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Manifestación homófoba en Roma a favor de la familia tradicional y contra las uniones civiles entre personas del mismo sexo

Lunes, 1 de febrero de 2016

56ae427017f66.r_1454260907461.32-53-764-465Italia, a la cola en derechos de parejas homosexuales

Una gran manifestación en Roma a favor de la familia tradicional presiona al Gobierno de Matteo Renzi

Muchos religiosos participaron en la propuesta

La movilización social a favor y en contra del reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo continúa paralelamente a su discusión política en Italia. El debate, que podría por fin ser el definitivo, ya ha comenzado en el Senado italiano. Como estaba anunciado, apenas una semana después de las multitudinarias manifestaciones que mostraron su apoyo a la apertura de este proceso, las fuerzas reaccionarias opuestas a los derechos LGTB han organizado una gran concentración de sus adeptos en Roma.

La convocatoria ha sido la tercera de los llamados “Family Day” contra el reconocimiento de las parejas del mismo sexo. El primero tuvo lugar en 2007 y contribuyó al encallamiento del proyecto de sociedades de convivencia (DICO) del Gobierno de Romano Prodi. El segundo y más reciente también congregó a una multitud el pasado mes de junio en Roma y contó, como ahora, con el apoyo de la iglesia católica y la participación de numerosos políticos. Entre los presentes el pasado sábado, el ministro del Interior y líder del Nuevo Centro Derecha Angelino Alfano, que fue recibido personalmente por el organizador de la concentración Massimo Gandolfini. También asistió, “a título personal”, el ministro de Medio Ambiente Gian Luca Galletti. Unas presencias que dan idea de la división en el seno del Gobierno de Matteo Renzi sobre el asunto y que entorpecen los avances.

Y es que hay dos Italias en la calle. Una, que se manifestó la semana pasada en 80 ciudades del país, no comulga con el matrimonio tradicional y pide una ley que permita la unión civil y la adopción a las parejas del mismo sexo. La otra, que se congregó este domingo Roma con el respaldo siempre poderoso de la Iglesia católica, sigue considerando que casamiento y mortaja del cielo bajan y pide con vehemencia a los políticos que se opongan a la iniciativa del Gobierno de Matteo Renzi de aprobar una ley que, aunque tarde, pretende homologar Italia al resto de Europa en materia de derechos civiles.

El fin de semana pasado los organizadores de las movilizaciones que tuvieron lugar en 98 ciudades italianas a favor del matrimonio homosexual calcularon haber reunido en total un millón de personas. Este sábado tuvo lugar en Roma una contra manifestación a favor de la familia tradicional y, como era de prever, los convocantes del denominado ‘Family Day‘ -así se bautizó la jornada– aseguraron que ellos superaron con creces la cifra de la semana pasada: declararon haber llegado a los “dos millones” de manifestantes. Ciertamente, una gran multitud se congregó este sábado en el Circo Máximo romano para protestar contra la regulación de las uniones civiles en Italia. Las cifras de participantes, como siempre en estos casos, son objeto de polémica: los organizadores la situaron en dos millones, pero el presidente de GayNet Italia Franco Grillini aseguró que en el Circo Máximo no caben más de 300.000 personas. En cualquier caso, no cabe duda de la capacidad de movilización de los homófobos italianos, que fletaron más de mil autobuses para acudir a Roma desde muchos puntos del país. La guerra de cifras está servida.

Sea como sea, lo que está claro es que la sociedad italiana se encuentra dividida entre los que pretenden continuar anclados en el pasado, y los que consideran que no puede ser que Italia esté a la cola de la Unión Europea en el reconocimiento de los derechos de las parejas homosexuales, debido en parte a la influencia conservadora del Vaticano.

Este martes se votará en el Senado italiano la ley de uniones civiles, también conocida como ley Cirinnà, en referencia a la senadora que la impulsó, Monica Cirinnà, del Partido Democrático del primer ministro Matteo Renzi. El artículo principal de la ley establece que dos personas del mismo sexo pueden constituir una pareja de hecho reconocida por el Estado, ante la presencia de dos testigos. También prevé que estas parejas puedan adoptar un hijo o una hija cuyo padre o madre ya sea uno de los dos componentes de la pareja.

Sin límites, nuestra sociedad se volverá loca”, declaró Massimo Gandolfini, responsable de la organización de la jornada de protesta a favor de la familia tradicional de este sábado, que tuvo lugar en la gran plaza del Circo Massimo. “La ley Cirinnà no es aceptable de la primera a la última palabra. No se trata de cambiar tres o cuatro palabritas, sino de rechazarla completamente”, añadió. Desde un escenario instalado en el Circo Máximo, Massimo Gandolfini, un neurocirujano conocido por sus ataques a los homosexuales y organizador del Día de la Familia, ya advirtió de que la oposición al proyecto de ley será frontal. “No se trata de quitar una palabrita de aquí o de allí para maquillarlo”, dijo, “porque no es válido de la primera a la última letra. Tenemos que hacer una oposición radical, porque las leyes pueden cambiar la cultura de un pueblo y tenemos que estar atentos a las leyes destructivas”. Gandolfini presumió de contar con el apoyo de la Confederación Episcopal Italiana (CEI) y de destacados miembros del Gobierno, entre ellos del ministro del Interior, Angelino Alfano, y del de Medio Ambiente, Gianluca Galletti, que incluso asistió a la concentración de Roma en un claro desafío a Renzi, quien necesita del apoyo de los partidos de centro para poder seguir al frente del Gobierno.

