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La administración Trump anula la norma que protegía a las personas trans frente a la discriminación en la sanidad

Miércoles, 17 de junio de 2020
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trumpSeal_of_the_United_States_Department_of_Health_and_Human_Services.svgNuevo golpe a la comunidad trans estadounidense por parte de la administración Trump. El departamento de Salud ha anunciado la anulación de una norma, aprobada en 2016, que ampliaba la protección antidiscriminatoria en la prestación de servicios sanitarios. El texto, que prohíbe la discriminación basada en una serie de características, fijaba una definición de sexo inclusiva con las personas trans, intersexuales y de género no binario. La reforma aprobada ahora revierte esta descripción y redefine el sexo como «masculino o femenino y determinado por la biología». El activismo alerta de que el cambio da vía libre a la exclusión de pacientes del sistema sanitario basada en su identidad de género. La medida se enmarca en una estrategia más amplia cuyo objetivo es la supresión de la existencia jurídica de las personas trans.

En 2010, la administración de Barack Obama impulsó una de sus medidas más emblemáticas, la Ley de Protección al Paciente y de Cuidados Asequibles (más conocida como Obamacare). La nueva regulación prohibía la discriminación basada en la raza, el color de la piel, el origen nacional, la discapacidad, la edad o el sexo en cualquier programa o actividad sanitaria que reciba financiación federal. En 2016, durante el segundo mandato de Obama, se añadió una nota aclaratoria para explicar que la categoría protegida «sexo» debía entenderse como «la percepción interna de género de cada cual, que puede ser masculino, femenino, ninguno de los dos o una combinación de masculino y femenino».

La reforma tenía el objetivo de proteger contra la discriminación basada en la identidad de género y prohibir a los profesionales médicos, instituciones y aseguradoras la exclusión de las personas trans o intersexuales en el acceso a la asistencia sanitaria y a los tratamientos necesarios. El texto fue objeto de demandas legales y varios jueces se han pronunciado a favor y en contra. Con la llegada al poder de la administración de Donald Trump, se paralizó la aplicación de la medida hasta su completa abolición que ha llegado esta semana.

En 2019 se produjo el primer intento de consolidar sobre el papel lo que ya se estaba aplicando en la práctica, pero fue el viernes pasado, coincidiendo con el cuarto aniversario del ataque en Orlando, cuando se consagró la anulación de la reforma de Obama. El departamento de Salud y Servicios Humanos anunció el cambio en un comunicado de prensa en el que justifica la derogación como un «retorno» al «sentido literal de la ley según se aprobó en el Congreso» y se vanagloria del ahorro en costes que supondrá. Con la nueva definición, la categoría de «sexo» se entenderá como «masculino o femenino y determinado por la biología», excluyendo por tanto de la protección antidiscriminatoria a las personas trans, intersexuales o de género no binario.

El Centro Nacional por la Iguadad Transgénero ha lamentado que la medida excluyente llegue en plena crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus y advierte de que, a partir de ahora, los profesionales médicos podrán rechazar legalmente tratar a pacientes de COVID-19 solo por ser personas trans. La organización Human Rights Campaign ha anunciado que demandarán a la administración Trump ante los tribunales por la reforma, que también elimina la protección contra la discriminación de pacientes que hayan abortado en el pasado o la obligación de informar sobre la existencia de un servicio de traducción de documentos.

Una auténtica cruzada contra los derechos de las personas trans

El cambio introducido ahora se enmarca en una estrategia más amplia de la administración Trump, cuyo objetivo es la supresión de la existencia jurídica de las personas trans en Estados Unidos. Ya lo adelantábamos en octubre de 2018, cuando informábamos de la prevista reforma de las leyes federales que incluiría una definición del sexo o género que negaría la existencia de las personas trans. Según esa definición, aprobada ahora por el departamento de Salud, «el sexo se refiere a la condición de una persona como hombre o mujer en base a rasgos biológicos inmutables identificables por o antes del nacimiento». La pretensión es que esta descripción sea adoptada también por los departamentos de Educación, Justicia y Trabajo, por lo que negaría a las personas trans la posibilidad de que ejerzan algún derecho con su identidad de género real en todos los aspectos de su vida pública.

