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Sal 23/22. El Señor es mi Pastor (יהוה רעי). Buen Pastor, sacerdote frente a mis enemigos (Dom 4 Pascua)

Domingo, 21 de abril de 2024

IMG_4222Del blog de Xabier Pikaza:

Este breve salmo, atribuido lógicamente a David, pastor y rey, a quien la tradición atribuye el orden sagrado del templo de Jerusalén,  desarrolla dos motivos básicos  de vida de Israel, conectados entre sí de un modo histórico y religioso.

(a) 23, 1-4. Yahvé es pastor de estepa y monte, que protege, guía y alimenta a su rebaño (pueblo, orante) por caminos fuertes, peligrosos, de trashumancia y riesgo, desde el principio de los tiempos, cuando los israelitas eran patriarcas trashumantes, pastores de estepa

(b) 23, 5-6. El mismo Yahvé aparece después como Dios/Señor/sacerdote de templo,  (casa de oración y vida, nueva Jerusalén) donde unge al orante y le ofrece una mesa de misericordia, en la que podrá mantenerse por siempre como triunfador

(c) En una mesa frente a enemigos… Mesa para  comer y beber, mesa para  vivir y esperar, pero frente a enemigos, en el centro de una lucha final. ¿Siempre luchando para comer? ¿Teniendo que matar a otros para comer yo? ¿Matando a todos los malos para quedar sólo los buenos? ¿Convirtiendo la lucha en principio de reconciliación superior?¿Cómo entender aquí la canción del pastorcito de Juan de la Cruz? Texto tomado de mi comentario a Salmos

Origen

            Es posible que este salmo sea la oración de un “devoto”, un creyente (un sacerdote), a quien han acusado sus enemigos, persiguiéndole  y queriendo expulsarle del culto de los fieles del templo; pero se ha defendido, ha triunfado, y puede mantenerse en el santuario, confesando a Yahvé como su Dios, tanto en su entorno anterior de trashumancia (como oveja de un rebaño protegido por Dios), como en su contexto posterior (actual) de presencia y culto en el templo. Pero lo esencial es que este salmo evoca, de modo muy intenso, el arco histórico de la identidad israelita, en sus dos momentos fundamentales… que nos sitúan ante un tercero::

(a) Prehistoria: Tiempo de pastores, lucha contra fieras, en medio de duras quebradas.  En principio, el orante se identifica como “oveja” de un rebaño guiado y defendido por Dios, no sólo en la etapa de los patriarcas (Jacob pastor, con Abraham…), sino a lo largo de los tiempos de trashumancia por zonas de estepa y desierto, desde la salida de Egipto hasta su establecimiento en torno a Jerusalén. De pastores de campo y de riesgo venimos, de cazadores, pescadores, entre riesgos de un mundo duro, en el que hemos logrado avanzar….

(b) Historia, tiempo de templo, comer frente a enemigos… Lucha entre hombres/pueblos por la comida del templo.  Superando el tiempo anterior de pastores de estepa, nómadas y trans-humantes de vida, luchando contra animales fieros y riesgos de mar y montaña, guiados por un Dios de la vida, este salmo nos sitúa ante la comunidad de creyentes, reunidos de un modo sacral en torno al templo de Jerusalén, donde Dios mismo aparece como “anfitrión”, en la casa sagrada que acoge a sus devotos, les unge, les llena de gloria y les “alimenta”, de forma que ellos pasan de ser ovejas de su rebaño (cf. Is 40, 11; Ez 34, 21-22; Sal 95,7) y huéspedes y amigos de su casa… Una casa de Dios pero enfrentados unos con otros (es decir, con enemigos…).

(c) ¿Habrá un tiempo nuevo?  Ya no somos pastores de ovejas, en medio de tierras quebradas, entre lobos… somo orantes de “templo”, en la casa de un Dios que nos ofrece su protección y comida, pero enfrentados unos con otros… ¿Habrá futuro para nosotros? Habrá un Dios de vida y redención, reconciliación para el nuevo tiempo? En ese contexto resuena atronadora y suavísima la canción del pastorcico de Juan de la Cruz.

Salmo de cambio de tiempos. Invitación a un futuro distinto

Este paso de la religión trashumante del Yahvé pastor y su rebaño a la religión establecida del Yahvé del templo con sus fieles, que comparten la mesa y oración (y que más tarde el libro de la Ley), constituye la clave de la historia de Israel, y aparece aquí resumida en esta espléndida oración, que, en su forma final,  no es ya propia de un Rey como David (aunque se le puede aplicar la primera parte), ni de unos sacerdotes, gestores del culto del pueblo (aunque también se les puede aplicar la segunda parte), sino de un creyente, que se defiende y eleva como representante o portavoz de la historia israelita.

            Pero el problema no es ya lo que ahora somos y tenemos en un templo de vida…. Protegidos por Dios… El problemas es si podremos ser en el futuro, si podremos superar la tensión de vivir “en frente” (en contra) de enemigos… El tema es la llegada del tercer reino de la humanidad reconciliada.

            Cambian de un momento a otro los “peligros”, vinculados primero con el tiempo de pastoreo con riesgos concretos de carencia y peligros de campo  (falta de agua, de pastos, de oscuros caminos, de fieras o bandidos…) y después con el tiempo del templo, con enemigos humanos, que se sientan o vigilan al otro lado de la mesa del orante, acechándole siempre. Pero la defensa de Yahvé (su presencia protectora) es siempre la misma en un momento y el otro, de forma que el salmista original o los que repiten y asumen su canto en el templo o en la liturgia particular de las comunidad, pueden habitar tranquilos (23,5), libres de temor, porque el Dios pastor y anfitrión (amigos) va con ellos y les acompaña.

1 (Salmo de David).

Yahvé es mi pastor, nada me falta:

  1. 2 en verdes praderas me hace recostar; | me conduce hacia fuentes tranquilas
  2. 3 y repara mis fuerzas; | me guía por el sendero justo, | por el honor de su nombre.
  3. 4 Aunque camine por cañadas oscuras, | nada temo, porque tú vas conmigo:
  4. tu vara y tu cayado me defienden.

 Preparas una mesa ante mí, frente a mis enemigos;

  1. me unges la cabeza con perfume, | y mi copa rebosa.
  2. Bondad y tu misericordia me acompañan | todos los días de mi vida,
  3. Y  habitaré en la casa Yahvé | por años sin término
  4. En frente de mis enemigos

Éste salmo tiene, como he dicho, dos partes principales (Yahvé-Pastor, Yahvé rey sagrado de Templo) que van unidas de un modo inseparable, como es normal en otros salmos. Entre el pasado de los patriarcas-pastores y el presente de los devotos del templo queda un largo transcurso de historia simbólica (conquista de la tierra, monarquía de Jerusalén, quizá exilio…), que el salmo no necesita precisar, pasando como hace la etapa de pastores (promesa) a la etapa de fieles/levitas de un templo.

La imagen primera es de “pastores”, un símbolo  imagen que ha seguido vive en el mundo rural hasta tiempos muy recientes: La humanidad logró una madurez antes impensable cuando logró domesticar algunos animales (cf. Sal 8; Gen 2), de forma que, en vez de ser cazador fortuito de venados silvestres, se convirtió en pastor de animales domésticos (perros y caballos, vacas, ovejas…) a los que cuidaba y guiaba, para mantenerse de ellos. Éste fue un proceso doble, que está en el fondo de la “historia simbólica” de Gen 2:

Los hombres domesticaron animales, les pusieron nombres, vivieron en torno a ellos, los ofrecieron como sacrificio a Dios (a los dioses)… Sin animales domésticos, especialmente ovejas y cabras, perros y caballos no habrían subsistido sobre el mundo.

Por su parte, los animales (perros, ovejas, caballos…) domesticaron a los hombres… les ofrecieron un espacio de vida propia, d e humanidad…

Pero el gran salto se produjo cuando unos seres humanos crearon lazos de palabra-amor especial entre sí, varones y mujeres, antes el Dios de la palabra y de la vida, como sigue contando Gen 3, con los valores y riesgos que eso implica.

 Resulta esencial este recuerdo   de los israelitas posteriores, que seguían identificándose más con los pastores patriarcas nómadas (trashumantes) que con los agricultores sedentarios, simbolizados por los pueblos paganos cananeos. De esa forma pasa el salmo del recuerdo antiguo de los “jeques” pastores (patriarcas) a los fieles sedentarios del templo.

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PRIMER REINO. YAHVÉ, TÚ ERES MI PASTOR (23, 1-4).

No dice eres mi Rey, mi Padre o Sacerdote, sino mi Pastor, Ro’i (יהוה רעי לא אחס, El Señor es mi pastor, nada me falta) con acento de intensificación sobre la palabra hebrea, como para indicar que su vida (la vida de la humanidad) ha podido surgir y se ha desarrollado a través de una presencia gratuita, bondadosa y fuerte de Dios, como pastor que “domestica” a las ovejas, las guía, las protege… Eso significa que el hombre es un animal “domesticado”, educado por Dios, por una presencia superior de vida, a quien se conoce con el nombre de Yahvé (el que vive, hace vivir).

Actualmente, siglo XXI, al menos en el mundo occidental, esta imagen se nos ha hecho difícil de entender y de aceptar: No nos sentimos bien si alguien nos guía, no somos “animales domésticos”, dependientes de un Dios exterior, sino dueños y gestores de la propia vida, sin necesidad de “pastores”. En un plano, ese nuevo sentimiento de libertad es bueno, y este mismo salmo lo ratifica al final. Pero en otro sentido, la visión del “Dios pastor”, vinculado a nuestra propia identidad de “rebaño de hombres libres”, sigue siendo necesaria: Nuestro despliegue en la vida ha sido un prodigio, la mayor de las maravillas de la tierra; la humanidad ha surgido por obra especial de una Presencia y Guía que podemos comparar con la del pastor, que nos ha hecho capaces de tener lo que tenemos, que nada nos falte.

            Las notas principales de la presencia y obra de este Pastor divino son tradicionales y apenas necesitan comentario, teniendo en cuenta las condiciones del pastoreo trashumante antiguo, en una tierra de estepas semidesérticas, como las del entorno de Israel: Con la ayuda del Dios-Pastor, con su presencia educadora, el hombre ha sido capaz de encontrar verdes praderas y tranquilas fuentes,  en medio de una tierra calcinada,  reparando su cansancio y superando  los peligros, a través de “senderos justos”.

            Esta última expresión se puede y debe entender de dos maneras. (a) Los hombres han recorrido senderos “rectos”, esto es, apropiados, que les han llevado a la supervivencia física. (b) Pero también han recorrido caminos de “justicia”, en un sentido social y religioso, pues de otra manera ellos habrían perecido todos, víctimas de la violencia universal. Desde ese fondo se entienden las dos frases fundamentales.

 – Aunque camine por cañadas oscuras (de oscuridad de muerte) nada temo, porque tú vas conmigo (ydI_M'[i hT’îa;-yKi); este Dios-presencia, en medio del riesgo de muerte de la vida humana, define y sostiene la su existencia. El hombre ha sido y sigue siendo un viviente acompañado, bordeando sin cesar el riesgo de la muerte-oscura que le rodea y amenaza. Un camino por la oscuridad rodeada de muerte, pero abierta a la Vida es la existencia humana.

Porque tu vara y cayado me sosiegan-defienden; la vara es un tipo de “cetro” de orientación y mando (propio incluso de reyes); el cayado es más bien un bastón defensivo, que podía llevar punta de hierro, para luchar contra las fieras y contra posibles enemigos.

 Según esto, la vida de los grupos humanos y de las personas en particular ha sido un “milagro” de educación (maduración, crecimiento) que el salmista atribuye a la presencia de Dios, como Pastor y guía. En un sentido, el hombre es dueño de sí (capaz de defenderse); pero, al mismo tiempo, su vida ha sido y sigue siendo resultado de una presencia superior. El hombre es porque Yahvé (el que es), siendo su presencia y providencia activa, le ha hecho surgir y le mantiene en vida.

  1. SEGUNDO REINO. HABITAR EN LA CASA DE YAHVÉ (23, 5-6).

Como he dicho, el salmista da un gran salto, para situarse en el lugar en que ahora se encuentra (al menos simbólicamente): Ante la mesa que el mismo Yahvé le ha preparado en su casa. No camina ya buscando descanso de agua y sombra, en medio de duros senderos de muerte, sino que puede sentarse y se sienta ante la mesa de Dios, hasta saciarse sin fin. Su bienaventuranza no se expresa aquí en forma de visión (contemplar a Dios, cara a cara…), sino de banquete (comer siempre en la casa de Dios).

El mismo Dios-Pastor se vuelve así anfitrión, quizá mejor de Amigo, que acoge a los amigos en su casa, ofreciéndoles alimento, como ha sabido la tradición antigua (la carne de los sacrificios que se comen en el templo es “carne de Dios”) y más tarde el cristianismo (que ha interpretado el pan y vino eucarístico como cuerpo y sangre de Cristo, Dios encarnado). Es evidente que estas afirmaciones, como las que forman parte del “misterio” religioso han de tomarse “simbólicamente”, no para indicar que no son verdaderas, sino para afirmar que lo son de un modo más alto.

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“Encuentro histórico de paz con el Evangelio en la mano”, por Gabriel María Otalora

Miércoles, 17 de abril de 2024
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Hubo un tiempo, tan malo o peor que el nuestro, en lo que a la paz se refiere. Las Cruzadas del siglo XIII no estuvieron encaminadas a la recuperación de Jerusalén, ni a la protección de los cristianos, sino más bien a la conquista de nuevos lugares donde comerciar y dar rienda suelta a la codicia pensando enampliar los beneficios en Oriente. Lo religioso en casi todas las Cruzadas era un barniz más que otra cosa. La V Cruzada (1217-1221) pretendía tomar Egipto y desde allí avanzar a Palestina. Pero fracasó ante el sultán de Egipto en medio de enfrentamientos y disputas constantes entre los propios cruzados.

A Francisco de Asís no se le ocurrió idea mejor que embarcarse en una larga travesía para entrevistarse nada menos que con el sultán Al Kamil Muhammad al Malik,sobrino de Saladino, al mando de Egipto. Lo extraño fue que el sultán aceptara recibir a unos frailecillos insignificantes contra el consejo de su séquito que prefería matarles allí mismo.

Lo cierto fue que Al Kamil se encontró por primera vez con un cristiano pacífico y devoto de su fe sin fustigar a nadie, que no quería la guerra sino la paz. Quedó tan impresionado con el Poverello que exclamó: “Si todos los cristianos fueran como Francisco sería muy fácil ser cristiano”.

