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Archivo para la categoría ‘Espiritualidad’

¿Por qué ?

Miércoles, 5 de febrero de 2025

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“¿Por qué no voy a poder desear que no haya sido en vano todo sudor, sangre y lágrimas, todo el dolor a lo largo de los siglos, que al fin se ofrezca a una felicidad definitiva a todos los hombres y en especial a los menospreciados y pisoteados?

¿Y por qué, al contrario, no voy a poder sentir aversión a la idea de tener que contentarme con los raros momentos de felicidad y resignarme a la ‘normal infelicidad’?

¿Por qué no puedo sentir aversión al pensamiento de que la vida del hombre y de la humanidad entera esté regida únicamente por despiadadas leyes naturales, por el juego del azar y la supervivencia del más fuerte, y que el morir, todo morir, sea sumirse en la nada?”

*

Hans Küng,
¿Existe Dios?

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Imágenes:

Emergence”, que toma su forma de un fresco de Masolino.
Patrimonio de Bill Viola.

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“Rehacer el corazón”, por Koldo Aldai Agirretxe.

Miércoles, 5 de febrero de 2025

IMG_9673Ni siquiera ha hecho falta echar mano del sorteo y su designio siempre impredecible. Ha mediado el ”¡Llévatelo tú…!” que nunca la disputa. Sin embargo, al desmantelar la casa familiar el “Corazón de Jesús” permanecía huérfano, no encontraba refugio, no tenía quién lo acogiera. Ningún hermano quería llevárselo a su casa. Ni siquiera entraba en el listado de objetos y muebles a repartir fraternalmente.

El “Corazón de Jesús” había ocupado lugar privilegiado en la casa de mis padres. Había saludado hierático a todas las visitas durante décadas. Ahora que debemos vaciar la vivienda, a la imagen le aguardaba un incierto exilio, ya en almacenes de traperos, ya en una estantería llena de polvo en “Reto”, ya en un espacio virtual más decoroso en Wallapop.

No nos interesa la escultura recargada, ni la religiosidad cautiva, sino la espiritualidad viva, libre y liberadora, rehecha a sí misma que sortea las edades. No deseaba almacenar recuerdos, pero pensé que mis padres hubieran querido un digno exilio para ese singular “sin techo“. Decidí acoger en mi casa esa pequeña y típica escayola barroca. No en balde había tenido un especial significado para nuestros progenitores. Pese a lo estandarizado de la escultura, acogiendo el “Sagrado Corazón”, abrigaba la fe de ellos, reverenciaba su legado. Me llevaba el símbolo de algo puro, de un amor universal que no conoce fronteras. Pensé incluso que su presencia cercana, podría resultar estimulante, retadora en determinados momentos.

El Corazón viajó por primera vez muy lejos de la orilla del mar, de su habitual morada en el Gros donostiarra. Tienta echar la culpa a los chinos y sus embalajes sin consistencia, pero el error fue mío. Ya en destino, la caja de cartón se abrió por el peso precipitándose al suelo su contenido. No cogí el bulto con el debido cuidado y la imagen de Jesús, su corazón rojo y toda su historia de generosidad infinita se fue a estrellar en el entarimado de mi salón.

Durante minutos permanecí mudo, sin siquiera proferir exclamación alguna, sin correr a por la escoba… La cabeza se puso a razonar acelerada y peligrosamente. La simbología del destrozado corazón de Jesús en el suelo de mi casa podría ser muy desalentadora, valga la redundancia “descorazonadora”. Yo quería inundar mi hogar con ese Corazón y helo ahí hecho trizas en el suelo.

He debido detener la loca imaginación y sus terribles interpretaciones. Me restaba el recurso de correr al teclado y ponerme a expiar mi culpa, emplearme en la defensa del Corazón de Jesús hoy tan “amenazado”. Sin embargo, no argumentaremos contra la Lalachus y su otro corazón de astado. No nos tienta polemizar con “revueltas” y “hormigueros”. Preferimos escribir para la nostalgia de lo verdadero y genuino. Una estampa del Sagrado Corazón de Jesús con la cabeza de la vaquilla del Grand Prix no puede afectar a una fe arraigada, pero sí interrogarnos sobre esta hora complicada al tiempo que esperanzada.

El bombo ha vencido al silencio, la huida hacia adelante al recogimiento, el entretenimiento hueco a la compañía con el Misterio. Si se nos rompen los corazones de Jesús en nuestras tarimas, quizás debamos encontrar otro barro para remodelarlo, otra pared más blanqueada para alzarlo, otro mundo en el que se halle más arraigado. Tendremos que rehacer ese corazón con otro estilo, izarlo a un rincón más propio, pero no conviene que desaparezca de nuestras vidas, que el primer “hormigueo” en nuestra conciencia, la primera “revuelta” indiscriminada acabe con él.

Si no logramos recomponer el corazón de piedra, intentemos llevar la ternura de la compasión al día a día, al instante siempre desafiante. Nuestro dolor no es el de los “Abogados cristianos”, ni del obispo de turno que carga contra la última gracia de la escena televisiva, de su siempre “moderno” y más que cuestionable altar. La “caverna” ya tienen sus voceros, la intransigencia poco tiene de “buena nueva” y evangelio. Ningún humor puede herir, si el símbolo ya está aposentado y encarnado.

Nuestra pena es el exceso de principios superiores que hemos puesto a la venta en el Wallapop de turno. Poco llega a nuestra “lista de reparto” de entre todo el legado de nuestros antepasados. Nuestra aflicción viene de dejar a un lado los corazones grandes y los valores que los animaron, las mismas máximas de las que hoy tanto necesitamos. Nuestra pena es el eco de ese “bombo” televisivo de la noche que en nuestro interior va acabando con los vacíos serenos, los instantes sagrados, los silencios imprescindibles…

No sé si ir a por pegamento a la tienda o a por confesor a la iglesia. Quizás mejor a por silencio al ancho desierto y allí intentar purificar mi corazón y de allí volver con más atención cuando muevo cajas, cuando repartimos el legado de nuestros mayores.

Koldo Aldai Agirretxe

Fuente Fe Adulta

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Bienaventuranzas 2025

Martes, 4 de febrero de 2025

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Bienaventurados y bienaventuradas los hijos y las hijas de la Paz.

Bienaventurados los perseguidos en el Catatumbo.

Bienaventurados en Gaza, las víctimas de Ucrania, los huyentes de Siria.

Bienaventuradas las mujeres violadas, las víctimas de los feminicidios.

Bienaventurados los niños y las niñas que sueñan y sonríen, los que sufren y lloran.

Bienaventuradas las madres que acompañan, los padres que protegen.

Bienaventurados migrantes, la tierra es para todos.

Bienaventurados y bienaventuradas los siempre perseguidos por el poder maligno

Bienaventurada si anuncias los cielos nuevos y la tierra nueva.

Bienaventurado horizonte cargado de utopías.

Bienaventurada esperanza que habitas nuestros sueños.

*

Carmiña Navia Velasco

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“Teología de la Liberación integral: La Tierra como el ‘Gran Pobre’”, por Leonardo Boff

Martes, 4 de febrero de 2025

De su blog La fuerza de los pequeños:

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“Para una ecoteología de la Madre Tierra”

“No solo los pobres gritan. Grita también la Tierra, convertida en la Gran Pobre, despojada de sus bienes y servicios naturales limitados”

“Lo peor está sucediendo en tiempos recientes. Hay un retroceso en la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero, lo que agrava el calentamiento global con las consecuencias conocidas”

“Frente a la urgencia ecológica, la alternativa que se impone es esta: o cuidamos de nuestra Madre-Tierra o no habrá un arca de Noé que pueda salvarnos”

“Por eso, en la opción por los pobres contra la pobreza se debe incluir a la Tierra, como el Gran pobre”

Leonardo Boff

No solo los pobres gritan. Grita también la Tierra, convertida en la Gran Pobre, despojada de sus bienes y servicios naturales limitados. El Papa Francisco habló hace días sobre el grito de la Tierra y de los pobres. La mayor agresión que se le hace es no considerarla como la Gran Madre, Casa Común y Gaia, un superorganismo vivo que se autorregula y combina todos los elementos necesarios para autorreproducirse siempre y generar vidas, especialmente la vida humana, la mayor floración del proceso evolutivo. A duras penas consigue disolver los desequilibrios y seguir manteniendo la capacidad de alimentarnos, a nosotros y a toda la comunidad de vida.

Hoy en día, sin embargo, ella se está mostrando debilitada. Es la Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot). Ha sido explotada en demasía debido a la voracidad de algunos cuyo proyecto es acumular para sí bienes materiales de forma ilimitada, sin sentido de reparto justo con el resto de la humanidad. Lo peor está sucediendo en tiempos recientes. Hay un retroceso en la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero, lo que agrava el calentamiento global con las consecuencias conocidas.

No se reconocen los derechos de la naturaleza y de la Tierra, reducida a un baúl de recursos para sustentar el proyecto ilusorio de un crecimiento ilimitado, a sabiendas de los límites insuperables del planeta.

Crece la conciencia a partir del Overview Efect de los astronautas que vieron la Tierra desde sus naves espaciales y testimoniaron que Tierra y humanidad forman una entidad única y compleja. Los humanos expresarían ese punto de complejidad en que la Tierra empezó a andar, a pensar, a cantar, a conmoverse y principalmente a amar.

Frente a la urgencia ecológica, la alternativa que se impone es esta: o cuidamos de nuestra Madre-Tierra o no habrá un arca de Noé que pueda salvarnos. Bien lo dijo el Papa Francisco en la encíclica Fratelli tutti (Todos hermanos y hermanas) de 2020: «Estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie».

Por eso, en la opción por los pobres contra la pobreza se debe incluir a la Tierra, como el Gran pobre. Es nuestra misión bajarla de la cruz y resucitarla para que mantenga su vitalidad.

Una teología de la liberación integral debe ser una ecoteología de liberación, como lo he defendido desde los años 80 del siglo pasado, y ha sido finalmente oficializada por el Papa Francisco en su encíclica Laudato Sì: sobre cómo cuidar de la Casa Común (2015).

La ética ecológica fundamental, que sustenta cualquier otro imperativo, exige lo siguiente: ¿qué hago para salvaguardar la vida en la Tierra y permitir que todos los seres puedan seguir existiendo y viviendo en ella? El segundo imperativo ético es este: ¿qué hago para conservar las condiciones del ser humano para que pueda subsistir y seguir evolucionando como lo ha hecho durante milenios?

La Tierra funda un principio estructurador de todo, la nueva centralidad del pensamiento y de la acción. La cuestión no es qué futuro tiene el cristianismo o nuestra civilización, sino qué futuro tiene la Tierra viva y en qué medida el cristianismo y otros caminos espirituales, junto con las ciencias, colaboran para que el futuro de la vida en la Tierra sea posible.

La alarma ecológica nos exige redoblar el cuidado. Sólo en 2023 lanzamos a la atmósfera 40 mil millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). La mitad es absorbida por las plantas en el proceso de la fotosíntesis y por los océanos. Pero la otra mitad va a parar a la atmósfera y se queda allí cerca de cien años. Crea una estufa que acaba agravando el calentamiento global con efectos desastrosos como los inmensos incendios en el Amazonas, en el Pantanal, actualmente en California y hasta en la fría y húmeda Siberia. Se habla de una nueva fase de la Tierra, después del antropoceno, la más peligrosa de todas, el piroceno, es decir, la irrupción del fuego (piros en griego) que puede incendiar e incinerar todo. Representaría una amenaza extrema para la supervivencia humana y del sistema-vida.

La ciencia nos ayuda a prevenir la llegada de los eventos extremos y a mitigar sus daños. Pero ella sola no es suficiente. Necesitamos una nueva ética y otra espiritualidad de la Tierra que nos inspiren para encontrar una forma más benevolente y cuidadosa de estar aquí. De esta manera, la Tierra aún podrá querernos sobre su suelo. En caso contrario, la humanidad o una gran parte de ella podría desaparecer.

Esto seguramente no representa la voluntad del Creador ni el propósito de la humanidad. Estamos al límite del peligro extremo y urge cambiar. Inauguraríamos otro rumbo distinto y así salvaríamos la vida en la Madre Tierra y nos salvaríamos todos con ella.

