Tengo miedo
Del blog Nova Bella:
Tengo miedo del encuentro con el pasado
que vuelve a enfrentarse con mi vida.
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Del blog Nova Bella:
Tengo miedo del encuentro con el pasado
que vuelve a enfrentarse con mi vida.
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Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:
20.10.2022
No pude reconocer las calles que aquella tarde
decidí recorrer para silenciar la nostalgia.
Ya no eran las de antes,
las que disfrutaba con la mirada bañada de asombro,
con el aliento entrecortado
por lo que a cada instante resultaba inédito.
Ha desaparecido mi colegio,
cuyas ventanas asomaban
por los bajos de un edificio de pisos.
También la mercería donde compraba las cremalleras
y las bobinas de hilos de colores, para que mi madre
terminara los trajes que la encargaban.
Y la panadería, con su mostrador de mármol,
se ha transformado en una pequeña frutería
donde despacha un joven de Bangladesh.
Han ocultado también los charcos que pisaba
con mis botas de hule,
bajo una gruesa capa de oscuro asfalto.
Y en el lugar que ocupaba mi casa baja,
con su entrada de arena, su fuente y su higuera,
ahora se alza un bloque de viviendas
donde los vecinos apenas se saludan…
Los recuerdos se agolpan en mi mente,
pero ya no son los mismos lugares
a los que se aferraba la memoria.
Algo más viejo que antes de llegar,
los pies lentos, cansados, retoman la senda
del hogar que ahora me cobija,
donde solo quedan fotos de color sepia,
con la apagada claridad de una infancia
que se desvanece tras la niebla de los días.
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MiguelÁngel Mesa
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Del blog Nova Bella:
El pasado late dentro de mi como un segundo corazón
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La iglesia celebra hoy la Fiesta del Buen Pastor de la que he tratado en algunos escritos y muchas páginas de un Diccionario de la Biblia.
Esta imagen y fiesta está tomada del Evangelio de Juan (Jn 10, 11-18), donde el Buen Pastor no “guarda” ovejas, sino que ama a personas: Las “conoce”, dialoga y comparte la vida con ellas. Esta imagen del Buen Pastor que conoce y es conocido/amado por ovejas que ya no son ovejas sino personas es la clave final del Evangelio de Juan (Jn 21).
No todos entienden esta imagen/tarea del Buen Pastor de igual forma, de manera que (sobre todo a partir del siglo XI) ha surgido la visión de un Pastor Jerarca con “sacra potestad” sobre las ovejas, de la que está tratando estos días en la Facultad de Teología de San Dámaso el antiguo Obispo-Cardenal de Madrid.
No quiero discutir aquí sobre cuestiones de potestad jurídica de algunos pastores eclesiales, sino que presentaré el tema a partir del evangelio (Jn 10, Jn 21), para fijarme después en la interpretación de San Juan de la Cruz, que es, a mi juicio, quien mejor lo ha entendido en el último milenio de vida de la Iglesia, cuando dice que “el pastor de Jesús no guarda ganado, pues sólo en amar es su ejercicio”.
| X Pikaza
10, 11-18. Yo soy el Buen Pastor. Evangelio del Domingo.
En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor.El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.
Pedro ¿me amas? Pastorea mis ovejas (Jn 11, 25-19)
Las palabras anteriores han escandalizado a muchos en la iglesia antigua, lo mismo que siguen escandalizando hoy día a muchos cristianos (incluso cardenales) partidarios de una “sacra potestas” jurídica por encima de la libertad y comunión interhumana. Por eso, muchos, partidarios de un “pastoreo duro” (propio de un Testamento Antiguo, encima mal interpretado) apelaban a Pedro como pastor-pastor, por encima de estas “veleidades” libertarias y amorosas de del Discípulo Amado, exigiéndole que se aclarara (=que rechazara lo que había dicho en el Cap. 10 del evangelio, sobre el Buen Pastor). El discípulo amado acepta el reto e interpreta lo antes dicho, en la página final de su evangelio:
Después de haber comido, Jesús dijo a Pedro:
– Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos. Y le respondió: Si, Señor, tu sabes que te quiero. Y le respondió Jesús: Apacienta mis corderos/carneros.
– Y le dijo por segunda vez: Simón, hijo de Juan ¿me amas? Él le responde: Si, Señor, tú sabes que te quiero. Y le dijo: Apacienta mis ovejas.
– Y le dijo por tercera vea: Simón, hijo de Juan ¿me quieres? Y se entristeció Pedro porque le preguntara por tercera vez ¿me quieres? Y le respondió, tú sabes todo, y conoces que te quiero. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15-17).
No voy a comentar este pasaje por entero, sólo a precisar tres cosas, a partir de lo que he dicho. En la iglesia de Pedro son muchos los que dudan de esta comunidad del Discípulo amado, y le exigen que acepte la autoridad oficial. El Discípulo amado y su comunidad la aceptan, pero sólo después de un “examen” que ellos hacen (con Jesús) a Pedro, con estos cinco rasgos:
Primera interpretación de san Juan de la Cruz (CB 2).
Como he dicho, San Juan de la Cruz ha sido a mi juicio el que mejor a interpretado esta experiencia y tarea del Buen Pastor, cuya mejor imagen y signo en este mundo no es un pastor-jerarca (papa, obispo o presbítero), sino una mujer que ama, una “pastora de Jesús”, esto es, una persona que quiere hacer el camino de amor que Jesús le pide a Pedro en Jn 21. Ella quiere hacer el camino de Jesús (pastor/ciervo de CB 1), y empieza preguntando a los pastores más sabios (presbíteros, obispos, papas) para que le digan por donde anda Jesús, que le ayuden a encontrarle.
− Había en tiempos de SJC pastores bucólicos,cumpliendo una función literaria, desde los clásicos grecolatinos (Teócrito, Virgilio), con la poesía toscana o castellana del XV-XVI, hasta Don Quijote, caballero de justicia y pastor enamorado. Con amigas y zagales, en la limpia campiña, estos pastores representan una protesta frente a la cultura urbana. Pues bien, la amante pastora les pregunta, pero no recibe respuesta de ellos.
− Pastores ministros de Iglesia. Ciertamente, la amante pastora les pregunta, pero tampoco obtiene respuesta de ellos. Quiero repetirlo: La amante pastora del camino de Jesús, busca la ayuda de los “pastores de oficio”, como sería incluso Pedro, a quien Jesús le ha pregunta tres veces “me amas”, pero no recibe ayuda. Tiene que hacer su camino a solas.
– ¿Habrá otros pastores que pueden ayudar a nuestra amante buscadora? Algunos le han dicho que hay quizá “Pastores del Ser”, como el filósofo Heidegger decía y quería, en oriente y occidente, entre los hindúes o los americanos y alemanes o rusos. Pero nadie le responde, nadie sabe decirle cómo hacer el camino del amor
Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:
En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este domingo, y hasta la Ascensión, las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio de Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.
No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas: Piedra angular para hablar de Jesús (1ª lectura); Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros (2ª lectura); pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros (evangelio). Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo (pasado, presente y futuro) de Jesús y de nosotros.
Pasado y presente de Jesús (Hechos 4,8-12)
El domingo pasado leímos parte del discurso pronunciado por Pedro después de la curación de un paralítico, atribuida a Jesús, condenado a muerte por las autoridades pero resucitado por Dios. Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos se irritan al escuchar sus palabras, y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan. La respuesta de Pedro es la siguiente:
En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:
-Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos.
Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Solo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado al paralítico y el único que puede salvarnos a todos nosotros.
Presente y futuro del cristiano (1 Juan 3, 1-2)
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios. Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza con Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro, cuando veamos a Dios cara a cara. Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos de un deportista famoso o de un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con nosotros.
Pasado y futuro de Jesús (Juan 10, 11-18)
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».»
La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como «el buen pastor» debería haber dicho: bueno y excepcional.
Este pasaje concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían formando en países paganos, y a todos nosotros.
Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor, nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos ha hecho.
“Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí…”
Hoy nos encontramos con el buen pastor. No un buen pastor, sino el Buen Pastor por excelencia, el que da su vida por las ovejas.
