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“Adviento, tiempo de cuidados”, por Miguel Ángel Mesa.

Martes, 19 de diciembre de 2023
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De su blog Otro mundo es posible:

12.12.2023

«Yo nunca habría tenido éxito en la vida si no me hubiera dedicado a las cosas más pequeñas con la misma atención y cuidado que le dediqué a las más grandes» (Charles Dickens)

En este mundo que vivimos tenemos la sensación de que cada persona va a lo suyo, que solo se preocupa de sí misma, que lo que le pase a los demás o a su entorno no es de su incumbencia: «bastante tengo yo con preocuparme de mí mismo, como para interesarme por el vecino, de lo que le pase a los pobres o a la naturaleza».

Aunque este sea un hecho real y significativo, no todos los hombres y mujeres (ni mucho menos) somos individualistas y egoístas, sino que sentimos que el interés, la responsabilidad y el cuidado por el otro, es algo consustancial a nuestro propio ser, que no podemos llegar a ser personas maduras si no cuidamos de los demás (en especial, de los más desfavorecidos), del entorno en que nos movemos, de los animales, las plantas, los mares y las montañas que forman y conforman nuestra casa, la naturaleza, la Tierra de la que formamos parte.

Este sentimiento lo experimentamos en nuestro interior, como un gen espiritual que nos configura y da consistencia. Proviene del buen Dios Creador, de la Fuente vital, de la Ruah que nos cuida, sostiene y fortalece cada día de nuestra vida.

Padre nuestro del cuidado

Padre, Madre buena que estás entre nosotros. Sentimos tu presencia cuando nos cuidas por medio de nuestros hermanos y hermanas.

Padre, Madre misericordiosa, nos invitas a ser cuidadosos con los que más sufren. Así damos testimonio de tu infinito amor por todas tus criaturas.

Deseamos que te hagas presente en nuestro mundo, por medio de personas que se comprometan a vivir el mensaje de fraternidad, dignidad y justicia hacia todo ser humano, y hacia toda tu creación. Queremos dar nosotros el primer paso para ser así.

Cumplir tu voluntad de felicidad para todos los seres es nuestra misión en la vida.Desvivirnos por los demás. Dar gratis lo que gratis recibimos. Cuidar como tú nos cuidas: acariciando al triste, levantando al caído, curando al apaleado, luchando por los más débiles, sembrando la paz de la verdad. Viviendo con cuidado, sencillamente.

Estamos hambrientos de pan y de ternura. De justicia y de belleza. De conocimiento y de silencio. De contemplación y de lucha. De felicidad y de compromiso. De compartir y de belleza. De serenidad y de esperanza. De lágrimas y de regocijo.

No seremos plenamente felices hasta que no lo sea el resto de la humanidad,hasta que no se alcance la dignidad de todos los seres humanos, hasta que no tratemos con delicadeza a nuestra madre, la Tierra. Seremos perdonados cuando nuestra vida sea un testimonio de fraternidad hacia todo lo creado.

No permitas que nos acomodemos, que nos enfriemos, que nos recostemos en la hamaca del olvido. Que no apaguemos nunca la llama que arde en nuestro interior, la chispa que brotó de tu fuego, la ardiente necesidad de compartir tu amoroso cuidado para con todos los demás seres vivos.

Así sea, que se cumpla en nuestras vidas. Te lo pedimos a ti, buen Dios nuestro, que nos cuidas con tanto cariño.

«Felices quienes viven cuidando; quienes se dejan cuidar confiadamente entre las manos amorosas de nuestro buen Padre y Madre Dios».

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Ante Claudia y los jóvenes sufrientes: “Por el autocuidado”.

Sábado, 8 de julio de 2023
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Del blog de José Moreno Losada Cree en la Univerasidad:

Niños y jóvenes , el sentido de la vida

Porque estuve triste, desorientado, herido, sufriente, solo, perdido, roto, violentado…  y me escuchaste. ¿Cuando lo hicimos?  Cada vez que lo hicisteis con un niño o un joven conmigo lo hicisteis… apartaos malditos que no escuchastéis el grito de muerte de los niños y los jóvenes… Dios nos libre. Por una comunidad que cuida y escucha para con-sentir y sanar, liberar, salvar.

Ver el dolor y el sufrimiento

Comienzo la mañana y la encuentro revestida de plena luz y de color, de vida exultante y aparentemente gozosa. Me dejo llevar por el tono positivo y me dispongo a tomar un café y una tostada con paz, le sumo la lectura en papel del diario regional y ahí se rompe el tono y comienza la interpelación y la reflexión. La mayor parte del contenido tanto a nivel regional como de sociedad en general está dirigido al tema de la salud mental, especialmente de los niños y de los jóvenes.

Una psiquiatra de la comunidad autónoma responde con equilibrio y profundidad a preguntas del periodista que son las que están en el corazón y en la calle de todos aquellos que se dejan afectar por las noticias. Recientemente un estudio de la juventud universitaria extremeña, con encuesta realizada a más de dos mil estudiantes, daba resultados preocupantes: el diez por ciento ha pensado en el suicidio, el cinco por ciento lo ha intentado, el veinte ha tenido tratamiento para la depresión, más del cincuenta ha sufrido ansiedad, y sobrecoge que más del setenta por ciento ve aceptable que una persona pueda llegar por sufrimiento a la solución del suicidio.

En la parte general se centran en el suicidio de Claudia que ha conmocionado a todo el país. La presidenta de la asociación “No al acoso escolar” afirma que en el suicidio de la joven Claudia  de Gijón han fallado muchas personas y muchas instituciones”. Y el periodista sostiene que “a Claudia le cortaron las alas para anular su autoestima”. Páginas completas del diario que se convierten en un grito desgarrador que llama a toda la población a la reflexión, el análisis, el juicio y la actuación en red y comunidad, por aquello de que educa la tribu o no se educa.

