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‘Grace & Frankie’, serie de Netflix con amor gay en la tercera edad

Viernes, 18 de agosto de 2017
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gay_tercera_edadUna historia que recoge la ruptura de dos matrimonios al estar los respectivos maridos enamorados. 

Jane Fonda (Grace) y Lily Tomlin (Frankie) interpretan a dos mujeres mayores que al comienzo de la serie estaban felizmente casadas pero su mundo cambia de un día para otro cuando sus respectivos maridos les revelan que están enamorados y les piden el divorcio para poder casarse entre ellos. Una declaración de amor que hace saltar por los aires la vida de estas cuatro personas, que deben reconstruir su vida tras muchos años de casados.

Grace y Frankie son completamente opuestas y a decir verdad, no se llevan muy bien. Grace es una empresaria retirada, elegante y con modales de alta alcurnia, mientras que Frankie es una mujer bohemia y hippie que se dedica al arte. Cuando sus maridos las dejan para ser felices entre ellos, deciden apoyarse mutuamente y a enfrentar juntas la angustia de la separación por la causa común.

Grace & Frankie te hará reír, llorar, reflexionar sobre el amor, las segundas y las terceras oportunidades y sobre la tercera edad. La serie muestra que la ruptura puede ser un nuevo comienzo cuando todo parece desaparecer.

Al frente de esta serie disponible en Netflix se encuentra Marta Kauffman, creadora de Friends.

Fuente Cáscara Amarga

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Orgullo Solar, con las personas mayores LGTB

Viernes, 4 de agosto de 2017
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e61b1124-bf1c-46eb-9c7d-74125c8c219fOrgullo Solar destinará, durante 23 años, el 9 % de los ingresos generados por la planta fotovoltaica a proyectos desarrollados por la Fundación 26 de Diciembre y ligados al colectivo de mayores LGTBI.

Ha transcurrido un mes de la celebración, en Madrid, de la mayor manifestación del orgullo LGTBI, cuyo objetivo este año era reivindicar la despatologización de las personas transexuales y denunciar la opresión que se vive en otros países y cuarenta años de la primera manifestación del movimiento LGTBI en España.

Ésta última, una marcha inclusiva, por las Ramblas de Barcelona, que congregó a numerosas personas, muchas de las cuales militaban en la política, no necesariamente del colectivo, que pedía la despenalización de la homosexualidad y la derogación de la Ley 16/1970 sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social, lo que no sucedió hasta el 26 de diciembre de 1978.

Bajo el mandato de esta norma de la dictadura franquista, muchos compañeros y compañeras LGTBI fueron injustamente apresados, maltratados, perseguidos, vejados, sometidos a tratamientos de choque, tratados como los peores delincuentes y todo esto simplemente por tener una orientación sexual o una identidad sexual o de género diferente a la aceptada por el régimen. Muchas de esas personas forman parte hoy del colectivo de mayores LGTBI.

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En 40 años las cosas han cambiado mucho en España, sin embargo, para aquellas personas pioneras en alzar la voz contra las injusticias, en marcar el camino de la lucha y en reclamar sus Derechos, el espacio de reconocimiento es pequeño o incluso, en muchos casos, inexistente.

Ante esta situación, Ecooo y la Fundación 26 de Diciembre lanzan Orgullo Solar, la primera campaña de financiación que promueve las energías limpias al tiempo que ofrece apoyo económico al colectivo de mayores LGTBI. Un proyecto, por tanto, con doble incidencia: medioambiental y social.

 Por ello, un mes después de la celebración del World Pride en Madrid, al que han asistido más de dos millones de personas, es necesario recordar que la conquista de Derechos es diaria y, una parte de lo alcanzado a día de hoy, se le debe a aquellas personas que decidieron enfrentarse a la persecución y la represión para que hoy podamos vivir nuestra orientación sexual o identidad sexual o de género desde la visibilidad.

Personas, hoy ya mayores, que sufren el ostracismo, la invisibilización y la falta de apoyos o ingratitud de una parte de la sociedad y las Instituciones. Personas que con un gran esfuerzo y lucha lograron vivir parte de sus vidas fuera del armario ahora tienen que regresar a él, y volver a vivir con miedo porque a los mayores LGTBI, por ejemplo, en las instituciones como residencias de mayores no les permiten vivir su orientación sexual e identidad sexual o de género en libertad. Personas como Brenda, Federico o Rosa, que muestran una orgullosa vida y que han visto iluminados sus primeros recuerdos, en un acto de recuperación de los referentes pasados.

Como apuntaba Rosa, “Me gustaría imaginarme un futuro más equilibrado, con una armonía y energía potente en la forma de comportamiento de unas personas con las otras, desde el respeto y el cuidado mutuo”, es necesario construir un futuro justo y sostenible. Un futuro para el recuerdo.

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La propuesta que se hace desde Orgullo Solar es sencilla: las personas interesadas pueden participar con sus ahorros (desde 100€) en la financiación de una instalación fotovoltaica comunitaria, socializada por ecooo. De esta forma, se convertirán en productoras de su propia energía renovable y entrarán a formar parte de un proyecto colectivo en el que ya participan más de 2800 personas. Su inversión les reportará ingresos durante 23 años, con un 5% de rentabilidad después de impuestos.

Una forma eficaz de luchar contra las inaceptables trabas que la normativa impone a las renovables distribuidas y, al mismo tiempo, una manera de actuar contra la discriminación de las personas por su orientación sexual o su identidad de género. El proyecto Orgullo Solar, que va a suponer una inversión total de 74.370€, proporcionará a la Fundación 26 de Diciembre unos ingresos anuales mínimos de 750€, durante 23 años, destinados a financiar sus programas con el colectivo de mayores LGTBI, un colectivo olvidado e invisibilizado en muchas ocasiones.

Orgullo Solar pretende mostrar el posicionamiento de una gran comunidad en favor de la defensa de los Derechos LGTBI y hacer un merecido reconocimiento a las personas que llevan tantos años conquistando estos Derechos. Al mismo tiempo que busca incrementar el número de personas que apoya, con sus actos, la necesaria y urgente transición energética, ante los desafíos medioambientales que afronta un planeta al borde del colapso.

Fuente Orgullo Solar/Ecooo

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México tendrá el primer albergue para ancianos LGBT del mundo

Lunes, 26 de junio de 2017
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untitledHace dos meses, Samantha Flores, presidenta de la Asociación Civil “Laetus Vitae A.C.” colocó en la página donadora.mx una petición para recaudar fondos y usarlos en la apertura del primer albergue para adultos mayores de la comunidad LGBTTTI.

Ahora, tras una incansable lucha, la petición llegó a su meta, por lo que pronto se abrirá el primer hogar gratuito para adultos mayores gay, en México y todo el mundo.

Samantha se siente satisfecha y feliz de que su proyecto ya casi sea una realidad, pues ha tenido que pasar por muchos obstáculos para lograrlo.

El proyecto comenzó hace 6 años, cuando un amigo de Samantha se lo propuso, y ella trabajo durante 4 de ellos para establecer la asociación y conseguir una casa en Clavería, pero cuando estaba todo listo para inaugurar el lugar, simplemente la dejaron colgada.