Bien… Aquí vemos a Jesús poniendo un ejemplo para describirse a sí mismo. ¿Qué ocurre? Que ese ejemplo es muy válido para la gente que lo seguía, pero para nosotras no tanto. Vivimos en otro tiempo, otro lugar y otra cultura. No es de extrañar que nos perdamos algo de lo que nos quiere decir Jesús.
Seguramente te haya pasado alguna vez que estando en oración, o incluso en algún momento de la jornada, te “haya venido” alguna idea o ejemplo sobre el evangelio que no te estaba diciendo gran cosa, y de repente, como que lo ves todo más claro. No se trata de que seas una iluminada sino de que Dios nos conoce perfectamente, mucho mejor que nosotras mismas, y sabe qué necesitamos, qué no entendemos, qué andamos “rumiando” en nuestro corazón… nos conoce como el buen pastor a sus ovejas, a cada una de ellas.
Una vez orando este evangelio, mi pensamiento se llenó de un “¡qué poco me estás diciendo, Señor!” y un rato despues me vino un recuerdo, mejor dicho, Dios me puso delante un recuerdo, un sentimiento, este ejemplo. Las primeras veces que mi hermana y yo nos quedábamos solas en casa, nos daba miedo que alguien llamara al timbre y, además de no abrir, llegábamos incluso a quedarnos muy quietas y contener la respiración para que “alguien” no nos oyera (como si la puerta fuera transparente). Realmente nos agarrotábamos. Pero, todo cambiaba, cuando oíamos en la escalera la voz de José, el portero de nuestro bloque. Era un hombre muy servicial, atento, entrañable, fiable… en fin; cuando estábamos solas en casa nos alegraba y tranquilizaba mucho oír, y con ello saber, que él andaba por la escalera, velando por los vecinos, especialmente, por la chiquillería del portal y los señores mayores que vivían solos.
Si haces un poco de memoria, seguramente reconozcas a Jesús como el Buen Pastor, en más de una persona que te haya acompañado o esté acompañando en tu vida. Traelas al corazón con agradecimiento.
Oración
Trinidad Santa, abre nuestra escucha a tu voz. A tu silbido de Buen Pastor.
Amén.
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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
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Este texto está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los fariseos, después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la puerta, es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado, no está dispuesto a dar la vida por ellas. No se trata de una propuesta anodina sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio del pueblo es contrario a Dios. Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos salimos del tema pascual, la Vida.
No es verosímil que Jesús se declarara pastor de nadie. Este evangelio se escribió setenta años después de morir Jesús y nos cuenta no lo que dijo sino lo que aquellos cristianos pensaban de Jesús. Ellos sí se sentían dirigidos por Jesús e intentaban seguir sus directrices. En el AT el título se aplicaba a Dios o a los dirigentes. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre propio. De ellas dependía el sustento de la familia.
El pastor modelo está en contraposición con el mercenario. El pastor, que es dueño de las ovejas, actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le traen sin cuidado. En (4 Esd 5,18) dice: “No nos abandones como pastor a su rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la del ladrón y bandido, que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (Jn 11,52)
La imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes, muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber. Se aplicó al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él mismo a su rebaño. La única idea original de Jn es la de dar la vida por las ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como servicio a los hombres. No se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera de trasmitir lo que aquellos cristianos pensaban sobre él.
Yo soy el buen pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad o dulzura. La traducción oficial devalúa la expresión. “Bueno” en griego, sería agathos. Kalos significa bello, ideal, excelente, único en su género. Denota perfección suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná, Jn 2,10). Pastores “buenos” puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y de los sacerdotes no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes no tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio.
El buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: “bios”, “zoê” y “psukhê”. No significan lo mismo, y por eso pueden causar confusión. Psukhên significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos. “Tithesin” no significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente, Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús se desvive por los demás.
Desvivirse: Mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona (DRAE). Es exactamente lo que quiere decir aquí Juan de Jesús. La entrega de la vida física es la manifestación extrema de su continua entrega durante toda su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la comunicación plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos conceda algo venido de fuera. Se trata de que su Vida, puesta al servicio de todos, prende y se desarrolla en nosotros.
Conozco a las mías y las mías me conocen. No se trata de un conocimiento a través de los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participación del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-amor lo compara con el que existe entre Jesús y el Padre. La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino una experiencia-vivencia de amor.
Tengo otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Juan su evangelio en el amplio contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel desaparecen. Ya en el prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”. Nada que ver con creernos elegidos o pensar en un Dios propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa reivindicación de una exclusividad de Dios.
Un solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción “y” o preposición “con” entre los dos términos, indica que la relación entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía. Jesús, como fuente de Vida, es el aglutinante que constituye la comunidad como tal. No puede ser encerrada en institución alguna. Su base es la naturaleza del hombre acabado por el Espíritu que da cohesión interior. Jesús no ha creado un corral donde meter sus ovejas; todos los hombres forman parte de su rebaño.
El dar Vida empalma con el tiempo de Pascua, porque la experiencia pascual es que Jesús les comunica Vida. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer nuestra esa Vida. Se trata de la misma Vida de Dios. “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí”. El que me come, quiere decir el que me hace suyo, el que se identifica con mi manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Si Jesús es pan de Vida, no es porque lo comemos sino porque nos dejarnos comer.
En la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos dispuestos a desvivirnos por los demás. El salir de sí mismo e ir a los demás para potenciar sus Vidas no depende de las circunstancias; es un movimiento que tiene su origen en esa misma Vida. El amor que nos pidió Jesús está reñido con cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco interés o simpatía visceral.
Meditación-contemplación
“Yo doy mi vida por las ovejas”.
No se trata de dar la vida muriendo,
sino de poner toda tu vida al servicio de los demás.
Solo lo que se da, se gana.
Todo lo que se guarda, se pierde.
Fray Marcos
Fuente Fe Adulta
El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal. Pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye (Pablo D’Ors)
Domingo IV de Pascua
Jn 10, 11-18
-Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas
Cinco veces aparece en el Evangelio la expresión redentora de “da la vida por sus ovejas”. Aunque la realidad salvadora, la cumplió Jesús en el mundo en “dar la vida a” más que en “darla por”. El nuevo rebaño –o comunidad mesiánica- con acceso a la salvación (alcanzar la plenitud humana) la otorga el buen pastor comunicando vida a su rebaño: “Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia”, dice Juan en el versículo diez del citado décimo capítulo.
A partir de aquí surgen relaciones de mutuo conocimiento, amor y comunión entre Jesús y sus discípulos. Relaciones mantenidas entre todo verdadero Maestro espiritual y seguidores. La palabra religión, de re-ligare -volver a unir- es re-ligazón con el Absoluto, “que irrumpe en nuestras vidas creando unión –comunión- con Él, con todo lo humano y también con el cosmos“, como escribe el acreditado teólogo granadino Manuel Gª Hdez, en su última obra Ensayo sobre la vida y espiritualidad. (Ed. Desclée de Brouwer, 2015).
El Nuevo Testamento retoma y aplica a la figura de Jesús –Marcos 12, 10, Hechos 4, 11 y Primera de Pedro 2, 7- la imagen de la piedra angular del edificio cantada por el Salmista y constituido por cuantos escuchan y siguen su doctrina. Una mansión construida al margen de los cánones legales establecidos y, en consecuencia, deshechada por los arquitectos oficiales.
El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal, pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye. Lo sabemos todos y de modo particular, debieran conocerlo los propios interesados. Pues como señala D’Ors en otro momento, y en una dimensión cósmica: “Todo lo que haces a los demás seres y a la naturaleza te lo haces a ti” (Pablo D’Ors, Biografía del Silencio, Ed. Siruela).
Desde esta perspectiva evangélica se funden y confunden ovejas y pastores. Jesús delegó en cada uno de sus seguidores la vigilancia de no contaminación, y el mantenimiento y pertinente desarrollo del edificio del Reino. Desde entonces Jesús somos nosotros. Para llevar a cabo tan vital tarea, el mejor aparejo nos lo brinda el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “Redescubrir la Iglesia y la alegria de ser cristianos”.
