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Nosotros, seres humanos

Sábado, 4 de junio de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Tras las huellas vivas de Etty Hillesum

Mientras que nuestro mundo contemporáneo atraviese una crisis de sentido, una joven mujer judía puede ayudarnos a atravesar la prueba y a guardar la esperanza.

Del 1941 al 1943, en Amsterdam, Etty Hillesum mantiene un diario de una densidad excepcional. Consigna en 11 cuadernos las últimas experiencias de su vida. Este extraordinario documento es un verdadero testamento espiritual. Descubrimos allí su fe inquebrantable en el hombre al mismo tiempo que éste comte sus más negras fechorías durante la segunda guerra mundial. Etty Hillesum murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 después de haber pasado los últimos meses de su vida en el campo de tránsito de Westerbork al servicio de sus hermanos judíos.

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” A pesar de todos los sufrimientos infligidos y a pesar de todas las injusticias cometidas, no llego a odiar a los hombres. Todos los horrores y las atrocidades perpetradas no constituyen una amenaza misteriosa y lejana, exterior a nosotros, sino que son totalmente próximas a nosotros y emanan de nosotros mismos, los seres humanos.

*
Etty Hillesum
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Resistencia

Miércoles, 4 de mayo de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Tras las huellas vivas de Etty Hillesum

Mientras que nuestro mundo contemporáneo atraviese una crisis de sentido, una joven mujer judía puede ayudarnos a atravesar la prueba y a guardar la esperanza.

Del 1941 al 1943, en Amsterdam, Etty Hillesum mantiene un diario de una densidad excepcional. Consigna en 11 cuadernos las últimas experiencias de su vida. Este extraordinario documento es un verdadero testamento espiritual. Descubrimos allí su fe inquebrantable en el hombre al mismo tiempo que éste comte sus más negras fechorías durante la segunda guerra mundial. Etty Hillesum murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 después de haber pasado los últimos meses de su vida en el campo de tránsito de Westerbork al servicio de sus hermanos judíos.

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“Los peores sufrimientos del hombre son aquellos a los que teme, porque el gran obstáculo es siempre la representación y no la realidad. Soportamos la  realidad con todo el sufrimiento, todas las dificultades que se le adhieren – nos cargamos con ella, la izamos sobre nuestros hombros y es llevándola como se aumenta la resistencia.”

 

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Etty Hillesum
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La voluntad secreta de vivir

Miércoles, 13 de abril de 2016
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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” El mundo moderno empieza a descubrir cada vez más que la calidad y la vitalidad de la existencia del hombre dependen de su voluntad secreta de vivir.

Existe dentro de nosotros una fuerza oscura de destrucción, que alguien ha llamado el “instinto de la muerte”. Esta fuerza, engendrada por el amor propio frustrado que lucha consigo mismo, es algo terriblemente poderoso. Es la fuerza del amor de sí mismo que se ha vuelto aborrecimiento de sí mismo, y que, al adorarse, adora el monstruo en que se consuma.

Es, pues, de importancia suprema que consintamos en vivir para otros y no para nosotros mismos. Cuando hagamos esto, podremos enfrentarnos a nuestras limitaciones y aceptarlas. Mientras nos adoremos en secreto, nuestras deficiencias seguirán torturándonos con una profanación ostensible. Pero si vivimos para otros, poco a poco descubriremos que nadie cree que somos “dioses”.

 Comprenderemos que somos humanos, iguales a cualquiera, que tenemos las mismas debilidades y deficiencias, y que estas limitaciones nuestras desempeñan el papel más importante en nuestras vidas, pues por ellas tenemos necesidad de otros y los otros nos necesitan.

No todos somos débiles en los mismos puntos; y por eso nos complementamos y nos suplementamos mutuamente, cada uno rellenando el vacío del otro”.

*

Thomas Merton

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Hay que salvar a Dios

Lunes, 21 de marzo de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

En 1972, Maurice Zundel fue llamado al Vaticano por Pablo VI para predicar en el retiro de Cuaresma. Místico, teólogo, Maurice Zundel es un verdadero profeta del siglo XX.  En palabras del abbé Pierre: “Con él, nos encontrábamos en presencia de Alguien. Por su misma persona accedíamos casi naturalmente al misterio de Dios. A lo absoluto.

Os invitamos a seguir Maurice Zundel, paso a paso, hasta Pascua en este Año jubilar de la Misericordia…

 

Cristo en Auschwitz

Hay que salvar a Dios

Porque la Pasión de Jesucristo revela en el tiempo el amor eterno de Dios para con el hombre, Dios será eternamente crucificado mientras haya un único ser, una sola criatura que diga no. No hay parcialidad en Dios. Dios no es una madre que discierne entre sus hijos; cada criatura es el objeto de una ternura infinita y, mientras haya una sola que no sea recogida en las cosechas eternas, Dios será crucificado. Esto es el Infierno, el Infierno de Dios, el Infierno en la luz de la Cruz, el Infierno al cual condenamos a Dios y del cual absolutamente hay que librarlo. Es la única manera de escuchar la llamada de la Cruz. No se trata de un sacrificio ofrecido a Moloch por un inocente acosado y abandonado, se trata de esta inocencia del Dios revelado en Jesús. Se trata de la Pasión de un Dios que es madre, infinitamente más que todas las madres, y cuya justicia maternal contiene esta sustitución de la inocencia infinita a la culpabilidad ilimitada. Y si esto es verdad,  hay que revertir absolutamente todas las perspectivas: no es a nosotros, es a Dios a quien hay que salvar.  Hay que salvar a Dios de nosotros mismos, como es necesario salvar la música de nuestro ruido, la verdad de nuestros fanatismos y el amor de nuestra posesión. La Cruz finalmente es la cicatrización de todas las heridas que Dios noha cesado de sopotar en el curso de la Historia, ya que todos los males y las catástrofes que afectaron el Universo, la Vida y la humanidad, fueron otras tantas heridas en el Corazón de Dios.

David Trullo+Ecce Homo

Señor Jesús, Tú que consentiste que te hirieran, gracias por venir para habitar mi gran herida. Dame la gracia de abandonarme en Ti en la confianza, Tú que conoces el peso de los días y la dureza del camino …

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Maurice Zundel
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“Más allá de los humanos”, por José Arregi

Miércoles, 2 de marzo de 2016
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A VIDA livroLeído en su blog:

En Arroa Behea luce un sol radiante. El sauce reverdece. El petirrojo y la malviz cantan. Una madre joven columpia a su hijita, una y otra vez, suavemente. Llega el tren y luego se va, tra-ca-ta-tá, tra-ca-ta-tá… La madre y la niña siguen jugando. El mundo parece pura armonía, y el ser humano su gloria, su corona, su ángel de la guarda. Con razón canta el salmo judío: “Lo coronaste de gloria y dignidad”. Todos los salmos no bastan para cantar tanta belleza sublime, tanta paz. Misterio del mundo, Gracia de ser.

