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La victoria de Donald Trump, unida al control republicano del Congreso, augura años oscuros para los derechos LGTB en Estados Unidos

Jueves, 10 de noviembre de 2016
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BJC9anECA todos estos que dicen que todos los políticos son iguales y que no votan porque son superfragilisticoespialidosos y purísimos, ahora van a ver lo que es un fascista homófobo, machista y xenófobo en la Casa Blanca…

Malas noticias, sin paliativos. La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses, así como el control republicano de las dos cámaras del Congreso estadounidense, auguran años de parálisis, si no abierto retroceso, por lo que a los derechos de las minorías se refiere. La minoría LGTB no será una excepción. No tanto por la figura de Trump en sí mismo (que nunca ha mostrado un especial interés hacia este colectivo, ni siquiera a la hora de oponerse a sus derechos) como por la de la plataforma ideológica republicana bajo la que se ha presentado (la más anti-LGTB de su historia) y por sus acompañantes de viaje. Su vicepresidente, recordemos, será Mike Pence, una figura que sí destacó por su LGTBfobia durante los años que fue gobernador de Indiana. Otro punto al que habrá que estar atento es a lo que suceda con el equilibrio en el seno del Tribunal Supremo, una institución cuyos miembros, confirmados por el Senado a propuesta del presidente, lo son de forma vitalicia, y que durante estos años quizá le toque renovar a Trump en parte.

Donald Trump ha ganado de forma clara las elecciones presidenciales estadounidenses, al lograr la victoria en una serie de estados clave que se encontraban en disputa. Ello le otorga mayoría en el colegio electoral. Ha ganado en Carolina del Norte, Florida, Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin, lo que unido a los estados que ya se daban por seguros para los republicanos le da la victoria final. Hillary Clinton ha retenido los territorios más fuertemente demócratas (como los estados del noreste y de la costa oeste), además de Colorado, Illinois, Nevada, Nuevo México y Hawaii. Virginia, de donde era gobernador su candidato a vicepresidente, ha caído también del lado demócrata. En voto popular (número total de votos recibidos por cada candidato, con independencia del estado de residencia), se registra sin embargo un cuasi empate, aunque este dato aún no está cerrado. De hecho, conforme se acerca el final del escrutinio parece que Clinton obtendrá finalmente más votos que Trump.

En definitiva, un resultado que muestra una doble fractura de la sociedad estadounidense. A la ya tradicional entre estados fuertemente demócratas y estados fuertemente republicanos, se une el apoyo sin precedentes que Trump habría recibido de los votantes blancos de menor nivel educativo, incluso en caladeros considerados tradicionalmente demócratas, según indican los primeros análisis del voto (ver How the Presidential Election Took a U-Turn in 2016 en The New York Times). La movilización masiva de la clase obrera blanca a favor del republicano parece haber sido el factor fundamental a la hora de decantar el resultado. Lo que ello significará en términos de exclusión de las minorías raciales en los próximos años está por ver.

La plataforma republicana, la más anti-LGTB de la historia

partido-republicanoYa en entradas anteriores nos hemos referido al tema, pero no está de más recordar cuál es la declaración de intenciones del Partido Republicano en materia LGTB de acuerdo a la plataforma ideológica que fue aprobada este verano  en la convención republicana:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

¿Y qué han manifestado Trump y Pence?

mike-penceSiempre se puede argumentar que las plataformas aprobadas por las convenciones son una mera declaración de intenciones y no obligan necesariamente al presidente, que puede decantarse por una política pragmática (y de esto hay sobrados ejemplos en el pasado). Pero tampoco los mensajes lanzados directamente por Trump y el que será su vicepresidente son tranquilizadores. Trump, por ejemp, sugirió en campaña la posibilidad de revertir la histórica decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Más adelante, el magnate anunció que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, arriba mencionada, en caso de prosperar, lo que habría virtualmente inútiles las regulaciones antidiscriminatorias de los estados en materia LGTB.

Pence, por su parte, anunciaba recientemente que una de las primeras medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas federales que impiden discriminar a las personas LGTB. Obama, recordemos, ha promovido dos importantes órdenes antidiscriminatorias que obligan tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El único elemento que Trump ha utilizado expresamente para intentar congraciarse con el colectivo LGTB ha sido la islamofobiaComo vuestro presidente, haré todo lo que esté en mi mano para proteger a nuestros ciudadanos LGBTQ de la violencia y la opresión de una ideología extranjera llena de odio, creedme”, expresó Trump en su discurso de aceptación de la nominación republicana. Una frase que de hecho sirvió a a algunos medios de comunicación generalistas (no especialmente preocupados por el detalle cuando de la realidad LGTB se trata) para presentar a Trump como un político sensible a los derechos del colectivo. Activistas LGTB como Michelangelo Signorile alertaron entonces de lo equivocado de esta percepción. Algún tiempo más tarde, Trump propuso que a los inmigrantes que aspirasen a un permiso de residencia en Estados Unidos se les sometiese a un test ideológico que confirmase si comparten o no los valores estadounidenses. Según expresaron entonces miembros de su equipo, entre estos se incluirían los derechos de las personas homosexuales. Nada más se supo de esta propuesta.

