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Archivo para Domingo, 20 de agosto de 2023

Querer el bien.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

 Juan XXIII

La documentación católica n°1367

***

 

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

“Atiéndela, que viene detrás gritando.”

Él les contestó:

“Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

“Señor, socórreme.”

Él le contestó:

“No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”

Pero ella repuso:

– “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”

Jesús le respondió:

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”

En aquel momento quedó curada su hija.

*

Mateo 15,21-28

***

La mujer de la región de Tiro y Sidón ora forzada y empujada por la necesidad. No puede hacer otra cosa, porque su hija está “poseída“, expresión que, entre otras cosas, significa que la comprensión entre ella y su hija hace tiempo que se ha roto, que ha cesado desde mucho tiempo atrás la inteligencia mutua y que ya no es posible volver a reconocer el alma de la otro detrás de las manifestaciones externas de los gestos y las palabras; como bajo la influencia de un poder extraño, la persona de la otra escapa a la percepción. Eso es lo que la Biblia designa con la terrible palabra “demonismo” (Dämonie). Teniendo presente el tormento de semejante enfermedad, la mujer se dirige a Jesús y, bajo la presión e la necesidad, nada podré detenerla. Impulsada por los desvelos y la preocupación por su hija, no se deja apartar como una pesada, como pretenden los discípulos. Abraza cualquier Forma de humillación y se abandona a una forma de súplica que se podría calificar de perruna, si no se viese en ella precisamente la grandeza de su humanidad.

Así de poderosos pueden llegar a ser los lazos del amor en la súplica de unos por otros .

*

E. Drewermann,
El mensaje de las mujeres: La ciencia del amor,
Herder Barcelona 1996, 134- 135.

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , ,

“Pedir con Fe”. 20 Tiempo ordinario – A (Mateo 15,21-28)

Domingo, 20 de agosto de 2023
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1touchoffaithLa oración de petición ha sido objeto de una fuerte crítica a lo largo de estos años. El hombre ilustrado de la época moderna no acierta a ponerse en actitud de súplica ante Dios, pues sabe que Dios no va a alterar el curso natural de los acontecimientos para atender sus deseos.

La naturaleza es «una máquina» que funciona según unas leyes naturales, y el hombre es el único ser que puede actuar y transformar, solo en parte, el mundo y la historia con su intervención.

Entonces la oración de petición queda arrinconada para cultivar otras formas de oración como la alabanza, la acción de gracias o la adoración, que se pueden armonizar mejor con el pensamiento moderno.

Otras veces la súplica de la criatura a su Creador queda sustituida por la meditación o la inmersión del alma en Dios, misterio último de la existencia y fuente de toda vida.

Sin embargo, la oración de súplica, tan controvertida por sus posibles malentendidos, es decisiva para expresar y vivir desde la fe nuestra dependencia creatural ante Dios.

No es extraño que el mismo Jesús alabe la fe grande de una mujer sencilla que sabe suplicar de manera insistente su ayuda. A Dios se le puede invocar desde cualquier situación. Desde la felicidad y desde la adversidad; desde el bienestar y desde el sufrimiento.

El hombre o la mujer que eleva a Dios su petición no se dirige a un Ser apático o indiferente al sufrimiento de sus criaturas, sino a un Dios que puede salir de su ocultamiento y manifestar su cercanía a los que le suplican.

Pues de eso se trata. No de utilizar a Dios para conseguir nuestros objetivos, sino de buscar y pedir la cercanía de Dios en aquella situación. Y la experiencia de la cercanía de Dios no depende primariamente de que se cumplan nuestros deseos.

El creyente puede experimentar de muchas maneras la cercanía de Dios, independientemente de cómo se resuelva nuestro problema. Recordemos la sabia advertencia de san Agustín: «Dios escucha tu llamada si le buscas a él. No te escucha si, a través de él, buscas otra cosa».

No es este el tiempo del cumplimiento definitivo. El mal no está vencido de manera total. El orante experimenta la contradicción entre la desgracia que padece y la salvación definitiva prometida por Dios. Por eso toda súplica y petición concreta a Dios queda siempre envuelta en esa gran súplica que nos enseñó el mismo Jesús: «Venga a nosotros tu reino», el reino de la salvación y de la vida definitiva.

José Antonio Pagola

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“Mujer, qué grande es tu fe”. Domingo 20 de agosto de 2023. 20º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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43-OrdinarioA20Leído en Koinonia:

Isaías 56, 1.6-7: A los extranjeros los traeré a mi monte santo
Salmo responsorial: 66: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Romanos 11, 13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.
Mateo 15, 21-28: Mujer, qué grande es tu fe

A la vuelta del exilio, los discípulos de Isaías recobran las enseñanzas del profeta del siglo VII y proponen al nuevo Israel, en proceso de formación, que se abra a los valores de la universalidad y el ecumenismo. La apertura, sin embargo, no se basa en un compromiso diplomático ni en una ilusión quimérica sino en la causa universal de la Justicia. La tercera parte del libro de Isaías no propone que todas las religiones de su época se reúnan bajo la única bandera del pontificado de Jerusalén, sino que el pueblo que está naciendo después de cincuenta años de exilio sea el aglutinador de las aspiraciones más legítimas de la humanidad.

Los discípulos de Isaías son conscientes del peligro que subyace al nacionalismo exacerbado. La unidad étnica, cultural e ideológica de un pueblo no le da derecho a despreciar a los demás, bajo el pretexto de una falsa superioridad. Cada pueblo puede sólo ser superior a sí mismo en cada momento de la historia. Y esta superioridad consiste en transformar todas las decadentes tendencias centralistas, alienadoras y clasistas, en una consciencia de sus propias potencialidades de apertura universalista y de esfuerzo de comunión.

El nuevo Templo, como símbolo de la esperanza y la resurrección de un pueblo, debía convertirse en una institución que animara los procesos de integración universal. El Templo, como casa de Dios, debía estar abierto a los creyentes en el Dios de la Justicia y el Amor, cuya religión se inspira en el respeto por los más débiles y en la defensa de los excluidos.

Sin embargo, esta propuesta no tuvo casi resonancia y se convirtió en un sueño, en una esperanza para el futuro, en una utopía que impaciente aguarda a su realizador. Cuando Jesús expulsa a los mercaderes del Templo proclama a voz en cuello «Mi casa será casa de oración», la propuesta del libro de Isaías. El Templo, aun desde mucho antes de que apareciera Jesús, se había convertido en el fortín de los terratenientes y en el depósito de los fondos económicos de toda la nación. Había pasado de ser patrimonio de un pueblo a ser una cueva donde los explotadores ponían a salvo sus riquezas mal habidas. El enfrentamiento con los mercaderes tenía por objetivo no sólo reivindicar la sacralidad del espacio, sino, sobretodo, la necesidad de devolverle al Templo su función como baluarte de la justicia y de la apertura económica. Los guardias del templo cerraban el paso a los creyentes de otras nacionalidades, pero abrían las puertas a los traficantes que venían a hacer negocios sucios.