¿Y tantos horrores humanos? Un padre abusa sexualmente de un bebé de 18 meses, hija de su pareja, y la arroja por la ventana. Ocho mujeres muertas en un mes en España a manos de sus parejas. Personas hechas y derechas que sucumben víctimas del alcohol, del sexo, de la venganza, del dinero. Esta corrupción generalizada. Esas entrañas y fronteras cerradas a hambrientos y a los fugitivos de la guerra. Esta Europa indecente que defiende su bienestar robado a los países más pobres.

Tenía razón San Pablo: “No acabo de entender mi conducta, pues no hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco”. ¿A eso llamamos dignidad, conciencia, libertad? ¿Es libre este pobre ser humano capaz de hundirse en el rencor o en la angustia por un pequeño fracaso, por una simple palabra de ofensa o de crítica, o por el temor de algo que ni siquiera sabe que vaya a suceder? Y nos llamamos Homo Sapiens, y nos creemos los señores del mundo, cuando no somos dueños de nosotros mismos. Y cuanto menos libres nos sentimos más nos empeñamos en dominar a los demás. Y cuanto menos felices somos más daño hacemos y más desgraciados nos volvemos. ¿Qué nos pasa a los humanos?

Antes era fácil: el “pecado original” tenía la culpa de todo. Pero las ciencias, todas ellas a la vez, han vuelto imposible seguir pensando que haya existido alguna vez un paraíso, una caída, un castigo divino. Y han demostrado que todas las formas conocidas de vida en esta tierra son fruto de la evolución de una misma forma inicial, y apuntan con unanimidad creciente la probabilidad de que la vida –tal vez en formas distintas de las que conocemos– sea un fenómeno difundido por todo el universo, aunque ésa es otra historia. Todo nos lleva a pensar que no somos el centro del universo ni la cima de la evolución de la vida.

Las ciencias nos llevan también a pensar que el género Homo, aparecido hace 2 millones de años, y esta especie nuestra Sapiens aparecido hace 150.000 años, no es ni siquiera el centro ni el culmen de la evolución de la vida en nuestro planeta. Nos distingue del resto de los primates una mayor capacidad cerebral, de la que dependen todas las funciones que abusivamente llamamos “específicamente humanas”: la conciencia, la libertad, el lenguaje, el arte, la herramienta, la cultura… Son funciones que, en grados diferentes, se dan en todos los primates y en muchísimas especies animales.

Las diferencias son siempre de grado, aunque quien así lo prefiera puede llamarlas “saltos cualitativos”. Entre el sauce que verdea y la malviz que canta, entre la malviz y el perro, entre el perro el chimpancé, hay muchos y grandes saltos cualitativos, pero dentro de un continuum infinito de complejización creciente. De lo “inferior” emerge lo “superior”. ¿Pero por qué esta necesidad de afirmarnos superiores?

Afortunadamente, no estamos al final de la evolución. La vida seguirá buscando a tientas –y seguro que irá encontrando– nuevas formas vivientes mejor adaptadas, más armónicas –esperemos– que esta nuestra especie tan ambigua todavía, tan contradictoria, tan violenta. Tan incipiente. La evolución nos llevará, en millones de años, a formas posthumanas o transhumanas, con capacidades “superiores”… ¡Ojalá!

Lo nuevo del momento histórico en que vivimos es que la evolución hacia esas formas transhumanas depende cada vez más de nuestra especie, está en nuestras manos. Las neurociencias, la ingeniería genética, las prótesis robóticas externas o internas… más pronto que tarde crearán otros seres más inteligentes que nosotros. No hay duda de que eso sucederá algún día. La duda –enorme, inquietante duda– es si eso será para nuestro bien y el suyo. El gran desafío y nuestra gran responsabilidad es que lo sea.

Empecemos ya, aquí. Demos cada día el pasito que podamos para cuidar la vida, para que vivir sea una gracia para nosotros mismos y los demás, también para la vida de quienes vendrán luego, sean seres humanos o no.

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Vaciarse..

Lunes, 22 de febrero de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

En 1972, Maurice Zundel fue llamado al Vaticano por Pablo VI para predicar en el retiro de Cuaresma. Místico, teólogo, Maurice Zundel es un verdadero profeta del siglo XX.  En palabras del abbé Pierre: “Con él, nos encontrábamos en presencia de Alguien. Por su misma persona accedíamos casi naturalmente al misterio de Dios. A lo absoluto.

Os invitamos a seguir Maurice Zundel, paso a paso, hasta Pascua en este Año jubilar de la Misericordia…

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La verdadera grandeza para el vacío interior

“Para dar al hombre toda su altura y toda su grandeza,  sólo hay un camino: que el hombre se vacíe de sí mismo, renuncie a toda posesión y se libre de todas las adherencias, para que se haga un espacio ilimitado de luz y de amor, que sea capaz de conducir, revivir y completar toda la Historia dando al mundo un nuevo comienzo.

Y esto es posible sólo en este vacío interior y esta evacuación de sí mismo que es, en el hombre como en Dios, la condición de toda grandeza, de toda libertad, y de toda eficacia.

Toda nuestra existencia está comprendida en esta alternativa: estoy en mí o estoy en Dios. No hay término medio.

El programa es simple pero la realización difícil, porque no se puede decretar un encuentro y fijar la hora en la que el amor brotará. No hay camino que desemboque infaliblemente en un intercambio de intimidades. Nada es más libre, más imprevisto y más gratuito.

Todo lo que podemos hacer es eliminar los obstáculos que hacen que este tipo de intercambio sea imposible, y  todos ellos se resumen en el ruido que se hace con uno mismo y alrededor de uno misno.

La única posibilidad de dejarlos es neutralizar nuestra atención, retirar apaciblemente nuestra audiencia de toda esta mezcolanza confusa de deseos y de reivindicaciones, apagar la corriente psíquica que alimenta este tumulto, en un recogimiento donde siempre se ahonda más profundamente el vacío que nos hace estar disponibles.

