Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Ruah’

Magda Bennásar Oliver: ¿Qué dice Yahvé-Jesús-Alá sobre los conflictos entre el pueblo de Dios?

Miércoles, 27 de diciembre de 2023
Comentarios desactivados en Magda Bennásar Oliver: ¿Qué dice Yahvé-Jesús-Alá sobre los conflictos entre el pueblo de Dios?

IMG_1472Tras el muro de la indiferencia se encuentran nuestros hermanos y hermanas

Después de leer la columna de Chris Herlinger en GSR titulada Los ucranianos que huyen del terror encuentran consuelo en una iglesia polaca, me ha quedado una sensación de tristeza que se prolonga a lo largo del texto. Al mismo tiempo siento agradecimiento por esos lugares y comunidades que están para acoger y hacer silencio en el que poder derramar el dolor.

En primer lugar quiero agradecerle a Chris por el magistral trabajo realizado que consigue adentrarnos en una experiencia litúrgica, especialmente ortodoxa, con su estética rigurosamente cuidada, con múltiples velas, iconos maravillosos, cantos e incienso.

La combinación de la belleza mística de los lugares sagrados con el dolor indescriptible de las personas se mezcla en mi cuerpo y espíritu, dejándome orando con todos ellos, triste con los tristes y esperanzada con todos.

A esa descripción se le suma hoy la situación de Palestina-Israel. Las imágenes y noticias son tan incomprensibles que no encuentro palabras para expresar el sentimiento de horror y dolor que crean en una humanidad incrédula que vemos cómo va escalando la barbarie entre hermanos.

“Todos somos ‘uno’ y la Ruah nos hermana. Pedimos shalom para todos. Paz. No puedo estar tranquila cuando a unos cientos de kilómetros, unos hermanos matan a 700 personas en un día. (…)”: Hna. Magda Bennásar sobre conflicto Palestina-Israel

Posiblemente, hacer silencio sea la mejor y más congruente actitud. Todos rezamos al mismo Dios, todos pedimos al mismo Dios que nos ayude. Es una locura creer que el Dios de una religión es diferente al de otra. El Espíritu de Dios es ‘uno’ y nos hermana, nos ama, nos hace ‘uno’. Y sufre. Sufre con cada persona y ser vivo que sufre. Las tres religiones presentes en el lugar de conflicto (judaísmo, cristianismo, islamismo) son las religiones del ‘libro’.

En Europa sentimos que ambos conflictos, el de Ucrania y el de Oriente Próximo, están muy cerca. Las personas que huyeron de Ucrania y otros países recorren nuestras calles, sus hijos asisten a nuestras escuelas y algunos buscan refugio en nuestras iglesias. Muchas religiosas y religiosos han dejado sus conventos vacíos para alojar a los refugiados de Ucrania.

Cuando hay dolor se discute menos y se filtra menos el discurso religioso, porque al final, a la hora de la verdad, todos entramos en esa corriente de ‘vida’ que es el Espíritu, la Ruah que hemos heredado del judaísmo y que ha tomado diferentes rostros y formas según las culturas, al igual que los diferentes rostros de los hijos e hijas de unos mismos padres.

Es precisamente en tiempo de crisis cuando las personas se unen. Esta es una oportunidad para todos y todas de conectarnos a esa corriente del agua de la ‘vida’ y desde ese espacio interior enterrar el hacha de guerra.

Estos días me traslado con el recuerdo a la experiencia de rezar una noche en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, después de cruzar controles con metralletas y detectores de armas. Llegué al muro de las mujeres, donde me senté en recogimiento silencioso y poco a poco me fui integrando al grupo de mujeres que rezaban en silencio o llorando.

Recuerdo el color del muro, el olor a tierra, el sonido del llanto de una mujer con la cabeza apoyada en el muro, derramando su dolor y su amor al Dios de Israel. Aún puedo ver con los ojos del corazón los cientos de papelitos enrollados, que colocados en el muro, entre los ladrillos, son como un mosaico de oración en la pared milenaria del dolor y el amor. La presencia de Dios se siente y celebra allí.

Hace unos años, siendo profesora en un instituto de clase media donde había algunos alumnos magrebíes, me tocó una guardia a una hora intempestiva, cuando ya es imposible que los jóvenes trabajen más.

Al ser profesora de religión, nunca podía disfrutar de la presencia de las alumnas magrebíes por ser ellas y ellos musulmanes. Y esta ocasión era única para dialogar con ellas y se me ocurrió hacer una rueda de preguntas y respuestas con todo el curso. ¡Impresionante la curiosidad mutua!

Y empezó el juego de las preguntas; de pronto, las tres chicas musulmanas nos van contando que se levantan a las 5 de la mañana para rezar con toda la familia, que ayunan durante el ramadán, que hacen limosna y acogen al pobre.

La expectación en el aula de guardia era total; las exclamaciones de las españolas eran continuas, estaban en shock. Las alumnas españolas jamás habían preguntado por sus vidas ni prestado atención a las chicas magrebíes, y ahora estaban escuchándolas con absoluto interés. De pronto unas personas invisibilizadas por su procedencia, por su pañuelo… pasaron a ser el centro de atención de absolutamente todos.

Terminó la guardia y las chicas musulmanas pasaron a ser mis mejores amigas en el centro. Su sencillez y complicidad con la profe de religión fueron de agradecer. Nos unía el mismo Espíritu, sentíamos el mismo amor, orábamos a la misma hora, conectábamos desde dentro. Todavía hoy, después de años, las recuerdo y les agradezco su cercanía y bondad.