En ese proceso de ruptura con la decadencia del Templo y con la élite que lo manipulaba se enmarca el episodio de la mujer cananea. Jesús se había retirado hacia una región extranjera, no muy lejos de Galilea. Las fuertes presiones del poder central imponían fuertes limitaciones a su actividad misionera. Su obra a favor de los pobres, enfermos y marginados encontraba una gran resistencia, incluso entre el pueblo más sencillo y entre sus propios seguidores. El encuentro con la mujer cananea, doblemente marginada por su condición de mujer y de extranjera, transforma todos los paradigmas con los que Jesús interpretaba su propia misión. La mujer extranjera rompe todos los esquemas de cortesía y buen gusto que en las sociedades antiguas tenían un carácter no sólo indicativo sino obligatorio. Existían reglas estrictas para controlar el trato entre una mujer y un varón que no fuera de la propia familia. Los gritos desesperados de la mujer y sus exigencias ponían los pelos de punta no solo a los discípulos sino al evangelista que nos narra este relato. Con todo, la escena nos conmueve porque muestra cómo la auténtica fe se salta todos los esquemas y persigue, con vehemencia, lo que se propone.

Los discípulos, desesperados más por la impaciencia que por la compasión, median ante Jesús para ponerle fin a los ruegos de la mujer. El evangelista, entonces, pone en labios de Jesús una respuesta típica de un predicador judío: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel», para explicar cuál debería ser la actitud de Jesús. Por fortuna, la mujer, haciendo a un lado los prejuicios raciales ajenos, corta el camino a Jesús y lo obliga a dialogar. Cuál no sería la sorpresa de Jesús al encontrar en esta mujer, sola y con una hija enferma, una fe que contrastaba con la incredulidad de sus paisanos. Como Elías al comienzo de su misión, Jesús comprende que aunque la misión comienza por casa, no puede excluir a aquellos auténticos creyentes en el Dios de la Solidaridad, la Justicia y el Derecho. Por esta razón, su palabra abandona la pedantería del discurso nacionalista y se acoge a la universal comunión de los seguidores del Dios de la Vida.

Pablo, en la misma línea, abandona los inútiles esfuerzos por abrir a Israel a la esperanza profética y acepta la propuesta de los creyentes de otras naciones que están dispuestas a formar las nuevas comunidades abiertas, ecuménicas y solidarias.

En nuestro tiempo continuamos sin romper con tantos mecanismos que marginan y alejan a tantos auténticos creyentes en el Dios de la Vida, únicamente porque son diferentes a nosotros por su nacionalidad, clase social, estado civil o preferencia afectiva. ¡Esperemos que alguna buena mujer nos dé la catequesis de la misericordia y la solidaridad!

Por lo que se refiere a la misión «misionera» de los cristianos, bien sabemos que la letra del texto del evangelio de hoy bien podría inducirnos a error, pues hoy día la misión no puede estar centrada en ninguna clase restrictiva de ovejas, ni las de Israel, ni las del cristianismo, ni mucho menos las «católicas». La misión ha roto todas las fronteras, y sólo reconoce como objetivo el reinado del Dios de la Vida y de la Justicia. La misión ya no es ni puede ser chauvinista, porque hoy no cabe entenderla sino como «Misión por el Reino», es ecir, por la Utopía del Dios de la Vida, por el Ben Vivir que desea Dios para sus hijos e hijas, un Dios inabarcablemente plural en sus manifestaciones, en sus revelaciones, en sus caminos… Leer más…

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20.8.23 (Dom 30 TO) Mi hija tiene un demonio malo… Una hija/niña enferma vale más que todo el dogma (Mt 15, 21-28)

Domingo, 20 de agosto de 2023
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IMG_0279La niña enferma, de Gabriël Metsu.
Rijksmuseum, Ámsterdam, Países Bajos

Del blog de Xabier Pikaza:

Ésta es la historia de una mujer que refuta el argumento “religioso” del mismo Jesús.

El futuro de las hijas (niñas, adolescentes) depende en gran parte de las madres; pero ellas no pueden resolverlo todo si no les acompaña “Jesús” (la sociedad, un tipo de iglesia).

La salud de la hija enferma de una mujer pagana (niña de barrio” o  casa rica) importa más que el dogma de la religión, del estado o de la economía financiera mundial.

Texto  

‒ En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.

‒ Y he aquí que una mujer cananea, saliendo de aquellos lugares, se puso a gritarle: Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija está duramente oprimida por un demonio. ‒ Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Despídela, pues nos sigue gritando.

‒ Él contestó: No he sido enviado, sino las ovejas perdidas de la casa de Israel.

‒ Pero ella, llegando, se postró ante él, diciendo: Señor: ¡Socórreme!

‒ Él le contestó: No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.

‒ Pero ella dijo: Tienes razón, Señor; pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de los amos.

‒ Y entonces Jesús respondiendo le dijo: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas, En aquel momento quedó curada su hija (Mt 15, 21‒28)  [1]

Temas de fondo.

  1. El problema de esta mujer es su hija enferma. Da la impresión de que no es capaz de educarla como mujer madura… Éste es el problema principal de la humanidad: La cadena de la vida que pasa de manera no exclusiva, pero muy importante, de madres a hijas.
  2. Jesús empieza escaqueándose: He sido enviado a las ovejas perdidas del pueblo de Israel, no a los gentiles.  Jesús mesías tiene un pueblo al que debe cuidar: Su buena nación, su iglesia, su patria, su raza, su economía… Los demás que se arreglen como puedan o que mueran. Esta cananea refuta y supera ese argumento de Jesús
  3. Jesús razona su negativa:No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros Éste es el dogma de casi todos los pueblos del mundo, que ayudan (alimentan, educan) a sus hijos, dejando que mueran los otros
  4. La mujer pagana insiste; ella sabe más que Jesús… (lo que importa es la hija enferma). Pero ella sola no puede curarla; necesita la ayuda de otros (Jesús, la iglesia, tú mismo. El Jesús de esta curación parabólica no sabe, pero puede aprender
  5. Este Jesús que aprende y cambia es el prototipo de la Iglesia  Precisamente el hecho de cambiar ante la llamada concreta de la madre, indica que es “mesías. Esta mujer cananea de Mt 15 fue buena maestra de Jesús, pero Jesús fue también buen discípulo: Aprendió.
  6. Mujeres como ésta, que cambian al mismo Jesús, son el futuro de una iglesia donde no hay hijos y perros pues todos son hijos

Comentario (Mt 15, 21-28; cf. Mc 7, 24-30)

IMG_0277Este “milagro” (por mediación de la madre) se vincula con el  milagro del padre archisinagogo con su hija ( Mc 5,21-43; Mt 9, 18-26). En el caso del paganismo tenemos padre con hija, en cl caso de la gentilidad madre con hija). Más  específico es el milagro del padre  y la hija; más genérico y universal es el milagro de la madre con la hija. De ese milagro depende el futuro del ser humano en el mundo.

En ambos casos (en uno un padre judío, en otro una madre pagana) el milagro se concreta en la curación de las hijas, signo de la humanidad que Jesús debe sanar, para que haya familia verdadera, pero se realiza a través de los padres, en un caso a través del padre (cuya esposa está en la sombra), en el otro caso a través de la madre (sin que se hable de padre, quizá porque no actúa como tal).

En el caso anterior Jesús curaba primero al archisinagogo, por su propia iniciativa. En este caso será la madre pagana la que empiece “enseñando su verdad” a Jesús. Éste  un milagro de madre sin padre conocido, fuera del ámbito mesiánico de Jesús. Éste “milagro” es como un juego de espejos: La madre “cura” (ilumina), cambia) a Jesús, de manera que Jesús, a través de esta madre, puede curar a la hija enferma.Supongo aquí conocido el texto, y desde ese supuesto ofrezco una explicación más amplia de su contenido.

