sabe VER el mundo, está viendo al Espíritu.

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Enrique Martínez Lozano

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Consciencia después de la muerte.

Miércoles, 15 de mayo de 2019
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índicePim Van Lommel, cardiólogo: investiga regresos de la muerte.

Tengo 58 años. Soy cardiólogo desde hace 31 y profesor de Cardiología del hospital Rijnstate de Arnhem (Holanda). He visto morir a cientos de pacientes y resucitar a algunos: mi vida cambió cuando empecé a averiguar qué había al otro lado. Mi estudio en ‘The Lancet’ desafía el concepto de conciencia de la medicina oficial.

Más allá

“Si estoy yo, no está la muerte; si está la muerte, no estoy yo. ¿Por qué, pues, preocuparnos de ella?”. Lo decía Epicuro y para mí era suficiente hasta ahora, pero el doctor Van Lommel me lo deja inservible: si está la muerte, seguimos estando nosotros. La pregunta es: ¿seguimos siendo nosotros? Y si no somos nosotros ya, ¿quiénes somos? Como todos los grandes avances, el de Van Lommel, avalado por The Lancet (“Near death experience in survivors of cardiac arrest: a prospective study in the Netherlands”, diciembre del 2001), más que responder, plantea un montón de preguntas. Al contestar a las mías, Van Lommel me ha transmitido la tranquilidad de un hombre feliz, porque se ha asomado al más allá como científico y le ha gustado.

Tenía 42 años y sufrió un infarto en el autobús. Llegó a mi hospital en coma, ya azul, sin pulso ni respiración. Lo intubamos. La enfermera le quitó la prótesis dental para conectarle el tubo…

¿Y murió?

Clínicamente estaba muerto. Pero al cabo de hora y media su corazón volvió a latir débilmente. Tras una semana abrió los ojos y la primera persona que vio fue aquella enfermera que le había intubado cuando estaba en coma.

¿Y…?

Fue la enfermera la que casi sufre un ataque entonces, porque el paciente que ella había visto muerto la saludó y le dio las gracias por haberle intubado con mimo. Y le preguntó dónde había puesto su prótesis dental…

No es la primera vez que se explican estas experiencias: túneles, luces blancas…

Pero es la primera vez que la prestigiosa The Lancet publica un estudio como el mío, que desafía nuestro concepto de conciencia.

Cuénteme.

Es el primer estudio científico prospectivo, no retrospectivo; es decir, no explicamos experiencias después de la muerte (EDM), porque ya han sido suficientemente documentadas, sino que apuntamos las causas que las producen.

Pues explique.

Estudiamos 344 casos de pacientes que habían sufrido un ataque cardiaco y estaban clínicamente muertos. Solo 62 de ellos (el 18 por ciento) había experimentado una EDM.

No son muchos.

Precisamente por eso, no aceptamos la explicación meramente fisiológica de esas EDM. Como sabe, hay tres explicaciones médicas hoy aceptadas para justificar las EDM.

No lo sabía, pero me estoy enterando.

La primera es fisiológica: la anoxia (falta de oxígeno) en el cerebro daría lugar a alucinaciones, luces blancas y demás.

Resplandor blanco al final del túnel.

Luego hay otra teoría, la psicológica, que sostiene que esas EDM son fruto del miedo a la muerte. Y luego una tercera teoría afirma que las EDM son consecuencia de la mezcla de anoxia y el miedo a la muerte.

¿Y usted qué cree?

Yo he demostrado que no puede ser la anoxia, pues todos los pacientes la padecen y, por tanto, todos tendrían también que experimentar una EDM. En cambio, solo el 18 por ciento de quienes la experimentan tiene una EDM. Tampoco acepto la teoría psicológica, porque los 344 pacientes que entrevisté no tienen conciencia de haber sufrido ese miedo a la muerte.

¿Y son sinceros siempre?

Sus recuerdos son precisos, claros y muchas veces comprobables, como el de la prótesis que le explicaba. Pero no cuestione mi estudio. ¿Por qué no cuestiona nuestra idea de conciencia?

Estoy dispuesto.

Muchos médicos, cuando oyen estas historias de pacientes, prefieren atribuirlas a alucinaciones, al trauma, a lo que sea, porque cuestionan su concepto de conciencia y de muerte.