Francisco logró una paz temporal entre ambos bandos después que el sultán llegara a ofrecer a los cruzados una tregua que estos rechazaron. Solo tras desbordarse el Nilo, los cruzados terminaron pactando una tregua que duró 8 años. Desde entonces, los franciscanos custodian los Santos Lugares.

La mansedumbre del corazón del frailecillo logra cumplir su viaje, tocar el corazón del sultán y regresar sano y salvo como testigo de la paz, en nombre del Evangelio. Cuentan que al despedirse, el sultán dijo a Francisco “Ruega por mí, para que Dios se digne revelarme la ley y la fe que más le agrada”.

En el actual ambiente bélico mundial, especialmente centrado en la masacre en que se ha convertido Gaza, es necesario recordar un encuentro así. La foto de Francisco y el Sultán es la imagen poderosa que que ponga en valor al diálogo que vence a la lógica del conflicto. Diálogo a todos los niveles: en la familia, en el trabajo, en los Estados, pero también dentro de la Iglesia, ahora con el desafío de la sinodalidad. Y por supuesto, diálogo también entre el mundo cristiano y el mundo musulmán, saliendo al encuentro del Otro sin prejuicios.

La actitud de Francisco fue contra cultural, diríamos incluso ´poco eclesial´,frente a lo que se llevaba: ser “soldados de Cristo” para estar dispuestos a asesinar a los musulmanes y a ser asesinados por ellos como enemigos de la fe. Si la valentía del hermano de Asís fue sorprendente, no olvidemos la del sultán, que quiso colmarles de regalos a aquellos frailes, rechazando la opinión de sus asesores que preferían un baño de sangre. Un signo de que la paz construye. Yo echo en falta ensayos sobre las Escrituras y la historia de la humanidad, centrados en la paz y en las consecuencias de no haber apostado por ella; que es posible ganar más con ella que lo que se pierde.

Tras su experiencia, Francisco no volvió a su país de vacío. Frente a lo que se estilaba (morir y matar por Cristo era la mayor gloria que se podía conseguir), incluyó en su Regla la manera de evangelizar en territorios musulmanes junto al código de comportamiento a seguir en dichos lugares. No olvidemos que la actitud del sultán tuvo su importancia en la actitud posterior de Francisco hacia los musulmanes.

Un fruto reciente del corazón de paz de san Francisco lo tenemos en otro encuentro histórico de los frailes franciscanos de Betania, donde vivían María, Marta y Lázaro (los amigos de Jesús que siempre lo acogían). Se han reunido por primera vez en su convento con un grupo de musulmanes para compartir el iftar, el único momento del día durante el mes de ayuno del Ramadán en el que pueden comer. La preparación de la comida estuvo a cargo de Fátima Faroun, palestina musulmana,directora de la asociación Shoruq Society For Women, de Betania. Jesús resucitado, siempre invita al encuentro de paz.

Coda final para escépticos: El encuentro entre Francisco y el sultán se produjo, es histórico y está documentado en numerosas fuentes coetáneas. Son destacables dos textos del obispo de Acre, Jacobo de Vitry, fallecido en 1240, que confirman la historicidad del diálogo. A lo que hay que sumar otros relatos y las referencias a este hecho por parte de san Buenaventura (s. XIII).

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Perdón, resurrección y misión. Domingo 3º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 14 de abril de 2024
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emmausDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El perdón

            Las tres lecturas de hoy coinciden en el tema del perdón de los pecados a todo el mundo gracias a la muerte de Jesús. La primera termina: “Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.” La segunda comienza: “Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo.” En el evangelio, Jesús afirma que “en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”.

           Personas con poco conocimiento de la cultura antigua suele decir que la conciencia del pecado es fruto de la mentalidad judeocristiana para amargarle la vida a la gente. Pero la angustia por el pecado se encuentra documentada milenios antes, en Mesopotamia y Egipto. Lo típico del NT es anunciar el perdón de los pecados gracias a la muerte de Jesús.

La resurrección

            En esta época de Pascua, es lógico que el evangelio de este domingo conceda especial importancia a la resurrección de Jesús. Imaginemos la situación de los primeros misioneros cristianos. ¿Cómo convencer a la gente para que crea que una persona condenada a la muerte más vergonzosa por las autoridades, religiosas, intelectuales y políticas ha resucitado, de que Jesús sigue realmente vivo?

          Lucas parece moverse entre cristianos que tienen muchas dudas a propósito de la resurrección (recuérdese que en Corinto había cristianos que la negaban), y proyecta esa situación en los apóstoles: ellos son los primeros en dudar y negarse a creer, pero Jesús les ofrece pruebas físicas irrefutables: camina con los dos de Emaús, se sienta con ellos a la mesa, bendice y parte el pan. El episodio siguiente, el que leemos este domingo, insiste en las pruebas físicas: Jesús les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de tocarlos, y llega a comer un trozo de pescado ante ellos.

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«Tenéis ahí algo de comer?».

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

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            El hecho de que Jesús comiese un trozo de pescado podría ser una prueba contundente para los discípulos, pero no para nosotros, los lectores actuales del evangelio, que debemos hacer un nuevo acto de fe: creer lo que cuenta Lucas.

            Por eso, el evangelista añade un breve discurso de Jesús que está dirigido a todos nosotros: en él no pretende probar nada, sino explicar el sentido de su pasión, muerte y resurrección. Y el único camino es abrirnos el entendimiento para comprender las Escrituras. A través de ella, de los anunciado por Moisés, los profetas y los salmos, se ilumina el misterio de su muerte, que es para nosotros causa de perdón y salvación.

Y les dijo:

«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

La misión

Las últimas palabras de Jesús anuncian el futuro: “En su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.” La frase final: “vosotros sois testigos de esto” parece dirigida a nosotros, después de veinte siglos. Somos testigos de la expansión del evangelio entre personas que, como dice la primera carta de Pedro, “lo amáis sin haberlo visto”. Esta es la mejor prueba de la resurrección de Jesús.

1ª lectura (Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19)

En aquellos días, Pedro dijo a la gente:

El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.

Vosotros renegasteis del Santo y del justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.

Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.

Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.

2ª lectura (Primera carta del Apóstol San Juan 2, 1-5a)

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

 

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“Porque me has visto, Tomás, has creído, -dice el Señor-. Dichosos los que crean sin haber visto”. Domingo 07 de abril de 2024. Domingo segundo de Pascua

Domingo, 7 de abril de 2024
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28-pasuaB2 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 4,32-35: Todos pensaban y sentían lo mismo:
Salmo responsorial: 117: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
1Juan 5,1-6. Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
Juan 20,19-31: Porque me has visto, Tomás, has creído, -dice el Señor-. Dichosos los que crean sin haber visto.

Tras la muerte de Jesús, la comunidad se siente con miedo, insegura e indefensa ante las represalias que pueda tomar contra ella la institución judía. Se encuentra en una situación de temor paralela a la del antiguo Israel en Egipto cuando los israelitas eran perseguidos por las tropas del faraón (Éx 14,10); y, como lo estuvo aquel pueblo, los discípulos están también en la noche (ya anochecido) en que el Señor va a sacarlos de la opresión (Éx 12,42; Dt 16,1). El mensaje de María Magdalena, sin embargo, no los ha liberado del temor. No basta tener noticia del sepulcro vacío; sólo la presencia de Jesús puede darles seguridad en medio de un mundo hostil.

Pero todo cambia desde el momento en que Jesús –que es el centro de la comunidad- aparece en medio, como punto de referencia, fuente de vida y factor de unidad.

Su saludo les devuelve la paz que habían perdido. Sus manos y su costado, pruebas de su pasión y muerte, son ahora los signos de su amor y de su victoria: el que está vivo delante de ellos es el mismo que murió en la cruz. Si tenían miedo a la muerte que podrían infligirles “los judíos”, ahora ven que nadie puede quitarles la vida que él comunica.

El efecto del encuentro con Jesús es la alegría, como él mismo había anunciado (16,20: vuestra tristeza se convertirá en alegría). Ya ha comenzado la fiesta de la Pascua, la nueva creación, el nuevo ser humano capaz de dar la vida para dar vida

Con su presencia Jesús les comunica su Espíritu que les da la fuerza para enfrentarse con el mundo y liberar a hombres y mujeres del pecado, de la injusticia, del desamor y de la muerte. Para esto los envía al mundo, a un mundo que los odia como lo odió a él (15,18). La misión de la comunidad no será otra sino la de perdonar los pecados para dar vida, o lo que es igual, poner fin a todo lo que oprime, reprime o suprime la vida, que es el efecto que produce el pecado en la sociedad.

Pero no todos creen. Hay uno, Tomás, el mismo que se mostró pronto a acompañar a Jesús en la muerte (Jn 11,16), que ahora se resiste a creer el testimonio de los discípulos y no le basta con ver a la comunidad transformada por el Espíritu. No admite que el que ellos han visto sea el mismo que él había conocido; no cree en la permanencia de la vida. Exige una prueba individual y extraordinaria. Las frases redundantes de Tomás, con su repetición de palabras (sus manos, meter mi dedo, meter mi mano), subrayan estilísticamente su testarudez. No busca a Jesús fuente de vida, sino una reliquia del pasado.

Necesitará para creer unas palabras de Jesús: «Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel». Tomás, que no llega a tocar a Jesús, pronuncia la más sublime confesión evangélica de fe llamando a Jesús “Señor mío y Dios mío”. Con esta doble expresión alude al maestro a quien llamaban Señor, siempre dispuesto a lavar los pies a sus discípulos y al proyecto de Dios, realizado ahora en Jesús, de hacer llegar al ser humano a la cumbre de la divinidad realizado ahora en Jesús (Dios mío)..

Pero su actitud incrédula le merece un reproche de parte de Jesús, que pronuncia una última bienaventuranza para todos los que ya no podrán ni verlo ni tocarlo y tendrán, por ello, que descubrirlo en la comunidad y notar en ella su presencia siempre viva. De ahora en adelante la realidad de Jesús vivo no se percibe con elucubraciones ni buscando experiencias individuales y aisladas, sino que se manifiesta en la vida y conducta de una comunidad que es expresión de amor, de vida y de alegría. Una comunidad, cuya utopía de vida refleja el libro de los Hechos (4,32-35): comunidad de pensamientos y sentimientos comunes, de puesta en común de los bienes y de reparto igualitario de los mismos como expresión de su fe en Jesús resucitado, una comunidad de amor como defiende la primera carta de Juan (1 Jn 5,1-5).

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Tiempo de Resurrección

Lunes, 1 de abril de 2024
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Este tiempo,
que es tiempo de encuentros
y de abrazos,
se llama Pascua
y es tiempo de paso
porque Tú caminas
por los caminos de la tierra,
caminos de historia y vida,
a nuestro encuentro
para pacificarnos
y dar sentido a nuestros pasos,
ora vayamos a Galilea,
a Atenas o Roma,
estemos en el Egipto añorado
o nos hayamos establecido
en la Jerusalén de los sueños humanos.

Este tiempo,
siendo de paso,
es tiempo definitivo
para encontrarnos
y abrazarnos,
para que nos arda el corazón
y los ojos dejen de estar cegados,
para gozar tu presencia
y hacernos presencia tuya
y buena noticia para los hermanos,
ora estemos dentro o fuera,
vayamos por caminos
o estemos perdidos,
hayamos nacido en el norte
o caminemos hacia el sur
escondido u olvidado.

Este tiempo,
siendo definitivo,
es tiempo abierto
para probarlo todo
y quedarnos con lo mejor,
que para eso hemos nacido
y Tú nos has creado.
Y a no es tiempo de ayos
ni de leyes
ni de amos y padres
ni de otros señores,
porque sólo el amor
y la fraternidad
permanecen,
abren los corazones
y dejan al Espíritu libre.

Este tiempo, Señor,
es tu tiempo
y es mi tiempo,
es nuestro tiempo
libre de las trabas
que nos hemos creado.
¡Este tiempo es tiempo resucitado!

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

***

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Sábado Santo: Vigilia Pascual en la noche Santa

Sábado, 30 de marzo de 2024
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Textos para la Vigilia Pascual

Primera lectura:

Génesis 1,1-2,2

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: “Que exista la luz.”

Y la luz existió.

Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “Día”; a la tiniebla, “Noche”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.”

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda.

Y así fue.

Y llamó Dios a la bóveda “Cielo”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.”

Y así fue.

Y llamó Dios a los continentes “Tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “Mar”.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.”

Y así fue.

La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.”

Y así fue.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.”

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y Dios los bendijo, diciendo: “Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.”

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.”

Y así fue.

E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.”

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.”

Y dijo Dios: “Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.”

Y así fue.

Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.

Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

*

Salmo responsorial: 103.

Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor;
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R.

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre. R.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R.

O bien; :

Salmo responsorial: 32.:

La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

*

Segunda lectura:

Génesis 22, 1-18

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.”

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.”

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.”

Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.”

El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”

Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.”

Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!”

Él contestó: “Aquí me tienes.”

El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.”

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor ve”.

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.

Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.”

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Viernes Santo 2024. El proceso de Jesús: Por envidia, poder y dinero

Viernes, 29 de marzo de 2024
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jesus-crucificado1Del blog de Xabier Pikaza:

Introduje el tema el martes (26.3.24) evocando la envidia de los sacerdotes (Mc 15, 10 par). Hoy lo desarrollo, exponiendo las tres “razones” de la condena de Jesús: Envidia de los sacerdotes, poder imperial de Roma y dinero de la iglesia  (representada por Judas).

Estos son los pecados principales de la humanidad.  Descubrí su importancia el 1963 representando en Poio el drama de D. Fabbri (El proceso de Jesús).

Desde entonces he vuelto muchas veces al tema , descubriendo siempre aspectos nuevos del “proceso” de Jesús, como centro de la historia humana. 

| Xabier Pikaza

El texto que sigue es una meditación de fondo  sobre el sentido de la vida humana. Buen y santo día de pasión a todo

Éstos son los motivos centrales del proceso/juicio de Jesús. De los dos primeros (envidia y poder) tratare de un modo más breve. Quiero insistir y detenerme en el tercero, que se centra de un modo más preciso (y sangrante) en el dinero/dineros de la iglesia,  representada en este caso por Judas.

En el fondo de la envidia sacerdotal se esconden y actúan los “treinta dineros” de traición de la misma iglesia. El mismo poder de los dominadores de este mundo viene a expresarse  en forma de atracción del dinero, como muestra Mt 6, 24. Quien quiera estudiar con detención el tema puede acudir a los libros citados en bibliografía final.

