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Archivo para Martes, 29 de diciembre de 2020

Mujer migrante

Martes, 29 de diciembre de 2020
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De la página web de Eclesalia:

19878

Agar, diste a luz lejos de tu tierra
y el Ángel del Señor salió a tu encuentro en el desierto.
¡Santo es su nombre!
El-Roí-Dios (Gn 16:13),
ve a las que le ven: las mujeres migrantes en cada generación,
a quienes llega Su mirada amorosa y cálida,
de acuerdo con Sus promesas (Gn 16:19).

Por ti Agar, comprendemos:
solo de noche podemos contar nuestras estrellas.

***

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Rut, diste a luz lejos de tu pueblo.
Cumpliste tu promesa de mujer migrante:
“A donde tú vayas iré yo; y donde tú vivas viviré yo;
tu pueblo será mi pueblo
y tu Dios será mi Dios” (Rut 1: 16).
Tu vientre germinó la semilla del árbol de la salvación:
¡Santo es su nombre!
Obed, padre de Jesé y Jesé padre de David.

Por ti Rut, comprendemos:
La solidaridad hace florecer los desiertos culturales.

***

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María, Madre de Jesús,
imagen viviente de la mujer emigrante: llena de gracia.
Diste a luz a tu Hijo lejos de casa (Lc 2,1-7)
y te viste obligada a huir a Egipto (Mt 2,13-14).
En ti somos benditas todas las generaciones (Lc 1:48).
A través de ti,
Dios sigue haciendo grandes cosas.
¡Santo es su nombre!: Mi Salvador (Lc 1:47).
Palabra encarnada que es dada a LUZ constantemente.

Por ti María, comprendemos:
En el silencio nace la Palabra del Amado.

Santo, Santo, Santo sea su nombre,
Ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos.
Amén.

*

Yolanda Chávez
Los Ángeles (USA).

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(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

Sara Lumbreras y Lluis Oviedo: ¿Qué pasará con la religión después de la COVID?

Martes, 29 de diciembre de 2020
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20131031_011553_1103lipcolAdemás, la pandemia nos ha forzado a reevaluar algunos de nuestros comportamientos y los recursos disponibles para afrontarla. La pandemia podría transformar nuestra manera de entender la fe religiosa, y esta fe renovada podría ser un apoyo fundamental para superar la situación a la que nos enfrentamos.

La percepción de lo religioso depende intensamente del contexto social y las circunstancias personales. Ciertos momentos pueden dotar a la experiencia religiosa de una intensidad especial que sería impensable en otros momentos. Sabemos que nuestro entorno tiene un efecto que con frecuencia es determinante en nuestro modo de experimentar la trascendencia. No es lo mismo el ajetreo de la ciudad que trasladarse a una aldea o vivir en el campo abierto. El caso del desierto es aún más extremo, y la historia de las religiones ofrece una larga lista de lugares sagrados por su relación con el medio natural. La experiencia tampoco es la misma en tiempos serenos y relajados que la que se vive en momentos difíciles. Estas variaciones se incluyen en la lista de factores que inciden en la experiencia religiosa, que va mucho más allá de la presencia de ciertas estructuras mentales que favorecen la percepción de agentes sobrenaturales – como indican los psicólogos cognitivistas – o la conveniencia de algunos rasgos que alientan conductas prosociales, como sugieren los evolucionistas.

Por otro lado, el fenómeno religioso – siempre elusivo y difícil de objetivar – ha sido observado a partir de sus funciones o bien de su utilidad para las personas y las sociedades. El planteamiento funcionalista ha sido siempre, al menos desde el gran sociólogo Emile Durkheim, una fuente de buena información sobre lo religioso, un acceso a esa realidad que nos revelaba, si no qué es, al menos qué hace o qué proveen las creencias y prácticas religiosas. Ciertamente, la sociología de la religión ha desarrollado varias propuestas y teorías que hoy enriquecen un repertorio denso y plural. También en nuestro tiempo la cuestión de la religión se plantea – de forma legítima – en torno a sus funciones y utilidad. Hasta cierto punto la cuestión tradicional sobre la credibilidad de una fe religiosa, como la cristiana, se expresa de forma más indirecta y práctica en términos de utilidad o de prestaciones que sirvan a personas y grupos. Si un conjunto de creencias no supera dicho test – si aportan o no algo práctico, si resuelven o no determinados problemas, entonces se vuelve irrelevante. La cultura que nos envuelve es eminentemente pragmática. De acuerdo con ella, si la religión no presta ningún servicio positivo (o si resulta en más impactos negativos que positivos) entonces no debería mantener un lugar en nuestras sociedades.

