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Ante la Cruz…

Viernes, 18 de abril de 2025
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 ANTE LA CRUZ

Ante la cruz me llamas
en tu agonía.
Ante la cruz me llamas.
Y he aquí que tropiezo
con las palabras.

Porque si dices ante
¿no me pides, Señor,
sino que mire
frente a frente la cruz
y que la abrace?

Si te miro, Señor,
y Tú me miras,
es un horno de amor
lo que en ti veo,
y lo que veo en mí,
Señor, no es nada,
nada, nada, Señor,
sino silencio.

Un silencio vacío:
si Tú lo llenas
se habrá hecho la luz
en las tinieblas.

Y si en la cruz te abrazo
y Tú me abrazas,
el silencio, Señor,
es más palabra.

Ante la cruz, Señor,
aquí me tienes,
ante la cruz, Señor,
pues Tú lo quieres.

II

VÍA DOLOROSA

I

PARA DECIR LO QUE PASÓ AQUEL VIERNES…

…a Jesús, en cambio, lo hizo azotar
y lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt.27,26)

Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén y en sus afueras
no bastan las palabras.
Por eso no hay
en las avenidas del relato
-Mateo, Marcos, Juan- sino una capa
de misericordia, un leve
y condensado recuerdo a los azotes.
Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén: la sangre,
los insultos, los golpes, la corona
de espinas,
los gritos, la locura, la ira desatada
contra el más bello y puro de los hombres,
contra el más inocente…
para decir lo que pasó aquel viernes
solo valen las lágrimas.

II

SIMÓN DE CIRENE SE ENCUENTRA CON LA CRUZ

Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
(Mt. 27, 32)

Pesan los días y pesan los trabajos
y en las venas el cansancio es veneno
que apresura los pasos hacia el dulce
reposo del hogar;
los pasos hacia el dulce
abrazo del amor y del sueño.
Ni siquiera
hay espacio en el alma para el canto
de un pájaro. Tampoco para el sordo
rumor que empieza a arder
sobre el polvo en la plaza.
Viene Simón el de Cirene convertido
en pura sed, en pura
materia de fatiga.
Esa cruz
le sobreviene como un alud de asombro
y rebeldía.
Pero
entre la náusea de la sangre sabe
que siempre hay un dolor que añadir al dolor.
Entre la náusea de la sangre mira
y encuentra esa mirada como un pozo
encendido,
como un pozo
donde se funde el Galileo
con el dolor del mundo.
Apenas un instante y el abrazo
del corazón y la madera hasta la cima.
Vuelve Simón el de Cirene. Queda
una cruz en su piel.
Y una mirada.

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III

MUJER EN JERUSALÉN

Lo seguía muchísima gente, especialmente
mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
(Lc. 23, 27)

Mis ojos suben por las calles de Jerusalén
bajo una lluvia de dolor,
bajo una lluvia
que va a lavar el mundo.
Mis ojos suben arrimados
a la cal de las paredes
mientras todo el fragor del sufrimiento
se hace eco en mis párpados.
Puedo sentir tu sed,
la quemazón de tus rodillas rotas
sobre los filos de la tierra.
Toma mi corazón, toma mis lágrimas,
déjalas que ellas laven tus heridas
ahora que soy
mujer en Jerusalén y que te sigo.
Mis ojos se adelantan
por los empedrados de Jerusalén
para encontrar los tuyos.
Y no hay en ellos
rebeldía.
Bajo la cruz
Tú eras una antorcha
de mansedumbre. Derramabas
una piedad universal con cada aliento.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
(Lc.23,28)

¿Y cómo no llorar, Señor?
Déjame, al menos,
si no llorar por Ti, llorar contigo.

III

GÓLGOTA

I

EL CORAZÓN DE LAS MUJERES

Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea
para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.
(Mt 27, 55)

Estirándose sobre la distancia,
el corazón de las mujeres
se hizo cruz en el Gólgota.
¡Oh corazón de las mujeres, cruciforme,
arca lúcida,
oscura estancia del amor y permanente
arcaduz del misterio!
¡Oh corazón de las mujeres,
prodigioso arroyo fiel que mana
desde el mar de Galilea hasta el Calvario!
¡Y más allá del Calvario, hasta los límites
verticales y alzados,
hasta la orilla de la fe donde se trueca
el destino del hombre!
Mujeres, con vosotras he visto
la salvación del mundo,
su rostro ensangrentado, la medida
de sus brazos abiertos,
la extensión de su abrazo,
que acerca hasta nosotros
la dádiva incansable de sus manos
abiertas y horadadas para siempre.
Y he visto su corazón de par en par,
su corazón como una cueva dulce,
su corazón, abrigo
para toda intemperie.
He visto con vosotras
los pies del redentor, nunca cansados
de venir hacia mí, también heridos
de mí, por mí, también clavados
para la eternidad.
¡Oh pies de Cristo
impresos
sobre la arena de mi corazón!
¡Oh Cristo que atrajiste
hasta Ti el corazón de estas mujeres,
déjame ahora
latir en su latido:
contemplarte.

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II

STABAT MATER

Estaba la madre al pie
de la cruz. La madre estaba.
Enhiesta y crucificada,
color de nardo la piel.
En el pecho el hueco aquel
que vacío parecía.
No me lo cierres, María
que quiero encerrarme en él,
que quiero encerrarme y ver
todo lo que tú veías.
Sé tú mi madre, María,
como lo quería Él.

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III

CIERRA EL CIELO LOS OJOS …

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde
la tierra se cubrió de tinieblas.
(Mt. 27, 45)

Cierra el cielo los ojos:
cae
la noche a plomo sobre el mediodía
de aquel viernes de abril en el Calvario.
No puede el cielo ser tan impasible
cuando en la cruz está muriendo un hombre,
ya solo sufrimiento y sangre,
cuando muere
el amado de Dios.
¿O acaso vuelve el rostro el cielo
también
y es abandono
lo que creían sombra?
Pesa, pesa, pesa…
Pesa esta oscuridad
que hace crujir los hombros
mientras el ser se vence
inexorablemente hacia el abismo.
Esta tiniebla tiene
peso, longitud, altura,
y penetra en el alma
y duele y vela
la mirada de Dios en la distancia.
¿No hay otro modo, Señor, no hay otro modo
de morir, de vivir, que hacer a ciegas
esta larga jornada de camino?
Pues si ha de ser así, Señor, te pido
que al menos en la muerte no me falte
un bordón de plegaria: que no olvide
tu nombre dulce con el que llamarte.

IV

EL GRITO

Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito entregó su espíritu
(Mt.27, 50)

Un grito. Luego el silencio.
Y en silencio estoy aquí
mientras resucitas Tú
y resucitan los muertos.
¡Cristo, ten piedad de mí!

Con Cristo

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

Hoy la Iglesia nos invita a un gesto que quizás para los gustos modernos resulte un tanto superado: la adoración y beso de la cruz. Pero se trata de un gesto excepcional. El rito prevé que se vaya desvelando lentamente la cruz, exclamando tres veces: “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. Y el pueblo responde: “Venid a adorarlo”.

El motivo de esta triple aclamación está claro. No se puede descubrir de una vez la escena del Crucificado que la Iglesia proclama como la suprema revelación de Dios. Y cuando lentamente se desvela la cruz, mirando esta escena de sufrimiento y martirio con una actitud de adoración, podemos reconocer al Salvador en ella. Ver al Omnipotente en la escena de la debilidad, de la fragilidad, del desfallecimiento, de la derrota, es el misterio del Viernes Santo al que los fieles nos acercamos por medio de la adoración.

La respuesta “Venid a adorarlo” significa ir hacia él y besar. El beso de un hombre lo entregó a la muerte; cuando fue objeto de nuestra violencia es cuando fue salvada la humanidad, descubriendo el verdadero rostro de Dios, al que nos podemos volver para tener vida, ya que sólo vive quien está con el Señor. Besando a Cristo, se besan todas las heridas del mundo, las heridas de la humanidad, las recibidas y las inferidas, las que los otros nos han infligido y las que hemos hecho nosotros. Aun más: besando a Cristo besamos nuestras heridas, las que tenemos abiertas por no ser amados.

