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El colectivo LGTBIQ+ y su lucha interminable contra un armario llamado dictadura

Jueves, 13 de julio de 2023
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IMG_9880IMG_9878Primera edición (izda) y la segunda (dcha)

El escritor Fernando Olmeda reedita ‘El látigo y la pluma. Homosexuales en la España de Franco’, un ensayo sobre cómo se vivió la homosexualidad en la España franquista.

El colectivo LGTBIQ+ era con quien la Policía gozaba de hacer uso de su poder

“La igualdad legal ya la hemos conseguido, pero no la igualdad social”

María Mora

11/06/2023 06:45

Juan Soto era conocido como el “delincuente por necesidad”. No sufrió desengaños amorosos. Lo suyo era practicar sexo como método para robar a la gente. Lorena Capelli, nacida como Humberto Lacerda, falleció sometiéndose a una vaginoplastia y es una huella más en la larga lista de guerreras y guerreros que el franquismo no logró doblegar.

Alberto Alonso Blanco, también conocido como Rambal, fue asesinado en 1976 en Gijón por ser un homosexual libre. Anastasia Rampova fue una artista transgénero e icónica en València por ser un símbolo de la cultura underground y LGTBIQ+.

Estas son solo algunas de las múltiples historias que recoge la segunda edición de El látigo y la pluma. Homosexuales en la España de Franco, del periodista y escritor Fernando Olmeda, que fue publicado recientemente por la editorial Dos Bigotes.

La primera edición vio la luz en 2004 con la editorial Oberon y ahora vuelve a las librerías con el mismo objetivo: dar a conocer cómo se vivió la homosexualidad durante la dictadura de Francisco Franco, las interminables persecuciones sufridas y cómo el colectivo LGTBIQ+ consiguió no dejarse dominar.

Estas personas son conocidas por haber vivido un estrepitoso calvario durante el régimen. Época donde la homosexualidad no tenía nombre en la sociedad española.

“La igualdad legal ya la hemos conseguido, pero no la igualdad social. Efectivamente, se siguen produciendo muchísimos episodios de discriminación, homofobia, transfobia“, señala Fernando Olmeda a Público.

“No solamente son los discursos de odio los que han calado en buena parte de la sociedad, sino que llegan al extremo del asesinato, como el de Samuel Luiz en A Coruña o la paliza de hace unos días a dos mujeres lesbianas en el Parque Warner. Y así todos los días, en determinados discursos de determinados medios o partidos se está intentando que cale el mensaje discriminatorio que al final nos retrotrae a aquella España en blanco y negro”, agrega.

Juan Soto es el ejemplo de sobrevivir y cuidar de uno mismo, cueste lo que cueste. Se le conocía no solo por ser homosexual, sino también por ser un “delincuente por necesidad”, según describe Olmeda en el libro. Desde bien joven aprendió a delinquir para sobrevivir y en muchas ocasiones a utilizar el sexo como herramienta de trueque.

Pasó gran parte de su vida robando, manteniendo relaciones sexuales a cambio de favores, arrastrando detenciones por todos los antecedentes que reúne, fugas de cárceles y clínicas -una de ellas eludida gracias a una estratagema en la que simuló tener un problema mental-, una paliza que casi le cuesta la vida, etc.

Entre una de sus más recordadas andadas, Soto solía practicar ciertas técnicas fuera y dentro de las cárceles, como ‘el plante‘ o ‘timo de la pasma ful’. Esta última, por ejemplo, consistía en “enseñar el pene como cebo para atraer a la víctima”, según explica Olmeda, en el parque de la Ciudadela o en los urinarios de las plazas de la Universidad de Catalunya.

En sus últimas hazañas, en la Central de Observación de Carabanchel, le preguntaron por un tatuaje característico que decía ‘Katyman‘, a lo que Soto respondió que significaba los dos géneros, masculino y femenino.

La reeducación

La Policía armada en aquella época estaba acostumbrada a difundir el terror y el miedo entre quienes eran detenidos para sacarles información, especialmente a los homosexuales.

El colectivo LGTBIQ+ era con quien la Policía gozaba de hacer uso de su poder para realizar todo tipo de torturas y humillaciones con el objetivo de obtener información o simplemente para castigarles por su orientación sexual.