Hace también algunos años, cuando estudiaba teología en Berkeley, EE. UU., el profesor de Liturgia nos pidió, como parte de nuestra reflexión y estudio, que asistiéramos a liturgias de las diferentes iglesias cristianas. Tuve maravillosas experiencias; por ejemplo, la de vivir la primera eucaristía celebrada por una religiosa Franciscana Episcopaliana en Grace Cathedral en San Francisco.

Por su parte, en San Francisco pude asistir a una liturgia ortodoxa griega. Ahí aprendí que los ortodoxos no usan tanto la palabra, como los cristianos occidentales, sino que usan más todos los sentidos a través de la experiencia que se crea con la estética en sus templos.

Durante la liturgia, se entonan largos cantos en forma de rezos, acompañados de incienso y múltiples velas encendidas en un templo semioscuro. Este efecto potente induce a la intimidad, al recogimiento. El templo está arropado de iconos de una belleza que penetra el alma.

Además, la gente se mueve, se acerca a los iconos y enciende velas, menos cuando se proclama el Evangelio. En ese momento, toda la asamblea se concentra alrededor de un púlpito —situado en el centro del templo— que es abrazado por una congregación silenciosa, de pie en actitud de escucha atenta, con un silencio en el que resuena la proclamación de la Palabra, de una manera que te pone la piel de gallina. El respeto, la escucha y la sed de la gente se siente en el ambiente.

Igualmente, siempre que podíamos, nos escapábamos a la sinagoga en el sabbath. Y ya después, en Boston, fui varias veces con mi comunidad a escuchar a la rabina.  Esto no venía prescrito por el profe de liturgia; era puro placer escuchar a aquella mujer joven, poeta y escritora con dotes para la comunicación. Ni qué decir de la diferencia de comunicación que había con tantas parroquias poco vibrantes en muchos casos. El resto de la liturgia era interesante y diferente, pero este no es el lugar para seguir narrando. Sin embargo, llevo en mi corazón expresiones de las tres grandes religiones que hoy se debaten en Oriente Próximo.

Todos somos ‘uno’ y la Ruah nos hermana. Pedimos shalom para todos. Paz. No puedo estar tranquila cuando a unos cientos de kilómetros, unos hermanos matan a 700 personas en un día. A varios miles en una semana. ¿Dónde está tu hermano y tu hermana?

¿Qué dice Yahvé-Jesús-Alá?

Mi oración y mi lamento desde ese muro invisible que nos separa y ese Espíritu-Ruah que nos hermana y hace ‘uno ‘.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadintegradoracristiana.es

Fuente Publicado  en Global Sisters Report /es

Espiritualidad , , , , , , , , , ,

Las mujeres en el pentecostés, la historia de las ausentes de la historia (Hechos 1: 13-14; 2: 1-6)

Sábado, 25 de junio de 2022
Comentarios desactivados en Las mujeres en el pentecostés, la historia de las ausentes de la historia (Hechos 1: 13-14; 2: 1-6)

86A75D92-8F33-45AD-AFF5-89EEE5A71B7FDel blog Tras las huellas de Sophia:

La ruah es femenina

Las historias y relatos bíblicos tradicionalmente han sido leídos e interpretados desde una sola perspectiva, la de los héroes, líderes y figuras masculinas, gracias a los estudios bíblicos y hermenéuticos feministas, podemos acercarnos a los mismos rescatando la experiencia de las otras figuras, protagonistas. Las mujeres.

I- Método

Para la progresión de este escrito, haremos uso de los métodos de interpretación hermenéutica, propuesto por la Dra. Elisabeth Schüssler Fiorenza, en su libro, Los caminos de la sabiduría. Con el objetivo de reconstruir el relato bíblico, de pentecostés en Hechos: 2 1-6. Desde la perspectiva de las mujeres, como actoras de la historia bíblica. Más allá de las versiones triunfalistas contadas y enfocadas en las figuras masculinas. Los métodos a utilizar son: el método histórico reconstructivo y el interpretativo imaginativo.

II- Los textos

Las mujeres partícipes de las celebraciones comunitarias (Hechos 1: 13-14)

13. Cuando llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de la casa donde estaban alojados. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Zelote, y Judas, el hijo de Santiago. 14. Todos ellos se reunían siempre para orar con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Jesús, durante su movimiento itinerante rompió todo tipo de estereotipos dentro del orden social, cultural y religioso de la época, la Palestina del siglo I. Se acercó, platicó, comió, compartió y se hizo acompañar de personas consideradas indeseables, pecadoras e impuras. Entre ellas las mujeres. Estas y otras acciones de Jesús sentaron el germen de igualdad en un contexto en el que imperaban las injusticias y las desigualdades atribuidas a género, religión, condición social etc.

Dentro del movimiento de Jesús, las mujeres tuvieron un rol protagónico y esencial para la concreción de dicho movimiento. Las mujeres estuvieron con Jesús, desde el inicio de su ministerio, durante su pasión, crucifixión, muerte y también fueron las primeras en ver al resucitado y atestiguarlo.

Después de la resurrección, las incipientes comunidades cristianas siguieron el ejemplo de Jesús. Sus discípulos, discípulas, seguidores y seguidoras, continuaron las actividades que antes habían compartido con Jesús.

El escritor lucano, en Hechos, 1-13.14, narra cómo después de la ascensión de Jesús, sus discípulos se dirigieron a Jerusalén, donde se encontrarían con María, la madre de Jesús y otras mujeres, para orar, como era la costumbre.