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“Llegamos y nunca nos abrieron la puerta, nunca respondieron. Después me enteré que por homofobia no nos habían dado la casa, pensaron que la colonia se iba a desacreditar si aceptaban un grupo LGBTTTI” cuenta Samantha.

Pero gracias a las donaciones, Samantha podrá ver su sueño hecho realidad, “Let them shine again” (déjalos brillar otra vez), será el nombre del albergue, donde personas mayores de la comunidad podrán tener un lugar para reunirse y compartir un plato de comida.

Os dejamos con el video:

Fuente Chueca.com

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Ciclo de cine sobre personas mayores LGTB

Viernes, 28 de abril de 2017
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mayores_lgtbDel viernes 28 al domingo 30 de abril, ciclo de cine y coloquios para dar a conocer la situación de las personas mayores LGTB

El Ayuntamiento de Madrid, en colaboración con Cineteca, organiza un ciclo de cine y coloquios con el objetivo de dar a conocer la situación de las personas mayores LGTB. Este ciclo se enmarca dentro del programa de actividades del World Pride 2017 y tendrá lugar del viernes 28 al domingo 30 de abril en la Sala Azcona de Cineteca de Matadero Madrid.

En su programación, de entrada gratuita, incluirá ocho proyecciones de cortometrajes y largometrajes de diferentes nacionalidades, seguidas de varios coloquios entre actores, directores y figuras del cine y el público asistente.

Buscando la integración a través del cine

Con este ciclo, la realidad de las personas de tercera edad LGTB se muestra a través de distintas situaciones: un reencuentro con amistades de la adolescencia, un anuncio en el periódico, la enfermedad e incluso la muerte de un ser querido. Son historias que hablan de soledad, de incomprensión, de secretos nunca desvelados, pero también de deseo y de la fuerza del amor.

Así, las películas seleccionadas que conforman el ciclo buscan, tanto desde la ficción como desde el documental, que el espectador se plantee las necesidades de las personas mayores LGTB a través de sus vivencias y, en definitiva, dirija su mirada hacia este colectivo con derecho a disfrutar de su sexualidad en igualdad de condiciones.

Viernes 28 abril a las 18:00 horas

· 80 Egunean: largometraje español de ficción, dirigido por José María Goenaga y Jon Garaño.

Axun es una mujer de 70 años que acude al hospital para cuidar al exmarido de su hija. Allí se encuentra con Maite, su gran amiga de la adolescencia. Pronto serán conscientes de que la química entre ellas sigue intacta. Las dos se divierten y disfrutan del reencuentro hasta que Axun descubre que Maite es lesbiana. Axun tendrá que lidiar con sus sentimientos enfrentados: ¿A quién escuchar? ¿Al corazón o a la razón?

 Sábado 29 abril a las 18:00 horas

· Tom in América: cortometraje de EEUU dirigido por Flavio Alves.

Durante 50 años, Michael y Betty se han unido por un principio: no hay secretos. Pero un día Betty descubre que los secretos han sido parte de su vida todo el tiempo. Con misterios empujados al descubierto, los cimientos de su matrimonio son de repente sacudidos. Ahora, deben redefinir su futuro y decidir si su amor puede sobrevivir.

· Aitona Mantagorria: cortometraje español de Kepa Errasti

Josu vuelve a casa a pasar la navidad. Descubrir un secreto del pasado del abuelo le hará replantearse la manera que tienen de relacionarse con su familia.

· Miniaturas: cortometraje español de Vicente Bonet

Doña Asunción era viuda, tenía 67 años y dos hijos, Juan y Belén. El día de su muerte, Belén descubre decepcionada que su madre tenía un amante secreto. Durante el velatorio, y con la ayuda de su hermano, tratará de descubrir quién es, mientras sortea y se adentra en los entresijos y las peculiaridades de un pequeño pueblo de provincias.

· Betty: cortometraje de Reino Unido 2015, dirigido por Kristiina Kello.

Una anciana vive tranquilamente rodeada de las plantas que cuida y de sus recuerdos. Un día un anuncio en el periódico llama su atención, y le invita a explorar su pasado.

· Loxoro: cortometraje de Perú dirigido por Claudia Llosa.

Tras la desaparición de Miìa, una joven transgénero, su madre Makuti, que también lo es, la busca desesperadamente recorriendo todos los lugares que la chica frecuentaba. Su búsqueda refleja una comunidad que se encierra en sí misma para defenderse de la sociedad convencional y que para ello posee un idioma propio, el Loxoro o húngaro.

· Alzheimer´s: a love story: cortometraje de EEUU de Gabe Schimmel y Monica Petruzzelli.

Una historia que sigue a Greg y Michael mientras luchan contra una enfermedad que está erradicando activamente el recuerdo de una relación hermosa de más de 40 años, y el amor que los ha mantenido juntos a través de todo.

Domingo 30 abril a las 18:00 horas

· Las ventanas abiertas: largometraje, España-Francia, dirigido por Michèle Massè

En España y en Francia; en Madrid y en París, Boti, Empar, Micheline y Jocelyne, cuatro mujeres lesbianas en torno a los 70 años, cuentan sus miedos, sus deseos, sus diferencias…

Más información en http://www.cinetecamadrid.com/secciones/ciclo-mayores-lgtbq

 

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Ancianos LGBTI: olvido y soledad marcan sus vidas

Miércoles, 5 de octubre de 2016
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68851_LGBT_adultosNi al interior de las mismas organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales hay investigaciones, cifras o programas específicos sobre este colectivo, por eso no forman parte de los discursos y tampoco del imaginario social. Su vejez está condicionada a los recursos económicos de los que dispongan, a la posibilidad de una pareja, a familiares cercanos o a la soledad.

Kléver Paredes B.

La sociedad sabe que en algún lado están, pero hablar de este tema incomoda. No importa, aunque es preferible que sigan en su mundo, aquel que no se ve ni escucha.

Hoy, precisamente, cuando en el mundo se celebra el Día Internacional de las Personas de Edad, todavía queda un grupo de ancianos que sigue invisible, que no recibe homenajes ni tampoco aparece en la mayoría de los medios de comunicación. De este grupo de adultos mayores sería bueno conocer -a ciencia cierta- cuántos son, dónde viven, qué piensan; si cuentan con recursos económicos, pareja, descendencia; cuáles son sus aspiraciones, están acompañados o solo viven con la soledad.

Lamentablemente, no se sabe casi nada de ellos ni de ellas: las personas adultas mayores LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales). Por eso no forman parte de los discursos ni del imaginario social.

Todavía cuesta comprender que la orientación sexual no entiende de edades y las personas LGBTI que nacieron en las décadas de los 50, 60 y 70, del siglo pasado, son los viejos invisibles de ahora. Posiblemente, el rechazo, la represión, discriminación, homofobia -por ser como son- fueron las razones para que nunca salieran del clóset.

Hasta hoy, la sociedad no está acostumbrada a tratar con gays y lesbianas mayores que vivan su sexualidad de manera abierta.