No tenemos mucho tiempo. Urge empezar ahora mismo, haciendo cada uno su revolución molecular allí donde vive o trabaja. Sumando todas las fuerzas, daremos el salto necesario para merecer permanecer sobre este bello y riquísimo planeta, nuestra única Casa Común.

Leonardo Boff

Religión Integral

Traducción de MªJosé Gavito Milano

*Leonardo Boff ha escrito Ecología:grito de la Tierra-grito del pobre, Vozes muchas ediciones 2024; Cuidar de la Casa Conún: pistas para retrasar el fin del mundo, Vozes 2024.

Fuente Religión Digital

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Desconcierto.

Lunes, 3 de febrero de 2025

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Señor:
Que quienes te buscan a tientas,
te encuentren;
que quienes dudan una y mil veces,
no desistan;
que quienes se extravían en su camino,
vuelvan;
que quienes creen conocerte y poseerte,
sigan buscándote.

Que quienes caminan a tientas y solos,
no se pierdan;
que quienes tienen miedo al futuro,
se abran a la confianza;
que quienes no logran triunfar,
perseveren;
que quienes tienen hambre y sed,
sean saciados.

Que los grandes y poderosos
se sientan vulnerables;
que los amargados de la vida
disfruten de tu presencia y gracia;
que los olvidados de todos
dejen oír su canción;
que tus hijos e hijas
nunca nos saciemos de tus dones.

Que quienes desean y buscan milagros
sepan acogerlos;
que quienes gustan presumir de profetas
acepten a los de su tierra;
que quienes se descubren leprosos
bajen a lavarse a un humilde río;
que quienes tienen pensares ocultos
no se enfurezcan contigo.

Y si Tú nos provocas nuevamente,
como provocaste
a tus paisanos de Nazaret entonces,
danos la gracia
de entenderte y tolerarte ahora,
y descubrir
quién eres, a pesar de las apariencias
y de tus pobres orígenes.

¡Señor,
ábrete paso entre nosotros
y sigue tu camino
aunque nos escandalicemos!

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Presentación de Jesús, Purificación de María y… Salida del armario

Lunes, 3 de febrero de 2025

IMG_9102La reflexión de hoy es de Jason Steidl Jack, teólogo católico gay y profesor adjunto de Estudios Religiosos en la Universidad de San José en Nueva York. Es el autor de LGBTQ Catholic Ministry: Past and Present, publicado por Paulist Press.

Las lecturas litúrgicas de la Presentación del Señor se pueden encontrar aquí.

Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de la Presentación del Señor, también conocida como la Fiesta de la Purificación de María. La festividad se origina en Lucas 2:22-40, que relata la aparición de María con el niño Jesús en el templo para cumplir dos obligaciones religiosas: primero, la escritura requería que las familias hebreas ofrecieran a sus primogénitos varones como un sacrificio simbólico a Dios; y segundo, se esperaba que las mujeres que habían dado a luz pasaran por un sacerdote para restaurar su pureza ritual. Entonces, ¿qué tiene que ver la festividad con las personas queer?

A primera vista, celebrar la purificación de María parece misógino. Según la tradición hebrea, una nueva madre era considerada ceremonialmente impura, “como en el momento de su menstruación” (Lev. 12:2), durante los primeros siete días después del nacimiento de un niño, o durante 14 días después del nacimiento de una niña. Durante este tiempo, cualquier objeto o persona que tocara también se volvería ceremonialmente impuro. Estas reglas significaban que las madres jóvenes podían ser separadas físicamente de sus esposos y de algunos de los muebles de su casa. Durante 33 días adicionales después del nacimiento de un niño (66 días en el caso de una niña) la nueva madre tenía que esperar hasta “estar limpia de su flujo de sangre”. Durante este tiempo, Levítico insistía, “no tocará ninguna cosa sagrada ni entrará en el santuario hasta que se cumplan los días de su purificación” (Levítico 12:4).

Hoy en día, muchos podrían ver estas reglas como parte de un antiguo patriarcado que objetivaba y avergonzaba los cuerpos de las mujeres, especialmente durante la menstruación o inmediatamente después del parto. De hecho, la ley levítica mantenía a las madres jóvenes fuera de los espacios sagrados, pero también restringía su acceso al poder y la autoridad religiosa. Después de semanas de espera, una madre joven tenía que presentarse ante un sacerdote varón, quien sacrificaba un animal en su nombre para “hacer expiación” y restaurar su pureza ritual. Intencionalmente o no, la Torá limitaba el acceso de las mujeres a lo sagrado mucho más que el de los hombres.

Sin embargo, las académicas judías feministas señalan que la tradición hebrea significa mucho más que exclusión y dominación. En el mundo hebreo antiguo, la impureza ritual para hombres y mujeres era resultado del contacto con la muerte o la “pérdida de la vida potencial”, porque sólo los vivos pueden alabar a Dios, como observa el Salmo 115. La rabina Lauren Eichler Berkun explica que dar a luz en el mundo antiguo, como hoy, ponía en peligro la vida tanto de las madres como de los niños. Incluso cuando salía bien, el nacimiento siempre era “un encuentro con la muerte potencial” y, por lo tanto, exigía un tiempo de separación de la vida religiosa ritual. Desde esta perspectiva, la purificación de María habría sido un motivo de celebración, una forma de dar la bienvenida de nuevo a la tierra de los vivos a quienes habían estado cerca de tocar la muerte. La purificación era, en cierto modo, la afirmación de la nueva orientación relacional de la madre y el niño con todos los que los rodeaban.

Las personas queer experimentan algo análogo a la precariedad de dar a luz. Al igual que el embarazo, aceptar quiénes somos puede ser un proceso complicado que exige tiempo y atención. Salir del armario, como el nacimiento, suele ser complicado y lleno de peligros, percibidos y/o reales. Puede parecer que cada aspecto de nuestra vida espiritual y relacional se está desgarrando. Salir del armario en el momento equivocado o ante la persona equivocada puede amenazar las relaciones con la familia, los amigos y la iglesia que nos sostuvieron en el pasado. Para algunos, salir del armario puede sentirse como una especie de muerte, ya que muere el sueño de una vida “normal” y cishet*. Si sobrevivimos, es como una persona diferente, y puede que quede poco de cómo éramos antes.

Pero salir del armario, como dar a luz, también tiene sus recompensas: una nueva forma de ser y relacionarse con los demás. Para la persona queer, como Jesús y María en la historia de la Presentación, salir del armario pone fin al aislamiento y la vergüenza con el reconocimiento gozoso de la buena obra de Dios en nuestra sexualidad y nuestro ser. Salir del armario nos abre a ver y abrazar la salvación que Dios trae para transformar nuestro mundo para mejor.

Los autores del Evangelio relatan este espíritu de celebración en la segunda mitad de la historia. Imaginemos la alegría de Simeón, que, después de haber esperado toda una vida para recibir al elegido de Dios, tomó al niño Jesús en sus brazos y proclamó: «Señor, ahora despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a las naciones y gloria de tu pueblo Israel» (v. 29-32). La esperanza irracional del profeta dio paso a la experiencia de la alegría divina. La oscuridad del mundo fue iluminada de repente por el niño que trajo la luz.

Lucas también presenta a Ana, una viuda anciana que había estado viviendo y orando en el templo durante décadas. Cuando finalmente conoció a Cristo, su alegría era palpable para todos los que la rodeaban y ella “comenzó a alabar a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (v. 38). Juntos, Simeón y Ana anunciaron el fin del peligro y el aislamiento que enfrentaron María y Jesús al dar a luz y anunciaron un nuevo comienzo para la sagrada familia.

La Presentación y la Purificación, por supuesto, no significan que los problemas de María y Jesús habían terminado. De hecho, Simeón advirtió que una espada atravesaría el alma de María, ya que Jesús estaba “destinado a la caída y al levantamiento de muchos en Israel y a ser un signo que será contradicho” (v. 34-35). Lo mismo sucede con quienes recorren el difícil camino de ser queer en este mundo. Nuestros corazones, como el de María, serán traspasados muchas veces, ya sea por nuestras propias penas o por las penas de los demás. Nuestras vidas y nuestros amores, nuestro ser mismo, pueden estar en clara contradicción con lo que el mundo espera de nosotros.

En la Fiesta de la Presentación, podemos regocijarnos de que el dolor y la vergüenza den paso a la luz y la vida. La separación de la comunidad y la cercanía a la muerte pueden persistir durante un tiempo, pero Dios, obrando a través de su hijo, Jesucristo, y del testimonio de María, nos da la bienvenida de nuevo a la abundancia de vida y a la plena afirmación de nuestra humanidad.

—Jason Steidl Jack, 2 de febrero de 2025

* cishet: una contracción común de “cisgénero y heterosexual

Fuente New Ways Ministry

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Recuerdan en su centenario al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal: “Extraordinario ser humano”

Lunes, 3 de febrero de 2025

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Un ejemplo de dignidad, ética y compromiso con las causas nobles”, dijo Mejía Godoy 

Escritores y músicos latinoamericanos recordaron este lunes, 20 de enero, en ocasión del centenario de su nacimiento, al fallecido teólogo y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020), una figura que fue «un ejemplo de dignidad, ética y compromiso con las causas nobles», según lo describió su compatriota y trovador Luis Enrique Mejía Godoy

El poeta, que a mediados del siglo pasado escribió la Oración por Marilyn Monroe, fue un escritor, traductor, sacerdote, político nicaragüense, figura central de la Teología de la Liberación en América Latina, e integrante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) durante la revolución

Escritores y músicos latinoamericanos recordaron el pasado lunes, 20 de enero, en ocasión del centenario de su nacimiento, al fallecido teólogo y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020), una figura que fue «un ejemplo de dignidad, ética y compromiso con las causas nobles», según lo describió su compatriota y trovador Luis Enrique Mejía Godoy.

En Nicaragua, sin embargo, el Gobierno que preside Daniel Ortega junto a su esposa, Rosario Murillo, no realizó actos conmemorativos por la memoria de Cardenal, quien pasó de ser el símbolo de la revolución sandinista a ser un «perseguido político», como él mismo se declaró en vida.

«Hoy celebramos el centenario de Ernesto Cardenal, poeta, sacerdote y revolucionario nicaragüense. Extraordinario ser humano con quien tuve el privilegio de trabajar en el Ministerio de Cultura de Nicaragua en los años 80», escribió Luis Enrique Mejía Godoy en sus redes sociales.

«Ernesto Cardenal ha sido un referente importante en mi creación artística con sus poemas, epigramas y salmos, y un ejemplo de dignidad, ética y compromiso con las causas nobles y la lucha permanente hasta su muerte, contra la injusticia», destacó el trovador, que dedicó un poema y una canción a Cardenal.

«Poeta de las libertades»

38A63785-2500-4EC1-93C8-15AE4D7DD5CFEl poeta, que a mediados del siglo pasado escribió la Oración por Marilyn Monroe, fue un escritor, traductor, sacerdote, político nicaragüense, figura central de la Teología de la Liberación en América Latina, e integrante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) durante la revolución, recordó la página cultural mexicana Libros UNAM.

La escritora argentina Ana María Martínez afirmó en sus redes sociales que escritores de todo el mundo decidieron hacer un reconocimiento a la «palabra» de Ernesto Cardenal, «poeta de las libertades», recordándole a 100 años de su nacimiento con sus poesías o memorias.

«Me uno al concierto de voces del mundo que hoy celebran y rinden homenaje al gran poeta Ernesto Cardenal en el primer centenario de su natalicio», dijo el poeta nicaragüense Pablo Centeno-Gómez, que declamó el poema «Salmo1». Otro de los poemas más recordados fue !Al perderte yo a ti!, compartido por Martínez y el también argentino Felipe Pigna.

Poetas como los costarricenses Lenín Chacon Vargas y Carlos Caleros, el mexicano Hugo de Mendoza Gutiérrez, o el español Fernando Valverde, rindieron homenajes a Cardenal en sus redes sociales, donde lo elogiaron, lo describieron como un extraordinario ser humano, o bien recitaron sus poemas.

La Universidad de Huelva, en España, se unió a la conmemoración con una lectura poética de algunos de los escritos del poeta, quien, en 2012, fue nombrado Doctor Honoris Causa.

