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Santiago Panizo: “La verdad es la que es, y sigue siendo verdad aunque se cuente al revés”

Lunes, 16 de septiembre de 2019
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panizo3“Si el de la vida no es un ‘camino de rosas’, el de la religión tampoco lo puede ser”

“Las medidas de la verdad no las da la utilidad. Por el camino de hacer de lo útil lo verdadero se llega a todos los pagos de la mentira”

“Cultura de medios pero no de fines… Es lo que se lleva hoy… Dar más empaque a la fregona que al mosaico que la fregona limpia, y, en religión, al cura –por ejemplo- que a Dios”

“Criticar a la Iglesia, sí y no… De quién suelen ser las culpas o las barbaridades, ¿de las instuituciones o de quienes las ocupan y regentan? Hasta la duda ofende”

“Dios no es –ni debe ser tenido o visto así por el creyente- a modo de un profesor de matemáticas o de filosofía, sino como el gran patrono y maestro del amor”

«Orgullo gay» y otros orgullos: “Es hijo de Dios el homosexual”

Éste fue el último post que escribía Santiago Panizo, escrito el pasado día 8. Dos días después, fallecía de repente, cuando se disponía a salir de viaje en tren a su pueblo natal, San Miguel de las Dueñas (en el Bierzo leonés). Era un gran intelectual y, como hijo de campesinos, un hombre sencillo. Olía a verdad y autenticidad. Nuestro más sentido pésame a sus familiares y amigos, a las diócesis donde sirvió con tanta entrega durante tantos años, asi como al Tribunal de la Rota de España, donde templó, mandó y creó escuela. El señor, “patrono del amor”, como tú le llamabas, te acoja en su seno, amigo.

La verdad es la que es, y sigue siendo verdad aunque se cuente al revés.     Es una rima y, más que rima, dogma bien arraigado en la mente y el alma del poeta A. Machado.  Todo un forofo de la verdad que no estaba para él en las “facke news” de ahora y tampoco en ninguna de las maneras de la post-verdad.

** “Estimamos farsa aquellas realidades en que se finge la realidad. Esto supone que en la realidad distinguimos dos planos: uno externo, aparente, manifestativo; y otro interno, sustancial, que en aquel se manifiesta. Tiene aquella realidad la misión ineludible de ser expresión adecuada de ésta,  si no es farsa. Tiene esta realidad interna,  a su vez, la misión de manifestarse,  exteriorizarse en aquella, si no es también farsa.  Ejemplo: un hombre que defiende exuberantemente unas opiniones que en el fondo le traen sin cuidado,  es un farsante; un hombre que tiene realmente esas opiniones, pero no las defiende y patentiza es otro farsante”… Para quien lo más despreciable del mundo es la farsa, tiene que ser lo mejor del mundo la sinceridad” (cfr.J. O rtega y GassetConfesiones de El Espectador, Ensayos de crítica. Ideas sobre Pío Baroja, en Obras Completas, Alianza Editorial, Madrid,  1998, vol. II, pp.  84-85). En los juegols de la vida, toda farsa es juego sucio.

        *** “La cruz, aunque tenga en el corazón una intersección contradictoria de líneas,   puede eternamente alargar sus brazos sin cambiar de contorno.   Y como tiene una paradoja en el centro, por eso le es dable crecer sin transformarse…   La cruz se abre a los cuatro vientos; es como la señal del camino para los libres caminantes”  (cfr  G. K. Chesterton, Ortodoxia, Barcelona, 2000, p.  28).  Camino de cruces y drama puede muy bien llamarse a la vida humana.  No desentona, pues, como algunos creen, el Evangelio de Jesús; el de san Lucas de hoy,  especialmente.

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Perfil es –en las primeras y más netas acepciones de la palabra- el aspecto de algo o de alguien, la especie que casi siempre se traduce  por los signos del rostro, espejo del alma.  Perfil es  -también- la línea o contorno que  delimita y acoge como en síntesis la forma de algo o de alguien. Y perfil puede ser así mismo el conjunto de los rasgos y datos importantes porque definen la condición, el carácter, los fondos o la sustancia de las cosas. Otras acepciones de la misma palabra, como el adorno del borde o extremo de una vajilla, el rasgo y diseño de una manera de escribir o los aditamentos y aderezos de una cosa o realidad, sin ser ociosos para el alma de las palabras, no la clarean sin embargo tan netamente como los anteriores.

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El camino Maximino Cerezo

           Por eso, este perfil dominical de hoy va a ser una especie de  vademécum  con el que -a la luz de las lecturas del XXIIIº domingo del tiempo ordinario, en la Iglesia- mostrar algunas de las marcas y huellas del camino del hombre hacia Dios; que el propio Jesús va dejando -en la tarea liberadora de “evangelizarnos a Dios”- a la vera y vista de nuestros pasos por la vida, por si –en uso de la libertad, que Dios nos ha dado y respeta- uno –cualquiera- decide ensayar. El camino es ese y no hay otro.  Se le puede rehusar,  desdeñar o ignorar; al ser obra del hombre libre que Dios respeta siempre….

Vademécum del caminante.  Huellas y marcas en el camino. Las que van del hombre a Dios y las que,  de la mano directa de Dios,  se plantan a la vera de los caminos que van a Dios.

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En la tierra de las necesarias relaciones del hombre con Dios, hay dos direcciones,   la de abajo arriba y la de arriba abajo; la de la religión en cuanto  éxodo de uno mismo en busca de lo que nos reclama la necesidad de Absoluto que llevamos dentro e impulsa a buscarlo,  y la de la revelación que viene autorizadamente del propio Dios. Como nos falta vocabulario para encararnos “vis a vis” con lo divino  (Harold Bloom lo expresa, Jesus se nos acerca hasta el extremo de hacerse hombre para  evangelizar a Dios… Por eso es más que una religión la cristiana.

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Vademécum  Ideas para un creyente

– La de la Religión a la carta, y de la inversión de los papeles.    La sueñan muchos, desde las trincheras nihilistas de la “muerte de Dios” y del “super-hombre”. Pura vanidad!

 – Camino de rosas.    Si el de la vida no es un “camino de rosas”,  el de la religión tampoco lo puede ser. De nuevo los sueños acuchillando la realidad

Utilidad y verdad.   Las medidas de la verdad no las da la utilidad.    Por el camino  de hacer de lo útil lo verdadero se llega a todos los pagos de la mentira

 –Cultura de medios pero no de fines… Es lo que se lleva hoy… Dar más empaque a la fregona que al mosaico que la fregona limpia, y, en religión, al cura –por ejemplo- que a Dios

-Criticar a la Iglesia, sí y no… De quién suelen ser las culpas o las barbaridades, ¿de las instuituciones o de quienes las ocupan y regentan?  Hasta la duda ofende.

No mata el cristianismo la libertad. ““Es doctrina segura: si morimos con Él, viviremos con Él; si perseveramos, reinaremos con Él; si lo negamos, también Él nos negará; si le somos infieles, Él pwermanece fiel porque Dios no puede negarse a sí mismo” (2ª carta de san Pablo a Timoteo, cap. 2)

-“Religión civilizada” – “Religión complaciente”. No es lo mismo lo uno que lo otro, y “complacer” –a quien sea- no es “saltarse a la torera” ls verdad o la justicia

Deus non irridetur” – Carta de san Pablo a los Gálatas. 6, 7-9. “No  os equovoqués porque Dios no es un “hazmerreír”; Dios  no es “un cuqlquiera”.

  –La sombra de la cruz  es alargada: sus cuatro brazos se abren, sin tener que forzarse para nada,  a los cuatro puntos cardinales para  dar a entender a todos que todos  pueden en ella cobijarse (Ortodoxia, de G. K. Chesterton, c. 2º,  El maníaco, pp. 9-29)

       – Al ser, o por ser, creyente, ¿se hace un favor a Dios?    Así lo creen algunos, pero la verdad es la contraria. Es Dios quien hace un gran favor a los que se fían de Él.

