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Dom 26.2.17. Nadie puede servir a dos señores. Dios y Mamona

Domingo, 26 de febrero de 2017
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 8, tiempo ordinario, ciclo A. Mt 6, 24-34. Este evangelio es muy largo, y consta de dos partes. La primera (Mt 6, 34) trata de Dios y Mamona. La segunda (6, 35-34) de Dios y la preocupación. Hoy comentaré la primera parte, en dos días la segunda.

El ídolo primero, opuesto a Dios, no es el placer desordenado, ni siquiera el mismo Diablo, como existencia separada, sino Mamona, la riqueza en sí, entendida como capital, sentido y meta de la vida. Mamona no es el dinero material, sino como signo y compendio de un sistema destructor (de violencia y muerte), que no está al servicio de la vida, sino de la opresión organizada que se opone a lo divino. Dios es gratuidad, Mamona interés; Dios libera, la Mamona esclaviza y destruye (oprime). Dios es comunión, gozo de vida compartida, la Mamona separa, divide, mata:

6, 24 Nadie puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro. O se apegará a uno y despre-ciará a otro. ¡No podéis servir a Dios y a Mamona!

imagessEste pasaje ha sido formulado con precisión, de un modo solemne, con principio general, explicación y aplicación.

El punto de partida se aclara desde paralelos judíos y paganos: Existen dos realidades (¡dos señores!) que nos marcan y llenan de tal forma que no pueden compartirse. Pero más valioso, aquel a quien la tradición llama «único» (pues el otro no es, sino que que hace no-ser), en clave de monoteísmo radical, es Dios (Dt 6, 4; cf. Lc 10, 42), un bien que todos pueden compartir, sin robarlo, ya que él se entrega a todos.

Aquello que no-es y destruye, pues nos lleva al «deseo de dominio violento y al enfrentamiento, en línea de poder y posesión, es el dinero absolutizado o Mamona, que puede interpretarse como capital supremo y pecado del hombre .. Buen fin de semana.

Dos señores enfrentados

Esta revelación del carácter antidivino (diabólico) de Mamona es quizá la aportación teológica fundamental del Q (cf. Lc 16, 13), recogida aquí por Mateo, en el centro del Sermón de la Montaña (Mt 6, 24), como objeto falso de “fe”, aquello en lo que el hombre confía, entregándole su vida. En ese contexto, no se puede hablar de un Diablo separado; el Diablo, Mal supremo, el Anti-Dios es la misma Mamona entendida como principio universal de muerte, que puede situarse en tres niveles.

‒ Dos servicios, dos señores… Hay un señor y servicio que esclaviza y destruye (cf. 20, 24-29). Los grandes de este mundo no liberan de verdad, no ayudan a ser, sino que se imponen y oprimen, por más bienes que en otro plano puedan conceder. En esa línea, servir al poder o al dinero termina destruyendo a ser humano. No le libera, le aniquila. Por el contrario, servir a Dios es vivir libertad, es madurar en la luz, es desarrollar la vida en plenitud. En este contexto se entiende la gran palabra de la alianza, cuando Dios mismo dice a los israelitas en el desierto: Pongo ante ti el bien y el mal, la muerte y la vida (Dt 30, 15). El hombre es un ser que puede destruirse a sí mismo .

— Plano personal. El hombre es un viviente creado para transcenderse, para vivir abierto a la gratuidad. En ese nivel se sitúa la apertura a Dios, que es la Vida en la que el hombre puede asentarse, trascenderse, encontrar su realidad. El hombre vive en gratuidad o se destruye a sí mismo en aquello que él desea. Como dice el mismo Juan de la Cruz: “Más vive el hombre donde ama que allí donde alienta (CB, 8, 3). Vive el hombre en el amor que le fundamenta, o se destruye a sí mismo. Desde ese fondo se entiende la Mamona como “deseo o pasión”, que se puede expresar en forma de avaricia: Tener para asegurarme en mi mismo, es el Capital Primero, principio de todo Pecado.

El hombre es un viviente de buenos deseos, pero cuando ellos se pervierten en forma de deseo supre-mo (voluntad y razón) de tenerlo todo (para mí, para mi grupo) a costa de los otros, surge la Mamona, que es el egoísmo pervertido: Asegurarme en algo externo a mí mismo, no en la gracia de la vida…aquello que la tradición de Pablo presenta como primer pecado (Col. 3, 5; Ef 5, 5; cf. Lc 12, 5).

‒ Plano económico-social (objetivo). Ese deseo-mamona se manifiesta en instituciones racionales (y pasionales) encarnadas en la Mamona, que es el “tesoro externo”, expresado en posesiones cada vez mayores, de cam-pos/casas o de bienes simbólicos, que se concretan en eso que actualmente se llama Capital (de cabeza), que desembocan en un tipo de Capitalismo. De esa manera lo que es bueno, la Biblia dice incluso muy bueno (árboles y campos, animales, comida y, sobre todo, otras personas) se convierte en lo muy malo.

La mamona, pecado de muerte

La Mamona es un pecado social, material, objetivado en cosas, tesoros materiales, armas para la gue-rra, oro, dinero, posesiones… La mamona se concreta, sobre todo, de un modo especial, en el dinero convertido en capital: Lo que es para mí en la cabeza de la que vivo, en el pensamiento del que pienso… Pensar y vivir sólo desde el capital que nos separa de los otros y de nuestro tesoro interior, y del mismo Dios. Esa es la gran destrucción.

‒ Plano religioso (intento de trascendencia). Tanto el deseo subjetivo como los bienes objetivos se “divinizan”, convirtiéndose en Dios, conforme a un proceso de idolatrización que han estudiado con rigor varios Padres de la Iglesia en el siglo IV. La Mamona se convierte de esa forma en el “Dios objetivado”, el único Señor que domina de verdad sobre la tierra .

