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Arzobispo de Canterbury: “Los valores familiares tradicionales son un mito”

Sábado, 1 de octubre de 2016
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121108-justin-welby-801a.photoblog600Welby sostiene que el divorcio y el matrimonio igualitario “son realidades, nos gusten o no”

“La Iglesia ya se encuentra viviendo en una cultura de familia que no acaba de entender”

(Cameron Doody).- El divorcio, la convivencia antes del matrimonio, las uniones gay…  son una realidad “estemos de acuerdo o no” con ellas, según el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. La máxima autoridad de la Iglesia anglicana va más allá y asegura que la existencia de valores familiares “tradicionales” es un mito. “Exactamente eso, una mitología”.

Welby hizo estas declaraciones durante un acto litúrgico en la Catedral de Winchester con motivo del 140 aniversario de la Unión de Madres (MU), fundada por Mary Sumner, mujer de un cura anglicano, en 1875.

“La vida familiar en la época victoriana estaba bajo una gran presión, sobre todo en las partes más pobres del país”, afirmó Welby, refutando así la idea de que esos tiempos hubieran sido modélicos en términos de la familia “cristiana”. “Mary Sumner actuó desde una preocupación no solo por su propia familia sino por un país en una situación terrible en la que no se cuidaba a los niños, las mujeres estaban en riesgo, las familias no eran estables y la Iglesia no hacía mucho al respecto, salvo predicar, añadió.

Estos retos son muy parecidos a los que la Iglesia encara hoy. Y es que la Iglesia y otras instituciones “ya se encuentran viviendo en una cultura que no acaban de entender”.

El propio Welby ha vivido en sus propias carnes las realidades de las familias modernas, ya que en abril descubrió que el hombre con el que había crecido no fue su padre biológico. “Sé por mi mismo que no hay lugar más seguro para compartir mis fracasos que alrededor de la mesa en familia”, dijo. “Y sé por haber crecido en un ambiente diferente, en otro tipo de familia, qué bendición más grande es aquello”, sentenció.

Fuente Religión Digital

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El prefecto de Doctrina de la Fe niega la posibilidad de comulgar a los divorciados recasados

Miércoles, 4 de mayo de 2016
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Priesterweihe 2012 Dom St. Peter Foto: altrofoto.de ¿Cuándo se extinguirán estos sotanosaurios? No quiero ni imaginarme lo que pensará de nosotros y nosotras…

“Los divorciados vueltos a casar tienen que vivir en castidad total, como hermanos”

Asegura que Hans Küng es un hereje, que “no cree en la divinidad de Cristo ni en la Trinidad”

(José Manuel Vidal).- Asegura que es “una tontería” decir que está contra el Papa, pero, en sus declaraciones, el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de Doctrina de la Fe, sostiene, al contrario de Francisco, que los divorciados vueltos a casar no pueden acceder a la comunión sacramental o que la infalibilidad no se puede cuestionar, como hace el ‘hereje’ Hans Küng, que “no cre en la divinidad de Cristo ni en la Trinidad”.

El purpurado alemán estuvo en Madrid, en la Francisco de Victoria, la Universidad de los Legionarios de Cristo, para presentar su último libro-entrevista ‘Informe sobre la esperanza’ y pronunciar una conferencia. Arropado por algunos de los suyos en España, como el cardenal Rouco, el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, o los obispos auxiliares de Getafe y Madrid, Rico Pavés y Martínez Camino.

Antes, en una concurrida rueda de prensa, el ‘guardián de la ortodoxia’ sostuvo, en contra de lo que mantiene el Papa en la exhortación postsinodal ‘Amoris laetitia’, que los divorciados vueltos a casar no pueden acercarse, en ningún caso, a la comunión sacramental y, a lo máximo que pueden aspirar, después de confesarse, es a vivir “como hermanos”.

Con lenguaje y maneras suaves, pero muy duro en el fondo, el purpurado alemán rechazó, por activa y por pasiva, la puerta que abre la ‘Amoris laetitia’ a los divorciados recasados, entre otras cosas porque “no es posible vivir en gracia de Dios en condiciones objetivas de pecado”.

Müller sostiene que “es una contradicción” estar divorciado y querer comulgar y, como es es algo que pertenece al derecho divino, no al canónico, ni la Iglesia ni Papa alguno puede cambiarlo”. Y es que “el matrimonio es un sacramento y la Iglesia no puede cambiar los elementos básicos de los sacramentos” y tampoco puede “aceptar una segunda esposa, si el matrimonio es válido”. Y concluye: “No se puede decir sí a Jesucristo en la eucaristía y no en el matrimonio. Es una contradicción objetiva”.

Por eso, “las interpretaciones que van más allá del dogma de la Iglesia son falsas” y, por eso, el Papa Francisco, en su exhortación postsinodal no quiso hacer “interpretaciones ex cathedra”, porque “todos los elementos están dogmatizados” y “ni el Papa puede cambiarlos”

La única salida pastoral que les queda a los que divorciados vueltos a casar, que viven, por lo tanto, en situación irregular, pero quieren acercarse a la Iglesia, es doble. Primero, “separarse del legítimo esposo, si pueden” o vivir junto al nuevo esposo pero en castidad perfecta, es decir “como hermanos”, porque “nunca se puede justificar una situación que va contra la ley divina”.

Hans Küng, el hereje

Tampoco comulga demasiado el prefecto de la Fe con las imágenes que utiliza el Papa sobre la Iglesia, como la de “hospital de campaña”. Él prefiere las imágenes de la Iglesia clásicas, como casa de Dios o pueblo de Dios, aunque concede que Francisco, que es un Papa pastoral, también tiene derecho a utilizar esas imágenes “pedagógicas”, pero siempre que no se equiparen a las clásicas.

Y ya puestos a criticar al Papa, el cardenal alemán echó por tierra el último acercamiento de Francisco al teólogo suizo, Hans Küng, al que, en una carta personal, Bergoglio acaba de decirle que sería positivo abrir el melón de la infalibilidad y ponerla a debate en la Iglesia.

Müller se dedicó a criticar al teólogo suizo, del que dijo que “no sólo ha criticado a los Papas como personas, sino también a la institución” y le tachó de hereje en toda regla. Primero, porque “ni su cristología ni su eclesiología son católicas”. Y, además, “no cree en la divinidad de Cristo ni en la Santísima Trinidad”.

En segundo lugar, Müller, tras señalar que “la infalibilidad es un dogma, un tesoro y la esencia de la eclesiología católica”, arremetió de nuevo contra Hans Küng: “No puede decir que se siente justificado por el Papa”.

Y para abundar en su argumentación, hizo la distinción que en él es clásica, desde hace tiempo, entre un Papa teólogo como Benedicto XVI y un papa pastor, como Francisco. Este último es “un párroco, con su propio estilo pastoral, que habla sencillamente con la gente, pero presupone toda la doctrina que tan bien ha explicado el Papa Benedicto”.

“Eso no quiere decir -añadió, para curarse en salud- que Francisco no sepa nada de teología. Francisco sabe mucha teología, pero para entenderlo, hay que conocer la teología espiritual. Francisco tiene una teología que le viene de la vida espiritual”. Como San Bernardo, San Francisco de Asís o San Ignacio de Loyola.

Y Müller aprovechó lo que llama “la malinterpretación de algunos”, para criticar “a los que inventan contradicciones entre los Papas recientes, porque hacen daño a la Iglesia“. A su juicio, “tenemos que caminar juntos, cada cual con su carisma, para llevar adelante a la Iglesia”.

Quizás por eso, se dedicó a reivindicar la “gran visión del mundo y de la Iglesia” que tuvieron Juan Pablo II y Benedicto XVI, aunque reconoció que Francisco, como buen latinoamericano, tiene una nueva visón del mundo, distinta de la europea, que está conduciendo a la Iglesia hacia las “periferias reales”. Una visión, en todo caso, distinta a la europea de sus predecesores, donde “estamos confrontados al secularismo y a una política agresiva de Europa contra el cristianismo”.

Una visión, la del guardián de la ortodoxia que suena muy diferente a la de la misericordia de Francisco. Mientras el Papa habla de la Iglesia hospital de campaña, el cardenal Müller sigue predicando la Iglesia aduana, roca asediada por todo tipo de enemigos internos y externos. Una Iglesia sin primavera y sin compasión, pero segura en su doctrina.

Fuente Religión Digital

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El arzobispo de Toledo Braulio Rodríguez vincula la violencia de género con la ausencia de “un verdadero matrimonio”

Martes, 5 de enero de 2016
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braulio-rodriguez_270x250Obsérvese el lema de “Renace la alegría” del cartel en contraste con su cara de “alegría de la huerta”… Pura falsedad. Definitivamente estos obispos no han leído el Evangelio… Qué barbaridades pueden llegar a decir… Y esa obsesión con la inexistente ideología de género que les lleva a mal traer es ya de psicoanalista…

“La mayor parte de las mujeres que mueren lo son porque sus maridos no las aceptan”

Braulio Rodríguez sostiene que “la reacción machista tiene su origen en que ella ha pedido la separación”

“Dejémonos ya de las zarandajas que la ideología de género enturbia. Cuando digo que no hay verdadero matrimonio, no estoy pensando sólo en el matrimonio canónico; también en el civil, ante el representante del Estado”

El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, ha tachado de “estupendo” que las mujeres amenazadas por la violencia de género hagan pública su situación, para poder así evitar los crímenes con “nuevos mecanismos de alerta”. A su parecer, el problema “serio” es que en “esas parejas” no ha habido “verdadero matrimonio”.

“Dejémonos ya de las zarandajas que la ideología de género enturbia. Cuando digo que no hay verdadero matrimonio, no estoy pensando sólo en el matrimonio canónico; también en el civil, ante el representante del Estado”, ha asegurado en la publicación Padre Nuestro, editada por la diócesis.

En este sentido, el primado de España ha señalado que la “mayor parte” de las mujeres que mueren en manos de sus maridos es porque “no las aceptan, las “rechazan” por no aceptar “tal vez” sus imposiciones o que, según el arzobispo, la “reacción machista tiene su origen en que ella ha pedido la separación”. En este sentido, Rodríguez se pregunta que “¿cómo se puede pensar en una relación personal entre hombre y mujer sin las más elementales disposiciones para vivir en común?”, asegurando que sólo habla de matrimonio, y no en otro tipo de uniones, “donde casi lo único que les une es lo físico, lo genital y poco más”.

Braulio Rodríguez señala que al casarse se debe entregar la “delicadeza” de una actitud “no invasora”, para renovar la confianza, respeto y amor. “Estas cualidades cuando es más íntimo y profundo el afecto, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar”. Por otro lado, el arzobispo señala que se debe dar gracias por lo que se hace en su favor y también “pedir con frecuencia perdón”. Esto es para el primado, una palabra “díficil pero necesaria”, para que las “pequeñas grietas no sean fosas profundas“.

Rodríguez se ha mostrado también preocupado por los asesinatos “masivamente” cometidos por varones contra mujeres, y también se ha mostrado molesto por las familias que “por doquier se rompen”, ya que, en su opinión, esta ruptura está experimentando un “continuo crecimiento”. “Pienso que a nuestros responsables políticos y sociales no les preocupa tanto el dato, cuando con tanto ahínco han luchado para que se implante el llamado divorcio exprés, ha manifestado.

Por eso, ha reprochado a los mandatarios que “sólo” manifiesten que hay que endurecer las leyes y la prevención en los casos de violencia de género. “El ser humano es interioridad y poco se puede hacer si no se cambia por dentro”, afirmó Rodríguez, quien señaló que no se debe denominar “simplemente” ‘violencia de género’ y que se ha “asombrado” al ver cómo los partidos trataron el asunto en sus programas.

