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¿Qué me traes, día de hoy?

Jueves, 26 de enero de 2017
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Cada día nos tiene reservada una sorpresa. Pero únicamente si la esperamos seremos capaces de verla, oírla, sentirla, cuando se nos presente.

No tengamos miedo a recibir la sorpresa de cada día, ya llegue en forma de tristeza o de alegría. Ya sea pequeña y trivial, o significativa.

Se creará un nuevo espacio en el que podremos dar la bienvenida a una nueva experiencia y celebrar de forma más plena nuestra humanidad compartida. “

“La alegría y la tristeza nunca llegan solas. Cuando nuestros corazones se regocijan ante una vista espectacular al mismo tiempo podemos echar de menos a nuestros amigos que no están presentes en ese momento para disfrutarla. Y cuando nos embarga el dolor quizás podamos descubrir el valor de la verdadera amistad. La alegría está oculta en el dolor y el dolor en la alegría. Si tratamos de evitar a toda costa la tristeza puede que nunca experimentemos la alegría y, si desconfiamos del éxtasis, tampoco podrá alcanzarnos nunca la agonía. La alegría y el dolor son los padres de nuestro crecimiento espiritual.”

*

Henri Nouwen

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“Dos humanidades” por Koldo Aldai

Jueves, 25 de agosto de 2016
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933730_25188496El magnate populista y faltón, recién iniciado en su carrera ya oficial hacia la Casa Blanca insiste en que América es lo primero (“America firts”). Cala el mensaje de Trump. Hay demasiados norteamericanos, demasiados humanos que deseamos ser los primeros en más derechos, en más privilegios en olvido de los otros. Si todos queremos ser los primeros, no habrá sitio para los últimos en este gran hogar planetario. Un futuro más halagüeño lo alumbrará el deseo convencido de un creciente número de humanos de no ganar privilegios a costa o en detrimento de terceros. Las naciones operan a imagen y semejanza de nosotros, los súbditos. Un pueblo es grande cuando acoge, abre sus puertas, ayuda, se vuelca en el progreso global, no sólo propio. Hacer de nuevo grande a América (“Make America great again“) tiene por lo tanto más que ver con hacerla solidaria con los destinos del mundo, que hacerla más rica, imperial y belicosa.

América no es lo primero, tampoco Inglaterra, tampoco España… En esta inmensa nave por nombre Tierra, que no permitiremos que se hunda, lo primero son las mujeres y los niños. Lo primero son las que redondean su vientre, alumbran vida y acercan nuevas generaciones. Lo primero son los ancianos y desvalidos, los explotados, los perseguidos por causa de la libertad y la justicia, los refugiados que huyen del horror de la guerra. Lo primero son los que sufren, los que no tienen pan para su estómago, ni pizarra para sus hijos. Son los hermanos de cualquier raza, condición o color que no tienen sus más elementales necesidades satisfechas.

Observamos de forma cada vez más nítida las dos humanidades diferenciadas. Tenemos por un lado la humanidad del “exit”, la que colmada de miedos se arma, se blinda, la que desea salirse de todos los afanes comunes, de todos los esfuerzos colectivos, globales, unitarios en ciernes. Es la humanidad del ombligo, la que conjuga sólo en primera persona, la que únicamente sigue la supuesta lógica, la más ilógica de todas, del beneficio, del privilegio propio en perjuicio de la Tierra y la comunidad más o menos global.

Veremos a esa humanidad en América, pero también en el corazón de Europa o en Inglaterra. La veremos agitar pancartas de “not ilegals, not refugees, not foreing workers…” temerosa de perder lo que ha gozado, de que el bienestar sea una dicha cada vez más extendida. Es una humanidad sin futuro, pues éste es una geografía siempre colectiva. Es una humanidad insostenible, porque con el individualismo la vida palidece, se seca y acaba muriendo. Está por todas partes, allí donde el humano piensa sólo en sí mismo. Ahora sale claramente a relucir en los pasteles de colores que cantan los resultados de las elecciones en muchos países. Esos escrutinios, en los que se juegan a menudo unas fronteras más o menos abiertas, delatan la extensión de esta humanidad temerosa.

Felizmente hay otra humanidad que no cree en los privilegios, que siente que todos somos los primeros, que hemos de avanzar unidos, sin dejar a nadie atrás. Es la humanidad que no tiene miedo a compartir, que piensa y siente en clave colectiva, que no ve al foráneo, al refugiado como un estorbo, sino como un hermano en apuros, necesitado de ayuda. Es la humanidad que establece puentes, alianzas, que cree que las fronteras son una rémora del pasado que irán cayendo, que nos iremos cada día más y más uniendo. Es la humanidad que busca cooperar en los más diversos ámbitos.

La disyuntiva se nos presenta global e individualmente. No sólo los pueblos y la naciones deben pronunciarse al respecto; también a nivel individual nos habremos de plantear si somos de los que abren o cierran los brazos, de los de la acogida o del blindaje, de los que soñamos en un mundo en el que haya un sitio para todos, o únicamente para los de mi equipo de fútbol, para los de mi clase social, mi nación, mi religión, o los que tienen mí mismo color de piel… El futuro se escribirá en clave de compartir y cooperar o no se escribirá. ¿Cuál de las dos humanidades saldrá adelante? Esperamos que la del corazón abierto y generoso, la del alero ancho, no a costa de la otra atrincherada, sino sencillamente porque la primera habrá conseguido ganar, abrazo tras abrazo, el endurecido corazón de la blindada.

Koldo Aldai

Fuente Fe Adulta

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“La cara y la cruz evangélica”, por Gabriel Mª Otalora

Sábado, 2 de julio de 2016
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70400874_3068f18894_oLeído en la página web de Redes Cristianas

A los católicos acomodados del Primer Mundo se nos hace cuesta arriba ejercer de buenos cristianos. Argumentamos que la cruz es difícil y dolorosa la exigencia de la puerta estrecha. Pasamos por alto que las normas de Dios son para nuestro beneficio, porque el camino fácil acaba por endurecernos las entrañas secando lo mejor que existe en el corazón humano; ya estamos viendo el tipo de selva que somos capaces de crear cuando nos apartamos las enseñanzas del Maestro.

Pero también solemos olvidarnos de los frutos maravillosos de la Buena Noticia cuando se convierte en acciones de amor, aunque suele costar, y a veces mucho. Subir a una montaña se puede percibir desde el cansancio y las dificultades pero también desde la belleza que ofrece la naturaleza y el sano ejercicio.

Veamos un ejemplo concreto de hasta qué punto el mensaje de Jesús puede llegar a ser maravilloso cuando damos un paso al frente. Nos lo cuenta Joan Chittister en uno de sus libros. Ocurrió en una conferencia en Asia para analizar los problemas de las mujeres de todo el mundo, pero en especial de las necesidades de las de los países en desarrollo, donde la mayoría de participantes eran pobres y mujeres, y solo unos cuantos eran activistas bien financiados u observadores oficiales. Cuando se intercambiaron los correos electrónicos entre los participantes para mantener el contacto, una de ellas llamada Rose, una keniata pastora de una iglesia presbiteriana africana, justificó dejar en blanco su dirección de e-mail diciendo que no tenía correo electrónico porque era muy caro para su comunidad. Y cuando podía utilizarlo, la conexión era demasiado lenta para resultar eficaz y fiable. Cuando terminó la conferencia y todos se despedían, otra conferenciante le dijo a Joan Chittister justo antes de compartir el taxi juntas: “No puedo irme sin ver antes a Rose. Le prometí que le daría una cosa”.

“¿Qué le diste a Rose?”, le preguntó Chittester durante el trayecto en taxi a su compañera. “Mi tarjeta de crédito”, me respondió. “¿Tu tarjeta de crédito?” -dijo la religiosa asombrada-: ¿y por qué demonios se la has dado?”, le volvió a preguntar. “Para que pueda pagar las mensualidades de su correo electrónico”, le respondió tranquilamente.