Y es que si por algo se está caracterizando la administración Trump en el ámbito LGTBI es por la incansable batalla contra los derechos y la inclusión de la comunidad trans, su principal objetivo en este momento. Tras conquistar la Casa Blanca en las elecciones de noviembre de 2016, Donald Trump y su vicepresidente Mike Pence pusieron en marcha, por ejemplo, toda una operación para excluir a las personas trans del Ejército, que permaneció en suspenso por decisión judicial hasta que un Tribunal Supremo controlado por el sector conservador ratificó la exclusión.

En mayo de 2018 se consumó también la retirada de las normas de protección de las personas trans recluidas en las cárceles federales que en su momento instauró la administración Obama. Como en el caso que hoy nos ocupa, la administración Trump ordenó que fuera el «sexo biológico», y no la identidad de género el que determine las instalaciones a las que las personas trans son asignadas. Una norma especialmente cruel hacia las mujeres trans, que han perdido de esta manera la protección de la que gozaban frente a agresiones sexuales a manos de otros reclusos. La administración Trump también retiró la protección al alumnado trans en las escuelas que reciben fondos federales y ha prohibido, por mencionar otro ejemplo más, el uso de la palabra «transgénero» en los informes de su principal agencia sanitaria, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC en sus siglas en inglés).

Fuente Dosmanzanas

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Casi la mitad de los jóvenes bisexuales han considerado el suicidio en el año previo, según una encuesta de los CDC estadounidenses

Lunes, 1 de abril de 2019
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suicidioCasi la mitad de los jóvenes bisexuales han considerado seriamente el suicidio durante el año previo, según arroja la macroencuesta sobre conductas de riesgo en población juvenil llevada a cabo entre 2015 y 2017 por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (los conocidos CDC) cuyos datos ha analizado The Trevor Project. Según esa misma encuesta, un 7% de los jóvenes se identifican a sí mismos como bisexuales, frente a un 2% que se identifican como gais o lesbianas y un 4% que en el momento de la encuesta no se identificaban claramente con ninguna orientación. 

The Trevor Project, organización de la que ya hemos hablado en ocasiones anteriores que trabaja para prevenir el suicidio de adolescentes LGTB (a través, entre otros medios, de talleres escolares, material educativo, recursos online y asistencia a través de una línea telefónica de 24 horas al día) es la que ha dado la voz de alarma tras analizar los datos de la encuesta de los CDC (cuyo resumen puedes descargar aquí, si bien los datos que aquí aparecen muestran como un único grupo a los jóvenes LGB).

Según los datos analizados al detalle, un 48% de los jóvenes bisexuales habían considerado seriamente la posibilidad de quitarse la vida durante el año previo. Un 40% habían llegado a hacer planes concretos sobre cómo hacerlo y un 27% lo habían llegado a intentar. Dos tercios de los jóvenes bisexuales (el 66%) referían haberse sentido tristes y desesperanzados de forma continua durante dos o más semanas en el año previo, frente a un 49% de los jóvenes que se identificaban como gais o lesbianas y a un 46% de los que estaban seguros sobre su orientación sexual. Entre los jóvenes que se identificaban como heterosexuales este porcentaje cae al 27%.

Cifras que por otra parte son coherentes con el hecho de que un 36% de los jóvenes bisexuales reportaron haber sufrido acoso en la escuela, frente a un 27% de gais y lesbianas, un 24% de los que no estaban seguros sobre su orientación y un 18% de los heterosexuales. Por lo que se refiere al ciberacoso, también el grupo de jóvenes bisexuales es el que más lo ha sufrido: un 30%, frente a un 21% de los jóvenes que no estaban seguros sobre su orientación, un 20% de gais y lesbianas y un 14% de heterosexuales.

