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El colectivo LGTBIQ+ y su lucha interminable contra un armario llamado dictadura

Jueves, 13 de julio de 2023
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IMG_9880IMG_9878Primera edición (izda) y la segunda (dcha)

El escritor Fernando Olmeda reedita ‘El látigo y la pluma. Homosexuales en la España de Franco’, un ensayo sobre cómo se vivió la homosexualidad en la España franquista.

El colectivo LGTBIQ+ era con quien la Policía gozaba de hacer uso de su poder

“La igualdad legal ya la hemos conseguido, pero no la igualdad social”

María Mora

11/06/2023 06:45

Juan Soto era conocido como el “delincuente por necesidad”. No sufrió desengaños amorosos. Lo suyo era practicar sexo como método para robar a la gente. Lorena Capelli, nacida como Humberto Lacerda, falleció sometiéndose a una vaginoplastia y es una huella más en la larga lista de guerreras y guerreros que el franquismo no logró doblegar.

Alberto Alonso Blanco, también conocido como Rambal, fue asesinado en 1976 en Gijón por ser un homosexual libre. Anastasia Rampova fue una artista transgénero e icónica en València por ser un símbolo de la cultura underground y LGTBIQ+.

Estas son solo algunas de las múltiples historias que recoge la segunda edición de El látigo y la pluma. Homosexuales en la España de Franco, del periodista y escritor Fernando Olmeda, que fue publicado recientemente por la editorial Dos Bigotes.

La primera edición vio la luz en 2004 con la editorial Oberon y ahora vuelve a las librerías con el mismo objetivo: dar a conocer cómo se vivió la homosexualidad durante la dictadura de Francisco Franco, las interminables persecuciones sufridas y cómo el colectivo LGTBIQ+ consiguió no dejarse dominar.

Estas personas son conocidas por haber vivido un estrepitoso calvario durante el régimen. Época donde la homosexualidad no tenía nombre en la sociedad española.

“La igualdad legal ya la hemos conseguido, pero no la igualdad social. Efectivamente, se siguen produciendo muchísimos episodios de discriminación, homofobia, transfobia“, señala Fernando Olmeda a Público.

“No solamente son los discursos de odio los que han calado en buena parte de la sociedad, sino que llegan al extremo del asesinato, como el de Samuel Luiz en A Coruña o la paliza de hace unos días a dos mujeres lesbianas en el Parque Warner. Y así todos los días, en determinados discursos de determinados medios o partidos se está intentando que cale el mensaje discriminatorio que al final nos retrotrae a aquella España en blanco y negro”, agrega.

Juan Soto es el ejemplo de sobrevivir y cuidar de uno mismo, cueste lo que cueste. Se le conocía no solo por ser homosexual, sino también por ser un “delincuente por necesidad”, según describe Olmeda en el libro. Desde bien joven aprendió a delinquir para sobrevivir y en muchas ocasiones a utilizar el sexo como herramienta de trueque.

Pasó gran parte de su vida robando, manteniendo relaciones sexuales a cambio de favores, arrastrando detenciones por todos los antecedentes que reúne, fugas de cárceles y clínicas -una de ellas eludida gracias a una estratagema en la que simuló tener un problema mental-, una paliza que casi le cuesta la vida, etc.

Entre una de sus más recordadas andadas, Soto solía practicar ciertas técnicas fuera y dentro de las cárceles, como ‘el plante‘ o ‘timo de la pasma ful’. Esta última, por ejemplo, consistía en “enseñar el pene como cebo para atraer a la víctima”, según explica Olmeda, en el parque de la Ciudadela o en los urinarios de las plazas de la Universidad de Catalunya.

En sus últimas hazañas, en la Central de Observación de Carabanchel, le preguntaron por un tatuaje característico que decía ‘Katyman‘, a lo que Soto respondió que significaba los dos géneros, masculino y femenino.

La reeducación

La Policía armada en aquella época estaba acostumbrada a difundir el terror y el miedo entre quienes eran detenidos para sacarles información, especialmente a los homosexuales.

El colectivo LGTBIQ+ era con quien la Policía gozaba de hacer uso de su poder para realizar todo tipo de torturas y humillaciones con el objetivo de obtener información o simplemente para castigarles por su orientación sexual.

