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Cartas y visitas

Sábado, 4 de febrero de 2023
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anafraPOSTALMari Paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 13/01/23.- Mientras recogía el Nacimiento y el Árbol de Navidad metiéndolos, como cada año, en las cajas donde dormirán a la espera de la siguiente celebración, dos palabras me empezaron a resonar con fuerza: cartas y visitas.

No se trata de palabras al azar. Cada una de ellas me ha traído recuerdos, alegría, discernimiento a futuro y ganas de compartir.

Me siento muy afortunada por haber recibido estas Navidades cuatro cartas con letra humana. Así es como llamo yo a las cartas que llegan al buzón de casa, anunciando en el sobre que han sido escritas a mano con bolígrafo o, ya rizando el rizo, con pluma estilográfica. Sí, soy una romántica y más en este tiempo tan tecnológico que hace que añore ciertas cosas de forma muy especial.

Alguien podrá decir que soy una antigua, con todo su derecho, pero yo con el mío no me corto en decir que me encanta recibirlas las pocas veces que llegan, comparando con los cientos de whatsapps que aterrizaron en mi móvil en el mismo espacio de tiempo en que he recibido las cuatro cartas con letra humana.

Si las recojo personalmente del buzón subo en el ascensor abriéndolas, no puedo esperar. Si las recoge alguien de mi familia me anuncian por el pasillo de casa: “Tienes una carta con letra humana”.

Hay un no sé qué de cercanía, de algo artesanal inspirado en quien lo va a recibir. Se percibe un estar semejante a la calidez de una buena conversación alrededor de una mesa, con café caliente o bebida con hielo, según el tiempo.

Las cartas recibidas me han retado a tomarme en serio el escribir alguna carta de estas que me gustan tanto; tengo la impresión de que a quien le llegue, como poco, le sorprenderá.

Vamos con la segunda palabra. He recibido dos visitas de mis dos amigas más antiguas. Nos vemos con frecuencia, pero suele ser fuera de casa. En esta ocasión mi pierna izquierda no me permitía moverme con normalidad. Así es que una se presentó un día y la otra, dos días después.

He recordado lo poco que me gustaba que me llevaran de visita cuando era una niña, me aburría muchísimo, salvo que hubiera gente pequeña y pudiera jugar. Pero el recuerdo de la infancia me acercó al valor de visitar a enfermos, ancianos y personas que atraviesan momentos de dificultad.

He valorado el tiempo que regalaban mi madre y mis tías acompañando a quienes se encontraban en cama o en casa por enfermedades de larga duración. Y ha vuelto a mi memoria el hecho de que una de mis tías ayudaba en su parroquia llevando la comunión a quienes no podían asistir a las misas porque su enfermedad les hacía estar postradas en cama o con alta dificultad de movimiento.

Visitar no es lo mismo que quedar. Visitar tampoco es lo mismo que verse en pantalla (video llamada, zoom, etc.). Visitar implica cercanía. Visitar es adentrarse en la realidad del otro, regalando tiempo, abriéndose a la escucha y al buen compartir. En la visita se practica la acogida y la hospitalidad.

En la Biblia hay casos de visitas muy interesantes. María visitó a Isabel. Jesús visitó a la suegra de Pedro. Sin olvidar a los tres visitantes de Mambré.

Es bueno recordar que visitar a los enfermos es una de las obras de misericordia.

¿Cómo entender el sentido de la visita en sociedades cada vez más cerradas en sí mismas? ¿Nos visitamos de forma personal? ¿Nos visitamos como grupos, comunidades, fraternidades dentro de la propia Iglesia?

Me salen preguntas al aire y a ellas tendré que volver, previo viaje silencioso a los textos de las tres visitas citadas.

Quizás después de todo lo dicho, alguien pueda pensar que estoy en contra de las nuevas tecnologías. Le digo que no.

Esto lo escribí en el ordenador, se publica en Eclesalia y será difundido en las redes. Pero elijo no enterrar ni las cartas con letra humana ni las visitas en tres dimensiones. Creo que no son cosas incompatibles mientras no perdamos el control de nuestro tiempo y la forma de usarlo.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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“ Oh, ¡feliz culpa!” de Ivan León

Sábado, 2 de abril de 2022
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«Si no se habla de ello, no existe».

Y así, en el silencio, viven infinitud de historias que esperan una oportunidad para ser contadas. Como ocurre con las terapias de conversión hacia las personas LGTBIQ+. Pero ¿existen en nuestro país? Y, sobre todo, ¿qué es lo que sucede en esas sesiones? ¿Es un mero acompañamiento, como sostiene la Iglesia Católica, o se trata de algo más? ¿Cómo se afronta una vida después de tanto tormento emocional?

Esta historia, sincera y cercana, recoge un testimonio de lo sucedido en aquellas supuestas sesiones de acompañamiento, presentando las experiencias y el desarrollo vital de uno de sus participantes, y, lo más importante, su posterior adaptación a un mundo nuevo, diferente a todo lo que había conocido antes.

«El miedo obliga al ocultamiento, persuade de guardar la historia en un cajón, a modificar la voz, la persona y el texto. […] Oh, ¡feliz culpa! es una reflexión honesta sobre la relación con los fantasmas, sobre cuánto puede llegar a determinar el daño y qué podemos hacer con él». Del prólogo de Víctor Mora.

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Ficha Técnica

Editorial: Egales
ISBN: 978-84-18501-63-0
Fecha de edición: 2022
Idioma: Castellano
Encuadernación: Rústica
Dimensiones: 14 cm x 20 cm
Nº páginas: 158
Precio: 17,95€
Materias: Autoayuda / Biografía/Memorias/Diarios/Cartas/ Ensayo / Narrativa Masculina / Religiones /

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Entrevista con Iván León, autor de ‘Oh, feliz culpa!’

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

Oh, feliz culpa! es la primera novela de Iván León, y es también el primer testimonio sobre las llamadas “terapias de conversión” que, dentro de la Iglesia Católica, se realizan a personas del colectivo LGTBI+. Este libro es una experiencia novelada, un relato del presente que expone hechos, situaciones y consecuencias que, erróneamente, muchos creen que forman parte únicamente del pasado. Hablamos con su autor.

– ¿Qué nos vamos a encontrar los lectores en ¡Oh, feliz culpa!?

Creo que una de las notas principales de este relato sería su normalidad. Y ese, precisamente, es su punto fuerte. Me explico. Cuando se habla de estos temas (terapias de conversión y cosas por el estilo) solemos pensar en cosas terriblemente obscenas: campamentos al estilo norteamericano, terapias de aversión de los años cincuenta y cosas así. Y es un error. A día de hoy estas cosas suceden entre bambalinas, discretamente. Son, en la mayoría de casos, machaques constantes, discursos funestos y una fuerte presión social. Por eso, creo que cualquiera que se acerque a este relato podrá comprobar como, sin apenas darse cuenta, ha ido introduciéndose en un bucle del que es difícil salir. Otra característica es que, partiendo de esa misma normalidad, genera una gran intimidad. ¿Quién no ha experimentado la incertidumbre en sus propias carnes? ¿O quién no se ha enfrentado a un cierto cuestionamiento? En ese sentido, creo que es fácil que haya una cierta empatía entre narrador y lector, lo que facilita mucho la tarea de inmersión. Y, por supuesto, eso mismo permite definir imágenes mucho más vivas para que también sea posible disfrutar del relato.

– ¿Qué te llevó a decidirte a escribir tu historia?

