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Ser cristiano es vivir lo que vivió Jesús.

Domingo, 14 de enero de 2024
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101493197DOMINGO 2 º (B)

Jn 1,35-42

Este 2º domingo del tiempo ordinario sigue hablando del comienzo. Juan acaba de presentar a Jesús como el ‘Cordero de Dios’ que quita el pecado del mundo e ‘Hijo de Dios’. Lo que hemos leído, sigue refiriendo otros títulos: ‘Rabí’, ‘Mesías’. En los que siguen se refiriere a aquel de quien han hablado la Ley y los Profetas, para terminar diciendo Natanael: Tú eres el ‘Hijo de Dios’, tú eres el ‘Rey de Israel’. Juan hace un despliegue de títulos cristológicos al principio de su evangelio para dejar clara la idea que tiene de Jesús. Naturalmente es una reflexión de la comunidad de finales del s. I.

No tiene sentido que nos preguntemos si los primeros discípulos fueron Andrés y otros que siguieron a Jesús en Judea o si Pedro y su hermano fueron llamados por él junto al lago de Galilea. No me cansaré de repetir que los evangelios no se proponen decirnos lo que pasó sino comunicarnos verdades teológicas con ‘historias’ que pueden hacer referencia a hechos reales o pueden ser inventadas. En este caso lo importante es que desde el principio un pequeño grupo siguió a Jesús de cerca.

Este es el cordero de Dios. El cordero pascual no tenía valor sacrificial ni expiatorio. Era símbolo de la liberación de la esclavitud, al recordar la liberación de Egipto. El que quita el pecado del mundo no es el que carga con nuestros crímenes, sino el que viene a eliminar la injusticia. En el evangelio de Juan, el único pecado es la opresión. No solo condena al que oprime, sino que denuncia también la postura del que se deja oprimir. Esto no lo hemos tenido claro los cristianos, que incluso hemos predicado el conformismo y la sumisión. Nadie te puede oprimir si no te dejas.

La frase del Bautista no es suficiente para justificar la decisión de los dos discípulos. Para entenderlo tenemos que presuponer un conocimiento más profundo de lo que Jesús es. Si Juan lo conocía es probable que sus discípulos también hubieran tenido una estrecha relación con él. Antes había dicho que Jesús venía hacia Juan. Ahora nos dice que Jesús pasaba, lo adelanta, pasa delante de él. “El que viene detrás de mí…”

Siguieron a Jesús, indica mucho más que ir detrás de él, como hace un perro. “Seguirle” es un término técnico en el evangelio de Juan. Significa el seguimiento de un discípulo que va tras las huellas de su maestro, es decir, que quiere vivir como él vive. “Quiero que también ellos estén conmigo donde estoy yo” (17,24). Es la manera de vivir de Jesús lo que les interesa. Es eso lo que él les invita a descubrir.

¿Qué buscáis? Una relación profunda solo puede comenzar cuando Jesús se vuelve y les interpela. La pregunta tiene mucha miga. Juan deja claro que hay maneras de seguir a Jesús que no son adecuadas. La pregunta: ¿Dónde vives?, aclara la situación; porque no significa el lugar o la casa donde habita Jesús, sino la actitud vital de éste. La pregunta podría ser: ¿En qué marco vital te desenvuelves? Nosotros queremos entrar en ese ámbito. Jesús está en la zona de la Vida, en la esfera de lo divino.

No preguntan por su doctrina sino por su vida. No responde con un discurso, sino con una invitación a vivir. A esa pregunta no se puede responder con una dirección de correos. Hay que experimentar lo que Jesús es. ¿Donde moras? Es la pregunta fundamental. ¿Qué puede significar Jesús para mí? Nunca será suficiente la respuesta que otro haya dado. Jesús es algo único e irrepetible para mí, porque le tengo que ver desde una nueva perspectiva. La respuesta dependerá de lo que yo busque.

Venid y lo veréis. Así podemos entender la frase siguiente: “Vieron como vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir como él. No tiene mucho sentido la traducción oficial, (y se quedaron con él aquel día), porque el día estaba terminando, (cuatro de la tarde). Los dos primeros discípulos todavía no tienen nombre; representan a todos los que intentan pasar al ámbito de lo divino, a la esfera donde está Jesús.

Serían las cuatro de la tarde, no es una referencia cronológica, no tendría la menor importancia. Se trata de la hora en que terminaba un día y comenzaba otro. Es la hora en que se mataba el cordero pascual y la hora de la muerte de Jesús. Nos está diciendo que algo está a punto de terminar y algo muy importante está a punto de comenzar. Se pone en marcha la nueva comunidad, el pueblo de Dios que permite la realización cabal de hombre. Es el modelo del itinerario que debe seguir todo discípulo.

Lo que vieron es tan importante que les obliga a comunicarlo a los demás. Andrés llama a su hermano Simón para que descubra lo mismo, hablándole del Mesías hace referencia a la bajada del Espíritu sobre Jesús. Unos versículos después, Felipe encuentra a Natanael y le dice: hemos encontrado a Jesús. Estas anotaciones tan simples nos están diciendo cómo se fue formando la nueva comunidad de seguidores.

Fijando la vista en él. Lo mismo que Juan había fijado la vista en Jesús. Indica una visión penetrante de la persona, mucho más que una simple visión. Se trata de un conocimiento profundo e interior. Pedro no dice nada. No ve clara esa opción que han tomado los otros dos, pero muy pronto va hacer honor al apodo que le pone Jesús: Cefas, piedra, testarudo; que se convertirá en fortaleza, una vez que se convenza.

En la Biblia se describen distintas vocaciones de personajes famosos. Eso nos puede llevar a pensar que, si Dios no actúa de esa manera, no hay vocación. En los relatos bíblicos se nos intenta enseñar, no como actúa Dios sino como respondieron ellos a la llamada de Dios. El joven Samuel no tiene idea de cómo se manifiesta Dios, ni siquiera sabe que es Él quien le llama, pero cuando lo descubre se abre totalmente a su discurso. Los dos discípulos buscan en Jesús la manifestación de Dios.

Dios no llama desde fuera. La vocación de Dios no es nada distinto de mi propio ser; desde el instante mismo en que empiezo a existir, soy llamado por Dios para ser lo que soy. En lo hondo de mi ser, tengo que buscar los planos para la construcción de mi vida. Dios no nos llama en primer lugar a desempeñar una tarea determinada, sino a la plenitud de ser. No somos más por hacer esto o aquello sino por cómo lo hacemos.

El haber restringido la “vocación” a la vida religiosa es inaceptable. Cuando definimos ese camino como “camino de perfección” estamos distorsionando el evangelio. La perfección es un mito que ha engañado a muchos y desilusionado a todos. Esa perfección, gracias a Dios, no ha existido nunca. Mientras seamos humanos, seremos imperfectos, a Dios gracias. Los “consagrados” constituyen un % mínimo de la Iglesia, pero son el noventa y nueve por ciento de los declarados “santos”. Algo no funciona.

 Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Comienza la aventura.

Domingo, 14 de enero de 2024
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Jn 1, 35-42

«Venid y lo veréis»

Aparquemos por un momento la razón e imaginemos la escena.

Imaginemos a Jesús a orillas del Jordán. Hace cuarenta días ha sido bautizado por el Bautista en ese mismo lugar, luego ha permanecido en el desierto haciendo oración y penitencia, y ahora ha vuelto allí antes de regresar a Galilea. Sobre las cinco de la tarde, Juan se lo señala a dos de sus discípulos, y les dice: «Id con él y escuchadle». Los dos hombres se ponen a seguirle, pero no saben cómo abordarle. Viendo Jesús que le siguen, se vuelve y les pregunta: «¿Qué buscáis?»

Ellos ven un hombre alto, enjuto, de mirada profunda, afectuosa, y una voz recia que no obstante parece acariciar sus oídos. Ellos también son galileos; pescadores de Betsaida y Cafarnaúm. Jesús es artesano. Pertenecen por tanto al mismo estrato social, pero ellos, instintivamente, se dan cuenta de que aquel hombre tiene algo de lo que ellos carecen. No saben qué contestar, y balbucean: «¿Dónde moras?».

Uno de ellos se llama Andrés, hermano de Simón, hombre curtido en el mar que ha visto la muerte cara a cara en más de una ocasión. El otro es casi un muchacho. Se llama Juan y es hijo de Zebedeo. También tiene un hermano llamado Santiago. Santiago y Juan son decididos y pendencieros, hasta el punto que se les conoce como “los hijos del trueno” «Venid conmigo y os lo mostraré».

Jesús les espera, se pone en medio de ellos y los lleva al recodo del río donde ha pasado la noche anterior. Ellos le cuentan el comentario que les ha hecho el Bautista, y al cabo de un rato los tres ríen los dichos y chascarrillos con los que se ha iniciado la conversación. Luego hablan de su tierra, Galilea, de su insoportable situación política y social, de los pronunciamientos contra los romanos, de la pesca, de la cosecha que pronto habrá que recolectar…

Al atardecer, Juan trae dos peces todavía vivos que ha mantenido dentro de una red en la corriente del río. Jesús saca unas aceitunas, unas almendras y algo de pan duro que lleva en el morral. Andrés aporta unos dátiles y un pequeño pellejo de vino de Samaría. Asan los peces, recitan una oración de acción de gracias y despachan sus vituallas con buen apetito.

Aquella cena sirve para hacer desaparecer los últimos vestigios de inhibición y crea entre ellos un clima de franca confianza. No es por tanto de extrañar que Juan —siempre directo— le pregunte sin ambages por su doctrina. Jesús queda confuso ante esa pregunta, pues no sabe si tiene aún una doctrina que explicar. Había transmitido al Bautista lo esencial de su experiencia en el desierto, pero prefería madurar sus ideas antes de compartirlas con nadie. Ni siquiera sabía si quería hacerlo. Cuando se dispone a decírselo así, ve tal ansiedad en sus rostros, que cambia de opinión y comienza a hablarles de Abbá.

«¿Papá?», le pregunta Andrés, extrañado, cuando oye esta expresión cariñosa con la que Jesús se refiere a Dios… Jesús le contesta que así lo siente él en lo más profundo de su ser, y se inicia un diálogo en el que Jesús va desgranado el fundamento de su fe en Abbá, y el cambio radical que supone esta concepción de Dios en la respuesta que Él espera de nosotros.

La noche es tan clara que parece un atardecer. Las estrellas no caben en el cielo, aunque la luna, casi llena, las hace palidecer ante su luz más intensa. El campamento ha quedado prácticamente en silencio, y solo el pertinaz canto de las cigarras rompe el silencio de la noche. Comienza a refrescar y Andrés se levanta a reavivar el fuego. Los tres amigos gozan de la placidez del momento.