En El látigo y la pluma se nombra un término interesante: la reeducación. Según el autor, “en la reforma de la Ley de Vagos y Maleantes del año 1954, la ejecución de actos de ayuntamiento carnal queda amparado en el delito de escándalo público, por lo que los homosexuales merecían la reinserción”.

Por ello, algunas normas estaban relacionadas con medidas de internamiento en un centro específico y el destierro, es decir, una vez que cumplías el periodo de encierro no podías volver al lugar de residencia, trabajo, etc.

No obstante, en lo que respecta a reeducación de la homosexualidad, Olmeda explica a este periódico que cuando una persona homosexual entraba en un centro penitenciario “había un grupo de psicólogos forenses, donde la legislación obliga a educarles de nuevo”.

“Sin embargo, no había reeducación posible porque, en primer lugar, no había personal especializado, psicólogos, psiquiatras forenses especializados; pero en el caso de las cárceles específicas”, -una en Huelva y la otra en Badajoz, ambas específicamente para homosexuales-, “obligaban a los presos a coser y fabricar balones, cajas de pescado, sogas, etc.”.

Memoria de Lorena Capelli

Además de la homosexualidad, las personas transexuales también fueron perseguidas bajo las órdenes de Franco. La medicina tuvo un amplio papel durante esta época donde los sanitarios se aprovecharon “de la ansiedad, y del bolsillo, de los angustiados pacientes que aspiraban a una reasignación de sexo”, señala el autor en el texto.

La sociedad actual no es consciente realmente de la vida que tuvieron todas aquellas personas del colectivo LGTBI+ durante el régimen

A lo que se sumaron también, por otro lado, los farmacéuticos para lucrarse del sufrimiento de estas personas. Incluso hubo momentos en los que el uso de hormonas provocó desequilibrios emocionales en los pacientes hasta producirles pensamientos suicidas.

En 1945 nació Humberto Lacerda en una familia que esperaba la llegada de una niña y no la de un niño, y cuyo padre le sometía a múltiples humillaciones, burlas y palizas porque notaba algo ‘raro‘ en su comportamiento.

Lacerda recordaba su pubertad como uno de los peores momentos de su vida, despreciaba la homosexualidad ligada al comercio del sexo, pero lo que más anhelaba era convertirse en mujer. Él se sentía mujer, era su deseo más fuerte, por lo que comenzó a hormonarse justo después de fugarse de casa, cansado por las inaguantables palizas que le daba su padre.

En 1971 cumplió su sueño de convertirse en mujer y pasó a llamarse Lorena Capelli. No obstante, la intervención no salió como debería y tuvo que volver a operarse porque la vagina era excesivamente estrecha y le producía fuertes dolores. Sin embargo, pierde la vida en esta segunda intervención debido a un shock posoperatorio, tratando su cuerpo, además, como un objeto más al enviarlo a Río de Janeiro.

Olmeda revela entre las páginas del libro que a Capelli “no le gustaba la sociedad en la que vivía, que juzgaba y condenaba a quien se atrevía a ser diferente, apartándole como si se tratara de un enfermo contagioso”. Lorena Capelli es recordada por quien fue y por lo que vivió.

La periodista Valeria Vegas, quien estuvo presente en la presentación de El látigo y la pluma, señala que la sociedad actual no es consciente realmente de la vida que tuvieron todas aquellas personas del colectivo LGTBI+ durante el régimen: “Si la gente hubiera nacido en 1930, su vida habría sido muy distinta”.

Como estas historias hay muchísimas más, como la de Alberto Alonso Blanco, más comúnmente conocido como Rambal, y quien fue asesinado en Gijón en 1976 por vivir su homosexualidad con libertad. La artista de cabaret Anastasia Rampova, un símbolo transgénero y considerada un personaje mítico en València, falleció en 2021 y su historia perdurará mientras estén los que la quieren recordar.

Por otro lado, Jordi Petit, escritor y activista del movimiento LGTBIQ+, estuvo presente como representante de los homosexuales damnificados en el homenaje de octubre de 2022 que celebró el Estado para reconocer a todas las víctimas del franquismo.