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La encuesta arroja también datos muy inquietantes sobre el porcentaje de jóvenes que fueron obligados a mantener relaciones sexuales: un 21% entre los jóvenes bisexuales (más las chicas, un 24%, que los chicos, un 8%), frente a un 16% de gais y lesbianas (15% de las chicas y 17% de los chicos), un 12% de los jóvenes que no estaban seguros de su orientación (11% de las chicas y 13% de los chicos) y un 5% de los jóvenes heterosexuales (9% de las chicas y 2% de los chicos).

Otros datos referidos a la población juvenil LGB

Al margen de este análisis específico sobre el riesgo de suicidio entre los jóvenes bisexuales realizado por The Trevor Project, la encuesta de conductas de riesgo en población juvenil de los CDC (cuya metodología es compleja, pero que incluye datos de encuestas parciales llevadas a cabo tanto a nivel nacional como estatal y local) arroja datos muy significativos sobre la situación de especial vulnerabilidad de los jóvenes LGB en Estados Unidos. Por lo que se refiere a los intentos de suicidio propiamente dichos, por ejemplo, un 23% de los jóvenes LGB reportaban haberlo intentado en el año previo, frente a un 14,3% de los jóvenes que no tienen clara su orientación y un 5,4% de los heterosexuales.

El grupo de jóvenes LGB también era el que reportaba más episodios de violencia sexual con alguna pareja/cita/ligue: un 15,8%, frente al 14,1% de los jóvenes que no tienen clara su orientación y el 5,5% de los heterosexuales.

Invitamos a los lectores a indagar por sí mismos en los datos de la encuesta. Lamentablemente en este caso no se preguntaba por identidad o expresión de género, lo que impide extrapolar datos referidos, por ejemplo, a personas trans o de género no binario.

Bisexualidad: una situación de especial vulnerabilidad

Volviendo a la bisexualidad, lo cierto es que la realidad de las personas que se identifican a sí mismas como bisexuales sigue siendo de especial vulnerabilidad. Baste un ejemplo:  en 2015 nos hacíamos eco de un estudio de la organización Human Rights Campaign, que hacía un balance del estado de salud de las personas bisexuales en base a diferentes fuentes. La investigación apuntaba a que la mayor prevalencia en este colectivo de numerosos problemas de salud se explicaba en buena parte por la ausencia de medidas preventivas, derivada de su especial vulnerabilidad. Muy especialmente de las mujeres bisexuales, que se someterían por ejemplo a menos pruebas de cribado, como la mamografía o la citología (para detectar precozmente cáncer de mama y de cuello de útero, respectivamente). Este peor acceso de las mujeres bisexuales a los cuidados de salud estaría explicado, al menos en parte, por la bifobia institucionalizada. Una encuesta en Reino Unido, por ejemplo, mostraba que solo un tercio de las personas bisexuales sienten suficiente confianza para hablar abiertamente con su médico sobre su orientación sexual, y casi la mitad de ellas han experimentado episodios de bifobia durante su contacto con los servicios de salud. Otro estudio de The Williams Institute, en Estados Unidos, mostraba que las personas bisexuales se sinceran significativamente menos que las personas gais y lesbianas cuando acceden a los servicios de salud.

Por lo que se refiere a la salud mental, el peso del estereotipo, la discriminación y la falta de soporte social se deja notar en mayores tasas de depresión, conductas adictivas, trastornos de la conducta alimentaria e incluso ideas suicidas. Según una encuesta de Human Rights Campaign de 2012, el porcentaje de jóvenes no LGTB que se reconocían como «muy felices» ascendía al 21%. Entre los jóvenes que se reconocían como gais y lesbianas ese porcentaje se reducía al 8%, mientras que entre los que se reconocían como bisexuales se quedaba en el 5%.