Pero hoy, experimentando que uno se ha puesto en nuestras manos y ha asumido el mal del mundo, nuestras heridas han sido amadas. En él podemos amar nuestras heridas transfiguradas. Este beso que la Iglesia nos invita a dar hoy es el beso del cambio de vida.

Cristo, desde la cruz, ha derramado la vida, y nosotros, besándolo, acogemos su beso, es decir, su expirar amor, que nos hace respirar, revivir. Sólo en el interior del amor de Dios se puede participar en el sufrimiento, en la cruz de Cristo, que, en el Espíritu Santo, nos hace gustar del poder de la resurrección y del sentido salvífico del dolor.

***

***

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Viernes Santo.

Viernes, 18 de abril de 2025
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Camino del Calvario

De Koinonia:

Isaías 52,13-53,12

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.
¿Quien creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
él tomo el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

*

Salmo responsorial: 30

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios.”
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón, /
los que esperáis en el Señor. R.

*

Hebreos 4,14-16;5,7-9

Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

 

*

Juan 18,1-19,42

Pasión de N.S.Jesucristo según san Juan

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venia sobre él, se adelanto y les dijo:

+. “¿A quién buscáis?

C. Le contestaron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Les dijo Jesús:

+. “Yo soy.”

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+. “¿A quién buscáis?

C. Ellos dijeron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Jesús contestó:

+. “Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste.” Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+. “Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?”

* Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.” Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?

C. Él dijo:

S. “No lo soy.”

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:

+. “Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.”

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?

C. Jesús respondió:

+. “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

* ¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. “¿No eres tú también de sus discípulos?

C. Él lo negó, diciendo:

S. “No lo soy.”

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. “¿No te he visto yo con él en el huerto?

C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.

* Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en le pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. “¿Qué acusación presentáis contra este hombre?

C. Le contestaron:

S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.”

C. Los judíos le dijeron:

S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús le contestó:

+. “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?

C. Pilato replicó:

S. “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mi; ¿que has hecho?

C. Jesús le contestó:

+. “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.”

C. Pilato le dijo:

S. “Conque, ¿tú eres rey?

C. Jesús le contestó:

+. “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

C. Pilato le dijo:

S. “Y, ¿qué es la verdad?”

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. “Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

C. Volvieron a gritar:

S. “A ése no, a Barrabás.”

C. El tal Barrabás era un bandido.

* ¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. “¡Salve, rey de los judíos!

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. “Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. “Aquí lo tenéis.

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.”

C. Los judíos le contestaron:

S. “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.”

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. “¿De donde eres tú?

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”

C. Jesús le contestó:

+. “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.”

* ¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. “Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.”

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. “Aquí tenéis a vuestro rey.”

C. Ellos gritaron:

S. “¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Pilato les dijo:

S. “¿A vuestro rey voy a crucificar?”

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. “No tenemos más rey que al César.”

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.” Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. “No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.””

C. Pilato les contestó:

S. “Lo escrito, escrito está.”

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S. “No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.”

C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Esto hicieron los soldados.

* Ahí tienes a tu hijo. – Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+. “Mujer, ahí tienes a tu hijo.

C. Luego, dijo al discípulo:

+. “Ahí tienes a tu madre.

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

* Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+. “Tengo sed.”

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+. “Está cumplido.”

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

*Todos se arrodillan, y se hace una pausa

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron.”

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

(24 de marzo de 1978)

Queridos hermanos:

Después de escuchar la palabra de Dios en esta tarde del Viernes Santo, narrándonos la tragedia del Calvario, mejor sería guardar silencio y con el corazón agradecido adorar al Divino Redentor. Pero es necesario, es obligación del celebrante, aplicar esta palabra eterna a los que estamos viviendo esta ceremonia. Y es que la liturgia no es simplemente un recuerdo, la liturgia es actualización; aquí en la Catedral esta tarde de marzo de 1978, Cristo nos está ofreciendo la fuente inagotable de su redención a los que hemos venido con fe, con esperanza, a contemplar este misterio de la redención.

Es como si en este momento lo que se acaba de leer estuviera pasando aquí ante nuestros ojos y fuéramos nosotros los que nos estamos salpicando con esa sangre que se derrama en el Calvario. Las tres preciosas lecturas nos dan la medida sin medida de este gesto de amor que se llama la redención.

La primera lectura nos presenta el abatimiento de Cristo hasta la profundidad de una humillación que no tiene nombre. La segunda lectura, carta a los Hebreos exalta ese personaje humillado en la cruz hasta las alturas del cielo hecho pontífice supremo de nuestra salvación. Y el precioso relato de la pasión que los jóvenes seminaristas acaban de hacer, nos dice cómo sucedió todo esto: la humillación y la exaltación. Leer más…

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Viernes Santo 2025. Aprender a morir, una iglesia de perdedores

Viernes, 18 de abril de 2025
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IMG_0862Del blog de Xabier Pikaza:

Acabamos de celebrar la  Pasión en San Morales,  en hondo silencio, un grupo pequeño de creyentes, ante una Cruz y  una pila bautismal antigua como las tres marías con el Discípulo Amado:

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena…

Así hemos estado, más mujeres que varones.  Hemos vuelto en silencio, cada uno a su casa.  Yo he revisado estos folios que tenía preparados y los subo a este blog de RD y de FB, como reflexión de Viernes Santo 2025. Esta liturgia de Vienes Santo de pueblo me ha mostrado una vez más que somos iglesia de perdedores, aunque algunos sigan empeñados en negarlo

– Y salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Felipe, y por el camino les pregunto: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos le dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.

– Y él les preguntaba: Y vosotros ¿Quién decís que soy yo? Pedro le contestó: Tú eres el Cristo. Y él les mandó enérgicamente que no hablaran a nadie acerca de él.

– Y comenzó a enseñarles Dei, era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes ylos escribas, que le matarían, pero que resucitaría a los tres días… y tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son de Dios, sino de los hombres (Mc 8, 27-33). Pedro somos todos.

Crisis de Pedro. Querer ganar. En nombre de todos, dice a Jesús: Tú eres el Cristo. En un primer momento, esa respuesta es valiosa y abre un camino de iluminación y compromiso del Reino: Pedro se atreve a recordar a Jesús que no es un profeta más, sino el Cristo y que debe actuar en consecuencia, liderando un movimiento del Reino, que lógicamente ha de culminar en Jerusalén. Esta confesión desencadena los acontecimientos. Hasta ahora, el proyecto de Jesús podía interpretarse y aplicarse de varias formas; en contra de eso, Pedro quiere que Jesús asuma claramente las exigencias de su proyecto mesiánico

Jesús acepta la confesión de Pedro (tú eres el Cristo), , pero la reinterpreta en línea de entrega  entrega de amor, de regalo de vida: No irán a Jerusalén para triunfar, sino para morir por los demás No es un mesías de poder como el Hijo de Hombre de Dan 7, 14, dominando sobre otros, sino entregando su vida a favor de los excluidos y oprimidos. Ha mandado a sus amigos que anuncien el Reino Así sube a Jerusalén quedando en manos de las autoridades y del pueblo, con riesgo de ser condenado a muerte.

IMG_0864    Esta decisión desencadena el conflicto de Jesús con sus compañeros y especialmente con Pedro, un conflicto que irá definiendo las relaciones del grupo, hasta culminar en la crisis y abandono de los Doce, con la muerte de Jesús y el nuevo comienzo pascual, a partir de las mujeres. Jesús no es un profeta solitario, sino en comunión (diálogo y conflicto) con sus compañeros. En ese contexto, Pedro sigue calculando aquello que el Reino ha de darle, no aquello que él debe hacer por el Reino, situándose así en una línea más cercana a la promesa de Dan 7, 14 que al mensaje de Jesús a quien él quiere corregir, en nombre de una tradición que interpreta la revelación del Hijo de Hombre como triunfo sobre todos los otros poderes (cf. Mt 4, 1-1; Lc 4, 1-11).