«Si Dios es nuestro Padre, nosotros somos Hijos y por tanto hermanos —prosigue Jesús—. No somos siervos que trabajan por un salario; que esperan una recompensa o temen un castigo… No. El que descubre a Abbá quiere ser digno hijo de su Padre, está orgulloso de ser su hijo, quiere parecerse a Él, quiere ayudarle en su tarea, quiere comprometerse en la aventura de sacar adelante este mundo… Quiere, en definitiva, estar en las cosas de su Padre».

Pasan las horas y Juan y Andrés quedan fascinados. En esa charla se han hecho añicos muchas cosas que siempre habían dado por supuestas… ¿Quién es ese hombre capaz de fascinarles con sus palabras y aturdirles con su personalidad? ¿Y aquella mirada, siempre profunda, unas veces apacible, otras, apasionada y vibrante?

Se despiden de él y recorren el trecho que les separa del campamento que comparten con otros galileos. Silenciosos y meditabundos, no terminan de creer lo que acababa de ocurrir. Luego viene la euforia. Despiertan a sus amigos y les cuentan una y mil veces la conversación que han mantenido con “aquel nazareno que parecía amigo del Bautista”: Se llama Jesús, y es un gran profeta.

A la mañana siguiente, muy temprano, Jesús se retira a orar a un pequeño altozano que se divisa desde allí. Un rato después ve acercarse a Andrés y a Juan con otros tres hombres. «Jesús —le dice Andrés cuando llegan hasta él—, éste es mi hermano Simón; y estos dos también son galileos: Felipe y Natanael».

Simón es un hombre corpulento, de nariz gruesa y barba poblada y descuidada. Llama la atención su mirada noble y sus ademanes bruscos y decididos. «Es un cabezota —interviene Juan, dando a su amigo un empujón que le hace trastabillar—, pero no podrás encontrar una amistad más firme que la suya». «¿Tan firme como una roca?», pregunta Jesús, mientras pone la mano sobre su hombro en señal de acogida. «Como la piedra más dura que puedas encontrar en el camino», contesta Simón con una sonrisa. «Entonces te llamaré Pedro».

Desde el primer momento se dan cuenta de que van a congeniar. A Jesús le gusta el aspecto noble y decidido de Pedro, y a éste, la forma de mirar de Jesús. «Este hombre —piensa— es de fiar; no es el charlatán que me había imaginado».

Tiene palabras amables para Natanael y Felipe, y pronto queda integrado en aquel grupo de compatriotas que habían ido hasta allí para ser bautizados por Juan. Durante el tiempo que permanecen junto al Jordán, Jesús comparte con ellos sus reflexiones. Les habla de Abbá, de sus valores, del reinado de esos valores en el mundo, del Reino de Dios; ese descomunal proyecto que comienza a tomar forma en su mente y con el que se siente cada vez más identificado.

Dos días después de su primer encuentro se ponen en camino hacia Galilea y allí empieza la gran aventura.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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¿Qué buscáis?

Domingo, 14 de enero de 2024
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jn-1-35-42-eCOMENTARIO AL EVANGELIO

Jn 1, 35-42

14 de enero de 2024

Comienza una nueva etapa. El evangelio de este domingo parece mostrar que lo viejo ha pasado, que el Antiguo testamento, cerrado con Juan Bautista, ha perdido su sentido mesiánico y se necesita una nueva comunidad que haga `posible la liberación del pueblo de Israel. Ahora bien, Jesús sorprende porque su proyecto no es político, ni social, ni tampoco religioso en el sentido institucional, sino que apunta a reinventar al ser humano conectado a ese Dios que libera desde dentro y no desde fuera. No es un nuevo Israel lo que busca crear, sino una nueva Humanidad que rompa las fronteras e incluya a tod@s. Es esta la gran ruptura con el Pueblo elegido.

El texto comienza situando esta escena tras la narración del Bautismo de Jesús por parte de Juan. Los redactores de este evangelio sitúan los versículos que hoy nos ocupan después de haber confirmado la identidad divina de Jesús: es el Hijo de Dios, confirma en su discurso el Bautista.  Jesús emprende el despliegue de su identidad humana, como líder y referente de un proyecto que necesita una comunidad para facilitar la encarnación de este nuevo tiempo en la historia de la Humanidad.

Los nuevos miembros de esta comunidad se van enlazando unos a otros, como en racimo, para dar solidez a este nuevo proyecto.  Esta danza de personajes va dando movimiento a esta escena en la que se puede observar que Jesús no quiere seguidores teóricos sino TESTIGOS, es decir, personas que viven aquello que creen, que testimonian aquello que da un nuevo sentido a sus vidas, que anuncian con transparencia y coherencia aquello que vitalmente les hace ser y vivir conectados a la potencia de Dios que dinamiza lo profundo cada ser humano.

Ahora bien, Jesús tampoco busca personas que se dejen llevar por la emoción del momento, por las superficiales ilusiones o expectativas generadas por una promesa tal vez irrealizable. Jesús, como buen líder, acompaña a sus seguidores para que la decisión que tomen, seguirle o no, no sea ni emocional, ni racional, sino existencial. Por eso, toca su honestidad más profunda con la pregunta: ¿Qué buscáis? Con esta interpelación Jesús intenta hacer conscientes a sus discípulos de la verdadera motivación interior desde la dimensión de sentido y autenticidad de lo que son y de lo que hacen.

Una pregunta redirigida a nosotr@s que nos sitúa en lo que realmente mueve nuestra vida. ¿Buscamos emocionalidad, controlar todo cuanto somos y tenemos, apegarnos a las realidades temporales, vivir en un individualismo obsesivo, entablar relaciones asimétricas, justificar nuestra falta de valentía, una religiosidad de cumplimiento, de creencias alienantes y excluyente de quienes no están “en comunión” con lo de siempre?

La respuesta de Jesús es desafiante: Venid y veréis. Nada se construye si no es desde la experiencia, desde la vivencia consciente de lo que nace en nuestro interior en formato de deseo de agrandarnos, de ser focos de luz en este mundo tan necesitado de personas sólidas, auténticas, solidarias, pacificadoras, libres y valientes. Jesús llama a seguirle y busca discípul@s capaces de soltar la rigidez institucional y arrimar a tod@s desde la dignidad con la que Dios mismo nos iguala.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Buscar y ver.

Domingo, 14 de enero de 2024
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IMG_2167Domingo II del Tiempo Ordinario

14 enero 2023

Jn 1, 35-42

Desde el inicio de su existencia, el ser humano se autopercibe como buscador. Una búsqueda que tiene un doble origen: la necesidad y el Anhelo. En cuanto ser necesitado y ser anhelante, el humano se pone en camino para saciar su carencia y para responder a la aspiración profunda que lo habita.

En un primer momento, dirige la búsqueda hacia fuera, pensando que tiene que haber “algo”, fuera de él, que lo complete y lo sacie. Sin embargo, no tardará mucho en advertir que no hay, entre todos los objetos, absolutamente ninguno que pueda saciar su aspiración. Por lo que, con frecuencia, tras crisis y frustraciones, se verá obligado a dirigir la mirada hacia el interior.

En el camino por responder a su innegable Anhelo, todavía puede encontrar una trampa más: pensar que la respuesta habrá de venir de la mente. Sin embargo, también aquí terminará constatando otra frustración más.

Lo que responde a nuestro Anhelo profundo no se halla fuera de nosotros ni puede ser alcanzado por la mente. Seamos o no conscientes de ello, lo cierto es que anhelamos lo que ya somos, y el camino para descubrirlo pasa por el silencio de la mente.

La mente únicamente puede mostrarnos objetos -externos o internos, materiales o mentales, cosas o creencias-, pero, siendo radicalmente incapaz de trascender el mundo de las formas, erramos el camino cuando creemos que ella nos habrá de conducir a la verdad de lo que somos.

Solo el entrenamiento en el silencio mental abre ante nosotros otro modo de ver, que llamamos comprensión o sabiduría. Comprender no es entender algo mentalmente. Es experimentar de modo directo y evidente “eso que no tiene nombre” -en palabras de José Saramago- y que es, justamente, lo que somos. Al “verlo”, la búsqueda cesa. Hemos descubierto que estamos en “casa”. Porque, al silenciar la mente, comprendemos que somos consciencia.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Ven y sígueme no es la doctrina del catecismo, sino una relación de amor.

Domingo, 14 de enero de 2024
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IMG_2351IMG_2309Del blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:

01.- Llamadas (vocaciones) en la vida.

La vida nos llama de diversos modos y hacia diversas metas o realidades.

Pero, sobre todo la vida nos llama hacia su plenitud, que nos es desconocida pero deseada. Tal es el sentido de la vida.

Calderón de la Barca en su auto.sacramental: El gran teatro del mundo escenifica algunas de las posibilidades o llamadas de la vida: la llamada del poder, del dinero, la llamada del placer, de la envidia. Algo semejante refleja la película de Federico Fellini: Los espíritus de Giuletta.

También podemos entender la llamada desde lo que habitualmente hemos entendido por vocación: hay una vocación al matrimonio, a la vida religiosa, al ministerio en la Iglesia, vocación a la docencia, a la medicina, a la misión…

Yo creo que algunas profesiones no son simples puestos de trabajo, sino que requieren una vocación noble, que depende de las cualidades personales y sociológicas: la llamada o vocación para la enseñanza, para la medicina, para la asistencia social de los ancianos, personas con limitaciones, llamadas a escoger unos estudios u otros, para el servicio eclesial, etc.

02.- Vivir a la escucha.

Hemos escuchado la preciosa llamada de Dios a Samuel.

        El sueño es una situación un poco extraña. A veces soñamos dormidos y otras veces soñamos despiertos. Las culturas han tratado de interpretar siempre los sueños, que pueden tener muchas explicaciones, (S. Freud), pero podríamos decir que soñamos, al menos despiertos, con un mundo mejor, con una familia, una sociedad, una iglesia casi perfectas. Esos sueños son también como una llamada.

        En la biblia hay muchas alusiones a los sueños: estando Adán en sueños la mujer, Eva,  nace de su costado. Abraham, el rey David, Daniel, reciben noticias (revelación) en sueños, ¿dormidos o despiertos? José recibe en sueños noticias sobre Jesús.

Lo importante en la vida es vivir a la escucha como Samuel.

Rahner (1904-1984) tenía como piedra angular de su teología que el ser humano es Oyente de la Palabra; vivir a la escucha de lo que nos rodea en la existencia, Dios incluido.

Es importante escuchar la voz de la vida, la palabra de los demás, de los problemas, de la enfermedad, de la vida, de la muerte.

03.- Búsquedas en la vida.

Todos buscamos algo en la vida. La búsqueda está incrustada en la condición humana.

        Vivir atentos y en búsqueda es sano. Lo malo es el estancamiento, la instalación, la seguridad. Cuando una persona o institución afirma incluso con violencia su verdad, su doctrina, eso es síntoma de esclerosis, de estancamiento. Las aguas estancadas no son buenas…

        El papa Francisco  anima a los cristianos a seguir la búsqueda  de los discípulos de Jesús, de Abrahám, la búsqueda de los Magos.

