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Archivo para Martes, 24 de agosto de 2021

Simone Weil

Martes, 24 de agosto de 2021
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Hoy hace 78 años que fallecía Simone Weil… Simone Weil (París, 3 de febrero de 1909-Ashford, 24 de agosto de 1943) fue una filósofa, activista política y mística francesa a cuyos textos y vida hemos recurrido en muchas ocasiones…. Formó parte de la Columna Durruti durante la Guerra Civil española y perteneció a la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Dejó abundantes escritos filosóficos, políticos y místicos, incentivados por su publicación tras su muerte en 1943 a causa de tuberculosis. Albert Camus la describió como «el único gran espíritu de nuestro tiempo».

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“No es el modo como una persona habla de Dios lo que me permite saber si ha morado en el fuego del amor divino, sino el modo en que habla de las cosas terrenas”

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“Es falsa toda concepción de Dios incompatible con un movimiento de caridad pura”.

(Carta a un religioso, Editorial trotta)

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“No tengo necesidad de ninguna esperanza, de ninguna promesa, para creer que Dios es rico en misericordia. Conozco esa riqueza con la certeza de la experiencia, yo misma la he tocado. Lo que de ella conozco por contacto sobrepasa de tal modo mi capacidad de comprensión y gratitud que ni la misma promesa de felicidades futuras añadiría nada al significado que para mí tiene, de la misma forma que para la inteligencia humana la adición de dos infinitos no es una adición.”

(A la espera de Dios. Editorial Trotta)

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Los últimos días de Simone Weil”, por Rafael Narbona

Martes, 24 de agosto de 2021
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Un mes antes de morir, Simone Weil escribió una carta a su amigo y compañero Francis-Louis Closon, manifestando su agotamiento físico y mental: “Estoy acabada, rota, más allá de cualquier posibilidad de reparación”. Enferma de tuberculosis, afirmaba que, esencialmente, las personas se diferenciaban “por el objetivo que asignaban a sus vidas; por su vocación”. En su caso, aseguraba que su vocación había consistido en ponerse al servicio de la verdad, dejándose llevar por una apremiante llamada interior: “Yo carezco de la posibilidad de utilizar mi propia inteligencia. […] Es ella la que me utiliza a mí, y ella misma obedece sin reservas -al menos confío en que así es- a lo que le parece ser la luz de la verdad. Obedece día a día, segundo a segundo, y mi voluntad jamás ejerce sobre ella acción alguna”. Simone Weil escribe esta carta desde el hospital Middlesex el 26 de julio de 1943. Poco después, será trasladada al Grosvenor Sanatorium de Ashford, donde morirá el 24 de agosto de ese mismo año. Se ha dicho que sufría anorexia, que se dejó morir, que anhelaba el martirio. Su pasión por la metafísica platónica parecía haberse encarnado en su cuerpo, ahuyentando la materia. El escritor, político y periodista Maurice Schumann, uno de los primeros y más estrechos colaboradores de De Gaulle, observó que parecía “un espíritu casi desprendido de la carne”, el Verbo del Evangelio de Juan. Cuando los médicos insistían en que se alimentara mejor, descansara y se animara un poco, respondía: “No puedo sentirme feliz ni comer a gusto cuando siento que mi pueblo sufre”. O bien: “no estaré aquí mucho tiempo”.

