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“Claves para una cristología transteísta”, por José Arregi

Sábado, 13 de enero de 2024
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IMG_1880De su blog Umbrales de Luz:

No es fácil ofrecer hoy una presentación de Jesús de Nazaret breve, sustanciosa y sencilla, y además interesante y novedosa. Annamaria Corallo lo ha logrado en este libro, y la felicito con el mismo placer con que he leído estas páginas. Páginas que instruyen a la mente y hablan al corazón. En cada una de ellas se funden el rigor intelectual y la sensibilidad entrañable, el análisis crítico de textos antiguos y el aliento del Espíritu universal, siempre presente, libre y nuevo.

La autora despliega sin ostentación un amplio conocimiento de las investigaciones más recientes sobre Jesús, pero no es su primer propósito informarnos sobre lo que él enseñó e hizo por los caminos y aldeas rurales y en las humildes casas de Galilea hace 2000 años. Quiere acercarnos a las fuentes vitales que inspiraron al profeta galileo y que nos pueden aún inspirar en un mundo, el nuestro, tan distinto del suyo. De la letra de ayer brota un Evangelio nuevo, una buena noticia para nuestros días, más necesaria que nunca. Y nace este libro lleno de frescura, un buen esbozo abierto de cristología coherente e inspiradora para este siglo XXI que avanza tan rápido, un siglo en el que la aceleración de lo que llamamos progreso asfixia la vida.

Quiero destacar en particular el subtítulo, que encuentro muy relevante, y no exento de atrevimiento: Gesù di Nazaret in chiave transteista (Jesús de Nazaret en clave transteísta). La expresión es novedosa, y es posible que en más de uno provoque extrañeza, reticencia, o incluso una abierta protesta. Me parece, sin embargo, que define una clave fundamental para la profunda renovación de la cristología que nuestra época requiere.

Contextualicemos el término transteísta. Fueron Paul Tillich (teólogo y pastor luterano) y Heinrich Zimmer (indólogo) quienes, en los años 50 del siglo XX, acuñaron el concepto (transtheistic), el primero para referirse a la filosofía religiosa griega (presocrática y estoica en particular), el segundo para designar la filosofía-teología hindú. En sus escritos teológicos y en sus sermones como pastor, Tillich invitaba a la irrenunciable tarea espiritual de transcender el concepto tradicional “teísta” de Dios, a saber: un Ente supremo diverso de los entes que forman el mundo, o una Persona divina separada de las personas humanas. “Tal vez –decía a sus oyentes en uno de sus sermones– tendréis que olvidar todo lo que de tradicional hayáis aprendido acerca de Dios”. Lo mismo predicaba el Maestro Eckhart a finales del s. XIII y comienzos del XIV. Lo mismo afirmaba Dietrich Bonhoeffer cuando en sus escritos de prisión, poco antes de ser ahorcado por los nazis en abril de 1945, confesaba al “Cristo de los no-religiosos” y apelaba a un “cristianismo no-religioso” y llamaba a vivir “ante Dios sin Dios”. En las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del s. XXI, el obispo episcopaliano John Shelby Spong es quien más y mejor ha desarrollado una teología sistemática no-teísta.

Siguiendo esa estela, Annamaria Corallo presenta a Jesús en clave transteísta, y éste me parece uno de sus aciertos más decisivos, y el más atrevido. Ciertamente, no se puede hablar de Jesús sin hablar de Dios –con este nombre o sin él–, pues su presencia le envolvía y habitaba, sostenía su confianza vital, su esperanza mesiánica, su misión profética arriesgada. Pero, hoy y aquí, tampoco se puede hablar bien sobre Jesús, es decir, de manera comprensible e inspiradora, sin hablar bien sobre Dios, a saber, de manera razonable, coherente con la cultura común después de Kant, Darwin y Nietzsche, después de Einstein y del telescopio James Web. El Dios Ente supremo, extrínseco al mundo, justo y clemente, creador y legislador universal soberano, que rige el mundo, que interviene en él cuando quiere, se revela u oculta, habla o calla, atiende o desatiende las plegarias, perdona o castiga, salva o condena… no tiene cabida en la cosmovisión científica y en el pensamiento moderno de los hombres y mujeres de hoy. El “Dios teísta” ya no es creíble para la inmensa mayoría, desde los niños hasta los ancianos. Es una mayoría creciente que, según todos los datos, no dejará de seguir extendiéndose más allá de las fronteras del llamado “Occidente”.