Francisco abre la mente a los nuevos problemas que se van presentando en la sociedad

Resulta llamativo cómo el mismo entramado eclesiástico se enfrenta a las búsquedas, al Papa Francisco. El “clan de Toledo”, el cardenal Sarah piden al papa que retire o anule la posibilidad de la bendición de parejas homosexuales.

04.- ¿Dónde vives?

        Aquellos discípulos iban buscando en la vida. Cuando llegan donde Jesús le preguntan ¿Dónde vives?

        No es una pregunta teórica, doctrinal. No le preguntan por el catecismo de “Radio María”, sino por la vida de Jesús. ¿Dónde, cómo vives?

        ¿Dónde, cómo vivimos? ¿Cuáles son los criterios, el estilo de nuestra vida?

05.- Venid y lo veréis

        Jesús no les entrega a los discípulos un libro, el catecismo, unas “constituciones”, el Código de Derecho Canónico, etc., sino que les llama a una relación personal con Él. Venid a convivir y veréis qué es ser cristiano.

        Los católicos estamos muy habituados a vivir una religión cuyo centro es lo que se puede hacer o no, lo que está permitido o prohibido, lo que vale  o no vale. Y esta actitud se aplica lo mismo para la celebración de la penitencia con absolución general que para el control de natalidad. ¿Se puede o no se puede, vale o no vale?

        Pero Jesús no nos llama a eso, ni mucho menos. Jesús nos llama a vivir con él, a tener una relación personal de amor y misericordia con él. Jesús nos llama a vivir en gracia, que significa vivir agradecidos y unidos al Señor y desde Él a vivir amando a los demás.

        Mucha gente –más o menos cristiana- piensa que, si la Jerarquía pusiera unas normas más fáciles de cumplir respecto de los divorciados, de los homosexuales, de la Misa, de la confesión, la vida eclesiástica mejoraría mucho y aumentarían el número de cristianos en las Iglesias. No sé si mejoraría la vida eclesiástica, no creo que aumentase la vida cristiana.

        Eso sería una prolongación permisiva del clericalismo de la jerarquía y del clericalismo de los laicos. Sería una especie de “rebajas eclesiásticas de enero”.

         Ser cristiano es una relación con el Señor: “venid y lo veréis”. El cristianismo es un gozo que se vive en la relación personal con Cristo y que después se trasluce en la vida como buenamente podemos.

          Los ministros y maestros del cristianismo) no os llamamos al cristianismo, sino más bien al Nuevo Ser (JesuCristo), del cual el cristianismo debe ser testigo y nada más, sin confundirse jamás con ese Nuevo Ser (JesuCristo). Cuando oigáis la llamada de Jesús, olvidad todas las doctrinas cristianas, olvidad vuestras propias voluntades y vuestras dudas particulares. Si alguna vez Le seguís, olvidad toda la moral cristiana, vuestros logros y vuestras dudas particulares. Nada se os pide –ninguna idea de Dios, ninguna bondad especial propia, ni que seáis religiosos, ni que seáis cristianos, ni siquiera que seáis sabios, ni que os atengáis a una moral. Lo que se os pide es tan sólo que os abráis a lo que se os da y que queráis aceptarlo: el Nuevo Ser, el ser de amor, de justicia y de verdad que se manifiesta en Aquel cuyo yugo es llevadero y cuya carga es ligera. (Tillich)

Aquí estoy, Señor, para hacer tu Voluntad

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“Claves para una cristología transteísta”, por José Arregi

Sábado, 13 de enero de 2024
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IMG_1880De su blog Umbrales de Luz:

No es fácil ofrecer hoy una presentación de Jesús de Nazaret breve, sustanciosa y sencilla, y además interesante y novedosa. Annamaria Corallo lo ha logrado en este libro, y la felicito con el mismo placer con que he leído estas páginas. Páginas que instruyen a la mente y hablan al corazón. En cada una de ellas se funden el rigor intelectual y la sensibilidad entrañable, el análisis crítico de textos antiguos y el aliento del Espíritu universal, siempre presente, libre y nuevo.

La autora despliega sin ostentación un amplio conocimiento de las investigaciones más recientes sobre Jesús, pero no es su primer propósito informarnos sobre lo que él enseñó e hizo por los caminos y aldeas rurales y en las humildes casas de Galilea hace 2000 años. Quiere acercarnos a las fuentes vitales que inspiraron al profeta galileo y que nos pueden aún inspirar en un mundo, el nuestro, tan distinto del suyo. De la letra de ayer brota un Evangelio nuevo, una buena noticia para nuestros días, más necesaria que nunca. Y nace este libro lleno de frescura, un buen esbozo abierto de cristología coherente e inspiradora para este siglo XXI que avanza tan rápido, un siglo en el que la aceleración de lo que llamamos progreso asfixia la vida.

Quiero destacar en particular el subtítulo, que encuentro muy relevante, y no exento de atrevimiento: Gesù di Nazaret in chiave transteista (Jesús de Nazaret en clave transteísta). La expresión es novedosa, y es posible que en más de uno provoque extrañeza, reticencia, o incluso una abierta protesta. Me parece, sin embargo, que define una clave fundamental para la profunda renovación de la cristología que nuestra época requiere.

Contextualicemos el término transteísta. Fueron Paul Tillich (teólogo y pastor luterano) y Heinrich Zimmer (indólogo) quienes, en los años 50 del siglo XX, acuñaron el concepto (transtheistic), el primero para referirse a la filosofía religiosa griega (presocrática y estoica en particular), el segundo para designar la filosofía-teología hindú. En sus escritos teológicos y en sus sermones como pastor, Tillich invitaba a la irrenunciable tarea espiritual de transcender el concepto tradicional “teísta” de Dios, a saber: un Ente supremo diverso de los entes que forman el mundo, o una Persona divina separada de las personas humanas. “Tal vez –decía a sus oyentes en uno de sus sermones– tendréis que olvidar todo lo que de tradicional hayáis aprendido acerca de Dios”. Lo mismo predicaba el Maestro Eckhart a finales del s. XIII y comienzos del XIV. Lo mismo afirmaba Dietrich Bonhoeffer cuando en sus escritos de prisión, poco antes de ser ahorcado por los nazis en abril de 1945, confesaba al “Cristo de los no-religiosos” y apelaba a un “cristianismo no-religioso” y llamaba a vivir “ante Dios sin Dios”. En las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del s. XXI, el obispo episcopaliano John Shelby Spong es quien más y mejor ha desarrollado una teología sistemática no-teísta.

Siguiendo esa estela, Annamaria Corallo presenta a Jesús en clave transteísta, y éste me parece uno de sus aciertos más decisivos, y el más atrevido. Ciertamente, no se puede hablar de Jesús sin hablar de Dios –con este nombre o sin él–, pues su presencia le envolvía y habitaba, sostenía su confianza vital, su esperanza mesiánica, su misión profética arriesgada. Pero, hoy y aquí, tampoco se puede hablar bien sobre Jesús, es decir, de manera comprensible e inspiradora, sin hablar bien sobre Dios, a saber, de manera razonable, coherente con la cultura común después de Kant, Darwin y Nietzsche, después de Einstein y del telescopio James Web. El Dios Ente supremo, extrínseco al mundo, justo y clemente, creador y legislador universal soberano, que rige el mundo, que interviene en él cuando quiere, se revela u oculta, habla o calla, atiende o desatiende las plegarias, perdona o castiga, salva o condena… no tiene cabida en la cosmovisión científica y en el pensamiento moderno de los hombres y mujeres de hoy. El “Dios teísta” ya no es creíble para la inmensa mayoría, desde los niños hasta los ancianos. Es una mayoría creciente que, según todos los datos, no dejará de seguir extendiéndose más allá de las fronteras del llamado “Occidente”.

Para una inmensa mayoría en aumento de nuestra sociedad del conocimiento y del cambio demasiado acelerado tampoco es creíble un Jesús entendido clave teísta, una imagen que aún perdura en los textos litúrgicos, en la doctrina oficial, y en el fondo del imaginario tanto de “creyentes” como “no creyentes”: Jesús como Logos o hijo preexistente de Dios, encarnado en un Sapiens judío y varón, única revelación y encarnación plena de dios en la Tierra y en el universo, único salvador universal, hombre perfecto… En un gesto de lucidez cultural, de coraje teológico y de responsabilidad eclesial, Annamaria Corallo esboza una cristología en paradigma transteísta, que es inseparablemente liberadora, feminista y ecológica. Así habla bien sobre Jesús y sobre Dios. Y hablando así, lo digo con profunda convicción y gratitud, ofrece un soplo de aliento transformador para una humanidad global que tiene ante sí los retos más urgentes y las amenazas más graves de toda su historia, tales como la emergencia climática, la crisis ecológica, la inteligencia artificial y la guerra universal de la economía financiera y de las armas.

A este nuevo paradigma cultural y por consiguiente teológico, muchos lo llaman, sin embargo, posteísta en lugar de transteísta. No creo que merezca la pena enzarzarse en esta discusión, pero me inclino por el término escogido por la autora. El prefijo trans- me resulta más sugerente y abierto que post-. Éste parece establecer una especie de línea divisoria clara: antes del teísmo, después del teísmo. Entiendo que quien dice trans-, por el contrario, no define doctrinas ni erige fronteras, más bien las abre: más allá. La vida es incesante movimiento y dinamismo transformador. Ciertamente, el espíritu –que late en la partícula y el átomo, en el agua y la piedra, en la planta y el animal, en el universo entero– nunca ha existido ni se manifestó en Jesús sin forma, pero no se encerró en ninguna de las formas en que en él se manifestó y operó (en su imagen de Dios, en sus creencias religiosas, en sus prácticas rituales, en su pertenencia sinagogal…). Jesús fue teísta, sin duda, pero su aliento profundo le empujaba y nos empuja más allá de su imagen de Dios, de sus creencias, del templo y de toda institución. El espíritu es libre, y atraviesa y transciende las formas en las que se manifiesta y obra. Somos libres de utilizar unas formas u otras –teístas o no-teístas o ateas–, pero en cuanto simples lugares provisionales de encuentro y de relación, de paso a la Vida hecha de energía, relación y ternura. “Misericordia quiero, y no sacrificios(Evangelio de Mateo 9,13). La compasión subversiva, pacífica y sanadora es lo que cuenta en el fondo, más allá de todas las formas.