Simone Weil consideraba deshonrosa su posición en Londres, lejos del peligro y las restricciones. Pedía que enviaran sus raciones de comida a los prisioneros de guerra franceses, avergonzada de no compartir sus penalidades. No le habían permitido combatir con la Resistencia. Su proyecto de lanzarse en paracaídas sobre Francia, sólo había provocado estupor e irrisión. Le contestaron que carecía de la preparación necesaria y que sería más útil elaborando informes para la Francia Libre. Weil aceptó, pero no sin imponerse unas durísimas jornadas de trabajo, que apenas le permitían unas horas de sueño. A veces, dormía en el suelo de su pequeño despacho y apenas comía. Su tuberculosis se agravó y acabó en el hospital. La perspectiva de morir no le inquietaba. Cuando su estómago apenas toleraba alimentos y ya no podía levantarse de la cama, le comentó a una de sus visitas: “Tú eres como yo, una porción mal cortada de Dios. Pero en mi caso no tardaré en dejar de ser algo cortado: estaré unida y vinculada”. Esas palabras no le impiden especular con su porvenir. No le agrada la actitud de la Francia combatiente con Argelia. Se alegra de no tener responsabilidades políticas. Después de la guerra, sólo desea volver a la enseñanza y pedir un permiso sin sueldo para leer y escribir. En el fondo, no se engaña. Sabe que no recobrará la salud. Cuando es trasladada a Ashford, se lleva sus libros, cuidadosamente empaquetados, pero cuando contempla su habitación, con dos camas y una ventana abierta sobre un prado lleno de árboles, musita: “Un hermoso lugar para morir”. Su muerte no resultó traumática. Sufrió una parada cardíaca mientras dormía. Los médicos anotaron que su aspecto era apacible, sin indicio de dolor. Sólo pasó dos días en coma. Poco antes de perder la conciencia, comentó que era judía, pero que deseaba hacerse católica, si bien no le convencían algunos aspectos de la doctrina y de la historia de la Iglesia romana. Un juez de instrucción ordenó una investigación y, tras examinar los informes médicos, dictaminó suicidio. Los periódicos locales publicaron la noticia en portada, con titulares que hablaban del “curioso sacrificio de una profesora francesa”. Fue enterrada el 30 de agosto en la zona reservada a los católicos del cementerio de Ashford. Asistieron siete personas a la ceremonia. Se avisó a un sacerdote, pero perdió el tren y no llegó a tiempo. Maurice Schumann leyó unas plegarias del Misal romano. Se depositó sobre la tumba un ramo atado con los colores de la bandera francesa.

Simone Weil murió con treinta y cuatro años. La mayor parte de su obra se hallaba inédita. Albert Camus, que admiraba su escritura y su trayectoria vital, editó y publicó gran parte de sus manuscritos, a veces con criterios muy subjetivos. En 1988, Gallimard publicó su obra completa en dieciséis volúmenes. Actualmente, disfruta de un amplio reconocimiento, pero su figura continúa despertando perplejidad, asombro y cierto malestar. ¿Quién era realmente esa joven judía, profesora de filosofía, sindicalista, operaria de Renault y excombatiente de la Columna Durruti, que experimentó en Asís la imperiosa necesidad de arrodillarse ante el altar? ¿Cómo había que interpretar su experiencia mística con Cristo mientras recitaba “Love”, el famoso poema de George Herbert, que le ayudaba a combatir sus terribles migrañas? ¿Era una revolucionaria, una mística, quizás una neurótica? Cuando uno de los médicos que la atendió durante sus últimos días le preguntó por su profesión, contestó: “Soy filósofa y me intereso por la humanidad”. Su búsqueda incansable de la verdad impulsó un peculiar itinerario desde el comunismo hasta el catolicismo, pero lejos de cualquier ortodoxia. Sería un tremendo error afirmar que con la edad derivó hacia posiciones reaccionarias, pues nunca se desvió de su preocupación esencial: el hombre. Tal vez por eso despertó la simpatía de Camus, otro rebelde que se debatió entre el marxismo y un ateísmo que desembocó en la doctrina estoica del amor fati (embrión –según Weil- del auténtico cristianismo). No se puede amar al hombre, sin amar el mundo, la tierra, el orden del cosmos. Eso sí, donde Camus sólo reconoce la impronta de lo absurdo, Weil advierte la gramática de Dios.

La experiencia mística de Simone Weil no consistió en una aparición, sino en una vivencia. Como explicó al padre Perrin en una carta, “en ese súbito apoderamiento de mi ser por Cristo, ni la imaginación ni los sentidos tuvieron nada que ver; sólo sentí a través del sufrimiento la presencia de un amor semejante al que se observa en la sonrisa de un rostro amado”. En su correspondencia con Joë Bousquet, destacó que se había tratado de “una presencia más personal, más cierta, más real que la de un ser humano”. En esas fechas, Weil no había leído a los místicos y siempre había contemplado con rechazo esa clase de experiencias. El problema de Dios le parecía insoluble y sumamente impenetrable: “No había previsto la posibilidad de algo como esto, de un contacto real, aquí abajo, de persona a persona, entre un ser humano y Dios”. Su amiga y biógrafa Simone Pétrement, escéptica en el plano religioso, concede credibilidad a la experiencia mística de Weil por su incapacidad de mentir y su integridad moral: “Si alguien me dice que ha encontrado a Dios, yo no le creo. Pero si quien me dice eso es un santo, debo prestar gran atención a lo que dice”. El santo se caracteriza por un amor puro hacia los demás, por un absoluto desapego a su yo, por una búsqueda perpetua e intransigente de la verdad. Un amor de estas características, que jamás comerciaría con la gloria o la vanidad, merece ser creído, pues no está contaminado por ningún interés mundano. Pétrement reconoce esa clase de amor en Simone Weil. Su vida está impregnada de santidad y, por eso, su encuentro con Cristo posee la certeza de las verdades indubitables, de esos principios lógicos que sirven de fundamento al razonar, pero que no pueden ser justificados. Escoger como confidente a Joë Bousquet, el poeta confinado en una cama por una herida sufrida en el frente durante la primera guerra mundial, sólo corrobora la autenticidad de una vivencia que sólo acontece en los umbrales del dolor o la inocencia.