Al no tener cifras, datos o estudios sobre este grupo etario, obviamente tampoco son tomados en cuenta -de manera específica- en los programas o proyectos estatales y seccionales. Igual no aparecen con la importancia debida al interior de los colectivos LGBTI de Ecuador.

En relación al siglo pasado, hoy se enfrentan a otros retos. El matrimonio gay es una realidad reciente y muchos de los adultos mayores LGBTI no tienen hijos o parejas legalmente reconocidas. Esto supone una vida en soledad.

Tampoco la vida sexual es la misma que hace unos años. A una mejor salud general se junta una percepción de la sexualidad en términos más sanos y abiertos. Pero estos elementos, que son positivos, conllevan nuevos riesgos.

La Organización Mundial de la Salud advierte un aumento de los casos de sida entre mayores de 45 años. Este colectivo no ha concienciado sobre el uso del condón, ve los riesgos como algo propio de la juventud y acaba contagiado.

A los adultos mayores LGBTI no se los trata de victimizar, pero sí que se entienda que también son sujetos de derechos, como dice el art. 11, numeral 2 de la Constitución de Ecuador (2008): “Todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades. Nadie podrá ser discriminado por razones de sexo, identidad de género, orientación sexual. La ley sancionará toda forma de discriminación”.

Apenas en 2013 se realizó el ‘Estudio de caso sobre las condiciones de vida, inclusión social y cumplimiento de derechos humanos de la población LGBTI en Ecuador’, por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y la Comisión de Transición para la Definición de la Institucionalidad Pública que garantice la igualdad entre hombres y mujeres. En el estudio se entrevistó a 2.805 personas de 18 años y más, en las zonas urbanas de Quito, Guayaquil, Portoviejo, Machala, Babahoyo, Ibarra, Santa Elena, Salinas, La Libertad y Manta debido a que en estas ciudades hay organizaciones y colectivos LGBTI. Los resultados reflejan algunos aspectos relacionados con las condiciones de vida y la situación de discriminación, exclusión y violencia.

El 66,7% de los entrevistados correspondió a personas de entre 20 y 34 años y el 0,7% apenas a personas de 60 años en adelante, cifra que no es suficiente para establecer las condiciones de vida de los adultos mayores LGBTI.

Menos aún si tomamos en cuenta que, según el INEC, las personas con más de 60 años de edad en Ecuador superaron en la actualidad la cifra de 1’300.000 habitantes.

Al 1 de octubre de cada año las Naciones Unidas declararon el Día Internacional de las Personas de Edad para concienciar contra la discriminación de las personas mayores. También contra la marginación por parte de las sociedades, personas, prácticas institucionales y la representación mediática, porque se devalúa y excluye a las personas mayores. En el estudio del INEC sobre las condiciones de vida, inclusión social y cumplimiento de derechos humanos de la población LGBTI se determinó que el 58% de los encuestados no está afiliado al Seguro Social y no cuenta con acceso a otro tipo de seguro de salud.

El 77,1% es soltero y el 16,1% declaró vivir en unión libre. De mantenerse esta tendencia a futuro, el tema de cuidado se vuelve uno de los problemas principales.

Del total de la población LGBTI entrevistada, el 70,9% reportó que vivió alguna experiencia de discriminación en su entorno familiar y el 72,1% dijo haber sufrido algún tipo de experiencia de control, el 74,1% alguna imposición, el 65,9% rechazo y el 61,4% violencia.

El estudio demuestra que, en términos de discriminación y violencia, el mayor porcentaje de eventos sucede en los espacios públicos, mientras que los casos de exclusión se producen en mayor medida en espacios privados. En otros países se han realizado estudios como el de la Universidad de la Escuela de Trabajo Social de Washington, que determinó los problemas de salud de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales al ser ignorados de los servicios y políticas. De igual manera, las tasas de discapacidad, angustia física y mental. En América Latina, Argentina permite los matrimonios entre personas del mismo sexo desde el 15 de julio de 2010. Fue el primer país de la región en reconocer este derecho en todo su territorio nacional. Además, fue el décimo en legalizar este tipo de unión a nivel mundial. El debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo comenzó con la campaña nacional por la igualdad jurídica de lesbianas, gays, bisexuales y trans, bajo la consigna ‘Los mismos derechos, con los mismos nombres’. (I)

La crueldad hacia los ancianos viene más de los familiares que de la sociedad

Tengo 68 años. Mi vida de niño, pese a las limitaciones económicas, fue muy, muy feliz. Era un destacado alumno de la escuela. En mi adolescencia empecé a tener giros, a darme cuenta de mi orientación. Con una familia y parientes homofóbicos, esto les causaba terror.

Cada vez que sentía lo que quería y deseaba prefería cerrar la puerta y llegar hasta ahí; en esa lucha constante pasé mi adolescencia. Bajé el rendimiento en el colegio y tuve mis primeras experiencias satisfactorias. Tengo un hermano mayor que era el ‘machazo’ y cada vez que podía me decía “habla como hombre”. Yo sufría con ese entorno, nunca tuve un amigo o un familiar para decirle “esto me pasa”. Tenía una bella madre, pero no sé si me hubiera entendido. Busqué ayuda en la religión, pero nada de eso funcionó.

Yo tenía claro que debía salir adelante y logré sacar algunos títulos. He tenido novias y relaciones con ellas cuando trabajaba, pero rehuí al matrimonio. Lo que yo sentía me lo reprimía, tenía que ser como los demás. En el Quito de aquel entonces no había lugares donde conocer a otras personas, solo yo, en mis adentros, sabía lo que quería. A los 45 años recién conocí una discoteca gay y nuevos amigos. En mi familia nunca tocamos el tema: si soy o no gay. Así llegué a esta edad y veo que ahora es cuando uno necesita más ese afecto y compañía. A uno le toca irse adaptando y tratando de que la vida sea más llevadera porque sabemos que los años que se avecinan tendrán sus complicaciones.

Tengo la suerte de ser jubilado, de tener un recurso económico para afrontar la vida. A pesar de que no estoy tan viejito, sí noto que al subir a un bus me ceden el asiento. No me parece que la sociedad esté tan en contra de los viejos, sino más bien veo que hay crueldad por parte de los familiares porque los hijos a veces dan la espalda, se lanzan la pelotita para que el otro cuide al anciano, y más cuando solo piensan en los bienes materiales. Si es pobre es peor; es un problema; y lo único que le espera es consumirse mucho antes de lo que pudo haber sido.

