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Archivo para Domingo, 25 de diciembre de 2016

Navidad ¿qué va a cambiar?

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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¡Una vez más: NAVIDAD!

¿Qué va a cambiar?

Nada, excepto tú.

Hazte luz y verás la Luz …

Todo está ahí.

No busques en otra parte el significado de este  acontecimiento-advenimiento.

La humanidad fraterna de Jesús lleva el día que tiene que levantarse en ti.

El Dios vivo vuelve a ponerse en tus manos.

Por tí, para crear con Dios y a  su imagen, un mundo de alegría, luz, belleza.

*

Maurice Zundel

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***

En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

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Juan 1,1-18

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Natividad del Señor

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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Leído en Koinonia:

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Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial: 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el HijoEn distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotrosEn principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

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“Un Dios cercano”. Natividad del Señor – A (Lucas 2,1-14)

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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05-navidad-a-600x1022La Navidad es mucho más que todo ese ambiente superficial y manipulado que se respira estos días en nuestras calles. Una fiesta mucho más honda y gozosa que todos los artilugios de nuestra sociedad de consumo.

Los creyentes tenemos que recuperar de nuevo el corazón de esta fiesta y descubrir detrás de tanta superficialidad y aturdimiento el misterio que da origen a nuestra alegría. Tenemos que aprender a «celebrar» la Navidad. No todos saben lo que es celebrar. No todos saben lo que es abrir el corazón a la alegría.

Y, sin embargo, no entenderemos la Navidad si no sabemos hacer silencio en nuestro corazón, abrir nuestra alma al misterio de un Dios que se nos acerca, alegrarnos con la vida que se nos ofrece y saborear la fiesta de la llegada de un Dios Amigo.

En medio de nuestro vivir diario, a veces tan aburrido, apagado y triste, se nos invita a la alegría. «No puede haber tristeza cuando nace la vida» (León Magno). No se trata de una alegría insulsa y superficial. La alegría de quienes están alegres sin saber por qué. «Tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se ha hecho hombre y ha venido a habitar entre nosotros» (Leonardo Boff). Hay una alegría que solo la pueden disfrutar quienes se abren a la cercanía de Dios y se dejan atraer por su ternura.

Una alegría que nos libera de miedos, desconfianzas e inhibiciones ante Dios. ¿Cómo temer a un Dios que se nos acerca como niño? ¿Cómo rehuir a quien se nos ofrece como un pequeño frágil e indefenso? Dios no ha venido armado de poder para imponerse a los hombres. Se nos ha acercado en la ternura de un niño a quien podemos acoger o rechazar.

Dios no puede ser ya el Ser «omnipotente» y «poderoso» que nosotros sospechamos, encerrado en la seriedad y el misterio de un mundo inaccesible. Dios es este niño entregado cariñosamente a la humanidad, este pequeño que busca nuestra mirada para alegrarnos con su sonrisa.

El hecho de que Dios se haya hecho niño dice mucho más de cómo es Dios que todas nuestras cavilaciones y especulaciones sobre su misterio. Si supiéramos detenernos en silencio ante este niño y acoger desde el fondo de nuestro ser toda la cercanía y la ternura de Dios, quizá entenderíamos por qué el corazón de un creyente debe estar transido de una alegría diferente estos días de Navidad.

José Antonio Pagola

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“La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.” Domingo 25 de diciembre de 2016. Natividad del Señor

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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08-navidada4-cerezoLeído en Koinonia:

Misa del día

Isaías 52,7-10: Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Salmo responsorial: 97: Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Hebreos 1,1-6: Dios nos ha hablado por el Hijo.
Juan 1,1-18: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret, pero en realidad en esta fiesta hay muchos componentes, de muy diverso género, y no sería bueno tratarlos todos como dimensiones teológicas racionalmente interpretables. Hay también elementos culturales, sociales, históricos, afectivos… Esta mezcla hace desaconsejable echar mano sólo de la lupa teológica racional. Quizá es ésta una fiesta en la que hay que dejar a un lado esa perspectiva racional, y hacernos niños, y celebrar con la ingenuidad del niño/a que todos/as llevamos dentro.

Pero digamos en todo caso una palabra sobre cada lectura.

La lectura de Isaías es un canto de alabanza de la próxima liberación de Jerusalén. Dos imágenes enmarcan la lectura, por una parte la de los mensajeros que sobre los montes de Judá traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La segunda imagen es la de los centinelas que prorrumpen en júbilo porque ven el retorno de Yahvé a Sión y exclaman alborozados cómo el Señor ha consolado a su pueblo y ha rescatado a Jerusalén. Y es que en el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en Babilonia, son esclavos de los asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que Darío asuma el poder, y ponen sus esperanzas en que el será el «rescatador», que les permitirá retornar a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que el escritor canta ya la alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy, esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los centinelas, proclamamos alegres la presencia del Salvador que se hace vida en medio de nosotros.

El salmo responsorial corresponde a un himno de alabanza dirigido a Yahvé porque ha obrado maravillas y porque ha revelado la justicia a las naciones acordándose de la lealtad de Dios a Israel. El salmista invita a toda la creación (mar, ríos y montes) a aclamar a Yahvé que llega a juzgar el mundo con justicia y los pueblos con equidad. Esa felicidad la compartimos nosotros con el salmista cuando recibimos a Jesús que llega, que nace. Él es Dios mismo que se convierte en Buena Noticia, anuncio de salvación para todos los pueblos, que asume nuestra condición humana y por ello estamos alegres y cantamos llenos de júbilo y esperanza.

