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Palabra clave: ‘Timothy Dolan ’

Los católicos deben confesar públicamente su complicidad con el fallido golpe en Estados Unidos

Lunes, 11 de enero de 2021
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EA37D244-6037-4776-848C-2DFEB8BE7C67Lo mismo que en España… ojalá los obispos tomaran nota de lo que aquí se dice y dejasen de alimentar a los grupos de la Derecha.

“Entre los que tienen culpa por la insurrección fallida de ayer están bastantes líderes de nuestra iglesia. Los apologistas católicos de Trump tienen las manos manchadas de sangre”

“Algunos obispos, sacerdotes, hermanas, medios de comunicación católicos de derecha y demasiadas personas del movimiento pro-vida han vitoreado a esta presidencia”

Entre los que vitorearon a Trump, la publicación cita al cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, sitios web como Church Militant o LifeSiteNews y la cadena EWTN

“Demasiados votantes católicos se contentaron con disculpar a Trump a cambio de exenciones fiscales, jueces de la Corte Suprema o subsidios para escuelas católicas”

“La conferencia episcopal, como colectivo, debe confesar públicamente y expiar su complicidad con el poder del presidente y del Partido Republicano en esta violencia y en la denigración del Partido Demócrata”

08.01.2021 | National Catholic Reporter

(NCR).- Hay mucha culpa detrás de la vergonzosa toma del Capitolio de los Estados Unidos por una turba de derechas que intentaba detener el recuento formal del voto del Colegio Electoral para la proclamación del próximo presidente legalmente elegido de los Estados Unidos.

El actual residente de la Casa Blanca, que durante meses ha mentido repetida y deliberadamente sobre un inexistente fraude electoral, incluso mientras los matones con bandera confederada se paseaban por el Capitolio, es claramente culpable de incitar a la violencia en su discurso matutino. Más tarde, expresaría su “amor” por los que sólo pueden ser descritos como terroristas domésticos.

Y por supuesto, los más de 100 republicanos de la Cámara de Representantes y los más de una docena de senadores republicanos que habían planeado objetar los resultados del Colegio Electoral ayer – incluyendo aquellos que más tarde cambiaron de opinión, y, seamos honestos, casi todos los republicanos excepto el senador Mitt Romney – serán recordados por haber encendido el fuego que finalmente estalló en llamas.

Incluso el Vicepresidente Mike Pence y ex-líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell, que trató de hacer lo correcto dando discursos razonables por la mañana, no pueden borrar los últimos cuatro años de apoyo a Trump y de haber contribuido al clima que avivó el frenesí.

A091ED43-18C0-4A67-BC28-17230728CEABPero también entre los que tienen culpa por la insurrección fallida de ayer están bastantes líderes de nuestra iglesia. Los apologistas católicos de Trump tienen las manos manchadas de sangre.

Muchos estadounidenses expresaron su conmoción al ver a la violenta turba romper los cristales y escalar las paredes, mientras los miembros del Congreso se acurrucaban bajo los escritorios o se apresuraban a asegurar los búnkeres.

No nos sorprendió.

Esta es la culminación de lo que esta presidencia ha sido desde el principio – y algunos católicos han permanecido en silencio, o peor aún, la han vitoreado, incluyendo algunos obispos, sacerdotes, algunas hermanas, medios de comunicación católicos de derecha y demasiadas personas del movimiento pro-vida.

Estamos hablando de CatholicVote.org, del Fiscal General William Barr y de otros católicos de la administración Trump, de Amy Coney Barrett, del Cardenal Timothy Dolan, de Bill Donohue de la Liga Católica o de Abby Johnson. Lamentablemente, la lista continúa.

Dolan y Trump

¿Y qué decir de los católicos de a pie – alrededor del 50% – que votaron por Trump este año, después de cuatro años de incompetencia, aullidos de perros racistas y asaltos a las normas democráticas? No todos estuvieron en la “protesta” en Washington, pero muchos han apoyado organizaciones que avivaron las llamas. Demasiados votantes católicos se contentaron con disculpar a Trump a cambio de exenciones fiscales, jueces de la Corte Suprema o subsidios para escuelas católicas.