La religión se ha asociado tradicionalmente, entre otras, a tres funciones diferentes: proporcionar significado (1); prestar recursos para hacer frente a la angustia y las dificultades vividas (2), y establecer normas morales junto a la motivación para cumplirlas (3). Sin embargo, la gran difusión de una mentalidad secular comprende la religión como un conjunto de creencias y prácticas que se han vuelto superfluas, de poca o nula utilidad en las sociedades avanzadas. ¿Sigue siendo útil la religión o podemos sustituir las funciones que prestaba por medios más eficientes y actuales?

La pandemia de Covid-19 ha reactivado esta discusión: no es claro hasta qué punto la religión, al menos sus expresiones más evolucionadas y universales, todavía tiene sentido y puede ayudar en estos tiempos difíciles. Sabemos que las crisis pueden tener repercusiones en la espiritualidad y la fe. Según algunos, el humanismo renacentista surgió de la crisis multidimensional provocada por la peste, que tuvo un impacto profundo no solo en la salud pública, sino que también reestructuró la dinámica social, desafió la economía y transformó las percepciones existentes sobre ciencia y religión. Durante los peores momentos de la epidemia, los enfermos eran abandonados a su suerte incluso por sus mismas familias, lo que llevó a un marcado individualismo en los supervivientes. A la vez, se hizo patente que tanto las iglesias como la medicina de aquellos momentos eran completamente impotentes ante la infección. La confianza en ambas instituciones se vio quebrada de tal manera que el teocentrismo medieval acabó desapareciendo, y comenzó a construirse una nueva ciencia basada en la experimentación. ¿Cambiará también la pandemia de Covid el papel de la religión? Examinemos esta cuestión para cada una de sus funciones.

La primera función de la religión es la de proporcionar significado, especialmente en tiempos difíciles. El sociólogo alemán Niklas Luhmann solía atribuir a la religión la función de determinar lo indeterminado; o gestionar riesgos inmanejables (Luhmann, Funktion der Religion, 1977). Donde otros sistemas sociales agotan sus recursos debido al exceso de complejidad y a la incertidumbre, la religión acude al rescate. Como regla general, cuando aumentan la incertidumbre y el riesgo, la función de la religión se vuelve más necesaria y más difícil de reemplazar por medios seculares. Luhmann siguió madurando su teoría social de la religión para señalar después su función de contribuir a superar o desactivar las paradojas que inevitablemente surgen del funcionamiento de los sistemas sociales. Se trata de un nivel más abstracto, pero probablemente la pandemia que vivimos también pone en evidencia algunas de esas paradojas – como es el caso de abundancia y precariedad, de seguridad e incertidumbre – y puede de nuevo volver la función de la religión más necesaria.

Los estudios de la socióloga Crystal Park aportan más luz a ese respecto. Su enfoque es más empírico, y señala que la religión se convierte en una fuente de significado más necesaria cuando los medios habituales que proveen sentido a muchos se ven desbordados por las circunstancias o por crisis personales o sociales que generan demasiada tensión o se vuelven más amenazantes. Está bastante claro que la fe religiosa sigue siendo una fuente potente de significado, pero no es ni mucho menos la única. La fe religiosa coexiste con otros sistemas de proyección de sentido, o sistemas de creencias y valores, como, por ejemplo, la dimensión familiar, la realización profesional, los grandes ideales que nos motivan, las mejores amistades, o las experiencias más exaltantes que podemos vivir y sentir. La cuestión no es tanto cuál sea la fuente de sentido mejor o más segura, pues no es necesario concebirlas en competencia, o en un esquema de ‘suma cero’, sino en qué medida la fe religiosa mantiene un cierto espacio y funcionalidad cuando el sentido de la vida se construye de forma plural y a menudo un tanto fragmentada, o bien parcelada según momentos o situaciones vitales. La cuestión es en qué medida la fe religiosa mantiene un cierto espacio y funcionalidad en el contexto actual, que probablemente implica una reorganización de los sistemas de sentido [1].