Lo decíamos entonces: hablamos de estudios que hacen referencia a la realidad anglosajona, pero no hay razones de peso para pensar que en España o América Latina, cuyo colectivo bisexual está especialmente invisibilizado, la situación sea mejor. En definitiva, las personas bisexuales no son, por desgracia, esas personas felices y despreocupadas, afortunadas por «tener más posibilidades» que el resto y adornadas por un aura de modernidad y cosmopolitismo que muestra el cine o la televisión, cuando no promiscuas o viciosas. Se trata, por el contrario, de un grupo  vulnerable, con dificultades durante la adolescencia y juventud para asumir su propia orientación por falta de referente sólidos, con frecuencia menospreciado por el resto del colectivo LGTB, y que en el caso de las mujeres y/o de las personas transexuales añade estigmas y dobles o triples discriminaciones. Una situación que urge revertir.

Fuente Dosmanzanas

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Los CDC estadounidenses se suman al consenso: las personas con VIH y carga viral indetectable no transmiten la infección

Lunes, 30 de octubre de 2017
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cdc-logoLos Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) se incorporan oficialmente al consenso que expertos en VIH ya habían establecido sobre el nulo riesgo de transmisión cuando una persona con VIH se encuentra en tratamiento y tiene gracias al mismo una carga viral indetectable mantiene relaciones con una pareja seronegativa. Que “indetectable” equivale a “no transmisible” es en estos momentos una verdad científica cuyo conocimiento juega a favor de un mejor control de la pandemia.

A pesar de la evidencia científica acumulada y de que ya ONUSIDA (el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre VIH/sida) se había sumado al creciente consenso sobre la materia, los CDC (posiblemente la entidad nacional más importante del mundo por lo que a prevención de enfermedades infecciosas se refiere) se habían resistido hasta el momento a ponerlo negro sobre blanco. El pasado 27 de septiembre, sin embargo, y con motivo de la Jornada Nacional de Concienciación sobre el VIH en Hombres Gais, la división de Prevención de VIH de los CDC hizo pública una carta dirigida a los profesionales sanitarios en la que actualizaba la información y reconocía que una persona con VIH y carga viral indetectable no transmite el VIH a sus parejas sexuales.

“Los avances científicos han demostrado que la terapia antirretroviral preserva la salud de las personas que viven con VIH. Disponemos además de una evidencia convincente de su efectividad preventiva. Cuando la terapia antiretroviral resulta en supresión [de la carga] viral, definida como menos de 200 copias/mililitro o niveles indetectables, previene la transmisión sexual del VIH. En tres estudios diferentes, que han incluido miles de parejas y muchos miles de actos sexuales sin condón ni profilaxis pre-exposición, no se ha registrado transmisiones del VIH a una pareja seronegativa cuando la persona seropositiva mantenía la supresión viral. Esto quiere decir que aquellas personas que toman la terapia antirretroviral diariamente tal y como les ha sido prescrita, logran y mantienen una carga viral indetectable no presentan, en efecto, riesgo de transmisión sexual del virus a una pareja seronegativa”expresa el documento.

Al hilo de lo expuesto, el documento de los CDC pasa a advertir del riesgo que supone el que, pese a la mejora de los últimos años, todavía haya muchos hombres gais y bisexuales con VIH que no siguen el correspondiente tratamiento antirretroviral o lo hacen de forma inadecuada. En el caso de Estados Unidos, esta situación se da sobre todo en la comunidad afroamericana y latina, en muy probable relación con factores socioeconómicos, educacionales y culturales. Los CDC insisten en este sentido en la necesidad de conseguir que todos los que lo necesiten tengan acceso tanto a la información como al tratamiento.

En España, por fortuna, la mayoría de personas ya diagnosticadas se encuentran en tratamiento, pero persisten importantes problemas. Desde los problemas de acceso al tratamiento de residentes en situación irregular (a los que las restricciones del Gobierno del PP han dificultado enormemente el acceso a la atención sanitaria) a la muy elevada proporción de nuevos diagnósticos tardios (de ahí la importancia de “hacerse la prueba”). Además, ya son varias las entidades que trabajan para dar a conocer este mensaje con implicaciones más allá del ámbito sanitario. El pasado julio, por ejemplo, las organizaciones que conforman Trabajando en Positivo se sumaron a la campaña internacional Undetectable = Untransmittable (Indetectable = Intransmisible) de Prevention Access Campaign y desarrollaron durante todo este verano iniciativas con objeto de contribuir a erradicar la discriminación en el ámbito laboral.

