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Refugiados por su orientación sexual: los gays marroquíes del CETI de Ceuta

Viernes, 22 de diciembre de 2017
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15078322808990Nueve de los 10 migrantes que han solicitado asilo en España alegando discriminación.

Un artículo de hace unos meses que refleja la cruda realidad de los doblemente perseguidos, por ser refugiados y por su orientación sexual… Una realidad durísima en Marruecos, entre los propios inmigrantes yen el país de acogida…

Huyeron de Marruecos porque allí ser gay es delito y denuncian que no se les permite entrar en la Península pese a tener concedido el asilo

Por Lucas de Cal en El Mundo

Después de cenar, mientras el fotógrafo prueba el flash en el aparcamiento de la playa del Trampolín en Ceuta, frente a una pequeña mezquita, un grupo de chavales marroquíes baja sonriendo y abrazados por la cuesta que sube hasta el CETI. Quedan 50 minutos para que el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes cierre sus puertas a las 23:00 horas y que ya nadie pueda ni entrar ni salir. Llegan ocho chicos y una chica. Lo primero que hacen es dar las gracias por permitirles contar su historia en nuestra bocina de papel.

El primero en alzar la voz es el joven que lleva pantalones cortos rosas. Se llama Reda, nació hace 22 años en Tetuán, estudiaba Económicas y es el que mejor habla español del grupo. Llegó hace dos meses a Ceuta huyendo de su familia y de la Policía. “Estaba en un pub de Ceuta con mi novio, que es de Extremadura. Unos primos que viven aquí me vieron y se chivaron a mi familia. Al volver a mi casa en Marruecos, mis padres me dijeron que me iban a denunciar por ser gay y que llamarían a la Policía. Yo lo llevaba en secreto y no me quedó otra que escaparme a España y pedir asilo”, cuenta.

A su lado está Yassin, repeinado y con bigote. Tiene 28 años, es de Tánger y cruzó la frontera esta semana. “Hace 10 años, cuando mi familia se enteró de que era gay, me echaron de casa. He estado todo este tiempo viviendo con amigos, pero no podía aguantar más”, cuenta. “Lo que más recuerdo son las veces que me agredían por la calle y, cuando lo denunciaba a la Policía, me detenían a mí por ser gay. He dormido varias veces en el calabozo. Los agentes me explicaban que era muy femenino para ser un hombre y que eso era delito”.

El código penal marroquí criminaliza los “actos contra natura con un individuo del mismo sexo” y las penas pueden ser de hasta de seis años de prisión. “Allí somos unos apestados, una humillación para nuestras familias”, grita en inglés la única chica del grupo. Es de la ciudad de Castillejos y llegó hace ocho meses. Sus padres la echaron de casa cuando se enteraron de que era lesbiana y que tenía novia. Y su hermana la denunció a la Policía. “Estaba estudiando en la universidad y dejé la carrera de Negocios y Comunicación para venir aquí. Ahora me gustaría seguir formándome”, dice.

Son tres testimonios de una situación que se repite. Se autodenominan “refugiados por su orientación sexual”. Son los marroquíes gays y lesbianas que huyen de su país por la represión y violencia que sufren. Tanto en la calle como en sus hogares. Su intención es ir a la Península, pero la primera parada que hacen tras pedir el asilo en España está en los CETI de Ceuta y de Melilla. Allí pasan meses, incluso años, hasta que les dan el permiso para cruzar. “Algunos tenemos la tarjeta roja (que permite residir en España), y podríamos movernos libremente pero en el puerto no nos dejan subir a los ferris que van a Algeciras” denuncian.

Quieren salir cuanto antes del CETI, donde comparten espacio con el resto de inmigrantes que han llegado a Ceuta, tanto por la frontera, como por pateras o saltando la valla. De los cerca de 600 internos del centro, la gran mayoría son subsaharianos y argelinos. “Los trabajadores se portan muy bien con nosotros y nos cuidan, el problema lo tenemos con el resto de inmigrantes. Muchos nos agreden, incluso sexualmente. Nos molestan en el comedor, en el patio, tienen una mente muy diferente”, aseguran varios de los chicos.