Una parte considerable de la religión (entendida como idolatría) es el deseo de asegurar la vida en aquello que tenemos y que, al final, nos acaba teniendo, dominando. Ese Dios Mamona no es un poder irra-cional, como un Dios loco, sino que se presenta signo de una racionalidad muy atrayente, llena de reclamos, pero que nos termina oprimiendo. En general, la antropología filosófica de tipo griego había sido idealista, propia de hombres «ociosos» y ricos, que se hacían alimentar por sus siervos o esclavos. En contra de eso, la antropología bíblica ha sido y sigue siendo materialista: entiende al hombre desde la perspectiva de la gracia de Dios y, al mismo tiempo, por una inversión que es normal, desde el poder y riesgo del dinero.

Excurso. Dios y Mamona (Mt 6, 24)

En Mt 6, 24 culminan y se ratifican en los dos pasajes anteriores de Mateo: No atesoréis tesoros en la tierra (6, 19-20), no convirtáis vuestra luz en oscuridad (6,21-23). Sólo en ese contexto, retomando todo el argumento del Sermón de la Montaña, Mateo puede afirmar que lo opuesto a Dios es Mamona, cuando dice:¡No podéis servir a Dios y a Mamona! Éstos son sus riesgos principales.

‒ Caducidad que mata. Mamona es riqueza caduca, amenazada por el orín y la polilla. Dios hizo al hombre para la vida (para que busque eternidad, en comunión con los otros seres humanos), pero hombre tiende a cerrarse en una trama de muerte, que caracteriza y define todas las riquezas del mundo, incluidos ejércitos, imperios y sistemas económicos. Esta es la gran idolatría: vamos construyendo tesoros que el tiempo se en-carga de roer o apolillar, cayendo así en un tipo de ansiedad contradictoria, pues el deseo de asegurar nuestra vida en aquello que tenemos nos acaba haciendo esclavos de la muere.

‒ Envidia. Mamona es aquello que enciende el deseo de ladrones y competidores, suscitando así una guerra sin fin entre los que tienen y los que quieren tener. En este plano es imposible conseguir una paz externa, a no ser por dictadura de algunos (los triunfadores) o del sistema mismo que domina sobre todos. La desigualdad en el nivel de las posesiones materiales suscita siempre envidia: lo que uno posee crea en el otro un deseo de tenerlo o un rechazo que le lleva a destruirlo, de forma que surge y se expresa la gran antítesis teológica y social, antropológica y eclesial que ha puesto de relieve el evangelio. Leer más…

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Evangelio para tiempo de crisis: del agobio a la confianza. Domingo 8 TO. Ciclo A.

Domingo, 26 de febrero de 2017
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confiarDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Después de exponer la diferencia entre la actitud cristiana y la actitud legalista de los escribas (los dos domingos anteriores), el Sermón del Monte pasa a indicar la diferencia entre el cristiano y el fariseo con respecto a las obras de piedad (oración, limosna y ayuno). La liturgia ha omitido esta parte. Y también omite el comienzo de la tercera sección del discurso, donde se trata la diferencia entre el cristiano y el pagano con respecto a los bienes materiales.

La doble experiencia de que Jesús fue traicionado por dinero (Mt 26,14-16) y de que «la seducción de la riqueza ahoga la palabra de Dios y queda sin fruto» (Mt 13,22) hace que el primer evangelio trate con gran energía el tema de los bienes materiales, aunque sus expresiones resultan a veces demasiado concisas e incluso oscuras.

Siguiendo el hilo del discurso encontramos los siguientes temas: una exhortación inicial a poner el corazón en Dios, no en el dinero (Mt 6,19-21); una segunda exhortación a la generosidad (6,22-23); imposibilidad de compaginar el culto a Dios con el culto al dinero (6,24); exhortación a no agobiarse y a tener fe en la providencia (6,25-34).

La liturgia de este domingo se limita a los dos temas finales.

La gran alternativa

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
‒ Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

«No tendrás otros dioses frente a mí», ordena el primer mandamiento. «No podéis servir a Yahvé y a Baal», dice el profeta Elías a los israelitas en el monte Carmelo. La formulación tan parecida del evangelio demuestra que las palabras de Jesús se insertan en la línea de la lucha contra la idolatría. Al principio, los israelitas pensaban que los únicos rivales de Dios eran los dioses de los pueblos vecinos (Baal, Astarté, Marduk, etc.). Los profetas les hicieron caer en la cuenta de que los rivales de Dios pueden darse en cualquier terreno, incluido el económico. Para Jesús, la riqueza puede convertirse en un dios al que damos culto y nos hace caer en la idolatría.

Naturalmente, ninguno de nosotros va a un banco o una caja de ahorros a rezarle al dios del dinero, ni hace novenas a los banqueros. Pero podemos estar cayendo en la idola­tría del dinero. Según la Biblia, al dinero se le da culto de tres formas:

1) Mediante la injusticia directa (robo, fraude, asesinato). El dinero se convierte en el bien absoluto, un dios por encima de Dios, del prójimo, y de uno mismo.

2) Mediante la injusticia indirecta, el egoísmo, que no daña directamente al prójimo, pero hace que nos despreocupemos de él (recordar la parábola del rico y Lázaro: Lc 16,19-31).

3) Mediante el agobio por los bienes de este mundo, que nos hace perder la fe en la Providencia. A este tema, fundamental para la mayoría de los cristianos, dedica san Mateo el apartado más extenso de esta sección del discurso.

Del agobio a la fe en la Providencia

Por eso os digo:

No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?

¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?

¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?

No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.

Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura.

Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Seis veces aparece en este breve párrafo el verbo «agobiarse». No habla Jesús de cualquier tipo de agobio, sino del provocado por las necesidades materiales de la comida y el vestido. En ambos casos hace referencia a imágenes cotidianas (Dios alimenta a los pájaros y viste espléndidamente a los lirios) para infundir fe en la Providencia. Pero en medio y al final incluye unas reflexiones más bien irónicas: «por más que te agobies no vas a vivir un año más», y «no te agobies, que ya se encargará la vida de agobiarte».