La alegría de compartir en estado puro toma aquí la más alta expresión de madurez humana. Esta actitud de salir al paso de la necesidad ajena con audacia, es la esencia de la Eucaristía. Y de la oración de petición misma, en su mejor versión de pedir luz y fuerza para avanzar en el camino de la solidaridad. En Occidente somos más de los Mandamientos que de las Bienaventuranzas, estamos centrados en “no hacer el mal” más que en “hacer el bien”. Nos olvidamos de la audacia del samaritano en su camino a Jericó y de la flagrante transgresión de Jesús en varios Sabbat cuando cura por amor a quienes sufren.

Ponemos puertas intelectuales y espirituales a la audacia del amor. Nos falta fe en las maravillas del Espíritu: Señor, haz que vea; que sea tu luz para otros aunque tenga que ser a contracorriente de mis planes o mis medidas. Amén.

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Maestro, ¿qué hacemos nosotros?

Domingo, 13 de diciembre de 2015
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El Sur,
el Sur,
¡no el Occidente, hermanos!

Somos pobres,
pero somos
mayoría
¡y el futuro!

Gracias a tu ayer,
habrá para ellos
un mañana,
hermano.

Mi hoy, entre los dos,
ha de ser responsable
como un arco de Historia
en el puente del Reino.

¿Qué le dice el Tercer Mundo
al Primer Mundo?
– ¡Si no fuerais lo que sois,
podríamos ser
los que somos!

¿Por qué lo que es de todos
no es de nadie,
si todos somos todos?

Dos son los problemas,
dos:
los demás
y yo.

Vuestros tiempos perdidos
son mi tiempo de canto.
Me anticipo a gritaros que ya es hora.
(Quizás roncos de angustia,
por causa de la noche,
los gallos, los poetas, despertamos el día).

*

EUCARISTÍA
Para Arturo Paoli

Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este Gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.

Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.

El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.

*

Pedro Casaldáliga
Todavía estas palabras, 1994

***

¿Qué hacemos nosotros?

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?

Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.”

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”

Él les contestó: “No exijáis más de lo establecido.

Unos militares le preguntaron: “¿Qué hacemos nosotros?”

Él les contestó: “No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.”

El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:

– “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.”

Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

*

Lucas 3, 10-18

***

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“Repartir con el que no tiene”. 3 Adviento – C (Lucas 3,10-18)

Domingo, 13 de diciembre de 2015
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03_adviento_C-251x300La palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.

El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro.

¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?

Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?

Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos «cautivos de una religión burguesa». El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es esta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.

Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este «cautiverio», comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano.

José Antonio Pagola

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Dom 13.12.15. Juan Bautista, hombre de Adviento

Domingo, 13 de diciembre de 2015
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san juan bautista el grecoDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 3 Adviento. Lucas 3, 10-18.

La liturgia de este domingo sigue insistiendo en la figura y mensaje de Juan Bautista, y aprovecho la ocasión para ofrecer una visión de conjunto de su vida y obra, conforme al testimonio de las fuentes antiguas (Flavio Josefo, Q, Sinópticos), dejando a un lado la tradición del Cuarto Evangelio y de la literatura posterior.

El trabajo puede parecer algo erudito y está pensado para la discusión y estudio, pero pienso que algunos lectores del blog podrán encontrarlo valioso para entender mejor el sentido de Juan en el comienzo del mensaje y de la vida de Jesús, en este tiempo en el que siguen escuchándose anuncios de juicio.

En el centro del Adviento la Iglesia ha colocado al “precursor” de Jesús, como un vigía, una voz de aviso. Hubiera sido difícil encontrar un personaje más significativo, más actual.

He presentado parte de este material en otros lugares, y en parte en este mismo blog. He vuelto a fijarlo, de un modo más organizado en el Gran Diccionario de la Biblia, donde podrá encontrarlo quien lo busque. Pero he pensado que algunos lectores agradecerán la visión de conjunto que sigue. Mañana o pasado comentaré en concreto el evangelio del domingo, con la propuesta económica de Juan Bautista, conforme al evangelio de Lucas.

Marcos. Juan y su gente (Mc 1, 1-8).

gran-diccionario-de-la-bibliaDel origen de Juan Bautista no sabemos mucho, pues los datos sobre su familia y nacimiento que ofrece Lucas (Lc 1) son más teológicos que históricos, aunque al fondo puede haber algunos elementos fiables. Según ellos, Juan pertenecía a una familia levítica del entorno de Jerusalén y se educó en el “desierto”, como los esenios de Qumrán (aunque quizá no con ellos).

De todas formas, parece que, por su origen, era un sacerdote, preocupado por el pecado y la pureza, no un “hijo de David” como Jesús, pero abandonó su posible función laboral y/o cultual para hacerse profeta. No aceptó el dominio de la ciudad sagrada (Jerusalén) sobre el campo, ni admitió la autoridad del templo; por eso volvió a los principios de la historia de Israel, en el desierto, para anunciar el juicio .En esa se sitúa el texto básico Marcos:

Comienzo del evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios. Según está escrito en el profeta Isaías, “mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino, voz del que grita en el desierto: (Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos!” surgió en el desierto Juan el Bautista, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y, después de reconocer sus pecados, Juan los bautizaba en el río Jordán… Esto era lo que proclamaba: “Detrás de mí viene el que es Más Fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo (Mc 1, 1.5.7-8).

Marcos mira a Juan desde una perspectiva cristiana y le interpreta como principio del evangelio. Eso significa que, a su juicio, el mensaje de Jesús no provenía de los sacerdotes levitas, encargados de mantener la sacralidad del templo; por eso, él no irá a Jerusalén para recibir instrucciones. Jesús tampoco se sitúa en la línea de los escribas oficiales, que frecuentan las escuelas más o menos oficiales y definen lo puro y lo manchado (cf. Mc 6, 1-6; Mc 7, 1-3), ni se apoya en las tradiciones de heroísmo nacional guerrero, simbolizadas por los antiguos macabeos o los nuevos celosos. Jesús quiso aprender con el mensaje y proyecto del Bautista.

Notas esenciales de Juan, según Marcos

El Juan Bautista de Marcos está al servicio de Jesús, pero muestra unos rasgos que son específicamente suyos (de Juan) y que le definen como uno de los profetas apocalípticos que abundaron en su tiempo. Éstos son sus rasgos básicos, que no han sido ni pueden ser cristianizados en la línea posterior de la Iglesia.

1. La alternativa del desierto.

Jesús iniciará su camino en Galilea (Mc 1, 14), para culminarlo en Jerusalén. Juan, en cambio, ha quedado en el desierto hasta el final (hasta que le prenda el rey Herodes Antipas; cf. Mc 1, 14), sin cruzar el Jordán ni entrar en la tierra prometida, en la situación de los israelitas anteriores a Josué. Desde ese fondo rechaza las estructuras sociales y las instituciones sacrales de los judíos instalados ya en la tierra. Su estilo de vida es signo de condena para los sacerdotes y los ricos. Por eso vuelve al principio de la historia israelita (trazada en los libros que van del Éxodo al Deuteronomio), reuniendo a unos discípulos en el desierto y preparar la llegada del juicio de Dios, que les permitirá entrar en la tierra prometida.

2. Un río de frontera.

Allí donde acaba el desierto discurre el Jordán y aquellos que lo crucen de verdad (como hicieron antaño Josué y los suyos; cf. Jos 1-4) recibirán la herencia de la tierra prometida. A la vera del río habita Juan, preparándose para pasar a la tierra y recibir el don de Dios (Mc 1, 5). En su entorno se forma una “iglesia” de entusiastas escatológicos, atentos al primer “movimiento” del agua (cf. Jn 5, 3-4) para atravesar el río y entrar en la tierra prometida. Juan no lo hará, pues le matarán antes de cruzarlo. Jesús lo cruzará para iniciar la tarea del Reino en Galilea.

3. Vestido de profeta.

Juan y sus discípulos se cubren con pelo de camello y cinturón de cuero (Mc 1, 6). Así recuerdan a Elías, profeta ejemplar (a quien seguirá recordando Jesús), anunciador del juicio de Dios sobre el Carmelo (cf. 1 Rey 18). Estas vestiduras son signo de austeridad profética y de vida de desierto (antes de entrar en la tierra cultivada). Pero el camello no es sólo señal de austeridad sino de impureza (cf. Lev 11, 4). Así cubierto, Juan protesta contra las normas de los “miembros puros” de Qumrán o del farisaísmo. Jesús seguirá en esa línea de protesta, pero en Galilea, acogiendo y ayudando de un modo especial a los impuros.