A pesar de la fuerte influencia patriarcal en los textos y relatos bíblicos, que generalmente invisibiliza o neutraliza la presencia de las mujeres en la historia bíblica, en parte por su lenguaje genérico. Su participación fue tan protagónica, que todavía persisten vestigios de tradiciones que evidencian su presencia, y por extensión nos demuestran la ruptura de paradigmas y estereotipos excluyentes y de los regímenes de dominación propios de las culturas bíblicas.

En el caso específico del relato de Pentecostés, en la obra lucana, se hace uso frecuente del lenguaje genérico “todos unánimes” (2:1), “sobre cada uno de ellos” (2:3), “todos” (2: 4) “los oía hablar” (2: 7) “todos estos” (2: 11). Aunque pedro mismo sabía y veía a mujeres presentes en el aposento alto. Veamos:

Pentecostés, el cumplimiento de la promesa de Jesús para sus seguidores y seguidoras (Hechos, 2: 1- 21)

La celebración de pentecostés, era una fiesta de tradición judía en la que se celebraba las cosechas y significaba que esta estaba llegando a su fin.

“Luego contarás siete semanas; las contarás desde el día en que comiences a cortar el trigo. Entonces celebrarás la fiesta de las Siete Semanas a Yahvé, tu Dios, haciéndole ofrendas voluntarias según lo que hayas cosechado por la gracia de Yahvé, tu Dios”. (Deuteronomio 16:9-10)

Los y las seguidoras de Jesús, permanecían reunidos, en vísperas de la promesa de Jesús. Esperad la promesa del Padre, la cual oísteis de Mí, porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

El escritor lucano narra: (Hechos, 2: 1.2)

1. Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. 2. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban.3. Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. 4. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran

La palabra griega para lenguas (glossai) se utiliza para significar tanto una llama o fuego como lenguaje. Los y las seguidoras de Jesús fueron destinatarios de una experiencia comunitaria y pneumatológica, que los llevó a milagrosamente hablar en otras lenguas, es decir entender otros idiomas. Ya que el relato nos narra que a esta celebración se hacían presentes judíos y prosélitos de todas partes del mundo. Hombres, mujeres y niños eran parte de las celebraciones, así lo encontramos plasmado en los relatos de las festividades del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, como en 1 Samuel 1: 1-28, Éxodo 12: 21-28 y la experiencia de Jesús, cuando de niño se pierde en el templo, Lucas 2: 41-51.

El discurso impetuoso de Pedro, es explícito en cuanto a quienes serían los destinatarios de la promesa de Jesús. En el hace un resumen del mensaje proclamado por el profeta Joel:

17 sucederá que, en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad; los hijos e hijas de ustedes comunicarán mensajes proféticos, los jóvenes tendrán visiones, y los viejos tendrán sueños.18 También sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días, y comunicarán mensajes proféticos.

Esto es una prueba escritural que cuando se derramó el Espíritu Santo, (Ruah), había mujeres presentes y de que Dios no hace acepción de personas. El discurso de Pedro es categórico al decir que ellas habían recibido, al igual que los hombres, el Espíritu Santo (Ruah) y por tanto estaban facultadas para anunciar, guiar y enseñar el mensaje del evangelio a través del mundo.

III- Las mujeres celebran y viven el pentecostés

La ruah es femenina

El término espíritu en hebreo es femenino (Ruah), en griego es neutro (pneuma), en latín es masculino (Spiritus), y en nuestro castellano sigue siendo masculino (espíritu).

¿Por qué se hace necesario mostrar esta evidencia?

Durante siglos de praxis cristiana y de elaboraciones teológicas, se ha recurrido a masculinizar a Dios y a la trinidad, haciendo uso de lenguaje y metáforas masculinas. Este lenguaje e imaginario patriarcal ha contribuido de manera negativa en cuanto a las relaciones entre varones y mujeres en las comunidades cristianas, ha fomentado las desigualdades sociales basándose en sexo y género, además ha reducido la participación de las mujeres en los distintos ministerios. Aunque, para muchos hoy en día resulta chocante partiendo de esta evidencia feminizar a Dios y a la misma trinidad. Se hace tremendamente necesario el uso de metáforas femeninas y de la feminización de los conceptos teológicos. Para lograr la inclusión de la experiencia de las mujeres, para enriquecer el sentido de Dios y de la trinidad, y para transformar la praxis cristiana de acuerdo al mensaje inclusivo del evangelio

La Ruah se derramó sobre las mujeres en pentecostés

Dando continuidad al deseo de Dios y a la praxis de Jesús, la Ruah, se derramó, en aquella histórica celebración de pentecostés, para recrear la experiencia de Dios en la humanidad, creando y moldeando las relaciones entre varones y mujeres. La Ruah irrumpió como fuerza femenina, unificadora, evangélica, profética y abrazadora. El deseo de Dios se conjugó con la humanidad con un mensaje contundente “Dios no hace acepción de personas”.

 Esta afirmación debe dar pie, a que hoy en día la iglesia y las relaciones sean renovadas, enriquecidas con las diferentes experiencias, incluidas las experiencias y los aportes de las mujeres que han sido y siguen siendo protagonistas de la historia humana y de la historia de la salvación.