(RD/Agencias)

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“Deben reconocerse en la Iglesia católica la homosexualidad y los matrimonios homosexuales”

Sábado, 17 de octubre de 2015
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obispos-bandera-gay_560x280Declaración internacional de teólogas y teólogos sobre el Sínodo

“Debe revisarse la condena indiscriminada de la interrupción voluntaria del embarazo”

No pertenece a la Fe de la Iglesia el hecho de mantener intacto un determinado modelo de familia, propio de un tiempo y de una cultura. Según los evangelios, Jesús de Nazaret fue profundamente crítico con el modelo de familia de su tiempo y de su cultura. Por ello, la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII considera necesario presentar al Sínodo de Obispos que se está celebrando en Roma las siguientes propuestas:

1. Creemos que hay que respetar las diferentes identidades, opciones y orientaciones sexuales como expresión de la pluralidad de formas de vivir la sexualidad entre los seres humanos. En consecuencia, deben reconocerse en la Iglesia católica la homosexualidad y los matrimonios homosexuales en igualdad de condiciones que la heterosexualidad y los matrimonios heterosexuales. No debe excluirse a las personas cristianas homosexuales de ninguna tarea, actividad y responsabilidad eclesial como tampoco de la participación en los sacramentos.

No parece compaginarse el respeto a las personas no heterosexuales con su exclusión de determinadas funciones eclesiales, como por ejemplo el ejercer el padrinazgo en un bautizo o el ministerio sacerdotal y teológico. Exclusiones ambas que se han producido recientemente en la diócesis de Cádiz con un transexual y en la Congregación para la Doctrina de la Fe con un sacerdote homosexual, y que demuestran una clara discriminación en razón de la orientación sexual y desmienten la idea tan repetida en los documentos de magisterio eclesiástico de acogida hacia las personas no heterosexuales.

2. Creemos que debe revisarse la condena indiscriminada de la interrupción voluntaria del embarazo por parte del magisterio eclesiástico. Consideramos necesaria la derogación del canon 1398 del Código de Derecho Canon que decreta la excomunión para quien produce el aborto, si este se produce, y que es contraria a la absolución del pecado de aborto decretada por el papa Francisco con motivo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Asimismo debe respetarse el derecho de las mujeres a decidir en conciencia en esta materia.

3. No existen razones bíblicas, teológicas, históricas, pastorales, y menos todavía dogmáticas, para excluir a hombres casados ni a las mujeres de ninguno de los ministerios eclesiales, ordenados o no ordenados. La igualdad de los cristianos y cristianas por el bautismo tiene que traducirse en condiciones iguales para hombres y mujeres en el acceso al ámbito de lo sagrado, en la elaboración de la doctrina teológica y moral así como en la participación en las responsabilidades eclesiales y en los órganos directivos, sin discriminación alguna por razones de género, etnia o clase social. Por ello pedimos se eliminen los obstáculos ideológicos, culturales y disciplinares de carácter sexista y se lleve a cabo la plena incorporación de las mujeres en los ámbitos indicados, incluido el acceso al sacerdocio y al episcopado.

4. En relación con el divorcio, no existe dogma de fe que lo impida, como tampoco que prohiba el acceso de las personas separadas o divorciadas vueltas a casar a la eucaristía. La actual disciplina excluyente en esta materia, quizá comprensible en el pasado, hoy no tiene justificación y, lejos de acercar a la gente en esas circunstancia a la comunidad cristiana, la margina, aleja y estigmatiza. Además, carece de fundamento evangélico. Creemos por ello que el Sínodo de Obispos debe eliminar tal prohibición, actualmente vigente, y facilitar el acceso a la comunión eucarística a las personas separadas o divorciadas vueltas a casar sin imponerles exigencia correctora alguna. Las personas creyentes somos sujetos morales con capacidad para decidir libremente en conciencia en este terreno. Dicha decisión debe ser respetada.

5. Es necesario reconocer los importantes avances llevados a cabo por el feminismo en la igualdad entre hombres y mujeres y en la liberación de éstas. A la luz de estos avances debe revisarse la estructura patriarcal de la doctrina y la práctica sobre el matrimonio cristiano.

6. El Sínodo no puede reducirse a las cuestiones relativas al matrimonio cristiano. Creemos prioritario que haga un análisis de la situación de pobreza y exclusión social en la que se encuentran millones de familias, la denuncie proféticamente, exprese su solidaridad con las familias más vulnerables y contribuya a la eliminación de las causas de dicha situación desde la opción ético-evangélica por las personas pobres y marginadas.

Firman esta Declaración:

Xavier Alegre. Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII. España
José Arregi. Teólogo. España
Olga Lucía Álvarez. Asociación Presbíteras Católicas Romanas. Colombia
Juan Barreto. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Fernando Bermúdez, Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Leonardo Boff. Ecoteólogo, miembro del Comité de la Carta de la Tierra y escritor.
Ancizar Cadavid Restrepo. Teólogo. Colombia
José María Castillo. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
José Centeno. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, España
Juan Antonio Estrada. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España.
Máximo García. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Antonio Gil de Zúñiga. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Ivone Gebara. Teóloga y filósofa. Brasil
Hernández Fajardo Axel. Profesor Jubilado de la Escuela Ecuménica de las Ciencias de Religiones. Universidad Nacional. Costa Rica
Rosa María Hernández. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Mary Hunt. Teóloga. Women’s Alliance for Theology, Ethics and Ritual (WATER).
Gabriela Juárez Palacio. Teóloga. Socia Fundadora de Teólogas e Investigadoras.
Rosa Leiva. Federación Latinoamericana de Presbíteros Casados. Ecuador
Juan Masiá. Teólogo. Japón.
Federico Mayor Zaragoza. Presidente de la Fundación Cultura de Paz y de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte. España
Cyprien Melibi. Teólogo Camerún.
Arnoldo Mora Rodríguez. Socio Fundador del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI). Costa Rica.
Mario Mullo. Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados. Ecuador
Carmiña Navia. Teóloga. Colombia
Marisa Noriega. Teóloga. Socia Fundadora de la Asociación Mexicana de Reflexión Teológica Feminista. México.
Gladys Parentelli. Auditora en el Concilio Vaticano II. Venezuela
Federico Pastor. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España.
Victorino Pérez Prieto. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Suyapa Pérez Scapini. Teóloga. El Salvador
Margarita Mª Pintos. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Javier Omar Ruiz Arroyave. Activista. Masculinidades Liberadoras. Colombia.
José Sánchez Suárez. Teólogo. Comunidad Teológica de México
Santiago Sánchez Torrado. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Fernando Silva. Asociación de Teólogas y Teólogos de Juan XXIII. España
Aida Soto Bernal. Asociación Presbíteras Católicas Romanas. Colombia
Juan José Tamayo. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Elsa Tamez. Teóloga y biblista. México
Andrea Toca. Teóloga. Socia Fundadora de la Asociación Mexicana de Reflexión Teológica Feminista. México.
Fernando Torres Millán. Teólogo. Coordinador de Kairós Educativo. Colombia
Olga Vasquez. Teóloga. El Salvador
Evaristo Villar. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España
Juan Yzuel. Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII. España

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Teólogos de todo el mundo reclaman cambios sobre homosexualidad, aborto, celibato, sacerdocio femenino y divorciados

Jueves, 15 de octubre de 2015
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la-iglesia-y-los-gays“La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico”

Aun antes del Sínodo dedicado a la Familia, se venían tratando por parte de biblistas, teólogos, juristas y pastoralistas diversos temas dentro de la Iglesia católica, que reclamaban un nuevo planteamiento. La involución posconciliar los consideró descartables de toda posible renovación.

Con el anuncio del Sínodo se acentuó la necesidad de abordarlos de una vez, de manera que se pudieran ajustar a una nueva comprensión y solución en el momento actual. Estamos ya metidos en el Sínodo y vemos cómo ha reaccionado un sector eclesial en contra de todo intento de apertura, como si la renovación cuestionara no sólo ciertos presupuestos de la enseñanza tradicional sino la fidelidad a la doctrina auténtica de la Iglesia y al mismo Evangelio.

En este sentido, con respeto y ponderación, el presente Documento pretende presentar fundadamente la legitimidad de un cambio. No es un tratado ni un mero extracto de conclusiones, sino una exposición suficientemente argumentada, para quienes sufren de cerca el problema y quienes están interesados en su desarrollo histórico hasta el momento actual..

Entendemos que el Documento es resultado de investigaciones, reflexiones y experiencias que vienen de muy atrás y muestran la necesidad de un cambio.

En la Iglesia y Sociedad de hoy, dentro de un marco ético y evangélico, pretendemos aportar fundamentación al replanteamiento y solución de problemas, que parecieran intocables, y sobre los que mucha gente espera urgente renovación:

– La Homosexualidad
– El Aborto
– El Celibato opcional: los curas casados
– El sacerdocio de la mujer
– Los divorciados en la Iglesia.

I -Dos premisas necesarias

1.Norma primera: el seguimiento de Jesús
La Iglesia católica siempre se ha ocupado de la familia por ser parte integrante de su misión. Como asegura el Instrumentum Laboris del Sínodo ” El fundamento del anuncio de la iglesia acerca de la familia radica en la predicación y vida de Jesús”. Procede, por tanto, volver a la norma fundamental del seguimiento de Jesús, que nos propone vivir como él y hacer nuestro su proyecto y que debe guiar la vida de todo matrimonio y familia.

El seguimiento de Jesús, norma simple y universal, conlleva unos valores propios, pero que hoy se nos han diluido en la marea ingobernable de un neoliberalismo consumista. “La moral cristiana, recalca el Papa Francisco, no es una moral estoica, es más que una ascesis , no es una mera filosofía , ni un catálogo de pecados y errores…Sin amor, el edificio moral de la Iglesia puede convertirse en un castillo de naipes” (GE, cfr, 25-39).

Este seguimiento supone abrazar el proyecto de Jesús, apostando por los valores que él luchó y vivió, y que resultan incompatibles con los de otros proyectos. Dichos valores, que nos harán entrar en conflicto por causa de este Hombre, están a la vista en las páginas del Evangelio: todos vosotros sois hermanos; el que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos; los últimos serán los primeros; hacer un bien a los más pequeños es como hacerlo a mí mismo, de modo que al final se os juzgará en base a cómo os habéis portado con los más pequeños.

2.Norma primera y ética universal

El seguimiento de Jesús incluye, como es natural, la ética humana asentada sobre la dignidad de la persona: ” Los pueblos reafirman su fe en los derechos del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de hombres y mujeres” (Declaración universal de los Derechos Humanos, Preámbulo).

Por donde los que nos profesamos seguidores de Jesús, nos consideramos identificados en esa dignidad fundamental, que nos permite caminar unidos coincidiendo en valores, criterios y actitudes vinculantes para todos. Haciendo uso de nuestra razón y responsabilidad, asumimos la herencia histórica de unas y otras culturas ,de unas y otras religiones, que nos provee de ese hilo que sostiene, teje y entrega esa “dignidad y valor de la persona y de los derechos que de ella derivan”.

Compartimos, por tanto, el hecho innegable de la unidad de la familia humana, que tiene como quicio el respeto total a la persona humana , con el imperativo de procurar a todos un trato humano, -obligatorio para individuos y Estados- y que queda esculpido en la llamada regla de oro: “No hagas a los demás, lo que no quieras para ti”.
Esta unidad no niega las diferencias entre los pueblos, pero que no se sobreponen a lo que es sustantivo y esencial a todos: la dignidad de persona. Sobre esa base, surgen y se elaboran normas -hoy convertidas en Derechos- que posibilitan un consenso universal.

II – Norma evangélica y ética universal ante el reto de problemas de los matrimonios y familias actuales.

1.La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico, según la evolución de las diversas ciencias

A la norma primera del seguimiento, siguieron en el transcurso de los siglos, multitud de otras normas. Todas ellas se hicieron desde unas circunstancias y razones históricas concretas. Pero, muchas de ellas quedaron obsoletas y fueron impugnadas, porque se mantuvieron contra viento y marea, al margen de la ciencia, del sentir del pueblo, de las nuevas propuestas de numerosos teólogos y moralistas que ya las habían formulado antes, durante y después del concilio Vaticano II y al margen sobre todo del Evangelio.