“Me pasó un día con un subsahariano. Se dio cuenta que soy gay y me intentó meter mano. Llamé a la seguridad del centro pero, al día siguiente, me pegó”, cuenta Reda. La chica asiente con la cabeza explicando que también se burlan de ella. “Aquí, en Ceuta, también sufrimos violencia e insultos“. Este año, la ONG Human Rights Watch emitió un informe denunciando que los migrantes LGTBI que llegan a Ceuta padecen “hostigamiento y abusos indiscriminados, tanto en el centro de inmigración como en las calles”.

Mohamed (24 años, de Casablanca) dice que lleva cinco meses sin ver a su novio, que vive en Marruecos y no se pudo escapar con él. “Nos gustaría ir a Madrid y ser felices sin que nadie nos pueda decir nada. No pedimos tanto”. Chain es el veterano del grupo y es de los pocos que no le importa dar la cara. Tiene 39 años y llegó hace un año y medio de Tetuán. La semana pasada pidieron asilo en Ceuta otros cuatro chicos. Ayoub (25) cuenta que le han intentado matar en Marruecos. Thami (33) busca libertad y Hamza y Omar, de 19 años, disfrutar de su sexualidad sin tener que ocultarse.

La mañana siguiente, en la puerta del CETI, también aparece Khanina, una chica lesbiana que lleva 28 días en Ceuta. Ella viene de Argelia y completa el grupo de las 10 personas del centro que han pedido asilo alegando discriminación por su orientación sexual. “En Argelia también somos perseguidos. Estaba en la universidad con mi novia, unos chicos me hicieron una foto y se la mandaron a mi hermano. Entonces mi familia se enteró y me fui”, cuenta.

Hace unas semanas, el ministro de Justicia y Libertades marroquí, Mustafa Ramid, estuvo en Ginebra Compareciendo ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Se negó a despenalizar la homosexualidad en Marruecos, pese la petición del Consejo.

Constante persecución de las personas LGTB en Marruecos

Actitudes como las del ministro Ramid son muy preocupantes, especialmente cuando de un tiempo a esta parte asistimos a un recrudecimiento de la persecución contra las personas LGTB por las autoridades de Marruecos, desmintiendo el tópico preexistente de que las leyes represoras no se aplican en la práctica (el artículo 489 del Código Penal marroquí castiga los “actos licenciosos o contra natura con un individuo del mismo sexo” con penas de hasta 3 años de prisión, además de una sanción económica. Y el artículo 483 establece penas de hasta dos años de prisión por “obscenidad pública”).

Lo cierto es que cada vez llegan más noticias de detenciones y condenas por violar la ley. En marzo de este mismo año, dos varones fueron condenados a seis meses de prisión por mantener relaciones homosexuales. La detención se produjo tras difundirse a través de las redes sociales un vídeo de ambos. Durante el juicio, uno de los acusados declaró que había sido maltratado verbal y físicamente por los agentes de Policía durante su estancia en comisaría. En noviembre de 2016, un varón homosexual español de 73 años y su pareja sexual, de 23, fueron detenidos, tras ser delatados por una camarera del hotel de Marrakech en el que se alojaban. El ciudadano español fue posteriormente puesto en libertad, pero no tuvimos noticias de qué acciones se tomaron con el detenido de nacionalidad marroquí. Un mes antes, dos adolescentes eran detenidas tras haber sido sorprendidas por un familiar mientras se besaban en su propio domicilio. Finalmente, el tribunal desestimó los cargos por falta de evidencias, aunque ambas permanecieron detenidas, y una de ellas incomunicada, durante varios días.

También en 2016, en el mes de junio, fueron juzgados dos jóvenes por mantener relaciones sexuales en el interior de un vehículo y fueron condenados a 6 meses de prisión, en un “juicio” exprés y sin una defensa digna (ningún abogado quiso representarles). En el mes de abril, dos jóvenes fueron sorprendidos en la cama por un grupo de hombres que habían irrumpido en su vivienda, fueron brutalmente agredidos, y, con el rostro ensangrentado y desnudos, llevados a la calle para su humillación pública. La Policía, en vez de perseguir a los agresores, detuvo a las víctimas, que fueron juzgadas y condenadas a penas de hasta 4 meses de prisión por practicar la homosexualidad.

En febrero de 2016 nos hacíamos eco de la condena a 18 meses de prisión a dos jóvenes por cometer “actos con un individuo del mismo sexo” por un tribunal de Tiznit, al sur de Marruecos. Y poco antes, en enero, dábamos cuenta de la detención de dos jóvenes marroquíes por haber difundido un vídeo en el que se besaban en un lugar público.