LE ENTREGARON POR ENVIDIA (SACERDOTES DEL TEMPLO)

 La envida es la raíz de todos los pecados, como muestra la “historia” de Adán-Eva (Gen 2-3) y el homicidio de Caín (Gen 4), al principio de la Biblia, lo mismo que el pecado simbólico de los ángeles violadores de 1 Hen que han querido algo propio de los hombres (sexo y violencia), que ellos como espíritus no tenían. Pero el texto clásico de la Biblia sobre la envidia está en Sab 2,23-24:

Dios hizo al hombre para la vida/inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del Diablo y los de su partido pasarán por ella

El hombre en cuanto tal ha sido creado para vivir y transmitir la vida,viviendo y permaneciendo así en los otros, por encima de la muerte (esa es la esencia de Dios). Pero en vez de vivir dando vida (y permaneciendo así en los otros), los hombres han querido vivir (ser ellos mismos) por violencia, matando para ellos a los otros. Esa envidia homicida se identifica con el diablo, como dice claramente el texto, utilizando  un genitivo epexegético: «la envidia, es decir, el Diablo».

No es que el diablo sea envidioso (=tenga envidia), sino que se identifica con la envidia. Estos son los protagonistas, los agentes que están al fondo de la trama humana: (1) Dios que es gracia: Aquel que vive dando vida: que se entrega en amor, para que de esa forma (en amor) exista todo. (2) El diablo que es envidia: Aquel que vive  quitando a los demás las vida, es decir, matándoles (=chupándoles la sangre).

Esto significa que hombres somos inmortales por gracia, por don de Dios y vida compartida; pero podemos morir por envidia (matando a los demás) por envidia.

Poncio Pilatos (Gobernador romano) sabía que Caifás y los que los sumos sacerdotes habían entregado (a Jesús) por envidia» (diaphthonon:Mc 15, 10, Mt 27, 18).

La misma envidia que Sab 6, 22-23 interpretaba  como principio general de muerte viene a presentarse ahora como causa del asesinato de Jesús. Este es el pecado de los sacerdotes, que quieren ser como Dios, pero no dando (regalando vida), sino apoderándose a la vida de los otros. De esa manera sacrifican (=utilizan) a los hombres para vivir a costa de ellos:

(a) Los sacerdotes envidian a Jesús porque le consideran valioso, porque han visto en su conducta algo que en el fondo les gustaría tener y no tienen, una forma de relacionarse con Dios y con los hombres.

(b) Esta envidia refleja una carencia de los sacerdotes, un vacío que les impide gozar de sí mismos al relacionarse con los otros. No están contentos de su suerte, no pueden vivir en verdad con lo que tienen; por eso, la simple presencia de Jesús les disgusta, porque les recuerda su falta de auténtico poder.

(c) La envidia suscita violencia: los sacerdotes no pueden robar a Jesús su prestigio, ni apoderarse de sus bienes, ni ocupar su puesto, pues no quieren ser como él (vivir en gratuidad). Pero tampoco pueden soportarle. Por eso le hacen morir, no para hacer lo que él hacia (ellos no quieren eso), sino para impedir que Jesús pueda acusarles con su vida y su palabra.

Hay una envidia que podríamos llamar «activa»: es la de aquellos que quieren apoderarse de los tesoros o bienes de los otros (dinero, puesto de trabajo), sin necesidad de matarles a ellos. Pero hay otra envidia que podemos llamar «reactiva» y que consiste en no soportar la existencia de los otros como tales, de manera que no podemos vivir tranquilos mientras ellos existan. Esta es la envidia de los sacerdotes que no tienen más autoridad que la que brota de su dominio sacral. Ellos representan el deseo impositivo (no la gracia de Dios) y por eso combaten al representante del Dios de la gracia. Su envidia es contagiosa: pone en marcha el proceso de Jesús y no termina hasta matarle, pues piensan que sólo matándole podrán vivir ellos tranquilos, sin que nadie les moleste.

LE MATARON POR PODER (IMPERIO POLÍTICO, ROMA)

Expongo aquí sólo una pequeña reflexión sobre la pregunta de Pilatos en Jn 18 (¿Eres tú rey?), pero el tema está al fondo de toda la historia de Jesús, que es una historia de la transformación del poder (kratos) en autoridad creadora de vida (ex-ousía). A Jesús le condena a muerte el gobernador de Roma, un poder que, al triunfar matando, se destruye a sí mismo. Por el contrario, al morir amando la autoridad de Jesús triunfa sobre el poder del  mundo.

Un tipo de iglesia quiere mantener el poder como dominio, destruyéndose a sí misma. Éste es el tema central de mis comentario a Mc y Mt, el argumento de la Historia de Jesús.  El proceso de Jesús,  como intento de dominio del poder satánico de la mentira, sigue siendo sigue siendo el lugar donde se desvela y decide el sentido de la obra de Dios, de la verdad del hombre.

33Entró Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el rey de los judíos?». 34Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». 35Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; qué has hecho?». 36Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». 37Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». 38Pilato le dijo: «Y ¿qué es la verdad?». Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ninguna culpa (Jn 18, 33-38)

Los sacerdotes han entregado a Jesús por  “envidia: No pueden soportar que haya otro “distinto” a su lado. Pilatos, representante del poder imperial romano, le condena en el fondo por lo mismos: Los poderosos no pueden suportar que haya más poderosos a su lado.

Poncio Pilato, Representantes del Rey/Emperador de Roma, le pregunta: ¿Tú eres Rey? Y Jesús contesta: Lo soy. Por eso he nacido y para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. (Jb 18, 37). Jesús identifica así el Reino de Dios con la Verdad, en sentido personal y social, material y espiritual, económico, político y religioso. Que cesen y acaben las mentiras y ocultamientos, de personas y pueblos, de iglesias y personas… de forma que cada uno se abra de un modo transparente ante los otros; que todos puedan mirar y ayudarse (sostenerse) unos a otros y en los otros, conforme al sentido de la palabra hebrea “emuná”, que significa verdad y fidelidad. En ese sentido, Jesús es Rey, porque viene a dar testimonio de la verdad…, no de una verdad metafísica o teológica, separada de la Vida, sino de la misma vida como transparencia de amor, en comunión de todos y con todos, fidelidad mutua.

Jesús es Rey (y todos podemos ser en él y con él reyes), siendo en verdad lo que somos, en gesto de transparencia, que es amor mutuo, conocimiento compartida, sin armas, sin secretos militares, sin dineros escondidos…

Ésta es la fiesta de la Iglesia, la fiesta de la Verdad . No se trata de decir que Jesús es la verdad y vivir después en un tipo de mentira jerárquica organizada… Se trata, simplemente, de vivir en verdad: Se trata de ser lo que somos, de no tener miedo de vivir en trasparencia, en salud expansiva, pues la verdad cura (en el tema de la pederastia, en el tema del dinero, en el tema del poder…).

 Ésta es, significativamente, la primera palabra de Jesús (y del Nuevo Testamento) que se ha conservado hasta hoy, escrita en un pequeño papiro que se encontró en Egipto en los años 20 del siglo pasado y que y que se conserva en una biblioteca de Manchester, con el nombre de P. J. Rylands 52. Está escrito en la letra llamada “adriánica” (del tiempo de Adriano) y se debió escribir hacia el año 140 d.C. Ofrezco aquí el texto central, con imagen del papiro, quizá el mayor tesoro de la literatura cristiana primitiva:

«Soy Rey. Para eso he nacido y para eso he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad»:ΒΑΣΙΛΕΥΣ ΕΙΜΙ ΕΓΩ ΕΙΣ ΤΟΥΤΟ ΓΕΓΕΝΝΗΜΑΙ ΚΑΙ ΕΙΣ ΤΟΥΤΟ ΕΛΗΛΥΘΑ ΕΙΣ ΤΟΝ ΚΟΣΜΟΝ ΙΝΑ ΜΑΡΤΥΡΗΣΩ ΤΗ ΑΛΗΘΕΙΑ (papiro Rylands 52).

Hay un poder que es Kratos, imposición y muerte.  Ese es el poder de la mala teo-kracia, (la religión como poder que destruye), la mala y de la mala aristo-kratia o demo-kratia. Todo poder que domina es destructor, todo reino que se impone a la fuerza es mentira y muerte.

Jesús, en cambio, no tiene poder, sino autoridad mesiánica (exousia: cf. Mt 28, 16-20). No    tiene poder sobre nadie, pero tiene autoridad para todos: para  crear, cuidar, promover la vida en amor. Por eso, una iglesia que es “poder” (kratia) es perversa, es diabólica… El contrario, la iglesia ha de ser portadora de autoridad, de creación y mantenimiento de vida, como Dios, como Jesús.

Pilatos (poder imperial auto-krático) que se hace llamar divino es “demoníaco”. Por eso, condena a muerte, porque tiene miedo de la auténtica autoridad, creadora de vida.

En un contexto como aquel, obsesionado por pecados, faltas e impurezas, en un tiempo en que el templo de Jerusalén funcionaba como máquina de expiación y purificaciones, al servicio de la remisión de los pecados, Jesús vino a presentarse como un hombre a quien Dios mismo había enviado para dar testimonio de la verdad, anunciar así un Reino en el que todos los hombres y mujeres serían “reyes”, seres libres, abiertos a Dios por la verdad.

Ciertamente, Jesús utilizó la imagen del Reino de Dios, presentándose implícitamente como servidor y testigo de ese Reino, esto es, de Dios como Reypero no en sentido de dominio económico, social o militar, sino de servicio mutuo, ofreciendo a los hombres el testimonio de la verdad de Dios y del sentido de la vida. Por eso no vino anunciando una guerra apocalíptica, ni la destrucción de los perversos, sino sembrando humanidad, desde Galilea, ofreciendo a los enfermos, marginados y pobres la Palabra, pues otros se habían apropiado de ella, dejándoles sin nada, sin riqueza ni semilla humana. Quiso así que todos fueran reyes, en un Reino fundado en la verdad de Dios y en la fraternidad entre los hombres.

LE VENDIERON POR DINERO (TENTACIÓN DE IGLESIA)

Fuerte es la envidia de los sacerdotes del templo, grande el poder destructor del imperio y los reyes del mundo (Roma). Pero mayor es según el evangelio es poder destructor del dinero (Mammón, antidios) Mt 6,24),  tal como han puesto de relieve los evangelio de Marcos y Mateo. Así lo pongo de relieve en las reflexiones que siguen, que más que de un possible “Judas” concreto exponent el tema del riesgo supremo del dinero en el interior de la misma iglesia, representada por “uno de los doce”. A quien la tradición llama Judas.

La traición “económica” de Jesús no es un relato aislado, sino un argumento central de los evangelios. No es una historia del passado, sino una amenaza actual de la iglesia. Donde ella busca su dinero, abandonando a su suerte a los in-nocentes (=los no poderosos, los que no pueden dañar a otros) la iglesia se destruye (se suicida a sí misma)

El relato de Marcos (14, 10-11).

Judas Iscariote, uno de los doce, fue a hablar a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Ellos se alegraron al oírle y prometieron darle dinero; y andaba buscando una oportunidad para entregarle (Mc 14, 10-11).

Por aquello que ha dicho y ha hecho, Jesús ha roto la lógica monetaria de un tipo de judaísmo, propio de los “sacerdotes renteros” de 12, 1-12, que terminan entendiendo su misión en claves de dinero, y entre ellos se sitúa Judas que, en el momento decisivo, traiciona a Jesús y opta por los sacerdotes-escribas y Jesús,   con quienes decide colaborar, suponiendo que es para bien del pueblo. Marcos no dice que él “pida” dinero, pero los sacerdotes se lo ofrecen, en la línea de los comensales de 14, 6, que calculaban el gesto de Jesús (y de la mujer de la unción) en clave monetaria. De esa forma retoma el motivo esencial del “escándalo” mesiánico de 10, 17-31, donde Jesús había dicho que humanamente hablando los ricos no podía entrar en el Reino de los Cielos. Leer más…

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Jueves 28 de Abril de 2024. “Jueves Santo”.

Jueves, 28 de marzo de 2024
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1ª Lectura:

Éxodo 12,1-8.11-14

Prescripciones sobre la cena pascual

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.

Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones.””

***

Salmo responsorial: 115

El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.

¿Como pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.

***

2ª Lectura:

1Corintios 11,23-26

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.” Lo mismo hizo con él cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.” Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

***

Evangelio:

Juan 13,1-15

Los amó hasta el extremo

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: “Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?” Jesús le replicó: “Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.” Pedro le dijo: “No me lavarás los pies jamás.” Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.” Simón Pedro le dijo: “Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.” Jesús le dijo: “Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.” Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos estáis limpios.”

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.”

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***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

Queridos hermanos:

Con esta ceremonia en honor de la institución de la Eucaristía se inicia lo que litúrgicamente se llama el Solemne Triduo Pascual. Tres días para celebrar el acontecimiento religioso cristiano más grande de la historia y naturalmente, del año litúrgico. San Agustín llamaba a este triduo: la fiesta de la Pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Esta noche, pues, es como una síntesis, como un resumen de toda la Pascua que estamos celebrando. Para comprenderlo, las lecturas de hoy nos han colocado en una historia vieja de Israel que desemboca en Cristo Nuestro Señor y que El, Cristo, la encarga a su Iglesia para que la lleve hasta la consumación de los siglos.

He aquí tres pensamientos de esta noche santísima del jueves Santo: una historia de Israel.

Un Cristo que la encarna

Y una prolongación eucarística hasta la consumación de los siglos.

1 º UNA HISTORIA DE ISRAEL

La vieja historia nos la ha contado el libro del Exodo que se acaba de leer. Los judíos celebraban en esta luna llena del mes de Nisan, un mes hebreo que coincide con nuestro marzo-abril. “Este será el primer mes del año -les había dicho- celebraréis la Pascua”. La Pascua era la celebración de dos grandes ministerios del Viejo Testamento: la liberación de Egipto y la Alianza con el Señor. Pascua y Alianza. La Pascua era aquel momento en que los israelitas esclavizados por el Faraón en Egipto no podían salir hasta en la décima plaga terrible, que consistió en que todos los primogénitos de Egipto iban a morir esa noche. Y para que se libraran las familias hebreas Dios les dijo, por medio de Moisés, que mataran un cordero y que con su sangre marcaran los dinteles de las puertas porque esa noche iba a pasar el ángel. El paso del ángel, eso quiere decir la Pascua: el paso de Dios que para los egipcios va a ser castigo y para Israel va a ser liberación.

Y aquella noche, mientras los egipcios lloraban a sus primogénitos que morían, los israelitas marcados con la sangre del cordero, salían de la esclavitud todas las familias para atravesar el desierto y encaminarse hacia la tierra prometida. Todos los años celebraban algo así como nuestro 15 de septiembre, la fiesta de la emancipación, la fiesta de la libertad, la fiesta en que Dios pasó salvando a Israel. Y al mismo tiempo que hacían actualidad esta fiesta del pasado, recordaban que había una alianza entre Dios y aquel pueblo, por la cual Israel se comprometía a respetar la ley de Dios y Dios se comprometía a proteger de manera especial a ese pueblo. La Pascua y la Alianza encontraron eco en fiestas que ya se celebraban entre los pastores pero que a través de estas revelaciones y de estos signos, tenían ya un sentido de profecía. La Pascua y la Alianza iban a encontrar una personificación cuando el más grande de los judíos, el nacido de Abraham, de David, de la descendencia santa de Israel, va a celebrar la Pascua.