Yo imagino el resto de mi vejez tranquila: si no tuviera un compañero afectivo pagaría a alguien para que me cuidase en una casa de una planta donde pudiera salir a la huerta o al jardín y con mucha salud mental. Tener a alguien con quién conversar es importante. Espero que mi entorno sea con lo necesario, con una casita, los alimentos necesarios, con atención de salud sin depender de nadie porque, cuando se recurre a otro, la felicidad ya no está en nuestras manos. Ese es el umbral de la infelicidad. Yo leí alguna vez que los viejitos esquimales, cuando presienten que van a morir, salen de su iglú (casa) y se van caminando hasta donde puedan encontrarse con su muerte. Yo no me iría así, pero cuando ya no pueda depender de mí, quisiera dejar este mundo para siempre. (O)

Primer centro para jubilados LGBT del mundo funciona en Argentina

En Argentina funciona el primer centro de retiro para adultos mayores LGBT del mundo, sin ser discriminados ni señalados. Se llama Centro de Jubilados Puerta Abierta y fue una iniciativa de una mujer gay. Funciona como lugar de encuentro de hombres y mujeres que conversan, acompañados por psicólogos, y organizan actividades como viajes, talleres de teatro, cine debate, bailes y festejos de cumpleaños.

Su presidenta, Norma Castillo, señala: “Es una forma de visibilizar nuestro orgullo por la elección de vida que nos hace felices”, según la publicación del portal Latitud Gay de Argentina. “Ojalá llegue el día en que podamos ir a cualquier centro de jubilados y no sentirnos como si fuéramos raras. El centro Puerta Abierta es una forma de visibilizar nuestro orgullo por la elección de vida que nos hace felices, donde podemos compartir nuestras experiencias y sentir que no somos las únicas a las que les pasa. Somos como una familia”. Puerta Abierta es un espacio cultural que funciona desde hace 16 años, en el barrio porteño de San Cristóbal, y desde hace seis que también sirve como lugar de encuentro para el centro de jubilados. El espacio está abierto a todas las personas, aunque se aclara lo de la diversidad sexual porque no está culturalmente implícito.

En Argentina, hay unos seis millones de personas jubiladas, según estadísticas oficiales de la Administración Nacional de la Seguridad Social. Puerta Abierta tuvo una presencia fuerte por la ley de Matrimonio Igualitario (26.618), aprobada en 2010. (I)

Fuente El Telégrafo.com

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Vejez gay: El almanaque interior

Sábado, 20 de agosto de 2016
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i-toni-dell-amore-614024Desde los años 70 se vienen realizando estudios que proponen desmantelar el estereotipo de la vejez gay condenada al patetismo, la soledad e incluso la violencia.

La mayoría de las imágenes sobre el envejecimiento gay resultan patéticas. Depresión, soledad, aislamiento y autoflagelación son atributos que no tardan en aparecer. Es claro que esto no viene de la nada, tiene una base en la realidad pero, de todos modos, es un error equipararlo con las representaciones que tienen los mismos gays que son viejos o están envejeciendo. Sensible a esta precaución, lo que voy a presentar a continuación es una tentativa de “abrir el juego” para pensar de forma plural cómo los gays pueden ver el envejecimiento gay.

La vejez gay es mejor que la heterosexual

En EE.UU., en los años 70, ya existían estudios que combatían el estereotipo de que la vejez gay representaba la contracara negativa de la vejez heterosexual. Por ejemplo, Douglas C. Kimmel sostenía que el envejecimiento gay no era traumático y sí lo era el de los heterosexuales.

Basándose en entrevistas en profundidad, elaboró la tesis de la “competencia en crisis”. Los varones homosexuales, a partir del turning point de la relevación de la orientación sexual, aprendieron a enfrentarse con distintas fuentes de rechazo social: desde la familiar, pasando por la escolar y la laboral. Esta circunstancia hizo de ellos precoces expertos en el manejo de crisis, administradores de la adversidad, campeones en el desarrollo de estrategias situacionales para salir airosos cuando todo el mundo quería aplastarlos.

Si miraban su ya larga vida, podrían apreciar cuánto habían logrado, a un punto tal que podrían dar crédito a aquellas famosas palabras de Friedrich Nietzsche: “aquello que no mata, fortalece” o “el veneno que hace perecer a las naturalezas más débiles, fortalece al fuerte.” Convertidos en “súper-hombres” de la vida cotidiana, la vejez no tendría chances de aparejar una crisis especialmente dramática puesto que todas ya las habían vivido y puesto que en su subjetividad yacía un stock de conocimientos de probada eficacia anti-cataclismos. La adversidad y el sufrimiento tempranos serían escuelas de vida decisivas para los gays viejos que Kimmel entrevistó en la segunda mitad de los años 70.

El experto en crisis no tiene que aprender en la vejez a vivir solo, ni a cocinar, ni a lidiar con las cuestiones del hogar. Quienes sí deben pasar por ese aprendizaje son los pares etarios heterosexuales, característicamente porque enviudan. Así, a contrapelo de los estereotipos de variada procedencia, se tendría que la homosexualidad per se no es un factor de mal envejecimiento. No escapó al autor que los testimoniantes señalaran una serie de desventajas, pero las mismas no son imputables a la homosexualidad: los problemas de salud, y/o los ingresos monetarios insuficientes, y/o la depresión por la jubilación y por la des-socialización creciente, son cuestiones transversales.

Este enfoque está presente en investigaciones más recientes que siguen destacando altas capacidades de resiliencia en gays y también de lesbianas. Las mismas, además, enfatizan la variable “capital social,” que parecería jugar un papel para el mantenimiento de la alta estima de sí. El capital social tiene dos indicadores: los “amigos” y, sobre todo, la “comunidad gay” la cual no solamente se reconoce sino que se visualiza como un lugar donde desarrollar actividades. En breve veremos cómo otro enfoque cuestiona seriamente este postulado.

Las conclusiones de estas investigaciones son óptimas. Pienso que tal vez por demás. En su afán de brindar una versión alternativa de la vejez, la teoría de la competencia en crisis, llegado un momento, corre el riesgo de crear formas de invisibilización de realidades específicas del envejecimiento gay.

33046_norma-castillo-ramona-cachita-arevaloLas investigaciones en salud, por ejemplo, llevan a que nos preguntemos si la competencia en crisis no culminaría cuando los viejos gays se enfrentan a entornos médicos y de cuidados de la salud. En un estudio, el 18 % de los gays manifestaron una valoración negativa de los servicios de salud puesto que sus efectores son insensibles frente a la orientación sexual. En tanto que un 25 % de los gays dijeron que directamente no manifestaron su sexualidad o raramente hablaron de ella. Aún personas gays mayores que habían logrado hacer el coming out frente a sus familias encontrarían un límite cuando se hallan expuestos ante la mirada médica, frente a la que quedarían paralizados, retrocediendo y haciendo un coming in en lo que a comunicación de la salud respecta. En estos casos, más que ante la competencia en crisis estaríamos ante la extraña “competencia” de evitar situaciones de crisis sentidas como embarazosas debido al peso del estigma.

Viejos antes de tiempo

Esta percepción del almanaque interior está presente en el humor gay, en las películas que han consagrado como de culto, en los argots de los ámbitos de prostitución masculina y en las etiquetas de los websites pornográficos. Una vez leí que un investigador publicó un aviso clasificado en distintos medios comunitarios gays a finales de los años 70. Buscaba varones homosexuales de los “más viejos” que le concediesen entrevistas. Se sorprendió de haber recibido un número importante de respuestas por parte de personas que estaban entre los 30 y los 40 años.