La inspiración profunda de Jesús, el Jesús viviente, libre e inspirador, más allá de la historicidad fáctica y del constructo dogmático, en comunión con todas las personas históricas y con todas las figuras literarias, es lo decisivo en una cristología profunda y fecunda. Así es en este libro. Cada página expresa la convicción –que comparto enteramente– de que la figura viviente de Jesús que emerge de los relatos evangélicos libremente leídos –se corresponda o no dicha figura con la estricta historicidad o con los dogmas tradicionales– es de plena actualidad. En sus Bienaventuranzas subversivas, en su empatía incondicional con los últimos, en su projimidad sanadora, en su comensalía abierta y feliz, en su libertad arriesgada frente a la “ley divina”, frente al poder religioso, político y económico, en su anuncio de Jubileo universal, en su mirada contemplativa de la naturaleza como sacramento de la Realidad fontal que llamaba y llamamos “Dios”, en su crítica del patriarcalismo, en su práctica de la fraternidad-sororidad universal sin jerarquías, en su grupo de vida itinerante de hombres y de mujeres por igual… podemos seguir hallando inspiración y estímulo para responder a los enormes retos de supervivencia global que afrontamos hoy los seres humanos, hijos e hijas de la Tierra, hermanos y hermanas de todos los vivientes.

José Arregi

(Publicado como prólogo a la obra de Annamaria Corallo, l’uomo che narró Dio. Gesù di Nazaret in chiave transteista, Gabrielli, 2023, pp. 11-14)

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“Confianza suplicante, bendición asegurada”, por Gabriel Mª Otalora

Sábado, 13 de enero de 2024
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IMG_1983De su blog Punto de Encuentro:

Leo con interés la declaración Fiducia supplicans (confianza suplicante) sobre el sentido pastoral de algunas bendiciones. Y lo hago también con pena por algunas reacciones que parecen salidas de quienes leen el Evangelio al revés poniendo por delante las normas a las actitudes. Estamos ante un texto doctrinal, o lo que es lo  mismo, un texto que trata sobre las verdades del Evangelio bajo el precioso título “Confianza suplicante”, tan ligado al salmo 27: Dios da paz y alivio especialmente en los momentos más duros de la vida. Y la dura exclusión no es menor en el caso que nos ocupa.

Jesús se acercaba decididamente y sin exclusiones a las periferias poniendo amor y deseando de corazón y con hechos el bien de todos. Especialmente en el caso de los excluidos por cualquier causa. El Evangelio está plagado de esta actitud de bendición (desear activamente el bien), igual que lo está de lo contrario: el rechazo a bendecir y sanar por parte de quienes ostentaban las esencias de la Ley de Dios. Ahora es el caso de las personas del mismo sexo, a los católicos vueltos a casar civilmente sin haber recibido una anulación…

Esta Declaración, en palabras del propio texto, “implica una evolución real de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”. Y remacha afirmando el valor de ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones. Esto amplía y enriquece la comprensión clásica de las bendiciones, encorsetada en la expresión litúrgica. El propio documento es su punto 9, afirma que “desde un punto de vista estrictamente litúrgico, la bendición requiere que aquello que se bendice sea conforme a la voluntad de Dios”. ¿Y en qué texto bíblico aparece que la voluntad de Dios es excluir la bendición a quienes en verdad se aman?

El texto comienza con el recordatorio del Papa Francisco: “Es una bendición para toda la humanidad”, sin exclusiones. De lo contrario, ¿cómo encajar algo más radical, como es amar a nuestros enemigos y a quienes nos persiguen? Si no podemos desear el bien a parejas homosexuales, ¿cómo vamos a cumplir el mandato de bendecir a quienes nos persiguen? Si reducimos lo esencial de la bendición al rito litúrgico, es imposible captar el sentido pastoral basado en el espíritu evangélico, creador de fraternidad humana. La liturgia es expresión de la doctrina vivida, y no al revés.

Cuánta necesidad de un Dicasterio de la Ortopraxis, como lo he señalado en alguna otra ocasión. Tan severos en la ortodoxia, se nos va la verdadera esencia de Cristo por el sumidero de la arrogancia, la exclusión, el adoctrinamiento y la falta absoluta de compasión.

Si con la exhortación Amoris laetitia el Papa clamaba por una pastoral familiar en clave de escucha, discernimiento y misericordia, y le tildaron de hereje, esos mismos censores inmisericordes no iban a quedarse callados. Hereje, sí, acusado de propagar nada menos que 7 posturas heréticas en la Correctio filialis de haeresibus propagatis (Müller, Burke…) a la que obispos como Sanz y Munilla aplauden, y otros muchos a favor de la línea de Francisco callan por una cobardía teñida de prudencia; esta es otra forma de escandalizar, que conste.

En definitiva, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe afirma en la nota introductoria de Fiducia supplicans que “se puede bendecir a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo sin validar oficialmente su estatus ni cambiar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. Un avance, pues en 2021 se decía que sólo era posible bendecir a los individuos por separado. ¡No me imagino a Cristo puntualizando estas disquisiciones! Se bendice a las dos personas, y se pide para esa pareja salud, trabajo, paciencia, y que puedan vivir cada vez con mayor fidelidad al Evangelio. Es decir, con amor verdadero.

Qué no decir si esas parejas son personas cristianas, o con sensibilidad cristiana, que ven el Evangelio como la puerta al amor y la misericordia desde su opción honesta, pero que han tenido que vivir en la clandestinidad evangélica: la Buena Noticia inclusiva no era para ellos.

POSDATA – Merece la pena leer, en clave de todo lo anterior, el capítulo quinto de Los Hermanos Karamazov, de Fedor Dostoievsky. Se titula “El gran inquisidor”. Así podremos entender lo que subyace en esta cada vez menos soterrada beligerancia contra el Papa Francisco y su defensa del amor de Cristo. Una parábola que no deja indiferente a nadie, digna de su relectura. Está publicada también como separata en Alianza Editorial.

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Seremos mensajeros de todos, de todos los que mendigan al Amor

Viernes, 12 de enero de 2024
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Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:

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Dibujo: J.M de la Torre

Postales vocacionales: Jorge Sans Vila
Religión Digital

***

Seremos mensajeros de todos, de todos los que mendigan al Amor

Jesús, nos empeñamos en amar a los que nos aman
Qué fácil es amar a los que nos aman
A los que nos sonríen y abrazan
Nos cuidan y amparan

Qué duro es ser paciente con el que nos impacienta, sin ser estúpido.

Pararnos en la esquina de la calle Y solo escuchar y nada más.

Dejarse y disolverse en nuestro ego herido
Y ser Mensajeros de la escucha activa.

¡Jesús, hiérenos hasta el tuétano!

Y haz que nuestro ego se disuelva,
para estar en comunión contigo y todas tus criaturas.

¡Jesús, envía tu espíritu para que nos desaloje de nuestro egoísmo!

Y si aun así, No queremos recibirlo,
Envíanos la enfermedad sonora de la desesperanza,
hasta que volvamos a reconocer que sin Ti, no somos nada.

*

Alfonso Olaz
27.12.2023

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Jesús, el varón de dolores, da la bienvenida a los marginados, escribe un católico gay

Miércoles, 10 de enero de 2024
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Aelbert Bouts (Netherlandish, Leuven ca. 1451/54–1549) The Man of Sorrows, ca. 1525 Oil on oak; Arched top, 17 1/2 x 11 1/4 in. (44.5 x 28.6 cm) The Metropolitan Museum of Art, New York, The Friedsam Collection, Bequest of Michael Friedsam, 1931 (32.100.55) http://www.metmuseum.org/Collections/search-the-collections/435760

Aelbert Bouts, “Varón de dolores

Al concluir el Adviento, un hombre católico gay ha ofrecido una reflexión sobre la forma en que los católicos queer pueden relacionarse con los temas del tiempo litúrgico de soledad, oscuridad y espera, como un camino para encontrar a Jesús, el Varón de los Dolores. ( A pesar de que estamos fuera del tiempo litúrgico para el que fue escrito, el texto es lo suficientemente sugerente como para leerlo en cualquier momento).

Jeromiah Taylor, un escritor que se describe a sí mismo como “un católico gay con pareja y una persona de ascendencia latina que permanece muy separada de sus raíces étnicas”, ofreció su reflexión sobre el Adviento en U.S. Catholic Estas identidades hacen que Taylor se identifique estrechamente con los marginados, incluido Jesús, y el imperativo del Evangelio de amar a los marginados en su artículo “¿A menudo te sientes como un extraño? Jesús también”:

En la canción “God Help The Outcasts” de la versión de Disney de El jorobado de Notre Dame. Esmeralda, la mujer “gitana” “inmunda”, entra en la catedral de Notre-Dame de París y, ante una estatua de la Virgen y el Niño, canta una canción, rogándoles que escuchen su oración, a pesar de que es una paria. Al principio, expresa su vacilación incluso en acercarse y hablar con Jesús. Pero, al mirarlo a la cara, se ve obligada a preguntar: “¿Tú también fuiste alguna vez un paria?”

La tradición responde a la pregunta de Esmeralda con un rotundo “sí”. Jesús fue, y sigue siendo, un paria. Los evangelios están llenos de ejemplos de Jesús ridiculizado, desacreditado y, por supuesto, finalmente ejecutado por el establishment, adornado con atributos burlones de su autoproclamado reinado. El Papa Francisco, en su Mensaje de Cuaresma de 2014, recuerda a los católicos que “en los pobres y marginados vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres, amamos y servimos a Cristo”.

“Ante la infidelidad al evangelio de la iglesia institucional, tales exhortaciones me brindan un gran consuelo… A menudo siento que no pertenezco a ningún lugar. Cuando navego por espacios católicos, me pregunto ante quién puedo salir del armario; Temo que si tuviera que anunciar mi estado civil a un sacerdote, me podrían negar la comunión. Cuando navego por espacios queer o espacios activistas, pronuncio la cargada palabra “católico” con mucha inquietud, por miedo a que me pidan cuentas por los pecados de mi iglesia. Sin embargo, no puedo separar ambas cosas: mi propia marginación y la formación que el catolicismo me ha dado para encontrarme con los marginados…

“Reflexionar sobre el propio sufrimiento de Jesús, su absoluta soledad en el camino de la encarnación, es el agua nutritiva de mi fe atormentada. . Quizás mejor que cualquier otra tradición iconográfica de la iglesia, el Varón de Dolores recuerda a aquellos que han sido agobiados por fuerzas culturales hegemónicas con una autoestima negativa que Dios encarnado era, en palabras de Isaías, “despreciado y el más abyecto de todos” los hombres, varón de dolores, experimentado en flaqueza”… No es sereno, ni deseable, ni especialmente noble ni sufrido; está desfigurado por una agonía física y espiritual inconcebible. Éste es nuestro Dios: un feo perdedor, un paria, una persona non grata.

“Esa es realmente una buena noticia. Buenas noticias no sólo para los católicos queer, sino para todos aquellos a quienes él es más cercano. Algo a lo que debemos aferrarnos frente a la angustia irremediable en Palestina, y en todas partes la vida es brutalizada, profanada y destruida.