Esta noche, Cristo Nuestro Señor, como buen israelita, con su grupo de israelitas que eran los apóstoles formando una familia, mandaron también a matar su corderito para comerlo en la noche del jueves Santo como lo comían todas las familias de Israel, recordando la vieja historia de la liberación y de la Alianza. ¡Cómo bullían en la mente de Cristo tantos recuerdos de la historia sagrada, cómo se hacían presente en la vida del Señor esta noche de emociones profundas toda la historia de Israel! No ha habido un patriota con más cariño a su pueblo, y a su tierra, y a sus costumbres, que Nuestro Señor Jesucristo. Cuando queramos ser auténticos salvadoreños miremos a Cristo que fue el auténtico patriota que vio la historia de su pueblo, que sintió como suya y como presente la esclavitud de Egipto, y vivió con agradecimiento a Dios la libertad y la alianza entre Dios y el pueblo. Leer más…

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San José

Martes, 19 de marzo de 2024
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Teresa de Jesús nos dice de José:

“Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido

(Vida 6,6)

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En vez del hombre de poder,

prefiero al hombre de presencia y de ternura,

el compañero que da el gusto de vivir.

*

(Fuente)

***

“Explícanos, José,

cómo se es grande sin exhibirse,

cómo se lucha sin aplauso,

cómo se avanza sin publicidad,

cómo se persevera y se muere uno

sin esperanza de un póstumo homenaje,

cómo se alcanza la gloria desde el silencio,

cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.

Dínoslo en este tu día, buen padre José.”

*

Oración popular

***

Lecturas del día de la Fiesta de San José

***

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Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa, aquesta:
un padre que no ha engendrado
un Hijo, a quien otro engendra.

Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió, y a mismo
sustenta que lo sustenta.

Manda a su propio Señor
y su Hijo Dios respeta;
tiene por ama a una esclava,
y por esposa a una reina.

Celos tuvo y confianza,
seguridad y sospechas,
riesgos y seguridades
necesidad y riquezas.

Tuvo, en fin, todas las cosas
que pueden pensarse buenas;
y es fin, de María esposo
y, de Dios, padre en la tierra. Amén.

*

Sor Juana Inés de la Cruz

***

José, descendiente de David, era, probablemente, de Belén. Por motivos familiares o de trabajo, se trasladó más tarde a Nazaret, y allí se convirtió en esposo de María. El ángel de Dios le comunicó el misterio de la encarnación del Mesías en el seno de María, y José, hombre justo, aceptó, aunque no sin haber padecido una dura crisis interior.

Se fue después a Belén, para el nacimiento del niño, y tuvo que huir a Egipto, de donde volvió para ir de nuevo a Nazaret.

Cuando Jesús tiene doce años, vemos a José y a María en Jerusalén, donde encontraron a su hijo entre los doctores del templo. A continuación, el evangelio calla. Es posible que muriera antes del comienzo de la vida pública de Jesús.

***

Al sur de Nazaret se encuentra una caverna llamada Cafisa. Es un lugar escarpado; para llegar a él, casi hay que trepar. Una mañana, antes de la salida del sol, fui allí. No me di cuenta del paisaje, muy bello, ni de las fieras, ni del canto de mil pájaros…

Estaba yo fuertemente abatido; sin embargo, experimentaba en el fondo del corazón que habría de saber algo de parte del Señor.

Entré en la gruta; había un gran vano formado por rocas negras con diferentes ángulos y corredores. Había muchas palomas y murciélagos, pero no hice ningún caso. Solo en aquel recinto severo no exento de majestad, me senté sobre una esterilla que llevaba conmigo. Puse, como Elías, mi cara entre las rodillas y oré intensamente. Tal vez por la fatiga o la tristeza, en cierto momento me adormecí. No sé cuánto tiempo estuve en oración y cuánto tiempo adormecido. Pero allí, en aquella gruta que nunca podré olvidar, durante aquellos momentos de silencio, me pareció ver un ángel del Señor, maravilloso, envuelto en luz y sonriente.

«José, hijo de David -me dijo-, no tengas miedo de acoger a María, tu esposa, y quedarte con ella. Lo que ha sucedido en ella es realmente obra del Espíritu Santo: tú lo sabes. Y debes imponer al niño el nombre de Jesús. Tu tarea, José, es ser el padre legal ante los hombres, el padre davídico que da testimonio de su estirpe… Y has de saber, José, que también tú has encontrado gracia a los ojos del Señor… Dios está contigo». El ángel desapareció. La gruta siguió como siempre, pero todo me parecía diferente, más luminoso, más bello.

«Gracias, Dios mío. Gracias infinitas por esta liberación. Gracias por tu bondad con tu siervo. Has vuelto a darme la paz, la alegría, la vida. Así pues, Jesús, María y yo estaremos siempre unidos, fundidos en un solo y gran amor…, en un solo corazón».

La tempestad había desaparecido, había vuelto el sol, la paz, la esperanza… Todo había cambiado.

*

J. M. Vernet,
Tú, José,
Ediciones STJ,
Barcelona 2001.

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Desde este blog no somos de hacer publicidad pero hoy haremos una excepción por su mensaje:

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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Viene bien la lectura de este artículo de Leonardo Boff: “San José tiene todas las características para ser la personificación del Padre en la Trinidad”

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

San José, gran patrono

Martes, 19 de marzo de 2024
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San Jose y Jesus AdolescenteDel blog de xabier Pikaza:

San Jose ha sido y sigue siendo en la Iglesia , un gran patrono. Así le recordamos como:

Patrono de padres, físicos o adoptivos, de aquellos que saben que la vida es para darla en amor, y para acompañar y guiar el hijo (ver cuadro del Greco, con Toledo al fondo) Felicidades

Patrono de maridos respetuosos, que se fían de sus mujeres, que aceptan el misterio de Dios en ellas, que las aman y comparten la vida con ellas… Felicidades.

Patrono de trabajadores artesanos, sin tierra propia: Así aparece el 1 Mayo, un Día llamado de José Operario, así en la Biblia como obrero

Patrono de novios…. de todos aquellos que buscan mujer buena y que por eso le florece la Vara del amor (ver imagen 2, según tradición oriental, de las Hermanas de Belén)

Patrono de las monjas a las que protege, hombre de la casa que ellas necesitan (así le vio Santa Teresa)

Patrono de la Buena Muerte: así le han visto y rezado nuestro abuelos, porque murió, en manos de Jesús y de María y protege en la muerte a los que le invocan

Patrono de niños sin padre, pues lo fue del Hijo de Dios, que nació sin protección el mundo… como los niños perdidos y abandonados (recogió al hijo de Dios, recogiendo y reconociendo como suyo al hijo de María)

Patrono de la Iglesia, familia de Jesús, que él ha de proteger, como protegió a Jesús (como declaró el Papa León XIII)

Patrono de “seminaristas”: jóvenes que se preparan para hacer un oficio también vinculado a Jesús…, en clave de familia o celibato, siempre a ras de tierra, como José.

Patrono de emigrantes y forasteros... Así aparece buscando refugio en Egipto, burlando para ello a la policía de Herodes y a las autoridades del nuevo país (que parecen mejores que la de Europa hoy en día, que no dejan pasan a José con su muer y su hijo…)

— Patrono de viudos, pues una tradición (apócrifa) dice que era viudo y que acogió a María abandonada, con su Niño, Hijo de Dios…

Se podrían añadir otros patronazgos, pero voy a limitarme al Nuevo Testamento sabe que es “padre” personal de Jesús (cf. Mt 1-2; Lc 2,1, 26–2, 52; Jn 1, 45; 6, 42) y como fiel ejecutor de la obra de Dios. La tradición católica ha destacado su importancia como “padre humano” (no simplemente biológico) del Hijo de Dios, vinculándole de un modo especial a María, su esposa.

Basta lo dicho… este día de San José. Pueden quedarse aquí todos los que quieran detenerse este día de José en algunos signos de su figura y recuerdo en la Iglesia, con las dos figuras que presento…

Las reflexiones que siguen recogen una meditación básica sobre el sentido bíblico de Jesús, desde la perspectiva de los evangelios de Lucas y, sobre todo, de Mateo. El texto está tomado básicamente de Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013). Buen día de san José a todos.

Datos básicos

IMG_3164(1) Mateo.

La conversión de José… ser padre de Jesús. Mateo presenta a José como Hijo de David (Mt 1, 20), es decir, como un heredero de las promesas mesiánicas, un hombre «justo» (dikaios) que cumple lo que exige y pide la ley divina (Mt 1, 19). Lógicamente, él tenía que presentarse como trasmisor de las promesas mesiánicas, como alguien capaz de decir a Jesús lo que ha de ser, la forma en que debe comportarse, como portador de la voluntad y de la misión de Dios para su hijo. Pues bien, el ángel de Dios le pide que renuncie a su paternidad, con los derechos que ella implica, poniéndose al servicio de la obra de Dios María, su esposa (Mt 1, 18-25).

De esa forma le pide lo más fuerte y costoso que puede pedirse a un hombre, especialmente si es israelita: que renuncie a su derecho y que acepte, acoja y cuide la obra que Dios ha realizado en su mujer María. Frente al varón dominador que duda de su esposa y la utiliza, frente al hombre que pretende «conquistar» a las mujeres y tomarlas como territorio sometido, se eleva aquí la voz más alta del ángel de Dios pidiendo al varón José que respete a la mujer María, aceptando lo que Dios realiza en ella. En el principio de la historia de la liberación cristiana está la fe de este buen varón José, que se ha dejado cambiar, convirtiéndose de algún modo en cristiano ante María.

(2) Lucas.

La diferencia de José. Se sitúa ya en la vida pública de Jesús, que acaba de anunciar su mensaje de gracia universal (Lc 4, 18-19), retomando el mensaje de Is 61, 1-2 y 58, 6 y anunciando el gran → jubileo, pero omitiendo las palabras clave de Is 61, 2 donde de habla «del día de venganza de nuestro Dios». Eso significa que abre el mensaje de salvación a todos los pueblos, como sigue suponiendo el texto, cuando alude a la tradición del mensaje y milagros de Elías y Eliseo, que ofrecieron su ayuda los extranjeros (habiendo en Israel muchos enfermos (Lc 4, 24-26).

Pues bien, en vez de alegrarse por ello, sus paisanos de Nazaret rechazan a Jesús y quieren asesinarle, conforme a una ley de linchamiento colectivo (cf. Lc 4, 20-29). No pueden aceptar que Dios cure (trasforme) por igual a nacionales y extraños: no quieren libertad ni evangelio para aquellos que, a su juicio, no lo merecen. En este contexto apelan a la memoria del padre de Jesús: «Todos daban testimonio sobre él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es este el hijo de José?» (Lc 4, 22).

Ciertamente, saben que es hijo de José (en plano legal, nacional). Por eso, su pregunta no es para que respondamos «sí» y de esa manera ratifiquemos el origen familiar de Jesús, sino para que distingamos a Jesús de José, que a los ojos de los nazarenos tenía que haber sido un defensor de la identidad israelita, un partidario de la separación entre los buenos israelitas y los malos extranjeros. Por eso, la pregunta puede sonar de esta manera: «¿Cómo siendo hijo de José puede comportarse de esta forma?». Sabemos poco de José, pero lo sabido es suficiente para afirmar que es «hijo de David» en el sentido nacional israelita (cf. Lc 1, 27.32). Por eso, los nazarenos recuerdan aquí al José «nacionalista» (probablemente ya muerto), para oponer su figura a la de Jesús, que les parece no nacionalista. De esa forma, el hijo de José parece haberse vuelto contrario a los principios de actuación de su padre.

Mt 1,18-25. Una introducción.

Mateo parece un judeocristiano empeñado en abrir el mensaje y vida de Jesús, verdadero Israel, hacia el ancho espacio de los pueblos de la tierra. Para eso desarrolla y tematiza aspectos que Marcos dejaba velados: la ruptura israelita de Jesús aparece ya para Mt en su mismo surgimiento (como hijo de una madre virgen); la apertura a los gentiles se anuncia en la escena de los magos que buscan y encuentran al rey de Israel con su madre, como indicaremos en plano de historia, símbolo y mito.

El evangelio empieza con una genealogía que introduce a Jesús en la línea de las generaciones masculinas de Israel, desde Abrahán, por David y los hombres de la cautividad, hasta José, el esposo de María (1,1-17). Todo parece normal dentro de un mundo masculino donde la herencia del semen (N engendró a N…) va de padres a hijos, sobre un silencio pasivo de mujeres. Esta es la huella de Dios, unos varones que engendran a varones en tradición de vida y palabra que pasa de padres a hijos, como ratifica la Misná en perspectiva doctrinal.

Pues bien, en esa misma lista de varones patriarcas (¡que sigue avanzando, solemne y monótona!) ha introducido Mt cuatro mujeres (Tamar, Rahab, Rut y la mujer de Urías: 1,3-6), para indicar que, desbordando el principio masculino, actúa Dios de una manera providente, por cauces humanamente irregulares. Es como si quisiera mostrar que la misma genealogía patriarcal resulta frágil, no es lugar y medio de despliegue de Dios, en contra de una tradición sacralizada (El Dios judío está vinculado de forma casi esencial a la genealogía: a la historia de la tradición del pueblo como unidad de generación que se mantiene desde Abrahán hasta el final de los tiempos. En esta perspectiva, Mt no puede fundarse en una genealogía adámica (como Lc 3, 23-38); necesita partir de Israel, de la sucesión patriarcal de generaciones de su pueblo, para superarla a partir del nacimiento virginal (no genealógico) de Jesús).

La línea patriarcal acaba en José, representante último de la genealogía israelita, depositario de una tradición que viene desde Abrahán. Ciertamente, es un varón concreto, esposo de María (1,16). Pero aquí es algo más que un individuo privado: es el signo y meta de todo el camino patriarcal, encarnación concreta del Israel masculino, genealógico y mesiánico.

José aparece como culmen de una línea que está centrada en David (1, 20) en el sentido fuerte del término: es descendiente y heredero de los derechos reales del fundador de la monarquía “mesiánica”. Pues bien, el narrador de la genealogía le llama simplemente esposo de María (1,16), como indicando que su poder genealógico (patriarcal) depende de sus relaciones con la madre de Jesús: es como príncipe consorte; no es siquiera padre biológico del heredero.

