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Coraje

Martes, 8 de febrero de 2022
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Del blog Nova Bella:

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El coraje es tener miedo hasta de la muerte

y quedarse de pie de todas formas.

*

John Wayne

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Trabajo, salario y vida. ¿Por qué tantos conflictos?“, por Ramón Hernández Martín

Martes, 8 de febrero de 2022
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hine_mechanic_0.previewHay algo tan determinante y claro en la vida de los seres humanos como la necesidad de vivir “agrupados”, pues la interdependencia es característica de toda vida animal: no solo nacemos unos de otros, sino también nos necesitamos como un bastón para sostenernos en pie y seguir adelante. ¿Hay algo más inútil y enclenque que un hombre solo, por muy dotado que esté de facultades y por muchas fuerzas que tenga? ¿Es concebible siquiera la vida humana en una tierra habitada exclusivamente por “robinsones”?

Que la necesidad esencial de agruparse haya llevado a los seres humanos a su más lograda y perfecta forma de hacerlo en las “democracias” ha sido producto de no pocas renuncias individuales que nacen de tener que confiar en otros y delegar la representación personal en muy concretos grupos políticos. Sin embargo, mientras que la confianza ensancha el horizonte vital, la delegación no se hace como renuncia o sometimiento, pues todos tenemos los mismos derechos y nadie debe ser esclavo de nadie, sino por la conveniencia de encontrar acomodo y proyección en el grupo del que necesariamente se forma parte. En otras palabras: confiamos en otros para crecer y delegamos en los representantes políticos, pero no para transferirles un poder de dominio sobre nuestras vidas y haciendas, por más que ese sea el resultado muchas veces, sino para que lleven a efecto una fructífera misión de servicio a la colectividad. Solo el servicio a la comunidad justifica el poder político y la existencia misma de los políticos.

De ahí que toda política que no es servicio, es decir, toda política “dominadora”, sea depredadora, y que los “políticos dominadores” se conviertan en pesadas cargas para las espaldas de los ciudadanos que han confiado en ellos. Y de ahí se deriva igualmente la necesidad de que la política ejercida sea no solo buena, eficaz y productiva, sino también soportable económicamente. El ideal, por inalcanzable que resulte, es muy claro: buena política, pero a bajo costo; país rico con gobierno pobre. Es justo lo contrario de lo que está ocurriendo por lo general en las naciones orgullosas de su democracia. La vocación obliga al político a ser uno de los trabajadores más rentables para el pueblo, uno de los que más produzca a menor costo. Vista desde esa perspectiva, la situación actual no da más que para carcajadas sarcásticas debido a que no pocos políticos aprovechan su situación privilegiada para enriquecerse, comportándose para mayor escarnio como auténticos parásitos y viviendo como insaciables sanguijuelas de la sangre de los ciudadanos. Para no hurgar más en esta herida, de todos es bien sabido que, durante la terrible pandemia que padecemos y mientras muchos ciudadanos han perdido sus trabajos y disminuido sus ingresos, ningún político español ha ido al paro ni ha visto recortada su injustificada remuneración.

Partiendo de estos principios, el primer objetivo de todo gobierno bien emplazado debería ser procurar cobijo y comida a todos los ciudadanos que no quieran vivir a la intemperie ni pasar hambre voluntariamente. Todo ser humano que nace tiene derecho a un lugar donde vivir y a poder llevarse algo a la boca. Digamos, para no desequilibrar la cosa, que también tiene la obligación de contribuir al logro de ese objetivo. Un pueblo en el que haya ciudadanos que pasen hambre y por la noche no tengan para arroparse más que las estrellas es, siempre y en toda circunstancia, un pueblo “mal gobernado”, un pueblo cuya política hace aguas debido a que sus políticos se sirven de él en vez de servirlo. Insisto en que lo que realmente determina que una política discurra por el buen camino es que se logre de alguna manera que todos los ciudadanos tengan un habitáculo y puedan llevar cada día a la boca lo que necesitan para vivir. A ello hay que añadir, además, que disfruten de buena salud, que tengan una educación adecuada y posibilidades de realizarse como personas.

Ahora que en España se ha puesto sobre la mesa la “cuestión laboral” con la idea de injertar como es debido el mundo del trabajo en el empresarial, deberíamos tener el coraje de ir más allá de lo estrictamente salarial y de la durabilidad del trabajo para armonizar convenientemente en la vida de las empresas los roles de los empresarios capitalistas y de los trabajadores asalariados. Frente a tan problemática pantalla, solo me atrevo a insinuar que trabajar por un salario empobrece al trabajador e incluso desnaturaliza su trabajo. La envergadura laboral de un trabajador no se puede medir por la cuantía de un sueldo: considerando la empresa como un ser vivo, el trabajador, como también el empresario y el capital, es un órgano vital. De hecho, el fallo de cualquiera de esos tres órganos la hace inviable. Tengo la impresión de que, tras más de un siglo de dramáticas disputas entre marxismo y capitalismo, aquel nunca se ha atrevido a plantear la cuestión en términos tan esclarecedores como que los trabajadores son tan importantes como el capital y que también ellos son empresa.

