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Archivo para marzo, 2018

Sábado Santo: Vigilia Pascual en la noche Santa

Sábado, 31 de marzo de 2018
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22-VigiliapascualA

Textos para la Vigilia Pascual

Primera lectura:

Génesis 1,1-2,2

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: “Que exista la luz.”

Y la luz existió.

Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “Día”; a la tiniebla, “Noche”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.”

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda.

Y así fue.

Y llamó Dios a la bóveda “Cielo”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.”

Y así fue.

Y llamó Dios a los continentes “Tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “Mar”.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.”

Y así fue.

La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.”

Y así fue.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.”

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y Dios los bendijo, diciendo: “Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.”

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.”

Y así fue.

E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.”

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.”

Y dijo Dios: “Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.”

Y así fue.

Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.

Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

*

Salmo responsorial: 103.

Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor;
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R.

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre. R.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R.

O bien; :

Salmo responsorial: 32.:

La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

Segunda lectura:

Génesis 22, 1-18

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.”

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.”

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.”

Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.”

El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”

Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.”

Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!”

Él contestó: “Aquí me tienes.”

El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.”

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor ve”.

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.

Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.”

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Vigilia Pascual (B)

Sábado, 31 de marzo de 2018
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domingo_resurreccion_bEl centro de esta vigilia no es un cuerpo, ni muerto ni vivo, sino el fuego y el agua. Ya tenemos la primera clave para entender lo que estamos celebrando en la liturgia más importante de todo el año. Fuego y agua son los dos elementos indispensables para la vida biológica. Del fuego surgen dos cualidades sin las cuales no puede haber vida: luz y calor. El agua es el elemento fundamental para formar un ser vivo. El 80% de cualquier ser vivo es agua. Recordar nuestro bautismo es la clave para descubrir de qué Vida estamos hablando. Hoy, fuego y agua simbolizan a Jesús porque le recordamos VIVO y comunicando Vida.

La vida que esta noche nos interesa, no es la física, ni la psíquica, sino la trascendente. Por no tener en cuenta la diferencia entre estas vidas, nos hemos armado un buen lío con la resurrección de Jesús. La vida biológica no tiene ninguna importancia para la realidad que estamos tratando. “El que cree en mí aunque haya muerto vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre”. La psíquica tiene importancia, porque es la que nos capacita para alcanzar la espiritual. Solo el ser humano, que es capaz de conocer y de amar, puede acceder a la Vida divina. Si nuestra preocupación se limita a lo biológico, estamos perdidos.

Lo que estamos celebrando esta noche, es la llegada de Jesús a esa meta. Jesús, como hombre, alcanzó la plenitud de Vida. Posee la Vida definitiva, que es la de Dios. Esa vida ya no puede perderse porque es eterna. Podemos seguir empleando el término “resurrección”, pero creo que no es hoy el más adecuado porque inconscientemente lo aplicamos a la vida biológica y psicológica, que son las que nosotros podemos descubrir por los sentidos. Pero lo que hay de Dios en Jesús no se puede descubrir mirando, oyendo o palpando.

Ni vivo, ni muerto, ni resucitado, puede nadie descubrir su divinidad. Tampoco puede ser el resultado de alguna demostración lógica. Lo divino no cae dentro del objeto de nuestra razón. A la convicción de que Jesús está vivo, no se puede llegar por razonamientos. Lo divino que hay en Jesús, y por lo tanto su resurrección, solo puede ser objeto de fe. Para los apóstoles como para nosotros se trata de una experiencia interior. A través del convencimiento de que Jesús les está dando VIDA, descubren que tiene que estar él VIVO.

Creer en la resurrección exige haber pasado de la muerte a la Vida. Por eso tiene en esta vigilia tanta importancia el recuerdo de nuestro bautismo. Jesús estuvo constantemente muriendo y resucitan­do. Muriendo a lo terreno y caduco, al egoísmo, y naciendo a la verdadera Vida, la divina. Tenemos una concepción estática del bautismo. Creemos que hemos sido bautizados un día a una hora determinada y que allí se realizó un milagro que permanece. Para descubrir el error, hay que tomar conciencia de lo que es un sacramento.

Todos los sacramentos están constituidos por dos elementos: un signo y una realidad significada. El signo es lo que podemos ver oír, tocar. La realidad significada ni se ve ni se oye ni se palpa, pero está ahí siempre porque depende de Dios que está fuera del tiempo. En el bautismo, la realidad significada es esa Vida divina que significamos para hacerla presente y vivirla. Un día han hecho el signo sobre mí, pero vivir lo significado es tarea de toda la vida. Todos los días tengo que estar haciendo mía esa Vida. Y el único camino para hacer mía la Vida de Dios, que es AMOR, es superando el egoísmo, es decir, amando.

Fray Marcos

Fuete Fe Adulta

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Entra en la noche y reconocerás el amanecer.

Sábado, 31 de marzo de 2018
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DibujosBiblicosJesucristoLaResurreccionEl último día, el de la cruz, pasa a ser el primero de la nueva creación. Cuando se asoma el primer rayo de luz, pero todavía hay tinieblas: ideologías contrarias a la verdad, fuerzas diabólicas, cargadas de ley y juicio que no han sido capaces de reconocer al Ungido por Dios.

¿Cómo es posible si la misma Palabra que alimentaba a Jesús, también la utilizaban ellos, los judíos religiosos, para todo? Jesús amaba y dialogaba con el Abba que descubría a través de la Palabra. Ellos, parece que la utilizaran para justificar su salvación, su justicia… la habían convertido en una ideología religiosa.

Jesús se sumerge en la noche de la ideología legalizada para, con el valor del Espíritu, atravesar la mentira, o lo que es lo mismo, la verdad a medias. Jesús se sumerge sobre todo en la experiencia del Abba y ello crea un antes y un después en su vida y en la historia.

La Resurrección es como el Big Bang de la vida de fe. Es el inicio de un proceso de vida para todo el cosmos. De vida que descubre en la muerte el abono para la vida que no muere ni morirá, porque es la misma vida de Dios en todo el universo, y desde hace un puñado de años, en la humanidad. Somos los últimos en llegar y nos hemos adueñado de todo destruyéndolo, abusándolo, explotándolo.

Leía un artículo recientemente titulado “El Océano Pacífico: El Siervo Sufriente”. Ingeniosa descripción del horror que está provocando el cambio climático en las gentes que habitan y dependen del nivel del Océano para su supervivencia, de la temperatura del agua para que no se destruyan los arrecifes de coral y miles de especies vegetales y animales que se extinguen o tienen que emigrar, como las personas, en busca de supervivencia. Sin dejar de mencionar los cementerios nucleares creados en mitad del Océano cuyo cemento se está agrietando y van soltando los restos nucleares dentro de la profundidad del Océano. También en la profundidad de un Océano surgió el primer atisbo de vida. ¿Qué nos está pasando?

Posiblemente muchas de las personas que de una manera más directa han ido tomando las decisiones que provocan esa infinita cadena de muerte, son cristianos. Pero como en el caso de Jesús, la religión convertida en ideología, causa la muerte del mismísimo hijo de Dios. También hoy.

Sólo hay un matiz que diferencia a unos de otros: permanecer en la ideología religiosa o abrirte a la experiencia de diálogo y presencia del Espíritu que resucitó a Jesús, y que hoy quiere sacarnos de nuestros sepulcros a nosotros y nosotras.

Eso nos proclama el texto de hoy, y como en el inicio de la vida humana del Cristo, fue una mujer la que gestó esa Vida, hoy de la mano de la experiencia de otra mujer, podemos entrar en la noche del misterio para experimentar la Vida.

María Magdalena es la que representa a la comunidad que “madruga” para acudir donde está el Amado. En su caso, ya en el sepulcro. Perdonad que me atreva a preguntarme y preguntaros si no es ese también nuestro caso muchas veces. Incluso los que intentamos orar y estar despiertos nos sobresaltamos sobremanera cuando lo que creíamos muy controlado, o sea inerte, de pronto se mueve. Tiene vida.

Personas que ante la realidad descubrimos que tenemos que colaborar con Vida para un mundo en extinción de especies, de formas religiosas, de puestos de trabajo por robotización, de posibilidad de que mujeres colaboremos en la toma de decisiones…

¿Qué se mueve por dentro cuando en nuestra noche, en nuestro no saber qué hacer, se nos ocurre dar un paso que nos sacaría de la mediocridad, pero también de la comodidad? ¿Qué hacemos con ese rayo de luz, pequeño, pero inicio de un descubrimiento único en tu historia y la mía? Jesús está Vivo. Su Espíritu vibra y languidece, según yo quiera, en mí y en mi entorno.

María Magdalena no se apropia el descubrimiento, va a los hermanos, no es una feminista radicalizada, es inclusiva. También hoy, muchas mujeres silenciadas por su género, no tratan de ideologizar el evangelio, simplemente tratan de sumar y compartir. De hecho lo poco que queda de la institución son ellas las que lo mantienen: catequesis, formación de padres… como siempre con algún varón que ya últimamente he comprobado que se enfadan si llegan a un sitio donde sólo hay mujeres… dichoso machismo que impide tanto hasta que la Vida se comunique por razones de género.

La Resurrección no se entiende, se vive. Es la liberación radical de toda ideología para dejarnos en la presencia del misterio. La vida empezó en un jardín maravilloso y esa vida emerge hoy de una tumba de un jardín-cementerio. Tremendo significado. Tremenda propuesta.

Se nos entregó un paraíso, y matamos al Señor y lo enterramos en su jardín. Y ahí, el Señor nos devuelve el jardín desertizado y la Vida para que todo empiece de nuevo. Así es Dios, así es la vida. Siempre busca como seguir evolucionando.

¿Cómo podemos retomar la vida y recuperar el jardín y sobre todo la experiencia del Señor, para saber cómo recuperar el jardín original, metáfora del sueño de Dios, donde había abundancia e igualdad para todos y todas?

Buscando entre tinieblas, de madrugada, a solas, al Amado, y como la mujer del Cantar exclamar “Encontré al amor de mi alma; lo agarraré y ya no lo soltaré” (Cant 3,4).

Feliz tiempo pascual.

Magdalena Bennásar Oliver

(espiritualidadintegradoracristiana.es)

Fuente Fe Adulta

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Testigos de tu Vida.

Sábado, 31 de marzo de 2018
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D-RESURRECCION-600x668Hermanos, el resucitado es el mismo que el crucificado. El Mesías fracasado y muerto en la cruz; el que luchó en pro de los pobres y marginados, el que fue condenado por el poder civil y religioso, ése mismo ha resucitado. No otro. Oremos.

Jesús, queremos ser testigos de tu Vida

• Para encontrarnos con el Resucitado tenemos que salir: Galilea es el lugar donde Jesús dio su vida por el Reino; en esta noche santa, a todos nosotros, como comunidad eclesial, se nos invita a salir a las periferias de nuestras pueblos y ciudades, a desinstalarnos de nuestras comodidades y a proclamar con nuestra vida la Vida que Jesús nos ofrece. Oremos.

Jesús, queremos ser testigos de tu Vida

• A Jesús Resucitado no se le encuentra en el pasado sino en el futuro inédito y viable; no en la contemplación de un muerto sino en el seguimiento fiel sostenidos por el Amor que se nos ha entregado. Oremos.

Jesús, queremos ser testigos de tu Vida

• A Jesús Resucitado sólo le van a comprender y encontrar aquellos que le siguen a Galilea y colaboran en la lucha por el Reino. Aquellos que se dejen transfigurar en su quehacer diario y así comprendan en profundidad la vida y el camino de Jesús. Oremos.

Jesús, queremos ser testigos de tu Vida

• A Jesús Resucitado se le anuncia siendo próximo de los últimos, sirviendo a los que nadie quiere servir, visitando y acompañando a los que se sienten solos; sosteniendo a los desesperanzados; acogiendo a los que nos llaman de cerca y de lejos. Oremos.

Jesús, queremos ser testigos de tu Vida

• En esta noche santa muchos niños y adultos recibirán las aguas del Bautismo, que este Sacramento que reciben encuentre en el ámbito familiar y comunitario, espacios donde ir creciendo y madurando. Oremos.

Jesús, queremos ser testigos de tu Vida

Padre, sabemos que el relato de la buena nueva se inicia con tu hijo Jesús, pero continúa en la vida de cada uno de nosotros cuando volvemos a Galilea para seguirle y anunciar su Reino. En esta noche te pedimos que nos hagas testigos de la Vida.

Vicky Irigaray

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Carta 5 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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carta5

Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Tachán! Llegamos a la última parte. Si no sabes qué elemento es el que falta será porque te has echado una buena siesta todo el día. Por cierto, ¿has comido? Estaba bueno el bocata, ¿eh? Con estos días de “ayuno” empieza a haber sinfonía en el estómago, jajaja.

Pues sí, ¡tierra a la vista! Y menuda alegría les daba a los marineros que llevaban meses en alta mar.

Ese es nuestro cuarto elemento, ¡la tierra! La tierra de la que formamos parte ya que somos barro (¿pero no éramos agua?, qué lío), de la que nos alimentamos, la tierra que nos permite estar erguidos, y la que nos acogerá el día de mañana. La bendita tierra que Dios nos ha dejado para que la cuidemos, la embellezcamos, la hagamos crecer,… Igual podemos esmerarnos más en esto, que la tierra es la casa común, pero… eso sería para otra carta.