Cuando el silencio total se establece, es que ya se anuncia la Presencia que llena el espacio engendrado por la retirada de mi yo. “

Señor, la ausencia es el lugar de Tu Presencia. Enséñame a abrir en mí espacios anchos para encontrarte allí. Dame la gracia llegar a ser una catedral de silencio donde tu Palabra podrá razonar y tocarme …

 *

Maurice Zundel
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El ser humano, obra de arte divina

Jueves, 18 de febrero de 2016
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De su blog Nihil Obstat:

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Si Dios crea por amor (como decíamos en un post reciente), hace sólo lo que le agrada, no aquello que no tiene más remedio que hacer. Ninguna circunstancia, ninguna realidad previa es condicionante de su actuación. Obra con soberana libertad. El ser humano es una maravilla a los ojos de Dios, porque al crearlo, Dios ha hecho lo que le gustaba. Una verdadera obra de arte, en definitiva. Esa es la palabra griega que utiliza Ef 2,10 para decir lo que es el ser humano: un “poiema” de Dios, una obra de arte divina. Estamos relacionados con Dios como una pintura con el pintor, una pieza de cerámica con el ceramista, un libro con su autor. Esto indica una relación muy estrecha y muy positiva.

Dios al crear al ser humano hizo su mejor obra de arte. Y, como le ocurre a todo artista cuando hace una obra maestra, debió quedarse sorprendido, maravillado, admirado. Nosotros somos un deleite, un placer para Dios (cf. Prov 8,31). Cuando él nos mira se llena de alegría, se sorprende agradablemente al ver esa estupenda maravilla salida de sus manos. Esa mirada positiva de Dios sobre cada uno de nosotros, debería ayudarnos a vernos a nosotros mismos con la misma mirada de Dios, sobre todo en los momentos difíciles y complicados. Yo no puedo hundirme bajo el peso de mis fracasos cuando sé que Dios me mira de esa manera y me ve como la mejor de sus maravillas.

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Martín Gelabert Ballester, OP

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Aprender a perdonarse

Martes, 9 de febrero de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Tras las huellas vivas de Etty Hillesum

Mientras que nuestro mundo contemporáneo atraviese una crisis de sentido, una joven mujer judía puede ayudarnos a atravesar la prueba y a guardar la esperanza.

Del 1941 al 1943, en Amsterdam, Etty Hillesum mantiene un diario de una densidad excepcional. Consigna en 11 cuadernos las últimas experiencias de su vida. Este extraordinario documento es un verdadero testamento espiritual. Descubrimos allí su fe inquebrantable en el hombre al mismo tiempo que éste comte sus más negras fechorías durante la segunda guerra mundial. Etty Hillesum murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 después de haber pasado los últimos meses de su vida en el campo de tránsito de Westerbork al servicio de sus hermanos judíos.

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 “Hay que aprender primero a perdonarse uno sus defectos si se quiere perdonar a otros.

Es posiblemente uno de los aprendizajes más difíciles para un ser humano, lo compruebo muy a menudo en los demás, el del perdón de sus propios errores, de sus propias faltas.

La primera condición es la de poder aceptar, y aceptar generosamente, el  hecho mismo de cometer faltas y errores. “

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Etty Hillesum
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“El elemento que divide”, por José Mª Castillo

Martes, 19 de enero de 2016
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religion-dividesDe su blog Teología sin Censura:

El elemento extraño a la realidad tangible, visible, palpable, demostrable, que es el hecho religioso, es además un elemento que divide. Porque rompe la homogeneidad de lo real. En cuanto que fractura, divide y separa “lo sagrado” de “lo profano”. Por eso, hay espacios sagrados (los templos…) y espacios profanos (la calle, la casa, el campo…). Como también hay tiempos sagrados (tiempo de oración, tiempo de celebración, cuaresma, Pascua, Ramadán…) y tiempos profanos (tiempo de trabajo, de descanso, de diversión…). Hay, además, personas sagradas (sacerdotes…) y personas profanas (los laicos). Hay objetos sagrados (un crucifijo, una patena…). Y objetos profanos (un vaso, una silla…).

Pero ocurre que la religión no solamente divide, sino que además privilegia. Es decir, donde se hace presente el hecho religioso, por eso mismo se fractura la homogeneidad de lo real. Y además, la misma creencia que rompe la homogeneidad de la realidad, además de eso, carga la mano a favor de lo sagrado. Y establece una desigualdad insalvable. Porque, en la misma medida en que la creencia se intensifica, en esa misma medida la desigualdad se agranda. Por poner algunos ejemplos muy sencillos: cuando entramos en un templo, bajamos la voz o incluso nos quedamos en silencio; si estamos ante un difunto, ante una imagen sagrada…, callamos, agachamos la cabeza, nos componemos la vestimenta… En las personas que tienen fe, estos comportamientos son inevitables, son “lo que tiene que ser”.

La consecuencia, que todo esto entraña, es que, en los países en los que está fuertemente implantada la religión, por eso mismo en tales países se implantan también no pocas desigualdades. Y la religión reclama privilegios que no están al alcance de quienes se consideran y se declaran laicos. Lo que, en importantes ámbitos de la vida y de la convivencia, es origen de enfrentamientos, rivalidades, conflictos, problemas económicos, políticos, sociales, etc.

Lo más original del cristianismo está en que, según los evangelios, Jesús no quiso nunca privilegios. Ni soportó desigualdades. Y por eso se enfrentó a los “hombres de la religión”, que había en aquel tiempo y en aquel pueblo. Es más, Jesús se puso de parte de los samaritanos, de los extranjeros, de los pecadores, de los publicanos, de los más pequeños, de los últimos, de las mujeres y de los niños. No para darles la limosna que tranquiliza la conciencia, sino para que los menos apreciados por la religión tuvieran la igualdad en dignidad y derechos, que, en nombre de “lo sagrado”, se les había quitado. Cuando la religión divide, eso no es religión, sino “anti-religión”. Y si no hay otra manera de vivir una religión que nos una a todos, habrá que inventar otra manera de poner en práctica el Hecho Religioso.

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“Navidad: cada vez que nace un niño es señal de que Dios todavía cree en el ser humano”, por Leonardo Boff

Miércoles, 30 de diciembre de 2015
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Estamos en época de Navidad, pero el aura no es de Navidad, sino más bien de Viernes Santo. Tantas son las crisis, los ataques terroristas, las guerras que las potencias belicosas y militaristas (EE.UU., Francia, Inglaterra, Rusia y Alemania) conducen juntas contra el estado islámico, destruyendo prácticamente Siria, con una muerte espantosa de civiles y niños, como la misma prensa ha mostrado, la atmósfera contaminada de rencores y espíritu de venganza en la política brasileña, por no hablar de los niveles astronómicos de corrupción: todo esto apaga las luces de Navidad y ensombrece los pinos que deberían crear el ambiente de alegría y de inocencia infantil que todavía existe en toda persona humana.