Fijar en última instancia lo que son políticas de derechas o de izquierdas, zarzal en el que estamos metidos desde los inicios del s. XX, no solo se ha cobrado millones de víctimas, sino también empobrecido sobremanera nuestras sociedades. Es un problema que sigue muy verde en nuestros días. Sin duda, la persistente lucha obrera, que propugna “un salario mínimo digno”, ha contribuido a rescatar a los trabajadores de una explotación laboral que trataba de valorarlos únicamente como fuerza productiva y que de hecho los sometía y sigue sometiendo, no pocas veces, a una severa esclavitud. Si queremos salir del atolladero en que todavía nos encontramos, hemos de partir del hecho ya apuntado de que toda empresa está formada por el capital que la sostiene, por un cuerpo directivo que la planifica y por los obreros que le ponen carne al esqueleto, las tres columnas que sostienen el edificio: sin base económica no habría proyecto, sin dirigentes todo sería un caos y sin trabajadores no se daría ni un solo paso hacia adelante. La pacificación definitiva del mundo laboral vendrá únicamente de que la empresa funcione realmente como un cuerpo vivo en el que todos sus órganos vitales trabajen a pleno rendimiento.

Hoy, ningún empresario se atrevería a negarle a un trabajador la remuneración mínima suficiente para que puedan vivir él y su familia. De hacerlo, tendría que ser al margen de la ley que lo cuantifica. Sin duda, han quedado atrás los tiempos de la severa esclavitud laboral que muchos trabajadores han padecido, pero seguimos soportando todavía muchos desequilibrios, derivados de llamar empresa y considerar como tal únicamente al capital y a su personal directivo, mientras que los obreros quedaban reducidos a una masa laboral informe, obligada a producir el máximo rendimiento para sus patronos. Mis tiempos de comerciante me enseñaron que el beneficio comercial depende también y no poco de la gestión de compras y del control de los gastos de la transacción, el mayor de los cuales es siempre el costo laboral. De ahí que el trabajador, lejos de ser valorado como una de las tres columnas vertebrales de la empresa, quede reducido muchas veces a un “gasto” inevitable, tanto más soportable cuanto menor sea.

Yendo mucho más allá de cuanto se ha expuesto en tantísimos tratados sobre los empresarios y los trabajadores, sobre el capital y el trabajo, urge que los trabajadores sean colocados a la altura del capital. No me cansaré en insistir en que tan importante es para una empresa el capital sobre el que se funda como el trabajo que la desarrolla. Sin dinero, no hay base sobre la que construir, pero, sin trabajo, no hay construcción posible. Falta todavía mucho para que el trabajador se sienta dueño de alguna manera de la empresa en que trabaja. Cuando seamos capaces de plasmar en el funcionamiento de nuestras empresas ese proceder no solo habremos demostrado la inutilidad de la cansina dialéctica capital-trabajo, en la que seguimos inmersos por intereses económicos e ideológicos, sino también eliminado de raíz la conflictividad laboral que tantísimos disgustos causa, que tantas horas de trabajo tira por el sumidero y que tanto empobrece a los ciudadanos.

Partiendo de que la mínima aspiración de todo buen gobierno ha de consistir en procurar cobijo y comida a todos sus ciudadanos y de que el “salario mínimo” ha de ser de una cuantía que provea a las necesidades básicas del trabajador y de su familia, deberíamos diseñar empresas en las que los trabajadores sean beneficiarios de su productividad en la medida en que su trabajo los convierte en sus dueños. Sin duda, es una tarea harto difícil, pero el día en que se logre se dará al traste con toda la conflictividad laboral y se resolverá de un plumazo uno de los problemas más enquistados en la sociedad: conseguir que “los trabajadores trabajen”.  El sistema actual favorece que se acomoden en él fácilmente cientos de miles de parásitos que viven chupando la sangre de otros y cuyos salarios, lejos de ser dignos, son robos descarados.

El doce de enero se daba cuenta en este mismo portal de RD de que el papa Francisco denunciaba que “el trabajo es a menudo rehén de la injusticia social” y pedía que “sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona”. “Derecho” porque es eje esencial del funcionamiento de una empresa en la que se proyecta la vida profesional del trabajador. “Deber” porque incluso fuerza a dejarse la piel en una empresa que se convierte en el sustento de su familia. Hablamos de un equilibrio de fuerzas y de reparto de beneficios que no solo será difícil de diseñar, pues requerirá audaces desarrollos legislativos, sino también de implantar, pues tendrá que lidiar, por un lado, con la precariedad laboral en que se mueven muchas empresas y, por otro, con la cuantificación de la productividad real de cada trabajador.

