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“Escuchar y seguir a Jesús”. 4 Pascua – C (Juan 10, 27-30)

Domingo, 8 de mayo de 2022
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jesus-buen-pastorEs más frecuente de lo que pensamos. Los creyentes decimos creer en Dios, pero en la práctica vivimos como si no existiera. Este es también el riesgo que tenemos hoy al abordar la crisis religiosa actual y el futuro incierto de la Iglesia: vivir estos momentos de manera «atea».

Ya no sabemos caminar en «el horizonte de Dios». Analizamos nuestras crisis y planificamos el futuro pensando solo en nuestras posibilidades. Se nos olvida que el mundo está en manos de Dios, no en las nuestras. Ignoramos que el «Gran Pastor» que cuida y guía la vida de cada ser humano es Dios.

Vivimos como «huérfanos» que han perdido a su Padre. La crisis nos desborda. Lo que se nos pide nos parece excesivo. Nos resulta difícil perseverar con ánimo en una tarea sin ver el éxito por ninguna parte. Nos sentimos solos, y cada uno se defiende como puede.

Según el relato evangélico, Jesús está en Jerusalén comunicando su mensaje. Es invierno y, para no enfriarse, se pasea por uno de los pórticos del Templo, rodeado de judíos, que lo acosan con sus preguntas. Jesús está hablando de las «ovejas» que escuchan su voz y lo siguen. En un momento determinado dice: «Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre».

Según Jesús, «Dios supera a todos». Que nosotros estemos en crisis no significa que Dios esté en crisis. Que los cristianos perdamos el ánimo no quiere decir que Dios se haya quedado sin fuerzas para salvar. Que nosotros no sepamos dialogar con el hombre de hoy no significa que Dios ya no encuentre caminos para hablar al corazón de cada persona. Que las gentes se marchen de nuestras Iglesias no quiere decir que se le escapen a Dios de sus manos protectoras.

Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y ninguna mediocridad de la Iglesia podrán «arrebatar de sus manos» a esos hijos e hijas a los que ama con amor infinito. Dios no abandona a nadie. Tiene sus caminos para cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus caminos no son necesariamente los que nosotros le pretendemos trazar.

José Antonio Pagola

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“Yo doy la vida eterna a mis ovejas”. Domingo 08 de mayo de 2022. 4º Domingo de Pascua

Domingo, 8 de mayo de 2022
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29-pascuaC4 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 13, 14. 43-52: Sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Salmo responsorial: 99: Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Apocalipsis 7, 9. 14b-17: El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Juan 10, 27-30: Yo doy la vida eterna a mis ovejas.

La primera lectura nos presenta hoy a Pablo y Bernabé en todo su apogeo evangelizador, donde se puede comprobar el proceso que va recorriendo la expansión del Evangelio. Por una parte, el espacio físico desde donde se proclama la Buena Nueva es la misma sinagoga judía; el medio es, naturalmente, la misma Escritura antigua, desde donde se proclaman las promesas y se confirman con el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús como cumplimiento de ellas. Esto quiere decir que los destinatarios originales son los israelitas; así lo formula Pablo y lo corroboran los demás apóstoles. Hay, ciertamente, acogida del nuevo mensaje por parte de muchos, pero también hay rechazos hasta violentos a la predicación de Pablo y, antes de él, a las Pedro y los demás. El rechazo oficial no se queda sólo en no aceptar el mensaje; incluye también la expulsión de la sinagoga y las amenazas a quienes siendo judíos se hayan convertido al nuevo camino y pretendan asistir por cualquier circunstancia a la sinagoga.

Todo esto nos sirve para hacernos una idea de las dificultades que tuvo que afrontar el anuncio del Evangelio en sus orígenes, y la forma como Pablo, llamado con tanta razón “el apóstol de los gentiles”, va abriendo paso para que el evangelio de Jesús sea anunciado y conocido por todo el mundo, sin importar fronteras, razas ni clases sociales.

Ese es otro de los efectos de la resurrección de Jesús: el conocimiento, por parte de todos los seres humanos, de la Buena Noticia del amor de Dios, que en Jesús ha rescatado a toda la humanidad y la ha puesto bajo el amparo y la guía de un solo Padre de todos, el Padre de Jesús.

En consonancia con ello, la visión apocalíptica que Juan nos describe en la segunda lectura no deja de ser una visión poéticp-simbólico-fantástica. Quiere dar a hacer conocer la nueva idea de Dios que Jesús nos revela en el Nuevo Testamento: su Padre es el Dios Padre de todos los hombres y mujeres, sin excepción alguna. Todos son recibidos en la nueva realidad instaurada por el Cordero, ya que en él han sido superadas todas las fronteras que los humanos fueron construyendo para vivir separados y divididos. Ya no habrá división ni rechazo, porque en Jesucristo todos hemos sido recibidos como hermanos. El Cordero inmolado será el pastor que conducirá hacia fuentes de aguas vivas a todos los elegidos… No cabe duda de que las imágenes poéticas que utiliza el texto nos quedan muy lejos (son de hace casi veinte siglos).

El evangelio nos trae apenas cuatro versículos de uno de los capítulos más elaborados de Juan. Nada de palabras directas de Jesús, ni siquiera de palabras históricas, sino pura teología joánica, en un contexto cultural y filosófico muy determinado. Leerlas, tomarlas, escucharlas en directo, sin filtros, como si fueran palabras de nuestro mismo contexto, y dichas por Jesús mismo… sería un error.

En definitiva, la homilía de este domingo podría orientarse por alguna de estas tres opciones:

a) Los pastores en la Iglesia. En ésta, como en toda comunidad humana, siempre ha habido un rol de dirigencia y/o de organización; todos los que ejercen algún “ministerio” (servicio) o alguna autoridad son de alguna manera “pastores” de los demás. Esa labor “pastoral”, lógicamente, ha de tomar ejemplo de las características del “buen pastor” Jesús: que no se sirve de las ovejas, sino que da la vida por ellas. Bastará glosar todas estas características.

Este tema puede prolongarse –si es oportuno para el auditorio- en el tema de los ministerios en la Iglesia: su estado actual, la posibilidad de cambiar, la necesidad de encontrar nuevas formas, la crisis de algunas formas actuales, etc.

b) Las vocaciones al ministerio pastoral. Se ha escogido este domingo en muchos países para la celebración de la “Jornada mundial de oración por las vocaciones”, lo cual es muy bueno, con tal de que no se dé la impresión de que “las vocaciones” son sólo las sacerdotales o a la vida religiosa, y se aclare que «todos tenemos vocación», y que «todas las vocaciones son importantes», también la laical (y mucho), y que «para cada uno, la mejor vocación es la suya». Lo pastoral, por lo demás, no debe ser identificado como sacerdotal: todos estamos llamados a ser “pastores” de otros: en la familia, en el vecindario, en la comunidad humana… todos podemos asumir responsabilidad sobre nuestros hermanos, especialmente los más débiles, o los que está solos o necesitados, todos podemos/debemos ser pastores unos de otros.

c) Jesús, “el” buen pastor y el pastor universal. De hecho, en el evangelio de Juan el tema no es la bondad del pastor Jesús, sino su autenticidad, frente a otros “pastores” o mediadores divinos, que serían falsos… Algo así como el tema de la “unicidad” de Jesús como salvador. ¿Jesús es el “pastor único de nuestras almas”? ¿”No hay otro nombre” en el que podamos ser salvos? (Hch 4,12). Es el tema del pluralismo religioso, y la relectura del cristianismo entero que esa nueva visión teológica exige. No es un tema para cualquier auditorio, pero sí es un tema que debería estar presente en la cabeza de todo el que hable al pueblo sobre «el» buen Pastor Jesús, aunque no vaya a tocar el tema explícitamente. El amor y el entusiasmo espiritual no justifican el decir muchas cosas que no son tan ciertas, que ya no debemos seguir diciendo. Donde se pueda, será bueno abrir la visión de nuestros hermanos y hermanas respecto a la presencia y la acción salvadora de Dios, más allá de una interpretación estrecha y chauvinista del “un solo rebaño y un solo pastor”. Leer más…

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Dom 8.5.22: Yo y el Padre somos “uno/una” (Jn 10, 27-30). ¿Una Grande; una, Santa, Católica?

Domingo, 8 de mayo de 2022
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Trinidad-RubliovSobre el tipo de “unidad” de Jesús y el Padre (del hombre con Dios, de un hombre con otros, de una nación o estado, de la humanidad entera) venimos discutiendo desde antiguo. Será bueno reflexionar una vez más sobre ella. Yo y el Padre somos uno/una. Pero ¿qué tipo de unidad?

Hay un modelo de unidad de “fascio” (haz o paquete guerrero),conjunto de varas que, siendo frágiles en sí, se atan y unen, formando un conjunto fuerte,  perdiendo su individualidad (su identidad, su voz propia), al integrarse en un conjunto que parece superior (pero que esinferior)?

¿Es esa la unidad de Jesús y el Padre, la unidad del Capital que es Uno, la de la Hoz y el Martillo, la de una Iglesia que se define como una-santra-católica-apostólica? Puede seguir leyendo quien quiera situars quiza mejor ante el tema que aquí aparece, ante todo, como un tema religioso. Buen domingo de pascua a todos.

Evangelio:

En aquel tiempo, dijo Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.” (Jn 10, 27-30).

Hay un modelo de unidad de comunión y comunicación, que se va creando por diálogo, a través del regalo libre y generoso de cada persona, que comparte su vida en diálogo con otros. Ésta es la unidad de Jesús que no se impone sobre otros formando un fascio (hacha) de imperio, sino porque comparte con cada uno la vida, en regalo de amor.

Una semblanza

Ésta es la unidad del don y la acogida personal, de la palabra compartida, del gozo de que el otro sea diferente, para así comunicarnos unos y otros en libertad de amor, encontrando cada uno su vida y plenitud en los demás. En esa línea dice el evangelio:

(a) Yo y mi Padre somos Uno, porque él me ha dado lo que soy, viviendo en mí, para que yo dé a mi vez mi propia vida, para que seamos Uno.

(b) Yo y mi “hermano” (prójimo) somos uno, porque yo quiero que él sea, y el quiere que yosea, siendo distintos (cada vez más distintos y libres) al comunicarnos y compartir la vida.  Esta palabra del evangelio tiene connotaciones políticas.

Dos imagenes ambiguas

Puede haber una unidad política  (una-grande-libre) que se ha aplicado en muchos paises (incluso en España, con sentido religioso).

Esta es la unidad clásicas de los austrias  con el lema AEIOU (Austriae est imperare orbi universo: El destino de Austria es gobernar el universo)

Hay un tipo de Rusia que dice “Ucrania y yo somos Uno; por eso yo puedo y debo conquistarla”… Pero la unidad de comunión no se conquista con las armas, sino con el don y regalo de la vida compartida. La verdadera unidad y libertad no se consigue por la fuerza, sino por el don y regalo de la vida.

Pero la unidad de Jesús que “yo y el Padre” somos uno… no se puede alcanzar  de esa manera,   por negación de los otros (de los diferentes). La grandeza no eleva  negando la grandeza de otros….

Hay capital que puede decir: El Capital y Dios es lo mismo… Ha podido haber un tipo de iglesia que se identifica con un dios que no es Dios, porque no es comunión.   La unidad de la Iglesia (una santa…) es sinodal de comunión y diálogo, como he puesto de relieve en una postal anterior dedicada a la “sinodalidad” cristiana, como está diciendo el Papa Francisco.

La iglesia una, santa, católica y apostólica… Pero es una siendo comunión en libertad de personas libres; es santa encarnándose en la historia de los hombres;  es católica siendo universal y es apostólica porque está fundada en los apóstoles o enviados de Jesús.

PUNTO DE PARTIDA ISRAELITA, LA UNIDAD DE DIOS. Escucha Israel, Yahvé tu Dios es Uno, amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón…” (Dt 6, 6).

‒ Confesión: Yahvé, tu Dios es Uno. Frente a la multiplicidad de dioses y poderes del mundo, Yahvé es la unidad absoluta, en él se condensa todo lo que es, en línea de monoteísmo. Yahvé Dios es uno y único, no hay a su lado ningún otro poder, ningún otro principio de realidad.

‒ Mandamiento: Amarás a Yahvé tu Dios. Dios es uno en amor mutuo, no en imposición, y en él  nos unimos todos..Por eso, este Dios que es Uno dice a los israelitas (a los hombres) que le amen; no que le obedezcan, ni que se inclinen ante él, sino que le amen. Eso significa que la unidad de Dios es unidad para el amor, unidad de dos: de Dios y de aquellos que le aman, por gracia y no por imposición.

 FORMULACIÓN CRISTIANA. Yo y el Padre somos Uno (Jn 10, 30)… Que todos sean Uno como Nosotros somos Uno (Jn 17, 20-23).