Sería difícil hallar un ejemplo más fuerte de ruptura antipatriarcal. José encarna la autoridad de la familia israelita, la promesa de la herencia de Abrahán, el reino de David… Pues bien, todo eso ha quebrado cuando llega el verdadero mesías de Dios. Mateo no emplea un lenguaje conceptual, antilegal, para expresarlo; pero dice lo mismo que Pablo en Gal y Rom (cf Gal 4, 4) con un bellísimo símbolo de nacimiento mesiánico (divino), utilizando para ello métodos que son conocidos en su ambiente judeocristiano y pagano.

El relato de la anunciación a José

Viejos son los métodos formales del relato, pero lo que cuenta Mt es nuevo, algo que nunca había sucedido y por eso su lenguaje se vuelve distinto y sólo es posible allí donde la historia genealógica se rompe y se abre simbólicamente al misterio del evangelio. Leer más…

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Angustia y oración. Domingo 5º de Cuaresma. Ciclo B

Domingo, 17 de marzo de 2024
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si el grano de trigo muere germina y da frutooracion-del-huerto-2

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Oración del huerto

     La primera lectura, profundamente optimista, anuncia una nueva alianza entre Dios y el pueblo. Todo tendrá lugar de forma fácil, casi milagrosa, sin especial esfuerzo para Dios ni para nosotros. En cambio, las dos lecturas siguientes ofrecen una imagen muy distinta: la nueva alianza entre Dios y el pueblo implicará un duro sacrificio para Jesús. Un sacrificio que le sumerge en la angustia y le mueve a rezar al Padre. Esta trágica experiencia se recuerda hoy en dos versiones distintas: la de Juan, y la de la Carta a los Hebreos, que recoge el famoso relato de la oración del huerto de los olivos contado por los evangelios sinópticos.

Oración en el templo (evangelio de Juan 12,20-33)

            El cuarto evangelio enfoca el relato de la pasión de manera peculiar, bastante distinta a la de los sinópticos: no acentúa el sufrimiento de Jesús sino el señorío y la autoridad que demuestra en todo momento. Por eso no cuenta la oración del huerto. Pero unos días antes sitúa una experiencia muy parecida de Jesús en la explanada del templo de Jerusalén.

 En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

-Señor, quisiéramos ver a Jesús.

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:

-Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hambre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.

Entonces vino una voz del cielo:

-Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.

La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo:

-Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

           El evangelio comienza y termina en tono de victoria. El triunfo inicial se concreta en el deseo de algunos de conocer a Jesús (es secundario que se trate de “gentiles”, paganos, como dice la traducción litúrgica, o de “judíos de lengua griega” residentes en otros países que han venido a celebrar la fiesta de Pascua). Y ese triunfo, reflejado en el interés de unos pocos, alcanza dimensiones universales al final: “atraeré a todos hacia mí”.

            Pero este marco de triunfo encuadra una escena trágica: Jesús es consciente de que para triunfar tiene que morir, como el grano de trigo; tiene que ser “elevado sobre la tierra”, crucificado. Ante esta perspectiva confiesa: “me siento agitado”, angustiado. E intenta superar ese estado de ánimo con la reflexión y la oración. Ante todo, procura convencerse a sí mismo de la necesidad de su muerte: igual que el grano de trigo tiene que pudrirse en tierra para producir fruto. Sin embargo, los argumentos racionales no sirven de mucho cuando uno se siente angustiado. Viene entonces el deseo de pedirle a Dios: “Padre, líbrame de esta hora.  Pero se niega a ello, recordando que ha venido precisamente para eso, para morir. En vez de pedir al Padre que lo salve le pide algo muy distinto: “Padre, glorifica tu nombre”. Lo importante no es conservar la vida sino la gloria de Dios.

Oración en el huerto (Carta a los Hebreos 5,7-9)

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. El, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

El relato de los evangelios sinópticos es muy conocido: Jesús marcha al huerto de los olivos la noche en que será apresado. Sabe que va a morir, siente profunda angustia, y por tres veces reza al Padre pidiéndole que, si es posible, le evite ese trago amargo. La Carta a los Hebreos no se detiene a contar lo ocurrido. Pero recuerda lo trágico del momento cuando afirma que Jesús rezó “a gritos y con lágrimas”, cosa que no menciona ninguno de los evangelios. Y lo que pedía (“pase de mí este cáliz”) lo sugiere al decir que suplicaba “al que podía salvarlo de la muerte”.

Sin embargo, el final de la lectura es optimista: Jesús salva eternamente a quienes le obedecen. En medio de este contraste entre tragedia y triunfo, unas palabras desconcertantes: “en su angustia fue escuchado”. Quizá el autor piensa en el relato de Lucas, que habla de un ángel que viene a consolar a Jesús. Pero quien conoce el evangelio advierte la ironía o el misterio que esconden estas palabras: Jesús es escuchado, pero muere.

El templo y el huerto

            Es evidente la relación entre las dos lecturas. En ambos casos Jesús se siente agitado (Juan) o angustiado (Hebreos). En ambos casos recurre a la oración. En ambas lecturas, la palabra final no es la muerte, sino la victoria de Jesús y, con él, la de todos nosotros. Pero, dentro de estas semejanzas, hay una gran diferencia con respecto a la oración de Jesús: en el evangelio, se niega a pedir al Padre que lo salve, sólo quiere la gloria de Dios, por mucho que le cueste; en la Carta, Jesús suplica “a gritos y con lágrimas” para ser salvado de la muerte.

            La ciencia bíblica actual tiende a considerar estos relatos dos versiones distintas del mismo hecho. Pero durante años y siglos estuvo de moda la tendencia a armonizar los datos del evangelio. En esta postura, los relatos ofrecen dos momentos distintos y sucesivos de la experiencia humana y religiosa de Jesús.

            En un primer momento, ante la angustia de la muerte, se refugia en la reflexión racional (he venido para morir como el grano de trigo) y se niega a pedirle al Padre que lo salve. Al cabo de pocos días, cuando la pasión y muerte no son una posibilidad sino una certeza, reza con gritos y lágrimas, sudando sangre (como añade Lucas): “Padre, si es posible, pase de mí este cáliz”. Una reacción más humana, pero perfectamente compatible con lo que cuenta Juan.

            A las puertas de la Semana Santa, la experiencia y la reacción de Jesús son un ejemplo excelente que nos anima en nuestros momentos de angustia y desánimo, y nos mueve a agradecerle su entrega hasta la muerte.

La nueva alianza (Jeremías 31,31-34)

            La primera lectura ofrece el quinto momento, culminante, de la Historia de la salvación.

«Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor —oráculo del Señor—. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días —oráculo del Señor—: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: «Reconoce al Señor». Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande —oráculo del Señor—, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados».

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2,4 millones de musulmanes residentes en España dan comienzo hoy al mes de Ramadán

Lunes, 11 de marzo de 2024
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Como hermanas y hermanos en la Fe en un mismo y único Dios, como hijos e hijas de Abraham, deseamos la Paz en Palestina e Israel y un provechoso Ramadán que traiga frutos provechosos, especialmente a nuestros hermanas y hermanos LGTBIQ+.

Que  Al-lāh (الله) el Misericordioso,  Santo sea su Nombre, les proteja y abra las mentes de los responsables islámicos para dar cabida a todos y todas.

Siguiendo la estela de Arabia Saudí; Marruecos arranca el mes de ayuno mañana

Arabia Saudí anunció este domingo que el mes sagrado musulmán del ramadán comenzará este lunes, 11 de marzo

La Comisión Islámica de España (CIE) ha acordado comenzar también este lunes, a pesar de “la imposibilidad de la certera vista de la luna naciente” que establecía el comienzo del Ramadán en España para el martes

Siguiendo la estela saudí, Palestina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Kuwait, Siria e Irak anunciaron también que será mañana lunes cuando comiencen el mes del ayuno. Marruecos Jordania y Omán lo harán el martes

El comienzo del ramadán no se calcula de forma matemática sino con la observación directa de la Luna, por lo que suele haber discrepancias en la fecha de inicio entre los distintos países musulmanes

Arabia Saudí anunció este domingo que el mes sagrado musulmán del ramadán comenzará este lunes, 11 de marzo, que este año viene marcado por la crisis humanitaria que padece la población palestina de la Franja de Gaza por los ataques continuos de Israel contra el enclave en los últimos cinco meses.

“La Corte Suprema decide que mañana, lunes 11 de marzo de 2024 d.C., es el comienzo del mes bendito de ramadán“, informó hoy la agencia de noticias oficial saudí SPA.

El comienzo del ramadán no se calcula de forma matemática sino con la observación directa de la Luna, aunque suele haber discrepancias entre los distintos países musulmanes, sobre todo entre los de mayoría suní y chií.

Asimismo, cada país musulmán de la región anuncia el primer día del ramadán por separado, confiando la tarea a sus eruditos y expertos en observación lunar, por lo que la fecha de inicio de este mes sagrado es siempre polémica.

En Arabia Saudí (cuna del islam y que muchos países usan como referencia) y Túnez, por ejemplo, los oteadores pueden utilizar telescopios, algo terminantemente prohibido en Marruecos.

Siguiendo la estela saudí, Palestina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Kuwait, Siria e Irak anunciaron también que será mañana lunes cuando comiencen el mes del ayuno, mientras que Jordania y Omán lo harán el martes.

A simple vista

El mes de ayuno musulmán de ramadán comenzará en Marruecos a partir de este martes 12 de marzo, según anunció este domingo el Ministerio de Asuntos Islámicos del país magrebí.

“El comienzo del mes sagrado de ramadán será el martes 12 de marzo“, afirma en un comunicado el ministerio sobre el ramadán del año musulmán 1445 después de que ninguno de los oteadores marroquíes visualizara la luna creciente.

Jordania y Omán empezarán el mes sagrado el martes, al igual que Marruecos.

En Marruecos, el comienzo del Ramadan se dicta según una tradición que se mantiene desde el siglo XXI y por la cual cientos de personas a lo largo de todo el país intentan visualizar a simple vista desde minaretes, colinas o escuelas la fina “c” de la luna cuando sale de su estado de nueva y empieza a crecer.

En el caso de que uno de los grupos de oteadores visualice la luna creciente, el Ramadán comienza al día siguiente. De no verse la luna a simple vista, como ha ocurrido este domingo, lo hace un día más tarde.

La luna es la que rige el principio y fin de los meses del calendario musulmán, que pueden ser de 29 o 30 días. El noveno de ellos, el sagrado, se llama ramadán.

Para vislumbrar la luna, Marruecos usa el método más rigorista: el ojo humano, sin artilugios que ayuden a la vista como en otros países.

El Ramadán es de gran importancia para los musulmanes y se considera uno de los cinco pilares del islam, puesto que en esta época, según la fe, Dios le reveló el Corán a Mahoma.

Durante este mes, los musulmanes deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el amanecer hasta el atardecer, y sólo quedan exentos las mujeres embarazadas o con la menstruación, los enfermos y los viajeros.

El Ramadán de este año está marcado por el conflicto entre Israel contra el grupo islamista Hamás en la Franja de Gaza, después de que las negociaciones entre las partes implicadas y las delegaciones mediadoras de Egipto, Catar y Estados Unidos fracasaran para alcanzar un alto el fuego antes del inicio de este mes.

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España ha acordado comenzar este lunes, a pesar de “la imposibilidad de la certera vista de la luna naciente”

Este año, la Comisión Islámica de España (CIE) ha acordado comenzar este lunes la festividad, a pesar de “la imposibilidad de la certera vista de la luna naciente” que establecía el comienzo del Ramadán en España para el martes.

No obstante, y con el objetivo de “mantener la unión de la comunidad musulmana”, la CIE ha decidido aceptar el sistema del cálculo astronómico que han tomado en consideración la mayoría de los países musulmanes y ha acordado para este 11 de marzo el comienzo del Ramadán en España.

Esta festividad recuerda la primera revelación del Corán a Mahoma y tiene para los fieles musulmanes un especial significado religioso.

Más allá de la abstención, el Ramadán sirve de purificación espiritual y corporal, es un mes de reflexión y también de convivencia.

Durante este mes, se celebran cinco oraciones diarias, empezando por el rezo que coincide con el alba de la mañana (Fajr”) pasando por la oración de puesta de sol (“Maghrib”), en la que se toman dátiles y leche para romper el ayuno, hasta la oración de la noche (“Isha”).

La población musulmana en España representa aproximadamente el 5 % del total de habitantes; 2,4 millones de personas, de las que 1,3 millones son de nacionalidad extranjera y 1,1 españoles.

Fuente Religión Digital

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Actuando por la liberación LGBTQ: un control de Cuaresma

Sábado, 9 de marzo de 2024
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IMG_3464IMG_3463Elliott Barnhill

La publicación de hoy es del colaborador invitado Elliott Barnhill (él/ellos). Elliott es estudiante del United Theological Seminary of the Twin Cities, donde sus estudios se centran en los temas queer y trans que se encuentran en la teología histórica cristiana, la espiritualidad y el arte devocional. Son católicos practicantes y les apasionan las resonancias entre la historia católica y los movimientos de liberación LGBTQ. Vive en Minneapolis, Minnesota.

Estamos en el punto medio de la Cuaresma, que es cuando muchos cristianos evalúan cómo va la temporada. Alrededor de la tercera o cuarta semana de cada año, me doy cuenta de que las prácticas que tenía toda la intención de llevar a cabo no están funcionando y me comprometo a aplicar otras nuevas. Sin embargo, este año la Cuaresma ha sido especialmente difícil. Como miembro de la comunidad LGBTQ+ de EE. UU., enfrentar una y otra vez nuestros crecientes problemas sociales es agotador. Me he dado cuenta de que en este momento de la Cuaresma necesito centrarme en la esperanza.

Si bien la Cuaresma es una temporada de penitencia, a menudo nos olvidamos del motivo de la penitencia y la oración. La penitencia y los sacrificios de la Cuaresma tienen como objetivo acercarnos a Dios y, al hacerlo, prepararnos para la Pascua. Nuestras prácticas de Cuaresma deberían ayudarnos a unirnos a Jesús mientras ora en el desierto, permitiéndonos encontrarnos con Dios en los términos de Dios. Durante la Cuaresma, nuestro objetivo es convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos, para poder acercarnos más al Señor. Dicho todo esto, ¿cómo sabemos lo que Dios quiere que hagamos?