La segunda función de la religión, la del afrontamiento, está estrechamente relacionada con la primera. Desde hace algunas décadas se estudia desde varios puntos de vista la capacidad de la religión para afrontar situaciones difíciles. La función de afrontamiento (religious coping) se vuelve aún más valiosa en tiempos de amenaza y angustia, de crisis (a nivel personal o social) e, intuitivamente, en la enfermedad o la proximidad de la muerte. Existe una abundante literatura científica que establece firmemente el alcance y la efectividad del afrontamiento religioso, convirtiéndose ahora en un amplio programa de investigación, que se inspira sobre todo en los trabajos pioneros de Kenneth Pargament y su equipo[2].

La situación que vivimos en estos meses confiere un valor especial a los recursos de afrontamiento, que se necesitan con carácter de urgencia cuando hay que afrontar la enfermedad en primera persona o en un ser querido -una experiencia demasiado habitual para muchos en estos tiempos convulsos. Existe evidencia anecdótica de que, para muchos, la oración ha sido más frecuente e intensa durante los tiempos de confinamiento. Encontramos también ejemplos como el artículo de Tanya Luhrmann en The New York Times, con el título “Cuando Dios es tu terapeuta”[3], señalando el papel fundamental que desempeñan muchas iglesias en el cuidado de quienes padecen trastornos psicológicos. Incluso la famosa revista The Economistseñalaba hace pocos meses la importante función que las iglesias y otras entidades sociales pueden desempeñar para hacer frente a síntomas similares al trastorno de estrés postraumático asociados al Covid-19 y su tratamiento [4]. Lo cierto es que las estrategias de afrontamiento no son exclusivas y que esa exigencia psicológica ante situaciones de gran estrés, o del creciente número de casos de depresión, ansiedad y otras patologías causadas por la prolongada pandemia, han incrementado esta necesidad[5]. De nuevo, la religión no es ni mucho menos la única estrategia de afrontamiento disponible; las redes familiares y sociales proporcionan un apoyo insustituible. La relación con la naturaleza, el deporte, el arte o la lectura pueden también proporcionar un apoyo valioso.

La tercera función que atribuimos a la religión también es tradicional: las creencias y prácticas religiosas ayudan a alimentar una actitud más responsable hacia los demás en momentos en que tal actitud es particularmente necesaria, pero no todo el mundo parece estar convencido de dichos deberes sociales. También en este caso, una gran cantidad de investigaciones ha tratado de comprender hasta qué punto la religión está relacionada con el comportamiento prosocial[6]. Cierto consenso apunta sólo a algunas religiones, las denominadas ‘Post-Axiales’ (entre las que se inscriben el cristianismo, el judaísmo, el islam o el budismo). Estas religiones enfatizan los deberes morales hacia los demás junto a la devoción religiosa o espiritual. En otras palabras, el vínculo entre religión y deber social no puede asumirse en todos los casos, pero se observa bajo ciertas condiciones que incluyen a las principales religiones que existen en la actualidad. A menudo se observa una orientación de preferencia hacia el propio grupo o los miembros de la misma religión, lo que vuelve dicha inclinación un tanto parcial. De todos modos, cabe esperar que las personas religiosas se comporten de forma más responsable y respetuosa hacia los demás, sobre todo en tiempos de emergencia sanitaria en los que se invita a la población a extremar las precauciones para no contagiar a otros. Cabe esperar que aquellos más sensibles hacia los demás, motivados por creencias religiosas más exigentes en ese campo, puedan asumir conductas más convenientes para ellos y para el conjunto de la población. En otros términos, sería previsible que una población más religiosa – en el sentido de una religión prosocial – pudiera seguir mejor las consignas que pudieran limitar los contagios.

Todas las religiones post-axiales comparten las tres funciones descritas, lo que permite conjeturar una posible convergencia interreligiosa, una tendencia que permitiría superar algunos de los problemas acuciantes asociados al exclusivismo y el fanatismo religioso, que probablemente constituyen los dos principales argumentos actuales en contra de la religión. El exclusivismo constituye una barrera lógica a la creencia religiosa (“Si una religión es cierta, entonces no pueden serlo las otras. Por tanto, ninguna es cierta”).  El fanatismo religioso sería la consecuencia más desastrosa del exclusivismo y el impacto negativo por el que muchos juzgan a la religión en su conjunto.