Fuente Público

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La cárcel de homosexuales de Badajoz: cuando el franquismo castigaba a los que amaban libres

Viernes, 8 de julio de 2016
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Museo-Extremeno-Arte-Contemporaneo-Madrid_EDIIMA20150903_0188_20Museo Extremeño de Arte Contemporáneo, antigua cárcel de homosexuales EFE

Cerca de un millar de homosexuales pasaron por prisión entre 1970 y 1979 por la ley de Peligrosidad Social

El régimen marcó dos centros, el de Huelva (para los que consideraba “activos”) y Badajoz (para “pasivos”)

Tiene grabado a fuego aquel 5 de junio de 1976. Nada más salir Antoni hacía una parada en una tasca de Badajoz para tomarse un vermú. Un aperitivo con sabor a libertad porque con 18 años recién cumplidos acababa de abandonar la cárcel de homosexuales en la que había estado recluso dos meses.

A Antoni lo encerraron por ser homosexual, tal como quedó constancia en su ficha policial y en la condena que le llevó a recorrer varios penales de presos comunes para acabar en Extremadura.  En 1954 se criminalizó al homosexual incluyéndole en la Ley de Vagos y Maleantes, una norma que fue sustituida en 1970 por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, en vigor hasta bien entrada la democracia. Fue con esta norma con la que se habilitaron cárceles específicas para “rehabilitarlos”. Marcaron  dos centros penitenciarios, el de Huelva (para lo que consideraban homosexuales “activos”) y Badajoz (para “pasivos”).

 Antoni-epoca-recoge-delito-homosexual_EDIIMA20160701_0719_5En la ficha de Antoni de la época se recoge que su delito era ser “homosexual”

Ocurrió en un régimen que, aunque agonizante, seguía reprimiendo las libertades. Esa es la realidad que cientos de españoles vivieron en su piel al final de la dictadura. Aunque muerto el dictador las cosas no fueron mucho mejor, teniendo en cuenta por ejemplo que Antoni salió libre en el 76.

La cárcel es hoy el  Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC). Allí el modo de redimirlos consistía en hacerles coser balones. Narra este testigo vivo de la represión que era un lugar vejatorio, donde eran humillados mientras los funcionarios “miraban para otro lado” ante los abusos. Había delincuentes comunes que se declaraban homosexuales pensando que así recibirían un régimen penitenciario más laxo. “La mayoría de los homosexuales nos cuidábamos, teníamos que tener bastante cuidado”. Era bastante desagradable verse rodeado de ladrones o asesinos y el miedo a ser agredidos siempre estaba.

Antoni declaró su homosexualidad a su madre con 17 años y ella, que no lo entendió, pidió ayuda a la familia. Fue una monja cercana la que lo denunció. La policía vino a por él de madrugada y tras un periplo por los penales de Valencia y Carabanchel acabó en Badajoz.

Hace años que creó junto a más víctimas la Asociación Expresos Sociales y comenta con voz segura que aquello forma parte del pasado. “Lo superé porque llevamos años trabajando para devolver la dignidad a los compañeros, desarrollando una labor extraordinaria. Podemos decir que estamos resarcidos económicamente y moralmente”.

Ha regresado cada vez que ha podido a la ciudad que le vio preso porque siente a Badajoz como su segunda casa, ya que también fue la primera que los reconoció como víctimas del franquismo por su orientación sexual.

“Aniquilar lo diferente”

Como sistema represivo que era, el franquismo apostaba por reprimir la diferencia según explica  José María Núñez, presidente de Fundación Triángulo Extremadura. Un régimen que funcionaba mejor desde la estructura tradicional organizada y donde todo lo diferente dificultaba su modelo y era controlado. Una manera de aniquilar lo diferente con grandes dosis de maldad, con violencia y sentencias condenatorias sin  juicio previo.

Ley-Peligrosidad-Social-penas-internamiento_EDIIMA20160701_0721_5La Ley de Peligrosidad Social establecía penas que iban desde multas hasta cinco años de internamiento en cárceles

Una idea parecida traslada Javier Ugarte Pérez, activista doctor en Filosofía, que en sus estudios sobre la represión franquista concluye que cualquier modelo ajeno a la familia numerosa tradicional y católica (donde la pareja se dedicaba a engendrar) no encajaba en el ideal.