           –    El camino es ese y no hay otro; el que quiere lo toma y el que no, lo deja. Eso sí, como decimos, “Deus non irridetur”.    En serio, se toma o se deja pero con esas cosas no se trapichea: es feo vicio.

           –  La palabra más idónea –creo yo- para clarificar el núcleo duro de lo que apunta el evangelio de hoy  sobre las piedras y el polvo de los caminos hacia Dios es el verbo “preferir”; porque es como ponerle a la cabeza de las apetencias y los deseos,  de las voluntades o las querencias,  de las utilidades o los caprichos humanos; que es como proclamar que   Dios, “über alles”, por delante de lo demás,  en remedo al himno patrio de los alemanes.     El verdadero creyente –y otra cosa sería farsa- ha de estar dispuesto a conjugar a diario en su vida y obras el verbo “preferir” con antelación a otros verbos, melífluos tal vez, pero que no prefieren realmente.

           –  Y -sobre todo- Dios no es –ni debe ser tenido o visto así por el creyente- a modo de un profesor de matemáticas o de filosofía, sino como el gran patrono y maestro del amor, ya  que, más que enseñar teorías o pasatiempos vanos,  enseña a aprender…  Y en esto, en aprender, está el buen sello de los maestros.

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Las tres lecturas son avales de lo anterior.

       –  “El que no toma su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo”. Es del evangelio de san Lucas, del día de hoy.    Un evangelio de “aúpa”,  de los de tentarse la ropa antes de pasar la página…

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Estar dentro para buscar la verdad, silencioso y atento

Miércoles, 8 de mayo de 2019
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Las cosas son lo que son en un inmenso conjunto del que yo formo parte y que no puedo pretender comprender. Decir que lo comprendo supone ponerme de inmediato en una posición falsa, como si estuviera fuera de él. Mientras que estar dentro es buscar la verdad en mi propia vida y acción, moviéndome donde el movimiento es posible y manteniéndome inmovil cuando el movimiento es innecesario, cayendo en la cuenta de que las cosas seguirán definiéndose ellas mismas y que los juicios y la misericordia de Dios se clarificarán ellos mismos y que serán más claros para mí si estoy silencioso y atento, obediente a Su voluntad, en lugar de formularlo constantemente en declaraciones en estos tiempos sofocados por el lenguaje, la falta de sentido y el debate no concluyente en el que, en último término, nadie escucha nada excepto lo que coincide con sus propios juicios.

*

Thomas Merton
Diarios, marzo de 1966

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Un centro de Luz y Verdad

Martes, 30 de abril de 2019
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Una vida desprovista de un centro donde reinen el silencio y la tranquilidad fácilmente se vuelve engañosa. Si nos aferramos a los resultados de nuestras acciones como la única manera que tenemos de autoidentificarnos, nos volvemos posesivos, defensivos y dependientes de falsas identidades. En la soledad de la oración desenmascaramospaulatinamente el espejismo de nuestras dependencias y posesividades, y en el centro de nuestro propio yo descubrimos que nosotros no somos aquello que podemos controlar o conquistar, sino más bien aquello que nos es dado de lo alto para canalizarlo hacia otros. En la oración solitaria nos hacemos conscientes de que nuestra identidad no depende de lo que hemos logrado o poseemos, que nuestra productividad no nos define, y que nuestra valía no es la misma que nuestra utilidad”.

*

Henri Nouwen

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“¿Verdad o autenticidad? “, por Gonzalo Haya

Jueves, 11 de abril de 2019
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ar_codigo-jesus-s01e02-los-huesos-de-juan-bautista_p_mNo presento una contradicción entre estos dos términos, que son complementarios, sino un matiz en la interpretación de algunos textos de los evangelios, matiz que puede haber facilitado una desviación del mensaje de Jesús, de lo concreto a lo abstracto, de la ortopraxis a la ortodoxia, de una religión profética a una religión sapiencial, del Jesús Mesías a la Palabra encarnada. Y para mí es muy importante conocer lo mejor posible el ejemplo y el mensaje de Jesús, que es el principal referente de mi vida, y el que conecta mejor con los atisbos de mi conciencia.

Me refiero aquí al término griego alêtheia. Se menciona más de cien veces en el Nuevo Testamento (sin contar sus correspondientes adjetivos) y se ha traducido generalmente como “verdad”.

Planteamiento

Vicente Haya ha estudiado detenidamente el texto arameo de la Peshitta, tratando de aproximarse a las “Palabras originales… de Jesús”, porque Jesús hablaba en arameo y, sobre todo, su pensamiento, y su sensibilidad, era oriental. Aunque la Peshitta es una traducción de los originales griegos, sin embargo muestra cómo unos arameoparlantes tuvieron que readaptar algunos conceptos griegos empleados por los evangelistas, porque eran impropios de una mentalidad oriental. Y parece razonable admitir que fueron los redactores griegos los que habían matizado, o desviado, lo que Jesús podría haber dicho; aunque tengamos en cuenta que ni unos ni otros nos han transmitido las palabras auténticas de Jesús.

Evidentemente este tema merecería y desbordaría no una sino varias tesis doctorales pero, una vez planteado, no puedo eludir una primera aproximación como cristiano adulto.

Dicho esto, vamos al término griego alêtheia. De las más de cien menciones de este sustantivo griego en el Nuevo Testamento, 3 corresponden a Marcos, 1 a Mateo, 2 a Lucas, y 22 a Juan. Algo semejante encontramos con el uso de los adjetivos correspondientes: 9 en los sinópticos y 32 en Juan.

De las 6 veces que aparece el sustantivo en los sinópticos, sólo una está puesta en boca de Jesús, y es como una forma de juramento: “en verdad os digo”. De las 22 del evangelio de Juan, 19 son atribuidas a Jesús, 1 a Pilato, y 2 en el Prólogo de Juan.

De ello parece deducirse que el sustantivo “verdad” no era frecuente en Jesús, ni en los sinópticos, aunque sí empleaban algo más los adjetivos correspondientes. Por el contrario, la frecuencia con la que lo encontramos en Juan (mejor dicho, en la Escuela de Juan, que muestra influencias gnósticas) y en Pablo, parece indicar un desplazamiento del pensamiento cristiano hacia la mentalidad griega.

El pensamiento cristiano comienza con unos adjetivos, que expresan su experiencia directa de una persona como auténtica o verdadera (o dan testimonio algo concreto, como la narración de un hecho). Posteriormente pasa a hablar de la verdad proclama por una persona o grupo, y emplea un sustantivo que constituye una categoría conceptual. Igualmente el concepto “fe” (pistis, en griego) pasó de lo concreto a lo abstracto; comenzó designando confianza, continuó como testimonio sobre la muerte y resurrección de Jesús, y ha terminado como un Credo conceptual.

“La verdad bíblica (cristiana) es verdad de testimonio, no de razonamiento, como puede ser la de la filosofía griega” (Xabier Pikaza, “Palabras originarias para entender a Jesús”, en colaboración de Xabier Pikaza y Vicente Haya).

Y considero que este desplazamiento de lo verdadero hacia la verdad -de la experiencia directa hacia el concepto abstracto- es muy importante para aproximarnos a Jesús, porque la Escuela de Juan no lo presenta como interpretación propia sino que lo ha atribuido a Jesús introduciéndolo en sus discursos.

Un preso verdadero

Un preso verdadero” es el título que un amigo puso al poema que narra su prisión y torturas en tiempos de Pinochet. Mi amigo es un hombre sencillo, era estibador del Puerto, representante sindical, y miembro desde sus comienzos de “Cristianos por el socialismo”.

¿Qué significaba para él “un preso verdadero”? Parece que todos los presos son verdaderos presos, a no ser esos policías infiltrados en las cárceles que vemos en las series policíacas.