La cuarta parte de la celebración de esta noche es la eucaristía. Es verdad que llamamos así a toda la celebración pero ahora me refiero a esa parte que transcurre en torno a la mesa del altar. Porque hay otra mesa, que no os lo he dicho antes, la de la Palabra, y ambas alimentan por igual, aunque por cuestiones de tradición le hayamos dado más preponderancia a este momento.

¡Uff!, se podrían contar un montón de cosas de esta cuarta parte de la celebración, pero me quedo solo con un par de aclaraciones que son importantes.

Hay un momento que no siempre le damos importancia y es ese en el que llevamos pan y vino a la mesa. Así, sin más, pan (o las formas que pretenden imitarlo) realizado por alguien a través de la manipulación del trigo, por manos humanas, y vino que procede de uvas y que, tratado se ha convertido en ese alegre líquido.

Bueno, los “regalitos” en sí no son para tirar cohetes, ¿no? Pero unos minutos después, volveremos a hacer esa misma procesión, y ahora ya no para dar sino para recibir, y ahí Dios, se pasa, sieeempre tan exagerado. No puede corresponder con un pan mejor o un vino aún más exquisito, no, lo ha transformado en el mismo cuerpo y en la misma sangre de Jesús.

En el ajo estás tú y Él, es decir, el ser humano y Dios. Porque es la suma de la colaboración humana más la fuerza del Espíritu quien transforma esos humildes objetos en Presencia.

Vale, ¿y ahora? La segunda cuestión: ¿lo vas a comer?, ¿lo vas a beber?, ¿te atreves?, ¿te comprometes? Porque ya no es solo que te dé fuerza, o entres en comunión con Dios, no, es más, eso es muy íntimo, a veces intimista, que no es bueno. Aquí lo chungo está en que te compromete con quien está a tu lado, o quien te espera en casa, o el lunes en el trabajo. No, perdona, no confundas, vivir esta parte de la celebración es hacerte tú cuerpo de Cristo, y eso requiere más fe, y más Espíritu. ¿Qué? , ¿te escaqueas?, ¿vas a comulgar por costumbre? No, piénsatelo, si te atreves a comer y a beber hoy… estarás diciendo Sí a ser cuerpo de Cristo. Y, si echas un vistazo al día de ayer, ya ves cómo le fue a Él, aunque sabemos que la cosa se solucionó, pero el trago fue durillo.

Hala, traga esta parte. Mira a la luz, inspira, bebe agua y… buena digestión.

Nos vemos esta noche, ven de blanco, ¿eh? Ahora ya conoces los ritos, vendrás, ¿no? ¿Sabes a qué? A celebrar la Vida.

¡Un abrazo enooooooooorme!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 4 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola, vigilante de la Pascua! (de la Pascua, no de la playa, ¿o es que estás en la playa? ¡pues aprovecha y deja que tus sentidos perciban la vida que hay a su alrededor).

¿Has leído “El coronel no tiene quien le escriba”, de G. García Márquez? Jajaja, porque no es tu caso. El pobre coronel siempre esperando una carta determinada que no acababa de llegar y tú, en cambio, ¡sobrepasado!

Bueno, comenzamos el tercer momento de nuestra increíble y cósmica celebración. Todo va encontrando su espacio, su sitio, y… ¡agua!

¡Sí!, ¡el agua! ¡Madre mía!, ese bien tan escaso, que tanto necesitamos, y que es tan constitutivo de nuestro cuerpo. Creo que más del 80% de nuestro cuerpo es agua, ¡quién lo diría! Unos somos botellas de medio litros y otros somos toneles pero… agua al fin y al cabo.

En la celebración de esta noche ocupa un puesto importante el agua porque con ella renovamos nuestro discipulado. Sí, claro, no te mojas la frente para refrescarte, no, lo haces porque eres cristiana y quieres hacer algo así como volver a firmar los papeles. ¿No renuevas el DNI? Pues lo mismo, tu DNIC, “C”, de Cristiana.

Hubo un momento de tu vida en que bien tú, o bien quienes te cuidaban, decidiste hacerte cristiana, porque pensabas que era lo mejor, porque te llenaba el alma, porque calmaba tu sed (o la que podrías llegar a tener).

Siempre necesitamos beber agua, hidratar nuestro cuerpo. A las personas ancianas, que tienen mitigados los sentidos, se les anima a que beban agua incluso sin sentir sed. Pues eso mismo haremos esta noche. Tomar contacto con el agua, conscientemente, fortalece nuestro compromiso, lo confirma, y si andas un poco bajo en estos temas, oblígate a pasar bajo el agua de la vigilia pascual, deja que te limpie, te renueve. Además, y esto es muy importante, lo hacemos de manera visible, sin ocultarnos, en un gesto público y comunitario, como lo hizo Jesús. Si él fue capaz de ponerse en la fila de aquella gente que iba a bautizarse al Jordán, ¿no vas a poder ponerte tú también delante de ese pequeño recipiente de agua!

El agua nos limpia, nos refresca, los ríos y los mares no separan sino que unen espacios, comunican. La lluvia fecunda la tierra. Nos encanta, aunque no lo hagamos por pudor, chapotear en los charcos (¿tienes uno cerca?, ¡chapotea!), o salpicarnos cuando nos bañamos en el mar…

Venga, nuestro tercer elemento básico de esta noche nos invita a saciarnos y a firmar un pacto entre diferentes corazones. Cuando te acerques esta noche a esa agua recién bendecida, cierra los ojos, y di, de nuevo “sí, creo”. Aunque sea en minúsculas, que Dios no sabe de medidas. ¡Todo empieza de nuevo esta noche!

¿No es agua igualmente el mar Cantábrico y las gotas de lluvia que resbalan por el cristal? ¿Y tus lágrimas?

¡Esta noche va a ser increíble!, ¡hasta nerviosa me estoy poniendo!, ¡menudo tinglado tenemos montado! Pero la ocasión lo merece, ¿no?

¡Un abrazo acuático!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 3 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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carta3

Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola!, ¿alguna vez has recibido tantas cartas en un día? Porque whatsapps, sí, pero, ¿cartas? Ya no se lleva y, sin embargo, ¡qué ilusión hace que te llegue una… que no sea del banco! ¡Es toda una liturgia recibir una carta, mirarla, averiguar el remitente, buscar el momento y el lugar adecuados para leerla,… releerla después…! Para que luego digamos que no nos gusta la liturgia, ¡si la vida está llena de ella!

En fin, que me lío. Avanzamos en nuestra noche cósmica. Ya tenemos luz, ya podemos ver, nos reconocemos, nos leemos los rostros, nos sonreímos…

¡Aire! ¡Nuestro segundo elemento! Cierra los ojos… inspira profuuuuuuuuuuuundamente y suelta el aire con todas tus fuerzas. ¿Qué tienes? ¡Vida!, ¡eso es lo que tienes! Vida en abundancia. Porque si lo recuerdas, es la Palabra de Dios la que crea, la que da vida. No lo digo yo, ¿eh?, que lo dice la Biblia. Echa un ojo al primer capítulo del Génesis. Dios crea a través de su palabra, pronunciando. Y pronunciar significa “poner delante”.

Pues ya sabes cuál es la segunda parte de nuestra celebración, la Liturgia de la Palabra. ¡Me encanta esta parte! ¡Es como sentarse al fuego y escuchar!

No digas que es aburrida, es que no acabas de pillarle el truco, pero si está contando tu historia! Algo así como… “el ministerio del tiempo”. ¿No eres cristiana? Pues tendrás que saber un poco del árbol genealógico, ¿no crees?

La Palabra de Dios es como un camino que nos envuelve y nos empuja, nos reúne y nos hace comunidad. También es como ese viento que te empuja de frente y te obliga a caminar más despacio, o al contrario, que te viene por la espalda y en un periquete (esta palabra no se usa mucho ya, ¿no?) has recorrido varios metros. O la brisa que te acaricia en verano, o…

Es verdad que solemos sufrir lo que una hermana de nuestra comunidad llama “el síndrome de la oreja caída”. En cuanto alguien comienza a proclamar una lectura… desconectamos, como si nos estuvieran leyendo la lista de la compra del mes.

¡Pues no! La Palabra de Dios, ese aire que nos entra por los oídos y nos oxigena el alma es el origen de nuestra vida. ¿Puedes imaginar tu vida sin comunicarte con alguien a quien quieres de verdad? ¿No atesoramos en nuestra alma frases que nos llenaron el corazón, que nos cambiaron la vida,… o un trocito de ella? ¡Venga!, ¡si el éxito de Mr. Wonderful son sus frases originales hechas con distinta tipografía! Pues hemos de darle esa misma oportunidad a la Palabra de Dios, porque es tan importante como el Pan y el Vino que después comulgaremos.

Decía Orígenes, un padre de la Iglesia del s. III, que, de igual manera que no dejamos caer al suelo ni el más mínimo trocito del pan consagrado, de la misma manera, con el mismo respeto, no podemos permitir que se nos escape ni una sola letra de la Palabra de Dios. ¡Toma ya!

Muchas veces no escuchamos a los demás, damos por hecho lo que nos van a decir, y nos negamos la oportunidad de la sorpresa. Otras veces somos nosotros los que no hablamos, por cansancio, vergüenza, miedo, enfado,… y entonces de-construimos las relaciones.

Jesús fue un hablador (que no un charlatán), un contador de historias que construían y alimentaban. Sanaba con la palabra, y con la escucha, e invitaba a los otros a que le contasen lo que les pasaba o lo que querían.

Busca en los evangelios a ese Jesús que dialoga. ¿Y el que se pasaba la noche escuchando a su Padre?

Palabra, escucha, silencio, tiempo, entrañas,… respiración. Todo se relaciona.

¿Ves lo importante que es la Palabra de Dios? ¡Pues esta noche tenemos varios textos preciosas para saborearla y compartirla! En el chocolate de la madrugada podemos hablar de estas historias: mundos que se crean, hombres que piensan que matar a sus hijos es algo que le gusta a Dios, estrellas que se ofrecen para brillar contentas, un Dios que está enamorado de ti,… No me digas que no suena interesante…

Te dejo pensando en cómo te relacionas con la Palabra de Dios, cómo usas tus palabras, o las de los demás. Cuándo callas, cuándo decides no escuchar,…

¡Hasta lueguito!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 2 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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carta2

Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola de nuevo! ¿Cómo vas? ¿Estás aquí? ¡Enhorabuena! ¡Aquí está el Señor! ¿Ya lo sabes?

Bueno, comenzamos, como quedamos en la carta anterior, a desgranar para poder alimentarnos del grano, de la celebración de esta noche.

¿Recuerdas aquello que se creía en la Antigüedad (y muuuucho tiempo después) sobre cuatro elementos que sostenían el mundo? ¿Sabes cuáles eran? Venga, piensa un poco, recuerda tus años de colegio… ¡Eureka! ¡, el fuego, el aire, el agua y la tierra!

Aquella gente sabia creía que estos cuatro elementos constituían la esencia del universo. Todo estaba compuesto por ellos. Tenían más razón de la que creemos, ¿no?

En fin. Lo cierto es que lo que vamos a vivir esta noche nos recuerda un poco a aquella creencia. La Vigilia Pascual posee cuatro partes bien diferenciadas, cuatro partes que son las que la conforman, y que también son quienes nos conforman como discípul@s de Jesús, porque… no podemos olvidar que la celebración de esta noche es la más importante de año, que de ella nacen todas las demás: Navidad, Jueves Santo, Viernes Santo, tu bautismo, el cumpleaños de la abuela,… Ninguna celebración eucarística tiene sentido sin la de esta noche. Importante, ¿eh?

Pues eso, puestos a utilizar simbología en nuestra liturgia, puestos a echarle poesía y belleza podemos vivir esta celebración uniéndonos a todas las gentes de todas las épocas de la historia. Nuestra celebración será cósmica, universal, total.

Empezamos con lo primero que vamos a vivir, la parte de la Luz (fuego). En el origen era algo más sencillo, tan sencillo como que al caer el día los cristianos aclamaban a Cristo como el verdadero sol, el vencedor de las tinieblas. Lo hacían con el humilde gesto de encender una lámpara (vela-luz) antes de comenzar la celebración. Si era en la víspera de una fiesta el gesto se hacía con más solemnidad. Era lo que se llamaba el rito del lucernario y que se mantiene actualmente, sobre todo en la vida monástica.

Esta noche, un hermoso cirio, nuevo, es la primera luz que se enciende. ¡Cristo vive!, ¡ya no existe el final!, ¡Él es el final, la meta!, ¡nos ilumina!, ¡nos marca el camino!, como aquella columna de fuego que guiaba al pueblo de Israel por la noche durante su travesía por el desierto.

El fuego es importante. Da calor, da luz, purifica, genera confianza, intimidad, cercanía. Como Jesús, como el Maestro.

También hay gente que tiene luz en su mirada. Venga, recuerda a alguien, da gracias por compartir con ella. O personas que desprenden luz, las que llamamos “antidepresivas”, con un particular don para iluminarte la jornada y hacerte sonreír…

¿Alguna vez has vivido momentos de noche, de tiniebla? ¿Y hacia dónde miras en esos momentos? Jesús es la luz que alumbra, que aclara, es la posibilidad para poder ver el camino a seguir, o discernir el momento que estás viviendo.

El primer elemento que sostiene nuestra celebración es el fuego, sí, la luz.

La Luz que da a luz tu propia luz. ¿Un trabalenguas? ¡No, tu propia vida!