– La unidad del evangelio es comunión, no identificación; es deseo de que el otro sea diferente (independiente), para que así podamos compartir mejor la vida.

  • Ser Uno no es estar aislado, en contra de todos, sino vivir en comunión con todos. La unidad (el ser) es comunicación, de forma que no hay unidad ni hay realidad si no existe donación, regalo de vida de uno al otro. Ésta es la experiencia suprema, la unidad en forma de comunión.
  • Cada uno es Uno con los demás dando lo que tiene y recibiendo lo que le ofrecen… La unificación es comunión, formando así unidad en presencia, conocimiento y comunión, es decir, en vida compartida. Por eso, quien quiera ser Uno a solas, encerrado en sí, deja de serlo. Quien quiera ser Uno imponiendo a los otros su unidad se destruye a sí mismo y destruye a los otros.

UNIDAD DIVINA Y HUMANA

Ésta es la palabra clave de Jesús:  Yo y Dios somos “uno” en unidad y comunión de amor; Yo y el prójimo somos “uno” en comunicación (en diálogo, escucha y respuesta) de amor, de forma que nos hagamos diferentes para que podamos compartir en comunión la vida, en forma de palabra.

            Dios no es Uno cerrándose en sí, sino dando su ser-vida a todos. Por eso es el mayor, no porque tiene más, sino porque da más, da todos a los demás para que sean. No es superior teniendo más cosas… sino dando más, dándose del todo.No es superior para ser más grande,, sino para hacerse inferior, encarnarse, y compartir la vida con todos.

Por eso, yo también puedo decir: “Yo y el Padre somos Uno”. Soy uno con el Padre si doy a los demás (como el Padre) todo lo que soy y lo que tengo.  estoy diciendo que nosotros los hombres y mujeres, hijos de Dios, somos Uno en el

SUPERAR EL RIESGO ARRIANO

El arrianismo ha sido y sigue siendo la mayor (casi la única) herejía cristiana. Este es la herejía de imponer un “dios” por encima de los hombres, un Dios superior, un Dios que manda y domina. Ésta es la herejía del Dios “superior” y de los hombres inferiores o súbditos… Esta es la herejía de un tipo poder, estado o sistema… por encima de los individuos, es la herejía del sometimiento, de la unidad que se consigue por guerra y conquista, por imperio, no por comunidad de vida. En esa línea se ha situado y se sitúa el arrianismo:

  – Conforme un presupuesto jerárquico de imposición, el arrianismo concibe la realidad de forma escalonada, como un despliegue poderes que va pasando de lo más perfecto (el Dios transcendente) a lo menos perfecto (el mundo inferior); en el intermedio entre el Dios inaccesible y este bajo mundo se halla el Logos. Los humanos estamos en el mundo inferior, lejos de Dios, y necesitamos que alguien (Cristo, Logos de Dios) nos lo revele. Lógicamente, ese Cristo intermedio es más que humano, pero menos que divino.

– Conforme a ese presupuesto religioso de tipo jerárquico, los arrianos confiesan que Jesús ha sido un individuo sumiso y obediente a Dios. Esta es su grandeza, el ejemplo que ha podido ofrecernos. Resulta osadía llamarle divino, es soberbia hacerle igual a Dios. Jesús no ha sido soberbio ni osado, sino humilde servidor del misterio. Por eso le vemos bajo Dios, como ministro de su amor, intermediario que sufre por nosotros y obedece al gran misterio.

−El arrianismo es una forma lógica y piadosa (pero en el fondo anticristiana) de entender el evangelio: Dios seguiría estando siempre alejado, Jesús sería un súbdito de Dios…, ejemplo de obediencia para los humanos. Pues bien, en contra de eso, la iglesia ha defendido que la experiencia cristiana no es de sumisión del inferior a los superiores, sino de amor mutuo entre iguales.

– Los arrianos eran más piadosos, los cristianos “ortodoxos” han querido ser fieles al amor: Dios es misterio de comunión que se ha hecho totalmente presente sobre el mundo. Por eso, creer en la Trinidad implica comprometerse en favor de la igualdad y comunión universal sobre la tierra. Creer en la Trinidad significa decir “Dios y yo somos uno”, “Dios y mis hermanos somos uno”.

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Las ovejas, el pastor y los ladrones. Domingo 4º de Pascua. Ciclo C

Domingo, 8 de mayo de 2022
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vidriera-vocaciones-buen-pastorDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El evangelio del 4º domingo de Pascua se dedica, en los tres ciclos, a recordar a Jesús como buen pastor. Aunque hoy día mucha gente solo ha visto un rebaño en televisión, la imagen sigue siendo muy expresiva. Pero el capítulo 10 del cuarto evangelio es tan largo (42 versículos) que la liturgia ha seleccionado unos pocos para cada ciclo. Al C le ha tocado un fragmento tan breve que no se entiende bien si no se conoce lo anterior.

Un debate largo y complicado (el c.10 de san Juan)

            La parábola del buen pastor y el debate siguiente no tienen nada de románticos. A Jesús estuvieron a punto de costarle la vida y tuvo que huir al otro lado del Jordán.

            Comienza contando una extraña parábola a propósito de ladrones y bandidos que intentan robar el rebaño sin entrar por la puerta, saltando la tapia. El pastor entra por la puerta, conoce a las ovejas por su nombre y ellas lo siguen confiadas, mientras que de los ladrones no se fían. Cuando termina de contarla, los presentes “no entendieron de qué les hablaba”.

Jesús, en vez de aclarar las cosas, las complica. Al principio dice que él es la puerta del redil; luego, que es el buen pastor; y lo importante no es que conduce al rebaño a buenos pastos, sino que da la vida por las ovejas, porque tiene el poder de darla y de recuperarla. Y en medio introduce nuevos personajes: su Padre, “que me conoce y al que yo conozco”, y otras ovejas que no son de este redil.

La conclusión a la que llegan muchos de los oyentes no extraña demasiado: “Está loco de remate. ¿Por qué lo escucháis?” (literalmente: “tiene un demonio y delira”). El autor del cuarto evangelio disfruta irritando al lector y casi poniéndolo en contra de Jesús.

El debate no termina aquí. Continúa en invierno, en la fiesta de la Dedicación del templo, mientras Jesús pasea por el pórtico de Salomón. Las autoridades judías (este es el sentido frecuente de “los judíos” en el cuarto evangelio) lo rodean y le piden que diga claramente si es el Mesías. Jesús responde que ya se lo ha dicho y que no creen en él. Y continúa ofreciendo el ejemplo tan distinto de sus ovejas, que es el texto de este domingo.

Las ovejas, el pastor, los ladrones y el padre del pastor (Juan 10,27-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.  Yo y el Padre somos uno.

Las ovejas. El pasaje no comienza hablando del pastor, como sería lógico, sino de “mis ovejas”, las que escuchan la voz de Jesús y lo siguen, a diferencia de las autoridades judías, que no creen en él. La escucha y el seguimiento convierten a las ovejas en propiedad de Jesús, son mías. El cristiano no puede considerarse dueño de sí mismo. Como decía Pablo: “Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor. En la vida y en la muerte somos del Señor”.

Una lectura precipitada del capítulo puede producir la impresión de que hay personas predestinadas por Dios a seguir a Jesús y otras predestinadas a negarlo. Pero esta contraposición hay que entenderla a partir de lo dicho en el prólogo del evangelio: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron; pero a quienes lo recibieron les concedió convertirse en hijos de Dios”. La aceptación y el seguimiento de Jesús no excluyen la libertad humana.

El pastor. En la parábola inicial el pastor llega al rebaño, le abren la puerta y saca a las ovejas. ¿A dónde las lleva? No se dice. Recordando el salmo 22 (“El Señor es mi pastor”), podríamos completar: “en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas”. Pero Jesús introduce un cambio capital: las lleva a “la vida eterna”. Algo que se realiza no solo después de la muerte, sino ya en este mundo. La fe en Jesús da una dimensión nueva a la existencia de quien cree en él.

Los ladrones. La parábola comienza hablando de ellos. Aquí no se los menciona expresamente, pero son los que intentan arrebatar a las ovejas de las manos de Jesús. En el contexto del evangelio serían los fariseos y demás autoridades que se oponen a que la gente lo siga. En la iglesia de finales del siglo I serían los “cristianos” que niegan que Jesús sea el Mesías y el hijo de Dios (a los que se denuncia en la 1ª carta de Juan). En cualquier caso, no tendrán éxito, no podrán “arrebatarlas de mi mano”. El salmo 22, hablando desde la perspectiva de la oveja, dice algo parecido: “Aunque atraviese cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo”. 

El Padre. Estas frases finales son las más desconcertantes. ¿Por qué introduce Jesús la figura del Padre? A primera vista, más que ayudar, estorban y confunden al lector. La clave podría estar de nuevo en el salmo 22 y en Ezequiel 34, donde el pastor es Dios. ¿Tiene derecho Jesús a presentarse como pastor? ¿No está usurpando el puesto de Dios? Jesús, al arrogarse el título y la función, deja claro que no elimina al Padre. “Yo y el Padre somos uno”. La reacción del auditorio es más dura en este caso: “cogieron piedras para apedrearlo”. De aquí nace un debate sobre su presunta blasfemia y Jesús terminará huyendo al otro lado del Jordán (esto no se lee en la liturgia).

¿Qué nos dice este breve pasaje hoy día?

1) Lo esencial del cristiano es creer en Jesús y seguirlo. Algo que no es absurdo recordar, porque mucha gente piensa que lo importante es practicar una serie de normas y cumplir con determinados ritos. Todo eso tiene que basarse en una relación personal con Jesús.

2) Confianza en él. En otros momentos del capítulo se subraya su bondad, que culmina en dar la vida. Aquí la fuerza recae en que él no permitirá que nadie arrebate a las ovejas de su mano. Lo cual no significa que nos veamos libres de dificultades, como han dejado claro las dos primeras lecturas de este domingo.

3) Conocimiento de Jesús. Como en tantos otros pasajes del evangelio, se indica su estrecha relación con el Padre, hasta llegar casi a la identificación. Más adelante, en el discurso de la cena, dirá Jesús a Felipe: “El que me ha visto ha visto al Padre”. Algo que sigue resultando escandaloso a muchos cristianos, como lo fue para muchos judíos de su época.

Insultos y expulsión (Hechos de los apóstoles 13,14. 43-52).

            La liturgia ha omitido los versículos 15-42, provocando algo absurdo. Al final del v.14 se dice Pablo y Bernabé “tomaron asiento”; e inmediatamente se añade que “muchos judíos y prosélitos se fueron con ellos”. Entonces, ¿para qué toman asiento?

            Si no hubieran mutilado el texto habría quedado claro que se sientan para tomar parte en la liturgia del sábado. Al cabo de un rato, les invitan a hablar, y Pablo hace un resumen muy rápido de la historia de Israel para terminar hablando de Jesús. Ahora se comprende que, al terminar la ceremonia, muchos judíos y prosélitos se fueran con los apóstoles. Pero, al cabo de una semana, cuando vuelven a la sinagoga, la situación será muy distinta. Los judíos responden a Pablo y Bernabé con insultos. Más tarde los expulsan del territorio. Dentro de lo que cabe, tuvieron suerte. Más adelante apedrearán a Pablo hasta darlo por muerto.

            En la dinámica del libro de los Hechos este episodio es fundamental porque abre una nueva etapa de predicación del evangelio a los paganos. Sin embargo, la palabras “sabed que nos dedicamos a los gentiles” no debemos interpretarlas como un corte radical de Pablo con el judaísmo. Siempre que llegue a una ciudad, lo primero que hará es acudir a la sinagoga y anunciar a Jesús a los judíos.

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios.

            El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:

            – Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra”.

            Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Martirio y victoria (Apocalipsis 7,9.14b-17)

            Cuando el cristianismo comenzó a difundirse por el imperio, encontró pronto la oposición de las autoridades romanas y de la gente sencilla. Veían a los cristianos como gente impía, que daba culto a un solo dios en vez de a muchos, inmoral, enemiga del emperador, al que no querían reconocer como Señor, etc. El punto final en bastantes casos fue la muerte, como ocurrió a Pedro, Pablo y a los otros durante la persecución de Nerón (lo que cuenta el historiador romano Tácito impresiona por la crueldad con que se los asesinó). Sin embargo, la lectura del Apocalipsis no se centra en sus sufrimientos sino en su victoria.

            Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: 

            – Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus ojos.

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IV Domingo de Pascua. 08 mayo, 2022

Domingo, 8 de mayo de 2022
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“Yo y el Padre somos uno.”

(Jn 10, 27-30)

Oímos a Jesús continuamente repetir: “El Padre está en mí y yo en el Padre” (Jn 10, 38). “Yo estoy en el Padre y el Padre en mí” (Jn 14, 11).