La carta a los hebreos refuerza aún más la alegría de esta celebración de la Natividad del Señor Jesús. Expresa que «muchas veces y de múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo a quien instituyó heredero de todo». Hermanos, estamos en los últimos tiempos pues la revelación a llegado a su plenitud en Jesucristo. Él es imagen de Dios invisible, quien le ve a él ve al Padre; pues al asumir la condición humana y al nacer en un establo, como un hombre pobre; Dios se ha manifestado como solidario con todos los hombres de la tierra y por medio de Jesús ha mostrado el camino de la salvación.

La liturgia de hoy, la de la misa del día, como la más solemne –porque otra es la de la media noche–, proclama el prólogo del evangelio de Juan. Un texto bien solemne, y muy especial. Haríamos mal en leerlo como cualquier otro de los relatos evangélicos de la Navidad, en torno al nacimiento de Jesús, como los evangelios de la infancia. El texto de Juan pudo ser escrito treinta años más tarde, el último de entre los textos evangélicos hoy canónicos, en torno al año 100 d.C. Entenderlo como un relato «descriptivo» que nos trasmite información sobre «cómo sucedieron las cosas», información transmitida a Juan evangelista como por revelación directa, sería un error. Hoy la ciencia bíblica enfoca este texto con otra luz, conoce mejor su naturaleza y sabe que se trata de otra cosa.

En todo caso, es un texto clave, uno de los pocos textos de los que se puede decir que han sido sencillamente decisivos para la configuración concreta del desarrollo del cristianismo. Muchos opinan que fue Pablo el creador del cristianismo, más que los evangelios sinópticos por ejemplo. Otra opinión también común es la de que quien fundó el cristianismo fue en realidad Juan, al fundamentarlo con esta visión fantástica genial que nos entrega este texto, que catapultó la reflexión sobre Jesús a su máxima dimensión.

Más allá de lo que de este texto hubiera de ser retenido o no, la dimensión de encarnación que daría al cristianismo lo ha marcado, realmente. Encarnación, y su complemento, la divinización, son como una columna vertebral del cristianismo, y una de las marcas registradas de su espiritualidad y su compromiso histórico.

En la dimensión concreta de la historicidad, ya sabemos: no tenemos ninguna noticia histórica de la fecha del nacimiento de Jesús. El 25 de diciembre fue tomado de la fiesta romana del nacimiento del Sol, pues a partir de ese día –hoy sabemos que no exactamente– comienza a aumentar el tiempo de insolación (en el hemisferio norte, obviamente, y locontrario en el sur); el Sol en estos días superaba su período anterior invernal, de muerte y disminución. Si a Jesús se le llamaba «el Sol de Justicia», qué mejor fecha para datar su nacimiento que el día del re-nacimiento del Sol astronómico, que en el mundo romano era considerado divino. Leer más…

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La Puerta de Navidad. Un pequeño pregón, un compromiso

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Han querido cerrarla algunos (citaré a continuación tres casos), borrando así la memoria de aquellos que promueven el Misterio de la Vida. Pues bien, en defensa de esa vida, Mabel y yo queremos abrir un año más la Puerta de la Navidad.

Por eso evocamos esta la Puerta de la Esperanza, horadada en la peña, como Portal de Belén (por ahora vacío, no han llegado María y Jose), para que todos los hombres y mujeres, y en especial los niños pueden tener casa, familia y pan, como la casa de la imagen infantil… un espacio de calor, con algunos juguetes, pero, sobre todo, con amor y paz profunda, en esperanza.

Han querido cerrar la Navidad muchas veces, pero no lo consiguieron, ni tampoco lo conseguirán ahora. Algunos se llaman cristianos, pero quizá no lo son, pues son servidores del poder y del dinero, de su propio deseo egoísta, y no les interesen de verdad los niños, todos los niños del mundo (con familia, casa, escuela y perspectiva de futuro, en Belén o Siria, en Kinshasa o Nueva Delhi).

15622462_706554146188447_479075734474032222_nNació una vez Jesús, y para siempre, hace más de dos mil años, y seguirá naciendo en nosotros, en todos, el Niño de Dios, que es el hombre/mujer verdadero, el Príncipe de la Paz, aquel que nos llevara por esa Puerta en la Roca (Atxular Atea), al gran valle de la Vida que es valle lado del Amor y de la Libertad.

No nos quitarán la Navidad, a pesar de los faraones y los reyes del poder militar y económico como Acaz o como Herodes, o como los que hoy quieren resolver sus problemas con bombas y metralla, matando ante todo a los niños (los que más sufren las guerras).

— No nos robarán la Navidad, a pesar de que un tipo de sociedad de injusticia hace que mueran cada día miles de niños, a pesar de otros muchos no puedan pasar por la puerta de la roca al valle del amor, a la casa infantil, de la segunda imagen, con calor de vida, con familia, con amigos.

— No la robarán, si nos comprometemos a mantenerla y celebrarla, una vez más, este año 2016/2017y si vivimos para que vivan los niños, abriendo para ellos y con ellos una puerta de esperanza, como esa Puerta de Esperanza de Atxular (Atxular Atea) en la dura roca de mi pueblo, Orozko.