En su homilia del pasado Jueves Santo indicó a los sacerdotes que no pueden ser “pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos”. Y reiteró la necesidad que tiene la sociedad de pastores “con olor a oveja” y “sonrisa de padre”. Que no tienen nada que ver con esos “que huelen a perfume caro y te miran de lejos desde arriba”. Con similar talante no es posible dar vida alguna a las ovejas.
Colaborar en la misión de que todos tengan vida y la tengan en abundancia es tarea que a todos nos afecta. Un extraño concierto de ideas sembradas en surcos terrenales que debiera ser forma de vida para todos.
LA ALONDRA: UNA MANERA DE PENSAR
Soñé también que alondra era
sobre la era de un pueblo en La Ribera
castellano-leonesa del Bernesga.
Un punto allá en el cielo,
bendiciendo trigales con sus versos.
Los labriegos buscaban su cantar
y su figura en las alturas.
Mas sólo la veían las miradas
comprometidas con lo que cantaba.
……………………….
Admirados un día se quedaron
todos los del pueblo.
Se anunciaba:
“El Búho y la Alondra darán juntos
un extraño concierto”.
Se reunieron todos en la era,
que era un comunal espacio.
Actuaban el Búho Soliloquio
y la Alondra del pueblo ribereño.
Entonaron celestiales ideas
sembradas en besanas terrenales.
Les escucharon todos y aplaudieron,
porque lo que cantaron
¡era Forma de Vida para Todos!
También estaba Dios en el teatro.
(SOLILOQUIOS, Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
Jn 10, 11-18
En las democracias actuales, podría parecer que los líderes, jefes y dirigentes actúan en favor de los pueblos, pues no se imponen como si fueran imprescindibles para la comunidad sino que son elegidos. Mas el asunto es algo más complejo. A lo largo de la historia se constata que las actitudes de éstos, inspiradas casi siempre en la voluntad de poder y de dominio, se van alejando paulatinamente de los principios fundamentales del Bien Común general y la convivencia respetuosa. ¿No son éstos capaces de llegar a acuerdos y recuperar el diálogo social que benefician mayormente a las personas que viven y trabajan en un mismo país?
También en la Iglesia se corre este riesgo, es decir, que los servidores se conviertan en gobernadores y que el trabajo pastoral se confunda con el ejercicio de un poder. Francisco insiste en que no se puede poner un beneficio particular o propio por encima del bien común, y la Doctrina Social nos recuerda sus dos pilares: la dignidad de la persona y el bien común. Pero, lamentablemente, no parece que vayamos por este camino. Ni en la sociedad civil ni en la Iglesia.
La actitud de Jesús en cuanto Pastor, nunca se acaba de aprender. El líder verdadero o el pastor bueno es el que sabe dejar de serlo en beneficio del pueblo. De hecho, da la vida por él, por los demás; no es buen pastor aquel que manipula o vive a costa del rebaño sembrando la división o el odio e incluso entrando en abierta confrontación con otros pastores para conservar su liderazgo, sus votos. El verdadero dirigente ayuda a que la comunidad sea capaz de afrontar responsablemente su propio destino. Jesús, el Buen Pastor, alienta, exhorta y sostiene al ser humano para que se haga pastor de su propia vida, en solidaridad con los demás, con sus hermanos, e incluso con las “ovejas” de otros rediles.
La autoridad, pues, en la sociedad y en la Iglesia es un servicio comprometido, exigente, no exento de sinsabores y, llegado el caso, expuesto a dar la vida en defensa de la comunidad, de los hombres y mujeres que integran el pueblo de Dios, con sus luces y sus sombras. Jesús encarna el modelo ideal, único de Pastor. Hemos oído hasta la saciedad, que los pastores en la Iglesia son los sacerdotes y obispos y el resto del pueblo, ovejas, borregos. Nada más lejos de lo que nos quiere decir el texto evangélico. Todos somos ovejas del mismo y Único Pastor. Jesús da la vida, es decir, se arriesga, se ofrece él mismo y se implica, desde el inicio de su vida pública, en la liberación y el servicio a los demás, especialmente a los más vulnerables. Se desvive por todos y esa entrega, por amor, se manifiesta día a día.
El vínculo íntimo, profundo que se da entre Cristo resucitado, oculto, y la persona, objeto de su entrega y su amor incondicional, es el conocimiento mutuo que va haciéndose cada vez más perfecto e intenso en virtud del Espíritu que habita en cada ser humano. Y ese vínculo de amor no puede tener otro fin que el llegar a hacerse UNO como el Padre y el Hijo son UNO.
Los lobos, ladrones y oportunistas están al acecho de las almas-ovejas que, distraídas en enredos mentales o ídolos engañosos, no se prestan a escuchar la voz del Pastor, de la Verdad. Mas, llegada su hora, también éstas serán atraídas hacia el Amor, destino final de todas las almas-ovejas.
La división de los cristianos en rebaños diferentes y antagónicos se debe en parte a planteamientos interesados y egoístas por parte de algunos “pastores”. El verdadero centro del ecumenismo o, mejor, del panenteísmo será el compromiso decidido a favor del “rebaño”, como quiera que se llame. (“La creencia de que el Ser de Dios influye y penetra todo el universo, de tal modo que cada parte de éste existe en Él, pero este Ser es más que, y no se agota en, el universo“. Es un modelo de relación libre, recíproca: Dios en el mundo y el mundo en Dios, al tiempo que cada uno sigue siendo distinto. La relación es mutua, aunque las diferencias existen y son respetadas. La absoluta diferencia entre Creador y creatura queda envuelta y abrazada por Dios, que es todo en todo).
La condición de Hijo/a de Dios es gratuitamente ofrecida a todo ser humano. Éste, a lo largo de su vida, buscará en su interior el camino que le conduce hacia Él.
Sin duda, todos hemos conocido y conocemos personas que se han des-vivido y han amado “hasta el extremo”, dándonos ejemplo y enseñándonos que, aun con las limitaciones humanas, es posible darse con generosidad, amar con gratuidad, actuar con valentía, defender lo débil, lo pequeño, lo vulnerable, lo perdido.
Decir hoy Resurrección, significa reconstruir entendimientos, superar desacuerdos, recuperar los sueños rotos, la utopía del ser cristiano, renovar las relaciones humanas, rescatar, a través de diferentes medios, las vidas en peligro, apostar por los crucificados de la historia.
“Creer en la resurrección es un compromiso liberador en el aquí y ahora, haciendo posible una nueva humanidad de justicia y equidad”. “Es, asimismo, liberación de todo tipo de esclavitudes interiores, rencores, xenofobias, supremacismos, odios, ataduras al pasado, miedos, pensamientos tóxicos, preocupación por cosas que no tienen sentido, obsesión por acumular dinero, prestigio y placeres”, como señala atinadamente, Fernando Bermúdez López.
Decir Buen Pastor es escuchar Su Voz, hacernos partícipes de su Presencia viva en medio de nosotros, sin hacer discriminaciones por razón de sexo, raza, etnia, género, estatus social, motivos religiosos, diferencias físicas, políticas, de edad, etc. (Hch 10,34 ss). En definitiva, es creer que así me conoce a mí, con mis sueños y mis desolaciones, con mis talentos y mis limitaciones. ¿Me dejo/nos dejamos cuidar por Él?
¡Shalom!
Mª Luisa Paret
Para la gran mayoría de nuestros contemporáneos, al menos en nuestro ámbito noroccidental, la imagen del pastor resulta anacrónica, cuando no provoca, además, sarpullidos. En el primer caso, porque nos hallamos muy lejos de aquella cultura agrícola y ganadera en la que nació; en el segundo, porque nos chirrían las imágenes que se mueven en la clave de autoridad/sometimiento, y que arrastran, con frecuencia, una historia de dominación.