Te envío un caluroso (como el fuego) abrazo.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 1 _ Sábado Santo 2018. 31 de Marzo

Sábado, 31 de marzo de 2018
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carta1

Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola, aventurer@!

Pero, ¡qué lujo tener estas horas por delante! Bueno, igual tú no sabes muy bien qué hacer con ellas, no estás acostumbrada a disponer de un tiempo tan largo sin hacer nada. Pues atrévete. Arriésgate y comienza esta experiencia cerrando los ojos y reconociendo cómo estás, si le temes o no al día de soledad, si te va a costar no coger el móvil y escuchar música, o leer algún mensaje, … Hoy te van a atacar todos tus demonios, va a ser la lucha por tu propia libertad, por ganarte a ti mism@.

Estamos en el sábado santo ya. Siguiendo la tradición judía, los discípulos de Jesús no hicieron nada hoy, más que llorar, comentar entre ellos lo sucedido, tener un miedo paralizante. Entre su grupo más cercano había algunas mujeres que, además de todo lo anterior, vivieron ese día en la espera ya que tenían la intención de acudir al día siguiente al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús.

Ellas ya habían “quedado”, al rayar el alba, en cuanto hubiera un poco de luz, antes de ponerse a hacer las faenas de la casa (o después de haberlas hecho ya, lo cual significaba madrugar más de lo habitual). Tenían pensado acudir con perfumes y aceites para embalsamar el cuerpo del Maestro.

Iba a ser un momento importante. Conocían los ritos, la manera de llevar a cabo esa acción que para ellas iba a ser acción sagrada. La noche se iba a convertir en vigilia.

¿Te va sonando esto?

Este día de espera es un día para adentrarte en ti, para prepararte ante el gran acontecimiento de la noche, la gran Vigilia Pascual.

¡Menudo sorpresón el de María y las demás mujeres al llegar al sepulcro y verlo vacío! ¡No lo iban a olvidar en la vida esa sensación de temor, duda, incredulidad…! Un tímido interrogante pugnaba por salir… ¿y si? ¡Bah, no, imposible! Y siguieron llorando.

Pero, estamos adelantando acontecimientos.

Tú también debes prepararte para esta noche.

¿Ya tienes los perfumes?, ¿y los aceites? Al menos habrás quedado con el resto para ir juntos al sepulcro, ¿o es que te da miedo? ¿Temes que, en lugar de una piedra sea tu vida la que se remueva?

¿Y los ritos?, ¿los conoces? Si quieres te ayudo a desgranar un poquito lo que vas a encontrarte esta noche, en esa acción sagrada. Lo desgranamos juntos y que la semilla caiga en tu tierra buena, ¿te parece?

De momento te dejo con esta carta, aquí ya tienes materia para un rato. Sí, AQUÍ, ¿lo sabes?

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Sábado Santo… en silencio ante el Señor.

Sábado, 31 de marzo de 2018
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© Carmelo Blazquez 2013

(Fotografía de Carmelo Blazquez)

Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte hasta que con su resurrección se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales.

Hombre en Soledad

 Contigo vengo, Dios, porque estás solo
en soledad de soledades prieta.
Conmigo vengo a Ti, porque estoy solo,
sintiendo por el pecho un mar de pena.
Qué tristeza me das, Dios, Dios, sin nadie
que te descanse, Dios, de tu grandeza,
que te descanse de ser Dios, sin nada
que te pueda inquietar o te comprenda.
Qué tristeza me doy, perdido en todo,
y todo mudo, tan lejano y cerca,
cada vez más presente ante mis ojos
en un mutismo que no se revela,
con el corazón loco por saberte,
preguntando en la noche que se adensa.
Con voz de espadas clamo por mi sangre,
rebusco con mis manos en la tierra
y escarbo en mi cerebro con mis ansias.
Y silencio, silencio, mudez tensa.
Dios, pobre mío, todo lo conoces.
Para Ti todo ha sido: nada esperas.
Hasta lo que me duele y no me encuentro
Tú lo conoces ya, porque en mí piensas.
Yo no conozco nada, Dios, y tengo
socavones de amor llenos de inquietas,
oscuras criaturas que me gritan
palabras, no sé dónde, que me queman,
preguntas que me tuercen y retuercen,
sábana viva chorreando estrellas.
Qué compasión me tengo, Dios, pequeño
llamando siempre a la inmutable puerta
con las palmas sangrando, a la intemperie
de mis luces y dudas y tormentas.
Qué compasión te tengo, Dios, tan solo,
siempre despierto, siempre Dios, alerta,
sin un pecho bastante, Dios, Dios mío,
que ofrezca su descanso a tu cabeza.
Cómo me dueles, Dios. Cómo me dueles,
herido por la angustia que te llena,
sin poder descansarte, sin caberte
en mis entrañas ni aun en mis ideas.
No puedo más Contigo, que me rompes
creciendo por mi dentro y por mi fuera,
cercándome, estrechándome, ahogándome,
dejando, sin saberlo, en mí tu huella.
Y soy hombre, Señor. Soy todo caspa
de angustiosa esperanza contrapuesta,
arcilla informe de reseco olvido,
quizá, capricho de tu indiferencia.
Señor, qué solo estás. Cómo estoy solo,
yo con mi carga insoportable a cuestas.
Tú, con todo y sin nada —(¡todo, nada! —
más que Tú, Dios perdido en tu grandeza,
muerto de sed de amor de algo supremo,
Dios, algo que te alegre y que te encienda.
Sin nada superior a Ti creado,
mi voz alzada al límite no llega
a rumor que resbale por tus sienes,
a brisa en tus oídos, que se secan
de no oír desde nunca una palabra
que antes de estar en hombre no supieras,
pobre Creador, Dios mío sin sosiego,
preso en tu creación, en diferencia.
A Ti vengo, Señor, porque estoy solo,
a veces aun sin mí. Pero no temas,
Señor que has puesto en mí necesidades
sin darme el modo de satisfacerlas.
Perplejo, recomido de inquietudes,
de Ti tengo dolor; de mí, conciencia
de ser como no quiero: ser inútil,
vana palabra, humana ventolera
con sabor de cenizas y de ortigas
clavándome alfileres en la lengua,
y un huracán de vida por la carne
que no ha encontrado carne que florezca.
Versos, versos, mas versos, siempre versos,
¿y para qué, Dios mío? Dentro queda
una fuente de llanto sofocado
minándome la hirviente calavera,
sin encontrar salida a la congoja
cada vez más patente. Y todo niebla.
Contigo vengo, Dios, porque estoy solo;
me huyes cada vez, más te me alejas.
¿No tienes qué decirme, Dios, qué darme?
¿No ves, Señor, no ves, Dios, cómo tiembla
este vaho que se alza de mi vida,
hierbecilla perdida que se hiela?
Encallece mi alma, Dios. Haz dura
la mano y la mirada: hazme de piedra.
Quítame el sentimiento que me escuece.
Borra, Señor, con sol, mi inteligencia.
Déjame en paz, en flor, en roca, en árbol,
en muda, resignada, dulce bestia
caminante con ritmo y sin sentido
por un mundo de instintos e inocencia,
o dame con la luz aquel sosiego
original del prado que apacientas

*

Ramón de Garciasol, Hombre en soledad,

***

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El Cristo de Velázquez
(Fragmentos)

IV
¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios, dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno.
Que eres Cristo, el único
Hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esta tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre mu
erto que no muere,
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida, y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dio toda su sangre
porque las gentes sepan que son hombres.
Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos
a la noche, que es negra y muy hermosa,

porque el sol de la vida la ha mirado

con sus ojos de fuego: que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria,
la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera
negra del nazareno. Blanca luna
como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo
del sol de la vida, del que nunca muere.
Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre
nos guían en la noche de este mundo,
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la esperanza en Cristo Salvador!
*
Soledad
Abandonado de tu Dios y Padre,
que con sus manos recogió tu espíritu,
Te alzas en ese trono congojoso
de soledad, sobre la escueta cumbre
del teso de la calavera, encima
del bosque de almas muertas que esperaban
tu muerte, que es su vida. ¡Duro trono
de soledad! Tú, sólo, abandonado
de Dios y de los hombres y los ángeles,
eslabón entre cielo y tierra, mueres,
¡oh León de Judá, Rey del desierto
y de la soledad! Las soledades
hinches del alma, y haces de los hombres
solitarios un hombre; Tú nos juntas,
y a tu soplo las almas van rodando
en una misma ola. Pues moriste,
Cristo Jesús, para juntar en uno
a los hijos de Dios que andan dispersos,
solo un rebaño bajo de un pastor
*
La vida es sueño
¿Estás muerto, Maestro, o bien tranquilo
durmiendo estás el sueño de los justos?
Tu muerte de tres días fue un desmayo,
sueño más largo que los otros tuyos;
pues tú dormías, Cristo, sueños de Hombre,
mientras velaba el corazón. Posábase,
ángel, sobre tu sien esa primicia
del descanso mortal, ese pregusto
del sosiego final de aqueste tráfago;
cual pabellón las blandas alas negras
del ángel del silencio y del olvido
sobre tus párpados; lecho de sábana
pardo la tierra nuestra madre; al borde,
con los brazos cruzados, meditando
sobre sí mismo el Verbo. Y di, ¿soñabas?
¿Soñaste, Hermano, el reino de tu Padre?
¿Tu vida acaso fue, como la nuestra,
sueño? ¿De tu alma fue en el alma quieta
fiel trasunto del sueño de la vida
de nuestro Padre? Di, ¿de qué vivimos
sino del sueño de tu vida, Hermano?
¡No es la sustancia de lo que esperamos,
nuestra fe, nada más que de tus obras
el sueño, Cristo! ¡Nos pusiste el cielo,
ramillete de estrellas de venturas;
hicístenos la noche para el alma
cual manto regio de ilusión eterna!
Por ti los brazos del Señor nos brizan
al vaivén de los cielos y al arrullo
del silencio que tupe por las noches
la bóveda de luces tachonada
¡Y tu sueño es la paz que da la guerra,
y es tu vida la guerra que da paz!
*
Miguel de Unamuno
 ***

Palencia_-_Monasterio_de_Santa_Clara_14

El Cristo yacente de Santa Clara (Iglesia de la Cruz) de Palencia

Éste es aquel convento de franciscas,
de la antigua leyenda;
aquí es donde la Virgen toda cielo
hizo por largos años de tornera,
cuando la pobre Margarita, loca,
de eterno amor sedienta,
lo iba a buscar donde el amor no vive,
en el seco destierro de esta tierra.
Éste es aquel convento de las Claras,
las hijas de la dulce compañera
del Serafín de Asís que desde Italia
sembró estas flores en la España nuestra,
blancos lirios del páramo sediento
que en aroma conviértennos la queja.

Las pobres en el claustro que un tenorio
deslumbró con la luz de la tragedia,
llevándose a la pobre Margarita,
con su sed de ser madre, la tornera,
mientras la dulce lámpara brillaba
que ante la Madre Virgen encendiera,
cunan, vírgenes madres, como a un niño,
al Cristo formidable de esta tierra.

Este Cristo, inmortal como la muerte,
no resucita; ¿para qué?, no espera
sino la muerte misma.
De su boca entreabierta,
negra como el misterio indescifrable,
fluye hacia la nada,
a la que nunca llega,
disolvimiento.
Porque este Cristo de mi tierra es tierra.

Dormir, dormir, dormir…, es el descanso
de la fatiga eterna,
y del trabajo del vivir que mata
es la trágica siesta.
No la quietud de paz en el ensueño,
sino profunda inercia,
y cual doliente humanidad, en la sima
de sus entrañas negras,
en silencio montones de gusanos
le verbenean.

Cristo que, siendo polvo, al polvo ha vuelto;
Cristo que, pues que duerme, nada espera.
Del polvo prehumano con que luego
nuestro Padre del cielo a Adán hiciera
se nos formó este Cristo tras-humano,
sin más cruz que la tierra;
de polvo eterno de antes de la vida
se hizo este Cristo,
tierra de después de la muerte;
porque este Cristo de mi tierra es tierra.

“No hay nada más eterno que la muerte;
todo se acaba —dice a nuestras penas—;
no es ni sueño la vida;
todo no es más que tierra;
todo no es sino nada, nada, nada…
y hedionda nada que al soñarla apesta.
Es lo que dice el Cristo pesadilla;
porque este Cristo de mi tierra es tierra.

Cierra los dulces ojos con que el otro
desnudó el corazón a Magdalena,
y hacia dentro de sí mirando, ciego,
ve las negruras de su gusanera.

Este Cristo cadáver, que como tal no piensa,
libre está del dolor del pensamiento,
de la congoja atroz que allá en la huerta
del olivar al otro
—con el alma colmada de tristeza—
le hizo pedir al Padre que le ahorrara
el cáliz de la pena.
Cuajarones de sangre
sus cabellos prenden,
cuajada sangre negra,
que en el Calvario le regó la carne
pero esa sangre no es ya sino tierra;
grumos de sangre del dolor del cuerpo,
grumos de sangre seca.
Más del sudor de angustia
de la recia batalla del espíritu,
de aquel sudor con que la seca tierra
regó, de aquellos densos goterones,
rastro alguno le queda.
Evaporóse aquel sudor llevando
el dolor de pensar a las esferas
en que sufriendo el pobre pensamiento,
buscando a Dios sin encontrarlo, vuela.
¿Y cómo ha de dolerle el pensamiento
si es sólo carne muerta,
mojama recostrada con la sangre,
cuajada sangre negra?
Ese dolor espíritu no habita
en carne, sangre y tierra.

