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El obispo de Amberes, a favor del reconocimiento litúrgico de las parejas del mismo sexo

Jueves, 13 de octubre de 2016
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media-101571-2El obispo de Amberes, Johan Bonny, ha destacado la necesidad de integrar las parejas del mismo sexo en la Iglesia católica, también con celebración litúrgica. Así lo sostiene en un libro de entrevistas que se publica esta misma semana. Bonny se reafirma así en una postura que ya ha expresado con anterioridad.

Johan Bonny vuelve a destacar entre los obispos católicos por su postura inclusiva en materia LGTB. Lo hace en un libro que ha sido puesto a la la venta en Bélgica este 11 de octubre, y que recoge una serie de entrevistas con el teólogo Roger Burggraeve y la periodista Ilse Van Halst, de la publicación católica flamenca Kerk & Leven. Su título evoca unas célebres declaraciones del papa Francisco sobre las tres palabras más importantes en la familia: Permiso, perdón y gracias. Audaces diálogos sobre relaciones, matrimonio y familia (Mag ik? Dank je. Sorry. Vrijmoedige dialoog over relaties, huwelijk en gezin).

En dicho libro, según recoge el diario La Libre Belgique (tradicionalmente cercano al catolicismo belga), Bonny sostiene la primacía del matrimonio heterosexual y rechaza la equiparación de las parejas del mismo sexo o de otras parejas no casadas por la Iglesia a este. Sin embargo, Bonny también afirma que estas personas y sus relaciones deben tener un hueco en la comunidad católica. Más aún, considera que dicho lugar debe quedar marcado litúrgicamente. Es ahí donde realiza su propuesta más audaz: la elaboración de rituales de bendición para las parejas no casadas (diferentes, eso sí, del sacramento del matrimonio) entre las cuales incluye las del mismo sexo.

Un obispo que ya ha hecho declaraciones a favor de las personas LGTB

No se trata de la primera vez que el obispo de Amberes destaca por sus declaraciones sobre las personas LGTB. En septiembre de 2014, Bonny envió una carta al Vaticano a propósito de la celebración del Sínodo Extraordinario de la Familia. En ella pedía mayor respeto y un lenguaje más matizado ante realidades consideradas “irregulares”. Afirmaba entonces que la Iglesia católica debía “abandonar su actitud defensiva” en temas como la acogida de homosexuales, de los divorciados y vueltos a casar o de los jóvenes que viven en pareja sin estar casados, sosteniendo que estas situaciones “merecen mayor respeto y un juicio más matizado”.

Igualmente, en diciembre de 2014, el obispo de Amberes ya abogó por el reconocimiento litúrgico de las parejas del mismo sexo, lo que le costó la oposición de los sectores integristas. “Debemos buscar en el seno de la Iglesia un reconocimiento formal de la relación que también está presente en numerosas parejas bisexuales y homosexuales. Al igual que en la sociedad existe una diversidad de marcos jurídicos para las parejas, debería también haber una diversidad de formas de reconocimiento en el seno de la Iglesia“, declaró entonces. No especificó si este “reconocimiento formal” debería tener o no carácter litúrgico.

Un grupo reducido, pero insistente, de obispos aperturistas

Lo cierto es que Bonny no está del todo solo. Forma parte un grupo de obispos que han avanzado posturas diferentes en materia LGTB a las que sostiene la mayoría de la jerarquía católica. Es un grupo reducido, pero destacable por haber mantenido una misma línea desde hace ya varias años. Entre ellos está, por ejemplo, Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück (Alemania), que en septiembre de 2015 se mostró a favor de bendecir a las parejas del mismo sexo unidas en una relación estable, aunque de forma privada y no en una ceremonia pública.

También destaca el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga, considerado un estrecho colaborador del papa Francisco. Fue él quien declaró primero, dando pie a que el propio papa hiciera declaraciones en el mismo sentido, que la Iglesia católica debía pedir perdón por su trato a las personas homosexuales: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. El cardenal alemán señaló también que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.

Ya antes del pontificado de Francisco, en 2012, el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Berlín, llamó a la Iglesia a reflexionar sobre su posición contraria a las parejas del mismo sexo. En este sentido, afirmó que deberían ser consideradas como análogas a las heterosexuales. Igualmente, en una entrevista algo posterior, denunció el “falso perfeccionismo” que a su juicio imperaba en la Iglesia. Con todo, poco después tuvo que aclarar su postura haciendo un curioso equilibrio: por un lado afirmó que “allí donde haya personas pendientes y dispuestas la una de la otra, eso merece reconocimiento”, para añadir en cambio que los “actos” homosexuales iban “en contra de la ley natural y por tanto no pueden ser aceptados por nuestra parte”.