La indiferencia y alejamiento provenían de estar elaboradas desde paradigmas culturales que no respondían al conocimiento actual – científico y bíblicoteológico- de esos temas . La formulación doctrinal hecha por la Patrística y la Edad Media pudo servir a muchas generaciones para vivir su fe, pero no todas son expresión adecuada y definitiva del Evangelio, siempre universal, sino de presupuestos científicos, antropológicos y cosmológicos evolutivos y perfeccionables.

Quiere esto decir, que la Iglesia debe compartir la verdad del Evangelio sobre la familia con la verdad de la ciencia respetando su autonomía y método propios , así como el significado de la propia investigación bíblico teológica. Esta colaboración no se ha dado como se debiera en el pasado y ha llevado a la Iglesia a deificar muchas veces su magisterio considerándose poseedora de toda verdad.

2.La tarea menospreciada de los teólogos

El concilio Vaticano II se celebró hace 50 años; en él tuvieron parte decisiva muchos teólogos, posteriormente represaliados; de él salieron orientaciones como éstas: “Las recientes adquisiciones científicas, históricas o filosóficas platean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los teólogos” (GS, 62), “En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura” (GS, 62) .

Sin duda, los obispos deben velar y exponer la doctrina cristiana, de acuerdo con la Revelación, pero ” según lo requiere el cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados a fin de que se estudie como se debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente ” (LG, 25).

Gratamente reconocemos que el Papa Francisco asume y reafirma lo que durante el largo período posconciliar fue claramente desatendido provocando un desfase de su doctrina y normas con relación al mundo actual:

“El mensaje que anunciamos , siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador” (GE, 117). “La teología -no sólo la teología pastoral- en diálogo con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia para pensar cómo hacer llegar las propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y destinatarios. La Iglesia, empeñada en la evangelización , aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión salvífica de la Iglesia” ( GE, 131). “Más que el temor a equivocarnos , espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos dice: `¡ Dales vosotros de comer ¡`(Mc 6-37), ( G.E., 46-49).

Desde estas premisas, pensamos que se puede dar solución a problemas ( la homosexualidad, el aborto, el celibato opcional, la ordenación sacerdotal de la mujer, los divorciados en la Iglesia) que hasta el presente se los ha considerado como resueltos desde normas tradicionales inamovibles, sin reconocer las aportaciones de las ciencias ni el cambio y adaptaciones exigidas por la Exégesis y Teología en sus nuevos avances.

El Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora, se mueve en esta actitud de respeto, colaboración e integración del saber. Muchos queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a nadie como a él le va a tocar verlas, sufrirlas y resolverlas.

Sobre los temas citados, la Exégesis y Teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar un cristiano de hoy. El Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, trata de abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural relativo de la humanidad. Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad.

1.El tema de la Homosexualidad

“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).

En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

No vale contraponer a estas indicaciones, la existencia de una ética cristiana que las contradice y calificaría la homosexualidad como desordenada e intrínsecamente perversa. Sobre este particular, escribe el superreconocido teólogo E. Schillebeeckx: “En lo que respecta a la homosexualidad no existe una ética cristiana. Es un problema humano, que debe ser resuelto de forma humana. No hay normas específicamente cristianas para juzgar la homosexualidad” (Soy un teólogo felíz, p. 109).

Y, desde la perspectiva teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.

Ciertamente, es un progreso recomendar respeto a los homosexuales, con exclusión de todo lo que sea despectivo o vejatorio. Los homosexuales son personas y, como tales, merecen el mismo respeto que todos los demás.

Pero, la inculcación de ese respeto carece de base, es en cierto modo aparente, si luego se sigue manteniendo que la homosexualidad y la relación entre homosexuales es desviada, intrínsecamente perversa. Por más que se proclame, si yo mantengo que el homosexual es un desviado y un perverso, en el fondo seguiré abrigando distancia, temor y desconfianza.

2. El tema del aborto

El tema del aborto requiere una mirada atenta a todos sus aspectos. No obstante, consideramos posible un acuerdo común en puntos éticos de valor universal. El primero: considerar básico el derecho de todo ser humano a la vida.

Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto.

Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta de que disponemos para entrar en esa “realidad” es común a todos, y no es otra que la de la ciencia, de la filosofía y de la ética.

Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. “No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra” (Bernhard Häring, autor de la famosa obra “La ley de Cristo”, y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).

“Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio un individuo humano? Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.

Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.

Como escribe el catedrático Diego Gracia:”La mentalidad clásica , que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes”. (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).

El aserto clásico de que “todo está en los genes” es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.

Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.

Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse el poder legislativo, como si dimanase de sí misma al margen de la realidad personal de los ciudadanos. La ética debe determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.

Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas, en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera convivir acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

4. El tema de la ordenación sacerdotal de la mujer

“Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado ciertamente y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto”. (En el encuentro con los periodistas en el avión).
¡Esa es una puerta cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.

Todos entendemos que haya podido ser así por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición “divino-apostólica” sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis a categoría divina y deducir que la no ordenación de la mujer “forma parte de la constitución divina de la Iglesia”. Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón y excluirla de algunas tareas eclesiales.

La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada.

Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio infalible o ex – cathedra.

Los argumentos aducidos por la Carta son más que débiles: el hecho de que Jesús eligiera entonces únicamente a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal. Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la “no oportunidad” de la publicación de esa Carta.

No es objeto de esta declaración entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero queremos destacar algunos aspectos fundamentales.

El sacerdocio más que un derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir a la mujer por razón de su sexo del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.

Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: “En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios por delante, se ha limitado la libertad de reflexión y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos” (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).

Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro. En opinión de teólogos que lo han leído, es un libro espléndido para conocer a fondo esta cuestión, por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.

Citamos como conclusión estas sus palabras: “Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de ninguna clase, comencé a estudiar la cuestión de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome las monografías y amplios estudios que han hecho otros autores sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible.
Pronto me convencí de que no existía una dificultad dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios sacados de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia (de los que me ocupo en el capítulo VII) no me parecen convincentes.

Los argumentos que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad y en la impureza de la mujer, son inadmisibles y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos” (Idem, pp. 11 y 12).

” Muchos años de estudio no han podido convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia según las necesidades de los tiempos y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.

Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al “depositum fidei”. Y si no se trata de una verdad revelada, el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Me parece esencial que haya más diálogo, más libertad, más espíritu de comunión. Que Roma no se limite a proclamar verdades y dar órdenes. Es necesario es cuchar lo que otros dicen. Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar. Es importante descubrir lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos” (Idem, pp. 271-272).

5. El tema de los divorciados en la Iglesia

“La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar” (En el encuentro con los periodistas en el avión).

Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana, existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades , hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de no ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto una ley con detrimeto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

En tal caso, no se puede seguir afirmando que la indisolubilidad es una norma siempre inderogable. La situación de millares y millares de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio hace que no se lo pueda considerar como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso, la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.

“Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar activamente en la celebración eucarística, el acto central de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo. Tienen derecho a ser recibido con los brazos abiertos y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal) hiceron público un documento “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación “Instrucción ” civil sobre el divorcio. Dichos teólogos destacaban que los obispos:

-No habían tenido en cuenta el sentir real de su comunidad católica,
-Haberse preocupado únicamente del divorcio como si se tratara de una ley meramente civil y política.
– Haber dado a entender que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.

Y decían los teólogos:
” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio tal como aparece en la revelación de Jesús. Está claro que el modelo de matrimonio que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para toda la vida.
Pero esta doctrina de Jesús debe proponer como un ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos, incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

Como católicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos presupuestos y normas de la Iglesia. ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya prácticamente divorciados, pero canónicamente condenados”.

. Nota sobre firmantes

Debido a la urgencia del tiempo, no se ha prendido contar con la respuesta de otros autores, que seguramente asumirían el Documento. ( Muy a pesar nuestro, el intento de comunicación directa con 8 mujeres Teólogas no ha podido realizarse a tiempo).

Acaso pudiera añadirse una segunda remesa con nuevos firmantes.
Para nuestro objetivo, el Documento aporta y refleja fidelidad al espíritu de la Tradición y cultura cristianas, enraizadas en el Evangelio y puede servir para dialogar y determinar soluciones más acordes con la investigación y estudios actuales.
Firman el Documento

Ariel ALVAREZ

Raul LUGO
Xabier ALEGRE

Juan MASIA
José ARREGI

Antonio MONCLUS
Fernando BERMUDEZ

Guillermo MUGICA
Frei BETTO

Jesús PELAEZ
Nicolás CASTELLANOS

Xabier PIKAZA
Benjamín FORCANO

Manuel REYES MATE
Manuel FRAIJO

Julián RUIZ DIAZ

Joan GODAYOL

Manuel SUANCES

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“Acoger a los pequeños”. 27 Tiempo Ordinario – B (Marcos 10,2-16)

Domingo, 4 de octubre de 2015
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27-852863-300x198El episodio parece insignificante. Sin embargo, encierra un trasfondo de gran importancia para los seguidores de Jesús. Según el relato de Marcos, algunos tratan de acercar a Jesús a unos niños y niñas que corretean por allí. Lo único que buscan es que aquel hombre de Dios los pueda tocar para comunicarles algo de su fuerza y de su vida. Al parecer, era una creencia popular.

Los discípulos se molestan y tratan de impedirlo. Pretenden levantar un cerco en torno a Jesús. Se atribuyen el poder de decidir quiénes pueden llegar hasta Jesús y quiénes no. Se interponen entre él y los más pequeños, frágiles y necesitados de aquella sociedad. En vez de facilitar su acceso a Jesús, lo obstaculizan.

Se han olvidado ya del gesto de Jesús que, unos días antes, ha puesto en el centro del grupo a un niño para que aprendan bien que son los pequeños los que han de ser el centro de atención y cuidado de sus discípulos. Se han olvidado de cómo lo ha abrazado delante de todos, invitándoles a acogerlos en su nombre y con su mismo cariño.

Jesús se indigna. Aquel comportamiento de sus discípulos es intolerable. Enfadado, les da dos órdenes: «Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidáis». ¿Quién les ha enseñado a actuar de una manera tan contraria a su Espíritu? Son, precisamente, los pequeños, débiles e indefensos, los primeros que han de tener abierto el acceso a Jesús.

La razón es muy profunda pues obedece a los designios del Padre: «De los que son como ellos es el reino de Dios». En el reino de Dios y en el grupo de Jesús, los que molestan no son los pequeños, sino los grandes y poderosos, los que quieren dominar y ser los primeros.

El centro de su comunidad no ha de estar ocupado por personas fuertes y poderosas que se imponen a los demás desde arriba. En su comunidad se necesitan hombres y mujeres que buscan el último lugar para acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados.

El reino de Dios no se difunde desde la imposición de los grandes sino desde la acogida y defensa a los pequeños. Donde estos se convierten en el centro de atención y cuidado, ahí está llegando el reino de Dios, la sociedad humana que quiere el Padre.

José Antonio Pagola

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“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Domingo 4 de octubre de 2015 Domingo 27º ordinario

Domingo, 4 de octubre de 2015
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54-ordinarioB27 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 2, 18-24: Y serán los dos una sola carne.
Salmo responsorial: 127: Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Hebreos 2, 9-11: El santificador y los santificados proceden todos del mismo.
Marcos 10, 2-16: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

 En la primera lectura nos encontramos con el segundo relato de la creación, que está centrado en la creación del hombre y de la mujer, ambos formados de tierra y aliento divino. Los dos son hechura de Dios, y por lo tanto deberían ser iguales, a pesar de su diversidad. La relación perfecta entre los dos no está garantizada ni escrita en su sangre: es una conquista de la libertad que ellos deben construir. Un proyecto de unidad que compromete la responsabilidad de cada uno.