Entorno, una madre pagana. Este pasaje es más “dramático”, y va en la línea de la apertura social y religiosa de Marcos y de Mateo, de forma que muchos exegetas afirman que ha sido creado por su tradición (o por el mismo evangelista) para comentar y expandir su mensaje radical, centrado en la superación de las leyes alimenticias (y familiares) que separan a los judíos de los no judíos (tema de Mc 7, 1-23 y de Mt 15, 21-29). Del “mal” padre judío (el archisinagogo) pasamos a la madre pagana, que es buena, pero que, por sí misma, es incapaz de curar a su hija (acudiendo por eso a Jesús, a quien ella misma debe iluminar).

Ésta es pues una narración simbólica, pero ella hubiera sido imposible si no tuviera un “fondo” histórico centrado en el recuerdo de Jesús sanador, creador de una familia nueva, abierta a los gentiles (a diferencia de la familia rabínica judía), pues ante la hija enferma no hay distinción radical entre el “buen” padre judío y la madre pagana. Al situarse en un plano radical de “familia”, el evangelio supera los límites del sacralismo sinagogal, centrado en temas menores (de comidas y ritos), y se abre (nos abre), a la fe universal, es decir, a la experiencia de una relación que se extiende hacia el conjunto de la humanidad.

IMG_0278Aquí se desvela la más honda intención de Jesús, que a través de su mensaje de Reino quiere crear una familia en la que puedan crecer y vivir en humanidad todas las niñas (y niños) del mundo, sin diferencia entre judíos y gentiles. El hecho de que en este caso y en el anterior tengamos una hija curada (reintegrada a la familia, de padre judío o madre pagana) expresa la hondura del proyecto de Jesús, empeñado en que las hijas (muchachas jóvenes) puedan curarse y madurar en humanidad. De esa forma, el movimiento de Jesús se expresa como terapia de familia, curación integral, a partir de los eslabones más frágiles de la cadena de la vida, que son las hijas, como indicaré en el comentario que sigue, tomado de mi Evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús (Estella 2012), El evangelio de Mateo (VD, Estella 2017).

De esta forma se expresa la “buena noticia familiar” de Jesús, abierta a la vida de los niños (empezando por las niñas). En el caso anterior era Jesús el que debía “dirigir” el camino del padre judío, para que creyera de verdad en el Dios de la vida, y abriera un camino de futuro para su hija. En este caso es la mujer pagana la que conduce a Jesús y le enseña a descubrir el alcance y poder sanador de la fe, para que luego Jesús diga la “palabra” sanadora, ofreciendo su camino de vida a la niña pagana de madre solitaria (al parecer soltera o sin marido conocido).

            El evangelio de Marcos ejemplifica con este relato la superación de un tipo de leyes de pureza y de comensalidad intrajudía, confirmando un veredicto anterior, en el Jesús ha declarado puros todos los alimentos (cf. Mc 7, 19). En esa línea, este milagro confirma y amplía el tema del milagro  de la hija del archisinagogo), mostrando ahora que la pagana, una mujer de cultura helenista y raza sirofenicia cuya hija (se supone que es hija  única) está enferma (cf. Mc 7, 25-26). Esta mujer tiene fe en la vida, que es donde Dios para todos, empezando por las niñas gentiles (a las queno cura para que se hacen judías, sino para que vivan). Como digo, esta mujer pagana tiene fe en la vida, de manera que es ella la que debe “convertir” a Jesús, mesías de Israel, haciéndole ver que él tiene que ser “mesías para todos”, es decir, que no se trata de educar y curar a las niñas de un grupo social o de una nación, sino a todas las niñas del mundo.

Estamos ante un ejemplo y camino de terapia, es decir, de educación universal, abierta a todos los grupos sociales del mundo (por encima de las diferencias nacionales o religiosas). En principio, la niña a la que Jesús debe “curar” no tiene religión ni raza, es simplemente una necesitada a la que se debe acoger y curar, pero tiene una madre que la quiere, y que acude a Jesús, pidiéndole ayuda (como muchas madres hoy, 2014, piden ayuda a la Iglesia o a la familia mercedaria).

Pues bien, en un sentido más concreto, esta madre y su hija son encarnación y figura visible de un pueblo (siro-fenicio, cananeo) que a lo largo de siglos ha luchado contra los judíos en la misma tierra palestina y/o en su entorno. Ellas son el signo de las razas, religiones y naciones que se han opuesto a Israel desde los tiempos más antiguos, desde el tiempo de la conquista de Palestina por los judíos hasta la restauración de Esdras-Nehemías y las guerras de los macabeos.

En ese contexto aparece Jesús, como profeta y mesías de Israel (que viene a recoger y sanar a las ovejas perdidas de su pueblo, como seguirá diciendo el texto) pero que, al mismo tiempo, tiene que curar también a los paganos del entorno, como indican las historias de Elías y Eliseo (cf. 1Rey 17-21; 2 Rey 2-7), que ayudaron también a diversas familias y a viudas paganas de la misma región de Fenicia, como he puesto de relieve en Las mujeres en la Biblia Judía (Clie, Terrasa 2013). En esa línea, esta pasaje nos sitúa ante la exigencia de acoger y curar a todas las niñas, y de un modo especial a las niñas de aquellos grupos que parecen enemigos del nuestro.

En un primer momento, el texto presenta a la madre simplemente como mujer(gynê), sin referencia a un marido. Es muy posible que un judío hubiera malinterpretado la ausencia de esposo diciendo que ella no es madre legítima, sino un signo de la prostitución constante de los cananeos y gentiles.De todas formas, es madre y madre de un grupo social que parece opuesto al de Israel, un grupo del que Jesús no debería ocuparse.

Pues bien, ella aparece ante el Kyrios (Señor poderoso de Israel: 7, 28) como mujer necesitada. Todo el mundo gentil, la humanidad entera se condensa en su figura de madre con hija enferma. En algún sentido, la muerte de la niña pagana podría significar una noticia buena para Israel: desaparecen los enemigos, el pueblo de Dios puede habitar tranquilo sobre el mundo (en la línea de un salmo donde se pide que Dios mate a los hijos de los enemigos: cf. Sal 137, 9). Pero el evangelio piensa lo contrario. Esta mujer es importante como madre, y la vida de su hija es muy valiosa. Ellas dos, madre e hija, son signo de la humanidad entera a cuyo servicio ha de ponerse el mesías de Israel.

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La mujer que calló a Jesús. Domingo 20. Ciclo A.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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canaanite2bwoman1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

A Jesús nadie era capaz de callarlo. Ni los sabihondos escribas, ni los piadosos fariseos, por no hablar de sacerdotes y políticos. La única persona que lo calló fue una mujer. Y encima, pagana.

Dos reacciones muy distintas ante un texto problemático

            El evangelio de Marcos cuenta el encuentro de una mujer pagana con Jesús, en el que este responde a su petición de forma fría, casi insultante. Lucas, tan interesado por los paganos, omitió este pasaje en su evangelio. Mateo, igualmente defensor de los paganos, adoptó una postura muy distinta: en vez de omitir el episodio, lo amplió, haciéndolo mucho más dramático.