Juzgar y con-sentir con ellos

Me adentro en mi reflexión y me pregunto cómo me estoy situando ya ante esta problemática y cómo veo a la gente de mi alrededor.  Nuestra parroquia está inserta este curso en un proceso de reflexión y formación en torno al cuidado: “Cuídate, cuida a los otros, cuida la creación. Este jueves estarán con nosotros expertos en cuidados paliativos, en otro momento también estuvieron testimonios de vulnerabilidad, incluida una familia que vive en su seno la angustia de una joven que lleva varios intentos serios de suicidios. Cada mes hemos reflexionado sobre un aspecto del cuidado.

En estos días hemos tenido encuentro con padres de catequizandos y nos hemos planteado el tema de la felicidad, la interioridad, el cuidado y el autocuidado. La experiencia de la vulnerabilidad, la relación con los hijos y las expectativas con las que los educamos. Nos preocupamos de equiparlos mucho en habilidades sociales, culturales, de seguridad externa… pero con la rapidación y la cultura del éxito nos olvidamos de la equipación interior, de la estructura interna del pensar y del sentir, así como de la bondad de la acción, como referente de adultez en una vida felicitante.

El diálogo ha sido enriquecedor, sincero y profundo en libertad, hemos planteado la cuestión de que en los grupos de catequesis no están por un sacramento final, ni por una etapa, sino que buscamos que sea el inicio de un encuentro con el evangelio de la vida, lo que hace feliz interiormente, la inserción en una comunidad verdadera, en la que pueden ser libres, acogidos, perdonados, animados, reforzados en los mejores valores sin olores de competitividad ni de éxito obligado, donde también cabe incluso el aparente fracaso que puede convertirse en lugar de aprendizaje. Así mismo con el dolor y el sacrificio. Todos conveníamos en la necesidad de este cuidado espiritual y comunitario, en la que debíamos implicarnos de un modo gozoso y participativo, no como carga o actividad sumada sino como opción de vida y cuidado mutuo entre familia y parroquia.

Actuar con ellos y para ellos

El próximo viernes tenemos una actividad que me produce un gozo especial. Se trata de un taller organizado por los jóvenes estudiantes católicos -tenemos tres grupos de revisión de vida- que, desde ellos mismos, junto al movimiento a nivel estatal, se están planteando el tema del cuidado y el autocuidado, para vivir la vulnerabilidad. Tras reflexionar sobre el tema en cuestión vieron la necesidad de contar con un experto que les ayudar a aclarar interrogantes que ellos mismos se habían planteado. Han organizado un encuentro y están convocando a sus compañeros de institutos y de otras parroquias para pensar juntos y actuar de un modo comprometido.

Me gusta esa cadencia de los movimientos de acción católica: Ver, juzgar y actuar. Un ver de análisis y profundidad que entra en las causas y las consecuencias de lo que está aconteciendo, de las luces y las sombras de esta realidad juvenil y sus emociones y sentimientos. Un juzgar de horizontes buscando claves de vida, apuestas profundas de las personas que quieren ser y construir, de las relaciones que son sanas y curan la vulnerabilidad con afecto y protección verdadera, de construcción de comunidad viva y esperanzada. Un actuar que sea concreto y verdadero, a pie de calle, instituto, diversión, parroquia, sociedad. Me alegra ver la profundidad y la ilusión con la que se adentran en un tema que les afecta y quieren abordarlo con juventud y ganas.

En Julio participarán en la asamblea de la Juventud Estudiante Católica en un albergue en Málaga con militantes de otras diócesis, el tema será prolongación de lo que ya traen entre manos: “Somos templo. Cuidemos y cuidémonos”. Allí estaremos acompañando en sus vidas y en sus reflexiones a estos jóvenes que no les da igual lo que está pasando en su ambiente estudiantil y juvenil. Deseamos también que el encuentro de la JMJ en Lisboa también esté orientada en esta dirección de “por ellos (jóvenes) y con ellos”, protagonistas de sus vidas y de su interior sanado y sanante. Ojalá que más que espectáculo sea punto de encuentro y clave de proceso para una tarea interior y comunitaria.

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Sacerdote gay reflexiona sobre aprender a decir “te amo” mientras cuida de un amigo moribundo

Martes, 13 de diciembre de 2022
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15813107-338B-4D42-AA3D-E604ACF79824Un verdadero encuentro con el dar y recibir amor cogió por sorpresa al P. Peter Daly. El sacerdote, un nuevo miembro de la Junta del New Ways Ministry, compartió recientemente su experiencia de cuidar a su amigo moribundo, José Luis Sánchez, y el profundo efecto que  José Luis tuvo en su comprensión  de la vida y el amor.

En el National Catholic Reporter, Daly relata su vida juntos durante el último año y medio de lucha de José Luis contra el cáncer de colon metastásico inoperable. Durante este período, que Daly describe como “el período más intenso de amor y pérdida en mi vida“, fue cuidador, compañero de habitación y sistema de apoyo completo para su querido amigo mientras compartían la vida juntos.

Daly explica que aunque ambos hombres se identifican como homosexuales, su relación no era sexual, aunque era profundamente íntima: “Nuestro amor era emocional y espiritual, no sexual. Pero, sin embargo, fue amor verdadero.” Sus 16 meses juntos arrojaron nueva luz sobre el significado del amor para Daly, que fue ordenado en 1986. Explica:

“Como sacerdote, a menudo he anhelado la intimidad. Les decimos a todos que Dios es amor. Le decimos a la gente que todo el sentido de la vida es amar. Pero rara vez conocemos el poder, la belleza y el dolor del amor… mi amistad con José Luis fue la más profunda y rica experiencia de amor que he tenido en mi vida.”

José Luis, bibliotecario jubilado en Washington D.C., creció como católico en Puerto Rico y se sintió rechazado y herido por la Iglesia Católica, como muchos hombres homosexuales. Había asistido a una iglesia unitaria durante los últimos 20 años, estaba involucrado con la comunidad local de Dignidad, coordinando su serie de conferencias. Según Daly, “leyó más teología y Escritura que la mayoría de los sacerdotes”. Los hombres se conocieron en un club de lectura Dignity cuando el P. Daly habló con el grupo sobre su novela Strange Gods, (Dioses extraños), una historia de corrupción y redención en la iglesia.

