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“¿Qué haces con tu hermano?”

Jueves, 18 de diciembre de 2014
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carit_560x280La nueva campaña institucional de Cáritas invita a “construir una fraternidad comprometida”

“Cada uno somos guardianes de nuestros hermanos, guardianes de sus derechos y de los nuestros”

“Es una llamada a vivir volcados en la realidad que vivimos, en la de las personas que ven recortados sus derechos cada día y que busca conmovernos “

(Caritas).- ¿Qué haces con tu hermano?. Con esta pregunta interpeladora, Cáritas Española lanza su Campaña de Navidad 2014, que marca el arranque de la campaña institucional 2014-15 y que, hasta el año 2017, va a desarrollarse en varias etapas bajo el lema general “Ama y vive la justicia”.

Durante este primer periodo de la campaña (2014-15) –donde el segundo momento de impacto será el Día de Caridad, en junio próximo– el objetivo se va a centrar en las personas más vulnerables y la pérdida de sus derechos, que han dado lugar a nuevos rostros de pobrezas. De ahí la elección de la frase del Génesis «¿Qué has hecho (qué haces) con tu hermano?», con la que se pretende interpelarnos sobre quién es realmente el otro, quién es la persona para nosotros, cuál es su dignidad y cómo acompañamos y cuidamos al que está en situación de necesidad o de desventaja social.

La nueva campaña institucional de Cáritas es una invitación a construir una fraternidad comprometida, que tiene su raíz en nuestra condición común de ser miembros de una sola familia humana, con la misma dignidad y derechos, todos, hijos e hijas de Dios.

Llamados a “desear, buscar y cuidar el bien de los demás”, como señala el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium, en este primer año de campaña se plantea esta pregunta valiente: ¿Qué haces con tu hermano? ¿Qué hacemos con nuestros hermanos y hermanas?

Como explica Eva San Martín, responsable de la campaña, “no se trata tanto de formular un juicio sobre nuestras actitudes como de lanzar una llamada urgente que nos interpela y nos rescata de ser cómplices en la indolencia; es una llamada a vivir volcados en la realidad que vivimos, en la de las personas que ven recortados sus derechos cada día y que busca conmovernos y movernos ante las injusticias cotidianas de un estilo de vida cómodo y superficial“.

Como continuidad a las ediciones anteriores, el objetivo de esta campaña institucional es sensibilizar en los valores de Cáritas a través de un amplio repertorio de materiales de sensibilización, así como dinamizar los proyectos y ámbitos de la acción de la institución.

Bajo el lema “Ama y vive la justicia”, con esta campaña “emprendemos un camino hacia las fuentes, a las raíces de nuestra esencia e identidad, para recordarlas, actuar en consecuencia, ser presencia activa y un referente en valores en la sociedad, especialmente en este tiempo en el que las personas parecen haber perdido valor“, añade Eva San Martín.

Al plantear la cuestión “¿Qué haces con tu hermano“?, Cáritas quiere recordarnos que cada uno somos guardianes de nuestros hermanos, guardianes de sus derechos y de los nuestros, de los que nos hacen persona. Como se indica en la guía de la campaña, “sin los derechos humanos no podemos abrir la puerta a un orden civil acorde a la dignidad humana. Todos, somos guardianes de la verdad, de la libertad, de la justicia, del amor”.

Tras la primera fase de la campaña, durante el segundo periodo de la misma (2015-2016) el lema inspirador va a ser «Practica la justicia»: Parafraseando a Miqueas, «practica la justicia, ama la misericordia y camina humildemente con tu Dios» (Mi 6,8), desde Cáritas se pondrá el acento en la práctica de la justicia y de los derechos, en la acción directa transformadora y en la denuncia profética.

«Llamados a ser en común» será la idea central del último período de la campaña (2016-17), con el objetivo puesto en la comunidad, el compromiso y la participación. Los contenidos desarrollarán la propuesta de que el amor trasciende, supera la justicia, se hace comunión y construye comunidad. Una comunidad que se pone en marcha, contracorriente, que da testimonio de su fe con sus obras, con su manera de ser y hacer. Una comunidad que es sal y luz.