¿Y usted?

Yo ya no puedo aceptarlo tras mis 31 años de cardiólogo y de haber visto morir a cientos de pacientes y resucitar a decenas de ellos. La medicina oficial considera que la conciencia es un producto del cerebro y por lo tanto desaparece cuando desaparecen las funciones cerebrales.

Eso tiene su lógica…

¡Pero la realidad y mi experiencia lo desmienten! Estos enfermos con sus EDM demuestran que hay conciencia después de la muerte y la tenían cuando ya estaban clínicamente muertos y sin funciones cerebrales. Su percepción estaba encima de su cuerpo y fuera de él. ¡Y tuvieron experiencias ultrasensoriales comprobadas!

¿Y usted qué piensa?

Me interesa el concepto de conciencia como retransmisor de ondas, una especie de televisión que repite ondas que llegan de otro sitio. Así que, aunque el cerebro deje de funcionar, la conciencia sigue retransmitiendo.

Interesante.

Y me intriga ver cómo las experiencias después de la muerte cambian la vida de mis pacientes. ¿Sabe que el 70 por ciento de los regresados se divorciaron poco después?

 ¿Por qué?

Porque ya eran otras personas y su nueva personalidad no casaba con su antigua pareja. Cuando regresan de la muerte, los pacientes con una EDM ya son otras personas.

¿Por qué?

Han perdido el miedo a la muerte, pues han estado allí y saben que no pasa nada, que de algún modo siguen estando en alguna parte. Y eso les cambia su manera de vivir.

Pero no son ellos ya…

¡Por ahí va usted bien! Ahora siga pensando conmigo…

Lo intentaré.

¿Cómo es posible que cambiemos nuestro cuerpo hasta la última célula unas 50 veces en 80 años –si es que llegamos a vivirlos– y sigamos siendo nosotros?

¿Aún somos nosotros?

Siga haciéndose preguntas. ¿Está la conciencia ligada a nuestro yo o puede ir más allá? Está claro que puede ir más allá de la muerte. Lo hemos demostrado.

Doctor, no sé si yo quiero ir más allá.

Ese es el problema de muchos humanos y, no crea, también de muchos médicos.

¿Y usted?

A mí, este estudio me ha cambiado la vida porque, si no temes la muerte, cambias tu vida.

Boletín Semanal de Enrique Martinez Lozano

Entrevista de Lluís Amiguet a Pim van LOMMEL

La Contra de La Vanguardia

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Reflexión del Sábado Santo

Sábado, 20 de abril de 2019
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SÁBADO SANTO

Jesús murió para posibilitar nuestra divinización. La tierra está embarazada de resurrección.

Todo esto es un proceso, como el proceso de nuestras vidas, donde nuestras muertes posibilitan nueva vida. Nuestra vaciedad hoy es posibilidad, como este día es espacio de parar, silenciarnos, vivir en soledad en una espera gozosa que es esperanza de Vida Nueva.

En este día de Sábado estamos llamadas a dejar que Cristo se geste en nuestro interior, no el Jesús histórico que murió, sino el Cristo vivo que todos y cada uno llevamos en semilla en nuestro interior.

Es el día de transformación de la semilla en fruto, de la crisálida en mariposa, es el día de albergar al Cristo naciente en nosotros en nuestro interior, cuna de un tercer nacimiento en un mundo que necesita la comunión y la solidaridad.

Es el Cristo cósmico que es semilla de resurrección para toda la humanidad.

Para leer la reflexión completa, con las pautas de trabajo pincha aquí.

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Diario último

Sábado, 16 de febrero de 2019
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Del blog Nova Bella:

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Hoy tendría que ser el día elegido para pararme,

pero sigo escribiendo.

Debo considerarme más aquí que allá.

Adiós ya existió.

Mañana ya veremos

Mi escritura ya está.

Y gracias a ella he vivido”

*

Ignacio Carrión

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Vida después de la muerte.

Sábado, 16 de febrero de 2019
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NOSOTROSESCOGEMOSEntrevista de Ima Sanchis a Luján Comas, licenciada en medicina, especializada en anestesiología y reanimación, en La Contra, de La Vanguardia

69 años. Barcelonesa. Viuda, tengo tres hijos. Trabajé como médico adjunto en el hospital Vall d’Hebron 32 años y ahora lo hago en una consulta privada de medicina integrativa. Soy apolítica, pero creo que las mujeres pueden cambiar las cosas. En la vida todo tiene sentido, estamos aquí para evolucionar.