Creo que mi amigo sentía con orgullo su resistencia política y cristiana, su lealtad a los compañeros del sindicato, sin claudicar en sus ideales, a pesar de las torturas en la cárcel. “Verdadero” no significa aquí “la conformidad de su relato con la realidad “que sufrió; significa “la conformidad de su comportamiento con su conciencia social y cristiana”. Y creo que éste es el sentido más espontáneo y profundo de lo que llamamos “verdadero”.

Conclusión

La consecuencia, a mi parecer, podría ser que, como afirma Vicente Haya, el pensamiento de Jesús se ajustaría más a la “shërârâ” aramea que a la “alêtheia” griega. Y que en los sinópticos el término “alêtheia” y sus afines se refieren a la credibilidad que merece la autenticidad de una persona, o de un testimonio sobre un hecho concreto, aunque en Juan se corresponda más con la idea de “verdad”.

Con nuestra mentalidad occidental podemos extasiarnos al leer estas palabras atribuidas a Jesús en el evangelio de Juan: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida”; pero no creo que Jesús pronunciara esas palabras. Tal vez me valdrían, en sentido ponderativo, dichas por alguien sobre Jesús: ¡es tan tan auténtico que es la misma verdad!

Me temo que la sublimación de la verdad abstracta haya desviado nuestra atención y haya marginado al comportamiento verdadero. Obras son amores, que no buenas razones”. Yo conecto mejor con el Jesús de los sinópticos.

Gonzalo Haya

Fuente Fe Adulta

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“Hablar con libertad es peligroso”, por José Mª Castillo

Martes, 22 de enero de 2019
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46724551251_dfd8a42716_zLeído en su blog Teología sin censura:

En el relato de la pasión y muerte de Jesús, el evangelio de Juan recuerda un episodio tan humillante como elocuente. La primera bofetada que un guardia le pegó a Jesús, delante del sumo sacerdote Anás (Jn 18, 22).

¿Por qué semejante desprecio allí y en aquel momento? Sencillamente porque Jesús le dijo a aquel personaje sagrado que él había “hablado al mundo con libertad”; y no había “dicho nada en secreto” (Jn 18, 20). Aquí es importante destacar que el texto griego del Evangelio no utiliza la palabra “libertad”, sino el término “parresía”, que significa exactamente “libertad para decirlo todo” y sin callarse nada (“pán”, “résis”).

Está claro: Jesús no soportaba los secretismos y los ocultamientos. En la misma medida en que el tribunal sagrado no soportaba tampoco la libertad de quienes dicen toda la verdad, sin callarse nada en absoluto, aunque les cueste el cargo y la propia dignidad. Y (si es preciso) hasta la misma vida.

Si la Iglesia fuera fiel a esta conducta de Jesús, sin duda alguna, habría tenido que soportar, no una sino muchas bofetadas. Bastantes más de las que ya ha soportado. Así lo dejó dicho el propio Jesús (Mt 10, 16, 32 par).

Más aún, Jesús llegó a decir: “Se acerca la hora en que todo el que os dé muerte se va a figurar que le da culto a Dios” (Jn 16, 2). Sin duda alguna, “la experiencia religiosa de todos nosotros ya no es de fiar, porque nos remite a la falsa religión” (T. Reuter, “El Dios falsificado”, Madrid, Trotta, 2011, 228).

¿Qué quiero decir con esto? Muy sencillo: cree en Dios el que no se calla ante el sufrimiento de los que son peor tratados por la vida y por los poderes públicos, sean del color que sean, ya sea que estén a la derecha, en el centro o a la izquierda.

Esto supuesto, lo que a todos nos tendrían que preocupar, sobre todo, son los silencios de la Iglesia. Los silencios del clero. Y los silencios de quienes decimos que somos creyentes en Cristo. Silencios en tantas cosas que claman al cielo. Pero ahora mismo – y sobre todo – en dos asuntos de enorme gravedad y de apremiante urgencia.

Empezando por el silencio ante tantos y tantos escándalos clericales de “hombres de Iglesia”, que han abusado de menores. Abusos delictivos que las autoridades eclesiásticas han ocultado. Porque así lo imponía el Vaticano, para que el prestigio de la Iglesia no se viera dañado. Ha tenido que venir el papa Francisco, que ha “tirado de la manta”, para que todo se sepa y se haga justicia.

Lo más penoso y preocupante es lo que este papa tiene que estar soportando, por la resistencia del clericalismo fanático, que no soporta la transparencia que ha dejado al descubierto la desvergüenza de no pocos sectores del mundo clerical.

Y para terminar, el otro silencio preocupante, que estamos viviendo en España y en otros países de Europa y América. Me refiero al silencio de obispos y clérigos, en general, que inexplicablemente se callan ante políticos y gobernantes que, con sus decisiones, son responsables del sufrimiento de miles y miles de criaturas inocentes, al tiempo que permiten y fomentan que el capital mundial se concentre, más y más cada día, en menos personas.

En el Evangelio quedó patente que Jesús no soportaba el sufrimiento de pobres, enfermos, marginados y extranjeros. Como tampoco soportaba el desprecio o la desigualdad de las mujeres. Las preocupaciones de nuestra Iglesia y nuestros obispos, ¿coinciden con las de Jesús? Una vez más queda patente que hablar con libertad es muy peligroso.

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Cuando el poder se hace más importante que la verdad.

Martes, 30 de octubre de 2018
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“No me cabe duda de que el mundo siente respecto a Norteamérica lo mismo que muchos monjes respecto a un abad que quiere ejercer un poder total, recibir una obediencia incuestionada a base de eslóganes en los que él mismo dejó de pensar veinticinco años antes y que, por encima de todo, quiere ser amado para no poder nunca, en ningún momento, ante sí mismo, parecer estar ejerciendo poder o amando. Nadie le niega el poder que tiene, pero pocos le dan el amor que necesita en orden a sentirse seguro y contento. Y, por lo tanto, usa su poder de vez en cuando, de modos impredecibles, arbitrarios y absurdos, defendiendo sus propios intereses y haciendo que todo el mundo se sienta desdichado”.

*

Thomas Merton,
Diarios,
octubre de 1961

***

“Cuando el poder se hace más importante que la verdad, cuando la afirmación de la voluntad se hace un fin en sí mismo a que se subordina todo lo demás, entonces la finalidad entera del universo creado queda subvertida y frustrada”.

“La obsesión del hombre por el poder oscurece y mancha el universo entero porque le hace volver a definir toda la verdad en términos de lucha por el poder y ver todas las cosas de un modo parcial, interesado y fragmentario”.

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Thomas Merton, Tiempos de celebración

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Verdad

Jueves, 6 de septiembre de 2018
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Del blog Nova Bella:

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Quien busca la verdad

busca a Dios

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Edith Stein

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El deseo homosexual, ¿qué verdad?

Viernes, 17 de agosto de 2018
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Del blog À Corps… À Coeur:

 Un amigo me enviaba recientemente el enlace de un artículo (2012) aparecido en la web: Le désir homo ne rencontre pas l’autre en vérité (el deseo homosexual no encuentra al otro de verdad) y me preguntaba qué es lo que pensaba acerca de eso. Le respondí por supuesto. Deseé e intenté repetidas veces añadir un comentario en el sitio citado. Posiblemente a causa de la antigüedad del artículo, los comentarios habían sido cerrados en lo sucesivo. Por eso, no pude poner mi grano de sal. Lo hago pues aquí:

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Estoy un poco estupefacto por la estrechez de miras de este artículo, que un amigo me acaba de enviar. Leo y entiendo perfectamente el testimonio de Audrey, que es el suyo. ¡No el de todos!  ¿Por qué pues querer hacerlo una generalidad?