En concreto, la imagen del pastor evoca, por sí misma, la de la oveja y el rebaño. Y el contraste entre ambas hace aflorar en la conciencia de muchos la contraposición entre autoritarismo, por un lado, y sumisión y alienación (borreguismo), por otro.
A partir de la modernidad, la autonomía resulta un valor irrenunciable para el ser humano, que ha hecho suya la denuncia de Kant contra los “tutores” y su llamada a la “mayoría de edad”, expresada en el grito “Sapere aude” (atrévete a conocer por ti mismo).
Parece indudable que la imagen del “pastor” -como, en otros casos, la del “gurú” o del “maestro”– sirvió de pretexto para justificar abusos de diverso tipo, todos ellos basados en el poder que aquellas mismas imágenes otorgaban.
La experiencia y el mayor conocimiento de la condición humana nos han hecho ver que también los pastores, gurús y maestros tienen su zona de sombras. Y que el hecho de querer negarlas o disimularlas no logra sino convertirlas en más peligrosas.
Todos somos maestros y discípulos. Todos nos hallamos en un proceso de aprender. Podemos, sin duda, reconocer a personas que nos ayudan y que despiertan lo mejor de nosotros mismos. Pero no será porque se impongan y se empeñen en conducir nuestro camino, sino porque, siendo humildes y transparentes, nos remiten a nuestro propio “maestro interior”.
No necesitamos pastores, sino compañeros de camino, acompañantes lúcidos y humildes, compartiendo aquello que a cada cual se nos ha regalado experimentar.
¿Escucho y sigo a mi maestro interior?
Enrique Martínez Lozano
Fuente Boletín Semanal
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
El cuarto domingo de Pascua está centrado en la imagen de Cristo con Buen Pastor. Yo soy el Buen Pastor. (Yo soy la puerta / yo soy el Buen Pastor).
El evangelio de Juan tiene una gran densidad (concentración) cristológica y por eso uno de los ejes centrales de este evangelio es el “Yo soy”, que San Juan lo emplea en más de treinta ocasiones. Con este “leitmotiv” del “yo soy”, San Juan despliega su visión de Cristo (cristología).
El Evangelio de Juan aplica a Jesús el “Yo Soy el que soy” del AT. Yo soy el pan de vida, yo soy el agua, el camino, la verdad, yo soy la luz, yo soy la resurrección, yo soy rey, o simplemente: “Yo soy” (Cuando veáis al Cristo elevado en la cruz sabréis que “yo soy”, en el prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos a la pregunta de los soldados: ¿A quién buscáis?, Jesús responde: “Yo soy”, o tras la resurrección, Jesús les dice a los suyos: no tengáis miedo: “soy yo”.
En el fondo el evangelio de Juan nos ofrece al Jesús que es. Se trata de una alta cristología que recoge la fe del AT sobre la “identidad” de Dios y se la aplica a Jesús: (Éxodo 3, 14: Yo soy el que soy).
Es una forma elegante, mayestática de decirnos que Cristo es Dios.
Y quien se acerca al que es, a Cristo, termina siendo. Tras la curación del ciego junto al Templo, los fariseos dudan si es el mismo o no. El ciego dice: “soy yo” (Jn 9,9).
En tiempos, quizás en situaciones personales de crisis de identidad, de desorientación o de noches oscuras, nos hace bien acercarnos al que es, no al que tiene, sino al que es.
El salmo 22 es un poema al buen Pastor: Él nos guía por valles de tinieblas, Él camina con nosotros, nada temamos…
¿Quién es el pastor que guía y orienta mi vida? ¿Qué ideologías, de qué líderes políticos, eclesiásticos, deportivos, culturales soy “fan”?
El cristiano no tiene más pastor que el Señor.
A finales del siglo I, la iglesia naciente, más en concreto: las comunidades de la tradición de san Juan, sufrieron mucho por dos motivos fundamentales:
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son delos nuestros. (1Juan 2,19)
Por estas razones, la eclesiología de Juan es muy personalizada y centrada en Cristo.
Juan no emplea categorías comunitarias, todo se centra en Cristo. Así como en San Pablo encontramos categorías comunitarias para hablar de la iglesia: cuerpo, de Cristo, pueblo, esposa de Cristo, templo, etc. En Juan no hay ideas comunitarias sino más bien se centra en Cristo.
En Juan no aparece la idea de pueblo”, pero “uno “-Jesús- tiene que morir por el pueblo: conviene que uno muera por el pueblo (Jn 11,45-56). San Juan no habla en su evangelio del Reino de Dios (solamente una vez en el diálogo con Nicodemo), pero en cambio +hay Rey: Yo soy rey, (Jn 18,38). Yo soy la vid, permaneced unidos a mí, (Jn 15,55).
La eclesiología, el modo de entender la Iglesia de Juan es eminentemente cristológica: permaneced unidos a la vid (Cristo).
Tres breves conclusiones para tiempos de crisis eclesiástica y pandémica:
No es lo mismo lo eclesiástico que lo eclesial. A veces el sistema eclesiástico dista mucho del Evangelio y del Buen Pastor.
Vivamos la eclesialidad en comunión con el Señor.
En situaciones (diócesis como la nuestra) en las que no existe comunión (vita communis: vida común) y cada uno va por su cuenta, porque no hay sinodalidad (cada uno camina por donde puede), la terapia, la salida es permanecer unidos al Buen Pastor, que conoce, cuida y ama a sus ovejas.
En el transfondo de esta parábola del Buen pastor está el capítulo 34 de Ezequiel. El profeta hace una crítica fortísima a los falsos pastores de entonces y de ahora:
Habéis explotado y os habéis aprovechado del pueblo (a las ovejas), en vez de ayudarlo.
No habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida: no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Las ovejas se han dispersado.
Pero llegará un día en que Yo tomaré a las ovejas y buscaré a las perdidas. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado
Ezequiel vivió en el siglo VI a.C., pero parece que las cosas se repiten en la historia. ¿Cuidamos hoy de las ovejas enfermas y débiles? (Sanidad). ¿Ayudamos a las ovejas perdidas? (Educación). La situación que critica Ezequiel la vemos y vivimos todos los días. Es triste, doloroso cuando esas cosas se hacen con los más pobres y débiles de la tierra.
¡Qué mal suena expresión asalariados! (al menos suena mal en el sentido en el que el evangelio usa esta palabra). Asalariados de las ideologías, de las grandes cadenas informativas: prensa, radio, tv., asalariados y “carreristas” en el mundo eclesiástico.
La primera carta de Pedro dice:
Quiero aconsejar ahora a los responsables de vuestras comunidades, yo que comparto con ellos ese mismo ministerio y soy testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe ya de la gloria que ha de revelarse: Cuidad de las ovejas de Dios que os han sido confiadas; hacedlo de buena voluntad, como Dios quiere, y no a la fuerza o por ambición de dinero. Realizad vuestro trabajo de buena gana, no como déspotas con quienes están a vuestro cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos. (1Pedro 5,1-3)
Por una cierta analogía podemos pensar que estamos llamados a ser pastores en la vida y hemos de procurar hacerlo lo mejor posible y con responsabilidad, no sea que nos convirtamos en asalariados que trabajamos por el dinero y no por la noble tarea de cuidar del rebaño, del pueblo, de la comunidad cristiana:
Este domingo del Buen Pastor puede ser una buena ocasión para dar gracias a Dios por los “buenos pastores” que hemos tenido en la vida. Un recuerdo agradecido a nuestros padres, a nuestros hermanos, algún sacerdote que nos encauzó en la vida, algún médico, psicólogo que nos descubrió facetas de nuestra personalidad y nos enseñó a vivir, algún compañero o amigo que nos acogió, quizás nos guio, algún profesor que nos enseñó más que “cosas”, nos enseñó con su testimonio a trabajar a vivir.
Posiblemente estemos en un momento en el que nos es urgente volver a la fuente de la vida, al Buen Pastor. Quizás nos estamos perdiendo en mantener cuadros eclesiásticos, cuando lo que importa es vivir unidos a la Vida, seguir al Buen Pastor, pues de Él nos viene el agua, la vida, la verdad, la paz.