Taylor concluye su reflexión vinculando la experiencia de los marginados, la descripción de Cristo del Varón de Dolores y el tiempo de Adviento:

“El Adviento es una oportunidad para dejarse conmover por Jesús y su abandono. Buscarlo en nosotros mismos y en los demás, buscar su imagen, cribar nuestras imperfecciones y las de los demás en busca del Varón de Dolores en cada persona. La temporada se trata de esperar, una experiencia similar a la fe, o ‘la evidencia de cosas que no parecen’. Esperar como lo hizo Nuestra Señora, preguntándose ante Dios ‘¿cómo se hará esto?’, pero aun así asumiendo su tarea, confiando su bienestar y la de su hijo a Dios… Debemos recordar en nuestros momentos más oscuros que “no podemos pasar desapercibidos” ante nuestro Dios marginado que nos ama”.

Para leer la reflexión de Taylor completa, haga clic aquí.

—Robert Shine (él/él), Ministerio New Ways, 23 de diciembre de 2023

Fuente New Ways Ministry

IMG_1998Jeromiah Taylor es un escritor de Wichita, Kansas.

Su trabajo aparece o se publicará próximamente en The Chicago Review of Books, Lambda Literary Review, The Millions, The New Territory, Chautauqua Journal, The Los Angeles Review y otros.

Como católico converso y hombre gay, el trabajo de Jeromiah a menudo explora las superposiciones de lo queer, la estética y la fe.

Es el fundador del emergente Vulnera Christi Catholic Worker (Trabajador Católico Vulnera Christi) en Wichita. Puedes encontrarlo en Instagram @byjeromiahtaylor y en X @JeromiahTaylor.

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Espiritualidad encarnada

Lunes, 8 de enero de 2024
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Tú, que no quieres, en modo alguno,
ser amado contra lo creado,
sino glorificado a través de la creación entera,
danos, hoy y cada día:

La atención a lo real en su riqueza
y en su compleja diversidad.

El coraje humilde para decidir y actuar
sin tener garantizado el acierto
y, menos aún, el éxito.

La paciencia para lo que sólo germina a largo plazo,
y que no está en nuestras manos acelerar.

Un vivir reconciliado con nuestro cuerpo y espíritu
imprevisibles, vulnerables, amables.

El trabajo, con su gozo y su fatiga,
y el sufrimiento por quienes no pueden trabajar.

Una apertura sin defensas
a la presencia de los otros,
que nos visitan y cambian
si dejamos que entren con su novedad.

Y si es necesario, desplázanos, Señor,
de nuestros caminos y seguridades
y llévanos por los que Tú conoces y quieres,
para poder escuchar tu voz de Padre.

Sólo así entenderemos tu encarnación.
Sólo así seremos bautizados.
Sólo así sentiremos que el cielo se abre.
Sólo así nos llenaremos de Espíritu Santo.
Sólo así podremos vivir como hijos amados.

*

Florentino Ulibarri

***

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La Epifanía muestra que no hay excepciones

Lunes, 8 de enero de 2024
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IMG_2264La Adoración de los Magos, por  Edward Burne-Jones (1904)

La “Epifanía”, como se llama la fiesta litúrgica de hoy, suele definirse como revelación, manifestación, realización. En las narraciones de la infancia de los evangelios, la Epifanía marca la importancia del hecho de que las naciones no judías, representadas por los Magos, reconozcan la presencia de Cristo como Redentor. La primera lectura y el pasaje del evangelio de hoy enfatizan esa dimensión de esta fiesta.

Pero la segunda lectura, de Efesios 3, enfatiza que también se revela un misterio más específico: “que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio”. Desde esta perspectiva, esta fiesta nos recuerda que Dios ha venido al mundo para redimir no sólo a quienes se consideran elegidos, sino a quienes tradicionalmente fueron excluidos por quienes se consideran elegidos.

¿Suena familiar? Sí,

El año 2023 fue un año en el que esa lección comenzó a volverse más tangible y real en la Iglesia Católica, a medida que los líderes, en particular el Papa Francisco, enseñaron con la palabra y el ejemplo que las personas LGBTQ+ son “miembros del mismo cuerpo” que otros en nuestra comunidad de fe. A finales de año, The National Catholic Reporter editorializó que el año pasado se produjo un “movimiento extraordinario, aunque tentativo” con respecto a “cómo la Iglesia Católica incluye y ministra a sus miembros LGBTQ. En los últimos 12 meses han sucedido cosas que alguna vez habrían parecido obra de un novelista desconectado de la realidad”. (Para obtener más evidencia de este hecho, basta con mirar la lista de los diez mejores eventos católicos LGBTQ de 2023 de Bondings 2.0).

La última frase de la cita del editorial de NCR resonó en mis oídos cuando leí la línea de la lectura de Efesios de hoy, que hablaba de cómo una nueva comprensión del amor de Dios “no se dio a conocer a personas de otras generaciones como se ha revelado ahora”. Eso literalmente hizo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral, al darme cuenta de lo increíblemente bendecido que soy (y todos nosotros) de vivir en una época en la que podemos ver que tales gracias se vuelven reales. Y estoy agradecido a todos nuestros antepasados que esperaron y trabajaron para que se produjera un año como el 2023.

La noticia culminante de un año tan maravilloso llegó justo antes de finales de diciembre, cuando el Vaticano anunció que los sacerdotes tenían permiso para bendecir a parejas del mismo sexo. Fiducia Supplicans, la declaración que concedió tal permiso, en realidad no se centró en las parejas del mismo sexo, sino en qué son las bendiciones en general y cómo deben administrarse. Aunque este documento provino del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), tenía las huellas del Papa Francisco por todas partes, especialmente el mensaje que ha estado enseñando desde que se convirtió en pontífice: que el amor de Dios es paratodos, todos, todos”, y que los ministros de la iglesia no deben negar a nadie el cuidado pastoral.

En efecto, lo que el Papa Francisco y el DDF han estado haciendo es mostrar lo que describe la carta a los Efesios: “la mayordomía de la gracia de Dios” fue dada a los líderes de la iglesia, no para protegerla y atesorarla, sino que fue dada para el “beneficio” de la gente.” En otras palabras, los líderes de la iglesia no deberían preocuparse por preservar las ideas e ideales de la iglesia, sino por compartir extravagantemente el amor de Dios de manera tangible y significativa con todas las personas, sin excepciones. La mejor manera de compartir ese amor es dando bendiciones a cualquiera que tenga suficiente hambre como para solicitarlo a la iglesia.

Así que hoy, mientras acercas las estatuas de los Reyes Magos de tu Belén al pesebre, tómate un momento para recordar que la fiesta de hoy no se trata sólo de nuestros viajes hacia Jesús, sino del viaje de Dios hacia todas las personas del mundo, especialmente aquellos que tienen tradicionalmente ha sido excluido.

—Francis DeBernardo, Ministerio New Ways, 7 de enero de

Fuente New Ways Ministry

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“Jesús bautiza con Espíritu Santo”. Bautismo del Señor – B (Marcos 1,7-11)

Domingo, 7 de enero de 2024
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El Bautista representa como pocos el esfuerzo de los hombres y mujeres de todos los tiempos por purificarse, reorientar su existencia y comenzar una vida más digna. Este es su mensaje: «Hagamos penitencia, volvamos al buen camino, pongamos orden en nuestra vida». Esto es también lo que escuchamos más de una vez en el fondo de la conciencia: «Tengo que cambiar, debo ser mejor, he de actuar de manera más digna».

Esta voluntad de purificación es noble e indispensable, pero no basta. Nos esforzamos por corregir errores, tratamos de cumplir con nuestro deber con más responsabilidad, intentamos hacer mejor las cosas, pero nada realmente nuevo se despierta en nosotros, nada apasionante. Pronto el paso del tiempo nos devuelve a la mediocridad de siempre. El mismo Bautista reconoce el límite de su esfuerzo: «Yo os bautizo solo con agua; alguien más fuerte os bautizará con Espíritu y fuego».

El bautismo de Jesús encierra un mensaje nuevo que supera radicalmente al Bautista. Los evangelistas han cuidado con esmero la escena. El cielo, que permanecía cerrado e impenetrable, se abre para mostrar su secreto. Al abrirse, no descarga la ira divina que anunciaba el Bautista, sino que regala el amor de Dios, el Espíritu, que se posa pacíficamente sobre Jesús. Del cielo se escucha una voz: «Tú eres mi Hijo amado».

El mensaje es claro: con Cristo, el cielo ha quedado abierto; de Dios solo brota amor y paz; podemos vivir con confianza. A pesar de nuestros errores y nuestra mediocridad insoportable, también para nosotros «el cielo ha quedado abierto». También nosotros podemos escuchar con Jesús la voz de Dios: «Tú eres para mí un hijo amado, una hija amada». En adelante podemos afrontar la vida no como una «historia sucia» que hemos de purificar constantemente, sino como el regalo de la «dignidad de hijos de Dios», que hemos de cuidar con gozo y agradecimiento.

Para quien vive de esta fe, la vida está llena de momentos de gracia: el nacimiento de un hijo, el contacto con una persona buena, la experiencia de un amor limpio… que ponen en nuestra vida una luz y un calor nuevos. De pronto nos parece ver «el cielo abierto». Algo nuevo comienza en nosotros; nos sentimos vivos; se despierta lo mejor que hay en nuestro corazón. Lo que tal vez habíamos soñado secretamente se nos regala ahora de forma inesperada: un inicio nuevo, una purificación diferente, un «bautismo de Espíritu». Detrás de esas experiencias está Dios amándonos como Padre. Está su Amor y su Espíritu «dador de vida».

José Antonio Pagola

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“Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. Bautismo del Señor. Domingo 07 de enero de 2023. Domingo primero ordinario-

Domingo, 7 de enero de 2024
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09-navidada5-cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 42,1-4.6-7: Mirad mi siervo, a quien prefiero.
Salmo responsorial: 28: El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hechos de los apóstoles 10, 34-38: Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo.
Marcos 1,7-11: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.

 Hoy, como comunidad de creyentes, celebramos el bautismo de Jesús y, junto con él, nuestro bautismo. Así pues, las lecturas de este día nos ofrecen tres elementos que identifican el verdadero bautismo en el Señor.

Un primer elemento lo encontramos en el texto de Isaías, quien nos habla de la actitud del siervo de Dios; éste ha sido llamado y asistido por el Espíritu para llevar a cabo una especial misión en el pueblo de Israel: hacer presente con su vida la actitud misma de Dios para con la humanidad; es decir, evidenciar que Dios instaura su justicia y su luz por medio de la debilidad del ser humano. Por tanto, la tarea de todo bautizado es testimoniar que Dios está actuando en su vida; signo de ello es su manera de existir en medio de la comunidad; debe ser una existencia que promueva la solidaridad y la justicia con los más débiles, pues en ellos Dios actúa y salva; en ellos se hace presente la liberación querida por Dios.