El Mesías antipático y la pagana insistente

            Para entender la versión que ofrece Mateo de este episodio hay que conocer la de Marcos, que le sirve como punto de partida.

            Marcos cuenta una escena más sencilla. Jesús llega al territorio de Tiro, entra en una casa y se queda en ella. Una mujer que tiene a su hija enferma, acude a Jesús, se postra ante él y le pide que la cure. Jesús le responde que no está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos. Ella le dice que tiene razón, pero que también los perritos comen de las migajas de los niños. Y Jesús: «Por eso que has dicho, ve, que el demonio ha salido de tu hija».

            Mateo describe una escena más dramática cambiando el escenario y añadiendo detalles nuevos, todos los que aparece en cursiva y rojo en el texto siguiente.

«En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

― Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

― Atiéndela, que viene detrás gritando.

Él les contestó:

― Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

― Señor, socórreme.

Él le contestó:

― No está bien echar a los perros el pan de los hijos.

Pero ella repuso:

― Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.

Jesús le respondió:

― Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.

En aquel momento quedó curada su hija.

Los cambios que introduce Mateo

  • El encuentro no tiene lugar dentro de la casa, sino en el camino. Esto le permite presentar a Jesús y a los discípulos andando, y la cananea detrás de ellos.
  • La cananea no comienza postrándose ante Jesús, lo sigue gritándole: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Pero Jesús, que siempre muestra tanta compasión con los enfermos y los que sufren, no le dirige ni una palabra.
  • La mujer insiste tanto que los discípulos, muertos de vergüenza, le piden a Jesús que la atienda. Y él responde secamente: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
  • La cananea no se da por vencida. Se adelanta, se postra ante Jesús, obligándole a detenerse, y le pide: «Señor, socórreme». Vienen a la mente las palabras de Mt 6,7: «Cuando recéis, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso». Esta pagana no es palabrera; pide como una cristiana. Imposible mayor sobriedad.
  • Sigue el mismo diálogo que en Marcos sobre el pan de los hijos y las migajas que comen los perritos.
  • Pero el final es muy distinto. Jesús, en vez de decirle que su hija está curada, le dice: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas

Estos cambios se resumen en la forma de presentar a Jesús y a la cananea.

1) A Jesús lo presenta de forma antipática: no responde una palabra a pesar de que la mujer va gritando detrás de él; parece un nacionalista furibundo al que le traen sin cuidado los paganos; es capaz de avergonzar a sus mismos discípulos.

2) En la mujer, acentúa su angustia y su constancia. Ella no se limita a exponer su caso (como en Marcos), sino que intenta conmover a Jesús con su sufrimiento: «Ten compasión de mí, Señor», «Señor, socórreme». Y lo hace de manera insistente, obstinada, llegando a cerrarle el paso a Jesús, forzándolo a detenerse y a escucharla.

Ni obstinación ni sabiduría, fe

Jesús podría haberle dicho: «¡Qué pesada eres! Vete ya, y que se cure tu hija». O también: «¡Qué lista eres!» Pero lo que alaba en la mujer no es su obstinación, ni su inteligencia, sino su fe. «¡Qué grande es tu fe!». Poco antes, a Pedro, cuando comienza a hundirse en el lago, le ha dicho que tiene poca fe. Poco más adelante dirá lo mismo al resto de los discípulos. En cambio, la pagana tiene gran fe. Y esto trae a la memoria otro pagano del que ha hablado antes Mateo: el centurión de Cafarnaúm, con una fe tan grande que también admira a Jesús.

Con algunas mujeres no puede ni Dios

El episodio de la cananea recuerda a otro aparentemente muy distinto: las bodas de Caná. También allí encontramos a un Jesús antipático, que responde a su madre de mala manera cuando le pide un milagro (las palabras que le dirige siempre se usan en la Biblia en contexto de reproche), y que busca argumentos teológicos para no hacer nada: «Todavía no ha llegado mi hora». Sólo le interesa respetar el plan de Dios, no hacer nada antes de que él se lo ordene o lo permita.

            En el caso de la cananea, Jesús también se refugia en la voluntad y el plan de Dios: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.» Yo no puedo hacer algo distinto de lo que me han mandado.

            Sin embargo, ni a María ni a la cananea les convence este recurso al plan de Dios. En ambos casos, el plan de Dios se contrapone a algo beneficioso para el hombre, bien sea algo importante, como la salud de la hija, o aparentemente secundario, como la falta de vino. Ellas están convencidas de que el verdadero plan de Dios es el bien del ser humano, y las dos, cada una a su manera, consiguen de Jesús lo que pretenden.

            Gracias a este conocimiento del plan de Dios a nivel profundo, no superficial, Isabel alaba a María «porque creíste» y Jesús a la cananea «por tu gran fe».

            En realidad, el título de este apartado se presta a error. Sería más correcto: «Dios, a través de algunas mujeres, deja clara cuál es su voluntad». Pero resulta menos llamativo.

«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel»

            Con estas palabras pretende justificar Jesús su actitud con la cananea. Si los discípulos hubieran sido tan listos como la mujer, podrían haber puesto a Jesús en un apuro. Bastaba hacerle dos preguntas:

1) «Si sólo te han enviado a las ovejas descarriadas de Israel, ¿por qué nos has traído hasta Tiro y Sidón, que llevamos ya un montón de días hartos de subir y bajar cuestas?»

2) «Si sólo te han enviado a las ovejas descarriadas de Israel, ¿por qué curaste al hijo del centurión de Cafarnaúm, y encima lo pusiste como modelo diciendo que no habías encontrado en ningún israelita tanta fe?»

            Como los discípulos no preguntaron, no sabemos lo que habría respondido Jesús. Pero en el evangelio de Mateo queda claro desde el comienzo que Jesús ha sido enviado a todos, judíos y paganos. Por eso, los primeros que van a adorarlo de niño son los magos de Oriente, que anticipan al centurión de Cafarnaúm, a la cananea, y a todos nosotros.

Primera lectura y evangelio

La primera lectura ofrece un punto de contacto con el evangelio (por su aceptación de los paganos), pero también una notable diferencia. En ella se habla de los paganos que se entregan al Señor para servirlo, observando el sábado y la alianza. Como premio, podrán ofrecer en el templo sus holocaustos y sacrificios y serán acogidos en esa casa de oración. La cananea no observa el sábado ni la alianza, no piensa ofrecer un novillo ni un cordero en acción de gracias. Experimenta la fe en Jesús de forma misteriosa pero con una intensidad mayor que la que pueden expresar todas las acciones cultuales.

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7

Así dice el Señor:

«Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»

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Domingo XX del Tiempo Ordinario. 20 Agosto, 2023

Domingo, 20 de agosto de 2023
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“Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: -Señor, socórreme.”

Mt 15,21-28

Esta mujer despierta una profunda admiración. En principio es una más de esa larga lista de marginadas y desesperadas. A Jesús se le acercaban multitudes implorando salud. Los evangelios nos cuentan con detalle algunas curaciones pero fueron muchas más porque en diferentes lugares leemos: “le llevaron a muchos enfermos y los curó a todos”.

Lo dicho, en principio, esta mujer que grita tras Jesús y sus discípulos es una de tantas. Lo sorprendente, en primer lugar, es que Jesús no le hace caso. Sin embargo, ante su indiferencia, ella sigue gritando y por lo visto también corre, se planta delante de Jesús y de rodillas le suplica. Y de nuevo Jesús nos sorprende diciéndole que su condición de extranjera la priva de ser atendida.

