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“8.000 millones de habitantes”, por José Arregi

Miércoles, 21 de diciembre de 2022

demografiaLeído en su blog Umbrales de Luz:

Por primera vez en la historia de la Tierra, escrita en fuego, agua y vida, los Homo Sapiens, una especie muy reciente, hemos sobrepasado la barrera de los 8.000 millones de habitantes. No me parece ningún hito glorioso, sino una inquietante señal de alarma. No tenemos nada que celebrar, y sí mucho que recapacitar en todos los órdenes. El dato nos coloca ante graves y complejos desafíos éticos, ecológicos, filosóficos, también religiosos. Apunto 4 de los más decisivos.

1. El ritmo de crecimiento es insostenible. Se calcula que al final del Paleolítico, hace unos 12.000 años, antes de la revolución neolítica que se produjo con la agricultura y la ganadería, la población humana del planeta –ya para entonces solo quedaban los Sapiens– sumaban en torno a 1 millón; hace 2000 años, en tiempo de Jesús, eran unos 200 millones; en el año 1800 ascendían en torno a los 1.000 millones; en el año 1900 llegaban casi a los 2.000 millones; y en el año 2000 éramos 6.000 millones; veinte años después, somos 8.000 millones.

Las cifran hablan a gritos: este ritmo de crecimiento de la población humana –a pesar de su progresiva ralentización– sigue siendo insostenible. Es insostenible para el planeta y sus recursos limitados, para las demás especies vivientes que lo habitan, y para todos los pueblos que se quedan atrás. Tal vez la Tierra, gracias a la ciencia y a las tecnologías –y a la justa distribución de los recursos, si ésta se diera–, pudiera alimentar a 15 o 20 mil millones de humanos, pero no estamos solos y no podemos regirnos solo por el bien de la humanidad. Tengámoslo muy claro: lo que no es sostenible para todos los vivientes acabará por ser insostenible también para los humanos.

2. La desigualdad es la causa de que la natalidad baje en los países ricos y se mantenga alta en los pobres. Que baje la natalidad en aquellos y no en éstos parece paradójico, pero responde en el fondo a la misma razón: la inequidad, la desigualdad injusta. Si baja la natalidad en los países ricos, se debe sobre todo a la creciente precariedad económica, a la falta de conciliación familiar y al miedo al futuro. Y si se mantiene alta en los países más pobres, se debe principalmente a la sumisión de la mujer, a su falta de autonomía económica, a la carencia de anticonceptivos, a la alta mortalidad, a la necesidad de brazos que traigan pan a casa y cuiden a los padres cuando sean ancianos sin sistema público de atención. Son formas diversas de la misma desigualdad que lleva a unos a no desear hijos ni tenerlos, y empuja a otros a desear tenerlos o a tenerlos sin desearlos. Son síntomas contradictorios de un sistema económico global irracional e inhumano que a unos les impide engendrar y a otros les fuerza a hacerlo. Paradojas de esta nuestra especie humana tan dotada y tan indigente.

La solución verdadera no vendrá de políticas familiares –de fomento de la natalidad en unos lugares y de reducción en otros–, por necesarias que sean. Y menos aun de políticas de inmigración que abren o cierran fronteras según dicten los intereses económicos de los más ricos. No habrá solución para los unos mientras no haya solución para todos. Nunca seremos sabios si no acertamos a ser hermanos, ni seremos libres mientras no nos reconozcamos iguales.

3. Es inhumano que la especie humana se adueñe de todo el planeta. A pesar de todas las enfermedades, hambrunas, epidemias y guerras, la población humana en la Tierra no ha cesado de crecer, y sigue y seguirá creciendo al menos un tiempo. El hecho revela la fuerza y la pasión de la vida, pero el precio pagado y los desastres provocados por este crecimiento son tan espantosos, que me debato entre la admiración y la pesadumbre por esta especie humana que gente más optimista llamó Sapiens, Sabia. Es capaz de lo más sublime y de lo más horrible. Es ángel de la guarda y ángel exterminador: envenenamos el aire y las aguas, arrasamos las selvas y los mares, inyectamos enfermedades a otros animales para curar las nuestras, multiplicamos inmundas macrogranjas y crueles mataderos, seguimos cazando por placer y matando toros por diversión, y un millón de especies se hallan hoy mismo en peligro de extinción a causa nuestra. ¿No somos todos hijos de la misma Tierra y de la misma vida?

