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Con el tiempo. Contra el tiempo

Jueves, 20 de junio de 2019
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7bd8ddbe50845f21777e409614c4092aPedro Zabala
Logroño.

ECLESALIA, 07/06/19.- Resulta harto difícil definir el tiempo. Ya Agustín de Hipona decía que creía saber lo que era, pero que si se lo preguntaban lo ignoraba. Mas es un cuestión que afecta profundamente a los seres humanos. La idea que tengamos de él, determina nuestra visión de la realidad.

Puede decirse que a lo largo de la historia -al menos de la occidental- hay dos concepciones opuestas de él. Por un lado, la griega que lo ve como sin límite, de carácter circular. Implica un eterno retorno. En su mitología, estaba simbolizado en el dios Cronos, el cortador, que devoraba a su propios hijos. Uno de ellos, Zeus, acabó destronándolo y liberando a sus hermanos.

Pero existe otra concepción: la judía, heredada por el cristianismo. Es limitado, tuvo un principio con la creación y tendrá un final. Lineal e irreversible, está abierto a la redención salvadora.

En la Europa del Renacimiento y más aún con la Ilustración, resurgió la noción griega del tiempo. Se vuelve ilimitado con una idea-fuerza: el progreso. Se asienta en la arrogancia de la ciencia y en la implantación de un sistema económico, el capitalismo. Curiosamente este tiempo es masculino y patriarcal.

En su avance imparable ese desarrollo produce sus víctimas, sacrificadas fríamente en ese altar del tiempo que consagra el triunfo de los fuertes y el hundimiento de los débiles.

El progreso sin límites de esta cosmovisión se ha acentuado con el neoliberalismo y la globalización. Con el resultado de una aceleración del tiempo, cada vez más frenética. Conseguir lo que nos proponemos al instante de desearlo, nos lo presentan como el culmen de la felicidad. El instante fugaz destruye el pasado, colapsa el futuro y aniquila cualquier intento de encontrar un sentido a la vida.

En la visión judeocristiana del tiempo está muy presente la existencia del mal, no sólo el físico, sino, sobre todo, el causado por unos seres humanos contra otros. De ahí la importancia de la Memoria: el recuerdo de esas víctimas inocentes -pasadas y presentes- que claman justicia.

De esa memoria subversiva brota la ética, en sus dos vertientes, la  del cuidado y  la de la lucha por una sociedad justa. No puede haber reconciliación sin justicia (¿No deriva de ahí la trampa de la transición española y de otras similares?) Restaurar, a través de esa Memoria, la dignidad de tantas víctimas es un deber inexcusable.

Sólo así podemos rescatar el tiempo de esa urgencia devoradora, de su sometimiento al cálculo económico. Nos roban el tiempo en este sistema depredador. Hemos de reconquistarlo para nosotros y las futuras generaciones. Descubrir el placer sin prisas de la contemplación, sea de la naturaleza, del arte, de la meditación, del mirar y escuchar a las personas amadas. ¿No supone esta noción alternativa del tiempo una perspectiva femenina?

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Espiritualidad ,

Gonzalo Haya: Mantener el paradigma del tiempo.

Miércoles, 29 de mayo de 2019
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el-camino-del-heroe-emprendedorDos paradigmas contrapuestos

Nuestra cultura se ha desarrollado con el paradigma del tiempo progresivo: la vida que avanza desde el nacimiento hasta la muerte, el mundo que se expande desde el Big Bang, la Historia que progresa desde el homo sapiens. Es un paradigma compenetrado con nuestra cultura y por eso tan imperceptible como el oxígeno que respiramos.

Sin embargo no es el único paradigma posible. La cultura oriental se ha desarrollado con el paradigma de un tiempo cíclico: la naturaleza que gira en la rueda de las cuatro estaciones, el grano de trigo que crece como espiga y vuelve a la tierra para morir y resucitar, la reencarnación.

Este monótono girar produce una actitud más estática y contemplativa que se contrapone con la actitud occidental de esfuerzo y progreso.

Actualmente nuestra cultura siente el desencanto del progreso: Auschwitz, bomba atómica, estadísticas de pobreza y malaria… Quizás este desencanto nos esté inclinando hacia un paradigma más estático y resignado.

La no-dualidad

Una muestra de esta tendencia puede ser la conocida como teoría de la no-dualidad. La realidad es una; la variedad del mundo es una creación de nuestro cerebro, del falso yo. Esta realidad única no está sometida al espacio ni al tiempo. Es inmutable y perfecta en sí misma.

Esto contradice nuestra experiencia diaria, pero hay que reconocer que los místicos de todas las religiones son los que mejor han percibido esta unión e identificación con la realidad única. Rumi, místico sufi, vivió de tal modo esta identificación de todas las cosas con dios que llegó a afirmar “Yo soy dios”. Los místicos cristianos, siempre vigilados por la ortodoxia, simbolizaron esta identificación en la unión conyugal (pero no olvidemos que la Biblia reconoce esta unión como “serán los dos una sola carne”).

Una consecuencia positiva de esta deriva más estática puede ser la superación de la angustia, la paz interior, la valoración de una plenitud humana, inmune a los impactos adversos o favorables del mundo exterior.

Una consecuencia negativa, ética y humanamente, de esa satisfacción con nuestra plenitud interior puede ser el egoísmo del aislamiento respecto al prójimo, y muy en particular una negligencia respecto a nuestra responsabilidad por el masivo sufrimiento humano.