El segundo elemento está presente en el relato de los Hechos de los Apóstoles. La intención central de este relato es afirmar que el mensaje de salvación, vivido y anunciado por Jesús de Nazaret, es para todos sin excepción. La única exigencia para ser partícipe de la obra de Dios es iniciar un proceso de cambio (respetar a Dios y practicar la justicia), que consiste en abrirse a Dios y abandonar toda clase de egoísmo para poder ir, en total libertad, al encuentro del otro, pues es en el otro donde se manifiesta Dios. A ejemplo de Jesús, todo bautizado tiene el deber de pasar por la vida “haciendo el bien”; tiene la tarea constante de cambiar, de despojarse de todo interés egoísta para poder así ser testigo de la salvación.

El evangelio de Mateo desarrolla el tercer elemento que identifica el verdadero bautismo: La obediencia a la voluntad del Padre. “La justicia plena” a la que se refiere Jesús en el diálogo con Juan el Bautista manifiesta la íntima relación existente entre el Hijo de Dios y el proyecto del Padre. Esto significa que el bautismo es la plenitud de la justicia de Dios, ya que las actitudes y comportamientos de Jesús tienen como fin hacer la voluntad de Dios. Esta obediencia y apertura a la acción de Dios afirma su condición de hijo; es hijo porque obedece y se identifica con el Padre. Esta identidad de Jesús con el Padre (ser Hijo de Dios) se corrobora en los sucesos que acompañan el bautismo: El cielo se abre, desciende el Espíritu y una voz comunica que Jesús es Hijo predilecto de Dios. Es «hijo» a la manera del siervo sufriente de Isaías (Is 42,1): hijo obediente que se encarna en la historia y participa completamente de la realidad humana. El bautismo, en consecuencia, provoca y muestra la actitud de toda persona abierta a la divinidad y voluntad de Dios; y hace asumir, como modo normal de vida, el llamado a ser hijos de Dios, identificándonos en todo con el Padre y procurando, con nuestro actuar, hacer presente la justicia y el amor de Dios. Por desgracia, en la actualidad el bautismo se ha limitado al mero rito religioso, desligándolo de la vida y la experiencia de fe de la persona creyente. Se ha olvidado que el bautismo es el hecho fundamental del ser cristiano, pues evoca la vida, la muerte y la resurrección de Cristo y la participación de todo cristiano en este misterio. El bautismo viene a significar en síntesis, y teniendo en cuenta los elementos descritos anteriormente, la entrega generosa a Dios y a los hermanos a ejemplo del mismo Cristo. Leer más…

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Pikaza

Domingo, 7 de enero de 2024
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7.1.24. Epifania 2: Benedicto XVI: Teología de los reyes magos (adorar a niños y excluidos).

Domingo, 7 de enero de 2024
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IMG_2292Del blog de Xabier Pikaza:

Ayer (6.1: Epifanía) ofrecí, con U. Luz, exegeta suizo, una visión bíblica de la parábola/leyenda de los reyes magos (Mt 2). Hoy (7.1: Domingo de Epifanía) presento, la mejor interpretación teológica “tradicional” de ese pasaje, con J. Ratzinger (B.XVI),  La Infancia de Jesús (Planeta, Barcelona 2012).

No todos están de acuerdo con esa interpretación, pero ella ofrece una poderosa síntesis teológica, que ha de ser actualizada en sentido social: A Jesús niño se le adora sirviendo y abriendo vida para los niños perseguidos o amenazados.  

Conforme a la visión de Benedicto, los magos han sido y son los mejores teólogos del cristianismo, uniendo la sabiduría oriental con el pensamiento griego, vinculando los diversos planos  de la vida: mundo  (estrella), razonamiento (ciencia/filosofía) y contemplación religiosa vida).

BXVI ha sido un inmenso teólogo y así expongo aquí su visión teológica de la Epifanía. Dejo para una postal posterior (/3)  una visión centrípeta y centrífuga del mensaje de los magos, en la línea del Papa Francisco.

Introducción

Benedicto XVI ha querido presentarse en este libro como falible, en contra de la actitud de papas anteriores (como Pio XII) que estuvieron rodeados de un aura de infalibilidad constante. Por un momento, al escribir y presentar este libro,Benedicto no quiere actuar como Papa de la Iglesia universal sino como pensador y teólogo.

Benedicto ha recogido, en forma unitaria, algunos de sus recuerdos e interpretaciones mejores de la teología de los magos, desde la perspectiva de su formación de joven teólogo antes del Vaticano II (1962-1965), en clave de piedad, de apertura a los Padres de la Iglesia y simbolismo eclesial…

Desde antiguo, el relato de los Magos ha sido un campo propicio para la investigación y la imaginación, el simbolismo creador y el seco rigor científico, pues junta estrellas y magos, astrología y ciencia, realeza del niño y tragedia real. Benedicto XVI ha sabido interpretar ese relato recogiendo experiencias de su mundo eclesial  de Baviera y de su fe de niño y de adolescente germano que iba a arrodillarse ante el arca de los reyes de  Colonia (Renania)  donde los emperadores germanos, como pretendidos reyes supremos de la cristiandad, quisieron ser herederos de los magos, convertidos ya en Reyes del mundo).

Éstas son algunas posibles carencias de Benedicto:

‒ Benedicto XVI no sitúa el tema en la perspectiva de Mateo frente a Pablo: El mesianismo del Niño, frente al mesianismo de Jesús Mesías crucificado; la misión universal de Oriente, frente a la apertura de la Iglesia a partir de occidente; la búsqueda de un universalismo más ligado a la tradición judía, con lo que significa Babilonia en la creación y recreación del judaísmo…

No explora la experiencia específicamente religiosa de los magos, desde un fondo oriental y judío, f en clave de adoración del Niño que nace, no del Crucificado, como hace Pablo (como en Flp 2).

No ha precisado el sentido particular de la religión de los magos, que son más astrólogos que filósofos, y que buscan la armonía imaginada en el cielo de estrellas, más que la luz clara de los griegos. El Papa ha seguido buscando la ciencia y filosofía del helenismo, más que la sabiduría oriental (como puso de relieve en el discurso de Ratisbona).‒ No ha definido el tipo de ciencia y religión  que vincula a los magos de Oriente con el Rey de los judíos? Quizá debería haber comparado la religión de los magos con el realismo de Herodes, el rey semi-oriental que pacta con Roma para mantener por encima de todo el poder, la Real-Politik. Posiblemente, el Papa no ha querido (ni sabido) entrar en la gran crítica política que hallamos al fondo del pasaje. No sabe que el fondo un tipo de ciencia/religión ha caído en manos de la política

Significativamente, el Papa no ha destacado el tema de la Gebira, Madre del Rey Niño, un símbolo clave del Oriente y también del judaísmo, que se hará después esencial en la Iglesia… Por eso no encuentra explicación al hecho de que en el contexto de la adoración no aparezca José, sino sólo Jesús y su madre. En una postal anterior, propia del Adviento, he puesto de relieve el sentido de la Gebira (madre del rey), que el papa debería haber tenido cuenta. Es evidente que no ha leído las investigaciones recientes sobre el tema.

BENEDICTO XVI: LOS MAGOS DE ORIENTE

1. Cuadro histórico y geográfico de la narración

IMG_2291Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los «Magos» venidos de «Oriente», una narración que el evangelista Mateo pone inmediatamente después de haber hablado del nacimiento de Jesús: «Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos [astrólogos] de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”» (2,1s).

Con la mención del rey Herodes y el lugar del nacimiento, Belén, encontramos aquí primero una neta determinación del contexto histórico. Se indica un personaje bien conocido de la época y un lugar geográfico fácilmente reconocible. Pero en ambas referencias se ofrecen al mismo tiempo elementos de interpretación. Rudolf Pesch, en su pequeño libro Die matthäischen Weihnachtsgeschichten —los relatos de Navidad según Mateo, ha resaltado con énfasis el significado teológico de la figura de Herodes: «Así como al principio del Evangelio de la Navidad (Lc 2,1-21) se menciona al emperador romano Augusto, la narración de Mateo 2 comienza de modo análogo denominando a Herodes, “rey de los judíos”.

Belén es el pueblo natal del rey David. El significado teológico de aquel lugar se esclarecerá todavía con mayor nitidez en el curso de la narración mediante la respuesta que dan los escribas a Herodes acerca del lugar en el que debía nacer el Mesías. También podría comportar una intención teológica el que la localización geográfica se precise aún más, añadiendo «de Judá». En la bendición de Jacob, el patriarca dice a su hijo Judá de manera profética: «No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos» (Gn 49,10). En una narración que trata de la llegada del David definitivo, del recién nacido rey de los judíos que salvará a todos los pueblos, se ha de percibir de algún modo esta profecía como trasfondo.Junto con la bendición de Jacob hay que leer también una palabra atribuida en la Biblia al profeta pagano Balaán. Balaán es una figura histórica de la que hay una confirmación fuera de la Biblia.

n 1967 se descubrió en Transjordania, una inscripción en la que aparece Balaán, hijo de Beor, como «vidente» de divinidades autóctonas; un vidente al que se le atribuyen anuncios de fortuna y de calamidad (cf. Hans-Peter Müller, en lthk3, II, 457). La Biblia le presenta como un adivino al servicio del rey de Moab, que le pide una maldición contra Israel. Pero Dios mismo impide que Balaán lleve a efecto lo que pretende, de manera que el profeta, en vez de una maldición, anuncia una bendición para Israel. A pesar de ello, sigue siendo mal visto en la tradición bíblica, como instigador a la idolatría, y muere de una forma considerada como punitiva (cf. Nm 31,8; Jos 13,22). Por eso adquiere más importancia aún la promesa de salvación que se le atribuye a él, no judío y siervo de otros dioses; su promesa era conocida también fuera de Israel. «Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza una estrella de Jacob, y surge un cetro de Israel…» (Nm 24,17).

¿Quiénes eran los «Magos»?Pero ahora es preciso preguntarse ante todo: ¿Qué clase de hombres eran esos que Mateo describe como «Magos» venidos de «Oriente»? El término «magos» (mágoi) tiene una considerable gama de significados en las diversas fuentes, que se extiende desde una acepción muy positiva hasta un significado muy negativo.

IMG_2293La primera de las cuatro acepciones principales designa como «magos» a los pertenecientes a la casta sacerdotal persa. En la cultura helenista eran considerados como «representantes de una religión auténtica»; pero se sostenía al mismo tiempo que sus ideas religiosas estaban «fuertemente influenciadas por el pensamiento filosófico», hasta el punto de que se presenta con frecuencia a los filósofos griegos como adeptos suyos (cf. Delling, Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, IV, p. 360). Quizá haya en esta opinión un cierto núcleo de verdad no bien definido; después de todo, también Aristóteles había hablado del trabajo filosófico de los magos (cf. ibíd.).

Los otros significados mencionados por Gerhard Delling designan a los dotados de saberes y poderes sobrenaturales, y también a los brujos. Y, finalmente, a los embaucadores y seductores. En los Hechos de los Apóstoles encontramos este último significado: Pablo califica a un mago llamado Barjesús «hijo del diablo, enemigo de toda justicia» (13,10), manteniéndolo así a raya.