Quién pueda ver la película Niños Invisibles, en siete escenas diferentes, dirigidas por directores de renombre como Spike Lee, Katia Lund, John Woo, entre otros, puede darse cuenta de las vidas destruidas de los niños en muchas partes del mundo, condenados a vivir de la basura y en la basura; y sin embargo, hay escenas conmovedoras de camaradería, de pequeñas alegrías en los ojos tristes, y de solidaridad entre ellos.

Y pensar que son millones en el mundo de hoy y que el propio niño Jesús, según las Escrituras, nació en un pesebre para animales, porque no había lugar para María, cercana al parto, en ninguna posada en Belén. Él se mezcló con el destino de todos estos niños maltratados por nuestra falta de sensibilidad.

Más tarde, ese mismo Jesús ya adulto dirá: “quien recibe a estos hermanos míos más pequeños, a mí me recibe”. La Navidad tiene lugar cuando se da esta acogida, como la que el Padre Lancelotti organiza en São Paulo para cientos de niños de la calle bajo un viaducto, que contó durante años con la presencia del presidente Lula.

En medio de todas estas desgracias en el mundo y en Brasil, me viene a la mente una pieza de madera con una inscripción pirograbada que un interno de un hospital psiquiátrico de Minas me dio durante una visita que hice allí para animar al personal. En ella está escrito: «Cuando nace un niño es señal de que Dios todavía cree en el ser humano».

¿Puede haber un acto de fe y esperanza mayor que este? En algunas culturas de África se dice que Dios está de manera especialmente presente en los que nosotros llamamos “locos”. Por eso son adoptados por todos y todos cuidan de ellos como si fueran un hermano o una hermana. Así se integran y viven en paz. Nuestra cultura los aísla y no los reconoce.

La Navidad de este año nos remite a esta humanidad ofendida y a todos los niños invisibles cuyos padecimientos son como los del niño Jesús, que ciertamente en el invierno de los campos de Belén temblaba en el pesebre. Según una antigua leyenda, se calentó con el aliento de dos caballos viejos que, en recompensa, adquirieron después completa vitalidad.

Vale la pena recordar el significado religioso de la Navidad: Dios no es un viejo barbudo con ojos penetrantes, ni un juez severo que juzga todas nuestras acciones. Es un niño. Y como niño no juzga a nadie. Sólo quiere vivir y ser querido. Del pesebre viene esta voz: «¡Oh, criatura humana, no temas a Dios! ¿No ves que su madre ha envuelto sus pequeños brazos? Él no amenaza a nadie. Más que ayuda, necesita ser ayudado y llevado en brazos».

Nadie mejor que Fernando Pessoa entendió el significado humano y la verdad del niño Jesús:

«Él es el Niño Eterno, el Dios que faltaba. Es tan humano que es natural. Es el Divino que sonríe y juega. Por eso sé con toda seguridad que él es el Niño Jesús verdadero. Es un niño tan humano que es divino. Nos llevamos tan bien los dos, en compañía de todo, que nunca pensamos el uno en el otro… Cuando me muera, Niño mío, déjame ser el niño, el más pequeño. Tómame en tus brazos y llévame a tu casa. Desnuda mi ser cansado y humano. Acuéstame en la cama. Cuéntame historias, si me despierto, para que me vuelva a dormir. Y dame tus sueños para que juegue, hasta que nazca cualquier día que tú sabes cuál es».

¿Se puede contener la emoción ante tanta belleza? Por esto, todavía, a pesar de los pesares, podemos celebrar discretamente la Navidad.

Termino con este otro mensaje que tiene significado y que me encanta: «Todo niño quiere ser hombre. Todo hombre quiere ser rey. Todo rey quiere ser “dios”. Sólo Dios quiso ser niño».

Abracémonos unos a otros como quien abraza al Divino Niño que se esconde en nosotros y que nunca nos abandonó. Y que la Navidad sea todavía una fiesta discretamente feliz.


*Leonardo Boff es teólogo y columnista del JB online.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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El tiempo eterno de Dios

Miércoles, 2 de diciembre de 2015
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Del blog de Henry Nouwen:

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“Después de la muerte no hay otro ‘después‘. Palabras como después o antes pertenecen a nuestra condición mortal, a nuestra vida temporal y espacial. La muerte nos libera de las limitaciones cronológicas y nos transporta al ‘tiempo‘ de Dios, que es eterno. Las especulaciones sobre la vida después de la muerte no son por tanto más que eso, especulaciones. Después de la muerte no hay ‘primeramente’ ni ‘más tarde’, no hay ‘aquí’o ‘allá, ni pasado, presente o futuro. Dios lo es todo en todos. El fin de los tiempos, la resurrección y la nueva venida gloriosa de Jesús no están separados en el tiempo para aquellos que no están ya en el tiempo.

Para nosotros, que vivimos aún en el tiempo, resulta importante que no actuemos como si la nueva vida en Cristo fuera algo que podemos comprender o explicar. La mente y el corazón de Dios son infinitamente superiores a los nuestros.

Cuanto se nos pide es confianza.”

*

Henry Nouwen

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“Transformar en sufrimiento personal lo que sucede en el mundo”, por Leonardo Boff

Lunes, 23 de noviembre de 2015
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Actualmente hay una fructífera discusión filosófica, también entre nosotros con Muniz Sodré (Las estrategias sensibles, 2006) y FJ Duarte (El sentido de los sentidos, 2004), para rescatar la razón sensible como un enriquecimiento imprescindible de la razón intelectual. Esto es necesario, ya que es a través de ella como nos comprometemos afectiva y efectivamente a salvaguardar la vida en el planeta y a la humanización de las relaciones sociales. De modo coincidente el Papa Francisco en este punto de su encíclica sobre el cuidado de la Casa Común (2015) nos aporta una valiosa contribución.

Él analiza con espíritu científico y crítico de lo que está pasando con nuestra Casa (nn.17-61). Luego advierte que, en una perspectiva de la ecología integral que es el tema fundamental de su texto, estas categorías son insuficientes (n.11). Tenemos que abrirnos «a la admiración y al encanto… y hablar el idioma de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo» (n.11). Por lo tanto, no podemos restringir la ecología ambiental, ya que esta atiende solo a la relación del hombre con la naturaleza, olvidando que es parte ella. Esta relación unilateral es el vicio de antropocentrismo, criticado en su texto (nn.115-121).

Sucede que el ser humano tiene dimensiones sociales, políticas, culturales y espirituales sobre las que hay poca preocupación y reflexión débil, lo que hace que sea difícil encontrar una solución consistente a la grave crisis que azota a la Casa Común.