No creo que sea adecuado hacer frente a esta percepción diciendo que los y las heterosexuales también perciben el paso del tiempo con precocidad. Y esto a pesar de que a muchos lectorxs no pasarán inadvertidas las publicidades de ropa interior para personas con “incontinencia urinaria moderada”, que según los expertos publicitarios, comienza a manifestarse después de los 55 años. Tampoco lo expresado debería servir para afirmar que los gays tienen una lectura “errada” de la realidad. Tenemos que tratar de ver desde adentro: ¿qué factores propios de la historia de la homosexualidad incidirán en este ritmo acelerado? Quisiera presentar dos conjeturas.

Primera: los homosexuales que hoy son viejos fueron jóvenes en los años 60 y 70, por lo tanto, transitaron por entramados sociales, jurídicos y políticos adversos. Ya lo sabemos: era tal el nivel de represión y autorrepresión que muchos directamente se retiraban o no se involucraban en diversas oportunidades interaccionales por el miedo a ser descubiertos y ser masacrados por el descrédito. Recuerdo que en mis diálogos con viejos gays una de las expresiones que más surgía era “muerte civil”. Principalmente la familia era el lugar del que se pretendía huir. Ante semejantes retiradas de la vida social podemos plantear que, desde temprano, ellos sentían que se encontraban fuera de la historia o, por así decir, que la historia era algo que “les pasaba”, en tiempo y en experiencia, a los otros, es decir, a los heterosexuales. Por ejemplo, a sus hermanos y a sus hermanas que seguían cumpliendo con un conjunto de ritualidades dadoras de un sentido de que el tiempo transcurría.

Imposible no recordar a Iván (67 años): “¿Qué futuro podías esperar? No tenías nada ¡nada! por delante”. Si imaginariamente un almanaque funcionaba, ése era el de la sociedad heterosexual, el de ellos, el almanaque interno, estaba detenido. La vida era espectáculo obligado o algo semejante a un tren que veían pero no podían tomar. Los ritos de pasaje que vivenciaban los heterosexuales, como los de convertirse en padres, festejar la graduación de los hijos o, finalmente, ser abuelos, no eran vivencias “propias” de los homosexuales en aquellos contextos sociales y jurídicos.

Es probable que se encuentre allí parte importante de la clave de esta alteración de la temporalidad: aquellas personas habrían vivenciado las mismas etapas que los heterosexuales -habrían compartido la historia- pero sólo hasta la adolescencia, el momento del descubrimiento sexual y, en consecuencia, del subsiguiente ocultamiento y de la retirada de la corriente de las vivencias socialmente pautadas, las vivencias de quienes quedaban “adentro” de la historia. En estas condiciones, “jóvenes” solamente podrían ser los heterosexuales porque solamente ellos cumplían dentro de la “juventud” con los ritos socialmente convencionalizados. En cambio, los homosexuales, privados de estas posibilidades, “saltaban” directamente desde la adolescencia a la “madurez. El envejecimiento, en consecuencia, les quedaba mucho más cerca. Qué horror.

Segunda conjetura sobre el sentimiento de precocidad: ¿cómo no ponderar en este “gran” salto adelante la influencia del sentimiento de pérdida y duelo de la época del SIDA? Justamente estas generaciones de homosexuales la vivieron. En esa tremenda coyuntura también tuvieron que hacerse grandes aceleradamente, crecer de golpe, experimentando en plena juventud gigantescas pérdidas afectivas, esas pérdidas que sus pares heterosexuales muy por lo general comenzarían a experimentar en su vejez. Como vemos, nuevamente un proceso dramático llevaría a estas personas rápidamente hacia la vivencia de eventos propios de otra etapa de la vida. Otra vez, el horror. ¿Cómo, bajo estas condiciones, no sentirse maduro antes de tiempo? Este es el quid de la cuestión.

Una reflexión aparte, que puedo presentar mas no desarrollar aquí, es que esa percepción del tiempo varía según los entrevistados sean gays o lesbianas. El investigador Robert Schope dirigió una encuesta en la que preguntó cómo percibían que la “sociedad gay” y la “sociedad lesbiana” percibían el envejecimiento gay y lesbiano. Las respuestas tenían que ubicarse en una escala que incluía: “terrible”, “tolerable”, “aceptable”, “buena” y “fantástica”. En un porcentaje significativo los varones eligieron las opciones “terrible” y “tolerable”, en tanto las lesbianas las opciones “aceptable”, “buena” y “fantástica”. Luego, les preguntó cómo veían su propio envejecimiento. Aunque con menos énfasis, la tendencia general se mantenía: una visión bastante más negativa por parte de los varones.

Lugares que aún no existen

Existe una idea que no hemos explorado lo suficiente: el estrés en la vejez, en particular, el que pueden sufrir quienes pertenecen a grupos discriminados. Primero quiero presentar una definición, que tomo de Ilan Meyer: “el estrés puede ser definido como cualquier condición que tiene el potencial de despertar la maquinaria adaptativa de una persona. Utilizando el análisis de la ingeniería, el estrés puede ser descripto como una carga respecto a una superficie de apoyo. Al igual que una superficie se puede romper cuando el peso excede su capacidad para soportar la carga, el estrés psicológico ha sido descripto como un punto de ruptura a partir del cual un organismo puede llegar al “agotamiento”. Por un lado están los “estresores generales”, que son ubicuos y que todos somos candidatos a padecer, por ejemplo: la pérdida de seres queridos, situaciones crónicas como la falta de empleo o la aparición de una enfermedad crónica. Por otro lado, existen factores cuya incidencia no es ubicua porque afectan a los integrantes de grupos minoritarios catalogados negativamente. Son los “estresores de minorías”: el silencio, la invisibilidad, las agresiones, la indiferencia, etcétera. Si recordamos la pertenencia generacional de las personas cuyo envejecimiento queremos comprender, podemos decir que son candidatos con muchas chances de padecer lo que Meyer llama “estrés de minorías”.

Es interesante comparar esta visión con la de la “competencia en crisis”. Si ésta pone el acento en la “idoneidad”, cuando hablamos del estrés tenemos que la idoneidad es una de las respuestas posibles de la maquinaria adaptativa de las personas hundidas en contextos de discriminación. Pero no hay nada de necesario en ello. La otra respuesta de la maquinaria puede ser, justamente, una “no respuesta”, producto de la incapacidad de elaborarla. El estrés de minorías se produce tras el agotamiento subjetivo ante un conjunto de circunstancias (reales e imaginadas) que abruma a los viejos gays, atascándolos, en términos generales, respecto de la acción. Es a partir de entonces que afloran la depresión, el aislamiento, la soledad, el malestar.

Pero cuando pensamos el estrés de las minorías, es necesario explorar la idea de que pertenecer a una minoría puede tener un resultado positivo: justamente la pertenencia permitiría resolver el estrés y convertir a los gays mayores en sujetos “competentes” para enfrentar lo que tengan que enfrentar. Más allá de que podamos presentar miles de sospechas acerca de la noción sociológica de “minoría”, vale la pena seguir el argumento.