Por otra parte, no podemos dejar de mencionar a Raúl Vera, obispo de Saltillo (México), quien lleva ya años destacándose por su defensa de las personas LGTB. En fecha tan temprana como 2011 apoyó la organización del Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religioso por parte de la Comunidad de San Elredo, un grupo LGTB cristiano: “La sociedad mexicana aún no ha podido desligarse de prejuicios, intolerancia y hostilidad contra las personas homosexuales, generando actos de violencia y rechazo social y familiar”, declaró entonces. Igualmente, este mismo obispo bautizó en 2014 a la hija de una pareja de lesbianas, quienes habían contraído matrimonio en el Distrito Federal, primer territorio de México que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El catolicismo alemán, punta de lanza

No es de extrañar que la mayor parte de los ejemplos mencionados vengan del ámbito germánico. Alemania alberga una de las comunidades católicas más abiertas a la realidad LGTB. De hecho, las declaraciones de estos obispos alemanes resultan tímidas frente a iniciativas de los laicos. En diciembre de 2015, la división local de Colonia de la Alianza de Juventudes Católicas Alemanas (Bund der Deutschen Katholischen Jugend –BDK-) aprobaba un documento titulado “Todos son bienvenidos”, en el que afirmaba que “el amor de Dios no hace distinciones” y reconocía que las “personas homosexuales” pueden “vivir el sexo de manera responsable”. Otro ejemplo elocuente fue el documento firmado en 2011 por 144 teólogos católicos de habla alemana (aproximadamente un tercio del total) en el que abogaban por una profunda reforma de la iglesia que incluyera, entre otras muchas medidas, el fin del “rigorismo moral” que condena al ostracismo en el seno de dicha institución a las parejas del mismo sexo o a los divorciados casados en segundas nupcias.

Esta apertura a la realidad LGTB  se corresponde, por lo demás, con una actitud progresista de buena parte del catolicismo alemán en temas como la contracepción o el divorcio, en los que Alemania ya marcaba diferencias con los pontífices anteriores, en particular con el también alemán Joseph Ratzinger.

En definitiva, dentro de la dinámica en la Iglesia católica de alternar algún paso adelante con pasos atrás (como bien ha quedado en evidencia con las más recientes declaraciones del papa), existe un grupo de obispos que parece presionar en un sentido inclusivo. No hace falta recordar, por desgracia, en qué posición se sitúan las voces cantantes del episcopado español. Con alguna salvedad como el obispo Vera, parece que de nuevo les toca a los obispos del norte de Europa el papel de avanzadilla.

Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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El papa Francisco avala desde la Plaza de San Pedro las movilizaciones homófobas de México

Martes, 27 de septiembre de 2016
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francisco-de-espaldasNinguna sorpresa por lo que a la capacidad de movilización de los homófobos se refiere: la gran marcha del denominado “Frente Nacional de la Familia” sobre México Distrito Federal ha sido en efecto un éxito. Al igual que sucediera hace dos semanas en las manifestaciones convocadas en las diferentes ciudades del país, decenas de miles de personas salieron a las calles este sábado, 24 de septiembre, para mostrar su oposición al matrimonio igualitario, en esta ocasión concentrados en la capital mexicana. Más sorprendente resulta el aval que la movilización, articulada en buena parte desde el sector más reaccionario de la Iglesia católica mexicana, ha recibido por parte del papa Francisco. Este mismo domingo el argentino ha querido expresar, durante su bendición dominical en la Plaza de San Pedro, su respaldo a la movilización homófoba. 

“Me asocio con mucho gusto a los obispos de México en el sostener el empeño de la Iglesia y de la sociedad civil a favor de la familia y de la vida, que en este tiempo exigen especial atención pastoral y cultural en todo el mundo”, ha declarado el papa en Roma. Unas palabras que, en el contexto actual, suponen un espaldarazo al sector más ultra de la Iglesia católica mexicana.

Como contamos hace dos semanas, México vive en estos momentos un proceso parecido al que ya vivieron España en 2005 o Francia en 2012 y 2013. Eslóganes, logos, argumentos y escenografía son los mismos. El “Frente Nacional por la Familia”, a imitación del Foro Español de la Familia en España o la Manif por Tous en Francia, se ha constituido en eje articulador de los sectores homófobos de la sociedad mexicana. El desencadenante: el compromiso hecho público en mayo pasado por el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, de promover la reforma tanto de la Constitución mexicana como del Código Civil federal para asegurar la plena vigencia del matrimonio igualitario en todo el país.