Mil quinientos autocares procedentes de toda Italia trasladaron manifestantes a la capital, algunos financiados por colectivos católicos. De hecho, muchos religiosos participaron en la protesta, presidida por una gran pancarta que decía “En defensa de la familia y de los niños”. Otra destacaba “prohibido desguazar la familia”. De eslóganes, había de todo tipo: Nos gusta la diversidad. Queremos una mamá y un papá“, “la naturaleza no se cambia” o “Cirinnò“, haciendo un juego de palabras con el apellido de la senadora impulsora de la ley, Cirinnà, y la palabra “no“.

En la manifestación no hubo símbolos políticos, pero sí que asistieron al menos dos centenares de parlamentarios, sobre todo del partido Nuevo Centro Derecha -aliado del Partido Democrático en el gobierno-, Forza Italia, Lega Nord, y algunos representantes del ala católica de la propia formación del primer ministro italiano. De hecho, incluso el responsable de la cartera de Interior, Angelino Alfano -perteneciente a Nuevo Centro Derecha-, recibió en el ministerio al organizador de la manifestación, antes del inicio de la protesta. Esta división política hace que sea una incertidumbres saber cuál será el resultado de la votación de la ley.

Italia es el único gran país de Europa occidental que carece de reconocimiento alguno de las parejas del mismo sexo, más allá de algunas iniciativas locales de escaso alcance práctico. Y ello pese a que tras el histórico resultado del referéndum irlandés sobre el matrimonio igualitario el primer ministro italiano Matteo Renzi declaraba que “las uniones civiles no pueden retrasarse más”. Curiosamente, el propio Renzi era el que había actuado hasta entonces como freno al proyecto (el Parlamento salido de las elecciones de 2013 no debería tener, en teoría, especiales dificultades para aprobarlo). Lo cierto es que pese a la enésima promesa de Renzi, han tenido que pasar casi cinco meses para que el proyecto simplemente se desatasque.

La propuesta que está sobre la mesa es la presentada por la senadora Monica Cirinnà en junio de 2014, que reconocería a las parejas del mismo sexo su derecho a contraer una unión civil con derechos similares a los del matrimonio salvo la adopción conjunta (aunque sí permitiría, bajo ciertas circunstancias, la adopción de los hijos que ya tenga la pareja). En esencia rehúsa el término “matrimonio”, sustituido por el de “específica formación social“, si bien una vez aprobada las parejas homosexuales podrán, entre otras cosas, fijar un domicilio, elegir un apellido común e incluso concederse su nacionalidad. Un proyecto que recibió la aprobación de la Comisión de Justicia del Senado en mayo, tras lo cual tuvo lugar una gran movilización conservadora, que culminó a finales de junio, como se ha dicho, con una multitudinaria manifestación en Roma.

Desde la reactivación del proyecto en enero tras el arranque en falso del pasado octubre, el principal escollo en las negociaciones es la regulación de la adopción. La aprobación de la iniciativa, en cualquier caso, parece por fin probable: el Gobierno ha expresado hoy su respeto por los manifestantes a favor y en contra del proceso, pero ha reafirmado su compromiso con el mismo. La proposición de ley de Cirinnà podría votarse a mediados de febrero y recibir el apoyo de la mayoría del Partido Democrático, el Movimiento Cinco Estrellas, Izquierda Ecología Libertad y parte de Forza Italia.

En resumen, a pesar de la condena del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo el pasado mes de julio a Italia por no reconocer la unión legal de las parejas del mismo sexo, de la promesa de Renzi, del apoyo multitudinario en 80 ciudades de Italia y del trabajo incansable de la senadora Cirinnà, el proyecto de ley ya está sufriendo una vieja táctica parlamentaria consistente en la lluvia de alegaciones, casi nunca destinadas a mejorar el texto, sino a torpedearlo hasta hacerlo inviable o retrasarlo hasta el infinito. Ya ha sido aplazada en dos ocasiones y amenaza con romper el Gobierno de coalición e incluso la formación del centroizquierda a causa de la oposición de los parlamentarios católicos. Hasta el momento, Renzi ha optado por lavarse las manos dejando libertad de conciencia a sus ministros y senadores, pero da la impresión de que, sin su participación directa, el proyecto de ley –una de sus promesas para el año en curso— tiene todas las papeletas para naufragar o ser mutilado en uno de sus puntos más polémicos en Italia: la adopción del hijo del cónyuge, por cuanto los sectores más críticos sostienen que es una vía que podría permitir la gestación subrogada. De hecho, la Liga Norte –el partido xenófobo que suele enfrentarse con la Iglesia por la atención a los inmigrantes– camina ahora junto a los obispos y ya ha presentado más de 6.000 enmiendas. El proyecto del PD evita cualquier cercanía con la palabra matrimonio. Pero ni por esas. En materia de derechos civiles, Italia sigue anclada en el pasado.

Fuente Agencias

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