Los diversos significados del término «mago» que encontramos aquí hacen ver también la ambivalencia de la dimensión religiosa en cuanto tal. La religiosidad puede ser un camino hacia el verdadero conocimiento, un camino hacia Jesucristo. Pero cuando ante la presencia de Cristo no se abre a él, y se pone contra el único Dios y Salvador, se vuelve demoníaca y destructiva.

Qué tipo de hombres eran aquellos que se pusieron en camino hacia el rey. Tal vez fueran astrónomos, pero no a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá, que tenía importancia también para ellos. Para que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un vaticinio como el del mensaje de Balaán. Sabemos por Tácito y Suetonio que en aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las cuales surgiría en Judá el dominador del mundo, una expectación que Flavio Josefo interpreta como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó a gozar de su favor (cf. De bello Iud., III, 399-408). Leer más…

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Fiesta del Bautismo de Jesús.

Domingo, 7 de enero de 2024
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icono-bautismo-de-jesusDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Ayer celebramos la fiesta de la Epifanía, con Jesús niño de menos de dos años, y de repente lo vemos ya adulto, en el momento del bautismo. De los años intermedios, si prescindimos de la visita al templo que cuenta Lucas, no se dice nada.

            Esta ausencia de datos resulta especialmente dura en el bautismo de Jesús. ¿Por qué decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. El relato de Marcos, el más antiguo, cuenta el bautismo con muy pocas palabras. Y ni siquiera se centra en el bautismo, sino en lo que ocurre inmediatamente después de él.

            En aquel tiempo, proclamaba Juan:

            ̶  Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

            Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:

            ̶  Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.

               Marcos destaca dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo.

             La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad.

         La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy», e Isaías 42,1: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero». El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Marcos quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento. En este sentido, es importante advertir que la vida pública de Jesús comienza con el testimonio de la voz del cielo («Tú eres mi hijo amado, mi predilecto») y se cierra con el testimonio del centurión junto a la cruz: «Realmente, este hombre era hijo de Dios» (Marcos 15,39).

El programa futuro de Jesús (42,1-4.6-7)

         Las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías.

Así dice el Señor: 

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.

            El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta…).

            Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal.

            El programa incluye también cómo se comportará: «no vacilará ni se quebrará». Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte.

Misión cumplida: pasó haciendo el bien (Hechos de los Apóstoles 10,34-38)

            Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resume en estas pocas palabras la actividad de Jesús.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

            Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo.

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Domingo del Bautismo del Señor. 07 de enero, 2024

Domingo, 7 de enero de 2024
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Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán”.

(Mc 1, 7-11)

El Niño que estaba ayer en pañales y recibía la visita de los Magos es hoy el que se pone a la fila de los pecadores como uno más. El Dios desconcertante. El Dios que aparece donde menos le iríamos a buscar (¡en un establo!) y se escapa de todos nuestros templos y palacios.

Ese es el Dios que nos muestra Jesús. El Dios que rompe nuestros esquemas. Nosotros querríamos que se manifestara con su fuerza. Le invocamos como Dios Omnipotente, Señor de los Ejércitos, pero él viene a que le bauticemos.

Se pone en la fila sin anticipos ni privilegios. Como uno más, como el más corriente. Sin escolta, sin anunciar su llegada, sin tratos especiales.

Pero, ¿no te das cuenta, Dios Omnipotente, Señor del Cielo y de la Tierra, que así no impresionas a nadie? Déjate asesorar por nosotros. Te falta “marketing”, te falta “puesta en escena”. Hay que cuidar la imagen y medir las palabras. También sería bueno que elijas mejor a las personas con las que te rodeas. Busca a personas influyentes. Rodéate de gente con buena imagen…

¡No hay quien pueda Contigo! Sigues tercamente empeñado en ir por tus caminos y hacer las cosas a tu manera. ¿Qué esconden la vulnerabilidad y la pobreza? ¿Por qué vienes a que te bauticemos en lugar de bautizarnos tú a nosotros? ¿Qué haces tú en la fila de los pecadores?

Así es nuestro Dios encarnado en Jesús. Viene a “necesitarnos”. Primero en la fragilidad de un recién nacido. Ahora como uno más que desea ser bautizado. Vienes a necesitarnos, nosotros querríamos que vinieras a solucionarnos la vida.

Oración

Trinidad Santa, ayúdanos a descubrirte allí donde tú quieras manifestarte. En la cola del autobús, entre quienes cruzan la calle o jugando con los niños del parque. Que como Juan Bautista sepamos reconocerte allí donde hayas querido manifestarte.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El verdadero Jesús no puede ser concebido sin Espíritu.

Domingo, 7 de enero de 2024
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bautismo-jesusDOMINGO 1º (B) BAUTISMO DE JESÚS

Mc 1,6-11

Estamos en el primer domingo del “tiempo ordinario”. Celebramos hoy una de las tres manifestaciones de Jesús que estuvieron durante los primeros siglos integradas en la fiesta de la Epifanía. Las dos lecturas nos preparan para entender el evangelio. Para Marcos, es el comienzo. El relato es la clave para comprender todo su evangelio. Hay pocas dudas sobre la historicidad de hecho. Lo narran los tres sinópticos, y Jn más contundente, lo da por supuesto.

El bautismo de Jesús es el primer dato que se puede constatar históricamente por fuentes extra bíblicas. Es un relato que ningún cristiano se hubiera atrevido a inventar, porque compromete el altísimo concepto que tuvieron de su maestro. Si no hubiera tenido importancia, seguramente se les hubiera olvidado. De ahí la necesidad de dejar clara, en todos los relatos, la diferencia entre Jesús y Juan.

El mensaje teológico que se quiere trasmitir con este relato es muy importante. No fue un acto de humildad ni una comedia ante los demás, sino una búsqueda de su identidad que manifestó durante toda su vida. Para aceptar este punto de vista tenemos que admitir que fue verdadero hombre. Esto no es fácil, a pesar de que un concilio lo definió como dogma de fe. Un hombre al que hicieron tantas “judiadas” y murió como murió, nos obliga a aceptar que fue un hombre.

Los humanos no podemos aceptar racionalmente que una realidad sea, a la vez, dos cosas contradictorias entre sí. Desde nuestra racionalidad, no podemos pensar en un ser que es a la vez, hombre y Dios, porque tenemos una idea equivocada de los que es Dios. Como no podemos pensar en una bola de billar que sea a la vez, blanca y negra. El listo de turno nos puede decir que podemos poner la mitad de pigmento blanco y la mitad negro; pero entonces resultaría una bola gris…

A través de la historia, nos hemos visto “obligados” a pensar a Jesús como hombre, olvidándonos de lo divino o pensarlo como Dios, olvidándonos de lo humano. En una palabra, parece que no podemos hacer cristología sin caer en la herejía. Lo mismo que no podemos hacer teología sin hacernos un ídolo. Tenemos dos salidas: a) aceptar las formulaciones sin entender ni palabra. b) aparcar la razón y buscar la vivencia para superar la contradicción: Lo divino y lo humano ni se mezclan ni se excluyen. En Jesús está la plenitud humana y la plenitud divina.

Si aceptamos que Jesús es un ser humano, tendremos que admitir una trayectoria humana como la de cualquier hombre. No fue un extraterrestre, sino que tuvo que desarrollarse para alcanzar plenitud. Desde esta perspectiva, podemos entender lo que sería para Jesús descubrir al Bautista. Hacia trescientos años que no había profetas en Israel; es natural que se sintiera atraído por esta figura y que intentara aprender de él. El hecho de que se bautizara, nos lleva más allá de un encuentro fortuito. Jesús aceptó la predicación de Juan y se comprome­tió con ella.

Lo importante no es que narren lo que pasó, sino cómo nos lo dicen. La liturgia de hoy lo pone bien de manifiesto. Las tres lecturas nos hablan del Espíritu. El evangelio, para hablar del Espíritu, emplea una imagen sensible, como paloma. No significa que vio una paloma que bajaba sobre él como normalmente se entiende. Oseas 8,1, dice: Como un águila cae el mal sobre la casa de Israel. Quiere decir que el Espíritu cayó sobre Jesús como un ave se lanza en picado desde lo alto. La misma Biblia dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas.

El Espíritu transforma a Jesús, y le capacita para llevar a cabo la difícil tarea que le esperaba. En el AT se ungía al rey para que el Espíritu lo capacitara para su misión. Están hablando del nuevo nacimiento del agua y del Espíritu. Lo que Jesús pide más tarde a Nicodemo lo había vivido él. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu”. No se puede concebir a Jesús sin el Espíritu. Porque nacer de la carne es menos importante que nacer del Espíritu, lo que celebramos hoy es más importante que lo que hemos celebrado en Navidad.

No debemos pensar en fenómenos aparatosos. La manera de narrar el hecho puede ser una trampa. Ni Espíritu visible, ni voz audible, ni cielo rasgado. Todos estos fenómenos no son más que imágenes para comunicarnos verdades teológicas. El Espíritu actúa siempre de la misma manera, silenciosamente, desde dentro, sin ruidos, sin aspavientos, sin violentar la naturaleza porque actúa siempre de acuerdo con ella. “No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha humeante no la apagará“. (Isaías)

Aunque no tenemos datos suficientes para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación que desbordó todo lo conocido. Se atreve a llamarle “Abba” (papá). Hace su voluntad: Le escucha siempre. El mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experien­cia de Dios. El único objetivo de su misión fue que nosotros lleguemos a esa misma experiencia. Toda relación de Jesús con Dios era con un Dios que es Espíritu. En el diálogo con la Samaritana lo dejó claro. Dios es Espíritu.

Tú eres mi Hijo amado. La experiencia de ser amado es la base del verdadero amor. Solo a través de la contemplación, el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lucas, dice: “y mientras oraba…” El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su concien­cia de hombre. Dios como creador está en la base de todo ser. Yo soy yo, porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está dando Él. Mi verdadero ser es el mismo ser de Dios.

El cielo rasgado recuerda a Isaías: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”. El cielo se había cerrado. Hacía siglos que Dios no hablaba a través de sus profetas; ahora se abre. La comunicación entre el cielo y la tierra queda abierta para siempre por medio del ser humano que se siente identificado con Dios. Mc está trasmitiendo el descubrimiento de la vocación de Jesús y su conciencia de enviado del Padre.

Pedro dice: Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos. Dios también está contigo, solo falta que tú respondas como respondió él. La más importante tarea de tu vida es desplegar tus posibilidades de ser. Si despliegas solamente tus posibilidades biológicas, habrás desarrollado solo una parte de ti. Eres también Espíritu y si quieres alcanzar tu plenitud, tienes que desplegar el Espíritu.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Creerle a Jesús.