Los teólogos de la liberación hablan de un Dios que trabaja por la liberación de todos. Estos teólogos argumentan que la Biblia apoya su teoría, porque en las historias bíblicas se muestra una y otra vez que Dios está predispuesto hacia aquellos que experimentan opresión y odio contra ellos. En Éxodo, Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto. En Hechos, Dios obra a través de los Apóstoles para crear una comunidad equitativa de cristianos. En Lucas, Dios elige nacer en un pesebre y predicar en un monte que “bienaventurados los que lloráis” (Lucas 6:21). En la Biblia, Dios está presente en la lucha por la liberación. Si la Cuaresma es el tiempo en el que buscamos encontrarnos con Dios, entonces quizás nosotros mismos deberíamos empezar a trabajar por la liberación.

Aquí en los EE. UU., actualmente nos enfrentamos a una avalancha de legislación presentada contra las personas LGBTQ+ con el objetivo de limitar nuestra libertad y dignidad. El odio contra nosotros se ve avivado por las cuentas de redes sociales dedicadas a difundir información errónea y mentiras. Aun así, trabajamos por la liberación y la justicia porque creemos en la esperanza de un futuro mejor para nosotros, nuestros pares y las próximas generaciones. Esperamos que llegue el día en que terminen la homofobia y la transfobia y podamos vivir plena y libremente como nosotros mismos, sin las trabas de un odio infundado. Nuestra comunidad LGBTQ está profundamente involucrada en la lucha por la libertad y la justicia, y nosotros, en la comunidad católica LGBTQ, tenemos esta oportunidad de Cuaresma para renovar nuestro compromiso con el llamado de Dios a trabajar por la liberación.

Entonces, ¿cómo pueden nuestras comunidades unirse en la búsqueda de la liberación LGBTQ en esta Cuaresma? A continuación se muestran algunos elementos de acción por los que puede abogar en su comunidad:

1.- Organice a miembros de su comunidad religiosa para que participen en protestas públicas y defensa de cuestiones LGBTQ.

2.- Pida a sus compañeros feligreses que escriban cartas a sus representantes, pidiendo una legislación que apoye a la comunidad LGBTQ.

3.- Anime a sus compañeros feligreses a escribir cartas a sus obispos y líderes diocesanos para hablar en contra de la legislación que daña la dignidad y la libertad de las personas LGBTQ.

4.- Organice una colecta para una organización benéfica o sin fines de lucro que apoye a personas LGBTQ, como un programa de apoyo para jóvenes, una clínica médica o un refugio para personas sin hogar.

5.- Crea conciencia en tu comunidad sobre temas LGBTQ importantes, como la lucha contra el acoso, la atención médica para personas transgénero y el matrimonio igualitario. Esto se puede lograr mediante correos electrónicos o redes sociales. En algunos casos, podría ser información del boletín de la iglesia.

6.- Inicie un grupo de lectura en su comunidad religiosa que se centre en libros que han sido prohibidos debido a su contenido LGBTQ. Pida a sus librerías y bibliotecas públicas que los almacenen.

7.- Comuníquese con los miembros LGBTQ de su comunidad religiosa para preguntarles cómo les está yendo. Invítelos a tomar un café después de la iglesia. Es posible que aprecien el apoyo.

La lucha por la liberación de la homofobia y la transfobia puede ser difícil, pero ahí es siempre donde está Dios: en las difíciles tareas que promueven la libertad y la justicia. Al trabajar juntos para ayudar a las personas LGBTQ a vivir una vida plena y feliz, nos unimos a Dios en la obra de Dios, y de eso se trata la Cuaresma.

—Elliott Barnhill (él/ellos), 7 de marzo de 2024

Fuente New Ways Ministry

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Josep Vicent Martínez: Cuaresma, tiempo esperanzador

Martes, 27 de febrero de 2024
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cuaresma_portada_01Para prepararnos convenientemente a las fiestas pascuales de la Resurrección del Señor se nos ofrece la cuaresma, que no tiene por qué ser un tiempo triste, gris o negro, sino un tiempo esperanzador, porque tal y como dice el Papa Francisco en el mensaje para la cuaresma del presente 2024: “a través del desierto Dios nos guía hacia la libertad”

En verdad, nuestra vida puede compararse con un desierto en el que muchas veces nos resulta imposible subsistir.

Cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto, el pueblo cayó en la cuenta de que el mismo Señor se había fijado en la dura esclavitud que el pueblo sufría y bajó a liberarlos de sus esclavitudes.

Pero la fe del pueblo debía ser probada para que Dios pudiera cerciorarse de que su pueblo, en verdad, le estaba siendo fiel.

No fue así. El pueblo se rebeló contra su Dios, contra su Libertador, contra su único Señor, y pese a que una y otra vez el pueblo volvía a arrepentirse y pedía perdón, el Señor les perdonaba, pero al cabo de poco tiempo los israelitas volvían a ser infieles a su Dios, el que les había sacado de la esclavitud, y recaían en la idolatría, rechazando al Dios vivo y verdadero.

Algo así es nuestra vida con sus altibajos, con nuestras caídas y nuestras infidelidades, con nuestros momentos de alegría y casi de euforia por tener un Dios rico en misericordia y lealtad, el Dios siempre fiel que nos llama a la verdadera libertad, al amor, a la confianza en Él, a la obediencia a sus mandatos, a servir a todos, en especial a los más pobres, a los descartados, a las víctimas, a los que yacen medio muertos a la orilla del camino sin que nadie les eche una mano, etc.

Pues bien, Dios es siempre fiel y no puede negarse a sí mismo. Nosotros somos débiles, quebradizos, pecadores; nos mata el tener y el poseer, pero los preferimos antes que el ser: es cierto que vivimos en la sociedad de la apariencia y del despilfarro mientras miles y miles de hermanos nuestros no tienen lo necesario para poder vivir dignamente.

El ayuno, la limosna y la oración, (los tres resortes que Jesús nos enseñó a practicar no para que los hombres se fijen en nosotros, sino para que esos resortes nos ayuden en nuestro camino de conversión), siguen siendo vigentes en pleno siglo XXI, siempre que los entendamos en su significado más profundo, el que Jesús les dio.

“Quiero misericordia, no sacrificios” nos exhorta el Señor.

Vamos a atravesar este desierto que es la cuaresma con la mirada fija en Jesús, el que inició y completa nuestra fe, como dice la carta a los Hebreos.

Y vamos a hacerlo en comunión con todos los miembros de la Iglesia, que es el Pueblo santo de Dios, con un gran amor al Papa Francisco, a nuestros Pastores, a los que viven y predican el Evangelio con sus palabras y con sus vidas, a los que están dispuestos a dar su vida por los demás.

Vamos a aprender de las mujeres creyentes, de las más pobres, de los desterrados, perseguidos, asediados, de las víctimas, de los niños, de los migrantes y refugiados, pues ellas y ellos son los preferidos del Señor y nos ayudan a orar en el Espíritu de Cristo, nos ayudan a esperar contra toda esperanza, a creer a pesar de todo.

Vamos a compartir nuestros bienes materiales y no materiales con los demás, que el ayuno y la limosna están para eso, no para presumir de religiosidad.

Recientemente el Papa Francisco nos recordó que hemos olvidado la adoración al Señor y el servicio a los demás.

¿Por qué no aprovechamos los días de la cuaresma para centrarnos en el Señor, y en consecuencia, para amar, servir y promover a los más pobres?

Entonces podremos ver hecho realidad cómo es el Señor mismo quien nos hace pasar del desierto y el egoísmo a la libertad y a la caridad fraterna que hoy tanto necesitamos personal y comunitariamente.

Josep Vicent Martínez, febrero de 2024.

Fe Adulta

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“Éste es mi Hijo amado”. Domingo 25 de Febrero de 2024. Domingo segundo de Cuaresma

Domingo, 25 de febrero de 2024
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20-cuaresma B2 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 22,1-2.9-13.15-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Salmo responsorial: 115: Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Romanos 8,31b-34: Dios no perdonó a su propio Hijo.
Marcos 9,2-10: Éste e mi Hijo amado.

Después del anuncio de la pasión y del llamado al seguimiento, Marcos introduce el relato de la transfiguración (Mc 9,2-8). Algo así como una “Pascua anticipada”, junto a una crucifixión igualmente “anticipada”. Después viene la discusión sobre la resurrección y el retorno de Elías (Mc 9,9-13) y la historia de la sanación del niño mudo (Mc 9,14-29). Según Xavier Pikaza, los tres relatos tejen un tríptico eclesial que vincula la experiencia de oración, la fe sanadora y el anuncio de la pasión y la resurrección. Así la experiencia pascual (transfiguración) está unida a la acción liberadora.

Veamos en primer lugar la fuerza simbólica del relato, y después “ataremos cabos” para resaltar el mensaje para nuestro HOY:

“Seis días” que evocan los “seis días” de la creación, o los “seis años” de trabajo antes del “año sabático”. Es pues, tiempo productivo, de siembra, de actividad, de preparación. En este ambiente sucede la transfiguración. Pudiéramos decir que la transfiguración pertenece a “otro tiempo”, que irrumpe en el “tiempo ordinario”, con el fin de producir un contraste, un desequilibrio, un llamado de atención, una corrección.

“Tres discípulos”: Pedro, Santiago y Juan, en representación de la comunidad discipular conducida por Jesús. La humanidad masculina en camino al encuentro transformador con la divinidad. Quizá por ello más necesitada de la corrección que va a desarrollarse en lo alto del monte.

“Vestidos resplandecientes” para resaltar la transformación, en donde el resplandor y la blancura expresan la profundidad y la integridad del cambio operado. Las primeras comunidades cristianas usaron vestidos blancos recién lavados para simbolizar la nueva vida que se proponían vivir. Los vestidos exteriores son expresión de los profundos cambios en el interior de las personas.

“Tres seres resplandecientes”: Jesús, Moisés y Elías, en representación de la “comunidad celestial” en comunión. También masculina. Quizá por ello, el encuentro de las dos comunidades sólo suman “seis”. La plenitud del “siete” tendrá lugar mediante la inclusión de la comunidad femenina.

“Tres tiendas”, simbolismo del éxodo y del Dios del éxodo, experiencia tribal originaria y fundacional de Israel. El tiempo de las tiendas es también tiempo de alianza tribal, de solidaridad, de igualdad. En la fiesta de las tiendas sukkot cada familia hacía una choza y habitaba en ella, recordando la salida de Egipto.

Tenemos un énfasis en el simbolismo trinitario: 3 seres celestiales (Jesús, Moisés, Elías), 3 discípulos (Pedro, Juan, Santiago), 3 chozas (éxodo); tres veces tres junto con la gloria de Dios. Tres significa comunidad, perfección, plenitud. Es la propuesta comunitaria de Dios para la humanidad a partir del mismo ser trinitario de Dios. Es el proyecto a construir una vez que se regrese a la llanura.

“Nube”, para los pueblos del desierto significa sombra, lluvia, vida, alegría, bendición. Por eso, siempre está relacionada con Dios. Es un signo visible de la presencia y la compañía gratificante de Dios. Así lo fue durante la travesía del pueblo por el desierto, Dios caminaba delante de él señalando el camino. La voz y la nube van junto al pueblo, cuando este decide construir el proyecto de Dios.

“Subir el monte alto”: evocando Horeb-Sión, lugar donde Moisés y Elías se vieron “cara-a-cara” con Dios. Epifanía que revela el proyecto de Dios y que da fuerza y sabiduría para llevarlo a cabo. Ascenso humanizador, en cuanto capacidad y decisión para realizar lo revelado por Dios.

“Descender del monte”: a la llanura, para el encuentro y la transformación humana y social. En el descenso, quienes experimentaron la resurrección, discuten sobre la “resurrección de los muertos”. El monte está relacionado con la resurrección y la llanura con la muerte. Evocación de los orígenes de Israel en las montañas tribales en contraste con las llanuras tributarias e idolátricas. Producir tal contraste es la tarea permanente de quienes “descienden del monte”. De ahí el imperativo a descender.

En el camino a Jerusalén era necesaria la transfiguración. Galilea había mostrado el “éxito” del reino de Dios. La comunidad discipular identificó allí la realización de los tiempos mesiánicos relacionados con los milagros de Jesús y con las multitudes necesitadas. La expectativa judía de un Mesías liberador de la opresión romana estaba siendo respondida. La comunidad discipular aún no salía de estos moldes mesiánicos. Cuando Jesús anuncia su pasión y crucifixión, hay alarma y desconcierto. No se entiende un mesianismo que pase por la cruz. Para “corregir” esta situación vivida por la comunidad post-pascual de Marcos, el relato introduce la transfiguración.

No sabemos cuál sea el contenido materialmente histórico de este relato teológico, ni es importante conocerlo; este relato, como todo el evangelio, no está escrito tanto “para que sepamos” un dato material de la vida de Jesús, sino “para que creamos”, para alimentar nuestra fe subrayando un aspecto de una verdad salvífica (no una verdad física). Para comunicarnos un mensaje espiritual (una verdad profunda), sin que importe la veracidad fáctica del hecho que sirve de símbolo-vehículo para la transmisión de ese mensaje (o sea, aunque como verdad superficial no fuera cierto tal hecho).

Lo que en el sentido profundo se trasmite en el texto es una vivencia fundamental para toda persona humana, que lo fue sin duda también para Jesús: la necesidad de transcender la superficie de las cosas para captar su sentido profundo. En un momento privilegiado de gracia, los discípulos pudieron acceder a una visión más honda de lo que significaba aquél Jesús humilde que les acompañaba “como uno de tantos”. Y eso les dio ánimos y les fortaleció para continuar la “subida a Jerusalén”.

La fe es la que opera esa “transfiguración”; por ella la vida real, tantas veces chata y sin relieve, rutinaria o hasta decepcionante, se “trasfigura”, mostrándonos sus riquezas de sentido, su trasfondo de dimensiones transcendentes, hasta hacernos experimentar incluso que “todo es gracia”, como dijo Bernanos. Ante esa visión transfigurada de la realidad, uno se extasía, sentimos el deseo de detener el tiempo para contemplar y saborear… Pero esos momentos privilegiados, transfigurados, son excepciones; a lo largo del camino hacia Jerusalén hay pocos montes Tabor…

La fe es la que debe suplir y hacer posible en el fondo del corazón la fuerza para subir al monte Tabor, incluso cuando podamos estar más cerca del otro monte, el Calvario… La fe nos puede dar “una visión contemplativa de la realidad”, una visión mayor, penetrante, transfiguradora, anticipadamente escatológica incluso. Este poema de Casaldáliga que les ofrecemos parece expresar algo semejante.

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”

Entonces veré el sol con ojos nuevos
y la noche y su aldea reunida;
la garza blanca y sus ocultos huevos,
la piel del río y su secreta vida.

Veré el alma gemela de cada hombre
en la entera verdad de su querencia;
y cada cosa en su primero nombre
y cada nombre en su lograda esencia.