Meyer propone pensar la diferencia entre envejecer “individualmente” como gay y envejecer como “miembro” de la minoría gay; una distinción que trae rápidamente a la polémica la cuestión del “capital social” y el “capital institucional” de los sujetos discriminados. O mejor dicho, la cuestión de la “relación” entre ambos capitales, ya que sin el segundo no podría ni lograrse ni mantenerse el primero. El capital social refiere a la pregunta: ¿con qué personas puedo “capitalizarme”, enriquecerme subjetivamente?, en tanto que el capital institucional hace referencia a los medios instituidos que la gente dispone para lograr ese enriquecimiento. Concretamente, si estas personas viejas o en proceso de envejecimiento no tienen adonde ir ni en donde permanecer, se encuentran privadas de interacción y, en consecuencia, se volvería difícil construir y salvaguardar la estima de sí.

Por un lado, es muy probable que manejen en potencia nuevas ejes cognitivos referidos a la homosexualidad (imágenes suministradas por medios de comunicación que dejaron de demonizarlos). El problema es que sin un complemento (un “plug in”) que los ponga en funcionamiento esos ejes están destinados a convertirse en letra muerta. Ese plug in tiene que ser institucional.

Esto plantea un gran interrogante que desplaza el análisis hacia dimensiones de la cuestión que recién ahora están asomando en la política pública. ¿En dónde, en qué lugares estos gays podrán socializarse, encontrarse, reconocerse y desarrollar un sentimiento de pertenencia que neutralice las imágenes negativas de la vejez gay? La pregunta es significativa ya que -aunque hoy es necesario revisarlos- varios estudios demuestran que existe por parte de gays adultos y adultos mayores una tendencia a retirarse de los circuitos de socialización con propósitos socio-sexuales (bares, saunas, discotecas), circuitos que ven con un importante sentimiento de exterioridad y ajenidad, a lo cual habría que sumar la sensación de extrañeza derivada de la denominada “brecha digital”.

Pero no están solamente las cuestiones identitarias, también están las relativas a la salud y a los cuidados en general: ¿cuáles son esos lugares? ¿hay que crearlos? Y también: ¿cómo transformar los que ya existen en ámbitos que alienten la comunicación de los problemas de salud física y de malestar psíquico por parte de sus “nuevos” usuarios? Por último, un gran tema: ¿qué tendría que hacerse para que los efectores de salud aprendan a hablar sobre las cuestiones que suceden en ese mundo que su formación profesional no los alentó a visibilizar?

Para que se pueda envejecer acompañado de imágenes dignificantes hace falta un entramado institucional que aún no existe ni como “forma social pura” ni como parte de la agenda de un programa integral de política pública destinada a la vejez LGTB. Esa ausencia impediría poner a favor del envejecimiento gay la pertenencia minoritaria. En Argentina estamos empezando muy de a poco. La experiencia del Centro Cultural Puerta Abierta es interesante, primero, como iniciativa en sí misma y, luego, como indicio de que el tema está entrando en agenda.

Para cerrar, vale recordar que estas reflexiones se ciñeron a los varones homosexuales que en la actualidad son viejos o están en proceso de envejecimiento (y también a los que ya no están), es decir, a la vejez de “sobrevivientes” del silencio y la invisibilidad. No dudo que este artículo no podrá escribirse tal como se lo leyó cuando comiencen a envejecer los jóvenes de hoy.

Por Ernesto Meccia (Suplemento Soy), vía SentidoG

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Salir del clóset a los 60

Martes, 12 de julio de 2016
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Marcelo-Gustavo-Michanie-JUANO-TESONE_CLAIMA20160626_0107_17Enfrentan a hijos y nietos para confesarles sus sentimientos y arman vínculos con personas del mismo sexo, después de separarse o enviudar.

En Capital, ya se casa por semana una pareja gay mayor de 60 años.Durante años ajustaron sus vidas a lo que la sociedad exigía de ellos dejando de lado sus propios deseos y expectativas. Los mandatos familiares y lo que culturalmente estaba “bien visto” los hizo reprimir, entre otras cosas, su orientación sexual. Así fue que salieron del closet recién de grandes. Le pasó a Mercedes Sánchez (70) y a Marcelo Robles (62) quienes, a pocos días de la celebración del Orgullo Gay, compartieron sus historias con Clarín.

Según Graciela Balestra, presidenta de la Asociación Civil Puerta Abierta a la Diversidad y coordinadora del primer y único Centro de Jubilados LGBT del país, ellos no son los únicos que blanquearon a la edad de jubilarse. “En los últimos años, se duplicaron las consultas de adultos mayores que se acercan a pedir asistencia psicoterapéutica para salir del closet y hablar con sus familias sobre el tema”, sostiene Balestra quien remarca que también llegan buscando un grupo de pares que los contenga y entienda. Y el reconocimiento público muchas veces viene de la mano del casamiento. Así queda evidenciado en los números: en lo que va del 2016, hubo más de una boda gay de mayores de 60 por semana en Capital.

Este último dato surge del Registro Civil de la Ciudad, desde donde precisaron a Clarín que este año ya se registraron 171 matrimonios igualitarios y que 27 de ellos fueron de personas de más de 60, es decir que, hasta el momento, los adultos mayores resultaron protagonistas de casi el 16% de los casamientos en el ámbito porteño, celebrando una boda cada aproximadamente cinco días.

En el caso de Mercedes Sánchez, que es psicóloga social, la salida del closet vino efectivamente acompañada de la unión legal con su actual pareja Claudia Lagos (53), cuando ella tenía 67. “Ni la sociedad ni yo estábamos preparadas antes para la verdad”, afirma Mercedes sobre la razón por la que esperó tanto para “dejar las tinieblas”. De joven, tuvo varias parejas heterosexuales que no funcionaron. “Yo me aburría pero seguía buscando, pensaba que no tenía suerte con los hombres”, resume. Eso fue hasta pasados los 30 cuando entendió lo que le sucedía, pero se lo guardó. Por esa época, conoció a Alicia que fue su pareja por 20 años, hasta que falleció. Vivíamos juntas pero decíamos que éramos amigas. La gente sospechaba pero nunca preguntaron ni nosotras contamos”, relata. Con poco tiempo de diferencia, además de Alicia murió su mamá, y ella se quedó sin las, hasta entonces, dos mujeres de su vida.

Recién hizo el duelo cuando llegó a Puerta Abierta y comenzó a participar de un grupo de reflexión a los 61. Dos años después, tomó coraje y empezó a mostrarse libremente. En ese camino, conoció a Claudia en el cumpleaños de una amiga en común de la Asociación. “Ni bien la vi me enamoré. Ese día me contó que se estaba mudando de la casa en la que vivía con su marido y sus cuatro hijas”, suma. La charla siguió por Facebook hasta que concretaron una salida. “Al final del encuentro, que empezó en una plaza y terminó en mi casa, le dije que me gustaba mucho”, sigue Mercedes. A los pocos días, se pusieron de novias y no se separaron más. Hace tres años, tuvieron su matrimonio igualitario, del que participaron las hijas de Claudia y su nietito que ahora dice que, de ese lado, tiene “dos abuelas y un abuelo”.