En el plano teórico, quizás vivimos un replanteamento del viejo problema filosófico del  uno y lo múltiple -”no puedes bañarte dos veces en el mismo río”– de la idea platónica y las sombras de la caverna. ¿Platón o Aristóteles? ¿La plenitud de la Idea que se diversifica en la multiplicidad de sus imágenes? ¿O las realidades materiales de las que abstraemos conceptos universales como naturaleza, justicia o amor?

Racionalmente no podemos coordinar estas dos interpretaciones de nuestro mundo, unidad y pluralidad, pero vitalmente ambas son auténticas. Nuestra mente racional, al menos en su estadio evolutivo actual, es incapaz de coordinar estas dos interpretaciones extremas; pero nuestro conocimiento sensitivo, al menos en sus estadios más avanzados, sí es capaz de coordinarlos. Lo propuso expresamente Nicolás de Cusa en su “Concordantia oppositorum”, y lo han confirmado los místicos de todos los tiempos y lugares.

El Budismo también ha sabido combinar estos dos conceptos. Para evitar el sufrimiento, recomienda suprimir todo deseo, pero al final se caracteriza por la compasión, por compartir el sufrimiento ajeno. No hay consecuencia lógica entre la propuesta inicial y el resultado final, que tanto lo honra; más parece una contradicción. La consecuencia no está en la lógica sino en la naturaleza de la realidad última: al suprimir los egoísmos, renace espontáneamente la solidaridad humana.

Conclusión

Me vienen a la mente los versos de Machado: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar”. La intuición poética de Machado ha sabido coordinar dos afirmaciones contrarias: Es verdad que “todo pasa” –todo es efímero- pero también es verdad que “todo queda”, todo es plenitud permanente.

“Pero lo nuestro es pasar”, lo que nosotros vivimos y sentimos es “pasar”, es lo efímero, ya sean momentos de plenitud o períodos de opresiva esclavitud. Adoptemos en buena hora nuestra identificación esencial con el-la-lo trascendente; pero “lo nuestro”, nuestro cometido no es recrearnos en esa plenitud sino mantener la sensibilidad con la multiplicidad progresiva de lo temporal.

Gocemos “ya” de nuestra plenitud; “pero todavía no” podemos aflojar en nuestro compromiso temporal por un mundo más justo.

Gonzalo Haya

Fuente Fe Adulta

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Adviento 2018: Busca tiempo para Dios.

Miércoles, 5 de diciembre de 2018
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Del blog de Amigos de Thomas Merton:

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“¡Arriba, tú, hombrezuelo! ¡Huye un poco de tus ocupaciones! Entra un instante en ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones que te agobian y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Búscate tiempo para Dios y descansa. Habla con Dios y dile con todas tus fuerzas: “Quiero, oh Señor, buscar tu rostro” (salmo 27,8). Señor mío y Dios mío, enseña a mi corazón dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo puedo encontrarte”.

*

San Anselmo

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El tiempo, tribunal de la Historia

Sábado, 3 de marzo de 2018
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9788498797299Del blog de José Mª Castillo Teología sin censura:

El libro más reciente de Reyes Mate
José M. Castillo

Editado con el garantizado nivel y distinción, que le caracteriza, Edit. Trotta ha publicado el excelente estudio del profesor de investigación emérito del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Manuel Reyes Mate, El Tiempo, Tribunal de la Historia.

Un libro que da que pensar. Y que obliga a pensar. Cuando la Informática nos está maleducando a casi todos, a “copiar” y “pegar”, liberándonos así de la incómoda tarea de “pensar” y “producir”, desde la propia originalidad y creatividad, Reyes Mate nos enfrenta, una vez más, al problema de la víctimas, al que no podemos ni mirar desde lejos, si es que nos empeñamos en mantenernos impasibles, firmes siempre en la más segura ortodoxia dogmática, que lleva derechamente a “la teología fascinada por la intemporalidad” (Johann B. Metz). Sin darnos cuenta nunca que así podemos quedar anclados en la verdad más incuestionable. Pero una verdad que, a fin de cuentas, no cambia nada, ni a nadie, en este mundo tan desbocado como canalla.

Tan no ha cambiado nada y tan intocable verdad dogmática se mantiene tan inamovible, que una clase magistral de teología o un sencillo sermón de aldea pueden ser, en su contenido, exactamente iguales si se enseñaron o predicaron en el siglo XIX que si se enseñan o predican en el siglo XXI. La ortodoxia se mantiene tan intacta, como ausente se mantiene el interés de los oyentes por poner en práctica lo que pacientemente están escuchando. Lo que importa es la verdad, el dogma, la norma. Lo que le haya pasado a la gente o lo estén soportando los más desgraciados de este mundo, eso no afecta a la ortodoxia o al dogma. Lo que fue verdad en el concilio de Nicea, sigue siendo verdad (la misma verdad) en este momento. Lo demás, pasa a un segundo plano. El “Tribunal de la Historia” no tiene nada que decir. Podemos estar tranquilos.