En El látigo y la pluma se nombra un término interesante: la reeducación. Según el autor, “en la reforma de la Ley de Vagos y Maleantes del año 1954, la ejecución de actos de ayuntamiento carnal queda amparado en el delito de escándalo público, por lo que los homosexuales merecían la reinserción”.

Por ello, algunas normas estaban relacionadas con medidas de internamiento en un centro específico y el destierro, es decir, una vez que cumplías el periodo de encierro no podías volver al lugar de residencia, trabajo, etc.

No obstante, en lo que respecta a reeducación de la homosexualidad, Olmeda explica a este periódico que cuando una persona homosexual entraba en un centro penitenciario “había un grupo de psicólogos forenses, donde la legislación obliga a educarles de nuevo”.

“Sin embargo, no había reeducación posible porque, en primer lugar, no había personal especializado, psicólogos, psiquiatras forenses especializados; pero en el caso de las cárceles específicas”, -una en Huelva y la otra en Badajoz, ambas específicamente para homosexuales-, “obligaban a los presos a coser y fabricar balones, cajas de pescado, sogas, etc.”.

Memoria de Lorena Capelli

Además de la homosexualidad, las personas transexuales también fueron perseguidas bajo las órdenes de Franco. La medicina tuvo un amplio papel durante esta época donde los sanitarios se aprovecharon “de la ansiedad, y del bolsillo, de los angustiados pacientes que aspiraban a una reasignación de sexo”, señala el autor en el texto.

La sociedad actual no es consciente realmente de la vida que tuvieron todas aquellas personas del colectivo LGTBI+ durante el régimen

A lo que se sumaron también, por otro lado, los farmacéuticos para lucrarse del sufrimiento de estas personas. Incluso hubo momentos en los que el uso de hormonas provocó desequilibrios emocionales en los pacientes hasta producirles pensamientos suicidas.

En 1945 nació Humberto Lacerda en una familia que esperaba la llegada de una niña y no la de un niño, y cuyo padre le sometía a múltiples humillaciones, burlas y palizas porque notaba algo ‘raro‘ en su comportamiento.

Lacerda recordaba su pubertad como uno de los peores momentos de su vida, despreciaba la homosexualidad ligada al comercio del sexo, pero lo que más anhelaba era convertirse en mujer. Él se sentía mujer, era su deseo más fuerte, por lo que comenzó a hormonarse justo después de fugarse de casa, cansado por las inaguantables palizas que le daba su padre.

En 1971 cumplió su sueño de convertirse en mujer y pasó a llamarse Lorena Capelli. No obstante, la intervención no salió como debería y tuvo que volver a operarse porque la vagina era excesivamente estrecha y le producía fuertes dolores. Sin embargo, pierde la vida en esta segunda intervención debido a un shock posoperatorio, tratando su cuerpo, además, como un objeto más al enviarlo a Río de Janeiro.

Olmeda revela entre las páginas del libro que a Capelli “no le gustaba la sociedad en la que vivía, que juzgaba y condenaba a quien se atrevía a ser diferente, apartándole como si se tratara de un enfermo contagioso”. Lorena Capelli es recordada por quien fue y por lo que vivió.

La periodista Valeria Vegas, quien estuvo presente en la presentación de El látigo y la pluma, señala que la sociedad actual no es consciente realmente de la vida que tuvieron todas aquellas personas del colectivo LGTBI+ durante el régimen: “Si la gente hubiera nacido en 1930, su vida habría sido muy distinta”.

Como estas historias hay muchísimas más, como la de Alberto Alonso Blanco, más comúnmente conocido como Rambal, y quien fue asesinado en Gijón en 1976 por vivir su homosexualidad con libertad. La artista de cabaret Anastasia Rampova, un símbolo transgénero y considerada un personaje mítico en València, falleció en 2021 y su historia perdurará mientras estén los que la quieren recordar.

Por otro lado, Jordi Petit, escritor y activista del movimiento LGTBIQ+, estuvo presente como representante de los homosexuales damnificados en el homenaje de octubre de 2022 que celebró el Estado para reconocer a todas las víctimas del franquismo.