Nos está llamando a participar en la experiencia de ser Uno con el Padre. En el yo de Jesús estamos todos. Jesús al encarnarse participa de nuestra naturaleza humana, y nos enseña que lo divino se ha manifestado en lo humano y que en lo humano se reconoce lo divino.

En Jesús no cabe el individualismo. Es el Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad. Jesús, con su muerte, nos abre el camino de la totalidad. Nuestra forma humana es la individuación, nuestro proceso para ser uno con Jesús y el Padre, es vaciarnos de nosotras. A medida que crecemos y caminamos hacia el hondón, hacia ese centro que somos, nos encontramos con quien nos habita y descubrimos la pluralidad como manera de ser y vivir.

Nosotras, personas cuyo ejemplo es la Trinidad, estamos llamadas a vivir en la comunión, desalojando todo ego y abriendo espacios y tiempos para los demás. Pluralidad, diversidad en la totalidad. Jesús y el Padre son uno, porque el Padre se vacía en el Hijo y el Hijo, en el Padre.

“Que todos sean uno como, como Tú Padre estás en mí y yo en Ti, que también ellos en nosotros sean uno” (Jn 17, 21.22.23)

No solo nos habla de comunión entre los humanos, que seamos uno, sino que seamos uno como ellos. Nos envía a beber a la fuente, a Dios, donde él bebe continuamente. Nos habla de participar del ser mismo de Dios.

Oración

Unifica nuestro ser disperso,
para que podamos ser Uno en Ti y con toda la humanidad,
para que las diferencias nos unan
y Tú lo seas Todo en Todos.”

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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No se trata de seguir o imitar sino de hacer nuestra la Vida.

Domingo, 8 de mayo de 2022
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DOMINGO  4º  DE PASCUA  (C)

Jn 10,27-30

Terminadas las apariciones, seguimos con textos pascuales que nos hablan de Vida definitiva, que es la clave del tiempo pascual. Al hablar de Vida eterna proponiendo una vida para más allá. Los evangelios nos hablan de una Vida que hay que vivir aquí y ahora. Es increíble el poco caso que hacemos al evangelio cuando no está de acuerdo con nuestras expectativas. En el evangelio de Jn está muy claro: “Hay que nacer de nuevo”.

Para poder entender el texto hoy, hay que tener en cuenta todo el discurso que sigue a la curación del ciego: Jesús como puerta, Jesús como pastor. El pastor modelo da la Vida a las ovejas. Dar la Vida no significa dejarse matar, sino matarse por los demás. En griego hay tres palabras para decir vida: “Zoê” significa la vida transcendente inmutable, “Bios” la vida biológica concreta y “psykhê” significa la personalidad psicológica. Aquí dice psykhê. No se trata de dar la vida biológica muriendo, sino a entregarse a los demás como persona.

En el evangelio de Juan no habla Jesús sino la comunidad, que expresa lo que pensaban sobre Jesús. No concibo a Jesús creyéndose pastor de nadie. Jesús llega a su plenitud por las relaciones con los demás. Pero unas verdaderas relaciones humanas solo son posibles entre iguales. Porque nunca se creyó más que nadie, sino al servicio de todos, se presenta ante nosotros como modelo de humanidad. Relación entrañable, de tal manera que se preocupa por todos como un pastor auténtico se preocupa por cada una de las ovejas.

Después de decir que ellos no son ovejas suyas, describe con todo detalle qué significa ser de los suyos, les está acusando de no querer seguirle, comprometiéndose con él al servicio del hombre. No se trata solo de oír a Jesús, se trata de escucharle. La mayoría de las veces oímos y aceptamos solamente lo que está de acuerdo con nuestros intereses. Escucharle significa acercarse sin prejuicios y aceptar lo que nos dice, aunque suponga cambiar nuestras conviccio­nes. Seguirle es estar dispuesto a darse a los demás como él.

“Y ellas me siguen”. No basta escuchar, hay que vivir. El mensaje de Jesús consiste en una nueva manera de afrontar la existencia humana, una manera de vivir más de acuerdo con las exigencias del ser humano. Esa será la manera de cumplir lo que Dios espera de nosotros. La voluntad de Dios está ya en lo más profundo de mí. Jesús no nos pide ser borregos sino ser personas adultas y responsables de sí mismos y de los demás.

Y yo les doy Vida definitiva. Se trata de la misma Vida que Jesús ha recibido de Dios. La consecuencia primera de seguirle es alcanzar esa Vida del Espíritu. Esto es lo importante para nosotros. Lo que pasó en Jesús tiene que pasar en mí. Éste es el meollo del misterio pascual. Como modelo de pastor, defiende a los suyos con todo su ser, no pasarán a manos de ladrones y bandidos. Ponerse en las manos de Jesús equivale a estar en las manos del Padre. “No hay quien se libre de mi mano; lo que yo hago, ¿quién lo deshará?” (Is 43,13)

Yo y el Padre somos lo Uno. Es la frase que mejor refleja la conciencia que la comunidad  tenía de Jesús. Hoy sabemos que los discursos del evangelio de Juan no son originales de Jesús, por lo tanto no tiene sentido pensar que esa frase exprese su conciencia de ser Dios. Para nosotros, tiene más importancia si caemos en la cuenta de que fue la experiencia de la comunidad de Juan la que llegó a la conclusión de que Jesús estaba identificado con Dios.

La Vulgata no dice somos unus sino unum (neutro). Esto es más importante de lo que parece. Nos está lanzando más allá de todo lenguaje. Jesús dice que él y el Padre (el Origen) no se distinguen en nada, pero tampoco se distingue de su origen, ninguna otra criatura. Lo que Jesús dijo, lo puede decir cualquiera que tenga conciencia de lo que es. No se puede ir más allá. El lenguaje humano  no da más de sí. Lo único que cabe es el silencio.

El Maestro Eckhart llegó a decir que Dios se aniquila para identificarse con nosotros y que el hombre tiene que anonadarse para ser uno con Dios. Buscamos la unión con Dios pero sin dejar de ser nosotros. No puede funcionar. La simplicidad de las matemáticas nos puede ayudar. 1 + 1 siempre serán 2. Pero 1 x 1 = 1. Si el resultado de 1 x 1 lo vuelvo a multiplicar por 1, seguirá resultando 1. La unidad con Dios nos hace uno con Él y con todos.

Una de las pocas palabras que podemos asegurar que pronunció Jesús, es “abba. Pero el concepto de padre que nosotros usamos no es suficiente para expresar lo que Dios es para Jesús y para cada uno de nosotros. Los padres biológicos nos han trasmitido la vida, pero esa vida sigue sus propios derroteros. En el caso de la Vida, que Dios nos comunica, se trata de su única Vida, que se convierte en nuestra propia Vida sin dejar de ser la de Dios.

El ser humano Jesús había llegado a una experiencia de unidad total con Dios. Ya no había ninguna diferencia entre lo que era él y lo que era Dios en él, porque de él, de su falso yo, no quedaba nada. Para dar sentido a una adhesión a su persona, se muestra él totalmente volcado sobre el Padre. Relacionarnos con Jesús es relacionarnos con Dios. Esta es la razón por la que, el Jesús que predicó el Reino de Dios se convirtió en objeto de predicación.

Si nos empeñamos en aferrarnos a la imagen de Dios como ente separado que está en alguna parte fuera del mundo, será imposible entender la unidad entre Jesús y Dios. Ya sé que es la idea de Dios que arrastramos desde el Paleolítico, pero es hora de aceptar que ha sido un ídolo que tenemos que abandonar. Jesús es UNO, no con otro ser, que tiene una identidad distinta a la suya, sino con el fundamento absoluto de su ser y del de todos los seres.

Jesús, viviendo para los demás, está identificándose con lo que es Dios. Así manifiesta la verdadera Vida, que es la misma de Dios. Esa Vida es la que comunicará a los demás. Dios se la está comunicando a él y nos la está comunicando a todos. Jesús es así manifestación de Dios y modelo de Hombre. Donde hay amor hasta el límite, hay Vida sin límite. Para quien ama como Jesús amó, no hay muerte. Por eso la entrega de la vida es espontánea.

Si Jesús promete la Vida al que le escuche, quiere decir que les ofrece la misma Vida que él ha recibido del Padre. La vida que el padre da al hijo es la misma del padre. Por eso se puede hablar de una identificación absoluta con el Padre. Recordemos las palabras de Juan en el discurso del pan de vida: “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre, del mismo modo el que me come vivirá por mí. Son realidades que nos desbordan.

Me habéis oído comentar decenas de veces la frase de Schillebeeckx: “Si pudiera quitar de mí lo que hay de mí, quedaría Dios; si pudiera quitar de mí lo que hay de Dios, quedaría nada”. Hoy puedo decir: si quitara de mí lo que hay de Dios, quedaría nada y si pudiera quitar de mí lo que hay de mí, quedaría nada. Con el ejemplo matemático se entiende muy bien: 1×0=0. Ni yo puedo existir sin Dios ni Dios puede existir sin mí (Eckhart).

Meditación

Se trata de participar aquí y ahora de la misma Vida de Dios.
Desde la vida biológica, en la que me encuentro,
debo acceder a la Vida Divina, que también está en mí.
A esa VIDA no le afecta la muerte,
por eso, cuando la vida biológica termina, aquella continúa.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Jesús, visibilidad de Dios.

Domingo, 8 de mayo de 2022
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Jn 10, 27-30

«Yo y el Padre somos uno»

La reiteración de Juan en proclamar la identidad entre Jesús y el Padre, acabó por imponer en la Iglesia una cristología descendente muy distinta a la primera cristología formulada en Hechos. De la expresión más primitiva usada por Pedro para enunciar la divinidad de Jesús: «Dios estaba con él», pasamos a esta otra mucho más elaborada proclamada por Juan: «El verdadero Dios se hizo hombre para salvarnos».

Estos dos enunciados tan distintos reflejan la evolución histórica que experimentó la forma de entender la naturaleza divina de Jesús, pero es posible que Juan quisiera  enviarnos también un mensaje mucho más importante para nosotros: “Conocemos a Dios en Jesús”… El propio Juan, en el capítulo 14 de su evangelio, expresa esta idea de una forma mucho más asequible para nosotros: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre»

Podemos admirar a Jesús como lo han hecho infinidad de personajes no cristianos —como Hegel, Nietzsche, Gandhi…—. Podemos aceptarlo como maestro de sabiduría, al estilo de Sócrates, Séneca, Confucio o Buda. Podemos quedar fascinados por su personalidad, su valentía y su independencia de juicio como quedaron los que le siguieron, y finalmente podemos creer “en él”, es decir, creer que sus hechos y sus dichos son reflejo de Dios…

Juan es capaz de hacer formidables síntesis de la fe de los testigos, y sería una gran necedad no reconocer la importancia de su evangelio. No obstante, resulta difícil sentirse cómodo con el Jesús que nos presenta, pues esa imagen de hombre que lo sabe todo, que recorre Judea y Galilea prodigando discursos teológicos para sabios en lugar de contar parábolas para gente sencilla, que no se conmueve, que no está sometido a tentación y no se aterra ante la inminencia de la muerte en cruz, dista mucho del hombre verdadero en el que creemos.

Creemos en el Jesús que se siente necesitado del bautismo de Juan, que hace teología contando parábolas, que antepone la persona a la Ley, que se conmueve ante el sufrimiento y se indigna ante la injusticia, que toca leprosos y come con pecadores, que responde con aplomo a los ataques de los santos de Israel…

Que desplanta a los notables de Jericó por atender al jefe de los publicanos y a un mendigo ciego, que expulsa a los mercaderes del Templo, que no se arruga ante los constantes embates de los poderosos de Jerusalén, que se juega la vida y la pierde por salvar a una adúltera desconocida, que organiza una cena para despedirse de sus amigos porque sabe que lo van a matar, que lava los pies, que no se escabulle, que se angustia en Getsemaní y perdona a quienes le crucifican en el Calvario…

A Juan le debemos la fe en “Jesús visibilidad de Dios”, pero quizás esta fe resulte más reconfortante mirando al hombre verdadero y fascinante que nos presentan los sinópticos.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Cuidado e incondicionalidad amorosa.

Domingo, 8 de mayo de 2022
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5162BCA4-7090-44B0-A746-6D936CFBD35DJn 10, 27-30

La metáfora del vínculo entre el pastor y sus ovejas para referirse a la relación de Cristo con la humanidad quizás ha quedado desgastada en la cultura suburbana, pero lo que pretende subrayar fundamentalmente es su opción incondicional por aquellos y aquellas que conoce en profundidad y que ama más que a su vida misma. A ello remite en este mismo capítulo en los versículos 1,10. El texto de este domingo resalta de nuevo esta incondicionalidad, pero precedida de cuatro verbos (acciones). Dos referidas al pueblo-humanidad: escuchar y seguir y otra a Cristo-Pastor: conocer y cuidar.

