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Isherwood, el escritor gay que tuvo que decir adiós a Berlín

Lunes, 10 de noviembre de 2014
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Christopher-IsherwoodEn enero se cumplirán 29 años del fallecimiento del escritor británico Christopher Isherwood.

Si hablamos de escritores especiales a lo largo de la historia tenemos que hablar inexorablemente de Christopher Isherwood (Cheshire, Reino Unido, 1904–Santa Mónica, Estados Unidos, 1986). Este hijo de excombatiente de la Gran Guerra, siempre tuvo claro que lo suyo era escribir y nunca se escondió en lo que se refiere a su sexualidad. De hecho, fue de los primeros escritores en proclamar abiertamente su homosexualidad en el siglo XX. No fue buen estudiante y no obtuvo título alguno, pero empezó a publicar muy joven y pronto comenzó a mostrar su inquietud para conocer personas y lugares que alimentaran sus ganas de vivir.

Auden_Isherwood_y_SpenderAuden, Isherwood y SpenderNo le gustaba pertenecer a ningún grupo literario, pero junto a sus íntimos amigos, los poetas Auden, también gay, y Spender, bisexual, tomó el relevo del grupo de Bloomsbury (no en vano, Virginia Woolf era amiga y editora de Isherwood). Los tres amigos estuvieron juntos en los hermosos años de la República de Weimar, donde empezó un activismo importante en la reivindicación de derechos homosexuales, y donde se podía disfrutar de cierta libertad para convivir en armonía. Isherwood dibuja un retrato fantástico de la sociedad berlinesa del momento en su libro más reeditado y de mayor difusión Adiós a Berlín, que fue adaptado al cine en dos ocasiones, la primera en 1955 bajo el título Soy una cámara y la otra para el musical de gran éxito Cabaret, dirigida por Bob Fosse y protagonizada por Liza Minnelli en 1972.

Isherwood se fue a Berlín con 25 años y permaneció allí de 1929 a 1933. Pero Hitler se hizo con el poder y el autor decidió irse del país previendo que todo cambiaría, como así fue. Pero ¿qué hubiera pasado si todo hubiera seguido igual en Alemania? ¿Si no se hubiera extendido esa especie de psicosis, después ampliamente justificada, entre los homosexuales que terminaron huyendo a otros países? Seguramente Isherwood se hubiera hecho alemán en vez de estadounidense, pero eso nunca lo sabremos. Sólo sabemos que tuvo que decir adiós a Berlín muy a su pesar y que ya nunca más volvió.

Después de salir de Alemania, Isherwood y Auden se marcharon a China donde escribieron tres obras de teatro y el libro Viaje a una guerra, donde hablaban de los conflictos entre China y Japón. La Segunda Guerra Mundial estalló y los escritores decidieron irse a Estados Unidos, aunque esta vez no se pusieron de acuerdo a la hora de elegir ciudad, así que como en Tú a Bostón y yo a California, Auden decidió quedarse esta vez en Nueva York e Isherwood se marchó a California, donde consiguió la nacionalidad estadounidense en 1946. Allí conoció grandes figuras de la literatura y otras expresiones artísticas del momento como Tennessee Williams, Truman Capote, Aldous Huxley, Ígor Stravinsky y muchos otros.

Su pasión por el cine le ayudó a conocer a Salka Viertel, célebre guionista del momento y madrina de un grupo de intelectuales y artistas europeos exiliados, con los que Isherwood tuvo contacto, como Thomas Mann o Bertold Brecht, y con un conocido grupo de actrices lesbianas y bisexuales encabezadas por Greta Garbo. Entre sus principales excentricidades fue su adhesión al hinduismo en 1943, pero no llevaba nada bien eso de guardar castidad y finalmente desistió.

En este aspecto, Isherwood dio buena cuenta de sus escarceos sexuales en un libro titulado The lost years, publicado a título póstumo, y en el que contabiliza más de 400 amantes entre 1945 y 1951. Además ofrece muchos detalles de sus encuentros amorosos y lo que él consideraba una carrera alocada y sin rumbo hacia ninguna parte. El título es sin duda muy elocuente, y decidió dedicar un libro a lo que él consideró unos años perdidos y sin saber adónde se dirigía en el terreno sentimental.