Muchas de estas personas han sido moldeadas por los medios de comunicación católicos de derecha, ya sean los sacerdotes más activos en Twitter, sitios web como Church Militant o LifeSiteNews, o el conglomerado de medios de comunicación católicos la Red de Televisión de la Palabra Eterna (EWTN). Esta última, con su apariencia de respetabilidad, ha desinformado a millones de católicos en todo el mundo con sus noticias y programas de opinión sesgados. Merece especial mención el presentador de EWTN, Raymond Arroyo, que trabaja en el programa de Laura Ingraham “The Ingraham Angle” en Fox News, donde se libera de la supuesta respetabilidad de EWTN.

Raymond Arroyo de la EWTN

05E563D0-CF4B-4C38-B0FD-06DE2DED1BFAHay que detener esta deriva. Si la iglesia quiere vivir de acuerdo a las enseñanzas de su fundador, y si va a ser alguna vez testigo de la cultura, no puede, no debe, ser parte de lo que pasó en el Capitolio de nuestra nación. No debe haber un nacionalismo católico blanco. Y un movimiento pro-vida que abraza el nacionalismo blanco no es un verdadero movimiento pro-vida. Y punto.

Mientras algunos prelados lanzaban continuas advertencias, la conferencia episcopal, como colectivo, debe confesar públicamente y expiar su complicidad con el poder del presidente y del Partido Republicano en esta violencia y en la denigración del Partido Demócrata. Los obispos de EE.UU. podrían empezar por desmantelar ese comité ad hoc, enemigo del presidente electo Joe Biden, y utilizar sus numerosos recursos para cambiar la forma en que discutimos lo que significa ser católicos pro-vida. Un movimiento pro-vida que no esté dispuesto a exclamar “Las vidas de los negros importan” no es un movimiento pro-vida.

Es obligado, pues, para muchos catolicos cubrirse de saco y ceniza, arrepentirse sinceramente y confesarse públicamente.

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Mil dólares al mes en alcohol y cien al día en flores frescas: los gastos del ‘obispo Rockefeller’… mientras abusaba de curas jóvenes.

Sábado, 8 de junio de 2019
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 1414CNS-BpBransfieldWEB2La red de ‘sobornos’ de un obispo acusado de abusos salpica a Burke, Dolan, McCarrick o Viganò

Michael J. Bransfield agasajó a prelados con dinero de fondos eclesiales mientras abusaba de curas jóvenes

El ex-obispo de Wheeling-Charleston gastó en trece años 2,4 millones en viajes, 4,6 millones en reformas a su palacio episcopal y $300.000 en ropa, joyas y “servicios personales”, según el Washington Post

El dinero procede de una explotación petrolífera en la diócesis en Texas, lo que genera para la Iglesia local $15 millones al año

2,4 millones de dólares en viajes -muchos de ellos personales- con aviones privados y hoteles de lujo incluidos. $1.000 en alcohol. $4.6 millones en reformas al palacio episcopal después de que un incendio destrozara una sola habitación. $182.000 en flores frescas -$100 al día- para la curia local. Son algunos de los detalles del estilo de vida “extravagante y fastuoso” que llevó a costa de las arcas de la Iglesia el que fuera obispo de Wheeling-Charleston durante trece años, Michael J. Bransfield, según los documentos eclesiales internos a los que ha tenido acceso el Washington Post.

Desde que fue nombrado en 2005 y hasta que fue suspendido como obispo por abusos sexuales en septiembre del año pasado- luego para ser apartado del ministerio público el pasado marzo- Bransfield no solo dio más de $350.000 en “regalos” a prelados poderosos en EEUU y en Roma, los cardenales Timothy Dolan o Raymond Burke o el ex-nuncio Carlo Maria Viganò incluidos. También se mantuvo fiel a la fama de vividor” que se cosechó para sí mismo en su anterior etapa como rector de la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington (1990-2005), según el informe independiente mandado al Vaticano que resultó en el cese de Bransfield el año pasado.

palacio-episcopal-vivia-Bransfield_2128597164_13658498_667x375El palacio episcopal en el que vivía Bransfield (Michelle Boorstein/The Washington Post

Más de $300.000 dólares en ropas, joyas y “servicios personales”

Los “regalos”, viajes, alcohol, reformas a su residencia y las flores frescas no fueron los únicos chanchullos de los que Bransfield disfrutaba, de acuerdo con los correos y registros financieros consultados por el Post. El prelado también pedía que los administradores financieros de la diócesis le subieran el sueldo de acuerdo con el importe de sus lujos y obsequios, más el correspondiente cargo fiscal, de modo que sus caprichos siempre corrieran a cargo de la Iglesia. Un modo de proceder, en efecto, que ahora le ha merecido una posible investigación por evasión fiscal por las autoridades de EEUU, según expertos consultados por el Post.