La relación está atravesada por tanto por un compromiso mutuo que es la unión de dos libertades, la del pueblo-humanidad en la escucha de la voz de Dios y su compromiso en la historia, secundando su iniciativa (seguimiento), y la de Dios, en su alianza inquebrantable de amor y cuidado, expresada como “vida eterna” y cuyo garante es Dios mismo, revelado en el amor histórico y concreto encarnado en Cristo.

En nuestra experiencia como mujeres y hombre creyentes quizás este texto remite a dos cuestiones fundamentales: La primera es hacernos conscientes de la calidad de nuestra escucha a la Palabra de Dios en la historia, en los acontecimientos, en lo cotidiano de nuestra vida.

¿Es nuestra escucha una escucha actualizada o más bien vivimos de las rentas? ¿Cómo descubrimos a Dios en los nuevos signos de los tiempos y sus clamores: el grito de la tierra y la ecología, los movimientos de liberación de las mujeres, las luchas antirracistas, ¿las iniciativas por otra economía y organización social posibles que tenga en el centro la vida y no el libre mercado y en las que las personas y la casa común sean lo primero? En definitiva ¿Cómo es nuestra calidad de escucha y disponibilidad a hacer del mundo un lugar habitable, sin primeros ni últimos ni últimos, al modo de Jesús de Nazaret?

La segunda pregunta va referida a nuestra propia experiencia de Dios porque la fe cristiana no es ideología ni creencia, sino sobre todo experiencia. ¿Cómo y a través de quienes experimentamos el cuidado y la incondicionalidad amorosa de Dios en los tiempos inciertos y violentos que atravesamos? ¿Qué experiencias de plenitud, de eternidad, de comunión se nos van regalando desde el ya sí, pero todavía no del reino y son en nuestra vida fuente de resiliencia y esperanza comprometida contra toda desesperanza?

Pepa Torres Pérez

Fuente Fe Adulta

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Somos uno

Domingo, 8 de mayo de 2022
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 71A9EBE1-3E65-417B-B93A-3F2720485100Domingo IV de Pascua

8 mayo 2022

Jn 10, 27-30

En el cuarto evangelio se formula de manera radical la no-dualidad: “El Padre y yo somos uno”. Expresión que equivale a decir: “La Realidad es una”. Y todo lo que percibimos no son sino formas concretas en las que la Realidad una se despliega y manifiesta.

La no-dualidad -la afirmación de que somos uno- no significa en absoluto negar el mundo de las formas ni descuidarlo. Semejante trampa solo se cuela cuando se vive desde el ego o cuando se habla de la no-dualidad desde la mente. Sin embargo, la comprensión no-dual es, fundamentalmente, abrazo de todas las formas, es decir, amor que se manifiesta en valoración, respeto y cuidado.

La mente no puede entender la unidad, porque es incapaz de trascender el mundo de los objetos: pensar es delimitar y, por tanto, objetivar. Eso hace que todo lo pensado se convierta automáticamente en “objeto”. Debido a esa incapacidad, planteará la unidad como una “meta” a conseguir, a través de un pretendido esfuerzo moral. Por lo que, desde la mente, la formulación, en la práctica, viene a ser esta: “No somos uno, pero vamos a esforzarnos para serlo”.

La comprensión y la vivencia de la no-dualidad requiere el silencio de la mente pensante. Silencio que permite constatar en nosotros el Fondo silencioso y consciente que somos y que reconocemos en todos los seres. La unidad no es una meta; es nuestro origen, nuestra raíz y nuestra verdad.

¿Dónde estoy en la comprensión y la vivencia de la unidad?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Una comunidad cristiana puede vivir sin curas, pero no sin Eucaristía

Domingo, 8 de mayo de 2022
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cq5dam.web.1280.1280Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01.- El Buen Pastor.

El IV domingo de Pascua es el del Buen Pastor: (el redil, el rebaño, las ovejas, la puerta) (Juan, 10). Yo soy el Buen Pastor.

Inspira gran confianza saber que el Señor es el Pastor que guía y apacienta nuestra vida.

    Este domingo del Buen Pastor es un momento propicio para pensar un poco en qué pueda consistir (y cómo) ser pastor de la comunidad

02.- Vocaciones nativas: ¿Día del clero nativo?.

Coincidiendo con este día del Buen Pastor, celebramos el día de las vocaciones nativas.

No deja de tener alguna ironía que hablemos de vocaciones nativas para denominar a las vocaciones del tercer mundo, en los países de misión.

Nativos somos todos: en algún sitio hemos nacido.

Pudiéramos decir que es una jornada para pensar un poco más que en las vocaciones, en los ministerios, en las tareas en la Iglesia. Los textos de hoy los podríamos tomar en esta perspectiva ministerial, eclesial.

03.- Vocación: llamada.

    La palabra “vocación” significa llamada: llamamiento.

    Pero ¿quién es el que ¿llama y para qué?

    Nosotros entendemos como que Dios llama a una persona: un chico o una chica para que entren en un noviciado, en un seminario y, al cabo de unos años de formación, se ordenen de sacerdote o hagan los votos para determinada Congregación.

Solemos decir que estamos atravesando una gran crisis de “vocaciones”. Los seminarios y noviciados están casi vacíos: va disminuyendo el número de sacerdotes, de religiosos, frailes, monjes y monjas, etc…

La llamada en los primeros tiempos de la iglesia

    En la época del NT, en los primeros siglos de la vida eclesial no existió, no podía existir tal crisis de vocaciones y no porque fuesen mejores cristianos que nosotros, sino porque los criterios para estas cosas eran muy diferentes de los que nosotros conocemos y vivimos.

En los primeros siglos los criterios para constituir a una persona en un servicio eclesial (ministerio) eran:

  1. Quien llamaba era la comunidad eclesial, que pedía a determinadas personas aptas, prestaran un servicio a la vida de la comunidad.
  2. Tal llamada era para atender las diversas necesidades de la vida comunitaria: la Palabra, los enfermos, atender a los necesitados, el alimento (quizás hoy diríamos Cáritas), necesitados, la presidencia de la Eucaristía, (sacramentos), etc…

Propiamente en aquellos primeros momentos no existía clero [1], ni sacerdotalización, ni celibato…

04.- La ministerialidad no se agota en el diacono, presbítero, epískopos (obispo).

En la época del NT y en los primeros tiempos los servicios (ministerios) en la Iglesia los marcaba no la trilogía diácono, presbítero, obispo, sino que la ministerialidad era mucho más amplia y venía marcada por las necesidades de la comunidad, por las necesidades que tenían las comunidades. Y así había profetas, doctores, mujeres –quizás viudas- que atendían algunas necesidades, jóvenes, etc.

Esto quiere decir que los ministerios, las responsabilidades en las comunidades cristianas eran mucho más ágiles y mucho más amplias de lo que serán posteriormente.

Pablo o Pedro en Corinto, Roma, etc… crean unas comunidades cristianas entre gente muy sencilla, con los estibadores de los puertos, gente ruda, pobre, inculta,

San Pablo en Corinto, por ejemplo, no ordena ningún cura, pero alguien presidía la Eucaristía. (La Iglesia puede vivir sin curas, pero no puede vivir sin Eucaristía). Las comunidades leían algunas palabras o “textos” de Jesús provenientes de los apóstoles (después serán los evangelios), leían alguna carta o texto. Aquellas comunidades  ayudan a los enfermos, ancianos, etc…

Ni tan siquiera -en esta época inicial- se puede hablar de clero y laicos. Son unas pequeñas comunidades de creyentes que se ayudan a vivir la fe. Y el que presidía aquella comunidad, las necesidades, aquel presidía la Eucaristía, sin pensar en una ordenación.

Probablemente los ministerios eclesiales en aquella época neotestamentaria se parecen más a los laicos que prestan algún servicio a la comunidad cristiana: catequesis, confirmación, cáritas… más que a los curas actuales.

eucaristia-720_270x25005.- Posibilidades abiertas.

Este modo de ser y entender el ministerio eclesial en el NT abre grandes posibilidades en la vida de la Iglesia y de las comunidades, no solamente en países lejanos, sino también en los nuestros que somos “tierra de misión“.

Muchas comunidades cristianas africanas y en otras latitudes, incluyendo ya las nuestras, no tienen un sacerdote. El catequista africano, generalmente un hombre sencillo, pobre e inculto, (pero creyente y testigo de la fe) es el que convoca la asamblea el domingo, quizás también los días de labor, lee y explica la Palabra lo mejor que sabe y puede, pero no pueden celebrar la Eucaristía (¿).

06.- Presidencia de la Eucaristía.

Con el evangelio en la mano, es infinitamente anterior la necesidad y el derecho a celebrar la Eucaristía, antes que el tener una figura sacerdotal. Son muchos los teólogos que han pensado y piensan que es más importante y anterior la celebración de la Eucaristía a tener un sacerdote “modo tridentino“. Las comunidades de S Pablo no tuvieron sacerdotes de este estilo, pero con toda seguridad celebraron la Eucaristía, el Bautismo, la Palabra…

El criterio era que: quien pastoreaba –quien presidía- la comunidad, presidía la Eucaristía.

Pensemos en comunidades que se quedan o no tienen sacerdote:

  • Comunidades de personas enfermas: clínicas, hospitales. Desde la mentalidad de Pablo y del NT, Qué duda cabe que los Hermanos de San Juan de Dios (por ejemplo), que llevan adelante una clínica, un grupo de enfermos son los que podrían y deberían atender las necesidades humano-cristianas de esa comunidad Los Hermanos y Hermanas que atienden a esos enfermos son los que deberían administrar la Unción, celebrar la Eucaristía. [2]
  • Comunidades de ancianos: asilos. Quien atiende a esos ancianos, es quien también les acompaña en la fe, les conforta en la etapa final y les ofrece -celebra- el Pan de Vida.
  • Comunidades educativas: En la enseñanza-educación de niños, adolescentes, según la mentalidad del NT, los hermanos (Escolapios, la Salle, Salesianos, Marianistas, Maristas, así como colegios regidos por religiosas, etc.) dedicados a la enseñanza. Religiosos y religiosas que están las “ocho horas” del día y siguen toda la evolución desde niños hasta la juventud, son quienes les habrían de explicar la Palabra y quienes de celebrar con ellos la Eucaristía, han de confirmarles en la fe.
  • Comunidades perseguidas: en la antigua Unión Soviética, en China: comunidades en las que no contaban con sacerdotes (estaban encarcelados o habían sido martirizados). En esa larga noche de persecución no podían celebrar la Eucaristía por una mera cuestión disciplinar. ¿No debería “alguien” debidamente designado, presidir la Eucaristía, el perdón, la unción de los enfermos…?
  • Comunidades cristianas nacientes en el corazón de Africa, jóvenes Iglesias a las que un modo de entender el ministerio les priva de celebrar la Eucaristía.
  • En los Hechos de los Apóstoles hay un momento en el que se presenta la necesidad de atender las mesas (el alimento) y las necesidades de las viudas de la comunidad. La comunidad elige a 7 personas, (HH 6,1-7). En nuestra diócesis (y en otras muchas) estamos en un momento de nombramiento de un nuevo obispo: ¿se consultará a los sacerdotes, al pueblo de Dios? La Tradición apostólica dice en el siglo III que “se ordene como obispo a aquel que haya sido elegido por todo el pueblo y que sea irreprochable”. [3] En el año 428 el papa Celestino I decía: “Ningún obispo contra la voluntad de su pueblo”.

07.- ¿Sinodalidad o volver al Nuevo Testamento?

Estas cosas fueron así en los primeros siglos de la vida de las comunidades cristianas y podrían seguir siendo así. Es cierto que hay que ser prudentes, que habría dificultades prácticas, que los pasos a dar habrían de ser respetuosos y quizás lentos, pero ello no significa que las cosas no pudieran y debieran cambiar. Al menos “no aprisionemos la Verdad”. No apaguéis el Espíritu.

El primer paso debiera ser primero confiar en los laicos y confiarles tareas con plena responsabilidad, cosa a la que todavía no hemos llegado ni en nuestras Parroquias ni en nuestras propias Diócesis. La desconfianza y el miedo al mundo laical es enorme.

Está bien orar por las vocaciones, pero hay que dar pasos eficaces en el plano teológico y disciplinar, de lo contrario todo se queda en música celestial y en una deshonestidad cristiana.

 Es cierto que vivimos una profunda crisis religiosa, pero no es sano ni cristiano el acentuar más la crisis con unos criterios de acceso al ministerio que dificultan todavía más las cosas. El concilio de Trento fue un gran concilio que elevó mucho el nivel moral, intelectual y disciplinar del clero, pero Trento no es ni la última, ni la única, ni la más importante Palabra del cristianismo. El evangelio, el Nuevo Testamento y, sobre todo Cristo, es el único y buen Pastor.