En este contexto, permítaseme una rápida alusión al mundo de la emigración, tan problemático en nuestros días por incomprensibles razones políticas e ideológicas. Sé de lo que hablo al haber trabajado con emigrantes españoles en Francia y en el Reino Unido. Cuando la emigración no es forzada, sino que obedece al derecho básico que cada cual tiene para buscarse la vida donde mejor le parezca, es realmente una bendición para los pueblos. Lo digo porque, en la actual coyuntura, la emigración está resultando muy conflictiva no solo porque se está haciendo a las bravas, sino también porque el mal entendido “fair play” de algunas naciones facilita que emigren a ellas parásitos de toda índole y hasta peligrosos delincuentes. Sin embargo, cuando se planifica y se desarrolla conforme a la ley, el emigrante, que se ve sometido muchas veces a esfuerzos sobrehumanos, enriquece al mismo tiempo a sus dos pueblos: el de su origen, al que suele enviar importantes ahorros, y el de su destino, que resulta el más beneficiado por su trabajo. Son muchos los españoles que a mediados del siglo pasado contribuyeron, por ejemplo, al desarrollo de Francia, de Alemania y del Reino Unido, al mismo tiempo que, tras vivir ellos con severa austeridad, ayudaban con sus ahorros a sus familias y contribuían con ellos significativamente a sacar a España de la enquistada pobreza en que había caído tras tantas convulsiones políticas.

Ramón Hernández Martín

Religión Digital

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Desplome del catolicismo chileno: ¿un nuevo tipo de cristianismo?

Martes, 8 de febrero de 2022
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E6AA1A4E-3F98-453B-9EB8-001586EB4142Del blog de Jorge Costadoat Cristianismo en construcción:

En muy pocas décadas la crisis de la Iglesia Católica en Chile puede conducir a un catolicismo muy diferente del que conoce la actual generación. Pero es imposible saber si la caída del número de sus miembros y la erosión de la jerarquía eclesiástica se traducirán en un nuevo tipo de cristianismo

Laicos y laicas no participan en ninguna decisión importante en su Iglesia. No eligen a sus autoridades. Estas tampoco les dan cuenta (accountability) de su desempeño. Y, como si lo anterior fuera poco, los abusos sexuales del clero y su encubrimiento ciertamente han podido provocar una estampida

En muy pocas décadas la crisis de la Iglesia Católica en Chile puede conducir a un catolicismo muy diferente del que conoce la actual generación. Pero es imposible saber si la caída del número de sus miembros y la erosión de la jerarquía eclesiástica se traducirán en un nuevo tipo de cristianismo.

La Iglesia Católica ha experimentado una disminución de sus miembros impresionante. Solo en los últimos 15 años los católicos son prácticamente un tercio menos. Lo que las encuestas no pueden medir es qué está ocurriendo en el corazón de cada católico/a, y probablemente tampoco estos lo sepan con exactitud. ¿Alguien puede excluir que haya personas en quienes, en este contexto, ha crecido la preocupación por el prójimo y la paz del mundo? Si así fuere, el panorama no es necesariamente tan malo. Esto puede ser germen de otra versión de la Iglesia. Las hubo en el pasado. La tradición monástica, por ejemplo. Las hay en el presente, las varias familias protestantes, otro ejemplo.

Las causas de la caída, según parece, son varias. Una, y probablemente la principal, es el acelerado proceso de secularización. Muchos connacionales no necesitan de la religión para ir adelante en la vida. La ciencia y la técnica hacen más “milagros” que la fe y los santos. Por lo demás, ¿qué misa puede serle a los jóvenes más profunda que una buena conversación por celular? También debe influir el anacronismo de las instituciones católicas. Las vestimentas y las ceremonias religiosas, sobre todo las más solemnes, parecerán esotéricas incluso a la gente mayor. Otro motivo del declive es la concentración absoluta del poder en la jerarquía eclesiástica. Laicos y laicas no participan en ninguna decisión importante en su Iglesia. No eligen a sus autoridades. Estas tampoco les dan cuenta (accountability) de su desempeño. Y, como si lo anterior fuera poco, los abusos sexuales del clero y su encubrimiento ciertamente han podido provocar una estampida.

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Sean estas y otras las razones, es un dato duro la disminución de los ministros. Las congregaciones religiosas femeninas se apagan, los seminarios y noviciados se vacían, y muchos curas dejan el sacerdocio. El caso de los sacerdotes merece una atención aparte. Si pasa por ellos la estructuración de la Iglesia y ellos inciden poderosamente en la experiencia de Dios de las personas, su mengua tendrá un enorme impacto. Pero, aun en el caso que la escasez de obispos y presbíteros se revirtiera, hay un problema de fondo. La versión sacerdotal de la Iglesia se agota. Tal vez surjan otras versiones. Estas exigirían distintas modalidades de eclesialidad, nuevos tipos de líderes e innovaciones en las maneras de formarlos. Este punto es clave.