Considerando la amplitud de estas dimensiones, debemos ir más allá de un análisis puramente técnico y científico. Debemos, más bien, utilizar la investigación científica indispensable, pero «dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual derivados» (n.15). Además «debemos atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo» (n.19).

El Papa Francisco es consciente de que detrás de las estadísticas hay un mar de sufrimiento humano y muchas heridas en el cuerpo de la Madre Tierra. Como somos parte de la naturaleza y todo está interrelacionado (tema siempre recurrente en la encíclica, nn 70, 91,117, 120, 138, 139, etc.) y nunca estamos fuera de esa «red de relaciones» (n.240) que nos envuelve a todos, participamos de los dolores de la crisis ecológica. Llega a advertir que «las previsiones de catástrofes ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía… el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones» (n.161).

Pero el Papa no se siente intimidado por este escenario. Da un voto de confianza al ser humano, en su creatividad y su capacidad de regenerarse y de regenerar la Tierra (n. 205) y mucho más confía en el Dios que, en palabras de la tradición judeocristiana “es el soberano amante de la vida” (Sb 11, 24 y 26: nn 77, 89). Él no permitirá que nos hundamos totalmente (n.163). Aún vamos a hacer una «conversión ecológica» (n. 217) e introduciremos la «cultura del cuidado que impregnará toda la sociedad» (n.231).

De esto nacerá un nuevo estilo de vida (alternativa repetida 35 veces en la encíclica), basado en la cooperación, la solidaridad, la sencillez voluntaria y la sobriedad compartida que implicará una nueva forma de producir y consumir, y en última instancia, nos dará la «conciencia amorosa de no estar separados de las demás criaturas, de formar con otros seres del universo una estupenda comunión universal» (n.220).

Como se puede ver, aquí ya no se habla solamente de inteligencia intelectual, de inteligencia técnica y científica, sino de inteligencia emocional y cordial, como lo he detallado en mis dos libros Saber Cuidar y El cuidado necesario. El Papa en sus palabras de afecto y cariño hacia todos, especialmente hacia los pobres y los más vulnerables, da un claro ejemplo de este tipo de inteligencia tan urgente y necesaria para superar la profunda crisis que abarca todos los ámbitos de la vida.

En razón de esta inteligencia emocional nos pide «escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (49). Las agresiones sistemáticas, realizadas en los dos últimos siglos, «provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo» (n.53). Por eso es importante «cuidar de la creación… y tratar con cuidado a los demás seres vivos» (n. 211) porque cada uno tiene un valor intrínseco, independiente del uso humano (n.69) y, a su manera, alaban al Creador (n.33). Llega a decir que debemos «alimentar una pasión por el cuidado» de todo lo que existe y vive.

Hace hincapié en el hecho de que «nosotros estamos unidos a todos los seres del universo por lazos invisibles y formamos una especie de familia universal, una comunión sublime que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde» (n. 89).

Sólo quien ha desarrollado en alto grado la inteligencia sensible o cordial podría escribir: «Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la Madre Tierra» (n. 92).

Tales sentimientos y actitudes son una petición general hoy en día, para evitar las tragedias ecológicas y sociales que ya se anuncian en el horizonte de nuestro tiempo.

*Leonardo Boff, columnista del JB online.

Traducción de MJ Gavito Milano

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Leonardo Boff: “El próximo paso del mundo es descubrir el capital espiritual de los seres humanos”

Jueves, 29 de octubre de 2015
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congreso-continental-en-belo-horizonte(Luis M. Modino, enviado especial a Belo Horizonte).- La ciudad brasileña de Belo Horizonte acoge desde este lunes, 26 de octubre, el II Congreso Continental de Teología organizado por Amerindia en el que participan teólogos y teólogas latinoamericanos hasta el próximo viernes. Como se señalaba en la celebración de abertura “nos han convocado los gritos y clamores que brotan de hombres y mujeres empobrecidos”.

Nos ha convocado el clamor que sube al cielo de las y los migrantes, desplazados de sus tierras por el hambre y la miseria, la violencia y la pobreza; el clamor de la inocencia y la esperanza arrebatada de niños y jóvenes; el dolor de mujeres oprimidas, violentadas y marginadas. Los clamores de pueblos y culturas indo-americanas pisoteadas. El clamor de la madre tierra saqueada, desgarrada que gime en dolores de parto”.

“No podemos olvidarnos de nuestros hermanos que sufren” decía la teóloga mexicana Socorro Martínez, una de las articuladoras del Congreso, pero al mismo tiempo resaltaba que “estamos de fiesta, respirando la alegría de otra Iglesia”, y por eso somos llamados a “impulsar desde las bases” todo lo que a lo largo de estos días va a ser debatido.

Al fin y al cabo, el congreso, como ha señalado la teóloga mexicana, junto con el uruguayo Pablo Bonavia, quiere ser una oportunidad con la que descubrir la fuerza de lo pequeño y de los pequeños, y de impulsar una forma de ser Iglesia que tuvo su mejor expresión en Medellín en 1968 y que ha recuperado su vigor con la elección del Papa Francisco, que muestra una nueva forma de estar y actuar, que vive y fomenta la solidaridad con los excluidos y con la madre tierra, queriendo construir una sociedad que promueva la dignidad de todos y todas.

En su opinión, el Obispo de Roma deja claro que la opción por los excluidos es la mejor confesión de fe acerca de Dios y su forma de ser, llamando a la promoción del Reino antes que a la autopromoción institucional y siendo partícipes de la construcción de un paradigma de sociedad alternativa y, al mismo tiempo, haciendo nuestro aporte al proceso de reforma eclesial. Todo ello sin olvidar la necesidad de intensificar nuestro compromiso con los pequeños, místicos, profetas y todos los que se sienten artesanos de un nuevo mundo posible.

Pero el plato principal de esta jornada inaugural ha corrido a cargo de Leonardo Boff, quien ha reflexionado a partir del tema “El factor religioso en el contexto de la conflictividad global”. El teólogo brasileño ha partido de la idea de que la religión y la teología están en alza, pues movilizan un gran número de personas y son causas de muchas guerras, especialmente en el ámbito musulmán.

Siguiendo las ideas de Samuel Huntington, afirma que en el mundo moderno la religión es tal vez la fuerza central y que eso hace que, en última instancia, lo que cuenta para las personas no son las ideas políticas o el interés económico y sí las convicciones religiosas, por las cuales combaten y están dispuestas a dar su vida. Los países occidentales ven la religión como algo pasado de moda, cosa de quienes no piensan o han dejado de pensar (niños y ancianos). Frente a eso, en el islam la religión camina junto a la política.

Boff señala que dentro de las religiones existe la enfermedad del fundamentalismo, fenómeno surgido en el ámbito del cristianismo protestante conservador estadounidense un siglo atrás, que pretendía mantener la fe original de los fundadores a partir de la lectura literal bíblica.