Incluso los gastos personales que Bransfield ni intentaba justificar como necesarios para el ejercicio de su cargo los sufragó la Iglesia. El obispo recibió durante su mandato pagos de $324.129 en conceptos como ropa, joyas y “servicios personales”, incluyendo por 87 compras al valor de $61.000 en Ann Hand, una boutique en Washington especializadas en joyas patrióticas como águilas de oro y zafiros.

¿De dónde vino el dinero?

Pero, ¿de dónde venía el dinero que financió los excesos de Bransfield? El Post recuerda algo bastante desconocido incluso para los fieles de Wheeling-Charleston: la tierra de Texas Occidental donada a la diócesis en 1904 y en la que fue descubierto petróleo en los años treinta.

La explotación petrolífera de estas tierras genera para la diócesis ingresos anuales de $15 millones, más un fondo de reserva de $230 millones, según los datos de esta jurisdicción eclesial, y de los que Bransfield siempre proclamaba, según el Post: “Son míos”. A cambio, el estado de Virginia Occidental -colindante con la diócesis de Wheeling-Charleston- tiene una de las más poblaciones católicas más bajas per cápita de todo el país, con solo un 4% de la población en general, o 78.000 fieles.

Toda una anomalía que ha permitido a la diócesis de Wheeling-Charleston ser la única en EEUU en la que la diócesis financia a las parroquias, a cambio de la práctica habitual de que las parroquias financian a la diócesis.

El ex-obispo de Wheeling-Charleston, Michael J. Bransfield, agasajó durante una década a una decena de poderosos prelados en EEUU y Roma con 350.000 dólares de fondos provenientes de la Iglesia, a la vez que abusaba de seminaristas y otros jóvenes curas. Son los detalles de correos y registros financieros de la diócesis obtenidos por el Washington Post. Entre los beneficiarios de la red de ‘sobornos’ se encuentran, entre otros, los cardenales Raymond Burke o Timothy Dolan, el ex cardenal Theodore McCarrick o el ex-nuncio Carlo Maria Viganò.

Los 565 seminaristas, curas y obispos a los que Bransfield dio el dinero como “regalos” incluyen a algunos de los nombres más importantes tanto de la Iglesia estadounidense como de la Curia Romana. El Post obtuvo la información de un informe encargado por el actual arzobispo de Baltimore, William E. Lori, encargado de investigar a Bransfield cuando surgieron denuncias de abusos el pasado septiembre.

Lo más curioso es que fue Lori quien ocultó los nombres de once prelados poderosos que Bransfield agasajó -incluido el suyo propio- en el informe final, que llegó al Vaticano sin estos datos.

¿Quiénes fueron los beneficiados?

bransfieldquirk-_colleen-rowan– El actual arzobispo de Baltimore, William E. Lori, recibió de Bransfield 10.500 dólares. Monseñor Lori ha explicado que este dinero consistió en reembolsos por gastos de viajes y honorarios por misas celebradas en Wheeling-Charleston al valor de $3.000, además de regalos de $7.500, y ha prometido devolver la suma para que sea donada a organizaciones benéficas de la Iglesia.

– El hasta hace poco arzobispo de Washington, cardenal Donald Wuerl, recibió de Bransfield 10.000 dólares. Dinero que a través de un portavoz ha precisado corresponde a “honorarios por conferencias en la diócesis de Wheeling y otros eventos conmemorativos, junto con regalos modestos para marcar celebraciones personales, tales como aniversarios de ordenación”.

– El ex-nuncio de EEUU, arzobispo Carlo Maria Viganò, recibió de Bransfield 6.000 dólares. El azote del Papa Francisco ha explicado al Post que su personal le avisó que regalos de este tipo son costumbre en EEUU.

– El cardenal Kevin Farrell, actual Prefecto del nuevo Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida en el Vaticano, recibió de Bransfield 29.000 dólares. El dinero supuestamente iba para reformas en su apartamento en Roma, pero el portavoz de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, ha precisado que fueron “donativos voluntarios” y Bransfield “no recibió nada a cambio”. “El cardenal Farrell no era consciente de las acusaciones contra el obispo Bransfield de abusos y mala gestión de los fondos financieros de su diócesis”, ha explicado Gisotti.