La Ruah, históricamente ha levantado, capacitado, guiado el ser, sentir y hacer de muchas mujeres, dotandolas de inteligencia, valentía, coraje, fe, dignidad, habilidades y capacidades para desarrollarse en cualquier área de la vida. La Ruah, sopla por donde quiere, hoy en día, a quienes se nutren de ella, les alienta para caminar a un horizonte nuevo, a una nueva humanidad. Además, socorre a muchas mujeres, que la sociedad, los mandatos culturales, las sanciones teológicas misóginas han excluido, marginado y violentado. Su soplo es la fuerza que impulsa ministerios, liderazgos, comunidades, iglesias que fervientemente luchan por la paz, la justicia y la igualdad.

La Ruah

La Ruah se derramó
en el rostro
en los hombros
en los muslos
de las mujeres.

La Ruah puso en ellas
lenguas ardientes
que los incrédulos no sabían de dónde venían
y a donde van
encendió los cuerpos inertes
y los puso a danzar
a celebrar las bondades
a beber de la savia divina.

La Ruah levantó las miradas cabizbajas
rompió las cadenas de la cultura
fecundó con amor las vidas
sanó los corazones maltrechos.

La Ruah desterró las desigualdades
convocó a la paz
llamo a la justicia
regalo libertad.

La Ruah se vació
en los vestidos
en las túnicas
en las sandalias
de aquellas mujeres
que habitan el viento
que se esparce de generación en generación
y hoy celebramos en comunión.

***

Biblia, Espiritualidad , ,

El “cric-cric” de la hoguera.

Martes, 26 de noviembre de 2019
Comentarios desactivados en El “cric-cric” de la hoguera.

fuego-chimeneaCuando Moisés, el rescatado de las aguas, en plena huida de falsas seguridades y de las consecuencias de hacer justicia a su manera,  se adentra en su desierto, no vislumbra su futuro ¡es lo que tiene el desierto!

Tampoco nosotras si dejamos que el Dios del desierto sea nuestro compañero de camino.

Un evento, una experiencia en el silencio, puede indicarnos el camino a seguir. Y lo que nos parece “accidental” se convierte en determinante de una presencia en nosotras que nos acompaña y de alguna manera nos guía.

Moisés, agotado, sediento, llega a un espacio de agua y de amor, es el lenguaje bíblico del pozo, insinuante de “espacio nupcial”.

El niño rescatado de las aguas, es ahora un fugitivo, adulto y perdido.

Si quieres, intenta identificar estos “lugares teofánicos”  (donde Dios se manifiesta) en tu vida.

¡Cuántas veces, en mi oración, me encuentro “sedienta” en el brocal del pozo, esperando un posible encuentro que me habite, que me guíe…!

El itinerario de fe es siempre llevado “por el otro, por la Ruah”. Aceptar mi papel secundario es clave para vivir con gozo la travesía, aún a pesar de tantas y tantas dificultades, que obviamente experimentaremos si estamos en camino.

Lo del pozo es tentador. Y lo necesitamos, pero la vida sigue. Y en el caso de nuestro Moisés, después de boda y familia y tierras y ganado, algo está adormecido por dentro.

Un día cualquiera, en el desierto, y en plena tarea para su subsistencia, escucha un chisporrotear, un “cric-cric” de un fuego ardiendo: caben dos opciones, dejarlo chisporrotear y seguir su ineludible tarea o seguir el cric-cric y el resplandor por dentro; el gusanillo de la inquietud.

No estamos hechos para la instalación. Nuestras madres y padres en la fe, eran personas de desierto, de desinstalación y vida frugal. Y, por encima de todo, eran personas avezadas a “escuchar” a Dios en todo.

El chisporrotear de una hoguera se convierte en lugar de encuentro, en espacio sagrado, donde Dios y la persona se encuentran y dialogan.

El niño rescatado de las aguas es ahora un adulto hablando con el fuego. Un adulto, inquieto, asustado y deslumbrado por lo que está viviendo. Sigue en el desierto, ya habitual para él, y en medio de esta circunstancia, oye el fuego, enfrenta la llama ardiendo, se descalza de su ego que quisiera entender y, despacio, al calor de la llama va comprendiendo.

Del pozo a la llama. Una trayectoria. Ahora empieza otra. De la llama vuelta atrás, con otro brillo en los ojos y con una humildad adquirida en la arena del día a día seco y sin grandes horizontes. De pronto le devuelven al río del que fue rescatado para que sea “rescatador de otr@s”.

No hay mapas. No hay gps’s, no hay… ¡Hay: hogueras, ríos, arena, estrellas, y la seguridad de que estas cosas son de Dios!

Y lo que no quieres perderte, sin lo cual nada es posible, es el pozo. Ahí empieza el diálogo que culmina en la hoguera. Séfora le enamora, pero ella le prepara para la hoguera. No le impide la tarea, es más, le acompaña.

Si el texto no fuera patriarcal…igual resulta que es Séfora la convocada… pero eso no se sabrá. Lo que sí se sabe es que hoy la hoguera y el pozo y la tarea es para las y los que “escuchamos” el cric-cric del fuego que nos habla al corazón, y nos envía a rescatar los corazones secos y emperifollados que tratan de disimular su sed.

Hace unos días, tres mujeres y un hombre, se acercaban a la hoguera, y el regalo fue que todos l@s presentes sentimos el calor de la llama.

Quieren ser hermanas y hermanos Para la Comunidad Cristiana. ¡Qué menos!

Estas palabras, cargadas de desierto, para ellas y para todos y todas las que nos dejamos guiar por el chisporrotear de la hoguera, allá en el monte, donde Dios habita, y desde donde nos abraza, nos acoge, consagra y envía.