El seminario tridentino actual, aunque con importantes modernizaciones, continúa formando aparte a sus líderes. Los separa de la gente, de su sentir, de sus modos aprender y de padecer, e instala en ellos una distancia entre lo sagrado y lo profano que han de representar y ejercitar. El Concilio Vaticano II abrió la posibilidad de formar de otras maneras a sus autoridades. Se ensayaron nuevas modalidades, pero el gobierno de Juan Pablo II frenó las innovaciones, mejoró el seminario del concilio de Trento y ordenó sacerdotes a personas que volvieron a considerarse superiores a los demás. El mismo Vaticano II impulsó un progreso en materia de crecimiento humano, intelectual y espiritual de los seminaristas, pero no desmontó el sistema de separaciones estructural que pone de un lado y otro a la Iglesia y el mundo, a los clérigos y el laicado, escisiones que alojan en la psiquis del sacerdote y le hacen vivir con un estrés complicado de soportar.

En Chile la crisis de la Iglesia Católica es enorme en relación a los otros países latinoamericanos. Además de la caída inédita en la pertenencia religiosa, también el desprestigio de su dirigencia es incomparable. Todo indica que la iniciativa ahora la tienen los laicos y laicas que crean que una tradición de humanidad de dos mil de años todavía puede inspirar la creación de comunidades cristianas, con nuevas autoridades, con renovadas formas de caridad y de lucha por la justicia a través de las cuales las personas recreen una fraternidad universal.

Fuente Religión Digital

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‘Quería ser quien soy ahora’: Tiffany dejó la violencia en Honduras para vivir en EU

Martes, 8 de febrero de 2022
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De acuerdo con el Comité de DDHH de la ONU, entre 2009 y 2020 se registraron 335 muertes violentas de personas LGBTI en Honduras

Por Eréndira Aquino
6 de febrero, 2022

Pasaron más de diez años de deportaciones, miedo, vivir en las calles y ejercer el trabajo sexual para que Tiffany, de origen hondureño, lograra cumplir sus dos sueños: transicionar como mujer y llegar a Estados Unidos.

“Quería que la gente me viera, quería ser quien ahora soy, una mujer trans… La primera vez que salí tenía 16 años, en 2011. Soy de un lugar donde predomina la Mara y yo ya estaba experimentando, ya sabía que me gustaban los hombres. A escondidas me vestía con ropa de mi mamá y de mi hermana, me maquillaba”, cuenta.

A pesar de que se ocultaba, Tiffany fue descubierta por su madre, quien le dio una golpiza, lo que motivó que saliera huyendo de su casa y de su país.

En el camino comenzó a vestirse como mujer por primera vez. Su primer círculo de apoyo fueron las trabajadoras sexuales trans de Guatemala. “Me empiezan a maquillar y con ellas me puse por primera vez un par de tacones. Salí con falda a la calle, traía brassiere… ¡Sentí que me quería comer el mundo! Aunque no podía ni caminar”, relata Tiffany con una sonrisa.

Titubea un poco, y en seguida reconoce que todo el recorrido que hizo, lo hizo sin un peso. “Ejerciendo trabajo sexual con traileros, así fue mi camino”.

Después de varios meses de tránsito, consiguió llegar a Tenosique, Tabasco, donde vivió por aproximadamente cuatro años, a la espera de conseguir documentos que le permitieran permanecer legalmente en México, pero no lo consiguió. En cambio, fue enviada por las autoridades de vuelta a Honduras, pese al riesgo en el que se encontraba.

De acuerdo con el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, entre 2009 y 2020 se registraron 335 muertes violentas de personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales en Honduras, de las cuales 109 ocurrieron en los últimos tres años.

Naciones Unidas ha documentado que las víctimas identificadas como parte de la comunidad LGBTI comparten rasgos como evidentes señales de tortura o castigos, violaciones, golpes en el rostro, quemaduras, heridas en distintas partes del cuerpo y muertes causadas con armas de fuego.

“Mis ilusiones empezaron a morir en la calle”

“Sufrí mucha discriminación de mi familia. El pueblo de donde soy era de puro cabrón, puro marero -integrantes de la pandilla Mara Salvatrucha-. Estuve un año en Honduras de regreso, me pasaron muchas cosas. De la noche a la mañana tuve que volver a salir huyendo”, recuerda.

Al ser una mujer trans, “me tocaba estar con los mareros, aunque son homofóbicos. Practicaba sexo con ellos por miedo, pero uno de ellos me buscaba siempre que andaba tomado. Yo vivía con una amiga y estaba estudiando cosmetología, ya trabajaba en una estética”.

Según la organización Human Rights Watch (HRW), la violencia contra las personas de la comunidad LGBT en Honduras está asociada con factores económicos que derivan en una marginación sistemática que suele empezar con el rechazo y el abuso por parte de sus familias.

En un informe elaborado en 2020, HRW señaló que la discriminación en la educación y el empleo por motivos de orientación sexual e identidad de género agudizan la marginación económica, y con el tiempo dejan a muchas personas LGBT sin medios de vida estables y con pocas opciones que no sean vecindarios de bajos recursos, a menudo controlados por pandillas.