También en el pasado año 2015 tuvimos conocimiento de varias condenas en Marruecos, en aplicación de ese artículo. En el mes de junio se produjo la detención de Lahcen y Mohsine, otros dos hombres que se besaron, fotografiaron y dieron muestras de afecto ante la Torre Hasán, uno de los entornos históricos marroquíes más prominentes. A pesar de conseguir más de 71.000 firmas de personas todo el mundo pidiendo su liberación, ambos fueron condenados finalmente a cuatro meses de cárcel y una sanción económica. Ese mismo mes, se denunció la detención de 20 hombres homosexuales en Agadir, acusados de “difundir la corrupción”. Según el colectivo Aswat, no serían las únicas detenciones por ese motivo llevadas a cabo en ese año, que formarían parte de una campaña de arrestos dirigida por el Gobierno marroquí contra la población homosexual masculina para reafirmar su posición en el debate público sobre la despenalización de la homosexualidad. Un mes antes, tres hombres más fueron condenados a la pena máxima, tres años de cárcel. Tras recibir una denuncia, la Policía capturó a dos de los hombres mientras mantenían relaciones sexuales en el centro de trabajo de uno de ellos. Al ser interrogados, informaron de que se habían conocido a través de un tercero, que finalmente también fue detenido y condenado.

También en años anteriores,nos hemos hecho eco de diversas detenciones a personas homosexuales. En mayo de 2013 se produjo la condena a cuatro meses de cárcel a dos jóvenes detenidos en “delito flagrante” cuando se encontraban en el interior del coche de uno de ellos. En mayo de 2014 seis hombres fueron condenados a penas que oscilaban entre uno y tres años por cometer “actos contra natura”. En octubre de ese mismo año informábamos de que un británico de 69 años era condenado a cuatro meses de prisión por homosexualidad (aunque, finalmente, fue puesto en libertad).

Un compendio de noticias que son solo una muestra de la realidad a la que se enfrentan las personas LGTB en Marruecos. Y es que, como dijera el joven marroquí Hamza (en el vídeo de la campaña que el colectivo Aswat lanzó para concienciar de la homofobia social marroquí) “ser homosexual en Marruecos es algo muy difícil, porque tienes que lidiar a diario con los estereotipos sociales preconcebidos, que no aceptan diferencias, especialmente el ser gay”.

Y hemos incluido solo las referidas a persecución por parte del estado porque, por poner un sólo ejemplo, el pasado agosto vimos espantados cómo un joven gay, muy conocido en redes sociales de Marruecos, era agredido después de que un director de cine incitase a “violarlo”

No podemos olvidar cómo el pasado 25 de marzo, un vídeo grabado con un teléfono móvil comenzó a circular como la pólvora por la red: en él se veía cómo un grupo de personas asaltan un domicilio particular, sacan a dos hombres de la cama, los golpean e insultan y finalmente los sacan a la calle desnudos y ensangrentados para mayor escarnio. La pareja era detenida en Beni Melal, después de haber sufrido la cruel agresión . Mientras que uno conseguía huir, el otro era condenado a 2 meses de cárcel y pagar una multa de 500 dirhams, aunque sería finalmente puesto en libertad, después de admitir su condición sexual y de que su abogado solicitara la anulación de la Ley 489.  Este episodio puso a Marruecos en el foco de organizaciones internacionales, desde Human Rights Watch (HRW) a la feminista Femen, que envió a Beni Melal a dos activistas que trataron de desnudarse ante la puerta del tribunal, aunque la policía intervino con presteza e impidió su acción.

HRW, que envió a un observador al proceso y ha publicado varios comunicados sobre el caso, se escandalizó por el hecho de que la Justicia marroquí procesara a las víctimas de una agresión antes que a los agresores. “Agredidos, ensangrentados, sacados desnudos a las calles y luego mandados a la cárcel por su vida privada (…) Este veredicto va a desanimar a las víctimas a la hora de buscar justicia y aumentará la probabilidad de delitos de homofobia” en el país, dijo la organización. Queda, no obstante, la preocupación expresada en numerosos medios por el carácter de la agresión: el allanamiento de un domicilio, la agresión colectiva y la vejación pública en plena calle contra dos seres indefensos. “El proceso de Beni Melal -decía Karim Bujari- interpela a todo el mundo porque también es el de la libertad individual opuesta a la resistencia violenta de la comunidad”.