Somos la especie más contradictoria. La que más depende del cuidado, y la más invasora y depredadora de la naturaleza de la que formamos parte. La más poderosa y la más sufriente. Somos los más inteligentes y los más insensatos de todos los animales, pues no sabemos vivir con lo que tenemos ni morir cuando nos toca. Y no se debe a ningún “pecado original” ni a ningún castigo divino, sino al desarrollo cerebral evolutivo que nos ha establecido en este estado de desequilibrio constitutivo o de difícil equilibrio, casi imposible. Casi. Algo o mucho está en nuestras manos, hoy más que nunca, gracias entre otras cosas a la ciencia. Pero la ciencia no bastará. Si queremos realmente avanzar hacia el equilibrio profundo de nuestro ser, deberemos liberarnos de la codicia de ganar, poseer, crecer a toda costa. Y empezar por reconocer que no somos los dueños y señores de la Tierra, que somos Tierra, que somos de la Tierra y que la Tierra es más fuerte. No creceremos en humanidad mientras no aprendamos a decrecer para compartir.

4. La enseñanza de la Iglesia Católica romana sobre la natalidad es irresponsable. La especie Sapiens creó a un “Dios” a su propia imagen humana –cumbre de la sabiduría o de la necedad– y los grandes monoteísmos establecieron que el ser humano –preferentemente varón– es imagen, la única o la suprema imagen, del “Dios” omnipotente. El cristianismo extremó su divinización afirmando que “Dios” se encarnó plenamente solo en un hombre judío varón, aunque Jesús de Nazaret, profeta de la liberación, no tuvo nada que ver en ese dogma de la encarnación excluyente.

Sería una grave irresponsabilidad que las Iglesias cristianas siguieran aferradas a la letra de ese dogma y a la cosmovisión antropocéntrico-androcéntrica que lo sustenta, y sigan enseñando que la especie humana es la más noble y digna de todas las criaturas, el centro, la cima y el sentido de toda la creación. Como si la Tierra fuera el centro del cosmos y solo en ella hubiera surgido la vida y el ser humano significara el fin de la evolución. Todo ello se ha vuelto insostenible.

Es una grave irresponsabilidad ignorante, o una grave ignorancia irresponsable, que la Iglesia Católica siga leyendo a la letra el mandato divino del Génesis: “Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla” (Gn 1,28), y siga apoyándose en la letra y el mundo del pasado para legitimar su defensa de la natalidad, su anacrónica doctrina de la procreación que llama “natural” y su absurda condena de los métodos anticonceptivos, su arraigado patriarcalismo, su pertinaz e hiriente homofobia, su perniciosa obsesión por la sexualidad cuyas dolorosas consecuencias saltan a la vista.

Es hora de redefinir nuestro lugar y responsabilidad en la Tierra, en la comunidad de los vivientes. Es hora de pensar y decidir si queremos salvarnos juntos o perdernos todos.

Aizarna, 20 de noviembre de 2022

 

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Pepa Torres Pérez: Querían brazos y llegamos personas.

Sábado, 18 de junio de 2022

 

C33874D5-26AF-409B-BCE1-B9A8400DD61FObservatorio Jeanneth Beltrán.

Con el lema que da título a este artículo y como un proyecto que nace de la Asociación Senda de cuidados, Trabajo y cuidados dignos, el Observatorio nace en mayo de 2018. Tomamos el nombre de Jeanneth Beltrán, en memoria de una compañera nicaragüense, empleada de hogar sin papeles, que murió en el año 2014 en Toledo como consecuencia del decreto de exclusión sanitaria. (Real Decreto Ley 16/2012)

Nacemos ante la necesidad de recoger, asesorar y acompañar la vulneración de derechos de las trabajadoras de hogar y cuidados, fomentar su autoorganización y hacer incidencia política con otros colectivos de trabajadoras para poner fin a la explotación y discriminación que sufre este sector por el cruce de un entramado legal injusto que se perpetúa históricamente: la Ley de Extranjería y la exclusión del régimen de las trabajadoras de hogar y cuidados en el sistema de la Seguridad Social con plenos derechos.

Trabajo esencial en la economía sumergida

En España existen más de 630.000 mujeres que trabajan en este sector, la mayoría migrantes, de las cuales el 40% forman parte de la economía sumergida y casi en su totalidad trabajan en condición de internas. Mujeres que, pese a la vulneración de derechos que viven cada, día sostienen los hilos de la vida acá en el estado español y también allá en sus países de origen, por lo que significa en sus economías la aportación de sus remesas. Mujeres trabajadoras esenciales, como ha quedado demostrado en la crisis de la Covid, pero todavía al margen de los derechos del resto de los trabajadores. Forman parte de un sistema especial dentro del régimen general de la Seguridad Social que mantiene condiciones laborales y salariales discriminatorias, una amplia desprotección del sector, un elevado porcentaje de informalidad derivado de las trabas para la regularización de los permisos de trabajo, que les niega, entre otras cosas, el derecho al desempleo y el reconocimiento de las enfermedades profesionales. Algunas de las situaciones más comunes que detectamos diariamente desde el Observatorio y que intentamos denunciar son:

Situaciones denunciables

-La complejidad de la vulneración de derechos que afecta a las trabajadoras de hogar y cuidados por la interseccionalidad que lo atraviesa. De modo que no se limita solo a la esfera laboral, sino a toda una serie discriminaciones y exclusiones relacionadas con el género, la raza y la clase.