Era el caso de Tiffany, quien vivía con miedo, hasta el día en el que no pudo soportar más los insultos que el “marero” que la buscaba le gritó.

“Fue tanta mi cólera, porque ya tenía que soportar que no me gustaba, y después quiso seguirme humillando… No me aguanté y vulgarmente le respondí que él era más puto que yo, porque después de comerse el tigre le tenía miedo al cuero” detalla.

En seguida sintió el golpe de la botella de alcohol que sostenía su agresor contra su rostro, y comenzó a sangrar. Salió corriendo y no tuvo tiempo de más que tomar su bolso de maquillaje y salir del cuarto que rentaba. Durmió en otra casa esa noche y a la mañana siguiente volvió a cruzar la frontera hacia Guatemala.

Esta vez Tiffany no quiso cruzar por Tabasco, y prefirió probar suerte en Tapachula, Chiapas. Era junio de 2019 y la ciudad se encontraba saturada debido a la entrada de una caravana migrante. No había lugar en los albergues y los servicios de migración se encontraban saturados.

“Traía todavía las heridas de los vidrios. Fui a derechos humanos y les conté mi historia. Me canalizaron con la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, por sus siglas en inglés) y COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados)”, donde su trámite nuevamente se estancó.

Hasta una tarde en la que fue vista por un conocido de Honduras en Tapachula, quien contó por redes sociales que la había encontrado en México. De inmediato recibió mensajes de su hermana advirtiéndole que en su pueblo ya se sabía dónde estaba.

“Presenté los mensajes de Whatsapp a la COMAR y me dieron un traslado para la Ciudad de México. Por un momento me sentí esperanzada porque había avanzado más allá de Chiapas pero mi vida fue un infierno… lo más difícil estaba por comenzar”.

Sin redes de apoyo ni papeles para poder trabajar, al llegar a la Ciudad de México Tiffany se vio en la necesidad de volver a realizar trabajo sexual.

“Yo solo buscaba una lugar donde vestirme de mujer, tener un empleo normal… la vida que siempre soñé, pero cometí la equivocación de darle mis papeles a guardar a una de las “madrotas” -encargadas de los puntos de trabajo sexual-. Ella desapareció un día con mis cosas. No la volví a ver”.

El tiempo en el que Tiffany estuvo en la Ciudad de México coincidió con el inicio de la pandemia de COVID, lo que complicó aún más su situación: “los clientes bajaron mucho, iban puros que consumían piedra o cristal… ya no había gente que quisiera pagar por servicios sexuales, a lo más, pedían que le compraras alguna droga y ofrecían compartirla a cambio de compañía”.

“Empecé a consumir drogas y en un abrir y cerrar de ojos mi vida dio un cambio. Ya no tenía para pagar hotel. Todas las ilusiones con que venía empezaron a morir en la calle. Mis papeles de migración no salían y yo me hundía cada vez más en la prostitución”, lamenta.

La sororidad trans cruza fronteras

“Es bonito reírse cuando ya estás acá, pero no creas, cuando lo estás viviendo solo tienes miedo de las cosas que pueden pasar”, cuenta entre carcajadas Tiffany, quien actualmente se encuentra en Texas, Estados Unidos, después de una aventura que le llevó meses, y pudo ser posible gracias al apoyo de otras mujeres trans.

La primera en tenderle la mano fue Victoria, quien coordina una organización llamada LLeca-Escuchando la calle. Cada martes, acompañada de voluntarios, acude al Monumento a la Revolución por las noches, para regalar comida y ropa a las mujeres que ejercen el trabajo sexual.

“Ahí fue donde conocí a Victoria, que nos regalaba comida y ropa. Haz de cuenta que en Revolución se forman como 100 trabajadoras sexuales, algunas entaconadas o descalzas, todas con sus pelucas, en lencería o vestidas, pero están formadas por un taco”. Poco a poco su relación comenzó a ser más cercana.

La ayuda de Victoria, cuenta, fue crucial para que pudiera salir del trabajo sexual y del consumo de drogas. Por voluntad propia acudió a un centro de desintoxicación y estuvo internada tres meses, en los que se recuperó, hasta el día en el que salió y pocas horas después le informaron por teléfono que una de sus amigas, quien estuvo anexada con ella, había fallecido.

“No es excusa, pero es algo que no supero hasta el día de hoy. Después de eso empecé a tomar, recaí, pero Victoria y otras chicas del trabajo me dijeron que tenía que valer la pena el esfuerzo que había hecho”. Pero lo que definitivamente la hizo decidir que ya no quería esa vida fue presenciar el ataque contra una de sus compañeras por parte de una madrota. Consiguió la dirección de Victoria, y sin invitación, acudió a tocar su puerta.

Aquella noche, recuerda Victoria, “ni siquiera la esperábamos. Ya que llegó la invité a pasar, se sentó a cenar cereal y de repente un taxista tocó a la puerta para preguntar por ella porque no había pagado”.

