Empezamos estos días de “espera de Adviento” con unas palabras casi escalofriantes de Isaías, el profeta del Adviento.
“Canta de gozo, la estéril que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo la que no tenías dolores; porque la abandonada tendrá más hijos que la casada-dice el Señor-.
Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas, clava bien tus estacas; porque te extenderás a derecha e izquierda, tu descendencia heredará naciones y poblará ciudades desiertas.
No temas, no tendrás que avergonzarte, no te sonrojes, no te afrentarán; …porque el que te hizo te toma por esposa; …Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar, como a esposa de juventud te dice tu Dios: por un instante te abandoné, pero con gran cariño te recogeré, porque con lealtad eterna te quiero” (Is 54, 1-8)
Cada verbo podría ser objeto de parada y meditación, “se me dirige a mí”. Te animo a aplicar el método de “Lectura orante de la Palabra o Lectio Divina” (adjunto) Es palabra actual, viva, que llega a la mente y al corazón del creyente un poco turbado por esas palabras, como María de Nazaret, y a la vez, consternado por la decadencia de la institución de la que todavía quisiéramos conseguir espacio, respeto…y no ocurre.
Adviento es el tiempo de los que esperan contra toda esperanza. De los que confían contra toda evidencia, de los que aman a pesar de tanto desamor, frialdad, indiferencia. Adviento es para espíritus abiertos y almas desencorsetadas.
Por eso necesita preparación interior y exterior. Decimos que es un tiempo de preparación para la Navidad, y se convierte en preparación de tantas cosas…pero este año, la situación hace que podamos tomarnos este tiempo con la calma y densidad que le corresponde.
Así como todo se está tomando un respiro gracias al frenazo del consumo, podemos considerar que la otra cara de la moneda nos indica que además del Covid, frenamos otros virus que se habían instalado para quedarse, y que cuando faltan, se cae la economía: el consumismo.
Este es un tiempo estupendo para desintoxicarnos y como nos cuesta hacerlo voluntariamente, Madre Tierra nos lo impone y sin anestesia. A pocos meses de la vacuna, oremos seriamente a qué mundo y sociedad queremos volver. Para ello estos días, antes de iniciar Adviento te ofrecemos el texto de Isaías como Palabra de Dios: tenemos que gestar un mundo nuevo, una iglesia-comunidad cristiana nueva. Eso supone estar muy atentos y muy dispuestos a echar raíces profundas sin las que nada nuevo durará más allá de la novedad que tantos buscan y que deja de ser novedosa a los pocos meses. Se llama el virus de la superficialidad.
Aprendamos de la Palabra Creada: hoy observamos el bambú japonés. Su historia es muy alentadora: en 6 meses crece 30 metros, ¿sabes por qué? llevaba 7 años, sí años, sin asomar, formando sus raíces en lo escondido de la tierra.
El día que el sembrador sembró esa semilla, tal vez no sabía su tiempo y su valor. No conozco nada más parecido al proceso de formación en el discipulado del Maestro de Nazaret. Sólo que para él no fueron 7 años, sino 30.
Trabajemos ese lado impaciente en nosotros, el que demanda resultados y estados de ánimo altos… trabajemos sobre todo el cultivo de esas raíces que se nutren de “agua y abono” solamente: agua de la Vida, abono del Amor, diario, sin pausa.
El día que no oramos bien es como si dejáramos de alimentar el bebé que se está gestando en tí. Si quieres que tu vida sea como el bambú, tendrás que cultivar mucho tiempo, y gran parte del día las raíces. Eso está nuestra mano. La semilla se nos regaló, también el desarrollo, yo tengo que poner la atención y el cuidado. Sin ello, nada crecerá.
Es un momento mágico para las religiones tradicionales. Se les acaba el modelo de asistencia y limosna. “Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el arenal para apagar la sed de mi pueblo” (Is 43,19-20)
Sólo tú puedes abrir ese río en tu desierto, sólo tú puedes alimentar las raíces de tu vida, para que desaparezca la esterilidad y la insignificancia de tu vida. Para que te dejes llamar esposa por un Dios que agota los calificativos mientras nosotros preferimos mirar para el otro lado y dejarnos llevar por la comodidad de la crítica, del no nos dejan hacer nada, no nos dan espacio.
Ensancha el espacio de tu tienda, de tu casa, de tu mente, sus clavijas asegura, cuidando esas raíces tan tuyas…
Espero, deseo que recuperes el hábito de aplicar la Lectio Divina a los textos de Adviento. Y si algún día te desmayas de belleza y gozo, compártelo e inicia un grupo de contemplación de la luz de Adviento en tu casa o apartamento, y cuéntales a tus amigos, hijas, vecinas, lo del bambú y luego lo de Isaías y luego lo de María de Nazaret y también lo que te está pasando a ti…ya tienes nueva parroquia, nueva comunidad, nueva iglesia doméstica, al calor de la luz de Adviento y del bizcocho en el horno para después reír y contarnos experiencias. Aunque sea online, pero mejor con 5 personas y tú en casa. Sin romper la norma.
Feliz preparación de Adviento
Magda Bennásar Oliver, sfcc
Fuente Fe Adulta
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