Creo que también podría muy fácilmente entrevistar a un heterosexual sobre su sexualidad “no satisfactoria” !Debemos encontrar toneladas, dado el número de buenos padres de familia que van a satisfacer y dar plenitud a su libido en las saunas y sex-shops gays!

Y después… ¿qué parcialidad, al final del texto, oponiendo a Philippe Ariño y al Padre Jonathan??? Yo creía que los cristianos estaban para unir en lugar de para dividir !!!

Creo sobre todo que hay que hacer la distinción en las opciones de vida, seamos homosexuales o heterosexuales. ¡ En lo de construir algo con alguien o en lo de divertirse y de retozar! ¡ Es evidente que no se encontrará mucha consistencia en el segundo caso! Pero bueno, la realidad está ahí, existen muchas personas, homosexuales y heterosexuales viviendo según este principio. ¡ Y yo no estoy, aquí,para juzgar!

Y luego me gusta mucho lo que escribía un día un comentarista en un antiguo blog: “ el sexo es para TODOS, heterosexuales, homosexuales seductores o menos mimados por la naturaleza, una fuerza multipolar, variable e insumisa que nos es dada así, se la quiera o no, y que hay que hacer funcionar. Para la reproducción, lo que denominamos la Raza, la “Gens”, la Familia. ¿Y todavía, el individuo? ¡Desengáñate! Los gays tienen el genio de utilizarlo para el juego. Juegos en calidad y cantidad olímpica, todos sabemos esto, juegos por todas partes y siempre, juegos que ayudan a vivir. No tienen más que una relación relativa con el amor. Son los “psicopompos” (los ángeles que le conducen a eso). Los heterosexuales acaban por el sexo, los gays comienzan con él. Pero eso no consta EN NINGUNA PARTE. Hay que saber esto, no es triste; al contrario, esto ayuda. “

Y bien… podría también entrevistar a una pareja homosexual viviendo una “sexualidad plenificadora”. ¡ Esto existe! ¡ Sí!

De todos modos, ¿qué es esto? ¿Una sexualidad plenificadora? Cada uno es colmado en su medida, y la medida jamás es la misma para todo el mundo. ¡Cada uno es único!

Así que cuando escribes que “el deseo homosexual no encuentra al otro de verdad”, esto puede ser el caso de Audrey , pero no necesariamente para todos.

Cordialmente

Leer también: “God & Gay, ou le mariage des 2 G”

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Silencio y quietud.

Miércoles, 25 de abril de 2018
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Del blog Nova Bella:

 

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“Si amas la verdad,

sé amante del silencio”

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Isaac el Sirio

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“Que la quietud sea el criterio para juzgarlo todo”

*
Evagrio Póntico

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Mi amistad conmigo.

Viernes, 23 de marzo de 2018
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Del blog de Henri Nouwen:

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 “¿Somos amigos de nosotros mismos? ¿Nos gusta cómo somos? Son preguntas importantes porque no podemos desarrollar buenas amistades con los demás a menos que seamos buenos amigos de nosotros mismos.

¿Cómo ser uno, entonces, amigo de uno mismo? Para empezar, es preciso reconocer la verdad sobre nosotros mismos. Somos apuestos pero también limitados, ricos pero también pobres, generosos pero también preocupados por nuestra seguridad. Sin embargo, más allá de todo esto, somos seres con un alma, con destellos de lo divino. Reconocer la verdad de nosotros mismos significa reivindicar el carácter sagrado de nuestro ser, sin entenderlo enteramente. Nuestro ser profundo escapa a nuestra capacidad mental o emocional de comprender las cosas. Pero cuando confiamos en que somos parte integrante de un Dios que nos ama, podemos ser amigos de nosotros mismos y estrechar con los demás relaciones de amor.”

*

Henri Nouwen

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Oh Mi Amor

Miércoles, 18 de octubre de 2017
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Del blog Pays de Zabulon:

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En la serie de canciones más bellas que la humanidad ha producido …

Cuando el amor es descrito de tal modo que casi se da a ver para comprender, a coger. Pero es justo para invitarnos a ir más lejos porque ya, más lejos, él nos precede. Pero, todo es claro en nuestro mundo por primera vez en mi vida, puedo ver, puedo sentir, … Todo está ya ahí, nada hay que conquistar. Justo aceptar y abandonarse. Todo es claro en mi corazón …

 

Oh Mi Amor

Oh my love for the first time in my life
My eyes are wide open
Oh my lover for the first time in my life
My eyes can see

Oh mi amor por primera vez en mi vida
Mis ojos están muy abiertos
Oh mi amor por primera vez en mi vida
Mis ojos pueden ver

I see the wind, oh I see the trees
Everything is clear in my heart
I see the clouds, oh I see the sky
Everything is clear in our world

Veo el viento, oh veo los árboles
Todo es claro en mi corazón
Veo las nubes , oh veo el cielo
Todo es claro en nuestro mundo

Oh my love for the first time in my life
My mind is wide open
Oh my lover for the first time in my life
My mind can feel

Oh mi amor por primera vez en mi vida
Mi mente está muy abierta
Oh mi amor por primera vez en mi vida
Mi mente puede sentir

I feel the sorrow, oh I feel the dreams
Everything is clear in my heart
I feel life, oh I feel love
Everything is clear in our world

Siento el dolor, oh siento los sueños
Todo es claro en mi corazón
Siento vida, oh siento amor
Todo es claro en nuestro mundo

*

John Lennon

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La belleza de un cuerpo desnudo

Martes, 3 de octubre de 2017
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Del blog Pays de Zabulon:

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La belleza de un cuerpo desnudo

es sensible sólo a las razas que van vestidas.

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Fernando Pessoa,
El libro del desasosiego.

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Fotografía: un sadhu en Varanasi, India, tomada de unseenrajasthan.blogspot.fr

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“Buda y Jesús tienen mucho en común”, por Frei Betto

Miércoles, 6 de septiembre de 2017
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buddha_and_jesus1Buda, a quien Herman Hesse le dedicó la novela Sidarta, se llamaba Sidarta Gautama y vivió en la India 500 años antes de Cristo. El siglo VI a. C. fue pródigo en sabios e iluminados: Tales de Mileto, Lao-Tsé, Confucio y los profetas Jeremías y Ezequiel.

Buda y Jesús tienen mucho en común. Según reza la tradición, ambos nacieron de una virgen. En el caso de Buda, su madre, Maya, habría sido fecundada por un pequeño elefante que se introdujo en su costado izquierdo. Buda y Jesús no dejaron nada escrito y formaron a sus discípulos mediante sentencias y parábolas emblemáticas. Ninguno de los dos fundó una religión; ambos propusieron una vía espiritual centrada en el amor, la compasión y la justicia, capaz de conducirnos a lo que más anhela todo ser humano: la felicidad.

Aprendí mucho del budismo. En especial su principal lección: el modo de evitar, o, al menos, aplacar el sufrimiento. No el dolor, que pueden paliar los medicamentos, sino el sufrimiento que lacera el alma, trastorna la mente, tritura el corazón, suscita sentimientos y actitudes negativos.

Buda descubrió que todo sufrimiento se deriva de un único factor: el apego. A bienes materiales, recuerdos nocivos, ambiciones desmedidas, y también a cargos o funciones, como bien demuestra el actual escenario político brasileño. Jesús diría lo mismo siglos después, con otras palabras.

¿Cómo librarse del apego y así evitar el sufrimiento y disfrutar de la felicidad? Buda enseñó que, para eso, es preciso vaciar la mente, y el método para hacerlo se llama meditación. Al mirar hacia afuera, soñamos; al mirar hacia adentro, despertamos.

Considero que la meditación es la forma más apropiada de oración personal. Porque induce a vaciarse de sí y a dejarse ocupar por Dios, como apunta la genial canción de Gilberto Gil “Se eu quiser falar com Deus“.