Sin embargo, parece cada vez más claro que las principales religiones puedan encontrarse y compartir sus propuestas más profundas, o bien reconocerse mutuamente no tanto como instancias en competencia, sino como propuestas que colaboran a varios niveles para contribuir de manera positiva a las sociedades. Las religiones, según este principio, proporcionan significado, una estrategia de afrontamiento ante el dolor y también valores para guiar las decisiones personales para el bien común. Dichas prestaciones implican una cierta convergencia hacia objetivos comunes, o bien la asunción de prioridades en momentos difíciles que obligan a relativizar otros componentes y objetivos en cada forma religiosa: ahora, lo primero es hacer frente a la pandemia, y en eso estamos todos implicados.

Aunque la religión es mucho más que estas tres funciones, y el análisis en clave funcionalista es claramente parcial, evaluarlas debería ser el primer paso para valorar qué nos aporta la religión desde un punto de vista social, y clarificar si tiene sentido en un contexto que algunos sociólogos describen como ‘postsecular’. Si la religión contribuye de manera positiva a la realización de estas funciones, entonces su papel práctico en las sociedades debería reconocerse.

Necesitamos ir más allá de una visión simplista que identifica la religión con un sentimiento espiritual vago, cercano a lo estético y desprovisto de cualquier efecto práctico. Si la fe y la experiencia religiosa no tienen un impacto práctico en la vida de las personas, entonces es que no tienen demasiado sentido. Si, por el contrario, la fe nos resulta útil o sigue prestando funciones convenientes, seguirá teniendo un papel en nuestras sociedades. Ahora bien, parece bastante claro que la función de la religión en las sociedades avanzadas evoluciona con el tiempo y según circunstancias cambiantes. La pandemia ha introducido niveles de riesgo e incertidumbre, además de un incremento de trastornos mentales, que vuelve el recurso a la dimensión religiosa más necesario, su función más urgente. La situación actual invita a superar esquemas más reductivos en el tratamiento de lo religioso, y también a ir más allá de los modelos de secularización que se concibieron a partir de una cierta concurrencia entre las agencias religiosas y entidades políticas, educativas u otras. La idea de post-secularización implica más bien alcanzar un cierto nivel de integración constructiva y de colaboración entre esos sistemas sociales, cada uno con sus propias prestaciones y servicios. Como consecuencia, la percepción que precipita el actual estado de emergencia sanitaria invita a la fe religiosa a integrarse mejor en el conjunto social y con los demás sistemas o propuestas que tratan de afrontar la presente crisis, como es el sistema sanitario, el de la investigación científica, el de información, y el de gestión política. Además, dicha integración invita a las religiones a abandonar formas exclusivistas y a asumir un formato de convergencia y colaboración de cara al bien común. Este es un punto en el que insiste el Papa Francisco y su reciente encíclica Fratelli tutti, un punto que la pandemia ha evidenciado todavía más.

Es posible que la experiencia de la pandemia haya transformado nuestra manera de entender nuestro papel en el mundo. En un contexto de sociedad del cansancio, de estrés crónico generalizado, de valorar la economía y la productividad por encima de todo, la pandemia nos ha puesto de bruces con nuestra vulnerabilidad y la de nuestros seres queridos y, lo que es más importante, con las incongruencias entre los valores y la organización de la propia vida. Muchos han sentido de manera íntima e intensa la necesidad de sentido más allá del materialismo consumista en el que nuestras sociedades llevaban décadas funcionando de manera inconsciente y cada vez más insostenible. La confianza en las instituciones se ha visto gravemente erosionada y sigue deteriorándose, al igual que nuestro sistema económico. Cuando algo se destruye es necesario sustituirlo por algo que cumpla mejor las funciones faltantes. La pandemia está transformando nuestras sociedades, nuestra economía y nuestra ciencia. Si aprovechamos las oportunidades que vengan más allá de las tragedias que nos asolan ahora, podemos construir un mundo más sostenible y justo, una economía más humana y una ciencia más humilde, prudente y transparente. La religión puede contribuir a esta tarea aportando sentido, apoyando en los momentos difíciles y fomentando la cooperación desde un marco integrador. Esperamos que así sea.

Sara Lumbreras y Lluis Oviedo

Fronterasctr – Cátedra Ayala CTR

 [1]Park, Crystal L. “Making sense of the meaning literature: an integrative review of meaning making and its effects on adjustment to stressful life events.” Psychological bulletin 136.2 (2010): 257.

[2]The psychology of religion and coping: theory, research, practice. Kenneth I. Pargament. Guilford Press, New York, 1997.