No es este Cristo el Verbo que encarnara
en carne vividera;
este Cristo es la Gana, la real Gana,
que se ha enterrado en tierra;
la pura voluntad que se destruye
muriendo en la materia;
una escurraja de hombre trogloditico
con la desnuda voluntad que, ciega,
escapando a la vida,
se eterniza hecha tierra.

Este Cristo español que no ha vivido,
negro como el mantillo de la tierra,
yace cual la llanura,
horizontal, tendido,
sin alma y sin espera.
Con los ojos cerrados cara al cielo
avaro en lluvia y que los panes quema.
Y aún con sus negros pies de garra de águila
querer parece aprisionar la tierra.

O es que Dios penitente acaso quiso
para purgar de culpa su conciencia
por haber hecho al hombre,
y con el hombre la maldad y la pena,
vestido de este andrajo miserable
gustar muerte terrena.

La piedad popular ve que las uñas
y el cabello le medran,
de la vida lo córneo, lo duro, supersticiones secas,
lo que araña
y aquello de que se ase la segada cabeza.

La piedad maternal de aquellas pobres
hijas de Santa Clara
le cubriera con faldillas
de blanca seda y oro
las hediondas vergüenzas,
aunque el zurrón de huesos y de podre
no es ni varón ni hembra;
que este Cristo español, sin sexo alguno,
más allá yace de esa diferencia
que es el trágico nudo de la historia,
pues este Cristo de mi tierra es tierra.

¡Oh Cristo pre-cristiano y post-cristiano.
Cristo todo materia,
Cristo árida carroña recostrada
con cuajarones de la sangre seca;
el cristo de mi pueblo es este Cristo:
carne y sangre hechos tierra, tierra, tierra!

Y las pobres franciscas del convento
en que la Virgen Madre fue tornera
—la Virgen toda cielo y toda vida,
sin pasar por la muerte al cielo vuelta—
cunan la muerte del terrible Cristo
que no despertará sobre la tierra,
porque él, el Cristo de mi tierra,
es sólo tierra, tierra, tierra, tierra…
carne que no palpita,
tierra, tierra, tierra, tierra…
cuajarones de sangre que no fluye,
tierra, tierra, tierra, tierra…

¡Y tú, Cristo del cielo,
redímenos del Cristo de la tierra!

*

Miguel de Unamuno

Poema en audio: El Cristo yacente de Santa Clara (Iglesia de la Cruz) de Palencia de Miguel de Unamuno por Fernando Fernán Gómez

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Cristo muerto de Holbein

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Cristo muerto de Holbein

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Amor-Cruz-Vida

Sábado, 31 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en Amor-Cruz-Vida

Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Para pensar en estos días.

A propósito de la celebración de la pasión y muerte de Jesús, creo que debemos cuidarnos de un exagerado “dolorismo”, de acentuar tanto el dolor, que olvidemos su lugar en el proyecto de Jesús.

Se ha dicho que seguir de cerca a Jesús no es fácil porque la vía que elige es la vía de la cruz.

Yo diría que es la vía del amor, por eso abraza la cruz.

En el Triduo, digamos que el viernes no se entiende sin el jueves, así como el domingo no se entiende sin el viernes.

AMOR-CRUZ-VIDA, sólo así la cruz es cristiana, entre el amor y la vida. O como lo dijo una amiga: no hay amor sin cruz, no hay cruz sin amor porque no vale la pena; amor y cruz son vida, vida es amor y cruz.

*

Manuel Enrique Valls
(2014)

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31.3.18. Sábado Santo: Bajó al infierno, para acompañar (salvar) a los condenados

Sábado, 31 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en 31.3.18. Sábado Santo: Bajó al infierno, para acompañar (salvar) a los condenados

29694940_957837304393462_3820348719622014621_nDel blog de Xabier Pikaza:

Éste es el día de Sábado Santo, que podemos empezar llamando Sábado Maldito, el día nefasto de todas las condenas, de todos los infiernos donde bajó Jesús, compartiendo así la suerte de los condenados, para así liberarles.

Los judíos del tiempo de Jesús, como los adventistas cristianos del siglo XXI, seguían esperando el Sábado Final de la Gran Reconciliación, el Día Séptimo (Gen 1-2), la Paz definitiva, Shalom de concordia de Dios y de los hombres.

Pero murió Jesús (fue asesinado por sacerdotes y soldados) y llegó de esa manera el Sábado Maldito de las mil destrucciones, el sábado sin nombre de los ajusticiados sin justicia, de los enterrados sin tierra honrosa, de todos los que bajaron y siguen bajando al extremo final de la destrucción, a los siete infiernos actuales de Dante (Divina Comedia):

29573173_957837594393433_2427226669008096682_nJesús bajó (le bajaron) al infierno de los  muertos por hambre y asesinato, por violación y aborto, por “justicia” injusta y guerra,por persecución directa o por “sistema”…

Así compartió la suerte de los hombres, mujeres y niños de los siete infiernos de la tierra.

En ese contexto, unos aseguran que el Papa Francisco ha dicho que no hay infierno de condena final de los malos, al fuego lento de la venganza de Dios… y se escandalizan por ello, llamándole casi hereje.

Otros responden que que al Papa le importan (como a Jesús) los infiernos de la tierra, que él no ha entrado en el posible (¿improbable?) infierno eterno. Al Papa le importan los infiernos de los marginados, expulsados, condenados a la muerte en vida, por obra de un sistema de injusticia.

En ese contexto de Sábado Maldito, que Dios ha transformado por Jesús en Sábado Santo de Vigilia Pascual, quiero ofrecer mi pequeña propuesta, de base bíblica, a partir de mi Diccionario de la Biblia (Verbo Divino, Estella 2015). Lo hago en tres partes:

gran-diccionario-de-la-biblia---epub(a) Una introducción sobre el infierno, los infiernos en las diversas religiones y culturas.

(b) Una reflexión sobre el sentido del “infierno” al que bajó Jesús, en este Sábado maldito/santo,vigilia de Pascua, con los condenados y ajusticiados de la tierra.

(c) Sólo en ese fondo se puede plantear el tema del infierno histórico (muy real y concreto, evitable…) y del infierno eterno..

Sólo quien haya sentido en su cuello el aliento de esos siete infiernos a los que Jesús ha descendido por su muerte (como sabe y dice la liturgia de silencia de este día, conforme al icono de arriba, podrá entender y celebrar el misterio de la Pascua.

Introducción

Las religiones que no ponen en su centro la gracia de Dios y la libertad (individualidad) del hombre no pueden hablar de infierno o condena final, pues en ellas todo se mantiene en un eterno retorno de vida y de muerte. Sólo las religiones que acentúan la experiencia de la gracia y dejan al hombre en manos de su propia libertad (como el judaísmo y cristianismo) pueden hablar de un infierno o condena definitiva, interpretada como castigo de Dios, en la línea de un judaísmo, cristianismo e Islam tomados en su pleno desarrollo “dogmático”.

En esa línea, el Antiguo Testamento en cuanto tal apenas puede hablar de infierno, a no ser en sus últimos estratos y de un modo simbólico, como en Dan 12, 2 («Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua») en el libro de la Sabiduría (destrucción de los injustos).

El infierno, como lugar y estado perdurable de los condenados no aparece de un modo inequívoco y explícito en el conjunto de la Biblia; por otra parte, en el Nuevo Testamento, el infierno debería entenderse desde la gracia de Dios en Cristo, que es más fuerte que todas las posibles condenas de los hombres.

El nombre infierno (de inferus, lo inferior, lo de abajo) proviene de la versión latina de la Biblia (la Vulgata), que traduce con esa palabra diversos nombres y conceptos de la Biblia hebrea, que en general tienen un sentido genérico de muerte o de mundo inferior (sheol) donde se cree que están los que han muerto.

Según el Nuevo Testamento, no se puede hablar desde Dios del infierno, porque Dios es sólo Padre de Vida, es amor y cielo, pura gracia. Sólo la ausencia de Dios sería “infierno”. ¿Será el hombre capaz de negar a Dios de tal manera que se vuelva infierno? ¿Será un hombre capaz de negar a los restantes hombres, de manera que se queda aislado, sólo, separado, convirtiéndose en infierno, es decir, en negación de ser, de gracia?

Imágenes fundamentales.

El tema del infierno recibe en la tradición bíblica diversos sentidos y aplicaciones… y se debe entender desde la perspectiva de la historia de la “salvación”, como lo opuesto a Dios. Así aparecen signos e imágenes de infierno:

(a) Se puede hablar del infierno de los ángeles perversos, que han sido condenados a vivir en un «abismo de columnas de fuego que descienden», como templo invertido, donde penan y purgan su pecado (1 Hen 21, 7-10). «Aquí permanecerán los ángeles que se han unido a las mujeres. Tomando muchas formas, ellos han corrompido a los hombres y los seducen, para que hagan ofrendas a los demonios como a dioses, hasta el día del gran juicio en que serán juzgados, hasta que sean destruidos. Y sus mujeres, las que han seducido a los ángeles celestes, se convertirán en sirenas» (1 Hen 19, 1-3).

En esa línea se sitúa el simbolismo de Mt 5, 41, donde Jesús, Hijo de Hombre, dirá a los injustos: «apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles» (Mt 25, 41). Los hombres pueden participar, según eso, de una condena eterna, que deriva de la falta de solidaridad que han tenido con los necesitados.

(b) Se puede hablar de un infierno entendido como «vergüenza y confusión perpetua», propia de aquellos que resucitan al fin de los tiempos para la condena (Dan 12, 2). Aquí no se destaca el fuego de la destrucción, como en el caso anterior, sino la «falta de honor», la deshonra de aquellos que no participan en el brillo de la gloria de Dios.

(c) El signo más utilizado del infierno es la gehenna. Parece claro que Jesús ha puesto de relieve la imagen de la Gehenna, pequeño valle hacia el sur de Jerusalén donde se quemaban las basuras de la ciudad, como signo de la perdición. Esta imagen se encuentra especialmente vinculada con el pecado del escándalo: «si tu mano te escandaliza córtatela…; te es mejor entrar manco en el reino que ir con las dos manos a la Gehenna» (cf. Mc 9, 42-46 par).

Ella aparece también en textos parenéticos, en los que se invita a no tener miedo a los que pueden quitar la vida, pero no pueden mandar al hombre a la Gehenna, como puede hacerlo Dios (cf. Mt 10, 38; Lc 12, 5). Es evidente que esta imagen pone de relieve el riesgo de perdición en que se encuentra el hombre, pero quizá no puede aplicarse sin más a un tipo de infierno eterno. La Gehenna no es de Dios, pero puede ser un riesgo humano.

El infierno del Apocalipsis, experiencia cristiana.

Siguiendo tradiciones orientales, el libro del Apocalipsis concibe el lugar/estado de ruptura y destrucción total de los humanos como estanque o lago de fuego y azufre que arde sin cesar (Ap 19, 20; 20, 10.14.15; 21, 8), al parecer al fondo de la tierra, como pozo del abismo. No es el hades de la tradición griega, donde los muertos esperan aún la salvación, sino el estado final de aquellos que no han querido recibir al Cristo Cordero y no están inscritos en su Libro y/o en la Ciudad final, la nueva Jerusalén (cf.2, 10-15); es lugar de muerte sin fin.

A pesar de las imágenes de Ap 14, 9-11, el Apocalipsis no insiste en la condena o fracaso de los perversos como castigo-dolor sino como muerte (no vida). Por eso, en contra de la tradición simbólica posterior, reflejada por ejemplo en la Divina Comedia de Dante, el Apocalipsis no ha situado en paralelo el cielo y el infierno, como dos posibilidades simétricas de la vida.

Conforme a la visión del Apocalipsis, sólo existe una culminación verdadera: la ciudad de los justos (Ap 21, 1-22, 5); el infierno no está al lado del cielo, como si fuera el otro platillo de una balance judicial, sino que es sólo una posibilidad: la de no recibir la gloria que Dios ofrece a todos los hombres en Cristo.


En principio, el mensaje pascual del cristianismo es sólo experiencia de salvación, que se funda en el amor de Dios que ha dado a los hombres su propia vida, la vida de su Hijo (cf. Jn 3, 16; Rom 8, 32). Desde esa perspectiva deben replantearse todos los datos bíblicos anteriores, incluido el lenguaje de Jesús sobre la Gehenna y la amenaza de Mt 25, 41.

Ese replanteamiento no es una labor de pura exégesis literal de la Biblia, sino de interpretación social y cultural del conjunto de la revelación bíblica y de la historia de las religiones. En este campo queda por hacer una gran labor, que resultará esencial en los próximos decenios de la teología y de la vida de la iglesia, cuando se superen en ella una serie de supuestos legalistas y dualistas que han venido determinándola desde el surgimiento de las iglesias establecidas de occidente, a partir del siglo IV d. C.

Pero una vez que se replantea y se supera el tema del infierno escatológico (del fuego final de un juicio de Dios) viene a surgir con mucha más fuerza el tema del infierno histórico, creado por la injusticia de los hombres que oprimen a otros hombres y por los diversos de enfermedad y opresión que sufren especialmente los pobres. Éste es el infierno del que se ocupó realmente Jesús; de ese infierno quiso liberar a los hombres y mujeres, para que pudieran vivir a la luz de la libertad y del gozo del Reino de Dios. El tema de fondo de Mt 25, 31-46 (y de la parábola del rico Epulón) no es el infierno “más allá” (tras la muerte), sino el infierno de este mundo, el infierno al que condenamos a los demás, el infierno del hambre, de la soledad y de la muerte.