Tiffany ríe y reconoce que no tenía para pagar, que de hecho acudió con Victoria porque no tenía dinero para comprar algo que comer, menos aún alquilar una habitación para dormir.

Victoria vive en un departamento de dos habitaciones, en el que desde que comenzó la pandemia da alojamiento a trabajadoras sexuales que se encuentran en situación de calle, y desde aquel día ella era una más de sus huéspedes. Sin embargo, a diferencia de sus compañeras, debía vivir encerrada, ante el miedo de que pudieran hacerle algo por haber sido testigo de la agresión a su compañera.

Mientras las otras huéspedes de Victoria le retribuían el apoyo yendo con ella a dejar comida a las trabajadoras sexuales o llevando ropa, Tiffany colaboraba con las labores del hogar y la preparación de los alimentos. Se encontraba segura mientras no saliera del departamento, pero no pasó mucho tiempo antes de que decidiera que no quería vivir más así.

Consiguió que una amiga que vive en Estados Unidos le enviara dinero para que intentara cruzar la frontera y, en cuanto lo tuvo en sus manos, pagó su pasaje rumbo a Reynosa, Tamaulipas, donde ya la esperaba un ‘coyote’ para llevarla hasta Texas.

“Desgraciadamente después de que me cruzaron, ya en Texas, me subieron a una patrulla y me regresaron por el puente fronterizo. El de migración nos dijo “Bienvenidos a México” y en ese momento rompí en llanto, me arrodillé y grité. Sentí que se me venía el mundo encima”, relata.

Llevaba el dinero contado y tenía días sin comer. Aún con la ropa mojada por haber cruzado por el río, y de vuelta en México, Tiffany pensó que su única opción sería regresar a la capital y ejercer el trabajo sexual. Victoria le mandó 200 pesos para que comprara comida. Con lo que sobró, recuerda que pagó una hora de servicio en un café internet.

“Me fui a meter al café internet y llorando le conté a una amiga que vive en Nueva York que me habían regresado, que estaba mal y no sabía que hacer. Ella me dio el número de mamá Susana. Me dijo que le explicara la verdad de lo que estaba pasando y ella me iba a ayudar sin pensarlo”.

Y así fue como estableció contacto con la directora del albergue Casa de Colores, que apoya a mujeres trans migrantes a llegar a Texas, Estados Unidos, en busca de mejores condiciones de vida y de seguridad, en los casos en que son víctimas de amenazas y persecución.

“Que sea lo que Dios quiera”

La noche en que realizamos la entrevista, Tiffany se encuentra nuevamente realizando maletas. A la mañana siguiente, tiene un vuelo programado para viajar de Texas a California, en donde la esperan integrantes de Translatina, otra asociación que apoya a migrantes, quienes le brindarán alojamiento y la apoyarán para buscar ofertas educativas y de empleo.

Entre risas muestra un lápiz labial, una paleta de sombras y un rimel que se llevó de la casa de Victoria cuando partió a Reynosa. “Llegué solo con la ropa puesta, lo único que traía era el maquillaje en el brassiere para poder retocarme donde fuera”.

Llegar a Ciudad Juárez -donde se encontraba el cruce fronterizo en el que Susana y Casa de Colores podían ayudarla- tampoco fue sencillo. Victoria y sus amigas de la capital juntaron el dinero justo para que comprara el boleto de autobús y tuvo que pasar más de un día sin comida.

Después de años, por fin, pudo cruzar a los Estados Unidos, gracias a que Casa de Colores cuenta con una excepción al Título 42, normativa establecida por el gobierno del expresidente Trump para expulsar migrantes de su territorio. Fue recibida en un hogar donde lo primero que le dijeron era que eligiera la ropa y los zapatos que quisiera, mismos que ahora lleva consigo rumbo a su nueva vida.

“Llevo muchos años ejerciendo el trabajo sexual. Ahora tengo la oportunidad de estar acá, y la verdad todavía no sé para donde voy, pero estoy segura que se me van a abrir muchas puertas. Quiero estudiar inglés y alguna otra cosa para no volver a tener que emplearme en lo mismo”, confiesa.

Ahora que está segura en otro país, solo espera “que sea lo que Dios quiera”.

Fuente Animal Político

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Al estilo sinodal de Alemania, católicos no binarios y obispos divididos por el lenguaje de género

Martes, 8 de febrero de 2022
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39398F6C-1E61-48EA-B78E-F51B32924D11Mara Klein

Mientras el Camino Sinodal de Alemania se reúne nuevamente hoy, los miembros están lidiando con cómo el binario de género está afectando tanto la sustancia como el lenguaje involucrado en el proceso.