México es un país federal, en el cual cada estado goza de amplia autonomía legislativa y cuenta con códigos civiles propios. En este sentido, son ya varios los territorios que han aprobado el matrimonio igualitario (el primero fue el Distrito federal, allá por 2009. Fue, de hecho, el primer lugar de América Latina en hacerlo). Pero es que, además, la prohibición del matrimonio igualitario por los estados que aún no permiten su celebración es considerada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y, de hecho, en prácticamente todos los estados de México se han celebrado ya bodas por orden judicial.

Es por eso que, cinco años después de que el Distrito Federal lo aprobase, y después de toda una cascada judicial de fallos favorables, Peña Nieto decidía este año que había llegado la hora de que la legislación se armonizase, de acuerdo a las directrices de la Suprema Corte, y que Constitución y leyes federales reconociesen expresamente el matrimonio igualitario en todo el país. Un movimiento que despertó, casi de forma inmediata, las iras de la Iglesia católica mexicana, que, pese a haberse opuesto estado a estado al avance de los derechos LGTB, no había conseguido, en un país socialmente muy conservador pero de tradición política laica, cristalizar un movimiento homófobo organizado… hasta ahora.

Las palabras de Francisco, un gesto hacia los conservadores

Este mes de julio nos hacíamos eco, por ejemplo, de las opiniones expresadas en Desde la Fe, publicación semanal dependiente de la arquidiócesis de México, que atacaba el matrimonio igualitario con argumentos del tipo de “el cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual” . La publicación también entraba directamente en política atacando a Peña Nieto, al que acusaba de “conceder prestaciones y compensaciones multimillonarias a once ministros del Poder Judicial [en referencia a la Corte Suprema de Justicia] apoltronados y envueltos en carísimas togas de seda de más de medio millón de pesos, que encubren su pragmatismo y favoritismo por ideologías que dinamitan instituciones del Derecho, vulnerando preciadísimos valores sociales como el Matrimonio entre un hombre y una mujer, la protección de la familia o el respeto a la vida de los niños en el seno materno”. Una campaña de odio en toda regla que la Iglesia católica mexicana ha continuado promoviendo desde las páginas de Desde la Fe, que hace un par de semanas publicaba un lamentable artículo en defensa de las “terapias reparadoras” de la homosexualidad titulado “No se nace homosexual”.

PAG3-1_0¿Pero quién se encuentra detrás de toda esta movilización? Al frente de la arquidiócesis de México se sitúa Norberto Rivera, cardenal primado de México, conocido opositor a los derechos LGTB y un personaje especialmente siniestro. Fue acusado en su momento de encubrir varios casos de abusos sexuales a menores por parte del sacerdote Nicolás Aguilar, además de haber sido uno de los grandes protectores de Marcel Maciel (el fundador de los Legionarios de Cristo, otro personaje despreciable, ya fallecido, acusado también de múltiples abusos sexuales).

En julio ya mencionábamos que en el seno de la Iglesia mexicana parecía estar librándose una batalla soterrada entre sus sectores conservador, del que Rivera es máximo representante, y progresista, que cuenta por ejemplo entre sus filas con el obispo de Saltillo, José Raúl Vera, que siempre ha mostrado una especial sensibilidad hacia la realidad LGTB (hace un par de años recogíamos su mediático bautizo a la hija de una pareja de mujeres) y que en la visita que Francisco realizó hace pocos meses a México mostró una especial complicidad con el pontífice. Francisco, de hecho, acaba de nombrar un nuevo nuncio en México, Franco Coppola, cuya misión, según aseguraba el diario El País, es lidiar “con los sectores más inmovilistas del episcopado de México” y “dar un nuevo impulso a la regeneración de la conservadora Iglesia mexicana”. 

Por eso produce especial desazón ver que ahora el papa, pudiendo haber optado por abstenerse y no hacer mención explícita a lo que está sucediendo, ha querido mostrar un gesto de apoyo al sector más conservador de la Iglesia católica mexicana, que ha sido capaz de armar contra los derechos LGTB una movilización que jamás se ha visto contra la pobreza, el narcotráfico, la corrupción o la violencia brutal que vive el país. Sea por conveniencia (no querer enfrentarse a un reforzado Rivera), sea por convencimiento, las palabras de Francisco suponen la enésima muestra de oposición a los derechos LGTB. Su “¿quien soy yo para juzgar?” parece cada vez más un recuerdo remoto.