Los partidarios LGTB de Trump

Como también hemos venido comentando en entradas anteriores, Donald Trump cuenta pese a todo con seguidores LGTB, como el multimillonario Peter Thiel y muchos de los denominados homocon, una corriente de gais conservadores que comparten el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como su principal enemigo. No es casualidad que, coincidiendo con la convención republicana tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB.

Yiannopoulos, por cierto, se ha lanzado en días recientes a una espiral de odio tránsfobo, calificando a las personas trans de “enfermas mentales”, defendiendo las leyes que les impiden usar las instalaciones que corresponden a su identidad de género, convertidas en la punta de lanza del movimiento LGTBfobo estadounidense.

Siendo justos, también hay que recordar que Log Cabin Republicans, el más importante y “serio” de los grupos LGTB afines al Partido Republicano estadounidense, anunció que no apoyaría a Donald Trump en las  presidenciales. Aunque hicieron una encendida defensa del candidato republicano, al que calificaron como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclararon que su decisión fue tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Mike Pence, próximo vicepresidente

Pence-rf-bill-signingSin duda alguna la figura de Mike Pence, el próximo vicepresidente, destaca en este sentido. Su momento de mayor protagonismo como gobernador de Indiana vino precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB: en marzo de 2015 sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos ver foto, a la izquierda).

La norma provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazó con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó muy tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificase los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual. Una marcha atrás que dejó tocada la imagen de Pence y que seguramente fue una de las razones que le llevaron a aceptar la propuesta de Trump en lugar de optar a la reelección como gobernador.

El equilibrio del Supremo, amenazado

Otro de los puntos de interés en materia LGTB en los próximos años será lo que suceda con el equilibrio del Tribunal Supremo, cuyos miembros lo son de forma vitalicia. Por lo pronto, hay una vacante sin ocupar, tras el inesperado fallecimiento de Antonin Scalia, el que fuera uno de sus miembros más conservadores. Los republicanos, que controlan el Senado (y lo seguirán haciendo al menos durante dos años más) se ha negado por el momento a ratificar a Merrick Garland, el candidato propuesto por Barack Obama, de perfil centrista. Veremos qué sucede ahora: aunque los analistas apostaban a que la ratificación de Garland se produciría tras las elecciones, en este momento no es descartable que los republicanos prefieran que dicha vacante sea ocupada por un juez fuertemente conservador y contrario a los derechos LGTB.

No está de más recordar, en este sentido, la importancia de Tribunal Supremo como garante del orden constitucional estadounidense por encima de la acción del presidente y del Congreso. Gracias al Supremo, por ejemplo, las leyes de segregación racial quedaron invalidadas en los estados del Sur, y gracias al Supremo hay hoy matrimonio igualitario en todo el territorio de los Estados Unidos. Ese mismo tribunal deberá decidir en los próximos meses, por ejemplo, si es legal o no la discriminación de un adolescente trans al que no le permiten usar el baño de chicos en su instituto.

¿La caída de Pat McCrory, único consuelo?

Pat-McCrory-gobernador-de-Carolina-del-Norte-300x239Con esto terminamos el que es nuestro primer análisis del resultado de las elecciones en Estados Unidos en clave LGTB. Tiempo habrá de hilar más fino (este martes, por ejemplo, también se renovaban numerosas legislaturas estatales y se decidían varios gobernadores).

Sí que parece, a falta de la confirmación oficial, que el colectivo LGTB habría conseguido una victoria simbólica: la derrota del gobernador de Carolina del Norte, el republicano Pat McCrory, a manos de su rival demócrata, Roy Cooper. Pese al estrecho margen (menos de 5.000 votos) la derrota de McCory es especialmente significativa, dado que los republicanos han ganado allí con comodidad tanto las elecciones presidenciales como las elecciones a la legislatura del estado. Y es que la elección de gobernador se había convertido en una especie de “plebiscito oficioso” sobre la ley LGTBfoba aprobada en Carolina del Norte, de la que McCrory se había convertido en principal defensor. Un consuelo sin duda magro: los republicanos conservan el poder legislativo en ese estado y es difícil que acepten la derogación de la ley. Sí que puede servir, en cualquier caso, para lanzar un mensaje a otros líderes republicanos que estén pensando en embarcarse en aventuras similares.