Con este deseo, Mabel y yo queremos felicitaros a todos vosotros, lectores de este blog, y en especial a los hermanos, parientes y amigos de siempre, que nos acompañéis para mantener abierto (con oración y compromiso de vida), entre todos, este camino de la esperanza de Jesús, que es la Navidad.

1. Intentó suprimir la Navidad el Faraón, hacia el siglo XII a. C.

No quería que nacieran más hebreos, hombres de una raza y tradición de esclavos, emigrantes sin derechos insumisos a su imperio. Por eso mandó que los mataran antes de nacer o los echaran después a las corrientes del Nilo. Pero hubo una mujer que se enfrentó y que conservó a su niño mientras pudo, dejándolo después en un arca flotante sobre el agua para que lo viera algún egipcio y tuviera compasión.

Pero lo vio la hija del Rey Faraón y lo cuidó en su casa. Ésta fue la Primera Navidad de la historia israelita, la Navidad de una extranjera, una egipcia, junto al duro Nilo, río de promesas y de muertes. Por eso, cuando los cristianos celebramos el Nacimiento de Jesús, recordamos a Moisés, liberador de los hebreos. Aquel Faraón no pudo matar la Navidad, pero su hija se opuso al Faraón, su madre, y acogió al niño hebreo, como si fuera propio, el niño de la “patera” del niño, el hebreo odiado… para cuidarlo en su casa de mujer, de amiga, de Madre…

Por eso, ella, la Noble Egipcia… que obedecer a la voz de la vida, no a la ley faraón, con Moisés, el liberado de la patera, siguen celebrando con nosotros la Navidad.

2. Quiso suprimirla también el rey Acab, el año 733 a. C.

El rey fuerte de Jerusalén, conocido por su astucia de político, no quería nacimientos de niños como aquel en la ciudad sitiada. Por eso rechazó el signo del profeta, no deseaba que nacieran con los niños más problemas, hasta que el mundo cambiara… Sólo quería y buscaba soldados capaces de empuñar las armas y matar a los contrarios, matando así la Navidad.

Pero Isaías se elevó sobre la gran muralla y dijo: «¿No te cansas de oponerte a Dios? A pesar de que tú eres sólo un rey muerte, Dios te ofrece una señal de Vida: La muchacha está encinta y dará a luz en medio de la guerra y llamara a su Hijo Emmanuel, Dios con nosotros, y lo educará para que sea Dios de libertad».

Ésta fue la Segunda Navidad en el centro de la historia israelita, porque un profeta se opuso al rey oficial… porque una mujer no obedeció el mandato de los opresores. Nació el Emmanuel de Jerusalén, siervo de Dios y profeta de su pueblo, y los judíos conservaron y conservan su esperanza de Navidad, a pesar de la violencia de muchos sus reyes, como dice el libro de Isaías.

3. Quiso matar la Navidad el rey Herodes, el año 6. a. C.

Nació aquel año Jesús, Yoshua el Nazareo, y el rey Herodes, a quien visitaron los magos de oriente para informarse de suceso, intentó matarle. No quería Navidad, sino reinar él sólo y para siempre sobre un reino de muerte. Para asegurar ese reinado y tener la certeza de que había aniquilado al Mesías, mató a los inocentes de Belén y de su entorno, viniendo a convertirse así en rey sin niños, sobre un mundo de poder, carente de esperanza.

Por eso, el mismo historiador Josefo, un judío fino, trata a ese Herodes casi como un cerdo… alguien que sólo quiere comer y mandar a costa de los otros, matando a todos los niños que pudiera constituir un día un peligro (mató a casi todos sus hijos y descendientes…, destruyó a su pueblo, por reinar el mismo, pactando siempre a su favor con los romanos).

Pero el Dios de los niños de la Navidad protegió al Niño, y con él protegió a José y María para que pudieran sacarle escondido de la tierra baldía de Herodes. Aquel rey violento, lo mismo que el Cesar de Roma, sólo querían celebrar su nacimiento. Pero Dios mantuvo su promesa, de manera que la Navidad de Hijo pudo y puede celebrarse todavía como fuente de esperanza en todo el mundo.

4. Quieren suprimir la Navidad los poderes de muerte, este cambio de año 2016/2017 d. C.

Quieren suprimirla aquellos que convierten la tierra en territorio de puro consumo y violencia, al servicio de unos privilegiados, mientras cada día mueren más de 30.000 niños, unos sin haber nacido (por aborto), otros muchos por violencia, por hambre o por guerra. Esos niños sin Navidad, como los hebreos de Egipto, los israelitas del tiempo de Acaz o los betlemitas del tiempo de Herodes, están en el corazón de Dios; por eso los debemos recordar en estas fiestas.

Quieren destruir la Navidad los que envenenan el corazón de los mayores… convirtiendo las fiesta de Dios en puro consumo de algunos, mientras otras (muchos, muchos…) siguen estando sin nada en un mundo lleno de luces de comercio de la Navidad del Consumo, mientras crece o se mantiene la navidad de negro oscuro de la guerra la pobreza de las mayorías.