Confluyendo en la paz de Tu mirada,
veré, por fin, la cierta encrucijada
de todos los caminos de la Historia

el reverso de fiesta de la muerte.
Y saciaré mis ojos en Tu gloria,
para ya siempre más ver, verme y verte.

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Carlos Ayala Ramírez: Cuaresma: “Fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan”.

Martes, 20 de febrero de 2024
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IMG_3062El tema del mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2024 es “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”. El mensaje tiene un carácter profético, es decir, cultiva el pensamiento crítico y la urgencia de poner en práctica el hacer que unifica memoria y actualidad, fe y justicia, gratuidad y compromiso, libertad y liberación, realidad y utopía, humanización y desarrollo. El fundamento del mensaje es lo que se conoce como el núcleo de la fe de Israel: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud”. La evocación de un hecho pasado se hace en la medida en que tiene vigencia en el presente. El Papa recuerda que el Dios de la Biblia es un Dios que ha visto la opresión de su pueblo, ha oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces, conoce muy bien sus sufrimientos y por eso ha bajado a liberarlo del poder opresor. El papa actualizando ese pasado, afirma que también hoy llega al cielo el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos. Y de inmediato invita a preguntarnos: ¿nos llega también a nosotros ese grito? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve?

El obispo de Roma sostiene que estas preguntas siguen desafiándonos y que, el camino cuaresmal 2024 será concreto, si al escucharlas confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón. “Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas”. El faraón de ayer y de hoy, explica el papa, “destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos”. De ahí se deriva un gran peligro: el éxodo puede interrumpirse y los sueños de libertad truncarse. Y de nuevo las preguntas que invitan a pensar y actuar: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el mundo viejo?

Pero, según el Papa, más temibles que el faraón son los ídolos que son concebidos como la voz del opresor dentro de nosotros, que se hacen patentes cuando nos sentimos omnipotentes, reconocidos por todos, cuando tomamos ventajas sobre los demás. Todo ser humano, explica el papa, siente en su interior la seducción de esta mentira. “Por eso, podemos  apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas”. Las consecuencias de estos apegos son gravemente dañinas. El Papa habla de que en lugar de impulsarnos nos paralizan, en lugar de unirnos nos enfrentan, en lugar de compañeros y compañeras de viaje encontramos amenazas y enemigos. La pregunta en este contexto es: ¿cómo opera la voz del opresor en la vida personal y colectiva?

Ahora bien, la Cuaresma no solo es tiempo para “ver la realidad”, como lo afirma el documento. Es también tiempo de conversión, tiempo de libertad, tiempo de actuar, tiempo de decisiones comunitarias, tiempo para detenerse y reflexionar, tiempo para madurar. En esta línea, el mensaje del Papa invita a reconocer las semillas de nueva humanidad que hay en el mundo: la de los pequeños y humildes que no han sucumbido al encanto de la mentira. “Mientras que los ídolos vuelven mudos, ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven, los pobres de espíritu están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo”, afirma el Papa.

El mensaje también subraya que, en Cuaresma, redescubrimos que el amor a Dios y al prójimo es un único amor. Para el Papa no tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso considera que la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura y vaciamiento.  En ese espíritu proclama: “¡fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan!”.

Pero el itinerario cuaresmal (de la esclavitud a la libertad) no solo tiene un componente personal, sino también social, que ha de traducirse en actitudes, prácticas y actos diarios, individuales y comunitarios, en la familia y en el trabajo, en la oración y en la política. Por tanto, según el mensaje, Cuaresma implica un tiempo para las decisiones pequeñas y grandes, “capaces de cambiar la cotidianidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados”.

Finalmente, el Papa invita a todas las comunidades cristianas a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo. En este momento histórico, dice el Papa, “los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos —estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos—, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo”.

La Cuaresma 2024, nos pone en contacto con dos cuestiones radicales de la vida: la esclavitud y la libertad. Si el mensaje reaviva en nosotros la esperanza de un mundo humanizado, vale la pena interiorizarlo, difundirlo y llevarlo a la práctica.

 

Carlos Ayala Ramírez

Profesor de la Escuela de Pastoral Hispana de la Arquidiócesis de San Francisco, CA; Profesor facilitador del Certificado de liderazgo Hispano del Boston College; Docente jubilado de la UCA.

Fuente Fe Adulta

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“Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían”. Domingo 18 de febrero de 2024. Domingo primero de cuaresma

Domingo, 18 de febrero de 2024
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19-cuaresma B1 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 9,8-15: El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio.
Salmo responsorial: 24:Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
1Pedro 3,18-22: Actualmente os salva el bautismo.
Marcos 1,12-15:Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían.

La primera lectura, Génesis 9, contiene la «alianza de Dios con Noé». La alianza famosa, la más importante, tendrá lugar más tarde, la alianza con Abraham. La Alianza con Noé pertenece a un segundo plano de “la economía de la salvación”. ¡Nunca más habrá diluvio para destruir la tierra!, le asegura Dios a Noé (Gn 9,11). Y esta promesa va acompañada de un memorial: el arco iris, señal del nuevo pacto entre Dios y la humanidad.

¡El miedo al “diluvio” ha sido quebrado! Ahora tenemos una nueva alianza a partir de una alternativa de vida para todos los seres vivientes. El arca que ha abrigado a la familia se transforma en una gran casa acogedora de la vida, en donde el cuidado con los animales se destaca de una manera especial (Gn 9,1-7). Es la casa de la vida que coloca al ser humano en comunión con la tierra, con la naturaleza, con el cosmos.

El río Jordán, el desierto, y la Galilea son como un mismo “hilo conductor” de un desplazamiento fundamental que da inicio al evangelio de Marcos. Ahí percibimos el movimiento del reino de Dios que nos invita a movilizarnos en búsqueda de nuestros propios “lugares del Reino” donde se concreten y desarrollen nuestras opciones por la vida, por la dignificación de las personas y de las comunidades.

El río Jordán evoca grandes y significativos hechos de la historia de Israel. El más importante, sin duda, cuando Josué y el grupo del desierto atraviesan el río para entrar en la tierra prometida (Jos 3-4). Relato de los orígenes de aquel proyecto de vida igualitaria revelado por Dios a los esclavos fugitivos de Egipto. A partir de esta memoria primordial, Juan el Bautista convoca al pueblo alrededor de una nueva esperanza mesiánica. Allí también acude Jesús, procurando “las aguas de Juan”.

El desierto es muy frecuentemente mediación de discernimiento, formación y maduración en el proyecto de Dios. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto, lugar por excelencia donde Israel aprendió a ser pueblo. Sujeto y proyecto anudados alrededor de la memoria del éxodo dando inicio al evangelio de Jesús.

Galilea es el lugar donde Jesús concreta su opción de humanidad y de humanización. Esta geografía es para Jesús el espacio vital del Reino. Es un mar, una tierra y un pueblo abierto a las naciones del entorno. Las fronteras se “cruzan” dando lugar a la inclusión de lo diverso en múltiples “misturas”. Favorabilidad donde madura e irrumpe el kairós del reino de Dios.

El paso del Jordán al desierto, plantea la articulación de movimientos mesiánicos proféticos que tienen en esos lugares, sus fuentes de inspiración y de organización. La confrontación con Satanás, como principio cósmico del mal que Marcos lo vincula con la enfermedad, la marginación y la muerte de los pobres, será para Jesús la definición de su vida por la ruta del reino de Dios. El desierto deja de ser lugar de prueba y penitencia según la tradición judía, para convertirse en lugar de aprendizaje definitivo en la confrontación y el desequilibrio. El Espíritu de Dios lleva a Jesús hasta la memoria fundacional de Israel, donde, venciendo a Satán, la vida se torna en fidelidad hacia Dios y hacia lo humano.

El simbolismo de los “cuarenta” tiene que ver con el trauma del nuevo nacimiento. Los poderes de la historia se hallan enfrentados: Jesús como principio de la humanidad liberada desde Dios, y Satanás, que es signo y causa de la muerte en el mundo. Nos hallamos frente al relato de un nuevo origen. Marcos re-escribe la historia, llevándonos del agua del bautismo a la re-construcción de la humanidad, para decirnos que Jesús está ahí apostando por una opción de vida, dignidad y felicidad humana. Pero Jesús no asume el combate solitario. Está junto con los animales y los ángeles como evocando un nuevo paraíso. El servicio angélico comunica esperanza y porta salvación. Al retomar el “paraíso” para re-iniciar el camino de lo humano, Jesús cuenta con fuerzas naturales y angelicales (la tierra y el cielo) favorables. Jesús se encuentra entre la tentación satánica y el servicio angélico. Es el dilema que permanentemente enfrentaremos. Marcos ha evocado estos poderes como en un espejo para que podamos mirarnos en ellos. Nos ha dicho lo que es tentar y servir, nos ha arraigado en la “historia original”. Ya en la historia concreta esos actores sobrenaturales desaparecen y es cuando Jesús nos enseña a servir, sirviendo a su comunidad discipular.

Obviamente, los cuarenta días del desierto no desaparecen. Duran todo el evangelio, toda la vida. Son paradigma de la contradicción y el desequilibrio que permanentemente atraviesan la historia. En la trama de la vida humana se ha venido a introducir y decidir la trama de pecado y esperanza de todos los vivientes (incluidos los animales, los ángeles y los diablos).

En definitiva, la liturgia nos presenta este evangelio del comienzo del ministerio de Jesús, por paralelo con el comienzo de la cuaresma. La Cuaresma es la vida humana… Leer más…

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Jesús contra el Diablo: demonios del mundo y de la iglesia (Mc 1, 12-13)

Domingo, 18 de febrero de 2024
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Del blog de Xabier Pikaza:

El evangelio de este Dom 1 Cuaresma (Mc 1, 12-15) consta de dos partes. De la segunda (1, 14-15: Mensaje de Jesús: conversión o metanoia) traté ayer. De la primera (1, 12-13: Jesús y el Diablo) trato aquí de forma esquemática. He desarrollado el tema con mucha extensión en otros trabajos. Aquí lo presento de un modo esquemático, como introducción al evangelio de Marcos y reflexión sobre el drama de Dios y la tarea de los hombres. Buen domingo.

Texto, Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre animales, y los ángeles le servían.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.”

Introducción  

            Hoy comento la primera parte del texto, que retoma el  motivo del paraíso (Gen 2-3) y lo aplica a Jesús, como hombre nuevo (verdadero Adán/Eva), principio de la nueva humanidad, presentación de los dos personajes del evangelio de Marcos:  el Diablo y Jesús.  Estos son sus cuatro temas.

— Jesús estuvo en el desierto cuarenta días. Cuarenta días son el tiempo de prueba de la vida, camino que en Éxodo lleva de la esclavitud (Egipto) a la libertad de la tierra. Primitiva. Jesús es la Nueva humanidad, en él condensada, varón y mujer, judíos y gentiles. Esos cuarenta días no son tiempo “cronológico”, sino kairológico (kairos, condición de la vida humana)

— Siendo tentado por Satanás. Jesús es el Hijo (la humanidad de Dios, como acaba de decir la voz de 1,9-11). Es Dios encarnado, realizando la travesía de la humanidad. Satanás (Diablo/Tentador) forma parte de la humanidad/encarnación de Dios. Se le puede entender como condición de la finitud (Dios haciéndose tierra, vida humana) y riesgo de culpabilidad. No  un Satán Externo (Dios o diablo con cuernos y poderes cósmicos). Es la misma tentación o riesgo de la vida.

Dios no lo crea (no es creación, sino anti-creación, un tipo de antimateria). Ese Diablo/tentación es la misma prueba de la vida humana. Es por una parte lo más grande que somos/tenemos (libertad, poder dudar del mismo Dios, de nosotros mismos), siendo por otra parte lo más arriesgado y peligroso (poder de destruirnos, poder de muerte). Según eso, el Diablo/tentación forma  parte necesaria y peligrosa de nuestra vida. No es un diablo material externa, es la condición diabólico/divina de nuestra vida humana.

— Y vivía con las animales (theriôn), es decir de los animales (no de las alimañas como pone de un modo equivocado la traducción litúrgica española). Éste es el nuevo Adán, que pone nombre a los animales, como dice Gen 2-3, pero que esta sólo ante ellos y con ellos, pues no le dan verdadera compañía. La buena nueva de Jesús es un retorno de nuestro origen cósmico y animal, el descubrimiento de que somos tierra/polvo, de que somos árbol/planta, de que somos animales, ha puesto de relieve la tradición ecológica.

—Y los ángeles le servían (Mc 1, 12-13). Siendo parte del mundo animal, el hombre es parte del mundo angélico, es decir, del espíritu y palabra de Dios…Sabiendo que todo está al servicio de los hombres… Igual que los animales están al servicio de los hombres, también están a su servicio los ángeles, las “inteligencias, la vida”, como dice de un modo radical Pablo: “  todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. (1 Cor 3, 22-23).

Esta es la nueva humanidad, condensada en Jesús, a quien el mismo Dios ha llamado (creado, instituido, como Hijo: Mc 1, 10-11) es un relato simbólico, de intenso contenido existencial, que ha de entenderse bien, pues indica la hondura abismal y la tarea de la vida de Jesús (y de los que en él creen/creemos), en términos de fondo sagrado y de intenso compromiso, como ayer mostraba. Es un texto que ha de entenderse como relato de nueva creación (como Rom 5), pero con unas  anotaciones fundamentales

  1. Este Cristo, hijo de Dios, es la humanidad entera, varón y mujer, judíos y gentiles (cf. Gal 3, 28), humanidad que no comienza en un paraíso (Gen 2-3), sino en un desierto que debemos atravesar, para convertirlo en paraíso. El mundo del que nacemos, en el crecemos no es aún paraíso, sino que es desierto que debemos convertir en paraíso.
  2. Esta nueva humanidad no se transmite por generación varón-mujer (como en Gen 2-3), sino por comunicación humana, a través de la palabra y testimonio, por humanidad compartida. No se niega la generación biológico-personal, pero se abre un tipo más alto de comunicación humana.
  3. Desde aquí (a partir de Mc 14-15: tema de la conversión, metanoia o nueva conocimiento-ser) comienza la nueva humanidad, el evangelio como conocimiento nuevo, recreación humana.
  4. Desde ese fondo hay que re-interpretar el tema de las “fieras” (animales, sería), que no son alimañas como he dicho sino el fondo animal de la vida humana… Conforme a la tradición apocalíptica, los animales puede convertirse en fieras destructoras (Dan 7), en un tipo de monstruos demoniacos.
  5. Éste es el prólogo de todo el evangelio. El conjunto de Marcos será la concreción y desarrollo de este comienzo… Este es el tema del Apocalipsis de Juan, pero expresado en forma biográfica, no de escatología consecuente.