Amiga de la muerte

Ejerciendo su especialidad, anestesiología y reanimación, se preguntó qué pasa con la conciencia mientras nuestros parámetros vitales son una línea inexpresiva. Pero el empujón final para dedicarse a investigar sobre la muerte y las ECM (experiencias cercanas a la muerte) fue cuando a su marido le diagnosticaron una enfermedad terminal. Es cofundadora de la asociación sin ánimo de lucro Merry Human Life Society (Merrylife) para la evolución de la conciencia, y coautora del libro ¿Existe la muerte? junto a Anji Carmelo. Será ponente de una jornada sobre la continuidad de la consciencia más allá de la muerte que tendrá lugar el sábado 6 de octubre en la Facultad de Psicología de la Blanquerna y organiza Merrylife.

“Considero que la muerte es el momento más importante de la vida. Aquí se queda todo lo denso, te llevas tu conciencia”.

 ¿Cuál es su experiencia con la muerte?

Trabajé como médico adjunto en el hospital Vall d’Hebron durante 32 años, de ellos 18 como anestesióloga en cirugía cardiaca.

¿Muerte y reanimación han sido su pan de cada día?

He estado en contacto con la muerte desde dos vertientes. Una es personal: yo nací tras la muerte de una hermana, recuerdo ir al cementerio desde muy pequeña. También viví tres abortos tardíos de mi madre, la muerte de un hermano a los 26 años y la muerte de mi marido.

¿A qué edad enviudó?

A los 48 años. Fue entonces, con el diagnóstico de enfermedad terminal de mi marido, médico reumatólogo, cuando empecé a investigar la muerte y la posibilidad de un más allá para ayudarle en ese tránsito.

¿Y en lo profesional?

Debido a mi especialidad he reanimado muchos paros cardiacos y he asistido a operaciones muy graves. Fui parte del equipo del primer trasplante bipulmonar de España y el primer unipulmonar de Catalunya. Todo esto me acerca mucho a la muerte y hace que me haga muchas preguntas.

Hablemos de ellas.

Había un tipo de operaciones que hacíamos en cirugía cardiaca bajo hipotermia profunda. Casos en los que la aorta se rompe en la zona de la que salen las arterias que irrigan el cerebro. Para que el cirujano pudiera coser teníamos que parar la circulación sanguínea, el corazón y la respiración.

¿Y eso no es la muerte?

Sí, aparentemente la persona está muerta. Luego, a través del calentamiento, el oxígeno y los fármacos, su actividad vuelve a la vida. Yo no podía evitar preguntarme: ¿dónde está la conciencia mientras tanto? Si la conciencia está en el cerebro, cuando este no recibe oxígeno, ¿qué pasa con ella?

¿Qué entendió?

Que la conciencia no es un producto de nuestro cerebro sino que utiliza a nuestro cerebro. Dediqué mucho tiempo a investigar las ECM (experiencias cercanas a la muerte).

Ha colaborado usted con el cardiólogo holandés Pin Van Lommel.

Sí, que desde 1988 se ha dedicado a documentar casos incuestionables de ECM. En el 2001, en The Lancet, publicó un estudio clínico prospectivo con 344 pacientes en el que participaron diez hospitales holandeses.

¿Sobre vivencias de ECM?

Sí, pacientes que mueren clínicamente, es decir, que corazón y cerebro dejan de funcionar, y aun así pueden explicar sus percepciones sensoriales como si fueran un ser completo (las personas ciegas ven como si tuvieran vista, los sordos oyen…), y pueden sentir, recordar y pensar. Pero su cerebro no tiene rastro de actividad porque simplemente está “muerto”.

¿Y qué cuentan?

Las situaciones más comunes descritas son que han podido verse a sí mismos y lo que pasaba en aquel momento en su entorno; han revisado toda su vida en el pasado y también en el futuro y comprendido el sentido de su existencia. Han sentido una paz y un amor incondicional indescriptible.

¿Pese a que su cerebro está muerto?