Es importante destacar que Daly aclara que José Luis no era un “católico en el exilio. No anhelaba que la iglesia lo llevara de vuelta.” Expresó su fe en la espiritualidad y la justicia social, sirviendo a los pobres y dando generosamente, incluso ofreciendo servicios de traducción y poseyendo muy poco. Encontró un profundo significado en la ópera, habiendo interpretado papeles principales en Carmen y Pagliacci, expresando en una nota que Daly encontró después de su muerte, “Cuando trabajo, Dios me respeta. Cuando canto, Dios me ama.”

Mientras Daly describe sus rutinas diarias, expresa ternura sobre las comidas, los platos y la vida ordinaria: “A veces me apoyo en él. A veces, él se apoyaba en mí. Al final de la noche, nos ayudábamos mutuamente a subir las escaleras”. Con ambos hombres con problemas de salud, José Luis con cáncer y Daly con insuficiencia cardíaca congestiva, estos pequeños actos de cuidado mutuo tenían una profunda intimidad:

“Por lo general, nos damos un abrazo y un beso de buenas noches. La mayoría de las noches, nos acordamos de decir: ‘Te amo’. Para alguien como yo que había vivido su vida adulta sin escuchar nunca esas palabras, fue un terremoto “.

Apenas dos semanas antes de la muerte de José Luis, Daly dijo que su amigo se despertó un día confundido y dijo: “Tengo que averiguar cómo llegar a casa.” Al interrogarlo, Daly se dio cuenta de que no estaba hablando de su antiguo apartamento o incluso de Puerto Rico. José Luis simplemente señaló hacia el cielo y el cielo. A su muerte, Daly cantó himnos junto a la cama de José Luis, pronunciando el último “Aleluya” de “Todas las criaturas de Nuestro Dios y Rey” justo antes de su último aliento.

La reflexión de Daly está destinada principalmente a honrar el recuerdo de su querido amigo. Pero, como él también dice: “Siento la necesidad de ser honesto conmigo mismo. En mi año 72º necesito vivir con integridad. ¿Si no es ahora, cuando? ” Él continúa:

“He vivido la vida que la iglesia me ha pedido. Siempre me esforcé por vivir una vida casta. No estaba rompiendo mis compromisos entre bastidores. Pero he cambiado en los últimos 40 años. También lo ha hecho la iglesia. También lo ha hecho el mundo… no soy el único sacerdote con estas luchas”.

Daly tiene Esperanza en un cambio dentro de la iglesia institucional en su visión sobre las relaciones LGBTQ+, ofreciendo su propia historia sincera para continuar cambiando la narrativa hacia un enfoque en personas y relaciones reales y lejos de la doctrina alienada de la experiencia humana:

“Los 16 meses con José Luis en mi casa fueron pura gracia. Fueron el antídoto paraa la soledad y la herida del celibato. José me dio el gran regalo de decir, ‘Te amo.’ Aprendí a decirlo de nuevo. El amor es amor.”

–Gela Howard McParland (ella/ella), New Ways Ministery, 5 de diciembre de 2022

Fuente New Ways Ministry

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“Pepitas de oro”, por José Ignacio González Faus

Miércoles, 3 de agosto de 2022
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20501122-doctor-atractivo-con-los-brazos-cruzados-de-pie-en-frente-de-equipo-médico-atendiendo-a-un-pacienteDe su blog Miradas cristianas:

Con frecuencia me ha sorprendido la bondad con que me han tratado enfermeras y cuidadoras: sin conocerme, sin esperar nada de mi: sacar lo mejor propio ante el dolor ajeno

Poner encima de la mesa todo el dolor del mundo, el inmenso sufrimiento de tantos inocentes. No para que “nos quiten las ganas de comer” sino para que nos impulsen a comer sobria y solidariamente.

La productividad sin cuidado se convierte en explotación. Pero el cuidado sin productividad puede quedarse en mera resignación

Cuatro veces en mi vida me he visto ingresado en hospitales o enfermerías; una de ellas larga. Las otras puedo calificarlas de cortas.

Con frecuencia me ha sorprendido la bondad con que me han tratado enfermeras y cuidadoras: sin conocerme, sin esperar nada de mí; simplemente por ver que lo estaba pasando mal, buscando solo mi alivio y mi mejora y sin esperar nada a cambio: como si lo que me hacían fuera la cosa más natural del mundo. Lo más que pude devolver fue un rato de escucha de una enfermera quejándose por lo bajo del sueldo y porque necesitaba casi dos horas para trasladarse desde su casa al hospital, lo que la obligaba a madrugar más.

 No pretendo que fueran gentes canonizables. Me gusta repetir que “la pasta humana es siempre la misma”. Puedo añadir que no todo el mundo me trató siempre de igual manera: la misma bondad tiene sus manchas (por temperamentos, por estados de ánimo o historias personales). Además, y por vínculos familiares o de amistad, he conocido también algunos de esos trapos sucios entre personal sanitario: envidias y celos, intentos de una enfermera por ligarse a un médico; y hasta la demanda al director de una clínica privada para que expulsase a una enfermera, porque le había quitado el marido a la pobre mujer que presentaba esa demanda apelando, para ser oída, a la amistad que, por lo visto, tenía con ese director. Y poniendo a este en una situación difícil porque (me decía él): “yo tengo que juzgar de la profesionalidad, no de la vida privada de esa enfermera. Y es una buena profesional”. En fin: cosas “tan normales como la vida misma”.