Andabais descarriados como ovejas,
pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras vidas.
(1Ped 2,25)
[1] Tras la destrucción de Jerusalén y el Templo por parte de Roma (Tito – Pompeyo) en el año 70 d.C, los judíos celebraron una gran reunión en Yamnia (actual Jafa). Se le denomina el concilio o asamblea de Yamnia y en esta reunión acordaron principalmente dos cosas: fijar el canon de los libros que constituyen el AT y la expulsión de los seguidores de Jesús (Iglesia) del ámbito judío. Es el caso de las comunidades de Juan.
***
Del blog Nova Bella:
“Todo santo tiene
un pasado
y todo pecador
tiene un futuro”
*
Oscar Wilde
***
ECLESALIA, 18/11/19.- Hay un espacio en el tiempo que llamo “entre el sueño y el no-sueño” en el que suceden cosas, aunque a veces no seamos conscientes.
En la noche es ese instante en el que estamos entrando en el sueño, pero todavía no estamos dormidos… ¡Ahí, suceden cosas!
En el amanecer, en el casi trágico momento “antes-de-que-suene-el-despertador”, justo en ese instante en que nos desperezamos del sueño pero todavía no estamos despiertos… ¡También suceden cosas!
No te lo niegues, déjate hacer, porque…
Entre el sueño y el no sueño
suceden cosas.
Entre el sueño y el no sueño
no eres cuerpo de carne
sino suave sensación.
Entre el sueño y el no sueño
Te visitan angelotes,
chisposos y risueños
que susurran en el oído
de tu corazón:
“…eres su hijo amado”.
Entre el sueño y el no sueño
pequeñas hadas de colores
revolotean en círculos
alrededor de los ojos de tu corazón.
Han puesto música
a una intuición:
“Lo esencial resulta invisible
a los ojos, sólo se puede ver
con el corazón” (*)
Entre el sueño y el no sueño
vienen a visitarte los que te quieren,
a veces de uno en uno,
a veces dos o tres.
No hay tumultos
entre el sueño y el no sueño,
no vienen a ti, salen de ti.
Entre el sueño y el no sueño,
Cuando pasado, presente y futuro
se juntan… Dios.
*
Mari Paz López Santos
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(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Domingo del Buen Pastor(Jn 10). Estamos en un tiempo duro tanto en relación a las ovejas como como a los pastores:
— Unos hablan de rebelión en la granja (redil). Es mal tiempo, he dicho: ¡Nadie quiere ser oveja! En el “redil” del rebaño de la iglesia no se ven ya nuevas (al menos en los países de occidente), y los que quedan parece estar por despiste.
De todas formas, quizá no es ni rebelión, sino sólo desinterés. Las ovejas no quieren ser ovejas de pastores…, sino ovejas de amores (en el mejor de los casos, como en el Canto de Juan de la Cruz)
— Otros echan la culpa a los pastores, diciendo que están desubicados. El Papa Francisco les ha pedido que “huelan a oveja”, que se mezclen, que se arriesgan, con las manos en la masa, dejando oficinas e iglesias donde se han acomodado…
Pero no es fácil, ni todos lo consiguen, ni las ovejas se dejan oler, ni quieren pastores que anden con llas, sino sólo personas que sepan escucharles, quererles, caminar con ellos.
He dicho que puede haber pastores “des-ubicados”, pero quizá ni eso. Quizá ni se sabe dónde debería estar la ubicación de los pastores (pues ya no ejidos, ni lugar para manadas, como antaño).
¿Qué hacer en un tiempo como este, si unos no quieren ser oveja, y otros no saben/no sabemos ser pastores? Quizá todos somos (hemos de ser) pastores y todos ovejas, al mismo tiempo, unos de otros y con otros (de manera que al fin no seamos ni pastores ni ovejas, sino sólo buenos amigos).
Quizá el mismo Jesús hablaba de eso, cuando decía que el pastor conocía a sus ovejas, como el amigo conoce al amigo, el hermano al hermanos… Buen domingo a todos, pase adelante quien quiera seguir pensando
.
Texto: Juan 10,11-18
En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.
Nos suena quizá muy lejano este pasaje, incluso a los que hemos nacido en contexto de ovejas y pastores.
Lo más fácil sin duda, en este caso, es soltar una nota erudita sobre las ovejas:
Unidas en rebaño, ellas son para el Antiguo Testamento un signo del pueblo israelita (2 Sam 24, 17; Sal 76, 21 LXX; Num 27, 17). Así lo muestra de un modo especial Sal 73, 1, LXX: «¿Por qué… está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño (probata nomês mou)?». Ez 34, 31 asegura: «Vosotros… sois ovejas de mi rebaño, probata poimniou mou, y yo soy vuestro Dios».
La literatura rabínica y apocalíptica utiliza el mismo simbolismo, sobre todo en 1 Hen 89-90 donde se cuenta toda la historia de Israel partiendo de la imagen de las ovejas del rebaño de Dios. En esa perspectiva se mantiene el Nuevo Testamento y de manera especial el evangelio de Mt, que utiliza siempre probaton (oveja) de un modo metafórico. Leer más…
Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:
En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este domingo y hasta la Ascensión las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio de san Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.
No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas: Piedra angular para hablar de Jesús (1 lectura); Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros (2ª lectura); pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros (evangelio). Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo de Jesús y de nosotros.
Pasado y presente de Jesús (Hechos de los apóstoles 4,8-12)
Se supone conocido el relato anterior. Pedro y Juan suben al templo para la oración de media tarde y en la puerta Hermosa encuentran tendido a un lisiado que les pide limosna. Pedro lo agarra de la mano derecha, lo levanta y lo cura. Ante el asombro del pueblo, Pedro pronuncia un discurso en el que atribuye la curación Jesús (este discurso se leyó en parte el domingo pasado, 3º del ciclo B). Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, se irritan al escuchar sus palabras y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan. La respuesta de Pedro es la siguiente:
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
-«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Sólo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado al lisiado, y el único que puede salvarnos a todos nosotros.
Presente y futuro del cristiano (1ª carta de Juan 3, 1-2)
Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios. Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza nuestra con Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro. Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos un deportista famoso o un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con nosotros.
Pasado y futuro de Jesús (evangelio de Juan 10, 11-18)
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»
La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como “el buen pastor” debería haber dicho: bueno y absolutamente excepcional. Este pasaje del evangelio concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que hay un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían formando en países paganos y a todos nosotros.
Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos ha hecho.
“Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí…”
Hoy nos encontramos con el buen pastor. No un buen pastor, sino el Buen Pastor por excelencia, el que da su vida por las ovejas.
Bien… Aquí vemos a Jesús poniendo un ejemplo para describirse a sí mismo. ¿Qué ocurre? Que ese ejemplo es muy válido para la gente que lo seguía, pero para nosotras no tanto. Vivimos en otro tiempo, otro lugar y otra cultura. No es de extrañar que nos perdamos algo de lo que nos quiere decir Jesús.
Seguramente te haya pasado alguna vez que estando en oración, o incluso en algún momento de la jornada, te “haya venido” alguna idea o ejemplo sobre el evangelio que no te estaba diciendo gran cosa, y de repente, como que lo ves todo más claro. No se trata de que seas una iluminada sino de que Dios nos conoce perfectamente, mucho mejor que nosotras mismas, y sabe qué necesitamos, qué no entendemos, qué andamos “rumiando” en nuestro corazón… nos conoce como el buen pastor a sus ovejas, a cada una de ellas.
Una vez orando este evangelio, mi pensamiento se llenó de un “¡qué poco me estás diciendo, Señor!” y un rato despues me vino un recuerdo, mejor dicho, Dios me puso delante un recuerdo, un sentimiento, este ejemplo. Las primeras veces que mi hermana y yo nos quedábamos solas en casa, nos daba miedo que alguien llamara al timbre y, además de no abrir, llegábamos incluso a quedarnos muy quietas y contener la respiración para que “alguien” no nos oyera (como si la puerta fuera transparente). Realmente nos agarrotábamos. Pero, todo cambiaba, cuando oíamos en la escalera la voz de José, el portero de nuestro bloque. Era un hombre muy servicial, atento, entrañable, fiable… en fin; cuando estábamos solas en casa nos alegraba y tranquilizaba mucho oír, y con ello saber, que él andaba por la escalera, velando por los vecinos, especialmente, por la chiquillería del portal y los señores mayores que vivían solos.