Supongo que el independizarme, en sentido amplio. El salir de casa me exponía a grandes preguntas. Ya no era un yo metido en una estructura, sino que me enfrentaba en soledad a un montón de experiencias nuevas.Necesitaba construir un relato que respondiese a quién era. Un relato que me permitiese tomar posesión de mí mismo y presentarme ante el mundo. Un relato sobre el cual poder edificar. Y eso pasaba por integrar algunas experiencias complejas. El escribir sobre esta etapa fue, por decirlo así, algo providencial. Durante una visita a la UCM, donde me formé, estuve charlando con un profesor y le comenté lo que me rondaba por la cabeza, las dudas sobre ese proceso de construcción de la identidad. Y su respuesta fue sencilla: “Escribe. Somos filólogos, ¿no? La formación que os proporcionamos no es únicamente académica, sino que podéis aprovecharla para vuestra vida.” Y realmente aquella conversación fue lo que, durante el confinamiento, me animó a escribir toda esta historia.

– ¿Cómo fue el proceso de escritura?

Terrible. Algo más en serio, diría que ha sido un proceso complejo, lleno de baches. Uno de los primeros problemas fue encontrar el tono adecuado. ¿Desafiante? ¿Lastimero? ¿Algo más neutro? Sin embargo, una tarde, durante una charla, se me ocurrió una idea sencilla: presentar mi experiencia subjetiva como una suerte monólogo interno. Algo así como permitir al lector acceder a mis vivencias, aunque con la distancia que proporciona la retórica. En términos algo más mundanos, hubo días y días. Algunos días fueron una auténtica catarsis y otros, simplemente, rellenar el espacio literario. Supongo que, para entendernos, debe ser similar al proceso de creación de una pintura: hay días que das vida a la figura principal y otros, te limitas a iluminar el fondo. En resumen, ha sido un proceso largo, aunque he contado siempre con ayuda y referentes.

– Hablas en varias ocasiones de la tentación de ceder al olvido, ¿crees que eso es posible? Creo que en tu novela hay un enlace muy bonito entre la historia personal y la memoria colectiva, sobre todo para quienes entendemos que la memoria es algo vivo, es decir, que afronta problemas y situaciones que aún están lejos de haber quedado atrás. ¿Qué piensas sobre este tema?

Olvidar. En cierto sentido, olvidar sería algo similar a negar. Negar un hecho o una experiencia concreta. Y negar no es más que una forma, respetable, de gestionar algún aspecto concreto de la realidad. Aquí que cada uno gestione como pueda, que bastante tenemos con lo que tenemos. Aunque creo que, en la medida de lo posible, hay que afrontar las experiencias vitales con cierta osadía. Tratando de hacerlas nuestras para poder sacar algún partido de ellas, si es que fuese posible. Y si no, para, al menos, poder revisitar aquellos lugares sin aquel terrible estrés que provoca el trauma. Por otra parte, creo que la relación entre el individuo y la colectividad es muy estrecha. Uno no puede ser si los demás no le ayudan a ser. Y, por supuesto, la colectividad no puede constituirse si cada uno de los individuos no se integran en ella. Hay que acabar con el mito del self-made-man, porque nos aísla y nos impide establecer vínculos de confianza y apoyo. Y, precisamente, sin estos vínculos, sin esta confianza, creo que nos veríamos abocados al desastre porque una de las principales estrategias de supervivencia siempre ha sido la comunicación de saberes. Algún humano comunicaba a otro tal o cual saber, o amenaza, y así el grupo podía valerse de ese conocimiento para sobrevivir. Creo que aquí ocurre algo similar: la experiencia personal de cada uno puede ayudarnos no sólo a constituirnos como colectividad, como sociedad, sino que además puede ayudarnos a desarrollar estrategias adaptadas a la realidad que se nos presenta.

– “Yo tampoco sé ser un hombre, pero ¿a quién le importa?” Cuánto pesan los estándares del género, cuánta violencia pueden crear… algunas ideas presentes en tu novela. ¿Es que lo hacemos mal, es que no lo somos, o es que nadie tiene la potestad de decir quién es qué salvo uno mismo?

Creo que habría que empezar por el principio y preguntarse qué es eso de ser un hombre. Porque dependiendo de quién plantee la pregunta, fijará un estándar u otro. Y, en cualquier caso, creo que ese estándar seguiría sin ser universalmente válido. Porque definir un ideal así resulta extremadamente complejo Algunos podrían apelar a los cánones y cosas así, pero, ¿a qué cánones nos apegamos? Porque hay tantos hombres como momentos históricos y grupos culturales, cada uno de los cuales tiene una pretensión de verdad y universalidad que resultan soeces en conjunto. Así que, ¿con qué hombre nos quedamos? En cualquier caso, creo que muchas veces es una obsesión social más que un problema real. Si uno es funcional y consigue articular un relato que le sirve para encarar la realidad, ¿cuál es el problema? Creo que la verdadera preocupación debería ser el poder construir relatos cercanos y prácticos y que tengan un gran potencial explicativo para la propia persona. Tratar de definir una masculinidad y una feminidad hegemónicas e inmutables me parece un burdo intento de categorizar y cauterizar la realidad para poder etiquetarla y hacerla manejable.

“Aquel pasillo parecía no tener fin. Avanzaba penosamente, sin tener aún claro qué sucedería a continuación. Y, sobre todo, seguía sin tener la completa certeza de que aquello fuese a funcionar.” Así comienza “Vorágine”, la primera parte de tu libro, unas líneas que marcan el inicio de aquellos encuentros… desde el ahora, ¿qué te gustaría decirle a tu yo de ese entonces?

Creo que no sabría bien qué decirle. Seguramente lo mirase en silencio con cierta simpatía y lo dejase marchar. Aunque es probable que le viniese bien saber que, en realidad, todo va mucho menos en serio y mucho más en serio de lo que aparenta. Sería, simplemente, una cuestión de afinar la comprensión. Pero claro, eso es algo que te da el tiempo. Así que es normal que cometamos ciertos errores de ese tipo.

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Oh, feliz culpa! de Iván León, editada por Egales y con prólogo de Víctor Mora, ya disponible en librerías y en la web de la editorial.

Fuente: Blog Uno de cada 10, 20Minutos

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Las cartas homófobas que un vecino envió a este chico de Zaragoza

Lunes, 11 de junio de 2018
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homofobia-israel-zaragoza-696x522Tras aparecer en televisión para explicar la homofobia que sufre por parte de la sociedad, Israel se encontró con dos cartas asquerosamente homófobas escritas por su vecino.

Las cartas, en las que el vecino esperaba que Israel no le contagiara la homosexualidad en la piscina comunitaria, ya han sido denunciadas ante la policía.

Hace ya varios días que esta historia circula por redes sociales y no parece que la cosa vaya a ir a menos porque el contenido de las cartas que este chico de Zaragoza recibió en su domicilio son para escandalizarse y liarla durante meses.

Hace una semana Israel acudía al programa de Aragón Televisión La vida que nos ha tocado para explicar el acoso homófobo que sufre día sí día también. Miradas, insultos, agresiones físicas…

Israel, que estuvo un tiempo viviendo en Barcelona y desde hace meses ha vuelto a Zaragoza, explicaba así su experiencia frente a la homofobia:

Tras participar en el programa aparecieron dos cartas en el buzón de la casa de Israel, depositadas allí por vecinos de su urbanización cuya identidad conoce perfectamente.

En las cartas se exige a los padres de Israel que envían a su hijo a un centro “para que le curéis el mariconismo” y avisan de que “así va el país con gente como vosotros, en otras épocas ya se hubiera hecho justicia“. La carta, además de tener una tremenda carga homófoba que constituye un claro delito de odio (“estas personas ya no tendrían que nacer“), insulta a Israel diciendo que es “patético” que tenga 30 años y viva “del cuento ser (sic) partido nini maricón y travesti“.