Entendidas así, las parábolas en las que hay un reino del diablo que se opone al de Dios (como algunas de Mt 13 y 25) pertenecen a la retórica religiosa, más al corazón del mensaje de Jesús, a no ser que se interpreten en forma de advertencia, para que los hombres no construyan sobre este mundo un infierno.

SÁBADO SANTO, EL INFIERNO DE JESÚS

. El credo oficial más antiguo de la iglesia (el apostólico o romano) dice que Cristo bajó a los infiernos, poniendo así de relieve el momento final de su encarnación: bajó al infierno para liberar a los que estaban sometidos a la muerte irremediable. Sólo desde ese fondo se puede entender la posibilidad (o, mejor dicho, la imposibilidad) de un infierno cristiano. Jesús bajó al infierno para liberar a los allí condenados.

Fundamento bíblico

(a) Bajó a los infiernos. Quien no muere del todo no ha vivido plenamente: no ha experimentado la impotencia abismal, el desvalimiento pleno de la vida humana. Jesús ha vivido en absoluta intensidad; por eso muere en pleno desamparo. Ha desplegado la riqueza del amor; por eso muere en suma pobreza, preguntando por Dios desde el abismo de su angustia. De esa forma se ha vuelto solidario de los muertos. Sólo es solidario quien asume la suerte de los otros. Bajando hasta la tumba, sepultado en el vientre de la tierra, Jesús se ha convertido en el amigo de aquellos que mueren, iniciando, precisamente allí, el camino ascendente de la vida.

(b) Jesús fue enterrado y su sepulcro es un momento de su despliegue salvador (cf. Mc 15, 42-47 y par; l Cor 15, 4). Sólo quien muere de verdad, volviendo a la tierra, puede resucitar de entre los muertos. Jesús ha bajado al lugar de no retorno, para iniciar allí el retorno verdadero. Como Jonás «que estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches…» (Mt 12, 40), así estuvo Jesús en el abismo de la muerte, para resucitar de entre los muertos (Rom 10, 7-9). Leer más…

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Cristo Yacente

Viernes, 30 de marzo de 2018
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Oh Cristo yacente

Subes por mi calle

tu bello dolor

de golpeada carne de madera

Y cómo la oreas

de claveles

de alas de requiebros

de goterones de lágrimas

en ese íntimo escalofrío

de la emoción

profunda

de un barrio

Al pararse el paso

el arrebato

de una mano

vuela

a taponarte

un instante sólo

la herida abierta

del costado

como si aún te manase

sangre limpia

Oh Cristo yacente

Qué importa

que no crea

que anduvieras en la mar

que del lodo

de tu saliva

dieras la luz

a unos ojos ciegos

que sacaras

de un cesto

el ágape

de una multitud

Qué importa

Subes por mi calle

la lírica parábola

de la pureza

de una vida en un cuerpo

que me estremece

como si te viera

en el regazo de mirra

de tu madre

muerto

y ensangrentado

*

©Rubén Lapuente

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En esta tarde, Cristo del Calvario.

Viernes, 30 de marzo de 2018
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Cristo-Cellini-Escorial[1]

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.

Amén,

*

Gabriela Mistral

***

***

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Viernes Santo: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan

Viernes, 30 de marzo de 2018
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(Imagen Robert Recker gay Passion of Christ)

Isaías 52,13-53,12

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quien creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomo el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

*

Salmo responsorial: 30

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios.”
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R.

*

Hebreos 4,14-16;5,7-9

Aprendió a obedecer / y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

*

Juan 18,1-19,42

Pasión de N.S.Jesucristo según san Juan

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venia sobre él, se adelanto y les dijo:

+. “¿A quién buscáis?”

C. Le contestaron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Les dijo Jesús:

+. “Yo soy.”

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+. “¿A quién buscáis?”

C. Ellos dijeron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Jesús contestó:

+. “Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste.” Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+. “Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?”

* Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.” Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?”

C. Él dijo:

S. “No lo soy.”

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentÁndose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:

+. “Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.”

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?”

C. Jesús respondió:

+. “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. “¿No eres tú también de sus discípulos?”

C. Él lo negó, diciendo:

S. “No lo soy.”

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. “¿No te he visto yo con él en el huerto?”

C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en le pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. “¿Qué acusación presentáis contra este hombre?”

C. Le contestaron:

S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.”

C. Los judíos le dijeron:

S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”

C. Jesús le contestó:

+. “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”

C. Pilato replicó:

S. “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mi; ¿que has hecho?”

C. Jesús le contestó:

+. “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.”

C. Pilato le dijo:

S. “Conque, ¿tú eres rey?”

C. Jesús le contestó:

+. “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

C. Pilato le dijo:

S. “Y, ¿qué es la verdad?”

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. “Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?”

C. Volvieron a gritar:

S. “A ése no, a Barrabás.”

C. El tal Barrabás era un bandido.

* ¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. “¡Salve, rey de los judíos!”

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. “Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.”

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. “Aquí lo tenéis.”

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.”

C. Los judíos le contestaron:

S. “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.”

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. “¿De donde eres tú?”

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”

C. Jesús le contestó:

+. “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.”

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. “Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.”

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. “Aquí tenéis a vuestro rey.”

C. Ellos gritaron:

S. “¡Fuera, fuera; crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “¿A vuestro rey voy a crucificar?”

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. “No tenemos más rey que al César.”

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.” Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. “No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.””

C. Pilato les contestó:

S. “Lo escrito, escrito está.”

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S. “No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.”

C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. – Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+. “Mujer, ahí tienes a tu hijo.”

C. Luego, dijo al discípulo:

+. “Ahí tienes a tu madre.”

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+. “Tengo sed.”

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+. “Está cumplido.”

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

*Todos se arrodillan, y se hace una pausa

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron.”

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

(24 de marzo de 1978)

Queridos hermanos:

Después de escuchar la palabra de Dios en esta tarde del Viernes Santo, narrándonos la tragedia del Calvario, mejor sería guardar silencio y con el corazón agradecido adorar al Divino Redentor. Pero es necesario, es obligación del celebrante, aplicar esta palabra eterna a los que estamos viviendo esta ceremonia. Y es que la liturgia no es simplemente un recuerdo, la liturgia es actualización; aquí en la Catedral esta tarde de marzo de 1978, Cristo nos está ofreciendo la fuente inagotable de su redención a los que hemos venido con fe, con esperanza, a contemplar este misterio de la redención.

Es como si en este momento lo que se acaba de leer estuviera pasando aquí ante nuestros ojos y fuéramos nosotros los que nos estamos salpicando con esa sangre que se derrama en el Calvario. Las tres preciosas lecturas nos dan la medida sin medida de este gesto de amor que se llama la redención.

La primera lectura nos presenta el abatimiento de Cristo hasta la profundidad de una humillación que no tiene nombre. La segunda lectura, carta a los Hebreos exalta ese personaje humillado en la cruz hasta las alturas del cielo hecho pontífice supremo de nuestra salvación. Y el precioso relato de la pasión que los jóvenes seminaristas acaban de hacer, nos dice cómo sucedió todo esto: la humillación y la exhaltación. Leer más…

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30.03.18. Viernes Santo, las mujeres de la Cruz de Jesús (con Etty Hillesum)

Viernes, 30 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en 30.03.18. Viernes Santo, las mujeres de la Cruz de Jesús (con Etty Hillesum)

imagesDel blog de Xabier Pikaza:

El Nuevo Testamento ha destacado el sufrimiento y pasión de Jesús (cf. Heb 5, 7; Mc 14, 34; 15, 34-37; Lc 12, 50) y recoge, de un modo especial, su grito de muerte en la cruz:

Y dando un gran grito expiro” (Mc 15, 37).

Un grito, eso es lo que al final le queda… Un grito, con todos los que sufren, pidiendo ayuda a Dios y, sobre todo, ayudando a Dios desde la Cruz, en el sentido radical de la palabra, como dirá E. Hillesum

La tradición cristiana ha interpretado ese grito de Jesús con las palabras del salmo 22, 1 (Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?: Eloi, Eloi. Lema Sabaktani: Mc 15, 34) y de ese grito quiero hablar este día, grito de muerte de miles y millones de personas que siguen sufriendo con Jesús, personas a las que hoy recordados estremecidos, sin aliento.

Éste es el grito que han escuchado los primeras mujeres fieles de la Iglesia, que quizá no podían tejer hondas teorías mesiánicas, como los Doce Apóstoles, que habían encontrado razones para abandonar a Jesús en la Cruz.

No amaban a Jesús de teoría, sino en espíritu y verdad, en alma y cuerpo, y por eso ellas se quedaron hasta el final, ante la cruz, las únicas “discípulas”, que amaron y siguieron en fidelidad hasta el Calvario.

1850893-2529745Ellas, las “marías” del Viernes Santo, son las fundadoras de la Iglesia de Jesús. Entre ellas quiero citar hoy a E. Hillesum, una judía de Auschwicht .

Cito y presento a E. Hillesum, como Mujer del Viernes Santo judío y cristiano. Ella ha sido quizá la persona que mejor ha entendido a Jesús, en el gran Viernes/Sábado Santo de la shoa, nazi, el Gran Exterminio.

Con un gesto de silencio emocionado quiero aprender con ella el misterio del grito de dolor de Jesús y de aquellos que mueren “ayudando” a Dios, en el grande, oscuro, terrible y esperanzado Viernes Santo de la historia. Con ellas vuelvo al origen de la Iglesia, a los pies de la Cruz de Jesús, es decir, de su amor hasta (y por encima) de la muerte.

(Imágenes: E. Munch, El Grito; y E. Hillesum).

Un grito en la cruz.

Muchos exegetas han interpretado ese grito como invento de la iglesia (los crucificados mueren por asfixia y son incapaces de gritar). Otros lo han entendido como un signo apocalíptico del fin del mundo (como aparece en el Apocalipsis, libro de las últimas voces: Ap 4, 1; 5, 2; 8, 13 etc; cf. también Mc 1, 11).

Pues bien, pensamos que ese grito constituye un recuerdo histórico. Precisamente porque los crucificados no suelen gritar, la tradición cristiana ha conservado el recuerdo de ese grito, a pesar de los problemas que podía plantear a los creyentes. Desde ese fondo se entienden los otros signos que los evangelios han vinculado a la muerte de Jesús.

La tradición recuerda que Jesús no ha muerto como un desesperado, pues en ese caso no podría haberse mantenido su recuerdo salvador. Pero sabe también que, en otro aspecto, su muerte en cruz ha sido un fracaso, aunque ella sepa que, mirando las cosas desde una perspectiva más alta, ese fracaso ha sido culminación de su vida, un momento del Reino que llega. Un Jesús externamente victorioso debería haberse colocado en la línea de los vencedores del sistema, es decir, de los reyes y los sumos sacerdotes, de los ricos y fuertes, los prepotentes. Un Jesús triunfador no podría seguir siendo Mesías de los pobres, expulsados y asesinados, por quienes y con quienes ha proclamado e iniciado un camino de Reino.

Sólo quien sabe perder puede amar de verdad a los demás y acompañarles. Los que quieren ganar siempre y tener siempre razón, acaban siendo dictadores, al servicio del sistema. Desde ese fondo queremos evocar la voz final de Jesús (“dando un fuerte grito, expiró”: Mc 15, 37), que requiere una aclaración, como sabe Marcos que ofrece dos interpretaciones diferentes.

1. Algunos pensaron que Jesús llamaba a Elías, para que viniera y le ayudara (15, 35). Esta opinión se sitúa en la línea del mensaje del propio Jesús, que se había presentado en forma de profeta-como-Elías y responde a la esperanza de aquellos que pensaban que el mismo Elías le sostenía y protegía (cf. Mc 6, 15 y 8, 28).

Entendido así, este grito podría ser signo de fracaso: Desde su patíbulo de muerte, Jesús llamó al profeta de los milagros y de la justicia salvadora, pero Elías, el mensajero de Dios (cf. Mal 4, 5), no vino a liberarle. Pues bien, este grito puede interpretarse también en un sentido positivo: Jesús llama a Elías y Elías vendrá, de una forma u otra, avalando la misión profética de Jesús, en la línea que había iniciado Juan Bautista.

2. La iglesia ha escuchado en ese grito unas palabras dolientes del salterio («¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»: Mc 15, 34; cf. Sal 22, 2), reinterpretadas como llamada al Dios Padre, pues el testigo y protector de Jesús en su agonía no ha sido Elías, sino el mismo Dios, que le había ungido, diciéndole: ¡Tú eres mi Hijo querido, en ti me he complacido! (Mc 1, 11).

Ese Dios del Reino parece abandonarle ahora. Por eso, Jesús le invoca, dolido, con la voz del Sal 22, 2: «¡Dios mío, Dios mío!…». No le abandona Elías, sino el mismo Dios Padre. Por eso, Jesús le llama, elevando su última palabra, haciendo suyo el grito de los condenados que acuden a Dios desde el mismo borde de su muerte.