Si haces un poco de memoria, seguramente reconozcas a Jesús como el Buen Pastor, en más de una persona que te haya acompañado o esté acompañando en tu vida. Traelas al corazón con agradecimiento.
Oración
Trinidad Santa, abre nuestra escucha a tu voz. A tu silbido de Buen Pastor.
Amén.
*
Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
***
El texto que acabamos de leer está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los fariseos, después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la puerta, es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado, no está dispuesto a dar la vida por ellas. No se trata de una propuesta anodina sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio del pueblo es contrario a Dios. Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos salimos del tema pascual.
No es verosímil que Jesús se declarara pastor de nadie. Este evangelio se escribió setenta años después de morir Jesús y nos cuenta no lo que dijo sino lo que aquellos cristianos pensaban de Jesús. Ellos sí se sentían dirigidos por Jesús e intentaban seguir sus directrices. En el AT el título se aplicaba a Dios o a los dirigentes. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre propio. De ellas dependía el sustento de la familia.
El pastor modelo está en contraposición con el mercenario. El pastor que es dueño de las ovejas actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le traen sin cuidado. En (4 Esd 5,18) dice: “No nos abandones como pastor a su rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la del ladrón y bandido, que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (11,52)
La imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes, muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber. Se aplicó al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él mismo a su rebaño. La única idea original de Jn es la de dar la vida por las ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como servicio a los hombres. No se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera de trasmitir lo que aquellos cristianos pensaban sobre él.
Yo soy el buen pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad o dulzura. La traducción oficial devalúa la expresión. “Bueno” en griego, sería (agathos). (Kalos) significa bello, ideal, excelente, único en su género. Denota perfección suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná (2,10). Pastores “buenos”, puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y de los sacerdotes no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes no tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio.
El buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: “bios”, “zoê” y “psukhê”. No significan lo mismo, y por eso pueden causar confusión. Psukhên significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos. “Tithesin” no significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente, Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús se desvive por los demás.
Desvivirse: Mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona (DRAE). Es exactamente lo que queremos decir aquí de Jesús. La entrega de la vida física es la manifestación extrema de su continua entrega durante su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la comunicación plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos conceda algo venido de fuera. Se trata de que su Vida, puesta al servicio de todos, prende y se desarrolla en los demás.
Conozco a las mías y las mías me conocen. No se trata de un conocimiento a través de los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participación del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-amor, lo compara con el que existe entre Jesús y el Padre. La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino una experiencia-vivencia de amor.
Tengo otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Jn su evangelio en el amplio contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel, desaparecen. Ya en el prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”. Nada que ver con creernos elegidos o pensar en un Dios propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa reivindicación de una exclusividad de Dios.
Un solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción “y” o preposición “con” entre los dos términos, indica que la relación entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía. Jesús como fuente de Vida es el aglutinante que constituye la comunidad como tal. No puede ser encerrada en institución alguna. Su base es la naturaleza del hombre acabado por el Espíritu que da cohesión interior. Jesús no ha creado un corral donde meter sus ovejas, todos los hombres forman parte de su rebaño.
El dar Vida empalma con el tiempo de Pascua porque la experiencia pascual es que Jesús les comunica Vida. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer nuestra esa Vida. Se trata de la misma Vida de Dios. “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí”. El que me come, quiere decir el que me hace suyo, el que se identifica con mi manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Si Jesús es pan de Vida, no es porque lo comemos sino porque nos dejarnos comer.
En la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos dispuestos a desvivirnos por los demás. El salir de sí mismo e ir a los demás, para potenciar su Vida, no depende de las circunstancias; es un movimiento que tiene su origen es esa misma Vida. El amor que nos pidió Jesús está reñido con cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco interés o simpatía visceral.
Meditación-contemplación
“Yo doy mi vida por las ovejas”.
No se trata de dar la vida muriendo,
sino de poner toda tu vida al servicio de los demás.
Solo lo que se da, se gana.
Todo lo que se guarda, se pierde.
Fray Marcos
Fuente Fe Adulta
“Todas las acciones cumplidas sin ostentación y sin testigos, me parecen más loables” (Cicerón)
22 de abril. IV domingo de Pascua
Jn 10, 11-18
“Yo soy el Buen Pastor: conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy la vida por las ovejas”
“Me extravié como oveja descarriada; busca a tu siervo, que no olvida tus mandamientos” (Sal 119, 176), clamó el salmista para no tener que pedir un día al Señor diligentes, cercanos, y vigilantes pastores de la Iglesia.
Jesús acusa a los jerarcas judíos en Marcos 23, 5 con estas ásperas palabras: “Todo lo hacen para exhibirse ante la gente; llevan bandas anchas y borlas llamativas en sus mantos”. ¿Persiste hoy todavía, como hace más de veinte siglos, semejante arrogancia y vanidad en la jerarquía de nuestra Iglesia? La sociedad del siglo XXI no comulga con estos atavíos, aunque conocedores de esa debilidad, en ocasiones la toleramos, porque, como irónicamente dice nuestro Fénix de los ingenios: “Forzoso es hablarle al vulgo en necio para darle gusto”.
Antecedentes de estas bravuconadas las encontramos en los epigramas del filósofo griego Gorgias (485-380 a.C). De él se dice que fue el primero entre los sofistas en introducir el tono altivo, la exposición solemne de temas solemnes, con las que el discurso se vuelve más dulce y arrogante, así como el uso de términos poéticos para lograr belleza y majestuosidad. Quizás ni Gorgias, ni sus ínclitos sucesores tuvieron la oportunidad de leer este mensaje del Ecclesiastés 1, 2: “Vanitas vanitatum omnia vanitas” y la locución latina “Sic transit gloria mundi”, que se utiliza para señalar lo efímero de los triunfos.
¿Y qué diríamos de las denominaciones de sus títulos, de raíz y significación claramente nobiliaria? Al pueblo sencillo no le puede gustar tan vana pomposidad: Su Santidad, Eminentísimos y Reverendísimos, Señorías, Monseñor, Padre…etc. etc. Hasta en el mundo de la política, los que se dicen representantes del pueblo llano, se sienten muy halagados con semejantes apelativos. Francisco de Asís resumió su sencillez en esta sentencia, igualmente sencilla como él: Yo necesito pocas cosas y lo poco que necesito, lo necesito poco”.
Al principio no fue así. “La palabra “Papa” proviene del latín “papas” y ésta del griego “pappas”, que se emplea para darle cariño a la palabra “padre”. Significa “papá”. Este título se le dio en Oriente, en señal de respeto, a obispos y presbíteros, y a partir del siglo III se le dio en Occidente a los obispos. Fue Siricio (384-399) el primero que se hizo llamar a sí mismo Papa”, escriben María y José Ignacio López Vigil en Otro Dios es posible.
Todo pastor llama a sus ovejas simplemente por su nombre, sin título de Señoría, ni Excelencia. Se supone que sus monocordes “Beee…beee”, son un simple tuteo. A mi entender también era ésta la manera como Jesús llamaba al Padre. Así debía entender también las relaciones paterno-filiales el romano Cicerón, cuando decía que: “Todas las acciones cumplidas sin ostentación y sin testigos, me parecen más loables”
El Concierto de Año Nuevo en Viena, finaliza siempre con la famosa Marcha Radetzky compuesta por Johan Strauss padre (1804-1849). Todos los instrumentos de la orquesta suenan al unísono conjuntados, sin que ninguno de ellos manifieste su regia condición de Stradivarius o su humilde origen en un vulgar taller artesano. Todos hablan el mismo lenguaje y se acoplan perfectamente los unos a los otros sin distinción de rango. El director de este año, el prestigioso italiano Riccardo Muti, suele invitar al público a sumarse al sonido con rítmicos aplausos.