[3]https://www.nytimes.com/2013/04/14/opinion/sunday/luhrmann-when-god-is-your-therapist.html

[4]https://www.economist.com/international/2020/08/29/worldwide-covid-19-is-causing-a-new-form-of-collective-trauma

[5]LixiaGuo,  MingzhouYu,WenyingJiang, HaiyanWang,Thepsychological and mental impact of coronavirus disease 2019 (COVID-19) on medical staff and general public – A systematic review and meta-analysis, Psychiatry Research291 (2020) 113190; https://doi.org/10.1016/j.psychres.2020.113190

[6]Para revisiones de la extensa bibliografía disponible: Preston, Jesse Lee, Ryan S. Ritter, and J. Ivan Hernandez (2010), Principles of Religious Prosociality: A Review and Reformulation, Social and Personality, Psychology Compass4/8: 574–590;Galen, Luke. W. (2012). Does religious belief promote prosociality? A critical examination. Psychological Bulletin, 138, 876 –906.

Sara Lumbreras es profesora de la Escuela Superior de Ingeniería (ICAI) e investigadora del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas. Además es miembro del Consejo Asesor de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.

Lluis Oviedo es profesor de la Universidad Antonianum de Roma y colaborador de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.

Fuente Fe Adulta

Budismo, Cristianismo (Iglesias), General, Hinduísmo, Islam, Judaísmo , ,

Juan José Tamayo: “Los obispos españoles no se sienten suficientemente cómodos en la democracia”

Martes, 29 de diciembre de 2020
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Extrema-derecha_2282181811_15044976_660x371El teólogo presenta ‘La internacional del odio‘ (Icaria Ediciones)

“El fenómeno de Salvini es especialmente peculiar: ni siquiera está bautizado, pero en sus mítines lleva el crucifijo y el rosario, y con esos símbolos quiere legitimar cristianamente sus políticas antieconómicas, antimusulmanas, antiinmigrantes…”

“España es el quinto país del mundo con más ateos. La sociedad ya no se rige por los criterios morales de la Iglesia católica, y sin embargo nos encontramos con que la jerarquía católica se arroga la representación del catolicismo”

“Los cristianos y las cristianas, las personas religiosas, tenemos que impedir que las religiones se utilicen como vehículos del odio que generan estos movimientos. No podemos permitir que abanderen la bandera de la vida “

Los obispos españoles no se sienten suficientemente cómodos en democracia”. El teólogo Juan José Tamayo publica ‘La internacional del odio’ (Icaria) en el que analiza los “cristoneofascismos”, un término que, explica, sirve para explicar “la alianza entre la extrema derecha política y las organizaciones sociales integristas, y los movimientos integristas cristianos, fundamentalistas, ultraconservadores, en alianza con el modelo liberal, con el apoyo de importantes sectores de la Iglesia católica y protestantes en América Latina”.

Y que han saltado el charco y se visibilizan en Europa con personajes como Salvini o los presidentes de Hungría y Polonia y, en España, con instituciones como HazteOir y partidos como VOX. Que, afirma Tamayo, cuentan con el respaldo silencioso de muchos obispos españoles.

¿De dónde viene ‘Cristoneofascista‘?

El término viene de la teóloga Dorothee Sölle, que utiliza la expresión ‘Cristofascismo‘ para hablar de las relaciones entre Hitler y las iglesias católicas y protestantes, que apoyaron de manera antievangélica al Fürher. Esa palabra me dio lugar a crear la expresión ’cristoneofascista’ para referirme a aquellas instituciones, fundamentalmente en EEUU y América Latina, que apoyan a dirigentes políticas con actitudes claramente fascista. El ‘Neo’ lo utilicé porque todos los neos y todos los post son peores que el original.

En el libro hablas de Trump, Bolsonaro, Salvini, en España de Vox…¿Estamos asistiendo a una nueva ola de políticos populistas de ultraderecha que están potenciándose sobre un factor político religioso?

El fenómeno de Salvini es especialmente peculiar: ni siquiera está bautizado, pero en sus mítines lleva el crucifijo y el rosario, y con esos símbolos quiere legitimar cristianamente sus políticas antieconómicas, antimusulmanas, antiinmigrantes… Cada vez que intervenía, la Iglesia italiana le respondía, cosa que no observo de manera explícita en España. No veo a obispos que se desvinculen abiertamente de estos grupos de extrema derecha: Vox, Abogados Cristianos, Yunque, etc…

¿Se ha asumido por parte del episcopado que los únicos católicos en política son ellos, y no quieren ‘ofenderlos’?