– El arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, también recibió dinero de Bransfield, tal y como lo hizo el cardenal Raymond Burke, pero el reportaje del Post no especifica las cantidades. Al ser contactados por el periódico, ni Dolan ni Burke explicaron el fin al que estuvo destinado el dinero.

Otros prelados que beneficiaron de la generosidad de Bransfield incluyeron al cardenal Bernard Law, quien dimitió como arzobispo de Boston en 2002 en pleno escándalo de los abusos inmortalizados en la película Spotlight ($4.800). También el ex-arzobispo de Detroit y ex-Presidente de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, cardenal Edmund Szoka ($500), el ex-nuncio en EEUU Pietro Sambi ($28.000), el ex-cardenal Theodore McCarrick, y el sobrino y primo del propio Bransfield respectivamente: Sean Bransfield, actual vice-canciller de la archidiócesis de Filadelfia ($9.175), y Brian Bransfield, actual secretario general de la Conferencia Episcopal estadounidense ($1.350).

A pesar de que estos prelados hayan calificado el dinero dado por Bransfield como “regalos”, “honorarios” o “donativos”, ¿tenían algo que ver con los abusos que cometió el ex-obispo de Wheeling-Charleston en el mismo periodo de tiempo? Los expedientes obtenidos por el Post no precisan el concepto de las transferencias, pero lo cierto es que el informe mandado al Vaticano detalla las denuncias de al menos nueve curas de la diócesis que acusan a su ex-obispo de tocar o besarles, de lanzarles comentarios inapropiados o de haberse desnudado delante de ellos.

Fuente Religión Digital

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El cardenal de Nueva York desfilará con los homosexuales en el día de San Patricio

Sábado, 6 de septiembre de 2014
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Cardinal-Timothy-Dolan-Archbishop-New-YorkNueva York elimina la prohibición de grupos gays en desfile de San Patricio

Dolan dio la bienvenida a la participación de grupos LGTB en tan señalada fecha

Ya el año pasado hubo tiranteces ante la negativa de los organizadores de dejar desfilar a grupos de homosexuales en el gran día de San Patricio en Boston. Este año los organizadores del evento en Nueva York han decidido que el colectivo LGTB participará como cualquier otro sector.

Después de esta histórica decisión, el cardenal de la ciudad, Timothy Dolan, estadounidense de origen irlandés, se apresuró a emitir una declaración de apoyo a los organizadores del desfile. La noticia ha sido muy bien recibida por los católicos gays y lesbianas, mientras que algunos grupos conservadores quieren que el arzobispo se retire del evento.

Creo que estamos viendo como el catolicismo del Papa Francisco ha llegado a la Archidiócesis de Nueva York,” declaró a los medios J. Patrick Hornbeck, presidente del departamento de teología en la Universidad de Fordham. “La declaración del cardenal Dolan es acogedora. Él no tomó la decisión de que desfilaran los homosexuales, pero lo ve como una oportunidad para la unidad”.

Sin embargo, otras voces como las de Pat Archbold, teólogo de la conservadora National Catholic Register, calificó la decisión de Dolan de permanecer como gran mariscal en la marcha como “capitulación total ante los grupos de identidad homosexual”.

Y es que los grupos LGBT podrán participar por primera vez el próximo mes de marzo en el Desfile del Día de San Patricio en Nueva York. Los organizadores del mayor desfile del día de San Patricio en el mundo aseguran que ponen fin a la prohibición, y que permitirán en la edición de 2015 que un grupo gay pueda marchar con su propia bandera.

La prohibición de los grupos homosexuales en el centenario desfile de Nueva York se convirtió a principios de este año cuestión política. El alcalde demócrata Bill de Blasio no desfiló en señal de protesta contra la prohibición, y la cerveza Guinness retiró su patrocinio.

El comité organizador del desfile ha manifestado su intención de retirar la prohibición a través de un comunicado difundido por la agencia AP. En la información, asegura que el grupo LGBT OUT@NBCUniversal, perteneciente a la empresa que emite el desfile, marchará por la Quinta Avenida de Manhattan el 17 de marzo de 2015 “bajo una bandera identificativa”.

En cuanto a la elección de la entidad LGBT que participará en el desfile de San Patricio, los organizadores no especifican si se trata de una invitación directa, o si este grupo ha formulado una petición para ser ellos los participantes. Lo que sí aseguran es que la inclusión del grupo LGBT fue aprobada por unanimidad por el equipo directivo del desfile. Bill O’Reilly, portavoz del comité, asegura que otros grupos pueden solicitar participar en futuras ediciones.