Strauss padre, pobre de nacimiento, se enemistó con el noble bohemio, Joseph Radetzky, mariscal del Imperio austríaco a causa de su militarismo y renegó de su Marcha. Strauss hijo se reconcilió con el Mariscal con un cordial abrazo. En 1958, el director vienés Willi Boskovsky la introdujo como broche de oro de todos los Conciertos.
LA FIESTA DE LAS CRIATURAS
Cansadas de soñar sin entenderse,
teniendo tantas cosas que decirse,
las Criaturas decidieron
aprender de una vez el esperanto:
¡¡querían soñar juntas y entenderse!!
Todas lograron su “Summa cum laude”
menos los humanos.
Y, para celebrarlo, organizaron
Macrofiestas en Roma, Benarés, La Meca.
Tampoco estaba Dios en esta Fiesta.
¿Suspendió él, acaso, también el esperanto?
(NATURALIA. El sueño de las criaturas. Ediciones Feadulta)
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
La imagen del pastor –entrañable en la tradición bíblica y, específicamente, en la cristiana- resulta, para la mayoría de nuestros contemporáneos, anacrónica o incluso peligrosa, por las connotaciones que, desde una perspectiva como la nuestra, encierra. Esta situación nos obliga a hacer un esfuerzo para entender, tanto la causa por la que llegó a ser tan querida en la tradición cristiana, como el motivo por el que hoy suscita indiferencia o incluso rechazo.
En la Biblia, como en otras sociedades antiguas, la imagen del pastor se aplicaba al rey del pueblo, y evocaba guía y cuidado. Como el pastor, el rey tenía la responsabilidad de conducir al pueblo y velar por él.
Traspasada a Yhwh, el salmista podrá cantar: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Salmo 23), y dará origen a una percepción de lo divino como cuidado amoroso, que permite vivir en una confianza inquebrantable.
El cuarto evangelio aplicará la imagen a Jesús, y la comunidad cristiana primitiva empezará a dibujarlo como un pastor que carga sobre sus hombros la oveja encontrada (con el trasfondo de la parábola de Lc 15,4-7). Será presentado como guía que conduce, alimenta y protege…, hasta el extremo de entregar la propia vida en favor de las ovejas, tal como afirma el texto que leemos hoy.
No es extraño que esta alegoría haya dado pie a una espiritualidad y una devoción extensa y profunda a lo largo de toda la historia cristiana. Guía, cuidado y protección conectan profundamente con necesidades básicas del ser humano. Es innegable, también, que esa devoción produjo frutos abundantes de confianza y de compromiso.
La imagen del pastor llegaría a adquirir, desde el inicio mismo del cristianismo, tal entidad que toda la tarea de la Iglesia habría de recibir la denominación de “pastoral”, incluidos los responsables de la misma, a quienes se designaría “pastores”.
¿A qué se debe que esa misma imagen hoy provoque indiferencia o rechazo? Al propio cambio sociocultural. Para empezar, es comprensible que imágenes propias de una cultura agraria no sean significativas para quienes vivimos en una sociedad industrial avanzada; se ha perdido la referencia.
Pero no es solo que no sea significativa. Provoca incluso rechazo de entrada porque, en nuestra cultura, evoca actitudes de dominio o, al menos, de paternalismo y del correspondiente “borreguismo”. Poder y sumisión son realidades correlativas, que se reclaman y se sostienen mutuamente. Traigo un texto de José Antonio Marina que lo expresa con claridad:
“En las sociedades orientales antiguas –Egipto, Asiria, Judea- el arquetipo del gobernante es el pastor, que guía y conduce a sus ovejas. Basta que el pastor desaparezca para que el ganado se disperse. Su papel consiste en salvar al rebaño. Esta figura del monarca implica una figura correlativa del súbdito. Es una oveja que no puede dirigir sus actos, no sabe dónde están los pastos y, si no fuera por el pastor, se perdería y se la comería el lobo. Resulta cuando menos anacrónico que la figura del pastor siga usándose en la pastoral cristiana”.
Otra expresión fundamental es la de “dar la vida”, como equivalente de un amor que no se pone medida. En el extremo opuesto de la voracidad egoica que ve a los otros y a las cosas como objetos con los que saciar el propio vacío, el amor de quien ha trascendido su yo no busca sino ofrecer, “dando la vida” día a día.
Es un amor que anhela la unidad. A veces, la expresión “traer a todos a este redil” se ha entendido como mandato proselitista para “convertir” a los otros, sumándolos a las propias creencias. Una lectura de ese tipo solo puede ser mítica.
Es propio del estadio mítico creerse en posesión de la verdad absoluta y sentirse urgidos a llevarla o imponerla a los otros, incluso “por su propio bien”: para sacarlos de la “mentira” y traerlos a la luz. Pero, como ha escrito lúcidamente Raimon Panikkar, “la imagen del «único pastor y el único rebaño» es una imagen escatológica que no se debe aplicar en la historia”.
Más en concreto, en el texto que estamos analizando, parece que se trata de un añadido, por parte de un glosador posterior, con el que se pretendía fomentar la unidad de los miembros de la comunidad, provenientes tanto del judaísmo como del paganismo.
Enrique Martínez Lozano
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. YO SOY EL BUEN PASTOR.
El cuarto domingo de Pascua está centrado en la imagen de Cristo con buen pastor. YO SOY EL BUEN PASTOR.
Es una imagen propia del evangelio de San Juan, que despliega toda su visión de Cristo (fe y teología: cristología) desde el “YO SOY”. Este evangelio es profundamente cristológico: está centrado en Jesús con el “YO SOY” del AT, que aparece alrededor de una treintena de veces. Yo soy el pan de vida, yo soy el agua, el camino, la verdad, yo soy la luz, yo soy la resurrección, yo soy rey, o simplemente: “Yo soy” (en el prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos a la pregunta de los soldados: ¿A quién buscáis?, Jesús responde: “Yo soy”, o, tras la resurrección, Jesús les dice a los suyos: no tengáis miedo: “soy yo”.
En el fondo la lectura que el evangelio de Juan nos ofrece de Jesús es que Jesús ES. Se trata de una alta cristología que recoge la fe del AT sobre la “identidad” de Dios y se la aplica a Jesús: (Éxodo 3, 14: Yo soy el que soy).
Es una forma elegante, mayestática de decirnos que Cristo es Dios.
Y quien se acerca al que es, a Cristo, termina siendo. Tras la curación del ciego junto al Templo, los fariseos dudan si es el mismo o no. El ciego dice: “soy yo” (Jn 9,9).
En tiempos, quizás en situaciones personales de crisis de identidad, de desorientación o de noches oscuras, de turbulencias eclesiásticas y diocesanas, nos hace bien acercarnos al que es, no al que tiene, sino al que es, a Cristo
El salmo 22 (23) es un poema al buen Pastor:
Él nos guía por valles de tinieblas, Él camina con nosotros, nada temamos.
¿Quién es el pastor que guía y orienta mi vida? ¿Qué ideologías, de qué líderes políticos, eclesiásticos, deportivos, culturales soy “fan”? Un creyente no tiene más pastor que el Señor.
02. BUEN PASTOR.
La imagen del Pastor es muy utilizada por la Biblia para aplicársela a Dios, Buen pastor.
o El profeta Ezequiel (Ez 34,16) expone cómo Dios buscará a la oveja perdida y la hará volver al redil, la cuidará.
o El salmo 22, “el salmo por excelencia”, es un canto a Dios como Pastor de nuestras vidas. Quien tiene a Dios como Pastor, nada le falta. El guía nuestras vidas…
En los evangelios tenemos dos hermosos textos que nos hablan del Dios de JesuCristo como pastor:
o Lc 15,3-7 La parábola de la oveja perdida.
o Jn 10 Yo soy el buen pastor.
¿Quién es el pastor que guía y orienta mi vida? ¿Qué ideologías, de qué líderes políticos, eclesiásticos, deportivos, culturales soy “fan”? Un creyente no tiene más pastor que el Señor.