De hecho detalla que la detención no era una cuestión metafísica por ser homosexual, sino por tener relaciones homosexuales. Tras la Guerra Civil hay una destrucción económica, demográfica y moral a las que acompaña la llegada de un modelo de ‘nacional catolicismo’, allá por los años 50.

No fueron cifras enormes, si se tiene en cuenta que hubo hasta 50.000 fichados por homosexuales, de los que 4.000 fueron expedientados.

Comenta también  José Manuel Corbacho, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura, cómo la legislación franquista permitía medidas “preventivas” contra este colectivo LGTBI y tratamientos de electrochoques para erradicar lo considerado como una enfermedad. Han documentado casos de suicidios y numerosas violaciones.

La ley de Peligrosidad añade en el 70 la novedad de especializar dos cárceles ya existentes, aunque en la Modelo de Barcelona, Valencia y Carabanchel también se habilitaron módulos para recluir a este tipo de presos. Según ha documentado el periodista Fernando Olmeda en ‘El látigo y la pluma’ (2004) cerca de un millar de homosexuales pasaron por prisión entre 1970 y 1979 en virtud de la ley de Peligrosidad Social.

dividian-tendencias-Badajoz-activos-Huelva_EDIIMA20160701_0723_5Los presos se dividían según sus tendencias: los “pasivos”, a Badajoz, y los “activos” a Huelva

El perfil social de los encarcelados 

Un elemento básico de análisis para el experto Javier Ugarte es el perfil social de las personas recluidas. Aunque algunos eran ‘pillados’ in fraganti en una pensión o en unos baños púbicos, hay otros que fueron denunciados como es el caso de Antoni.

En su mayoría eran gente humilde, de las clases más bajas y normalmente solteros (aquellos que no encajaban en el modelo demográfico de familia católica). Gente con poca instrucción y herramientas legales para su defensa, y que además tenían que enfrentarse a un doble estigma: al de la calle y el de dentro de las cárceles.

Porque estos presos, a diferencia de los políticos, no contaban con una red de apoyo y solidaridad fuera, sino que eran repudiados y tratados como inmorales o desvergonzados. En algún caso se les practicó el electroshock, pero tampoco era lo frecuente en las cárceles porque ello requería de un psiquiatra y de medios continuados para tratarles, y el régimen no estaba por la labor.

Estos tratamientos se aplicaban más bien en consultas privadas, donde llegaban los homosexuales por voluntad propia o de la mano de sus familiares. Y eran terapias que no reprimían el deseo sexual, sino que creaban impotencia en quienes lo sufrían, cuenta Ugalde Ugalde.

Puede considerarse que dentro de la escala de presos, los homosexuales pertenecían a uno de los eslabones más bajos, víctimas de violaciones y humillaciones. Además, se quedaban con los antecedentes penales una vez liberados, cuando en la época no era rara la obligación de presentar el certificado de antecedentes para trabajar.

Reconocimientos

En el verano de 1979 aún se podía detener a gente por “travestismo” y “prostitución homosexual“. Paulatinamente los artículos referidos a las personas LTGB se fueron dejando de aplicar gracias a las luchas de los grupos pioneros como el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) o el Movimiento Español de Liberación Homosexual, según la información que ha recopilado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Extremadura.

Hace ya 18 años que Fundación Triángulo pidió con éxito a la Asamblea de Extremadura que instara al Gobierno central a resarcir a las víctimas LGTBI del franquismo, y a la eliminación de la ficha policial de estas personas. José María Núñez, de Triángulo, incide en que su apuesta fue por eliminar las fichas del registro policial, pero que se conservaran como un elemento vivo de la memoria histórica. Algo que generó debate dentro del propio colectivo de gais, lesbiabas, bixesuales y transexuales.

Con la creación de la Asociación de Expresos Sociales, Antoni y el resto de compañeros también lucharon por el reconocimiento moral y económico como víctimas de la represión. “Porque la libertad se conquista luchando, y porque animo a todas las compañeras y compañeros a seguir haciéndolo”, expresa enérgico.