En este contexto no se puede oponer la maldad de Pedro a la bondad de Jesús, sino trazar mejor la novedad y consecuencias del nuevo mesianismo de Jesús, que le lleva de Galilea a Jerusalén por caminos nuevos, aún no recorridos. Tanto Jesús como Pedro están al servicio del Reino, pero de modos distintos:

Pedro quiere “mando” con (por) Jesús,buscando un tipo de autoridad que a su juicio es buena (limpia, legal), para realizar así, desde el poder, una serie de cambios, para trasformar la vida de los hombres, en clave de justicia y conseguir de esa manera el triunfo nacional israelita. Pero Jesús rechaza a Pedro, le llama Satanás (tentador) y sitúa su propuesta en la línea del Diablo de Mt 4 y Lc 4). La estrategia mesiánica de Pedro es coherente en una línea de liberación eclesial (humana) por la fuerza, desde la perspectiva de un Dios de Poder. Pero, Jesús dice que esa estrategia forma parte de una toma de poder humano, que no responde a la intención más profunda del Reino («tus pensamientos son de los hombres, no de Dios»: Mc 8, 33).

Jesús no proclama el Reino (ni edifica su Iglesia) tomando el poder, sino sirviendo a los demás (en perdón y regalo de amor), sin imposición, jerarquía y dominio, sino en comunión por la palabra, en gesto de encarnación y servicio, desde abajo, a partir de los pobres (con ellos). El Reino vendrá, pero no puede instaurarse a la fuerza, porque su principio no es la fuerza, sino el engendramiento de amor, por la Palabra (parábolas), de forma que no puede imponerse, sino sembrarse en amor, como hace Jesús, dando su vida y muriendo, conforme a una dinámica que él, Jesús, ha ido descubriendo en la experiencia de su propia vida. Por eso, se opone se opone a la dinámica de Pedro, que también puede fundarse en la Escritura, pero conforme en una interpretación que a juicio de Jesús es falta.

 – Contra la lógica del poder. No se puede hablar de heroicidad y cobardía (Jesús héroe, Pedro un villano). En la línea de Pedro se puede ser héroe, como fue Judas Macabeo, un famoso guerrero judío que murió matando, en clave de poder, mientras Jesús aparece como anti-héroe, un cobarde, que no se atreve a luchar y vencer, sino que se deja derrotar como los cobardes.

Pedro quiere ser del partido de los vencedores mesiánicos, que se oponen por la fuerza a los enemigos, incluso con riesgo de perder la vida en la batalla, como Judas Macabeo… pero muriendo cono héroe.

IMG_0863Jesús se opone a ese partido de los héroes… No muere como héroe, sino como perdedor vencido, porque “ama” a los enemigos, quedándose en sus manos, dejando incluso que le maten, porque sólo así, en camino de no violencia activa puede llegar y llega el reino de Dios, como simiente sembrada en tierra, que tiene que morir para dar fruto.

Un proyecto social al estilo de Pedro requiere jerarquías militares (como las de Roma) o socio-eclesiales como las del templo de Jerusalén. En contra de eso, el proyecto de Jesús triunfa y se instaura a través de la palabra y la vida compartida). Jesús no espera la llegada de un Reino futuro más poderoso y más justo, en la línea de los sacerdotes de Jerusalén y de los soldados de Roma, sino que proclama e instaura un reino de servicio mutuo, en gratuidad y entrega de la vida, sin imposición de unos sobre otros.

Por eso, tras haber dicho a Pedro y a sus compañeros que se sentarán sobre doce tronos juzgando a las tribus de Israel (cf. Mt 19, 28), Jesús añade que no son tronos de poder como los de Dan 7, sino de entrega de la vida a favor de los demás. Un sistema de poder como quiere Pedro exige expertos, conforme a principios de poder militar, económico o jurídico y religioso (de templo), especialistas, que ocupen los puestos de mando de un organigrama de guerra, con poder económico, militar y religioso. Pues bien, en contra de eso, Jesús invita a sus compañeros a subir a Jerusalén sin soldados de imperio o sacerdotes del templo.

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Dios está en el dolor igual que en las alegrías.

Viernes, 18 de abril de 2025
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Georges-Rouault-CrucifixionVIERNES SANTO (C)

Jn 18-9

Las tres partes de la liturgia del Viernes Santo expresan el sentido de la celebración. La liturgia de la palabra nos pone en contacto con una realidad que queremos vivir. La adoración de la cruz nos lleva al reconocimiento de un hecho que tenemos que tratar de asimilar. La comunión nos recuerda que debemos comprometemos en la entrega.

No es nada fácil hacer una reflexión sencilla y coherente sobre el significado de la muerte de Jesús. Se ha insistido tanto en lo externo, en lo sentimental, que es imposible ir al meollo de la cuestión. No debemos seguir insistiendo en el dolor. El amor, manifestado en el servicio, es lo que demuestra su verdadera humanidad y, a la vez, su plena divinidad.

La muerte aporta una increíble dosis de autenticidad. Sin esa muerte y las circunstancias que la envolvieron, hubiera sido mucho más difícil para los discípulos dar el salto a la experiencia pascual. La muerte de Jesús es sobre todo un argumento definitivo a favor del amor. En la muerte, Jesús dejó claro que el amor era más importante que la vida.

La muerte en la cruz, analizada en profundidad, nos dice todo sobre la personalidad de Jesús. Pero también lo dice todo sobre nosotros mismos, si nuestro modelo de ser humano es el mismo que tuvo él. Nuestra tarea es descubrir en lo hondo de nuestro ser ese modelo.

La muerte no fue un mal trago que tuvo que pasar Jesús para alcanzar la gloria sino la suprema gloria de un hombre al hacer presente a Dios con el don total de sí mismo, viviendo para los demás. Dios está siempre y solo donde hay amor. Si el amor se da en el gozo, allí está Dios. Si el amor se da en el sufrimiento, allí está también Dios.

El hecho de que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que tenía que hacer, aunque sabía que eso ponía en peligro su vida, es la clave para compren­der que la muerte no fue un accidente, sino algo fundamental en su vida. La muerte no tenía importancia; pero el que le mataran por ser fiel a sí mismo y a Dios, es la clave.

La buena noticia de Jesús es que Dios es amor. Como no aceptamos un Dios que se da infinitamente y sin condiciones, no acabamos de entrar en la dinámica de relación con Él que nos enseñó Jesús. El tipo de relaciones de toma y da acá, que seguimos desplegando nosotros con relación a Dios, no puede servir para aplicarlas al Dios de Jesús.

Un Dios que nos exige deshacernos, disolvernos, aniquilarnos en beneficio de los demás, no para tener en el más allá un “ego” más potente, sino para quedar incorporados a su SER, que es nuestro verdadero ser, no puede ser atrayente para nuestra conciencia de personas individuales. Este es el nudo gordiano y es el Rubicón que no nos atrevemos a cruzar.

La muerte de Jesús deja claro que el objetivo de su vida fue manifestar a Dios. Si Él es Padre, nuestra obligación es la de ser hijos. Ser hijo es salir al padre, imitar al padre. Esto es lo que hizo Jesús, y esta es la tarea que nos dejó, si de verdad somos sus seguidores.

Al adorar la cruz esta tarde debemos ver en ella el signo de lo que Jesús quiso trasmitirnos. Ningún otro signo abarca tanto, ni llega tan a lo hondo como el crucifijo. Pero no podemos tratarlo a la ligera y como simple adorno. Tener como signo religioso la cruz, y vivir en el hedonismo más hiriente, indica una falta de coherencia que nos tenía que avergonzar.

 Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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“Y dio un fuerte grito” A propósito del relato de la pasión de Jesús (Lucas 22, 14 –23,56)

Viernes, 18 de abril de 2025
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la pasion de jesusBernardo Baldeón.

Madrid

ECLESALIA, 15/04/19.- No tenía dinero, ni armas ni poder. No tenía autoridad religiosa. No era sacerdote ni escriba. No era nadie. Pero llevaba en su corazón el fuego del amor a los crucificados. Sabía que para Dios eran los primeros. Esto marcó para siempre la vida de Jesús.

Se acercó a los últimos y se hizo uno de ellos. También él viviría sin familia, sin techo y sin trabajo fijo. Curó a los que encontró enfermos, abrazó a sus hijos, tocó a los que nadie tocaba, se sentó a la mesa con ellos y a todos les devolvió la dignidad. Su mensaje siempre era el mismo: “Éstos que excluís de vuestra sociedad son los predilectos de Dios”.