4. Comida: saltamontes y miel silvestre (Mc 1, 6).

Parece evocar un ideal de vuelta a la naturaleza, antes que los hebreos entraran en la tierra prometida (alimentos sin preparar, no sujetos a las leyes del mercado). Juan y sus discípulos forman, por su comida y vestido, una comunidad contra-cultural y anti-cultual (no compran en el mercado; no acuden al templo, ni acatan las normas de pureza de puro y/o de qumranitas). Ellos son unos “transgresores” (la miel silvestre era impura, por contener restos de mosquitos e insectos. En esa línea avanzará Jesús, pero no comiendo de desierto, sino compartiendo la comida con impuros y expulsados.

5. Conversión y bautismo.

El Más Fuerte. La vida penitencial, que culmina y se expresa en el bautismo, ofrece a los discípulos de Juan la mayor esperanza: pasarán el Jordán y entrarán, de manera liberada, en la tierra prometida. El texto acentúa la función de Juan (¡yo os bautizo…!: Mc 1, 8), el contexto destaca su personalidad: ha convocado un grupo de seguidores, llevándoles al desierto y bautizándoles en el río de las promesas, con la certeza de que viene el Más Fuerte, es decir, el mismo Dios (o su delegado final, en línea mesiánica).

6. El río y lo de más allá.

Juan es profeta del río. Permanece al otro lado, llega hasta el agua e introduce a los creyentes (convertidos) en sus aguas de juicio y esperanza. Pero no se atreve a forzar el río e ir más allá, porque sólo Dios puede “dividir de verdad las aguas”, a fin de que los liberados pasen al otro lado, con la colaboración del Más Fuerte. En el fondo de su gesto hallamos la “esperanza de Josué”: cuando las aguas se abrieron y los israelitas pasaron a la tierra prometida (cf. Jos 5. Esa esperanza de que las aguas del río se mueran está al fondo. Jn 5, 1-15). Sólo Dios o su delegado mesiánico puede “abrir el agua”, para que crucemos de la orilla del desierto a la tierra prometida. Pues bien, Jesús dirá que Dios ya ha llegado, y pasará el Jordán para realizar los signos del Reino en Galilea .

Juan eleva así protesta contra el judaísmo más oficial de su tiempo, esperando el signo de Dios para cruzar el Jordán e iniciar una vida nueva en la tierra prometida. Ciertamente, el Bautista aguarda el juicio de Dios, pero ése no es un juicio final/final de destrucción del mundo, sino un juicio histórico/escatológico.

Los discípulos de Juan no fueron penitentes puros, sino hombres y mujeres de esperanza, animados por la exigencia de conversión y la certeza de que Dios les abrirá las puertas de la tierra prometida. Así se situaron, a la orilla del Jordán, en la orilla del desierto de las promesas y los nuevos comienzos, dispuestos a escuchar la voz de Dios y ponerse en pie para cruzar el río y llegar a la orilla de la libertad. No necesitan programar lo que vendrá después: será Dios quien hablará, actuará el Más Fuerte. Entre los que esperaron que se abriera el río y llegara el Más Fuerte estuvo por un tiempo Jesús Galileo.

Juan y Bano, dos bautistas. Marcos y Flavio Josefo

Marcos y los restantes evangelios saben que Juan ha reunido a muchos hombres y mujeres de Judea y Jerusalén, que se convierten y bautizan (Mc 1, 4-5), y sabe también que ha tenido discípulos más íntimos, que le han seguido fielmente (cf. Mc 2, 18) y que han recogido y enterrado su cuerpo, decapitado por Herodes (6, 29). Es muy posible que conozcan otros detalles de la doctrina y la vida de Juan (cf. Mt 3, 1-12; Lc 3, 1-9; Jn 1, 19-28 etc.), pero sólo han destacado sus relaciones con Jesús y en ese contexto hemos podido hablar de las gentes del Bautista. Leer más…

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Dom 3 Adviento: Deberes de todos: Gente llana, hacienda/comercio, soldados (Continuación…)

Domingo, 13 de diciembre de 2015
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La predicación de Sn. Juan el Bautista. 1634-1635. Rembrandt.Del blog de Xabier Pikaza:

Tercer Domingo de Adviento. Ciclo b. Sigo con el tema de ayer, que es el mensaje moral del Bautista, que aparece en la imagen alumbrando con su exigencia de justicia la gran cueva de la tierra.

Andan los políticos de propaganda, anunciando reinos nuevos, si ganan las elección, y diciendo a unos y otros que cumplamos los deberes; no estaría mal que escucharan al Bautista, lo mismo que todos, la gente de a pie, los publicanos de la hacienda y el comercio, los soldados.

Pues bien, en este contexto de espera de Navidad, la liturgia sigue recordando a Juan, que proclamaba los auténticos deberes de Adviento, al servicio de la igualdad y la justicia entre los hombres:

– Deberes para todos
‒ Deberes para la gente de la hacienda y el comercio
‒ Deberes para los soldados

Ayer he presentado en una postal larga la historia de Juan y sus relaciones con Jesús. Hoy me fijo sólo en la tabla de deberes, que él expone ante todos, según el evangelio de Lucas.

Estos deberes son universales, para los hombres y mujeres, pero él Juan los aplica de un modo especial a publicanos y soldados (gente de dinero y de poder: ricos y políticos), pues ellos deben convertirse primero y cumplir bien su función al servicio de la vida humana.

No hay una norma de Iglesia, una moral de sacerdotes… Ellos han de cumplir la moral de todos: el que tiene dos túnicas de una al que no tiene, y el que tenga comida que haga lo mismo

Al servicio de la casa, comida y vestido de todos han de estar publicanos y soldados (funcionarios del dinero y la política), y todos los demás, incluida la Iglesia.

Esto es lo que Juan, según el evangelio de Lucas, como una ley básica, es decir, natural o, mejor dicho, humana. Es lo que debe pedir (y sobre todo ofrecer) la Iglesia a todos, si es que quiere ofrecer su Navidad y ser significativa para el mundo . Buen Adviento a todos.

Texto. Lc 3, 10-18, una justicia para todos

Tiene dos partes. Una (a) recoge y actualiza el mensaje moral de los profetas. Otra (b) retoma el motivo apocalíptico. Aquí voy a centrarme sólo en la primera: Lc 3, 1-14

1) La gente le preguntaba: – ¿Qué tenemos que hacer? 11 Y les contestaba: 1 El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida que haga lo mismo.

2) Vinieron también unos publicanos a bautizarse y le dijeron: –-Maestro, ¿qué tenemos que hacer? Él les respondió: –No exijáis nada fuera de lo fijado.

3) También los soldados le preguntaban: – ¿Y nosotros qué tenemos que hacer? Juan les contestó: –No uséis la violencia, no hagáis extorsión a nadie, y contentaos con vuestra paga.

Juan, los deberes humanos.

Lucas presenta en mensaje de Juan Bautista desde una perspectiva ética, que puede y debe aplicarse a todos los pueblos. Deja a un lado los aspectos exclusivamente judíos (confesionales) de su mensaje y lo condensa en una tabla ética de deberes sociales, que se aplican primero a todos los hombres y mujeres y luego a dos estamentos especial: los publicano-comerciantes y los soldados.

Es aquí donde, a mi juicio, debería situarse el mensaje de la Iglesia cuando habla a la sociedad civil (sin necesidad de apelar a Jesús)… Éste es un mensaje humano: Bástale al hombre una casa, bástale una túnica… Todo lo que sea más ha de ser para compartirlo.

Éste es un mensaje muy sencillo. No necesita reuniones episcopales, ni consejos de Europa, ni comisiones internacionales. Es un mensaje inmediato y cercano, de comunión humana, pacífica, sencilla, generosa.

Es un mensaje que cree en el hombre… No se trata de “matar” a publicanos y soldados, sino de descubrir que también ellos son humanos, iniciando la gran revolución de la igualdad y comunicación. Es aquí donde debería ofrecer su ejemplo la iglesia de Roma y la de Salamanca, , con todas las iglesias:

1) Norma Universal. Deberes de la gente. Igualdad básica:

“El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna,
y el que tenga comida que haga lo mismo”.