Mara Klein, miembro no binario de Synodal Way y trabajadora de la iglesia, examinó el papel del género binario en la iglesia en el blog kreuz-und-queer.de. escribiendo antes de la tercera asamblea del proceso sinodal esta semana, Klein criticó la enseñanza de la iglesia por basarse en la idea de que solo existen dos sexos complementarios. Continuaron:

No se puede pasar por alto lo poco que la Iglesia Católica es capaz de hablar sobre el tema de lo queer. Incluso en el camino sinodal, se habla sobre todo de homosexualidad. Se desconocen o excluyen otras orientaciones no heterosexuales. Me parece que el género es un tema de ansiedad. Esto se aplica a la “cuestión de las mujeres”, así como al debate sobre el lenguaje equitativo de género, que se ha pospuesto nuevamente, ahora a la cuarta asamblea sinodal, donde quizás también haya un texto sobre trans e [intersex]. Se trataría también de trascender la antropología católica exclusivamente binaria del hombre como (cis) hombre y (cis) mujer”.

Klein señaló que esfuerzos recientes como #OutInChurch, en el que 125 trabajadores de la iglesia LGBTQ (incluido Klein) salieron públicamente, “muestran de manera impresionante cómo las personas en la Iglesia Católica se ven afectadas negativamente por la antropología binaria de género”. Klein afirmó que simplemente por ser un miembro no binario del Camino Sinodal, son “un símbolo de la diversidad que ya existe en la iglesia”. Klein pronunció un poderoso discurso en la asamblea de 2020, pidiendo cambios en la enseñanza de la iglesia sobre género y sexualidad.

No obstante, a pesar de la esperanza de Klein de que el proceso conduzca a “una iglesia sin miedo”, concluyeron: “Todavía no me atrevo a adivinar si podemos esperar pasos hacia una apertura del género binario en estas circunstancias”.

Las preocupaciones de Klein son bastante válidas. Entre algunos de los 230 miembros de Synodal Way, hay resistencia a desmantelar el binario de género o incluso a usar un lenguaje neutral en cuanto al género en los documentos del proceso.

83F2AB33-2532-4BCB-9BFB-D4263B4475EEObispo Rudolf Voderholzer

El obispo Rudolf Voderholzer de Regensberg escribió una carta abierta a los líderes de Synodal Way, criticándolos por retrasar el debate sobre el lenguaje neutral en cuanto al género. Voderholzer dijo que no era necesaria una demora porque el “debate sobre el lenguaje neutral en cuanto al género se había prolongado durante años y había suficiente investigación al respecto”, informó America.

El debate se retrasó para que hubiera tiempo para que un grupo de discusión sinodal redactara un texto sobre las personas transgénero e intersexuales. El lenguaje de género neutral en alemán incluiría textos con la “estrella de género”, una forma de sustantivo que coloca un asterisco después de la raíz del sustantivo “para indicar que se refiere a todos los géneros, incluidas las personas no binarias”.

El obispo se opuso particularmente al uso de la estrella de género. Afirmó que su uso en los documentos sinodales sería “un compromiso inequívoco con la ideología de género y, por lo tanto, una contradicción de la antropología bíblica”. Voderholzer tiene reputación de crítico del Camino Sinodal en su conjunto, y ha “lanzado su propio sitio web con contraposiciones a los textos oficiales del Camino Sinodal”.

Los líderes decidieron trasladar el debate sobre el lenguaje neutral al género a la asamblea de otoño de 2022, en lugar de celebrarlo en la asamblea que comienza hoy.

Pero si la discusión sobre el género binario, el lenguaje neutro en cuanto al género y las identidades trans e intersexuales en general se ha pospuesto, habrá algunos temas LGBTQ en la agenda de esta asamblea. Según el National Catholic Reporter, “los delegados esperan adoptar las primeras resoluciones vinculantes sobre los textos de reforma. . .[y] la bendición de las parejas del mismo sexo estará en la agenda en una primera lectura”.

Para ver la cobertura completa de Bondings 2.0 de Synodal Way, haga clic aquí. Para obtener más actualizaciones sobre desarrollos LGBTQ más amplios en la iglesia alemana, haga clic aquí.

—Grace Doerfler (ella/ella) y Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 3 de febrero de 2022

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La comunidad LGBT+ de Israel se enfrenta a su momento “Me Too” cuando los sobrevivientes de abuso sexual rompen el silencio

Martes, 8 de febrero de 2022
Comentarios desactivados en La comunidad LGBT+ de Israel se enfrenta a su momento “Me Too” cuando los sobrevivientes de abuso sexual rompen el silencio

X361lBM2_400x400La lucha contra la violencia sexual debe incluir a todos, independientemente del género o la orientación sexual.

En junio de 2021, el activista por los derechos de los homosexuales Omri Feinstein, de Israel, pidió a los homosexuales en Instagram que compartieran sus historias de acoso y agresión sexual, y nunca podría haber estado preparado para la respuesta.

“La cantidad de historias que recibí fue absolutamente demencial”, cuenta Omri. “Era obvio que la gente estaba esperando a que empezara la conversación”.