03. XTO ES EL EJE, EL CENTRO EN UNAS COMUNIDADES SUFRIENTES.
Las comunidades de la tradición de san Juan, sufrieron mucho por dos motivos fundamentales
a. Por verse expulsados del Templo y del ámbito judío. De ahí que este evangelio hable de otro rebaño, Jesús, buen Pastor saca las ovejas del Templo, las lleva consigo lejos de los asalariados. Estos cristianos, estas comunidades se unen a Cristo.
b. Por las primeras incrustaciones espiritualoides (gnosticismo griego) en el seno del cristianismo. De ahí que San Juan insista en que el Verbo (Jesús se hizo hombre, carne, (Jn 1,14). Jesús no fue un “dios del olimpo griego). Así como también Juan repite con frecuencia el “permaneced” en lo que os enseñé desde el comienzo” y no nos despistemos con doctrinas extrañas.
Por estas razones, la eclesiología de Juan está muy personalizada en Cristo. Juan no emplea categorías comunitarias, todo se centra en Cristo. En Juan no hay idea de pueblo, pero “uno –Jesús- tiene que morir por el pueblo: conviene que uno muera por el pueblo (Jn 11,45-56). San Juan no habla en su evangelio del Reino de Dios (solamente una vez en el diálogo con Nicodemo), pero en cambio hay Rey: Yo soy rey, (Jn 18,38). Yo soy la vid, permaneced unidos a mí, (Jn 15,55).
La eclesiología, el modo de entender la Iglesia de Juan es mucho más cristológico: permaneced unidos a la vid (Cristo).
Nunca faltan sufrimientos en la Iglesia por los más diversos motivos. Pero el centro de la Iglesia no es el poder ni la jerarquía, sino Xto: YO SOY.
En tiempos de turbulencias eclesiásticas nos hará bien centrarnos en Cristo: permanecer en la traditio evangélica y eclesial en que hemos crecido y vivido la fe. Cristiano e iglesia son quienes se acercan y siguen al Señor, al que es.
Al mismo tiempo, podemos recordar al papa Francisco, que trata de ser un buen pastor de la Iglesia.
04. EL BUEN PASTOR DA VIDA.
El Buen Pastor da la vida por las ovejas, (v 11-15). El Buen Pastor conoce a sus ovejas y las suyas le conocen, (v 14).
La metáfora del Pastor, del redil y el rebaño es para transmitir vida, para crear una relación de amor entre el Pastor y los suyos.
El pastor en la Iglesia no es una cuestión de poder, ni de Derecho Canónico, ni de dogmatismo, sino es para transmitir vida, una vivencia, una relación de amor
05. ASALARIADOS, LADRONES Y SALTAPARAPETOS.
En el transfondo de esta parábola del Buen Pastor subyace el capítulo 34 de EZEQUIEL.
El profeta hace una crítica fortísima a los falsos pastores de entonces y de ahora (sean políticos, eclesiásticos, jueces, o los líderes de la sociedad):
habéis explotado a las ovejas y os habéis aprovechado del pueblo en vez de ayudarlo.
No habéis cuidado a la oveja enferma ni curado a la que estaba herida: no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Las ovejas se han dispersado.
Pero llegará un día en que Yo tomaré a las ovejas y buscaré a las perdidas. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado.
Ezequiel vivió en el siglo VI a.C., pero parece que las cosas se repiten en la historia. ¿Cuidamos hoy de las ovejas enfermas y débiles? (Sanidad). ¿Ayudamos a las ovejas perdidas? (Educación) ¿Decimos y sembramos verdad? (medios de comunicación periodistas). La situación que critica Ezequiel la vemos y vivimos todos los días. Es triste, doloroso cuando esas cosas se hacen con los más pobres y débiles de la tierra.
¡Qué mal suena expresión asalariados! (y peor suena el término “mercenario”, que es la que usa San Juan en el evangelio que). Hay mucho asalariado, mercenario y gente con ganas de medrar en las ideologías, en las grandes cadenas informativas: prensa, radio, tv, en los obispados y entresijos eclesiásticos; lo estamos viendo y padeciendo todos los días.
El poder es la pasión más fuerte del ser humano. Pero el poder no tiene nada que ver con el Buen Pastor de Jesús. No es lo mismo, ni mucho menos, pastorear conforme al Evangelio que gobernar una diócesis. Es muy triste que haya parroquias de primera, de segunda, etc.; diócesis de mayor rango y más apetecibles por mercenarios … Todo perfectamente antievangélico
06. SOMOS PASTORES.
De una u otra manera todos estamos llamados a ser pastores en la vida y hemos de procurar hacerlo lo mejor posible y con responsabilidad, no sea que nos convirtamos en asalariados que trabajamos por el dinero y no por la noble tarea de cuidar del rebaño, del pueblo, de la comunidad cristiana:
o Los padres de familia son pastores de sus hijos, de su familia. Los hermanos mayores tiene casi espontáneamente una misión de ser guías de sus hermanos. (¡Cuidado con ser Caín y Abel o con vender al hermano menor: José!). Hay que cuidar mucho los primeros valores: acogida, amor, -los padres son quienes transmiten la bondad y la vida del Buen Pastor- criterios de educación, trabajo, los estilos -esquemas- de vida, el diálogo sobre todo a ciertas edades: la acogida de la vida inicial, la adolescencia, la elección del centro de estudios, la formación humanista, en nuestro caso, la formación cristiana.
o Los profesores en el mundo educativo son guías que orientan a los niños, jóvenes. Tener 20 ó 30 niños o jóvenes en un aula y durante tantas horas y años supone una gran responsabilidad de los padres y de los profesores. Un niño abandonado a su suerte, está perdido. ¿Y unos niños, unas generaciones abandonados a los planes educativos actuales?
o Un buen médico es un buen pastor que, no solamente porque sea científicamente competente, sino porque un buen médico enseña a vivir, en cierto sentido transmite vida
o Los psiquiatras, los psicólogos, un abogado sensato, etc. son auténticos pastores.
o Pastores en la Iglesia. Aquellos que tienen responsabilidades en la Iglesia son también pastores de la comunidad cristiana, lo cual constituye una gran tarea personal, moral, de formación, así como de cuidado en las ovejas, de las personas.
o Los medios de comunicación: periodistas y “tertulianos”, internet son también pastores de la sociedad. Al fin y al cabo los medios de comunicación (quizás más que la misma Universidad) constituyen el nuevo Sinaí o el nuevo ágora del siglo XXI. Los valores, los estilos de vida, las pautas de comportamiento de los grupos humanos son los que emiten las cadenas de televisión.
05. GRACIAS A LOS PASTORES DE NUESTRA VIDA.
Este domingo del Buen Pastor puede ser una buena ocasión para dar gracias a Dios por los “buenos pastores” que hemos tenido en la vida. Un recuerdo agradecido a nuestros padres, a nuestros hermanos, algún sacerdote que nos encauzó en la vida, algún médico, psicólogo que nos descubrió facetas de nuestra personalidad y nos enseñó a vivir, algún compañero o amigo que nos acogió, quizás nos guió, algún profesor que nos enseñó más que “cosas”, nos enseñó con su testimonio a trabajar a vivir. Gracias a los presbíteros que este año cumplen cincuenta años de vida ministerial. Gracias sobre todo al Buen pastor, al Señor Jesús que ilumina (luz) nuestras vidas, que nos confiere la vida (sentido y esperanza).
07. VOLVER AL BUEN PASTOR.
Posiblemente estemos en un momento en el que nos es urgente volver a la fuente de la vida, al Buen Pastor, al “YO SOY”. QUIZÁS nos estamos perdiendo en mantener y sostener cuadros y estructuras eclesiásticas, cuando lo que importa es vivir unidos a la Vida, seguir al Buen Pastor, pues de Él nos viene la vida, la verdad, la paz.
Es de mucho consuelo permanecer en el que es, en Cristo
Dice la 1 Carta de san Pedro
“Andabais descarriados como ovejas,
pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras vidas.”
(1Ped 2,25)
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