¿Cómo es posible transitar de la conciencia revolucionaria a la conciencia mística? ¿Son posiciones antitéticas, irreconciliables, o dos meras variaciones de un mesianismo acunado por la inmadurez neurótica? Nada menos esclarecedor que la simple descalificación, donde no hay voluntad de compresión, sino incapacidad para asimilar y tolerar la alteridad. Todas las etapas de la vida de Simone Weil están comunicadas por un ardiente anhelo de verdad. El revolucionario y el místico se rebelan contra su época, invocando un porvenir diferente. Su sentido del tiempo no es el del hombre común, demasiado apegado a lo inmediato. El inconformismo no es un desorden interior, sino una perspectiva crítica sobre lo real que apunta hacia lo utópico o trascendente. La rebeldía no es un sentimiento negativo. Detrás de su descontento, anida el impulso primario de echar raíces, de vincularse firmemente a creencias profundas y expectativas liberadoras: “Echar raíces quizá sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana”. Echar raíces, sí, pero no como un derecho, sino como una obligación incondicionada hacia el otro. La obligación hacia el ser humano es un deber eterno. Esta obligación “no está basada en nada de este mundo”. Para Simone Weil, Dios es la garantía de que en el universo el bien prevalecerá sobre el mal. Ninguna ideología política puede usurpar el papel de la providencia divina, que imprime un sentido y una finalidad a la historia, salvando a la humanidad del despiadado reino del azar. En la filosofía de Platón, ya se aprecia esa interpretación del cosmos. El Bien es real, eterno, inmutable, imperecedero. Por el contrario, el mal sólo es privación, defecto, desarraigo. Weil piensa que el Bien triunfará cuando todos los hombres se sientan vinculados y resulte imposible contemplar las penurias ajenas con indiferencia. Pensar que ese horizonte jamás se consumará, sólo contribuye a retrasar su advenimiento. El pesimismo es el peor enemigo de la esperanza.

Simone Weil no se acerca al catolicismo por miedo a morir. De hecho, la idea de la inmortalidad le produce incredulidad. Su aproximación a Dios surge de la gratitud: “Aun cuando no hubiera nada más para nosotros que la vida terrena, aun cuando el instante de la muerte no nos aportase nada nuevo, la sobreabundancia infinita de la misericordia divina está ya secretamente presente, aquí, en toda su integridad”. ¿Cómo es posible que Camus, ateo convencido, se interesara por un pensamiento semejante? ¿Quizás le sucedía lo que a algunos lectores contemporáneos, que admiran a Simone Weil como pensadora política, pero reaccionan con frialdad ante sus inquietudes religiosas, atribuyéndolas a su extraño temperamento? No creo. Camus comprendió que la grandeza de Weil residía en su amor incondicional a la vida y en su honda solidaridad con los humillados y ofendidos. Jamás la consideró una loca y, menos aún, una impostora. Desde itinerarios distintos, Camus y Weil dicen sí a la experiencia de estar en el mundo, incluso cuando aparecen el dolor y el absurdo. Al igual que Sísifo, ambos empujan la piedra hasta la cima y sonríen cuando contemplan el paisaje, sin olvidar que otros más desdichados nunca conocerán esa serenidad. El otro, la amistad, la belleza del mundo, la poesía, el arte, sólo se hacen reales cuando olvidamos que la verdadera libertad consiste en amar la plenitud del instante, rechazando la tentación del suicidio. El mayor delito del hombre no es haber nacido, sino exigir más de lo que razonablemente cabe esperar. Se debe luchar contra la injusticia, pero no contra la vida, que nos colma de dones, como el privilegio de pensar, el sentido estético y el sentimiento de fraternidad. Simone Weil atribuye la vida a Dios. Camus no acepta este planteamiento, manteniéndose –a su pesar- en la órbita de Antoine Ronquetin, incapaz de soportar la irracional hegemonía de la materia.