En otra carta, escrita por el mismo vecino, se pide a los padres de Israel que no dejen que el chico acuda a la piscina comunitaria “más que nada que estas enfermedades raras de hoy en día no sé si son 100% contagiosas pero estoy felizmente casado y no me gustaría ser enfermado ni infectarme de la homosexualidad!

El resto si eso lo leéis vosotros, porque yo no puedo escribir con este cabreo:

Anerol Zehcnas

on Tuesday

Edito para dejar claro que es TOTALMENTE CIERTO y que ésto está pasando a día de hoy aunque cueste creerlo.

Es vergonzoso y da mucho miedo que haya gente así. Con ideas tan retrógradas y creyéndose con derecho a amenazar. Un cobarde porque todo esto lo hace por carta. Cada cual con su vida y su cuerpo hace lo que quiere. No es justo que nadie tenga que soportar insultos, amenazas y acoso por ser fiel a su esencia. Todo mi apoyo a Israel CN. Compartid como forma de apoyo y solidaridad.

Edito: los impresos son cartas que éste chico ha recibido
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(Pinchad sobre las fotos para ampliarlas)

Hemos hablado con Israel y nos ha explicado que, como podéis ver en las fotos de las cartas, ya se ha presentado la denuncia pertinente en la policía. Israel además nos confirma que el acoso homófobo no viene únicamente por parte de ese vecino, sino que en cuanto sale a la calle recibe insultos desde balcones y de otros vecinos con los que se cruza.

Por suerte otros vecinos y vecinas de la urbanización le han mostrado su apoyo y se han ofrecido para ayudar a Israel en lo que haga falta.

Por el momento la denuncia sigue su curso e Israel está recibiendo apoyo y asesoramiento por parte de las asociaciones LGTB+ Hu-Entiende y Towanda; y en los próximos días se reunirá con otras asociaciones que se han ofrecido a ayudarle a plantar cara a uno de los casos de homofobia más alarmantes, repugnantes y lamentables que hemos visto en mucho tiempo.

Os seguiremos informando.

Fuente EstoyBailando

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Algunas ideas de Thomas Merton que aparecen en sus cartas a Jean Leclercq

Viernes, 18 de mayo de 2018
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Del blog de Amigos de Thomas Merton:

Luego de defender a capa y espada su vocación de solitario, le escribe Merton a Leclercq el 3 de diciembre de 1955:

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“¡Resulta que ahora soy maestro de novicios! De hecho, soy más cenobita de lo que suponía. Pueden suceder cosas muy extrañas en la vocación de cada uno… ¿Me concederá Dios algún día llevarme después de todo a la perfecta soledad? No lo sé. Una cosa es segura, he hecho tantos esfuerzos en esa dirección como uno puede hacer sin traspasar los límites de la obediencia. Mi única tarea ahora es mantenerme en calma, abandonado, y en las manos de Dios. He encontrado una sorprendente soledad interior entre mis novicios, y hasta cierta soledad exterior que no esperaba… Por eso doy gracias a Dios por colmar mucho de mis deseos cuando parecía ignorarlos. Sé que estoy muy cerca de él, y que todas las pruebas y dificultades pasadas este año forman parte de sus planes. Estoy en paz con su voluntad… y my feliz explicando a Casiano. Aunque no puedo vivir como el Abba Isaac, Nesteros o Poemén, siento que son mis padres y mis amigos”.

Luego continúa hablando de su nueva experiencia en una carta del 6 de febrero de 1956:

Mi nueva vida como maestro de novicios progresa cada día. Es una existencia poco habitual, en la que tengo aun dificultades de adaptación. A veces me siento abrumado de puro horror por tener que hablar tanto y aparecer ante los demás como un ejemplo. Pienso que Dios está probando la calidad de mi deseo de soledad, en el cual quizá había un componente de escapar de responsabilidades; con todo, el deseo sigue siendo el mismo, el conflicto está ahí, aunque yo no puedo hacer nada sino ignorarlo y mirar hacia adelante para cumplir lo que es evidentemente la voluntad de Dios. He abandonado completamente toda escritura por el momento. Pida, por favor, al Señor que me guíe en la nueva etapa de desierto que Él ha abierto delante de mí”.

LECLERCQ le escribe a Merton el 26 de octubre de 1963:

Por todas partes he encontrado jóvenes que le deben a usted su vocación”.

Merton, el 11 de mayo de 1965:

En muchos aspectos mi vida y mi trabajo son ciertamente muy equívocos, y si alguien quisiera medirme con parámetros normales sería muy fácil descubrir que me faltan requisitos, como a cualquier otra persona, porque, a la larga, ¿cuáles son los parámetros normales, y quién los satisface, salvo superficialmente? Y, por supuesto, también yo soy un Geheimnis [misterio] incluso para mí mismo. Y he dejado de esperar cualquier otra cosa. Tampoco abrigo ninguna secreta esperanza de encontrar pleno sentido a mi existencia, que debe seguir siendo paradójica. Así, pues, a fin de cuentas, debo hacer lo que todo el mundo hace y acogerme a la misericordia de Dios y tratar, en la medida en que me sea posible, de no defraudarle en su amor por mí. Ciertamente, si tratase de agradar a todos, le defraudaría, y si lo que quiero es agradarle, inevitablemente debo desagradar a mucha gente seria y bienpensante. Continúo pues, haciendo esto sin escrúpulos”.

LECLERCQ a MERTON, desde el continente africano (Tanzania):

Usted es muy conocido aquí, como en todas partes
(29 de mayo de 1965).

Trappist Father Thomas Merton, one of the most influential Catholic authors of the 20th century, is pictured in an undated photo. Devotees of the monk, who died in 1968, have planned various observances of the 100th anniversary of his birth, Jan. 31. (CNS photo/Merton Legacy Trust and the Thomas Merton Center at Bellarmine University) See MERTON Jan. 28, 2015.

MERTON a LECLERCQ, el 17 de febrero de 1967:

Con Roma, siendo como es, la renovación será siempre una lucha lenta… Las ideas muertas continuarán un tiempo usurpando el lugar de las que pertenecen a la vida… Vamos todos a confiar en que podremos manejar las cosas de modo que seamos al mismo tiempo obedientes y libres. No es fácil. Pero Dios es fiel, y es mi única esperanza”.

LECLERCQ a MERTON, el 21 de enero de 1968:

La Iglesia le necesita a usted para progresar y que pueda compartir su experiencia con otros, no sólo escribiendo. Su propia personalidad (y algunos dicen lo mismo de mí, pero, por supuesto, yo no soy un gigante) es un testimonio de libertad en Cristo, y esto debe ser mostrado”.

MERTON A LECLERCQ:

Tengo un gran problema para seguir viviendo en América (USA), lo mismo que para seguir identificado con una sociedad que me parece está bajo el juicio de Dios y en cierto sentido bajo una maldición por los crímenes de la guerra de Viet Nam. Pero otra parte, tampoco me parece que sea muy honesto dejar el país… Si es que esta sociedad está bajo el juicio de Dios, yo también me debería quedar y aguantarlo como todo el mundo, puesto que después de todo yo no soy muy diferente de los demás”.

LECLERCQ a MERTON:

Acabo de regresar de una gira por los monasterios ingleses. En Caldey [monasterio de Gales] y en otras partes, una sola voz: ¡Tráiganos a Tom! No hay nadie que no haya sentido su influencia”.