En definitiva, hay que seguir trabajando, pese a los recortes de los últimos años en materia de prevención. Sigue siendo urgente el pacto de Estado por el VIH que las entidades que trabajan en VIH/sida vienen reclamando desde hace años. Mientras tanto, una correcta divulgación de la evidencia científica más actual sobre la transmisión es más que necesaria.

Fuente Dosmanzanas

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El Ministerio de Sanidad evaluará en 2017 la dispensación de la profilaxis preexposición para el VIH en el Sistema Nacional de Salud

Viernes, 9 de diciembre de 2016
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profilaxis-preexposicion-vih-300x158El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y las comunidades autónomas van a evaluar este próximo año la dispensación por parte del Sistema Nacional de Salud de la profilaxis preexposición, que parece llamada a convertirse en una de las principales estrategia de prevención de la infección por VIH en grupos especialmente vulnerables en los que las estrategias clásicas no han dado el resultado deseado.  

Así lo adelantan al menos tanto Redacción Médica como Diario Médico, dos medios dirigidos a profesionales sanitarios. Según este último, el Ministerio de Sanidad estaría preparando un documento de consenso junto a sociedades médicas y a ONG (no nombra cuáles) así como un estudio para evaluar su implantación. En el estudio, que tendría lugar a lo largo de 2017, participarían como mínimo las comunidades autónomas de Andalucía, Cataluña, Madrid y País Vasco.

La profilaxis preexposición (también conocida por los acrónimos PPrE y PrEP) consiste, en pocas palabras, en que una persona que no está infectada por el VIH tome tratamiento antirretroviral de forma preventiva. En Europa, el único medicamento autorizado con tal fin es Truvada, una combinación de emtricitabina y tenofovir comercializada por el laboratorio farmacéutico Gilead. Este, de hecho, ya habría presentado la solicitud de financiación pública al Ministerio de Sanidad español.

Se trata de un tratamiento que —como cualquier otra medicación— presenta contraindicaciones y potenciales efectos adversos, y que no asegura en el 100% de los casos que uno no se pueda infectar, aunque su eficacia, a la luz de la evidencia científica acumulada hasta la fecha, es muy elevada (hasta la fecha han sido comunicados dos casos de infección por VIH resistente en personas que estaban tomando el tratamiento de forma adecuada). Es por eso que los especialistas recomiendan claramente su administración en aquellas personas con un elevado riesgo de infección. Según recoge en un documento reciente Gesida (el Grupo de Estudio de Sida de SEIMC, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica) estas personas son básicamente hombres que tiene relaciones sexuales con otros hombres y mujeres transexuales que en los seis meses previos:

A. Hayan tenido relaciones que incluyan prácticas de riesgo sin preservativo.

B. Hayan presentado además una de las siguientes características:

  • Relaciones con más de dos parejas.
  • Les ha sido diagnosticada alguna infección de transmisión sexual (ITS).
  • Han necesitado profilaxis postexposición.
  • Han usado sustancias psicoactivas durante la relaciones sexuales.

Gesida va más allá y aconseja valorar también la profilaxis preexposición en personas con una pareja infectada por VIH sin control clínico o virológico y con la que no se utilice preservativo; en personas con relaciones sexuales no protegidas e “intención transaccional” (sea por dinero, drogas u otra razón); en usuarios de drogas por vía parenteral que compartan jeringuillas y en general en personas en situación de vulnerabilidad social expuestas a contactos sexuales no protegidos con alto riesgo de infección por VIH.