Pero, a pesar de eso, Dios ha querido y quiere que nazcan y sean acogidos muchos más niños. Con ellos y por ellos celebramos un año más el Nacimiento del Niño Dios, manteniendo con él la esperanza de Dios sobre la tierra. Quieren impedir la Navidad, pero ha nacido Yoshua el Emmanuel y con él queremos que nazcan y viva todos los niños del mundo. A favor de esos niños que mueren queremos celebrar la Navidad, para que un día todos puedan vivir, cuidados como fue cuidado Yoshua Nazareo, el Betlemita, al servicio del amor, que es la vida de Dios entre los hombres.

Mabel y Xabier
23 del XII del 2016
San Morales, junto al Tormes

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“Ignorar, rechazar o acoger”. 25 de diciembre

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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juan-1-1-18-4Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Tres misas el mismo día

            No sé cuándo comenzó la tradición de celebrar tres misas el día de Navidad, pero imagino que debe de ser muy antigua. Se comienza con la famosa misa del Gallo, por la noche, sigue la misa del alba y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). Dada la abundancia de lecturas (¡nueve!), me limitaré a comentar un texto que asusta a todos los lectores: el Prólogo del evangelio de Juan, que se lee en la misa del día.

Presupuesto para entender el Prólogo

            Las conquistas de Alejandro Magno, a finales del siglo IV a.C., supusieron una gran difusión de la cultura griega. En Judea, como en todas partes, los griegos ejercían un influjo enorme: cada vez se hablaba más su lengua, se imitaban sus costumbres, se construían edificios siguiendo su estilo, se abrían gimnasios, se enseñaba la doctrina de sus filósofos. Los judíos, al menos la clase alta, estaban encandilados con la sabiduría de Grecia. Sin embargo, algunos autores no compartían ese entusiasmo. Para ellos, la sabiduría griega era un producto reciente, obra del ingenio humano, y tenía su templo en un lugar pagano: Atenas. La verdadera sabiduría es eterna, procede de Dios, y reside en Jerusalén. Esto puede decirse con palabras vulgares, o poéticamente, presentando a la sabiduría como una mujer y contando su historia. Basándonos en diversos textos bíblicos podemos reconstruir esa historia de la Sabiduría.

La historia de la Sabiduría de Dios

1ª etapa: la Sabiduría junto a Dios desde el comienzo (Proverbios 8,22-36).

El Señor me estableció al principio de sus tareas,

al comienzo de sus obras antiquísimas.

En un tiempo remotísimo fui formada,

antes de comenzar la tierra.

Antes de los océanos fui engendrada,

antes de los manantiales de las aguas.

Todavía no estaban encajados los montes,

antes de las montañas fui engendrada.

No había hecho aún la tierra y la hierba

ni los primeros terrones del orbe.

2ª etapa: la Sabiduría y la creación

Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo;

cuando trazaba la bóveda sobre la faz del océano;

cuando sujetaba las nubes en la altura

y fijaba las fuentes abismales.

Cuando ponía un límite al mar,

y las aguas no traspasaban su mandato;

cuando asentaba los cimientos de la tierra,

yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano,

todo el tiempo jugaba en su presencia;

jugaba con la bola de la tierra

disfrutaba con los hombres.

Tercera etapa: la Sabiduría se instala en Jerusalén (Eclesiástico, 24).

Por todas partes busqué descanso

y una heredad donde habitar.

Entonces el creador del universo me ordenó,

el creador estableció mi morada:

Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.

En la santa morada, en su presencia ofrecí culto

y en Sión me establecí;

en la ciudad escogida me hizo descansar,

en Jerusalén reside mi poder.

Eché raíces entre un pueblo glorioso,

en la porción del Señor, en su heredad.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que algunos rechacen los consejos de la sabiduría. De hecho, muchos judíos no aceptaban este mensaje. Otro autor presenta a la Sabiduría como una mujer que se queja de no ser escuchada (Proverbios 1,22-25).

Os llamé, y rehusasteis;

extendí mi mano, y no hicisteis caso;

rechazasteis mis consejos,

no aceptasteis mi reprensión.

            En resumen: la sabiduría de Dios está junto a él desde el principio, lo acompaña en el momento de la creación, disfruta con los hombres, se establece en Israel. Pero muchos no disfrutan con ella. Prefieren seguir otro camino, no le hacen caso.

La historia de la Palabra

El autor del Prólogo aplicó las ideas anteriores a Jesús, introduciendo algunos cambios. Ante todo, en vez de llamarlo sabiduría de Dios, prefirió llamarlo la Palabra.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

Al principio existía la Palabra,

y la Palabra estaba junto a Dios,

y la Palabra era Dios;

ella estaba al principio junto a Dios.

Hay una diferencia notable con el texto sobre la Sabiduría. La sabiduría es creada por Dios. La Palabra, no; existe con él desde el principio. Además, el autor del himno es muy sobrio, no se le ocurre decir que la Palabra jugaba en presencia de Dios.

Segunda etapa: la Palabra y la creación

Todo fue hecho mediante ella,

y sin ella no se hizo nada de lo hecho.

Lo que surgió en ella fue la vida,

y la vida era la luz de los hombres;

y la luz brilla en la tiniebla,

y la tiniebla no consiguió derrotarla.

Parece un trabalenguas, pero es muy sencillo: todo fue creado por la Palabra de Dios. El sol, la luna, las estrellas, las montañas, el mar…, el mármol, la madera, el cristal… Todo ha sido creado por la Palabra de Dios. Y ella, además de haber creado a los hombres, es también nuestra luz. La única novedad, muy importante, es que desde el principio se entabla una lucha entre la luz y la tiniebla; pero la tiniebla no logra imponerse, no puede derrotarla.