Algunos consideran este pasaje es el más utópico y alienante del evangelio, contrario a toda experiencia y al sentido común. Pero hay que ponerse en el punto de vista de Jesús, que se mueve en dos coordenadas muy distintas a las nuestras: una profunda fe en Dios y un despego absoluto con respecto a los bienes de este mundo. Al ponernos como modelos a los pájaros y a los lirios nos está hablando de seres que simplemente subsisten, no acumulan casas, fincas, joyas, tesoros. Para Jesús, basta con subsistir, con tener «el pan nuestro de cada día». Y está convencido de que Dios lo dará. (Los pobres, o las personas que han pasado en algunos momentos de su vida grandes necesida­des, entienden esto mucho mejor que los que se limitan a discutir el problema).

Por otra parte, este texto sobre la Providencia se puede entender muy bien aplicando la teoría marxista de los objetivos a corto y largo plazo. Según el marxismo, el objetivo importante es a largo plazo (la dictadura del proletariado); los objetivos a corto plazo (reivindicaciones salariales, aumento del nivel de vida, etc.) pueden convertirse en una trampa para la clase obrera, que terminaría aburguesada y le haría renunciar al objetivo primordial.

Jesús, con una perspectiva humana y religiosa, adopta la misma postura. Lo importante es «el reino de Dios y su justicia», esa sociedad perfecta que debemos anticipar los cristianos en la medida de lo posible. Dentro de ella no tienen cabida las desigualdades hirientes ni la injusticia, el que hermanos nuestros mueran de hambre o pasen terribles necesidades mientras a otros nos sobran cantidad de bienes. Pero, si nos preocupamos sólo de la comida y del vestido, de las necesidades primarias, renunciaremos a buscar el Reinado de Dios. En cambio, si nos esforzamos ante todo por el Reinado de Dios, «todo eso (la comida, el vestido) se os dará por añadidura».

Para evitar una concepción alienante de la Providencia es útil recordar cómo la entendió la Iglesia primiti­va:

1) En primer lugar, no excluye el trabajo. A los cristianos de Tesalónica les dice Pablo claramente: «El que no trabaja, que no coma» (2 Tes 3,10).

2) Cuando alguien pasa necesidad, los demás no piden a Dios que le ayuden; lo ayudan ellos. Es lo que hicieron los cristianos de Grecia con los de Jerusalén (2 Cor 8-9).

La Providencia de los demás somos nosotros. Lo malo es cuando nuestro egoísmo impide a muchas personas creer en la Providencia. En ese caso deberíamos aplicarnos las palabras de san Pablo: «Por vuestra culpa blasfeman de Dios».

En resumen, todo el mensaje de Jesús se sintetiza en dos princi­pios básicos: a) el valor relativo de los bienes terrenos en comparación con el valor supremo de Dios y de su reinado; b) el valor absoluto de la persona necesitada, que exige de nosotros una postura de generosidad.

La preocupación maternal de Dios

Sión decía:

«Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.»

¿Es que puede una madre olvidarse, de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.

El evangelio, para inculcar la fe en la Providencia habla de Dios como un padre que se preocupa de sus criaturas. La brevísima primera lectura usa una imagen más expresiva aún: Dios como madre, incapaz de olvidarse del hijo de sus entrañas.

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Domingo VIII. 25 Febrero, 2017

Domingo, 26 de febrero de 2017
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domingo-viii-to

“Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; todo lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana; porque el mañana traerá su propio agobio.”

(Mt 6, 24-34)

La pregunta que nos lanza este evangelio es: ¿a quién queréis servir? ¿a Dios? ¿al dinero?.

Ambos caminos son exigentes pero completamente diferentes y la meta muy distinta. Lo que no tiene sentido es tratar de recorrer los dos caminos. No se puede. Hay que elegir.

Servir a Dios nos libera de nuestro egocentrismo. Nos libera de tener que estar agobiadas. Cuando nos ponemos a nosotras mismas en el centro, el agobio brota espontáneamente.

Cuando nuestra lucha se hace más altruista muchas cosas dejan de ser necesarias.

Si vivimos en el momento presente, en el hoy, es más fácil soltar amarras. ¡Cuántas cosas dejamos de hacer engañadas por un futuro que no es nuestro!

Lo que de verdad tenemos es el ahora. Y lo que vivamos ahora es lo que cuenta y lo que construye nuestro mañana. Da pena ver a tantas parejas jóvenes que no se atreven a comprometerse pensando en el mañana. O matrimonios que dejan para más tarde el tener hijos. Pensando que primero tienen que disfrutar la vida… Es extraño que no piensen en disfrutar la vida con sus hijos si su proyecto es formar una familia.

También es triste ver personas dejando pasar los años sin atreverse a responder a su vocación religiosa. El “después” no está en los planes de Dios (“Déjame primero…” Lc 9, 59).

Cuando pensamos primero en disfrutar y luego lo que venga, estamos sirviendo a otros dioses y señores. El Dios de la vida irrumpe en el presente y lo transforma inmediatamente. Por eso si elegimos servir a Dios tiene que ser ahora.

Oración

Trinidad Santa, enséñanos a vivir en el presente. Enséñanos a vivirTE en el presente.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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¡Qué descanso!

Domingo, 26 de febrero de 2017
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2345Mt 6, 24-34

Mira que el Señor lo dijo claro: “no andéis agobiados”; pero nada… caemos una y otra vez en las mismas dinámicas (hacer y hacer), en los mismos miedos (la muerte y la enfermedad siempre están al acecho), en las mismas angustias (¿qué pasará mañana?), como si el bien-estar dependiera únicamente de nosotros, y nuestra vida y la de los otros también. Sin embargo, ¿quién de vosotros a fuerza de agobiarse podrá añadir una hora al tiempo de su vida? (v.27).

Lo cierto es que no son meras fantasías. Basta con echar una mirada al mundo para ver que hay motivos para preocuparse. Porque por mucho que se nos diga, parece que no siempre se cumple eso de que “Dios proveerá” y hay que esperar al final de los tiempos para que todo salga bien. Personas con nombre y apellido que no tienen alimento, otros tantos que se quedan sin trabajo, millones de desplazados… La lista de desgracias humanas es interminable. ¿Qué significa entonces que Dios provee, es decir, que nos da lo necesario para la subsistencia?