Fuente Dosmanzanas

General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Hillary Clinton trata de conquistar el voto de la comunidad LGTB en Florida

Viernes, 4 de noviembre de 2016
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MTE4MDAzNDEwMDU4NTc3NDIyQueda solo una semana para que se celebren las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y los dos principales candidatos aparecen virtualmente empatados en las encuestas, aunque con una ligera ventaja de Hillary Clinton si lo que se tiene en cuenta es el colegio electoral (en Estados Unidos, es el número de votos electorales que un candidato consigue reunir, en función de en qué estados logra la victoria, lo que determina el resultado final). Cada voto cuenta, también el LGTB. Por eso los dos principales candidatos han intentado atraerlo en los últimos días. De una manera bien distinta, que refleja hasta qué punto la cuestión interesa a uno y a otro.

La candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, promete avanzar hacia una sociedad más igualitaria en un mitin celebrado con la comunidad LGTB en Florida, un estado clave en la campaña en el que las encuestas le auguran un empate técnico contra Donald Trump.

Hillary Clinton, la candidata demócrata, dio un mitin en un local de ambiente LGTB (The Manor, en la localidad de Wilton Manors, Florida) en el que hizo un llamamiento a no dar ni un paso atrás sobre los avances que se han conseguido estos últimos años. Clinton, en este sentido, lo tenía fácil: le bastaba con enumerar las promesas que los republicanos han hecho sobre esta materia. Recordó, por ejemplo, que Donald Trump ha sugerido la posibilidad de revertir la histórica decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión.

De campaña por uno de los estados claves de cara a las elecciones presidenciales, Hillary Clinton une lazos con la comunidad latina a través de un concierto de Jennifer Lopez y Marc Anthony en Miami, en el que pedía que votaran el 8 de noviembre en las «elecciones más importantes de la historia», y con la comunidad LGTB en un mitin celebrado en Wilton Mannors, la segunda ciudad estadounidense con mayor cantidad de residentes identificados como LGBT, donde recordaba la tragedia de Pulse.

La candidata demócrata no desaprovechó tampoco el momento para recordar otra promesa republicana, quizá menos llamativa pero quizá más grave, en tanto podría ocurrir desde el minuto cero de la presidencia de Trump: la de anular las órdenes ejecutivas federales que impiden discriminar a las personas LGTB. Obama, recordemos, ha firmado dos importantes órdenes antidiscriminatorias que obligan tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial). El candidato republicano a vicepresidente, Mike Pence, era el encargado, hace pocas semanas, de anunciar en una entrevista esta medida.

Hillary Clinton, sin embargo, no se quedó solo ahí, y denunció de forma expresa que son todavía muchos los estados que siguen amparando la discriminación de las personas LGTB en materia de trabajo o vivienda. La candidata demócrata, de hecho, puso el ejemplo de Eleazar Andres, un trabajador gay que fue despedido de una de las empresas de Donald Trump tras denunciar el brutal acoso homófobo al que fue sometido por sus compañeros (hasta llegó a ser hospitalizado tras una agresión). En este sentido, la candidata demócrata prometió su apoyo activo a una legislación federal que prohíba este tipo de episodios. Algo que en cualquier caso parece difícil, incluso con Clinton en la presidencia si los republicanos retienen, como así parece que sucederá, el control de la Cámara de Representantes (que también se renueva el próximo martes, junto a un tercio del Senado).

No está de más recordar, hablando de discriminación a personas LGTB, que el propio Trump anunciaba en septiembre que no tendría inconveniente en rubricar la FADA (First Amendment Defense Act), una propuesta legislativa que los republicanos incluyen en su plataforma electoral y que en caso de prosperar prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.

En su mitin de Florida Clinton también prometió, por cierto, luchar por un mayor control sobre la posesión de armas para intentar evitar masacres como la Orlando, que hace unos meses conmocionó precisamente a la comunidad LGTB de Florida.