Con razón, Reyes Mate nos hace caer en la cuenta de que hemos conseguido institucionalizar la memoria del Holocausto, hay museos que lo conservan, monumentos que lo eternizan, películas y obras de teatro que lo tematizan. Y hasta la Asamblea General de las Naciones Unidas tiene fijado un día, el 27 de enero de cada año, para conmemorar a las víctimas del Holocausto. Está en el calendario y en los libros de historia, pero no ha conformado nuestro tiempo. Seguimos viviendo como si nada hubiera ocurrido porque no se nos pasa por la imaginación que aquello sea una línea divisoria, ni que haya un antes y un después. A nadie se le ocurre decir que habría que leer hoy a Aristóteles o Kant de una manera diferente a como se les leía antes. Es verdad que algo de eso dijeron en el campo de muerte algunos, como Tadeusz Borowski o Etty Hillesum, pero eran exageraciones debido a lo excepcional de su experiencia. Para que eso hubiera sido posible, tendríamos que haber tomado en serio el nuevo imperativo categórico, a saber, pensar de otra forma todo lo que nos constituye como sujetos y como comunidad; pensar de otra manera la política, la ética, el derecho, la religión, el arte… ¿Es eso posible? Siendo los mismos ¿podemos pensar diferente?”

El tiempo que ha ido transcurriendo, desde los primeros escritos del apóstol Pablo, en los años 40 del siglo primero, hasta los documentos y predicaciones del actual papa Francisco, ya en pleno siglo XXI, han transcurrido casi dos mil años. Demasiados años, marcados por demasiadas crueldades inhumanas. Después de tantos sufrimientos y de tantas víctimas, en gran medida y efectivamente seguimos “siendo los mismos”. Pero, siendo los mismos, “¿podemos pensar diferente?”. Que es tanto como preguntarse ¿podemos ser distintos?

Si realmente “el tiempo” es el “tribunal de la historia”, no cabe duda que los pensadores más cualificados de casi dos mil años han sido componentes determinantes de esta larga historia. Tiene razón Reyes Mate cuando nos informa de la importante aportación de pensadores decisivos, como han sido los testigos cualificados del más primitivo “tiempo apocalíptico”, pasando por las marcas, que dejaron en la historia de Occidente, quienes contagiaron nuestra cultura con las inconfundibles señales del “tiempo gnóstico”, esté o no esté presente en las cartas de Pablo (o quizá desde Marción). Con la marca decisiva que dejó san Agustín, en el libro de Reyes Mate llamada queda destacada la aportación que dejó a la modernidad, más que la Ilustración como tal, el pensamiento fuerte de algunos de los representantes más cualificados de la llamada escuela de Frankfurt, desde Walter Benjamin hasta Habermas.

Esto supuesto, cabe preguntarse ¿tenemos con lo dicho el veredicto del “tribunal de la historia” que el tiempo pasado nos ha dejado, para hacernos una idea de lo que está ocurriendo ahora mismo en el mundo? El libro que estoy presentando nos recuerda, al final, lo que el viejo revolucionario, Herbert Marcuse, en el lecho de muerte, le susurró al joven Habermas: “¿Sabes? Ya sé dónde se originan nuestros juicios de valor más básicos: en la compasión, en nuestro sentido del sufrimiento de los demás”. No le faltaba razón a Bonhoeffer “para quien solo viviendo a fondo esta vida, podemos asomarnos al más allá de la muerte”. El “tiempo”, el “tribunal de la historia”, “dixit”.

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El Evangelio, roca firme y refugio.

Domingo, 26 de febrero de 2017
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solidaridad3La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo” (Sófocles)

26 febrero, VIII domingo de TO

Mt 6, 24-34

¿Por qué os angustiáis por el vestido? Mirad cómo crecen los lirios silvestres, sin trabajar ni hilar. Os aseguro que ni Salomón con todo su fasto, se vistió como uno de ellos

El Papa Francisco celebró el pasado 17 de diciembre su 80 cumpleaños. Uno de sus actos más significativos fue la invitación a desayunar a ocho mendigos de diversas nacionalidades –dos mujeres y seis hombres- en su residencia vaticana, la Casa Santa Marta. Luego charló con ellos y les ofreció dulces argentinos. Y en la homilía de la misa del gallo quiso poner énfasis en este otro acto de sensibilidad humana hacia los más necesitados: “Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, a los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas”.

Como Jesús hace veinte siglos y como el Papa hoy, Ana Villanueva Velasco, hija de un personal amigo que, igual que tantos otros, dedica su vida a abrir esperanzas y cumplir deseos de mejor fortuna. Ana constituyó una ONGD en Calcuta (2009), donde Teresa consumió y consumó su proyecto vital. El estado indio de Bengala Occidental se ha hecho cargo recientemente de esta Asociación: una escuela para 130 niños a los que proporcionaba educación, sanidad y alimentación y apoyo diverso a las familias. En abril de 2016 trasladó su obra a Nepal, donde trabaja en la reconstrucción de una escuela en el pueblo de Nala que quedó derruida tras los seísmos de 2015. Apoya a esta escuela mes a mes y ofrece un plato de comida diario a los 170 niños que acuden a ella. Entre sus valores destaca el siguiente: “Creemos en el amor como motor que mueve el mundo en que todos podemos poner nuestro granito de arena para hacer de él un lugar mejor y más equilibrado”.

Con motivo de la guerra de Siria hemos recibido esta otra muestra de Los Hermanos Azules de Alepo: “Las cestas de alimentos se distribuyen sin interrupción todos los meses. Con ocasión de las diferentes fiestas (Al Adha y Nöel), también hemos distribuido zapatos y ropas a todos los adultos y a todos los niños de los que nos ocupamos. Nuestro proyecto “gota de leche”: consiste en distribuir a todos los niños menores de 10 años leche en polvo o leche para lactantes. Respondemos positivamente a cualquier petición de ayuda para un alquiler. Nuestro proyecto abarca, en su totalidad, a más de cien familias desplazadas”.