Entorno bíblico. Los judíos, un pueblo experto en “satanismo ·

IMG_3147División de “espíritus”. Israel ha trazado una separación de campos: ángeles y demonios han dejado de ser equivalentes: Partiendo de un dualismo moral, que adquiere caracteres muy intensos, los ángeles se muestran como poderes buenos, al servicio de Dios y para ayuda de los hombres; los demonios son, en cambio, negativos, destructores.

a) La separación de campos no llega al dualismo teológico: El Diablo no tiene verdadera categoría de antidiós; es simplemente un principio del mal que en ámbito de cosmos y, sobre todo, en un plano de división antropológica. Lo demoníaco forma parte de una historia humana que se destruye a sí misma.

b) Jerarquización de lo demoníaco: El ámbito de poderes o espíritus perversos se halla dominado y dirigido por un príncipe del mal que ha recibido el nombre de Satán, Mastema, Diábolos o Diablo, Belial y Beelzebú, según las tradiciones; los demonios son sus ayudantes y seguidores, son la expresión concreta de lo demoníaco/satánico en la vida de los hombres.

c) Ángeles y demonios realizan (simbolizan) funciones contrarias que se centran, básicamente, en estos cinco espacios: sostenimiento o destrucción de la vida humana, apertura y cierre de la historia, origen del mal, libertad o esclavitid del cosmos, plenitud  (cielo, resurrección) o destrucción de la vida humana (muerte, infierno: retorno al abismo/caos del que ha surgido la humanidad de Dios por medio de la palabra y el amor).

d) Conclusión cristiana: Jesús, gran ángel encarnado en la historia, Hijo de Dios. El Nuevo Testamento reasume esos rasgos y supone esas funciones, pero las transforma y retraduce de una forma que juzgamos decisiva. Para ello, significativamente, rompe el paralelo entre los dos espacios: quien se enfrenta con lo demoníaco no es ya el mundo de los ángeles, sino el mismo Hijo de Dios, que es Jesucristo. Por eso, los ángeles pierden su importancia, al menos desde un punto de vista teológico; la función que ellos podían realizar, como enviados de Dios y amigos de los hombres, vienen a cumplirla Cristo y el Espíritu.

Teología satánica del Antiguo Testamento. Las tres perversiones

             Entre los ángeles que forman la corte de Yahvé y que de acuerdo con la vieja terminología politeísta reciben el nombre de sus «hijos», debe haber como en las cortes de este mundo un funcionario que defienda el interés de Dios y observe los pecados de los hombres, acusándoles delante de su trono. Tal es el personaje que aparece en Job 1 y que se llama, con su nombre de trabajo, el «satán», que significa «aquel que prueba» o adversario.

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Tentación sin tentaciones. Primer domingo de Cuaresma. Ciclo B

Domingo, 18 de febrero de 2024
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IMG_3074“… y los ángeles le servían”

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Un relato sin tentaciones (Marcos 1,12-13)

Si se hiciera una encuesta a los cristianos sobre las tentaciones de Jesús, algunos mencionarían la de convertir una piedra en pan; otros, que Satanás le ofreció toda la gloria y riqueza si lo adoraba; los más listos incluso recordarían lo de tirarse desde el pináculo del templo. Con eso, demostrarían conocer los relatos de las tentaciones que cuentan Mateo y Lucas. Pero Marcos no dice nada de eso.

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.

Más que un relato parece un guion con seis datos que el catequista deberá desarrollar.

El Espíritu. En la tradición bíblica, el Espíritu es el que impulsa a los Jueces y a los profetas a realizar la misión que Dios les encomienda: salvar al pueblo de sus enemigos o transmitir su palabra. En este caso, con notable diferencia, el Espíritu impulsa a Jesús al desierto.

El desierto es el lugar de la prueba, como lo fue para el pueblo de Israel cuando salió de Egipto, camino de la Tierra Prometida. Allí fue tentado para ver si era fiel. Y la inmensa mayoría sucumbió en la prueba, mostrándose un pueblo de corazón duro y obstinado. Jesús, en cambio, superará en el desierto la tentación.

Los cuarenta días equivalen a los cuarenta años que, según la tradición bíblica, pasó Israel en el desierto. Es número de plenitud, de tiempo redondo (recuérdense los cuarenta días del diluvio, los cuarenta días de Moisés en el Sinaí, los cuarenta días entre la resurrección de Jesús y la Ascensión, etc.).

Satanás. Nosotros hemos adornado este personaje con tantos elementos (incluidos cuernos y rabo) que conviene dejar claro cómo lo concibe Marcos. El evangelista usa el nombre de Satanás en cinco ocasiones (1,13; 3,23.26; 4,15; 8,33), y desaparece en la segunda parte del evangelio (cc.9-16); curiosamente, la última vez que se menciona a Satanás no se refiere al demonio sino el apóstol Pedro, que quiere apartar a Jesús de la pasión y la cruz. Por consiguiente, Satanás es el símbolo de la oposición al plan de Dios. Satanás quiere apartar a Jesús del camino que Dios le ha trazado en el bautismo: hacer que se olvide de pobres y afligidos, dejar de consolar a los tristes, de anunciar la buena noticia. O, como hará Pedro más adelante, pedirle que cumpla su misión, pero sin pensar en cruz ni sufrimientos.

Fieras y ángeles. Esta curiosa mención está cargada de simbolismo. Los animales del desierto no son los que ve cualquier campesino galileo a su alrededor: mulos, vacas, ovejas… Son escorpiones, alacranes, etc. Y esto nos recuerda el Salmo 91,11-13, donde aparecen mencionados junto con los ángeles:

  «A sus ángeles ha dado órdenes

  para que te guarden en todos tus caminos;

  te llevarán en sus palmas

  para que tu pie no tropiece en la piedra;

  caminarás sobre chacales y víboras,

  pisotearás leones y dragones».

Jesús, en el desierto, sufre la tentación de Satanás. Pero Dios está a su lado, lo protege mediante sus ángeles, y hace que triunfe en todos los peligros.

Estos elementos (tentación, vivir con los animales, servicio de los ángeles) recuerdan al relato de Adán en el paraíso, tal como se contaba en las tradiciones rabínicas. De este modo, Marcos presenta a Jesús como el nuevo Adán, que, a diferencia del primero, no sucumbe a la tentación, sino que la supera.

Primera actividad de Jesús y síntesis de su predicación (Marcos 1,14-15)

El relato de las tentaciones en Marcos es tan breve que la liturgia ha añadido las frases siguientes. Aunque tratan un tema muy distinto (el comienzo de la actividad de Jesús), la invitación a la conversión encaja muy bien al comienzo de la Cuaresma.

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Esas palabras ya las leímos el domingo 3º del Tiempo Ordinario. Marcos ofrece tres datos: 1) momento en el que Jesús comienza a actuar; 2) lugar de su actividad; 3) contenido de su predicación.

Momento. Cuando encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan. Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase igual que a nosotros, a través de los acontecimientos. En este caso, la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

Lugar de actividad. A diferencia de Juan, Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los pueblecillos y aldeas de Galilea, 204 según Flavio Josefo.

Los judíos de Judá y Jerusalén no estimaban mucho a los galileos: «Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur», comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: «Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta» (Jn 7,52).

Mensaje. ¿Qué dice Jesús a esa pobre gente, campesinos de las montañas y pescadores del lago? Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio («Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios») y una invitación («convertíos y creed en el Evangelio»).

El anuncio encaja en la mentalidad apocalíptica, bastante difundida por entonces en algunos grupos religiosos judíos. Ante las desgracias que ocurren en el mundo, y a las que no encuentran solución, esperan un mundo nuevo, maravilloso: el reino de Dios. Para estos autores era fundamental calcular el momento en el que irrumpiría ese reinado de Dios y qué señales lo anunciarían. Jesús no cae en esa trampa: no habla del momento concreto ni de las señales. Se limita a decir que «está cerca».

Pero lo más importante es que vincula ese anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia.

Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo: abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre y cambiar de vida. Esta llamada a la conversión es típica de los profetas y no extrañaría a ninguno de los oyentes de Jesús.

Pero Jesús invita también a «creer en la buena noticia» del reinado de Dios, aunque los romanos les cobren toda clase de tributos, aunque la situación económica y política sea muy dura, aunque se sientan marginados y despreciados. Esa buena noticia se concretará pronto en la curación de enfermos, que devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la alegría interior.

El recuerdo del bautismo (dos primeras lecturas)

Desde antiguo, la celebración de la Pascua quedó vinculada con el bautismo de los catecúmenos el Sábado Santo, y eso ha influido en la selección de las lecturas. Ya la primera carta de Pedro ve en la salvación de ocho personas del diluvio atravesando el agua un símbolo del bautismo que ahora nos salva. Este texto se recoge en la segunda lectura. La primera, como es lógico, recuerda el relato del Génesis.

Génesis 9.8-15

Dios dijo a Noé y a sus hijos:

Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.

Y Dios añadió: Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes.

La carta de Pedro (llamada así, aunque no la escribió san Pedro) ve en el diluvio un simbolismo del bautismo: Noé y sus hijos se salvaron cruzando las aguas del diluvio, el cristiano se salva sumergiéndose en el agua bautismal.

  1 Pedro 3, 18-22

Queridos hermanos: Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu; en el Espíritu fue a predicar incluso a los espíritus en prisión, a los desobedientes en otro tiempo, cuando la paciencia de Dios aguardaba, en los días de Noé, a qué se construyera el arca, para que unos pocos, es decir, ocho personas, se salvaran por medio del agua. Aquello era también un símbolo del bautismo que actualmente os está salvando, que no es purificación de una mancha física, sino petición a Dios de una buena conciencia, por la resurrección de Jesucristo, el cual fue al cielo, está sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles, potestades y poderes.

Jesús y nuestro bautismo

La presentación de Jesús como nuevo Adán está estrechamente relacionada con la nueva vida que comienza en el cristiano con el bautismo. La Cuaresma es el mejor momento para profundizar en este sacramento que, en la mayoría de los casos, recibimos sin ser conscientes de lo que recibíamos.

 

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Del Paraíso al desierto y del desierto al Paraíso

Domingo, 18 de febrero de 2024
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IMG_3026Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.-  COMENZAMOS LA CUARESMA: CUARENTA DÍAS.

La cuaresma son los cuarenta días de preparación a la Pascua del Señor.

Cuarenta es un número simbólico que aparece en momentos decisivos de la Biblia, de la cultura del pueblo de Israel y de Jesús.

El número cuarenta aparece más de 100 veces en la Biblia:

+ Cuarenta días y cuarenta noches estuvo lloviendo en el diluvio “bautismal” en tiempos de Noé.

+ De Moisés se dice que vivió 120 años: 40 en Egipto, cuarenta como pastor en Madián y cuarenta años peregrinando con las tribus hebreas tras el Éxodo hasta llegar a la libertad y la tierra de promisión.

+ Cuarenta son los días que Jesús estuvo en el desierto superando las tentaciones del desierto.

+ Jesús asciende a los cielos a los cuarenta días de la resurrección.

Cuarenta Significa un tiempo -toda la vida- de una experiencia humano-religiosa intensa, decisiva.

Llegar a la tierra de promisión, a la felicidad, a la realización personal (y comunitaria), nos va a costar “cuarenta años”, toda la vida de desierto.

02.- EL DESIERTO

El desierto no es solamente algo geográfico, un lugar árido y hostil, el desierto del Sahara…

El desierto en la Biblia tiene un sentido teológico y es una actitud de vida humano-religiosa.

El desierto es el lugar de la austeridad, del silencio, de la oración, es el lugar o la situación de prueba: la dureza de la vida. El desierto es camino y búsqueda.

La vida es un desierto. A lo largo de nuestro caminar atravesamos por un desierto muchas veces entre alimañas de todo tipo como escuchábamos en el evangelio, con tentaciones de todo tipo, con crisis y penas.

Nos hará bien huir del “mundanal ruido”, retirarnos de la algarabía social al desierto, escapar del zapping y cosas por el estilo.

Mejor nos encerramos en nuestra habitación para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios.

Por otra parte, una cierta austeridad en la vida nos hace bien.

Parece como que el ideal de vida es pasarlo bien, todo fácil, cuantas menos horas de trabajo, mejor.

Facilitar todo a las generaciones más jóvenes -y a las nuestras- ¿no está creando personas más bien blandas? La vida es desierto, camino, esfuerzo, crisis, gracia, Éxodo, libertad y liberación.

03.- NOSTALGIA DE PLENITUD

Todos tenemos un anhelo infinito de vida y felicidad. Somos un eterno deseo de bienestar, de vivir bien. Somos una pasión infinita.

Nuestra vida, nuestro Éxodo, siempre está marcado también por el esfuerzo, heridas y alimañas: el mal, la culpa y muerte ¿Tres heridas incurables?

Somos siempre una asignatura pendiente para nosotros mismos. Somos una diferencia entre lo que somos y lo que quisiéramos vivir, incluso somos un pequeño abismo entre lo que somos y lo que deberíamos ser.

El hombre moderno (Ilustración) piensa que puede darse a sí mismo la felicidad y la plenitud, pero eso no es cierto. Pensamos que el progreso, la técnica, los políticos nos van a traer el paraíso terrenal, pero seamos conscientes de que no está en nuestras manos concedernos la plena felicidad.

Ninguna realidad humana llena nuestro corazón. Nunca el placer es bastante, nunca el dinero, ni el poder colman el corazón de ser humano.

Nuestro corazón no se aquieta con la simple realización de nuestras necesidades.

El ser humano no puede, no podemos colmar nuestra vida.

San Agustín escribía aquello de: Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto, pues solamente descansará cuando te encuentre.1

Un salmo expresa muy bien estas cosas:

Mi alma tiene sed de ti, mi vida ti ansia de Ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua,

(Salmo 63,2)

04.-  LA CUARESMA TIEMPO DE GRACIA.

Es cierto que la cuaresma es tiempo de penitencia y de conversión, pero, sobre todo, es tiempo de gracia.

No carguemos las tintas en el pecado y la penitencia con sus secuelas de culpabilidades, miedos, angustias, condenaciones, etc.

Convertirse no es un esfuerzo titánico contra el mal a base de penitencias y castigos, ayunos, cilicios y disciplinas. Nuestra conversión es comprender y vivir que Dios es bueno. Convertirnos es pasar de la imagen de un Dios justiciero a la realidad de un Dios de bondad y misericordia.

La cuaresma, el Éxodo es mirar al futuro con esperanza. Lo que esperamos de la bondad de Dios es la alegría del presente.

Que tengamos una serena travesía creyendo en el Evangelio de la gracia: Dios está de nuestra parte,

Dios hizo un pacto con la humanidad (Noé – alianza).

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