Bastó para convertirse en un hombre peligroso. Había que eliminarlo. Su ejecución no fue un error ni una desgraciada coincidencia de circunstancias. Todo estuvo bien calculado. Un hombre así siempre es una amenaza en una sociedad que ignora a los últimos.

Según la fuente cristiana más antigua, al morir, Jesús “dio un fuerte grito”. No era sólo el grito final de un moribundo. En aquel grito estaban gritando todos los crucificados de la historia. Era un grito de indignación y de protesta. Era, al mismo tiempo, un grito de esperanza.

Nunca olvidaron los primeros cristianos ese grito final de Jesús. En el grito de ese hombre deshonrado, torturado y ejecutado, pero abierto a todos sin excluir a nadie, está la verdad última de la vida. En el amor impotente de ese crucificado está Dios mismo, identificado con todos los que sufren y gritando contra las injusticias, abusos y torturas de todos los tiempos.

En este Dios se puede creer o no creer, pero nadie se puede burlar de él. Este Dios no es una caricatura de Ser supremo y omnipotente, dedicado a exigir a sus criaturas sacrificios que aumenten aún más su honor y su gloria. Es un Dios que sufre con los que sufren, que grita y protesta con las víctimas, y que busca con nosotros y para nosotros la Vida.

Para creer en este Dios, no basta ser piadoso; es necesario, además, tener compasión. Para adorar el misterio de un Dios crucificado, no basta celebrar la semana santa; es necesario, además, mirar la vida desde los que sufren e identificarnos un poco más con ellos.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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La Pasión del Señor. Ciclo C

Viernes, 18 de abril de 2025
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Pasión-del-Señor

 

“Jesús gustó el vinagre y dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.”

(Jn 19,30)

En la celebración de hoy proclamamos un largo texto del Evangelio de Juan, dos capítulos enteros. En ellos vemos todo lo que le sucede a Jesús desde la última vez que cena con sus discípulos hasta su muerte: la detención, los interrogatorios de Anás y de Pilato, la negación de Pedro, la crucifixión.

Son unos momentos que solamente Jesús vive con serenidad, con la confianza de estar cumpliendo la voluntad de su Padre. Jesús no pierde la vida, no se la quitan, sino que la entrega, y al hacerlo da su Espíritu a la humanidad. Si durante su vida había vivido en Dios y para los demás, su muerte también es entrega, porque es confianza en un proyecto más grande que su propia vida, el de su Padre, y porque da vida a los demás.

Jesús en la cruz es más vulnerable que nadie. La imagen de él crucificado es la expresión más clara de cómo ha vivido: con los brazos abiertos porque ya no hay nada que proteger, que poseer, que guardar, que retener; ya no hay temor a perder; ya no hay huida.

Hasta el último momento se preocupa de que no se pierda nadie de quienes Dios le ha confiado, y crea una nueva familia, su familia, al poner juntos a su madre y al discípulo amado.

En la muerte de Jesús, que es entrega de su vida, nosotros ya comenzamos a recibir Vida. Y todo esto se acabará de cumplir a primera hora del domingo, cuando Jesús recuperará su vida transformada y para siempre.

Oración

Padre, que la contemplación de Jesús en la cruz nos haga personas más entregadas y confiadas en ti. Que sintamos que a los pies de la cruz, con los ojos fijos en él, todos somos hermanos y hermanas, familia por tu Espíritu Santo.

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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Reflexión de Viernes Santo

Viernes, 18 de abril de 2025
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viernes-santo

 

¿Y quiénes somos?

Somos personas “capaces de Dios”, que decía san Agustín, es decir, capaces de asumir y aceptar, de encarnar al propio Dios.

No hay ni un solo trazo de la huella humana que no esté traspasado por la presencia de Dios. Ni un solo espacio, ni el más mínimo momento existen sin que Dios los haya “perforado” por su presencia. Es más, nada existe fuera de su presencia.

Dicho esto, y visto al Jesús humano capaz de pronunciar hágase  día tras día desde aquel hágase a dos voces de María, podemos deducir que somos expresión de Dios, semillas de su existencia, semillas buenas, claro, que a veces caemos en tierra no tan buena.

Cada una de las que estamos aquí somos personas llamadas a entregar la vida, a abrir los brazos en la cruz de la fidelidad y de la coherencia.

“Echarse en los brazos de Dios”.

Así con esto, con este reto que resulta de descubrir quién ese hombre tan increíblemente apasionado por la vida que fue capaz de entregar la suya para hacer eterna la nuestra, con este reto producido por la sorpresa al saber que somos parte de Dios… ¿qué hacemos con Cristo muerto, colgado de la cruz?

El Cristo de los brazos abiertos, que acoge en su gesto todo el dolor de la historia, el pasado y el futuro.

Cristo muere abrazando, de nuevo, el hágase del comienzo de su vida, cuando se reconoció como Hijo de Dios.

Desde la cruz, Jesús, desnudo como cuando nació, no oculta su debilidad, su fracaso; su sed es expresión de vulnerabilidad, de necesidad.

¿En los brazos de este hombre es donde queremos echarnos?

Sí, son los brazos de la libertad, de la acogida y del perdón. Los brazos que muestran un hueco infinito de reconciliación, de oportunidad y de vida eterna. En ellos cabemos todas y todos, sin fricciones ni negatividades. En sus brazos caben nuestros sueños, nuestras pequeñeces,… porque ocupamos un espacio de confianza, de sabernos en casa.

 

  Si quieres leer la reflexión entera pincha aquí.

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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Viernes Santo: tres meditaciones sobre el Evangelio de San Juan 18, 1—19,42.

Viernes, 18 de abril de 2025
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imageDe su blog Kristau Alternatiba (Alternativa Cristiana):

Ecce Homo! 

En Jesucristo, Dios vivió la experiencia de la humanidad desde dentro, haciendo que la alteridad del hombre acontezca dentro de sí mismo. Hipólito de Roma escribe: «Sabemos que el Verbo se hizo hombre, de la misma materia que nosotros (¡hombre en cuanto hombres somos!)». Jesús de Nazaret interpretó, narró e hizo visible a Dios en el espacio humano: “Ecce homo! ¡Aquí está el hombre!” (Jn 19,5). Él dio sentidos humanos a Dios, permitiendo a Dios experimentar el mundo y la alteridad humana, y permitiendo al mundo y al hombre experimentar la alteridad de Dios.

La corporeidad es el lugar esencial de esta narración que hace de la humanidad de Jesús de Nazaret el sacramento primordial de Dios. El lenguaje de Jesús, y en particular la palabra, pero también los sentidos, las emociones, los gestos, los abrazos y las miradas, las palabras impregnadas de ternura y las invectivas proféticas, las instrucciones pacientes y las duras reprimendas a los discípulos, el cansancio y la fuerza, la debilidad y las lágrimas, la alegría y el júbilo, los silencios y los retiros en soledad, sus relaciones y sus encuentros, su libertad y su parresía,…, son destellos de la humanidad de Jesús que los Evangelios nos permiten vislumbrar a través de la ventana reveladora y opaca de la palabra escrita. Y son reflejos luminosos que permiten al hombre contemplar algo de la luz divina.

La alteridad y la trascendencia de Dios fueron “evangelizadas” por Jesús y traducidas al lenguaje y a la práctica humana. Es la práctica de la humanidad de Jesús quien narra a Dios y abre un camino para que el hombre se acerque a Él. «A Dios nadie le ha visto jamás; el Hijo Unigénito… lo ha declarado (exeghésato)» (Jn 1,18), revelado de una vez por todas, de manera definitiva.

Por eso el cristianismo exige que Jesús sea conocido a través de su vida narrada y testimoniada en los Evangelios por aquellos que estuvieron implicados en su historia, los discípulos, hechos «servidores de la Palabra» (Lc 1,2). Sólo a través de este conocimiento podremos también creer en Él hasta amarlo, hasta confesarlo como «Señor», «Hijo de Dios», «Salvador», y llegar así a la fe en Dios, al conocimiento del Dios vivo y verdadero.