Pero precisamente por eso: porque no se trata de personas santas sino de mi misma pasta, he ido comprendiendo cómo puede cambiarnos y sacar lo mejor de nosotros, la presencia del dolor ajeno. He abogado otras veces por la necesidad de poner encima de la mesa todo el dolor del mundo, el inmenso sufrimiento de tantos inocentes. No para que “nos quiten las ganas de comer” sino para que nos impulsen a comer sobria y solidariamente. Y protestaré siempre porque en tiempos de pandemia se nos hayan dado cotidianamente cifras de víctimas (que a mí, por supuesto, me interesaba conocer también) pero nunca, en ningún informativo progresista o conservador, se nos informe de las víctimas cotidianas de esa otra pandemia del hambre, mucho más larga que la de la covid. Como si cuando el peligro ya no me amenaza a mí dejase de ser noticia. O como si tampoco sea noticia lo repetido, por grave que pueda ser: porque ahora las víctimas de la covid y la incidencia acumulada siguen creciendo, pero ya ni nos enteramos.

He usado otras veces la referencia a “la quimera del oro” de Chaplin, precisamente para destacar que en este caso no se trata de una quimera: todos llevamos dentro ese tesoro que la brutalidad de esta vida y nuestra propia espontaneidad viciada nos impiden encontrar. Por eso quiero dar este sencillo aviso: decir simplemente que, cuando sacamos lo mejor de nosotros mismos, contribuimos a sacar lo mejor de los demás (aunque también corremos el riesgo de que se nos quiera crucificar).

El cuidado y la productividad son las dos manos y las dos piernas con que debemos movernos en la tierra. Y se necesitan: la productividad sin cuidado se convierte en explotación. Pero el cuidado sin productividad puede quedarse en mera resignación. Dos malas maneras de andar cojo y manco por la tierra.

Y vaya esto una vez más como palabra de gratitud a tanto personal sanitario.

Aparecido en La Vanguardia del domino 10.07

Espiritualidad

Pepa Torres Pérez: Querían brazos y llegamos personas.

Sábado, 18 de junio de 2022
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C33874D5-26AF-409B-BCE1-B9A8400DD61FObservatorio Jeanneth Beltrán.

Con el lema que da título a este artículo y como un proyecto que nace de la Asociación Senda de cuidados, Trabajo y cuidados dignos, el Observatorio nace en mayo de 2018. Tomamos el nombre de Jeanneth Beltrán, en memoria de una compañera nicaragüense, empleada de hogar sin papeles, que murió en el año 2014 en Toledo como consecuencia del decreto de exclusión sanitaria. (Real Decreto Ley 16/2012)

Nacemos ante la necesidad de recoger, asesorar y acompañar la vulneración de derechos de las trabajadoras de hogar y cuidados, fomentar su autoorganización y hacer incidencia política con otros colectivos de trabajadoras para poner fin a la explotación y discriminación que sufre este sector por el cruce de un entramado legal injusto que se perpetúa históricamente: la Ley de Extranjería y la exclusión del régimen de las trabajadoras de hogar y cuidados en el sistema de la Seguridad Social con plenos derechos.

Trabajo esencial en la economía sumergida

En España existen más de 630.000 mujeres que trabajan en este sector, la mayoría migrantes, de las cuales el 40% forman parte de la economía sumergida y casi en su totalidad trabajan en condición de internas. Mujeres que, pese a la vulneración de derechos que viven cada, día sostienen los hilos de la vida acá en el estado español y también allá en sus países de origen, por lo que significa en sus economías la aportación de sus remesas. Mujeres trabajadoras esenciales, como ha quedado demostrado en la crisis de la Covid, pero todavía al margen de los derechos del resto de los trabajadores. Forman parte de un sistema especial dentro del régimen general de la Seguridad Social que mantiene condiciones laborales y salariales discriminatorias, una amplia desprotección del sector, un elevado porcentaje de informalidad derivado de las trabas para la regularización de los permisos de trabajo, que les niega, entre otras cosas, el derecho al desempleo y el reconocimiento de las enfermedades profesionales. Algunas de las situaciones más comunes que detectamos diariamente desde el Observatorio y que intentamos denunciar son:

Situaciones denunciables

-La complejidad de la vulneración de derechos que afecta a las trabajadoras de hogar y cuidados por la interseccionalidad que lo atraviesa. De modo que no se limita solo a la esfera laboral, sino a toda una serie discriminaciones y exclusiones relacionadas con el género, la raza y la clase.

-Los imaginarios y prejuicios dominantes sobre las personas que realizan este trabajo, como personas “ignorantes” y sin conciencia. Nada más lejos de la realidad. La mayoría viven un proceso de movilidad socio-profesional descendente, un cambio de status significativo, pues en su país habían desempeñado otro tipo de profesiones de mayor reconocimiento.

-La normalización de la precarización y las condiciones de explotación de este trabajo en cuanto a salarios, descansos, incumplimiento de contratos o inexistencia de contrato escrito (más del 50%), negación de derechos laborales y existencia de todo tipo de abusos.  Especialmente graves son los distintos tipos de acoso hacia estas trabajadoras:   acosos de tipo moral (insultos, aislamiento, maltrato psicológico), laboral (engaños sobre condiciones laborales, carencia de espacio en la casa para descansar, desprecio por su trabajo, trato humillante, xenófobo, racista y, por último, acoso sexual.

La revitalización del régimen de interna en condiciones en las que claramente se incumple la ley, incluso aun cuando esta resulte insuficiente: vulneraciones de derechos (como negación de permisos para ir al médico o poder atender a situaciones personales o familiares), imposibilidad de conciliar vida familiar y vida laboral, despidos improcedentes o desistimientos sin finiquito y sin indemnización, falta de respeto a la intimidad o ausencia de una habitación propia, etc. Junto a ello la interiorización del sin papeles no hay derechos y la gran asimetría existente entre empleadores y empleadoras para negociar condiciones.

Sin embargo, pese al aislamiento que conlleva este trabajo al llevarse a cabo al interior de los hogares, las trabajadoras de hogar y de cuidados son un sujeto político emergente, como desde hace años vienen visibilizando con sus luchas y sus reivindicaciones. Cuatro de estas resultan especialmente relevantes: el derecho a la prestación por desempleo, la cotización en base a salarios reales, la ratificación del convenio 189 de la OIT y una política pública de cuidados, de modo que el derecho al cuidado no recaiga sobre la explotación de las trabajadoras y que el estado se implique a través de un sistema de bonificaciones en base a la renta de las familias.