Los problemas de fondo son comida y vestido; y en ambos casos la exigencia de la “moral profética” es el compartir:

‒ El vestido” son las posesiones, empezando por la casa (el primer vestido), y siguiendo por la rompa…: quien “conserve” o tenga algo que le sobre (dos casas, dos euros) mientras otro no tiene nada… va en contra de la moral profética (que aquí tomamos como “moral natural”)… Esto se aplica a todos, como moral político, pero debe cumplirse de un modo especial en la Iglesia. No hay aquí mandatos sagrados de catecismos especiales, sino la norma primordial de la vida humana: Que todos los bienes son comunes, al servicio de los necesitados. Todo lo demás es ideología, venga de donde viniere, del cuartel, del banco o del mismo campanario.

‒ Quien almacene comida mientras otros hombres o mujeres pasa hambre… no puede ni siquiera acercarse a Jesús…, no puede pasar por Juan Bautista. Almacenar comida es tener los bancos llenos, al servicio de uno mismo, de mi propio grupos… Toda comida almacenada para algunos, mientras otros pasan hambre va en contra del mensaje del Bautista, de la ley originaria de la vida.

Ésta es la única moral, éste es el único mensaje profético para todos los hombres, sean o no cristianos: La finalidad de la vida no es amontonar casas, vestidos, dinero… sino compartir entre todos. La economía y la vida ha de ponerse al servicio de todas las personas.
No se trata por ahora de creer en Jesús, ni de aceptar la iglesias, dogmas o jerarquías especiales… La verdad profética de adviento consiste está en compartir la vida: El hombre sólo puede poseer aquello que necesita para vivir, de forma que debe dar aquello que le sobre a quien no tiene nada (o tiene menos). Ahí pueden ir algunos ejemplos:

— Pisos, casas e iglesias vacías… han de ser para aquellos que no tienen ningún piso, iglesia o casa…
‒ Los que tienen dos pisos han de dar uno a quien no tiene ninguno… haciendo así que la producción y el comercio se ponga al servicio de la igualdad (fraternidad) no del capital.
‒ Todo lo que a uno le sobra mientras otros pasan hambre no es suyo, es de los pobres

2) Norma para los publicanos, la gente de hacienda y negocios:
“No exijáis nada fuera de lo fijado”.

Publicanos son los que dirigen la economía, cobrando los impuestos para los servicios públicos… En sentido extenso, publicanos son hoy todos los que “manejan” dinero público (desde las multinacionales hasta los empleados de hacienda, gentes del BM, del FMI etc).

Juan supone que debe haber un orden económico, una norma buena, bien establecida (en griego: diatetagmenon), una taxis, un tipo de “sistema” que regula las relaciones económicas, al servicio de todos… Evidentemente, Juan sabe que lo establecido puede ser injusto, y en ese caso debe cambiarse, al servicio de la norma 1 (todo lo que sobra es para los pobres), pero piensa que en principio los gestores del dinero pueden cumplir un buen servicio (¡no los manda al infierno a la primera, como haríamos muchos de nosotros, cansados ya de tanto cinismo y manoseo!).

Juan Bautista les pide a los “gestores” del sistema que sólo “exijan” (sólo cobren) lo regulado por su servicio (suponiendo que cumplen la norma 1: Todo lo que sobra es para los pobres). Eso significa que ha de haber publicanos que organizan el sistema económico… Pero ellos no pueden hacerse dueños del sistema para servicio particular, sino para bien de todos.

Este Juan (conforme a la versión de Lucas) es un indignado, pero dentro del sistema, para cambiarlo al servicio del bien común. No aparece como un incendiario que quema las mieses por venganza; es un hombre del orden y el sistema, pero un orden y un sistema para bien de todos. Y aquí se vuelve a la norma primera: la economía ha de estar al servicio del reparto de túnicas y de comida (es decir, de humanidad).

3)Norma para los soldados.
No uséis la violencia, no hagáis extorsión a nadie,
y contentaos con vuestra paga.

Juan vive en un “imperium”, es decir, en una sociedad militarista, organizada y presidida por soldados (el emperador era el primer soldado). Donde él decía “soldados” deberíamos decir hoy “soldados y políticos, policías y agentes del orden”, es decir, funcionarios de la administración política.

Muchos judíos de aquel tiempo querían que se aboliera el imperio, que no hubiera soldados. Juan, en cambio, los admite, pero quiere ponerlos al servicio de la comunión universal. Así reconoce la necesidad de unos “funcionarios” que pueden entenderse casi como “policía” al servicio del orden del imperio. No es antimilitarista, no es anarquista… No es tampoco un celota guerrillero. Admite a los soldados/funcionarios (con cierto poder), pero cree y dice que ellos deben cambiar y por eso les pide a los soldados tres cosas.

(a) No uséis la violencia. Juan nos sitúa ante unos soldados que no son ya portadores de violencia (no emplean la espada, van sin armas…), sino ministros de la paz, es decir, de un orden social que no puede imponerse matando, sino protegiendo y ayudando. Éstos soldados tendrían que ser “pacifistas activos”, dispuestos, en el fondo, a dejarse matar para proteger a los débiles. Unos soldados que no luchan contra otros soldados, sino que defienden a los pobres e indefensos.

(2) No hagáis extorsión a nadie.
El texto utiliza una palabra muy plástica “me sykophantêsete”, no ser “psicofantes”, no utilizar la propia ventaja para oprimir a los demás. Esto implica, en el fondo, no emplear el poder para servicio propio, no acusar a los demás y oprimirles, buscando así la ventaja propia. Esto que se dice así de los soldados debe aplicarse a todos los funcionarios públicos, a todos los que pueden emplear su autoridad o poder para “engordarse” a sí mismos: ¡No utilizar nunca el poder para ventaja propia!

(3) Contentaos con vuestra paga. El poder de las armas se ha asociado desde antiguo al robo y al enriquecimiento. Juan pide a los soldados que no utilicen su poder para enriquecerse. Lo mismo puede y debe decirse de todos los funcionarios públicos (desde los banqueros hasta empleados de la administración): ¡Hay una para que debe ser justa, un dinero público para bien de todos! Contentarse con ello, y en caso de duda acudir a la norma 1: Si tienes dos túnicas dale una a quien no tiene ninguna.

Conclusión y apéndice. Juan Bautista según F. Josefo y

Ésta es la moral natural de Juan Bautista… Éste es para Lucas el punto de partida para llegar al evangelio. Jesús es algo más (es gratuidad). Para llegar a Jesús hay que pasar por Juan Bautista.

De esa forma, el evangelio de Lucas se sitúa cerca del historiador Flavio Josefo que, por aquellos mismos años (hacia el 90 d. C.) presenta a Juan como a moralista, que pide la conversión interior para los hombres

Juan, de sobrenombre Bautista… era un hombre bueno que recomendaba incluso a los judíos que practicaran las virtudes y se comportaran justamente en las relaciones entre ellos y piadosamente con Dios y que, cumplidas esas condicione, acudieran a bautizarse…, dando por sentado que su alma estaba ya purificada de antemano con la práctica de la justicia. Y como el resto de las gentes se unieran a él (pues sentían un placer exultante al escuchar sus palabras), Herodes, por temor a que esa enorme capacidad de persuasión que el Bautista tenía sobre las personas le ocasionara algún levantamiento popular (puesto que las gentes daban la impresión de que harían cualquier cosa si él se lo pedía), optó por matarlo, anticipándose así a la posibilidad de que se produjera una rebelión… Entonces, Juan, tras ser trasladado a la fortaleza de Maqueronte, fue matado en ella» (Antigüedades, XVIII, 116-119; Trad. J. Vara, Akal, Madrid 2002).

Josefo ha querido presentarle como un moralista, parecido a los estoicos y cínicos de su entorno, un predicador de la virtud, en la línea de Lucas 3, 10-14. Pero aún así hay una diferencia básica. Josefo parece destacar más el aspecto interior y personal del mensaje de Juan. Lucas en cambio pone de relieve el aspecto social.

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“Tierra Nuestra, Libertad”: “Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron”

Domingo, 26 de julio de 2015
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Tierra Nuestra, Libertad”.