Fuente Público

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Una jueza de Castellón ordena la retirada urgente de libros de temática LGTBI repartidos a los institutos apelando al riesgo de «perjuicios irreparables»

Lunes, 18 de octubre de 2021
Comentarios desactivados en Una jueza de Castellón ordena la retirada urgente de libros de temática LGTBI repartidos a los institutos apelando al riesgo de «perjuicios irreparables»

8533F4E2-614A-4BC3-8580-C8FD055BB213-768x746 En una decisión judicial sorprendente, una jueza de Castellón ha ordenado la retirada inmediata de las bibliotecas de once institutos y de un cento socioeducativo de la ciudad de 32 libros de temática LGTBI que el Ayuntamiento de la ciudad les había donado. La jueza del juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 1 de Castellón ha accedido a la petición de la organización ultraconservadora Asociación de Abogados Cristianos, que le había solicitado la retirada cautelarísima de los libros a la espera de que se resuelva si la donación de los libros vulnera, como argumenta la mencionada organización, «el derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos, la libertad ideológica y de culto y la obligación de la administración de ser objetiva y neutral».

No ha ocurrido en Rusia, Polonia o Hungría, sino en España. La jueza Carola Soria (que ya protagonizó una reciente polémica al autorizar la aplicación de una pseudoterapia contra la covid-19 a un paciente en contra del criterio de los médicos que lo atendían) vuelve a ser protagonista de la actualidad al acceder a la petición de la ultraconservadora de Asociación de Abogados Cristianos de que los libros, adquiridos por el Ayuntamiento de Castellón para las bibliotecas de los institutos de la ciudad, sean retirados de forma cautelarísima, es decir, de forma inmediata y sin ni siquiera esperar a escuchar los argumentos de las partes por concurrir circunstancias de especial urgencia. Según el auto de la jueza, «en dicho lapso de tiempo podrían ya ponerse los mismos a disposición de los alumnos menores de edad a quienes van dirigidos, lo que haría perder la finalidad legítima al recurso y producir los alegados ‘perjuicios irreparables’ que con la interposición del recurso contenciosoadministrativo a través del procedimiento de derechos fundamentales, por presunta vulneración de los derechos contenidos en el art. 16 CE y art. 27.3 CE, se pretende evitar».

Desde el Ayuntamiento de Castellón, gobernado por una coalición de formaciones de centro-izquierda al frente de la cual se sitúa la socialista Amparo Marco y cuyas Concejalías de Cultura y Feminismos y LGTBI ocupa Verònica Ruiz (Compromís), se ha trasladado a los centros educativos mencionados el auto para que los lotes de libros permanezcan embalados (han sido enviados esta misma semana) y no sean distribuidos todavía a las bibliotecas, pero al mismo tiempo se anuncia el correspondiente recurso contra la decisión judicial. «Nos reafirmamos con la adquisición y distribución en los centros de estos lotes de libros, comprados bajo criterio técnico, porque estamos en una sociedad democrática y libre, donde tiene que prevalecer la tolerancia y los derechos fundamentales, porque los jóvenes de hoy serán los adultos de mañana. No entendemos ninguna vulneración a la libertad religiosa ni ideológica a la que Abogados Cristianos apela en el auto», han manifestado desde el Ayuntamiento.

Los libros retirados son los siguientes (según el listado publicado en Twitter por Verònica Ruiz):

  • Corcel de Fuego, de Lucía Sánchez Saornil
  • Leia, Rihanna & Trump, de Proyecto Una
  • No vine a ser carne, de Gata Cattana
  • Lesbianas. Así somos, de Marta Fernández Herráiz y Kika Fumero
  • Después de lo trans, de Elizabeth Duval
  • ¿Y si fuéramos nosotros?, de Becky Albertalli y Adam Silvera
  • Transfeminismo o barbarie, de varias autoras
  • Libérate, de Valeria Vegas (ver reseña en dosmanzanas)
  • We Too, de Octavio Salazar
  • A la conquesta del cos equivocat, de Miquel Missé
  • Orgullo, de Josema Busto
  • Orgullo, de Matthew Todd
  • Con amor, Simon, de Becky Albertalli (ver reseña en dosmanzanas. Nota: el libro ha sido renombrado tras su adaptación al cine. El título original es Yo, Simon, Homo Sapiens).
  • ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, de Jeanette Winterson (ver reseña en dosmanzanas)
  • El amor del revés, de Luisgé Martín (ver reseña en dosmanzanas con entrevista a su autor)
  • La cultura de la homofobia y cómo acabar con ella, de Ramón Martínez (reseña en dosmanzanas)
  • Cuando muera Chueca, de lgnacio Elpidio Domínguez Ruiz
  • Un año sin nombre, de Cyrus Dunham
  • Familias modernas. Padres e hijos en las nuevas formas de familia, de Susan Golombok
  • Chicas que entienden. In-visibilidad lesbiana, de varias autoras (ver reseña en dosmanzanas)
  • Gay sex, de Gabriel J. Martín
  • De nombre y hueso, varias autoras
  • No estamos tan bien, de Rubén Serrano (ver reseña en dosmanzanas)
  • Jo sóc així i aixó no és un problema, de Fani Grande
  • El fin del armario, de Bruno Bimbi (ver reseña en dosmanzanas con entrevista al autor)
  • Transexualidades. Otras miradas posibles, de Miquel Missé (ver reseña en dosmanzanas)
  • Cómo supera un bollodrama, de Paula Alcaide
  • Ahora que ya lo sabes, de Oriol Pamies
  • Queer: una historia gráfica, de Meg-John Barker y Julia Scheele
  • LGTB para principiantes, de Daniel Valero (ver entrada referida al libro en dosmanzanas)
  • Transeducar. Arte, docencia y derechos LGTB, de Ricard Huerta