El legado de Simone Weil se puede condensar en una sola frase extraída de la penúltima carta a sus padres: “No perdáis la esperanza. Sed felices”. Pienso que Camus habría asentido desde la otra orilla, lejos de Dios, pero no del imperativo de buscar la dicha y amar al hombre.

Nota bibliográfica:

Ninguna de las obras de Simone Weil decepciona o produce indiferencia. Yo siento predilección por Echar raíces y A la espera de Dios, ambos publicados por la editorial Trotta, con excelentes prólogos y traducciones. Los dos libros se armaron póstumamente, reuniendo textos, cartas y apuntes. Albert Camus asumió la edición de L’enracinement, con ayuda de la madre de Simone, que mecanografió el manuscrito.

SIMONE WEIL. Profesión de Fe. Antología.

Fuente El Cultural

Espiritualidad

Cuando Roger Schutz llegó en bicicleta a la colina de Taizé

Martes, 24 de agosto de 2021
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7FA6312A-090B-440E-814C-5C426AF4495BSe cumplen 81 años de la comunidad ecuménica más famosa del mundo

Hace 81 años, en plena Segunda Guerra Mundial, el franco-suizo Roger Schutz, de 25 años, se detuvo en el pueblo de Borgoña y, tras comprar una casa abandonada, comenzó a acoger y esconder a judíos y refugiados con su hermana Geneviève..

Después de intentar ser escritor, Roger se había matriculado en Teología, pero desde hacía años, durante una larga enfermedad, había madurado el deseo de crear una comunidad, en la que pudiera vivir concretamente, en la oración y la reconciliación entre los cristianos propuesta en el Evangelio, acogiendo a los más necesitados

Todavía hoy los Cien Hermanos de Taizé acogen a los refugiados en la colina “y algunos hermanos -recordó el prior- viven en pequeñas fraternidades en lugares especialmente desprotegidos en el mundo actual”

Hace 81 años llegó a Taizé en bicicleta, Roger Schutz, un franco-suizo de 25 años. Taizé, un pequeño y remoto pueblo de Borgoña, en una colina cercana a Cluny. Eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Después de intentar ser escritor, Roger se había matriculado en Teología, pero desde hacía años, durante una larga enfermedad, había madurado el deseo de crear una comunidad, en la que pudiera vivir concretamente, en la oración y la reconciliación entre los cristianos propuesta en el Evangelio, acogiendo a los más necesitados.

20 de agosto de 1940: llegada de Roger a Taizé

Aquel 20 de agosto de 1940, buscaba una casa donde empezar a realizar su sueño. Lo que le convenció de que Taizé era el lugar adecuado fue la invitación a comer de una mujer del lugar, Henriette Ponceblanc, que le dijo durante la comida: “Quédate aquí, estamos muy solos”. Al joven Schutz le pareció que era Cristo quien hablaba a través de esta mujer, y decidió instalarse en el pueblo, comprando, con un pequeño préstamo, la casa abandonada de una señora que vivía en Lyon.

23E42451-DE49-4CFE-8892-548C3869835DRoger (a la derecha) con el padre y la hermana Geneviéve (de pie)

Un hogar para judíos y refugiados de guerra

Cuando estalló la guerra, Roger se dio cuenta de que, al igual que su querida abuela materna Marie-Louise había hecho durante la Primera Guerra Mundial, tenía que ayudar a la gente que estaba “pasando por el calvario”. Y Taizé estaba muy cerca de la línea divisoria que partía Francia en dos, por lo que estaba bien situado para acoger a los que huían de la guerra. Así que empezó a acoger y esconder a los fugitivos, especialmente a los judíos, y propuso a su hermana Geneviève que le ayudara a acogerlos. Alertados de que la Gestapo les había descubierto, mientras en noviembre de 1942 Roger acompañaba a los refugiados indocumentados hasta la frontera suiza, decidieron quedarse en Ginebra.