Esta es la Tierra nuestra:

¡La libertad,

humanos!

Esta es la Tierra nuestra:

¡La de todos,

hermanos!

La Tierra de los Hombres

que caminan por ella

a pie desnudo y pobre.

Que en ella nacen, de ella,

para crecer con ella,

como troncos de Espíritu y de Carne.

Que se entierran en ella

como siembra

de Ceniza y de Espíritu,

para hacerla fecunda como a una esposa madre.

Que se entregan a ella,

cada día,

y la entregan a Dios y al Universo,

en pensamiento y sudor,

en su alegría

y en su dolor,

con la mirada

y con la azada

y con el verso…

¡Prostitutos creídos

de la Madre común,

sus malnacidos!

¡Malditas sean

las cercas vuestras,

las que os cercan

por dentro,

gordos,

solos,

como cerdos cebados;

cerrando,

con su alambre y sus títulos,

fuera de vuestro amor

a los hermanos!

¡Malditas sean

todas las cercas!

¡Malditas todas las

propiedades privadas

que nos privan

de vivir y de amar!

¡Malditas sean todas las leyes,

amañadas por unas pocas manos

para amparar cercas y bueyes,

hacer la Tierra esclava

y esclavos los humanos!

¡Otra es la Tierra nuestra, hombres todos!

¡La humana Tierra Libre, hermanos!

*

Pedro Casaldáliga

Tierra nuestra, libertad, Editorial Guadalupe, Buenos Aires 1974, 151 pp

***

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

“¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?”

Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó:

“Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.”

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?”

Jesús dijo:

“Decid a la gente que se siente en el suelo.”

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

“Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

“Éste sí que es el Profeta que tenía que venir la mundo.”

Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

*

Juan 6,1-15

***

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“Nuestro gran pecado”. 17 Tiempo Ordinario – B (Juan 6,1-15)

Domingo, 26 de julio de 2015
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17-852853El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.

Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque solo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».

La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿Hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿Se producirá algún día ese «milagro» de la solidaridad real entre todos?

Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.

Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.

José Antonio Pagola

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“Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron”. Domingo 26 de julio de 2015. Domingo 17º de tiempo ordinario.

Domingo, 26 de julio de 2015
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42-ordinarioB17 cerezoLeído en Koinonia:

2Reyes 4,42-44: Comerán y sobrará.
Salmo responsorial: 144: Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Efesios 4,1-6:Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo.
Juan 6,1-15: Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

2Re 4, 42-44

La actividad profética de Eliseo tuvo lugar en el Reino del Norte. Eliseo es un profeta taumaturgo, a través de sus milagros intentó conducir al pueblo a Dios. En la liturgia de hoy se nos presenta la multiplicación de los panes. Aunque parece que no van a alcanzar para tanta gente, al repartirlos alcanza y sobra. La fuerza de este pan es más de orden espiritual: basta un poco de pan compartido con gusto y con alegría, para sentir su fuerza y su energía.

Ef 4, 1-6

Este texto es una exhortación a la unidad. Pablo desde la prisión suplica a los Efesios que vivan de acuerdo con la vocación a la que han sido llamados y se esfuercen por mantener la unidad, ya que han recibido un mismo bautismo. El reconocimiento de la paternidad de Dios nos lleva a reconocer en los demás a nuestros hermanos.

Una intachable conducta de vida corresponde a la vocación que han recibido los que antes eran gentiles. La vida digna del llamamiento a la esperanza se muestra en el hecho de que los miembros de la Iglesia guarden la unidad obrada por el Espíritu en el único cuerpo.

Se habla de la relación con la Iglesia y en la Iglesia como comunión que los abraza. La desintegración de la unidad es señal de desesperanza de los miembros de la Iglesia. Presupuestos internos para la unidad son: tener en más estima a los otros que a sí mismo, saber apreciar los dones que Dios ha dado a los demás, pensar y sentir unánimemente… Todo esto presupone apartarse de todas las formas de ambición. La humildad y la modestia desempeñan un gran papel donde hay amenaza contra la unidad. La mansedumbre, la apacibilidad, la dulzura son comportamientos con el prójimo que alejan toda clase de riñas, evitan la acritud y el sentimiento de superioridad. La paciencia es un rasgo esencial del amor, hace posible y salvaguarda la unidad de la paz.

El llamamiento que se hace a los que antes eran gentiles es un llamamiento hacia los otros, a respetar el espacio interno y externo, a permitirles que sean ellos mismos y a poderles apreciar en el amor. El Espíritu es el poder que crea y conserva la unidad y esta unidad es la que hay que guardar.

Jn 6, 1-15

Mucha gente acudía a escuchar a Jesús. A veces venían de lejos, y era lógico que vinieran preparados para pasar unos días. Venían atraídos por la fama de los milagros y señales que realizaba. Jesús aprovecha el momento para dar una lección a sus oyentes. Comienza preguntándole a Felipe que con qué comprarían panes para dar de comer a la multitud. Felipe le dice que no bastarían doscientos denarios. Andrés le dice que hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero que eso no es nada para tanta gente. Es la misma pregunta que el criado le hace a Eliseo.

Jesús enseña que la dinámica del Reino es el arte de compartir. Quizá todo el dinero del mundo no fuese suficiente para comprar el alimento necesario para los que pasan hambre… El problema no se soluciona comprando, el problema se soluciona compartiendo.

La dinámica del mundo capitalista es precisamente el dinero. Creemos que sin dinero nada se puede hacer y tratamos de convertirlo todo en dinero, no sólo los recursos naturales sino también los recursos humanos y los valores: el amor, la amistad, el servicio, la justicia, la fraternidad, la fe, etc. En el mundo capitalista nada se nos da gratuitamente, todo tiene su precio, todo se tasa y se comercializa. Se nos ha olvidado que la vida acontece por pura gratuidad, por puro don de Dios.

Jesús en esta multiplicación de los panes y de los peces parte de lo que la gente tiene en el momento. El milagro no es tanto la multiplicación del alimento, sino lo que ocurre en el interior de sus oyentes: se sintieron interpelados por la palabra de Jesús y, dejando a un lado el egoísmo, cada cual colocó lo poco que aún le quedaba, y se maravillaron después de que vieron que al alimento se multiplicó y sobró. Comprendieron entonces que si el pueblo pasaba hambre y necesidad, no era tanto por la situación de pobreza, sino por el egoísmo de los hombres y mujeres que conformados con lo que tenían, no les importaba que los demás pasaran necesidad. El gesto de compartir marca profundamente la vida de la primeras comunidades que siguieron a Jesús. Compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un gesto de pascua y de resurrección. Al partir el pan se descubre la presencia nueva del resucitado.

Si somos hijos de un mismo Padre como reconoce Pablo en la lectura que hemos hecho, no se entiende por qué tantos hombres y mujeres viven en extrema pobreza mientras unos cuantos viven en abundancia y no saben qué hacer con lo que tienen. En el mundo actual es mucho el dinero que se invierte en guerra, en viajes extraterrestres, en tratamientos para adelgazar. Los que tienen el capital crean condiciones cada vez más injustas y pretenden hacer más dinero, explotando los recursos que quedan, aunque destruyan todo y acaben con las condiciones de vida sobre la tierra. Ningún ser humano debiera morir de hambre, pues la tierra tiene suficiente para albergarnos a todos. Los cristianos no debemos olvidar el compartir: ésta es la clave para hacer realidad la fraternidad, para reconocernos hijos de un mismo Padre. Cuando se comparte con gusto y con alegría el alimento se multiplica y sobra. La multitud, al ver lo que Jesús ha hecho, intenta llevárselo para proclamarlo rey pero Jesús huye solo a la montaña. Leer más…

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Dom 25. 7. 15. ¿Por qué quisieron hacerle rey? Un cambio de sistema

Domingo, 26 de julio de 2015
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eucaristia+panes+y+pecesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 17, tiempo ordinario b. Jn 6, 1-15. Traté ayer del hambre en la Biblia. El evangelio de hoy dice que los hambrientos a quienes Jesús dio de comer quisieron hacerle rey. Pero él se escapó al monte, pues hacerse rey como él quería exige unas grandes transformaciones de sistema. Así lo muestra este evangelio en tres actos:

Exposición: Jesús alimenta a muchos, a campo abierto, en un gesto de abundancia. Imaginaos que él viene hoy (2015) y ofrece alimento (liquidez, dinero) sin condiciones de interés, prima de riesgo, ni impuesto a políticos y gentes en general(incluida Grecia). ¿Qué pasaría?

