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La Hipocresía de Matar y “Defender la Vida”

Martes, 10 de septiembre de 2019
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48625872743_fdb74879c4Del blog de Beto Vargas Dios en minúscula:

Los líderes pro-vida y sus lógicas de exterminio

Con alarmante frecuencia encontramos noticias de políticos “pro-vida” que defienden estilos de soberanía y de gobierno que no solo son excluyentes e inhumanos, sino que rayan en el genocidio.

El catolicismo suele tener una rápida respuesta, casi un comodín, cuando se trata de las delicadas y nunca simples discusiones sociales y políticas sobre la vida. La afirmación que aparece en la punta de la lengua de predicadores, presentadores, jerarcas, influencers y tuiteros de a pie es que por convicción “defendemos la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Pero, ¿Qué tan cierto es?

De la defensa de la vida al momento de la concepción suele haber poca discusión, aunque el postulado tiene sus grietas, no por el valor absoluto de la vida, ni por la opción fundamental que la fe implica para estar siempre a favor de ella, sino más bien por los mecanismos utilizados por los grupos que hacen de esa opción, propia de la fe en nuestro caso, una especie de arma de combate con la que insisten en ganar en lo político y lo legislativo para que todos, aún los no creyentes o los que confiesan una fe distinta, sean obligados a concebir la existencia misma tal como se concibe en esos grupos. Sobraría decir que nada tiene que ver el evangelio con gritarles “asesinas” y “matabebés” a las mujeres que han hecho opciones distintas, pero se ve a diario. Sobraría recordar que para Jesús denigrar al hermano es tan grave como matarlo, pero se ve a diario que las redes católicas se hinchan de orgullo, ya no por pescar hombres, sino por denigrar mujeres.

Lo preocupante es que aquella “defensa de la vida desde la concepción”, que más que defensa debería ser propuesta seductora, iniciativa inspiradora, experiencia liberadora del temor para todos los que alguna vez se han preguntado con una prueba de embarazo en las manos: ¿y ahora qué hacemos?, es que convertida en un arma de control religioso – no se puede ser católico sin ser pro-vida a la manera de los pro-vida – y de propaganda política – no se puede ser católico y no votar a los pro-vida – se han ido encaramando en posiciones de poder ciertas personas con un total y absoluto desinterés por la vida real de los seres humanos y dispuestos a hacer o posible por acelerar la muerte “natural” de sus hermanos.

Con alarmante frecuencia encontramos noticias de políticos “pro-vida” que defienden estilos de soberanía y de gobierno que no solo son excluyentes e inhumanos, sino que rayan en el genocidio. En Italia, España, Estados Unidos, Colombia, Argentina, solo por mencionar los casos más nombrados, nos encontramos en momentos en los que el protagonismo de los líderes de partidos políticos que se declaran pro-vida ha logrado prostituir la palabra “vida” cada vez que sus representantes la pronuncian, pues con sus decisiones de gobierno han desahuciado a miles, a millones de personas que sufren las consecuencias de las guerras y conflictos que los patrocinadores de aquellos partidos han causado, y no se ven pañuelos azules en las fronteras.

La Jerarquía tiene una alta responsabilidad en la manipulación descarada de la que son víctimas o cómplices los movimientos católicos, pues la formación deficiente del laicado, el poco criterio que se desarrolla en la catequesis dominical o en la homilía, la distancia abismal entre la teología de las facultades y la catequesis de los sacramentos, deja a buena parte del pueblo – entre los que también hay quien se gasta sus kilos de pereza – a merced de la publicidad engañosa de la apologética de bolsillo y de los predicadores de clichés, que usan frases de Corintios o el Levítico como si fueran libros iguales, y que jamás se han dado una vuelta por los pasajes en los que Jesús llama hipócritas a quienes se comportan como aquellos líderes a los que tanta campaña les hacen.

Por eso tantos no tienen ningún inconveniente en votar por individuos que representan el horror de los vulnerables, como alguien que planea el desalojo del pueblo gitano de un país (tal como en la Alemania del Reich), o por alguien que provoca la división de miles de familias y la orfandad de sus bebés por el hecho de haber nacido al otro lado del río, o alguien que decide la creación de campos de concentración de migrantes ilegales, o que defiende la necesidad y las “bondades” del trabajo infantil, o por quien afirma que las violaciones a las niñas suceden porque no llevan ropa interior, o por quien revive una política militar de efectividad que en el pasado produjo más de siete mil asesinatos ilegales por parte de la fuerza pública, o quien se ríe cuando en un mitin político alguien grita que la solución para controlar a los migrantes es dispararles, y se les vota con la conciencia limpia solo porque dicen estar en contra del aborto. Son los partidos pro-vida y sus lógicas de exterminio, con sus Salvinis, sus Trumps, sus Bolsonaros.

Los ahogados del mediterráneo, los desaparecidos de Sudamérica, los enfermos en la frontera de México, los hijos perdidos de sus padres en los centros sociales de los estados fronterizos de USA, los abandonados a su suerte por la política interior o exterior de nuestros países ¿No son acaso responsabilidad de todos los que votaron a quienes tomaron esas decisiones? ¿No pesan también en la conciencia de quienes pudiendo formar a un pueblo despierto y liberador de sus hermanos, los adormece con rezos y reglas para celebrar adecuadamente un rito? ¿No le cabe una enorme responsabilidad a esa prensa católica que no hace más que inflar la percepción de bondad y mesianismo de estos partidos irresponsables cuyas políticas despreciables cargan de sufrimiento la existencia de los predilectos de dios?¿No tenemos los creyentes mucha responsabilidad en el destino de nuestros pueblos cuando asumimos el compromiso político – y otros cuántos más – desde una actitud crédula e inmadura que delega en el clero la entera capacidad de formarnos?