Murió como crítico de Ortega y Murillo

Siendo ministro de Cultura en el Gobierno revolucionario (marzo de 1983), Cardenal recibió la amonestación pública del papa Juan Pablo II, al visitar Nicaragua, por mezclar la religión con la revolución sandinista. Por su participación en aquel Gobierno, Juan Pablo II lo castigó «A divinis» en 1985, y fue indultado por el papa Francisco en 2019.

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Cardenal se enfrentó con el presidente Ortega y la esposa de éste, la vicepresidenta Rosario Murillo, en los últimos años de su vida.

Poeta, sacerdote, teólogo, político…

El poeta, que participó en la lucha contra la dictadura de la familia Somoza desde muy joven y fue militante hasta 1995 del FSLN, en el poder desde enero de 2007, sostenía que el Gobierno de Ortega «no es de izquierda, ni sandinista, ni revolucionario, sino simplemente es una dictadura familiar» como la que derrocaron.

Reconocido por su poesía y su voz dentro de la Teología de la Liberación, consideraba que Nicaragua estaba gobernada por un «régimen fascista» y él mismo, en carne propia, sufrió agresiones del Gobierno sandinista, que en 2020 declaró tres días de duelo nacional por la muerte del Premio Reina Sofía 2012 de Poesía Iberoamericana y dos veces nominado al Premio Nobel de Literatura (2005 y 2007).

Fuente Religión Digital

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Dom 2.2.25. Presentación de Jesús ante Dios. Saber morir (Simeón), querer vivir (María) (Lc 2, 22-32)

Domingo, 2 de febrero de 2025

IMG_9791Del blog de Xabier Pikaza:

He comentado ya este pasaje el último día, insistiendo con cierta extensión en los personajes: Un antiguo Simeón guerrero vengativo  y un nuevo hombre de paz,  dispuesto a morir, para que el niño viva. Una judía antigua (Judit) que degüella con rabia al enemigo ,  y una nueva judía (María), dispuesta a sufrir, dejando que atraviese su alma la espada para que el niño-humanidad viva.

Vuelvo hoy al mismo motivo insistiendo en el himno del anciano Simeón, Nunc Dimittis, puedes dejar que tu siervo muera: la última oración de cada día de la iglesia,  (completas, por la noche) y  la tarea de espada de la joven madre María, con su compromiso a favor de la vida.

Supongo conocido el texto (Lc 2, 22-32). Váyase a la Biblia o léase m postal del  último día. Piense cada uno en la función de los personajes: Simeón, anciano Israel que acepta la muerte, por bien de la humanidad que nace). Joven María, madre que asume el sufrimiento/espada y tarea de la nueva humanidad. Niño de Dios (Jesús) por quien celebran la fiesta el anciano y la doncella. Nosotros que somos la humanidad de Dios.

Comienzo hoy, 1.2.25 un pequeño curso sobre el evangelio de Lucas, impartido por el CELAM (Conferencia Episcopal Latino-American) desde Bogotá. Al final del tema dejo  propaganda, por si a alguien le interesa. Al principio va imagen.

El tema de hoy empieza con el amor de Simeón que muere, con el dolor amante de María que empieza, la fiesta del fuego de Dios y  la luz de Candelas.

Simeón. Saber morir, el último servicio de la vida

Madre e Hijo han asumido según ley los sacrificios de la sangre (2, 27). Simeón vive tan sólo para desplegar su sacrificio de esperanza. Nada le mantiene atado al mundo viejo; no tiene cosa alguna que defender, ni ley que cumplir, ni patrimonio social o familiar que mantener. Es un verdadero israelita a quien sostiene sólo en vida la promesa del mesías, la nueva humanidad que ha de llegar.

Es evidente que un hombre como éste (de quien no se dice ni siquiera que es anciano) lleva en sí la ancianidad de la ley, toda la historia de Israel y de los hombres. Por eso sabe ver: allí donde los otros sólo han visto la escena familiar de un niño pobre, llevado al santuario por sus padres, él descubre al Cristo de Dios por su Espíritu. Toma al niño en brazos y canta la más bella canción de despedida:

Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz…,

  • porque han visto mis ojos tu Salvación,
  • luz para revelación de los pueblos
  • y gloria de tu pueblo Israel (Lc 2, 29-32)

Esta es canción de muerte y vida creadora para un buen israelita. Al decir a Dios que quiere (puede) ya morir, Simeón hace suya la historia del pueblo de la alianza: ha cumplido su tarea de vigía mesiánico en la historia de los hombres. Ha mantenido por siglos (milenios) la esperanza y ahora ha visto y ha palpado la presencia de Dios en un niño… (el tema de palpar a Dios a tientas es un elemento central del discurso de San Pablo en el areópago, Hch 17).

No conocemos a Dios ni le vemos  con un kata-lejos y menos con un micro-scopio, sino que le vamos palpando a Dios hasta la ancianidad. Como portavoz de sus hermanos, buen israelita, gozoso de poder morir en paz, Simeón acoge y bendice al niño en sus manos. No podía haberse presentado de manera más hermosa el verdadero cumplimiento israelita.

Todo final es una muerte y Simeón es hombre que sabe (está dispuesto a) morir. Por eso, su canto de bendición de Dios con el niño en brazos es una verdadera ofenda de vida.  Está dispuesto a morir ya, en amor colmado de esperanza, con todo lo que ha hecho y ha sentido a lo largo de los siglos el pueblo israelita. Con él termina el templo, se han cumplido ya los ritos de preparación; ahora sólo queda el nuevo porvenir del Cristo (en contra de aquellos israelitas que como los gobernantes del estado actual de Israel prefieren morir matando).

IMG_9794Sabe morir tras una vida cargada de esperanza: deja todo, absolutamente todo, para que se eleve así la luz mesiánica del Cristo. Esta es  su palabra y canto, es la actitud de Simeón. Parece una actitud hermosa, muy judía, pero es claro que no todos los judíos se hallarán dispuestos a compartirla, uniendo como aquí se hace la luz de los gentilescon la gloria del pueblo de Israel (2, 32). Un tipo de luz, un tipo de fuego de candela tiene que morir (tema latente de Ex 3; muere porque no muere, se alegra muriendo).

Ahora puedes dejar a tu siervo morirse en paz, morir con gozo, cantando el último canto de la vida. Lo que muere así no es sólo Simeón; muere una forma de entender el pueblo israelita; acaba un tipo de templo, una experiencia de la historia y nacionalidad judía, tal como lo muestra toda la obra de Lucas (Lc y Hech).

Jesús suscita así una crisis de muerte y nuevo nacimiento. Para que el camino de  promesa triunfe (en plano universal) tiene que morir Simeón (un modo de entender y de asumir el pueblo israelita de forma particular). Simeón  acepta esa muerte, pero muchos judíos se alzarán con fuerza en contra de la crisis que Jesús suscita. Por eso, al vincularse al nuevo niño mesiánico, María misma queda dentro de esa crisis.

Ésta ha de ser la oración de nuestra iglesia-humanidad 2025.Sólo si estamos dispuestos a morir en paz, dando gracias a Dios, podremos vivir en lo que viene, es decir, en los que vienen. Sólo si muere nuestra iglesia podrá nacer la verdadera, la nueva iglesia.

-María debe aceptar su espada. María es Israel, es la iglesia, es la nueva humanidad (Lc 2, 33-35)

 Simeón muere, no mata. Muere gozoso porque la historia cambia culmine, se consume y se consuma. Él representa al Israel que muere…. María, en cambio representa al Isael que nace, asumiendo la espada de la vida, con Jesús…,

Las palabras de Simeón crean gran sorpresa: son como una puerta que se abre al dolor de lo desconocido. Ellas no pueden discutirse o razonarse, nunca lograremos entenderlas, pues son como misterio de Dios que llega al alma, revelando su verdad más honda.

Así las reciben María y José, admirándose por ellas (2, 33). Simeón no les responde; simplemente les bendice (2, 34). Ha bendecido a Dios, dándole gracias por el niño que colma su esperanza y le permite ya morir en paz (2, 28). Ahora bendice a los padres (2, 34), pidiendo a Dios que ellos consigan cumplir bien su tarea, para estar acompañando al niño en los caminos de su crecimiento y entrega mesiánica.

Hasta aquí todo es normal: los padres (María y José) participan de la suerte y tarea del niño. Pero de pronto Simeón  prescinde del padre José  (como suponía la escena de las purificaciones: 2, 22-24) y se centra en el destino y suerte de la madre, asociándola de un modo abismalmente profundo con el hijo. Ella aparece aquí como el espejo limpio donde el futuro de Jesús puede mirarse: ella es su madre y a la vez su compañera. Leer más…

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Infancia: En la Fiesta de la Presentación del Señor.

Domingo, 2 de febrero de 2025

 

Del blog Nova Bella:

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Miramos el mundo una única vez,

en la infancia.

El resto es memoria.

*

Louise Gluck

***

Cuarenta días después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación del Señor, acontecimiento del que habla el evangelista Lucas en el capítulo 2. En Oriente, la celebración de esta fiesta se remonta al siglo IV, y desde el año 450 se denomina “Fiesta del Encuentro”, porque Jesús “encuentra” el templo y sus sacerdotes, pero también a Simeón y Ana, figuras del pueblo de Dios. Hacia mediados del siglo V, la fiesta también se celebra en Roma. Con el tiempo, se añadió a esta fiesta la bendición de las velas, para recordar a Jesús “Luz de los Gentiles”.

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Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo

-«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:

-«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

*

Lucas 2, 22-40

***

Cómo se comporta Simeón ante la grandiosa perspectiva que ve abrirse para su pueblo, en el despuntar de los nuevos tiempos mesiánicos? Con pocas palabras, nos enseña el desprendimiento, la libertad de espíritu y la pureza de corazón.

        Nos enseña cómo afrontar con serenidad ese momento delicado de la vida que es la jubilación. Simeón mira su muerte con serenidad. No le importa tener una parte y un nombre en la incipiente era mesiánica; está contento de que se realice la obra de Dios; con él o sin él, es asunto que carece de importancia.

        El Nunc dimittis no nos sirve sólo para la hora de nuestra muerte o de nuestra jubilación. Nos incita ahora a vivir y a trabajar con este espíritu, a liberar la casa que construimos, pequeña o grande, de modo que podamos dejarla con la serenidad y la paz de Simeón. A vivir con el espíritu de la pascua: con la cintura ceñida, el bastón en la mano, puestas las sandalias, preparados para abrir al mismo Seńor cuando llame a la puerta.

        Para poder hacer esto, es necesario que también nosotros, como el anciano Simeón, ‘estrechemos al niño Jesús en nuestros brazos’. Con él estrechado contra nuestro corazón, todo es más fácil. Simeón mira con tanta serenidad su propia muerte porque sabe que ahora también volverá a encontrar, más allá de la muerte, al mismo Señor y que será un estar todavía con él, de otro modo.

*

R. Cantalamessa,

Los  misterios de Cristo en la vida de la Iglesia,

Edicep, Valencia 1993.

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

Hoy se cumple esta Escritura.

Domingo, 2 de febrero de 2025

Hoy celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, pero no nos resistimos a meditar el evangelio que corresponde al IV domingo del Tiempo Ordinario con el que coincide este año:

© Carmelo Blazquez 2013

© Carmelo Blazquez 2013

 

Claridad

Decir el pan, la lucha, el gozo, mel llanto,
el monótono sol, la noche ciega.
Verter la vida en libación de canto,
vino en la paz y sangre en la refriega.

Desnuda al viento mi palabra os llega.
Sobre la plaza de la fiesta canto.
Pido que todos entren en la siega.
Vengo a espantar las fieras del espanto.

Mediterráneamente luminosa
escancio en mi palabra cada cosa,
vaso de luz y agua de verdad.

Si el Verbo se hace carne verdadera,
no creo en la palabra que adultera.
Yo hago profesión de claridad.

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera, Sal Terrae, 1986

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En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

– “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían:

– “¿No es éste el hijo de José?”

Y Jesús les dijo:

“Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.” Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, mas que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, mas que Naamán, el sirio.”