Nudo: Quieren nombrarle Basileus (Cesar/Kaiser). Siga la imagen: Aparece Jesús Rey y van corriendo Merkel y Rajoy, Hollande y Obama (y los 7 sabios de Grecia con Varoufakis y Tsipras), para hacerle rey, resolviendo así sus problemas (Pero ¿irían de verdad o iría sólo el pueblo llano….?).

Desenlace: Jesús escapa.No deja que le agarren y coronen a su “estilo”, ni ellos, ni sus “primos” del FMI o la Troika, sino que corre al monte, pues debe resolver el tema de otra forma… En esa tarea de pensar, preparar y decidir el buen reino de Jesús podemos hallarnos nosotros.

Éste es el argumento de mi postal. El texto base es de Historia de Jesús (VD, Estella 2013). La imagen la tomo de Carlín (https://www.google.es/search?q=viñetas+Carlín&rlz=): un “eclesiástico” interpreta el programa de Francisco o de Jesús… Los “pro-hombres” de la economía reinante le critican (Jesús no reinaría como ellos quieren)… Buen domingo a todos.

Introducción

La liturgia deja unos domingos a Marcos y nos ofrecer unos temas de Jn 6, que empiezan con la multiplicación de los panes. Jesús aparece como “profeta del pan” (alimenta: enseña a compartir, da de comer a los pobres) y muchos de esos “pobres” pretenden “coronarle rey”, para tomar el poder (es decir, para comer sin problemas) y así imponer su dominio sobre el mundo. Al saber que le buscan y le quieren “utilizar” de esa manera, Jesús se retira a la montaña, es decir, no se deja utilizar por políticos y economistas.

Estamos ante un hecho histórico… Jesús ha rechazado un tipo de poder fácil, que proviene del entusiasmo de las masas (¡nunca habría aceptado el poder a partir de una elecciones como las usuales en nuestro tiempo!)… Jesús ha rechazado el poder que se alcanza a través de una de manipulación de masas y que se ejerce como imposición. Ha buscado y promovido una transformación más honda de las personas y de las relaciones sociales.

Pero también es histórico el hecho de que, al final de su vida, Jesús subió a Jerusalén para “anunciar y preparar la llegada del reino de Dios”, haciendo así (de otra manera) lo que querían las masas tras la multiplicación de los paes: ¡Que se hiciera el Rey, que panes y dineros! Jesús subió al fin a Jerusalén, para proclamar y traer el Reino, pero lo hizo “de otra manera”… como saben los que han venido leyendo este blog (y como seguiré diciendo).

Texto. Juan 16, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?” Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: “Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.”

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?” Jesús dijo: “Decid a la gente que se siente en el suelo.” Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: “Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.” Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.

La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: “Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.” Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo (Jn 6, 1-15).

No se dejó hacer Rey, subió al monte

Precisamente para anunciar y proclamar un Reino que no era el que querían sus “supporters”, Jesús no quiso que le coronaran Rey (Manager Universal) en Galilea/Golán/Decápolis… se fue y les dejó con sus panes (él quería otro tipo de pan compartido), con sus problemas de gobierno (que terminaría en el guerra del 67-70, treinta y cinco años después de los sucesos aquí narrados).

Renunció de esa manera a un Reino de Economía monetaria y de la guerra (las riquezas deben defenderse con las armas, con muerte de los pobres), y subió más tarde desarmado a Jerusalén, realizando el gesto supremo de “insumisión” social y militar… en la línea de las bienaventuranzas. En esa línea podemos empezar destacando tres imágenes:

‒ En el principio del camino de Jesús está la exigencia dar de comer a (compartir el pan con) los hambrientos. Antes de toda teoría, de toda ley económica, de todo principio monetario está el hecho del hambre y la necesidad de dar de comer. He visto a más de cuatro “necios” economistas criticar al pobre Francisco diciendo que no sabe economía científica… No sabrá su economía de números y capitales, pero sabe que lo primero es el hombres, y que una “gran” economía que no quita el hambre es mentira, por más científica que quiera ser.

‒ En el centro del camino de Jesús está la tentación de hacerle/hacerse rey, es decir, de aprovechar el poder del pan y convertirlo/convertirse en fuente poder sobre los otros… Éste es el centro del poder del mundo: Los que tienen “mandan” e imponen su voluntad, no los sabios, ni los buenos, ni los solidarios… Ya no se puede decir que “saber (buen saber) es poder”, sino que “tener es poder”. Los ricos mandan, no parece haber más remedio.

‒ Pero Jesús se va al monte, no para armar la guerrilla, sino para meditar en lo humano, para vivir en desprendimiento, para comenzar de nuevo, desde las raíces de la tierra. En la meta está la “huída”. Jesús se va al monte, no para armar una banda de guerrilleros (como es la tradición hispana, desde Viriato hasta al Cura Merino, el Cura Santa Cruz y los carlistas del 1936)… Se va al monte para orar, para ser el mismo.

Un ejercicio de imaginación

Jesús no quiso gobernar como le pedían el pueblo de las multiplicaciones (Jn 6), pues ése el tipo de gobierno que le había ofrecido el diablo panadero de Mt 4, 1-4. Es claro que no quería ese reinado. Pero luego subió a Jerusalén para reinar o, quizá mejor, para llegara del Reino de Dios, anunciando y provocando su venida.

Imaginemos por un momento qué hubiera pasado si los judíos del templo y lo romanos de la guarnición de la Torre Antonia, empezando por Anás y Caifás, y siguiendo por Herodes Antipas y Pilato le hubiera aceptado.

Imaginemos que hubieran convocado una Asamblea Democrática de gentes en situación de perfecta democracia, de participación activa (de escucha y de propuesta argumentativa…). Imaginemos que hubiera realizado un Congreso de Sabios gurúes…. Imaginemos a Jesús como Cristo Rey, sentado sobre el Mercado del Templo de Jerusalén o en el Gran Patio del Pretorio Romano. ¿Qué habría hecho? Sigamos imaginando este domingo, leyendo de nuevo el evangelio de Jn 6. Buen fin de semana a todos.

1. Jesús no habría actuado como Rey sobre los otros

no hubiera tomado el poder administrativo, ni habría recibido una corona de emperador o regente político. Ciertamente, habría actuado como delegado y representante de Dios, pero de un Dios que no necesita “reyes”, de forma que no hubiera actuado como rey, sino como madre-hermano-hermana, es decir, como amigo universal , a fin de que todos fueran entre sí hermanos y amigos (cf. Mc 3, 31-35). Así anunció la llegada de un Reino sin Rey o, mejor dicho, de un Reino donde todos son reyes, siendo simplemente humanos, hijos de Dios, hermanos. Habría creado así lo que llamamos la anthropocracia, el poder creador del hombre-mujer que se descubre amigo y solidario de los hombres.

Nos faltan modelos para imaginar su reinado, que sería el no-reinado particular, fraternidad activa de todos… Nos faltan modelos para imaginar ese “reinado”, y así podemos hablar más fácilmente de relaciones trinitarias (tres personas que se aman) o de “señoras buenas” (como la de Lourdes…), curando a los enfermos… Nos cuesta imaginar ese reinado, pues nuestras categorías mentales y sociales se encuentran marcadas por dinámicas de poder militar, político, sagrado.

Quizá tengamos que acudir al evangelio de Juan, cuando Jesús dice ante Pilato (representante de Tiberio César) que él ha venido a “dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37), una verdad que no sería la de unos sabios platónicos, sino aquella que consiste en reconocer a todos como hermanos, para así compartir tierra, trabajo y comida…

2. El Reino de Jesús se expresaría en unas relaciones de amor directo, gratuito y gozoso, sin violencia armada.

No harían falta instituciones militares de dominio, ni estructuras económicas de poder. En un primer momento, Roma podría haber seguido funcionando con sus medios militares y administrativos, en un nivel externo, pues Jesús no habría promovido un alzamiento armado, ni habría destruido con violencia las redes de dominio imperial, sino que habría suscitado formas de convivencia y colaboración directa y pacífica entre hombres y mujeres, de manera que, poco a poco (o por una mutación rápida), el orden político impositivo de Roma se habría vuelto cada vez menos necesario, debiendo limitarse a organizar el orden exterior (en línea de sistema), mientras los cristianos habrían desplegado con autonomía sus formas de vida alternativa (a no ser que Roma respondiera, imponiendo su violencia de muerte, como supone el Apocalipsis).