Y aún tenemos grabadas en la retina otras terribles imágenes, las de un intento de linchamiento de una mujer transgénero en Fez, ocurrido en junio pasado. Ocurrió lo mismo: solo gracias a que el vídeo se viralizó y desencadenó un escándalo que trascendió las fronteras de Marruecos, acabaron con una dos de los agresores fueron condenados a cuatro meses de prisión, y ello pese a que el propio ministro de Justicia; Mustafá Ramid, llegó a insinuar entonces que las personas LGTB son culpables de las agresiones que reciben.

Sin pronunciamiento oficial de España

No podemos obviar la clamorosa falta de una denuncia contundente ante estas violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno español, ni siquiera cuando en 2015 una cooperante de nuestro país fue expulsada por apoyar “las causas de la desviación de la moral”. Y ello pese a que Marruecos sea un país vecino con el que España mantiene una intensa relación cultural, comercial y social.

Fuente El Mundo/Cristianos Gays/Dosmanzanas

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Human Rights Watch denuncia la situación de los solicitantes de asilo LGTB en Ceuta y pide su traslado a la península

Lunes, 1 de mayo de 2017
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indiceLa organización Human Rights Watch (HRW) ha emitido un duro comunicado en el que denuncia la situación de los solicitantes de asilo LGTB en Ceuta, “expuestos a hostigamiento y abusos” y urge a las autoridades españolas a trasladar inmediatamente a estas personas a la península y cesar “la política de facto” por la cual se bloquean la mayoría de estos traslados.

Los inmigrantes que ingresan en Ceuta en forma irregular son alojados en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que depende del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. El establecimiento, diseñado para estancias breves y con capacidad para 512 personas, está a menudo saturado, según denuncia HRW. A pesar de los esfuerzos del personal, los solicitantes de asilo no pueden recibir la atención y los servicios que el derecho español les reconoce, tal y como la propia organización pudo comprobar en una visita al centro los pasados 28 y 29 de marzo, momento en el que había allí concentrados 943 residentes. “Según el personal del centro, actualmente hay entre 70 y 80 solicitantes de asilo en el centro de Ceuta”, expresa el comunicado. De ellos, al menos 10 han pedido asilo por ser objeto de persecución y acoso en sus países de origen por su orientación sexual o identidad de género.

“Human Rights Watch habló con tres hombres gais alojados en el centro, dos procedentes de Marruecos y uno de Argelia, que habían pedido asilo por persecución debido a su orientación sexual. Describieron haber vivido situaciones de abuso extremo, incluida la violencia física ejercida por familiares, rechazo reiterado y generalizado por parte de la sociedad y agresiones físicas en las calles de sus países de origen. Un hombre de Marruecos dijo que había sido encarcelado, en parte, por su orientación sexual. Tanto Marruecos como Argelia criminalizan la actividad sexual con consentimiento entre personas del mismo sexo, y prevén para esto una pena de hasta tres años de prisión y multas”, explica HRW.

Los tres hombres se refirieron a las dificultades que enfrentaban en el centro y en Ceuta debido a su orientación sexual. “Ahmed [seudónimo], de 29 años, y oriundo de Marruecos, dijo que huyó de su país porque sufría amenazas de su familia y de la policía, pero que está recibiendo el mismo trato por parte de otras personas que se alojan en el CETI. ‘Ellos [otros residentes del CETI] me dicen que si me ven afuera [del centro] me van a pegar’, según contó. ‘Me atacan, y yo escapo. Una vez, en noviembre o diciembre, uno me pegó’”, explica por ejemplo el comunicado.