El término meditación es recurrente en la tradición mística cristiana, pero no aparece en los evangelios. Sin embargo, Lucas registra con acuciosidad los momentos de oración de Jesús: “Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (5,16); “En aquellos días, él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” (6,12); “… mientras Jesús oraba aparte… (9,18); “… subió al monte a orar” (9,28).

Ahora bien, si Jesús “pasó la noche orando a Dios”, él que nos enseñó a no multiplicar las palabras al hablar con Dios, sin dudas meditaba, o sea, abría la mente y el corazón para que el Padre lo habitara por entero. Muchas veces los cristianos hablamos de Dios, le hablamos a Dios, hablamos sobre Dios, pero no dejamos que Dios hable en nosotros. Y la meditación es un ejercicio de acogida del Misterio.

Soy un católico que reza todos los días para que Dios haga de mí un cristiano. Mi amigo, el periodista Heródoto Barbeiro, es budista desde hace 40 años. Su nombre de monje es Gento Ryotetsu. Decidimos encerrarnos durante tres días en el convento de los frailes dominicos de São Paulo para debatir sobre las convergencias y las diferencias entre el budismo y el cristianismo. En realidad no encontramos divergencias. El resultado se recoge en el libro O budista e o cristão – um diálogo pertinente.

En tiempos de fundamentalismos teológicos e intolerancias religiosas, el diálogo entre personas y grupos de concepciones distintas es, sin dudas, el camino más corto para evitar prejuicios y discriminaciones, ofensas y persecuciones. Entre otras cosas, porque Dios no tiene religión.

Aunque crea que Jesús es “el camino, la verdad y la vida”, nunca estaré seguro de que mi visión religiosa coincide con La Verdad. Siempre recuerdo al misionero que, en China, a inicios del siglo XX, le predicaba la doctrina cristiana a una multitud y concluyó diciéndoles: “¡Acabo de anunciarles la verdad!” Un chino levantó la mano y le dieron la palabra: “Padre, hay tres verdades: la suya, la mía y la verdad verdadera. Usted y yo juntos debemos buscar la verdad verdadera”.

Frei Betto

Fuente Fe Adulta

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“La verdad y las creencias”, por Enrique Martínez Lozano.

Miércoles, 23 de agosto de 2017
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justnevergiveupLa verdad carece de contornos –es ilimitada– y no puede contenerse en una fórmula. Por ese motivo, no es “algo” que la mente pudiera apropiarse o que fuera posible aferrar. Lo cual explica, también, que para el yo sea incertidumbre por cuanto, al no ser un objeto mental –una idea o creencia–, se le escapa completamente.

La misma naturaleza de la verdad provoca que, en el momento mismo en que se la quiere delimitar en una creencia concreta, se caiga en la mentira: se ha confundido la verdad inefable con una mera construcción mental. Buscando seguridad en la que sostenerse, se ha desembocado en un error de consecuencias graves y peligrosas para uno mismo y para los demás.

La verdad no puede ser apresada, ni aporta seguridad al yo que, ante ella, se descubre completamente desnudo, sin consistencia. Por ese motivo, la evita, refugiándose –protegiéndose– en el sucedáneo de las “creencias”, en las que cree encontrarse seguro.

Al no ser objeto, la verdad simplemente es. Una con la realidad, constituye el fondo último de todo lo que es. Por eso, no se la puede tener; únicamente se la puede ser.

Cuando eso se vive, lo que hay es “ser”, sin añadidos conceptuales; es un vivir viviendo en estado de presencia, en el reconocimiento lúcido y gozoso de que somos Eso que ni siquiera se puede nombrar.

Eso –la verdad, lo que somos– es Plenitud. Pero, ante ella, el yo queda desnudo. Como le ocurre, por otra parte, ante cualquier realidad transpersonal: la Belleza, la Bondad, el Amor, el Gozo, la Plenitud… Ninguna de ellas tiene al yo como sujeto; al contrario, se “esconden” en el momento mismo en que el yo quiere atribuírselas. Del mismo modo que cuando hay Amor, no hay nadie que ame, cuando brilla la Verdad, nadie la posee. La Verdad nos descubre que el yo era solo un pensamiento más, una realidad ilusoria.

Se advierte, así, una bella paradoja: es la propia verdad la que me hace comprender, de manera definitiva, que no sé nada. Porque, al abrirme a ella, descubro que todo lo que mi mente pudiera atrapar ya no es la verdad, sino solo una “opinión”; y que aquello que presumía “saber” no es otra cosa que creencias, meras construcciones mentales sin mayor importancia. Por eso, justo en el momento en que me abro a la verdad –siempre ilimitada–, se producen dos comprensiones tan simultáneas como paradójicas: soy la verdad y no sé nada.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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El tesoro escondido

Domingo, 30 de julio de 2017
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“Se puede definir al hombre como el que busca la verdad”

Juan Pablo II

La vida que Dios da al hombre es original y diferente de la de los demás criaturas vivientes, o que el hombre aunque proveniente del polvo de la tierra (cf Gn 2,7; 3,19; Job 34,15; Sol 103,14; 104,29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencio, resplandor de su gloria (cf Gn 1,26-27; Sol 8,6). Al hombre se le ha dado un altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une o su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.

En la vida del hombre, la imagen de Dios vuelve o resplandecer y se manifiesta en toda su plenitud con lo venida del Hijo de Dios en carne humana: “El es Imagen de Dios invisible” (Col 1 ,15), “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” (Heb 1,3). El es la imagen perfecta del Padre… La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos, la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos; que “reproduzcan la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Solo así con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de lo esclavitud de lo idolatría, puede reconstruir lo fraternidad rota y reencontrar su propio identidad

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Juan Pablo II,
carta encíclica Evangelium vitae, nn. 34.36.

***

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

– “Sí.”

Él les dijo:

“Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”

*

Mateo 13,44-52

***

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Camino, Verdad y Vida.

Domingo, 14 de mayo de 2017
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Debemos siempre estar muy seguros de hacer la distinción entra la Iglesia invisible, universal y espiritual (Ecclesia) y la organización religiosa sin ánimo de lucro que se reúne en un edificio coronado por un campanario. La diferencia es inestimable, y no tenemos derecho a cometer el error de confundir las dos. Comprende por favor que no cuestionamos el derecho de cualquier grupo religioso de reunirse en paz, de elegir a sus líderes, de recibir dinero, de tener criterios para llegar a ser miembro, de administrarse del modo que le parezca justo – hace tiempo que comprendemos que tal derecho es un derecho civil y no es  en ningún caso inalienable,  escrito o autorizado por el mismo Dios. Esto no significa que sea malo, pero esto no lo hace espiritual. La Ecclesia no es una organización o una invención humana, sino un organismo lleno de Vida, y que adorarlo “en Jerusalén o sobre esta montaña” es menos importante para Dios que  adorarlo “en Espíritu y de verdad“.

¿Entonces dónde es la diferencia? ¿Dónde está el problema? Esto se convierte en un problema cuando el significado espiritual y escriturario  es falsamente relacionado con las costumbres sociales, con una norma cultural, con una religión de tradiciones, con una organización o con un lugar para reunirse. Cuando la línea de demarcación si difumina entre, por  una parte, la expectativa social, la tradición o las costumbres de la Religión Organizada y por otra parte, la verdadera vida espiritual, la misma esencia de la Ecclesia o del creyente individual, entonces tal sistema tiene la posibilidad de evolucionar en una forma peligrosa de abuso espiritual o de elitismo religioso.

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Chip Brogden

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí.En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.”

Tomás le dice:

“Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”

Jesús le responde:

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”

Felipe le dice:

-“Señor, muéstranos al Padre y nos basta.”

Jesús le replica:

-“Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.”

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Juan 14,1-12

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“El Camino”. 14 de mayo 2017. 5 Pascua (A). Juan 14, 1-12.

Domingo, 14 de mayo de 2017
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cristo_caminando1Al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro lo negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertado y abatidos. ¿Qué va ser de ellos?

Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: ”Que no se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”. Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. No lo han de olvidar nunca.

“Yo soy el camino”. El problema de no pocos no es que viven extraviados o descaminados. Sencillamente, viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.

Y, ¿qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

“Yo soy la verdad”. Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad

Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.

“Yo soy la vida”. Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva.

Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.

José Antonio Pagola

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“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Domingo 14 de mayo de 2017. 5º Domingo de Pascua.

Domingo, 14 de mayo de 2017
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27-PascuaA5 cerezoLeído en Koinonia:

Hch 6,1-7: Eligieron a siete hombres llenos de espíritu
Salmo responsorial 32: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
1Pe 2,4-9: Ustedes son una raza elegida, un sacerdocio real
Jn 14,1-12: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida

En la comunidad lucana descrita en la primera lectura, los apóstoles tienen plena conciencia que no lo pueden hacer todo y que necesitan valerse de otros para atender a las necesidades urgentes de la comunidad pero sin desatender el ministerio de la Palabra. Pero ellos no imponen. Invitan a la comunidad a escoger sus propios servidores, animadores. Les presentan a siete personas que son «autorizados» por los apóstoles para satisfacer las necesidades de la comunidad. No son servidores de segunda. Son personas encargadas o enviadas a realizar ministerios diferentes. Pero todos estaban empeñados en la difusión de la Palabra y en el crecimiento numérico y cualificado de la comunidad.

Así mismo, el autor de la carta de Pedro quiere subrayar el papel de todos los miembros de la comunidad creyente en la construcción del templo vivo de Dios. Jesús es la piedra viva, el fundamento, la base para construir la casa de Dios. Sobre esa piedra se instalan las demás piedras, los seguidores de Jesús. De manera pues que no somos sólo espectadores de la construcción. Somos artífices y al mismo tiempo materia fundamental para alcanzar la construcción del gran edificio humano, levantado sobre la roca, Jesucristo, sostenido por la columna del Espíritu Santo y estructurado con la activa cooperación de cada uno de los bautizados. El sacerdocio, más que un honor, un privilegio, una casta… es un dinamismo desatado por el Espíritu para el servicio de la comunidad eclesial. Todos somos ministros, todos sacerdotes, todos servidores en una densa experiencia fraternal al servicio del Reinado de Dios.

El evangelio de Juan revela la situación crítica que vive la comunidad naciente provocada por el ambiente hostil y peligroso en que se va desarrollando. Jesús no sólo es la piedra fundamental, sino que Jesús es también camino, verdad y vida. Los discípulos están confundidos ante las Palabras de Jesús. En los anteriores versículos Jesús ha anunciado la traición de Judas y la negación de Pedro. Este episodio refleja la situación de crisis de los discípulos porque no entienden el camino de Jesús. Las palabras que Jesús pronuncia pretenden alentarles en la esperanza, fortalecerlos en medio de la angustia, devolverles el horizonte de vida.

Jesús es camino, es decir, es proyecto, horizonte de vida para muchos. Su muerte está llena de sentido porque en ella se manifiesta el amor de Dios por la Humanidad y les devuelve la razón de vivir en momentos de confusión y desesperación.

Jesús es verdad: la mentira, el engaño, la corrupción se apodera del corazón de la persona humana. La Palabra anunciada y testimoniada por Jesús, que es la Palabra del Padre, se convierte en criterio de verdad, en transparencia que devuelve la luz.

Es vida: frente a las fuerzas de la muerte que causan terror, Jesús da sentido a la vida, se revela como Señor de la vida y vencedor de la muerte. Y en él todos los que apuestan a favor de un proyecto de vida, de verdad y amor como horizonte que puede salvar a la Humanidad del caos, la injusticia, la corrupción, la exclusión y la maldad.

Quién cree en Jesús cree en el Padre y será transparencia del Resucitado. En el fondo eso es ser cristiano, que es una forma de ser en plenitud hijos/hijas de Dios. Pero la propuesta de Jesús no es un asunto meramente individual, intimista, espiritualista. El proyecto de su seguimiento es exigente y radical. También la persona cristiana, integrada al cuerpo comunitario, debe ser camino, verdad y vida. Estamos llamados a ser una alternativa de vida, junto con otras alternativas de vida -representadas por otras personas y comunidades inspiradas por otras religiones- en medio de un mundo desorientado que con frecuencia no encuentra el sentido de la existencia. Somos servidores de la Vida aún en medio de la muerte que siembra el egoísmo humano cuando desatiende la sabiduría que se manifiesta «por los muchos caminos de Dios». La desatención a esta sabiduría divina manifestada por tantos caminos, repercute en las crecientes injusticias sociales y guerras que pretenden justificarse con apelos a la defensa de la libertad y de la seguridad, o a la imposición de la democracia o de la «libertad de comercio»… pero que en el fondo esconden mezquinos intereses económicos y hegemónicos de las grandes potencias y plagan de hambre y de miseria a los pueblos pobres.

Nuestra misión, pues, como personas cristianas, es juntarnos con muchas otras personas y comunidades creyentes, practicantes de otras religiones, y ser alternativa de vida, de resistencia y esperanza para todos.

En una época como la que vivimos, marcada por la entrada en curso en un nuevo paradigma, el paradigma pluralista, hemos de leer y proclamar con cuidado tanto la expresión de Pedro de un «linaje escogido», como la expresión de Juan, que él pone en labios de Jesús: «Yo soy ‘el’ Camino»… Esta última sobre todo no deja de ser una expresión propia de un lenguaje confesional, un lenguaje de amor y de fe, cultual, y en ese contexto hay que entenderla. No hay que perder de vista que, en otro sentido, son muchos los caminos de Dios, «sus caminos, que no son nuestros caminos», y que nos pueden sorprender siempre con el descubrimiento de «nuevos caminos» de Dios. Recomendamos la lectura de la serie «Por los muchos caminos de Dios», de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo, en la colección «Tiempo axial» (http://latinoamericana.org/tiempoaxial). O el libro de José María VIGIL Teología del pluralismo religioso, disponible en la red (http://cursotpr.adg-n.es/?page_id=3). Leer más…

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Dom 14.5.17. Yo soy la Verdad.

Domingo, 14 de mayo de 2017
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 5 Pascua. Juan 14,1-12. El evangelio de este domingo, tomado de Juan, igual que el del anterior, no presenta una aparición del resucitado, sino al mismo Resucitado, que se presenta y habla en la Iglesia, diciendo yo soy el camino, la verdad y la vida.

En un primer momento resulta insoportable que alguien diga yo de esa manera, añadiendo soy el camino, la verdad y la vida. ¿Quién puede hablar así en un mundo de relativismos y de post-verdades? ¿Quién puede identificar la verdad con su vida?

Éste es un texto insoportable, pero a medida que vamos entrando en su movimiento interior descubrimos que quien habla no es un hombre ya muerto del pasado, ni un fantasma de mentira, sino aquel que ha muerto por los demás (lo ha dado todo, no se reserva nada…), de manera que entonces, sin tener nada, puede decir “yo” (el yo de alguien que no es para sí, sino que se entrega…), añadiendo: “soy el camino, la verdad, vida…

images-1Ésta no es una voz de ultratumba (de un muerto aparecido), ni una voz de dominio, la voz de la Intra-Vida, la voz de aquel es es al darse todo.

Algunos de los temas de este evangelio del Camino, la Verdad y la Vida del Cristo Pascual son los más importantes de la historia cristiana, vinculados a las figuras de Tomás y de Felipe, pero no quiero ni puedo desarrollarlos aquí sino fijarme sólo en Jesus como Verdad.

Hoy que hablamos de verdades y mentiras, de ortodoxias y heterodoxias, de ideologías y engaños… hoy que hablamos de la post-verdad, hay Alguien que puede decirnos y nos dice: Yo soy la Verdad.

imagesImagen 3, en hebreo: emunah, verdad.