No es creíble un discurso de “defensa” de la vida que apunta su arma hacia cualquier defensor del aborto pero que envía flores y se hace selfies con quienes envían a la muerte a miles. No es creíble ese catolicismo que elogia la homofobia, el racismo, la xenofobia, la marginación, y afirma que la modificación franciscana del catecismo para declarar inadmisible la pena de muerte es contraria a la doctrina católica, mientras que se arroga para sí la exclusividad de lo pro-vida. No es creíble una Iglesia que permite y en ocasiones promueve que su gente sea engañada en esta simulación de democracia. No es creíble.

Aún así, en la iglesia, en la misma iglesia de toda este panorama deprimente, hay valientes por todas partes que, instalados ya en las periferias, se dedican con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas a la defensa – ésta si urgente y necesaria – de la dignidad y los derechos de sus hermanos más pequeños. Ellos nos confrontan, ellos nos movilizan, nos inspiran, pues su vida nos pide a gritos renunciar a la posibilidad de un evangelio aliado con el poder y de espaldas a los necesitados. Su mensaje nos convoca a trabajar porque a nadie le llegue la muerte antes de tiempo. Una mirada a Oscar Romero, a Pedro Casaldáliga, a Santiago Agrelo, a Darío Monsalve, a Teresa Forcades, a Ángel Macín puede fácilmente devolvernos la confianza en ésta historia nuestra en la que dios no deja de confiar en que podremos entregar el Reino en las manos de los pobres a los que pertenece, y en la que seremos capaces de ver en todos los constructores de paz a los hijos de dios; solo así podremos vencer a esa hipocresía que tanto daño está causando en distintos lugares del planeta mientas muestra un disfraz de la “defensa de la vida”.

Espiritualidad , ,

En Paraguay el colectivo LGBTI sale a las calles a exigir respeto a la diversidad sexual

Sábado, 6 de octubre de 2018
Comentarios desactivados en En Paraguay el colectivo LGBTI sale a las calles a exigir respeto a la diversidad sexual

680x540-noticias-marcha-lgbt-paraguay-foto-presenteslgbtMarcha LGBT en Paraguay / Foto @PresentesLGBT | Foto: Uso Permitido

La comunidad de trans, lesbianas, gay, bisexuales e intersexuales (TLGBI) marchó en la capital del país suramericano para pedir mayor educación sexual, inclusión del enfoque de género en las escuelas primarias y respecto a las diferentes orientaciones sexuales e identidades de género.

El pasado fin de semana el colectivo LGBTI o TGLBI, como usualmente se utilizan las siglas en esa nación, marchó por las calles de Asunción, capital de Paraguay, en defensa de sus derechos y reclamando un sistema educativo más inclusivo donde se aborde el enfoque de género desde los primeros años de la educación.

Este evento se realizó en el marco del Día Nacional de los Derechos TLGBIQ+ y bajo el lema: “Memoria, Orgullo y Resistencia”.

“Durante el gobierno de Horacio Cartes (2013-2018) no hubo avances en el respeto a la diversidad sexual”, fueron las palabras de Lía Flecha, una de las voceras de la comunidad, dijo en entrevista con The Associated Press (AP).

“Y en esta administración gubernamental de Mario Abdo Benítez (que comenzó el 15 de agosto) no hay signos de que vaya a haber progresos en el reconocimiento de nuestros derechos violentados como, por ejemplo, cambiar de nombre masculino a femenino en la cédula de identidad”, lamentó Flecha.

“Tampoco Abdo Benítez levantó la prohibición dictada por Cartes para que en las escuelas primarias no haya educación sexual y enfoque de género a los niños y adolescentes”, continuó expresando.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó al Gobierno de Paraguay instruir a los escolares sobre educación sexual, solicitud que fue rechazada tras el pedido de organismos civiles con apoyo de la Iglesia Católica y otras congregaciones cristianas como Pro Vida y Pro Familia.

El argumento oficial para no cumplir la sugerencia es que la Constitución establece que el matrimonio se realiza solo entre un hombre y una mujer.

Hasta la fecha en Paraguay no hay un estimado de cuánto es la población homosexual, ya que, según explicó a AP, David González, portavoz del colectivo “los gobiernos sucesivos de Paraguay desde hace unos 15 años se negaron a firmar un documento elaborado por las Naciones Unidas para empezar a censar a los individuos no heterosexuales”.

En la ciudad de Encarnación, a 440 kilómetros al sur de Asunción, los militantes LGBTI marcharon por el centro la urbe repudiando, entre otros puntos, la impunidad de unos 28 asesinatos en la vía pública en todo el país desde 1989 de gay, lesbianas y transgéneros.

Por otra parte, el movimiento LGBTI de Paraguay realizó una marcha histórica el pasado sábado en Ciudad del Este, a 320 kilómetros al este de Asunción, al efectuar la primera marcha gay de esta localidad fronteriza con Brasil. En su manifestación exigieron igualdad de oportunidades para tener los mismos derechos para contraer matrimonio, adoptar y respeto a la identidad de género.

“Queremos gozar de nuestros privilegios como seres humanos y como civiles aquí en Paraguay”, expresó en su discurso Bruno Cardozo, uno de los portavoces del colectivo en esta región.

En septiembre de 1959 una redada policial en Asunción arrestó a 108 personas “sospechosas de ser homosexuales”. Desde entonces 108 es el número-palabra para nombrar a la diversidad sexual en Paraguay.

Fuente Universogay

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