Con el gobierno socialista de Zapatero lograron que se les asignara una indemnización, que han llegado a lograr 165 personas. Aunque el Estado, según critica, no aceptó asignarles una pensión vitalicia con el fondo de cuatro millones asignados para este fin. Finalmente calcula que no han sigo gastados más de 500.000 euros, mientras que hay hoy víctimas de entonces que sobreviven con 400 euros.

Otra de las cuestiones que pone en duda, según las informaciones a las que ha tenido acceso, es que su ficha haya desaparecido de manos de la policía.

Fuente El Diario.es

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Los Premios “Plumas y Látigos” de la FELGTB llegan a su X aniversario impulsando una “Fila cero” para financiar importantes proyectos asociativos

Martes, 17 de mayo de 2016
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Premios-Plumas-y-Latigos-2016-227x300La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) concede este jueves, en una gala que tiene lugar en Madrid, los Premios Plumas y Látigos, que este 2016 celebran su décimo aniversario. Se trata de un reconocimiento (las “Plumas”) de la labor de todas aquellas personas o instituciones que, desde muy distintos ámbitos de actuación, han trabajado y trabajan para acabar con la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género. Cada año se hace entrega además de un “Látigo” a todas aquellas instituciones o personajes que atacan los derechos LGTB en su día a día.

Los premiados este 2016 son:

  • Pluma Especial Año de la Visibilidad Bisexual: la escritora Lucía Etxebarria, “por ser un referente para las personas bisexuales al expresar públicamente su orientación sexual así como por haber dado visibilidad a la bisexualidad en una narrativa de gran calidad literaria”.
  • Pluma Especial Décimo Aniversario: el periodista y escritor Fernando Olmeda, “por su permanente implicación en la defensa de los derechos de las personas LGTB”. Se da la circunstancia de que fue el libro de Olmeda El Látigo y la Pluma (dedicado a recuperar la memoria de todas aquellas personas perseguidas durante el franquismo por su condición sexual) el que inspiró el nombre de los premios. Uno de sus últimos trabajos ha sido el multipremiado documental El viaje de Carla, que recorre la trayectoria vital de la diputada socialista y activista transexual Carla Antonelli.
  • Pluma Activista: la asociación Chrysallis y la Fundación Daniela “por su trabajo en la protección y defensa de las niñas y niños transexuales”.
  • Pluma Musical: la obra de teatro musical Priscilla, reina del desierto, “por trasladar a la escena española una obra clásica sobre la visibilidad del colectivo LGTB”. Una obra a la que dedicamos hace unas semanas una columna de Apolo vive enfrente, nuestra sección cultural (“nos encontramos ante uno de los mejores musicales que jamás ha surgido de una película no musical, ya que suma la genial banda sonora del film a otros múltiples éxitos con los que avanzar la trama”).
  • Pluma Cinematográfica: la película De chica en chica, dirigida por Sonia Sebastián, “por su tratamiento artístico de la diversidad sexual”. Precisamente en diciembre, también en Apolo vive enfrente, entrevistábamos a Sonia, que nos hablaba con detalle de su película, adaptación cinematográfica de una popular serie web.

Látigo a la Comisión Europea

El Premio “Látigo” ha correspondido este año a la Comisión Europea, “por su falta de respuesta efectiva ante la crisis de personas refugiadas que está provocando una de los mayores dramas humanitarios de la historia reciente y que afecta de manera especial a personas vulnerables o a quienes huyen de una persecución por motivo de su orientación sexual o identidad de género”.

Menciones Especiales

Las menciones especiales han correspondido a:

  • El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, “por su valiente compromiso con la defensa de las personas LGTB y constituir un ejemplo para responsables políticos de otros países al comprometerse a asistir a la marcha del Orgullo LGTB del próximo mes de julio en Toronto” .
  • La bloguera Aída Domenech, conocida como Dulceida, “por manifestar públicamente su bisexualidad en redes sociales, transmitiendo un mensaje de normalización y tolerancia a la población más joven”.
  • Los clubes de fútbol Rayo Vallecano de Madrid y Club Deportivo Guadalajara, “por su lucha contra la homofobia en el fútbol, llegando incluso a incluir la bandera del arcoíris en sus equipaciones” .
  • La activista estadounidense Robyn Ochs “por visibilizar la bisexualidad a través de numerosos ensayos, charlas y escritos tanto dentro como fuera de su país de origen”.