Por eso creo que es un grave riesgo para los cristianos deificar a Jesús antes de conocer su existencia humana concreta. De hecho, si no conocemos la humanidad de Jesús, a través de los Evangelios, terminamos creyendo en él como una realidad imaginada y construida por nosotros.

En el hombre Jesús, la condición de Dios sufrió una kénosis, un vaciamiento: Él, que tenía la forma de Dios, se despojó de su igualdad con Dios (cf. Flp 2, 6-7), y esto sucedió de tal manera que en la vida de Jesús no se vio nada más que su humanidad, una humanidad en condición de siervo «hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2, 8). Su condición de Dios quedó, por así decirlo, “entre paréntesis”, y Jesús era hombre, un hombre como nosotros, sujeto a nuestra limitada condición mortal.

Sí, Jesús vivió su existencia terrena como un hombre pobre y frágil, exactamente como los hombres con los que entró en relación. El Hijo entró en la historia como hombre, plenamente hombre: un hombre capaz de hacer de su vida una obra maestra de amor.

En respuesta a esta humanización de Dios en Jesucristo, la fe es un acto humano. Es un acto de libertad humana, un acto vital de toda la persona, un acto que implica entrar en una relación y es un acto en progreso, que se produce y se desarrolla en el tiempo.

Es ante todo confianza, confianza en la vida, confianza en los demás. Confianza en lo humano que hay en cada ser humano y en lo cual consiste la imagen y semejanza de Dios. Humanidad que, como imagen de Dios en el hombre, es un don, y como semejanza, es responsabilidad del hombre.

En su práctica de humanidad, Jesús fue capaz de despertar, crear confianza y así generar vida y dar vida. En sus encuentros despertaba la subjetividad de las personas que conocía y valoraba su humanidad, su rostro y su nombre, es decir, las manifestaciones de su singularidad e irrepetibilidad. ¡Cuántas veces decía: «¡Tu fe-confianza te ha salvado!» (Mc 5,34 y par.; 10,52; Lc 7,50; 17,19; 18,42; cf. también Mt 8,13; 15,28)!

Hoy en día, la tarea que se les pide a los cristianos es abrazar la fe como camino de humanización y como camino de confianza y de sentido. Una tarea nueva y antigua al mismo tiempo: decir Dios a los seres humanos a través de una práctica de humanidad inspirada en la humanidad de Jesús de Nazaret.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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Jesús dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,25-27)

Y Jesús dijo al discípulo: He ahí tu madre. Pero las palabras exactas del Evangelio son: «Mira: ¡es tu madre!» Y este verbo, este imperativo, se dirige a cada discípulo: «Mira, vuelve tus ojos, mantén tu mirada fija en María».

Es el último mandamiento que el Señor moribundo nos deja a cada uno de nosotros: “Si quieres ser discípulo, mira a María, aprende de Ella, de sus gestos, de sus palabras, de sus silencios; déjate educar y formar por Ella, como lo hace toda madre con sus hijos. Y repetir su escucha, su alabanza, su cuidado, su fuerza, su capacidad de seguir siendo madre cuando un hijo muere y le es dado otro hijo”.

El Viernes Santo nos invita a la contemplación de María, la Mujer, la Madre, la Señora del Dolor. Pero no es en el dolor de María donde fijamos nuestra atención, sino en el dolor del mundo, en el peso inmenso de las lágrimas que pesa sobre la tierra y en la esperanza que parece mortalmente herida.

El Calvario no es sólo una colina a las afueras de Jerusalén, sino el mundo entero es una colina de grandes y pequeñas cruces plantadas.

Pero cuando todo muere, cuando todo se vuelve negro en el Gólgota, Jesús habla palabras de vida. Él dice “Madre”. Él dice “Hijo”. Habla de generación y cariño y vida que vuelve a fluir.

En el Calvario, Jesús ora a un hombre y a una mujer para que reconectan el hilo roto de la vida. En el colmo del dolor, no son los hombres los que rezan a Dios, sino que es Dios quien reza al hombre y le dice: «Conquista los ojos de una madre, mira con los ojos de un hijo: ¡son ellos, ojos de madre y ojos de hijo, los únicos que ven verdaderamente!». Dios llama al hombre en el Calvario, para que el hombre convierta su modo de ver el mundo y el corazón con el que vive en el mundo. Porque cambia las manos con las que toma y da la vida y la muerte.

En el día del gran dolor nos aferramos a Dios. En cambio, en el Calvario, es Dios quien se aferra a nosotros, a esa parte sana y buena, a esa parte cariñosa y fuerte, a esa porción de confianza, sí, a lo más fuerte —el instinto, la energía, el amor—, a lo más fuerte que existe en la tierra: la relación madre-hijo. Para reconstruir desde allí un camino que vaya más allá de las infinitas cruces.

Leemos en la Biblia que Dios originalmente “creó al hombre a su imagen y semejanza“. Pero si buscamos la semejanza con Dios entre los hombres y su conducta, regresaremos con el corazón vacío. Tal vez deberíamos decir que Dios creó en el hombre sólo un esbozo de su imagen, apenas unas líneas, pronto interrumpidas, inmediatamente asediadas por el mysterium iniquitatis, el misterio de la iniquidad. Es algo que nos sobrepasa, que viene de antes de nosotros, pero que después nos encuentra y nos envuelve, porque el gran misterio de la iniquidad es que los malvados creen que hacen el bien. El terror cree que está destruyendo al gran Satanás, la fuente de la iniquidad de la historia. Éste es el gran misterio.

Pero retomemos ese esbozo de imagen, tomándolo del Calvario y buscando los rasgos de Dios en el misterio de la cruz. Y admiremos a la Madre si queremos crecer. Entonces creemos en nuestra contribución al mundo. Aportaremos una pequeña piedra a la construcción de algo. No queremos destruir ni derribar, sino construir y plantar. Queremos plantar olivos y viñas que den fruto mañana o dentro de cinco o diez años, incluso cuando los escombros parezcan cubrir todo a nuestro alrededor y sigan soplando vientos de hambre, de guerra,…, de dolor y de injusticia.

Debemos discernir los rasgos del rostro de Dios, incluido ciertamente el Dios justo, el Dios que nos libera del mal. Pero sobre todo el mysterium salutis debe oponerse al mysterium iniquitatis. La respuesta es Jesucristo.

Volvamos pues al Calvario, a Jesús, que nos confía una vocación. Al pie de la cruz se encuentra la primera célula de la Iglesia, María y Juan. Lo que se les dice a ellos se dice a toda la Iglesia. Jesús también nos dice: «He ahí a tu hijo». Nos lo dice cada uno de nosotros, señalando a quien camina junto a nosotros en la existencia: «He ahí a tu hijo».

A cada uno le repite: «Aquí está tu madre», indicando a toda aquella que un día nos ayudó a vivir, a innumerables madres en nuestra existencia, a toda aquella que todavía hoy nos sostiene en la vida.

Hijo y madre de toda criatura, éste es el hombre de Dios. Hijo y madre de toda vida, éste es el discípulo de Jesús. Y nuestra vocación es custodiar, proteger, cuidar, amar, “llevar a María” y a todos aquellos que fueron nuestra Madre “entre nuestras cosas queridas”. Como lo hizo Juan.

Todos tenemos una tarea suprema: proteger con nuestra vida la vida, especialmente allí donde la vida languidece y está a punto de extinguirse. Esto nos permite ser, allí donde vivimos, rescatadores de heridos, pero también sanadores, al menos sanadores del mal de vivir que es el odio. El odio desgasta por dentro y luego incluso corrompe el cuerpo. El odio que se lleva dentro siempre acaba aplastando.

Nuestra vocación es la maternidad. Es estar con María junto a las infinitas cruces de la tierra, donde Jesús está todavía crucificado en sus hermanos, para llevar consuelo y trabajar por la redención, y luchar contra el mal. “La creación todavía está en dolores de parto” (Rom 8,22).

El mundo es un grito inmenso, pero también un nacimiento inmenso.