Aunque la promoción de la profilaxis preexposición como estrategia de prevención del VIH ha sido discutida, la evidencia acumulada parece señalar que es hora de apostar por ella ante el fracaso parcial de las estrategias clásicas (básicamente, las campañas de promoción centradas en el uso del preservativo) en determinados grupos. Buena muestra de ello son las estadísticas de nuevas infecciones del Ministerio de Sanidad, a las que hace pocos días aludíamos. Durante el año 2015 se notificaron 3.428 nuevos diagnósticos de infección por VIH en España, de los cuales el 85,9% eran varones. La transmisión en hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres continuó siendo, un año más, la más frecuente (53,6%), seguida de la heterosexual (25,4%) y de la que se produce entre usuarios de drogas inyectadas (2,8%). El 30,3% de los nuevos diagnósticos se realizó en personas originarias de otros países. Y lo que es especialmente grave: en el 46,5% de los casos el diagnóstico se consideró tardío.

Una opción que no debe banalizarse

No conviene, en cualquier caso, banalizar lo que supone la profilaxis preexposición: hablamos de que una persona sana tome una medicación que no necesitaría tomar si adoptase otras medidas de prevención. Sin olvidar otro elemento clave en lo que los expertos coinciden: la importancia de la adherencia al tratamiento, es decir, de que las personas respeten escrupulosamente la pauta establecida y se acuerden de tomar correctamente la medicación (lo que por ejemplo no es del todo fácil si se opta por una pauta intermitente en lugar de una diaria). Y una buena adherencia al tratamiento no siempre es sencilla cuando una persona no presenta síntomas de enfermedad (como es en este caso, obviamente).

De hecho, los mismos especialistas que apuestan ya por la profilaxis preexposición recuerdan que esta debe ser complementaria a otras estrategias que a su vez se deben potenciar, como la prueba del VIH y el inicio precoz del tratamiento en personas infectadas. También recuerdan la importancia del preservativo como la más sencilla de las herramientas de prevención, poniendo el acento en que la profilaxis preexposición se dirige precisamente a aquella población en la que esta estrategia falla. “En cuanto al potencial menor uso del preservativo asociado a la PrEP, lo que en realidad debería preocuparnos es si esta nueva herramienta disminuye el riesgo de infección en personas que no lo usan por distintas razones. Aunque estudios como PROUD e Ipergay no mostraron un menor uso del condón, dos tercios de los HSH que participaron en una encuesta en entornos urbanos de los Estados Unidos declararon haber tenido relación sexual anal sin condón al menos una vez durante el último año y un cuarto haber tenido relaciones anales receptivas sin condón la última vez que tuvieron relación con otro hombre”, expresa por ejemplo un reciente documento de Gesida.

Otra preocupación de los expertos es la posible repercusión que la profilaxis preexposición puede tener sobre la expansión de otras ITS, que obviamente no previene, especialmente entre aquellos usuarios que renuncian al uso del preservativo.

Es por todo ello que desde Gesida recomiendan que la profilaxis preexposición sea prescrita y supervisada por un facultativo con experiencia en VIH e ITS en centros con capacidad de desarrollar un seguimiento adecuado.

Las ONG reclaman rapidez

Las ONG que trabajan sobre el terreno, por su parte, piden mayor contundencia. La Plataforma Gais Contra el VIH presentaba hace unos días una campaña de alcance estatal ante lo que considera “falta de avances en la implementación en nuestro país de la profilaxis preexposición”.

“Cada día que el Ministerio de Sanidad retrasa el acceso a la PrEP, en España se diagnostican 10 personas con VIH”, se lamenta esta plataforma, constituida por organizaciones como Projecte dels NOMS-Hispanosida, Adhara, Apoyo Positivo, CALCSICOVA, Imagina MÁS o Violeta. “¿Cómo es posible que el Ministerio de Sanidad retrase una oportunidad como la que nos ofrece la PrEP para detener al VIH? ¿Cómo puede ser que nos resignemos a mantenernos como uno de los países europeos con una tasa más elevada de nuevas infecciones?”, se preguntaba esta plataforma en su manifiesto del pasado 1 de diciembre, Día Mundial contra el Sida.


Pinchando aquí puedes acceder a información básica en castellano sobre la profilaxis preexposición en la web de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC). Ten en cuenta que se trata de información elaborada para ser difundida en los Estados Unidos, por lo algunos aspectos pueden diferir de la realidad española. 