El autor de la carta a los hebreos nos dice que la pasión y la muerte de Jesús no son fines en sí mismos, sino solamente un camino hacia la resurrección y la salvación plena. Los cristianos no nos podemos quedar contemplando al crucificado del viernes santo, construyendo nuestra vida desde el dolor, el sufrimiento y la muerte. La misma epístola nos dice que el propio Jesús “en los días de su vida mortal presentó, con gritos y lágrimas, oraciones y súplicas, al que lo podía salvar de la muerte”. Esto quiere decir que él mismo luchó por encontrar una alternativa que no estaba sujeta a su voluntad sino a hacer la voluntad del Padre. Estamos en hora de superar todo tipo de devoción que se queda en la contemplación de los sufrimientos y dolores de Jesús y construir nuestra vida cristiana desde la esperanza que nos ofrece la resurrección.

En el evangelio, los fariseos ponen a prueba a Jesús preguntándole qué piensa sobre el divorcio y si era lícito repudiar a una mujer. La respuesta de Jesús es significativa cuando caemos en cuenta de que, tanto en el judaísmo como en el mundo greco-romano, el repudio era algo muy corriente y estaba regulado por la ley. Si Jesús respondía que no era lícito, estaba contra la ley de Moisés. Por eso les devuelve la pregunta y les dice que la ley de Moisés es provisional y que ahora se han inaugurado los tiempos de la plenitud en los que la vida se construye desde un orden social nuevo, en el que el hombre y la mujer forman parte de la armonía y el equilibrio de la creación. La novedad de esta afirmación de Jesús saltaba a la vista; en su interpretación desautorizaba no sólo las opiniones de los maestros de la ley que pensaban que a una mujer se le podía repudiar incluso por una cosa tan insignificante como dejar quemar la comida, sino incluso, relativizaba la misma motivación de la ley de Moisés. Además tiraba por tierra las pretensiones de superioridad de los fariseos, que despreciaban a la mujer, como despreciaban a los niños, a los pobres, a los enfermos, al pueblo. Nuevamente, al defender a la mujer, Jesús se ponía de parte de los rechazados, los marginados, los ‘sin derechos’.

Pero como los discípulos en esto compartían las mismas ideas de los fariseos, no entendieron y, ya en casa, le preguntaron sobre lo que acababa de afirmar. Jesús no explicó mucho más, simplemente les amplió las consecuencias de aquello: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra la primera; y lo mismo la mujer: si repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

El segundo episodio de nuestro evangelio nos presenta un altercado de Jesús con sus discípulos porque ellos no permiten que los niños se acerquen a Jesús para que él los bendiga. Los discípulos pensaban que un verdadero maestro no se debía entretener con niños porque perdía autoridad y credibilidad. Decididamente algo no era claro en ellos. No acababan de asimilar las actitudes de Jesús ni los criterios del Reino. Y Jesús se enojó con ellos; su paciencia también tenía límites y si algo no toleraba era el desprecio hacia los marginados. Y les dijo con mucha energía: dejen que los niños se me acerquen. ¿Con qué derecho se lo impiden, cuando el Padre ha decidido que su Reinado sea precisamente en favor de ellos? ¿No entienden todavía que en el Reino de Dios las cosas se entienden totalmente al contrario que en el mundo?

Los niños que no pueden reclamar méritos, carecen de privilegios y no tienen poder, son ejemplo para los discípulos, porque están desprovistos de cualquier ambición o pretensión egoísta y por eso pueden acoger el Reino de Dios como un don gratuito. De los que son como ellos es el Reino de Dios, dice Jesús.

Es necesario que nuestra experiencia cristiana sea verdaderamente una realidad de acogida y de amor para todos aquellos que son excluidos por los sistemas injustos e inhumanos que imperan en el mundo. Nuestra tarea fundamental es incluir a todos aquellos que la sociedad ha desechado porque no se ajustan al modelo de ser humano que se han propuesto. Si nos reconocemos como verdaderos seguidores de Jesús, es necesario comenzar a trabajar por la humanidad que a los débiles de este mundo se les ha arrebatado.

Una nota crítica:

Para este tema del evangelio, que centrará hoy la homilía de este domingo en muchas comunidades cristianas, el divorcio, la liturgia propone como primera lectura el relato de la creación del hombre y de la mujer, en el relato del Génesis, lógicamente. Por ser de la Biblia, por ser del Génesis, por ser del relato de la creación… todo pareciera dar a suponer que contiene en sí mismo el fundamento religioso último y máximo de la visión cristiana del matrimonio. Probablemente, en muchas homilías, el relato bíblico se constituirá en la única referencia, en la referencia totalizante y suprema, y se querrá sacar de ella el fundamento integral de la postura actual de la Iglesia sobre el matrimonio. ¿No será eso fundamentalismo?

Hoy ya sabemos que el relato de la «creación» no es un relato científico, de historia natural; más aún: no tiene nada que decir ante lo que la ciencia nos dice hoy sobre el origen de la Tierra, de la Vida, de nuestra especie humana o sobre nuestra sexualidad. El relato no es histórico, no hay que entenderlo como una narración de algo que realmente ocurrió… hoy nadie sostiene lo contrario. En las catequesis bíblicas solemos decir ahora que tenemos que «tratar de captar lo que los autores bíblicos querían decir…», que no era lo que la mera letra dice… En realidad, no se trata ni de eso siquiera, porque los autores bíblicos no escribían para nosotros, ni estaban pensando en un mensaje distinto de lo que leemos.

La verdad es que no deberíamos abandonar una postura de profunda humildad en este campo, porque los cristianos, durante casi toda nuestra historia, hasta hace unos cien años –algo más para los protestantes– hemos estado pensando lo contrario de esto que ahora decimos. Hemos estado pensando que eran textos históricos, que había que entender al pie de la letra y que había que creerlos ciegamente, y que su contenido era real, e incluso «más que científico, estaba por encima de la ciencia» (la ciencia no podría contradecirlos): porque eran textos directamente divinos, revelados, y por tanto dogmáticos. Hace apenas 100 años el Pontificio Instituto Bíblico, la máxima autoridad oficial católico-romana, condenó taxativamente a quienes pusieran en duda el «carácter histórico» de los once primeros capítulos del Génesis… y en todo el conjunto de la Iglesia se pensaba así, desafiando arrogantemente a la ciencia.

Durante siglos, durante más de un milenio, el texto del relato de la creación que hoy leemos ha sido utilizado para justificar directa o indirectamente el androcentrismo, o sea, la inferioridad de la mujer, creada «en segundo lugar», y «de una costilla de Adán». Más aún: durante más de dos mil años –y aún hoy, para la mayor parte de la civilización occidental– este texto ha justificado el antropocentrismo, el mirar y entender la realidad toda como puesta al servicio de este ser diferente, superior a todos los demás, «sobre-natural», que sería el ser humano, poniéndolo todo bajo «el valor absoluto de la persona humana», a cuyo servicio y bajo cuyo dominio habría puesto Dios toda la «creación», con el mandato de explotar omnímodamente la naturaleza: «crezcan y multiplíquense, y dominen la Tierra»…

Desde hace medio siglo un coro reciente y creciente de científicos y humanistas achacan a los textos bíblicos la minusvaloración y el desprecio que la tradición cultural occidental ha sentido y ejercido sobre la naturaleza, hasta provocar la actual crisis ambiental que nos ha puesto al borde del colapso y amenaza con colapsar efectivamente.

Viene todo esto a decir que hoy no podemos deducir directamente de los textos bíblicos nuestra visión de los problemas humanos -matrimonio y divorcio incluidos-, como si la construcción de nuestra visión moral y humana dependiera de unos textos que en buena parte contienen las experiencias religiosas de unos pueblos nómadas del desierto hace unos tres mil años… Sería bueno que los oyentes de las homilías supieran discernir con sentido crítico la dosis de fundamentalismo que algunas de nuestras construcciones morales clásicas pueden contener. Sería todavía mejor que los autores de las homilías incorporaran a sus contenidos esta visión crítica y esta superación del fundamentalismo. Debemos salir del bibliocentrismo: no podemos vivir encerrados en un libro, con toda nuestra perspectiva, categorías y normas sometidas al limitado alcance cultural de un libro de hace varios milenios… Si queremos buscar las palabras más profundas que puedan iluminarnos, debemos buscarlas también y sobre todo en la Realidad, en la Naturaleza, en el libro del cosmos, de la Vida y de nuestra propia misteriosa naturaleza… Leer más…

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Dom 4.9.15. Sí al divorcio, en caso de… Un evangelio para el Sínodo

Domingo, 4 de octubre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 27, tiempo ordinario. No podía empezar mejor la segunda parte de este sínodo sobre la familia, el próximo domingo (4.9.15), que leyendo el evangelio de ese día (Mc 10, 2-6), con la palabra de Jesús sobre el matrimonio y divorcio.

Jesús no ofrece aquí una doctrina unitaria (canónica), desarrollada expresamente sobre el tema, de un modo completo, sino que responde a una pregunta-trampa que le plantean unos fariseos para tentarle, con una cuestión muy concreta sobre el poder que cierta ley antigua daba al hombre de expulsar a su mujer.

Se trata, como digo, de una pregunta-trampa (para poner a prueba a Jesús), pues, tanto si responde “sí” como si responde “no”, pueden acusarle, en un caso de dureza contra la mujer, en otro caso de infidelidad a la Ley. Éste es un texto que ha sido poderosamente reelaborado por Pablo en 1 Cor y por los evangelios de Lucas y Mateo.

Por cuestión de “oportunidad”, y porque será el texto más discutida en el Sínodo, quiero presentar y comentar hoy, en vez de la versión de Marco, la paralela de Mateo, que ofrece algunas novedades importantes, como podrá ver quien siga leyendo. Resulta evidente que Jesús no resolvió el tema con un sí o con un no (como querían entonces los fariseos, y como quieren hoy algunos “padres” famosos del Sínodo).

Debo recordar que los votantes del Sínodo sobre el matrimonio y divorcio serán sólo “padres espirituales”, sin hijos reconocidos (¿dónde están las madres, los maridos, las mujeres, los hermanos, los novios, las novias, las parejas… para decir su experiencia y palabra sobre el tema?).
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Se trata, pues, claramente, de un sínodo “manco”, que Jesús no habría celebrado así. Pero es lo que hay, y le deseamos mucho “éxito”, para que después el Papa Francisco pueda elaborar, según la ley actual, el documento y doctrina sobre la familia.

Con esa idea, para ilustración de aquellos que quieran conocer mejor la visión de Jesús y el evangelio, presento aquí esta reflexión algo extensa, que DM formará parte de mi próximo Comentario de Marcos. Es un texto largo, algo erudito, pero estoy convencido de que podrá servir para algunos lectores amigos silenciosos, que van acompañando en gran número. Gracias a todos.

Texto: Mt 19, 3-9

19, 3 Y se le acercaron unos fariseos que, poniéndole a prueba y diciéndole: ¿Puede uno expulsar a su mujer por un motivo cualquiera? 4 El respondió: ¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra; 5 y que dijo también: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? 6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.

‒ 7 Le contestaron: ¿Por qué pues prescribió Moisés dar acta de divorcio y repudiarla? 8 Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. 9 Os digo pues que quien repudie a su mujer ‒a no ser por fornicación ‒ y se case con otra, comete adulterio.

Presentación

La perícopa, tomada básicamente de Mc 10, 2-12, ofrece dos novedades muy significativas.

(a) Mateo introduce la cláusula de la porneia (19, 9: me epi porneia), que aparecía también en Mt 5, 31-32, por la que (a diferencia de lo que sucede en Marcos) permite que el varón pueda expulsar a la mujer (no la mujer al varón) a causa de la fornicación en sentido extenso.

(b) Mateo formula el tema en una clave estrictamente judía, desde la perspectiva del varón, sin añadir una enseñanza “eclesial” para los discípulos (en casa, es decir, en la iglesia) a diferencia de Mc 10, 10-12, que “iguala” así (en ese contexto) el derecho matrimonial de los hombres y de las mujeres, desde una perspectiva que puede tener un fondo cristiano, pero que puede entenderse también desde la legislación romana (que concedía a las mujeres el derecho de divorciarse).