Sí, por tanto esa consciencia que continúa durante este trance no se encuentra en el cerebro. Es una energía, y como energía no se crea ni se destruye, se transforma y perdura.

¿Se da algún cambio en esas personas?

La mayoría modifican su escala de valores, pierden el miedo a morir y afrontan la vida de una forma radicalmente diferente: empiezan a dedicarse a trabajos que dan sentido a sus vidas, de servicio y ayuda a los otros…

Hay médicos que afirman que esas experiencias son meras alucinaciones.

Sí, debidas a la falta de oxígeno que todos sufrimos en ese momento, pero no todos tenemos un ECM, tan solo un 20%. También dicen que son causadas por el exceso de anhídrido carbónico o por una epilepsia del lóbulo temporal, pero todas son rebatibles.

¿Cómo se lo explica usted?

En 1990, Stuart Hameroff, psicólogo en la Universidad de Arizona, y Roger Penrose, físico matemático en la de Oxford, propusieron que los microtúbulos, las unidades más pequeñas del citoesqueleto de las células, actúan como canales para la transferencia de información cuántica responsable de la consciencia.

¿Somos como aparatos de radio?

Exacto, y cuando morimos el contenido de los microtúbulos vuelve a esa conciencia cuántica y si te reaniman se puede recuperar.

¿Me está diciendo que en nosotros hay una conciencia universal?

Sí, y cuando mueres esa conciencia a la que se suman tus experiencias pasa a la conciencia cuántica, pero no se pierde la información.

¿Se trata de una conciencia que está continuamente aprendiendo?

Sí, continuamente, y que está conectada a todo. El mundo de las subpartículas de las que todo está hecho, están interconectados, usted, yo, los árboles, la mesa, todo el universo… Puede ser una explicación. Lo que está claro es que si entendiésemos que no existe la muerte, no tendríamos miedo y viviríamos de otra manera.

Ima Sanchis

La Contra. La Vanguardia

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La Dama Blanca

Lunes, 26 de noviembre de 2018
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Del blog Nova Bella:

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No hay ningún lugar para la muerte
ningún átomo que ella pueda aniquilar
ya que tú eres el Ser y el Aliento
y lo que eres nunca será destruido”

*

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Que personas como estas hayan muerto
nos permite morir con mayor paz

*

Emily Dickinson

tumba

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Escucha y atiende a razones.

Domingo, 4 de noviembre de 2018
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ShemaIsrael.inddDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. ESCUCHA, ISRAEL.

La primera actitud del ser humano en la Biblia es: Escucha Israel, (Shema, Israel).
Escuchar en la vida es el talante de todo ser humano. Rahner entendía al hombre como aquel que escucha, que presta oído y atención a toda palabra que se pronuncia en la historia. Somos “Oyentes de la palabra”, de toda palabra que se ha pronunciado y se dice en la historia.

Es bueno escuchar las palabras y preguntas que brotan de la condición humana: de la vida, del trabajo, de la nostalgia de felicidad, de la convivencia, de la ética, de la enfermedad, de la muerte, de los pobres y marginados.

No es sensato eliminar palabras y preguntas del campo de visión humano, de la educación, de la sociedad. Sobre todo no es sensato eliminar las cuestiones últimas éticas, la muerte. ¡Menos mal que vuelven a poner la filosofía en los planes de educación!

Hemos de prestar atención -escucha- a toda posible palabra también de Dios (Revelación), una palabra que nos viene de Dios. En el principio existía la Palabra, (Jn 1,1).

Escuchar no es meramente oír, sino atender, acoger al otro, a lo que viene y me sobreviene.

Escuchar es también recibir la voz de Dios que habla por la comunidad eclesial, del pueblo. (En la época neotestamentaria lo que brotaba de la conciencia de la comunidad era considerado como proveniente del Señor).

Muchos curas y obispos, superiores de comunidades, muchos políticos no saben o no quieren escuchar realmente la voz del pueblo, de la comunidad eclesial. Creemos que tenemos la verdad, la razón y el poder y nos imponemos a los demás con vocación no eclesial, sino de dominio.

ESCUCHA EN LA VIDA. ATIENDE A RAZONES
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02. DIOS ES NUESTRA ÚNICO SEÑOR
.

Siempre estamos rodeados de ídolos y fetiches que dominan nuestra vida: dioses de barro de la vida política, deportiva, eclesiástica que pretenden suplantar a Dios.