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Clinton contra Trump

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Hillary Clinton no duda en arremeter contra su contrincante en las elecciones presidenciales afirmando que tiene un «historial terrible» en relación con la comunidad LGTB, acusándole de pretender controlar los nombramientos de la Corte Suprema con el objetivo de terminar con el matrimonio igualitario y otras leyes contra la discriminación LGTB promulgadas por Barack Obama. Según ella, su oponente «no va a parar» hasta que imponga su visión «oscura y divisoria» de la realidad, algo con lo que están de acuerdo el Log Cabin Republicans, pero con lo que discreparían Caitlyn Jenner y Peter Thiel.
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Su propósito no es otro que el de tomar medidas en contra de la discriminación hacia las personas homosexuales, bisexuales y transexuales en «todos los aspectos», en el intento de convertir los Estados unidos en un «ejemplo» de sociedad igualitaria y que no vuelva a suceder una tragedia como la del club Pulse de Orlando, en la que perdieron la vida 49 personas de la comunidad LGTB.Trump contra ClintonSi bien Donal Trump apenas ha prestado atención a los rumores sobre la orientación sexual de su oponente, todos ellos de boca de mujeres que afirman haber sido amantes de Bill Clinton, con la connivencia de su esposa, no ha parado hasta conseguir que el FBI reabriera la investigación sobre el escándalo de los correos electrónicos y el uso de un servidor privado por parte de la ex secretaria de Estado a los que la candidata se refirió únicamente para señalar que se trata de una distracción de su contrincante.
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Según Robby Mook, jefe de campaña de Clinton, la reapertura del caso no va a suponer una derrota electoral, además que ha creado un efecto inverso al provocar una mayor movilización por parte de los voluntarios: «Tenemos más de 50.000 voluntarios, estamos viendo los números de registro de votación temprana. Y nos sentimos muy bien acerca de esta participación sin precedentes».

Mientras Trump exhibe una bandera arcoíris… sin decir palabra

Mientras tanto, los partidarios LGTB de Donald Trump conseguían el “gran logro” de que el candidato republicano exhibiera durante unos segundos una bandera arcoíris con la leyenda “LGBTs For Trump” en un mitin celebrado en Greely, Colorado. Trump entregó después la bandera a un asistente… y no dijo una sola palabra sobre los derechos LGTB.

Y es que, como ya hemos venido comentando en entradas anteriores, Donald Trump cuenta, en efecto, con seguidores LGTB, como el multimillonario Peter Thiel y muchos de los denominados homocon, una corriente de gais conservadores que comparten el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como su principal enemigo. No es casualidad que, coincidiendo con la convención republicana que encumbró a Trump, tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB, y Trump es el candidato más pro-LGTB de la historia estadounidense.

Yiannopoulos, por cierto, se ha lanzado en los últimos días a una espiral de odio tránsfobo, calificando a las personas trans de “enfermas mentales”, defendiendo las leyes que les impiden usar las instalaciones que corresponden a su identidad de género, convertidas en la punta de lanza del movimiento LGTBfobo estadounidense. Este es el tipo de personas LGTB que apoyan abiertamente a Trump…

Siendo justos, también hay que recordar que Log Cabin Republicans, el más importante y “serio” de los grupos LGTB afines al Partido Republicano estadounidense, ha anunciado que no apoyará a Donald Trump en las elecciones presidenciales. Aunque hacen una encendida defensa del candidato republicano, al que llegan a calificar como “el más pro-LGTB de la historia del Partido Republicano”, aclaran que su decisión ha sido tomada en consideración al equipo fuertemente LGTBfobo que ha escogido para acompañarle en la carrera presidencial y las medidas que defienden.

Las encuentas dan una de cal y una de arena

De los 20 millones de personas que ya han ejercido su derecho al voto por correo, 3 de ellos lo han hecho en Florida, un estado clave para el resultado final al tener un efecto «pendular» para evitar un posible empate en los resultados, dado que no es un estado en el que sus votantes mantengan una intención de voto constante ni hacia los repúblicanos ni hacia lso demócratas, además de que proporciona 29 de los 270 votos electorales necesarios para ganar.


Según la última encuesta, entre los que ya han ejercido su voto, un 36 % del total, Clinton tendría una ventaja de un 54 % frente al 37 % de Trump, una ventaja que se invierte entre los que ejercerán su derecho a voto de manera presencial, entre quienes el republicano lleva una ventaja del 51 % frente al 42 % que votarían por Hillary Clinton, según una encuesta del 30 de octubre.Otras encuestas no aciertan a ponerse de acuerdo. Mientras que Real Clear Politics registraba un empate entre Clinton y Trump el mismo 30 de octubre, siendo la candidata demócrata la que llevaba la delantera con una ventaja de sólo 1,6 puntos por encima del republicano sólo 4 días antes, el 26 de octubre; según la encuesta de NBC News, Wall Street Journal y Marist, sería Clinton la que aventaja por un punto a Trump, con un 45 % frente a un 44 %, repartiéndose el resto del porcentaje el candidato libertario, Garry Johnson, y el ecologista, Jills Stein, aunque sí se habría producido un aumento de dos puntos en la intención de voto para Trump desde que realizaran la misma encuesta a principios del mes de octubre. Claramente nada está decidido en los Estados Unidos ni para Donalt Trump ni para Hillary Clinton.