Traslados a la península: no para los solicitantes de asilo

valla-ceuta-300x176Los solicitantes de asilo LGBT están atrapados en Ceuta por causa de una política que, según cree Human Rights Watch, está diseñada para disuadir las solicitudes de asilo. “Los migrantes que no piden asilo reciben órdenes de expulsión y son trasladados a España peninsular a un promedio que las autoridades procuran que sea de 80 por semana, y allí son asignados a centros de detención mientras se encuentra pendiente su deportación o a refugios gestionados por organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, a los solicitantes de asilo en general no se les permite trasladarse”, explica HRW. “Negar a los solicitantes de asilo su libertad de circulación para disuadir las solicitudes no solo sería cruel y errado, sino que además supondría un uso indebido de poder”, explica Judith Sunderland, directora asociada para Europa y Asia Central de la organización. “Sin embargo, la evidencia sugiere que las autoridades ofrecen una dura alternativa a las personas que necesitan protección, al exigirles que manifiesten su necesidad y permanezcan meses o años en una situación indefinida en Ceuta, o que corran el riesgo y pidan asilo recién después de haber sido trasladadas al territorio continental, cuando ya tienen una orden de expulsión en mano”, añade.

En definitiva, se da una situación paradójica: mientras que migrantes irregulares que no han solicitado asilo son trasladados con cierta rapidez a la península, los que lo solicitan se quedan en Ceuta mucho más tiempo, “a veces durante la totalidad del procedimiento en el que se evalúa su solicitud de protección, un proceso que puede demorar bastante más de un año”. La única excepción son los solicitantes de asilo procedentes de Siria, a los que sí se traslada regularmente a la península desde Ceuta o desde Melilla. “La situación de los enclaves, que son las fronteras de la Unión Europea en la costa sur del Mediterráneo, es sin dudas diferente de la de otros países, pero esto no justifica castigar a quienes ingresan a Ceuta en busca de asilo. España tiene los medios para tratar dignamente a los solicitantes de asilo, incluidas las personas LGBT que buscan un país tolerante donde puedan vivir sin temor a sufrir discriminación o violencia”, explica Sunderland.

HRW, de hecho, considera que la perspectiva de tener que permanecer en Ceuta en forma indefinida disuade a las personas que necesitan protección internacional de solicitar asilo. La organización, por ejemplo, habló con una persona de 22 años de la República Centroafricana que, un mes después de llegar al centro de acogida, estaba debatiéndose entre solicitar o no asilo: “El procedimiento lleva mucho tiempo, no quiero quedarme aquí”, les dijo. Y lo que es muy grave: a través de distintas fuentes, HRW tuvo también constancia de que un hombre subsahariano retiró su solicitud de asilo después de que la policía le dijera expresamente que sería trasladado al territorio continental si lo hacía. Algunos días después, fue trasladado.

Relatos de solicitantes de asilo

refugiados_sirios_en_TurquíaAhmed, el joven marroquí de 29 años al que nos hemos referido antes, contó a HRW que en su país no tenía a nadie que lo protegiera, ni entre su familia ni en la policía. En Marruecos sufrió palizas por ser gay e incluso fue condenado a seis meses de prisión. Pero la vida en el CETI de Ceuta, donde se aloja desde mediados de octubre de 2016, tampoco es fácil para él: “Aquí también me insultan, me dicen maricón. Me dicen que cuando me ven fuera me van a pegar. Y me atacan, yo escapo. Una vez, en noviembre o diciembre, uno me pegó. Era un argelino. Me decía maricón, te voy a matar. Anteayer estaba con un amigo, vino un argelino y me echó de la habitación diciéndome ‘eh maricón, sal de aquí’ (…) Quiero sobrevivir, quiero un futuro. No quiero pensar siempre en que me van a pegar”.

Francisco (también un pseudónimo) es otro ciudadano marroquí, de 30 años, que vive en el centro hace 14 meses. Contó a HRW que su familia lo echó cuando tenía 12 años debido a su sexualidad. Había sido violado por dos hombres cuando todavía era adolescente, y golpeado y detenido por la policía. Llegó a un punto límite cuando su primo, con el que Francisco había vivido después de que aquel regresara tras vivir algunos años en el extranjero, se puso en su contra tras enterarse de que era gay. “Me vine a Ceuta. No me quedaba más remedio que pedir asilo. Pero aquí está muy mal. Estoy desesperado. Ceuta me parece igual como en Marruecos. Una vez estaba en la playa, un tío un poco mayor me ofreció un purrito. Dije que no. Él quería abusar de mí, pero no quería, y me tiró una piedra y me pegó un puño. Fui a la policía. Al inicio no quisieron tomar la denuncia. No hicieron nada, lo veo siempre ahí….En el CETI no hablo con nadie, evito los problemas. Si no, reviento. Sabes, echado de casa a los 12 años, todos los problemas”, relató.