 Los primeros hermanos: Roger, Pierre y Max

Allí se les unieron dos estudiantes de Lyon, Pierre Souvarain y Max Thurian, que habían leído el folleto escrito por el joven suizo “Note explicative”, en el que explicaba su ideal de vida. Fue el primer núcleo de la futura comunidad ecuménica de Taizé: los tres volvieron a Francia en 1944 y obtuvieron el permiso para moverse libremente por el país para ayudar a los más necesitados. Ayudaron a los prisioneros alemanes en dos campos cercanos y a algunos niños huérfanos, de los que Geneviève era responsable.

Semana Santa de 1949 y el compromiso de siete hermanos para toda la vida

frere-roger-1Poco a poco otros jóvenes se unieron a los primeros hermanos y en la Pascua de 1949, en la iglesia de Taizé, habilitada para la oración comunitaria, gracias a la autorización del Nuncio Angelo Giuseppe Roncalli (el futuro Papa Juan XXIII), siete hombres se comprometieron juntos de por vida al celibato, a la vida en común y a una gran sencillez de vida.

Insertar una vida espiritual donde existen las fracturas del mundo

Su sucesor en la guía de la comunidad, hermano Alois Löser de 67 años, y de origen alemana, recordó el año pasado, en ocasión del 80º aniversario de la llegada de frérè Roger a Taizé,  que muchas cosas han cambiado desde entonces, pero la primera intuición de Roger, dijo en una entrevista con L’Osservatore Romano, “sigue siendo profundamente relevante: insertar una vida espiritual, una búsqueda de Dios, donde se encuentran las fracturas del mundo”.

Una Comunidad que se abre a los jóvenes

Todavía hoy los Cien Hermanos de Taizé acogen a los refugiados en la colina “y algunos hermanos -recordó el prior- viven en pequeñas fraternidades en lugares especialmente desprotegidos en el mundo actual”. Pero sobre todo abren las puertas de la Comunidad, cada año, a miles de jóvenes de todos los continentes, y esto “es otro gran avance que todavía hoy nos sorprende”, dijjo el Prior. Jóvenes que no vienen a formar parte de un nuevo movimiento ecuménico, sino que, como quería Roger, vienen “a sacar de las fuentes de la fe”. El hermano Roger murió el 16 de agosto de 2005 a los 90 años, a manos de una mujer trastornada, 

Al final de la oración, los hermanos escuchan a los jóvenes

47217878-234E-4A1E-84FA-01953B431C60Las tres oraciones comunes de la Comunidad, en la Iglesia de la Reconciliación, permanecen siempre en el centro de los encuentros de jóvenes, acompañadas de los cánones conocidos y cantados en las iglesias de todos los continentes. Jóvenes de todo el mundo acuden a la colina de Taizé para vivir una semana especial: encuentro, cantos, oración, silencio, que conducen casi espontáneamente a un redescubrimiento del sentido de la vida. Al final de la oración en la gran iglesia o en las ferias de los encuentros europeos de fin de año, el hermano Roger se encontraba a menudo con los jóvenes.

Frérè Roger (1998): no son padres espirituales, sino hombres de la escucha

“En Taizé escuchamos“, dijo el fundador de la Comunidad, “mis hermanos y yo no somos padres espirituales, pero somos hombres que escuchan, a veces podemos decir algunas palabras, les decimos a los jóvenes que se cuestionen y que busquen en su interior. Buscar y escuchar es ya el principio de la curación. Después los jóvenes vuelven a salir, van a lugares y ambientes tan diferentes. Algunos vuelven a sus familias donde rezan y buscan la fe, otros donde no hay nada, donde no pueden hablar ni ser escuchados. Muchos confían a los hermanos que experimentan “la gran ansiedad del futuro”. Qué tipo de futuro tendré, qué tipo de trabajo, cómo lo encontraré y cómo me ganaré la vida. Es una gran ansiedad en Europa. Les diría que intenten adaptarse y encontrar una libertad interior, que es absolutamente necesaria. La sencillez de la vida es nuestra respuesta. Una vida hecha de poco, casi nada, y luego caminar, construir una familia, construir una comunión“.

Un “invitado especial” en el Sínodo de los Jóvenes

Frérè Alois también habló de la escucha,  lo dijo durante el Sínodo de los Obispos dedicado a los jóvenes en octubre de 2018, en el que fue el único “invitado especial”. Desde que entró en la comunidad de la colina de Borgoña, a los veinte años, siempre se encuentra con los jóvenes que suben con sus tiendas, cantan los cánones compuestos por los hermanos y piden hablar con ellos al final de las oraciones.