Que Él es nuestro mejor apoyo. Que nunca nos va a abandonar; siempre está con nosotros. Y despreciar una ayuda así sería de locos. En los momentos difíciles lo más valioso son las personas que saben acompañar sin molestar. El Señor pertenece a ese grupo de fieles inasequibles al desaliento. Tener a Dios de nuestra parte nos da un empuje infinito.

Que nos indica el camino de la comunión, donde nadie se queda fuera y todos participan de las riquezas del mundo. En su plan todos están invitados al banquete donde se alienta el compartir que genera abundancia (lo que sucedió en la multiplicación de los panes y los peces fue incontestable). La injusticia es absolutamente contraria a Dios.

Que debemos invertir el tiempo en bienes que no tengan fecha de caducidad, en cosas que realmente merezcan la pena. Las que llevan la marca de la eternidad, las del reino de Dios (porque dejan huella, y tarde o temprano fructificarán).

En el fondo se trata de tener bien ordenadas las prioridades. Lo dice claramente el Señor al final del texto: Buscad el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura (v. 33). Es decir, que solo hay un Absoluto que debe unificar nuestro deseo, por el que debemos estar dispuestos a todo. ¡Qué descanso saber que Dios, a su modo, se ocupa del resto!

María Dolores López Guzmán

Fuente Fe Adulta

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Comunión

Martes, 17 de enero de 2017
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Del blog de la Communion Béthanie:

El hermano Roger es una profeta de nuestro tiempo. Centró toda su vida en Cristo, en cuyo nombre dio la bienvenida a cualquier persona, cualquiera que sea su ori gen, su pasado, su edad, su religión. Hombre de oración, el fundador de la comunidad ecuménica de Taizé no ha dejado de animar a los hombres a reconciliarse. Su testamento espiritual continúa sosteniendo a aquellos que deseen desarrollar un monaquismo interior. Os proponemos oraciones y palabras del hermano Roger para alimentar cada semana la vida interior en el seguimiento del Dios uno y trino. (Citas sacadas del libro “Vivir para amar” Ed. Les Presses de Taizé, 2010).

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“Si pudiéramos recordar siempre que Cristo es comunión. No vino  a la tierra para crear una religión más, sino para ofrecer a todos una comunión en Dios. Sus discípulos son llamados a ser humildes fermentos  de confianza y de paz en la humanidad. “Comunión” es uno de los nombres más bellos de la Iglesia.

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Frère Roger de Taizé,

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2017, bajo el signo de la confianza

Domingo, 1 de enero de 2017
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a_8

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

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La confianza

Miércoles, 19 de octubre de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

confiance

Es necesario decidir en cada momento  confiar en esa voz que te dice: “Te amo. Yo te formé en el vientre de tu madre.

Deja de ir y venir. Vuelve más bien hacia Dios y ten confianza en que Él te dará lo que necesitas.

Tan lejos como puedas recordar, has querido agradar a todo el mundo, contando con los demás para darte una identidad. Debes ahora aceptar no buscar más tus propias soluciones y tener confianza en que Dios te será suficiente en todas las cosas.

Lo esencial es creer con confianza que en toda circunstancia, Dios está contigo y que Él te concederá lo que verdaderamente necesitas.

*

Henri Nouwen,
La Voz interior del Amor.

Fuente imagen : Instagram/Georges Petrequin

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Cada mañana, Señor…

Martes, 4 de octubre de 2016
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cada-manana*

Leído en la web del  Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa:

Cada mañana, Señor, lucho con la pereza. Como en toda lucha unas veces salgo vencida y otras, vencedora. Solo esas veces recibo la mejor recompensa al detenerme ante ti unos segundos.

La única luz la del día que va despertando y la llama inquieta de la vela que indica tu presencia. Presencia abrumadora, que puedo palpar, presencia a lo Dios. Y nos envuelve la intimidad del amanecer, el silencio inmenso que sostiene el Padre, unos días con el sonido del mar, otros de la lluvia o del viento, con el canto de los pájaros… pero siempre sostenido con la oración, la confianza, las dudas, las lágrimas, el miedo, el agradecimiento, el sufrimiento y la alabanza de quienes a lo largo del día te buscan en ese mismo lugar y se detienen a descansar su corazón en ti.

Es entonces, Jesús de Nazaret, cuando veo cómo mis dedos se deslizan lentamente por tu cruz, primero de arriba abajo, después de izquierda a derecha. Mis labios apenas se atreven a susurrar esas tres palabras que mi corazón clama: te quiero, Señor. Y en ese momento, tras un escalofrío, me invade un profundo respeto y admiración por los cristianos que sufren persecución por creer en ti, por quererte, por pronunciar tu nombre. Hombres y mujeres que ven como queman sus iglesias, sus hogares marcados con la letra nun, que están en la cárcel esperando la muerte, torturados, crucificados, que ven como degüellan a sus hijos. Cristianos que se mantienen fieles a tu nombre a pesar de todo, y solo quieren que pensemos en ellos cuando estamos ante ti. En esa admiración profunda se me abre un interrogante ¿qué haría yo en su lugar?, y cada mañana, Señor, respondo pidiéndote que aumentes mi fe y que fortalezcas mis pasos.

El tiempo no es eterno y ese silencio e intimidad que nos envuelven se ven interrumpidos como se rompe una pompa de jabón, por los pasos de alguna hermana o por los huéspedes que madrugan por ti, que buscan encontrarse contigo al amanecer.

Te entregas a mí por entero como la mejor recompensa,

Señor Jesús,

cada mañana que logro arrebatar unos segundos a la pereza.

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Si quieres ser libre…

Viernes, 16 de septiembre de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Si el hombre es a menudo desgraciado en su interior,
si fracasa en su vida es es porque quiere vivirla a su manera,
 siguiendo el modo humano y contando con sus propias fuerzas.
Tan pronto como  se entregue en las manos de Dios,
Dios  comienza a trabajar para él: el éxito
(No necesariamente la realización humana) es inevitable y total.