Feliz travesía: del pozo a la hoguera y de la hoguera al río que nos vio nacer. Ese bautismo que nos hace: sacerdotes, profetas y pastores.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad , ,

RUAH: del microcosmos al macrocosmos.

Miércoles, 6 de junio de 2018
Comentarios desactivados en RUAH: del microcosmos al macrocosmos.

ruahSin saber muy bien porqué, me encuentro, estos días, esperando pentecostés, como una niña esperando a los reyes. Digo que no sé muy bien, sólo lo sé un poco bien. Es decir, que sí que espero recibir algo esta celebración de la Ruah. Que sí que estoy expectante.

¿Qué más puedo esperar que no tenga?

Como una melodía, como un perfume, como el aire, permeas todo, estás en todo. Y… no invades ni controlas, ni vigilas ¡estás!

Estás desde lo más íntimo y recóndito de la persona a las galaxias, a las cataratas que rugen entonando su alabanza entre ríos, a la semillita que enterrada pasa desapercibida y está llena de vida de fruto de futuro.

¡Estás, Ruah! No tenemos que esperarte, ni invitarte. No tenemos que buscarte en nuestras noches o miedos… Sólo reconocer tu silencio, silencio preñado de vida. Sólo acoger tu palabra silenciosa y potente como la catarata y como la lluvia fina, el txirimiri que empapa la tierra, y que ayuda a la vida.

Sólo respirar tu “aire” que une el microcosmos que soy con el universo-macrocosmos del que participo. Mi respirar me une al respirar de todos los seres vivos. Posiblemente ha pasado por nuestros pulmones el aire que respiró Jesús, el aire que respiró María Magdalena… nada se pierde, todo vuelve, todo encaja. Todo es Vida.

Tu presencia Ruah me sobrecoge, espíritu de Dios, casi no me lo creo ¡estás! ¡Siempre estás! ¿Por qué vivo sin disfrutar más de ti? Me cansan las dificultades, y cuando las miro de frente, respirándote, cambia su impacto en mí.

Aunque prefiera la noche y atranque mis puertas ¡estás! Esperas el día, el año, mi “kairos” en que te deje que me cuentes, sentada en tus rodillas, lo que tengo de ti, ese aire de familia que me da identidad y fuerza.

La comunidad llama a esos parecidos “carismas o dones”. Yo sé que son tus regalos para andar mi camino hacia mi pascua y mi pentecostés. Para que sepa andarlos con las otras profetisas y ancianas, niños y familias. Respirando el mismo “aire”. Acogiendo los regalos de cada una de ellas, con respeto y veneración. Sin dejar que nadie imponga el suyo como mejor, sino que como en una orquesta, que cada una toque su instrumento escuchando a cada uno de los otros al ritmo de la conductora Ruah.

Mira el universo, me dices muchas veces, asómate al hermano bosque, a tu querido mar azul intenso que te devuelve el aliento. Eso es, su ser quien es, sin pretender ser otro origina esa belleza y creatividad indescriptible. El orden que tu aliento creador insufló al cosmos y al ser humano.

No sé dónde voy, ni dónde piso pero “estás”. Me lo dicen las estrellas a pesar de las nubes y críticas. Me lo dice la lluvia a pesar de sentir el barbecho.

Eres fuente de vida, aliento vital. Y estás, siempre estás. Nunca controlas. Empoderas, capacitas, animas, fecundas.

Joel 3,1-2

Así dice el Señor Dios:

Derramaré mi espíritu sobre toda carne: profetizarán vuestras hijas… también sobre mis siervas derramaré mi espíritu en aquellos días…

Me encantaría que compartiéramos dones y carismas. Si te animas, la Ruah es aire puro, fresco, y su presencia tiene el dinamismo del primer aliento.

Sería una bonita manera de empezar a profetizar. O seguir haciéndolo las muchas que ya lo hacéis y tanto bien aporta al universo. Gracias.

Magdalena Bennásar Oliver

espiritualidadintegradoracristiana.es

Espiritualidad , , ,

He venido a prender fuego en el mundo

Domingo, 14 de agosto de 2016
Comentarios desactivados en He venido a prender fuego en el mundo

no he venidoLc 12,49-53

En estos momentos en los que las noticias nos bombardean con múltiples informaciones sobre rupturas, faltas de acuerdo y divisiones; sobre fronteras y diferencias, impacta leer el evangelio de este XX Domingo del Tiempo Ordinario. “¡No!” podemos pensar… lo que justamente necesitamos es lo contrario, ¿cómo va a venir Jesús a crear más división? ¿Cómo va a prender fuego en un mundo tan necesitado de paz y encuentro?

Este texto evangélico requiere, pues, una lectura más sosegada y profunda. ¿Qué puede significar? ¿Cómo puede iluminar hoy nuestra vida?

La imagen del fuego aparece en numerosas ocasiones a lo largo de toda la Biblia. En algunas ocasiones es símbolo de castigo y destrucción (Gn 19,24); otras veces es imagen de purificación (Is 1,25; Zac 13,9). El mismo Lucas nos ha dicho que Juan bautizaba con agua, pero que Jesús bautizaría con fuego (Lc 3,16), como símbolo de una nueva vida en el Espíritu.

A lo largo de la historia, muchas mujeres y varones de Dios, han utilizado también el fuego como símbolo. Teresa de Jesús expresa su experiencia mística utilizando este término: “Viale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. […] Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios(Libro de la Vida, cap. XXIX). Santos como Ignacio de Loyola o Antonio Mª Claret son considerados “hombres de fuego”. Este último animaba a cada uno de sus hijos a ser “un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor” (Autobiografía, 494) y Joaquina de Vedruna, mujer apasionada por Jesús y su causa, decía a sus hijas: “Si sois fieles a la gracia, el mismo Señor os iluminará, porque en la intimidad de la oración, os manifestará su gran amor. Y si tenéis deseos de corresponderle, suplicaréis sin cesar que os encienda en el fuego de su mismo amor (Epistolario, 98).