Texto

En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.”

Tomás le dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”

Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?

Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.” (Jn 14, 1-12).

Temas

Quizá nunca se han dicho las cosas que aquí se están diciendo, condensadas, luminosas, palabras como rayos que rasgan la oscuridad e iluminan la noche de la vida. Éstos son algunos de los temas:

Las moradas del Padre. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas o estancias…”. Todos los caminos llevan no a Roma, sino al Padre, a las Moradas del amor, que supo describir Santa Teresa. Del Padre/Madre venimos y al Padre/Madre vamos… Esa es la experiencia suprema de la vida.

Jesús, el Camino. Caminantes somos (¡ayer dije: navegantes!), caminantes somos y todos los caminos se centran y condensan para los creyentes en el Cristo. Por eso, quien toma su camino, que es camino de Evangelio, está ya en manos del Padre.

Los maestros que preguntas. En este evangelio aparecen dos voces que preguntan: una es de Tomás, otra de Felipe. Significativamente, ellos aparecen más tarde como autores de los dos evangelios apócrifos más significativos de la Iglesia. Pues bien, aquí no actúan como autores des evangelios, sino como discípulos del único Cristo

El “yo” de Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida… Éste es el Jesús pascual que se atreve a decir “yo”, como el Dios del Antiguo Testamento (¡Yo soy el que soy!), pero no un yo aislado en sí, sino abierto al Padre (un yo-camino) y dirigido a todos los que quieran acogerle (un yo-ensanchado, que se hace verdad y vida para todos).

El que me ve a mí ve al Padre… Ésta es la experiencia de los cristianos: ver a Jesús resucitado es ver a Dios. No hay un “más allá” de Jesús en un sentido de verdad o vida más alta. En Jesús, abierto al Padre, en Jesús que es Camino, está la verdad, está la vida.

El que cree en mí hará las “obras que yo hago”. Jesús no está cerrado, como maestro exclusivo, sino como maestro que ofrece y comparte, que enseña y promueve. Por eso, sus seguidores, que somos nosotros, podemos hacer no sólo sus obras, sino aún mayores… La obras del Espíritu de Dios.

Una aplicación. Yo soy la Verdad.

Resulta imposible desarrollar todos los temas de este evangelio. Por eso voy a centrarme en la verdad, distinguiendo algunos de sus tipos (siguiendo un esquema que solía emplear X. Zubiri).

1. En griego, verdad se dice aletheia:

desvelamiento del Ser (de Dios), que rompe el velo del engaño y olvido, para desplegarse en desnudez fundamental, en todo su misterio. Dos son sus aspectos o momentos principales:

– Dios es voluntad y poder de manifestación: no se oculta primero y luego viene a desvelarse de manera caprichosa; no se esconde para burlar a los humanos, ofreciéndoles un rostro que varía según las circunstancias, de manera que ellos nunca pueden conocerle plenamente; no es esfinge indescifrable que jamás conoceremos porque nunca desvela totalmente su misterio. En contra de eso, Dios es verdad manifestada: descorre el velo de su rostro y nos deja penetrar en el misterio de su vida (cf. 2 Cor 3, 12-18).

– El humano aparece en muchos mitos como viviente superior que puede desvelar enigmas, penetrando de esa forma en el misteri¬o de las cosas. Pues bien, el ser humano puede conocer el gran Misterio no por ser más hábil, sino porque Dios mismo ha querido desvelarlo. El conocimiento ofrece a este nivel un signo religioso: no es dominio técnico del mundo, ni pensamiento caprichoso que inventamos según las conveniencias, sino aletheia: desvelamiento más profundo del misterio de Dios en nuestra vida.

Ciertamente, en un nivel de ciencia conocemos solamente aquello que nosotros mismos vamos construyendo con la mente. Pero, en el nivel más alto, conocemos a Dios porque Él mismo hace presente su Verdad en nuestra vida: su presencia es verdadera, porque Él mismo ha querido desnudarse en amor y claridad ante nosotros, en actitud fontal de gracia.

2. En hebreo verdad es “emuna” o fidelidad:

verdadero es lo firme, aquel que ofrece garantía y da confianza, tanto en plano activo como receptivo. Pues bien, Dios nos ofrece la máxima confianza; por eso nos sentimos seguros en su presencia. La verdad ha de entenderse así en clave personal: es fidelidad de Dios que asiste a los humanos a lo largo del camino; es fidelidad de los humanos que se fían de su gracia de Dios, viviendo su presencia. Por eso, ella es siempre dialoga¬da:

– La Verdad es Presencia fiel de Dios, que ofrece su palabra y la mantiene por encima de las dificultades y rechazos del humano. Dios es Verdadero, pues se afirma como Roca firme en la que pueden asentarse los creyentes. No es una ilusión de ensueño, un espejismo que nos deja vacíos cuando le queremos tocar con nuestras manos. No es mentira que va y viene, que se dice primero sin firmeza y después se niega o se retira, cuando llega el tiempo malo. La Verdad de Dios es Fidelidad, Presencia amistosa para siempre.

– La Verdad ha de expresarse como Presencia fiel de los humanos, confianza entre personas. Sólo ellas, las personas, pueden ser en ese plano verdaderas. Así lo certifica la Biblia Hebrea cuando dice que el conocimiento más perfecto surge a nivel de relación interhumana, allí donde el varón y la mujer se encuentran y conocen como tales, en amor enamorado.

Pues bien, Dios y el humano se vinculan en un tipo de Verdad de matrimonio, en Presencia de alianza, como sabe la tradición profética (Os, Jer, Is). Este es el Dios que se preocupa de los pobres, los perdidos y pequeños de su pueblo, siendo fiel, portador de emuna.

Sólo conoce quien ama, haciéndose presente. Dios conoce en verdad: se fía de los humanos, siendo Presencia para ellos. El humano conoce en verdad cuando, apoyado en la promesa de Dios, acoge su presencia y se acerca en amor a los hermanos. En este plano, la Presencia de Dios está ligada al despliegue de su propia Verdad como confianza creadora, susci¬tando para los humanos un camino fiable de existencia compartida.

3. En latín verdad es “veritas”:

es la justicia en las relaciones interhumana. Para convivir sobre la tierra, los humanos tienen que aceptar la ley y respetarse mutuamen¬te. Ésta es la verdad de la justicia que se aplica a todos, por encima de cada uno, como expresión de un orden social…Ésta es la verdad que ha querido expresarse en el proceso político y social de occidente, pero que ha corrido el riesgo de caer en manos de las diversas ideologías….

Marx ha demostrado que la verdad económica y social de la justicia se ha hecho ideologías. Esa pretendida verdad ha servido (y sirve) para tapar la boca a los pequeños. La misma estructura religiosa de los pueblos triunfadores se utiliza para sacralizar el poder establecido. Ellos dicen “yo tengo la verdad”, pero oprimen a los vencidos.

Nietzsche ha descubierto los mecanismos de proyección vengativa de algunos oprimidos que tienden a satanizar a los triunfadores, haciendo de la religión principio de venganza. Por eso, cuando ellos dicen “yo soy la verdad” están imponiendo su propia envidia y su resentimiento…
Freud ha hablado también de una verdad que es “mentira”, la verdad de un amor que es proyección de las propias envidias

Jesús, el Jesús muerto y resucitado, dice: Yo soy la verdad

Cuando Jesús dice “yo soy la verdad” está diciendo lo que es el camino de Dios, que es camino de vida. Jesús no descubre los secretos del cosmos, ni los grados del ser, ni la profunda experiencia de las almas que descienden a la tierra; no nos introduce en un camino de ascética o mística de tipo intelectual. Interpretado en un millar de variaciones, su tema es siempre el mismo: él proviene del Padre y Dios mismo es, por lo tanto, quien le envía. Así puede presentarse a los humanos como pan de vida, luz del mundo, puerta, camino, verdad y vida, resurrección y viña verdadera. El Jesús de los sinópticos proclama la llegada del reino. El de Juan habla del Padre como testigo y signo de su gracia (cf. 6, 35; 8, 12; 10, 9. 11. 14; 11, 25; 14, 6; 15, 1).