Una mujer extranjera, desesperada, arrodillada ante un hombre que puede salvar a su hija, pero que no quiere atenderla e incluso acaba de insultarla, permanece con la dignidad intacta y desde ahí le reclama su parte.

Si no quieres darme, pan dame migajas, que con eso me basta. Y Jesús se desarma: -Mujer, ¡qué grande es tu fe! que se cumpla lo que deseas. Y el deseo de aquella mujer no era solamente que su hija se sanara sino que toda persona pudiera disfrutar de la salud que trae Jesús.

Con esa niña que queda liberada de su enfermedad la Buena Noticia de Jesús se abre de manera Universal. Jesús comprende y aprende que nadie puede quedarse fuera. El amor de Dios no conoce fronteras. Ante los ojos del Abba no hay extrajeras, solo hijas e hijos.

Gracias a esta mujer que sabe ponerse de rodillas manteniendo toda su dignidad, la humanidad crece, y seguirá creciendo pues de estas mujeres no ha habido una sola.

Oración

Danos, Trinidad Santa, la humildad que dignifica, esa que nos hace reconocernos pequeñas pero de un valor inmenso ante tus ojos. ¡Amén!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Un auténtico diálogo que enriquece a Jesús y a la mujer.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Mt 15,21-28

Hoy las tres lecturas y hasta el salmo van en la misma dirección: La salvación universal de Dios. El tema de la apertura a los gentiles fue de suma importancia para la primera comunidad. Muchos cristianos judíos pretendían mantener la pertenencia al judaísmo como la marca y seña de la nueva comunidad, conservando la fidelidad a la Ley. Esta postura originó no pocas discusiones entre los discípulos y no se solucionó hasta pasado casi un siglo de la muerte de Jesús. Por eso es tan importante este relato.

Mateo relata este episodio inmediatamente después de una violenta discusión de Jesús con los fariseos y letrados acerca de los alimentos puros e impuros. Seguramente la retirada a territorio pagano está motivada por esa oposición. Jesús viendo el cariz que toman los acontecimientos prefiere apartarse un tiempo de los lugares donde le estaban vigilando. El relato pretende romper con los esquemas estereotipados que algunos cristianos pretendían mantener: judío=creyente y extranjero=pagano o ateo.

El evangelista no pretende satisfacer nuestra curiosidad sobre un acontecimiento más bien anodino. Quiere dejar claro que si una persona tiene fe en Jesús, no se puede impedir su pertenencia a la comunidad aunque sea “pagana”. Es un relato magistral que plantea el problema desde las dos perspectivas posibles. En él se quiere insistir tanto en la actitud abierta de los cristianos como en la necesidad de que los paganos vivieran unas disposiciones adecuadas de reconocimiento y humildad.

Los perros son considerados impuros en muchas culturas. La idea que nosotros tenemos de hiena es lo que más se aproxima a la idea de perro inmundo. Pero hay gran diferencia entre los perros salvajes y los de compañía, que son considerados como familia. A esta diferencia se aferra la mujer para salir airosa. Jesús no podía prescindir de los prejuicios que el pueblo judío arrastraba. Jesús tenía motivos para no hacer caso a la Cananea; pero vemos un Jesús dispuesto a aprender, incluso de una mujer pagana.

En el AT hay chispazos que nos indican ya la apertura total por parte de Dios a todo aquel que le busca con sinceridad. La primera lectura nos lo confirma: “A los extranje­ros que se han dado al Señor les traeré a mi monte santo”. No cabe duda de que Jesús participa de la mentalidad general de su pueblo, que hoy podíamos calificar de racista, pero que, en tiempo de Moisés, fue la única manera de garantizar su supervivencia.

Gracias a que, para Jesús la religión no era una programación, fue capaz de responder vivencialmente ante situacio­nes nuevas. Su experiencia de Dios y las circunstancias le hicieron ver que solo puede uno estar con Dios si está con el hombre. Las enseñanzas de Jesús no son más que el intento de comunicarnos su experiencia personal de Dios. Pero para poder comunicar una experiencia, primero hay que vivirla. Jesús, como todo ser humano, no tuvo más remedio que aprender de la experiencia cotidiana.

Jesús toma en serio a la mujer, no como los discípulos. El texto oficial quiere suavizar la expresión de los discípulos y dice ‘atiéndela’. Pero el “apoluson” griego significa también despedir, rechazar; exactamente lo contrario. La respuesta de Jesús: “Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”, no va dirigida a los apóstoles, sino a la Cananea. La dureza de la respuesta no desanima a la mujer, sino todo lo contrario. Le hace ver que el atenderla a ella no va en contra de la atención que merecen los suyos.

Por ser auténtico y sincero por ambas partes, el diálogo es fructífero. Jesús aprende y la cananea también aprende. Se produce el milagro del cambio en ambos. Lo que en este relato resalta de Jesús es su capacidad de reacción. A pesar de su actitud inicial, sabe cambiar en un instante y descubrir lo que en aquella mujer había de auténtica creyente. Jesús descubre que esa mujer, aparentemente ajena al entorno de Jesús, tiene más confianza en él que los más íntimos que le siguen desde hace tiempo.

Jesús es capaz de cambiar su actitud porque la Cananea demuestra una sensibilidad mayor de la que muestra Jesús. De ella aprendió Jesús que debía superar sus prejuicios. Aprendió que hay que proteger ante todo a los débiles; una idea femenino-maternal. Le sorprendió la confianza absoluta que en él tenía la mujer; otro valor femenino. Lo que más maravilla en el relato es la capacidad de Jesús de aceptar, es decir, hacer suyos los valores femeninos que descubre en la mujer. Jesús descubre su “anima” y la integra.

La mujer representa a todos los que sufren por el dolor de un ser querido. La profunda relación entre ambas impide delimitar donde empieza el problema de su hija. La madre es también parte del problema; de hecho, le dice socórreme. La enfermedad de la hija no es ajena a la actitud de la madre. Curar a la madre supone curar a la hija. La enfermedad de la hija nos hace pensar en problemas de relación materno-filial. Cuando la madre se encuentra a sí misma con la ayuda de Jesús, se soluciona el problema.

Hoy sabemos que la salud psicológica depende de unas relaciones adecuadas con los demás y con nosotros mismos. Debemos aceptar, como la Cananea, que muchas de las carencias de los demás se deben a nuestra falta de compromiso con ellos. Sobre todo, en el ambiente familiar, una relación inadecuada entre padres e hijos es la causa de las tensiones y rechazo del otro. Muchas veces, la culpa de lo que son los hijos la tienen los padres, por no ponerse en su lugar e intentar comprender sus puntos de vista. El acoger al otro con cariño y comprensión podría evitar muchísimas personalidades enfermizas.

El texto nos enseña que ser cristiano es acercarse al otro, superando cualquier diferencia de edad, de sexo, cultura o religión. El prójimo es siempre el que me necesita. Nosotros no hemos tenido, ni tenemos esto nada claro. Por creernos superiores a los demás, nos sigue costando demasiado aceptar a “otro” como es y dejarle seguir siendo diferente; sobre todo al que es “otro” por su religión. Tenemos que aprender del relato, que el que me necesita es el débil, el que no tiene derechos, el que se ve excluido, independientemente de su estado. También en este punto está la lección sin aprender.