-Los imaginarios y prejuicios dominantes sobre las personas que realizan este trabajo, como personas “ignorantes” y sin conciencia. Nada más lejos de la realidad. La mayoría viven un proceso de movilidad socio-profesional descendente, un cambio de status significativo, pues en su país habían desempeñado otro tipo de profesiones de mayor reconocimiento.

-La normalización de la precarización y las condiciones de explotación de este trabajo en cuanto a salarios, descansos, incumplimiento de contratos o inexistencia de contrato escrito (más del 50%), negación de derechos laborales y existencia de todo tipo de abusos.  Especialmente graves son los distintos tipos de acoso hacia estas trabajadoras:   acosos de tipo moral (insultos, aislamiento, maltrato psicológico), laboral (engaños sobre condiciones laborales, carencia de espacio en la casa para descansar, desprecio por su trabajo, trato humillante, xenófobo, racista y, por último, acoso sexual.

La revitalización del régimen de interna en condiciones en las que claramente se incumple la ley, incluso aun cuando esta resulte insuficiente: vulneraciones de derechos (como negación de permisos para ir al médico o poder atender a situaciones personales o familiares), imposibilidad de conciliar vida familiar y vida laboral, despidos improcedentes o desistimientos sin finiquito y sin indemnización, falta de respeto a la intimidad o ausencia de una habitación propia, etc. Junto a ello la interiorización del sin papeles no hay derechos y la gran asimetría existente entre empleadores y empleadoras para negociar condiciones.

Sin embargo, pese al aislamiento que conlleva este trabajo al llevarse a cabo al interior de los hogares, las trabajadoras de hogar y de cuidados son un sujeto político emergente, como desde hace años vienen visibilizando con sus luchas y sus reivindicaciones. Cuatro de estas resultan especialmente relevantes: el derecho a la prestación por desempleo, la cotización en base a salarios reales, la ratificación del convenio 189 de la OIT y una política pública de cuidados, de modo que el derecho al cuidado no recaiga sobre la explotación de las trabajadoras y que el estado se implique a través de un sistema de bonificaciones en base a la renta de las familias.

Poco avance tras la reforma laboral

La reforma del mercado laboral llevada a cabo por el Gobierno apenas ha modificado nuestra situación de precariedad y explotación. Por eso, este pasado 27 de marzo las organizaciones de trabajadoras de todo el estado convocamos una sentada estatal para exigir la inmediata ratificación del Convenio 189 de la OIT y el derecho al desempleo. La sentencia interpuesta por un abogado laboralista en Galicia al Tribunal de Justicia Europeo por discriminación en el derecho al desempleo en relación con el resto de las trabajadoras y trabajadores ha abierto un hito histórico que fuerza al Gobierno español a subsanar y reconocer este derecho.

Empoderar y liderar

Todas estas luchas no serían posibles sin el empoderamiento y el liderazgo de las trabajadoras de hogar y cuidados. Por ello, desde el Observatorio trabajamos en dos líneas de acción preferente muy claras: Acuerpar derechos (Asesoramiento y acompañamiento colectivo en denuncias y vulneraciones de derechos) y la Escuela de Activismo Político en Cuidados. Porque estamos convencidas de que sin las trabajadoras de hogar y de cuidados no se nueve el mundo. Pero es importante reflexionar colectivamente  sobre qué  mundo queremos mover.

Pepa Torres Pérez

Revista digital Utopía, mayo 2022

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Personas

Jueves, 21 de octubre de 2021

Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Todos, hombres y mujeres, tenemos que ser personas. Personas completas, y lo seremos cuando haya reciprocidad entre los hombres y las mujeres, como personas de la misma naturaleza. Las diferencias están ahí, y es preciso tenerlas en cuenta, pero las diferencias no son decisivas. Lo mismo ocurre con la raza. El hecho de que una persona sea blanca o negra no es decisivo. Es una diferencia, pero no es en absoluto una diferencia esencial. Lo mismo puede decirse de la diferencia entre un francés y un norteamericano; existe, sin duda, pero no es decisiva. Juzgar a las personas a partir de estas diferencias es impropio e injusto”.