Que el Buen pastor siga dándonos la Vida eterna, tal y como hemos escuchado en el evangelio y Él guíe nuestras comunidades.

[1] Hace unos días decía el cardenal salesiano Cristóbal López, arzobispo de Rabat, decía en un encuentro celebrado en que: “la Iglesia en España funcionará mejor cuando haya 10.000 sacerdotes menos; si no, los cristianos laicos no tomarán la responsabilidad que les corresponde”. La reducción del número de fieles es un “signo” que hay que interpretar “positivamente”, asegura.

[2] Cf BOROBIO, D. Los ministerios en la comunidad cristiana, Barcelona, Centro Pastoral Litúrgica, Biblioteca Litúrgica n 10, 1999. En esta obra el autor sugiere la necesidad de crear unos ministros extraordinarios de la Eucaristía.

[3] JMR Tillard, El Obispo de Roma. Estudio sobre el papado,, Santander, Ed Sal Terrae, 1986, 95

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“La necesidad de un guía”. 4º Pascua – B (Juan 10,11-18)

Domingo, 25 de abril de 2021
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25_4_Pasc_B_1450048Para los primeros creyentes, Jesús no es solo un pastor, sino el verdadero y auténtico pastor. El único líder capaz de orientar y dar verdadera vida al ser humano. Esta fe en Jesús como verdadero pastor y guía adquiere una actualidad nueva en una sociedad masificada como la nuestra, donde las personas corren el riesgo de perder su propia identidad y quedar aturdidas ante tantas voces y reclamos.

La publicidad y los medios de comunicación social imponen al individuo no solo la ropa que ha de vestir, la bebida que ha de tomar o la canción que ha de escuchar. Se nos imponen también los hábitos, las costumbres, las ideas, los valores, el estilo de vida y la conducta que hemos de adoptar.

Los resultados son palpables. Son muchas las víctimas de esta «sociedad-araña». Personas que viven «según la moda». Gentes que ya no actúan por propia iniciativa. Hombres y mujeres que buscan su pequeña felicidad, esforzándose por tener aquellos objetos, ideas y conductas que se les dicta desde fuera.

Expuestos a tantas llamadas y reclamos, corremos el riesgo de no escuchar ya la voz de la propia interioridad. Es triste ver a las personas esforzándose por vivir un estilo de vida «impuesto» desde fuera, que simboliza para ellos el bienestar y la verdadera felicidad.

Los cristianos creemos que solo Jesús puede ser guía definitivo del ser humano. Solo desde él podemos aprender a vivir. Precisamente, el cristiano es aquel que, desde Jesús, va descubriendo día a día cuál es la manera más humana de vivir.

Seguir a Jesús como buen pastor es interiorizar las actitudes fundamentales que él vivió, y esforzarnos por vivirlas hoy desde nuestra propia originalidad, prosiguiendo la tarea de construir el reino de Dios que él comenzó.

Pero mientras la meditación sea sustituida por la televisión, el silencio interior por el ruido y el seguimiento a la propia conciencia por la sumisión ciega a la moda será difícil que escuchemos la voz del Buen Pastor, que nos puede ayudar a vivir en medio de esta «sociedad de consumo» que consume a sus consumidores.

José Antonio Pagola

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“El buen pastor da la vida por las ovejas”. Domingo 25 de abril de 2021. Domingo cuarto de Pascua

Domingo, 25 de abril de 2021
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30-PascuaB4 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 4,8-12: Ningún otro puede salvar.
Salmo responsorial: 117: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
1Juan 3,1-2: Veremos a Dios tal cual es.
Juan 10,11-18: El buen pastor da la vida por las ovejas

Con la palabra «pastor» se designaba en el Antiguo Oriente con frecuencia también a los reyes. Entre los egipcios, los reyes egipcios eran representados con los dos distintivos del pastor: el azote (o espantamoscas) y el cayado. Tanto en el arte de Mesopotamia como en el griego se encuentra la figura del pastor llevando a hombros un cordero; el dios griego Hermes fue representado llevando un carnero. Los cristianos utilizaron esta imagen para representar a Jesús, como buen pastor.

En el Antiguo Testamento Dios le encomienda a David la tarea de pastorear a su pueblo Israel (2Sam 5,2) y los príncipes del pueblo se comparan con frecuencias con pastores. Ezequiel contrapone los dirigentes de Israel -que se apacientan a sí mismos en lugar de apacentar a sus ovejas- con el Señor, como modelo de pastor: «Como sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones» (Ez 34,1-10.12).

El evangelista Juan presenta a Jesús como «buen pastor», o por dar una traducción más adecuada, como «modelo de pastor». El pastor modelo se define porque da su vida en función de las ovejas. Quien no ama a las ovejas hasta ese extremo no es buen pastor. El pastor aparece en el evangelio de hoy por oposición al asalariado o mercenario que apacienta a las ovejas por dinero; el asalariado cuando viene el peligro (lobo) deja que mueran las ovejas.

La relación del pastor-Jesús con las ovejas-pueblo es una relación personal y recíproca de conocimiento profundo e íntimo (conozco a las mías y ellas me conocen a mí). Conocer a Jesús significa experimentar su amor e identificarse con su persona y actividad. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu, que crea la unidad de designio y de propósito.

Pero el rebaño de Jesús no se limita al pueblo de Israel, pues Jesús proclama que tiene otras ovejas que no son de ese recinto, palabra que designa el atrio del templo o, más ampliamente, a la institución judía, en la cual se han arrogado los puestos de poder unos individuos que carecen de todo derecho a ello y que son en realidad explotadores (ladrones) que usan de la violencia (bandidos) para someter al pueblo, manteniéndolo en un estado de miseria (cf. Jr 2,8; 23,1-4; Ez 34,2-10; Zac 11,4-17). Son esa gente que ha convertido la casa de su Padre en casa de negocios (Jn 2,16).

Él tiene otras ovejas que no son del pueblo de Israel, pues pertenecen al mundo pagano y ha venido para formar una nueva comunidad humana que no se limita ya a los judíos sino que se extiende a todos sin distinción de raza, credo o estatuto social.

Jesús, el modelo de pastor, demuestra que es el verdadero pastor porque entrega su vida por las ovejas. Ante su auditorio de dirigentes judíos (v. 19) que lo odian e intentan matarlo, Jesús afirma que es precisamente su prontitud para desafiar la muerte lo que hace manifestarse en él el amor del Padre.

Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra, porque al darse él mismo hace suyo el dinamismo de amor del Padre y de esta manera realiza su condición de hijo, adquiriendo la plenitud del propio ser. La demostración continua de amor del Padre se realiza en la presencia y actividad incesante del Espíritu en Jesús y se manifiesta en su obrar.

Como Jesús, quien se da a sí mismo por amor no lo hace con la esperanza de recobrar la vida como premio a ese sacrificio (mérito), sino con la certeza de poderla tomar de nuevo, por la fuerza del amor mismo. Donde hay amor hasta el límite hay vida sin límite, pues el amor es fuerza de vida. Dar la vida significa creer hasta el fin en la verdad y potencia del amor.

Jesús afirma su absoluta libertad en su entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por propia iniciativa. Indica así que, aunque sean las circunstancias históricas las que van a llevarlo a la muerte, eso puede suceder porque él ha hecho su opción de llegar hasta el fin.

El Padre, que ama a Jesús, le deja plena libertad; como Hijo, Jesús dispone de sus actos (Está en mi mano entregarla, etc.; cf. 3,35). La relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino de amor que identifica. El mandamiento del Padre no es una orden, sino un encargo; formula el designio común del Padre y Jesús, que nace de su comunión en el Espíritu (5,30). El evangelista utiliza el término “mandamiento” para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés recibió muchos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.), Jesús uno solo, el del amor hasta el extremo, el mismo que será propuesto a la humanidad (12,49; 13,34).

Y este pastor modelo -que es Jesús-, es también según Pedro en el libro de los Hechos, «la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular» de la comunidad.

Queremos añadir una «nota crítica» para evitar un peligro que puede conllevar el comentario de la primera lectura de hoy. Es a respecto del famoso versículo Hch 4,12: «No hay bajo el cielo otro nombre que podamos invocar para ser salvos». Será una tentación fácil, para las personas de mentalidad más conservadora, enrumbar su reflexión o su homilía como el comentario a esa fórmula tan altisonante y absoluta. Probablemente no caerán en el exclusivismo eclesiocéntrico («fuera de la Iglesia no hay salvación»), pero tal vez caerán en el exclusivismo cristocéntrico («fuera de Cristo no hay salvación»), aunque sea por vía inclusiva («todos, aunque no lo sepan siquiera, se salvan por Cristo»). Es el mensaje de muchos fundamentalistas cristianos: «¡Sólo Jesús salval! ¡No hay salvación fuera de Jesús!». Tal fundamentalismo estaría justificado «literalmente» desde la misma Palabra de Dios…

J.A.T. Robinson (Truth is Two-eyed, The Westminster Press, Filadelfia 1979, 105) piensa que la interpretación exclusivista del texto (Hch 4,12) es engañosa. «Lo cierto -dice- es que el término ‘salvarse’ (y ‘salvación’) es el mismo que se usa tres versículos antes (4,9) al hablar del ‘enfermo’ que ha sido ‘curado’. El contexto no es el de la comparación de las religiones, sino el del carácter curativo de la fe. El problema es ‘con qué poder’ el cojo ha logrado ‘curarse completamente’ (3,16). ¿Ha sido por algún poder innato, por la piedad de los apóstoles (3,12) o ‘en nombre de Jesús’, que es quien suscita la fe (3,16)?». Ésas son las alternativas que el texto tiene en mente, el contexto del que no se puede sacar la frase. La conclusión es que el versículo en cuestión no puede tomarse como base para justificar el exclusivismo religioso universal (frente a todas las religiones). El lenguaje que allí se está utilizando es un lenguaje «confesional» hacia Cristo y su acción sanadora, y no se le puede hacer decir nada respecto a la no validez de las otras religiones del mundo, en las que ni de lejos podía pensar la comunidad.

Así como «sería monstruoso seguir dando por válido hoy día el axioma «extra Ecclesiam nulla salus»» (Torres Queiruga, El diálogo de Religiones, pág. 7), hay que plantearse igualmente la superación de las fórmulas cristológicamente exclusivistas (que normalmente llamamos inclusivistas). «Ya no cabe hablar sin matices o reservas de simple «cristocentrismo». Frases como «no existe conocimiento de Dios sino en Jesucristo», pueden tener sentido en un lenguaje interno, de naturaleza inmediatamente «confesante»(18); pero, en rigor, deben ser desterradas, no sólo por ser psicológicamente ofensivas para los demás, sino por ser objetivamente falsas, pues implican la negación de toda verdad en las demás religiones, incluido el AT. El centro último y decisivo para todos -como, por lo demás, sucedía para el mismo Jesús- radica en Dios». (Torres Queiruga, Cristianismo y religiones: inreligionación y cristianismo asimétrico, «Sal Terrae» 997[enero 1997]3-19; RELaT 241: servicioskoinonia.org/relat/241.htm). Mucho cuidado pues con los fervores exclusivistas cristocéntricos, dignos de mejor causa. Leer más…

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Dom 25.4.21. El Buen Pastor no guarda ganado, sólo amar es su ejercicio

Domingo, 25 de abril de 2021
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pastorDel blog de Xabier Pikaza:

La iglesia celebra hoy la Fiesta del Buen Pastor de la que he tratado en algunos escritos y muchas páginas de un Diccionario de la Biblia.  

Esta imagen y fiesta está tomada del Evangelio de Juan (Jn 10, 11-18), donde el Buen Pastor no “guarda” ovejas, sino que ama a personas: Las “conoce”, dialoga y comparte la vida con ellas. Esta imagen del Buen Pastor que conoce y es conocido/amado por ovejas que ya no son ovejas sino personas es la clave final del Evangelio de Juan (Jn 21).

No todos entienden esta imagen/tarea del Buen Pastor de igual forma, de manera que (sobre todo a partir del siglo XI) ha surgido  la visión de un Pastor Jerarca con “sacra potestad” sobre las ovejas, de la que está tratando estos días en la Facultad de Teología de San Dámaso el antiguo Obispo-Cardenal de Madrid.

No quiero discutir aquí sobre cuestiones de potestad jurídica  de algunos pastores eclesiales, sino que presentaré el tema a partir del evangelio (Jn 10, Jn 21), para fijarme después en la interpretación de San Juan de la Cruz, que es, a mi juicio, quien mejor lo ha entendido en el último milenio de vida de la Iglesia, cuando dice que “el pastor de Jesús no guarda ganado, pues sólo en amar es su ejercicio”.

En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor.El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.