Domingo, 7 de enero de 2024
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Mc 1, 6-11

«Éste es mi hijo, el amado, mi predilecto»

Jesús “descubrió” a Abbá. Es el primero que se atrevió a mirar a los ojos del Dios Altísimo y Todopoderoso y decir, sonriendo: “papá”. Y nos encantaría poder hacer la crónica de este descubrimiento: de cómo el espíritu de Abbá fue rompiendo sus odres viejos, cómo se le fue quedando estrecha la antigua Ley, cómo fue creciendo su sentimiento filial o se fue desarrollando su compromiso de proclamarle… pero no es posible, y sólo podemos aspirar a conjeturas que de alguna forma afianzan nuestra fe.

Por ejemplo, es razonable pensar que Jesús sintió la llamada de Dios en un momento determinado de su vida, abandonó Nazaret y se dirigió al encuentro de Juan. Es posible que allí permaneciese un tiempo como su discípulo, y también es posible que aquel ambiente de oración y penitencia propiciase que Jesús se empapase de tal modo del espíritu de Dios, que tomase la decisión de dedicar la vida a proclamar su Reino.

Lo que sí sabemos es que el bautismo de Jesús es un suceso histórico (porque a sus discípulos no les interesaba nada presentar a Jesús siendo bautizado por Juan), aunque los cuatro evangelistas tienen buen cuidado de adobarlo con una fuerte interpretación teológica en forma de teofanía. El resultado es que en los textos del bautismo podemos distinguir dos relatos complementarios: lo que vieron los ojos (Jesús es bautizado por Juan), y lo que la fe entendió después de la experiencia pascual (ese hombre que parecía uno más en la cola de bautizandos, es el hijo predilecto de Dios).

Marcos quiere empezar su evangelio con una profesión de fe que nos allane el camino para entender el mensaje que encierra: “Ése al que veis siendo bautizado por Juan, que se va a lanzar a los caminos a proclamar la buena Noticia, que va a enfrentarse a los santos y los sabios de Israel, que va a subir a Jerusalén y romper definitivamente con todos los estamentos de poder, y que va a ser crucificado por ello… ése es el Hijo amado lleno del espíritu de Dios”.

El propio Marcos narra otra teofanía similar, y con el mismo propósito, justo antes de la subida de Jesús a Jerusalén donde va a ser crucificado: «Éste es mi hijo muy amado, escuchadle» … Marcos quiere dejar claro que, a pesar de su aparente fracaso posterior, cuando Jesús nos habla de Dios debemos escucharle, porque quien nos lo cuenta es el Hijo. Pero no vale de nada creer “en” Jesús si luego no nos creemos lo que nos dice; no vale de nada admitir su divinidad o aceptar que es el hijo predilecto de Dios… si no vivimos con sus criterios y con sus valores.

No cuesta demasiado creer “en” Jesús, pero nos cuesta mucho creerle “a” Jesús cuando nos habla de Abbá, o cuando nos dice cosas tan chocantes como que debemos ir por el mundo proclamando el evangelio… Sentimos la tentación de quedarnos sólo con lo que nos parece razonable; creerle en lo que cuadra con nuestros criterios (que son los del mundo) e ignorarle en el resto…

¡Escuchadle!

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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El bautismo es un proceso en espiral.

Domingo, 7 de enero de 2024
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bautismo1Mc 1, 7-11

 El bautismo es un proceso. Hay un momento especial para su ritual en el seno de la comunidad cristiana. Pero la conciencia de nuestra identidad profunda sólo va llegando lenta y profundamente.

Puede que llegue lentamente porque es demasiado grande para ser asimilado con rapidez. Como un bálsamo, se desliza por la piel de nuestra alma, impregnando cada poro, hidratando la sequedad de nuestro interior, tan cansado de buscar fuera lo que habita dentro.

Es el agua que abre nuestra alma a la Ruah, el agua que limpia el polvo de nuestro ojo interior, para que seamos capaces de comprender, poco a poco quiénes somos en verdad.

Decimos que trabaja en espiral porque como cualquier relación, tiene sus diferentes estaciones: un día de invierno puede ir seguido de una experiencia de primavera durante un periodo de tiempo, y luego volver al invierno. Depende de nuestra realidad personal y social, y de las emociones y cambios vitales que experimentemos: nuestro dolor personal y social, la injusticia que vivamos o veamos, la alegría que siempre en algún rincón del alma experimentamos o la renovación en la que estamos inmersas la mayoría de personas que despertamos a una consciencia más global.

Entrar en el dinamismo espiral de la Ruah es entrar en un espacio y refugio seguro. Ella entiende de procesos y espirales, y si permanecemos quietas, en silencio expectante del que nos habla el Evangelio, ella hace su trabajo.

Es en este movimiento del Espíritu en nosotrxs y a través de nosotrxs donde el bautismo, recibido ritualmente una vez, adquiere de nuevo su significado: “Tú eres mi hijo, en ti encuentro placer”. Y la rueda de la vida comienza a rodar de nuevo, dejando atrás la ira, el dolor y la soledad, y ofreciendo el agua, el sentido y el amor necesarios, como aire para respirar de nuevo, para sanar heridas, para ver el futuro con luz.

Una de esas respiraciones profundas en la Ruah, llena de nuevo aire fresco para mí, ocurrió hace unos años en Wicklow, Irlanda. Una pequeña comunidad de hermanas dominicas ofrece un programa sabático integrado sobre “la Nueva Historia“. Se trata de una inmersión de 10 semanas en el estudio y la experiencia del comienzo de todo tipo de vida en sus diferentes formas; de la vida interior y exterior, a través de las lentes de la ciencia actual y de diversas espiritualidades, especialmente la espiritualidad celta.

El lugar se llama An Tairseach que significa “Umbral” en gaélico. Alberga un centro de ecología y espiritualidad cuya misión es “crecer en la conciencia de que la Tierra es nuestro propio hogar y el hogar de todos los seres vivos.

Y sucedió que la experiencia, generosamente proporcionada por una beca de las hermanas, fue para mí el umbral de un nuevo bautismo.

Estaba llegando al límite de mi aguante con el modelo patriarcal-clerical, cuya presencia sigue dominando nuestra iglesia en España. Necesitaba crear un espacio dentro de mí y a mi alrededor que estuviera a salvo de sus tantas veces tóxicos tentáculos.

Y aunque es cierto que la fuerza viene de dentro, ayuda si puedes sumergirte un tiempo en las profundas y cálidas aguas del bautismo.

Esas hermanas dominicas y su programa fueron para mí las manos, la mente y el corazón de la Ruah.

Experimenté personalmente y en comunidad una entrada, a través de su umbral, a una comprensión más profunda de todo: la ciencia, la mística, yo misma.

Ahora, unos años más tarde, experimento que los dones de “llegar a ser” -sacerdotes, profetas y pastores- que se nos otorgaron en nuestro primer bautismo ritual, han adquirido un nuevo significado:

– Veo mi sacerdocio como una profunda llamada a consagrar todo lo que tocan mis manos y mi mente y mi corazón: el planeta dentro del universo en sus múltiples facetas; el aire, el agua, la propia tierra, las montañas, los bosques, los animales; y sobre todo las personas que sufren -especialmente las que están en una consciente búsqueda de sentido-, que es el tipo de pobreza e injusticia al que me siento llamada a enfrentar:

La pobreza de no encontrar lugares, comunidades donde poder estar, donde poder alimentarme de alimento fresco, sano que conduce a una espiritualidad y compromiso más creativo, menos estandarizado.

– Ser profetas es un reto asombroso para las personas de hoy de todas las edades. Estamos en un umbral como civilización, y está surgiendo un nuevo paradigma. Somos la comadrona de nuevas formas de vivir, por tanto de pensar y de rezar y de relacionarnos con todos y con todo.

Esto ya no es nuevo para nadie; lo que es nuevo para mí es que, tras haber sido tocada por una nueva comprensión, mi llamada a ser profética da un giro en la espiral de la vida, un giro del que no hay vuelta atrás. Y eso significa un cambio de actitud sobre quién soy y qué hago con la energía de mi mente, mi creatividad, mis votos religiosos, o para tantos laicos, vuestro compromiso a vivir los consejos evangélicos, como María de Nazaret, laica comprometida con su experiencia interior que le conduce a gestar Vida.

O cómo el hecho de compartir todo lo que soy y tengo está adquiriendo una dimensión que nunca sospeché que experimentaría: colaborar con el planeta, mucho más allá de la culpa represiva de no ser nunca lo bastante pobre. Compartir con personas indígenas, sobre todo con mujeres, para que sigan en sus tierras defendiendo y cultivando su patrimonio -estilo de vida que tiene muchas de las respuestas que los occidentales buscamos- como el respeto a la tierra, la protección de los cultivos originales, el respeto infinito a las personas, sin paternalismos…

– Ese ser reyes/pastores desde una invitación al amor incondicional – no a abstenerse del amor, sino a participar en una vida de dar amor, creatividad, compasión y pasión para cuidar y sanar la Tierra y sus habitantes, así como no dejar de compartir el evangelio después de estudiar con gran responsabilidad las actualizaciones que lxs exégetas actuales nos ofrecen, y después de orarlas ofrecerlas preparadas con mimo como el mejor de los guisos cocinados a fuego lento, con ingredientes ecológicos.

Sí, me gusta ver el desarrollo de las experiencias que este nuevo bautismo ha encendido en mí. Y me atrevo a decir que, como consecuencia, muchas personas se han sentido tocadas por él.

Gracias, hermanas, cuidadoras de la Tierra, por vuestras nuevas formas de consagrar la vida, de ser profetas y excelentes pastoras cuyos pastos son tan verdes como los de Irlanda.

Y a nosotrxs que deseamos comprender el Bautismo, “nos invito” a preguntarnos en un espacio oracional ¿te sientes bautizadx? ¿qué te falta? ¿cómo lo vives? ¿hay en tu vida reciente alguna experiencia que si la miras desde esa lente que ofrecemos, puedas decir: “Ajá, ahí en esa situación, aquella tarde, en aquel lugar, yo reviví mi Bautismo, porque me sentí amada, consagrada, enviada al desierto a seguir evolucionando en mi comprensión y vivencia de esa gran experiencia fundante, que como en espiral vuelve y se aleja, vuelve y nos envuelve”.

Tal vez ahora comprendamos mejor que Marcos nos diga que el cielo se rasgó para ya jamás poder cerrarse, algo así ocurre en nuestra vida cuando descubrimos que somos la Hija Amada en quien Dios tiene puesto su deleite y su confianza. Una experiencia que no se puede silenciar o guardar.

Si puedes,  no dejes de compartirla porque pertenece al patrimonio y matrimonio cristiano universal y es lo que le falta a la iglesia. Los sermones en general aburridos, dormitivos y alejados son fruto de la ausencia de la experiencia de toda la diversidad que constituye la comunidad cristiana.

No desvaloricemos nuestro primer Bautismo, revivido, renovado cientos de veces a lo largo de la vida y que es la transversal que mantiene viva la comunidad, si lo comunicamos.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

espiritualidadcym@gmail.com

Fuente Fe Adulta

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