Esto se fue extendiendo a otras religiones e inclusive a la Iglesia católica, que llegó a afirmar que fuera de ella no hay salvación, y que es la única, pues las otras sólo tienen algunos elementos eclesiales. Creerse los únicos portadores de la verdad condena al fundamentalismo y a la intolerancia, entendiendo mi doctrina y mi verdad como las únicas verdaderas.

Pero el fundamentalismo no afecta solamente a la dimensión religiosa, también a la dimensión social y económica, manifestándose en la macroeconomía capitalista y el neoliberalismo, que quiere imponer esa fórmula a todos. Por eso dice que desde el Pentágono se sostiene la idea de que un mundo, un imperio, y frente a esto, el Papa Francisco defiende que un mundo, una casa común.

También afirma que otro tipo de fundamentalismo es la arrogancia de la cultura occidental, que se cree superior al resto y es causa de muchos de los conflictos que hoy tienen lugar en el mundo, en consecuencia de la voluntad de imponer esa cultura en todos los rincones.

Es necesario rescatar y articular otras formas de saber, más allá del saber científico, pues todo saber es una ventana sobre la realidad, que es algo que no conocemos lo que es. Ese rescate de saberes enriquece nuestra lectura de la realidad, por ello hay que rescatar con urgencia la razón cordial, sensible, más allá de la razón intelectual, aspecto que el Papa Francisco recoge en su última encíclica.

Leonardo Boff nos hace caer en la que cuenta que no son las religiones, y sí nosotros, quienes somos fundamentalistas y no queremos darnos cuenta de eso, que no podemos imponer nuestra forma de pensar la sociedad, de venerar a Dios, como la única forma legítima. Leonardo recuerda las palabras de Antonio Machado, en las que dice “¿Tú verdad? no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. La verdad no es la posesión de uno o de otro.

El otro aspecto importante que aborda es el del terrorismo, que quiere ocupar la mente de las personas y mantenerlas rehenes por el miedo, obligándolas a desconfiar. Este terrorismo es fruto de una amargura histórica y de humillación secular contra los musulmanes.

Leonardo Boff defiende el papel de las religiones como salvaguarda, como aquello que mueve la mente de las personas y, a partir de las ideas de Edward Wilson, ve necesario una alianza entre la tecnociencia y las religiones si queremos salvar la vida de la tierra. La ciencia tiene que decir a las religiones que tienen que dejar de ser fundamentalistas y descubrir el valor sagrado de cada ser creado, y la religión dice a la ciencia que tiene que ser una ciencia con conciencia, no hecha para el mercado sino para la vida, para mejorar la vida.

Por último se pregunta ¿cuál es el próximo paso? Señala dos opciones, una que aboga por una tragedia sin remedio y otra que muestra que estamos en el corazón de una gran crisis civilizatoria que purifica y traerá como consecuencia la creación de algo nuevo. Dice creer en esta segunda opción, movido por la esperanza en lo que el Papa dice, que Dios es el enamorado amante de la vida y que no va a permitir que la vida desaparezca.

Por eso, el próximo paso es descubrir el capital espiritual de los seres humanos. Hemos explotado todo el capital material y en función del enriquecimiento hemos puesto en crisis todo lo existente. Este capital espiritual es infinito, pues no tiene límite el amor, la espiritualidad, el arte, la comunicación, el perdón, la convivencia, la fraternidad… y eso va a poder hacer posible el tener una tierra de la buena esperanza, de la bio civilización, donde el eje estructurador es la vida.

A partir de estas reflexiones debe ser construida esa Iglesia que camina con espíritu y desde los pobres. Depende del análisis de la realidad que sea llevado a cabo y de las actitudes que sean desenvueltas a partir de esa realidad en la que vivimos.

Fuente Religión Digital

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La verdadera soledad

Lunes, 26 de octubre de 2015
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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La gran tentación del hombre moderno no es la soledad física, sino la inmersión en la masa de otros hombres; no es la huída a las montañas o al desierto… sino la inmersión en ese océano informe de irresponsabilidad que es la masa. Actualmente no hay soledad más peligrosa que la del hombre perdido en una masa, que no sabe que está solo y que tampoco actúa como persona en una comunidad. No afronta los riesgos de la verdadera soledad ni las responsabilidades que ésta implica, al tiempo que la masa lo ha liberado de todo las demás responsabilidades. Con todo, en modo alguno está libre de preocupaciones, está cargado con la angustia difusa y anónima, los miedos indecibles, los apetitos mezquinos e insoportables y todas las hostilidades omnipresentes que llenan la sociedad de masas como el agua llena el océano.

El mero hecho de vivir en medio de otras personas no garantiza que vivamos en comunión con ellas. ¿Quién tiene menos que comunicar, que el hombre-masa? Muy a menudo, es el solitario quien tiene más que decir; no porque use muchas palabras, sino porque lo que dice es nuevo, sustancial, único: es propio de él. Aún cuando diga muy poco, tiene algo que comunicar, algo personal que puede compartir con otros.

El constante clamor de palabras vacías y ruidos de máquinas, el contínuo zumbido de altavoces, termina por hacer casi imposible la verdadera comunicación y la verdadera comunión. Cada individuo en la masa está aislado por espesas capas de insensibilidad. No se preocupa, no escucha, no piensa. No actúa, sino que es empujado. No habla, sino que produce sonidos convencionales cuando es estimulado por los ruidos apropiados. No piensa, sino que segrega tópicos.

Una persona no se aísla por el mero hecho de vivir sola y tampoco se produce la comunión entre los seres humanos por el mero hecho de que vivan juntos. No hay más soledad verdadera que la soledad interior y ésta no es posible para quien no acepta su justa situación en relación con los otros… La soledad no es separación.”

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Thomas Merton. Nuevas semillas de contemplación.

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Sagrado

Sábado, 3 de octubre de 2015
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Del blog Nova Bella:

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“No le tengas miedo a lo sagrado y a los sentimientos, de los cuales el laicismo consumista ha privado a los hombres transformándoles en brutos y estúpidos autómatas adoradores de fetiches”

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Pier Paolo Pasolini

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Dios se hace carne, toda la carne…

Jueves, 30 de julio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio  de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Cuando Dios hace al hombre de carne,
no escoge los pedazos;
no los hay que sean más nobles
y otros más vergonzosos.
Cuando Dios se encarna,
cuando toma la carne,
ocupa todo y no hay
carne de tercera categoría.
Dios habita nuestra carne entera,
sobre todo en eso con lo que tenemos más problemas para vivir.