La polémica de la prohibición surgió cuando hace un año los organizadores dijeron que los gays eran libres de marchar, pero “sólo integrados otros grupos y no con pancartas o banderas gays”. Sin embargo, la mayoría de las entidades que marchan en el desfile portan su propia identificación. Ya hay confirmadas unas 320 entidades participantes para 2015, según el comité.

“Nuestro cambio de tono y la ampliación de la inclusión es un gesto de buena voluntad hacia la comunidad LGBT en nuestro esfuerzo continuo para mantener el desfile por encima de la política”, aseguran en el comunicado.

No obstante, la nota también especifica que el desfile fue “se mantiene fiel a las enseñanzas de la Iglesia”. Aunque O’Reilly mantiene que el cardenal Timothy Dolan, que presidirá el desfile del próximo año, está “muy a favor” de este cambio.

Fuente Ociogay y Ragap

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“Los papas y la pederastia”, por Guillermo Sánchez

Domingo, 23 de febrero de 2014
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NiñollorandoLeído en La Excepción:

Un informe del Comité de los Derechos del Niño de la ONU del 5 de febrero de 2014 destaca el incumplimiento por el Vaticano de la Convención de los Derechos del Niño.

La Iglesia Católica Romana (ICR) ha sido tradicionalmente, y sigue siendo, más dura que nadie en su moralismo sexual. No se ha limitado a establecer unos criterios y normas de conducta sobre sus fieles, sino que siempre ha intentado imponerlos sobre el conjunto de la sociedad (algo que ha conseguido en los estados confesionales). Es una organización que presume de su identidad cristiana y de su excelencia moral.

Para colmo, la ICR introdujo en la Edad Media normas absurdas y totalmente contrarias al evangelio, como el celibato de los ministros. Aunque ciertos estudios afirman que el celibato no incide en un mayor índice de abusos, lo cierto es que hasta representantes de la propia ICR han reconocido esa relación. Por ejemplo, el cardenal británico O’Brien declaró: «Me doy cuenta de que muchos curas han encontrado muy difícil gestionar el celibato» (La Razón, 25.2.13); él mismo renunció ante Benedicto XVI “por motivos de edad” tras ser acusado por sacerdotes y seminaristas «que supuestamente fueron víctimas de la conducta indebida del cardenal cuando se encontraban bajo su tutela durante la década de los 80» (La Razón, 25.2.13). Por cierto, pidió perdón y renunció, pero no se entregó a las autoridades para responder de sus delitos.

Desde que se han ido destapando los incontables abusos cometidos en el seno de la ICR en las últimas décadas (en realidad estos hechos han ocurrido siempre, como demuestra la historia –p. ej., ya en el siglo XVII “san” José de Calasanz encubrió a un abusador–), muchos jerarcas y apologetas (como el cardenal Dolan) se han defendido diciendo que otros colectivos presentan unas tasas más altas de abusos a niños. Pero el caso es que, aparte de la exactitud o no del argumento y de la miseria moral que implica, esos otros colectivos no han tejido nunca una red jerárquico-administrativa tan gigantesca para tapar los abusos del colectivo, como ha hecho el papado. Esa es la clave.

La misma estrategia victimista aplicó el cardenal Ratzinger en 2002, cuando afirmó: «Estoy personalmente convencido de que la permanente presencia de pecados de sacerdotes católicos en la prensa, sobre todo en Estados Unidos, es una campaña construida, pues el porcentaje de estos delitos entre sacerdotes no es más elevado que en otras categorías, o quizá es más bajo. En Estados Unidos vemos continuamente noticias sobre este tema, pero menos del 1% de los sacerdotes son culpables de actos de este tipo. La permanente presencia de estas noticias no corresponde a la objetividad de la información ni a la objetividad estadística de los hechos. Por tanto, se llega a la conclusión de que es querida, manipulada, que se quiere desacreditar a la Iglesia» (citado en Zenit, 19.4.05; añadimos negrita en las citas).