Poco avance tras la reforma laboral

La reforma del mercado laboral llevada a cabo por el Gobierno apenas ha modificado nuestra situación de precariedad y explotación. Por eso, este pasado 27 de marzo las organizaciones de trabajadoras de todo el estado convocamos una sentada estatal para exigir la inmediata ratificación del Convenio 189 de la OIT y el derecho al desempleo. La sentencia interpuesta por un abogado laboralista en Galicia al Tribunal de Justicia Europeo por discriminación en el derecho al desempleo en relación con el resto de las trabajadoras y trabajadores ha abierto un hito histórico que fuerza al Gobierno español a subsanar y reconocer este derecho.

Empoderar y liderar

Todas estas luchas no serían posibles sin el empoderamiento y el liderazgo de las trabajadoras de hogar y cuidados. Por ello, desde el Observatorio trabajamos en dos líneas de acción preferente muy claras: Acuerpar derechos (Asesoramiento y acompañamiento colectivo en denuncias y vulneraciones de derechos) y la Escuela de Activismo Político en Cuidados. Porque estamos convencidas de que sin las trabajadoras de hogar y de cuidados no se nueve el mundo. Pero es importante reflexionar colectivamente  sobre qué  mundo queremos mover.

Pepa Torres Pérez

Revista digital Utopía, mayo 2022

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El oficio de cuidar: Un grupo de personas trans se prepara para los cuidados en la vejez

Miércoles, 18 de mayo de 2022
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DSC_4535-1200x600Foto: Ariel Gutraich.

Alrededor de 30 personas trans se capacitan para aprender el cuidado de mayores.

BUENOS AIRES, Argentina. Un curso de cuidadorxs de personas mayores busca brindar más posibilidades de inserción laboral al colectivo travesti trans y resignificar este tramo de la vida. Se trata de una formación dictada por la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores (Dinapam), la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF), Cruz Roja y la Asociación de Fomento Federico Lacroze, en articulación con el Bachillerato Popular Travesti Trans Mocha Celis. ¿Su objetivo? Repensar las vejeces desde la diversidad sexual y funcionar como puente para el acceso a un empleo formal.

Desde el 14 de febrero de este año, un grupo de 30 personas, de las cuales el 80 por ciento pertenece al colectivo travesti trans, van a cursar tres veces por semana, cinco horas cada vez.

Lo hacen en un espacio brindado por la Asociación Federico Lacroze del barrio porteño de Chacarita y se espera que culminen sus estudios a mediados o fines de mayo.

“Del curso tengo como expectativa aprender, conocer y lograr una salida laboral a futuro totalmente plena. Este trabajo tiene que hacerse con dedicación. Espero que salga algo bonito, ya sea una salida laboral o recibirme y conocer a les viejes en más profundidad: sus cuidados, tratos y derechos”, dice Luciana Micaela Méndez, una mujer trans de 33 años, oriunda de la localidad bonaerense de Ciudadela, que asiste a la formación.

Repensar los cuidados

Desde la Mocha Celis resaltan que este curso trabaja en dos líneas necesarias. Por un lado, la cuestión laboral y, por otra, pensar a las vejeces desde una mirada con perspectiva de género y de diversidad.

“Ellas terminan y se les entrega un certificado oficial, además de quedar anotadas en el Registro Nacional de Cuidadores. Implica, entonces, un acceso real a un trabajo formal y pensarse como profesionales con saberes específicos”, explica, por su parte, Agustina Ayub, integrante del equipo de Acceso a Derechos del bachillerato y coordinadora del curso de cuidados para personas mayores.

Agustina trabaja en equipo con Andrea García, que es trabajadora social. Sobre pensar la vejez, suma a las palabras de su colega que se trata de una temática “súper importante” y con poca visibilidad.

“Lo que pasaba antes es que la expectativa de vida del colectivo travesti trans era de 35 años. Ahora se empezó a extender y con eso empiezan a aparecer el pensar cómo van a ser cuidades. Nunca había estado esa posibilidad porque con una expectativa de vida tan corta, era difícil pensar en un futuro. Es una oportunidad ahora de poder entenderse viejas y con la posibilidad de una buena calidad de vida y un buen envejecer”, dice Andrea.

Mónica Navarro, integrante del programa Ancestras de UNTREF, agrega: “Es importante que pensemos, deconstruyamos y performemos otras vejeces fuera del modelo heterosexista patriarcal”. Además, señala que desde su equipo buscan “ese cambio cultural, por vejeces dignas y diversas”.

Luciana, por ejemplo, contó a Presentes que desea para su vejez “tranquilidad”. “Quiero a determinada edad descansar, no ser vaga, pero no trabajar. Despegarme un poco de la locura de la ciudad. Estar en una casita, muy tranqui, en algún terreno grande”, imagina.

El curso le hizo pensar en la importancia que tiene dar apoyo a las personas mayores para que puedan desarrollarse de la mejor manera. Y en este punto, la labor de las cuidadoras se vuelve fundamental. “Les viejes con les que hablo están muy solites. Las cuidadoras son una gran ayuda para la compañía, para tratarlos. El rol de ellas es muy importante, por eso creo que debería ser más valorado, más reconocido o más conocido”, sostiene.

Las palabras de Luciana coinciden con datos del panorama actual. El 10% de las personas mayores de 60 años (alrededor del 743 mil) se encuentran en una situación de dependencia básica, es decir, no pueden realizar por sus propios medios actividades esenciales como alimentarse, bañarse o vestirse. Así lo grafica la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores del INDEC realizada en 2012.

Al mismo tiempo, la población de Argentina se encuentra envejeciendo por lo que la necesidad de cuidados será cada vez mayor. Para el año 2040, la población de 60 años y más crecerá en casi 3,5 millones de personas, mientras que la población de hasta 19 años se mantendrá igual, según proyecciones del INDEC.