El Señor está ahí, presente en toda tu vida, pero discreto,
esperando que le des una molestia,
que tú le confíes una tarea.
 ¿Por qué guardar tanto trabajo para ti?
¿Por qué no darle todo para que lo lleve, todo lo que hay que hacer,
y tu corazón y tus manos para que él mismo se sirva de ellas?
¿Por qué luchar pidiéndole  “que te ayude”?

Cada tarde, acepta morir a todas tus preocupaciones,
todas tus preocupaciones, legítimas o no.
Humildemente, pon todo en las manos del Padre
para despertarte cada mañana, vacío de toda inquietud,
nuevo, puro, frente a la vida que te espera.

Si quieres ser libre, si quieres ser joven,
alegre, en paz, fuerte y triunfante,
Cada día, cada minuto,
pon tu preocupación en el Señor
y Él mismo te sostendrá.

*

Michel Quoist

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Salmo de Confianza

Jueves, 15 de septiembre de 2016
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SALMO DE CONFIANZA

¡No a nosotros, Dios, no a nosotros!

Ni por nosotros, Señor, no por nosotros,

solo por tu nombre, que brille tu gloria;

porque nos amas.

¿Por qué han de decir los que nos humillan:

“miserables ignorantes, donde está su Dios”?

Tú estás en la vida,

tu Espíritu está sosteniéndonos.

Sus ídolos son los dólares y el poder,

resultado de la avaricia desmedida.

Tienen boca y no han aprendido a hablar,

tienen ojos y no han aprendido a ver,

tienen orejas y no han aprendido a escuchar,

tienen nariz y manos, pero son insensibles,

tienen pies pero no avanzan.

Son como ellos, sus fabricantes,

cuya confianza está en un poder falso.

Las comunidades migrantes confiamos en ti, Dios,

eres nuestra esperanza y nuestra fuerza:

Desterrados, humillados, pisoteados, confiamos en ti.

Nos abrazas y nos reconfortas,

nos reconoces y nos bendices:

Bendices nuestro trabajo,

bendices nuestras mesas,

bendices a nuestros hijos,

bendices nuestro futuro,

bendices nuestras esperanzas.

Escuchen, comunidades migrantes:

Si Dios formó las estrellas y las flores,

las abejas y las margaritas,

el amanecer y la montaña;

¿podrá la mezquina sed de poder contra Él?

El futuro pertenece a Dios

y a quienes se dejan mover por su Espíritu.

Quienes se callan ante la injusticia,

los que voltean la mirada,

los que bajan la cabeza para no mirar,

los que no hacen nada,

están muertos.

¡Los muertos no honran a Dios!

Benditas sean las comunidades migrantes del mundo:

Benditos sus pasos,

benditos sus sueños,

benditas sus manos.

¡Honremos a Dios!

Bendigamos a Dios,

escuchen, vean, alégrense:

Brillará su gloria

desde ahora y para siempre.

¡Aleluya!

*

Yolanda Chávez
Los Ángeles (USA).

ECLESALIA, 09/09/16.-

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(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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La primera urgencia de hoy es volver a Jesús (2)

Miércoles, 17 de agosto de 2016
Comentarios desactivados en La primera urgencia de hoy es volver a Jesús (2)

volver-a-jesusSegunda parte de una entrevista realizada por la Revista ADSIS a José Antonio Pagola sobre la necesidad de “volver a Jesús”.

P: La polémica generada en torno a tu libro Jesús, una aproximación histórica dejó desconcertados a muchos. ¿Qué fue lo que ocurrió y cómo están las cosas ahora?

R: Jesús siempre provocará interrogantes y desafíos. No es tampoco extraño que surjan polémicas y disensiones. Pero pienso que alimentar polémicas como la que se ha provocado con mi libro, nos distraen de lo esencial y no nos conducen a la conversión a Jesucristo… Yo estoy contento porque la polémica ha logrado que muchas personas se hayan planteado la necesidad de conocer y de seguir mejor a Jesús.

P: En todo caso, son más los que han oído hablar de tu libro que los que lo han leído. ¿Cuál crees que es su aporte principal, entre tantos otros que ya se habían escrito?

R: He recibido miles de testimonios de personas que, al leer el libro, se han sentido «tocadas» por Jesús. En muchos momentos he sentido que Jesús está vivo, que su Espíritu sigue actuando en los corazones, que su Evangelio tiene fuerza transformadora… El testimonio de estas personas ha reforzado mi fe, me ha hecho sentir la presencia viva de Jesús. Ha sido una gozada. Lo que más impacta a los lectores es encontrarse con un Jesús tan humano, cercano y accesible. En contra de lo que se ha dicho, el libro no hace daño. Es exactamente lo contrario. La reacción generalizada es esta: Jesús es tan humano que no es como nosotros. Algún misterio debe encerrarse en él. Solo Dios encarnado puede ser tan humano, tan compasivo, tan sincero y auténtico, tan fiel, tan interesado por el ser humano. Muchos me escriben diciendo que ahora creen más en el Dios encarnado en Jesús.

P: Según nos decías en el encuentro que compartimos, «conocer a Jesús nos tendría que llevar a hacer nuestra su espiritualidad». Según tu parecer, ¿cuáles son las claves de la espiritualidad de Jesús?

R: Lo primero que diría es que el centro de la espiritualidad de Jesús no lo ocupa propiamente Dios, sino «el reino de Dios». Jesús no separa nunca a Dios de su proyecto de transformar el mundo. No invita a la gente a «buscar» a Dios, sino a «buscar el reino de Dios y su justicia». No pide simplemente «convertirse» a Dios sino «entrar» en la dinámica del reino de Dios.

En segundo lugar diría que su experiencia de Dios como Padre lleva a Jesús a vivir dos actitudes fundamentales: la confianza total y absoluta en Dios, que le hace vivir de manera innovadora, creativa y audaz al servicio del reino de Dios; y la docilidad incondicional para cumplir su voluntad que consiste en trabajar por una vida más digna y dichosa para todos, empezando por los últimos.