*

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Hermanos de la Naturaleza.

Jueves, 16 de julio de 2015
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Cuando pensamos en océanos y montañas, bosques y desiertos, árboles, plantas y animales, el sol y la luna, las estrellas y todas las galaxias como creación de Dios, esperando impacientemente ‘ser liberada de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios’ (Romanos 8,21), no podemos sino admirar la majestad divina y su plan de salvación que todo lo abarca. No solo somos nosotros, seres humanos, los que esperamos la salvación en medio de nuestro sufrimiento; todo lo creado gime y suspira con nosotros, anheloso de alcanzar su pena libertad.

De esta manera somos, efectivamente, hermanos no solo del resto de los hombres y mujeres del mundo, sino también de todo cuanto nos rodea. Sí, hemos de amar los campos llenos de trigo, las montañas con sus cumbres nevadas, los mares rugientes, los animales salvajes y los domésticos, las enormes secuoyas y las pequeñas margaritas. Todo en la creación forma parte, junto con nosotros, de la inmensa familia de Dios”.

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Henri Nouwen

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Persigue un fin esencial

Martes, 23 de junio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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” Persigue sólo un fin esencial:

estar siempre dispuesto a entrar

en lo que he preparado para tí. “

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El 13 de junio, Vivir por el Espíritu.

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Trinidad y/5. Trinidad. Dios Persona en la vida de los hombres

Lunes, 8 de junio de 2015
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TrinidadDel blog de Xabier Pikaza:

La Trinidad es la forma de ser persona en Dios (y de Dios):

‒ Cerrado en su identidad individual o puramente humana, el hombre no sería persona, en el sentido radical de la palabra. Todos los intentos de fundar su personalidad del hombre separándole de Dios (por dominio de sí, trabajo material o puro encuentro intramundano) son al fin insuficientes, en sentido cristiano. Quizá podamos añadir que, en un plano puramente antropológico, el hombre (varón/mujer) es un camino de búsqueda personal, un ser que tiende a sí mismo, desde y con los otros, no una persona estricta, pues esa palabra (persona), elaborada en perspectiva teológica (aplicada a Cristo de forma trinitaria), sólo puede entenderse en relación con el Dios de Jesús.

‒ El hombre es persona, en sentido cristiano, haciéndose persona en Dios, por medio de Cristo, que la primera persona humana (desde el Padre-Dios, que es primera persona trinitaria). Jesús despliega, así, en forma humana el misterio divino del Hijo de Dios, realizando al mismo tiempo, en forma divina, su relación plena con los hombres. Sólo en su encarnación (es decir, en su historia personal) se puede afirmar que él es persona divina siendo, al mismo tiempo (surgiendo así en la historia como) persona humana. En esa línea decimos que él ha podido realizar y ha realizado, en plenitud, en una historia humana su mismo itinerario personal de Hijo de Dios (y que él ha realizado en forma divina su itinerario humano) .

De esta forma culmina la reflexión trinitaria, que me ha venido ocupando en los últimos días. Gracias a todos los que me han seguido en este camino fuerte de “estudio” del Dios cristiano.

1. Tema de nuestro tiempo, un tema “eterno”.

Estas reflexiones podía haber terminado la postal anterior, pero he querido añadir, casi a modo de apéndice, unas ideas sobre la identidad del Espíritu Santo, en línea de esperanza, evocando abriendo un camino de estudio sobre la persona y tarea del Espíritu Santo (Señor y Dador de Vida, Concilio de Constantinopla I), que no ha sido todavía suficientemente analizado, y menos aún resuelto, por la teología.

La primera idea que debemos tener firme es que, como sabe la tradición teológica, las personas de la Trinidad no son unívocas (las “tres” iguales), sino que cada una “es” de una forma distinta, el Padre como ingénito que engendra, el Hijo Jesús como engendrado que entrega la vida al Padre, dándola a los hombres, y el Espíritu como el amor que procede del Padre (por el Hijo), abriendo un camino de historia y comunicación interhumana, impulsando por dentro a los hombres para que sean personas en comunión y esperanza de vida.

(a) Una tradición que va de San Agustín a Santo Tomás (con K. Barth y K. Rahner) tiende a decir que, en sentido estricto, Dios es sólo una persona, que se revela en tres modos internos de subsistencia.

(b) Pues bien, en contra de eso, en la línea de Ricardo de San Víctor y Juan de la Cruz, vengo afirmando que Dios es Uno siendo comunión de personas, del Padre con el Hijo Jesús, en el Espíritu Santo, abriendo así un camino en el que su misma realidad eterna (inmanencia) se expresa e identifica con su economía (con el despliegue de la historia de la salvación).

En esa línea he venido diciendo que ser persona es un estar abierto no sólo hacia el futuro de uno mismo y de los otros, sino al mismo Dios, como ha puesto de relieve una tradición teológica, que podemos centrar en Joaquín de Fiore, monje calabrés que en el siglo XII, que anunciaba el cumplimiento definitivo de la historia desde una perspectiva trinitaria: ha pasado el tiempo del Padre, que vino a definirse como servidumbre; también se ha realizado ya el tiempo del Hijo, desplegado como infancia o sumisión filial; viene ahora el reino del Espíritu, abierto hacia la plena libertad en el amor. Pues bien, en ese itinerario de Dios, que se desvela plenamente como Espíritu en la historia de los hombres, estamos implicados nosotros, no sólo de una forma contemplativa (conocer el misterio), sino activa, comprometiéndonos con Dios y por Dios, en la línea ya evocada al tratar de San Juan de la Cruz y de Etty Hillesum, cuando decía que “tenemos que ayudar a Dios”.

Con esto hemos entrado, imperceptiblemente, en un dominio nuevo. Hemos pasado de un plano más teórico, en el que importan las definiciones conceptuales bien precisas, al espacio de la praxis donde las cosas sólo se entienden comprometiéndose por ellas, dejándose cambiar en el intento de cambiar el mundo y conociendo en la medida en que uno hace (se hace). Este cambio de nivel, que puede entenderse como ruptura epistemológica, nos capacita para interpretar cristianamente el misterio del Espíritu, en línea de compromiso creyente y de transformación de la historia.

En esa línea he venido suponiendo que el hombre tiene, por su misma humanidad, una estructura personal abierta hacia el misterio, de manera que puede escuchar a Dios si Dios le habla (como supone K. Rahner). Pero la verdad concreta de su vida, la realidad de su persona, sólo puede entenderse como resultado de la gracia, como inclusión en el misterio Trinidad por medio de Jesús, el Cristo, en una historia. En sentido originario podríamos decir no existen más personas que las trinitarias: el encuentro de Dios Padre con el Hijo en (por) el Espíritu. Por eso, los hombres sólo pueden ser personas, como dueños de sí mismos en un gesto de apertura hacia los otros, en apertura radical al Dios de Cristo, superando así las barreras de la muerte, si es que se introducen (de un modo consciente o sin saberlo) en la vida del misterio trinitario (tal como se expresa en la pascua de Jesús).