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

*

Lucas 4, 21-30

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Me parece urgente volver a tomar conciencia de la naturaleza profética de la Iglesia. Fue en Pentecostés cuando nació como pueblo profetice Pero esta vocación significa prestar una atención constante a la venida del Reino de Dios en la historia. Testimonio, palabra y sabiduría son las tres manifestaciones de la cualidad profética de la Iglesia. Ahora bien, en la raíz del testimonio de vida y de la palabra explícita está el «sentido de la fe». Hablar de «sentido de la fe» significa reconocer que cada cristiano, al esforzarse por ser fiel a Cristo y a la inspiración de su Espíritu, recibe una iluminación que le permite discernir lo que debe o no debe hacer. Puede encontrar, en una situación concreta, lo que requiere la fe. Con todo, debe verificar, evidentemente, con los otros eso que intuye.

El profetismo no es una predicción del futuro, sino una lectura honda del presente. A partir de esta lectura, podemos detectar qué palabra y qué acción son urgentes. En una Iglesia que ya no se encuentra en una posición de fuerza en la sociedad, el cristiano vuelve a disponer de la posibilidad de lanzar una propuesta más libre y un testimonio más convincente: dice lo que tiene que decir, expresa lo que considera que está obligado a expresar. Ser profeta hoy podría significar disponer de la libertad de ser una instancia crítica, considerando con desprendimiento las seducciones actuales: individualismo, comodidad, seguridad… La conciencia escatológica que habita en la vocación cristiana debe infundir el valor necesario para ir contracorriente en algunas cuestiones, como la familia y la esfera conyugal.

La respuesta cristiana echa sus raíces en una elevada concepción del ser humano y en la convicción de que no estamos atados a la repetición de lo que siempre es igual: de que es posible la novedad. El cristianismo debe manifestar hoy su capacidad de humanización del hombre, que es la vía de la verdadera divinización.

*

B. Chenu,
«La chiesa popólo di profeti», en Parola spiríto e vita 41 [2000],
238-239.246, passim.

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“Nadie está solo”. (Lucas 4,21-30)

Domingo, 2 de febrero de 2025

IMG_9718Todavía hoy se da entre los cristianos un cierto «elitismo religioso» que es indigno de un Dios que es amor infinito. Hay quienes piensan que Dios es un Padre extraño que, aunque tiene millones y millones de hijos e hijas que van naciendo generación tras generación, en realidad solo se preocupa de verdad de sus «preferidos». Dios siempre actúa así: escoge un «pueblo elegido», sea el pueblo de Israel o la Iglesia, y se vuelca totalmente en él, dejando a los demás pueblos y religiones en un cierto abandono.

Más aún. Se ha afirmado con toda tranquilidad que «fuera de la Iglesia no hay salvación», citando frases como la tan conocida de san Cipriano, que, sacada de su contexto, resulta escalofriante: «No puede tener a Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia por Madre».

Es cierto que el Concilio Vaticano II ha superado esta visión indigna de Dios afirmando que «él no está lejos de quienes buscan, entre sombras e imágenes, al Dios desconocido, puesto que todos reciben de él la vida, la inspiración y todas las cosas, y el Salvador quiere que todos los hombres se salven» (Lumen gentium 16), pero una cosa son estas afirmaciones conciliares y otra los hábitos mentales que siguen dominando la conciencia de no pocos cristianos.

Hay que decirlo con toda claridad. Dios, que crea a todos por amor, vive volcado sobre todas y cada una de sus criaturas. A todos llama y atrae hacia la felicidad eterna en comunión con él. No ha habido nunca un hombre o una mujer que haya vivido sin que Dios lo haya acompañado desde el fondo de su mismo ser. Allí donde hay un ser humano, cualquiera que sea su religión o su agnosticismo, allí está Dios suscitando su salvación. Su amor no abandona ni discrimina a nadie. Como dice san Pablo: «En Dios no hay acepción de personas» (Romanos 2,11).

Rechazado en su propio pueblo de Nazaret, Jesús recuerda la historia de la viuda de Sarepta y la de Naamán el sirio, ambos extranjeros y paganos, para hacer ver con toda claridad que Dios se preocupa de sus hijos, aunque no pertenezcan al pueblo elegido de Israel. Dios no se ajusta a nuestros esquemas y discriminaciones. Todos son sus hijos e hijas, los que viven en la Iglesia y los que la han dejado. Dios no abandona a nadie.

José Antonio Pagola

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“Mis ojos han visto a tu Salvador”. Domingo 02 de febrero de 2025. Presentación del Señor. Ciclo C

Domingo, 2 de febrero de 2025

13-Presentacion-TO-scaledLeído en Koinonia:

Malaquías 3,1-4: Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis.
Salmo responsorial: 23: El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
Hebreos 2,14-18: Tenía que parecerse en todo a sus hermanos
Lucas 2,22-40: Mis ojos han visto a tu Salvador.

El domingo del tiempo ordinario que correspondería celebrar, se ve desplazado en este domingo por la celebración de «La presentación del Señor», fiesta del 2 de febrero. No importa demasiado, porque no estamos en un tiempo «fuerte» del año litúrgico, ni los domingos del llamado «tiempo ordinario», en el que estamos, guardan un sentido mínimo de secuencia que pudiera verse alterada. Aunque hace unas cinco semanas hemos celebrado la navidad, y hace menos de un mes el «bautismo del Señor» –en el que lo dejábamos ya con sus treinta años–, hoy, inesperadamente volvemos atrás, de un día para otro, para poner en el centro de la atención del foco litúrgico al niño Jesús presentado en el templo. Son cosas que la reforma litúrgica conciliar no se atrevió a «racionalizar un poco más». El 2 de febrero no es ningún aniversario histórico de la presentación de Jesús en el templo, de forma que se puede desligar perfectamente de esa fecha y ponerla en un lugar más razonable dentro del desarrollo del «año litúrgico». (Otro tanto pasa a varias fiestas y solemnidades, que nos traen y nos llevan hacia adelante y hacia atrás en el año litúrgico, sin más razón que la mera tradición de las fiestas litúrgicas populares).

Pero eso sería sólo uno de los problemas. Otro, más importante, situado a un nivel más profundo, es la plausibilidad misma de hacer de estas escenas de los evangelios de la infancia una celebración litúrgica tan importante que «vence sobre la celebración del domingo» correspondiente. ¿Estamos seguros de que el hombre y la mujer de hoy se sentirán bien al verse sorprendidos este domingo, al entrar este domingo en la Iglesia y ver girar todo en torno a la escena del niño presentado en el templo? Es bien conocida la escena para los biblistas e incluso para los cristianos laicos asiduos a la catequesis bíblica; ¿pero será una escena susceptible de montar sobre ella un mensaje inteligible para el hombre y la mujer de hoy? ¿O sería mejor que la arquitectura del año litúrgico se montara sobre una visión más amplia, más actual, menos encerrada en las páginas bíblicas? Creemos que sí. Y lo decimos, para no cooperar con nuestro silencio a la sensación falsa de que «aquí no pasa nada», todo está bien en la liturgia de la Iglesia católica, sólo son las personas cristianas descreídas las que van abandonando masivamente —por decenas, o centenas de millones— las que abandonan la práctica de la liturgia dominical.

Para quienes no comparten este punto de vista crítico, montar una homilía «tradicional» no les resultará difícil. Les recomendamos acudir a los comentarios bíblico-litúrgicos oficiales, o a las notas de la misma Biblia, e instalarse y sumergirse en el escenario de la «teología bíblica» propia de los evangelios de la infancia. Los oyentes habituales, ya acostumbrados, aprietan la tecla correspondiente, y son capaces de escuchar con toda naturalidad esa teología de hace casi dos mil años; tiene un encanto propio, que seduce y calma los espíritus. Quienes no gustan de ser retrotraídos al mundo mental de esas argumentaciones y representaciones —principalmente los jóvenes— hace tiempo que han abandonado la liturgia.

En cuanto a la historicidad del relato, de esta escena neotestamentaria, ya sabemos que se trata de una construcción teológica, escrita varias décadas después de cuando pudo tener lugar y, con toda verosimilitud, sin ningún recuerdo histórico de base; está construida toda ella, como es fácil adivinar, en función de reinterpretar al Jesús nazareno muerto en la cruz en el marco de esa visión profética y mesiánica de la que echa mano el texto del evangelio de hoy. Es bien conocido.

Por otra parte la Iglesia católica celebra hoy la Jornada de la Vida Religiosa.

En primer lugar muchos se preguntarán por qué escogieron (ha sido hace bien pocos años) por qué se ha escogido esta fecha-celebración para celebrar en ella la jornada de la vida religiosa. ¿Se preguntarán a quién preguntaron quienes decidieron, o si tales personas que decidieron eran miembros de la vida religiosa o si, al menos, la conocían. Porque todo parece indicar que la naturaleza de la vida religiosa es bien difícil de relacionar con esa escena del evangelio —si es que concebimos la vida religiosa con suficiente rigor—. A quienes quieran aprovechar la ocasión para presentar ante el pueblo de Dios una reflexión sobre ella, les será difícil —o demasiado artificioso— tratar de relacionarla con «la presentación del Señor». Será mejor que cambien los textos, o que sencillamente presenten el tema sin pretender crear una relación artificial con el texto.

La vida religiosa institucionalizada en la Iglesia no arranca desde el principio del cristianismo. Surgió espontáneamente, desinstitucionalizadamente, y fue sólo más tarde cuando se fue institucionalizando. Como tantas otras cosas, acabó no sólo institucionalizada, sino «cautiva» de la institución.

Puede ser bueno recordar que, hace sólo cincuenta años, hasta el Concilio Vaticano II, hablábamos de la vida religiosa en términos de «la vida de perfección en la Iglesia». Era el «estado de perfección», el más perfecto (poniendo aparte el estado episcopal, del que se decía que era el «estado de perfección adquirida», status perfectionis adquisiate, frente al de los religiosos, que sólo era estado de perfección por adquirir, status perfectionis adquirendae).

Con el Concilio implosionó toda aquella teología y se derrumbó sin dejar rastro, quedó totalmente abandonada, prácticamente de golpe. Comenzó a hablarse de los consejos evangélicos y del «seguimiento de Jesús». Era un nuevo camino, sin retorno; nunca volveríamos atrás.

Ya en el posconcilio surgió la teología de los carismas religiosos: cada «familia espiritual» en la Iglesia se constituye en torno a un carisma fundacional (gracia) otorgadi por Dios al fundador/a, no para él mismo/a, sino como una «gracia trasmisible» destinada a ser compartida con otros y prolongada en la historia mediante la misión de esa familia religiosa. Las congregaciones se volcaron —empujadas por la Iglesia misma— a la tarea de (re)descubrir el carisma de su fundador y su propio carisma. Esta teología de los carismas ha sido una creación realmente feliz y ha prestado un servicio muy interesante a la identidad y misión de las familias espirituales, de las congregaciones religiosas.

Pero podemos decir que ya está superada. Los tiempos han cambiado demasiado. La problemática conciliar ha quedado enteramente desplazada por nuevas cuestiones, muy profundas, que en aquellos tiempos no podían ser captadas ni imaginadas. Hace tiempo ya que la teología de la vida religiosa ha evolucionado hacia planteamientos más profundos y existenciales. La vida religiosa sería fundamentalmente radicalidad. Todos los humanos somos religiosos, tenemos esa dimensión profunda en nuestra existencia; pero hay personas en las que esa dimensión se convierte en central y dominante, hasta el punto de poner entre paréntesis dimensiones muy naturales y «normales» de la vida (matrimonio, paternidad/maternidad, independencia, proyecto familiar, y a veces profesionalidad civil). La vida religiosa se puede identificar por la «liminalidad» que representa en su realización (ese estar en el limen, en el límite de la experiencia religiosa.

Esta perspectiva ha ampliado notablemente el concepto de la vida religiosa, a saber: no se trata de un concepto netamente cristiano, sino profundamente humano; la vida religiosa no sería cristiana (no la fundó Jesús), sino que está presente en muchas religiones y es una realidad de la vida humana, incluso civil (hay formas y estados de vida en los que el sujeto hipoteca aspectos y dimensiones naturales «normales» de su vida, para vivir en la radicalidad del compromiso y de la entrega).