Juzgar y condenar en nombre de Dios a todo el que no pensaba o actuaba como nosotros, ha sido una práctica constante en nuestra religión a través de sus dos mil años de existencia. Va siendo hora de que admitamos los tremendos errores cometidos por pensar y actuar de esa manera. Debemos reconocer que Dios nos ama a todos, no por lo que somos, sino por lo que Él es. Esta verdad bastaría para desmantelar todas nuestras pretensiones de superioridad y como consecuencia, todo atisbo de intolerancia y rechazo al que no piensa o actúa como nosotros. Debemos tratar a todos como Dios nos trata.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Necesitados.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Mt 15, 21-28

«¡Ten piedad de mí! … ¡Señor, socórreme!»

Jesús está en tierra de gentiles. Una mujer cananea tiene una hija gravemente enferma, siente necesidad de ayuda, tiene una fe ciega en que Jesús puede ayudarle… y su hija queda sana. Nos suena a conocido. Nos recuerda a ese otro episodio en el que un centurión tiene un criado enfermo, sale al encuentro de Jesús en Cafarnaúm, y el criado recobra la salud. «Mujer, grande es tu fe», le dice a la cananea. «Os aseguro que no he encontrado en Israel una fe como ésta», dice del centurión. En ambos casos concurren dos circunstancias que propician el milagro: la primera, que le buscan porque se sienten necesitados de ayuda, la segunda, que confían en Jesús.

Sentirse necesitado es el primer paso para el seguimiento de Jesús, y quien no sienta esa necesidad jamás se acercará seriamente a él y se perderá la buena Noticia (como les pasó a los notables de Israel y como nos pasa a tantos de nosotros). A Jesús le siguió la gente necesitada, gente característica de una región y una época en que la incultura, la enfermedad y la pobreza, estaban tan arraigadas que constituían la tónica general de la sociedad. Pero su necesidad no era sólo de índole material, porque, además, se sentían despreciados por los buenos; por los predilectos de un Dios que premiaba a los justos con bienes y castigaba a los pecadores, como ellos, con miserias.

Y fueron estos últimos los que encontraron en Jesús una puerta abierta a la esperanza, porque Jesús trataba a cada uno como si fuese el más importante de los hombres. No mostraba ninguna preferencia por los doctores, los santos o los ricos, sino que acogía a todo el que se le acercase. A esos míseros, desarrapados, a veces cojos, o ciegos, casi siempre impuros, les decía que poseían la dignidad de hijos de Dios; que eran herederos de su Reino; que sus calamidades no eran fruto del rechazo de Dios por sus pecados; que el papel de Dios no es castigar a los pecadores, sino ayudarles a salir de la esclavitud que acarrea el pecado; que, en todo caso, quien cae en él no debe temer ni desesperar, porque Abbá perdona siempre y sin condiciones… Una excelente noticia.

Les hablaba en un lenguaje familiar que todos entendían; no como los escribas y los fariseos. Cualquier cosa cotidiana le servía para hablarles de Dios, porque sentía que toda la creación es sagrada, reflejo del creador. Nunca tenía prisa; les dedicaba todo el tiempo y la atención que requería su tarea. Vivía para ella. Para aquellos excluidos, marginados, empecatados, malditos, abandonados, ignorados… esto era el reino de Dios en la Tierra. Ya no había que esperar más; estaba allí, junto a ellos…

Respecto a nosotros, sólo nos decidiremos a seguir a Jesús en serio si nos sentimos tan necesitados de ayuda como ellos y confiamos en él. Y es cierto que la sociedad moderna nos proporciona una sensación de seguridad que antes no existía, pero las necesidades esenciales no han variado ni un ápice desde entonces: dar sentido a la vida y vencer el miedo a la muerte. Y eso es lo que nos ofrece Jesús… Pero, para confiar en él como confiaron la cananea o el centurión, es preciso conocerle… y hoy casi nadie parece interesado en mantener su recuerdo.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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La mujer cananea y el sínodo de la sinodalidad.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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9-1COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO XX TO

(Mt 13, 21-28.)

Síntesis: Relato de la conversión de Jesús: De judío a cristiano católico (universal). Paralelismo con la conversión que nos pide el proceso hacia una Iglesia Sinodal: De la exclusión a la Iglesia de todos, todas y todes. Repitan, por favor: Todos, todas y todes. De una Iglesia organizada piramidalmente a una Iglesia circular: Sin clericalismo ni patriarcado ni machismo. Iglesia de iguales y corresponsables con su misión: Sacramento del Reinado de Dios.

El comentario del Evangelio de este domingo lo hago desde “mi estar” en esta Iglesia en revisión, en discernimiento sobre su futuro. Como mujer que espera y trabaja para que no perdamos la oportunidad que el Sínodo de la Sinodalidad nos ofrece de actualizar y abrir la Iglesia a los signos de los tiempos.

Las tres lecturas de la liturgia de hoy hablan de los gentiles, de los que están fuera del pueblo de Israel y sus instituciones. Y por extensión, de todos los excluidos de casas y mesas “institucionalizadas y excluyentes”. Y el mensaje a descubrir en estas lecturas es el alcance universal del Reinado de Dios y el papel que la Iglesia Católica, como  Patrimonio de la Humanidad, debe desempeñar en él. En la primera lectura Isaías anticipa: “A los extranjeros los traeré a mi monte santo y los llenaré de júbilo en mi casa de oración”. En la segunda, Pablo, apóstol de los gentiles, se dirige a los Romanos, gentiles ellos, y les anuncia que toda la humanidad es sujeto de la misericordia divina, sin acepción de personas. Y el Evangelio nos escenifica (psicodramatiza), en los personajes de una mujer siro-fenicia, la cananea, y Jesús, cómo llevar adelante el proceso de cercanía, apertura, aceptación y acogida del otro aunque sea gentil, extranjero o simplemente piense diferente a nosotros.  

Siempre me ha gustado este pasaje bíblico de la mujer sirio-fenicia o cananea. Para mí este relato ha sido un estímulo y modelo en mi propia evolución como creyente crítica y librepensadora. Siempre he admirado la ayuda mutua que los dos personajes llevan a efecto en su encuentro e intercambio de saberes. En este diálogo entre la mujer cananea y Jesús los dos aprenden y se enseñan recíprocamente. Se da un encuentro enriquecedor para los dos. Ganaron los dos. Hay que alabar la osadía, seguridad, constancia y persistencia de la mujer. Ejemplo de fuerza, valentía y creatividad. Lo tenía todo en contra: era mujer y extranjera. Pero era madre y los discípulos y Jesús no lo sabían. Su amor de madre  y la  necesidad de encontrar remedio al dolor de su hija es más grande que la dificultad y resistencia que encuentra en su camino. Tiene claro lo que necesita y sabe quién tiene la solución y resiste hasta el insulto pero consigue lo que busca y desea. Pertinaz, humilde e inteligente. Hoy diríamos que es una mujer empoderada y asertiva.