Fuente Dosmanzanas

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Arquidiócesis de México afirma que “El cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual”

Martes, 19 de julio de 2016
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homofobia_iglesia_catolicaAndanada de odio contra el matrimonio igualitario de la Iglesia mexicana: “el ano del hombre no está diseñado para recibir, solo para expeler”

La Iglesia católica en México se opone al matrimonio igualitario porque considera que esta unión conlleva “daños a la salud espiritual, sicológica y física”, señaló en el semanario Desde la Fe la Arquidiócesis Primada de México.

La Iglesia católica mexicana rabia de odio contra el matrimonio igualitario, cuya prohibición es considerada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que diversos estados del país han legalizado ya. Pero no ha sido hasta que el presidente Felipe Peña Nieto anunció en mayo su intención de promover la reforma tanto de la Constitución mexicana como del Código Civil federal para asegurar su plena vigencia en todo el territorio mexicano que la Iglesia católica ha elevado el tono hasta un nivel que roza lo repulsivo. Buen ejemplo de ello es el artículo publicado este domingo por Desde la Fe, publicación semanal dependiente de la arquidiócesis de México, que ataca el matrimonio igualitario con argumentos del tipo de “el cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual” .

En el segundo texto, de cinco partes, publicado este domingo en el semanario Desde la Fe, apunta que “el cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual”.

Cita el informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH y sida, de 2013, del que destaca que los hombres que tienen sexo con otros hombres “son los principales propagadores de enfermedades de transmisión sexual”.

“Se convierte en un problema de salud público porque una parte importante de personas homosexuales reconoce tener adicción al sexo, e inclinación hacia un estilo de vida promiscuo”, apunta el texto.

Resalta que, “la Iglesia no odia a los homosexuales, los ama y sufre si ellos sufren, por eso se opone al matrimonio igualitario, porque quienes participan en este tipo de unión tienen una altísima probabilidad de sufrir daños enumerados anteriormente”, concluye.

Reproducimos a continuación el artículo. Estómagos delicados abstenerse:

Es muy común que cuando un niño sale por primera vez al kínder o a la escuela, su mamá lo llene de recomendaciones (que si hace frío no se quite el sweater, que si hace calor no se asolee; que coma lo que le preparó y no lo intercambie por comida ‘chatarra’, que no beba agua de la llave, que si un compañerito estornuda, no se le acerque), todas nacidas de su corazón amoroso de madre, que no quiere que su hijito se enferme.

Y no importa si sus consejos son o no bien recibidos, ella los hace de todos modos.

Así pasa con la Iglesia. Ella, como Madre, se preocupa por todos sus hijos, quiere que estén lo mejor posible, y si percibe que corren algún riesgo, se los advierte.

Es el caso del llamado ‘matrimonio igualitario’.

La Iglesia se opone porque no quiere que nadie sufra los daños que este tipo de unión suele provocar: daños a la salud espiritual, psicológica y física.

Consideremos en este número el daño a la salud física.

El cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual.

La mujer tiene una cavidad especialmente preparada para la relación sexual, que se lubrica para facilitar la penetración, resiste la fricción, segrega sustancias que protegen al cuerpo femenino de posibles infecciones presentes en el semen.

En cambio, el ano del hombre no está diseñado para recibir, solo para expeler. Su membrana es delicada, se desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos que pudieran infectarlo. El miembro que penetra el ano lo lastima severamente pudiendo causar sangrados e infecciones.

También en el sexo lésbico puede haber contagio de enfermedades de transmisión sexual, así como daños por la penetración de objetos que sustituyen el miembro masculino.

Según informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA, emitido hace dos años, los hombres que tienen sexo con otros hombres son los principales propagadores de enfermedades de transmisión sexual.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) reportaron que en 2010, “los hombres que tienen sexo con hombres sumaron el 78 por ciento de nuevas infecciones de VIH entre los hombres y el 63 por ciento de todas las nuevas infecciones”.

Más del 50 por ciento de las personas con atracción al mismo sexo que sostienen relaciones sexuales contraerán algún tipo de enfermedad de transmisión sexual: VIH, herpes, papiloma humano, sífilis, gonorrea, etc.

Se convierte en un problema de salud pública porque una parte importantes de personas homosexuales reconoce tener adicción al sexo, e inclinación hacia un estilo de vida promiscuo.

Aun sabiendo esto, la Iglesia insiste como pedía san Pablo, a tiempo y a destiempo, en que la continencia es la única solución.

Y cabe añadir, que así como sucede cuando el niño al que su mamá hizo recomendaciones, no las sigue y se enferma, que ella no lo rechaza sino lo atiende amorosamente, también la Iglesia Católica dedica su amoroso cuidado maternal a los homosexuales que enferman por tener relaciones sexuales.