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¿Quién de ellos será el próximo presidente? La respuesta, en una semana.
Fuente Agencias/Universogay

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El multimillonario abiertamente gay Peter Thiel dona 1,25 millones de dólares a la campaña de Donald Trump

Sábado, 22 de octubre de 2016
Comentarios desactivados en El multimillonario abiertamente gay Peter Thiel dona 1,25 millones de dólares a la campaña de Donald Trump

Peter_Thiel_(2014)Peter Thiel, el multimillonario republicano y abiertamente gay que ya apoyó a Donald Trump en la pasada convención republicana, hará una donación de 1,25 millones de dólares a la campaña del candidato republicano a la Casa Blanca. Poco parece importarle a Thiel el grave retroceso en materia LGTB que una presidencia de Trump puede suponer. Su propio candidato a vicepresidente, Mike Pence, anunciaba hace unos días que una de las medidas que Trump tomará, en caso de ser presidente, será anular las ordenes ejecutivas federales que hacen más difícil discriminar a las personas LGTB.

La intervención de Peter Thiel en la convención republicana, recordemos, fue uno de los elementos que contribuyeron a “dulcificar” el perfil de Trump en materia LGTB. Thiel, conocido sobre todo por ser uno de los confundadores de PayPal y el primer gran inversor en Facebook (compañía de la que es uno de los principales directivos), se define como libertario, pero no ha dudado en apoyar a todos y cada uno de los últimos candidatos republicanos a la Casa Blanca pese a carecer de ese perfil. También lo ha hecho ahora, y con fuerza, con Donald Trump.

Thiel fue, de hecho, el primer orador de la historia de las convenciones republicanas que proclamó abiertamente su orgullo de ser gay y republicano. Tras esa primera frase, su intervención poco tuvo que ver sin embargo con la defensa de los derechos LGTB, a los que de hecho quitó importancia. “Cuando yo era un niño, el gran debate era sobre cómo derrotar a la Unión Soviética. Y ganamos. Ahora se nos dice que el gran debate es sobre quién usa cada cuarto de baño. Eso es una distracción de nuestros problemas reales. ¿A quién le importa?”, se preguntó entonces, en referencia a la polémica sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte. Como entonces dijimos, al hacernos eco de la noticia, se trata de una pregunta bastante tramposa: es realmente a su partido al que más parece importar el tema, hasta el punto de promover de forma expresa una ley para, entre otras cosas, prohibir a las personas trans usar los baños públicos que corresponden a su identidad de género.

Thiel, por otra parte, no tuvo problema en reconocer que apoya al Partido Republicano pese a que la plataforma política aprobada en la convención de Cleveland es abiertamente anti-LGTB. “No coincido con todos los puntos que recoge nuestra plataforma. Pero las falsas guerras culturales solo nos distraen de nuestro declive económico”, aseguró, volviendo a minimizar la importancia de los derechos LGTB en el debate político.

Trump y Pence: una opción que se prevé nefasta para los derechos LGTB

BJC9anECAunque lo cierto es que Donald Trump partía de posiciones bastante menos LGTBfobas que las que defendía el que fue su principal contendiente en las primarias republicanas, Ted Cruz, lo cierto es que el ahora candidato no ha dudado en abrazar los postulados contrarios a los derechos LGTB para hacerse con el favor de la derecha republicana más conservadora. Un giro que se hizo evidente cuando Trump sugirió la posibilidad de revertir la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio igualitario proponiendo en el futuro a nuevos jueces del Supremo dispuestos a valorar de nuevo la cuestión. Declaraciones que causaron cierta sorpresa en el colectivo LGTB estadounidense, que consideraba que en el tema del matrimonio igualitario Trump era partidario de pasar página.

Semanas después Trump dio algunas esperanzas al activismo LGTB cuando defendió, al ser preguntado por periodistas sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte, que las personas transexuales pudiesen hacer uso de los baños que mejor se acomodasen a su identidad de género, al tiempo que se lamentó del daño económico que generan este tipo de leyes, que considera innecesarias. Eso sí, a las pocas horas Trump arrojaba un jarro de agua fría sobre esas mismas esperanzas, al asegurar primero que debían ser los estados los que decidieran sobre esta materia, para finalmente completar el giro al apoyar abiertamente la posición de los republicanos de Carolina del Norte y de su gobernador, Pat McCrory, firme defensor de la ley discriminatoria.