En esa línea podemos hablar de una “mutación social” y sistémica de Jesús, que habría transformado a los hombres en amor, no para luchar en contra del Estado, sino para crear relaciones de convivencia amorosa y solidaridad intensa, que transformarían por dentro (sin guerra) las instituciones humanas, en línea no estatal ni de mercado (esto es lo que quiere Francisco 2015, ésto es lo que niegan los poderes fácticos, que están empezando a decir que Francisco ¿Jesús? es el hombre más peligroso de la tierra).

Pero en aquel momento (como hoy, julio 2015) una mutación de ese tipo resultaba muy difícil.

(a) Por un lado, el Estado no parecía dispuesto a “ceder” sus poderes para convertirse en un “sistema administrativo” neutral, alimentado desde el mundo de la vida de los creyentes cristianos, sino que queda en manos del gran poder económico, del pan hecho dictadura de unos sobre otros.

(b) Por otra parte, de un modo lógico, los cristianos se fueron adaptando a la lógica de los poderes establecidos, dejando de ser comunidades auto-gestionadas, para iniciar un camino de constantinismo o pacto con el Estado (del que sólo ahora, en el siglo XXI, estamos saliendo).

Pero Jesús no fue constantiniano (ni tiberiano, ni USAno, ni Troikiano), ni tomó el poder para cambiar cosa ninguna (no tomó el poder político, ni tampoco el religioso). Por eso, los que quieren tomar para defender el evangelio se equivocan de “Cristo”.

3. Poder y tributos, economía mesiánica. Estado y Mercado

Jesús no habría destruido por la fuerza el orden económico del imperio romano, ni habría rechazado de un modo directo los impuestos del César (cf. Mc 12, 17), pues las “cosas” del Reino (de Dios) se realizan de un modo gratuito y por contacto personal, sin necesidad de utilizar los mecanismos actuales del Dinero/Mercado (capital), que tiende a convertirse en ídolo supremo o mamona (Mt 6, 24).

Jesús habría comenzado ocupándose de personas a las que el orden romano deja normalmente a un lado, porque están fuera del campo de intereses del poder (enfermos, mendigos…), para formar a partir de ellas comunidades fraternas, bien pacificadas. Sus itinerantes seguirían actuando como portadores de un poder de sanación que cambiaría la forma de vivir de los sedentarios (ricos), para crear así redes de economía comunitaria, como hicieron en muchos lugares en los tres primeros siglos. En esa línea, el Estado terminaría convirtiéndose de hecho en un gestor neutral de unos medios económicos al servicio de todos.

Pero nuestro Estado es inseparable del Mercado… Tengo la impresión de que ambos se han independizado y se han convertido en poderes supremos, en una especie de “diarquía” (que puso de relieve M. Weber, hablando de la racionalización de la modernidad…):
(a) El Estado-César necesita del Mercado (capital)… como bien estamos viendo (año 2012), con estados pidiendo dinero al mercado…
(b) El Mercado necesita que el Estado (los estados) realicen una serie de funciones sociales y administrativas…

Ambos son como las dos Bestias de A9 13 (o como la Bestia y la Prostituta de Ap 13-18)… o como Leviatan-Behemot del P. Hobbes… Ambos se infra-retro alimentan, creando el gran Poder

En sentido utópico (sigo en la visión), Jesús habría actuado de la siguiente manera (unificando en realidad el Estado, más social, y el Mercado, más económico): (a) Habría convertido el Estado en experiencia-lugar de comunicación personal. (b) Habría convertido el Mercado en lugar de intercambios personales gratuitos.

Pero ni el Estado parecía dispuesto a “ceder” (Pilatos no aceptó más rey que el César)… ni el Mercado (representado allí en el templo, como gran zoco sacro-monetario, al servicio de una religión de poder)… aceptó a Jesús, que vino con el látigo… Estado y Mercado económico-religioso mataron a Jesús… Pero la historia y el reto continúa. Por eso, ahora de nuevo, en este tiempo (2015, año de Tsipras, Merkel y Obama, con Rato y compañía), tras veinte siglos de cristianismo, podemos plantear el tema con radicalidad, situando la economía de Jesús al servicio de la vida (en pura gratuidad, como encuentro de personas), convirtiendo el “sistema” en aquello que siempre debía haber sido: una mediación comunicativa para que todos los hombres y mujeres pudieran compartir de hecho sus bienes y sus vida, de un modo siempre directo y gratuito.

Esta visión del reinado de Jesús implica dos correcciones:

(a) Corrección política. Jesús no tomó el poder, para realizar la gran transformación desde el Poder (como quiso Lenin o Hitler…). No quiso el poder, quiso el “amor creador”, la capacidad de transformar y curar a los hombres y mujeres, en humanidad.
(b) Corrección económica. Por eso, Jesús no necesitó dinero para realizar su obra. No convirtió el dinero en principio de dominación e intercambio reglado desde fuera. Quiso personas… Todos los que utilizan dinero para expandir el evangelio van en contra del evangelio (Jesús lo dice de manera más bonita en un lugar del evangelio: Quien quiera seguirme debe desprenderse ee todo dinero).

4. Jesús no habría aplicado un tipo de justicia legal impositiva,

ni habría apelado a la venganza contra los sacerdotes de Jerusalén o los soldados de Roma. No habría querido luchar externamente contra el templo, pero estaba convencido de que se hallaba en manos de poderes de violencia, de manera que terminaría destruyéndose a sí mismo (cf. Mc 13, 2; 14, 58; 15, 29 par). Tampoco habría luchado contra Roma, pues no quiso actuar en el nivel de la violencia romana (sustituyendo un imperio por otro).

La certeza de que Roma acabará (y con Roma los imperios que se fundan sobre bases de violencia) le permitió alimentar una esperanza de Reino (es decir, de una situación en la que todo estuviera al servicio de la vida), pues tenía la certeza de que los hombres podrían vivir ya (muy pronto) como hijos de Dios, en un plano de amistad, sin apelar a instituciones de violencia. La certeza de que el templo acabaría y de que los hombres y mujeres podrían vincularse muy pronto, en amor, sin necesidad de instituciones sacrales de tipo religioso, le impulsó a subir a Jerusalén Con ese deseo llegó a la ciudad de los sacerdotes, donde los representantes del César le mataron.

5. Jesús reina sin hacerse rey, para que todos seamos reyes y nadie “reine” sobre otro.

Los Via-Crucis normales de la tradición católica tienen catorce estaciones, que terminan con el Santo Entierro, reviviendo así el “fracaso” pascual de Jesús. Pues bien, de esa manera, yo he querido retomar el camino de Reino de Jesús, para que nosotros, los cristianos del año 2012, lo retomemos, anunciando con nuestra vida la llegada del Reino.

Ciertamente, Jesús subió a un monte para que no le hicieran rey (en la línea del mundo antiguo), como sabe el evangelio de Juan (que ayer presentamos). Pero, en otro sentido, el subió a Jerusalén para que reinara Dios, es decir, para que reinaran todos.

El triunfo de su causa no hubiera supuesto una independencia política de Israel o de su movimiento mesiánico, pues el tema de la dependencia o independencia política pertenece al orden “violento” de una realidad vinculada a guerras y pactos en línea de poder (como se mostró en la guerra del 67-70 d. C.). Lo que Jesús propuso y lo que así podemos definir como su “marcha de paz” no fue una sencilla adaptación, en el interior del sistema que había venido operando hasta ese momento, sino un mutación o cambio de nivel, de manera que, desde plano de la Vida, podrían y pueden (deben) cambiarse todas las instituciones del Sistema.