Estos son los lirios silvestres con los que estos héroes y heroínas trabajan e hilan para que los menesterosos, a los que tan generosa y desinteresadamente asisten, puedan vestir mejor que el fastuoso Salomón. Es la película musical La ciudad de los sueños dirigida por Damien Chacelle (USA 2016), en la que, contrariamente a lo que hacen sus dos jóvenes soñadores, luchan por perseguir sus sueños en una ciudad conocida por “construir” esperanzas “sin” romper corazones.

Sin romperlos, pero permitiendo que el Señor ilumine lo oculto en las tinieblas y descubra las intenciones del corazón, como dice San Pablo en su primera a los Corintios 4, 5. El Salmista nos lo garantiza cuando le pide a Dios que le lleve a una roca inaccesible y siga siendo su refugio, su bastión frente al enemigo (Sal 61).

Sófocles (498-406 aC), poeta trágico griego, nos señaló nuestro mejor propósito en la vida: “La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo.

LOS DESATRES DE LA GUERRA

Hoy lloran los luceros

amargas lágrimas

que dan

lugar a un río.

Arrasados los campos.

La ciudad está muerta

para siempre.

Sus habitantes, desaparecidos.

La vida es un desierto.

Sólo el dolor florece.

Y la brillante Cruz del Sur

hace la vela a tanto muerto.

¿Por qué, porqué y porqué?

¿Alguien sensato me puede dar respuesta?

(………………….)

Mis manos son raíces

ajetreadas en dar reposo al árbol

que yace mutilado

en el lindero.

Tu eres sangre cuajada del camino.

Y yo… el sepulturero.

(EN HIERRO Y EN PALABRAS. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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“Una llamada escandalosa”. 23 de febrero de 2014. 7 Tiempo ordinario (A). Mateo 5, 38-48.

Domingo, 19 de febrero de 2017
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enemigosLa llamada al amor es siempre seductora. Seguramente, muchos acogían con agrado la llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la Ley. Pero lo que no podían imaginar es que un día les hablara de amar a los enemigos.

Sin embargo, Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición bíblica, distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la oración de su pueblo, enfrentándose al clima general de odio que se respiraba en su entorno, proclamó con claridad absoluta su llamada: “Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os calumnian”.

Su lenguaje es escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios. El Padre no es violento: ama incluso a sus enemigos, no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse sino en amar incondicionalmente a todos. Quien se sienta hijo de ese Dios, no introducirá en el mundo odio ni destrucción de nadie.

El amor al enemigo no es una enseñanza secundaria de Jesús, dirigida a personas llamadas a una perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la historia una actitud nueva ante el enemigo porque quiere eliminar en el mundo el odio y la violencia destructora. Quien se parezca a Dios no alimentará el odio contra nadie, buscará el bien de todos incluso de sus enemigos.

Cuando Jesús habla del amor al enemigo, no está pidiendo que alimentemos en nosotros sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quien nos hace mal. El enemigo sigue siendo alguien del que podemos esperar daño, y difícilmente pueden cambiar los sentimientos de nuestro corazón.

Amar al enemigo significa, antes que nada, no hacerle mal, no buscar ni desear hacerle daño. No hemos de extrañarnos si no sentimos amor alguno hacia él. Es natural que nos sintamos heridos o humillados. Nos hemos de preocupar cuando seguimos alimentando el odio y la sed de venganza.

Pero no se trata solo de no hacerle mal. Podemos dar más pasos hasta estar incluso dispuestos a hacerle el bien si lo encontramos necesitado. No hemos de olvidar que somos más humanos cuando perdonamos que cuando nos vengamos alegrándonos de su desgracia.

El perdón sincero al enemigo no es fácil. En algunas circunstancias a la persona se le puede hacer en aquel momento prácticamente imposible liberarse del rechazo, el odio o la sed de venganza. No hemos de juzgar a nadie desde fuera. Solo Dios nos comprende y perdona de manera incondicional, incluso cuando no somos capaces de perdonar.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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Tiempo de giro

Jueves, 15 de diciembre de 2016
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Pienso que lo que debo aprender es una tolerancia y una comprensión casi infinitas, porque el pensamiento negativo no lleva a ninguna parte.

Estoy empezando a pensar que en nuestro tiempo no vamos a rectificar casi nada ni vamos a llegar a ningún sitio.

Pero si podemos preparar realmente un suelo compasivo y receptivo para el futuro, habremos hecho un gran trabajo.

Siento que al menos este es el giro que debería tomar mi vida.”

*

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Thomas Merton

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¿Tiempo ordinario?