De la misma forma, Trump no ha tenido problema ninguno en asumir la plataforma ideológica que los republicanos aprobarob en la convención de Cleveland, considerada la más abiertamente LGTBfoba de la historia. Los puntos incluidos en la plataforma son, a este respecto:

  • Sobre el matrimonio igualitario: rechazo expreso de la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Obergefell v. Hodges, que supuso la extensión del matrimonio igualitario a todo el país. El Partido Republicano considera que las leyes federales solo deben reconocer el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer  y hace un llamamiento expreso a considerar la posible aprobación de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que “devuelva” el control de la regulación matrimonial a los estados.
  • Sobre la adopción homoparental: el Partido Republicano muestra su apoyo a las agencias de adopción religiosas que rechazan a las parejas del mismo sexo, argumentando además de forma expresa que los hijos criados en hogares sin un padre y una madre tienen más posibilidades de consumir drogas, cometer delitos y tener embarazos no deseados.
  • Defensa activa de la denominada First Amendment Defense Act (FADA), una propuesta legislativa que prohibiría sancionar, con independencia de las regulaciones antidiscriminatorias de los estados, a todas aquellas personas y negocios que que se nieguen a prestar servicios a parejas del mismo sexo en base a motivos religiosos.
  • Sobre las denominadas “terapias reparadoras” o “de conversión” para modificar la orientación sexual o la identidad de género, aunque no las menciona de forma expresa, el Partido Republicano defiende el “derecho de los padres” a recurrir las terapias que consideren más adecuadas para sus hijos menores“consistentes con sus valores morales, éticos o religiosos sin discriminación ni castigo”.
  • Sobre los derechos de las personas transgénero: el Partido Republicano expresa su apoyo a legislaciones como la aprobada hace unos meses en Carolina del Norte, que entre otras muchas importantes medidas discriminatorias prohíbe a las personas trans utilizar los baños que corresponden a su identidad de género. También muestra su desacuerdo, sin nombrarlo explícitamente con el final de la prohibición de servir en el Ejército a este colectivo, decidida por la administración Obama y confirmada recientemente, al asegurar estar en contra “de la modificación o de la rebaja de los estándares para satisfacer la agenda no militar impuesta por la Casa Blanca”.
  • Sobre políticas antidiscriminatorias: el Partido Republicano se opone expresamente a incluir la orientación sexual entre las categorías generalmente cubiertas por las regulaciones contra la discriminación.

La elección de Pence confirmó el giro conservador 

Pero sin duda el gesto que de una forma más tajante dejó claro el giro conservador de Trump en materia LGTB fue la elección como candidato a vicepresidente de Mike Pence, gobernador de Indiana, un político cercano a la derecha religiosa que en las primarias republicanas apoyó sin fisuras a Ted Cruz. Opuesto al aborto, a la investigación con células madre, negacionista del cambio climático y cercano al creacionismo, en el año 2000, durante su campaña para ser elegido congresista, llegó a proponer que se utilizasen fondos destinados a ayudar a personas con VIH para sufragar a organizaciones que promovieran las “terapias reparadoras” entre aquellos que quisiesen modificar su orientación sexual.

No es de extrañar, pues, que su momento de mayor protagonismo como gobernador viniese precisamente de la mano de su oposición a los derechos LGTB. En marzo de 2015, Mike Pence sancionaba orgulloso una ley, aprobada por la legislatura del estado (también bajo control republicano) cuyo objetivo era impedir que entes locales o el propio estado pudiesen aprobar normativas antidiscriminatorias que afectasen a la “libertad religiosa”, eufemismo que suponía la legalización de la discriminación contra las personas LGTB. Un acto en el que Pence quiso rodearse de numerosos líderes religiosos, algunos de ellos virulentamente homófobos.

La norma, sin embargo, provocó una intensísima reacción social en su contra, que amenazaba con afectar seriamente la economía del estado y que de hecho dejó tocada su imagen. Mike Pence se vio obligado a promover una norma adicional que clarificara los límites de la ley e impidiese la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual.

“No” a las órdenes contra la discriminación

Pence era el encargado, hace pocos días, de anunciar en una entrevista que una de las medidas que Trump adoptaría sería anular las órdenes ejecutivas que impiden discriminar a las personas LGTB, al considerar que suponen una intromisión en la libertad de los estados. Obama, recordemos, ha firmado dos importantes órdenes e  tanto a las empresas que tengan o que aspiren a firmar contratos con la administración federal (firmada en 2014) como a las escuelas que reciben fondos federales (emitida hace pocos meses, como reacción a la ley LGTBfoba de Carolina del Norte, y que se encuentra en estos momentos sometida a escrutinio judicial).