Por eso, según Lucas. Jesús, ungido por el Espíritu de Dios, se siente «enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia». Vivir ungidos por el Espíritu de Jesús es vivir cambiando la vida, haciéndola mejor y más humana. Es estar siempre a favor de las personas y en contra del sufrimiento, del mal y de la injusticia. Vivir la espiritualidad de Jesús es vivir curando heridas, haciendo el bien, potenciando la vida. Dejarse conducir por su Espíritu es vivir defendiendo a los débiles, acogiendo a los excluidos, creando siempre comunión, igualdad, acogida y fraternidad. Nunca separación, exclusión o excomunión.

P: Aterrizando en el contexto de crisis múltiples que vivimos hoy, hay una pregunta inevitable: ¿cómo se mira el futuro «como Jesús» cuando parece que no hay futuro?

R: Con una confianza absoluta en la acción de Dios que sigue trabajando con amor infinito el corazón y la conciencia de todos sus hijos e hijas. Dios no está bloqueado por ninguna crisis. Sigue buscando caminos que solo él conoce para encontrarse con cada persona, esté donde esté. Nadie vive olvidado o abandonado por Dios. Este es el dato decisivo, no nuestros proyectos o planes pastorales.

P: En concreto, ¿cómo crees que podríamos alentar, en nuestro entorno social y eclesial, la esperanza que brota de Jesús?

R: Hemos de abandonar ya una lectura del momento actual en términos casi exclusivos de crisis, secularización, desaparición de la fe, etc. Cristo resucitado tiene fuerza para engendrar una fe nueva. No sabemos qué nacerá ni cómo será. El cristianismo es mucho más que lo que ha podido dar en veinte siglos. Jesucristo no ha dado todavía lo mejor. Puede ser una verdadera sorpresa en la sociedad que está emergiendo.

P: También nos has animado a preguntarnos «por qué caminos quiere encontrarse Dios con las personas que se alejan de la Iglesia hoy». ¿Desde tu experiencia y tu reflexión, qué intuiciones nos puedes compartir?

R: A mi juicio, es un grave error «volver hacia atrás», hacia una cultura pasada, para vivir la fe desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas, pensadas y configuradas en otras épocas y para otras épocas que no son la nuestra. Para acoger y comunicar hoy el Evangelio de Jesús hemos de aprender a creer desde la sensibilidad, la inteligencia y la libertad de esta nueva cultura; poner el Evangelio de Jesús en contacto con las preguntas, miedos, aspiraciones, sufrimientos y gozos de nuestros tiempos. La fe nueva que necesita la cultura moderna no nacerá como «clonación» de la fe pasada. Brotará de la fuerza que tiene el Evangelio para engendrar «vida evangélica» en medio de esta sociedad. La fe renace constantemente cuando hay fidelidad al Espíritu de Jesús.

P: Te agradecemos por el tiempo que nos has dedicado, José Antonio. Después de este encuentro y desde lo que nos conoces, ¿qué mensaje nos dejarías a los que buscamos a Jesús desde las comunidades Adsis?

R: No me siento con autoridad para dejaros mensaje alguno. Solo desearos que viváis vuestro carisma de manera creativa y audaz. Leed el Evangelio de Jesús en vuestras comunidades como una llamada que os invita cada día al gozo de la conversión a él. Vuestra vida se decidirá en los próximos años en vuestra capacidad para «volver a Jesús» con más radicalidad y más gozo.

Fuente: Revista ADSIS, Entrevista a José Antonio Pagola (Junio 200

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“Ricos y ricas para Dios” por Carmen Soto

Viernes, 5 de agosto de 2016
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Lc-12-13-21-400x400En el capítulo 12 Lucas nos presenta a Jesús rodeado de mucha gente que busca consuelo y respuestas a sus preguntas (Lc 12,1). El maestro se deja interrogar, cuestionar, a la vez que va proponiendo su enseñanza con claridad y contundencia, tanto dirigiéndose a la multitud como al grupo más reducido de sus discípulos y discípulas.

El texto de este domingo comienza con una petición que uno de los presentes le hace en relación al reparto de la herencia: “Maestro di a mi hermano que reparta conmigo la herencia” (Lc 12, 13). Jesús rechaza intervenir en la cuestión (Lc 12, 14), pero propone una enseñanza que busca iluminar el origen del conflicto que el oyente le había planteado y como han de actuar quienes quieren formar parte de la nueva familia de Reino de Dios a la que él está convocando (Lc 12, 15-34).

Posiblemente quien pedía la intercesión de Jesús era el hijo menor de alguien que había muerto sin repartir su herencia. El hijo mayor, que era quien estaba llamado a sustituir a su padre como jefe de la familia, había asumido todo el patrimonio sin compartir con su hermano. La costumbre israelita estipulaba que si uno de los hijos solicitaba el reparto había que hacerlo, por eso este hombre pide al maestro que actúe de mediador para que pueda recibir su parte reconociéndole autoridad para mediar en el conflicto. Sin embargo, Jesús no acepta la propuesta y plantea la cuestión de otra manera.

Para entender la respuesta de Jesús y la orientación de la parábola que propone es necesario situarse desde las creencias sociales que sus oyentes comparten. En el mundo antiguo existía un principio básico que guiaba la mayoría de las interacciones sociales: la conciencia de que todos los bienes existentes eran limitados. Estos bienes no solo incluían los de tipo material: tierras, dinero, comida…sino también el honor, el poder, el estatus, la amistad… Nada podía producirse ilimitadamente y quien aumentaba sus riquezas, aunque fueran fruto de sus negocios o su trabajo, no podía acumularlas y debía actuar con generosidad compartiéndolas con otros a través de acciones de beneficencia o patronazgo. De no hacerlo así era considerado un ladrón o un avaro porque se consideraba que si alguien aumentaba sus bienes era porque se la había quitado a otro. La generosidad sin embargo no era un acto gratuito, sino que era recompensado con reconocimiento público, lo que hacía crecer el honor de la persona. Un valor que era mucho más importante que cualquier otro bien material.