Las implicaciones de Juan XXIII, Juan Pablo II y Benedicto XVI

El veneradísimo Juan XXIII (en proceso de canonización por la ICR) ya emitió en 1962 un documento que «se centra, en principio, en la relación sexual entre un sacerdote y un miembro de su congregación. Sin embargo, en la medida en que se avanza en la lectura del texto se hallan instrucciones referidas a “las obscenidades perpetradas por un clérigo con un joven de cualquier sexo, o con animales”. Los obispos de todo el mundo eran llamados a manejar estos casos de la manera “más secreta posible”» (Diario de Córdoba, 18.8.03).

Posteriormente, tal como resumía y documentaba Paolo Flores d’Arcais en un artículo imprescindible (El País, 14.4.10), el papa Juan Pablo II y su cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y después papa, Joseph Ratzinger «impusieron una obligación taxativa a todos los obispos, sacerdotes, personal auxiliar, etcétera, para que no llegara a las autoridades civiles nada de lo que tuviera que ver con casos de pedofilia eclesiástica». Un motu proprio de Wojtyla señalaba: «Cada vez que el ordinario o el superior tuvieran noticia con cierta verosimilitud de un delito reservado, tras haber realizado una indagación preliminar, la señalarán a la Congregación para la Doctrina de la Fe». Como explica Flores d’Arcais, «papa y prefecto informados de todo (es más, siendo los únicos en saberlo todo) son, exclusivamente, quienes tienen la primera y última palabra acerca de los procedimientos que se han de seguir. La “pena” máxima (casi nunca infligida) no va más allá de la reducción al estado laico del sacerdote. Por lo general, el castigo se limita a trasladar al sacerdote de una parroquia a otra. Donde, obviamente, reiterará su delito. “Pena” exclusivamente canónica, en todo caso. No ha de efectuarse denuncia alguna ante las autoridades civiles: “Las causas de esta clase quedan sujetas al secreto pontificio“», secreto cuya terrible naturaleza criminal se explica en el artículo.

Siendo Ratzinger papa, el cardenal de Nueva York Timothy Dolan pidió permiso al Vaticano en 2007 para blindar 57 millones de dólares ante la avalancha de demandas por abusos sexuales. «Entre los archivos hay una carta que Dolan envió al Vaticano en la que se explica esta transferencia de fondos en 2007: “Con este movimiento preveo una mejor protección de los fondos ante cualquier reclamo legal o de responsabilidad”, recoge. El Vaticano aprobó la solicitud en cinco semanas. […] Los archivos también revelan que persuadió a sacerdotes acusados de abuso para que abandonaran voluntariamente la Iglesia a cambio de sustanciosos beneficios, y cómo frenó los procedimientos canónicos impulsados desde Roma para echar a los que no cooperaban. En una ocasión, el Vaticano tardó cinco años en expulsar a un sacerdote abusador. […] “A medida que las víctimas se están organizando y se hacen públicos más casos, la posibilidad de un escándalo es cada vez más real“, escribió Dolan en 2003 en otra carta dirigida al entonces cardenal Joseph Ratzinger» (El País, 2.7.13).

En 2010 el Tribunal Supremo de Estados Unidos atendió el caso de una víctima que había sido objeto de abusos en Oregón en los años 60 por parte de un cura irlandés que ya había sido acusado de pederastia en Irlanda y posteriormente en Chicago. El Tribunal Supremo (con una mayoría de jueces católicos desde hace años) solicitó opinión al gobierno de Obama, quien «pidió a la Corte Suprema de su país otorgar al Vaticano inmunidad en los juicios de sacerdotes acusados de haber cometido abusos sexuales contra menores de edad en Estados Unidos» (TeleSur, 26.5.10). De este modo, Ratzinger y los jerarcas vaticanos se libraban de la posibilidad de tener que declarar en un tribunal. Ya en 2005 George Bush había otorgado inmunidad a Ratzinger, cuando la “Santa” Sede la había solicitado al convertirse este en jefe de estado por su cargo de papa (Diario Vasco, 29.3.10). Como siempre, los grandes poderes del mundo se unían para apoyarse en la impunidad y el abuso (ver El Eje Washington-Vaticano).

Posteriormente, el Tribunal Penal Internacional también cerró la vía de procesar a Ratzinger y sus colaboradores (Religión Digital, 15.5.13), y el Tribunal de Apelación de Oregón dictaminó contra la responsabilidad del Vaticano, con el argumento de la “Santa” Sede no tiene control de lo que hacen todos los sacerdotes en el mundo (La Razón, 7.8.13). Pero se obviaba la clave del asunto, que son las medidas obstruccionistas establecidas sistemáticamente por el papado.