https://twitter.com/olympeabogados/status/1449405796962512898?s=21
Fuente Dosmanzanas

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La Fiscalía Provincial de Madrid y la jueza se oponen a reabrir el caso de la muerte de Cristina La Veneno

Sábado, 27 de febrero de 2021
Comentarios desactivados en La Fiscalía Provincial de Madrid y la jueza se oponen a reabrir el caso de la muerte de Cristina La Veneno

1362740_1Tanto la Fiscalía como la titular del juzgado de instrucción número 53 de Madrid se oponen a reabrir la causa por la muerte de Cristina Ortiz «La Veneno», que falleció a principios de noviembre de 2016 tras sufrir una caída en su domicilio que le ocasionó un grave traumatismo craneal. Aunque el informe de la autopsia practicada en su día a Cristina concluyó que la fatal caída se debió a un accidente doméstico, sus familiares nunca creyeron esta versión, y aún hoy siguen tratando de reunir pruebas que demuestren que su muerte pudo producirse de forma violenta, ya que su cuerpo presentaba numerosos hematomas y golpes, y sosteniendo que la investigación policial fue chapucera y que su entonces compañero sentimental pudo tener algo que ver con lo ocurrido.

Allá por la primavera de 1996, la almeriense Cristina La Veneno se convertía en todo un fenómeno televisivo (y un ejemplo de visibilidad trans en tiempos difíciles) tras ser descubierta por una reportera del programa Esta noche cruzamos el Mississippi en el madrileño Parque del Oeste —donde entonces ejercía la prostitución—. Pero su personalidad arrolladora se apagó para siempre el 9 de noviembre de 2016, cuando Cristina fallecía, a los 52 años de edad, debido a una caída en su domicilio del madrileño barrio de Tetuán, y tras permanecer algo más de tres días en coma en la UCI del Hospital Universitario La Paz de Madrid.

La primera autopsia, realizada a los pocos días de su fallecimiento por el médico forense adscrito al juzgado de guardia que investigó su muerte, concluyó que la fatal caída se debió a un accidente doméstico. Asimismo, el informe forense recogía que Cristina murió «por un fracaso visceral multiórganico con septicemia y hemorragia menigo-encefálica», y que no existía en su cuerpo ninguna lesión de lucha o defensa que pudiera hacer pensar en un escenario violento como causa del fallecimiento.

Desde un primer momento, se barajaron distintas hipótesis sobre lo ocurrido. Algunos apuntaban a un posible suicidio, pues aunque poco a poco estaba volviendo al ruedo mediático, la existencia cotidiana de Cristina era bastante desdichada y la artista había intentado quitarse la vida en varias ocasiones —en el informe policial constaba que la artista podría haber ingerido alcohol y medicamentos poco antes de la caída, y que ese hecho podría guardar relación con el posterior golpe—. Otros, hablaban de un posible ajuste de cuentas por los detalles que habría revelado en su libro de memorias, ¡Digo! Ni puta ni santa: las memorias de La Veneno, escrito por la periodista Valeria Vegas. Y hay quien incluso ponía en el punto de mira a la persona que encontró su cuerpo malherido: Alín Bogdan, un joven chapero rumano con quien La Veneno mantenía una complicada relación desde 2014 —curiosamente, el día anterior a la caída, Cristina llamó a la Policía, acusándole de amenazas de muerte—.