El propio Trump, de hecho, acababa con cualquier esperanza de una presidencia “neutra” en materia LGTB al anunciar en septiembre que no tendría inconveniente en rubricar la FADA, y legalizar de esta forma la discriminación contra las personas LGTB en base a argumentos religiosos, si finalmente resultase aprobada por un Congreso de mayoría republicana.

Los homocon y Trump, alineados contra el islam

Es este contexto, precisamente, en el que personajes como Peter Thiel han anunciado su apoyo incondicional a Trump, el candidato por el que por otra parte la corriente homocon de gais conservadores afines al Partido Republicano siempre ha mostrado sus preferencias, y con el que comparte el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como principal enemigo de la causa LGTB.

No es casualidad, de hecho, que coincidiendo con la convención republicana que encumbró a Trump tuviera lugar un evento de apoyo a su candidatura por parte de un grupo (ciertamente pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales, y la activista antimusulmana Pamela Geller. En el evento, por cierto, estuvo también presente el holandés Geert Wilders, líder del islamófobo Partido por la Libertad (PVV).

La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB, y Trump es el candidato más pro-LGTB de la historia estadounidense.

pegatina-homofoba-seguidor-trumpTampoco parece importar a esta gente las cada vez menos disimulada homofobia del grueso de los seguidores de Trump, a la que hacíamos alusion hace pocos días, al referirnos a los feroces insultos hacia el periodista abiertamente gay Anderson Cooper, y que también está siendo protagonista estos días en medios LGTB estadounidenses al hacer viral una fotografía de una pegatina homófoba en la parte trasera del coche de un orgulloso seguidor de Trump:

¿Conseguirá Trump llegar a la presidencia con la ayuda de Thiel y de los homocon? ¿Si es así, con qué tipo de medidas “agradecerá” la administración Trump su contribución? El próximo 8 de noviembre comenzaremos a conocer las temidas respuestas…

Fuente Dosmanzanas

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Trump recurre a la islamofobia para atraer a los votantes LGTB

Jueves, 28 de julio de 2016
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BJC9anEC“Como vuestro presidente, haré todo lo que esté en mi mano para proteger a nuestros ciudadanos LGBTQ de la violencia y la opresión de una ideología extranjera llena de odio, creedme”. Fue la única referencia al colectivo LGTB en el discurso de aceptación de la nominación republicana por parte de Donald Trump. Una frase que está sirviendo a algunos medios de comunicación generalistas (no especialmente preocupados por el detalle cuando de la realidad LGTB se trata) para presentar a Trump como un político sensible a los derechos de este colectivo. Activistas LGTB como Michelangelo Signorile ya han alertado de lo equivocado de esta percepción.

La frase de Trump se entiende perfectamente en el contexto de de la campaña del candidato republicano, uno de cuyos ejes es atizar la islamofobia y el miedo al terrorismo de raíz islamista, al que el gobierno de Barack Obama estaría supuestamente dando alas. Si a eso unimos que la corriente homocon de gais conservadores afines al Partido Republicano nunca ha ocultado sus preferencias por Trump como candidato y ha asumido como propio el argumentario que sitúa al islam (y no a la derecha religiosa estadounidense) como principal enemigo de la causa LGTB, tenemos el escenario perfecto.

No es casualidad, de hecho, que coincidiendo con la convención republicana que se desarrolló la pasada semana en Cleveland tuviera lugar un evento de apoyo a la candidatura de Donald Trump por parte de un grupo (ciertamente pequeño) de personas LGTB. Los dos principales oradores fueron Milo Yiannopoulos, un columnista conservador abiertamente gay, protagonista de varias polémicas en redes sociales (la última de ellas, la suspensión de su cuenta de Twitter debido a sus insultos a la actriz Leslie Jones) y la activista antimusulmana Pamela Geller. En el evento, por cierto, estuvo también presente el holandés Geert Wilders, líder del islamófobo Partido por la Libertad (PVV).

La intervención de Yiannopoulos, del que son bien conocidas sus opiniones contra el feminismo y el islam, resumió a la perfección el núcleo actual del ideario homocon: el Partido Demócrata no ha hecho nada por los gais, sino que por el contrario ha abierto el país a los musulmanes, enemigos de los derechos LGTB, y Trump es el candidato más pro-LGTB de la historia estadounidense.