Dentro del cristianismo, la vida religiosa sería el seguimiento radical de Jesús. Y ahí surge una dificultad grave: la forma canónica de la vida religiosa católica no puede identificarse con esa definición, porque está marcada por una fundamental «cautividad institucional»: no pone, no puede poner todo bajo el seguimiento de Jesús; por encima de este seguimiento está en última instancia la autoridad incontestable e incuestionable de la institución eclesiástica. Los institutos religiosos han de ser aprobados canónicamente para existir. Una vez aprobados no son ya una iniciativa libre de seguimiento radical de Jesús, sino una institución canónica de la Iglesia católica, sobre la que siempre pesa la hipoteca de la sumisión a la autoridad eclesiástica, externa a la familia religiosa, por encima incluso de lo que los religiosos en cuestión perciban en conciencia como exigencia de la radicalidad, del seguimiento radical de Jesús. El conflicto de la profecía y la radicalidad de los religiosos frente a las imposiciones de las congregaciones vaticanas (para la vida religiosa o para la doctrina de la fe), lo hemos vivido clamorosamente en las últimas décadas: religiosos que se querían comprometer con los pobres, que elaboraban una teología profética, que renovaban sus constituciones en la línea de la espiritualidad de la liberación… y que no podían hacerlo porque, en Roma, los monseñores de turno —la mayor parte de las veces no religiosos— simplemente lo prohibían. En la iglesia católica la vida religiosa puede ser seguimiento de Jesús sólo hasta donde el derecho canónico lo permite y/o hasta donde la curia vaticana lo consiente, no seguimiento radical-liminal de Jesús. Es una de las reformas profundas pendientes en la Iglesia.

En esta situación, no tiene de extraño que haya muchas formas de «vida radical» fuera de la vida religiosa católica, en el amplio mundo del Pueblo de Dios: personas que entregan radicalmente su vida a causas generosas y desinteresadas, libres de mediaciones institucionales.

Será bueno aprovechar la homilía para exponer con claridad a los fieles, por unos pocos minutos, la naturaleza evangélica de la vida religiosa, y la necesidad de dejarle renovarse liberándola de toda cautividad institucional. Leer más…

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2.2.25.Luz de Dios, no venganza, de Simeón a Simeón, de Judit a María. Meditación de Candelas

Domingo, 2 de febrero de 2025

IMG_9748Del blog de Xabier Pikaza:

El próximo domingo, 2.2.25 celebramos con la tradición el fin del tiempo de Navidad, la fiesta de la de la paz, vinculando a dos varones y dos mujeres: (a) Por un lado está Simeón “guerrero” de la venganza israelita, con Judit cortando el cuello al enemigo. (b) Por otro lado está Simeón, el anciano de la paz que acoge a Cristo en sus brazos niño diciendo “ahora Señor puedes dejar a tu siervo morir en paz y diciendo a su madre que llevará siempre la espada de Dios en sus entrañas

No es normal que esta fiesta que han celebrado hasta ayer nuestros mayores  se olvide actualmente. Me parece justo retomarla como fiesta de la “candelaria” como día de paz, con el nuevo Simeón y con María, ante Jesús, Candela de paz.

Introducción. La Biblia de las venganzas de Dios. IT

 En la línea de mi postal r puede situarse la oración del Eclesiástico, que recoge testigo de la venganza de Dios:

Sálvanos, Dios del universo, infunde terror a todas las naciones… Despierta la ira, derrama la cólera, doblega al opresor, dispersa al enemigo… Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre; de Israel a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo (Eclo 36, 1-2. 8-9. 17-18).

En esa línea puede situarse el motivo central de 2 Macabeos 14-15, pero en lugar de Antíoco IV hallamos al rey donde el general perverso cae vencido en el campo de batalla por Judas Macabeo el guerrero de la venganza de Dios. En un contexto semejante aparece Judit, la judía vengadora, que vende y mata (degüella) a Holofernes,  guerrero infernal que que quiere destruir toda la tierra (cf. 2Mac 15,34-36; Jud 13, 9-10; 14, 6-13) [1].

Judit es la nueva la heroína de  Israel, lo mismo que David en otro tiempo, al matar a Goliat y cortar su cabeza (cf 1Sam 17). Pero el tiempo de Judit ya no es tiempo de varones guerreros  como “David (pues no los hay, todos están atemorizados),   de mujeres fuertes que arriesgan su vida y alcanzan victoria con la ayuda del Dios de la venganza que se opone a Nabucodonosor, signo de los reyes opresores del mundo:

 ‒Por un lado está Nabucodonosor que se hace dios sobre la tierra, apareciendo así como enemigo del verdadero de Judá/Jerusalén. A su lado está Holofermes que representa el poder militar casi absoluto de ese rey anti-divino; da la impresión de que no tiene fallo alguno, no hay resquicio de debilidad en su estructura y fuerza combativa.

A otro lado está Judit, la bella y valiente judía que confía en el Dios verdadero y destruye el poder del falso y perversodios del mundo. Frente al poder brutal de los pueblos viene a triunfar la fe superior de la mujer, conforme a un tema expresamente desarrollado en 3 Esdras 3-5: fuerte es el vino, más fuerte el rey (guerrero), pero más fuerte todavía la mujer activa.

De esta forma, reflejando la política del tiempo, el libro nos introduce en la complejidad de los poderes humanos. Lo mismo que David, bello muchacho, venció con su honda frágil al durísimo guerrero Goliat, Judit, viuda bella “pero” religiosa, derrotó con la panoplia de su seducción al invencible general asirio, en el momento de suprema confusión del pueblo, cuando las autoridades de la ciudad simbólica (Betel/Betulia) deciden entregarse al enemigo, si las cosas no mejoran (Jud 7). Ella es la que dicta la más honda lección de teología vengadora  a los judíos sitiados, pidiendo tiempo para realizar suplan. Ellos lo conceden, sin saber de que se trata (Jud 8), un plan que ella (descendiente de Simeón, el vengador antiguo) presenta ante Dios en oración:

Señor Dios de mi padre Simeón a quien pusiste en la mano la espada, para vengar a los extranjeros que violaron la matriz de una virgen para mancharla, que desnudaron sus partes para vergüenza y profanaron su matriz para deshonra; aunque tú habías dicho (no se actúe así! ellos lo hicieron. Por eso entregaste sus jefes a la muerte; y su lecho, envilecido por su engaño, con engaño quedó ensangrentado; heriste a esclavos con sus señores y a los señores con sus tronos. Entregaste sus mujeres al pillaje, sus hijas a la cautividad; y todos sus despojos fueron repartidos entre tus hijos queridos.

            Aquí está los asirios, crecidos en su fuerza, orgullosos por sus caballos y jinetes, ufanos con el vigor de su infantería confiados en sus escudos, lanzas, arcos y hondas; no reconocen que tú eres el Señor que pones fin a las guerras.  Tu nombre es Señor: destruye su poderío con tu fuerza, aplasta con tu cólera su dominio. Porque han decidido profanar tu santuario, manchar el tabernáculo donde descansa tu nombre glorioso, echar abajo con la espada los cuernos de tu altar.  Mira su arrogancia, descarga tu ira sobre sus cabezas,  pon en mi mano de viuda la fuerza para hacer lo que he pensado.

Aplasta por la seducción de mis labios al esclavo con el señor y al señor con su criado;   quebranta su altivez por mano de una mujer.  Pues tu poder no está en el número ni tu imperio en los poderosos; sino que eres Dios de los humildes, defensor de los pequeños, protector de los débiles, animador de los desanimados, salvador de desesperados…  Haz que todo tu pueblo y todas las tribus conozcan y sepan que tú eres el único Dios, Dios de toda fuerza y poder y que no hay nadie que proteja a la raza de Israel fuera de ti (Jud 9, 2-14) [2].

          Judit ha puesto su oración y gesto sobre el trasfondo de una historia de durísimo talión: Simeón y Leví vengaron antaño la “afrenta” de Dina, su hermana, violada/utilizada por Siquem el cananeo. Ellos, Simeón y Leví,  mataron a todos los varones del lugar, después de haberlos engañado y debilitado con astucia, en un gesto que el libro del Génesis condena o, por lo menos, no ensalza (cf. Gen 34, 30-31; 49, 5-7). Pues bien, la nueva teología judía   (cf. Jub 30; Test Leví) rehabilita a Simeón: es bueno vengar con sangre la afrenta de sangre que se hace a los judíos.

         La oración de Judit asume y reelabora aquella saga de la venganza de Simeón actualiza y repetida por Judit, que degüella con engaño al cruel pero simple Holofernes.     Desde este fondo ha de entenderse la oración que vincula el gesto de Simeón y el de Judit. En ese contexto ella define al Señor como Dios de Simeón, Dios de venganza:

 ‒Dios de Simón, Dios de Judit (Jud 9, 2-4).Éste es el Dios de Finés/Pinjás, sacerdote vengador, que mata al hebreo que pacta con la cananea (Núm 25,7-11 y a Ex 2,23).  Este es el Dios de la judía (Judit) que emerge como nuevo Simeón, pidiendo la ayuda de Dios, Señor celoso que protege el honor de su pueblo   para engañar y destruir a los contrarios. Como los hijos mayores de Jacob/Israel (Simeón y Leví) debían vengar, por ley tribal, a la hermana maltratada, así Judit, heroína mayor de Israel, pide a Dios venganza y se dispone a castigar a los extranjeros: matar a sus jefes y herir a esclavos con señores, entregando al pillaje a todas las familias enemigas. Sobre un fondo de fidelidad y celo de Dios, que cuida de la suerte de su pueblo, emerge aquí la más violenta acción de engaño/guerra. El Dios de Judit es salvación por la venganza astuta; es expresión de la debilidad (Judit) hecha más fuerte que la pura fuerza de Holofernes.

‒ Dios eterno de venganza (Jud 9,5-6). Eternidad significa continuidad salvadora; el gesto de liberación y venganza, realizado en otro tiempo a través de Simeón, viene a convertirse en paradigma de su acción perpetua (la de antes, la de ahora, la de luego). Por eso, cuando Judit eleva su plegaria ante la omnipotencia y omnisciencia de Dios no se presenta ante algún desconocido, sino ante el Dios de la historia de su pueblo. En este contexto, se expresa la acción del Dios eterno, que diciendo hace las cosas en contra del dios falso, Nabucodonosor/Holofernes que dice y no cumple lo dicho (cf.  2,1-13). Éste es el Dios de la guerra santa, el Dios militar de Sión y de la tradición guerrera de Israel, de la que Judit toma los pensamientos y palabras de su plegaria (cf. Ex 15,1-17 y 1 Rey 18-19).

En ese contexto, los enemigos asirios (en realidad los babilonios) aparecen como anti-Dios, la fuerza estatal divinizada, el poder militar que pretende aparecer como absoluto. Estrictamente hablando, ellos son el ídolo supremo, signo del hombre que se vuelve antivino por la conquista y la venganza. Ellos son el Son pecado siempre repetido: se colocan en lugar de Dios y quieren destruir su santuario/tabernáculo/altar, es decir, los tres signos privilegios de la presencia divina en el mundo, conforme a la visión israelita. Contra ellos emerge el Dios Israelita, representante de una fuerza y venganza más alta:

 ‒Sólo Dios es el Señor, Kyrios de la historia. Este es el Dios que, conforme a la experiencia de la guerra santa (en cita de Ex 15,3 LXX), pone fin a toda guerra; no necesita luchar por medio de un ejército; no se apoya en los soldados y las armas, como los asirios, sino que demuestra su poder a través de la debilidad de Judit, mujer vencedora.

Judit es mediadora de la victoria/venganza de Dios. Ella es débil, una simple viuda(Jud9,9), mujer que debía hallarse sometida a la violencia o prepotencia de otros. No empuña la romphaia o espada cortante de su padre Simeón (9,2); pero tiene buena mano y puede actuar; tiene labios de mentira(apatês) y desea engañar para matar a los perversos. Esto es lo que ofrece a Dios, esto es lo que pone al servicio de su pueblo: una mano de viuda/mujer, una astucia de labios seductores.