Sea como fuere, las conclusiones del forense que realizó la autopsia de Cristina no convencieron nunca a su familia, que sospechaba que la causa de la muerte había sido violenta, pues el cuerpo de la almeriense presentaba diversos hematomas y golpes por las piernas, los pies y la cabeza. No en vano, aquellas dudas les llevaron a solicitar un nuevo examen visual del cuerpo, que acabó permaneciendo en la morgue del Tanatorio Norte de Madrid durante más de cuarenta días. Finalmente, en diciembre de 2016, la madre de Cristina, apoyada por varios de sus hijos, dio la orden de realizar la incineración de sus restos. A continuación, las cenizas de la artista —que se convirtió en la personalidad patria más buscada en Google en 2016 por los españoles y hoy cuenta con una placa en homenaje a su figura— fueron repartidas entre el madrileño Parque del Oeste, tal y como ella quería, y Adra, su localidad natal.

Desde entonces, algunos de los familiares de La Veneno no han cejado en su empeño por aclarar las circunstancias en que se produjo su muerte. Les parecía, cuando menos, sospechoso el hecho de que el cuerpo de Cristina —que fue encontrada en su domicilio con un fuerte golpe en la cabeza e inmediatamente perdió la consciencia y fue trasladada al hospital, donde fue intervenida de inmediato por una hemorragia cerebral secundaria al traumatismo— presentase tantos hematomas. También les escamaba que el caso de su muerte se cerrase tan solo nueve días después de su fallecimiento —amén de una investigación policial algo chapucera— y que su pareja en ese momento no fuese debidamente interrogado.

Según la versión ofrecida por Alín, Cristina «se caía muchas veces», lo que justificaría aquellos moretones. «Se había tomado unas pastillas y estaba durmiendo en el sofá. Estaba tranquila. Yo me fui a la calle. Cuando volvía a subir tenía un paquete de tabaco comprado y una botella de whisky vacía. Se la había tomado entera de un golpe. Volví a bajar a la calle porque pensé que estaba dormida. Cuando subí me la encontré sangrando», contaba Alín en una entrevista concedida a El Español.

La Fiscalía descarta ahora el homicidio

Hace apenas unos días, la Fiscalía Provincial de Madrid impugnaba el recurso presentado por la representación legal de la familia de La Veneno contra el auto que denegaba la apertura de nuevas actuaciones para investigar la causa de su fallecimiento. «En el último informe aportado por un perito de parte no se desprendía ningún indicio nuevo acerca de la presunta muerte violenta de la actriz que no se hubiera valorado antes», rezaba el comunicado emitido por la Fiscalía.

Además, el ministerio público alega que tanto el informe de la autopsia de Cristina como la investigación policial que se realizó «ya descartaron la existencia de un presunto delito de homicidio». Asimismo, señala que la petición de reapertura se basa en un informe pericial aportado por la acusación particular que se basa en el análisis de unas fotos «tomadas sin consentimiento en el hospital» y que constituyen una «reinterpretación de datos ya existentes sobre un suceso acaecido hace más de cuatro años». Al poco, la titular del juzgado de instrucción número 53 de Madrid, Mónica Aguirre de la Cuesta, rechazaba igualmente el recurso de reforma interpuesto por la familia de Cristina contra el cierre de la causa por el fallecimiento de la artista, emitiendo para ello un auto que se apoya en el informe de la Fiscalía de Madrid.

Aun así, Óscar Tarruella —criminólogo contratado por la familia de La Veneno para investigar su muerte— ya ha comentado a través de las redes sociales que no piensan darse por vencidos. «La resolución será objeto de Recurso de Apelación ante la Ilustrísima Audiencia Provincial de Madrid por cuanto a nuestro juicio existen testimonios y documentos que acreditan que Cristina tenía diferentes lesiones en su cuerpo compatibles con agresión previa, además de constar que el piso de Cristina había sido alterado a la llegada de los Agentes policiales, pues se les avisó con varias horas de retraso de lo ocurrido, tiempo durante el cual el piso estuvo abierto. Entendemos, dentro del absoluto respeto a las resoluciones judiciales, que un Informe Forense puede ser rebatido con posterioridad, igual que es rebatida una resolución judicial», rezaba un comunicado compartido en su perfil en Twitter.