Tercera etapa: el mundo, creado por la Palabra, la ignora.

Hasta ahora todo ha ido bien. Dios y la Palabra pueden estar contentos. De pronto, advierten que la Palabra es ignorada por el mundo.

En el mundo estaba,

y aunque el mundo se hizo mediante ella,

el mundo no la conoció.

            El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. En autor del Prólogo piensa en todos los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

            Cuarta etapa: la Palabra decide instalarse en Israel; su pueblo la rechaza

            ¿Qué hará la Palabra cuando se vea ignorada por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la sabiduría: “Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad”. Eso mismo hace la Palabra, pero se encuentra con una desagradable sorpresa:

Vino a su casa,

y los suyos no la recibieron.

Quinta etapa: la Palabra decide hacerse carne y habitar entre nosotros. 

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. La Palabra toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y la Palabra se hizo carne

y puso su tienda entre nosotros

y contemplamos su gloria,

gloria de Hijo único del Padre,

pleno de gracia y de lealtad.

Pues de su plenitud todos hemos recibido

gracia tras gracia.

Del optimismo ingenuo al realismo mágico

La historia de la Sabiduría resulta demasiado optimista. El himno puede parecer muy pesimista. Sin embargo, no lo es. Aunque no sea todo el mundo ni todo Israel, hay un grupo, formado por judíos y paganos, dispuestos a acoger a Jesús, a creer en él. Y ésos, todos nosotros, reciben una enorme recompensa.

Pero a los que la recibieron

los hizo capaces de ser hijos de Dios.

            Y este grupo contempla su gloria, y de su plenitud recibe gracia tras gracia.

            Motivos de sobra para estar alegres y desearos a todos FELIZ NAVIDAD.

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Feliz Navidad 2016. 25 diciembre, 2016

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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La promesa fue cumplida, inevitable no creer y celebrarlo, y tender la mano. Siempre.

Os deseamos una Feliz Navidad.

Aquí os dejamos nuestra felicitación 😉

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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La Encarnación es realidad dentro de sí, como lo fue dentro de Jesús.

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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Jn 1, 1-18

Anoche nos hablaban de un Niño, del pesebre, de pastores, de ángeles. En esta mañana nos habla del Verbo, Palabra preexistente, de Dios eterno y trascendente. Es una prueba más de que nos encontramos ante algo indecible. Curiosamente termina diciendo exactamente lo mismo: y la PALABRA se hace carne, Niño. Los dos relatos, como buenos subalternos, te colocan ante el misterio, pero el que tienes que torearlo eres tú. Sólo tú puedes adentrarte en la realidad que está en ti, “más dentro de ti mismo que lo más íntimo de ti mismo”. Pero está ahí, y sólo tú puedes descubrir ese tesoro y disfrutar de él.

La encarnación sólo tiene realidad dentro de ti, como sólo tuvo realidad dentro de Jesús, no fuera en acontecimientos o fenómenos externos. Sólo dentro de ti y dentro del otro. Buscarlo en otra parte es engañarte. Dice un cuento oriental: Un señor que pasaba por la calle, ve a su vecino que está buscando algo enfrente de su casa. ¿Qué es lo que has perdido? Le pregunta. La llave de mi casa. Yo te ayudaré a encontrarla. Pasa media hora y la llave no aparece. ¿Pero dónde la has perdido? Le pregunta el vecino. Dentro de casa. ¿Entonces por que la estás buscado aquí? Es que aquí hay más luz… Si no vivo lo que hay de Dios en mí, jamás lo descubriré ni en los acontecimientos, ni en los demás, ni en Jesús.

Aunque el domingo segundo de Navidad volvemos a leer este evangelio, voy a adelantar una frase: “et Deis erat Verbum”. La traducción puede ser: y Dios era la Palabra”. También podría traducirse por “un ser divino era el proyecto”, puesto que en esta frase “Theos” no lleva artículo. En castellano también podemos traducir: y la Palabra era Dios. Pero debemos tener en cuenta que no se explica lo que es la Palabra por lo que es Dios, sino al revés. Se explica lo que es Dios por lo que es la Palabra. Dios es el que se hizo hombre, y si se hizo hombre en Jesús, es que se hace hombre en todos los seres humanos. Por el contrario, si es Jesús el que se hace Dios, nosotros quedaremos al margen de lo que allí pasó. El despiste está asegurado.

No creernos que Dios se ha hecho hombre, y hacemos decir al evangelio lo que nos interesa que diga. No es el hombre el que tiene que escalar las alturas del cielo para llegar a ser Dios, ha sido Dios el que se ha abajado y ha compartido su ser con el hombre. Eso es lo que significa la encarnación. Por medio de Jesús, podemos llegar a saber lo que es Dios. Pero un Dios que no está ya en la estratosfera, ni en los templos, ni en los ritos, sino en el hombre… Las consecuencias de esta verdad en nuestra vida religiosa serían tan demoledoras que nos asustan; por eso preferimos seguir pensando en un Jesús que es Dios, pero dejando bien claro que eso no nos afecta a nosotros.