Por ejemplo, cuando surgieron los primeros enfermos de SIDA y nadie se les quería acercar, no los ayudaron quienes aplaudían su estilo de vida, ni los que critican a la Iglesia por oponerse al uso del condón (del que se sabe que deja pasar virus microscópicos así que realmente no ofrece segura protección), los ayudó la Iglesia Católica, que les abrió las puertas en sus centros de salud atendidos por religiosas y un caritativo personal, que les dio atención digna hasta el final. Hasta hoy en día la Iglesia Católica es la institución que más hace por los enfermos de SIDA a nivel mundial.

La Iglesia no odia a los homosexuales, los ama, y sufre si ellos sufren, por eso se opone el ‘matrimonio igualitario’, porque quienes participan en este tipo de unión tienen una altísima probabilidad de sufrir los daños enumerados anteriormente.

Ataques al presidente, a la Suprema Corte de Justicia y al poder político

Este vergonzoso artículo, de hecho, no es el único en el que la publicación de la arquidiócesis de México carga este domingo contra el matrimonio igualitario. En su editorial, por ejemplo, dirige toda una andanada de críticas contra Peña Nieto, a quien acusa, entre otras cosas, de “conceder prestaciones y compensaciones multimillonarias a once ministros del Poder Judicial [en referencia a la Corte Suprema de Justicia] apoltronados y envueltos en carísimas togas de seda de más de medio millón de pesos, que encubren su pragmatismo y favoritismo por ideologías que dinamitan instituciones del Derecho, vulnerando preciadísimos valores sociales como el Matrimonio entre un hombre y una mujer, la protección de la familia o el respeto a la vida de los niños en el seno materno”.

Se da la circunstancia de que una semana antes el editorial también había versado sobre el matrimonio igualitario. Entonces la arquidiócesis de México cargaba contra los poderes ejecutivo y legislativo de Morelos del estado de Morelos, uno de los estados que el pasado mayo aprobaba también el matrimonio igualitario, aunque la ley no ha entrado en vigor hasta el 5 de julio, después de que la ratificase la mayoría de las municipalidades del estado (el cambio implicaba una reforma constitucional). “La decadencia política y legislativa de Morelos es, por un lado, el reflejo de lo que la izquierda sufre y padece a nivel nacional; la otra cara de la moneda es el repudio de la mayoría ante iniciativas impopulares, como también lo es la presentada por el Presidente de la República a nivel federal sobre uniones homosexuales. Es lamentable cómo se quiere ver a la ciudadanía, como si fuera menor de edad, dándole la espalda, negando su derecho de consulta y opinión. Es la izquierda hipócrita y convenenciera que, en los hechos, traiciona lo que dice defender”, aseguraba el editorial, que llamaba a los electores a “reprobar a los gobiernos traidores de la soberanía popular”.

Al frente de la ofensiva, el cardenal Norberto Rivera

PAG3-1_0Al frente de la arquidiócesis de México se sitúa Norberto Rivera, cardenal primado de México, conocido opositor a los derechos LGTB y un personaje especialmente siniestro. Fue acusado en su momento de encubrir varios casos de abusos sexuales a menores por parte del sacerdote Nicolás Aguilar, además de haber sido uno de los grandes protectores de Marcel Maciel (el fundador de los Legionarios de Cristo, otro personaje despreciable, ya fallecido, acusado también de múltiples abusos sexuales). Y ahora ha desatado una auténtica campaña de odio contra la comunidad LGTB que dista mucho de la supuesta voluntad del papa Francisco de que la Iglesia se disculpe por el daño causado… Por no hablar del acoso y derribo contra el presidente Peña Nieto simplemente por su voluntad de querer ser fiel al orden constitucional en materia de igualdad y no discriminación.

¿Lucha soterrada en la Iglesia mexicana?

Cabe tener en cuenta, en cualquier caso, que en el seno de la Iglesia mexicana también se libra una batalla soterrada entre sus sectores conservador, del que Rivera es máximo representante, y progresista, que cuenta por ejemplo entre sus filas con el obispo de Saltillo, José Raúl Vera, que siempre ha mostrado una especial sensibilidad hacia la realidad LGTB (hace un par de años recogíamos su mediático bautizo a la hija de una pareja de mujeres) y que en la visita que Francisco realizó hace pocos meses a México mostró una especial complicidad con el pontífice.

Francisco, de hecho, acaba de nombrar un nuevo nuncio en México, Franco Coppola, cuya misión, según aseguraba el diario El País, es lidiar “con los sectores más inmovilistas del episcopado de México” y “dar un nuevo impulso a la regeneración de la conservadora Iglesia mexicana”. No lo tiene fácil, desde luego…

Fuente Agencias/Cáscara Amarga/Dosmanzanas

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