“Con entrañas de mujer. O mujeres con entrañas”
Manos femeninas de Dios a mi lado. Y en mis entrañas. Mujeres. Aquí van unas cuantas tras haber visto el testimonio en dos películas recientes sobre tema de las víctimas de la trata y la prostitución. Muchas de ellas como consecuencia de la migración irregular.
Testigos vitales: Es una de las frases escuchadas en la película “Si todas las puertas se cierran “ Testigos vitales. El de una religiosa actual al explicar su vocación. Y dos mujeres – fundadoras-, Antonia María de Oviedo, de las Hermanas Oblatas, y Vicenta Maria Lopez de las Religiosas de María Inmaculada, al pie del cañón para que no “se cierren las puertas” y para que las “sirvientas” entregadas a los pies de dicha víctimas sigan ofreciendo liberación con sencillez, sabiduría y eficacia desde lo religioso, lo comunitario, lo eclesial y social. Gracias desde este humilde rincón.
También me quedo con la afirmación rotunda de la mujer que huye de su acosador: “¡No soy de nadie! Soy mía”. O con los pétalos incluidos en una carta escrita a un impulsador de esta vocación de entrega. Pétalos en rojo como lágrimas por el recuerdo esclavizado o en blanco por el amor agradecido ante la ayuda recibida
El póster anunciador de “La sirvienta” es una mujer lavando los pies a una de las víctimas. Lavatorio femenino de todos los días ( y no solo del jueves santo) y de tantas mujeres prolongando el gesto del Maestro que se agachan para que otras puedan levantarse . Lo que tanto he meditado en las pascuas celebradas esta semana santa (con los Grupos Loyola) acompasado por la canción de Maite López “Abriendo los ojos “
“Amando hasta el extremo, dejándote la piel,/entregando las entrañas, tus entrañas de mujer,/en una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies,/en un mirarnos hasta el fondo sin nada que reprochar/y sin nada que pedir, y con tanto para dar”.
Lavarles los pies. Para mostrarles que son merecedores de una dignidad profunda. Para invertir rangos y categorías. Y acariciar los cansancios de tantas noches o días al pie del camino al borde de la carretera. Convertir uno mismo, propios adornos y honras, títulos y méritos, en lágrimas. Y fajarse la toalla por cuidar y abraza a otros. “Entregando las entrañas, tus entrañas de mujer”…
Al repasar este tema y recoger los esfuerzos que tanta gente buena de iglesia está haciendo me vino a la memoria el recuerdo de un intento cuyos impulsores, impactados por el volumen y el mercadeo inmenso y trágico para el ejercicio de la prostitución sexual, se acercaron de manera un tanto ingenua a un director y dueño de un gran periódico. Y se le pidió, que dada su pública identidad cristiana prescindiera de los anuncios pagados sobre “contactos” que incitaban a entrar en el comercio carnal manipulador y esclavista con las víctimas de la trata sexual.
El provecto director se avergonzó de aquella costumbre y prometió retirarlos. Pero apenas se enteró del dinero que perdería con ello, se encogió de hombros… y la vida siguió su curso… tal que ayer. Apuntándose al carro de la venta de mujeres para usar y tirar. Al fin y cabo, se justificaba, ” la libertad personal era el criterio supremo” para contactar (y de paso, aprovecharse) con esas mujeres “invisibles”.
Recuerdo también con gozo y con agradecimiento haber sido testigo en la Comisión Episcopal de Migraciones de la creación de una sección sobre la trata con Mari Fran Sánchez Vara gran experta y entregada a tope en este tema, actual directora en estos asuntos. O el nacimiento de “Liberata” en 2016 para la lucha contra esta lacra, con una colaboradora del Papa, la argentina Alicia Peressutti donde nos ayudaba Maria Teresa Compte con su gran sabiduría sobre el tema. Mujeres con entrañas.
Además de otras grandes mujeres que me ayudaron esos días como las citadas y otras Hijas de la Caridad, Caritas, Villa Teresita etc). O el trabajo fotográfico de Fernando Mármol reflejando con dignidad máxima la desnudez del dolor de las mujeres víctimas prostitutas en la exposición Punto y seguimos que recorre España entera. Recuerdo también a Ana Almarza, Consuelo Rojo y a Cristina Ramos una amiga francesa, de las Adoratrices, muy enterada del tema – como todas ellas – , que ha trabajado mucho y muy bien en París con muchas mujeres españolas emigrantes víctimas de la trata con fines de explotación sexual. Me decía que solemos pensar que la mayoría de las personas que se prostituyen son libres y si no, que lo que tienen que hacer es denunciar.