Eso significa que Mateo se mantiene (quizá ha querido mantenerse expresamente) en una perspectiva más tradicional, limitándose al caso concreto de la situación de Jesús, con la pregunta de los fariseos (si el varón puede expulsar a la mujer) y la respuesta que él les ofrece. Lo que más le importa es, según eso, la manera de entender y/o quizá de reinterpretar la norma del Dt 24, 1-3, por la que se supone que el varón podía expulsar a la mujer (romper de esa manera el matrimonio), con tal de que le diera el “libelo” o documento de divorcio.

Éste parece haber sido el caso y respuesta original de Jesús, que no intentó resolver el tema del matrimonio en general, sino el planteado por el Deuteronomio, apelando a Gen 1, 27; 2, 24 (varón y mujer los hizo, serán una sola carne…, como he destacado en mi Comentario de Marcos, Verbo Divino, Estella 2012). Pero, siendo más fiel a la formulación de Jesús, desde una perspectiva judía, Mateo añade la cláusula de la “porneia” (fornicación), que parece vincularse más con el tema y concesión de Dt 24, 1-3, y que nos sigue situando así en un nivel de legislación muy cercano al judaísmo.

La cláusula de la porneia

Esa palabra, añadida como excepción por el Jesús de Mateo, parece situarnos pues en una perspectiva cercana al judaísmo…, pero que ofrece una inquietante y poderosa actualidad. Por eso debemos agradecer a los fariseos la pregunta… y a Jesús que les respondiera, aceptando su parte de verdad.

Los fariseos habían preguntado a Jesús si el hombre puede expulsara la mujer “por cualquier causa”. No preguntan si puede hacerlo o no (pues les parecía evidente que puede), sino sólo si puede hacerlo por toda causa (kata pasan aitian: 19, 3), en una línea que parece cercana a las controversias que mantenían las escuelas rabínicas de Shammai y Hillel.

Jesús responderá en principio que no (que el hombre no puede expulsar a la mujer), pero añadiendo que hay un caso en el que puede hacerlo, por una causa específica, como es la porneia o fornicación, de la que seguiré tratanto.

Todo nos permite suponer que el tema de la porneia alude en principio a la fornicación de la mujer, en un perspectiva muy judía, pues conforme a la ley y costumbre israelita, el marido tenía derecho a la fidelidad de la mujer, de manera que si ella no la guardaba, sino que cometía algún tipo de porneia (que debía ser, por tanto, propia de ella, es decir, de la mujer) el hombre podía expulsarla (pues no estaba obligado a mantener su matrimonio con una mujer acusada de porneia).

(Pero una vez situado así el tema en el evangelio, al ampliar y universalizar el contexto, lo que se dice de la porneia de la mujer puede y debe aplicarse a la porneia del hombres… es decir, de los dos…es decir: del matrimonio hecho porneia y destruído, como seguiré mostrando).

Mateo, un planteamiento conservador, pero muy actual


Éste es el tema de fondo del pasaje, que había aparecido en Mt 5, 31-32.
Pero el significado del texto no es tan claro porque si se tratara de una verdadera porneia en el sentido de infidelidad matrimonial tendría que haber utilizado la palabra moikheia (adulterio), pues Mt 15, 19 ha distinguido perfectamente ambas palabras, hablando de moicei/ai( pornei/ai, es decir, de adulterios y fornicaciones. Leer más…

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El problema del divorcio. Domingo 27. Ciclo B

Domingo, 4 de octubre de 2015
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divorcio1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El relato del evangelio consta de dos escenas: en la primera, los fariseos preguntan a Jesús si se puede repudiar a la mujer y reciben su respuesta (2-9); en la segunda, una vez en la casa, los discípulos insisten sobre el tema y reciben nueva respuesta (10-12).

Los fariseos y Jesús

            Desde allí se encaminó al territorio de Judea al otro lado del Jordán. De nuevo concurrió a él la gente y, según su costumbre, los enseñaba. Se acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:

            ‒ ¿Puede un hombre repudiar a su mujer?

                  Les contestó:

            ‒ ¿Qué os mandó Moisés?

                  Respondieron:

            ‒ Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.

                  Jesús les dijo:

            ‒ Porque sois obstinados escribió Moisés semejante precepto. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer, y por eso abandona un hombre a su padre y a su madre, se une a su mujer, y los dos se hacen una carne. De suerte que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha juntado que el hombre no lo separe.

La pregunta de los fariseos resulta desconcertante, porque el divorcio estaba permitido en Israel y ningún grupo religioso lo ponía en discusión. Que el matrimonio es una institu­ción divina lo sabe cualquier judío por el Génesis, donde Dios crea al hombre y a la mujer para que se compenetren y complemen­ten. Pero el judío sabe también que los problemas matrimoniales comienzan con Adán y Eva. El matrimonio, incluso en una época en la que la unión íntima y la convivencia amistosa no eran los valores primordiales, se presta a graves conflictos.

            Por eso, desde antiguo se admite, como en otros pueblos orientales, la posibilidad del divorcio. Más aún, la tradición rabínica piensa que el divorcio es un privilegio exclusivo de Israel. El Targum Palestinense (Qid. 1,58c, 16ss) pone en boca de Dios las siguientes palabras: «En Israel he dado yo separación, pero no he dado separación en las naciones»; tan sólo en Israel «ha unido Dios su nombre al divorcio».

            La ley del divorcio se encuentra en el Deuteronomio, capítulo 24,1ss donde se estipula lo siguiente:

«Si uno se casa con una mujer y luego no le gusta, porque descubre en ella algo vergonzoso, le escribe el acta de divorcio, se la entrega y la echa de casa…»

Un detalle que llama la atención en esta ley es su tremendo machismo: sólo el varón puede repudiar y expulsar de la casa. En la perspectiva de la época tiene su lógica, ya que la mujer se parece bastante a un objeto que se compra (como un televisor o un frigorífico), y que se puede devolver si no termina convenciendo. Sin embargo, aunque la sensibilidad de hace veinte siglos fuera distinta de la nuestra (tanto entre los hombres como entre las mujeres), es indudable que unas personas podían ser más sensibles que otras al destino de la mujer. Este detalle es muy interesante para comprender la postura de Jesús.

En cualquier caso, la ley es conocida y admitida por todos los grupos religiosos judíos. Por consiguiente, la pregunta de los fariseos resulta desconcertante. Cualquier judío piadoso habría respondido: sí, el hombre puede repudiar a su mujer. Sin embargo, Jesús, además de ser un judío piadoso, se muestra muy cercano a las mujeres, las acepta en su grupo, permite que le acompañen. ¿Estará de acuerdo con que el hombre repudie a su mujer? Así se comprende el comentario que añade Mc: le preguntaban «para ponerlo a prueba». Los fariseos quieren poner a Jesús entre la espada y la pared: entre la dignidad de la mujer y la fidelidad a la ley de Moisés. En cualquier opción que haga, quedará mal: ante sus seguidoras, o ante el pueblo y las autoridades religiosas.

La reacción de Jesús es tan atrevida como inteligente. Porque él también va a poner a los fariseos entre la espada y la pared: entre Dios y Moisés. Empieza con una pregunta muy sencilla que se puede volver en contra suya: “¿Qué os mandó Moisés?” Y luego contraataca, distinguiendo entre lo que escribió Moisés en determinado momento y lo que Dios proyectó al comienzo de la historia humana.

En el Génesis, Dios no crea a la mujer para torturar al varón (como en el mito griego de Pandora), sino como un complemento íntimo, hasta el punto de formar una sola carne. En el plan inicial de Dios, no cabe que el hombre abandone a su mujer; a quienes debe abandonar es a su padre y a su madre, para formar una nueva familia.

Las palabras de Génesis 1,27 sugieren claramente la indisolubilidad: el varón y la mujer se convierten en un solo ser. Pero Jesús refuerza esa idea añadiendo que esa unión la ha creado Dios; por consiguiente, «lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Jesús rechaza de entrada cualquier motivo de divorcio.

La aceptación posterior del repudio por parte de Moisés no constituye algo ideal sino que se debió a «vuestro carácter obstinado». Esta interpretación de Jesús supone una gran novedad, porque sitúa la ley de Moisés en su contexto histórico. La tendencia espontánea del judío era considerar toda la Torá (el Pentateuco) como un bloque inmutable y sin fisuras. Algunos rabinos condenaban como herejes a los que decían: «Toda la Ley de Moisés es de Dios, menos tal frase». Jesús, en cambio, distingue entre el proyecto inicial de Dios y las interpretaciones posteriores, que no tienen el mismo valor e incluso pueden ir en contra de ese proyecto.

(Si aplicamos este mismo criterio a la historia de la moral cristiana comprenderemos su importancia: hay cosas que hoy se permiten o se mandan, pero eso no significa que sean automáticamente buenas o mejores que la propuesta inicial del evangelio.)

Los discípulos y Jesús

            Entrados en casa, le preguntaron de nuevo los discípulos acerca de aquello. El les dice:

            ‒ Quien repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio contra la primera. Si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio.

            Esta escena saca las conclusiones prácticas de la anterior, tanto para el varón como para la mujer que se divorcian. Las palabras: Si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio, cuentan con la posibilidad de que la mujer se divorcie, cosa que no contemplaba la ley judía, pero sí la romana. Por eso, algunos autores ven aquí un indicio de que el evangelio de Marcos fue escrito para la comunidad de Roma. Aunque en los cinco primeros siglos de la historia de Roma (VIII-III a.C.) no se conoció el divorcio, más tarde se introdujo.

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El debate en las iglesias. 150 años antes del Sínodo, esclavitud y “ley natural”, por Andrea Grillo

Miércoles, 22 de abril de 2015
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esclavosInteresante artículo que publica la web de Proyecto Gionatta:

by Gionata · 15 aprile 2015

 Artículo de Andrea Grillo publicado en la revista semanal de la Diócesis de Adria-Rovigo La Settimana nº 8, con fecha 22 de febrero de 2015. Texto traducido por Blanca Chaves Ortega, Federica Maggiotto, Sheila Hernández Rodríguez y Carmen Romero Lorenzo. Revisión de Estefanía Flores Acuña

Mientras nos aproximamos al Sínodo Ordinario del próximo octubre, debemos considerar las secuelas que dejaron algunas intervenciones que ­–­desde mucho antes del Sínodo Extraordinario y luego durante su celebración, además de en los análisis que lo siguieron– evocaron, con tonos dramáticos, el peligro de “traición a la tradición” y la pérdida potencial de fidelidad al depositum fidei. Para calmar a estas voces alarmistas es útil volver a empezar con unas palabras muy significativas pronunciadas por el papa Francisco en su famosa entrevista [1] concedida a La Civiltà Cattolica, revista quincenal fundada por la orden franciscana:

[…] ciertamente la comprensión del hombre cambia con el tiempo, y la conciencia de sí mismo se hace más profunda. Pensemos en cuando la esclavitud era cosa admitida y cuando la pena de muerte se aceptaba sin problemas. Por tanto, se crece en la comprensión de la verdad. Los exegetas y los teólogos ayudan a la Iglesia a madurar su propio juicio. La visión de la doctrina de la Iglesia como un monolito que debe defenderse a toda costa sin matices es errónea [2].

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La cabaña del tío Tom

13Es relevante que esta declaración haya sido publicada por la revista de los jesuitas, cuya historia forma parte, con pleno derecho, de ese “cambio” en el que la conciencia de la Iglesia se afina y se hace más profunda. En este lento camino de “refinamiento”, es preciso reexaminar no solo las ideas, sino también las modalidades de la argumentación y los datos de la experiencia. El ejemplo citado por el papa Francisco debe invitar a reflexionar sobre cómo en el pasado la esclavitud era admitida y encontraba su justificación en la “ley natural” de la misma Iglesia. El prejuicio más grave se ocultaba y se sustentaba en una supuesta “evidencia natural”.