El 23 de junio de 1968 Merton se prepara para su viaje a Asia y escribe a LECLERCQ:

La vocación del monje en el mundo moderno, especialmente el marxista, no es supervivencia sino profecía. Estamos demasiado ocupados tratando de salvar nuestro pellejo”.

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Jean Leclercq y Thomas Merton

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Las cartas de amor entre dos soldados de la Segunda Guerra Mundial

Jueves, 7 de septiembre de 2017
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soldati-gayEstas cartas siguen los intercambios de Gordon y Gilbert, dos soldados británicos que fueron amantes durante la Segunda Guerra Mundial cuando el Código Penal y e la Corte Marcial lo prohibieron.

Todo comienza con un curioso conservador, Mark Hignett, a cargo del Museo de Oswestry, y que quería reunir elementos de archivo sobre esta pequeña ciudad con arquitectura medieval próxima a Gales. En eBay, el hombre de 62 años se encuentra con una correspondencia que cubre el período 39-45, descubierta en una casa de Brighton y vendida por un departamento especializado en correo militar. Mark Hignett primero compró tres preciosas cartas, luego varios cientos, por un total de 1,000 £; hablan de la vida conyugal y evocan un futuro mejor bajo el sol de California. El conservador ya se imagina una novia escribiendo en tinta azul los centenares de cartas trazadas en papel blanco, a veces con la estampilla del “Grand Hotel Bristol”, y dirigidas a un cierto Gilbert Bradley. Pero en el curso de las páginas, él y su equipo descubren que el firmante es en realidad un hombre: Gordon Bowsher.

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“Estas cartas son extremadamente raras porque son incriminatorias. En ese momento, los hombres homosexuales arriesgaban años de prisión o incluso trabajos forzados. Y los soldados homosexuales podrían incluso ser fusilados”, analiza Mark Hignett, que se felicita por estos archivos con un “inestimable” valor histórico. Reconstruyendo las piezas de este rompecabezas epistolar, el equipo del Museo Oswestry rastreó el amor de los dos hombres mantenido en secreto bajo la amenaza de sanciones militares y desaprobación social; la BBC  ha reunido esta información.

Amor y proyectos en medio de ofensivas

Gilbert Bradley y Gordon Bowsher estaban comprometidos bajo las banderas británicas. El primero trató de escapar del uniforme simulando epilepsia, pero finalmente fue estacionado en Oswestry para ser entrenado como un artillero antiaéreo. Gordon Bowsher, de una buena familia quedirigía una compañía naviera y plantación de té, fue enviado como soldado de infantería a través de todo el país.

Los dos hombres se habrían encontrado en el amanecer de la guerra mundial en 1938, mientras que ambos estaban en un barco de Devon, y Gordon tenía una relación con el sobrino de Gilbert.

El 24 de enero de 1939, cuando se declaró la guerra, Gordon escribió a Gibert:

Querido,

Permanezco despierto toda la noche esperando el pasaje del cartero a primera hora de la mañana. Y cuando no me trae nada que viene de ti, no soy más que un manojo de nervios …

Todo mi amor por siempre

G.

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©oswestrytownmuseum.co.uk

Un año más tarde,

12 de febrero de 1940

Mi amado, no hay nada que desee más en la vida que estar constantemente a tu lado.

Ya veo, o ya imagino, cómo reaccionarían tu madre y tu padre… El resto del mundo no tiene ni idea de lo que es nuestro amor – no saben lo que es el amor.

En una de estas cartas Gordon, a pesar de todo, exhorta a su amante a destruir sus escritos, para que su relación no sea descubierta ; pero la continuación de la historia demuestra que Gilbert no hizo ningún caso de esta advertencia.

1 de febrero de 1941

Querido,

Durante años he combatido en mi la idea de que el amor pueda durar toda la vida … Quiero profundizar en tu espíritu y mirar el futuro. Imagina que la guerra ha terminado y podemos vivir juntos. (…)

Tu G.

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© oswestrytownmuseum.co.uk

“El mundo entero podría ver cuánto nos amamos”

Dando a conocer la vida cotidiana de una pareja de enamorados a pesar de la homofobia de Estado, esta correspondencia abre un capítulo inédito en la historia de la homosexualidad antes de su despenalización (1967 en Inglaterra), descargada de escándalos y procesos con que la maltrataban. Gilbert y Gordon atravesaron el conflicto mundial y continuaron sus vidas, uno en Inglaterra y el otro entrenando caballos en California; su correspondencia se interrumpe al final del conflicto, en 1945. Sin embargo, la correspondencia nodescubre la razón de su ruptura…

Hoy, expuesta en el museo de la ciudad de Oswestry junto a un retrato de Gilbert descubierto en un sobre (véase el artículo de Metro.co.uk), la correspondencia servirá de trama a Mark Hignett para escribir una obra sobre la historia de los dos hombres. Como el cumplimiento de una profecía hablada setenta años antes:

¿No sería maravilloso si todas nuestras cartas pudieran ser publicadas en el futuro, en tiempos más iluminados. Entonces el mundo entero podría ver cuánto nos amamos.

De acuerdo con Peter Roscoe, activista de la comunidad LGBTI las cartas halladas son importantes para la historia pues deja claro que la homosexualidad ha existido en toda la historia incluso en los momentos más difíciles como la guerra.

Fuente TÈTU/bitchyf.it

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Carta de un ex miembro de la Curia contra el Papa y la réplica irónica de un laico irlandés

Domingo, 31 de enero de 2016
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cristo-no-ha-prometido-a-pedro-la-popularidad-en-la-prensa_560x280“Cristo no ha prometido a Pedro la popularidad en la prensa”

Anónimo: “Autoritarismo, populismo, pastoralismo…

E. Sweeney: “Seríamos leales servidores, siempre y cuando ocupásemos cargos que nos permitiesen actuar con poder”

El pasado 27 de noviembre, un ex miembro de la Curia de Roma sacó a la luz una carta abierta pero anónima dirigida al Papa Francisco, acusándole de “falsedad” y “falta de profesionalidad” entre otros juicios. Eamon Sweeney responde construyendo una carta sarcástica que pone en evidencia el fariseísmo de la primera. El lector encontrará en primer lugar la carta del curial anónimo y, a continuación, la respuesta del laico irlandés.

Carta anónima al Papa Francisco, de un ex miembro de la Curia romana (27/11/15)

Santo Padre: En su discurso de Navidad en 2014, Ud. llamó a sus colaboradores de la Curia a hacer, ante todo, un examen de conciencia. En efecto, el Adviento es una ocasión para reflexionar sobre aquello que Dios nos promete y espera de nosotros. Usted afirmó que, sus colaboradores en el Vaticano, deben ser un ejemplo para toda la Iglesia, y después enumeró una serie de “enfermedades” de las cuales la Curia sufriría. En aquel momento, encontré este juicio bastante duro y también injusto, contra muchos en el Vaticano que yo conozco personalmente, mientras Ud. parecía hablar como uno que conoce al Vaticano sólo de afuera o sólo de lo alto. Sin embargo, es precisamente aquel discurso suyo, que ha inspirado la carta que le escribo. Siguiendo su mismo ejemplo, omitiré todas las cosas buenas que Ud. hace y dice, y enumeraré tan sólo aquellos aspectos de su ejercicio del ministerio papal que me parecen problemáticos.

1.- Un comportamiento emotivo y anti-intelectual

La alternativa a una Iglesia de la doctrina es una Iglesia del arbitrio, no una Iglesia del amor. Entre muchos de sus colaboradores y consejeros, hay una falta real de competencia en términos de doctrina y teología; son hombres que, a menudo, tienen a sus espaldas una carrera en el gobierno eclesial o en la administración de una universidad y, con demasiada frecuencia, prefieren razonar en términos pragmáticos y políticos. Ud., como sumo maestro de la Iglesia, debería mostrar con mayor claridad el primado de la fe, para sí mismo y para todos los católicos. La fe sin la doctrina no es nada.