Said (otro seudónimo) es un ciudadano argelino de 32 años, que llevaba casi 10 meses en el CETI cuando HRW lo entrevistó: “Quiero tener una nueva vida. Necesito olvidarme de mis problemas. No tenía mucha idea de adónde ir, solo quería un lugar donde pudiera vivir sin violencia. Aquí las cosas son difíciles. Solo puedes dormir y comer, dormir y comer. Aquí evito a todos para no tener problemas”.

Un miembro del personal del CETI confirmó a HRW que otros residentes suelen burlarse y hostigar, sea en el propio centro o en las calles de Ceuta, a las personas LGBT que solicitan asilo:. “Muchos no aceptan compartir una habitación con un homosexual. O los hostigan aquí o pelean fuera del centro”.

El asilo a las personas LGTB, deuda pendiente del Gobierno español

Por desgracia no es la primera vez que nos referimos a la actitud indolente del Gobierno español por lo que a los solicitantes de asilo LGTB se refiere. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) lleva años alertando sobre las dificultades que las personas LGTB perseguidas encuentran en España cuando solicitan protección. Y eso que la directiva de acogida de la Unión Europea, vinculante para España, exige tener en cuenta la situación de las personas vulnerables al brindarles alojamiento, así como tomar medidas para prevenir la agresión y el acoso sexuales en los centros de acogida.

“Si bien las personas LGBT que solicitan asilo no están enumeradas en la directiva como personas consideradas vulnerables, Human Rights Watch coincide con la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA-Europa) en que muchas personas LGBT que buscan asilo reúnen los requisitos debido al tipo de persecución que viven en sus países de origen”, explica HRW. “Las mejores prácticas para la acogida de personas identificadas como solicitantes de asilo LGBT por dichas organizaciones incluyen alojamiento en habitaciones individuales, traslados a centros más pequeños, capacitación específica para el personal y facilitación del acceso a organizaciones LGBT y redes de apoyo”, añade.

Fuente Dosmanzanas

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Una boda entre dos hombres para “quitar el miedo” en el centro de inmigrantes de Melilla

Viernes, 13 de mayo de 2016
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boda_refugiadosDos chicos solicitantes de asilo, que precisamente huyeron de sus países por ser gais, han iniciado los trámites para casarse en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla.

 Annouar Damani se quiere casar con su novio y quiere hacer “una gran fiesta” el día que se case. La boda se celebrará en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla y la pareja ya ha iniciado los trámites. Les falta que se les reconozca el estatus de refugiados, ya que ambos son solicitantes de asilo por haber huido de sus países por ser homosexuales. Uno es cristiano converso y el otro musulmán, pero afirman convencidos de que su amor está por encima de la religión, y del miedo, ya que pretenden que su boda “acabe con el miedo” que tienen los homosexuales acogidos en el CETI. “Todos sabrán que nos hemos casado y así animaremos a los homosexuales del CETI a que cambien su mentalidad. Porque todos tienen miedo“, dice Annouar.

Cerca de 50 marroquíes que residen en el CETI huyeron de su país porque eran perseguidos por ser gais. Incluso en Melilla, siguen teniendo miedo ya que no son muchos los kilómetros que les separan de sus casas y de sus familias, de quienes huyen la mayoría. Sin ir más lejos, el prometido de Annouar fue despreciado por sus padres cuando éstos descubrieron sus contactos en Facebook. El propio Annouar, que ya llegó a Melilla hace más de un año e incluso se convirtió al cristianismo dice rotundamente: “Mi familia está muerta para mí”.

Annouar y su chico se conocieron por Facebook. Después de varios meses de relación, Mohamed decidió venir a Melilla y ambos pidieron el asilo en enero. El hecho de que todavía no se lo hayan concedido es precisamente lo que supone una traba para que se puedan casar. Eso y que uno de los prometidos necesita regresar a Marruecos a por una partida de nacimiento. De momento, intentarán casarse en el CETI y celebrar una boda “mitad, mitad”, porque quieren “pasar la vida juntos” y que los demás pierdan el miedo. “Estoy seguro de que en España podré vivir tranquilo”, confía Annouar.

Fuente Cáscara Amarga

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