En vez de Judit, matando a Holofernes, viene María con la paz de Cristo su hijo

Así lo ha entendido y presentado el evangelio de Lucas en la escena de la purificación/presentación de María y de su hijo. Ella es la nueva Judit (pero con un sentido inverso/adverso). Pero en vez de encontrarse con el patriarca Simeón, héroe de la venganza de Israel, ella se encuentra en el tempo con un anciano de paz, símbolo del verdadero Israel, llamado también Simeón:

22Cuando se cumplieron los días de su purificación,según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor…25Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel…  Le había sido revelado por el Espíritu Santoque no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.  27Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, 28Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29«Ahora, Señor, según tu promesa,| puedes dejar a tu siervo irse en paz.3 0Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: 32luz para alumbrar a las naciones | y gloria de tu pueblo Israel».33Su padre y su madre estaban admiradospor lo que se decía del niño (Lc 2, 22-33)

  Éstos son los temas princípiales de la escena: Paz para Israel, luz para las naciones…  Éste es el día de la Candela, lluz de Cristo, luz de su madre Israel,  salvación para los pueblos, verdadera purificación…Así lo ratifica Simeón, el israelita piadoso que toma en brazos entonando su canción de despedida:

Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz…,porque han visto mis ojos tu Salvación,luz para revelación de los gentiles y gloria de tu pueblo Israel (Lc 2, 29-32)

 Al decir a Dios que quiere (puede) morir, Simeón hace suya la historia del pueblo de la alianza: Ha cumplido su tarea de vigía mesiánico, ha mantenido por siglos (milenios) la espera y por fin ha visto y ha palpado al portador de la salvación que es Jesús, gloria de Israel y revelación, luz para los gentiles. Todo final es muerte y Simeón que lo conoce, está dispuesto a morir, sabiendo que esa muerte (la del Cristo, la suya como israelita) es para bien/luz de los gentiles y gloria de Israel (las dos cosas van unidas, morir y ser luz para los gentiles).

Por eso, el canto de bendición de Simeón a Dios con el niño en brazos es un culto de amor y vida universal, de israelitas y gentiles a la vez, no de unos contra otros. El anciano Simeón está dispuesto a morir ya, en amor colmado de esperanza, con todo lo que ha hecho y ha sentido a lo largo de los siglos el pueblo israelita, con todo lo que han buscado y sufrido los gentiles.

Con Jesús termina el tiempo del templo, se han cumplido los ritos de preparación particular de Israel, sólo queda el por-venir universal de Dios en Cristo que nace como niño, para empezar la nueva humanidad desde la infancia. Lo que así termina no no es sólo la vida de Simeón; sino una forma de ser israelita; un tipo de templo, una experiencia de historia y nacionalidad particular judía, tal como lo muestra la obra de Lucas (Lucas y Hechos).

Jesús suscita de esa forma una crisis de muerte y nuevo nacimiento, en forma de conocimiento y comunicación, de vida compartida y de resurrección. Para que el camino de las promesas (de la búsqueda de Israel) se cumpla de un modo universal tiene que morir Simeón, pero sigue viviendo en María, la madre de Jesús que asume en su corazón/alma de creyente la vida y destino de todos los hombres, como le dice Simeón, del modo más solemne:

Tu hijo es signo de caída y resurrección de muchos en Israel,una señal controvertida (σημεῖον ἀντιλεγόμενον),y a ti misma una espada atravesará el alma (τὴν ψυχὴν),para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones(ἐκ πολλῶν καρδιῶν διαλογισμοί., cf. Lc 2, 35)

Cristo, Hijo de María, será causa de caída (muerte) y resurrección, de fracaso y cumplimiento del Primer Testamento en el Segundo, de muchos de Israel, a favor o en contra de la Iglesia. No todos se alegrarán de su venida; no todos cantarán ante él, no todos entonarán el himno de muerte del anciano israelita, sino que muchos se alzarán en contra del mesianismo de Dios y perderán al fin su vida (su esperanza). Esta ha sido la experiencia más sangrante de la iglesia antigua, tal como aparece en los evangelios de Marcos y Mateo, tal como la revive Pablo y como Lucas la recoge luego en Hechos. El mismo Jesús que ha venido a ofrecer la paz para Israel se ha convertido en principio de lucha, controversia y muerte para muchos judíos.

Una paz que se alcanza por dolor

 Jesús será bandera o señal discutida; ante ella se alzarán, litigarán unos con (contra) otros, judíos de un tipo y de otro. Lo que antes fue gozosa esperanza (todos se unirán, transformados) viene a convertirse en voz de llanto, profecía de desdichas. Precisamente aquí se inscribe la tarea y respuesta de María. La batalla por Jesús viene a librarse dentro de su alma o psiché de María, que  ilumina por dentro con Cristo, de forma que en ella se expresan los pensamientos de muchos corazones, en camino de sufrimiento y vida de los hombres, a quienes Jesús ilumina con su vida. Leer más…

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Seis imágenes de Jesús. Fiesta de la presentación en el templo. 2 de febrero

Domingo, 2 de febrero de 2025

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Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Este año 2025, el 4º domingo del Tiempo Ordinario cede el puesto a la fiesta de la purificación de María y de la presentación de Jesús en el templo. La Presentación recuerda que Dios es el autor de la vida, y se simboliza con la ofrenda del primogénito, de acuerdo con la ley contenida en Éxodo 13,2.11-12. La Purificación, que la mujer, al dar a luz, ha estado en contacto con algo misterioso; ha quedado «impura», aunque no en el sentido de haber hecho algo malo o haber contraído una mancha; tiene que purificarse, como prescribe Levítico 12,1-8.

            Hoy día, nadie entiende que una mujer quede «impura» por haber tenido un hijo y deba ofrecer algo en compensación. En cuanto a la ofrenda del primogénito, aunque el cristiano está convencido de que la vida es don de Dios, no ha sido educado en la necesidad de expresarlo mediante la entrega del primogénito y su posterior rescate.

            Los textos de la liturgia ofrecen seis imágenes complementarias de Jesús. Imaginemos a cinco personajes (Malaquías, un salmista, el autor de la Carta a los Hebreos, el anciano Simeón, la profetisa Ana) que ven entrar al niño en el templo. Cada uno emitirá su opinión sobre cómo lo considera y lo que espera de él.

  1. El mensajero terrible y purificador (Malaquías 3,1-4).

Así dice el Señor:

-«Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.»

Las primeras frases encajan muy bien con la fiesta de hoy: la entrada en el templo de Jesús. Pero el tono cambia de repente. No es una venida pacífica y festiva. Viene a purificar a los levitas, responsables del culto, cuyo comportamiento deja mucho que desear. Esta segunda parte sería más fácil relacionarla con la purificación del templo llevada a cabo por Jesús al principio de su vida (según Juan) o al final (según los Sinópticos). La lectura podría interpretarse como anuncio de lo que ocurrirá más tarde. Según Lucas, Jesús solo va dos veces al templo: ahora, cuando niño, y antes de morir, para purificarlo. Aunque Malaquías se dirige a los levitas, nos invita a todos a examinar si hacemos al Señor nuestra ofrenda como es debido.

  1. El rey de la Gloria (Salmo 23)

Este salmo se cantaba probablemente cuando el Arca de la Alianza entraba en el templo. Aplicándolo a Jesús, se repite como un estribillo que él es el Rey de la Gloria.

El Señor, Dios del universo, es el Rey de la gloria.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. 

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. 

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios del universo. Él es el Rey de la gloria.  

  1. Un hermano de nuestra carne y sangre (Hebreos 2,14-18)

A diferencia del Salmista, el autor de esta carta subraya la humanidad de Jesús, que lo hace igual a todos nosotros. No es un ángel. Y esa igualdad le permite morir y sufrir, dos cosas esenciales en la vida humana; y con ello, ser compasivo y auxiliar a los que pasan por la prueba del dolor.

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

  1. El que da sentido a mi vida (Simeón)

A través de este anciano perfecto Lucas transmite un mensaje a todos los cristianos: lo único que da sentido a su vida es esperar al Mesías; cuando lo tiene en sus brazos, ya puede morir en paz.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.»

  1. Luz de las naciones, gloria de Israel (Simeón)

«Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Simeón es también profeta y puede revelar algo nuevo Jesús: será luz de las naciones. Un israelita de pura cepa que no se encierra en los privilegios de su pueblo sino que tiene una visión universal. Mensaje muy actual en esta época donde el nacionalismo puede desembocar en el tribalismo. En esta imagen de la luz se basa la fiesta de hoy y el rito complementario de la procesión de las candelas (La Candelaria). La liturgia da un enfoque muy personal a esta idea, relacionando los cirios encendidos con la práctica del bien para «llegar felizmente al esplendor de tu gloria». Sin embargo, las palabras de Simeón (y de Isaías) tienen un alcance universal que no podemos perder de vista.

  1. Una bandera discutida (Simeón a María)

«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Como profeta, Simeón también conoce el futuro de Jesús («será una bandera discutida»). El rey de la Gloria, luz de las naciones, gloria de Israel… no será aceptado por todos. Muchos (la mayor parte del pueblo judío) se le opondrá. Esta oposición la sufrirá también María, a la que una espada traspasará el alma, y, consiguientemente, a todos los cristianos.

  1. El libertador de Israel (Ana)

«Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.»

Curiosamente, la visión más política de Jesús la propone una anciana piadosísima, que ha pasado ochenta y cuatro años (12 x 7) de viudez entre ayunos, oraciones y visitas al templo. Pero, cuando ve a Jesús, «hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel»: liberación de los romanos, destitución de Herodes y de sus descendientes, eliminación de las autoridades injustas. «Para servir al Señor libres de nuestros enemigos», como rezaba Zacarías.

  1. Quienes no dicen nada: Los padres de Jesús.

            Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.

Lucas tiene mucho interés en presentarlos como judíos piadosos, observantes de la Ley de Moisés. Una forma indirecta de responder a quienes acusan a Jesús y a los cristianos de despreciar las leyes y tradiciones judías. Pero Lucas, cuando Simeón habla del niño como Salvador de todos los pueblos y gloria de Israel, añade un dato desconcertante: «José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño». ¿Cómo pueden admirarse después de lo anunciado por Gabriel a María, después de una concepción y un parto virginales, después de lo que han contado los pastores? Podríamos decir que la admiración procede de ver cómo se acumulan títulos sobre Jesús: Gabriel lo presentó como rey de Israel; el ángel, a los pastores, como «el Salvador, el Mesías, el Señor». Simeón rompe los límites de Israel y lo presenta como «luz de las naciones». Lucas, a través del asombro de José y María pretende que también nosotros nos asombremos de lo mucho que significará ese pequeño niño de cuarenta días.

            Y para ti, ¿quién es Jesús y qué significa?

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02 de Febrero, 2025. Domingo IV del Tiempo Ordinario. La Presentación del Señor.

Domingo, 2 de febrero de 2025

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Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto ya tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos…”

(Lc 2, 22-40)

Este domingo viene de la mano de la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo y es, además, el día de la vida consagrada.

El fragmento del evangelio que nos presenta la liturgia de esta fiesta nos muestra a Simeón, un “hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él”. Podemos sentirnos identificadas e identificados con Simeón, ver en él a una persona que espera, o mejor dicho, una persona que tiene esperanza. Dice el texto que aguardaba el consuelo de Israel y el Espíritu Santo moraba en él.

Ojalá fuésemos así todas las consagradas y consagrados, toda persona bautizada. Estoy convencida de que si nuestro anhelo profundo fuese el consuelo de nuestra humanidad y nuestro interior estuviera lleno de la Santa Ruah nuestra Iglesia sería diferente y la vida consagrada muy distinta.

Y lo es cuando te encuentras con alguien que vive así su consagración. Sí, por ahí hay muchos “Simeones”, hombres y mujeres que aguardan con los ojos bien abiertos. Personas que tienen “un algo” que atrae y provoca admiración.

Personas consagradas que desde la sencillez y la cotidianidad dejan en nuestra vida un poquito de Dios. Aquella religiosa que nos enseñó las primeras letras. Quienes nos llevaron de campamentos y acompañaron nuestra adolescencia. Una monja o un religioso que ha sabido escucharnos. A quienes hemos visto orar o les hemos pedido que oren por nosotros o por los nuestros.

Oración

Conduce, Trinidad Santa, a la Vida Consagrada por los caminos de la honradez y la misericordia, llena a las personas consagradas de tu Espíritu para que sean un verdadero Consuelo para la humanidad.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La verdadera salvación no vendrá de fuera, ya la tenemos dentro.