Sin embargo la conciencia de ser portadores de energías que liberarán a la creación de la esclavitud de la iniquidad para introducirla en la libertad de los hijos de Dios, nos da la esperanza y la alegría prometida por Jesús y que nadie nos puede quitar.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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Todo está cumplido

En este día del Viernes Santo, los cristianos de toda la tierra escuchan la historia de la Pasión y muerte de Jesús, su Kýrios, el Señor. Son los cuatro Evangelios los que nos ofrecen esta larga narración, desproporcionadamente larga en comparación con la historia de la vida de Jesús.

Hoy escuchamos el testimonio del cuarto Evangelio (Jn 18,1-19,37), el testimonio del discípulo amado que siguió a Jesús desde su captura en Getsemaní hasta su crucifixión. Es un testimonio en el que el recuerdo de los acontecimientos ha pasado por una profunda meditación y contemplación, gracias a la fe en el Crucificado-Resucitado, gracias a una práctica litúrgica en la que el Resucitado se mostró siempre con los signos de esta Pasión: las llagas en las manos y el pecho traspasado (cf. Jn 20,20). Leer más…

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Paréntesis de las mujeres

Viernes, 18 de abril de 2025
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95_Maria-y-las-santas-mujeres-junto-a-la-cruz_350Viernes Santo-2018

Jn 18, 1 -19,42

Cuando el sentido común desaparece y el ambiente se crispa hasta el punto de ir contra la esencia de lo bueno, lo amable, lo respetuoso y lo empático, es cuando la espada se esgrime y comienza la bacanal de la violencia. En ese punto se desboca por dentro el deseo profundo de ser invisible.

Es el tiempo de los que aparecen, sin dar la cara, de los que manipulan desde el poder religioso: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo”. Es el tiempo de la política religiosa manejando desde las tinieblas.

Cuando la violencia campa a sus anchas, surge la sensación interior de esfumarse sibilinamente: “No eres tú también de los discípulos de ese hombre”. ¡Ay, Pedro, querías que te tragara la tierra! ¡Tú, que levantaste la espada!: “No lo soy… no lo soy…”. Dos negaciones y una más, hasta que el gallo te despertó y viste de qué estabas hecho.

Quizás Jesús te vio cuando le llevaban de un lado a otro y sus ojos quisieron establecer contacto con los tuyos, buscando esa íntima comunicación de los que han vivido conversaciones sin palabras y complicidades a distancia que no necesitan sonidos. Pero tu cara debía ser una máscara desfigurada por el terror. Sin luz, sin vida… no pudiste aguantar su mirada y tus ojos tocaron el suelo.

A Jesús se le debió helar la sangre y una escarcha gélida oprimiría su corazón: ¡Pedro, hermano, tres veces me dijiste: “Señor, tú sabes que te quiero”!

Cuando la certeza de haber traicionado invade el corazón, éste se hace trizas y chorros de lágrimas brotan intentando lavar el miedo que llevó a negar a quien más se ama.

Cuando el poder político se asusta a la hora de impartir justicia, la de verdad, la que no se deja manipular poniendo oídos a los oportunistas… “si sueltas a ese, no eres amigo del César (…) no tenemos más rey que el César, es fácil matar a un Inocente y a millones.

Es entonces cuando se instaura el régimen del miedo y muchos desaparecen viendo que si al Maestro le hacen lo que le hacen, los que le siguen tendrán problemas. Eclipse de discípulos.

Cuando la injusticia, la sinrazón, la negación, la traición y la tortura llegan al culmen, se corona el monte Calvario.

Poca gente acompaña en la cima. Poca gente se deja ver en el espacio de las muertes injustas. Poca gente quiere salir en la foto de los miles de Calvarios que hoy hay activos en nuestro mundo. Son pocos los que no se ponen el disfraz de invisibilidad ante el sufrimiento humano y dan un paso hacia delante acompañando, ayudando, intentando salvar y denunciando situaciones, mientras asumen el gran peligro que corren.

¿Quiénes acompañaron a Jesús en el Vía Crucis y en el Calvario?

Un colectivo que no tuvo el impulso de pasar a la invisibilidad por miedo a lo que estaba ocurriendo. No tenían protagonismo alguno, ni derechos… eran invisibles todos los días.

¿Quién es ese colectivo que, en el orden social, sólo tenía a los niños detrás?: las mujeres. Y allí estaban “junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María, la Magdalena”.

Ellas abren un paréntesis desde lo que parecía el final de una maravillosa historia de Amor de Dios a la humanidad convertida en suplicio y muerte, que se cierra en poco después, en un extraño principio que parte de un oscuro y tenebroso sepulcro.

En ese paréntesis están las que, seguro, segurísimo, prepararon la Cena del Jueves y se quedaron recogiendo. Las que le siguieron en el Vía Crucis… mujeres anónimas que escucharon sus palabras a lo largo de los tres años de misión, mujeres que se sintieron consoladas, que recobraron su autoestima, que comprendieron que el Dios de Jesús, era el Padre del que hablaba.

Pero no olvidamos que “Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba…”. Sí, el más joven, según dicen, el que no tendría tantos planes y expectativas en el futuro Reino, ni tanta voz y voto como los mayores; ese eligió el amor y llegó a pie de cruz, recibiendo el bello encargo de cuidar en su casa a María, madre de Jesús.

Juan se insertó en ese paréntesis donde todo parece trastocado, que sólo entra quien vive desde el Amor y la Fe, y al que muchos… ¿muchos?… todos estamos invitados.

Mari Paz López Santos

www.pazsantos.com

Fuente Fe Adulta

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Trágico, oscuro y violento.

Viernes, 18 de abril de 2025
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Traer a la memoria a un hombre que es torturado y llevado a su muerte violenta, contemplar a una madre que sufre por su hijo… son recuerdos del pasado que bien reflejan algunos de los dolores más profundos de este mundo. Mirar con ojos compasivos y amorosos las situaciones de dolor más angustiantes nos abren a una realidad cósmica y universal: el dolor, el sufrimiento, la violencia, la muerte…. forman parte de la vida. No es posible minimizar su impacto.

La celebración del Viernes Santo nos adentra en esta profundidad del mal y del sufrimiento de una manera cruda y hasta desencarnada: los inocentes sufren y cargan con esta realidad. No hay culpa ni responsabilidad. Solo hay un hacerse cargo, en toda su hondura, de la realidad con todo lo que tiene de bello, bueno y verdadero y con todo lo que tiene de trágico, oscuro y violento. No hay palabras de consuelo. Hay abandono incluso de lo que parecía estar siempre allí.

Las últimas palabras de Jesús antes de su muerte, según el cuarto evangelio, son “Todo se ha cumplido” (Jn 19,30). La vida de Jesús se orientaba a “su hora”, pero esta llegaría una vez que se cumpliera todo lo que él deseaba realizar. La hora llega en el instante justo, momento de realización y plenitud de su vida como acontecimiento salvífico. Es un cierre, en su caso sumamente violento y violentado, de una vida realizada y completa (ya que todo lo deseado se cumplió). Incluso su cuerpo muerto, en el evangelio de Juan, sigue siendo fecundo: ofrece sangre y agua de su costado.

Todo se ha cumplido”. Esta frase es un ejemplo de que, incluso frente a situaciones extrañas y extremadamente oscuras, nada detiene el devenir de una misión. Todo lo contrario, sea cual sea la realidad, el lugar propio de una misión se encuentra en la profundidad de la vida, sea esta resplandeciente u oscura, pacífica o violenta, alegre o trágica. Porque “la vida era la luz de los hombres; la luz resplandece en la oscuridad, y la oscuridad no pudo sofocarla” (Jn 1, 4-5).

Paula Depalma

Fuente Fe Adulta

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Inclinando la cabeza entregó su ESPÍRITU a la iglesia naciente: la madre y el Discípulo Amado

Viernes, 18 de abril de 2025
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cristo_crucificadoDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

18.04.2025 Tomás Muro Ugalde

Inclinando la cabeza, entregó el espíritu. (Jn 19,30)

Al pie de la cruz de Jesús estaban su madre, algunas mujeres y el Discípulo Amado. Es la comunidad cristiana naciente, la iglesia.

Jesús inclinando la cabeza entregó su espíritu, que no es entregar el alma a Dios, sino que Jesús entrega su Espíritu a la comunidad cristiana.