Pero desmantelar redes de explotación supone un trabajo de titanes para los agentes sociales, legisladores, policía…Y para las víctimas, un profundo discernimiento donde el miedo, el proyecto vital a conseguir, el sustento, los hijos etc. son elementos imprescindibles para poder o no denunciar. Porque a menudo el temor a las represalias sobre su familia, a quien dejaron en sus pobres países, ( las mafias tienen tentáculos en todo el mundo) parece más fuerte que su propio sufrimiento o muerte. Algo de esto aparece en las películas citadas.Tanto en sus orígenes, en tantos países del “sur“, como en sus destinos (transportadas por el engaño y la mentira), la violencia y el sometimiento son las únicas herramientas que dictan sus destinos. No precisamente el ejercicio de la libertad.
A todos nosotros que podemos ser testigos y cómplices nos toca aprender a denunciar, a no “consumir” servicios fruto de la explotación humana y a sensibilizarnos para optar por la visibilización de tantas víctimas olvidadas. Y no sólo cuando aparecen en primera página.
Y recuerdo también a Helena Maleno, la gran y valiente activista defensora de migrantes en el Estrecho (¡Ánimo Helena!).
Dejadme recoger su testimonio reflejado en un libro, “Todas. Crónicas de la violencia contra las mujeres”
Helena salva las vidas (obligación primera de las administraciones de las dos orillas) de los que no saben que esas vidas, y las de todos los puntos cardinales del mundo, son mares… sin riberas. Sin abrazos acogedores y dignos que esperen en las playas.
Su encuentro con una víctima de la trata lo narraba así:
“A Erín se le sigue quebrando la voz cuando explica que a pesar de ser una superviviente, una esclava sexual nunca llega a curarse del todo.(…) Después de 15 años sigue quebrándose su voz cuando habla en público porque explica que a pesar de ser una superviviente, una esclava sexual nunca llega a curarse del todo. Relata con detalles su captación, transporte desde Rumanía y su posterior explotación en el Estado español. Con la realidad de su historia define todo el proceso y las claves para entender el negocio criminal de la trata. Parece que el tiempo no hubiese pasado, sus recuerdos son tan claros como si los viviese en ese momento. Noto un escalofrío que me sube desde la espalda y me pregunto cómo se puede terminar con esta lacra normalizada por nuestras sociedades capitalistas y globalizadas…”
Mira las dos manos de Erin encima de la mesa, las tiene alrededor del micrófono, como si quisiera abrazar su voz y su dolor. Se la ve pequeña ante la industria enorme de la explotación que está describiendo, pero también se la ve muy grande señalando la responsabilidad de las redes, de la sociedad y de los estados.
Al releerlo, cantando la canción, actualizando el jueves santo de cada día y recordando de nuevo las películas, intento contener las lágrimas para no llorar de admiración. Testigos vitales. Entrañas de mujer. También las mías
Y es que no terminamos de convencernos de que vamos a la bancarrota con estas prácticas. Y aún antes de ellas. Cuando mantenemos una actitud dominadora, supremacista, (hay piropos que parecen ingenuos pero que son de vergüenza insultante) etc. ante la mujer. “Vuela en picado torcida la humanidad, pájaro de un ala sola” que diría Galeano. Así es; con la humanidad gobernada sólo por los varones, vamos al desastre. Y frente a ello solo cabe encender la luz, miles de luces, personales, colectivas, cinematográficas o escondidas, sin pantallas de cine, de teles y redes, que nos lleven a la compasión (padecer con). Y de esta a la indignación (luchar también por la dignidad ajena y no solo la propia). Y luego al compromiso. (¡Hagan lío!)
Con entrañas de mujer. O mujeres con entrañas. No son películas con final. Continuará.
Jose Luis Pinilla Martin s.j.
Fuente Religión Digital
Espiritualidad
Entrañas, Mujeres
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