Dentro del episcopado hay tres grupos.. Uno, claramente anti Francisco, que se identifica del todo con los planteamientos de Vox y de estas organizaciones. Son unos 12 ó 15 obispos, y algunos de ellos, los más osados, se atreven a expresar su apoyo sin reparo, como el obispo de Córdoba, el arzobispo de Oviedo o el cardenal Cañizares. El segundo grupo, el de los moderados, respeta los planteamientos del Papa Francisco, pero no los aplica. Y el tercer grupo, más abierto, con tendencia dialogante. Pero ninguno de los tres ha hecho públicamente una descalificación de estos movimientos, que apelan a valores cristianos, que no son los del Evangelio. Es necesaria una descalificación por la manipulación que se está haciendo de los valores cristianos.

¿Por qué la jerarquía española no da ese paso? ¿Es por miedo, conveniencia…?

No se sienten suficientemente cómodos en la democracia, y en la separación de religión y política. Hay una incomodidad en el modelo democrático, porque ha colocado el fenómeno de la religión en su sitio, pero ellos no lo aceptan, y se agarran al 16.3 de la Constitución.

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-¿España sigue siendo católica? Y si no,¿por qué sigue siendo tan relevante? ¿Por qué los gobiernos no se atreven a tocar los acuerdos iglesia-estado?

Hay una dualidad: de una parte está la sociedad, que yo creo que es la más secularizada de Europa. España es el quinto país del mundo con más ateos. La sociedad ya no se rige por los criterios morales de la Iglesia católica, y sin embargo nos encontramos con que la jerarquía católica se arroga la representación del catolicismo. Pero ojo: todos los partidos que han gobernado en democracia siguen manteniendo el reconocimiento de la legitimidad de la jerarquía católica, como la máxima representante de los cristianos.

-De hecho, ni siquiera este Gobierno plantea la denuncia de los Acuerdos Iglesia-Estado…

Incluso este Gobierno de coalición, que se puede decir claramente que es de izquierda. Los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede son el gran tapón, el pecado original de que hay que bautizar para construir un Estado laico. Y una prueba clarísima de que son un tapón es la ley Celaá, que sigue manteniendo la oferta obligatoria de la Religión en todas las escuelas y grados. Ese es el límite que hay que salvar: los acuerdos con la Iglesia católica, y los otros acuerdos con protestantes, judíos e Islam, que tienen una estructura similar. Los acuerdos de 1992, lejos de renunciar los privilegios que no tenían ninguno, querían exigir lo que tenía la Iglesia católica.

-La ley Celaá ha provocado que algunos sectores católicos hayan vuelto a salir a la calle. Hemos visto, además, grupos negacionistas, antivacunas… que entroncan en su discurso con estos cristoneofascitas. Se ve en Italia, EEUU, … se habla de Steve Bannon. ¿Qué peligro tiene que este cristoneofascismo se genere en distintos polos del mundo y se una, y que haya una ‘internacional cristoneofascista’….?

Es un enorme peligro, porque todas las propuestas que tienden a a igualdad, a la superación de la situación dramática del cambio climático, en las relaciones de familia, podrían sufrir un retroceso extraordinario. Lo estamos viendo en América Latina. En 15 años se ha pasado de gobiernos progresistas a grupos integristas que contribuyen a derrocar dirigentes políticos, como Dilma o Evo. Y, como sucede en Brasil, en la medida en que estos grupos cristianos apoyan a la extrema derecha, van a bloquear cualquier tipo de avance legal.

-¿Qué podemos hacer para hacer frente a esta internacional del odio, que ha conseguido que el mundo les considere ‘la voz’ de los cristianos en sus sociedades? Muchos laicos hemos dejado que hablen por nosotros. ¿Se puede hacer algo o es tarea perdida?

Hay que actuar. Los cristianos y las cristianas, las personas religiosas, tenemos que impedir que las religiones se utilicen como vehículos del odio que generan estos movimientos. No podemos permitir que abanderen la bandera de la vida (ellos defienden la vida antes del nacimiento y después de la muerte. ¿pero qué hacen para defender la vida de los sectores más amenazados?). Y lo mismo, en otros terrenos: ese odio que se tiene a las personas migrantes, refugiados, a los desplazados… es un odio irracional.