Sólo como consecuencia de los escándalos difundidos por los medios de comunicación, Benedicto XVI, gravemente implicado en los encubrimientos durante décadas, comenzó a tomar algunas medidas, más de prevención que de resolución de casos del pasado (es decir, hasta hoy se mantiene la impunidad). Ha sido recientemente cuando la jerarquía ha empezado a dar instrucciones (y no lo está haciendo siempre) de que no se limiten a denunciar la pederastia internamente, sino que además se denuncie ante las autoridades civiles.

Ratzinger actuó enérgicamente en el caso del abusador Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, cuyos crímenes Juan Pablo II (también en proceso de canonización) y él mismo habían tapado sistemáticamente, como siguen denunciando sus víctimas. (Maciel falleció oportunamente, y sin haber sido procesado por sus fechorías, poco después de ser forzado a retirarse.) Por estas medidas, algunos cubrieron a Ratzinger de elogios, calificándolo de “barrendero de Dios” (¡!).

Con ocasión del último cónclave, el obispo maltés Charles Scicluna, fiscal del tribunal de la Doctrina de la Fe, ante la pregunta de si era justo que cuatro cardenales implicados por los escándalos de abusos estuvieran habilitados para elegir al nuevo papa, respondió: «Todos somos pecadores, y Dios sabrá obtener también cosas buenas de su presencia en el cónclave. Debemos tener cuidado al apuntar con el dedo acusador. Por lo demás, el primer colegio de apóstoles tampoco era para canonizarlo enteramente» (Páginas Digital, 26.2.13).

Como señala Alberto Athié, un antiguo sacerdote que denunció durante años sin éxito los sistemáticos abusos sexuales de Maciel (y cuyas denuncias ante la ONU finalmente consiguieron que ésta emitiera el reciente informe): «El procedimiento de desprecio a las víctimas, de encubrimiento a los pederastas, procede no solo de estrategias locales. Es una estrategia institucional. Con su fuente en el territorio del Vaticano y operado por la Santa Sede» (El País, 5.2.14).

Incluso algunos ultrapapistas sinceros han protestado, “sorprendidos” de ciertas conductas papales. Por ejemplo, Luis F. Pérez se escandalizaba de que ni Wojtyla ni Ratzinger hubieran tomado medidas contra el cardenal Law (Infocatólica, 3.3.10); hoy por hoy, Francisco sigue manteniéndolo en su retiro dorado en Roma.

Responsabilidad de Francisco

¿Qué tratamiento ha dado el papa Francisco a estos asuntos? Una de sus medidas ha sido establecer nuevas normas penales que incluyen disposiciones sobre abusos sexuales (Zenit, 11.7.13). Otra, nombrar una comisión de expertos sobre el tema (como suele decirse, crear una comisión es la forma elegante de quitarse un asunto de encima…).

El pasado 15 de enero Francisco puso en evidencia que, aparte de previsiones para el futuro, la interpretación del pasado sigue siendo la que se ha hecho hasta ahora. Dos enviados suyos comparecieron ante el Comité de la Convención de Derechos del Niño en Ginebra. Los miembros del Comité «no se mostraron muy satisfechos con las palabras del representante del Vaticano ante la ONU, Silvano Tomasi, que reconoció que entre el clero hay abusadores; aunque matizó que también los hay “entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo”. “Este hecho es especialmente grave” en el seno de la Iglesia, dijo, “ya que estas personas están en posiciones de gran confianza y son llamados a promover y proteger todos los elementos de la persona, como la salud física, emocional y espiritual”», reconoció, pero eludió una vez más la cuestión del encubrimiento papal desarrollado durante décadas. Y «tanto Tomasi como el obispo auxiliar de Malta, Charles Scicluna, el otro representante que participó en la comparecencia de más de seis horas ante los 18 miembros del comité de la ONU, respondieron con evasivas a las agudas e insistentes preguntas de estos expertos sobre los supuestos traslados de diócesis de los responsables de abusos, denunciados por las organizaciones de víctimas, la falta de transparencia en las investigaciones de la propia Iglesia o la respuesta del Vaticano ante estos casos. El mensaje de la Santa Sede fue constante: los religiosos no son funcionarios del Vaticano, dijo Tomasi, que argumentó que investigar y juzgar estos delitos corresponde a los Estados donde tuvieron lugar» (El País, 16.1.14). Leer más…

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