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Las tres actrices protagonistas de ‘Veneno’, que cruzará el charco este mes, galardonadas con el Ondas

Viernes, 13 de noviembre de 2020
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veneno-1-300x170El fenómeno de Veneno parece ya algo imparable. Por un lado, las tres actrices que encarnan a Cristina Ortiz en la serie original de la plataforma Atresplayer Premium creada por los Javis son algunas de las galardonadas en la 67ª edición de los Premios Ondas. Por otro, ya es oficial que Veneno cruzará el charco y se estrenará el próximo día 19 de noviembre en Estados Unidos a través de la plataforma HBO Max.

Desde que Atresplayer Premium estrenase el pasado mes de marzo el primer episodio de la serie Veneno, la figura de la mediática artista almeriense —fallecida en noviembre de 2016 en trágicas circunstancias— no ha dejado de adquirir popularidad. La emisión de esta serie de ocho capítulos, protagonizada por las actrices Isabel Torres, Daniela Santiago y Jedet y basada en ¡Digo! Ni puta ni santa: las memorias de La Veneno —la biografía que publicó la periodista Valeria Vegas—, ha resultado todo un éxito. No en vano, hace unos días se hizo público que Veneno cruzará el charco y se estrenará este mes de marzo en Estados Unidos a través de HBO Max —aunque, según Atresmedia, también llegará a Latinoamérica en breve. «Soy conocida mundial», repetía una y otra vez Cristina. Y ahora, desde luego, no cabe duda de que aquello es cierto. Tal y como ha tuiteado la propia plataforma de streaming: «Puede que no conozcas su nombre, pero nunca olvidarás su historia».

Asimismo, cabe decir que la serie —protagonizada principalmente por mujeres trans— se ha rebelado como una puerta abierta a la visibilidad trans. No en vano, el jurado de los premios Ondas decidió otorgar el galardón a la mejor actriz a las tres protagonistas de la serie: Isabel Torres, Daniela Santiago y Jedet. Una decisión que no ha quedado exenta de polémica, pues ciertas activistas transexcluyentes aprovecharon la ocasión para dejar salir a flote su odio y criticar en las redes sociales el hecho de que tres mujeres trans se llevasen tal galardón.

«¿El premio #Ondas2020 a mejor actriz? Para tres hombres transfemeninos. Pero luego las feministas somos ‘exageradas conspiranoicas’ cuando decimos que el movimiento transgénero y sus leyes de identidad comprometen los espacios y derechos de las mujeres y promueven nuestro borrado social y y jurídico. No solo eso sino que tenemos que aguantar el acoso, las injurias y amenazas ISabel de toda la feligresía queer y personalidades afines que se hacen llamar progresistas y que callan o participan de ello por no ser tachados de ‘tránsfobos. Cuántas disculpas nos deberán pronto», comentaba una de ellas en su perfil en Twitter. «Este premio es una ofensa a todas las mujeres, especialmente a las feministas que dedicaron su vida, dejando incluso su libertad por el camino, para que hoy las mujeres tengamos presencia social y política, para que nunca más fuéramos ‘la otredad’, ciudadanas de segunda», apostillaba la susodicha. Unas palabras que sin duda invitan a la reflexión. Hay que continuar luchando por algo tan necesario como que España siga apostando por la inclusión y continúe abriendo un poco más la puerta laboral a las mujeres trans de este país.

Fuente Dosmanzanas

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35 años de «Vestida de azul», el documental ‘maldito’ que trasladó la realidad trans a las salas de cine de la España de la transición

Martes, 2 de abril de 2019
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vestidas-683x1024Hace treinta y cinco años, llegaba a los cines de España Vestida de azul (1983), el primer documental patrio protagonizado por seis mujeres trans que se estrenaba en salas comerciales. Y, para sorpresa de sus responsables, se convirtió en un éxito de taquilla que amortizó muy bien los cuatro duros que había costado ponerlo en marcha. Esa cinta, pionera y de gran interés informativo, es el punto de partida del ensayo Vestidas de azul. Análisis social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la Transición española (Dos Bigotes), donde la periodista Valeria Vegas analiza cómo los medios y el cine abordaban la transexualidad en una época hostil para un colectivo demasiado expuesto. 