Domingo, 2 de febrero de 2025

maxresdefaultDOMINGO 4º (C)

Lc 4,21-30

Seguimos con el tema del domingo pasado. “Hoy se cumple esta escritura”, pero no va a ser como esperan los de su pueblo. En todos los evangelios se habla de los milagros de Jesús como manifestación de su divinidad pero, a la vez, se critica que pretendan poner en las curaciones la salvación ofrecida por Jesús. Una salvación por el poder de Dios, directo o a través de un intermediario, no tiene sentido. Seguimos arrastrando la idea de un dios todopoderoso que pondrá su poder a mi servicio si cumplo unos requisitos.

Hoy se cumple esa Escritura en cada uno de nosotros. Dios la cumple siempre sin tener que hacer nada. Que se cumpla hoy depende exclusivamente de mí. Por no tener en cuenta estos dos planos, la religión nos ha metido por un callejón sin salida y nos ha hundido en la miseria. Seguimos esperando que Dios haga que me toca hacer a mí. Soy yo el que tengo que preguntarme: ¿cumplo yo hoy esa escritura que acabáis de oír?

La Iglesia, ya desde muy pronto, prefirió potenciar en Jesús la idea de Hijo de Dios y se olvidó de la de Mesías; aunque está claro que en los orígenes querían decir lo mismo. Así, la salvación que se pensaba como acontecimiento que debía darse en la historia, se convirtió en la salvación trascendente y ahistórica para el más allá. El mordiente que encerraba la imagen del Mesías se disolvió como un azucarillo. Jesús ya no necesita hacer presente la liberación desde la historia sino desde la estratosfera de su divinidad.

Hemos leído: “todos le daban su aprobación y se admiraban”. Pero hay una alternativa: El verbo (martyreo) = dar testimonio, que se traduce por “dar su aprobación”, cuando está construido con dativo, significa “testimoniar en contra”. Por otra parte, (thaumazo) = Admirarse, significa también extrañarse. La traducción sería: “todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia (para todos) que salía de sus labios”. Así cobra sentido la respuesta de Jesús, que de otro modo, parece que inicia él la gresca.

La importancia de suprimir la última frase del texto de Isaías queda más clara con la explicación que da hoy Jesús. Tiene que rectificar el texto de Isaías, pero menciona a otros dos profetas que avalan esa aparente mutilación. Elías y Eliseo son ejemplos de cómo actúa Dios con relación a los no judíos. Para entenderlo hoy, podíamos decir que Elías atendió a una viuda libanesa y Eliseo a un general sirio. ¡Qué poco han cambiado las cosas! La atención a la viuda de Sarepta y Naamán el sirio deja en evidencia la pretensión de salvación exclusiva que los judíos, como pueblo elegido, pretendían.

El evangelista quiere subrayar que este argumento contundente, no solo no les convence, sino que provoca la ira de sus vecinos que se sienten agredidos porque les echa en cara su ceguera. La tradición de Mc, que copia Mt, no hace alusión ni al texto de Isaías ni a Elías y Eliseo. Esto indica la intención de recalcar la oposición de sus paisanos. Los primeros cristianos se esforzaron por proponer a Jesús como continuación del AT aprovechando cualquier resquicio para demostrar que en él “se cumplen las Escrituras”. Jesús sobrepasó, con mucho, todo lo que pudieron insinuar las Escrituras.

¿No es este el hijo de José? La razón para rechazar las pretensiones de Jesús es que es uno del pueblo, conocido de todos. La grandeza de Jesús está en que, siendo uno de tantos, fue capaz de descubrir lo que Dios esperaba de él. Jesús no es un extraterrestre que trae de otro mundo poderes especiales, sino un ser humano que saca de lo hondo de su ser lo que Dios ha puesto en todos. Habla de lo que encontró dentro de sí mismo y nos invita a descubrir y vivir en nosotros lo mismo que él descubrió y vivió.

El primer rechazo que sufre Jesús en Mateo no viene de los sumos sacerdotes ni de los escribas o fariseos, sino del pueblo sencillo. Sus paisanos ven que no va a responder a las expectativas del judaísmo oficial, y se enfadan. Cualquier visión que vaya más allá de los intereses del gueto (familia, pueblo, nación) será interpretada como traición a la institución. Las instituciones tienen como primer objetivo la defensa de unos intereses frente los intereses de los demás. Incluso nuestra manera de entender el ecumenismo responde, la mayoría de las veces, a esta dinámica contraria al evangelio.

No pueden aceptar un mesianismo para todos. Ellos esperaban un Mesías poderoso que les iba a librar de la opresión de los romanos y a solucionar todos los problemas materiales. Si Jesús se presenta como tal liberador, ellos tenían que ser los primeros beneficiarios de ese poder. Al darse cuenta de que no va a ser así, arremeten contra él. El odio es siempre consecuencia de un amor imposible. El evangelista echa mano del AT para demostrar que los profetas ya habían manifestado esa actitud de Dios a favor de los extranjeros. Quiere decir que su mensaje no es contrario ni ajeno a la Escritura.

El Dios de Jesús no puede tener privilegios, ama a todos infinitamente. Dios no nos ama por lo que somos o por lo que hacemos. Dios nos ama por lo que Él es. Ama igual al pobre y al rico, al blanco y al negro, al cristiano y al musulmán, a la prostituta y a la monja de clausura, a Teresa de Calcuta y a Bin Laden. En algún momento de esta escala progresiva nos patinarán las neuronas. Es más de lo que podemos aguantar. Nos pasa lo que a los paisanos de Jesús. Mientras sigamos pensando que Dios me ama porque soy bueno, nadie nos convencerá de que debemos amar al que no lo es.

Jesús viene a anunciar una salvación de todas las opresiones. Pero esa salvación no depende de Dios ni de un intermediario sino de cada uno de nosotros. Su salvación no va contra nadie, sino a favor de todos. Ahora bien, no debemos ser ingenuos, lo que es buena noticia para los oprimidos, es mala noticia para los opresores. De ahí que, en tiempo de Jesús, y en todos los tiempos, los que gozan de privilegios se opongan a esa práctica liberadora. Si no estamos dispuestos a liberar al oprimido, somos opresores.

Tenemos que comprender que el opresor no hace mal porque daña al oprimido, sino que hace mal porque se hace daño a sí mismo. El que explota a otro le priva de unos bienes que pueden ser vitales, pero lo grave es que él mismo se está deteriorando como ser humano. El daño que hace le afecta al otro en lo accidental. El daño que se hace a sí mismo le afecta en lo esencial. El que muere por mi culpa puede morir repleto de humanidad; pero yo, al causar su muerte, me hundo en la más absoluta miseria.

¿Hemos caído en la cuenta de que lo único que puede garantizar mi religiosi­dad es el servicio a los demás? ¿Nos hemos parado a pensar que sin amor no soy nada? Ahora bien, el único amor del que podemos hablar es el amor a los demás. Sin éste, el amor que creemos tener a Dios, es una falacia. La única pregunta a la que debo contestar es esta. ¿Amo sin exclusión? Sin amor, nuestra vida cristiana se convertirá en un absurdo.

Meditación

Ignoramos lo que realmente somos.
Tú eres, como Jesús, ungido.
Estás capacitado para la tarea que debes realizar.
Cuando despliegues tu verdadera salvación,
estarás en condiciones de ayudar a otros a encontrarla.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Jesús judío de raza y religión.

Domingo, 2 de febrero de 2025

14bff1f8-1764-4845-9ed2-ca2070c37edbPresentación de Jesús en el templo

Lc 2, 22-40

Los de cerca (*) se alegrarán de saber que esta fiesta se llama en oriente “el encuentro” (Hypapante) en griego. En occidente tomó el nombre de la purificación de María o “la candelaria” porque la ceremonia más vistosa de este día era la procesión de las candelas. En la nueva liturgia se llama “la presentación del Señor”. En esta fiesta se retoma el simbolismo de Epifanía y se recuerda a Jesús como luz de todos los pueblos.

Para comprender los textos debemos recordar que la familia de Jesús procedía de Judea. Nos da pie para sospechar esto los nombres de sus miembros y los numerosos indicios que encontramos en todos los evangelios. Se trasladarían desde Judea en alguna repoblación que se llevó a cabo en Galilea después de las deportaciones.

Que Jesús como primogénito debía ser rescatado y maría como recién parida tenía que purificarse no es noticia; todo judío tenía que cumplir la Ley. Lo único que intenta decirnos es que eran auténticos judíos. Los galileos, por estar lejos, escapaban al control de los oficiales y eran mucho menos estrictos en el cumplimiento de las normas. Seguramente por esa razón insiste el texto en que eran cumplidores de las leyes.

Aunque es muy probable que María y Jesús fueran al templo a los cuarenta días de nacer, no podemos estar seguros de lo que pasó. Parece que, según la Ley, ni Jesús ni María tenían obligación de subir al templo para cumplirla. El relato es teología que intenta presentarnos a Jesús integrado en el pueblo judío. Todo son símbolos, incluidos los dos personajes que aparecen como próximos al templo y esperando la salvación.

En la ley de Moisés estaba prescrito que todo primogénito debía dedicarse al servicio de Dios en el templo. Cuando ese servicio se reservó a la tribu de Leví, los primogénitos debían ser rescatados de la obligación de servir al Señor, pagando 5 siclos de plata. Las ofrendas eran exigidas para la purificación de la madre. Lucas nos advierte que José y María tuvieron que conformarse con la ofrenda de los pobres, un par de tórtolas.

Es inverosímil que un anciano y una profetisa descubrieran en un niño, completamente normal, al salvador esperado por Israel. Pero es interesante lo que Lucas señala: que dos ancianos del pueblo se hubieran pasado la vida esperando y con los ojos bien abiertos para descubrir el menor atisbo de que se acercaba la liberación para el pueblo. No me extraña que Lucas muestre a María y José pasmados ante lo que oían del niño.

Pero la extrañeza carece de lógica, si tomamos por cierto lo que nos había dicho en el capítulo anterior. María tenía que haber dicho a Simeón. Ya lo sabía, yo misma he dado consentimiento para que en mi seno se encarnara el Hijo de Dios. Además, los ángeles y los pastores les habían dicho quién era aquel niño. Una prueba más de que en los relatos de la infancia no tenemos que buscar lógica narrativa, sino impulso teológico.

Simeón va al templo movido por el Espíritu. No solo toda la vida de Jesús la presenta como consecuencia de la actuación del Espíritu, todo lo que sucede a su alrededor está

dirigido por el mismo “Ruah” de Dios que estaba llevando adelante la liberación de su pueblo. La voluntad de Dios se va manifestando y cumpliendo paso a paso. Todo lo que sucede en torno a Jesús tendrá como última consecuencia la iluminación del mundo.

Ana aparece más pegada al AT. Identificada con el Templo que era la columna vertebral de toda la espiritualidad judía. Toda su vida al servicio de la institución que mantenía viva la esperanza de una definitiva liberación. Es muy curioso que proclame la grandeza del niño que va a desbaratar esa misma institución y a proponer algo completamente nuevo, para una relación con Dios absolutamente distinta.

Debemos resaltar que los números que se refieren a la edad de Ana son simbólicos. Se casaban a los 14 (dos veces 7). Siete de casada. 84 (12×7) de viuda. El 12 número de las tribus de Israel y el siete, el número más repetido en la Biblia como signo de plenitud. Fijaros que 14+7+84=105. Esa edad era impensable en aquella época.

¿Qué puede significar para nosotros hoy esta fiesta? Me acuerdo cuando se celebraba con gran solemnidad. Era una de las grandes fiestas del año litúrgico. Hoy tenemos que esperar la carambola de que caiga en domingo para poder hacerle algún caso. Vamos a intentar aprovechar esta oportunidad para acercarnos al Jesús que fue tan niño como todos nosotros y vivió la pertenencia al pueblo judío con toda normalidad.

El final del relato es más realista: El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría. Como todos los niños nació como un proyecto y tiene que desarrollándose. Se ha olvidado de todas las maravillas que nos había contado sobre él. Debemos convencernos de que fue un niño completamente normal, que, como todos los niños, tuvo que partir de cero y depender de los demás, para ir completando su personalidad.

En el relato del niño perdido, es más concreto: “Y Jesús iba creciendo en estatura en conocimiento y en gracia ante Dios y los hombres”. Lucas lo tiene claro: Es un niño normal que tiene que recorrer una trayectoria humana exactamente igual que cualquier otro niño. No es esto lo que hemos oído. El haberle divinizado desde antes de nacer, nos ha separado de su humanidad y nos ha despistado en lo que podía tener de ejemplo.