Todos ellos entendieron y utilizaron el simbolismo del fuego para explicar metafóricamente la pasión irrefrenable que nace del amor de Dios. Todos ellos, siguiendo los pasos de Jesús, dedicaron su vida a propagar ese “fuego” que ardía en su corazón, que motivaba sus acciones y que les hacía desear que cada ser humano quedara contagiado por el mismo ardor.

Ese fuego, que arde en el corazón de Jesús y en todos los que le han seguido y le siguen con radicalidad, es la pasión por Dios y por su Reino. Es por tanto, la pasión por vivir como Jesús, compadeciéndose ante quienes han caído por el camino; ofreciendo ternura a quienes necesitan una palabra de ánimo; abriendo las puertas a quienes huyen de un peligro mortal; alargando los brazos para abrazar todas las necesidades y avivando la conciencia de que, al llamar a Dios “Abbá”, “Padre”, quedamos comprometidos a vivir como verdaderos hermanos.

Ese fuego es la llama del Espíritu, de la Ruah Santa, que aviva los corazones de todas las personas que se abren a su Presencia y se dejan transformar por ella.

Nos puede sorprender las palabras de Jesús: “¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división”. Pero el mismo Lucas, en el capítulo 2, ya había anunciado que Jesús sería fuente de división, “señal de contradicción” (Lc 2,34); y vemos, en muchos de los relatos vocacionales, en los que Jesús invita a su seguimiento, que hacerlo lleva intrínseco romper con la familia y el entorno (5,1-11; 18,18-30), algo extremadamente convulso en la cultura mediterránea del siglo I, en la que el “grupo familiar” y el “yo” no eran dos entidades separadas, sino dos aspectos de la misma condición[1]. Jesús invita a crear un nuevo grupo familiar, una nueva familia humana en torno a su Padre, y eso conlleva dificultades indiscutibles, propias de toda salida de nuestro círculo de confort, de lo conocido, de lo acostumbrado. En el fondo es lo que ya sabemos… si leer el Evangelio no nos deja inquietos tendríamos que preguntarnos qué lectura estamos haciendo del mismo.

Acojamos, por tanto, la invitación a dejarnos quemar por el fuego de Jesús, aquel que puede transformar nuestras propias vidas y nuestro mundo. ¿Qué fuego arde en tu corazón? ¿Qué pasión te embarga? ¿El encuentro con Jesús hace arder tu corazón, como les pasó a los discípulos de Emaús (Lc 24,32)? ¿Hacia dónde te moviliza? Que su fuego arda en nuestras entrañas: https://open.spotify.com/track/6pux1DvWRsVN9VqsfOND2r.

Inma Eibe


[1] MOXNES, Halvor, Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo familiar y el Reino de Dios, EVD, Navarra 2005, 119

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Yo soy el viento

Sábado, 26 de septiembre de 2015
Comentarios desactivados en Yo soy el viento

Del blog Pays de Zabulon:

le-vent

Yo soy.

Yo soy el viento que pasa.

Alternativamente,
Torbellino,
Tornado
O brisa ligera.

Es verdad,
Tu oyes mi voz
Pero no me ves,
Mis caminos te son desconocidos.

No sabes de donde vengo
Ni a dónde voy
No sabes por dónde paso
Ni por qué  yo paso o no.

Y sin embargo,
Si tu prestas atención…

Escucha y presta el oído.
Y si no oyes nada,
Escucha a pesar de todo,
Hijo mío.

Escucha de otro modo,
Escucha totalmente.

Si no oyes nada,
Es porque el murmullo de mi movimiento
Es tan bajo que ni siquiera lo percibes.

Yo soy el viento,
Un soplo,
Un soplo de aire.

Yo soy el aire.

El aire que se desplaza,
El aire que inhalas,
El aire que tú desplazas.

Yo soy el aire.
Yo soy el aliento,
Yo soy la Vida.

Atravieso todas las cosas,
toda célula,
toda nación,
toda relación.

Ruah.
Yo siempre estoy presente.
Pero me buscas en otros lugares.

Estoy aquí.

Yo soy.

*

Zabulon – 19/09/2015

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

Dom 8.VI.14. Ruah de Dios, amor materno. Pentecostés 1.

Domingo, 8 de junio de 2014
Comentarios desactivados en Dom 8.VI.14. Ruah de Dios, amor materno. Pentecostés 1.

imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Pentecostés,Ciclo A. Hechos de los Apóstoles 2, 1-11. Nos acercamos a la fiesta de Pentecostés, culminación de las fiestas cristianas, tiempo que podemos decir y decimos.

Quiero contar durante tres días algunos rasgos del Espíritu de Dios, presencia creadora, amor materno… volviendo al principio de la Biblia Hebrea, para caminar hacia Jesús para reflexionar después con algunos teólogos rusos, que han insistido en la “maternidad” del Espíritu de Dios.

Ésta será la primera epifanía, el primer pentecostés, en la línea del Antiguo Testamento, que culmina en la venida de Jesús, el Cristo.

De Dios venimos, en Dios nacemos. Formamos parte de la Historia humana de su Espíritu. Felices los que lo sepan (lo sepamos), felices los que podamos vivir para que se exprese y expanda en el mundo el Espíritu de Dios.