Fuente Dosmanzanas

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El número de personas que mantienen relaciones homosexuales es superior al de las que se reconocen gais, lesbianas o bisex

Lunes, 11 de enero de 2016
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1175217_1395838913977286_1251783910_nNueva encuesta sobre orientación y prácticas sexuales en Estados Unidos, esta vez realizada por los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades). En esta ocasión, quizá lo que resulta más novedoso es una mayor presencia de la orientación bisexual. Lo que sigue mostrando esta encuesta, al igual que otras anteriores, es una clara discordancia entre la propia orientación sexual, tal y como la propia persona la expresa de sí misma, y las prácticas sexuales. Un porcentaje significativo de personas que se definen como heterosexuales mantienen relaciones homosexuales.

Según la encuesta, que ofrece una estimación basada en más de 9.000 entrevistas a personas de entre 18 y 44 años entre 2011 y 2013, el 1,9% de los hombres y el 1,3% de las mujeres se definen a sí mismos como homosexuales, gais o lesbianas. Un 2% de los hombres y un 5,5% de las mujeres se definen como bisexuales, mientras que un 95,1% de los hombres y un 92,3% de las mujeres lo hacen como heterosexuales. El resto (1% de los hombres y 0,9% de las mujeres) no contestan o no se definen.

Por lo que se refiere al porcentaje de personas que se definen como homosexuales, el porcentaje es similar al de la encuesta anterior de los CDC, llevada a cabo entre 2006 y 2010. Sí crece el porcentaje de las que se definen como bisexuales (en la anterior encuesta fue del 1,2% de los hombres y 3,9% de las mujeres). Las cifras, en cualquier caso, se mueven en una banda algo más “baja” que las de otras encuestas. Hace cinco años conocíamos, por ejemplo, el Estudio Nacional sobre Salud y Conducta Sexual de la Universidad de Indiana, que analizó la sexualidad de casi 6.000 personas de entre 14 y 94 años de edad, encontrando entonces que alrededor del 8% de los hombres adultos del país se definía como gay o bisexual (3,9% en la encuesta del CDC) y alrededor del 7% de las mujeres se definían como lesbianas o bisexuales (6,8% en la encuesta del CDC).

En lo que sí coincide esta encuesta es en la importante discordancia entre la orientación sexual reconocida y las prácticas sexuales. Según la encuesta del CDC, el porcentaje de hombres que han mantenido relaciones homosexuales asciende al 6,2%, mientras que el de mujeres llega al 17,4%. Habría, por tanto, un 2,3% de hombres que no se identifican como gais ni como bisexuales pero que mantienen relaciones sexuales con otros hombres. Una cifra que en el caso de las mujeres llega al 10,6%. Descontando el porcentaje de personas que no se definen, podríamos afirmar que un 1.3% de los hombres y un 9,7% de las mujeres se definen expresamente como heterosexuales pero han mantenido o mantienen relaciones con personas de su mismo sexo.

Una discrepancia que en absoluto es una novedad. Según la encuesta de la Universidad de Indiana a la que aludíamos antes, y por mencionar solo un ejemplo, el 16% de los hombres de entre 50 y 59 años de edad habían mantenido sexo oral con otro hombre durante el año previo. Otro estudio publicado en 2006 sobre una muestra de casi 3.000 hombres de Nueva York encontró que un 9,3% de ellos solo mantenían relaciones sexuales con otros hombres, aunque el porcentaje de los que se identificaban como gais era solo del 3,7% y como bisexuales del 1,2%. Aquellos que a pesar de su actividad exclusivamente homosexual se identificaban como heterosexuales presentaban con mayor probabilidad las siguientes características: pertenecer a minorías étnicas o raciales, haber nacido en el extranjero, tener menores niveles de renta y educativo, y estar casados. Además, era menos probable que se hubiesen sometido a una prueba de VIH, o que hubieran usado condón en su último encuentro sexual.

Fuente Dosmanzanas

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