Para una inmensa mayoría en aumento de nuestra sociedad del conocimiento y del cambio demasiado acelerado tampoco es creíble un Jesús entendido clave teísta, una imagen que aún perdura en los textos litúrgicos, en la doctrina oficial, y en el fondo del imaginario tanto de “creyentes” como “no creyentes”: Jesús como Logos o hijo preexistente de Dios, encarnado en un Sapiens judío y varón, única revelación y encarnación plena de dios en la Tierra y en el universo, único salvador universal, hombre perfecto… En un gesto de lucidez cultural, de coraje teológico y de responsabilidad eclesial, Annamaria Corallo esboza una cristología en paradigma transteísta, que es inseparablemente liberadora, feminista y ecológica. Así habla bien sobre Jesús y sobre Dios. Y hablando así, lo digo con profunda convicción y gratitud, ofrece un soplo de aliento transformador para una humanidad global que tiene ante sí los retos más urgentes y las amenazas más graves de toda su historia, tales como la emergencia climática, la crisis ecológica, la inteligencia artificial y la guerra universal de la economía financiera y de las armas.

A este nuevo paradigma cultural y por consiguiente teológico, muchos lo llaman, sin embargo, posteísta en lugar de transteísta. No creo que merezca la pena enzarzarse en esta discusión, pero me inclino por el término escogido por la autora. El prefijo trans- me resulta más sugerente y abierto que post-. Éste parece establecer una especie de línea divisoria clara: antes del teísmo, después del teísmo. Entiendo que quien dice trans-, por el contrario, no define doctrinas ni erige fronteras, más bien las abre: más allá. La vida es incesante movimiento y dinamismo transformador. Ciertamente, el espíritu –que late en la partícula y el átomo, en el agua y la piedra, en la planta y el animal, en el universo entero– nunca ha existido ni se manifestó en Jesús sin forma, pero no se encerró en ninguna de las formas en que en él se manifestó y operó (en su imagen de Dios, en sus creencias religiosas, en sus prácticas rituales, en su pertenencia sinagogal…). Jesús fue teísta, sin duda, pero su aliento profundo le empujaba y nos empuja más allá de su imagen de Dios, de sus creencias, del templo y de toda institución. El espíritu es libre, y atraviesa y transciende las formas en las que se manifiesta y obra. Somos libres de utilizar unas formas u otras –teístas o no-teístas o ateas–, pero en cuanto simples lugares provisionales de encuentro y de relación, de paso a la Vida hecha de energía, relación y ternura. “Misericordia quiero, y no sacrificios(Evangelio de Mateo 9,13). La compasión subversiva, pacífica y sanadora es lo que cuenta en el fondo, más allá de todas las formas.

La inspiración profunda de Jesús, el Jesús viviente, libre e inspirador, más allá de la historicidad fáctica y del constructo dogmático, en comunión con todas las personas históricas y con todas las figuras literarias, es lo decisivo en una cristología profunda y fecunda. Así es en este libro. Cada página expresa la convicción –que comparto enteramente– de que la figura viviente de Jesús que emerge de los relatos evangélicos libremente leídos –se corresponda o no dicha figura con la estricta historicidad o con los dogmas tradicionales– es de plena actualidad. En sus Bienaventuranzas subversivas, en su empatía incondicional con los últimos, en su projimidad sanadora, en su comensalía abierta y feliz, en su libertad arriesgada frente a la “ley divina”, frente al poder religioso, político y económico, en su anuncio de Jubileo universal, en su mirada contemplativa de la naturaleza como sacramento de la Realidad fontal que llamaba y llamamos “Dios”, en su crítica del patriarcalismo, en su práctica de la fraternidad-sororidad universal sin jerarquías, en su grupo de vida itinerante de hombres y de mujeres por igual… podemos seguir hallando inspiración y estímulo para responder a los enormes retos de supervivencia global que afrontamos hoy los seres humanos, hijos e hijas de la Tierra, hermanos y hermanas de todos los vivientes.

José Arregi

(Publicado como prólogo a la obra de Annamaria Corallo, l’uomo che narró Dio. Gesù di Nazaret in chiave transteista, Gabrielli, 2023, pp. 11-14)

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Una fe cristiana sin Theos

Sábado, 14 de agosto de 2021
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GoliasHebdo679-couvLa publicación de este artículo en la revista más progresista de Francia, nos reafirma en que el debate que hemos acogido en ATRIO sobre No-teísmo y fe cristiana . Estamos publicando todo lo que sobre este vanguardista movimiento nacido en España que está captando la atención en revistas italianas –Adista– y ahora en la francesa Golias. Un resumen de este texto de Alain  Durand se presentó en la reunión del domingo pasado a la que se refiere Arregi y a la que asistí. Me cuesta exponer y razonar por escrito mi posición. Pero sí que la expresé de palabra: este paradigma de no teísmo y no dualidad, si llegara a dominar en las bases progresistas cristianas, desinflaría la fuerza que puede aportar la fe cristiana a un futuro mejor para la humanidad. AD.   