Fuente Religión Digital

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El pionero imán gay Muhsin Hendricks, entrena a líderes religiosos musulmanes sobre género y sexualidad durante la pandemia

Martes, 29 de diciembre de 2020
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image_1El imán gay Muhsin Hendricks

Un imán gay pionero está enseñando a los musulmanes sudafricanos sobre la sexualidad y la identidad de género en el Islam durante la pandemia del coronavirus.

El imán Muhsin Hendricks, de 53 años, fue uno de los primeros imanes del mundo en declarar públicamente su homosexualidad en 1998, según Reuters, y se ha propuesto iniciar conversaciones sobre temas LGBT + en el Islam.

En 2004 fundó The Inner Circle, una organización de derechos humanos con sede en Ciudad del Cabo que ayuda a “musulmanes queer a reconciliar el Islam con su sexualidad” y su identidad de género.

También dirige talleres para imanes en África, ayudándolos a desarrollar una comprensión inclusiva del género y la sexualidad dentro del Islam.

Explicó: “Implica un reexamen de lo que significa ser musulmán … Me concentro en la compasión, los valores, la fe más que en los rituales y sectas que nos dividen. Es necesario desaprender mucho [pero] es asombroso lo que se les ocurre a los imanes. Aportan investigación y contexto y lo combinan con el texto religioso, y están estos momentos de ‘¡ajá!’”.

Este trabajo es vital en África, donde la homosexualidad aún es ilegal en 32 de 54 países, y Sudáfrica es el único país del continente que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Pero cuando comenzó la pandemia de coronavirus, Hendricks temió que sus talleres tuvieran que detenerse. Dijo: “Es un gran desafío dar esperanza cuando las personas están experimentando soledad, pérdidas económicas y baja autoestima en la época de COVID. Pero tuvimos que lograrlo “.

Hendricks logró alterar los talleres, organizando sesiones en línea para imanes en otros países y reuniones socialmente distanciadas para aquellos en Sudáfrica.

La experiencia le ha enseñado, dijo, la importancia de continuar el diálogo sin dejar de estar seguro. Dijo: “Seamos seguros, lavemos las manos, usemos máscaras, pero no dejemos de participar. Si continuamos haciendo lo que tenemos que hacer, lo lograremos “.

A principios de este mes, Hendricks se unió a cientos de líderes religiosos de todo el mundo para firmar una declaración organizada por la Fundación Ozanne diciendo que las personas LGBT + “son una parte preciosa de la creación” y pidiendo una prohibición global de la terapia de conversión.

Más: imán gay, Islam, Muhsin Hendricks, Sudáfrica

Fuente Pink News

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La asociación Lánzate LGTBI+ de Canarias condena la brutal muerte a una Mujer en un centro comercial en Arona (Tenerife)

Martes, 29 de diciembre de 2020
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movilh-transfobia-820x394Nota se Prensa:

La Asociación Lánzate Condena la muerte de una Mujer Trans este sábado 26 en Arona

Desde diferentes colectivos, tanto colectivos LGTBI+ como Lánzate, feministas como Mujeres en la Ola, federación de migrantes Fedemilanz, entre otros colectivos sociales, solicitan que este tipo de actos se condenen con toda la dureza de la ley.

Solicitan el seguimiento y persecución de posibles casos de agresión para evitar este tipo de tragedias.

En este caso se está haciendo un seguimiento por parte de las asociaciones y cuerpos de seguridad del estado ya que circula una foto del crimen por redes sociales, y recordando que la difusión o distribución de este tipo de fotos es un atentado contra la integridad de las persona y contra la Administración de Justicia, interrumpiendo así las investigaciones correspondientes, con delitos penales.

Nahúm Cabrera Presidente de la Asociación Lanzate “en Canarias no tiene cabida este tipo de actos tan brutales” , “las personas LGTBI solo queremos vivir con seguridad”, concluye.

Los diferentes colectivos sociales instan a la administración pública a que caiga todo el peso de la ley sobre el homicida y que cualquier tipo de agresión sea fuertemente condenada.

También hacen hincapié en que la propia asociación tiene el servicio de atención integral llamado LINEA ARCOIRIS (928806611)  donde pueden hacer cualquier tipo de consulta o solicitud de ayuda en caso necesaria y recordando que esta el numero 016 de atención a la mujer y 112.

www.lineaarcoiris.com

CONTACTO PRENSA: 722624521

Saludos

Junta Directiva

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TLF. [0034] 828 12 88 69 // 928 80 66 11

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