Ruah, aliento de Dios o Espíritu

Al decir que Dios es Espíritu, estamos diciendo que Dios no es un “ser cerrado en sí”, sino apertura, ser para los otros. A Dios le llamamos Espíritu porque es fuerza creadora, aliento en que las cosas y humanos se sustentan. Siendo reales, las cosas son en Dios. Teniendo autonomía, el humano existe únicamente desde el ámbito de Espíritu divino.

En otras palabras, el Espíritu es el espacio abierto del amor y realidad que Dios suscita en torno suyo, Dios mismo como fuerza expansiva y como trasfondo de vida de los humanos, como seno maternal y fecundante en que podemos llegar a la existencia verdadera.

Por eso, el hombres nunca vive desde sí ni para sí; existe inmerso en el Espíritu divino y caminando hacia el futuro (el nuevo nacimiento) a que el Espíritu le abre.Ciertamente, el ser humano tiene ruah, aliento y vida propios. Pero su aliento es vacilante, su vida siempre corta, amenazada por la muerte, deficiente.

Por eso, el humano sólo es ruah de verdad, sólo existe de manera profunda, esperanzada y creadora si se deja penetrar y transformar por el Espíritu divino. Dios existe en la medida en que se expresa (se actualiza) como fuente de ser y realidad, en el Espíritu. El ser humano existe (tiene realidad) en cuanto está fundamentado (protegido y potenciado) en el Espíritu.

El Espíritu no es esencia cerrada, sino acción y presencia

La Escritura de Israel no se ocupa de la “naturaleza” divina en sí. Para el Antiguo Testamento, el Espíritu es Dios en cuanto actúa de manera eficaz sobre los seres, de manera que ruah es, una noción teológica; la noción del encuentro entre Dios y las criaturas, la dependencia indigente del humano y la omnipotencia bienhechora de Dios, la experiencia y fuerza de la gracia.

La ruah no es una entidad ni divina ni humana, sino un modo de ser y un modo de existir. ¿Se podría definir utilizando el término participación? Ese término nos parece equívoco, pues deja suponer un parentesco de esencia… Por eso preferimos el término dependencia relacional (o, mejor dicho, relación entitativa), … (D. Lys, Rûach: le Souffle dans l´AT, PUG, Paris 1962, 557-358). Esta dependencia relacional que constituye el contenido del Espíritu en el Antiguo Testamento tiene dos vertientes.

(a) Desde Dios, el Espíritu es la abertura libre y creadora por medio de la cual ha hecho surgir al humano con quien puede dialogar en forma personal.

(2) Desde el ser humano, el Espíritu es la acogida, hallarse sostenido en ese campo fecundante del amor divino y abierto hacia el encuentro con Dios y hacia la propia plenitud humana. Precisamos estos rasgos:

– Ruah es la acción (o la presencia) de Dios que vítaliza el ser del mundo y de una forma peculiar la historia de los humanos. No es propiedad ontológica del ser de lo divino a se (existente por sí mismo), sino expansión de amor con que ese Dios que actúa sin cesar haciendo que la vida nazca y que los humanos lleguen a alcanzar la salvación.

– Ruah es la misma hondura de vida de los seres humanos en el mundo. Ella sustenta el cosmos y la historia, pero se explicita en nosotros de forma vacilante, limitada, siempre débil. Ciertamente, la existencia de los humanos tiene en Dios su fundamento. Sin embargo, en las actuales condiciones de la historia es como un soplo que se pierde, una llamita que dejada en soledad viene a apagarse.

– Ruah es fuerza de esperanza, de manera que desborda las actuales condiciones de la vida. Nos hallamos en Dios y abiertos al futuro; nuestra verdadera realidad no se apoya en las propiedades que tenemos (aquello que ahora somos) sino, más bien, en el misterio vitalizante del Espíritu divino.

El Espíritu, un futuro. La esperanza del hombre

El verdadero ser del humano no ha nacido todavía, está escondido en esperanza. El humano es como un germen que se está gestando y puede (debe) nacer en plenitud. Sabemos, ciertamente, que Dios es como padre: dirige el mundo en su palabra y traza leyes de vida para los humanos. Pero, al mismo tiempo, Dios recibe y ofrece aspectos maternales, sobre todo allí donde le vemos como Espíritu de vida y fuente de realidad para los humanos.

Ciertamente, la aportación religiosa fundamental del pueblo israelita no ha estado en aplicar a Dios los símbolos del padre y/o de la madre sino en descubrirle como trascendente. Pero, al mismo tiempo, ese Dios trascendente se hace fuerza y principio de futuro, se hace maternidad a través de la profecía.

Este concepto de Dios traduce la experiencia original de una trascendencia que se expresa para los humanos como fuente de vida. Así lo han puesto de relieve los profetas de Israel, así lo ha recogido la iglesia cristiana al afirmar que el Espíritu habló por los profetas. Hablar significa aquí abrirse, abriendo un campo de futuro. Hablar significa comunicarse, en palabra que se vuelve principio de existencia para los humanos:

El Espíritu profético es aquel poder de Dios que abre a los hombres hacia el futuro de su plena realización, en la justicia y plenitud humana. Por eso, el mismo Dios del Antiguo Testamento recibe rasgos de Espíritu, dentro de esto que llamamos su primera epifanía. Conforme a la visión israelita, el Espíritu actúa en los humanos como fuerza de vida y esperanza, dirigiendo su vida hacia el surgimiento del mesías (hacia la nueva humanidad, el humano pleno).