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Thomas Merton
Los manantiales de la contemplación

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Corazón compasivo

Sábado, 19 de octubre de 2019

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¿Qué significa vivir en el mundo con un corazón verdaderamente compasivo, un corazón abierto continuamente a toda la gente? Es muy importante tener presente que la compasión es más que la simpatía o la empatía. Si se nos pide que escuchemos las penas de la gente o que sintonicemos con sus sufrimientos, pronto llegaremos a nuestros límites emocionales. Sólo podemos escuchar durante un corto espacio de tiempo y a un número reducido de gente. En nuestra sociedad estamos bombardeados por tantas «noticias» sobre la miseria humana que nuestro corazón se queda insensible simplemente por saturación.

        Pero el corazón compasivo de Dios no tiene límites. El corazón de Dios es más grande, infinitamente mayor que el corazón humano. Ese corazón divino es el que Dios quiere darnos, de manera que podamos amar a todos sin quemarnos y sin saturarnos. Ese es el corazón compasivo que pedimos cuando decimos: «¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu» (Sal 51).

        El Espíritu Santo de Dios se nos da para que podamos llegar a ser partícipes de la compasión de Dios y podamos llegar a todos los hombres y en todo momento con el corazón de Dios.

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H J M Nouwen,
Aquí y ahora. Viviendo en el Espíritu,
San Pablo 2002, pp. 112-113

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La Revelación

Jueves, 3 de septiembre de 2015

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(El buen Samaritano gay)

“La Revelación no está en las palabras,

está en las personas ”

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Maurice Zundel

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Según circunstancias de personas tiempos y lugares.

Lunes, 21 de julio de 2014

6a00d8341c730253ef00e54f2b32268833-640wiComo decía la carta que el colectivo MAR Málaga envió al cardenal Fernando Sebastián:

“La Iglesia, que es madre, está llamada por Jesús “a ser la casa abierta del Padre” (Gaudium Evangelii n. 47). Con esas actitudes no podemos llevar el Evangelio de  Jesús a tantas personas LGTB tan necesitadas de la luz y el calor que nos da la fe en el Dios que nos ama y acompaña plenificándonos la vida hasta la eternidad. Como dice el papa Francisco, “la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con sus vidas a cuestas” (Gaudium Evangelii n. 51). 

Quizá por eso, me haya llamado tanto la atención encontrarme con esta interesante reflexión que despierta intuiciones, puertas y ventanas dejando entrar un muy buen olor…

Ortega y Gasset hizo popular aquello de “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Mucho antes, Ignacio de Loyola había enseñado a los jesuitas a que adaptasen sus instrucciones “según circunstancias de personas, tiempos y lugares”. Esta enseñanza capta algo de nuestra propia experiencia: primero, en relación con el modo en que fuimos evangelizados; segundo, en relación a nuestro servicio a la evangelización.

La evangelización ignaciana consiste en liberar la generosidad del educando, mostrándole el camino hacia la entrega total de sí: “toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, todo mi haber y mi poseer.” Primero recibidos de Dios; luego, entregados a Dios mediante el servicio al prójimo. Formar ignacianamente para el amor consiste en liberar al otro para que llegue a darse según las necesidades de terceros.

El modo de hacerlo, todavía, no es el de “café con leche para todos”. En la evangelización ignaciana, el principio de adaptación a las circunstancias juega un papel estratégico. ¿Cómo podría ser alguien “último responsable” de su evangelización si ésta no se adapta a él? ¿Cómo hablar de una relación “personal” con Cristo, si no ha tenido lugar esta a-propiación?  Nos parece que quien quiera evangelizar hoy debe tener experiencia de que quien le evangelizó hizo a su vez lo posible por -dejando atrás el interés, querer y amor propios de ellos- venir a encontrarlo en sus propios términos.

Los principios de la evangelización, más teóricos, tienen que ser aplicados a “lo que hay”. No valen las “reglas de tres”; los “principios” son a la realidad como ese “según” es a las circunstancias. Algunos factores a tener en cuenta son las personas, sus tiempos y sus lugares.

La Historia de los jesuitas ilustra esta evangelización adaptada con algunos ejemplos. A un nivel más individual, lo ilustra la constatación de cómo los Ejercicios fueron adaptados a religiosas, sacerdotes, seminaristas, pero también a mineros, trabajadores, prostitutas o presos a lo largo de los siglos. Por otra parte, la ingente labor de traducción ilustra el nivel corporativo: unos 260 jesuitas tradujeron hasta 600 libros a lenguas europeas y otros tantos a lenguas no europeas antes de la Supresión de la Compañía (1773). A otro nivel, más estratégico en fin, están los colegios. A pesar de haberse opuesto a ellos inicialmente, a la muerte de Ignacio los jesuitas dirigían 46 colegios y, cincuenta años después, 300 (40 de ellos fuera de Europa).

Ojalá tenga experiencia de haber sido evangelizado en su según (su persona, tiempo y lugar) el agente de la nueva evangelización.

Carlos Coupeau sj
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