Pikaza, comentando este relato bíblico, llama a la mujer cananea ”catequista de Jesús”. Esta mujer enseña a Jesús y Jesús aprende de ella. Lucas nos dice que Jesús crecía en talla, sabiduría y bondad. Y el relato que estamos contemplando nos brinda un ejemplo claro del cambio de actitud de Jesús.  Jesús aprende de la mujer cananea. En este encuentro se produce en Jesús una conversión, un cambio de mentalidad, un cambio de actitud ante los no judíos. Primero Jesús contesta a la petición de esta madre cananea desde el dogma judío: que los judíos eran hijos y  los paganos perros. En segundo lugar Jesús supo  escuchar  y aprender de la respuesta: “También los perros comen de lo que cae de la mesa de los señores”. La cananea le enseña a superar sus prejuicios judíos. También los gentiles son hijos. Este cambio de actitud, gracias al encuentro con la mujer cananea, humaniza a Jesús. Como todos los humanos, Jesús asumió su “sombra (M. Navarro) y creció, con ello, en madurez personal. Ver a Jesús evolucionando y creciendo como ser humano nos facilita y hace posible identificarnos con él, pues es como nosotros, pero más y mejor. Por eso, nos podemos mirar en él como modelo o ideal humano.

A modo de moraleja, lección aprendida o por aprender.

En el momento actual de la Iglesia: A un mes de la 1ª Asamblea General del Sínodo de la Sinodalidad reflexionar sobre este relato bíblico es inspirador y fortalece la esperanza de que  otro modo de ser Iglesia es posible. Porque:

1.- Este relato bíblico es un espejo o marco de referencia en ell que debemos mirarnos todos los sujetos eclesiales, clero y laicado, en esta fase de discernimiento en el Camino hacia una Iglesia Sinodal: Comunión, Misión y participación. Es de capital importancia en esta mirada, la actitud de conversión (cambio de mentalidad) y apertura a lo que el Espíritu quiere decir a las iglesias. Este es un proceso espiritual. Sin miedo a los cambios necesarios. Con la confianza de que no estamos solos. Dios está con nosotros. Y Dios confía en nosotros. Es su Reinado la meta que todos debemos perseguir.

2.- La mujer siro-fenicia, cananea es ejemplo y modelo para la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia. Como la mujer cananea tenemos muy claro que: Lo que pedimos, dignidad e igualdad, es justo y necesario. Que como sujetos eclesiales tenemos un potencial infraevaluado en perjuicio de la misión de la Iglesia. Que nuestra integración en todos los estamentos es de justicia e inteligencia. Porque amamos la Iglesia y nos duele su cerrazón y despilfarro de talentos. Porque las justificaciones de esta injusticia “es dogmáticamente imposible” “teólogicamente infundado” “Jesús fue varón” “Jesús eligió  sólo apóstoles varones” etc. además de ser un insulto a la historia y la inteligencia, nos suenan o equivalente a “no es justo dar el pan de los hijos a los perros” o «Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel»   

3.- Las mujeres y los hombres (todos, todas y todes) en la Iglesia Sinodal (Comunión, Misión y participación) somos necesarios, corresponsables y comprometidos con su misión. La Iglesia, como sacramento de salvación para toda la humanidad, tiene que  abrirse a los signos de los tiempos y dar respuesta a los problemas reales de los hombres y mujeres de hoy, si quiere tener futuro.

Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. Bautizados ¡¡¡qué grande debe ser vuestra fe-confianza en la Iglesia para que se cumpla lo que pedís y deseáis!!!

María África de la Cruz

Fuente Fe Adulta

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“Los evangelios: ¿Historia o catequesis?”, por Enrique Martínez Lozano

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Al programar la entrada del domingo próximo,  nos hemos enterado del fallecimiento de la esposa de Enrique Martínez Lozano tras un desgraciado accidente. Desde Cristianos Gays con sentido agradecimiento, compartimos su dolor en este momento. Estáis ambos en nuestra oración. Un abrazo virtual.

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IMG_0219Domingo XX del Tiempo Ordinario

20 agosto 2023

Mt 15, 21-28

Gracias a los estudios historiográficos y exegéticos, cada vez somos más conscientes de que los evangelios no son tanto crónicas históricas -al menos, en el sentido en que nosotros entendemos esa expresión-, cuanto catequesis surgidas en el seno de las diferentes comunidades.

Con el objetivo de fortalecer la fe de aquellas comunidades y de marcar pautas de comportamiento, los redactores de los textos no tenían ningún reparo en poner en boca de Jesús afirmaciones que él nunca pudo haber pronunciado, así como tampoco les creaba problema “inventar” episodios que pudieran iluminar la situación de las comunidades de finales del siglo I.

Esto es lo que, según los estudios más rigurosos, sucede con el texto que comentamos hoy. Quienes hacen una lectura literal -como yo mismo la hice en algún momento- entienden que Jesús vivió aquí una especie de “conversión”, al ser cuestionado por una mujer pagana; conversión que lo habría sacado de una actitud exclusivista –“solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”– para conducirlo a otra universal.

Sin embargo, parece seguro que nada de eso ocurrió. Porque la problemática a la que se refiere el texto no tuvo lugar en tiempos de Jesús, sino que surgió más tarde, cuando algunas personas provenientes, no del judaísmo sino del paganismo, se interesaron por formar parte de aquellas comunidades que seguían “el camino” del Maestro de Galilea. Ahí se planteó el problema y ese sería el contexto donde nació el texto en cuestión.

Los paganos -que eran llamados habitualmente “perros”- solicitan entrar en la comunidad. Tras un debate que no debió resultar fácil ni rápido, el evangelista pone la respuesta -favorable- de los responsables comunitarios en boca de Jesús. Con ello buscaba sencillamente dotar de autoridad a la decisión recién tomada.

La superación del literalismo en la lectura de los evangelios nos acerca más a la historia y, sobre todo, permite una lectura simbólica mucho más rica, que facilita captar la sabiduría atemporal que contienen, al igual que todo libro sapiencial. Por definición, todo escrito sapiencial es atemporal y universal.

Por el contrario, el literalismo -la absolutización de cualquier texto (da igual que sea el Evangelio, la Bhagavad Gita o Un Curso de Milagros)- conduce al dogmatismo y al fundamentalismo. Y el dogma es la anticomprensión. Por lo que el hecho de ver un texto como intocable y tratar de justificarlo a toda costa constituye el mayor obstáculo para abrirse a la verdad.

Todos los textos son únicamente “mapas” que quieren apuntar hacia al “territorio”; “menús” que la nombran y la ofrecen, pero no la “comida” misma. El drama -con sus secuelas de engaño, confusión y sufrimiento- se produce cuando los mapas se presentan como el territorio mismo, y el menú como si fuera ya la comida, es decir, como la verdad absoluta. Ciertamente, unos textos y unos menús son más acertados o elaborados que otros, pero no pueden ser absolutizados. Porque el territorio o la comida -la verdad- no se pueden poseer, solo se pueden habitar o saborear. La paradoja que somos -una clave a no olvidar siempre que hablemos de lo humano- muestra que no podemos poseer (tener) la verdad -ningún texto puede pretender estar en posesión de ella-, aunque, sin embargo, en nuestra identidad profunda, la somos.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Por encima de los cromosomas están las neuronas.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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38E2BA14-1BB1-4A55-8E72-51DD8CEBDEA2Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

16.08.2023

01.- Jesús salió de allí y se retiró a Tiro y Sidón.

    ¿De dónde sale Jesús?

    Este momento de Jesús que hemos escuchado en el evangelio se sitúa en Jerusalén entre fariseos y maestros de la ley. El cp 21 de Mateo comienza así: Jesús se marcha de Jerusalén. No es una salida geográfica, sino que Jesús marcha, sale del “centro religioso judío”, porque  aquella gente: fariseos y maestros de la ley “no tienen remedio” y se marcha a tierra extranjera: Tiro y Sidón. Podríamos decir que es una salida misionera.