2.- Autoritarismo

Ud. está tomando distancia de la sabiduría -que está custodiada en la disciplina eclesiástica, en el derecho canónico y también en la praxis histórica de la Curia-. Junto a su aversión a una enseñanza presuntamente teórica, esta inclinación lleva a un autoritarismo que ni San Ignacio, el fundador de su Orden de los jesuitas, hubiera aprobado. ¿Ud. escucha verdaderamente las advertencias de quien le hace notar aquello que Ud por sí solo, no ha visto o comprendido inmediatamente? ¿Qué sucedería si Ud. se enterara de mi nombre? Actuar de modo menos autoritario ayudaría a cambiar el actual clima de miedo.

3.- Populismo del cambio

Invocar el cambio está hoy de moda. Pero, especialmente, el sucesor de Pedro, tiene el deber de recordarse a sí mismo y a los demás, las cosas que cambian sólo lentamente; y aún más: las cosas que no cambian para nada. ¿Ud. cree, realmente, que el apoyo que obtiene de los gurúes de la política y de los medios es un buen signo? Cristo no ha prometido a Pedro la popularidad en la prensa y el culto que lleva a una celebridad (Jn. 21, 18).Muchas de sus afirmaciones, levantan falsas expectativas y dan la impresión dañina de que la doctrina y la disciplina de la Iglesia podrían, y deberían, ser adaptadas a las opiniones mutables de la mayoría. El apóstol Pablo piensa diferente sobre esto (Rm 12, 2; Ef 4, 14).

4.- Ninguna “humildad” ante la herencia de sus predecesores

Su comportamiento es percibido como una crítica del modo en que sus predecesores (a menudo canonizados) han vivido, hablado y obrado. No alcanzo a ver cómo esto se concilia con la humildad que Ud. ha invocado y reclamado tantas veces. Esta humildad es, seguramente, necesaria, sobre todo cuando se trata de continuar la tradición que se remonta a Pedro. Su comportamiento sugiere, implícitamente, la idea de que Ud. quiere, de algún modo, reinventar el ministerio petrino. En vez de preservar fielmente la herencia de sus predecesores, Ud. quiere apropiarse de ella de un modo muy creativo. Pero, ¿no ha dicho san Juan: “Él, el Cristo, debe crecer y yo, en cambio, disminuirme” (Jn. 3, 30)?

5.- Pastoralismo

Recientemente, Ud. ha dicho que lo que más le gusta de ser papa es cuando puede actuar como un pastor. Naturalmente, ni un papa ni cualquier otro pastor, debe poner en duda, ni siquiera mínimamente, que la Iglesia sigue la doctrina de Cristo en todo aquello que hace (pastoral, sacramentos, liturgia, catecismo, teología, caridad); porque, en definitiva, todo depende de la fe revelada así como nos llega de las Sagradas Escrituras y de la Sagrada Tradición y es, por lo tanto, vinculante para la conciencia de los fieles. Tampoco podemos vivir la fe, y transmitirla a los demás, si no la conocemos. Sin una buena teoría, no podemos actuar bien a largo plazo. En el campo del cuidado pastoral, sin una enseñanza doctrinal, solamente toparemos con algún acontecimiento emocional y, además, efímero.

6.- Exhibición exagerada de la simplicidad de su estilo de vida

Cierto, Ud. quiere dar el ejemplo; pero, ¿le conviene ocuparse Ud. mismo de cada mínima actividad cotidiana? En el campo ascético, la mano izquierda no debe saber qué hace la mano derecha (Mt 6, 3); de otro modo el conjunto parece de algún modo falso. Si Ud., realmente, quiere conducir vehículos ecológicos, necesita pagar muchode más o hacer que pague otro el precio de las tecnologías más costosas: la ecología tiene su precio.

7.- Particularismo

Hay un particularismo que, a menudo, subordina los objetivos de la Iglesia universal a los puntos de vista de solamente una parte de la Iglesia. Este comportamiento en un papa es casi cómico, si se piensa cuan interconectado está nuestro mundo, más móvil y más cercano que nunca. Especialmente hoy, es un tesoro que la Iglesia católica sea siempre la misma en todo el mundo. Que los católicos en todos los países vivan, recen y piensen de un modo similar y uno junto al otro, corresponde a la realidad global de la vida.

8.- Un deseo continuo de espontaneidad

Una falta de profesionalidad no es un signo de la obra del Espíritu Santo. Expresiones como “proliferar como conejos” o “¿quién soy yo para juzgar?” pueden hacer impacto sobre mucha gente, pero llevar a graves malentendidos. Cada vez, otros deben correr a explicar que cosa Ud. quería decir realmente. Actuar fuera de programa, y fuera del protocolo, tiene sus tiempos y sus lugares; pero no puede transformarse en la norma. Se trata, también, del necesario respeto por sus colaboradores en Roma y en todo el mundo. Para un papa la medida de la espontaneidad debe ser sin lugar a dudas, inferior a la de los pastores.

9.- Falta de claridad sobre los vínculos entre libertad religiosa, política y económica

Muchas de sus declaraciones indican que el Estado debería gobernar siempre más, controlar más y hacerse responsable de más, en particular en el campo económico y social. En Europa estamos habituados a Estados muy fuertes. Pero que el Estado pueda ocuparse de todo está refutado por la historia. La Iglesia debe defender organismos no-gubernamentales que puedan proveer los bienes que el Estado no puede proveer del mismo modo. Contra la tendencia a esperarse todo de parte del Estado, la Iglesia debe ayudar a la gente a tomar cuidado de la vida propia. También el Estado social puede volverse demasiado poderoso, y así, paternalista, autoritario y reaccionario.

10.- Meta-clericalismo

Ud., por un lado, muestra poco interés hacia el clero; pero, por el otro, critica un clericalismo que es más imaginario que real. Esta falta de interés no puede ser compensada por buenas intenciones o declaraciones antes pequeños grupos. Los obispos y los sacerdotes tiene derecho de saber que el papa les respalda cuando defienden el Evangelio “en el tiempo y fuera del tiempo”, aunque ellos lo hagan de un modo que, personalmente, no le gusta al Papa. No está bien que algunas personas piensen que el Papa ve muchas cosas de un modo diferente al del Catecismo, y que otros lo imiten a fin de hacer carrera bajo este pontificado. Como papa, Ud. cumple un servicio necesario para la continuidad y la tradición de la Iglesia; e, incluso, los cristianos no católicos son de la misma opinión. Sería mejor que Ud. redujese sus innovaciones y provocaciones; tenemos ya muchas personas que lo hacen. Su magisterio, en cuanto tal, es ya de por sí palabra definitiva de provocación e innovación; y después de todo Ud. es el representante de Cristo y el maestro supremo de nuestra fe sobrenatural.

«Gracia, misericordia y paz (…) de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre» (2Jn. 1, 3) [1]; y vienen en bloque. Mientras, en este año de misericordia, también Ud. se prepara para la Navidad, por favor acoja esta ocasión como una invitación a descubrir qué cosas ha descuidado en los últimos tiempos. Hágase ayudar por sus colaboradores, que aprenderán de Ud. solamente si Ud. está dispuesto a aprender algo de ellos. Como yo, tantos otros se encuentran en dificultades por el modo en que Ud., a veces, habla y actúa. Pero esto se puede arreglar, si se hace evidente que Ud. escucha aquello que los demás tienen para decirle.