Jesús al proponer la parábola, va a recoger la sabiduría tradicional sobre la avaricia y la acumulación de riqueza (Ecl 11, 19-20) recordando que el problema de la acumulación de riqueza además de una injusticia social, es una falta de fe en Dios (Ecl 2,1-11). Para el pensamiento bíblico la falta de fe no se corresponde con la incredulidad, sino con la desconfianza. La fe es una experiencia de confianza en la bondad y la misericordia de Dios que actúa constantemente en nuestra vida, quien se aparta de Dios es porque ha puesto su confianza en otros bienes como la riqueza, o el honor y se refugia en ellos para sostener su existencia. Ser necio o insensato, no es para la Biblia una cuestión de habilidades sociales o limitaciones psicológicas, es el término que designa la falta de fe.

Por eso, Jesús al proponer la parábola no cuestiona solo la actitud del hermano que no quiere repartir la herencia, ni a quienes actúan de forma similar, sino que está planteando algo más hondo: apostar por la radical experiencia de confiar en Dios como el bien más absoluto, desde la certeza de que lo que recibiremos siempre de él es su amor gratuito y su bondad infinita. Para Jesús no basta con ser generoso como proponía su sociedad. Para él lo importante es la gratuidad, el dar sin recibir nada a cambio, el actuar con el hermano y la hermana como lo hace Dios. Hacerse rico para Dios es atesorar en el corazón todas esas actitudes, pero no como una mera experiencia espiritual, sino como la base desde donde construir ese otro mundo posible con el que Dios sueña. Un mundo en igualdad, justicia y libertad.

Carmen Soto

Fente Fe Adulta

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Confianza

Miércoles, 22 de junio de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Tras las huellas vivas de Etty Hillesum

Mientras que nuestro mundo contemporáneo atraviese una crisis de sentido, una joven mujer judía puede ayudarnos a atravesar la prueba y a guardar la esperanza.

Del 1941 al 1943, en Amsterdam, Etty Hillesum mantiene un diario de una densidad excepcional. Consigna en 11 cuadernos las últimas experiencias de su vida. Este extraordinario documento es un verdadero testamento espiritual. Descubrimos allí su fe inquebrantable en el hombre al mismo tiempo que éste comte sus más negras fechorías durante la segunda guerra mundial. Etty Hillesum murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 después de haber pasado los últimos meses de su vida en el campo de tránsito de Westerbork al servicio de sus hermanos judíos.

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“ Tengo en mí una confianza inmensa. No la certeza de ver la vida exterior marchar bien para mí, sino la de continuar aceptando la vida y encontrándola buena, hasta en los peores momentos.”

*
Etty Hillesum
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¡Signos!

Miércoles, 6 de abril de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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“Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús  en presencia de los discípulos..
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Primera reacción: ¿cuáles? Por qué no decirlos todos. Tengo la impresión de que jamás habrá suficiente para tratar de comprender el misterio de este Jesús que es Señor. ¡ Si tú eres el Enviado de Dios, Jesús, dinos pues lo que hay que hacer, claramente! ¡Todavía signos, todavía signos! No para gritar al milagro, justo para dejarme tocar, saber por fin  qué es lo que me concierne. Con certeza.

Pero ahora, la segunda reacción: ¿Y cuántos signos te harían falta, mientras se trata de signos que aparecen en la vida de otros? ¿ Si esto llegara en tu vida, lo recibirías como signo? ¡Ni siquiera es seguro!

La tercera reacción: ¿Pero entonces, dónde estás Señor en tu vida? ¿Cuándo estuviste allí? ¿Cuándo te reconocí? Extraña coincidencia con el final de Mateo.

La verdad, es que con 10 000 signos, todavía puedo ser incrédulo mientras que el Evangelista nos llame a ser creyentes, y no incrédulos. Creyente, es decir: el tener confianza.

¿Confianza en qué entonces? De hecho en el Evangelio, es confiar en quien. Y es precisado en todas las cartas (Juan 20, 31): confiar en que Jesús es el Enviado de Dios, venido a revelarnos de una vez el esplendor de nuestra humanidad y el amor de nuestro Dios que la encuentra bella y la magnifica. Eso es lo que vemos en Jesús, ¿verdad?

Entonces, me vuelvo hacia ti, Jesús al que reconozco como mi Señor. Y te digo: por favor, te suplico, ayúdame a aceptar mi humanidad y a leer en ella los signos del amor de Dios por mí. Tu Padre, Nuestro Padre, me creó con amor y me confió esta parcela de humanidad y confía en mí para llevarla. Me la confió para que le honre. No ignoraba nada errores, espantos, obstáculos y contradicciones diversas que provoca la confrontación en sus límites y en las de los demás. Pero me creó con confianza.

En Ti, Jesús, reconozco a mi Maestro y Señor, porque tu humanidad, totalmente disponible para Dios es resplandeciente. En ti, Señor, reconozco el océano de posibilidades que se me ofrecen, las reconozco como una invitación para acercarme y para ser. A ser lo que soy, no otra cosa, sea por conveniencias, costumbres o miedos.

Mirándote, oigo esta llamada, ya oída en los Salmos: levántate y mira.

De una vez por todas, no te avergüences de lo que eres,
No te avergüences de ser sensible,
No te avergüence de sentirte atraído por los hombres,
No tengas vergüenza de releer tu historia y  de asumirla.
Incluso si no comprendes,
Incluso si los demás no entienden,
Yo te digo:
Tú eres el que mi Padre ha querido,
Como eres.

Así que lleva esta humanidad
grandemente
y maravillosamente.