Cuidar es una cuestión de Estado

En línea con la necesidad de reconocer la labor de los cuidados, el Poder Ejecutivo nacional envió esta semana al Congreso el proyecto de ley conocido como “Cuidar en Igualdad”.

En principio, este proyecto busca crear un Sistema Integral de Políticas de Cuidados de Argentina (SINCA) con perspectiva de género. Esto implica “un conjunto de políticas y servicios que aseguran la provisión, la socialización, el reconocimiento y la redistribución del trabajo de cuidado, entre el sector público, el sector privado, las familias y las organizaciones comunitarias y entre todas las identidades de género para que todas las personas accedan a los derechos de cuidar y ser cuidadxs en condiciones de igualdad”.

Además, entre otras cuestiones, reconoce y promueve el trabajo de cuidados remunerado. En este sentido, obligaría al Poder Ejecutivo Nacional a crear un registro nacional de trabajadorxs del cuidado remunerado en pos de facilitar la instrumentación del SINCA. También buscaría promover “la capacitación, la certificación de conocimientos, la remuneración adecuada y el reconocimiento de profesiones, tareas y oficios considerados trabajo de cuidados”.

Un lugar de aprendizaje y encuentro

En el salón amplio donde se dicta la formación en cuidados hay un pizarrón con el mensaje “Bienvenides!!!” escrito en fibrón. Rodean dos mesas blancas de plástico les alumnes, entre quienes se encuentra Tamara Mori con cuaderno y lapicera en mano. Tiene 42 años, es peruana y hace 15 años se casó con un argentino, lo que la motivó a instalarse en el país. Vive en el barrio porteño de Balvanera y es decoradora de eventos, pero con la pandemia tuvo que cerrar su microemprendimiento. Por esa razón comenzó a buscar capacitaciones “donde pueda volver a insertarse en el mercado laboral”.

“Me avisaron de este curso de cuidadoras y dije bárbaro, porque es algo que además me gusta. Durante mucho tiempo cuidé a mi abuela y lo acepté con gusto”, cuenta a Presentes. Además, destaca el entorno en el cual se dicta la instrucción: Me gusta que sea dado en un lugar del colectivo LGBT en el cual me siento cómoda y no mirada ni juzgada quizá como sí hubiese sido en otro lado”.

Para ella, si bien el curso está enfocado en los cuidados del adulto mayor, también nos sirve a nosotras para ver cómo vernos más adelante, en la vejez. No solo cómo vernos sino cómo cuidarnos, cómo estar preparadas para afrontar esa etapa de la vida. Por suerte, gracias a leyes que se han generado a favor del colectivo, sumado a la existencia de lugares donde una puede asistir no solamente a asesorarse sino a obtener un tratamiento de salud, se ha permitido que esos 35 años de esperanza de vida se extiendan para muchas de nosotras. Aunque sigue habiendo muchas necesidades”, dice.

El viernes 27 de abril dieron presente en una hoja que circulaba por el aula ocho personas que fueron a la clase dictada por Florencia Cascardo, docente e investigadora del Centro de Estudios de la Economía Social de la UNTREF, sobre cooperativas de trabajo. Andrea García cree que por el frío esta vez no pudieron ser todes les estudiantes, que son alrededor de 30 personas.

Para Florencia, “la creación de un sujeto colectivo, que es la cooperativa, fortalece la labor de cuidados” sobre todo porque “es un trabajo que al desarrollarse al interior de los hogares está expuesto a situaciones de vulnerabilidad o de explotación”. Además, considera que es una organización de trabajo interesante de explorar en el marco de la inserción laboral para travestis y trans dadas las dificultades de acceso al empleo que suelen tener.

“¿Quién solventa lo económico en las cooperativas?”, pregunta una estudiante que participa mucho a lo largo de la clase. La docente no tarda en responder, explicando que depende de cada cooperativa, pero que algo en común es que se trata de “otra forma de pensar lo económico que está centrada en las personas y no en el capital”.

Las historias

La alumna es Freditica Murillo y tiene 53 años, “aunque mucha gente no lo crea”, aclara. “Yo soy una persona grande, aunque por fuera se me ve muy joven. Llevo por dentro el peso de la edad”, dice a Presentes. Lleva puesta una campera de jean, una bufanda color mostaza y bebe de una taza con la bandera de Brasil, aunque no condice con su origen dado que hace 10 años llegó a la Argentina desde la capital de Perú.

En los primeros meses en el país del sur del continente se desempeñó en supermercados, hasta que tuvo la posibilidad de trabajar, gracias a otras compañeras trans, en la cooperativa textil Estilo Diversa LGBT. Allí estuvo hasta que “lamentablemente tuvo que cerrar durante la pandemia”, cuenta.

“Este curso me salió como una bendición porque aprendo más, me capacito más y me gusta. Ojalá que yo y mis compañeres tengamos la suerte de tener alguna oportunidad de experimentarlo con una salida laboral para que este aprendizaje se exprese en la práctica”, desea Freditica.

En línea con ella se expresa Paris Donatella Del Valle, para quien este curso “es una fuente de trabajo”. Paris viene de familia de militares y a los 15 años dejó su hogar porque no aceptaban su identidad de género. También llegó a la Argentina desde Perú y hace 13 años que vive en el país.

Actualmente se encuentra desempleada. “Yo soy estilista, pero acá no pude construir trabajo. Me presentaba, pero ya todo estaba completo, no necesitaban personal. Por eso no trabajé, he dejado de lado mi profesión”, cuenta y cree que le “costó conseguir trabajo por ser trans”. “A nosotras nos catalogan como lo peor”, sostiene.

Actualmente está por iniciar el primer año de la secundaria en el Bachillerato Mocha Celis. Luego, le gustaría estudiar periodismo y dedicarse a la sección de Espectáculos.