Resulta útil consultar dos textos antiguos, muy ilustrativos. En la misma revista jesuita que hoy publica las entrevistas proféticas del papa Francisco, apareció en 1853 la reseña de un libro que corría el peligro de aparecer en el Índice expurgatorio de la época, La cabaña del tío Tom. En esta reseña, “La schiavitù in America e la Capanna dello zio Tom”, [3] se comentaba con amarga ironía la cuestión de la esclavitud, añadiendo una serie de consideraciones a propósito de la “servidumbre”. El libro, a pesar de ser considerado “no perjudicial”, provocó estas terribles palabras:

El esclavo negro o de otro color que no sea blanco es, como el mancipio en la época de los romanos, en esencia, no persona sino cosa, aunque (obviamente) cosa viva y semoviente… Una raza, digamos, que se sitúa en el último escalafón de la especie humana, en la tez tan negra que avergüenza al ébano, en el cabello lanoso e hirsuto, en la cara aplastada y extrañamente obtusa, en el ojo que, cuando no es estúpido, o es feroz o te revela una astucia vulpina, en las facultades intelectuales lentas, limitadas, totalmente inertes… De esta manera, en ellos la condición de esclavitud parece corroborar lo que la naturaleza estableció; y la repulsión que las otras razas sienten al acercárseles parece condenarlos a una esclavitud eterna. Ahora cada uno observa que dichas diferencias no se eliminan con los artículos de los códigos. Sea admitida legalmente o no la esclavitud en un Estado de la Confederación, lo cierto es que un blanco no se sentará jamás en la misma mesa que un negro, ni querrá subir a un carruaje con él o compartir el mismo banco, ya no solo en el teatro, sino tampoco en la iglesia

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La decimotercera enmienda

Del mismo modo, una instrucción [4] publicada trece años después por la Sagrada Congregación del Santo Oficio, establecía lo siguiente:

A pesar de que los Romanos Pontífices hayan intentado por todos los medios abolir la esclavitud en todos los pueblos, y a esto se le deba principalmente el hecho de que, desde hace varios siglos, ya no existan esclavos en muchos pueblos cristianos, sin embargo […] la esclavitud, de por sí, no es totalmente contraria ni al derecho natural ni al derecho divino, y puede haber varios motivos justos según la opinión de renombrados teólogos e intérpretes de los cánones sagrados. De hecho, la posesión del esclavo por parte del patrón no es más que el derecho a disponer de forma perpetua del servicio del siervo para sus propias necesidades, ya que es justo que un hombre cubra las necesidades de otro. Como consecuencia, el hecho de que el siervo sea vendido, comprado o regalado no es contrario ni al derecho natural ni al derecho divino. Por lo tanto, los cristianos… pueden comprar esclavos, o entregarlos como pago, o recibirlos como regalo, de manera lícita, siempre y cuando estén moralmente seguros de que dichos siervos no hayan sido ni arrebatados a su legítimo patrón ni arrastrados injustamente a la esclavitud… puesto que no es lícito comprar, sin el permiso del dueño, los bienes ajenos obtenidos mediante el robo.

Por último, podemos reconocer, en una reciente película de éxito como Lincoln, dirigida por Steven Spielberg, la meticulosa reconstrucción de la abolición formal de la esclavitud en EE.UU., mediante la aprobación de la decimotercera enmienda, el 31 de enero de 1865. Para llegar a este logro histórico, hace 150 años, fue necesario un choque de argumentos y fuerzas muy grande.

Hoy parece que hemos adquirido el “valor”, pero el método aún parece bastante oscuro. Es curioso escuchar, en su discurso en la Cámara de Representantes, cómo un honesto “defensor de la esclavitud” planteaba el efecto “reacción en cadena” que podría desencadenar la aprobación de la decimotercera enmienda: «La ley natural impone la diferencia entre blancos y negros ante la ley. Si hoy equiparásemos a los negros con los blancos, mañana los negros querrían votar, y al final, terminarían por pedir el voto… ¡incluso las mujeres!».

Abrazos tiernosCiento cincuenta años después de esas gravísimas declaraciones, en el Sínodo de los Obispos que se está preparando, se deberá evitar recurrir a estos zafios argumentos, que ya no se aplican a la esclavitud, sino a familias rotas, a familias reconstituidas y a parejas de hecho.

A quien recurra a argumentos parecidos y plantee tales “reacciones en cadena”, es posible que, dentro de 150 años, se le mencione como una persona –ya sea laico o clérigo, filósofo o teólogo− que vivía en una época que ahora resulta del todo incomprensible. Sin embargo, no es necesariamente cierto que la inadecuación de este enfoque no pueda saltar a la vista ya hoy, 150 años antes

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[1] Spadaro, A., “Intervista a papa Francesco”, La Civiltá Cattolica, 3918/III (2013), 449-477, aquí 475-476
[2] Extracto traducido por ACI Prensa http://www.aciprensa.com/entrevistapapafrancisco.pdf
[3] “La esclavitud en Estados Unidos y la Cabaña del tío Tom” (traducción nuestra, La Civiltà Cattolica, 1853, IV, 2, 2, 481-499).
[4] Instrucción del 20 de junio de 1866 publicada por la Sagrada Congregación del Santo Oficio, aprobada por el papa y recogida en Colectanea S. Congregationis de Propaganda Fide seu Decreta Instructiones Rescripta pro apostolicis Missionibus, vol. I, Roma, 1907, p. 719 (texto en latín traducido)

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Texto original: 150 anni prima del Sinodo, schiavitù e “legge naturale”

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Un estudio revela que las parejas homosexuales tienen menos riesgo de divorcio

Sábado, 3 de enero de 2015
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noticias_file_foto_924219_1419960651La Universidad de California ha realizado un estudio cuyos datos revelan que las parejas del mismo sexo son más propensas a tener relaciones estables y duraderas que las parejas heterosexuales. La investigación ha sido realizada por el Instituto Williams, que se ha centrado en estudiar las tendencias en las rupturas entre matrimonios en New Hampshire, Vermont, California, DC, Nueva Jersey, Washington y Wisconsin.

Los datos han desvelado que el 10,8% de las parejas heterosexuales rompen su matrimonio en los primeros 4 años, frente al 5,4% de homosexuales. Esto deja entrever que entre las parejas gays existen menos problemas e infidelidades. Los investigadores también observaron que, incluso en los estados donde se ha aprobado el matrimonio igualitario desde hace algunos años, se ha producido un auge de las bodas entre personas del mismo sexo, superando al número de uniones heterosexuales, cada vez menor.

Según el propio estudio: “El número de matrimonios homosexuales  en los últimos tres años se ha duplicado, derribando la tendencia descendente que había anteriormente”.

Fuente Ragap

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Ron y Mavis Pirola: “Debemos reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás”

Miércoles, 8 de octubre de 2014
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matis_560x280Un matrimonio australiano relata al Sínodo su experiencia de acogida a divorciados y gays

“Existen muchos tipos de familias que necesitan ser acompañadas y esciuchadas”

“Debemos reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás, una actitud que representa un obstáculo para la evangelización”. El Aula del Sínodo de los Obispos vivió ayer una jornada especial. Por primera vez en mucho tiempo, los padres sinodales escucharon, de la boca de sus protagonistas, algunos de los problemas reales de las familias del mundo. Más allá de teorías o dogmas inflexibles, Ron y Mavis Pirola, uno de los 13 matrimonios que participan en los debates, expusieron su experiencia de acogida a divorciados y homosexuales. Una experiencia de amor y misericordia. De puro Evangelio.

El matrimonio formado por Ron y Mavis Pirola, casados hace 55 años, recordaron que unos amigos suyos estaban pensando celebrar una reunión familiar una Navidad cuando su hijo homosexual les preguntó si podía asistir su pareja.

Los padres, recordaron, “creen plenamente en las enseñanzas de la Iglesia” y acogieron con agrado a la pareja porque se trataba de su hijo.

El matrimonio afirmó que existen muchos tipos de familias que necesitan ser “acompañadas y escuchadas.

La «Iglesia doméstica» que representa la familia, continuaron los esposos, puede «ofrecer mucho a la Iglesia en su tarea evangelizadora. Por ejemplo, la Iglesia afronta constantemente la tensión de sostener la verdad incluso expresando compasión y misericordia. Las familias deben afrontar esta tensión en todo momento».

La pareja australiana puso como ejemplo un caso que se relaciona con la homosexualidad. «Unos amigos nuestros estaban planeando su reunión familiar para Navidad, cuando su hijo gay les dijo que quería invitar a su compañero. Ellos creían profundamente en las enseñanzas de la Iglesia y sabían que a sus nietos les habría gustado ver que acogían a su hijo y a su compañero en la familia. Su respuesta podría ser resumida en tres palabras: “Es nuestro hijo”». Este, explicaron Ron y Mavis Pirola, es un «modelo de evangelización para las parroquias, puesto que responden a situaciones semejantes». El Papel de la Iglesia es el de «hacer conocer al mundo el amor de Dios».

El matrimonio también contó otra anécdota de una amiga suya, divorciada, de quien dijeron que “no siempre se siente aceptada en su propia parroquia”.

“Aún así, va a misa con regularidad y sin quejas, acompañada de sus hijos“, aseguraron.

Y prosiguieron: “Para el resto de su parroquia, ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a la adversidad. De gente como ella aprendemos a reconocer que todos llevamos un elemento de ruptura en nuestras vidas“.

«Una amiga nuestra, divorciada, dice que a veces no se siente plenamente acogida en su parroquia. Para el resto de su parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a las adversidades. De personas como ella aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas internas en nuestra vida. Ser conscientes de nuestras heridas ayuda enormemente a reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás, una actitud que representa un obstáculo para la evangelización».

La pareja también subrayó que “apreciar la ruptura ayuda enormemente a reducir la tendencia a ser juzgados por los demás”.

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Diputado chileno Felipe Letelier presenta proyecto de ley para eliminar homofóbico artículo de la Ley de Matrimonio que añade la “conducta homosexual” como causa de divorcio por asimilarla a un delito

Sábado, 27 de septiembre de 2014
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18841454A través de una iniciativa legal argumentan que la “conducta homosexual” como causa de divorcio culposo asocia a esa orientación sexual con delitos.

El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) denunció que varios jueces y magistrados del TC han cuestionado la norma por considerarla discriminatoria.

La iniciativa legal, que cuenta con el respaldo del Movilh, busca derogar el artículo que tipifica a la “conducta homosexual” como causal de divorcio culposo.

El diputado Felipe Letelier (PPD) presentó ayer en el Congreso Nacional un proyecto de ley para derogar el artículo 54 de la Ley 19.947 de Matrimonio Civil, el cual considera como causal de divorcio a la “conducta homosexual” y asimila a las orientaciones sexuales diversas con delitos.

El mencionado artículo establece que “el divorcio podrá ser demandado por unos de los cónyuges” en caso de “atentando contra la vida o malos tratos graves”, “abandono”, “transgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad”, “condena de crímenes o delitos”, “alcoholismo o drogadicción” y “tentativa para prostituir al otro cónyuges o a los hijos”. En el mismo listado se menciona a “la conducta homosexual”.

Al respecto, el proyecto de ley advierte que con ese artículo “nuestra legislación homologa o posiciona, junto con conductas delictuales, a la homosexualidad (…) Dicha situación, a nuestro entender, importa un acto de discriminación arbitraria en los términos del artículo 2° de la ley 20.609 (Ley Zamudio), ya que esa asociación carece de justificación razonable, al vincular la conducta homosexual con actos de carácter delictivo”.

“Es decir, se asocia una conducta u orientación sexual de una persona, con hechos imputables en materia criminal, con el fin de obtener una sentencia que declare el divorcio por culpa”, señala el proyecto de ley.

“A mayor abundamiento, los efectos de decretarse el divorcio bajo los términos del artículo 54 de la ley 19.947, no quedan simplemente en la disolución del vínculo, pues el juez podrá denegar la compensación económica que habría correspondido al cónyuge que dio lugar a la causal, o disminuir prudencialmente su monto”, apunta la iniciativa legal.

El Movilh aplaudió al diputado Letelier “por presentar este proyecto de ley para eliminar de nuestra legislación una norma explícitamente homofóbica, que es dañina para la integridad de personas y que es intolerable a luz de los estándares internacionales de derechos humanos. Si ya es causal de divorcio la infidelidad, no tiene sentido alguno hablar de homosexualidad”.