*

Z – 3 abril 2016

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Fuente foto:Kevin Mischel, danseur

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“Al atardecer llegó con los doce”, por Dolores Aleixandre

Sábado, 26 de marzo de 2016
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Un bello texto de su blog Un grano de Mostaza para meditar en silencio ante el Cristo yacente… Es nuestro amigo quien está ahí… el que nos arrebataron… porque le  dejamos marchar solo a pesar de que Él no nos abandonó… e el que esperamos que vuelva tras esta noche de tiniebla, de dolor, de muerte…

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En el relato de Marcos sobre los preparativos de la cena pascual, hay un significativo desplazamiento de lenguaje. El texto comienza diciendo: «El primer día de los ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dicen los discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?… » (Mc 14,12). Sin embargo, cuando es Jesús quien da las instrucciones para el dueño de la casa, habla de «cenar con mis discípulos», desaparecen las alusiones a lo litúrgico y no hay ya ni una palabra sobre ázimos, cordero, hierbas amargas, oraciones o textos bíblicos: solo pan y vino, lo esencial en una comida familiar.

Quiere cenar con los suyos y para eso necesitan encontrar una sala en la que haya espacio para estar juntos: ese es el único objetivo que permanece y que Lucas subraya aún con más fuerza « ¡Cuánto he deseado cenar con vosotros esta Pascua!» (Lc 22, 15). El «con vosotros» es más intenso que la conmemoración del pasado, lo ritual deja paso a los gestos elementales que se hacen entre amigos: compartir el pan, beber de la misma copa, disfrutar de la mutua intimidad, entrar en el ámbito de las confidencias.

jesucristoSu relación con ellos venía de lejos: llevaban largo tiempo caminando, descansando y comiendo juntos, compartiendo alegrías y rechazos, hablando de las cosas del Reino. Él buscaba su compañía, excepto cuando se marchaba solo a orar: había en él una atracción poderosa hacia la soledad y a la vez una necesidad irresistible de contar con los suyos como amigos y confidentes.

Al principio ellos creyeron merecerlo: al fin y al cabo lo habían dejado todo para seguirle y se sentían orgullosos de haber dado aquel paso; les parecía natural que el Maestro tomara partido por ellos, como cuando los acusaron de coger espigas en sábado y él los defendió (Mc 2,23-27); o cuando el mar en tempestad casi hundía su barca y él le ordenó enmudecer (Mc 4,35-41); o cuando volvieron exhaustos de recorrer las aldeas y se los llevó a un lugar solitario para que descansaran (Mc 6,30-31).

Sin embargo, las cosas que él decía y las conductas insólitas que esperaba de ellos les resultaban ajenas a su manera de pensar y de sentir, a sus deseos, ambiciones y discordias y una distancia en apariencia insalvable se iba creando entre ellos: le sentían a veces como un extraño venido de un país lejano que les hablaba en un lenguaje incomprensible.

Pero aunque ninguno de ellos se sentía capaz de salvar aquella distancia, Jesús encontraba siempre la manera de hacerlo. El día en que admiró la fe de los que descolgaron por el tejado al paralítico (Mc 2,5), estaba en el fondo reconociéndose a sí mismo: también él removía obstáculos con tal de no estar separado de los suyos y nada le impedía seguir contando con su presencia y con su compañía, como si los necesitara hasta para respirar.

Ellos se comportaban tal y como eran, más ocupados en sus pequeñas rencillas de poder que en escucharle, más interesados en lo inmediato que en acoger sus palabras, torpes de corazón a la hora de entenderlas. Pero él se había ido inmunizando contra la decepción: los quería tal como eran sin poderlo remediar, los disculpaba, seguía confiando en ellos.

« Todos vais a tropezar, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño» (Mc 14,27), dijo durante la cena. No habló de culpa, ni de abandono, ni de traición: eran amigos frágiles que tropezaban y no se puede culpar a un rebaño desorientado cuando se dispersa y se pierde. Sabía que iban a abandonarle pronto y que, si no habían sido capaces de comprenderle cuando les hablaba de sufrimiento y de muerte, tampoco lo serían para afrontarlo a su lado, pero sobre sus hombros no pesaba carga alguna de reproches o de recriminaciones. Libre de toda exigencia de que correspondieran a su amor, estaba seguro de que, lo mismo que su abandono en el Padre le daría fuerza para enfrentar su hora, aquel extraño apego que sentía por los suyos sería más fuerte que su decepción por su torpeza.

Y seguiría considerándolos amigos, también cuando uno de ellos llegara al huerto para entregarle con un beso.

Fuente Religión Digital

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Pedro Arrupe, compañero de Jesús

Martes, 15 de marzo de 2016
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Del blog Nova Bella:

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“Arrupe miraba al mundo con confianza, no una confianza que le viniera de sí mismo, sino que le venía de sentirse parte activa de la mirada amorosa y comprometida de Dios que en Jesús se hace un «sí» total a la humanidad y a la vida. Sus frases habituales eran del estilo de «todo ser humano lleva en su misma esencia algo de bueno que debemos conducir a Dios»; «teniendo confianza mutua se consigue todo»; «podemos contribuir a que la parte luminosa aumente en el mundo».

*

Julio Martínez

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Trapecistas

Jueves, 21 de enero de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“La confianza es la base de la vida. Sin ella, ningún ser humano puede vivir. Los trapecistas nos ofrecen una bella imagen de esto. Los que vuelan por los aires tienen que confiar en el que va a sostenerlos. Pueden dar los saltos más espectaculares, dobles, triples o cuádruples, pero quienes después de todo hacen espectacular su actuación son los que los sostienen, los que están allí para agarrarlos en el lugar y el momento precisos.

Hay mucho de vuelo en nuestras vidas. Es maravilloso volar por los aires, libres como un pájaro, pero cuando Dios no está allí para sostenernos, todo nuestro volar acaba en nada. Tengamos confianza en el Gran Mantenedor. “

*

Henri Nouwen

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2016, bajo el signo de la confianza

Viernes, 1 de enero de 2016
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

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Manténte en mi Paz

Martes, 18 de agosto de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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Manténte en mi Paz

que pone tu corazón en reposo.

Este descanso del corazón resulta

de una relación habitual Conmigo,

en la confianza absoluta.

*

El 9 de agosto, Vivir por el Espíritu.

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Crece

Martes, 14 de julio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“Crece un poco todos los días a mi semejanza.

En todas las circunstancias,

haz lo que te pido;

y luego pon tu confianza en

con respecto a los resultados!

*

13 de julio,Vivir por el Espíritu.

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