Meditación-contemplación

Dios es encarnación y se está encarnando siempre.
Esa verdad teórica, tengo que hacerla vida en mí.
Dios se ha hecho carne en mi propia carne,
Pero no es mi carne, sino mi Espíritu.
…………..

Mi verdadero ser, lo que hay de mí más allá de lo biológico,
es el mismo Dios que fundamenta el resto de mi ser.
Si consigo olvidarme de “”, soy Dios.
Si me olvido de Dios, soy nada.
……………

Atrévete a atravesar el “desván” de tu falso yo.
No te importe el tiempo que tardes en conseguirlo.
No tienes prisa, es la tarea de toda tu vida.
Descubrirás la perla que vale más que todo lo imaginable.
……………………

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El niño de todos los rostros

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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he_risen_christ_710b-“Dios no repara en el color cuando decide desatar un tornado” (Film Criadas y Señoras)

25 diciembre. Navidad

Lc 2, 1-14

El ángel les dijo: No temáis. Mirad, os doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo

Un tercio de la población mundial es cristiana, y es el mayor grupo religioso -2.200 millones- de la población terrestre. Que sigamos celebrando su cumpleaños después de más de dos milenios de su nacimiento no deja de ser, como mínimo, sorprendente.

En la película ¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Kapra, George mantiene con su hija pequeña este diálogo: -“Procura dormir un poco”. –“No tengo sueño”.-Lo sé, lo sé, pero tienes que dormir. Así soñarás con ella y será un jardín entero”. Un sueño en el que doblan las campanas de todos los templos, de todos los sonidos y tamaños, celebrando con alegres villancicos el nacimiento de un niño en el pesebre de un establo.

Le había anunciado el profeta Isaías en 9, 5. Hoy le cantan los ángeles del cielo y los pastores; mañana los reyes de la tierra y la Cristiandad plena. Porque este niño de los mil rostros reflejan la identidad de la Humanidad entera y, como dice el convertido apóstol Pablo: “Porque la gracia de Dios salva a todos los hombres…” (Tit 2, 11)

Personalmente le veo como como veía a Treya, su amante esposa, Ken Wilber: “Sus ojos parecían comprometidos con la verdad. Cuando te miraba a los ojos sabías, a ciencia cierta, que esa mujer jamás te mentiría. Todos sus gestos y movimientos parecían impregnados de una integridad que despertaba de inmediato toda tu confianza. Parecía una persona con una gran confianza en sí misma, aunque no, por ello, se mostraba orgullosa ni insolente” (Gracia y Coraje).

Verdad, Integridad y Confianza, expresadas limpiamente en la Totalidad del Espacio y fundiéndose en todo el Universo a través de su palabra, sus gestos y sus hechos. Esta imagen seductora de Jesús trae a mi memoria la película Criadas y señoras (2011), de Tate Taylor, en la que las niñas blancas cuidadas por las criadas negras, las quieren, las abrazan y besan: “Tu eres mi mamá de verdad, Emy”, dice una de ellas. Y yo no me resisto, agradecido, a decirle al Buen Jesús otro tanto.

El Bom-Jesus de Río acoge al mundo entero con sus brazos abiertos. Porque, como dice una de las protagonistas negras en el citado film: “Dios no repara en el color cuando decide desatar un tornado”. Ni se olvida de los olivos, las aves, los peces, las tortugas y las liebres.

LA GACELA

Abrió el Cielo su jaula de podencos
y mi sangre lloró su ácido dolor
sobre la tierra ácida.

Mis oraciones eran cicatrices
en los jirones de la luna nueva.

-¿Por qué estas Navidades no regalas
Tarjetas de Crédito a tus fieles?

“Abres la mano tú, Señor,
y sacias de favores
a todos los vivientes”, dice el Salmo.

Así que no te olvides
de todas tus restantes criaturas:
los olivos, las aves y los peces
ni tampoco las liebres y tortugas.

¿Por qué una vez creadas, si son tuyas,
las dejaste a su suerte abandonadas?

(NATURALIA. El sueño de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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“¿Por qué la Navidad? Dios entra en la Historia”, por José Mª Castillo

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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30987510234_6588607eca_oDe su blog Teología sin Censura:

Los cristianos decimos que “a Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn 1, 18). Esto significa que Dios no está a nuestro alcance. Es decir, a Dios no lo conocemos. Ni podemos conocerlo. Porque Dios, por definición, es el Trascendente. No es simplemente “el Infinito”. Porque “lo infinito” es lo humano “sin fin”: poder sin límite alguno, bondad igualmente ilimitada, etc.

Pero, si echamos por este camino para explicar a Dios, nos metemos en un callejón sin salida. Es decir, nos enfrentamos a una “contradicción” que no tiene ni solución, ni remedio. Porque, si la bondad de Dios es tan grande; y el poder de Dios no tiene límites, ¿cómo se explica que ese Dios, tan bueno y tan poderoso, haya hecho este mundo tan contradictorio y, con frecuencia, tan canalla? O Dios no es tan bueno como dicen. O no es tan poderoso, como aseguran los libros religiosos y los hombres de la religión.

Por todo esto, cuando los humanos pensamos en Dios o hablamos de Dios, en realidad no estamos ni pensando, ni hablando de Dios en sí mismo, sino que inevitablemente nos referimos a las “representaciones” de Dios que nosotros nos hacemos. Lo que entraña un peligro que da miedo pensarlo: los humanos podemos “representarnos a Dios” de manera, que sea “el Dios que nos conviene”, para odiar, perseguir y matar a todo el que no está de acuerdo con lo que a nosotros nos conviene.