Viernes, 24 de junio de 2016
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Del blog Amigos de Thomas Merton:a_5

“Mi padre murió con veintitrés años de edad, cuando yo no tenía más que tres. Mi pequeña persona sólo heredó una pequeña cosa de él: un librito de oraciones que guardaba en su interior una estampa con un poema impreso ribeteado en negro. Lo memoricé en cuanto aprendí a leer. Decía:

No tengo más que un minuto,
sólo sesenta segundos
me veo obligado
no puedo rechazarlo,
no lo he buscado,
no lo he elegido,
pero sufriré si lo pierdo…

A medida que pasaban los años, aquellos versos se me iban yendo de la memoria; su filosofía perdía su encanto. Entonces me hice mayor, maduré y descubrí unas cuantas cosas:

El tiempo es la base, el eje, el elemento de cohesión y la gloria de la vida. Pero no es simple. El tiempo ordinario es el período litúrgico más largo de todos. Es un tiempo en el que la vida transcurre a su lento y monótono modo, predecible hasta en lo más mínimo. Más de lo mismo. Misma rutina y misma rutina. Semana tras semana, mes tras mes. Los trayectos entre la casa y el trabajo, el papeleo, las tareas domésticas y el llevar a los niños al colegio nos devoran día tras día con entumecedora regularidad. Y, sin embargo, es en el tiempo «ordinario» en el que ocurren las cosas verdaderamente importantes: nuestros hijos crecen, nuestro matrimonio y nuestras relaciones maduran, nuestro sentido de la vida cambia, nuestra visión se amplía, y nuestra alma llega a su sazón.

Sin lugar a dudas, la oración de la estampa tenía razón: perder la gloria de la vida ordinaria es sufrir la pérdida de la mayor parte de la vida.

Sólo cuenta realmente lo que aprendemos mientras hacemos lo que parece ser pura rutina: cómo resistir, cómo producir, cómo hacer rica la vida en sus momentos más mudos. «Hay más verdades en veinticuatro horas -decía Raoul Vaneigem- que en todas las filosofías».

Únicamente lo ordinario hace especial lo especial. Atiborrarse de especialidad es perder todo sentido de lo excepcional de la vida.

El tiempo ordinario es el mentor de todos nosotros. «Un oficinista de correos -decía Camus- es comparable a un conquistador, si ambos tienen en común la consciencia». Quienes, allí donde están, miran y pueden ver lo que están mirando,son los que hacen extraordinario el tiempo ordinario.

Lo ordinario es lo que nos revela, poco a poco, milímetro a milímetro, «la santidad de la vida, ante la cual -como dijo Dag Hammarskjóld- nos inclinamos en reverente adoración».

Espera pacientemente esas interrupciones de lo ordinario que nos revelan el verdadero núcleo de la condición humana: vida, muerte, cambio.

Es importante entender la diferencia entre estabilidad e intransigencia. La estabilidad nos enraíza en un pasado que, como la buena tierra, nutre lo que está creciendo. La intransigencia, en cambio, nos enraíza en un pasado que se ha petrificado para no tener que crecer en absoluto.

«El despotismo de la costumbre -decía el filósofo John Stuart Mill- es en todas partes una barrera estática contra el avance humano». Considera, pues, como una mala señal cuando te sorprendas a ti mismo arguyendo que ‘siempre se ha hecho así’

Nunca confundas lo ordinario con lo simple, lo estático o lo aburrido. Vivir una vida ordinaria puede perfectamente ser algo muy complicado. Se requiere un gran talento para hacer una gran vida de una vida rutinaria.

Queremos que la vida sea apasionante cuando, de hecho, la vida no es más que vida. Deseamos que lo espiritual sea místico, en lugar de ser real. Para el verdadero místico, el paso de las estaciones nunca es una banalidad. Es la repetición lo que, por fin, abre nuestros ojos a Dios donde Dios ha estado siempre: justamente delante de nuestros ojos.

«Vivir -decía Antoine de Saint-Exupéry- es nacer lentamente». El hecho es que llegar a estar plenamente vivo lleva toda una vida. Hay en todos nosotros tanto que nunca hemos tocado, tanta belleza en la que estamos inmersos y que pasamos por alto… La consciencia es lo que eleva lo ordinario al nivel de lo sublime.

La vida, por definición, es cálida y palpitante. La vida, por definición, habla de Dios.”

*

Joan Chittister.
Escuchar con el corazón.

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El tiempo eterno de Dios

Miércoles, 2 de diciembre de 2015
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Del blog de Henry Nouwen:

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“Después de la muerte no hay otro ‘después‘. Palabras como después o antes pertenecen a nuestra condición mortal, a nuestra vida temporal y espacial. La muerte nos libera de las limitaciones cronológicas y nos transporta al ‘tiempo‘ de Dios, que es eterno. Las especulaciones sobre la vida después de la muerte no son por tanto más que eso, especulaciones. Después de la muerte no hay ‘primeramente’ ni ‘más tarde’, no hay ‘aquí’o ‘allá, ni pasado, presente o futuro. Dios lo es todo en todos. El fin de los tiempos, la resurrección y la nueva venida gloriosa de Jesús no están separados en el tiempo para aquellos que no están ya en el tiempo.

Para nosotros, que vivimos aún en el tiempo, resulta importante que no actuemos como si la nueva vida en Cristo fuera algo que podemos comprender o explicar. La mente y el corazón de Dios son infinitamente superiores a los nuestros.

Cuanto se nos pide es confianza.”

*

Henry Nouwen

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Ayudarse a sí mismo

Miércoles, 11 de noviembre de 2015

Del blog Pays de Zabulon:

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Ayudarse a sí mismo

Cómo detener el tiempo: abrazar.

Cómo viajar en el tiempo: leer.

Cómo escapar del tiempo: la música.

Cómo sentir el tiempo: escribir.

Cómo liberar del tiempo: respirar.

 *

Matt Haig, Reasons to Stay Alive (Razones para estar vivo)

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Fuente fotografías : unrealray13 y fineartamerica
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¿Cómo cura el tiempo?