Desgraciadamente, yo sé que Ud. no tolera bien este tipo de críticas y por este motivo no escribo mi nombre al final de esta carta. Quiero proteger a mis superiores de su ira; sobre todo, a los sacerdotes y obispos con los cuales he trabajado durante muchos años en Roma y de los cuales tanto he aprendido. Pero Ud. puede actuar de modo nos quite a mí y a otros nuestros temores; o, mejor aún, puede volver superfluas cartas como ésta, simplemente aprendiendo algo de los demás.

¡En este espíritu, le auguro un bendito y meditativo tiempo de Adviento!

***

(Eamon Sweeney).- Carta anónima a Jesús, el Sumo Sacerdote, de un sacerdote del Templo de Jerusalén

Estimado Sumo Sacerdote, Jesús de Nazaret: Más allá de cualquier pronóstico sobre nosotros de quienes han pasado toda una vida al servicio de la Ley de Dios en el templo de Jerusalén, Usted se ha convertido en el Sumo Sacerdote. Siento que es mi deber dirigirme a usted con la esperanza de que esta carta le pare en seco, o al menos mitigue el daño que está haciendo a un sistema que nosotros y las generaciones de servidores sólidos de la Ley y el templo han construido y cuya inminente colapso constantemente y en secreto tememos. El año pasado usted nos pidió a todos los sacerdotes y los fariseos del templo hacer un examen de conciencia en cuanto a la forma en que servimos al Señor en nuestro servicio al templo. Usted enumeró varias “enfermedades ” que sufrimos.

Pienso que fue exageradamente duro en sus comentarios y muchos de nosotros nos sentimos heridos tras tantos años en servicio al templo. Realmente pienso que usted no conoce la Ley desde el interior como nosotros la conocimos. Usted da la impresión de conocer la Ley desde el exterior o desde arriba. Sin embargo lo que ha dicho me ha inspirado a escribirle. En la medida que usted ha hecho con nosotros, así voy a hacer con usted. No voy a llamar la atención sobre lo que es bueno o único o lleno de gracia o de inspiración, sino que voy a centrarme en lo que parece a mí y a otros como un problema para el sistema.

1. Su hablar tanto de los pobres y de la misericordia sobra, y muestra poco de la argucia dura de seguir los detalles de la ley, que es la característica y el orgullo de nuestra tradición

Si la Ley no se proclama y no se aplica en toda su hermosa y coherente literalidad, ¿qué se nos queda sino la anarquía? Todos sabemos que maldita es la multitud que no conoce la ley. En vez de romper con todo lo precedente y curar a gente en el día de reposo, diciendo además que el sábado fue hecho para el hombre, Usted como el Sumo Sacerdote debe aprovechar cada ocasión para exaltar la santidad y la inmutabilidad de la Ley y recordar a la multitud lo indigna que es de una Ley tal divinamente dada.

2. Usted actúa con demasiada autoridad

Fíjese en sus predecesores, los sumos sacerdotes, el Santo Caifás y el Venerable Anás, este último felizmente todavía entre nosotros, aunque en retiro. Estos fueron unos sabios que se dejaban guiar por manos más experimentadas y por mentes más profundas. Por lo tanto rara vez dieron un paso en falso porque rara vez dieron ningún paso adelante sin previo asesoramiento y consejo por nuestra parte. Usted es ahora el Sumo Sacerdote, la Autoridad Suprema. Nosotros seríamos leales servidores, siempre y cuando ocupásemos cargos que nos permitiesen actuar con poder proveniente de su autoridad. Ahora tenemos miedo de que este poder que una vez ejercitábamos sobre los demás sea ejercido sobre nosotros mismos. Hubo un tiempo en que la muchedumbre nos respetaba e incluso nos temía. Lo que ahora más tememos es que la muchedumbre no nos tema. Sentimos la inquietud de que esté disminuido nuestro poder para castigar a cualquiera que se atreva a disentir. Queremos que usted actúe menos y que nos deje a nosotros actuar más en su nombre, con su autoridad.

3. Usted apela demasiado a la muchedumbre y le promete novedades.

A la muchedumbre no le gusta el cambio. El gran éxito de la Ley ha sido aparecer como inalterable e inmutable como Dios mismo, quien dio la Ley a Moisés. ¿Realmente, puede usted estar en serio cuando utiliza sin cuidado frases como “Oísteis qué fue dicho a los antiguos:… lo que sea”, y luego agrega “Pero yo os digo que … algo más profundo”? ¿De verdad cree que porque la gente dice, “Nunca ha hablado nadie así como este hombre”, y por el hecho de que la gente se cuelgue de sus palabras porque usted no habla en la manera tradicional, esto es algo bueno? Todo esto crea impresiones muy perjudiciales.

Usted debe saber que cualquier cambio que tiene que darse debe darse sin que la multitud se de cuenta de que el cambio está en marcha. Para la gestión del cambio estamos nosotros los experimentados, y usted debe dejarse en nuestras manos.

4. Su estilo es una crítica de cómo sus predecesores benditos han vivido, hablado y actuado

Dejando a un lado alguna comparación con Santo Caifás y el Venerable Anás, basta ver cómo su estilo de vida contrasta con el de Juan el Bautista. Ayunaba o tomaba miel silvestre; vivía en el desierto. Usted, por otra parte, ya come y bebe y además lo hace en compañía de pecadores. Ese no es el estilo de vida que hemos llegado a esperar de un Sumo Sacerdote. Queremos un Sumo Sacerdote que reprima a los pecadores, y no un Sumo Sacerdote que les haga sentir que se compadece con ellos en sus flaquezas. Además ¿qué pasa con la humildad? ¿Qué tiene de humilde este hablar del ‘Hijo del Hombre ‘y de ‘ ser enviado por el Padre ‘?

Si sigue usted en esta línea mostrará claros signos de querer inventar un nuevo tipo de sacerdocio, un “culto en el espíritu y en la verdad”, ha dicho. ¿Quién jamás ha oído de tal extrafalaridad? ¡Denos, por favor, un respiro! Usted debe dejar de hacer las cosas de manera diferente a la de sus predecesores en el sumo sacerdocio. De lo contrario, diremos adiós a la Ley y al templo. Queremos que usted sea humilde, que se refrene y que deje que nosotros actuemos con firmeza y tal vez no tan humildemente, en su nombre.

5. La exageración del Buen Pastor

Pensar que está conduciendo a la gente a buenos pastos es engañarles a ellos y engañarse usted mismo. Importa poco si las ovejas sufren hambre o llegan hasta el agotamiento entre espinas y zarzas o se pierden en las laderas, siempre que la Ley permanezca como el testimonio supremo del amor de Dios hacia ellos. Ellos nunca entenderán cuánto Dios los ama dándoles la Ley y el Templo. Su ignorancia es tanto su tragedia, cuanto es nuestra bendición conocer y proclamar la Ley. Sumo Sacerdote, lo que cuenta es el conocimiento de la Ley y no la simpatía por las ovejas. La Ley nos ha dado la llave del conocimiento y esa clave la usamos para mantener todo bien cerrado.

6. Simplicidad exagerada en su forma de vida

Es escandaloso el hecho de que usted no se aloja en las habitaciones del sumo sacerdote dentro del templo, porque ha dicho que se aislaría del contacto con personas auténticas y se haría dependiente de nosotros. ¿Por qué tiene que ser tan independiente? Nuestro poder como sacerdotes del templo se apoya sobre su dependencia de nosotros. Para decir la verdad, lo que más molesta acerca de su estilo de vida sencilla es que pone al descubierto a los demás y esto llega ya a ser algo insoportable. Imagínese montarse sobre un asno cuando la tradición del Sumo Sacerdote siempre ha sido la de montarse sobre un caballo grande y fino.