Marcelo Robles siempre se sintió atraído por los varones más que por las chicas. Sin embargo, a los 31 se casó con una mujer con la que tuvo tres hijos. Casi 20 años después, se separó y empezó a experimentar con hombres. “Un día los senté a mis hijos y les conté. Ellos se merecían una explicación”, dice Marcelo quien confía que, al principio, “no les causó ninguna gracia”.

“Con el tiempo, cuando vieron que no me salían cuernos ni alas y que seguía siendo el mismo, la cosa se fue ablandando, explica. Tres años después de esa revelación, conoció a través de un chat gay a Gustavo Michanie (47), que es presidente de la Asociación Judíos Argentinos Gays (JAG) con el que se casó el año pasado, a sus 61. Marcelo, que es arquitecto, dice que cuando conoció a Gustavo sufrió el “efecto ladrillazo”. “Fue como si me hubieran dado un golpe en la cabeza: sentí que por primera vez tenía certeza absoluta de lo que quería”, cierra Marcelo, feliz de haberse animado a dar el gran paso.

Fuente: Clarín, vía SentidoG

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Ecohousingay, por una vejez autónoma, sostenible, solidaria y

Lunes, 18 de abril de 2016
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26564_jubilacion-centro-de-mayoresEste proyecto nace con la intención de dar a conocer este modelo habitacional alternativo, cooperativo y solidario, entre un colectivo que es especialmente sensible por sus condicionamientos particulares en este tipo de solución de cohousing senior.

Si bien el cohousing en si mismo, como concepto de vivienda alternativo a la propiedad o el alquiler, supone un modelo atractivo a considerar por cualquier grupo de individuos mínimamente interesados en formas de vida solidarias, asociativas y cooperativas, el cohousing senior viene a dar no ya alternativas, sino soluciones a las incertidumbres de un futuro donde la vejez representa cada vez más una etapa más larga en nuestras vidas, una etapa que podemos planificar con sosiego para conseguir vivir de manera autónoma durante el mayor tiempo posible.

Esta necesidad creciente que cualquier persona en edad madura se puede plantear cobra una especial importancia en el caso del colectivo LGTB. La actual generación LGTB más madura es un colectivo especialmente sensible a esa realidad y por ello es uno de los sectores más interesados en alternativas cooperativas y solidarias para la constitución de comunidades de vivienda y de vida en común.

33770_ecohousingay-logoOtro factor a considerar es la gran importancia que en las comunidades de cohounsing tiene el buen entendimiento entre sus miembros.

En general no elegimos a nuestros vecinos, pero todos hemos tenido buenas y malas experiencias con ellos… En una comunidad cooperativa y solidaria, en cambio, sí podemos elegir a nuestros compañeros de viaje ya que vamos a establecer un nivel de relación y de cooperación muy intenso.

En Ecohousingay creen en la integración y también en los estilos de vida de cada cual. Por ello quieren dar visibilidad al potencial colectivo LGTB interesado en alternativas de cohousing para promover su integración en proyectos en marcha así como promover proyectos de cohousing específicos para el colectivo. Y todo ello con el objetivo de promover comunidades donde se compatibilice la autonomía personal con la solidaridad vecinal, la cooperación y la sostenibilidad.

Nota de prensa/Redacción Chueca

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‘Gen Silent’: Cuando la edad te devuelve a la indigna soledad del armario

Lunes, 16 de noviembre de 2015
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32524_gen-silent-documental-logoEl pasado lunes el canal por cable LGTB LOGO estrenó ‘Gen Silent‘, un documental estadounidense dirigido por Sdtu Maddux que se adentra en la vida de seis personas LGTB de edad avanzada para concienciar a la sociedad sobre la importancia de planes específicos para el envejecimiento digno del colectivo.

En la última década el movimiento LGTB ha dado un grandísimo salto cualitativo en la mayoría de países occidentales en cuanto al reconocimiento de sus derechos civiles, un avance que nos va introduciendo paulatinamente en la normalización de nuestra imagen pública dentro del tejido social.

No obstante, estos significativos hitos que como comunidad se han conseguido ha dejado atrás a parte del colectivo, que fueron primigenios y activos defensores de nuestra naturaleza y cultura que al entrar en la edad madura se hacen invisibles a ojos de las instituciones, los medios de comunicación -y sus generaciones ulteriores-.

Por eso es del todo normal que cada vez surjan iniciativas para promocionar el envejecimiento digno de las personas LGTB como pueden ser el centro de día para personas mayores LGTB del céntrico barrio madrileño de Lavapiés o el documental que hoy os acercamos.

Orgullo de supervivencia

32525_gen-silent-documental-logoRealizado por Sdtu Maddux durante los últimos seis años, ‘Gen Silent’ cuenta la historia de a seis personas mayores homosexuales que viven en Boston, Massachusetts, y que comparten desde los recuerdos de los primeros días del movimiento LGTB estadounidense al brutal impacto de la epidemia de sida durante los ochenta.

Supervivientes de la incomprensión, la homofobia, la precariedad civil y el VIH, sus valientes y substanciales enseñanzas quedan silenciadas por la brecha generacional, algo que les obliga finalmente a recluírse de nuevo en el armario dentro de instituciones que resuelven los detalles relativos a su dependencia pero descuidan la protección de su identidad nuclear.

Con sus lazos familiares deteriorados o rotos por su condición sexual, sin descendencia ni muchos amigos a causa de la eclosión de epidemia del sida, los protagonistas de ‘Gen Silent‘ refejan una incómoda realidad que toca a toda la comunidad LGTB: estamos descuidando nuestro linaje.

Vídeo: Tráiler de ‘Gen Silent

Fuente Chueca.com

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La diversidad sexual y las desigualdades de género en la vejez

Lunes, 19 de octubre de 2015
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normaycachita“La diversidad sexual no tiene edad”

“Ellos viven menos, pero con menor discapacidad”

Feminización de la población adulta mayor

“En la vejez las mujeres tenemos más enfermedades crónicas y discapacitantes que los varones. Enviudamos y es muy difícil generar nuevas parejas, en cambio los varones mueren estando casados o en un uniones de hecho”.

Las desigualdades sociales que sufren las mujeres y que se potencian en la vejez, la invisibilización de las personas mayores del colectivo lésbico, gay, trans y bisexual y los prejuicios en torno a la sexualidad fueron analizados, entre otros temas, por especialistas nacionales y extranjeros durante el Primer Seminario Internacional sobre Género y Diversidad Sexual en la Vejez.

“Quisimos visibilizar estos temas, que se vean porque existen, ponerlos en agenda y ocuparnos. Las mujeres vivimos más tiempo que los varones pero en peores condiciones porque hemos sido un subgrupo vulnerado a lo largo de toda la vida y esto se potencia en la vejez”, manifestó la titular de la Dirección Nacional de Políticas para Adultas Mayores (DINAPAM), Mónica Roqué.