Miércoles, 19 de agosto de 2015
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Del blog de Henri Nouwen:

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“La gente dice ‘el tiempo todo lo cura’ lo cual no es cierto en el sentido de que algún día nos olvidaremos de las heridas que nos infligieron y que seguiremos viviendo como si nada hubiera pasado. Esto no es realmente curar, sino simplemente ignorar la realidad. Pero cuando la expresión ‘el tiempo todo lo cura’ significa que la fidelidad en una relación difícil puede llevarnos a comprender más profundamente que nos hemos causado mutuas heridas, entonces es muy cierta.

‘El tiempo todo lo cura’ no implica esperar pasivamente, sino más bien trabajar con nuestro dolor y confiar en la posibilidad del perdón y la reconciliación.”

*

Henri Nouwen

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Consejo…

Miércoles, 5 de agosto de 2015
Comentarios desactivados en Consejo…

Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“¡Tiempo de sobra!

¡Tiempo de sobra!

No te desnuques para hacer cosas

antes de que la próxima cosa ocurra.”

*
Thomas Merton

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(Fotografía en color de Jim Ferringer)

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“Tiempo para todo”, por Gema Juan, OCD

Miércoles, 5 de agosto de 2015
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20124888145_cf884c4699_mDe su blog Juntos Andemos:

La sabia palabra del libro del Eclesiastés dice: «Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol». Como si se hiciera eco de esa palabra, Teresa de Jesús escribía a su gran amigo Antonio Gaytán diciéndole: «Sepa que como en este mundo hay tiempos diferentes, así en el interior, y no es posible menos… y vaya mirando a lo que le inclina más su espíritu». Hay tiempos diferentes… y tiempo para todo.

Teresa había experimentado la prisa y la calma, los agobios de los mil asuntos de la vida y el descanso de la amistad, tanto la divina como la humana. Conocía los humores que zarandean a los seres humanos y lo que el cansancio puede hacer en un buen espíritu, agostándolo y haciéndolo tambalear.

También había disfrutado el regalo de la naturaleza y en el Libro de la Vida decía: «Aprovechábame a mí también ver campo o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro».

No solo le acercaban a Dios todas esas cosas, sino que entendía que son un descanso para el cuerpo y el alma. Por eso, ponía mucho interés en que las casas que iba fundando tuvieran huerta y buenas vistas, porque –decía– «para nuestra manera de vivir es gran negocio». Y así, tratando de la casa en la que convenía estar en Sevilla, escribía a su querida María de San José: «Siempre advierta que es menester vistas más que estar en buen puesto, y huerta si pudieren».

Inclinada a la discreción y enemiga de los excesos, dirá a Gracián, su descalzo más protegido, en un momento en que se le iba la mano en esfuerzos y penitencias: «Yo digo, mi padre, que será bien que vuestra paternidad duerma. Mire que tiene mucho trabajo, y no se siente la flaqueza hasta estar de manera la cabeza que no se puede remediar, y ya ve lo que importa su salud». Así de sabia y humana era.

En la misma línea, decía a su hermano Lorenzo: «No piense le hace Dios poca merced en dormir tan bien, que sepa es muy grande; y torno a decir que no procure que se le quite el sueño, que ya no es tiempo de eso».

Teresa era poco amiga de las ñoñerías y le disgustaba que había quienes pensaban que «todo nos ha de matar y quitar la salud» y con esa excusa dejaban de esforzase en el amor y el servicio. Por eso avisaba de la necesidad de «vencer estos corpezuelos» para que no lleven las riendas de la vida.

Pero sabía que muchas dificultades venían, sencillamente, de «indisposición corporal (y de) las mudanzas de los tiempos y las vueltas de los humores». Por eso, era contraria a forzar a las personas, porque eso solo provoca desazón, un «afligimiento –decía– que no sirve de más de inquietar el alma».

Invitaba a la creatividad, a la amplitud de miras y a buscar modos de estar con Dios, cuando no se puede orar, por cansancio u otros motivos: «Sirva entonces al cuerpo por amor de Dios, porque otras veces muchas sirva él al alma, y tome algunos pasatiempos santos de conversaciones que lo sean, o irse al campo».

Teresa animaba a descubrir la propia disposición y lo necesario en cada ocasión, y a comprender que «en todo se sirve Dios», cuando se entra en el camino del amor. Por eso, añadía: «Suave es su yugo, y es gran negocio no traer el alma arrastrada, como dicen, sino llevarla con suavidad para su mayor aprovechamiento».

Dar descanso al cuerpo y al alma, porque el corazón también necesita solaz. A la misma María de San José, por ejemplo le decía: «Para descansar de otras ocupaciones cansosas sería bien vuestra merced no dejase de escribirme alguna vez, que cierto cuando veo su letra me es gran merced y alivio».

«Hay tiempos diferentes» y ya que –como decía a su hermano Lorenzo– «siempre suele Dios traer tiempos para cumplir los buenos deseos», hay que saber vivir el descanso.

Recrearse con la naturaleza y en soledad, como le escribía en otra carta, desde Toledo: «Tengo una celdilla muy linda, que cae al huerto una ventana, y muy apartada». Y recrearse con los buenos amigos que, a veces, cuidan mejor que uno mismo, como decía a Gracián: «Dios me libre de mí, que tan poco caso hago de mi descanso. Plega al Señor me dé alguno en que pueda yo descansar mi alma, muy despacio con vuestra paternidad».