“Fila cero”

La gala de los Premios Plumas y Látigos, que se celebra en la Casa del Reloj de Madrid, tendrá este año un marcado carácter solidario. Es por eso que la FELGTB ha creado una “Fila cero” cuya recaudación será destinada íntegramente a financiar dos de los principales ámbitos de actuación que está llevando esta organización: Positivos 2.0, basado en realizar un apoyo integral a jóvenes con un diagnóstico reciente de VIH, y Red Educa, que tiene como objetivo principal luchar contra la discriminación y la LGTBfobia en las aulas.

Toda la información sobre esta “Fila cero”, a la que puedes contribuir si lo deseas, está accesible en este enlace.

El bar Fulanita de Tal acogió una fiesta solidaria posterior a la gala de los Premios, dónde se reunieron las personas galardonadas para continuar con la celebración del X aniversario. Parte de la recaudación obtenida durante esta noche será donada por Fulanita de Tal a los proyectos Positivos 2.0 y Red Educa.

Fuente FELGTB/ Dosmanzanas

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Fernando Olmeda inicia un crowdfunding para financiar “El viaje de Carla”.

Jueves, 17 de abril de 2014
Comentarios desactivados en Fernando Olmeda inicia un crowdfunding para financiar “El viaje de Carla”.

noticias_file_foto_767581_1397469963El periodista y escritor Fernando Olmeda se encuentra inmerso en la realización de un nuevo trabajo audiovisual de temática LGTB que homenajeará a la diputada y activista transexual Carla Antonelli. El documental, que lleva por nombre El viaje de Carla, cuenta con la participación de un nutrido número de compañeros de profesión, amigos y familiares de la protagonista.  Fernando Olmeda ha iniciado una campaña de crowdfunding para financiar El viaje de Carla, que dirige en estos momentos.

Entre otros, intervienen conocidos rostros como los activistas Pedro Zerolo, Antonio Poveda y Boti García Rodrigo o el presentador de televisión Jordi González. Gracias a sus recuerdos y testimonios, unidos a los de la propia protagonista, se abordarán algunos de  los momentos más -y también menos- conocidos de la biografía de Carla, así como su intachable trayectoria en defensa de los derechos del colectivo transexual, lo que la ha convertido en todo un “referente nacional e internacional del colectivo LGTB“.

Olmeda asegura que conoció a Carla durante el “proceso de documentación y realización de entrevistas” para su libro El látigo y la pluma, aunque no sería hasta 2009 cuando le expuso por primera vez “mi idea de hacer un documental sobre su vida”, después de que la activista recibiera el Premio Cardón de Güímar. Cuenta en el blog dedicado al proyecto que acompañó a Carla en “aquella ocasión tan especial” y pensó que “merecía la pena reunir en un documental todo lo que había vivido, desde que se vio obligada a salir de Canarias a finales de los años setenta”.

 En palabras de su autor, la idea de este trabajo es la de mostrar la lucha personal por “conseguir una existencia acorde a su identidad de género y libre de los prejuicios sociales vigentes en aquella época”. Para ello, se hace un repaso por los momentos más trascendentales en la vida de Carla, como su marcha de la localidad tinerfeña de Güímar, donde se crió y vivió, o “el regreso a su pueblo natal para reencontrarse con sus recuerdos y hacer balance de su vida” treinta y dos años después.

Asimismo, el director y guionista del documental ha abierto una página de crowdfunding donde quien quiera podrá colaborar económicamente en su financiación hasta el próximo día 1 de julio. A cambio, Olmeda ofrece a los mecenas “una amplia variedad de recompensas relacionadas con la película, con sus autores y con sus protagonistas”. El viaje de Carla se encuentra en plena fase de posproducción y recopilación final de imágenes, y su estreno está previsto para los próximos meses de octubre o noviembre. El total de la cuantía a recaudar para lograr la financiación es de 12.000 euros, de los cuales a fecha de hoy ya se ha conseguido más de 10%. El plazo finaliza el próximo 1 de julio.