En declaraciones al Diario Popular, Roqué destacó “las mujeres somos quienes cuidamos pero luego no tenemos quien nos cuide. En la vejez tenemos más enfermedades crónicas y discapacitantes que los varones. Enviudamos y es muy difícil generar nuevas parejas, en cambio los varones mueren estando casados o en un uniones de hecho“.

También señaló que si bien “en nuestro país (Argentina) las mujeres mayores tienen cobertura previsional gracias a la moratoria (conocida como jubilación de ama de casa)” pero ellas reciben “una remuneración inferior a los varones porque ellos sí tuvieron trabajo formal” y mayores aportes. Estas desigualdades socio culturales, afirmó, “pone a las mujeres mayores en situación de vulnerabilidad”.

Asimismo se visibilizó la problemática de las personas mayores del colectivo lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI), quienes enfrentan “un doble prejuicio“. Primero, porque mantener una sexualidad activa aún “es tabú” en la vejez; y segundo, porque “no se asocia la diversidad sexual” con esas edades, sino solo “con la juventud”.

La especialista resaltó que el tratamiento de esta temática fue posible “gracias a que en Argentina se proclamó la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario y la Ley 26.743 de Identidad de Género”. Asimismo recordó la reciente sanción de la ley de cupo laboral mínimo, de al menos 1%, para las personas trans y travestis en la administración pública de la provincia de Buenos Aires.

Cabe destacar que la DINAPAM trabaja conjuntamente con la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (ATTTA) dictando cursos de cuidadores/as domiciliarios. .

El Primer Seminario Internacional sobre Género y Diversidad Sexual en la Vejez, realizado durante tres jornadas, fue organizado por la DINAPAM, de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social y la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

La actividad se enmarca dentro de la 4º Campaña Nacional de Buen Trato hacia las Personas Mayores. Este año, el lema es “La diversidad sexual no tiene edad”.

En el seminario expusieron la Dra. Sandra Huenchuan, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); la Dra. Guita Debertm de la Universidad Provincial de Campinas, Brasil; el Dr. Brian de Vries, de la Universidad de San Francisco, Chicago; la Dra. Toni Antonucci, del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan, Estados Unidos; la Dra. Anna Freixas Farré, de la Universidad de Córdoba, España; la Dra. María Victoria Zunzunegui, de la Universite de Montreal, Canadá; la Dra. Susan Somers, presidenta de la Red Internacional de Prevención del Abuso y Maltrato a las Personas Mayores; el Dr. Alexandre Kalache, presidente del Centro Internacional de Longevidad de Brasil; la Dra. Lía Daichman, presidenta del Centro Internacional de Longevidad de Argentina; el Dr. Ricardo Iacub, de la Facultad de Psicología de la UBA; entre otros. .

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) indican que en el año 2010 se registraron un total de 4,1 millones de personas de 65 años y más: 2,4 millones son mujeres y 1,7 millones varones.

La Directora Nacional de Políticas para Adultos Mayores, Mónica Roqué, destacó que la sobrevida de las mujeres está relacionada a cuestiones culturales: asisten más a los médicos, previenen enfermedades y cumplen los tratamientos. De esta forma “algunas patologías se vuelven crónicas o producen discapacidad, pero no nos matan”, resaltó.

En cambio, los varones, por un mandato cultural machista, consideran que “son el sexo fuerte, no se tienen que enfermar, sino solo trabajar”; por lo que asisten tardíamente a los centros de salud.

Respecto a la situación conyugal, en la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores se detalla que el 73% de los varones se encuentran unidos o casados mientras que entre las mujeres prevalece el matrimonio en un 40% y la viudez, 38%. En tanto, entre el grupo de 75 años y más, seis de cada 10 mujeres se declaran viudas, mientras que entre los varones esta situación afecta a algo más de dos de cada 10 hombres. .

Norma Castillo, presidenta del centro de jubilados Lésbico, Gay, Trans, Bisexual e Intersexual (LGTBI) “Puerta Abierta a la Diversidad” manifestó que junto a su esposa Ramona “Cachita” Arévalo “estamos contentas de contribuir en algo”.

Abordar la diversidad sexual en la vejez “era un tema que se necesitaba y se va a seguir necesitando porque apenas estamos comenzado” a derrumbar los prejuicios, sostuvo Castillo. “Cuando nos casamos, todo el mundo se quedó boquiabierto porque nadie espera que fuésemos personas mayores. Cuando se habla de amor, solo se piensa en jóvenes”, recordó.

Norma y Cachita se casaron el 9 de abril de 2010 habiendo conseguido la habilitación de la Justicia. En julio de ese año se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario. “Nos dijeron que ayudamos mucho porque cuando se hablaba (de homosexualidad) se decían cosas horribles, pecaminosas, y de repente nos casamos nosotras tras 30 años de estar juntas. La gente se quedó sorprendida”, destacó. “Cuando éramos chicas, la palabra lesbiana no se pronunciaba. Me habían impuesto de tal manera el modelo heterosexual que hasta los 35 años era homofóbica. Cuando me di cuenta lo que me pasaba, me quería morir. Sufrí mucho porque la gente te decía “degenerada”, “maldita”, de todo. Pero tuve la suerte de encontrar a Cachita y salimos adelante”, contó.

Por su parte, Jorge Giacosa, quien fue miembro del Frente de Liberación Homosexual (agrupación que funcionó en los 70) sostuvo que “es fantástico que se haya tomado este tema”. “Nunca nos hubiéramos imaginado vivir este momento”, comentó. “En los 70 militaba para que los demás no pasaran todo el sufrimiento por el que pasé. Y ahora es al revés, milito para que a mis pares les pase todo lo maravilloso que a mí me pasa. Es un momento de oro”, destacó Jorge, quien se casó con Javier en marzo pasado.

Fuente Diario Popular

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La pareja gay australiana de más de 80 años que quiere casarse

Lunes, 24 de agosto de 2015
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pareja-gay-80-años-australiaTodo un EJEMPLO: Esta pareja gay de 83 y 87 años LUCHA por el matrimonio gay en Australia.

Hoy te traemos una de esas historias que despiertan ternura y emoción, a la vez que envidia sana y esperanza. John y Arthur son una pareja de 87 y 83 años que edad que viven en Australia. Viven juntos y se quieren desde hace 50 años, y aunque tengan edades tan avanzadas tienen algo clarísimo: quieren casarse legalmente antes de morir.

Lo cuenta John con toda la naturalidad del mundo: “Arthur y yo hemos vivido juntos casi 50 años, somos una pareja muy normal de los suburbios. Éramos muy compatibles y crecimos juntos año tras año y aquí estamos, cuidándonos el uno al otro en nuestra vejez”. ¿No es adorable?

Ahora luchan porque todas las parejas homosexuales puedan casarse en Australia, uno de los pocos países del primer mundo en el cuál aún no es legal el matrimonio gay. Tienen muy claro que la culpa de todo es de Tony Abbott, un primer ministro homófobo, cuyo fanatismo religioso le ciega a la hora de tratar por igual a todos sus ciudadanos.

Esperamos que realmente puedan cumplir su sueño y veamos la boda de John y Arthur en Australia muy pronto.

Fuente Cromosomax

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