Todavía, por si acaso no hay ventanas con vistas, ni espacios más amables ni tiempos largos de descanso, Teresa invitará a descansar en lo profundo, donde habita Dios, y dirá: «Os será consuelo deleitaros en este castillo interior… podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora».

Y en una de sus Cuentas de Conciencia, describe el mejor descanso: «Me vino un recogimiento con una luz tan grande interior que me parece estaba en otro mundo, y hallóse el espíritu dentro de sí en una floresta y huerto muy deleitoso tanto, que me hizo acordar de lo que se dice en los Cantares: Veniat dilectus meus in hortum suum».

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Ser uno mismo

Sábado, 1 de agosto de 2015
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Tómese un poco más de tiempo

para ser usted misma

y encontrará sigilosamente,

oscuramente,

a Cristo”.

*

Thomas Merton

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Serás feliz si…

Viernes, 17 de abril de 2015
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Tiempo

“No pretendas que las cosas ocurran como tu quieres.

Desea, más bien,

que se produzcan tal como se producen,

y serás feliz.”

*

Epicteto de Frigia

(Del blog Lo que me gusta y no me gusta)

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Lo que deberá ser, será.

Viernes, 20 de marzo de 2015
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Libérate de la ansiedad,

piensa que lo que debe ser será.

Y sucederá naturalmente.

*

Facundo Cabral

(Del blog Lo que me gusta y no me gusta)

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Tu mundo, tu tiempo

Viernes, 19 de diciembre de 2014
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25

Me quito los zapatos: mis ambiciones;
me quito el reloj: mi programación;
me quito las gafas: mi punto de vista;
dejo mi pluma: mi trabajo;
dejo mis llaves: mi seguridad;
para quedarme solo contigo, el único Dios verdadero.
Y después de haberte encontrado,
vuelvo a ponerme mis zapatos para seguirte;
vuelvo a ponerme el reloj para vivir en tu tiempo;
vuelvo a ponerme mis gafas para contemplar tu mundo;
vuelvo a coger mi pluma para tomar nota de tus pensamientos;
vuelvo a coger mis llaves para abrir tus puertas.
*
Graham. Kings (1953).
*
Obispo anglicano de Sherborne (Inglaterra). Después de su ordenación fue párroco en el centro de Londres durante cuatro años (Karlesden) y a partir de 1985 enseñó Teología en el colegio San Andrés de Kabare (Kenia) durante siete. Regresó a Cambridge en 1992 como Profesor de Estudios de la Misión en la Federación Teológica de Cambridge.

en Andres Gracía-Verdugo, “Así rezaron-Breve antología de orantes de todos los tiempos”, ed CCS, Madrid 2014, p.125.

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Mientras que el tiempo se desliza …

Sábado, 26 de julio de 2014
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Recordando el Cantar de los Cantares… Del blog À Corps… À Coeur:

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Deja caer sobre nuestros ojos tus cabellos olorosos;

Abrázame con estos labios melódicos y hábiles. (…)

Muévete con suavidad, muévete apenas, abre tus muslos,

Tómame mientras que nuestros labios golosos

Buscan febrilmente nuestras gargantas donde late nuestra sangre.

Muévete despacio, no te muevas en absoluto, sino tenme,

Profundo, inmóvil, profundo en ti, mientras que el tiempo se desliza,

Como se desliza el río más allá de los nenúfares,

Y mientras que se fusionan y desaparecen los momentos ladrones

En nuestra carne mortal y eterna.

*

Kenneth Rexroth

***

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“Cada cual tiene su tiempo y después entra en silencio”, por Leonardo Boff, teólogo y escritor.

Viernes, 20 de junio de 2014
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relojLeído en la página web de Redes Cristianas

Hay un libro curioso del Primer Testamento, el Eclesiastés (en hebreo Cohélet), que no menciona la elección del pueblo de Dios, ni la alianza divina, ni siquiera la relación personal con Dios. Representa la fe judía inculturada en la visión griega de la vida. Posee una mirada aguda sobre la realidad tal como se presenta y alimenta la reverencia hacia todos los seres. Tiene un pasaje muy conocido que habla del tiempo: hay “un tiempo de nacer y un tiempo de morir; tiempo de arrancar y tiempo de plantar, tiempo de reír y tiempo de llorar, tiempo de amar y tiempo de odiar, tiempo de guerra y tiempo de paz” (Ecl 3,2-8).

Hay muchas formas de tiempo. Tenemos que liberarnos del tipo de tiempo dominante de los relojes. Todos somos rehenes de este tipo de tiempo mecánico. Se conocen distintos relojes. El primero fue el reloj de sol, hace ya 16 siglos. Se supone que fueron los asiáticos quienes inventaron por primera vez el reloj. En el año 725 de nuestra era, un monje budista inventó un reloj mecánico que a base de baldes de agua hacía una rotación completa en 24 horas. En Occidente se atribuye a otro monje, un benedictino, después Papa Silvestre II (950-1003), la invención del reloj mecánico actual.

Hoy nadie anda sin algún tipo de reloj mecánico que mide el tiempo a partir de las rotaciones de la Tierra alrededor del Sol. Pero esa visión mecánica del tiempo del reloj ha estrechado nuestra percepción de los muchos tiempos que existen, como refiere el Eclesiastés. Los cosmólogos modernos nos han despertado a los distintos tiempos. Todo en el proceso de la evolución posee su timing. Si no se respeta cierto timing, todo cambia y ni nosotros mismos estaríamos aquí para hablar del tiempo.