Podemos pensar que Pentecostés en la tradición de S Juan acontece a la muerte de Jesús en la cruz, al pie de la cruz. Jesús nos entrega su aliento vital, su espíritu.

Es el mismo Espíritu Santo, espíritu bueno por el que nació de María. Es el mismo Espíritu que le impulsó al desierto de la vida a vencer las fuerzas del mal. El mismo Espíritu que le envió a la misión para sanar, curar, liberar: El Espíritu está sobre mí, (Lc 4). El mismo Espíritu en el que hay que adorar a Dios como le dijo a la mujer samaritana, (Jn 4): no en templos de piedra: Garizin o Jerusalén, sino en Espíritu y verdad. El mismo Espíritu presente en las bodas de Caná (Jn 2). El pueblo se había quedado sin vino, sin amor, solamente tenían agua y piedra (tinajas): las leyes de las piedras del Sinaí. Normas y ritos. Jesús transmite a su pueblo un nuevo vino de amor, un nuevo Espíritu. Agua (bautismo: nueva vida) y sangre (amor y redención)

 A la muerte de Jesús, de su costado brota agua y sangre, podemos ver el mismo simbolismo de las bodas de Caná: Jesús inclinando la cabeza, nos entrega su Espíritu.

¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha resucitado y está a la derecha de  Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom 8).

Contemplemos al que traspasaron.

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“Vía crucis de los pobres y migrantes”, por Juan Simarro Fernández

Viernes, 18 de abril de 2025
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A man sleeps on a sculpture of a figure called 'Homeless Jesus' in front of the Archdiocese of Washington Catholic Charities offices in Washington, on September 16, 2015. Photo courtesy of REUTERS/Jonathan Ernst *Editors: This photo may only be republished with RNS-POPE-HOMELESS, originally transmitted on Sept. 24, 2015. Foto Jonathan Ernst

Inmigrantes: El multiforme rostro de Dios

Vivimos en un país en donde hay personas que, en esta Semana Santa, se van a centrar más en el dolor que en la alegría de la resurrección. Parece que a la gente le gusta en España la celebración del dolor y del sufrimiento. Muchos cofrades celebrarán en España las catorce estaciones del Vía Crucis. Pasean en procesión todo el sufrimiento de Jesús. Es más, muchos quieren participar de él: se dan latigazos, cargan cruces pesadas pero a veces se olvidan del dolor y sufrimiento del hermano.

Primera estación: Huerto de los Olivos. Ellos, los pobres, también se han angustiado en su Huerto de los Olivos, quizás muchos han tenido su alma triste hasta la muerte antes de tomar la decisión de subirse a una patera o a un cayuco… o a un avión. Es la primera estación del vía crucis de los pobres.

Segunda estación: El Beso de Judas. Muchos de los pobres del mundo aguantan su soledad al haber sido traicionado por el Judas de nuestro tiempo, adorador del dios Mammón, dios que acumula capitales desequilibrando el mundo. Seguidores de Mammón que, a veces, dicen que no se olvidan de los pobres y que rezan u oran en las iglesias. Rezan u oran también ante sus opulentas comidas diciendo que se acuerdan de los pobres. Es el Beso de Judas. La 2ª estación

Tercera estación: La condena del Sanedrín. Los pobres, tanto los países como las personas, han sido condenados por el Sanedrín acumulador contemporáneo de los países ricos. Estos usan sus materias primas, aseguran su bienestar con los cobros de la deuda externa. Los pobres han sido condenados a ser los excluidos de la tierra, un remanente sobrante que llega a estorbar a los que detentan el capital. La condena dictada por el Sanedrín opulento es la tercera estación de su vía crucis.

Cuarta estación: La negación del pobre. Cuando el hambre acucia, cuando no se tiene una vivienda digna, cuando no se tiene acceso a un trabajo capaz de sustentar a la familia, se sale de los países de origen y se emigra. Llegan a las sociedades ricas y éstas les reciben. Los necesitan, los usan… los explotan o se les rechaza con brotes xenófobos o racistas. Se les niega. Es la negación de Pedro, pero sin arrepentimiento. Es la cuarta estación de los sufrientes del mundo.

Quinta estación: El juicio. Los pobres son juzgados por los políticos, por los Pilatos de nuestro tiempo. Juzgan, condenan y, después, se lavan las manos. Hay políticos que hablan de los peligros de la inmigración, de la inseguridad, de expulsiones, de controles. Son los resultados de un juicio político… juzgados por el Pilatos de nuestro tiempo. Es la quinta estación. El juicio a los pobres y migrantes del mundo.

Sexta estación: La flagelación. Jesús fue flagelado, pero muchos pobres también. Apaleados y pateados en el Metro como vimos en los telediarios. ¡Cuántos apaleados que no graban las cámaras de seguridad! Flagelados de mil formas, con las miradas, con las palabras, con las exclusiones… Es la sexta estación del vía crucis de los pobres. Tienen que soportar durante esta estación, su pesada y dolorosa corona de espinas.

Séptima estación: Tienen que cargar con la cruz, con la pesada carga que no quieren llevar los ricos del mundo, con trabajos que ellos, los satisfechos y ahítos, no quieren hacer ni encuentran quienes los hagan. Hoy muchos pobres tienen que cargar con la cruz, por un poco de dinero y, quizás, sin seguridad social, ni vacaciones, ni pagas extra. Es la séptima estación del vía crucis de los pobres cargando con la pesada cruz. Espaldas cansadas, brazos agotados, cansancio, mala alimentación. Triste estación.

Octava estación: Cirineo. Un punto de descanso, de solidaridad. También hay Cirineos en el mundo que intentan ayudar a llevar la cruz. Las ONGs, algunas iglesias, algunos creyentes… algunos ateos y humanistas del mundo. Es la mano tendida en medio del vía crucis. Hoy también, afortunadamente, Cirineo se mueve por el mundo, siendo las manos del crucificado, siendo los pies del Siervo Sufriente. Es la octava y bendita estación dentro del vía crucis de los pobres.

Novena estación: El llanto. Las mujeres de Jerusalén llorando ante Jesús que carga con la cruz. Coro de mujeres que se lamentan y dejan correr sus lágrimas por sus mejillas. Yo no sé si hoy falta este coro de mujeres que lloren por el mundo. Necesitamos esta novena estación. Es la estación del llanto, la del grupo que une sus lágrimas a las de los sufrientes del mundo. No lloréis sólo por los sufrientes, llorad por vosotras mismas. Cuando un niño se muere de hambre en el mundo, algo de vuestros hijos perdéis. Llorad por vuestros propios hijos, los coetáneos de los que mueren por el hambre o la desnutrición. Que no falten las lágrimas de esta estación novena

Décima estación: Es el momento del Jesús crucificado. Jesús en su agonía. ¿Cuántos de los pobres del mundo estarán pasando ya por esta estación? Los clavos ya clavados, las manos y los pies ya sangrantes. ¡Cirineo, ayúdanos! Pero hasta ahí ya no puede llegar el Cirineo. Es la estación de la ejecución de la condena. La décima estación. El niño va a morir, el adulto no va a llegar a los cuarenta años, ha envejecido prematuramente y ya está en la cruz esperando la muerte. ¿Dónde está la justicia?

Décimo primera estación: El buen ladrón tiene premio. Apelemos a la conversión de los ladrones del mundo, que se conviertan y compartan.

Décimo segunda estación: A los pies de la cruz. La madre y el discípulo amado al pie de la cruz. La necesidad de los que aman. El discipulado, el seguimiento de Jesús. No dejemos solos a los que sufren. Pongámonos a los pies de su cruz particular.

Décimo tercera estación: La muerte. Jesús muere. Su figura crucificada nos anima a no permitir que mueran impunemente más inocentes. ¿Cuántos pobres y migrantes han muerto hoy? ¿A cuántos se les ha matado su dignidad o su autoestima en este día?

Décimo cuarta estación: La tumba. Jesús es depositado en un sepulcro nuevo. Con los ricos fue en su muerte. Muchos pobres no tienen ni siquiera esta estación. Son lanzados al mar desde las pateras o los cuervos se comen sus carnes. Hoy los abismos del mar sienten nauseas por tanta muerte. Fin del vía crucis.