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C. Isherwood y D. BachardyNo fue hasta los 48 años cuando encontró la estabilidad que tanto ansiaba. Y se la dio un chico de 18 años, el pintor Don Bachardy, del que ya no se separaría hasta su muerte en 1986. El más que interesante documental Chris and Don: una historia de amor (2008), dirigido por Guido Santi y Tina Mascara, está inspirado en la convivencia de estos dos artistas en Santa Mónica, y cuenta con testimonios de Don Bachardy y otras personas que conocieron bien a Isherwood que nos ofrecen una óptica mucho más amplia de su vida y su obra.

Durante su último tercio de vida publicó A single man, la que para muchos críticos es su mejor obra, una novela dedicada al escritor Gore Vidal, que fue llevada al cine en 2009 por Tom Ford y protagonizada por Colin Firth. En 2011, la BBC produjo un telefilme titulado Christopher and his kind, donde Matt Smith interpreta a Isherwood, en una adaptación del libro autobiográfico escrito por el autor.

Recientemente, la editorial Acantilado ha anunciado que publicará seis obras del autor británico por primera vez en España.

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Una selva virgen…

Jueves, 10 de julio de 2014
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Cada uno oculta en él una selva virgen,

una extensión de nieve donde ningún ave dejó su huella.”

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Virginia Woolf

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

“El cristianismo de María Magdalena” por Juan José Tamayo, teólogo.

Jueves, 8 de mayo de 2014
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mary-magdalene-6e5a131d0dc85e1439fe556313b910251421f22f-s6-c30Leído en la página web de Redes Cristianas

En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno.

La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las pone bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de la virtud. Se les niega el derecho a la libertad dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se les veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. Son objeto de todo tipo de violencia: moral, religiosa, simbólica, cultural, física, etc.

Sin embargo, las religiones difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador Jesús de Nazaret desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento.

La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ella que las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, con autonomía económica, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.

El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. En él se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.

En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres.

A ella apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón de más para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra”.

Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores, el papa y los obispos, se apropiaron de las llaves del reino, se hicieron con el bastón de mando, que nada tenía que ver con el cayado del pastor para apacentar las ovejas, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. Eso sucedió cuando las iglesias dejaron de ser comunidades domésticas y se convirtieron en instituciones políticas e Iglesia.

¿Cuándo se reparará tamaña injusticia para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy. Es necesario cuestionar la primacía –el primado- de Pedro, que implica la concentración del poder en una sola persona e impide el acceso de las mujeres a las responsabilidades directivas compartidas.

Hay que recuperar el discipulado de María Magdalena, “Apóstol de los Apóstoles, como la llama Elisabeth Schüssler en un artículo del mismo título pionero en las investigaciones feministas sobre el Testamento cristiano, en referencia al reconocimiento que se le daba en la Antigüedad cristiana. Es necesario revivir, refundar el cristianismo de María Magdalena, inclusivo de hombres y de mujeres, en continuidad con los profetas y las profetisas de Israel y con el profeta Jesús de Nazaret, pero no con la sucesión apostólica, de marcado acento jerárquico-patriarcal.

Un cristianismo olvidado entre las ruinas valladas de la ciudad de Magdala, lugar de nacimiento de María Magdalena, que visité hace tres años, a siete kilómetros de Cafarnaún, donde tuvo su residencia Jesús de Nazaret durante el tiempo que duró su actividad pública. En las excavaciones que se llevan a cabo en Magdala se descubrió en 2009 una importante sinagoga Ahí se encuentra la memoria subversiva del cristianismo originario liderado por Jesús y María Magdalena, que fue derrotado por el cristianismo oficial.

Pero de aquel cristianismo sepultado bajo esas ruinas emerge un cristianismo liberador vigoroso, desafiante, y empoderado a través de los movimientos igualitarios que surgen en los márgenes de las grandes iglesias cristianas, como surgió en los márgenes el primer movimiento de Jesús, de María Magdalena y de otras mujeres que le acompañaron durante los pocos meses que duró su actividad pública..

Es necesario heredar la autoridad moral y espiritual de María de Magdala como amiga, discípula, sucesora de Jesús y pionera de la igualdad. En definitiva, Jesús Nazaret, María Magdalena, Cristina de Pisan, Virginia Woolf, los movimientos feministas, las comunidades de base y la teología feminista de las religiones caminan en dirección similar. Por ahí han de ir las nuevas alianzas, creadas desde abajo y no desde el poder, en la lucha contra la violencia de género y la exclusión social de las mujeres.

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Juan José Tamayo es miembro del Comité Científico del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013) y de Invitación a la utopía. Ensayo histórico para tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 2012), que tiene un capítulo dedicado a la utopía feminista.

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