Así las cosas, la Navidad es la celebración del día, del momento, en el que los cristianos recordamos el acontecimiento que, según nuestras creencias, nos indica, nos dice y nos explica la solución que el cristianismo ofrece al problema que acabo de indicar. Y esa solución consiste en que Dios se nos ha dado a conocer en Jesús de Nazaret.

En la Navidad, por tanto, al recordar el nacimiento de Jesús, lo que en realidad recordamos es cómo Dios entró en la Historia. O sea, en la Nochebuena, sucediera el día que eso sucediera y ocurriera a la hora que fuera, lo que realmente aconteció es que Dios se dio a conocer a la humanidad. De forma que el niño que nació, Jesús de Nazaret, es la Palabra de Dios, es la respuesta de Dios a las interminables preguntas que los humanos nos hacemos sobre el sentido de la vida, sobre cómo es Dios, lo que es Dios, lo que quiere Dios y lo que Dios espera de nosotros los mortales.

Jesús mismo se lo dijo así a sus amigos más cercanos cuando le dijeron: “Señor, muéstranos al Padre (Dios) y nos basta”. A lo que Jesús contestó: “¿Todavía no me conocéis?” Y añadió: “El que me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14, 8-9). O sea, ver a Jesús es ver a Dios, encontrar a Jesús es encontrar a Dios. Y, por tanto, en la vida que llevó Jesús, en sus ideas y en sus convicciones, es donde vemos y aprendemos lo que Dios quiere, lo que a Dios le gusta, y lo que Dios no soporta.

Esto supuesto, no me resisto a poner aquí lo que, de forma tan genial, escribió san Juan de la Cruz en la “Subida del Monte Carmelo”: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas” (II, 22).

¿Por qué la Navidad? Porque en ella vemos cómo entró Dios en la Historia, cómo “se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo, se hizo como uno de tantos… hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Fil 2, 7-8).

El evangelio de la Nochebuena nos dice que Jesús nació en un establo, entre basura y animales, en una sociedad (la sociedad del Imperio) en la que era frecuente que los niños se vieran abandonados en los estercoleros. Cuando ahora vemos la grandeza de las catedrales y de los palacios episcopales, y cuando oímos a dignatarios eclesiásticos protestando del giro de humanidad y bondad, que el Papa Francisco le quiere dar a la Iglesia, sin más remedio le viene a uno la pregunta: ¿qué hemos hecho con la Navidad? ¿nos queda algo de lo que realmente fue? Entonces, ¿por qué y para qué la celebramos? No vendría mal, por lo menos, hacerse la pregunta. Otra cosa es encontrar la adecuada respuesta.

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Celebración familiar

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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Dios es FamiliaSer familia de Dios. Esta es una de las grandes noticias que trae la Navidad. Que el Hijo se haya hecho hombre demuestra su cercanía e implicación con nosotros. Nuestra vida ha quedado injertada en la suya. El Altísimo se ha dejado ver, oír y tocar. No está en un mundo aparte, alejado y extraño a nuestra existencia. ¡No se le puede pedir más!

Sin embargo, las celebraciones de estos días suelen ir acompañadas de un sabor agridulce. Las luces externas, el bullicio en las calles y las comidas navideñas nos invitan a la fiesta, pero los conflictos del mundo, la ausencia de seres queridos, las tensiones no resueltas en nuestros entornos, el estrés para terminar las compras de última hora, y las filigranas que hay que hacer para colocar en la misma mesa a quienes no se llevan bien o no saben de qué hablar, acaban por impregnar el ambiente de una sensación de hartazgo y pesadez. Pasado el ecuador de este tiempo, es comentario común el anhelo de volver al ritmo cotidiano.

Para vivir la alegría que trae la Encarnación es necesario recuperar el sentido de lo que celebramos. Contamos con la ayuda de la liturgia de todo el día de navidad que, en cuatro Eucaristías que constituyen el ciclo del Nacimiento nos propone la contemplación del Misterio a través de la lectura y escucha orante de algunos textos del evangelio al hilo de las horas, siguiendo el símbolo de la noche y el día. Porque toda la Creación anuncia y acompaña el amor que se nos revela.

Así, en la misa de vigilia, en vísperas de Navidad, leemos primero el texto de la genealogía de Jesús (Mt 1,1-25). Mateo nos recuerda de este modo que el nacimiento no es un hecho aislado, sino que el Señor queda arraigado en una tradición. Gracias a la figura de José, Jesús es descendiente, de pleno derecho, de David. Es heredero legítimo de las promesas que han ido pasando de generación en generación.

En la misa de medianoche (Nochebuena) brilla la figura de María que da a luz al Hijo en Belén (Lc 2,1-14). A través de ella el vínculo con el ser humano se hace carnal. Radical. Un paso más en la “inserción” de Dios en nuestra historia, que emparenta con la humanidad no solo por la adopción de José, sino por la carne de María.

