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Al menos 175 mujeres trans fueron asesinadas en 2020 en Brasil

Viernes, 5 de marzo de 2021

brasil-autodeterminacion-genero-personas-trans-696x522Ampliamos la noticia que adelantábamos el pasado mes:

Al menos 175 mujeres trans fueron asesinadas en 2020 en Brasil, un 29% más que en 2019. Unas cifras con las que el país sudamericano se asegura, una vez más, el primer puesto en el número de asesinatos tránsfobos en el mundo. Así lo pone de manifiesto el último informe publicado por ANTRA (Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil) y el Instituto Brasileño Trans de Educación (IBTE). 

Las cifras son escalofriantes; al menos 175 transfeminicidios documentados a lo largo del año 2020. Solo en 2017 se registró un número superior (179), pero la cifra se había reducido algo en 2018 (163) y un poco más en 2019 (124). El año de la pandemia de covid-19, sin embargo, ha visto surgir un recrudecimiento de la violencia tránsfoba. São Paulo (29 asesinatos), Ceará (22), Bahía (19), Minas Gerais (17) y Río de Janeiro (10) son los cinco estados que encabezan la trágica clasificación. En total, el informe recoge 641 asesinatos de personas trans entre 2017 e 2020.

Por lo que se refiere a las edades de las víctimas, solo en 109 casos ha sido posible documentar el dato. El 56% de ellas tenía menos de 29 años (la víctima más joven tenía solo 15 años). El 28,4% tenía entre 30 y 39 años, el 7,3% entre 40 y 49 y el 8,3% restante entre 50 y 59. Por lo que se refiere a su contexto social, en el 72% de los casos identificados las víctimas ejercían la prostitución. Por lo que se refiere a la raza, en el 78% de los casos identificados se trataba de mujeres negras o de color. Una vez más, las frías estadísticas confirman que las mujeres jóvenes, negras y que ejercen el trabajo sexual constituyen el grupo más vulnerable a la violencia tránsfoba. La mayor parte de los asesinatos (87) se produjeron en la vía pública, un dato que nos hace pensar en la sensación de impunidad que parecen sentir los agresores. Otro dato sobrecogedor, de los muchos que recoge el informe, es que en el 47% de los casos se identifica una tendencia a ejercer la violencia (sea en forma de golpes, mutilaciones o disparos) sobre partes específicas del cuerpo como la cara, los pechos o los genitales, muchas veces de forma repetida y asociada, lo que parece reflejar un empeño por humillar a las víctimas y subrayar el odio hacia su condición trans.

Cifras escalofriantes las del 2020, que no tenemos la menor duda que confirmarán una vez más a Brasil como el país con mayor número de asesinatos tránsfobos de todo el mundo. Así lo reflejan de modo sistemático las estadísticas que anualmente publica Transgender Europe, que en su último recuento, publicado el pasado noviembre con motivo del Día Internacional de la Memoria Trans, había logrado identificar 350 asesinatos de personas trans y género-diversas entre el 1 de octubre de 2019 y el 30 de septiembre de 2020 (de ellas, 152 en Brasil. En segundo lugar se encontraba México, con 57 víctimas, y en tercer lugar Estados Unidos, con 28). Una situación sobre la que no honestamente esperamos una respuesta enérgica de las autoridades brasileñas, teniendo en cuenta el contexto sociopolítico del Brasil actual, un país marcado entre otros muchos factores por la presidencia de Jair Bolsonaro, un político que precisamente destaca por su abierta hostilidad a la diversidad sexual y de género.

Puedes descargar el informe completo (140 páginas, en portugués) pinchando aquí.

Brasil, una situación muy complicada para el colectivo LGTB

En 2018, fuimos testigos de como la LGTBfobia ha escalado hasta alcanzar ámbitos activistas y políticos. En mayo de ese año recogíamos el asesinato en Río de Janeiro de la activista de género no binario Matheusa Passareli. Y en marzo el de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, afrodescendiente, abiertamente bisexual, feminista y activista en favor de los derechos humanos. Una escalada a la que también nos hemos referido al recoger tanto el episodio de acoso que sufrió Judith Butler en una visita al país para participar en un debate universitario como la decisión de un juez federal contra la orden del Consejo Federal de Psicología que prohibía desde hace años las «terapias» reparadoras de la homosexualidad. Y que ha forzado al que fuera primer diputado abiertamente gay de Brasil, Jean Wyllys, a abandonar el país e instalarse en Alemania (ver aquí la interesante entrevista que hace pocos días publicaba eldiario.es).

La llegada de Bolsonaro a la presidencia

La situación de la comunidad LGTB, incluso ya antes de la victoria de Bolsonaro en octubre de 2018, es muy dura. El Grupo Gay de Bahía, colectivo que hace una meritoria labor de monitorización de los delitos de odio en Brasil, tuvo conocimiento de 445 muertes violentas de personas LGTB en 2017: 387 asesinatos y 58 suicidios, un aumento del 30% con respecto a 2016, «cuando se registraron 343 muertes», comienza su informe 2017. De alguna de estas muertes nos hemos hecho eco en esta misma página, como sucedió por ejemplo con el terrible asesinato de Dandara dos Santos, una mujer trans. La tendencia, en este sentido, ha sido creciente a lo largo de los últimos años.

Y si algún político encarna a la perfección esa LGTBfobia en su discurso político, ese es Jair Bolsonaro, elegido presidente en octubre de 2018. Una victoria que, dados los precedentes del personaje y el apoyo del poderoso movimiento evangélico, abrió un escenario terrible para las personas LGTB en Brasil. Ya en 2011 lo mencionábamos cuando acusó al Ministerio de Educación de «fomentar la homosexualidad» por promover un proyecto contra la homofobia. En 2014 volvimos a referirnos a Bolsonaro, que negaba que educar en la diversidad sirviese para combatir la homofobia, y acusaba explícitamente a los que así lo defienden de querer «llevar la materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Al punto de que así se facilita la pederastia en Brasil».

Bolsonaro acababa la entrevista burlándose del intento de aprobar una ley que castigase la violencia homófoba, a la que quitaba importancia. «¿Solo porque a uno le guste tomar por culo se convierte en un semidios al que no se le puede pegar?», remataba. El ahora presidente ha hecho otras declaraciones homófobas en el pasado, como aquellas en las que aseguraba preferir que un hijo suyo muriese en un accidente a que apareciese «con un bigotudo», pero basta con releer la entrevista de 2014 a El País para ser consciente de la monstruosidad del personaje.

En el ámbito legal, hay que tener en cuenta que muchos de los avances en derechos LGTB que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que como mencionamos arriba tiene lugar una batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. La presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación puede encontrar en Bolsonaro el aliado ideal.

En este sentido, la recién aprobada tesis del Supremo contra la LGTBfobia es una soplo de aire fresco en un ambiente profundamente enrarecido.

Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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