Léon Gambetta declaró en la Cámara de Diputados el 4 de mayo de 1877 en Francia: «Clericalismo, ahí está el enemigo». Hoy, algunos creyentes y algunos teólogos se atreven a declarar pacíficamente: «Teísmo, aquí está el enemigo».

Ésta es la convicción fundamental de toda una corriente teológica, minoritaria pero vigorosa. John Shelby Spong, ex obispo episcopal de Newark, es sin duda el más conocido en Francia entre los representantes de este movimiento, ya que varios de sus libros están ahora disponibles en francés. La misma corriente también minoritaria, se está estructurando en América Latina, de una manera más radical me parece, en torno a una teología inspirada en los descubrimientos arqueológicos sobre la cuestión de dios. Últimamente, comienzan a producirse debates sobre este tema en España e Italia.

¿Qué es el teísmo? Según John Shelby Spong, «llamamos ‘teísmo’ a la teoría que concibe a Dios como un Ser fuera del mundo, con poder sobrenatural, que actúa sobre el mundo para llevarlo a la obediencia y abrirlo a su Presencia». Dios es un Ser celestial y exterior al que tradicionalmente se le atribuyen acontecimientos que escapan a nuestra comprensión. Por tanto, existe simultáneamente la creencia en una división de lo real entre un “arriba” que habita este dios, y un “abajo” donde residimos (sin mencionar un posible tercer nivel correspondiente a los infiernos debajo de la tierra). Como el progreso de la ciencia nos permite ahora explicar los acontecimientos de nuestro mundo sin recurrir a tales representaciones, ya no habría necesidad de recurrir tampoco a tal dios.

Un mundo dividido y jerárquico

Según uno de los defensores de esta corriente en América Latina, José Maria Vigil, ya conocido por sus posiciones a favor de las teologías de la liberación, el rasgo principal del teísmo es esta división de la realidad entre un arriba y un abajo, es decir, que estamos tratando, al menos desde los trastornos culturales vinculados a la revolución agraria del Neolítico, con una realidad en dos niveles, a diferencia de la unidad primordial anterior del “huevo cósmico”, del “sagrado útero maternal”, y con una asimetría radical, ya que hay un poder jerárquico del mundo de arriba sobre el de abajo, y por lo tanto con una desigualdad fundamental entre la realidad visible en la que estamos y la invisible donde reside Theos. Éste, supremamente inteligente y todopoderoso, crea todo, interviene en el mundo, cura o castiga, etc. Este todopoderoso se ha revestido, al menos hasta ahora, de rasgos exclusivamente masculinos; pero esto está cambiando actualmente, gracias al nuevo lugar reconocido para la mujer en la modernidad.

El teísmo, que corresponde a una fase en la evolución de nuestro desarrollo cognitivo, es una “creación cultural”. Para una persona moderna es inaceptable es que tal Theos nos exija sumisión, entre en competencia con la humanidad; igualmente resulta inaceptable para cualquier persona que sea consciente de los derechos y la dignidad de los seres humanos.

El interés del enfoque

Antes de expresar algunas reservas, conviene subrayar, en primer lugar, el interés de su enfoque, porque pretende confrontar profundamente nuestra fe con la modernidad y decir lo que debería ser la fe cristiana si se tiene en cuenta la aproximación a lo real que hacen las ciencias. Es un hecho que el cristianismo se hunde hoy, porque su forma de mirar la realidad parece obsoleta o irrelevante. Por tanto, es urgente un examen detenido de nuestra fe en el marco de la cultura actual, sin miedo ni vacilaciones. Eso es lo que hacen estos autores.

Los protagonistas de esta corriente se inspiran en la fe cristiana para formular lo que ahora creen. Es para nosotros una invitación a aceptar la diversidad de corrientes posibles que se reclaman al Evangelio, aunque no compartamos su punto de vista. También ellos deben tener su parte de verdad. En cierto modo, esta actitud es un a priori necesario de cualquier enfoque integral. La benevolencia es esencial, y esencial incluso cuando está atravesada por desacuerdos. Leer más…

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