  1. No es “pastor” cristiano quien guarda ovejas (quien las domestica y domina, ni siquiera para bien) sino quien “conoce personas”. Bíblicamente, “conocer” (ginôskô) es crear relaciones de amor entre personas, en sentido intelectual y afectivo, económico, social; así se dice que hombre y mujer se conocen cuando se aman, así se conocen hijo y padre (cf. Mt 11, 27-27), amigos, compañeros… El buen pastor no sólo conoce, sino que “es conocido”, como sigue diciendo el texto (y mis ovejas, esto es, mis amigos, me conocen).
  2. Buen pastor, esto es, buen amigo es el que crea relaciones de solidaridad con sus amigos (a quienes, simbólicamente, podemos seguir llamando ovejas). No las utiliza (no las compra-vende), no está por encima de ellas, sino que las ama y se deja amar por ellas, lazos de libertad solidaria y comunión hasta (y por encima) de la muerte.
  3. Ésta es la revelación del Padre, es decir, la presencia más honda de Dios, es decir, la religión. Aquí y sólo aquí se revela Dios Padre. Así dice el texto que Jesús es Hijo de Dios (buen pastor) porque “conocer a las ovejas” (a los hombres/mujeres), porque ama y se deja amar por ellos, en vida y en muerte, en libertad.
  4. Esta es la única potestad cristiana, el poder creador del amor, que nos hace a unos “pastores” (=compañeros, amigos, amantes/amados”). Por eso, los hombres no son siervos de Cristo, ni de ningún jerarca de potestad superior, sino amigos unos de los otros (Jn 15, 15).

Pedro ¿me amas? Pastorea mis ovejas (Jn 11, 25-19)

Las palabras anteriores han escandalizado a muchos en la iglesia antigua, lo mismo que siguen escandalizando hoy día a muchos cristianos (incluso cardenales) partidarios de una “sacra potestas” jurídica por encima de la libertad y comunión interhumana. Por eso, muchos, partidarios de un “pastoreo duro” (propio de un Testamento Antiguo, encima mal interpretado) apelaban a Pedro como pastor-pastor, por encima de estas “veleidades” libertarias y amorosas de del Discípulo Amado, exigiéndole que se aclarara (=que rechazara lo que había dicho en el Cap. 10 del evangelio, sobre el Buen Pastor). El discípulo amado acepta el reto e interpreta lo antes dicho, en la página final de su evangelio:

 Después de haber comido, Jesús dijo a Pedro:

– Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos. Y le respondió: Si, Señor, tu sabes que te quiero. Y le respondió Jesús: Apacienta mis corderos/carneros.

– Y le dijo por segunda vez:  Simón, hijo de Juan ¿me amas? Él le responde: Si, Señor, tú sabes que te quiero. Y le dijo: Apacienta mis ovejas.

– Y le dijo por tercera vea: Simón, hijo de Juan ¿me quieres? Y se entristeció Pedro porque le preguntara por tercera vez ¿me quieres? Y le respondió, tú sabes todo, y conoces que te quiero. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15-17).

            No voy a comentar este pasaje por entero, sólo a precisar tres cosas, a partir de lo que he dicho. En la iglesia de Pedro son muchos los que dudan de esta comunidad del Discípulo amado, y le exigen que acepte la autoridad oficial. El Discípulo amado y su comunidad la aceptan, pero sólo después de un “examen” que ellos hacen (con Jesús) a Pedro, con estos cinco rasgos:

  1. Pastorear no es gobernar desde arriba, sino amar desde abajo, desde la vida. Jesús pregunta a Pedro ¿me amas? Pedro sabe bien que amar a Jesús no es amar sólo a Jesús, sino “amar a todos sus hermanos”. Pastorear es, por tanto, amar y sólo amando a los hermanos (a Jesús “entero”) Pedro podrá pastorear. Jesús no le da potestad desde arriba, sino que le muestra y pide el amor “desde abajo”, desde la misma vida.
  2. ¿Me amas más que éstos? Tres veces le pregunta Jesús, a la tercera llora Pedro, quizá porque sabe que no es cierto lo que está respondiendo: ¿Es verdad que él amar a Jesús más que Magdalena, más que el Discípulo amado, más que Tomás…? Responde que “sí”, pero vacila llorando. Y sólo allí donde ve que vacila le dice Jesús “pastorea a mis ovejas”…
  3. Jesús le pregunta “me amas” con dos palabras distintas: (a) Le pregunta dos veces “agapas me” (¿me amas dando todo lo que eres, gratuitamente, sin reservarte nada, de forma que tu vida sea pura entrega de amor?). (b) Le pregunta la tercera vez “phileis me”, que significa “me quieres”, como amigo cercano, con alegría, ilusión que transforma en gozo tu misma carne…
  4. Jesús le pide tres veces pastorea “mis” carneros/ovejas. Eso significa que no son de él (de Pedro), sino de Jesús, que le confía lo más hondo que él tiene, su tesoro, sus hombres y mujeres, sus mayores y sus niños, para que los “conozca”, para que establezca con ellos relaciones de amor (de paternidad, de filiación, de enamoramiento, de fraternidad…). Que ame como Jesús ama, no siendo jerarca sobre “ovejas inferiores”, sino hermano de hermanos, amigo de amigos…en un camino que “siendo de Pedro” es de todos los hermanos, que son con él, como el, amados de Jesús.
  5. Carneros, ovejas… No es fácil traducir los términos, no es seguro lo que voy a decir, pero el texto distingue dos palabras. (a) La primera vez le dice Jesús “pastorea mis carneros” (ta arnia mou); esa palabra parece tener el matiz de “machos ovejunos” (carneros), en el sentido de vivientes fuertes (machos o hembras), de personas de autoridad, no simples “niños” (ovejitas inocentes). (b) La tercera vez le dice “pastoras/apacienta mis ovejas” (ta próbata mou), machos o hembras, pero insistiendo en su “pequeñez, en su necesidad” (los expulsados, ovejas perdidas, perseguidas, amenazadas…).

Primera interpretación de san Juan de la Cruz (CB 2).

  •  Pastores, los que fuerdes
  • allá por las majadas al otero,
  • si por ventura vierdes
  • aquel que yo más quiero,
  • decidle que adolezco, peno y muero.

Como he dicho, San Juan de la Cruz ha sido a mi juicio el que mejor a interpretado esta experiencia y tarea del Buen Pastor, cuya mejor imagen y signo en este mundo no es un pastor-jerarca (papa, obispo o presbítero), sino una mujer que ama, una “pastora de Jesús”, esto es, una persona que quiere hacer el camino de amor que Jesús le pide a Pedro en Jn 21.  Ella quiere hacer el camino de Jesús (pastor/ciervo de CB 1), y empieza preguntando a los pastores más sabios (presbíteros, obispos, papas) para que le digan por donde anda Jesús, que le ayuden a encontrarle.

− Había en tiempos de SJC pastores bucólicos,cumpliendo una función literaria, desde los clásicos grecolatinos (Teócrito, Virgilio), con la poesía toscana o castellana del XV-XVI, hasta Don Quijote, caballero de justicia y pastor enamorado. Con amigas y zagales, en la limpia campiña, estos pastores representan una protesta frente a la cultura urbana. Pues bien, la amante pastora les pregunta, pero no recibe respuesta de ellos.

− Pastores ministros de Iglesia. Ciertamente, la amante pastora les pregunta, pero tampoco obtiene respuesta de ellos. Quiero repetirlo: La amante pastora del camino de Jesús, busca la ayuda de los “pastores de oficio”, como sería incluso Pedro, a quien Jesús le ha pregunta tres veces “me amas”, pero no recibe ayuda. Tiene que hacer su camino a solas.

¿Habrá otros pastores que pueden ayudar a nuestra amante buscadora? Algunos le han dicho que hay quizá “Pastores del Ser”, como  el filósofo Heidegger decía  y quería, en oriente y occidente, entre los hindúes o los americanos y alemanes o rusos. Pero nadie le responde, nadie sabe decirle cómo hacer el camino del amor

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Pasado, presente y futuro. Domingo 4º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 25 de abril de 2021
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buenpastor6Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este domingo, y hasta la Ascensión, las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio de Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.

No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas: Piedra angular para hablar de Jesús (1ª lectura); Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros (2ª lectura); pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros (evangelio). Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo (pasado, presente y futuro) de Jesús y de nosotros.

Pasado y presente de Jesús (Hechos 4,8-12)

  El domingo pasado leímos parte del discurso pronunciado por Pedro después de la curación de un paralítico, atribuida a Jesús, condenado a muerte por las autoridades pero resucitado por Dios. Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos se irritan al escuchar sus palabras, y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan. La respuesta de Pedro es la siguiente:

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:

-Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos.

Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Solo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado al paralítico y el único que puede salvarnos a todos nosotros.

Presente y futuro del cristiano (1 Juan 3, 1-2) 

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios. Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza con Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro, cuando veamos a Dios cara a cara. Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos de un deportista famoso o de un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con nosotros.

Pasado y futuro de Jesús (Juan 10, 11-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».»

La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como «el buen pastor» debería haber dicho: bueno y excepcional.

Este pasaje concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían formando en países paganos, y a todos nosotros.

Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor, nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos ha hecho.

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4º Domingo de Pascua. 25 Abril, 2021

Domingo, 25 de abril de 2021
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Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí…”

(Jn 10, 11-18)

Hoy nos encontramos con el buen pastor. No un buen pastor, sino el Buen Pastor por excelencia, el que da su vida por las ovejas.

Bien… Aquí vemos a Jesús poniendo un ejemplo para describirse a sí mismo. ¿Qué ocurre? Que ese ejemplo es muy válido para la gente que lo seguía, pero para nosotras no tanto. Vivimos en otro tiempo, otro lugar y otra cultura. No es de extrañar que nos perdamos algo de lo que nos quiere decir Jesús.

Seguramente te haya pasado alguna vez que estando en oración, o incluso en algún momento de la jornada, te “haya venido” alguna idea o ejemplo sobre el evangelio que no te estaba diciendo gran cosa, y de repente, como que lo ves todo más claro. No se trata de que seas una iluminada sino de que Dios nos conoce perfectamente, mucho mejor que nosotras mismas, y sabe qué necesitamos, qué no entendemos, qué andamos “rumiando” en nuestro corazón… nos conoce como el buen pastor a sus ovejas, a cada una de ellas.

Una vez orando este evangelio, mi pensamiento se llenó de un “¡qué poco me estás diciendo, Señor!” y un rato despues me vino un recuerdo, mejor dicho, Dios me puso delante un recuerdo, un sentimiento, este ejemplo. Las primeras veces que mi hermana y yo nos quedábamos solas en casa, nos daba miedo que alguien llamara al timbre y, además de no abrir, llegábamos incluso a quedarnos muy quietas y contener la respiración para que “alguien” no nos oyera (como si la puerta fuera transparente). Realmente nos agarrotábamos. Pero, todo cambiaba, cuando oíamos en la escalera la voz de José, el portero de nuestro bloque. Era un hombre muy servicial, atento, entrañable, fiable… en fin; cuando estábamos solas en casa nos alegraba y tranquilizaba mucho oír, y con ello saber, que él andaba por la escalera, velando por los vecinos, especialmente, por la chiquillería del portal y los señores mayores que vivían solos.

Si haces un poco de memoria, seguramente reconozcas a Jesús como el Buen Pastor, en más de una persona que te haya acompañado o esté acompañando en tu vida. Traelas al corazón con agradecimiento.

Oración

Trinidad Santa, abre nuestra escucha a tu voz. A tu silbido de Buen Pastor.

Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Jesús el único pastor que nos debe guiar a todos.

Domingo, 25 de abril de 2021
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11s26-1Jn 10,11-18

Este texto está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los fariseos, después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la puerta, es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado, no está dispuesto a dar la vida por ellas. No se trata de una propuesta anodina sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio del pueblo es contrario a Dios. Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos salimos del tema pascual, la Vida.

No es verosímil que Jesús se declarara pastor de nadie. Este evangelio se escribió setenta años después de morir Jesús y nos cuenta no lo que dijo sino lo que aquellos cristianos pensaban de Jesús. Ellos sí se sentían dirigidos por Jesús e intentaban seguir sus directrices. En el AT el título se aplicaba a Dios o a los dirigentes. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre propio. De ellas dependía el sustento de la familia.

El pastor modelo está en contraposición con el mercenario. El pastor, que es dueño de las ovejas, actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le traen sin cuidado. En (4 Esd 5,18) dice: “No nos abandones como pastor a su rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la del ladrón y bandido, que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (Jn 11,52)

La imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes, muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber. Se aplicó al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él mismo a su rebaño. La única idea original de Jn es la de dar la vida por las ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como servicio a los hombres. No se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera de trasmitir lo que aquellos cristianos pensaban sobre él.

Yo soy el buen pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad o dulzura. La traducción oficial devalúa la expresión. “Bueno” en griego, sería agathos. Kalos significa bello, ideal, excelente, único en su género. Denota perfección suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná, Jn 2,10). Pastores “buenos” puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y de los sacerdotes no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes no tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio.

El buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: “bios”, “zoê” y “psukhê”. No significan lo mismo, y por eso pueden causar confusión. Psukhên significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos. “Tithesin” no significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente, Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús se desvive por los demás.

Desvivirse: Mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona (DRAE). Es exactamente lo que quiere decir aquí Juan de Jesús. La entrega de la vida física es la manifestación extrema de su continua entrega durante toda su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la comunica­ción plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos conceda algo venido de fuera. Se trata de que su Vida, puesta al servicio de todos, prende y se desarrolla en nosotros.

Conozco a las mías y las mías me conocen. No se trata de un conocimiento a través de los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participa­ción del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-a­mor lo compara con el que existe entre Jesús y el Padre. La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino una experiencia-vivencia de amor.

Tengo otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Juan su evangelio en el amplio contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel desaparecen. Ya en el prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”. Nada que ver con creernos elegidos o pensar en un Dios propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa reivindicación de una exclusividad de Dios.

Un solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción “y” o preposición “con” entre los dos términos, indica que la relación entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía. Jesús, como fuente de Vida, es el aglutinante que constituye la comunidad como tal. No puede ser encerrada en institución alguna. Su base es la naturaleza del hombre acabado por el Espíritu que da cohesión interior. Jesús no ha creado un corral donde meter sus ovejas; todos los hombres forman parte de su rebaño.

El dar Vida empalma con el tiempo de Pascua, porque la experiencia pascual es que Jesús les comunica Vida. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer nuestra esa Vida. Se trata de la misma Vida de Dios. “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí”. El que me come, quiere decir el que me hace suyo, el que se identifica con mi manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Si Jesús es pan de Vida, no es porque lo comemos sino porque nos dejarnos comer.

En la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos dispuestos a desvivirnos por los demás. El salir de sí mismo e ir a los demás para potenciar sus Vidas no depende de las circunstancias; es un movimiento que tiene su origen en esa misma Vida. El amor que nos pidió Jesús está reñido con cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco interés o simpatía visceral.

 

Meditación-contemplación

“Yo doy mi vida por las ovejas”.
No se trata de dar la vida muriendo,
sino de poner toda tu vida al servicio de los demás.
Solo lo que se da, se gana.
Todo lo que se guarda, se pierde.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El Buen Pastor da la vida a sus ovejas.

Domingo, 25 de abril de 2021
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good-shepherd-icon1El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal. Pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye (Pablo D’Ors)

Domingo IV de Pascua

Jn 10, 11-18

-Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas

Cinco veces aparece en el Evangelio la expresión redentora de “da la vida por sus ovejas”. Aunque la realidad salvadora, la cumplió Jesús en el mundo en “dar la vida a” más que en “darla por”. El nuevo rebaño –o comunidad mesiánica- con acceso a la salvación (alcanzar la plenitud humana) la otorga el buen pastor comunicando vida a su rebaño: “Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia”, dice Juan en el versículo diez del citado décimo capítulo.

A partir de aquí surgen relaciones de mutuo conocimiento, amor y comunión entre Jesús y sus discípulos. Relaciones mantenidas entre todo verdadero Maestro espiritual y seguidores. La palabra religión, de re-ligare -volver a unir- es re-ligazón con el Absoluto, “que irrumpe en nuestras vidas creando unión –comunión- con Él, con todo lo humano y también con el cosmos, como escribe el acreditado teólogo granadino Manuel Gª Hdez, en su última obra Ensayo sobre la vida y espiritualidad. (Ed. Desclée de Brouwer, 2015).

El Nuevo Testamento retoma y aplica a la figura de Jesús –Marcos 12, 10, Hechos 4, 11 y Primera de Pedro 2, 7- la imagen de la piedra angular del edificio cantada por el Salmista y constituido por cuantos escuchan y siguen su doctrina. Una mansión construida al margen de los cánones legales establecidos y, en consecuencia, deshechada por los arquitectos oficiales.

El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal, pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye. Lo sabemos todos y de modo particular, debieran conocerlo los propios interesados. Pues como señala D’Ors en otro momento, y en una dimensión cósmica: “Todo lo que haces a los demás seres y a la naturaleza te lo haces a ti” (Pablo D’Ors, Biografía del Silencio, Ed. Siruela).

Desde esta perspectiva evangélica se funden y confunden ovejas y pastores. Jesús delegó en cada uno de sus seguidores la vigilancia de no contaminación, y el mantenimiento y pertinente desarrollo del edificio del Reino. Desde entonces Jesús somos nosotros. Para llevar a cabo tan vital tarea, el mejor aparejo nos lo brinda el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “Redescubrir la Iglesia y la alegria de ser cristianos”.

En su homilia del pasado Jueves Santo indicó a los sacerdotes que no pueden ser “pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos”. Y reiteró la necesidad que tiene la sociedad de pastores “con olor a oveja” y “sonrisa de padre”. Que no tienen nada que ver con esos “que huelen a perfume caro y te miran de lejos desde arriba”. Con similar talante no es posible dar vida alguna a las ovejas.

Colaborar en la misión de que todos tengan vida y la tengan en abundancia es tarea que a todos nos afecta. Un extraño concierto de ideas sembradas en surcos terrenales que debiera ser forma de vida para todos.

 

LA ALONDRA: UNA MANERA DE PENSAR

Soñé también que alondra era
sobre la era de un pueblo en La Ribera
castellano-leonesa del Bernesga.

Un punto allá en el cielo,
bendiciendo trigales con sus versos.

Los labriegos buscaban su cantar
y su figura en las alturas.

Mas sólo la veían las miradas
comprometidas con lo que cantaba.

……………………….

Admirados un día se quedaron
todos los del pueblo.

Se anunciaba:
“El Búho y la Alondra darán juntos
un extraño concierto”.

Se reunieron todos en la era,
que era un comunal espacio.

Actuaban el Búho Soliloquio
y la Alondra  del pueblo ribereño.

Entonaron celestiales ideas
sembradas en besanas terrenales.

Les escucharon todos y aplaudieron,
porque lo que cantaron
¡era Forma de Vida para Todos!

También estaba Dios en el teatro.

(SOLILOQUIOS, Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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El buen pastor da la vida por las ovejas. Tú das tu vida por mí.

Domingo, 25 de abril de 2021
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catedral-del-buen-pastorDOMINGO 4º PASCUA (B)

Jn 10, 11-18

En las democracias actuales, podría parecer que los líderes, jefes y dirigentes actúan en favor de los pueblos, pues no se imponen como si fueran imprescindibles para la comunidad sino que son elegidos. Mas el asunto es algo más complejo. A lo largo de la historia se constata que las actitudes de éstos, inspiradas casi siempre en la voluntad de poder y de dominio, se van alejando paulatinamente de los principios fundamentales del Bien Común general y la convivencia respetuosa. ¿No son éstos capaces de llegar a acuerdos y recuperar el diálogo social que benefician mayormente a las personas que viven y trabajan en un mismo país?

También en la Iglesia se corre este riesgo, es decir, que los servidores se conviertan en gobernadores y que el trabajo pastoral se confunda con el ejercicio de un poder. Francisco insiste en que no se puede poner un beneficio particular o propio por encima del bien común, y la Doctrina Social nos recuerda sus dos pilares: la dignidad de la persona y el bien común. Pero, lamentablemente, no parece que vayamos por este camino. Ni en la sociedad civil ni en la Iglesia.

La actitud de Jesús en cuanto Pastor, nunca se acaba de aprender. El líder verdadero o el pastor bueno es el que sabe dejar de serlo en beneficio del pueblo. De hecho, da la vida por él, por los demás; no es buen pastor aquel que manipula o vive a costa del rebaño sembrando la división o el odio e incluso entrando en abierta confrontación con otros pastores  para conservar su liderazgo, sus votos. El verdadero dirigente ayuda a que la comunidad sea capaz de afrontar responsablemente su propio destino. Jesús, el Buen Pastor, alienta, exhorta y sostiene al ser humano para que se haga pastor de su propia vida, en solidaridad con los demás, con sus hermanos, e incluso con las “ovejas” de otros rediles.

La autoridad, pues, en la sociedad y en la Iglesia es un servicio comprometido, exigente, no exento de sinsabores y, llegado el caso, expuesto a dar la vida en defensa de la comunidad, de los hombres y mujeres que integran el pueblo de Dios, con sus luces y sus sombras. Jesús encarna el modelo ideal, único de Pastor. Hemos oído hasta la saciedad, que los pastores en la Iglesia son los sacerdotes y obispos y el resto del pueblo, ovejas, borregos. Nada más lejos de lo que nos quiere decir el texto evangélico. Todos somos ovejas del mismo y Único Pastor. Jesús da la vida, es decir, se arriesga, se ofrece él mismo y se implica, desde el inicio de su vida pública, en la liberación y el servicio a los demás, especialmente a los más vulnerables. Se desvive por todos y esa entrega, por amor, se manifiesta día a día.

El vínculo íntimo, profundo que se da entre Cristo resucitado, oculto, y la persona, objeto de su entrega y su amor incondicional, es el conocimiento mutuo que va haciéndose cada vez más perfecto e intenso en virtud del Espíritu que habita en cada ser humano. Y ese vínculo de amor no puede tener otro fin que el llegar a hacerse UNO como el Padre y el Hijo son UNO.

Los lobos, ladrones y oportunistas están al acecho de las almas-ovejas que, distraídas en enredos mentales o ídolos engañosos, no se prestan a escuchar la voz del Pastor, de la Verdad. Mas, llegada su hora, también éstas serán atraídas hacia el Amor, destino final de todas las almas-ovejas.

La división de los cristianos en rebaños diferentes y antagónicos se debe en parte a planteamientos interesados y egoístas por parte de algunos “pastores”. El verdadero centro del ecumenismo o, mejor, del panenteísmo será el compromiso decidido a favor del “rebaño”, como quiera que se llame. (“La creencia de que el Ser de Dios influye y penetra todo el universo, de tal modo que cada parte de éste existe en Él, pero este Ser es más que, y no se agota en, el universo“. Es un modelo de relación libre, recíproca: Dios en el mundo y el mundo en Dios, al tiempo que cada uno sigue siendo distinto. La relación es mutua, aunque las diferencias existen y son respetadas. La absoluta diferencia entre Creador y creatura queda envuelta y abrazada por Dios, que es todo en todo).

La condición de Hijo/a de Dios es gratuitamente ofrecida a todo ser humano. Éste, a lo largo de su vida, buscará en su interior el camino que le conduce hacia Él.

Sin duda, todos hemos conocido y conocemos personas que se han des-vivido y han amado “hasta el extremo”, dándonos ejemplo y enseñándonos que, aun con las limitaciones humanas, es posible darse con generosidad, amar con gratuidad, actuar con valentía, defender lo débil, lo pequeño, lo vulnerable, lo perdido.

Decir hoy Resurrección, significa reconstruir entendimientos, superar desacuerdos, recuperar los sueños rotos, la utopía del ser cristiano, renovar las relaciones humanas, rescatar, a través de diferentes medios, las vidas en peligro, apostar por los crucificados de la historia.

“Creer en la resurrección es un compromiso liberador en el aquí y ahora, haciendo posible una nueva humanidad de justicia y equidad”. “Es, asimismo, liberación de todo tipo de esclavitudes interiores, rencores, xenofobias, supremacismos, odios, ataduras al pasado, miedos, pensamientos tóxicos, preocupación por cosas que no tienen sentido, obsesión por acumular dinero, prestigio y placeres”, como señala atinadamente, Fernando Bermúdez López.

Decir Buen Pastor es escuchar Su Voz, hacernos partícipes de su Presencia viva en medio de nosotros, sin hacer discriminaciones por razón de sexo, raza, etnia, género, estatus social, motivos religiosos, diferencias físicas, políticas, de edad, etc. (Hch 10,34  ss). En definitiva, es creer que así me conoce a mí, con mis sueños y mis desolaciones, con mis talentos y mis limitaciones. ¿Me dejo/nos dejamos cuidar por Él?

¡Shalom!

 

Mª Luisa Paret

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¿Pastores?.

Domingo, 25 de abril de 2021
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jesus-buen-pastorPara la gran mayoría de nuestros contemporáneos, al menos en nuestro ámbito noroccidental, la imagen del pastor resulta anacrónica, cuando no provoca, además, sarpullidos. En el primer caso, porque nos hallamos muy lejos de aquella cultura agrícola y ganadera en la que nació; en el segundo, porque nos chirrían las imágenes que se mueven en la clave de autoridad/sometimiento, y que arrastran, con frecuencia, una historia de dominación.

 En concreto, la imagen del pastor evoca, por sí misma, la de la oveja y el rebaño. Y el contraste entre ambas hace aflorar en la conciencia de muchos la contraposición entre autoritarismo, por un lado, y sumisión y alienación (borreguismo), por otro.