–- Mc 15, 34- 37 supone que Jesús murió dando un grito (una voz: fônê), que puede ser un signo apocalíptico, una voz de del fin de los tiempos… o el recuerdo de un grito histórico, de una llamada última de Jesús, desde el Calvario. Ciertamente, en ese contexto se suele recordar que los crucificados no gritan (mueren de asfixia). Pero no es imposible que ellos se esfuercen por decir su última palabra y Jesús debió decirla. Desde ese fondo se entienden las observaciones siguientes.

(1) La tradición ha mantenido el recuerdo del grito, que fonéticamente habría contenido un sonido parecido a “eli”, que podía interpretarse en relación con Dios o con Elías. No se puede demostrar que llamaba a Elías, pero esa llamada tiene un sentido dentro de la tradición. Tampoco es fácil demostrar que llamaba a Dios, pero ella se sitúa también dentro de toda la historia de Jesús y de la tradición israelita.

(2) Desde la perspectiva cristiana, lo más normal es pensar que Jesús llamaba a Di
os, pero algunos pensaron que llamaba a Elías. Ellos habrían confundido la palabra “Eli” (Dios mío) con un tipo de Eli-yah (mi Dios es Yahvé) o con un Eliya-ta (Elías ven). Desde el punto de vista puramente filológico es difícil resolver la cuestión y, además, la venida de Elías y la de Dios se encuentran vinculadas.

(3) El tema nos sitúa quizá ante una controversia entre seguidores y no seguidores de Jesús. Los cristianos tenderían a pensar que Jesús llamó a Dios, mientras que los no cristianos pensarían que llamó a Elías (que no vino a ayudarle).

El evangelio de Marcos recoge la interpretación de los que pensaron que murió llamando a Elías, pero sin rechazarla expresamente. Algunos exegetas piensan que Marcos quería oponerse a la opinión de los que afirmaban que Jesús murió llamando a Elías, aunque esa figura le había acompañado desde el comienzo de su ministerio (desde su contacto con Juan Bautista; cf. también Mc 9, 4).

En esa línea, la referencia a Elías está llena de sentido: humanamente hablando, resulta lógico que Jesús llamara al profeta de los milagros, al testigo de Dios, en cuyo nombre había salido a proclamar la llegada del Reino. Pero, el evangelio ha interpretado el grito de Jesús como invocación a Dios, con las palabras del salmo 22, 1: “Díos mío, Dios mío….”. Así lo suponen aquellos que, según Marcos, están ante la cruz.

Los sacerdotes han acusado a Jesús diciendo que Dios le ha rechazado (cf. Mc 15, 29-32; más expresamente en Mt 27, 39-43). Jesús responde llamándole: “Dios mío, Díos mío: ¿por qué me has abandonado?”.

Así lo han entendido los cristianos, interpretando esas palabras desde una perspectiva teológica, iluminando así la muerte de Jesús desde el Salmo 22, donde el orante israelita llama a Dios desde su abandono.

Estos datos nos sitúan ante la necesidad de interpretar la muerte de Jesús. El evangelio no ha querido responder de una manera teórica, no ha escrito un libro de “tesis” sobre Jesús, ni ha propuesto un conjunto de dogmas, sino que ha contado una historia, para que los lectores se decidan.

(1) Unos pueden pensar que Jesús ha fracasado. Empezó poniéndose en camino como Elías, para ser verdadero Rey-Mesías, en la línea de David. Pero no ha logrado su intento: Le han condenado como a rey falso. Ha llamado a Elías desde la cruz, pero Elías, profeta del fuego y la venganza, no ha venido .

(2) Otros han descubierto precisamente en la cruz la presencia más alta de Dios. En un nivel externo, Dios no responde, de manera que la pregunta de Jesús la siguen gritando millones de torturados y angustiados, sin escuchar una respuesta. Con ellos muere Jesús. Eleva su grito y Dios calla. Llama y nadie la responde. Pero los cristianos confiesan que Dios le ha respondido en un nivel de Pascua. Dios ama a Jesús, le sostiene en la Cruz y le asiste, haciéndole capaz de entregar hasta el final la propia vida, sin deseo de venganza. Por eso, hay que seguir leyendo el siguiente capitulo del evangelio: Mc 16, 1-8 .

2. Unas mujeres ante la cruz.

En el contexto de la muerte de Jesús, como culmen de la pasión y comienzo de la confesión pascual, ha introducido Marcos el dato de las mujeres. Ellas forman el eslabón más firme entre Jesús y nuestra Iglesia, como saben todos los evangelio, desde Marcos a Juan.

1. Marcos. Presencia ante la Cruz: «Había unas mujeres mirando de lejos, entres las cuales estaban María Magdalena y María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé. Las cuales le habían seguido cuando estaba en Galilea y le habían servido, con otras muchas, que habían subido también con él a Jerusalén» (Mc 15, 40-41). Éstas son las verdaderas discípulas de Jesús, las que van a servir como enlace entre su vida y el surgimiento de la iglesia pascual.

El evangelio de Juan introduce el mismo dato tradicional: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María Magdalena” (Jn 19, 25). Creo que el dato es histórico. Mientras los hombres le abandonan, hay unas mujeres que siguen a Jesús hasta la cruz. Ellas son el signo y principio de la Iglesia cristiana.

2. Fue sepultado, mujeres ante la tumba: «Y María Magdalena y María la de José miraban donde le enterraban» (15, 47). Según Marcos, el entierro lo dirige un hombre rico, José de Arimatea. Pero las que de verdad conservan el testimonio de la sepultura, para transmitirlo a la comunidad (ofreciendo el mensaje de la tumba vacía) son estas mujeres. Todo parece indicar que esta “María la de José” es la misma “madre de Santiago el Mejor y de José” del pasaje anterior. Los hombres no han seguido a Jesús hasta el final, no pueden dar testimonio de su muerte y sepultura. La iglesia cristiana nacerá del testimonio de unas mujeres.

3. Ha resucitado, mujeres de la tumba vacía y del menaje pascual. Fueron muy de mañana «María Magdalena, y María la de Santiago y Salomé» (16, 1). Ellas compraron los perfumes y vinieron para ungir a Jesús, descubriendo la tumba vacía y recibiendo el mensaje del joven de la pascua: «Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo habían colocado. Pero id, decir a sus discípulos y a Pedro que él os precede a Galilea, que allí le veréis, como os dijo» (16, 6-7). También aquí suponemos que María la de Santiago es la misma María de José del texto anterior. Estas mujeres aparecen también en el relato de pascua (Mc 16, 1-8)..

Este final de Marcos, con la presencia de las mujeres ante la cruz (en el entierro y el primer testimonio de la pascua), constituye uno de los temas más ricos y enigmáticos de la literatura cristiana primitiva y reproduce, con todo cuidado, la secuencia de la confesión de fe de Pablo en 1 Cor 15, 3-7: «Cristo murió, fue sepultado, resucitó…». Estas mujeres de la cruz y de la pascua, las que han escuchado el grito de Jesús llamando a Dios y le han buscado en la tumba para verle lleno de vida tras la muerte, son las fundadoras de la iglesia.

ETTY HILLESUM, UNA JUDÍA EN EL VIERNES SANTO DE JESÚS

En ese contexto, desde el centro del siglo XX, quiero evocar la figura (la vida) de una mujer judía, que supo estar a los pies de Jesús, como ha puesto de relieve J. I. González Faus, en un libro dedicado a su figura y presencia de testigo de Jesús en el gran Holocausto de muerte de los nazis (E. Hillesum. Una vida que interpela, Sal Terrae, Santander 2008)

Su nombre era Esther/eTTY Hillesum y había nacido el 15 de enero de 1914 en Middelburg, en Holanda, de una familia judía. Allí, su padre, el doctor Louis Hillesum, enseñaba lenguas clásicas. Luego la familia se trasladó a Tiel, luego a Winschoten y finalmente, en 1924, se establecieron en Deventer, una pequeña ciudad de la Holanda oriental. Esther tenía dos hermanos varones, Mischa (nacido en 1920) y Jaap (nacido en 1916).

El padre de Etty era un gran estudioso. Su esposa, Rebecca Bernstein, había nacido en Rusia y desde aquí escapó a Holanda tras en llamado enésimo pogrom (exterminio, en ruso). Según su hija Esther, era una mujer pasional, muy desordenada y distinta del marido en casi todo.

Era una muchacha brillante, intensa, que tenía la pasión de la lectura y del estudio de la filosofía. Su hermano Mischa era un gran músico que a los 6 años tocaba a Beethoven en público. Para muchos era considerado uno de los pianistas más prometedores de Europa. El más joven de la casa, Jaap, era estudiante de medicina.

El drama del nazismo y de la guerra mundial

Etty obtuvo su primer diploma en Derecho en la Universidad de Ámsterdam; después se matriculó en la facultad de Letras para el estudio de las lenguas eslavas. Más tarde, cuando comenzó a estudiar la carrera de psicología, estalló la guerra.

El día 15 de julio de 1942, gracias al interés de algunos amigos, Etty encontró trabajo como mecanógrafa en una de las secciones del Consejo Hebraico. Como en otros territorios ocupados, esta organización había nacido bajo la presión de los alemanes y actuaba de puente entre los nazis y la población judía.

Desde agosto de 1942 hasta el fin de septiembre de 1943, Etty Hillesum se ofreció voluntaria para trabajar como asistenta y enfermera en el campo de concentración de Westerbork, como enviada del Consejo Hebraico. Gracias a un permiso especial de viaje, pudo volver una docena de veces a Amsterdam. Actuó como correo de la resistencia y llevaba consigo cartas y mensajes de los prisioneros, además de recoger medicinas para llevar al campo.

Etty se sentía muy afectada por la persecución sufrida por los demás judíos. Es la época en la que comienza un camino de interiorización personal que expresa con gran profundidad en sus diarios:

«Viernes (…) Y ahora parece que los judíos no podrán más entrar en los negocios de fruta y verdura, que deberán entregar sus bicicletas, que no podrán subir más a los tranvías ni salir de la casa después de las 8 de la noche. Sí, me siento deprimida por estas disposiciones; esta mañana, por un momento, he percibido estas normas como una amenaza plomiza, que buscaba sofocarme, pero no es por la disposición en sí. Me siento simplemente muy triste, y entonces esta tristeza busca confirmación. No son nunca las circunstancias exteriores, es siempre el sentimiento interior –depresión, inseguridad, etc.– que da a estas circunstancias una apariencia triste o amenazante. En mi caso, funciona siempre del interior al exterior, nunca viceversa. A menudo las disposiciones más amenazadoras –y son muchas actualmente- van a quebrarse contra mi seguridad y confianza interior, y una vez resuelta dentro de mí, perdono mucho de su carga temerosa.» (Diario, 12 de junio de 1942).

La salud de Etty se resintió mucho a sus 27 años por lo que tuvo que ser ingresada en el hospital de Amsterdam. Ante la barbarie que percibía a su alrededor en una Europa enloquecida, Etty se refugia en laexperiencia religiosa interior y especialmente en la oración íntima e intensa. Escribe:

«(…) Las amenazas y el terror crecen día a día. Me refugio en la oración como un muro oscuro que ofrece seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo, tan recogida, concentrada y fuerte estoy. Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme, perderme y arruinarme.» (Diario, 18 de mayo de 1942)

Etty Hillesum, en Auschwitz y ejecutada

Mientras, seguía aumentando el número de deportaciones de civiles judíos. En el año 1943, Etty llegó a la conclusión de que la prisión era inevitable y se negó a aceptar los escondites que se le ofrecieron para no ser capturada por la Gestapo. Después de meditarlo, Etty se entregó a las SS el día 6 de junio de 1943, junto a sus padres y a sus hermanos.

La última parte del diario fue escrita después del primer mes en prisión en el campo de Westerbork. Algunas de las últimas frases dicen:

«Quisiera vivir muchos años, para poder explicarlo posteriormente. Mas si no se me concede este deseo, otro lo hará, otro continuará viviendo mi vida, desde donde terminó» (…) «Si llegase a sobrevivir esta etapa, surgiré como un ser más sabio y profundo. Más si sucumbo, moriré como un ser más sabio y profundo».

Etty dejó sus diarios a unos amigos, con los que también mantuvo una larga correspondencia durante su encarcelamiento en Westerbork. En una de las cartas afirma:

— «Jopie, Klaas, mis queridos amigos: desde mi litera, que es la tercera hacia lo alto, quiero desencadenar sin demora una verdadera catarata de cartas. Dentro de pocos días tendremos un límite a toda nuestra correspondencia; yo me volveré oficialmente “residente en el campo” y podré mandar sólo una carta cada dos semanas y deberé entregarla abierta. Y hay todavía algunas cosas de las cuales quiero hablar con vosotros. ¿Es cierto que he escrito una carta tan desalentadora? Casi no llego a creerlo.

Es cierto que hay momentos en que uno cree verdaderamente no poder seguir más adelante. Pero después siempre se va adelante, también esto se aprende con el tiempo; pero el paisaje que tenemos alrededor aparece de improviso mutado, el cielo se vuelve bajo y negro, nuestro modo de sentir la vida sufre grandes mutaciones y nuestro corazón se vuelve completamente gris y milenario. Pero no es siempre así. Un ser humano es una cosa bien singular. La miseria que reina aquí es verdaderamente indescriptible. En las grandes barracas se vive como topos en una cloaca.» (Carta de 3 de julio de 1943)

Este intercambio epistolar terminó con una tarjeta postal con fecha 7 de septiembre de 1943, arrojada desde un camión de ganado. Describe la repentina inclusión de ella y su familia en un transporte hacia Auschwitz que salió con 987 reclusos, incluidos 170 niños. La postal se despide con estas palabras: «Me esperaréis, ¿verdad?». Leer más…

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Como era hombre lo mataron y esa muerte es irreversible.