El organismo recordó que “esta norma ha sido duramente cuestionada por ministros del Tribunal Constitucional y por varios jueces, por tanto es tiempo de que el Parlamento escuche esta realidad y termine con un artículo que es una mancha para los derechos humanos”.

En efecto, el pasado 10 de abril 4 de 10 ministros del TC rechazaron en una sentencia el artículo 54 de la Ley de matrimonio por “constituir una vulneración esencial del propio ámbito de los derechos fundamentales”, como son la igualdad y la no discriminación.

En tanto, el anterior 2 de julio la jueza del Primer Juzgado de Familia de Santiago, Carolina Bustamante, pidió al TC un nuevo pronunciamiento en torno al polémico artículo y se mostró abiertamente contraria al mismo.

“A la luz de las disposiciones contenidas principalmente en el artículo 19 de la República, al consagrar la igualdad de todos los seres humanos, por el solo hecho de una opción o condición sexual, no puede, ni debe sancionarse” a unos de los cónyuges, indicó la jueza en el marco de un proceso que aún analiza el TC.

Fuente MOVILH

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“¿Está la Iglesia enfrentada con Dios?”, por Jesús Bastante

Domingo, 11 de mayo de 2014
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diacres2Leído en su blog El Barón Rampante:

Kasper: El Papa me dijo que cree que 50% de los matrimonios no son válidos”

El cardenal sostiene la necesidad de una apertura a los divorciados vueltos a casar”

La Iglesia debería ser capaz de perdonar si Dios lo hace. De lo contrario habría una oposicion entre Dios y la Iglesia”

Ando toda la mañana dándole vueltas a una frase que me parece esencial. La ha formulado el cardenal Kasper en una entrevista a la revista Commonweal, en la que da cuenta de su postura -de la de Francisco, mal que les pese a los amantes del gélido invierno- sobre los divorciados vueltos a casar, la misericordia y una pastoral activa, realista y esperanzada. La Iglesia debería ser capaz de perdonar si Dios lo hace. De lo contrario habría una oposicion entre Dios y la Iglesia.

La frase se las trae, espero me lo reconozcan. Si Dios perdona, ¿por qué la Iglesia no? ¿Por qué tantos archivos guardados, esperando mejor ocasión, para recordar a tal o cual que “traicionó sus votos” o “no fue fiel”? Reconociendo -que ya es mucho reconocer- que detrás de muchas posturas vitales existió pecado -¿puede haberlo realmente en el caso de los cónyuges abandonados, las mujeres maltratadas, las convivencias insostenibles….?-, lo cierto es que el Dios en el que creemos es un Dios misericordioso y de acogida. De puertas abiertas y de renglones torcidos. No el Dios del carro de fuego y la condenación atronadora.

Por fortuna, los tiempos están cambiando, y la Iglesia debería adaptarse a ello, sin perder un ápice de su esencia. Porque Dios ya lo ha hecho. Quiero decir: Dios no tiene necesidad de cambiar, pero sí entiende la situación en la que viven sus hijos, sí está detrás de todas las cosas que suceden, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos.

¿Está la Iglesia enfrentada con Dios?
¿Qué hacer cuando buena parte de sus responsables prefieren el poder frente al servicio, el castigo frente a la perdón, la espalda frente al abrazo? ¿Qué debemos hacer los que formamos parte de ese cuerpo? “Allá donde dos o más se reúnan en mi nombre, ahí estaré yo”, dijo el Señor. Los matices ya los fueron colocando los hombres -casi todos fueron hombres- de distintas épocas, más preocupados en construir sus edificios y estatuas de sal que por apuntalar los cimientos de la fe en el Hijo de Dios. Unos cimientos que son los ojos de los que sufren, las manos rotas, los llantos ahogados.

“La Iglesia debería ser capaz de perdonar si Dios lo hace. De lo contrario habría una oposicion entre Dios y la Iglesia”, dice Kasper. Si eso ocurre, mejor plantear una moción de censura a los que mandan. Y que todos sirvamos. También los que tienen rota alguna de sus costuras.

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Sentencias y proyectos favorables a los derechos LGTB en los Estados Unidos.

Jueves, 8 de mayo de 2014
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matrimonio-gay-euAdemás del vertiginoso y variopinto proceso judicial en el que se haya incurso el matrimonio igualitario en los Estados Unidos, existen también pequeños avances en el reconocimiento de los derechos LGTB que suman pasos en el camino hacia la igualdad. Así, una juez de Misuri, estado donde no es legal el matrimonio igualitario, ha concedido el divorcio a una pareja de lesbianas que había contraído legalmente matrimonio en Massachusetts en 2009. La Corte Suprema de Alaska, otro estado que no reconoce el matrimonio igualitario, ha dictaminado que las parejas del mismo sexo deben acceder a las exenciones fiscales estatales establecidas para los matrimonios. Por su parte, el Senado de California, donde sí está permitido el matrimonio igualitario, ha aprobado un proyecto de ley para aplicar un lenguaje inclusivo en el Código de Familia del estado, en el que aún se define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer.

Concedido el divorcio a un matrimonio de lesbianas en Misuri

La juez Leslie Schneider, cuyo tribunal se ubica en el condado de Boonty, en el estado de Misuri, ha concedido el divorcio a la pareja formada por Dena y Samantha Latimer, que contrajeron matrimonio en el estado de Massachusetts en el año 2009. Residentes en la actualidad en la ciudad de Columbia, Misuri, la pareja no podía solicitar su divorcio a la administración de Massachusetts, pues sus leyes requieren que los peticionarios sean residentes en el estado.

A esta dificultad se añadía el que las leyes del estado de Misuri no solo no permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino que tampoco reconocen los matrimonios de este tipo celebrados en estados donde están permitidos. Es decir, para el estado de Misuri Dena y Samantha no estaban legalmente casadas. La juez Schneider, sin embargo, ha considerado que su tribunal podía dictaminar sobre un matrimonio no reconocido por el estado, basándose en la jurisprudencia y, sobre todo, ha dictaminado que las leyes de Misuri que prohíben el matrimonio igualitario entran en conflicto con los derechos a la igual protección y al debido proceso recogidos en la 14ª enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. El divorcio, por consiguiente, ha sido concedido.

Si bien la sentencia tan solo afecta a las demandantes, ya que no se trataba de un caso contra la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo, se sienta un nuevo precedente en el reconocimiento legal de los derechos LGTB. Actualmente en Misuri la ACLU (American Civil Liberties Union) tiene interpuesta una demanda en los tribunales estatales en representación de seis parejas del mismo sexo, en la que se solicita el reconocimiento de sus matrimonios celebrados en otros estados. La audiencia está fijada para el próximo mes de septiembre.

Exenciones fiscales para las parejas del mismo sexo en Alaska

Alaska es, junto a Montana y Dakota del Norte, uno de los tres estados de los Estados Unidos donde aún no hay presentadas demandas para el reconocimiento del matrimonio igualitario. Sin embargo, una reciente sentencia sí que ha reconocido algunos derechos para las parejas del mismo sexo.

Tanto el estado de Alaska como la ciudad de Anchorage establecen una exención fiscal en la valoración de la vivienda habitual de 150.000 dólares a los matrimonios en el que al menos uno de sus miembros sea jubilado o veterano discapacitado. Como el matrimonio entre personas del mismo sexo no es legal en el estado, estas parejas son consideradas como meros cohabitantes que no pueden acceder a la exención, con el consiguiente incremento en el  monto de sus impuestos.

También fue ACLU quien demandó al estado de Alaska y a la ciudad de Anchorage por esta evidente y dolosa discriminación. La Corte Suprema del estado dictaminó el pasado 25 de abril que la discriminación de las parejas del mismo sexo en el acceso a las exenciones fiscales es inconstitucional, ordenando su aplicación inmediata a este colectivo. Joshua Decker, director ejecutivo de ACLU en Alaska, expresaba su satisfacción por la sentencia, ya que “nuestros jubilados y veteranos no deberían tener que pagar más impuestos solo porque son gais o lesbianas”.

Lenguaje inclusivo en el Código de Familia de California

El Senado de California aprobó, por una mayoría de 25 votos contra 10, un proyecto de ley para la modificación del Código de Familia del estado. Su objetivo es eliminar del mismo la definición del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, que aún persiste, que se sustituiría por la fórmula “relación personal derivada de un contrato civil entre dos personas”. También se suprimiría del Código la limitación para no reconocer los matrimonios entre personas del mismo contraídos en otros estados.

Ciertamente, tanto la definición del matrimonio como la mencionada limitación no son de aplicación actualmente en California, ya que los tribunales, en un largo, accidentado y finalmente venturoso proceso, establecieron que la prohibición del matrimonio igualitario en ese estado era inconstitucional. Pero precisamente el hecho de que no haya habido una reforma legislativa es lo que ocasiona que permanezcan aún estas incongruencias en los códigos y registros civiles.

El senador demócrata Mark Leno, ponente del proyecto, aclaraba que, precisamente, su objetivo era  “actualizar nuestro Código de Familia para cumplir con las decisiones judiciales”. El proyecto de ley deberá ser considerado ahora por la Asamblea Estatal de California.

Fuente Dosmanzanas

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Gene Robinson, primer obispo gay casado de la iglesia episcopaliana se divorcia.

Martes, 6 de mayo de 2014
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gene-robinson_560x280Fue el primer obispo gay en casarse

Las parejas de gays están sujetas a las mismas complicaciones que las heterosexuales“, ha dicho

“Mi convicción en el matrimonio sigue intacta”

Gene Robinson, que se convirtió en 2003 en el primer obispo episcopaliano abiertamente gay, ha anunciado su divorcio en una declaración enviada a la diócesis de New Hampshire, al frente de la cual estuvo durante casi una década (hasta su retirada el año pasado). Su ordenación fue un acicate decisivo para el debate sobre la homosexualidad que de forma muy intensa ha recorrido la comunión anglicana en los últimos años. Robinson mantenía con su marido, Mark Andrew, una relación de 25 años, aunque no formalizaron una unión civil hasta 2008. Dos años después se casaron, una vez que New Hampshire aprobó el matrimonio igualitario.

El que fuera obispo de New Hampshire hasta el año pasado, Gene Robinson, y su pareja, Mark Andrews, han estado juntos durante 25 años. Era de una de las relaciones más consolidadas entre un seglar y un destacado miembro de la Iglesia Episcopal, además, de ser la primera pareja del mismo sexo que se casaba en el seno de esta confesión religiosa. Seis años ha durado su matrimonio, una ceremonia que se celebró en 2008, ahora el sacerdote acaba de anunciar que se van a divorciar de mutuo acuerdo.

GeneRobinsonHSEl primer obispo abiertamente homosexual de la Iglesia Episcopaliana, perteneciente a la Comunión anglicana, Gene Robinson, cuya elección al frente de la diócesis del estado de New Hampshire hace una década desató una gran polémica, ha anunciado este domingo que se divorciará de su marido tras cuatro años de matrimonio. Gene Robinson, que se retiró de su cargo en 2013, anunció el futuro divorcio en una carta enviada a la diócesis episcopal de New Hampshire y en un ensayo publicado por el diario ‘Daily Beast’, en el que ha subrayado que “Mis convicciones sobre el matrimonio no se han visto alteradas por la realidad de divorciarme de alguien a quien he amado durante mucho tiempo, y a quien seguiré amando aunque nos separemos. El amor perdura aunque no perdure el matrimonio, continúa. en el que ha subrayado que “su convicción en el matrimonio sigue intacta”. En el diario, el sacerdote se mostraba triste ante la noticia: “Recientemente, mi compañero y esposo durante más de 25 años y yo decidimos divorciarnos. Si bien los detalles de nuestra situación los mantenemos adecuadamente en privado, estoy tratando de ser lo más abierto y honesto anunciando nuestra decisión ya que este es uno de esos momentos difíciles de mi vida”, explicaba.