¡Era verdad que Dios no nos iba a abandonar jamás! ¡Ha entrelazado su vida divina con la nuestra! Se ha hecho familiar de los hombres y que los hombres se conviertan en familia para Dios. No es fácil de comprender tal derroche de amor, ni de captar la profundidad de lo sucedido al contemplar simplemente a un niño. Por ello, en la misa de la aurora, cuando la luz asoma todavía tímida, se nos invita a unirnos al cántico de los pastores (Lc 2,15-20), es decir, de aquellos que han sido capaces de empezar a vislumbrar el amor escondido en esta escena.

A mediodía, cuando el sol está en lo alto, celebramos la misa de Navidad escuchando el comienzo del evangelio de Juan donde se hace una declaración solemne y vibrante del origen último de ese Niño que, aunque nacido de mujer, existía antes porque era Dios y siempre había estado junto a Él (Jn 1,1-18). Una proclamación “con todas las de la Ley”, hecha a plena luz del mediodía.

A través de estas narraciones asoma un Dios misterioso que ha realizado acciones propias de un “amor loco”, que le ha conducido a entrelazar su vida con la nuestra. En su árbol genealógico aparece definitivamente la humanidad: María, su madre, de quien toma los “genes”; José, el padre adoptivo, con quien mantiene una relación paternofilial con todas las consecuencias, aunque no haya consanguinidad. Ya nadie queda excluidoni los que no han nacido de la sangre ni del amor carnal (Jn 1,13). Ahora nosotros formamos parte de su vida. La familia que ya somos con el Señor -gracias a su acción generosa- es una noticia que merece un gran titular. Ojalá que los desencuentros familiares y comunitarios no nos revienten esta gran exclusiva. Porque nadie sobra en esta mesa. Es Él quien la ha preparado y todos nosotros somos sus invitados, lo que Él ha unido, que no lo separe el hombre. Es motivo más que suficiente para celebrar y gozar.

María Dolores López Guzmán

Fuente Fe Adulta

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Solidarios con todos

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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solidarios-300x264Hermanos, Dios ha querido hacerse hombre, ha querido compartir con nosotros la aventura de la vida, saber por experiencia propia qué es vivir en este mundo, gozar, sufrir y crecer, caminar con nosotros… Oremos.

Padre, que seamos solidarios con todos.

• Te presentamos Padre a la Iglesia, que sea faro que nos recuerde permanentemente el gozo de sabernos hijos tuyos y la misión encomendada de ser Buena Noticia para todo el mundo, y en especial, para los más desfavorecidos.

Padre, que seamos solidarios con todos.

• Nos presentamos, Padre, todos los que queremos seguir a tu hijo Jesús, que nuestra vida entera sea un grito de esperanza para todos los que viven con dificultad, que seamos, en medio de este mundo, recuerdo y presencia de tu corazón solidario y misericordioso.

Padre, que seamos solidarios con todos.

• Te recordamos, Padre, a todos los enfermos, los huérfanos, las viudas, los parados, los maltratados, los excluidos, que la llegada de tu hijo Jesús suponga una Buena Noticia en sus vidas, que también ellos encuentren motivos para la alegría y la esperanza.

Padre, que seamos solidarios con todos.

• Te recordamos, Padre, a todos los pueblos que viven conflictos bélicos, a todos los que sufren el azote del terrorismo, que la venida de tu hijo Jesús, y nuestro firme compromiso hagan posible la paz en el mundo.

Padre, que seamos solidarios con todos.

Padre bueno, en estas vísperas de la celebración de la Navidad, concédenos la gracia de abrirnos y transformarnos por dentro para que seamos Buena Noticia en nuestros entornos. Gracias, Padre, por hacerte uno entre nosotros.

Vicky Irigaray

Fuente Fe Adulta

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Bendita tú eres, junto a todas las mujeres

Domingo, 25 de diciembre de 2016
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Del blog de Juan Masiá sj, Vivir y Pensar en la Frontera:

4

Ave, María, de gracia repleta.
La Fuente de la Vida está contigo

Bendita tú eres, junto a todas las mujeres.

Bendita por ser mujer, bendita en tu ser mujer.

Bendita madre-virgen, virgen-madre

Bendita en latín y griego,
In mulieribus,
en gynaixí
,

(en, entre, en medio… y no fuera de ellas
entre las mujeres, sin infravalorar
a ninguna de ellas
).

Bendito tu vientre, Fuente Santa,
útero de misericordia engendra
la bendición encarnada.

Santa María, hija de Dios,
madre de la Palabra
y esposa de José
con el soplo del Espíritu
para que nazca el Enviado.

Santa María, virgen y madre.
Madre por ser virgen
y virgen por ser madre.

Santa María, creada para alumbrar
a la Vida de la vida.

Ruega por nosotras y nosotros
Ruega por nosotras maltratadas
Ruega por nosotros vulnerados
Ruega por nosotras agraciadas
Ruega por nosotros abrazados

Ruega por nos, ahora en el presente,
eternizando amor.
Ruega por nós, sanación y perdón,
alegría esperanzada.
Ruega por nós ahora
y en la hora del Amén,
para entrar en la Vida consumada.

Santa María del Amén, hágase, así sea.
Amén de hija y hermana,
Novia, esposa, madre y viuda.

Amén, así es
Amén, así sea
Amén, así será

José-María y María-José,
nombres propios de un enigma:
vírgenes madres y padres,
procreando y co-creando,
obra y gracia del Espíritu. Amén.

*

Juan Masiá

***

 

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