    Hay iglesias (y no me refiero a los edificios), hay movimientos religiosos e ideológicos de los que no es que sea mejor salir, sino que nunca debiéramos haber entrado en ellos.

02.- Jesús –judío- se abre a todos.

Es difícil encontrar en  los cuatro evangelios una imagen de Jesús tan judía como la que nos ofrece Mateo en este relato que hemos escuchado.

Al mismo tiempo, es difícil encontrar otro texto como éste en el que esa historia “étnica” se quiebra y cambia de rumbo hacia el universalismo. Jesús lo hace a través de una mujer sencilla, extranjera y pagana: siro-fenicia, pero creyente.

Mateo escribe a cristianos de origen judío y les ofrece esta (y otras) catequesis de modo que pasen del particularismo étnico, incluso racial, al universalismo.

Será San Pablo quien dé el paso definitivo de lo judío a lo universal.

Dos palabras subrayan este paso de lo particular y étnico (etnia) al pueblo (laos) de Dios universal. San Pablo dice: antes eráis etnia, ahora sois laos). (Efe 2,19). (Ethné (etnia) y laos (pueblo).

En la Iglesia estamos no por la etnia, por la raza sino por el laos de Dios, por ser pueblo de Dios.

Esta mujer cananea, que no es miembro del Pueblo de Dios porque no era de la etnia judía, encarna el ideal de lo que debe ser un miembro del Pueblo de Dios.

Dos breves -pero importantes- conclusiones:

           * La simplicidad (con matices fanáticos) con que se utilizan algunos términos tales como Pueblo de Dios e Iglesia, porque ni están todos los que son ni son todos los que están. Ni todos los creyentes (como la mujer siro fenicia) están en la Iglesia, ni todos los que están en la Iglesia son creyentes.

Pasaba ayer y pasa hoy.

Muchos obispos –especialmente fundamentalistas- piensan que el catolicismo es una “identidad cohesionada por una ideología dogmática” frente al mundo pagano y hostil.

             * Rahner llamaba cristianos anónimos a tantos creyentes, que –como la mujer siro/fenicia- no militan en la Iglesia, ni están bautizados, pero son gente honrada, “buena gente”. (Y que –por otra parte- son la mayoría de la humanidad).

Jesús rompe las fronteras estrechas del judaísmo, de la ley, del rito, y las sustituye por la misericordia por la misericordia. La intransigencia dogmática, la ley quedan superadas por la misericordia.

               * San Pablo fue quien, años después, daría forma teológica a estas cosas y formuló una antropología y eclesiología anti-racista: Ya no hay judío ni griego, pues toda diferencia entre judío y no judío ha quedado superada, (Rom 10, 12). “Todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios… Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. Todos sois uno en Cristo Jesús”, (Gál 26, 28).

El cristiano, es abierto, universal por esencia. Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) clamaba y rompió con la iglesia oficial del Reich que propugnaba una iglesia aria. No se puede preguntar si uno es judío para entrar en la Iglesia.

Francisco lo decía estos días en Lisboa: En la Iglesia caben todos, todos, todos…

Para ser cristiano –iglesia- no podemos pedir el DNI, ni pasaporte, ni “papeles”, ni el sexo al que pertenezca…

Lo hemos escuchado en la 1ª lectura de Isaías: tu casa, (la Iglesia), Padre, está abierta a para todos los pueblos.

¿Iglesia española, iglesia vasca? ¿Dos comunidades eclesiales? ¿Dos celebraciones de la Pascua en una misma parroquia? etc.

¿Somos católicos en serio: es decir, universales?

03.- Los perros y los amos

El lenguaje es fuerte.

Los perros son los no judíos, los extranjeros.

La misma mujer siro-fenicia da por válido este presupuesto cuando le dice a Jesús:También los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

La escena del evangelio de hoy se desarrolla, dentro de las más puras coordenadas de la religiosidad étnica. [1] Pero se da una superación de lo racial de lo étnico.

Los extranjeros son los perros. Los de mi etnia, los de mi raza y mi pueblo somos los amos.

Pero desde el cristianismo no podemos hablar de perros y de amos. Todos vosotros sois hermanos, (Mt 23,8).

Ya en el AT se repite con mucha frecuencia la llamada a tratar bien al extranjero:

No maltratarás ni oprimirás al extranjero, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. (Éxodo 22,21).

    Jesús no desprecia a nadie, no se impone por la fuerza de la nacionalidad, de la etnia, de la ley, de la tradición.

    Por encima de los cromosomas están las neuronas, por encima de lo racial está el pensamiento.

04.- Mujer, qué grande es tu fe.

Esta afirmación rompe los esquemas religiosos hasta entonces vigentes en el Pueblo de Dios.

Que una mujer sea protagonista de este relato es un hecho significativo. Si alguien no tenía voz en Israel eran precisamente las mujeres. Eligiendo a una mujer, extranjera y cananea, Mateo acaba con todos los esquemas religiosos hasta entonces vigentes.

Desde Jesús lo que determina la pertenencia al Pueblo de Dios es la fe en Jesús, la adhesión a su persona. No olvidemos nunca que, en el contexto del evangelio de Mateo, la fe significa la relativización de la Ley y de la Tradición, necesarias, pero nunca prioritarias. ni con valor de absolutos.

Llama la atención la marginación a la que la mujer se ha visto sometida en la historia de la Iglesia. Parece como si la Iglesia hubiese recuperado el sistema religioso veterotestamentario de marginación de la mujer en el Pueblo de Dios.

Y yo creo que no es una mera cuestión jurídica, que la pueda solucionar la sinodalidad con una disposición normativa del papa o del dicasterio que fuere: “desde mañana la mujer podría celebrar misa”… No. Es una cuestión más honda, que ya la resolvió san Pablo: “no hay judío ni griego, hombre ni mujer, todos sois uno e iguales”.

Lo que nos une en la Iglesia no es la biología, ni la etnia, sino la fe. Y mujer y hombre pueden ser creyentes por igual.

La presencia de la mujer en la Iglesia no es una cuestión del Derecho Canónico (ley), sino de la teología cristiana más honda: todos somos iguales. Hombres y mujeres.

05.- JESÚS SANA

    Jesús cura, perdona, sana, alivia, acompaña a todo el mundo sea de la nación que sea, sin hacer acepción de personas, (Rom 2,11). A Jesús le da lo mismo da que seamos leprosos, endemoniados, medio locos, paralíticos, hombres o mujeres (lgtbi), samaritanos, judíos, o sirofenicios, centurión romano, cananeos, cobradores de impuestos, o que estemos muertos moral (hijos pródigos)o físicamente. Jesús cura, salva.

Las naciones y las Iglesias tienen fronteras, pero la salvación de Jesús no tiene límites.

Salid a los cruces de los caminos e invitad a todos los que encontréis, buenos y malos. (Mt 22).

    Como la hija de aquella mujer pagana, confiemos en el Señor

y en ese momento quedaremos curados.

[1] San Pablo cambió esta cuestión tan radicalmente que ya no usará la palabra etnia para el pueblo como Iglesia, comenzará a hablar de laos: laico: pueblo

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Recordatorio

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