Viernes, 30 de marzo de 2018
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OLYMPUS DIGITAL CAMERA Jn 18,1-19,42

Las tres partes en que se divide la liturgia de este viernes expresan perfectamente el sentido de la celebración. La liturgia de la palabra nos pone en contacto con los hechos que estamos conmemorando y su anuncio profético en el AT. La adoración de la cruz nos lleva al reconocimiento de un hecho insólito que tenemos que tratar de asimilar y desentrañar. La comunión nos recuerda que la principal ceremonia litúrgica de nuestra religión es la celebración de una muerte, en la que podemos descubrir la Vida.

Se ha insistido, y se sigue insistiendo tanto en lo externo, en lo “folklórico”, en lo sentimental, que es imposible olvidarnos de todo eso e ir al meollo de la cuestión. No debemos seguir insistiendo en el sufrimiento. No es el dolor lo que nos salva. Tampoco debemos apelar a la voluntad de Dios. Menos aún “sucedió para que se cumplieran las Escrituras”. Ese amor, manifestado en el servicio a los demás, es lo que demuestra su verdadera humanidad y, a la vez, su plena divinidad. Mientras el cristianismo siga siendo un ropaje exterior, nos podemos sentir abrigados y protegidos, pero no nos cambia interiormente; y por tanto no nos salva.

¿Qué añade la muerte de Jesús al evangelio? Aporta una dosis de autenticidad. Sin esa muerte y sin las circunstancias que la envolvieron, hubiera sido mucho más difícil para los discípulos dar el salto a la experiencia pascual. La muerte de Jesús es sobre todo un argumento definitivo a favor del AMOR. En la muerte, Jesús dejó absolutamente claro que el amor era más importante que la misma vida. Aquí podemos y debemos encontrar el verdadero sentido de esa muerte.

La muerte de Jesús, como resumen de su vida, nos lo dice todo sobre su persona. Nos dice todo sobre nosotros mismos, si queremos ser humanos como él. Además nos lo dice todo sobre el Dios de Jesús, y sobre el nuestro si es que es el mismo. Sobre Jesús, nos dice que fue plenamente un ser humano. Una trayectoria humana que comenzó naciendo, como la de todos los hombres, nos demuestra que las limitaciones humanas, incluida la muerte, no impiden al hombre alcanzar su plenitud.

La buena noticia de Jesús fue que Dios es amor. Pero ese amor se manifiesta de una manera insospechada y desconcertante. El Dios manifestado en Jesús es tan distinto de todo lo que nosotros podemos llegar a comprender, que, aún hoy, seguimos sin asimilarlo. Como no aceptamos un Dios que se da infinitamente y sin condiciones, no acabamos de entrar en la dinámica de relación con Él que nos enseñó Jesús. El tipo de relaciones de toma y da acá, que desplegamos entre nosotros los humanos, no puede servir para aplicarlas al Dios de Jesús. Por eso el Dios de Jesús nos desconcierta y nos deja sin saber a qué atenernos.

Un Dios que siempre está callado y escondido, incluso para una persona tan fiel como Jesús, ¿qué puede aportar a mi vida? Es realmente difícil confiar en alguien que no va a manifestarse nunca. Es muy complicado tener que descubrirle en lo hondo de mi ser, pero sin añadir nada a mi ser, sino constituyéndose en el fundamento de mi ser, siendo parte de mi ser en lo que tiene de fundamental.

Nos descoloca un Dios que es impasible al dolor humano, sin darnos cuenta de que al aplicar a Dios sentimientos, le estamos haciendo a nuestra propia imagen. Naturalmente, al hacerlo, nos estamos fabricando nuestro propio ídolo. Nuestra imagen de Dios siempre tendrá algo de ídolo, pero nuestra obligación es ir purificándola cada vez más.

Un Dios que nos exige deshacernos, disolvernos, aniquilarnos en beneficio de los demás, no para tener en el más allá un “ego” más potente si no para quedar incorporados a su SER, que es ya nuestro verdadero ser, no puede ser atrayente para nuestra conciencia de individuos separados. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo, pero si muere da mucho fruto”. Este es el nudo gordiano que es imposible desenredar. Es el rubicón que no nos atrevemos a pasar.

La muerte de Jesús deja claro que su objetivo es imitar a Dios. Si Él es Padre, nuestra obligación es la de ser hijos. Ser hijo es salir al padre, imitar al padre de tal modo que viendo al hijo se descubra cómo es el padre. Esto es lo que hizo Jesús, y esta es la tarea que nos dejó si de verdad somos sus seguidores. Pero el Padre es don total, entrega incondicional a todos y en toda circunstancia. No solo no hemos entrado en esa dinámica, la única que nos puede asemejar a Jesús, sino que vamos en la dirección contraria, cuando buscamos seguridades, incluso para el más allá.

A ver si tenemos claro esto. La muerte en la cruz no fue un mal trago que tuvo que pasar Jesús para alcanzar la gloria. La suprema gloria de un ser humano es hacer presente a Dios en el don total de sí mismo, sea viviendo, sea muriendo para los demás. Dios está solo donde hay amor. Si el amor se da en el gozo, allí está Él. Si el amor se da en el sufrimiento, allí está Él también. Se puede salvar el hombre sin cruz, pero nunca se puede salvar sin amor. Lo que aporta la cruz, es la certeza de un amor autentico, aún en las peores circunstancias que podamos imaginar.

El hecho de que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que tenía que hacer, aunque sabía que eso le costaría la vida, es la clave para compren­der que la muerte no fue un accidente, sino fundamental en su vida. Lo esencial no es la muerte, sino la actitud de Jesús que le llevó a una total fidelidad. El que le mataran podía no tener mayor importancia; pero que le importara más la defensa de sus convicciones que la vida… nos da la verdadera profundi­dad de su opción vital. Había experimentado la verdadera Vida y comprendido que la vida biológica y psicológica tenía solamente un valor relativo y efímero.

Cuando un ser humano es capaz de consumirse por los demás está alcanzando su consumación. En ese instante puede decir: Yo y el Padre somos uno. En ese instante manifiesta un amor semejante al amor de Dios. Dios está allí donde hay verdadero amor, aunque sea con sufrimiento. Si seguimos pensando en un dios de “gloria” ausente del sufrimiento humano, será muy difícil comprender el sentido de la muerte de Jesús. Dios no puede abandonar a ningún ser humano y menos al que sufre.

Al adorar la cruz esta tarde debemos ver en ella el signo de todo lo que Jesús quiso trasmitirnos. Ningún otro signo abarca tanto, ni llega tan a lo hondo. Pero no podemos tratarlo a la ligera. Debemos tener muy claro que es un signo que nos permite significar la realidad de una vida entregada a los demás. Poner la cruz en todas partes, incluso como adorno, no garantiza una vida cristiana. Tener como signo religioso la cruz, y vivir en el más refinado hedonismo, indica una falta de coherencia que nos tenía que hacer temblar.

Aún tenemos que reflexionar mucho sobre esa muerte para comprender el profundo significado que tiene para nosotros. Su muerte es el resumen de su vida. Se trata de una muerte que lleva a la verdadera Vida. Pero no se trata de la muerte física, sino de la muerte al yo y al egoísmo. Este es el mensaje que no queremos aceptar, por eso preferimos salir por peteneras y buscar soluciones que no nos exijan entrar en esa dinámica. Si nuestro “falso yo” sigue siendo el centro de nuestra existencia, no tiene sentido celebrar la muerte de Jesús; y tampoco celebrar su “resurrección”.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Viernes Santo 2018. 30 marzo, 2018

Viernes, 30 de marzo de 2018
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pascua2018

Al despertar Jacob de su sueño, dijo:

Verdaderamente el Señor en este lugar y yo no lo sabía” Gn 28,16

Al orar el texto que este año hemos escogido como hilo conductor de la Pascua, no puedo sino conmoverme y descubrir paralelismos entre el texto de Jacob y la crucifixión de Jesús.

Si miramos la Cruz, ¿qué vemos? ¿Nos hemos acostumbrado a ella como un símbolo? Nos hemos acostumbrado a esa imagen, pero de verdad sabemos lo que significa?

¿Es la Cruz un trofeo, o simplemente un adorno que llevamos pero que no nos compromete?

Jesús no nos pide besar la Cruz, sino cargar con ella, (Mc. 8,34) que no es otra cosa que seguir sus pasos de manera responsable y comprometida

1/ PEREGRINAR

Jacob fue bendecido por su padre Isaac con el fin de marchar a otro lugar. Partió de su tierra a casarse con una mujer que no fuera cananea. Tuvo que abandonar su lugar de origen.

Jesús fue crucificado fuera de las murallas de Jerusalén, no le dejaron morir en su tierra, sino fuera del recinto sagrado, fue desterrado y murió junto a malhechores.

2/ LA NOCHE

Llegado a cierto lugar se dispuso a pasar allí la noche, porque ya el sol se había puesto” Gn 28,11

Hacía el mediodía las tinieblas cubrieron toda la región hasta las tres de la tarde. El sol se oscureció. Mt 23,44

3/ EL SUEÑO

Entonces tuvo un sueño: Veía una escalinata que, apoyándose en tierra, tocaba con su vertice el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles del Señor.”

La cortina del templo se rasgó en dos de arriba a abajo”. Mc 15, 38

4/ DESPERTAR

Jacob al despertar de su sueño, exclamó, verdaderamente el Señor estaba en este lugar y yo no lo sabía. (Gn 28,16)

Jesús, lanzando un fuerte grito expiró y el centurión que estaba frente a Jesús, al ver que había expirado de aquella manera dijo:  – Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios

Y hoy, este Viernes Santo os invito a realizar la peregrinación que tanto Jacob como Jesús hicieron

Mirar la Cruz no es lo mismo que contemplarla y es a lo que os invito en este Viernes Santo. Y vamos a seguir el itinerario que Jacob y Jesús hicieron.

“ NOS PONEMOS EN CAMINO” Para cargar con la cruz hay que contemplarla y no solo conocerla mentalmente, sino comprender cuál es nuestra cruz y su sentido.

Para ello tenemos que atrevernos a mirarla cara a cara, reconocerla y acogerla como parte de nosotras mismas.

“LA CRUZ NOS SUMERGE EN LA NOCHE” La Cruz duele, y nadie la quiere, de hecho nos pasamos parte de la vida evitándola e intentando no pensar en ella.

Pero dice un himno, que la noche es tiempo de salvación, es el lugar de la intimidad, del encuentro,de la profundidad. La noche es POSIBILIDAD para adentrarnos en la Realidad que verdaderamente somos.

La noche, simboliza también las crisis, la oscuridad, lo que no entendemos, lo que no queremos, lo que nos duele, las injusticias, los sufrimientos, los dolores, y sin embargo sin crisis no crecemos, no traspasamos la oscuridad que nos deja ver la de nuevo la luz y una Luz distinta.

Máximo el Confesor (S.VI VII) dice “que todas las cosas están atravesadas por la cruz, en cuanto están redimidas de su encerramiento sobre sí mismas”2 Nos habla de que la Cruz es el espacio de la libertad, donde nos abandonamos completamente a Su Voluntad

La Cruz es la puerta que nos abre a la grandeza del Amor, es camino, vereda, canal, cauce que nos permite transitar hacía la plenitud.

La Cruz nos saca de nuestros pequeños limites, de esa visión tan mental y tan aprendida de acercarnos para besarla, pero no para cargar con ella

En los sueños, en nuestro inconsciente se revela una comprensión especial, es como si entráramos en un santuario y en ese espacio descubrimos la sacralidad que somos y nos encontramos con el Amor de Dios y un fogonazo de certeza invade el ser sabiendo que Dios nos habita y que la Cruz es posibilidad de crecer hacía el Amor que Dios nos ofrece.

Y efectivamente, hay escaleras, hay subidas y bajadas porque la vida es un proceso, y vivirlas sin temor es lo importante. La Cruz nos invita a cambiar el temor en confianza, pero esto no ocurre por nuestra propia voluntad, sino por la comprensión que va otorgando el silencio, y ese silencio se convierte en Silencio, en la medida que se va llenando de Dios

La escalinata de Jacob o el velo del templo que se rasgó en dos de arriba abajo, simbolizan los pequeños egos que se van resquebrajando a medida que contemplo la Cruz y acojo su comprensión donde el dolor, mi limite, se transforma en don

Los dos maderos de la Cruz, el horizontal y el vertical se convierten en uno solo, porque ya no hay humanidad y divinidad dividida, sino dolor traspasado por Amor y lo divino resplandece en todo. No existe dualidad, ni comparación , ni mejor ni peor, sino semillas de divinidad esparcidas, semillas de amor, bondad, comprensión, respeto, donde todas somos una en Dios. No somos Dios, somos lo que Dios es dándose en nosotras.

Y Jacob al despertar del sueño, del encuentro con Dios en la desnudez de lo que es, no en la consciencia de lo aprendido, tiene la certeza, la absoluta certeza que Dios estaba en él, pero el no lo había descubierto

Jesús dio un fuerte grito y expiró, y por su manera de morir, de despertarse a la Vida, el centurión descubrió que era el Hijo de Dios. Descubrió que Dios estaba con ellos y no habían sido conscientes.