El surgimiento de esa nueva humanidad (del Cristo) es obra de Dios y humanos. Es la obra del Espíritu de Dios que se ha autoexpresado en Jesús totalmente, expresándose así fuera de sí mismo (sin perderse). Es la obra de la humanidad que alcanza en Jesús aquella plenitud hacia la que estaba dirigida. Por eso afirmamos que esta primera epifanía (todo el AT) culmina allí donde Jesús ha nacido del Espíritu por medio de María.

El Espíritu, una maternidad. No hemos nacido del todo todavía

El Espíritu acaba apareciendo así como signo de la maternidad escatológica de Dios. Conforme a una imagen judía, popularizada en clave cristiana por Ap 12, podemos presentar al Dios de Israel como mujer en dolores de parto; es mujer fecundada por el Espíritu de Dios, llena de la palabra, enriquecida por la profecía. Es mujer de la esperanza que puede dar a luz, haciendo así que nazca el “hijo” de Dios, la nueva humanidad vencedora del mal (de la serpiente), ya reconciliada.

Para muchos cristianos, esta imagen de la mujer profética, llena de la palabra, fecundada por el Espíritu, que alumbra al Hijo de Dios, se ha expresado simbólicamente en ya María; en ella se concreta y visibiliza, se vincula y alcanza su plenitud, la maternidad del Dios del AT y de la humanidad que busca plenitud. De esa común maternidad de Dios y los humanos ha nacido Jesús, el Hijo de Dios Padre. Hasta entonces el Espíritu podía actuar sólo en parte y realizar su acción sin expresar su realidad del todo. Ahora ha actuado de forma definitiva, haciendo surgir la totalidad de Dios en medio de los humanos.

Utilizando un lenguaje dogmático posterior (propia de las iglesias cristianas), podemos decir que este Pentecostés del Antiguo Testamento va del Padre al Hijo (Jesús) por medio del Espíritu y se expresa o culmina de una forma paradigmática en el descenso del Espíritu sobre Israel (María), para el nacimiento del Hijo de Dios. En este contexto y dentro del nivel de simbolismo en el que estamos situados, resulta coherente que algunos textos (que la iglesia ha dejado al margen de su Escritura canónica) afirmen que Jesús es Hijo del Espíritu, como dice el Evangelio a los Hebreos (K. Aland, Synopsis quattuor evangeriorum, Stuttgart 1965, 27. Cf. E. Hennecke, NT Apocrypha I, London 1963, 163-164).

Teólogos rusos. Maternidad hipostática de Dios.

S. Boulgakov (Le Paraclet, Paris 1946, 215-217) decía que las funciones del Espíritu y María (vistas simbólicamente) se unifican: la obra del Espíritu de Dios que suscita al Cristo se realizan en concreto (humanamente), dentro de Israel, por medio de María. Esta María no ya (sólo) una mujer concreta, sino el signo (un signo muy importante) de la maternidad de Dios como Espíritu. Siguiendo en esa línea, podemos añadir que el seno materno de María (Israel, humanidad) constituye sobre la tierra la realización (la concreción) del ámbito materno del Espíritu divino.

Así se ha podido decir que el Espíritu santo es la maternidad hipostática de Dios, como seno fecundante de amor en el que Dios, siendo trascendente, suscita y expresa su vida. “El Espíritu santo no sustituye al Padre, pero crea el estado maternal como poder espiritual de concebir, de acrecentar el ser” (P. Eudokimov, La mujer y la salvacion del mundo, Barcelona 1970, 237; cf. 235-238, 160 s, 206 s, 216 s.).Resumiendo esta experiencia, podemos afirmar:

– Dios no es solamente el Padre original y trascendente que está lejos de los humanos y les manda cumplir sus mandamientos, sino que es (se expresa) como fuente de Espíritu, principio fundante de vida para los humanos. Si Dios fuera simplemente un Padre de ese tipo (alejado, legal) no podría hablarse de salvación. Dios y el ser humano se hallarían separados para siempre. Si, al contrario, no fuera más que el ámbito materno del Espíritu no habría distinción fundamental entre humano y lo divino, habría un panteísmo. Nuestra experiencia nos conduce a precisar los dos momentos: sin dejar de ser el Padre trascendente, Dios es campo maternal en que se hace (surge) nuestra vida.

– Jesús procede de Dios como efecto del Espíritu: nace de la obra, presencia fecundante de la ruah de Yahvé en la historia; al mismo tiempo le llamamos Hijo, la expresión del Padre que, siendo trascendente, se ha expresado (se autoaliena) de manera total en Jesús de Galilea. Así presentaremos al Espíritu como fuente y seno de vida de Dios que se expresa originando al Hijo. En esta misma perspectiva algunos textos cristológicos centrales, como los que pres entan el bautismo de Jesús y su resurrección (cf. Rom 1, 3-4) como obra del Espíritu.

Así culmina la primera epifanía del Espíritu, allí donde pasamos del habló por los profetas el se encarnó por obra del Espíritu santo. El Espíritu de Dios realiza su obra por la encarnación: allí donde el humano se expresa plenamente como humano, en apertura a Dios, en diálogo con todos humanos, descubrimos la presencia del espíritu.

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Recordatorio

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Yo, por supuesto, a petición de los autores, eliminaré el contenido en cuestión inmediatamente o añadiré un enlace. Este sitio es gratuito y no genera ingresos.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un lugar de entretenimiento. La información puede contener errores e imprecisiones.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.