Pero solamente Dios es Dios.

Claro que podemos tener alguna dificultad a la hora de pensar y decir quién sea Dios.

Decía un teólogo del siglo XX, (P. Tillich), que tendréis que olvidar todo lo que habéis aprendido de Dios, incluso su nombre y ahondar en la profundidad de vuestra vida para saber qué es Dios.

Lo que amáis en el fondo de vuestro ser, eso o ese es Dios.

¿Y qué amamos en el fondo de nuestro ser? Amamos la justicia, la paz, la libertad, el amor. Pues eso o tal es Dios. ¿O no dice el NT que Dios es amor? (1Jn 4,8). Todo eso es Dios: amor, libertad, paz, justicia.

No hay político, ni economista, ni eclesiástico que sustituya a Dios.

Quien ama y busca esos grandes valores en la vida, no es ateo, sino creyente. Quizás sea un creyente, un cristiano anónimo, “sin carnet eclesiástico”, pero quien se toma en serio la vida, la justicia, la libertad, el amor, ese es un profundo creyente. SÓLO DIOS ES DIOS.

03. AMARÁS.

Se trata de la moral, del modo de vivir cristiano.

Es un escriba, un hombre de leyes, quien pregunta a Jesús: ¿cuál es el mandamiento principal?

Jesús le contestó correctamente conforme a la ley. Pero Jesús no tuvo un comportamiento legal, más bien Jesús fue un “fuera de la ley”. Para Jesús cuenta la persona, no la ley. Por eso lo mismo cura en sábado, que trata con mujeres y prostitutas, es libre ante la sangre, ante la muerte, se acerca a los leprosos…

Por desgracia en el ámbito católico -como en el judaísmo- todo se convirtió y se tradujo en una normativa sin fin: preceptos y normas que, como las infrinjas, te mandan al infierno per omnia saecula saeculorum.

El planteamiento de la moral cristiana no se plantea desde la ley, desde los mandamientos, sino desde el seguimiento de Jesús y desde la persona, desde el valor y cuidado del ser humano y siempre con amor.

Allá en los tiempos conciliares el padre de la moral moderna, Bernard Häring, publicó una gran obra que entendía la moral desde el seguimiento de Cristo: “la Ley de Cristo”.

¿Y cuál es la ley de Cristo? El amor.

Decía K Rahner que la Iglesia haría bien en proponer como único criterio de moralidad el amor. Después, las concreciones, se irían extrayendo en las diversas comunidades y momentos.

Ya san Agustín decía: ama y haz lo que quieras.

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La muerte está vencida

Viernes, 2 de noviembre de 2018
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Del blog ya desaparecido À Corps… À Coeur:

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¡Ver los cementerios como un lugar de vida! Es en la Eucaristía donde estamos más en comunión con nuestros difuntos. Sin embargo, los cementerios son una proclamación magnífica de la esperanza en la resurrección de la carne, bien más allá del postulado simple y arbitrario de una cierta supervivencia del alma. Allí están aquellos a los que los primeros cristianos llamaban ” los durmientes “. Y es a sus hermanos vivos para Dios, por quien los cristianos van a visitar el cementerio. Si se va a la tumba del Cristo, aunque esté vacía, precisamente es porque allí se produjo la resurrección de Cristo, la prenda de nuestra propia resurrección. Mantengamos nuestras tumbas pero no cultivemos la flor del tormento, de la culpabilización. Tenemos algo mejor que hacer: reguemos la flor de la Fe, entonces hagamos de nuestros cementerios  bellos jardines de esperanza! “

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Père Pierre Trevet

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¡La Eucaristía! Es el regalo más bello que puede ofrecerse a los que “se fueron”. La Salvación ya ha sido dada de una vez para siempre por la muerte y la resurrección de Cristo, pero la actualización de la misa va a abrir el corazón del difunto y a alumbrarlo con una luz nueva. Si está en el “Purgatorio“, la misa es potencia de liberación. Si ya está en el Cielo, podrá utilizar este don con una “inteligencia” celeste para los de la tierra que lo necesitan más. Comprendamos que es también un regalo para los vivientes porque purificar y lavar nuestra historia pasada aporta bendición en el presente y en el futuro.

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