En cuanto a la campaña de financiación mediante micro-mecenazgo, es muy sencillo colaborar. Simplemente entrando en Lanzanos y eligiendo la cantidad a aportar con sus correspondientes recompensas. Es muy asequible, a partir de 20 euros”, explica Fernando Olmeda, quien también escribe el guión. “Creo que merece la pena contribuir y apoyar producciones independientes, que sólo son posibles así”, añade

repositorio_obj_3640_1397469400Fernando Olmeda
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“Nosotros también defendemos el #gratisnotrabajo. Quien realiza un trabajo profesional ha de ser recompensado por ello”, explican en el portal. Necesitan afrontar gastos como rodaje, adquisición de imágenes, sonorización, etalonaje, copias y distribución, entre otros. “La financiación a la que aspiramos no cubre todos los gastos, pero servirá para dar el empujón definitivo al documental”, señalan.

Según Olmeda, la cinta podría estar finalizada en verano, y esperan poder estrenarla en octubre o noviembre de 2014. A la espera de la financiación, sigue en el trabajo con el resto del equipo.

“Estamos en la segunda fase, de postproducción y recopilación final de imágenes. Después tendremos que sonorizar y etalonar”, explica. “El rodaje está realizado al 90%. Quedan algunas secuencias pendientes, en función del script final”, apuntan en la web.

El documental está grabado en castellano, con subtítulos en inglés, y tiene una duración prevista de 60 minutos. Güímar, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas, Madrid y Benidorm han sido las localizaciones del rodaje.

“Treinta y dos años después de marcharse de Güímar (Tenerife) para conseguir una existencia acorde a su identidad de género y libre de los prejuicios sociales vigentes en aquella época, Carla Antonelli regresa a su pueblo natal para reencontrarse con sus recuerdos y hacer balance de su vida”, explican los responsables del documental.

repositorio_obj_3639_1397469044Carla en su Canarias natal (primera por la izquierda)
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El viaje de Carla explora el viaje interior que significó aquel regreso para Carla, una de las más relevantes activistas por la igualdad en España, referente nacional e internacional del colectivo LGTB, actriz, tertuliana de televisión y, desde 2011, diputada en la Asamblea de Madrid”, añaden.

Amigos de la infancia, familiares, compañeras del mundo del espectáculo, estrellas de televisión, políticos, vecinos de Güímar y activistas LGTB participan en El viaje de Carla. Entre los nombres más conocidos se encuentran Pedro Zerolo, Jordi González, Boti García Rodrigo, Maribel Peces-Barba, Elianne García Ruiz, Antonio Poveda y Pedro Damián Hernández.

repositorio_obj_3638_1397469003Entre las ideas de las que parte el proyecto, los creadores del documental destacan “la lucha denodada de las personas como Carla por vivir conforme a su identidad de género”, “el compromiso de las personas como Carla para luchar en favor de la igualdad legal y social”, y “la capacidad de superación de las personas como Carla, que, a pesar de tener casi todo en su contra, logran salir adelante y se convierten en referentes sociales”.

El compromiso de Olmeda con el colectivo LGTB no nace, sin embargo, de este proyecto. Ya en 2004 publicó el libro El Látigo y la Pluma, reeditado en formato electrónico en 2013 y dedicado a recuperar la memoria de todas aquellas personas perseguidas durante el franquismo por su condición sexual. No en vano, este ensayo recibió el Premio Shangay al mejor libro de temática LGTB, y dio nombre a los premios que cada año otorga la FELGTB. “En este momento daría un Premio Pluma a los padres y madres comprometidos con la igualdad, que han hecho y están haciendo el enorme esfuerzo de entender que su hijo es gay, que su hija es lesbiana o que su hijo o hija es transexual o bisexual, y que tratan de hacer entender a la sociedad que sus hijos son iguales al resto“, asegura sin dudar.

Fuente Ragap y Dosmanzanas

Fotos: El Viaje de Carla y Fernando Olmeda

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