Peter Thiel: “orgulloso de ser gay”, pero…

Peter_Thiel_(2014)El segundo elemento que ha contribuido a que los medios “dulcifiquen” el perfil de Trump a la hora de presentarlo como pro-LGTB fue la intervención como orador en la propia convención republicana del empresario abiertamente gay Peter Thiel. Thiel, conocido sobre todo por ser uno de los confundadores de PayPal y el primer gran inversor en Facebook (compañía de la que es uno de los principales directivos), se define como libertario, pero no ha dudado en apoyar a todos y cada uno de los últimos candidatos republicanos a la Casa Blanca pese a carecer de ese perfil. También lo ha hecho ahora con Donald Trump.

Thiel, justo es reconocerlo, ha sido el primer orador de la historia de las convenciones republicanas que ha proclamado abiertamente su orgullo de ser gay y republicano. Tras esa primera frase, su intervención poco tuvo que ver sin embargo con la defensa de los derechos LGTB, a los que de hecho quitó importancia. “Cuando yo era un niño, el gran debate era sobre cómo derrotar a la Unión Soviética. Y ganamos. Ahora se nos dice que el gran debate es sobre quién usa cada cuarto de baño. Eso es una distracción de nuestros problemas reales. ¿A quién le importa?”, se preguntó, en referencia a la polémica sobre la ley anti-LGTB de Carolina del Norte. Curiosa pregunta, por cierto, teniendo en cuenta que es a su partido al que más parece importarle el tema, hasta el punto de legislar de forma expresa para prohibir a las personas trans usar los baños públicos que corresponden a su identidad de género…

Thiel, por otra parte, no tuvo problema en reconocer que apoya al Partido Republicano pese a que la plataforma política aprobada en la convención de Cleveland es abiertamente anti-LGTB. “No coincido con todos los puntos que recoge nuestra plataforma. Pero las falsas guerras culturales solo nos distraen de nuestro declive económico”, aseguró, volviendo a minimizar la importancia de los derechos LGTB en el debate político.

Michelangelo Signorile: los medios no reflejan bien a Trump

41Ji+60CnFL._UX250_Son diversos los medios LGTB, sobre todo del ámbito anglosajón, que no se dejan engañar por frases llamativas y analizan con profundidad las nefastas propuestas republicanas en esta materia (nosotros lo hacíamos hace pocos días). Pero si un artículo nos ha llamado la atención, en este sentido, es el publicado por el columnista y activista Michelangelo Signorile, editor de Queer Voices (antes Gay Voices, la “sección LGTB” de The Huffington Post). Signorile repasa la cobertura que de la convención republicana han hecho diversos medios (no necesariamente los más conservadores) y critica muy duramente la superficialidad con la que estos han tratado las referencias a la realidad LGTB, presentando a Donald Trump casi como un campeón en esta materia, que ha traído la renovación al Partido Republicano, en lugar de destacar cómo en realidad el candidato se ha plegado a las exigencias de su sector más conservador.

Signorile explica, por mencionar dos ejemplos, que ABC News destacó como “histórico” el uso de Trump del acrónimo “LGBTQ”, poniéndolo como ejemplo de la renovación que Trump suponía, mientras que CNN llegaba a asegurar que las opiniones de Trump en materia LGTB eran en realidad contrarias a las que expresa la plataforma republicana. Signorile explica a continuación que el uso del acrónimo “LGTBQ” no supone en realidad ningún problema para los conservadores, que lo aceptan como una concesión menor. Y pone como ejemplo a Tony Perkins, presidente del homófobo Family Researh Council, que tras el atentado de Orlando se alineó con las tesis de Trump y aseguró ya que ningún americano “LGBT, católico, protestante, e incluso ateo” debería “vivir con miedo” en su país. Perkins, por cierto, participó en la convención republicana y pidió abiertamente a los cristianos conservadores que votaran masivamente por Trump.

Por lo que se refiere a las opiniones de Trump, como bien explicábamos hace pocos días, si bien es cierto que no pueden equipararse en fiereza a las del que fue su principal oponente en las primarias, Ted Cruz, han ido evolucionando hacia una homofobia manifiesta. Trump ha llegado a asegurar que propondrá como candidatos al Tribunal Supremo a jueces dispuestos a revertir la sentencia que extendió el matrimonio igualitario a todo el país.

Signorile, que también explica sus controversias en este terreno con periodistas de The New York Times, acaba su artículo alertando a los medios sobre el peligro de caer en esta forma “irresponsable y superficial de informar” sobre Trump y pasar de largo sobre las políticas concretas que proponen los republicanos en materia LGTB. Solo el tiempo dirá si no es ya demasiado tarde…

Fuente Dosmanzanas

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