La escena inicial de esa atípica película ilustra muy bien la esencia de la trama: la reasignación de la marginalidad. En esa secuencia, un grupo de mujeres —entre las que se encuentran varias de las protagonistas— ejerce la prostitución en una calle de Madrid cuando un coche policial se presenta en el lugar para llevar a cabo una redada contra trabajadoras sexuales. La escena podía ser ficcionada, pero recreaba una situación nada extraña para las allí presentes, puesto que cualquier agente podía detenerlas en esa época amparándose en la entonces aún vigente ley sobre «peligrosidad social».

«Eran años donde el término travesti ni siquiera se veía confuso (salvo cuando el entrevistado era un médico), y se asumía erróneamente que englobase por igual al artista transformista que a las mujeres trans», explica a Dosmanzanas la autora. «Porque ‘travesti’ no se empleaba para los hombres trans. Ellos, afortunadamente, resultaban invisibles ante ese error descriptivo. Las protagonistas empleaban el término de la misma manera coloquial que lo hacía el resto de la sociedad».

A fin de cuentas, la información sobre el tema brillaba entonces por su ausencia en una España que jugaba, como podía o sabía, a ser moderna. Algo de lo que daban buena cuenta las protagonistas del bizarro documental, que en las conversaciones que mantienen entre ellas esbozan sus alegrías e ilusiones, pero también sus miserias y los motivos por los que, tan a menudo, se sentían despojos humanos. «El mundo, la sociedad y su entorno no cesaban en decirles que eran lo peor. Y ellas se lo acababan creyendo. Digamos que en aquella España aún no había calado el ‘I will survive’ de Gloria Gaynor. No había autoestima ni desde la cultura de masas», apunta Vegas.

La perra vida a la que estaban abocadas las minorías sexuales en esa época se cebó fuera de los focos con las seis protagonistas de la película. De hecho, cuatro de ellas (Eva, Loren, Tamara y Renée) fallecieron víctimas del sida, la drogodependencia o la exclusión social. Hoy día, solo sobreviven Nacha y Josette —a quien muchos daban por muerta hasta hace poco, y que en la película protagoniza un curioso reencuentro con quien entonces era su exmujer en la vida real— . «Josette vive en Madrid, nunca se sintió identificada como mujer trans y en los años noventa regresó a su identidad masculina. Nacha lleva una vida tranquila en Vigo», apunta Vegas.

La intención inicial de su director, Antonio Giménez-Rico, era la de hacer una película de ficción, pero el burgalés cambió de idea a medida que, en el proceso de documentación, se acercaba a la triste realidad de las mujeres trans de la época. Eso sí, tuvo claro desde el primer momento que no quería caer en el sensacionalismo ni los prejuicios. Y que tampoco pretendía juzgar ni moralizar a la sociedad.

El cineasta cuenta en el ensayo que, al principio, trató de buscar perfiles distintos, pero vio que aquello sería una misión casi imposible, dado que la inmensa mayoría de esas mujeres se veían obligadas entonces a dedicarse al mundo de la prostitución y el cabaré. Lo triste es que los empresarios de esas salas de fiesta con espectáculos de transformismo solían contratar a mujeres trans y travestis con el único fin de exhibirlas como fenómenos de feria.  «Y ellas, por muy buena intención que tuviesen, sabían que esos matrimonios y público variado que acudían a verlas lo hacían desde el morbo”, explica la periodista. «No se les daba la oportunidad de progresar como vedettes, y otras muchas estaban en el espectáculo sin tan siquiera valer para ello. Era el camino paralelo a la prostitución. Otra vía de explotación al fin y al cabo. Cuando a finales de los ochenta acabó la moda de los cabarets, tuvieron que buscarse la vida».

Vestida de azul se llegó a presentar en el (aún entonces no competitivo) Festival de San Sebastián, pero se perdió en el tiempo. «Hoy en día es una película maldita que estuvo años sin distribución, y parece ser que hasta la copia de la Filmoteca está algo estropeada. ¡Siempre quedará el legado de ripear el VHS!», apostilla Vegas sobre una película que hoy día forma parte de la historia LGTB española.

Pero, además de celebrar la existencia de este documento audiovisual, la periodista explica en su libro las desalentadoras claves del tratamiento sensacionalista y transfóbico que se daba en los años de la Transición a las noticias protagonizadas por mujeres transexuales: «El tratamiento transfóbico en artículos y en el cine se veía de manera natural. Era un linchamiento asumido tanto a nivel público como individual, incluso en los años noventa. La conclusión a la que llegué es que los beneficios de la democracia sólo eran disfrutables para la sociedad imperante, dentro de esa mayoría hetero-cis. Las minorías asumían los aires de libertad con la resignación de no tener ciertos derechos».