Al curso llegó para aprender el cuidado de adultos mayores. “Me interesa bastante, es mi primera vez”, dice, y anhela: “Dios quiera que al terminar el curso podamos conseguir un trabajo”.

Fuente Agencia Presentes

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“Lo mejor de los demás”, por José I. González Faus

Miércoles, 5 de enero de 2022
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1-1-1080x675De su blog Miradas cristianas: 

Todos llevamos dentro un gran tesoro que la brutalidad de esta vida y nuestra propia espontaneidad viciada nos impiden encontrar.

La presencia del dolor ajeno puede cambiarnos y sacar lo mejor de nosotros.

Cuatro veces en mi vida me he visto ingresado en hospitales o enfermerías; una de ellas larga. Las otras puedo calificarlas de cortas.

Con frecuencia me ha sorprendido la bondad con que me han tratado enfermeras y cuidadoras: sin conocerme, sin esperar nada de mí; solo por ver que lo estaba pasando mal, buscando solo mi alivio y mi mejora y sin esperar nada a cambio por ello: como si lo que me hacían fuera la cosa más natural del mundo. Lo más que pude devolver fue un rato de escucha de una enfermera quejándose por lo bajo del sueldo y porque necesitaba casi dos horas para trasladarse al hospital, lo que la obligaba a madrugar más.

No pretendo que fueran gentes canonizables. Me gusta repetir que “la pasta humana es siempre la misma”. Puedo añadir que no todo el mundo me trató siempre de la misma manera: la misma bondad tiene sus manchas (por temperamentos por estados de ánimo o historias personales). Además, y por vínculos familiares o de amistad, he conocido también algunos de esos trapos sucios entre personal sanitario: envidias y celos, intentos de una enfermera por ligarse a un médico; y hasta la demanda al director de una clínica privada para que expulsase a una enfermera, porque le había quitado el marido a la pobre mujer que presentaba esa demanda, apelando, para ser oída, a la amistad que, por lo visto, tenía con ese director, y poniendo a este en una situación difícil porque (me decía él): “yo tengo que juzgar de la profesionalidad, no de la moralidad de esa enfermera. Y es una buena profesional”. En fin: cosas “tan normales como la vida misma”.

Pero precisamente por eso: porque no se trata de personas santas sino de mi misma pasta, he ido comprendiendo cómo puede cambiarnos y sacar lo mejor de nosotros, la presencia del dolor ajeno. He abogado otras veces por la necesidad de poner encima de la mesa todo el dolor del mundo, el inmenso sufrimiento de tantos inocentes: no para que “nos quiten las ganas de comer” sino para que nos impulsen a comer sobria y solidariamente. Y protestaré siempre porque en tiempos de pandemia se nos hayan dado cotidianamente cifras de víctimas (que a mí, por supuesto, me interesaba conocer también) pero nunca, en ningún informativo progresista o conservador, se nos informe de las otras víctimas cotidianas de esa otra pandemia del hambre que es mucho más larga que la de la covid. Como si cuando el peligro ya no me amenaza a mí dejase de ser noticia.

He usado otras veces la referencia a “la quimera del oro” de Chaplin, precisamente para destacar que en este caso no se trata de una quimera: todos llevamos dentro ese tesoro que la brutalidad de esta vida y nuestra propia espontaneidad viciada nos impiden encontrar. Por eso vale la pena dar este sencillo aviso. Podría remitir una vez más al asombroso diario de Etty Hillesum. Pero prefiero decir simplemente que, cuando sacamos lo mejor de nosotros mismos, contribuimos a sacar lo mejor de los demás (aunque también corremos el riesgo de que se nos quiera crucificar).

El cuidado y la productividad son las dos manos y las dos piernas con que debemos movernos en la tierra. Y se necesitan: la productividad sin cuidado se convierte en explotación. Pero el cuidado sin productividad puede quedarse en mera resignación. Dos malas maneras de andar cojo y manco por la tierra.

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“Revolucionar los cuidados”, por Pepa Torres.

Jueves, 16 de noviembre de 2017
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untitled-1Inicio el nuevo curso con la lectura de un libro que me ha revolucionado “por dentro” y me urge a “revolucionar por fuera”: Trincheras Permanentes. Intersecciones entre política y cuidados[1]Su autora, Carolina León investiga, desde su lugar de enunciación como activista y madre sola, prácticas de cuidado en la vida ciudadana y política que están haciendo posible la vida en los tiempos tan duros que transitamos, por más que el gobierno declare con rotundidad que la crisis ya pasó y “estamos mejor que nunca”. Por eso inicio el nuevo curso haciéndome algunas preguntas para las que es urgente encontrar alternativas y no seguir aplazándolas. Preguntas para desordenar el mundo y alumbrarlo más allá de los roles asignados y los mandatos de género, cuestiones que nos desafían a encontrar respuestas que nos satisfagan a más de la mitad de la humanidad y todavía invisible, que seguimos siendo las mujeres y para poner la vida en el centro y sacar los cuidados a la plaza pública, porque los trabajos de reproducción son los que sostienen la maquinaria de la vida.

Preguntas como las siguientes: ¿Quién hace política, teología, economía, filosofía y para qué y para quiénes? ¿Quién cuida? ¿Por qué se ve una cosa y no la otra? ¿Por qué unos sujetos son tan visibles y otros tan poco? ¿Es la política únicamente lo que se ve?¿Qué sucede con lo que no se muestra?¿Por qué se siguen manteniendo tan separados el campo léxico de palabras como revolución, política organización, activismo, militancia, frente al de cuidados, reproducción, vida, afectos, sostenimiento? Si la historia todavía está demasiado identificada con la historia de las guerras y los relatos de los vencedores y las vanguardias. Los cuidados son sin duda la retaguardia, donde se expone y amalgama el sostenimiento de la vida.