Esta es la verdad de Jesús: Dios es Padre universal. Este su programa: vincular a todos los humanos partiendo desde el Padre, superando así el antiguo exclusivismo; como enviado del Padre ha realizado su obra sobre el mundo, enseñando lo que manda (12, 48-49), cumpliendo lo que quiere (6, 38). Revelándose a sí mismo, Jesús revela al Padre. Pero él no se limita a cumplir una función impersonal y pasajera: no es un medio que se emplea un momento y que después se deja, un camino que se corre y se abandona. Jesús mismo pertenece al misterio de Dios, de manera que ambos se vinculan en encuentro permanente. Así podemos afirmar que la verdad del Padre es su amor hacia Jesús y la de Jesús su amor al Padre:

– Está conmigo aquel que me ha enviado (Jn 8, 16; cf. 8, 18).
– Como el Padre me conoce y yo conozco al Padre… (10, 15).
– Yo y el Padre somos uno (10, 30).

Esta verdad de amor (presencia, comunión, conocimiento mutuo) constituye la entraña y mensaje superior del evangelio, su buena nueva: Dios ama a Jesús, Jesús ama a Dios y en su mutuo amor (Espíritu Santo) se funda todo lo que existe. Ese conocimiento y entrega fundante del Padre y el Hijo es el misterio del ser, la verdad de la existencia. Ser es amarse. Existir es entregarse, habitar uno en otro; por eso, Jesús puede afirmar “quien que me ha visto, ha visto al Padre” (14, 9; cf. 14, 10). Esta inhabitación amorosa constituye el principio y meta de toda verdad, es la verdad del Espíritu santo, entendido como vida compartida y donación recíproca (14, 20).

– El Padre ama al Hijo y lo ha puesto todo en sus manos… (Mc 3, 35)
Como el Padre me ha amado, también Yo os he amado a vosotros (15, 9).
Si alguien me ama cumplirá y mi Padre le amará
y vendremos a él haremos en él una morada” (14, 23).
– Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en tí…
para que sean uno como Nosotros somos uno; Yo en ellos y Tú en mí…
para que el mundo conozca que Tú me has enviado
y que les amas como a mí me has amado (17, 20-23).

Esta verdad es el camino de la vida

— Si el Padre envía al Hijo, lo hace para salvar al mundo (3, 16-18).
— Si el Hijo cumple la voluntad del Padre, lo hace también para salvar (juzgar) al mundo (5, 19-27).
De esa forma se expande y expansiona su camino de amor: como el Padre me amó, os amo yo a vosotros; permaneced en mi amor (15, 9). Lo que Dios y el Hijo viven en amor, encuentro poderoso de entrega creadora, ha de expresarse en la existencia de todos los humanos (cf. 16, 26), que penetran en el círculo de amor de lo divino, pudiendo así compartir su vida y realizar sus obras:

– El que crea en mí realizará el también las obras que Yo hago (14, 12).
– Como el Padre me ha enviado así os envío Yo a vosotros (20, 21).
– Como Tú me has enviado al mundo también Yo les he enviado al mundo (17, 18).

En la entraña más profunda de su ser, los elegidos de Jesús (discípulos, cristianos) tienen un origen y existencia trascendente: nacen de Dios, son enviados con su Hijo (cf. 1, 12-13). No son ya esclavos del mundo, ni siervos de Dios, ni extranjeros. Se llaman y son hijos de Dios, amigos del Cristo y amigos entre sí, para realizar en la tierra el nuevo mandamiento: amaos unos a los otros, es decir, “vivid en comunión de amor, como el Padre y el Hijo son en comunión” (cf. 15, 1-17):

– Que sean uno como Tú, Padre, en mí y Yo en ti;
que también ellos sean uno
y el mundo conozca que Tú me has enviado (17, 21).

Una aplicación, una comparación

He presentado a Jesús como verdad. Sería bueno comparar su postura con la del budismo, centrado en la cuatro nobles verdades de Gautama, el Iluminado. Pero con eso entraríamos en otro tema. Por hoy basta recordar y situar en su contexto pascual, dentro de todo su evangelio, lo que Jesús ha dicho “yo soy la verdad”.

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Iglesia naciente, sufriente, creyente. Domingo 5º de Pascua

Domingo, 14 de mayo de 2017
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Caminando-con-Jesus-300x300Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Como indiqué el domingo pasado, las tres lecturas de los domingos de Pascua nos hablan de los orígenes de la Iglesia, de las persecuciones de la Iglesia, y de nuestra relación con Jesús.

Iglesia naciente

La primera lectura nos cuenta la institución de los diáconos y el aumento progresivo de la comunidad, subrayando el hecho de que se uniesen a ella incluso sacerdotes.

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:

No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra

La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

La comunidad de Jerusalén estaba formada por judíos de lengua hebrea y judíos de lengua griega (probablemente originarios de países extranjeros, la Diáspora). Los problemas lingüísticos, tan típicos de nuestra época, se daban ya entonces. Los de lengua hebrea se consideraban superiores, los auténticos. Y eso repercute en la atención a las viudas. Lucas, que en otros pasajes del libro de los Hechos subraya tanto el amor mutuo y la igualdad, no puede ocultar en este caso que, desde el principio, se dieron problemas en la comunidad cristiana por motivos económicos.

Los diáconos son siete, número simbólico, de plenitud. Aunque parecen elegidos para una misión puramente material, permitiendo a los apóstoles dedicarse al apostolado y la oración, en realidad, los dos primeros, Esteban y Felipe, desempeñaron también una intensa labor apostólica. Esteban será, además, el primer mártir cristiano.

Iglesia sufriente

La primera carta de Pedro recuerda las numerosas persecuciones y dificultades que atravesó la primitiva iglesia. Lo vimos el domingo pasado y lo veremos en los siguientes. Pero este domingo, aunque se menciona a quienes rechazan a Jesús y el evangelio, la fuerza recae en recordar a cristianos difamados e insultados la enorme dignidad que Dios les ha concedido: «Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa».

Queridos hermanos: Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Dice la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.» Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular», en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.

Iglesia creyente

El evangelio nos sitúa en la última cena, cuando Jesús se despide de sus discípulos. Sabe el miedo que puede embargarles a quedar solos. Y los anima a no temblar, insistiéndoles en que volverán a encontrarse y estarán definitivamente juntos.

Aparece en este texto una de las mejores definiciones de Jesús, de las más adecuadas para presentar su persona: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»

Camino para llegar al Padre (el evangelio parece sugerir que para llegar a Dios hay muchos caminos, pero para llegar a Dios como Padre el único camino es Jesús).

Verdad en medio de las dudas y frente al escepticismo que mostrará poco más tarde Pilato preguntando: «¿Qué es la verdad?»

Vida que todos anhelamos que no termine nunca, la vida eterna, que empieza ya en este mundo y que consiste «en que te conozcan a ti, único dios verdadero, y a quien enviaste, Jesucristo».

Como ocurre siempre en el cuarto evangelio, el texto supone también un reto para la fe. Nos invita a creer en Jesús como se cree en Dios; a creer que, quien lo ve a él, ve al Padre; quien lo conoce a él, conoce al Padre; que él está en el Padre y el Padre en él. Y al final, el mayor desafío: creer que nosotros, si creemos en Jesús, haremos obras más grandes que las que él hizo. Parece imposible. El padre del niño epiléptico habría dicho: «Creo, Señor, pero me falta mucho. Compensa tú a lo que en mí hay de incrédulo».

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice:
-«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
-«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice:
-«Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica:
-«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.»

    

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