Así, por ejemplo, inmediatamente después de la primera singularidad, el big bang, la explosión inmensa aunque silenciosa pues había todavía no había espacio para acoger el estruendo, ocurrió la primera expresión del tiempo. Si la fuerza gravitacional, la que hace expandir y al mismo tiempo sujeta las energías y las partículas originarias (la más importante de las cuatro existentes) hubiese sido durante millonésimas de segundo más fuerte de lo fue, habría retraído todo hacia sí causando explosiones sobre explosiones y el universo habría sido imposible. Si hubiese sido, durante millonésimas de segundo, un poco más débil, los gases se habrían expandido de tal forma que no se habría producido su condensación y no habrían surgido las estrellas, ni todos los elementos que forman el universo, no existiría el Sol, ni la Tierra ni nuestra existencia humana.

Pero existió el tiempo necesario para el equilibrio entre la expansión y la contención que acabó abriendo un tiempo para todo lo que vino posteriormente. Hubo un tiempo exacto en el que se formaron las grandes estrellas rojas, dentro de las cuales se forjaron los ladrillitos que componen a todos los seres. Si ese tiempo exacto hubiera sido desperdiciado, nada más habría sucedido.

Hubo un tiempo exactísimo, un momento dado en el que debían surgir las galaxias. Si hubiese faltado aquel tiempo, no habrían surgido los cien mil millones de galaxias, los miles y miles de millones de estrellas, y luego los planetas como la Tierra. En un exactísimo momento de alta complejidad de su evolución, irrumpió la vida. Perdido ese tiempo, la vida no estaría aquí irradiando. Todo apuntaba hacia la irrupción de la vida más adelante. El célebre físico Freeman Dyson dice: «cuanto más examino el universo y estudio los detalles de su arquitectura, más evidencia encuentro de que el universo de alguna forma presentía que nosotros estábamos en camino».

Hay pues tiempos y tiempos, no solo el tiempo esclavizante y mecánico del reloj. La Iglesia guardó el sentido de la diversidad de los tiempos. Cada tiempo del año, Navidad, Cuaresma o Pascua tiene su color específico.

Generalmente vivimos los tiempos de las cuatro estaciones a través de las trasformaciones que ocurren en la naturaleza. En nuestra infancia, en tierras del interior, los tiempos estaban bien definidos: de enero a abril, tiempo de las uvas, de los higos, las sandías y los melones. Mayo, tiempo de plantar el trigo, y octubre-noviembre de su cosecha.

Nosotros los niños esperábamos con ansiedad dos tiempos sociales, en los cuales todo el pueblo se reunía para una gran confraternización: la fiesta de la “polenta e osei” (polenta y pajaritos). Como los bosques eran vírgenes abundaban todo tipo de pájaros que se cazaban especialmente para la fiesta. La otra era la “buchada”, comida con pan y vino en largas mesas, seguida de bizcocho y jalea de frutas.

Estos y otros tiempos conferían distintos sentidos a la vida. Había la espera del tiempo, su vivencia y su recuerdo.

Todo el universo tiene su tiempo que se concreta en dos movimientos que se dan también en nosotros: nuestros pulmones y nuestros corazones se expanden y se contraen. Lo mismo hace el universo mediante la gravedad: al mismo tiempo que se dilata se sujeta, manteniendo un equilibrio sutil que hace que todo funcione armoniosamente. Cuando pierde ese equilibrio es señal de que prepara un salto hacia delante y hacia arriba en dirección a un nuevo orden que también se expande y se contrae.

Cada uno de nosotros tiene su tiempo biológico, determinado no por el reloj mecánico, sino por el equilibrio de nuestras energías. Cuando llegan a su clímax, que puede ser a los 10, 15, 50, 90 años, se cierra nuestro ciclo y entramos en el silencio del misterio. Dicen que es ahí donde habita Dios que nos espera con los brazos abiertos, como un Padre y una Madre lleno de saudades.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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Voy a tomarme un tiempo…

Miércoles, 23 de abril de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Voy a tomarme un tiempo
para dejar posar mi mirada
sobre las cosas de cada día
y verlas de otro modo,
aquellas que cada mañana,
me cruzo sin verlas.

Todas las cosas familiares
que bordeo a a lo largo del día,
del mes, del año…

Voy a tomarme un tiempo
para ver la extrañeza de los árboles,
los de mi jardín, los del parque vecino,
que el crepúsculo venido susurra de misterio…

Voy a tomarme un tiempo
para poner mi mirada
sobre los seres que amo
y mirar de otro modo a los míos,
las y los que me son más próximos
y que a veces no veo en absoluto,
a los que tampoco escucho,
tdetal modo la preocupación de mis asuntos, de mi trabajo,
parasitan mi corazón y mi cuerpo…

Sí, voy a tomarme un tiempo para descubrirlos
y dejarme sorprender
todavía y siempre por aquellos a los que quiero.

Sí, voy a tomarme un tiempo para encontrarte también,
a Ti Dios mío,
más allá de las palabras, de las fórmulas y las costumbres.

Sí, voy a ir a tu encuentro como al desierto
y Tú me sorprenderás, Dios mío.
Sí, voy a tomarme un tiempo
para encontrarte de otro modo.

*

San Agustín

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Recordatorio

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