Una “pastoral de la escucha” en la Iglesia, para consagrados y laicos

E2586350-4C3C-4C1D-A757-DA3E3F1E8E9DLos jóvenes buscan un hogar en la Iglesia, quieren estar en casa, quieren ser acogidos tal y como son”, dijo en el 2018 el hermano Alois, “y cuando hay confianza, los jóvenes también escuchan el mensaje del Evangelio”. Pero lo primero es buscar esta confianza con los jóvenes, y también acogerlos en la oración común. Escuchar juntos la Palabra de Dios, guardar silencio juntos y escuchar a los jóvenes que quieren hablar con alguien personalmente. Buscan en la Iglesia un oído, un corazón, que les acoja con humanidad. Creo que tal vez podamos tener un ministerio de la escucha más fuerte en la Iglesia, un ministerio que no sólo sea ejercido por los sacerdotes, religiosos y religiosas, sino también por los laicos, mujeres y hombres que están en la Iglesia para acoger, escuchar y luego acompañar a los jóvenes“.

Fuente Religión Digital

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Jürgen Klopp, entrenador del Liverpool, arremete contra los cánticos homofóbicos y llama a los aficionados “idiotas”

Martes, 24 de agosto de 2021
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Comp2 - 2021-08-13T120538.431.png.galleryEl entrenador del Liverpool, Jürgen Klopp (Dcha), calificó de “idiotas” a los aficionados que insultaban a Billy Gilmour (izda).

Jürgen Klopp ha condenado enérgicamente a los seguidores del Liverpool que dirigieron cánticos homofóbicos al centrocampista del Norwich Billy Gilmour, llamándolos “idiotas”.

Liverpool ganó 3-0 en Carrow Road el sábado en su primer partido de la temporada en la Premier League, pero la victoria se vio empañada por cánticos dirigidos a Gilmour, cedido en Norwich por el Chelsea. Los coros de “Chelsea rent boy” se pudieron escuchar desde la sección de visitantes y el Liverpool se apresuró a condenar los cánticos después del partido, calificándolos de “ofensivos e inapropiados”.

Klopp se sentó con Paul Amann, el fundador del grupo de fans de Liverpool LGBT + Kop Outs, el jueves para expresar su decepción por el abuso y pidió a sus seguidores que detuvieran las canciones. “Nunca entiendo por qué cantarías una canción si fuera contra algo en un estadio de fútbol”, dijo Klopp en una entrevista en el Twitter oficial del Liverpool.

“Nunca entendí eso. Nunca me gustó. En nuestro caso probablemente tengamos el mejor cancionero del mundo. Es fácil decidir no cantar más la canción. Entonces, podemos decidir ahora, esta ya no es nuestra canción, así que no estoy seguro de que la gente me escuche, pero sería bueno.

“No quiero escucharlo más, por muchas razones. Obviamente vivimos en una época en la que aprendemos mucho en el momento. Ahora tengo 54 años y cuando tenía 20 dijimos tantas cosas en las que no pensamos. Y mientras tanto, gracias a Dios 34 años después, nos enteramos de que no es correcto decirlo “.

Klopp también subrayó que los cánticos no hacen nada por el equipo, calificándolos de “pérdida de tiempo”.

“Desde la perspectiva de un jugador o entrenador, puedo ver que estas canciones no ayudan tan bien como una pérdida de tiempo”, dijo. “Definitivamente es una pérdida de tiempo porque escuché en el estadio cuando comenzaron a cantar Bobby Firmino, Mo Salah, You’ll Never Walk Alone. Este tipo de cosas te pone la piel de gallina y te da un empujón. Las otras canciones son completamente una pérdida de tiempo y si piensas [crees] lo que cantas, eres un idiota.

“Si no piensas en lo que estás cantando en esa situación, es solo una pérdida de tiempo, olvídalo y busca otra canción”.  