En contra de las estructuras de poder violento que han dominado sobre el mundo, Jesús y sus amigos establecerían (es decir: han de establecer hoy) unos grupos de amistad, esto es, de vida universal, que se extenderían (es decir, deben extenderse) desde Galilea, pasando por Jerusalén y Roma, al mundo entero (como resume en libro de los Hechos).

Ellos, los discípulos mesiánicos de Jesús desarrollarían (es decir, tenemos que desarrollar) unas formas de vida compartida que ya no se rigen por el talión, ni por la ley de la venganza, sino por la amistad directa, en línea de comunión gratuita. Frente al modelo actual, donde el sistema domina sobre el mundo de la vida y lo “coloniza” (esclavizando o cautivando a la mayoría de los hombres y mujeres, al servicio del mismo sistema), ha de elevarse un modelo distinto donde el mismo “amor” del mundo de la vida se expresa y expande a través de unas redes de comunicación social que están siempre al servicio de la vida.

Eso significa que el verdadero cambio de la humanidad no puede realizarse desde claves y formas de puro sistema (pues en ese caso siempre seguiría dominando el sistema y esclavizando a los hombres), sino que en clave de humanidad, desde el mundo de la vida, de manera que seamos nosotros, hombres y mujeres concretos, los que cambiemos en amor y pongamos al sistema a nuestro servicio, en una línea que hemos definido como insumisión creadora.

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Un banquete para preparar un discurso. Domingo 17. Ciclo B

Domingo, 26 de julio de 2015
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2b14ce820a97d72e5ed859301597e95c513f21087e6aadfa8c357180578255c9Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

A la tercera ola de calor que padecemos en España se añaden, por obra y gracia del zapping litúrgico, cinco domingos dedicados a la lectura del evangelio de san Juan: el discurso del pan de vida, precedido del milagro de la multiplicación de los panes y los peces.

Después de esto, se fue a Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima a la Pascua, la fiesta de los judíos.

Al levantar Jesús ;os ojos y ver que venía mucha gente, dice a Felipe: “Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?” Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: ” Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.” Le uno de los discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero qué es eso para tantos?” Dijo Jesús: “Haced que se recueste la gente.” Había en un lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los partió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: “Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.”

Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía:” Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.” Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

Un caso extraño

            Es raro que Juan coincida con los Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) en algún relato. Este de la multiplicación de los panes y los peces es uno de los pocos casos, pero conviene advertir los matices propios de Juan. El primero es la fecha: «Estaba próxima a la Pascua, la fiesta de los judíos.» Ninguno de los Sinópticos ofrece esta indicación, que para Juan es muy importante: hace referencia al momento de la muerte de Jesús. Juan no cuenta la institución de la Eucaristía, pero este milagro, ocurrido en la misma fiesta, simboliza la idea de que Jesús alimenta a su pueblo.

Jesús y Eliseo

            Uno de los grandes obradores de milagros en el Antiguo Testamento es el profeta Eliseo. La 1ª lectura recoge cómo alimentó con veinte panes de cebada a cien personas (teniendo en cuenta las dimensiones de los antiguos panes, no era demasiado difícil sacar un bocadillo para cada uno). En contra de las dudas de su criado, comieron todos y sobró.

Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco de espiga; y dijo Eliseo: “Dáselo a la gente para que coman.” Su servidor dijo: “Cómo voy a dar esto a cien hombres?” É dijo: “Dáselo a la gente para que coman, porque así dice Yahveh: Comerán y sobrará.” Se lo dio, comieron y dejaron de sobra, según la palabra de Yahveh.

            El milagro de la multiplicación de los panes y los peces está calcado sobre el de Eliseo, pero aumentando las dificultades. En vez de cien personas son cinco mil (los Sinópticos añaden “sin contar mujeres y niños”, Juan sólo menciona a los varones). Y en vez de veinte panes, Jesús sólo dispone de cinco. Para dejar clara la dificultad se indica lo que costaría alimentar a esa gente: 200 denarios. El denario era el salario diario de un campesino; 200 denarios suponen una cantidad muy grande para un grupo que vive de limosna, como el de Jesús.

            A pesar de todo, igual que Eliseo dijo: «comerán y sobrará», los comensales de Jesús comen «todo lo que quisieron» y, para demostrar la abundancia, se recogen doce canastos de sobras.

            La relación entre el milagro de Jesús y el de Eliseo queda especialmente clara en Juan, ya que mientras los Sinópticos hablan simplemente de “cinco panes”, Juan indica que son “panes de cebada”, como los que regalan a Eliseo.

Simbolismo eucarístico

Mateo, al contar este milagro, omite la referencia a los peces en el momento de la multiplicación, para subrayar la importancia del pan como símbolo eucarístico.

Juan lo sugiere de forma distinta. La orden de Jesús: “Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda”, la refieren los discípulos sólo a los panes, no se preocupan de los peces. Es probable que estas palabras de Jesús reflejen la práctica litúrgica posterior, cuando se pensó que el pan eucarístico no podía ser tratado como otro cualquiera.

La reacción del pueblo y la reacción de Jesús

En los Sinópticos, la gente no es consciente del milagro ocurrido. En Juan, el pueblo se sorprende de lo hecho por Jesús y deduce que es el profeta esperado, semejante a Moisés, que alimentó al pueblo en el desierto. A primera vista, extraña que identifiquen a ese «profeta que iba a venir al mundo» con el futuro rey de Israel. Pero Flavio Josefo habla de profetas que se presentaban en el siglo I con pretensiones regias, mesiánicas.

La intención del pueblo es claramente revolucionaria, nombrar un rey que los gobierne distinto del César romano, un rey que los libere. Pero Jesús no comparte ese punto de vista y huye.

Un milagro que continúa en un discurso

            En los Sinópticos, el milagro está cerrado en sí mismo. En Juan, el milagro supone el punto de partida para un largo discurso, que se leerá en los próximos domingos. Es importante recordar este detalle al comentar el texto: se puede subrayar la preocupación de Jesús por la gente, su poder infinitamente superior al de Eliseo, el simbolismo eucarístico, la oposición de Jesús a un mesianismo político… pero hay que dejar claro que el relato es sólo la puerta a un discurso. «Ahora viene lo bueno».

Pero Juan, al escribir los discurso de Jesús, los concebía como un desafío para el lector: no se debían entender a la primera, sino tras diversas lecturas y continua reflexión. Por desgracia, la mayoría de los fieles no está para muchos desafíos en el mes de agosto. Sobre todo, si continúa la tercera ola.

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Tú me dices, Señor.

Jueves, 11 de diciembre de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Tú me dices, Señor:
“¡Da a cada uno el derecho al pan y al respeto,
y serás una estrella del compartir! “

Tú me dices, Señor:
¡Colma los barrancos del odio y de los celos que separan a los vivientes,
y serás una estrella del perdón!

Tú me dices, Señor:
” ¡Anuncia que toda viviente, de cualquier país,
de cualquier pecado, de cualquier inteligencia,
de cualquier trabajo, de cualquier religión,
es el hijo precioso de Dios, de la misma familia que tú,
y serás una estrella de acogida!”

Haz de nosotros estrellas, Señor,
estrellas tan brillantes en el negro de la tierra
¡Qué encontremos allí tu sonrisa de amor
alumbrando a todos los habitantes de la tierra!

*
Charles Singer
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La mesa.

Domingo, 11 de mayo de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Hay  días en que la mesa es sagrada,
porque el pan que partimos
tiene el gusto maravilloso
del encuentro y del amor.
Ese día, Dios está en el umbral de tu casa.

Hay días en que el vino es sagrado,
porque provoca la embriaguez,
no la que vuelve loco el espíritu
sino la embriaguez que te coge el corazón.
Ese día, Dios está muy cerca de ti.

Hay días en que la acogida es sagrada,
porque tu hermano está en la puerta,
busca su lugar,
tiene hambre de pan y sed de vino y posiblemente más…
Ese día, Dios está de rodillas para servir .

Hay días en que el pueblo es sagrado,
porque es llamado a compartir en memoria de Jesús…
Y, si tú también, te unes a ellos
para recibir y para dar,
Ese día, Dios, eso es seguro,
está sentado a tu lado.

*

Robert Riber
Mil Textos, Fenêtres Ouvertes

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