¿Marca el fin este vía crucis? ¡No! El vía crucis no marca el fin. Sigamos andando hasta la resurrección. Sería un error quedarse ahí. ¡Hay esperanza! Jesús resucitó y nos llama a ser sus discípulos en medio de un mundo de dolor.

El vía crucis debe ser derrotado, el Reino de Dios ya está entre nosotros y puede tener su acción en el mundo a través de sus hijos solidarios, activos y comprometidos. Señor, ayúdanos a eliminar el vía crucis de los pobres del mundo. Lo queremos hacer por ti, Señor. Que la memoria del crucificado nos lance al amor y a la solidaridad, que nos sintamos movidos a misericordia. Estamos en tiempos de resurrección. Tu muerte es la que puede dar vida al mundo, pero mientras no terminemos con el vía crucis de los pobres, no seremos nosotros tampoco felices. La primavera no habrá llegado. Tendremos nuestro personal vía crucis ¡Ven, Señor Jesús!

Fuente Redes Cristianas

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Viernes Santo. Oración universal.

Viernes, 18 de abril de 2025
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cristo-crucificado-con-hombre-con-cruz-2Hermanos y hermanas, en Jesús crucificado queremos contemplar a todos y todas las crucificadas de nuestro mundo. Este día es para poner en el corazón del Padre y en nuestro corazón toda expresión de sufrimiento, injusticia y muerte. Respondemos:

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Nos ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre cuando preferimos vivir en nuestra zona de confort siendo cómplices del mal vivir de tantos y tantas. Cuando suplicamos tu perdón y no perdonamos a quienes necesitan o esperan una palabra o un gesto reconciliador por nuestra parte. Que la paz de nuestro Padre Madre llegue a cada corazón atormentado por la culpa, por las heridas en el alma… Que acertemos a reconciliarnos con nuestras torpezas, con nuestros intentos fallidos, con nuestro servicio interesado, con nuestro amor egoísta….

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre a todos los hombres y mujeres que están agonizando en un hospital, en una residencia, en su casa o en algún rincón sin techo en nuestro mundo. A cada uno y cada una que vive sin horizonte ni esperanza a causa del maltrato de su pareja; a los que arriesgan su vida subiéndose a un cayuco en busca de una vida un poco mejor; a quienes tienen por único cobijo el cielo en el campamento de refugiados; a los que padecen dolores insufribles por enfermedad; a los que no esperan ni tienen a nadie que esperar…

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre a todas las madres que sufre a causa de la enfermedad de sus hijos; a las que han hipotecado su vida para cuidar del hijo discapacitado; a las que ven morir a sus hijos sin poder amamantarles; a las que lloran sin consuelo porque sienten sus vidas injustamente sentenciadas. A las que pierden al esposo y se sienten perdidas sin saber cómo vivir. A las mujeres explotadas sexualmente, a las que luchan por salir del infierno del maltrato y a las que no se atreven a denunciar y siguen sufriendo en silencio. A cada mujer que ha perdido la vida en nombre del falso amor. A tantas mujeres invisibles en sus puestos de trabajo, a las no reconocidas en su entrega silenciosa y generosa en favor de los demás; a las mujeres apartadas de los cargos en la Iglesia; a las que no tienen ni voz, ni voto, ni derechos ni futuro.

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?

Ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre a los hijos e hijas abandonadas a su suerte a causa de las adicciones de sus padres; a los niños y niñas abandonadas en los orfanatos de medio mundo; a los que son explotados sexualmente o terminan como mercancía en el oscuro comercio de órganos. A los hombres y mujeres abandonadas en las calles de nuestras ciudades, condenadas a la exclusión por falta de recursos económicos, intelectuales, afectivos o sociales. A los hombres y mujeres mayores abandonados en las residencias que esperan sin recibir la visita y el cariño de los suyos.

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Tengo sed.

Ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre esa parte de nuestro mundo que muere por falta de agua. También a aquellos que tienen sed de justicia mientras están privados de libertad en las cárceles; a los que tienen sed de igualdad porque sufren discriminación por sexo, religión o color de la piel. A los que tienen sed de amor porque nadie les ha amado y sueñan con sentirse alguien para alguien algún día. A los que tienen sed y necesidad de paz porque el ruido de la violencia es su música de fondo. A las víctimas de las guerras, a los que han muerto, a los que lloran su ausencia …

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Todo está cumplido.

Ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre a cuantos necesitan experimentar la vida más allá del cumplir con la ley, con las normas o con lo considerado como correctamente establecido. También a todos y todas las que buscan en el cumplimiento su seguridad, la aprobación del otro. A los que anhelan una vida con anchura de mente y corazón, más allá de cualquier ley de orden social, político o religioso. A los que han entendido que la ley es para el ser humano y no el ser humano para la ley. A los que dictan y legislan las leyes que no buscan el bien de los más desfavorecidos.

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vida

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Ponemos en el corazón de nuestro Padre Madre a nuestra querida comunidad eclesial, en tantas ocasiones, atrapada en sus propias estructuras, rituales, lenguaje y formas. Al Papa Francisco en estos momentos de especial fragilidad. A cuantos anhelamos vivir bajo el soplo del Espíritu. A los que nos encomendamos con confianza al corazón de Dios. A los que hemos tenido la inmensa fortuna de conocer a Jesús y nos sentimos hoy desconcertados al verle en la Cruz. A los que día a día somos conscientes de nuestra fragilidad y buscamos la fuerza del soplo del Espíritu para crecer en humanidad.

(Breve silencio)

Queremos ser misericordia, esperanza y vid

Vicky Irigaray

Fuente Fe Adulta

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Insoportable: Asesinato de hombre gay en Chigorodó, Colombia, hace el número 30 en este año…

Viernes, 18 de abril de 2025
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IMG_0950Caribe afirmativo comunica en su perfil de X :

Lamentamos profundamente el asesinato de Ángel Miro, un hombre gay, en Chigorodó, municipio ubicado en el Urabá Antioqueño. Autoridades confirman que su cuerpo fue hallado en su vivienda acompañado de una nota amenazante.

En la noche del martes 16 de abril fue asesinado un hombre gay identificado como Ángel Miró Guisao en el municipio de Chigorodó, Urabá antioqueño. De acuerdo con información preliminar, el crimen fue perpetrado con un arma punzante que fue encontrada en la escena, y las autoridades ya tendrían identificado al presunto agresor.

Desde el Observatorio de Derechos Humanos de Caribe Afirmativo hemos registrado 30 casos de asesinatos de personas LGBTIQ+ durante el 2025. De esa cifra, más de la mitad de crímenes han ocurrido en el departamento de #Antioquia.

Hacemos un llamado a la @GobAntioquia a poner en marcha acciones urgentes y contundentes de prevención de violencias contra personas LGBTIQ+, pues hay una alta ocurrencia de homicidios y feminicidios contra personas sexo-género diversas en el departamento.

Los hechos están siendo investigados por las autoridades locales y la Fiscalía, mientras defensores de derechos humanos insisten en la urgencia de proteger a liderazgos sociales y poblaciones en riesgo en Chigorodó y otros municipios en Urabá. Se exige que se realice la investigación aplicando los lineamientos de la directiva 006 de 2023, dónde se parte de la premisa que el crimen está motivado por violencia por prejuicio.

En este contexto, se hace necesaria una alerta temprana de la @DefensoriaCol que inste la activación de políticas nacionales y locales para prevenir las violencias contra personas LGBTIQ+ en el territorio nacional.

A pesar de que en febrero la Fiscalía General de la Nación expidió la Directiva 006 de 2024, que ordena a fiscales y personal investigador aplicar un enfoque diferencial en los casos de violencia por prejuicio contra personas LGBTIQ+, organizaciones sociales denuncian que persisten la impunidad, la falta de protección a personas amenazadas y la ausencia de medidas preventivas eficaces en territorios con alta conflictividad.

Hasta el momento, no se ha emitido un pronunciamiento oficial por parte de la Alcaldía de Chigorodó ni de la Gobernación de Antioquia. Pero evidentemente, se requiere que las entidades territoriales inicien acciones de prevención de violencias contra personas LGBTIQ+.

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Fuente Caribe Afirmativo

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General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

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