Ciertamente, el tema de la persona se puede situar en otros planos: familiares y sociales, jurídicos y económicos… Pero sólo adquiere su verdadero contenido cristiano y su verdad en Jesucristo, en referencia mesiánica (en perspectiva trinitaria). Así decimos que, en sentido radical, el hombre es libre porque está abierto al infinito, per ser hijo de Dios Padre que le ha “redimido”, es decir, la ha creado plenamente en Jesucristo, concediéndole dignidad infinita; es persona porque él puede y debe realizarse como hijo de Dios, desde la experiencia de su Espíritu. Leer más…

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“Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

Jueves, 28 de mayo de 2015
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S.Francesco'StripBenedettoConsiderando el panorama mundial, la violencia bélica en varias naciones con terribles matanzas de seres humanos, o la violencia de estudiantes que, enardecidos, invaden una escuela y abaten a tiros a decenas de compañeros, por no hablar de las torturas y de los abusos que se cometen contra inocentes, nos surge espontánea la pregunta: ¿el ser humano ha resultado bien? ¿No somos una excrecencia del proceso evolutivo?

Nos cuesta identificar figuras ejemplares que nos desmientan esta tétrica impresión. Pero gracias a Dios existen, como un Don Helder Câmara, una Hermana Dulce, la Hermana Teresa de Calcuta, un Chico Mendes, un José Mujica, ex-presidente de Uruguay, un Gandhi, un Dalai Lama y un Papa Francisco, entre otras.

Pero quiero detenerme en una figura seminal en la que la humanidad resultó bien de un modo convincente: San Francisco de Asís. Uno de los legados más fecundos del “Sol de Asís” como lo llama Dante, actualizado hoy por Francisco de Roma, es la predicación de la paz, tan urgente en los días actuales. El primer saludo que dirigía a los que encontraba por los caminos era “Paz y Bien”, que corresponde al Shalom bíblico. La paz que ansiaba no se restringía a las relaciones interpersonales y sociales. Buscaba una paz perenne con todos los elementos de la naturaleza, tratándolos con el tierno nombre de hermanos y hermanas.

Su primer biógrafo Tomás de Celano testimonia maravillosamente el sentimiento fraterno que lo invadía:

«Se llenaba de inefable gozo todas las veces que miraba el sol, contemplaba la luna y dirigía su vista hacia las estrellas y el firmamento. Cuando se encontraba con las flores, les predicaba como si estuviesen dotadas de inteligencia y las invitaba a alabar a Dios. Lo hacía con tiernísima y conmovedora candidez: exhortaba a la gratitud a los trigales y los viñedos, a las corrientes de los ríos, a la belleza de las huertas, a la tierra, al fuego, al aire y al viento».

Esta actitud de reverencia y de ternura lo llevaba a recoger las babosas de los caminos para que no las pisasen. Durante el invierno daba miel a las abejas para que no muriesen de escasez y de frío. Pedía a los hermanos que no cortasen los árboles por la raíz con la esperanza de que pudiesen rebrotar. Hasta las malas hierbas debían tener un lugar reservado en los huertos, para que pudiesen sobrevivir, pues «ellas también anuncian al hermosísimo Padre de todos los seres».

Sólo puede vivir esta intimidad con todas las cosas quien ha escuchado su resonancia simbólica dentro del alma, uniendo la ecología ambiental con la ecología profunda. Jamás se situaba por encima de las cosas sino a su mismo nivel como quien convive verdaderamente como hermano y hermana, descubriendo los lazos de parentesco que unen a todos.

El universo franciscano y ecológico nunca es inerte. Todas las cosas están animadas y personalizadas. Descubrió por intuición lo que sabemos actualmente por vía científica (a través de Crick y Dawson, que descifraron el ADN): que todos los vivientes somos parientes, primos, hermanos y hermanas, pues todos tenemos el mismo código genético de base.

De esta actitud nació una paz imperturbable, sin miedos y sin amenazas. San Francisco realizó plenamente la espléndida definición que la Carta de la Tierra encontró para la paz: «Es la plenitud creada por relaciones correctas consigo mismo, con las demás personas, con otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte» (n.16 f).

El Papa Francisco parece estar realizando las condiciones para la paz, fundada en la compasión por los que sufren, por la valiente denuncia del sistema que produce miseria y hambre, y por la permanente búsqueda de la justicia social que deja atrás la filantropía para dar lugar a los cambios estructurales.

La suprema expresión de la paz, hecha de convivencia fraterna y cálida acogida de todas las personas y cosas está simbolizada por el conocido relato de la perfecta alegría, donde, a través de un artificio de la imaginación, Francisco presenta todo tipo de injurias y violencias contra dos cofrades, uno de ellos él mismo. Aunque habían sido reconocidos como cofrades, fueron vilipendiados moralmente y rechazados como gente de mala fama.

En este relato de la perfecta alegría, que encuentra paralelos en la tradición budista, Francisco va paso a paso, desmontando los mecanismos que generan la cultura de la violencia.

La verdadera alegría no está en la autoestima, ni en la necesidad de reconocimiento, ni en hacer milagros y hablar lenguas. En su lugar coloca los fundamentos de la cultura de la paz: el amor, la capacidad de soportar las contradicciones, el perdón y la reconciliación más allá de cualquier reclamación, retribución o exigencia previa. Vivida esta actitud irrumpe la paz, la paz del corazón, inalterable, capaz de convivir jovialmente con las más duras oposiciones, paz como fruto de un completo despojamiento. ¿No son estas las primicias de un Reino de justicia, de paz y de amor que tanto deseamos?

Esta visión de la paz de San Francisco representa otro modo de estar-en-el-mundo junto con las cosas, una alternativa al modo de ser de la modernidad y de la posmodernidad, asentado sobre el estar-sobre-las-cosas, dominándolas y usándolas de forma irrespetuosa para el enriquecimiento y el disfrute sin el menor sentido de sobriedad.

El descubrimiento de la hermandad cósmica nos infundirá un espíritu de respeto y nos devolverá la claridad y la inocencia infantil de la edad adulta, importantes para que salgamos bien de la crisis.

Leonardo Boff escribió Francisco de Asís: ternura y vigor, 6ª edición, Sal Terrae, 1995.

Traducción de MJ Gavito MiIano

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