Aunque Robinson se guarda los motivos que han llevado a la pareja a tomar esta dura decisión, sí ha aclarado que se trata de un paso dado de mutuo acuerdo: “Las razones para poner fin a un matrimonio recaen sobre los hombros de las dos partes: las oportunidades perdidas para decir y hacer las cosas que podría haber marcado la diferencia, los caminos no tomados, las decepciones que enfrentan…”. Robinson también ha querido aclarar que las posturas irreconciliables en una pareja afectan a cualquier matrimonio independientemente de su orientación sexual: “Es por lo menos un pequeño consuelo para mí, como defensor de los derechos de los homosexuales y la igualdad del matrimonio, saber que al igual que cualquier matrimonio, las parejas de gays y lesbianas están sujetos a las mismas complicaciones y dificultades que aquejan a los matrimonios entre parejas heterosexuales“, ha dicho el prelado. Robinson ha indicado que los detalles de su divorcio de Mark Andrew, con el que se casó en 2010 cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo fue legalizado en el estado, serán privados. «Como pueden imaginar, son momentos difíciles para nosotros, no se trata de una decisión tomada a la ligera o sin mucho discernimiento», añadía Robinson en un emotivo artículo publicado en The Daily Beast.

shamefulEn este sentido, Robinson explica que sigue teniendo fe en el matrimonio aunque el suyo no haya resultado como esperaba: “Todos tenemos la intención sincera, cuando tomamos nuestros votos matrimoniales, de estar a la altura del ideal de ‘hasta que la muerte nos separe’. No obstante, mi creencia en el matrimonio no ha disminuido por la realidad de divorciarme de alguien a quien he amado desde hace mucho tiempo, y continuaré amando, incluso cuando nos separamos. El amor puede soportarlo todo, incluso, si el matrimonio no lo puede”, concluye el comunicado del sacerdote. Robinson fue elegido recientemente para ofrecer las oraciones de cierre en celebración de pascua en la Casa Blanca Pascua junto con 150 líderes religiosos.

Robinson, que fue consagrado en 2003, es un firme defensor de que las Escrituras defienden la homosexualidad. ”Vamos a tomar la parte de atrás de la Biblia, la que nos han ocultado. Ya sabéis, esas son nuestras Escrituras también”, ha dicho alguna vez.

Una ordenación que estimuló el debate en la comunión anglicana

El divorcio de Robinson es importante por todo lo que él ha representado. Su ordenación como obispo de la Iglesia episcopaliana (rama estadounidense de la comunión anglicana) abrió una profunda crisis en el anglicanismo que aún continúa. Y es que después de una moratoria autoimpuesta tras la ordenación de Robinson, en 2009 los episcopalianos retomaban la senda inclusiva y volvían a ordenar obispos y obispas abiertamente homosexuales, así como bendecir a las parejas del mismo sexo. Más recientemente, en verano de 2012, aprobaban la ordenación de personas transexuales, así como la creación de un rito litúrgico de bendición de las parejas del mismo sexo (aunque los sacerdotes episcopalianos podían desde 2009 bendecir este tipo de uniones, cada uno lo hacía a su modo). Decisiones que han generado profundas tensiones en el anglicanismo, enfrentado a un equilibrio cada vez más precario entre los episcopalianos, en un extremo, y las iglesias anglicanas africanas, algunas virulentamente homófobas, en el otro.

La nominación de Robinson impulsó a un grupo de 19 obispos, conducidos por el obispo Robert Duncan, de la Diócesis de Pittsburgh, a realizar una declaración de advertencia sobre un posible cisma dentro de la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América y la Comunión Anglicana. De este sentimiento se hicieron eco con posterioridad el Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, quien expresó que tal decisión alteraría la Comunión pero que era aún muy temprano para determinar cuales serían las consecuencias; el ya retirado arzobispo sudafricano, Desmond Tutu expresó que no veía las razones para tanto escándalo y manifestó que la elección no afectaría a la Iglesia de la Provincia de África Meridional. Otros importantes obispos como Peter Akinola, arzobispo de la Iglesia de Nigeria, planteó que su iglesia estaba en “comunión desigual” con la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América..

La homosexualidad de Gene Robinson fue un tema muy conflictivo en el seno de la Iglesia Episcopal. Fue elegido obispo por la diócesis de Nuevo Hampshire el 7 de junio de 2003. Como su elección se produjo dentro de los 120 días de sesiones de la Convención General de la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América, su ratificación quedó en manos de dicha convención en lugar de efectuarse por el proceso alternativo de los comités en funciones de la diócesis.

La Convención General de 2003 se convirtió en el centro de debate sobre la elección de Robinson cuando conservadores y liberales dentro de la iglesia debatían si Robinson debía ser ordenado obispo. Algunos conservadores amenazaron con un cisma tanto dentro de la Iglesia Episcopal como asimismo dentro de la Comunión Anglicana si Robinson resultaba elegido.

Robinson ganó inmediatamente las dos primeras votaciones de las tres necesarias para que su elección fuera ratificada, pero a partir del 4 de agosto se produjeron alegatos de que había molestado en dos ocasiones a David Lewis, un parroquiano adulto, y que tenía conexiones con sitios pornográficos en Internet. Entonces el voto final se pospuso.

Era ya sabido que Robinson estaba asociado con Outright, una organización de apoyo a los jóvenes homosexuales. El día que se produjeron los alegatos, el sitio en Internet publicó una nota aclaratoria en la que se explicaba sobre la cancelación de los vínculos pornográficos que contenía dicho portal con althingsbi.com por desconocimiento del contenido y expecificó que el Sr. Robinson no estuvo vinculado al diseño de la página de Outright.

David Lewis, el hombre al que supuestamente había tocado en dos ocasiones, alegó que los puntos tocados habían sido el brazo y la espalda en un marco público y reconoció que aunque el contacto físico le resultó desagradable, otras personas podrían clasificar el incidente de “natural”. Dijo además que se arrepentía de haber usado la palabra “acoso” en un correo electrónico y que rehusaba a presentar una demanda formal.

Las investigaciones concluyeron el 5 de agosto y Robinson quedó exento. La votación final se fijó para ese mismo día. Robinson fue confirmado con 62 votos a favor y 45 en contra. Fue consagrado el 2 de noviembre de 2003 a pesar de las continuas objeciones, algunas de las cuales fueron hechas públicas durante la ceremonia. La consagración se efectuó en una pista de hockey sobre hielo en Duham, New Hampshire.

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Por lo que se refiere a Robinson, tanto durante sus años como obispo de New Hampshire como tras su retirada ha sido un defensor prominente de los derechos de las personas LGTB. Entre otras acciones, ha participado en el proyecto It Gets Betterpara prevenir el suicidio de los adolescentes no heterosexuales. También ha tenido numerosas intervenciones públicas para defender los derechos de las personas LGTB cristianas, como por ejemplo en el documental For the Bible tells me so, ganador de varios premios en el año 2007.

Es muy posible que los enemigos de la igualdad LGTB intenten aprovechar en su favor el divorcio de Robinson, como si las parejas heterosexuales no se divorciaran. Pero difícilmente una relación de más de 25 años puede calificarse de “fracaso”. Por más que Gene Robinson y su marido se separen, sus años en común siempre formarán parte de sus vidas.

Robert Lundy, un portavoz del Consejo Americano Anglicano, una beca para los conservadores teológicos, dijo que el argumento en contra del matrimonio gay está basado en la Biblia y no será ayudado o perjudicado por la disolución de cualquier matrimonio.

‘La enseñanza de la Biblia y la Comunión Anglicana es muy claro que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer para toda la vida’, dijo Lundy en una entrevista telefónica.

El Rev. Susan Russell, un líder de los derechos de los homosexuales Episcopal en la Diócesis de Los Ángeles, quien predicó durante la unión de Robinson y Andrew, dijo que el fin del matrimonio de los hombres fue algo trágico, pero Robinson seguiría siendo el ‘icono de un hombre fiel y cristiano que vive su vocación, no por su voluntad, sino por su ubicación en la historia.’

Fuentes: Religión Digital, Ragap, Ociogay, InOutPost y Dosmanzanas

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“Panel interdisciplinar”, por Benjamín Forcano, teólogo.

Miércoles, 29 de enero de 2014
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Leído en la página web de Redes Cristianas:

1.La homosexualidad hoy
2.Los divorciados en la Iglesia católica
3.El derecho a la vida privada
Vicenc Navarro:
4. Las políticas que generan nuestra crisis
Textos de varios autores:
5.Políticas con criterios científicos
6.Abismo entre las palabras y los hechos
7.Nacionalismos

1 La homosexualidad hoy

BENJAMÍN FORCANO

Son muchos los que todavía —incluyendo políticos y obispos— condenan la homosexualidad. Por el cargo y responsabilidad que ejercen debieran hablar bien informados sobre el enfoque y valoración que hoy se da a la homosexualidad.
En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El doctor John Boswell en su libro Las bodas de la semejanza documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote.Es a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico-teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla. Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual).

Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosomática o perversión sexual.La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social. En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

Finalmente, teológicamente hablando, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad —ese es un presupuesto no probado— sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.
(Publicado en El Pais, 12 de Abri del 2012)

2 Los divorciados en la Iglesia católica

Es un hecho la existencia de miles y miles de parejas católicas divorciadas, en España y en el mundo entero. Entre esos miles, es innegable que muchos han llegado a una situación extrema de conflicto y fracaso, donde el sentido común y la razón aconsejan una separación o un divorcio.
¿Qué ocurre y cómo se acoge a estos miles de parejas que, pese haber iniciado un proyecto con amor y haber luchado por mantenerlo, llega un momento en que fracasan y su convivencia es del todo imposible? ¿Qué se les dice?
Para ellos la respuesta es que, si se casaron con amor y libertad, no hay solución, no hay más solución que ponerse a convivir, remontar el fracaso, y demostrar que siguen siendo marido y mujer.

¡Son marido y mujer!
¿Aunque no puedan convivir? ¿Aunque su relación sea nula? ¿Aunque no vuelvan a amarse nunca? ¿Aunque sea con el riesgo de hacer de su hogar un infierno? ¿Aunque decidan alejarse el uno del otro para siempre?
Hablo de situaciones claras e fracaso, donde el amor ha muerto. Y si el amor ha muerto, ¿qué clase de matrimonio puede haber? Y cuando el amor muere en una pareja, ¿cómo se puede seguir sosteniendo que ella es matrimonio?
¿Y cuál es la solución concreta que se da para estos casos?

Canónicamente, ninguna. O mejor, seguir figurando públicamente como matrimonio, aunque nunca más lo sean. Y si se casan, por lo civil obviamente, ese matrimonio no es reconocido y se les califica como concubinos, pecadores públicos, indignos de recibir la sagrada comunión y de figurar como padrinos en un bautizo.

Esta postura es, en primer lugar, impropia de la tradición católica. La absolutización del valor de la indisolubilidad no siempre fue así. La indisolubilidad es un valor-ideal, que ojalá todos vivieran como algo propio, desde dentro, un valor que corresponde al plan original de Dios, pero Dios no lo impone a todos, en todo lugar y circunstancia, sino que, en casos de fracaso, e incapacidad humana, Dios actúa con la economía de la comprensión, del perdón y de la misericordia.

Y esta economía misericordiosa encaja con la condición humana, con la condición propia del matrimonio que, al estar basado en personas libres, no excluye –no lo puede excluir- que el proyecto corra riesgos, conflictos graves y acabe a veces en fracaso y ruptura. La debilidad y la defectibilidad son un propio del ser humano y, cuando se dan, deben ser atendidas, racional y amorosamente. La perfección, la perfección absoluta, no es propia de este mundo. El ideal es algo a lo que hay que tender, pero hay situaciones en que, empeñarse en mantener el ideal, se convertiría en contraproducente. Siempre hay que procurar lo mejor, que no siempre coincide con el ideal. Son muchas las situaciones en que, sin renunciar al ideal, debemos procurar lo mejor, porque lo mejor es muchas veces enemigo de lo ideal. Leer más…

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