Cuando vaya por doquier sentado sobre su pequeño burro, ¿dónde nos deja a nosotros los que ambicionamos montar caballos portentosos? ¡Así no es como las cosas deben ser! Además, ¿ha pensado usted en el efecto devastador que ha tenido sobre los trabajadores del templo y la baja que ha causado en su ilusión? Antes solía ser un orgullo palear el estiércol de caballo del establo del sumo sacerdote. Ahora estos hombres, muchos conocidos míos, están casi echando lágrimas al tener que palear estiércol de burro.

7. Su punto de vista particular es rústico

Francamente, queremos que la ley sea exaltada como divina, inmutable y universal, y bajo nuestro control queda dicho. Por otra parte, usted está llevando a su hacer y actuar demasiado de su experiencia personal (como carpintero) y de su fondo regional. Admítalo, usted viene de Nazaret, y todos sabemos acerca de Nazaret… ¿Cómo puede uno que nunca ha vivido y trabajado en la Ciudad aportar algo que no sea un punto de vista rústico y estrecho?

8. La enfermedad de la espontaneidad

Cualquiera podría inferir que cree usted que el Espíritu Santo es una fuerza viva y activa, que podría estar trabajando y hablando a través de usted. ¿En serio imagina que cuando el Sumo Sacerdote habla desde el corazón diciendo que el Espíritu le guía es cierto? Todos sabemos lo arriesgado que es este enfoque.

Nosotros, por otro lado, sabemos que la profundidad del Espíritu reside en los enunciados que se ajustan a la ley. Esta conformidad requiere siempre la investigación de fondo que hemos hecho siempre en el templo, cuadrar cada propuesta que declara el Sumo Sacerdote con la Ley y sus múltiples interpretaciones. Usted haría bien en confinarse a seguir los consejos de aquellos que tienen experiencia en influir a la muchedumbre, y limitarse a unos actos reducidos de ‘espontaneidad’: bien planificados y preparados de antemano. Usted está causando un estrés grave para otras figuras notables en el templo que ahora se sienten presionados para emitir sus propios actos de ‘espontaneidad’.

9. Desconfía de la relación entre los poderes civiles y religiosos

“Dad al César lo que es del César”. Esa fue una de sus expresiones espontáneas menos afortunadas, una que ha causado furor y gran malestar en muchos de nosotros. Todos sabemos que la ley es la base de nuestra sociedad. Queremos gobernar la multitud a través de la Ley sin referencia a ninguna autoridad fuera de la Ley. Pretendemos una sociedad teocrática, aunque de hecho los Romanos llevan el control de la vida diaria más del que nos gustaría admitir. Toleramos a los romanos y ponemos la mejor cara que podemos, pero no queremos que los romanos administren más de lo imprescindible. Ya controlan demasiado el movimiento del dinero y están haciendo a la muchedumbre dependiente de ellos. Queremos nosotros que la multitud dependa principalmente de nosotros.

Promovemos esa línea de fondo cuando decimos que las personas deben cuidar de sus propias vidas. Nos gustaría que el papel de César llegue a ser tan nominal como sea posible, o al menos que se limite a proveer las cosas que tienen poco interés para nosotros come las carreteras, el agua y las alcantarillas. Es deber vuestro tratar de potenciar el gobierno de Dios, sobre el cual tenemos el control oficial y oficioso.

10. Los sacerdotes del templo se sienten sin apoyo

Sumo Sacerdote, no sabemos si nosotros, los sacerdotes del templo, y otros guardianes estrictos de la Ley tenemos su apoyo. Tal vez usted demuestra demasiado interés por sus ‘Apóstoles’, los hombres con quienes comparte su, si me perdona la expresión, visión sospechosa. Nos irrita pensar que podemos no tener posibilidades de ascenso en el nuevo régimen a menos que nos encajemos con su visión. Aunque por el momento algunos de ‘los nuestros’, aparentemente han pasado a su lado, no tengo ninguna duda de que su formación y ambiente les ayudará a transcurrir estos tiempos difíciles hasta que las aguas vuelvan a su cauce. Sumo Sacerdote, su oficio es el de preservar la continuidad de la Ley y de nuestras tradiciones. Si tan sólo deja que le enseñemos cómo gobernar el templo, podrá aprender mucho de nosotros, como, sin duda, nosotros como clase hemos aprendido mucho de sus predecesores.

Francamente no nos gusta su forma de hablar y de actuar. Pero que le hable así, sin rodeos, no debe tomárselo como una deslealtad hacia usted. Nosotros creemos que somos leales a algo más alto, que trasciende cualquier Sumo Sacerdote individual.

Ya sé que usted puede ser un hombre enojado, Sumo Sacerdote. Usted ha condenado firmemente y ha herido a muchos fariseos merecedores y sacerdotes que sirven el templo y la ley. Incluso ha asumido un látigo y ha echado fuera a los cambistas del templo. Mucho me temo que su ira me tocaría a mí también, cuando lo único que quiero es seguir haciendo lo que siempre he hecho.

En resumen, por favor, deje de ser lo que es y comience a ser más como uno de nosotros. No me atrevo a escribir mi nombre o dónde trabajo en el esquema de las cosas, por si acaso su ira caiga sobre uno de mis superiores. Sólo me registro a mí mismo como Escrutopo.

Fuente Religión Digital

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“Mística entre pucheros”, por José Ignacio González Faus

Martes, 3 de noviembre de 2015
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tumblr_nmoyreqig31rkuhmio1_500Leído en Cristianismo y Justicia:

J. I. González Faus. Es conocida la frase de Teresa de Jesús: “también entre los pucheros anda el Señor” (Fundaciones 5,8). Pero la entenderemos mal si pensamos que eso le ocurría a ella sola, porque debía ser de otra pasta.

Pues no: antes que santa, doctora de la Iglesia o mística, Teresa era simplemente un ser humano de carne y hueso, como todos nosotros. Decir esto parece una perogrullada. Pero, si olvidamos esa perogrullada, todas las grandezas de Dios parecen no pertenecer a esta tierra nuestra. Y acabamos creyendo que no nos atañen a nosotros, sino a seres de otra galaxia.

Por eso creo que no es bueno leer a Teresa olvidando sus cartas: ellas tienen una espontaneidad que no podían tener sus otros escritos, expuestos al ojo escrutador de inquisidores y teólogos. En ellas se permite referirse al Nuncio como “Melquisedec”, a los miembros de la inquisición como “los ángeles”, o a los calzados como “los del paño”. Allí confiesa también que “a una monja descontenta yo la temo más que a muchos demonios”. Cuando hacen provincial a un fraile que ha tratado mal a sus monjas comenta con sorna: “debe ser porque tiene más cualidades que otros para hacer mártires”. Y cuando ve a otro fraile muy seguro sobre la admisión de una postulanta, porque cree que “en viéndola la conocerá”, le para los pies diciéndole que “no somos tan fáciles de conocer las mujeres”

Otras cartas reflejan su lucha para conseguir que no se impusieran a las monjas confesores obligados: “que yo temo más que pierdan el gran contento con que nuestro Señor las lleva…”. O expresan su alegría por “que mande nuestro padre que coman carne las dos de mucha oración”: pues considera que todo eso de los arrobamientos “no me parece más oración”. Reconoce también que “mozas con viejas no se pueden hallar bien”; por eso dice a su querido Jerónimo Gracián que se espanta de “cómo no se cansa de mí”. Pero se tranquiliza pensando que eso es una gracia que Dios le concede, para que “pueda pasar la vida que me da con tan poca salud y contento, si no es en esto”. Sus complicidades afectivas con Gracián (con pseudónimos y todo) darían para análisis más detenidos. Pero al menos apuntemos que a veces se pone hasta pesada quejándose porque le escribe poco; otras veces le explica cuánto le apena que tenga dolor de muelas “porque tengo harta experiencia de cuán sensible dolor es” y si tienes una sola dañada “suele parecer que lo están todas”; o le pregunta “si ha caído en ponerse más ropa, que hace ya frío”. Hacia el fin de su vida reconocerá que ha aprendido a gobernar y no es la que antes era: ahora “todo va con amor”, aunque no sabe si ello se debe “a que no me hacen por qué” (no me crean problemas) o a que, por fin, “ha entendido que así se remedia mejor”.