«Ha mejorado, pero ha sido una evolución lenta y torpe», responde la valenciana cuando se le pregunta si cree que el tratamiento informativo de la realidad trans ha evolucionado como debería. «Casi podríamos decir que esa ética deontológica para el colectivo de personas trans no empieza a aplicarse hasta hace un lustro. Lo importante es saber de dónde venimos, por eso quise escribir este libro. El mañana ya depende de nosotros».

Fuente Dosmanzanas

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«Travestiario»: un homenaje a la historia del travestismo español de la mano de algunas de sus figuras más ilustres

Martes, 14 de agosto de 2018
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portada-travestiario-206x300 36840870_1903292396395604_7738973580636979200_nEl arquitecto y artista visual Donacio Cejas  (Isla de El Hierro, 1983) acaba de publicar el libro Travestiario (Ediciones Hidroavión), un viaje por la historia del travestismo español de la mano de varias artistas ilustres del transformismo y el cabaret como Paco España, la Terremoto de Alcorcón, La Prohibida, Psicosis Gonsales o Kika Lorace.

Cejas, que actualmente reside en Londres, cree que el travestismo puede ser entendido como la ciencia ficción de la feminidad. «Llevando al límite las características asociadas a la mujer arquetípica, el travesti-drag-transformista aparece en el escenario como una suerte de mujer superlativa filtrada por la mirada masculina (habitualmente homosexual) que no trata tanto de reproducirla fidedignamente sino de ‘crearla‘», expone en el libro.

Por su parte, la escritora Valeria Vegas —prologuista del libro— lamenta que, desde hace años, España haya dejado de ser «un país de cabarets, cuando antaño los había por doquier».  Y asegura también que «hace ya mucho tiempo que se perdió el concepto del transformista, y me da bastante pena. Creo que porque para que ese tipo de espectáculo prospere es necesario un público instruido culturalmente y hoy en día resulta bastante difícil que un alto número de gente pueda apreciar una caracterización de Liza Minnelli con sus respectivas canciones».

A lo largo de sus 158 páginas, el libro —magistralmente ilustrado por el propio autor— hace un recorrido que va desde «los oscuros años de la criminalización y la clandestinidad hasta el tiempo presente» donde estas artistas «cuentan con miles de seguidores online y pueden desarrollar sus carreras más allá de los locales de ocio nocturno —en la industria musical, la televisión o las artes visuales—».

«Mi estilo era lo que se llevaba cuando yo empecé, que era transformismo puro y duro, como quien dice. Era la imitación de artistas como la Jurado, la Pantoja, la Durcal, Lola Flores, Paca Rico…. Era salir como ellas vestido y peinado y marcarte un playbacks», comenta en el libro sobre la evolución de este tipo de artistas el recientemente fallecido Juan Carlos Andonegy. «La cosa se ha ido renovando, muchas empezaron haciendo playback y ahora han visto que pueden con su voz hacer cierto tipo de temas, además hacen canciones para ellas, y dan otro tipo de imagen, la imagen que les gusta a ellas…», señala el artista, que empezó a actuar con dieciocho años, en fiestas de amigos que se hacían en pubs.

La cabaretera Supremme Deluxe habla en el volumen de algunos de los estereotipos asociados a su profesión: «La gente asocia a los que trabajamos de noche con una vida complicada, llena de fiesta… pero en realidad mi día a día es muy sencillo, porque la noche para mí es un trabajo. Yo me despierto temprano y hago las cosas que hace todo el mundo, y cuando llega la hora me maquillo y, como cualquier actor, voy a trabajar, porque si viviera solo de noche se me iría la cabeza…».

Asimismo, La Prohibida hace hincapié en la idea de definirse como una persona que interpreta a un personaje, algo que hace porque se dedica al mundo del entretenimiento. «En esencia es entretenimiento, y ahí no me diferencio en nada a cualquier otro cantante, actor, monologuista, pintor… es contarle a los demás lo que uno siente, abrirse un poquito y buscar afinidades. Eso es el arte: llegar a la gente, remover conciencia, crear debate o amistad, ¡expresarse!», apostilla.

Fuente Dosmanzanas

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