Los cuidados son las trincheras permanentes, donde se llevan a cabo las tareas que el sistema mantiene invisibles y ocultas, vinculadas a lo cotidiano y a la materialidad y que nos hacen estar dispuestas y dispuestos al mundo. Los cuidados comprenden todas aquellas actividades que desarrollamos para atender o apoyar a otras personas de manera tanto física o emocional para sobrevivir cada día. Tienen una dimensión material directa, pero también emocional y relacional. Sin cuidados no hay vida, sin embargo cuidar, no llena un curriculum, no otorga prestigio. Lo político en nuestro mundo sigue la lógica de la aparición y la materialidad de la vida permanece escondida. Por otro lado cuidar baja a los individuos a su propia fragilidad y nos hace salir de la fantasía capitalista de la suficiencia.

Por ello necesitamos radicalizar y revolucionar los cuidados. El ecofeminismo y la economía feminista han sacado los cuidados del espacio de lo íntimo para ubicarlos en la plaza pública urgiéndonos a revolucionarlos y a pasar de la ciudadanía a la cuidadanía. Es decir, un sistema de relaciones y reorganización social que pone en el centro de la sostenibilidad de la vida y el cuidado como una categoría relacional y política sin la cual la vida no es posible.

Pero ¿Qué entendemos por sostenibilidad de la vida desde la economía feminista? Nos referimos a condiciones de posibilidad de vidas que merezcan la pena ser vividas, ya que la propia noción hegemónica (patriarcal y capitalista) de esta aspiración nos resulta perversa[2]. Perversa porque la vida que se nos ofrece como ideal escinde vida y naturaleza, porque identifica los valores asociados a la masculinidad con lo propiamente humano e impone una fantasía de autosuficiencia; perversa porque identifica bienestar con consumo en permanente crecimiento y progreso; perversa porque es una noción de vida no universalizable e irrespetuosa con la diferencia, perversa porque se sustenta en una noción de vida en la que se aceptan que una vidas valgan más que otras y porque la diversidad sexual y de género es constreñida en aras de garantizar sujetos invisibilizados que asumen la responsabilidad de sostener la vida en un sistema que la ataca.

La reivindicación de la cuidadanía supone reconocer el cuidado como esencia de lo humano, des-feminizándolo y redescubriéndolo como un valor universal. Cuidado y ternura constituye un orden alternativo al de la explotación y la dominación y están vinculados a la razón y la justicia cordial más que a la razón instrumental, su lógica y su justicia. La creación, las personas somos posibilidad y carencia, vulnerabilidad y potencia, por eso necesitamos del cuidado para ser, para existir y superar la ley de la entropía, que es la fuerza del desgaste natural de las cosas. Por eso des-cuidardes-cuidarnos nos embrutece y termina convirtiéndonos en generadores y generadoras de depredación y violencia, como nos recuerda también el papa Francisco en LS 69.

Para ello inicio este curso con una tarea urgente: revisar críticamente la concepción de la ciudadanía que parte de un modelo que es blanco, varón burgués y propietario y de una división sexual del trabajo y mandatos de género que asigna quien cuida y quien debe ser cuidado. Un mandato de género que ubica los cuidados en los ámbitos privados y los naturaliza como una cuestión de mujeres, que lo hacen todo por amor y que genera subjetividades cómplices difíciles de desmontar. Es urgente desmontar este orden y el imaginario patriarcal y capitalista que lo sostiene: el de un sujeto autónomo, independiente y suficiente que niega su interdependencia, que niega la vulnerabilidad que nos constituye como humanos y nos hace seres con necesidad de recibir y ofrecer cuidados

Este verano con los compañeros y compañeras de cristianismo y justicia en Barcelona[3] nos hacíamos conscientes hombres y mujeres de la gran prueba que constituyen la incorporación del 021feminismo y los cuidados en el pensamiento social y teológico y de la apuesta por la cultura de la ciudadanía y la revolución de los cuidados. Una apuesta por pasa por concebirlos desde la mutualidad, y no desde la complementariedad. No de forma jerárquica, sino circular, sin privilegios y que incluye el cuidado de la tierra y la comunidad cósmica. Una revolución que pasa por politizar la vulnerabilidad y recolectivizar los procesos de reproducción, porque mientras los cuidados se realicen en el terreno de lo privado estarán instalados en el género y en la clase. Por ello es fundamental llevar la lucha de los cuidados fuera de la cocina y el dormitorio, trasladarla a las calles[4]. Por eso como nos recuerdan los colectivos feministas, ningún movimiento se pueden mantener si no hace de la reproducción de aquellos que en él participan su eje central, por eso hay que romper la frontera entre políticas y cuidados y poner en práctica una política con cuidados, que asuma la responsabilidad de todas las personas en la reproducción y la cooperación colectiva del cuidado de la materialidad y la vulnerabilidad. Si ambas no se hacen un asunto compartido, un asunto público se seguirán reproduciendo dinámicas sociales en las que terminen siendo las mujeres las que asuman el peso mayor en la provisión del cuidado, no de forma elegida,sino impuesta.

¿Cómo meter en la agenda de nuestro inicio de curso, nuestros proyectos y planes para este año la urgente revolución de los cuidados? ¿Qué tenemos que hacer o que dejar de hacer, para que la cultura de la ciudadanía sea posible en nuestros barrios, para que todas y todas, empezando por las últimas, podamos vivir vidas sostenibles, vidas que tengan el cuidado en el centro y no el dinero y la explotación de un género sobre otro, de una clase sobre otra, de una parte del mundo sobre otra?, en definitiva vidas que merezcan la pena ser vividas?.

Pepa Torres

[1] Carolina LEÓN, Trincheras Permanentes. Intersecciones entre política y cuidados, Pepitas de calabaza, Logroño, 2017.

[2] Sigo aquí a Amaia PÉREZ OROZCO, Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital y vida; Traficantes de sueños, Madrid, 2014.

[3] https://www.cristianismeijusticia.net/es/jorge-riechmann-defiende-un-humanismo-descentrado-en-las-jornadas-de-cristianisme-i-justicia

[4] Silvia FEDERICI, Revolución en punto cero Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas, Traficantes de sueños, Madrid , 2012.

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