 A partir de la modernidad, la autonomía resulta un valor irrenunciable para el ser humano, que ha hecho suya la denuncia de Kant contra los “tutores” y su llamada a la “mayoría de edad”, expresada en el grito “Sapere aude” (atrévete a conocer por ti mismo).

 Parece indudable que la imagen del “pastor” -como, en otros casos, la del “gurú” o del “maestro”– sirvió de pretexto para justificar abusos de diverso tipo, todos ellos basados en el poder que aquellas mismas imágenes otorgaban.

  La experiencia y el mayor conocimiento de la condición humana nos han hecho ver que también los pastores, gurús y maestros tienen su zona de sombras. Y que el hecho de querer negarlas o disimularlas no logra sino convertirlas en más peligrosas.

 Todos somos maestros y discípulos. Todos nos hallamos en un proceso de aprender. Podemos, sin duda, reconocer a personas que nos ayudan y que despiertan lo mejor de nosotros mismos. Pero no será porque se impongan y se empeñen en conducir nuestro camino, sino porque, siendo humildes y transparentes, nos remiten a nuestro propio “maestro interior”.

 No necesitamos pastores, sino compañeros de camino, acompañantes lúcidos y humildes, compartiendo aquello que a cada cual se nos ha regalado experimentar.

¿Escucho y sigo a mi maestro interior?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Eclesiología de emergencia / Volver al Buen Pastor

Domingo, 25 de abril de 2021
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Yo soy el buen pastor.

         El cuarto domingo de Pascua está centrado en la imagen de Cristo con Buen Pastor. Yo soy el Buen Pastor. (Yo soy la puerta / yo soy el Buen Pastor).

         El evangelio de Juan tiene una gran densidad (concentración) cristológica y por eso uno de los ejes centrales de este evangelio es el “Yo soy”, que San Juan lo emplea en más de treinta ocasiones. Con este “leitmotiv” del “yo soy”, San Juan despliega su visión de Cristo (cristología).

El Evangelio de Juan aplica a Jesús el “Yo Soy el que soy” del AT. Yo soy el pan de vida, yo soy el agua, el camino, la verdad, yo soy la luz, yo soy la resurrección, yo soy rey, o simplemente: “Yo soy” (Cuando veáis al Cristo elevado en la cruz sabréis que “yo soy”, en el prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos a la pregunta de los soldados: ¿A quién buscáis?, Jesús responde: “Yo soy”, o tras la resurrección, Jesús les dice a los suyos: no tengáis miedo: “soy yo”.

         En el fondo el evangelio de Juan nos ofrece al Jesús que es. Se trata de una alta cristología que recoge la fe del AT sobre la “identidad” de Dios y se la aplica a Jesús: (Éxodo 3, 14: Yo soy el que soy).

         Es una forma elegante, mayestática de decirnos que Cristo es Dios.

Y quien se acerca al que es, a Cristo, termina siendo. Tras la curación del ciego junto al Templo, los fariseos dudan si es el mismo o no. El ciego dice: “soy yo” (Jn 9,9).

         En tiempos, quizás en situaciones personales de crisis de identidad, de desorientación o de noches oscuras, nos hace bien acercarnos al que es, no al que tiene, sino al que es.

         El salmo 22 es un poema al buen Pastor: Él nos guía por valles de tinieblas, Él camina con nosotros, nada temamos…

¿Quién es el pastor que guía y orienta mi vida? ¿Qué ideologías, de qué líderes políticos, eclesiásticos, deportivos, culturales soy “fan”?

El cristiano no tiene más pastor que el Señor.

  1. Unas comunidades sufrientes y una eclesiología de emergencia y curiosa.

         A finales del siglo I, la iglesia naciente, más en concreto: las comunidades de la tradición de san Juan, sufrieron mucho por dos motivos fundamentales:

  1. Por verse expulsados del Templo y del ámbito judío.[1] De ahí que este evangelio hable de otro rebaño, Jesús, buen Pastor saca las ovejas del Templo, las lleva consigo lejos de los asalariados. Estos cristianos, estas comunidades viven unidas a Cristo, al buen pastor.
  2. Por las primeras incrustaciones “espiritualoides” (gnosticismo griego) en el seno del cristianismo. De ahí que San Juan insista en que el Verbo –Jesús- se hizo hombre, carne, (Jn 1,14). Jesús no fue un “dios del olimpo griego). Así como también Juan repite con frecuencia el “permaneced” en lo que os enseñé desde el comienzo” y no nos despistemos con doctrinas extrañas. Muchos cristianos de la tradición joánica marcharon de la iglesia por su pseudo espiritualismo:

Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son delos nuestros. (1Juan 2,19)

Por estas razones, la eclesiología de Juan es muy personalizada y centrada en Cristo.

Juan no emplea categorías comunitarias, todo se centra en Cristo. Así como en San Pablo encontramos categorías comunitarias para hablar de la iglesia: cuerpo, de Cristo, pueblo, esposa de Cristo, templo, etc. En Juan no hay ideas comunitarias sino más bien se centra en Cristo.

En Juan no aparece la idea de pueblo”, pero “uno “-Jesús- tiene que morir por el pueblo: conviene que uno muera por el pueblo (Jn 11,45-56). San Juan no habla en su evangelio del Reino de Dios (solamente una vez en el diálogo con Nicodemo), pero en cambio +hay Rey: Yo soy rey, (Jn 18,38). Yo soy la vid, permaneced unidos a mí, (Jn 15,55).

La eclesiología, el modo de entender la Iglesia de Juan es eminentemente cristológica: permaneced unidos a la vid (Cristo).

Tres breves conclusiones para tiempos de crisis eclesiástica y pandémica:

  1. En todo momento histórico, cultural, social, habremos de acercarnos a Cristo, al que es, para tratar de ser nosotros también hoy. Muchos esquemas teológicos, eclesiásticos, etc. son perfecta y válidamente cambiables. La Iglesia es una, las eclesiologías puede ser –son- diversas.
  1. En tiempos de turbulencias eclesiásticas nos hará bien centrarnos en Cristo: permanecer en la traditio evangélica y eclesial en que hemos crecido y vivido la fe. Cristiano e iglesia son quienes se acercan y siguen al Señor, al que es.

No es lo mismo lo eclesiástico que lo eclesial. A veces el sistema eclesiástico dista mucho del Evangelio y del Buen Pastor.

Vivamos la eclesialidad en comunión con el Señor.

En situaciones (diócesis como la nuestra) en las que no existe comunión (vita communis: vida común) y cada uno va por su cuenta, porque no hay sinodalidad (cada uno camina por donde puede), la terapia, la salida es permanecer unidos al Buen Pastor, que conoce, cuida y ama a sus ovejas.

  1. Por otra parte, la pandemia que estamos atravesando es –por motivos sanitarios- un hábitat poco comunitario. Vivimos más bien aislados, confinados, en una cierta soledad. Apenas si podemos reunirnos en los templos y grupos. Son momentos de vivir en una “eclesiología de emergencia”. Nuestra eclesiología no consiste en calcular bien el “aforo” permitido en el templo, sino en vivir unidos a Cristo nuestro Buen Pastor, que es la vid de donde nos viene la savia. Habremos de vivir la eclesialidad en nuestro interior, unidos al Señor. Entre el Buen Pastor y los cristianos existe una relación personal de conocimiento íntimo, profundo. El Buen Pastor siempre está con nosotros hasta dar la vida por nosotros: Conozco a mis ovejas y las mías me conocen … doy la vida por ellas.
  1. Asalariados, ladrones y “saltaparapetos”.

En el transfondo de esta parábola del Buen pastor está el capítulo 34 de Ezequiel. El profeta hace una crítica fortísima a los falsos pastores de entonces y de ahora:

Habéis explotado y os habéis aprovechado del pueblo (a las ovejas), en vez de ayudarlo.

No habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida: no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Las ovejas se han dispersado.

Pero llegará un día en que Yo tomaré a las ovejas y buscaré a las perdidas. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado

Ezequiel vivió en el siglo VI a.C., pero parece que las cosas se repiten en la historia. ¿Cuidamos hoy de las ovejas enfermas y débiles? (Sanidad). ¿Ayudamos a las ovejas perdidas? (Educación). La situación que critica Ezequiel la vemos y vivimos todos los días. Es triste, doloroso cuando esas cosas se hacen con los más pobres y débiles de la tierra.

¡Qué mal suena expresión asalariados! (al menos suena mal en el sentido en el que el evangelio usa esta palabra). Asalariados de las ideologías, de las grandes cadenas informativas: prensa, radio, tv., asalariados y “carreristas” en el mundo eclesiástico.

La primera carta de Pedro dice:

Quiero aconsejar ahora a los responsables de vuestras comunidades, yo que comparto con ellos ese mismo ministerio y soy testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe ya de la gloria que ha de revelarse: Cuidad de las ovejas de Dios que os han sido confiadas; hacedlo de buena voluntad, como Dios quiere, y no a la fuerza o por ambición de dinero. Realizad vuestro trabajo de buena gana, no como déspotas con quienes están a vuestro cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos. (1Pedro 5,1-3)

  1. Somos pastores.

Por una cierta analogía podemos pensar que estamos llamados a ser pastores en la vida y hemos de procurar hacerlo lo mejor posible y con responsabilidad, no sea que nos convirtamos en asalariados que trabajamos por el dinero y no por la noble tarea de cuidar del rebaño, del pueblo, de la comunidad cristiana:

  • Los padres de familia son pastores de sus hijos, de su familia. Los hermanos mayores tiene casi espontáneamente una misión de ser guías de sus hermanos. (¡Cuidado con ser Caín y Abel o con vender al hermano menor: José!). Hay que cuidar mucho los primeros valores: acogida, amor, -los padres son quienes transmiten la bondad y la vida del Buen Pastor- criterios de educación, trabajo, los estilos -esquemas- de vida, el diálogo sobre todo a ciertas edades: la acogida de la vida inicial, la adolescencia, la elección del centro de estudios, la formación humanista, en nuestro caso, la formación cristiana.
  • Los profesores en el mundo educativo son guías que orientan a los niños, jóvenes. Tener 20 ó 30 niños o jóvenes en un aula y durante tantas horas y años supone una gran responsabilidad de los padres y de los profesores. Un niño abandonado a su suerte, está perdido. ¿Y unos niños, unas generaciones abandonados a los planes educativos actuales?
  • Un buen médico es un buen pastor y no solamente porque sea científicamente competente, sino porque un buen médico enseña a vivir.
  • Los psiquiatras, los psicólogos, un abogado sensato, etc. son auténticos pastores.
  • Pastores en la Iglesia. Aquellos que tienen responsabilidades en la Iglesia son también pastores de la comunidad cristiana, y no “gobernadores civiles”, lo cual constituye una gran tarea personal, moral, de formación, de servicio
  • Los medios de comunicación: periodistas y “tertulianos”, internet son también pastores de la sociedad. Al fin y al cabo los medios de comunicación (quizás más que la misma Universidad) son el nuevo Sinaí o el nuevo ágora del siglo XXI. Sobre todo hoy en día una sociedad funciona y se rige por los criterios que dictan los medios de comunicación. Los valores, los estilos de vida, las pautas de comportamiento de los grupos humanos son los que emiten las cadenas de televisión.
  1. Gracias a los pastores de nuestra vida.

         Este domingo del Buen Pastor puede ser una buena ocasión para dar gracias a Dios por los “buenos pastores” que hemos tenido en la vida. Un recuerdo agradecido a nuestros padres, a nuestros hermanos, algún sacerdote que nos encauzó en la vida, algún médico, psicólogo que nos descubrió facetas de nuestra personalidad y nos enseñó a vivir, algún compañero o amigo que nos acogió, quizás nos guio, algún profesor que nos enseñó más que “cosas”, nos enseñó con su testimonio a trabajar a vivir.

  1. Volver al Buen Pastor.

         Posiblemente estemos en un momento en el que nos es urgente volver a la fuente de la vida, al Buen Pastor. Quizás nos estamos perdiendo en mantener cuadros eclesiásticos, cuando lo que importa es vivir unidos a la Vida, seguir al Buen Pastor, pues de Él nos viene el agua, la vida, la verdad, la paz.

Andabais descarriados como ovejas,

pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras vidas.

(1Ped 2,25)

[1] Tras la destrucción de Jerusalén y el Templo por parte de Roma (Tito – Pompeyo) en el año 70 d.C, los judíos celebraron una gran reunión en Yamnia (actual Jafa). Se le denomina el concilio o asamblea de Yamnia y en esta reunión acordaron principalmente dos cosas: fijar el canon de los libros que constituyen el AT y la expulsión de los seguidores de Jesús (Iglesia) del ámbito judío.  Es el caso de las comunidades de Juan.

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