 Omri no lo sabía en ese momento, pero ese simple acto -el de permitir a la gente dar testimonio de su propio trauma- sería la chispa de un nuevo movimiento en Israel. Recibió tantos mensajes de personas LGBT+ compartiendo sus propias historias de violencia sexual que decidió que tenía que hacer algo al respecto. Quería que los homosexuales tuvieran un foro donde pudieran ser escuchados y vistos, donde el estigma pudiera romperse con el simple hecho de hablar.

Creó una cuenta de Instagram llamada “Our Turn”, y el resto es historia. Desde entonces, innumerables personas queer han compartido sus historias de agresión sexual. Ya no es solo una cuenta de Instagram, y los medios de comunicación israelíes se han apresurado a llamarlo por su nombre: la versión de su país del movimiento Me Too.

La comunidad LGBT+ apenas comienza a tomar conciencia de la violencia sexual

La frase “Me Too” (Yo también) fue utilizada por primera vez en 2006 en las redes sociales por la superviviente de una agresión sexual Tarana Burke, pero no fue hasta que numerosas mujeres se presentaron para compartir sus historias de agresión sexual a manos del magnate del cine Harvey Weinstein que se convirtió realmente en un movimiento. Desde el principio, Omri se sintió “incómodo” por el hecho de que la comunidad LGBT+ no parecía participar realmente en el debate más amplio sobre la violencia sexual.

“Durante mucho tiempo seguí hablando de ello con mis amigos y me di cuenta de que la violencia sexual ocurre dentro de la comunidad LGBT+ no menos (y quizás incluso más) que en la población general”, afirma Omri.

Con el paso de los años, la frustración de Omri siguió creciendo. Finalmente, llevó la conversación a Internet. Hoy en día, la cuenta de Instagram “Our Turn” tiene casi 3.000 seguidores, y ha compartido innumerables historias de abuso y mala conducta.

“El perfil se hizo rápidamente viral y atrajo el interés de los medios de comunicación, simplemente por el hecho de que el público en general nunca había oído hablar de estas historias tan abiertamente”, dice Omri.

“Estos problemas se han estado cocinando a fuego lento durante décadas. La violencia sexual formó parte de la comunidad desde el primer día, porque lamentablemente donde hay gente, hay violencia sexual. El principal problema era que este tema se cubría con excusas. Incluso se consideraba una “norma” y una parte integral de la cultura gay. Incluso las organizaciones LGBT+ afirmaban que las normas que se aplican a la población en general con respecto a la violencia sexual no se aplican a la comunidad porque ‘funciona de forma diferente con nosotros y los heterosexuales no lo entenderían'”.

Dice que los supervivientes del colectivo LGBT+ han estado esperando a que el mundo les diga que lo que les ha ocurrido es violencia, y que la violencia nunca debería ser la norma.

“Cuando empecé a compartir historias la gente tuvo por fin un lugar seguro para levantarse y decir: ‘Lo que me pasó no fue culpa mía'”.

El movimiento LGBT+ Me Too de Israel ha provocado la dimisión de un destacado activista

Desde entonces, ha habido una especie de ajuste de cuentas en la comunidad LGBT+ de Israel. En noviembre, la policía israelí anunció la apertura de una investigación sobre Gal Uchovsky, un conocido y hasta entonces muy respetado activista de los derechos LGBT+ en Israel. La emisora pública Kan compartió el testimonio de dos hombres que alegaron haber sido agredidos sexualmente por Uchovsky (él ha negado las acusaciones). Desde entonces ha dimitido de su cargo en Israel Gay Youth, una importante organización de derechos LGBT+.

“Justo después salieron a la luz más cifras y la prensa empezó a llamar a esta época ‘El movimiento Gay Me Too'”, dice Omri.

Se alegra de que su cuenta de Instagram y el debate más amplio en torno a las agresiones sexuales hayan permitido a los homosexuales hacer oír su voz, pero afirma que aún queda mucho trabajo por hacer para erradicar los abusos dentro de la comunidad.

“Siento que la comunidad LGBT+ de todo el mundo sufre violencia sexual y muy pocas veces la gente está dispuesta a hablar de ello”, afirma Omri. “Hay mucha confusión entre la libertad sexual y la violencia sexual. Ser positivo en el sexo es maravilloso, pero debería ir acompañado de mucha conciencia sobre los límites y el consentimiento.

“La gente debería saber que no está bien agarrar a alguien en el club sin su permiso. La gente también debería saber que está bien decir que no durante un contacto en Grindr si algo no le parece bien. Estos temas se tratan de forma global y deberían tratarse de forma global y descarada”.

Omri quiere asegurarse de que la conversación continúe: mientras las personas queer hablen, compartan sus historias y hablen de los abusos, el cambio es posible.

“La lucha contra la violencia sexual tiene que incluir a todo el mundo, independientemente del género o la orientación sexual. La gente debe permitir que las víctimas expresen sus experiencias, la gente debe hacer saber a las víctimas que las creemos y que las apoyamos. Queda mucho camino por recorrer, pero nunca es tarde para empezar”.

Fuente Pink News

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