Hoy os invito a contemplar la Cruz en silencio, pero no en un silencio que es mutismo, sino en un silencio de comprensión donde algo dentro se inunda de su silencio y hace comprender la cruz como el vaciamiento de lo que tememos, para dejar que el amor inunde lo que somos y nos haga “comprender”

LA CRUZ COMO POSIBILIDAD DE REDENCIÓN

  • SILENCIO DE DIGNIDAD:

La dignidad de quién ha sido y es fiel a si mismo

  • SILENCIO DE CONFIANZA

Sabernos sostenidas y fundamentadas más allá de las circunstancias cambiantes

  • SILENCIO DE SABIDURIA

El silencio que nos conecta con nuestra identidad más honda. Este es el silencio necesario para percibir la profundidad, para acceder a aquella verdad a la que el razonamiento no puede acceder.

El silencio es la morada de la persona sabia, desde él se vive, o mejor, permite que la vida Viva, fluya y se exprese a través de la persona

Este es el silencio de la contemplación el que hace ir a la raíz del dolor que lleva AL AMOR

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El viacrucis de la vida

Viernes, 30 de marzo de 2018
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ola-violencia-deja-muertos-rca_6_2105523Leído en su blog:

I.-Me paro a mirar de frente el Cristo flagelado de la Veracruz de Rute, provincia de Córdoba. Navego en sus ojos. ¿Qué estarás pensando, Cristo mío, con esa mirada perdida, el cuerpo cosido a verdugones y una silenciosa súplica saliendo como una burbuja de tus labios? Me quedo callado e intento descifrar ese lamento mudo. Dejo en blanco mi mente. Como dice El santo cura de Ars: “cierra tu mente, cierra tu boca y abre tu corazón”.

Esa mirada profundamente triste tiene mucho de memoria: ¿Qué estas recordando? Acabas de pasar la agonía del Huerto, el beso contaminado de Judas, el juicio inicuo de Pilatos y te han llevado al horrible suplicio de la flagelación. Es como si tus ojos se volvieran al pasado. Porque antes de la noche oscura hubo la Cena, la pascua, la Eucaristía, el gozo y el misterio compartido, tu mejor regalo. Tal vez tus ojos miren hacia atrás, algunas horas antes, memoria viva de pan roto y compartido, el milagro asombroso del Dios hecho pan para ser comido. Ya era noche. Noche de alegría en la cena pascual, de cantos enraizados en la historia, de contemplación del pan del cielo… hasta que algo se rompió. Algo fue mal y rompió el encanto. Y la angustia emponzoñó esa noche única en la historia. ¿Estabas pensando en esto, Cristo de la Veracruz, la mirada desencajada y una súplica callada en tus labios yertos?

Recuerdo el principio de la segunda oración eucarística que leemos solo los curas: “La noche en que fue librado, tomó pan… lo partió y lo dio a sus discípulos…” Quizás pensabas en cómo en una sola frase pueden caber dos extremos tan alejados. Noche y pan. Traición y Eucaristía. Gozo y violencia salvaje. ¿En eso pensabas, Jesús? Cuando Juan vio salir a Judas del Cenáculo, vio “que era de noche”. La noche en que fuiste traicionado fue una noche de apostasía y de venganza, de un entorno que se degrada a trozos, de lazos de amor que se rompen, de descomposición subterránea, de una comunidad que salta en pedazos, de palabras de perjurio, de disimulos y gestos clandestinos. La noche de las 30 monedas, de la negación errática de Pedro. Noche donde todos se esconden y te dejan solo, noche de la sangre derramada sobre la piedra del Getsemaní. Noche de derrota como colofón de un maravilloso regalo del cielo. Noche y pan del cielo, la noche de la Eucaristía.

Como tu, Cristo mío, hemos vivido noches parecidas en Centroáfrica, país olvidado que, dicen, no aparece ni en los GPS, noches de cuchillos rotos y de hachas de guerra, noches de agresiones y de pagar con sangre falsas facturas que otros gastaron. Desde hace 4 años los mismos violentos que te cosieron a latigazos, se ensañan sobre mi pueblo. Entonces mi mirada se encuentra con la tuya, Cristo de la Veracruz y te entiende. Miro como tu, mi pasado reciente y veo noches sin luna, noches de ráfagas de metralleta y violaciones en masa, noches de expolio y asesinatos, noches de miedo. Y no solo en Centroáfrica. Nunca hemos conocido tanta violencia diseminada por cientos de lugares del planeta, como un nuevo holocausto que se está librando en el 2017 en que vivimos. Un holocausto que toca mujeres y niños, adultos y ancianos, culpables e inocentes, en Siria, en Afganistan, en Yemen, en Lesbos, en Libia o en Nigeria. Miles de Inmigrantes indocumentados, que no clandestinos, familias enteras huyendo de la guerra, atravesando el Sahara o el mediterráneo para escapar de la miseria, golpeados por los mismos latigazos que entonces cruzaron tu espalda y derramaron la sangre de tu cuerpo sobre las losas del Pretorio.

II.- No te he quitado la vista de encima. Mis ojos siguen clavados en los tuyos. Y pienso entonces que tal vez, la zozobra que sigo viendo en ellos es porque también miras adelante, no solo para atrás, imaginando todo lo que aún te espera por vivir: amanecer teñido de rojo, Anas, Caifás y Herodes trío de infames vendidos al mejor postor, Ecce homo pantomima del payaso, y el terrible Via Crucis.

Como cada viernes de cuaresma, los fieles de la Catedral de Bangassou se reúnen a las 15’00h (más o menos, cuando el sol está a una cierta altura y declinando…) para empezar el viacrucis. De la 7ª a la 14ª estación, es subida continua, que algunos hacen de rodillas. Es un pueblo angustiado por la macabra presencia de la LRA (los asesinos de Joseph Kony) en toda la región, unos fieles asustados por la presencia de una rama Seleka muy radical y violenta (los Peuls Mbororos), extremistas islámicos que merodean por los pueblos y aldeas de toda la diócesis. Se juntan para revivir la pasión de Jesús, porque ya no nos queda más que eso, rezar. Tus ojos ya imaginan el horror de la pasión, de la cruz a cuestas, el encuentro con tu madre, las tres caídas. La subida al Calvario ya se refleja en tu rostro después de la flagelación, antesala del viacrucis.

Un día conté como una comunidad cristiana, rezando el viacrucis, escapó de un atentado en el mercado, en un pueblo 40% cristiano al norte de Nigeria, Djakana. El Boko-Haram quiso destruirlos con una bomba atada al pecho de una niña kamikaze drogada, pero ellos estaban en la 7ª estación, “Jesús cae por segunda vez”, llegaron tarde al mercado y salvaron la vida.

A mí me gusta recitar el viacrucis todos los días del año (más o menos) porque me sintoniza al instante con el sufrimiento de tanta gente esparcida por todos los rincones de la tierra. Me decía mi padre Maestro hace 40 años: si estás contento piensa en Jesús multiplicando el pan y los peces; si estás triste piensa en el Jesús atado a la columna… No creo ser demasiado pesimista para pensar que hoy día, tal y cómo está el mundo, no hay mil razones para estar contentos. El mundo parece desgarrarse en cientos de pedazos y el volumen de sufrimiento del hombre de hoy, sobretodo en el África donde yo vivo y el Oriente Medio es para helar la sangre de las venas. Perlas de ternura fueron el Cirineo, la Verónica o las mujeres de Jerusalén. Gotas de cariño en un océano de acidez. Cristo atado a la columna, Cristo de la Veracruz: ¡lo que te queda aún por vivir!

Marzo 2017
Juan José Aguirre Muñoz
Obispo de Bangassou (Centroáfrica)

Fuente Religión Digital

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Ten misericordia de nosotros.

Viernes, 30 de marzo de 2018
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pareja-gay-refugiadosPadre, ten misericordia de nosotros

Jesús, sales hacia el huerto, esta noche dormirás a la intemperie. Jesús que sufre con los transeúntes, con los sin techo, con los que no tienen donde ni con quién cobijarse. En tu sufrimiento nos encontramos con todos los que no conocen el confort de una cama, el calor de un hogar, el abrazo de alguien que te espera.

La noche es fría y sufre tu corazón con los que tiritan cada noche a la intemperie, con los que sienten congelar sus cuerpos en las pateras, surcando las aguas del Mediterráneo en busca de una vida mejor, con los que nunca han recibido una abrazo cálido.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús traicionado por uno de los suyos. En su traición recordamos a todos los que se sienten engañados, sometidos por sus parejas, utilizados y abusados por sus superiores, por los pederastas, por los chulos del burdel.

En esta noche te recordamos la soledad de la noche en el hospital, atemorizados ante la incertidumbre de un diagnóstico fatal, entristecidos por no sentirse acompañados ni valorados; amputados en su cuerpo y en el corazón porque no conocen el amor. Recordamos a todos los niños, jóvenes, adultos, ancianos desaparecidos en una noche fría como la tuya dejando rotos los corazones de padres, madres, parejas, familias enteras que no saben ya cómo vivir.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús que conoces el dolor y el rechazo. Recordamos a todos los inmigrantes, las prostitutas, los refugiados, los excluidos de lo pactado socialmente, a los discapacitados síquicos que señalamos y arrinconamos. Todos ellos te acompañan en tu soledad y en tu dolor. Recordamos a cada una de las víctimas de las guerras, cinco años de guerra en Siria con miles de muertos, miles de huérfanos, viudas, miles de amputados cada día por los bombardeos. Oramos también por los refugiados que pierden la vida en el camino hacía una vida posible y digna; a los que malviven en los campos de refugiados esperando que los gobernantes del mundo decidan abrir las fronteras y derribar todas las concertinas.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús que naciste niño en una aldea perdida. Contigo están todos los niños y niñas que nacen fruto de una violación, los que nacen con la vida sentenciada por el hambre y la guerra; los niños que son abandonados en los conteiner o los parques; los que son explotados laboralmente y los que son vendidos para el turismo sexual. Oramos también por los niños acosados en el colegio, por los niños que no tienen acceso a la escolarización y por aquellos que fracasan en sus estudios, por los que son abusados sexualmente por sus padres, por sus entrenadores o familiares o personas cercanas a su entorno.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús negado por Pedro. En su negación encontramos a todos los que se les niega un empleo, un salario digno, una vivienda donde cobijarse, una comida con que paliar su hambre. Recordamos a todos los que no encuentran respuesta a sus preguntas, a todos los que viven sin sentido ni esperanza, a los que suplican ayuda y no la encuentran. A todos los que les negamos el saludo porque son diferentes, a todos los que no nos atrevemos a abrazar porque han sido mutilados por accidentes de tráfico, por la violencia, por las minas anti persona o porque han nacido deformes.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús inocente y torturado. Recordamos a todos los hombres y mujeres que son torturados en las cárceles de todo el mundo, a los que mueren en celdas habitadas por causa de una sentencia injusta. Tu inocente, condenado por los que no te entienden. Recordamos a todos los que nosotros condenamos porque no piensan como nosotros, a los que condenamos a muerte por nuestra insolidaridad, a los que menospreciamos y no acogemos porque no han nacido aquí; a los que la hambruna mata cada día, a los que mueren sin que nos preocupen porque nos resultan sin valor o invisibles.

Padre, ten misericordia de nosotros

Al pie de tu cruz María, tu madre. Oremos por todas las mujeres. Por todas las madres que dedican sus vidas al cuidado de los hijos enfermos, dependientes; por aquellas que se preocupan y ocupan con mimo de sus padres también enfermos. Por las mujeres que viven el infierno de los malos tratos, que viven con miedo a perder su vida o la de sus hijos porque la pareja o padre es terriblemente violento. Por las mujeres y padres cuyos hijos desaparecen y son condenados a vivir el infierno de no saber qué ha sido de ellos. Por las mujeres que no se sienten valoradas por el mero hecho de ser mujer; a las que se les niega el acceso a ciertos puestos de trabajo y responsabilidad. Oremos por las amas de casa que dedican su vida y su tiempo al cuidado de la familia sin que nadie lo agradezca ni lo reconozca.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús que conociste la fragilidad de tus discípulos. Oremos por la mediocridad de nuestra Iglesia, por todos nosotros que vivimos dormidos, con una fe recibida, acomodada, y no apuntamos ni con nuestras palabras ni con nuestros gestos, hacía el Reino. Por los sacerdotes, religiosos y religiosas que han hecho de su vocación una costumbre, un estado de vida cómodo, asegurado, lejos de los más desfavorecidos. Oremos por una Iglesia que no se implica, no se moja, una Iglesia que abusa, que no acoge al diferente, que juzga y que no ofrece el perdón. Oremos por la Iglesia atrapada por el miedo al cambio, por los que no maduran ni crecen en la fe, por los de una fe pequeña que buscan la seguridad en la Tradición, por los que no nos atrevemos a correr riesgos en nuestras celebraciones, por los que nos preocupamos por el número pero no por el seguimiento. Por los que nos resistimos a perder dejando de ser signos del Evangelio.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús mueres sin entender. En tu cuerpo también se enfrían todas las esperanzas que se abortaron, los corazones que al final de su vida fueron traspasados por la lanza del fracaso, los días que se oscurecieron de golpe por la tragedia; todas las vidas entusiastas que se entregaron por una causa que creyeron justa pero que cubrió el velo rasgado del olvido.

Padre, ten misericordia de nosotros

Vicky Irigaray

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