Baste como conclusión que la más profunda experiencia mística no es incompatible ni con el sentido común, ni con la ironía o la lucha por lo que se cree justo, ni con un carácter enérgico o una afectividad difícil de controlar y con tendencia posesiva… En una palabra: no es incompatible con ser como somos todos. Una amiga, maestra en grafología, me contó que, cuando vio por primera vez la letra de Teresa, su impresión fue de susto porque traslucía “gran sexualidad y afán de poder”. Después comprendí -me explicó- que las personas no somos nuestro carácter ni nuestras pasiones, sino lo que cada cual hace con esos materiales, y que ahí está la grandeza de nuestra libertad. De hecho, con ese temperamento, Teresa escribe en sus reglas que “la priora sea la primera en barrer”, en aquella época en que tantas prioras (hijas naturales de nobles discretamente camufladas), tenían sus sirvientas que les barrían la celda mientras ellas “contemplaban”. ¿Qué contemplarían?…

Esto permite comprender que “los pucheros” no están sólo fuera de nosotros, sino que el Señor anda también en ese complejo puchero que cada uno somos, donde se puede cocer una humanidad de muy buen sabor. Decir que entre los pucheros anda el Señor no significa sacralizar los pucheros, sino divinizar el trabajo hecho con ellos: simplemente porque ese trabajo servirá para alimentar a otros. De hecho, Teresa se lo dice a las hermanas que han de trabajar en la cocina.

Apasionada y dueña de sí, doméstica y entrañable, perseguida y de buen humor, contemplativa y activa, fue también suficientemente sabia como para entender que si a un rico le dicen que modere su plato para que puedan comer los pobres “sacará mil razones para no entender eso sino a su propósito”: porque a los ricos “sus hechos les tienen ciegos”.

Antaño tuve la paciencia de leerme todas las acusaciones que contra ella se presentaron a la inquisición (aquel famoso Orellana que creía jugarse su salvación eterna si no la acusaba…). Hoy disfruto pensando qué es lo que (en esa otra dimensión del más-allá) sentirá aquel acusador viendo a Teresa doctora de la Iglesia y quedando él como analfabeto teológico. Que es lo que son tantos afanes inquisitoriales, de ayer y de hoy.

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Las cartas íntimas del alpinista gay George Mallory

Martes, 7 de julio de 2015
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george_mallorySale a subasta la correspondencia de Mallory con su amigo íntimo, el escritor Lytton Strachey, del grupo de Bloomsbury. Mallory pudo ser el primer alpinista en alcanzar el Everest en 1924, aunque su muerte está rodeada de misterio.

Mi mano tiembla, mi corazón palpita, es él, de seis pies de altura con el cuerpo de un atleta de Praxíteles y una cara –oh, increíble– con el misterio de Botticelli…”. Esto es lo que dijo el escritor Lytton Strachey sobre George Herbert Leigh Mallory, el alpinista más famoso del Reino Unido en los inicios del siglo XX. 56.000 euros es el precio de salida que ha fijado la casa Bonhams para subastar la morbosa correspondencia que mantuvo Mallory con el escritor del famoso grupo de Bloomsbury.

En un pequeño adelanto de las 34 cartas que saldrán a subasta este mes de junio y que han sorprendido a los medios británicos, Mallory se divierte con Strachey diciéndole cosas como “eres una vieja malvada sodomita” y confesiones sobre su profesión: “tengo un extraño prejuicio sobre escalar con ropa“. También le habla de otros amores, como un chico que conoció en Chaterhouse: “Un joven de 17 años que acaba de superar la pubertad, con una piel pálida, un pelo rubio y rizado y unos tentadores labios… Su madre me escribió confidencialmente para que me hiciese cargo de él“.

El grupo de Bloomsbury

Mallory, nacido en el condado de Cheshire en 1886, contactó con el famoso grupo contracultural británico a los 19 años por su deseo de convertirse en escritor y revolucionó con sus hormonas a personajes tan conocidos como la escritora Virginia Woolf, el economista John Maynard Keynes o el pintor Duncan Grant, entre otros. Convivió unos años con ellos, se dejó fotografiar desnudo y fue retratado por Grant, aparte de intimar con Strachey.

geo-mallory-nude419x321Según Matthew Haley, jefe de documentos de la Casa Bonhams, no cree que entre Mallory y Strachey hubiera relaciones sexuales porque “aquellas actitudes eran normales en Cambridge ya que no había mujeres. Luego muchos cambiaban”.

En 1914, Mallory se casa con Ruth Turner y se lo cuenta así a su amigo: “Es difícil que sea una sorpresa para ti saber que abandono las listas de los homosexuales de moda… a menos que pienses que me he vuelto monógamo. Pero puedes estar seguro de que esa catástrofe no ha sucedido”. Strachey, por su parte, estaba casado con la pintora Dora Carrington, a pesar de ser conocidos sus gustos homosexuales y sadomasoquistas, pero mantuvieron su matrimonio hasta la muerte del escritor en 1932.

La verdadera pasión de George Mallory

Mallory amaba la montaña. Ya desde los 13 años comienza a practicar la escalada gracias a la influencia de uno de sus profesores, Graham Irving, con el que viaja a los Alpes en bastantes ocasiones, aunque realmente la cumbre que siempre estará ligada a la figura de Mallory es el Everest. En aquella época, alcanzar la cima más alta de la tierra era un reto irresistible para las principales figuras del alpinismo y Mallory lo intentó en tres expediciones británicas, los años 1921, 1922 y 1924.

George Mallory letters to be auctioned at Bonhams in JuneFue en la última expedición donde Mallory desapareció sin dejar rastro sin saber si consiguió llegar a la cima. Un compañero que vio por última vez al alpinista afirmó estar a 250 metros de la cumbre. Después las nubes lo envolvieron y nadie más supo del británico.

El misterio que rodea a Mallory

Pero como todo buen personaje, su vida debe estar rodeada de misterio, y en el caso de Mallory todavía se mantiene y sigue sin resolverse. En 1999 apareció su cuerpo en el Everest pero no se encontró ninguna prueba de que consiguiera llegar a la cumbre y tampoco que no lo hubiera logrado. Según las investigaciones, parece que Mallory murió al descender la montaña y no al ascender, aunque no hay pruebas concluyentes. Si fuera cierta esta teoría, el británico habría sido el primero en llegar a la cima del mundo 29 años antes de que lo hiciera el neozelandés Edmund Hillary, que actualmente tiene el reconocimiento oficial de la hazaña en 1953.

Mallory tuvo tres hijos con Ruth Turner y en las numerosas cartas que le escribió, prometió dejar su foto cuando coronara la cumbre del Everest, pero en el cadáver del alpinista no se halló ninguna foto de su esposa.

Vía Cáscara amarga

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