Fuente The Guardian, vía Ambiente G

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Eefje Spreutels, la mujer trans que quiere (y no puede) hacerse monja en Bélgica

Martes, 24 de agosto de 2021
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5DE4EF20-A2B1-476C-A4A9-680119FA393CSe ha puesto en contacto con seis conventos, pero en todos ha obtenido una respuesta negativa

Desde muy pequeña, sus padres le inculcaron la fe católica desde pequeña y que al cumplir 10 años ya sentía la inquietud por hacerse monja

A sus 46 años, no renuncia a vivir la fe y está dispuesta a luchar por romper los muros que hoy le impiden hacerse monja

Estoy dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para conseguir un encuentro con el Santo Padre”, asegura

19.08.2021 Jordi Pacheco

Cuenta Efje Spreutels que sus padres le inculcaron la fe católica desde pequeña y que al cumplir 10 años ya sentía la inquietud por hacerse monja. Una vez que se hizo adulta, intentó entrar en un monasterio de Amberes, en Bélgica, pero no lo consiguió. ¿La razón? Efje Spreutels es una mujer trans y sus anhelos topan con la Iglesia católica. Si quiere entrar a formar parte de la institución, Spreutels tendría que “seguir siendo hombre” y convertirse, por tanto, en sacerdote.

La discriminación de que se siente objeto Spreutels por parte de la Iglesia la ha llevado a contar su historia en diversos medios de comunicación. El último en el que ha aparecido ha sido en la emisora colombiana W Radio (Grupo Prisa), donde compareció el pasado martes 17 de agosto.

A pesar de todo, Spreutel, que tiene 46 años y hace dos que vive como mujer, no renuncia a vivir la fe y está dispuesta a luchar por romper los muros que hoy le impiden hacerse monja. “Seguiré orando mucho por la gente, encenderé velas en los altares de mi casa. Esa es mi manera de mostrar mi devoción”, afirmó Spreutels, que afirma que acude regularmente a dos iglesias locales a ayudar.

Desde que se operó, Eefje ya se ha puesto en contacto con una media docena de conventos, pero en todos ellos ha obtenido, hasta ahora, una respuesta negativa. También contactó con algún obispo de la Iglesia Católica con el fin último de reunirse con el Papa Francisco en el Vaticano. “Estoy dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para conseguir un encuentro con el Santo Padre, haré lo que sea necesario”, asegura Spreutels. “No he tenido el apoyo de mi familia. Mi madre me dice que si continúo con estos planes de ser monja, ella no va a visitarme en el monasterio”, concluye.

Fuente Religión Digital

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Un obispo brasileño dimite tras filtrarse un vídeo en el que aparece desnudo y tocándose

Martes, 24 de agosto de 2021
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E9J5B3TWEAYR57rY van dando lecciones de moral…

El Papa acepta la renuncia del prelado, que ya había sido investigado por encubrir casos de abusos

La renuncia de Tomé Ferreira da Silva se produce días después de que en las redes sociales apareciera un vídeo que muestra al religioso semidesnudo y acariciando sus partes íntimas, mientras conversa virtualmente con alguien al otro lado de la pantalla

El Opus Dei, forzado a expulsar del sacerdocio a un cura pederasta chileno. Patricio Astorquiza Fabry abusó de varios menores

La Santa Sede sanciona a un arzobispo polaco por encubrir casos de abusos sexuales en dos diócesis. Marian Golebiewski no podrá oficiar en público y tendrá que indemnizar a las víctimas.

El obispo brasileño Tomé Ferreira da Silva renunció a su cargo en la Diócesis de Sao José do Río Preto tras la filtración de un video íntimo en las redes sociales, dimisión que fue aceptada por el papa Francisco, según informó este miércoles la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil.

La renuncia del obispo se produce días después de que en las redes sociales apareciera un vídeo que muestra al religioso semidesnudo y acariciando sus partes íntimas, mientras conversa virtualmente con alguien al otro lado de la pantalla.

En un escueto comunicado, que no menciona detalles de la dimisión, la Conferencia Episcopal señaló que el arzobispo de Ribeirão Preto, Moacir Silva, asumirá como el nuevo obispo de la ciudad.

No es la primera vez que el religioso, nombrado obispo en 2012 por el papa Benedicto XVI, se ve envuelto en escándalos sexuales.

El religioso renunció en septiembre de 2018 a su cargo como coordinador regional de la Arquidiósesis de Riberao Preto, vinculada a la Conferencia Episcopal, tras conocerse que el Vaticano lo estaba investigando por la presunta omisión en casos de abuso sexual por parte de sacerdotes de la diócesis.

El representante designado por el Vaticano para las investigaciones fue el obispo José Negri, de la Diócesis de Santo Amaro y amigo personal del papa Francisco.

Fuente Religión Digital

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