Que Jesús haya desarrollado su infancia en contacto con una religiosidad judía es muy importante a la hora de valorar su trayectoria. Si no hubiera vivido dentro de la fe judía, nunca hubiera llegado a la experiencia que tuvo de Dios. Lo que Jesús nos enseñó no lo sacó de la chistera como si fuera un prestidigitador. Fue su trayectoria religiosa lo que le llevó a la experiencia de Dios que luego se transformó en mensaje.

Todo lo que Jesús nos contó sobre Dios, lo vivió antes como hombre que va alcanzando una plenitud humana. Su propuesta fue precisamente que nosotros teníamos que alcanzar esa misma plenitud. Su objetivo y el nuestro es el mismo: desplegar todo lo que hay de posibilidad humanizadora en cada uno de nosotros. Esa posibilidad de crecer hasta el infinito está disponible gracias a lo que Dios es en cada uno de nosotros.

Con mucha frecuencia la misma religión nos propone unos logros intermedios como meta y nos despista de lo que tenía que ser el punto de llegada de toda trayectoria espiritual, que es lo verdaderamente humano. Todo lo que nos dice la religión, que no sea esta meta, debemos considerarlo como medio para alcanzar ese fin.

(*) Nota de la edición: Cada semana la comunidad de Parquelagos, “los de cerca”, se reúnen para comentar el evangelio y a esa reunión le llaman “El encuentro”.

Fray Marcos

 Fuente Fe Adulta

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Ni lo entendían ni lo aceptaban.

Domingo, 2 de febrero de 2025

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«lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad»

Tenemos tendencia a pensar que la vida pública de Jesús tuvo dos etapas muy distintas; la primera gloriosa en Galilea con multitudes que le seguían entusiasmadas, y la segunda dramática en Jerusalén, donde fue sometido a pasión y muerte.

Pero ésta es una percepción errónea, o al menos incompleta, porque la predicación de Jesús estuvo siempre marcada por la incomprensión y el rechazo. Ni sus discípulos más cercanos le entendían, y aunque le seguían fascinados, tuvo que morir para que le entendiesen y creyesen en él. En esta situación, no es difícil imaginar que en muchos momentos Jesús se habría sentido frustrado y fracasado.

¿Pero, por qué no le entendían?…

Pues porque eso era lo natural. Su misión era proclamar a Abbá –el Padre que nos engendra por amor y nos perdona siempre y sin condiciones–, y precisamente en el origen de la misión estaba también el origen del problema; porque Abbá tenía poco que ver con el Dios que proclamaban los doctores y los santos de Israel.

Ambos habían rechazado su mensaje desde el principio y se habían posicionado inequívocamente en su contra. Y no les faltaba razón. Habían consagrado su vida al Dios de Abraham, al Dios de Moisés, en definitiva, al Dios de la Tradición, y aquella nueva doctrina era para ellos la mayor de las imposturas. No les cabía duda de que aquel nazareno que la pregonaba era un farsante; y además un farsante peligroso, porque si triunfaba, ellos —junto a los sacerdotes— serían los más perjudicados.

Pero, aparte de escribas y fariseos, para cualquier israelita la conversión a Abbá suponía abandonar al Dios de sus padres, renunciar a la tradición y lanzarse al vacío; y éste era un plato demasiado fuerte para el que no estaban preparados. Por eso, todo cuanto le oían decir lo amoldaban a la horma de sus tradiciones, y todo acababa interpretándose en clave política. Les entusiasmaba lo de Jesús, pero no podían aceptar que aquello pudiese entrar en conflicto con sus creencias milenarias.

Como decía Ruiz de Galarreta: «Los judíos están dispuestos a aceptar que “Jesús es el Mesías”, pero Jesús les invita a otra aceptación: aceptar que “el Mesías es él”, y no lo que esperaban, sino otra cosa muy distinta…»

La consecuencia fue que sufrió un permanente acoso, que en Nazaret trataron de despeñarlo, que los fariseos le acusaron de blasfemo y de actuar en nombre de Belcebú, que sus familiares se lo quisieron llevar porque pensaban que está loco y que una buena parte de sus seguidores le abandonaron de golpe cuando quisieron proclamarle rey y él se negó.

Cuando subió a Jerusalén por la Pascua, ocurrió que los levitas lo prendieron, los sacerdotes del sanedrín lo condenaron a muerte y los romanos lo crucificaron. Ciertamente no fue un camino de rosas, pero tuvo el coraje de mantener su compromiso hasta el final.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

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Mis ojos han visto a tu salvador.

Domingo, 2 de febrero de 2025

Jesús-es-presentado-en-el-temploLc 2,22-40

El 2 de febrero viene cargado de muchas celebraciones. En España y en varios países de Latinoamérica se celebra la Candelaria en honor a María, 40 días después de haber dado a luz. La Vida Consagrada celebra su día, desde que en 1997 Juan Pablo II lo instituyó “para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor”. Y celebramos la Presentación del Señor en el templo, que en Oriente se conoce como “Fiesta del Encuentro”, porque Jesús “encuentra” el templo y sus sacerdotes, pero también a Simeón y Ana, figuras del pueblo de Dios que hoy nos invitan a cultivar determinadas actitudes.

Yo no lo he llegado a vivir nunca, pero al poner “el Belén” en casa en tiempo de Navidad, en alguna ocasión una de mis hermanas mayores de comunidad me ha recordado que “antes” no se quitaba hasta el día 2 de febrero. “Era cuando terminaba la Navidad…”, me decía.

Me gusta esa tradición popular que se mantuvo hasta no hace tanto tiempo y me asombra la sabiduría sencilla para hacer asociaciones más allá de lo establecido… porque, realmente, la fiesta de la Presentación puede vincularse a todo lo que hemos celebrado en el tiempo de Navidad.

Entonces conmemorábamos el nacimiento de Jesús y hoy celebramos los 40 días (ya sabemos lo simbólico de este número) desde esa fecha. Es pues, en primer lugar, un recordatorio del acontecimiento que cambió la historia: el misterio de la Encarnación, del Dios que se hace ser humano, que acoge absolutamente nuestra humanidad y pasa “como uno de tantos” (cf. Flp 2,7) por el mundo revelándonos que es Dios-con-nosotros. Siempre. En toda circunstancia. Hasta el final. Su fuerza divina se hace debilidad humana para acoger nuestra fragilidad y posibilitarnos la Vida.

En segundo lugar, resuena también la Epifanía, la revelación de este Dios-con-nosotros a todos los pueblos, la manifestación de que la Salvación ofrecida por Dios es universal, para todos. Jesús es presentado ese día 6 de enero como la Luz del mundo y hoy vuelve a repetírsenos en boca de Simeón: “Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.

Y, por último, terminamos la Navidad con el Bautismo, en el que se revela el misterio Trinitario al encontrar al Padre y al Espíritu junto a Jesús en un nuevo momento de presentación, esta vez al pueblo sencillo que busca cómo vivir desde Dios y por ello escucha a Juan el Bautista. También en el texto que nos acompaña se hace presente el Espíritu, que moviliza a Simeón y le hace hablar para certificar quién es Jesús, como lo hace el Padre en el momento de ser bautizado.

Toda la simbología del texto está cuidada. Lucas se ha preocupado de desarrollar una historia teológicamente muy completa: el lugar (el Templo de Jerusalén, centro neurálgico del judaísmo), el acento en el cumplimiento de la Ley a través de la ofrenda (para mostrar cómo Jesús queda inserto en su pueblo), el contenido de esa ofrenda (para resaltar la sencillez de la familia de Nazaret, en línea con el humilde nacimiento de Jesús) y la presencia de Simeón y Ana.

Vamos a detenernos en estos personajes, que aparecen únicamente en esta ocasión en el Evangelio y que son paradigmas de paciencia y constancia, de esperanza y oración. También su presencia nos recuerda a la Navidad. En ella veíamos cómo ángeles, pastores o sabios reconocían en ese niño pequeño al Mesías esperado, al Salvador. Hoy son dos ancianos del pueblo quienes lo hacen. Personas que se han pasado la vida esperando, como centinelas, con la mirada puesta en el horizonte, atisbando cada signo de Presencia de Dios, interpretando las esperadas señales de liberación (cf. Is 25,6-10) sin decaer a pesar del paso del tiempo.

A través de ellos, nosotros somos invitados a vivir con unas determinadas actitudes para poder reconocer también al Mesías encarnado en nuestra realidad. Simeón, nos dice Lucas, era “justo y piadoso” que es como decir que era “hombre de Dios”, que había buscado siempre hacer su voluntad y vivir conforme a sus deseos. El Espíritu Santo “estaba con él”… como está con cada uno de nosotros. Simeón le ha sabido escuchar, ha confiado en su palabra y está dispuesto a ponerse en movimiento, en camino, ante ella.

Ana, a quien, a través de todos los datos que se nos ofrecen de ella, podemos reconocerla como representante del pueblo judío (descendiente de Aser, hijo de Jacob, y por tanto, de una de las doce tribus de Israel), “no se apartaba del templo, dando culto al Señor día y noche con ayunos y oraciones”. Era, pues, también “mujer de Dios”, que, tras quedarse viuda muy joven, había entregado la vida a su servicio. Ella se convierte, haciendo honor a su rol de profetisa, en vocera de Dios, dando a conocer a todos quién es ese niño.

También nosotros somos invitados a reconocer a Jesús, frágil y pequeño, en medio de nuestra realidad cotidiana y así poder decir: “mis ojos han visto a tu Salvador”. Quizás, para ello, necesitemos abrir bien los ojos y los oídos, y escuchar, como Simeón, la voz de la Ruah discerniendo los signos de su presencia. O quizás nos toque desempolvar nuestras gargantas y superar ciertos miedos para, como Ana, ser capaces de hablar de Él y que muchos otros tengan también la oportunidad de conocerlo.

María, que en el texto escucha la profecía de Simeón sobre el dolor que le conllevará el camino de entrega de su hijo y que se convierte en representante de la comunidad creyente, nos ayudará y acompañará en ello.

Inma Eibe, ccv

Fuente Fe Adulta

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Xenofobia como defensa (falsa) de la propia seguridad.

Domingo, 2 de febrero de 2025

IMG_9716Comentario al evangelio del domingo 2 febrero 2025

Lc 4, 21-30

Lo que irrita a los paisanos de Jesús es la referencia de este a extranjeros -la viuda de Sarepta, el sirio Naamán- que, según la interpretación bíblica de la época, habrían sido “preferidos” de Dios, por encima de los propios necesitados de Israel.

Por más que estemos habituados a ello, no deja de sorprender el modo como revive el espíritu de tribu o de clan, que lleva a idealizar lo propio, en todos los sentidos, mientras se demoniza lo foráneo. La verdad es lo que afirma el propio clan y sus propios derechos deben primar siempre sobre todos los demás. Tras estos posicionamientos, introyectados desde la infancia, no es difícil percibir el miedo ancestral ante la amenaza ajena y, en último término, la inseguridad que explica tanto comportamiento excluyente, condenatorio y xenófobo.

No se niega la necesidad de proteger la propia seguridad. Lo que se cuestiona es que el miedo se erija en criterio último de comportamiento, a la vez que se expande la idea absurda de que la propia seguridad excluye necesariamente la presencia del otro diferente, en una actitud que parece denotar una inseguridad psicológica no resuelta. Es sabido que, para quien vive en la inseguridad y en el miedo, todo lo diferente es percibido como amenaza.

Sin entrar en medidas concretas que sería necesario implementar, lo que parece evidente es que toda actitud xenófoba, de cualquier modo que se la quiera presentar o incluso justificar, nace de un rígida y errónea consciencia de separatividad, que hace ver a los otros como radicalmente “extraños” (extranjeros) para uno mismo. Y que tal actitud solo puede revertirse en la medida en que los humanos, más allá de miedos e inseguridad que habremos de atender, podamos crecer en la consciencia de unidad. En latín hay dos formas de referirse al otro: como “alius” (de ahí, “alienígena”: amenaza) o como “alter” (de ahí, “alteridad”: riqueza). Solo anclados en la consciencia de unidad, será posible ver al otro no como amenaza (“alius”), sino como riqueza (“alter”).

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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