Vía Religión Digital

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Víctor Codina sj: “La solidaridad es mucho más que generosidad esporádica”.

Viernes, 15 de agosto de 2014
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pobrezaPobres y pobreza en Evangelii Gaudium

(Víctor Codina, sj)- El Papa Francisco, antes de pronunciar muchos discursos y de escribir encíclicas, ha ido realizado una serie de gestos simbólicos de gran carga significativa que han sido fácilmente captados por todo el mundo y ampliamente difundidos por los medios de comunicación social.

Estos gestos han ido cambiando el ambiente eclesial dominante hasta ahora: besar a un niño discapacitado y abrazar a un hombre con la cara totalmente deformada, lavar los pies a una joven musulmana, comer en Asís con niños con síndrome de Down, ir a la isla de Lampedusa en su primer viaje fuera de Roma, y lanzar una corona de flores amarillas y blancas en memoria de los emigrantes fallecidos, convocar una jornada mundial de oración de ayuno para la paz en Siria porque le interpelan fuertemente los rostros de los niños muertos por armas químicas, usar sus zapatos viejos de antes en vez de los zapatos rojos de su antecesor, no vivir en los Palacios Apostólicos Vaticanos sino en la residencia de Santa Marta, viajar por Roma en un sencillo y pequeño coche utilitario para no escandalizar a la gente de los barrios periféricos populares, contestar a las preguntas de un periodista no creyente, invitar a Santa Marta a  rabinos de Argentina, regalar unos zapatitos al nieto de Cristina Fernández de Kirschner, recibir a Gustavo Gutiérrez el padre de la teología de la liberación, llevar un ramo de flores a la tumba del P. Pedro Arrupe, invitar para su cumpleaños a cuatro mendigos…Estas “florecillas del Papa Francisco”, como las “florecillas de Juan XXIII” han sido fácilmente inteligibles por el pueblo.

Pero poco a poco ha ido lanzando mensajes de gran contenido pastoral y su Exhortación apostólica Evangelii gaudium, Sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual, presenta todo el programa de su pontificado, su hoja de ruta pastoral. De esta exhortación vamos a señalar lo que Francisco afirma en torno a los pobres y a la pobreza.

La realidad es superior a la idea (231-233)

Esta afirmación, sorprendente en escritos del Magisterio que muchas veces parecían anteponer la idea a la realidad, afirma la prioridad de la realidad antes que la elaboración de la idea; de lo contrario la realidad queda oculta
en angelismos, totalitarismos de lo relativo, nominalismos, proyectos más formales que reales, fundamentalismos ahistóricos, eticismos sin bondad, intelectualismos sin sabiduría. La idea ha de estar conectada con la realidad, La encarnación de la Palabra es el criterio, que nos lleva a valorar la historia de la Iglesia como historia de salvación, a recordar a nuestros santos que inculturaron el evangelio en la vida de nuestros pueblos, no pretender elaborar un pensamiento desconectado de la realidad. Por otro lado, esta prioridad de la realidad nos lleva a llevar la Palabra a la práctica, a no edificar sobre arena.

¿No estamos ante el método latinoamericano de partir de la realidad, de articular el ver, el juzgar y el actuar? Esta metodología defendida y empleada es la que condicionará positivamente todo el tema de la pobreza y los pobres.

Denuncia profética de un sistema injusto (53-59)

De acuerdo a lo anterior no nos puede sorprender que la Exhortación comience denunciando los grandes males de la sociedad actual y lance duras críticas al modelo de sociedad que prevalece: no a una economía de exclusión e inequidad, que es una economía que mata, que valora más una caída de dos puntos en la bolsa que la muerte de frío de un anciano; no a la nueva idolatría del dinero; no a la dictadura de una economía sin rostro basada en un afán de poder y de tener que no conoce límites; no a un dinero que gobierna en lugar de servir y que amenaza con degradar a las personas que están fuera de la categoría del mercado y que quedan reducidas a desechos y sobrantes; no a la inequidad que genera violencia, porque brota de un sistema económico injusto de raíz; no a la exacerbación del consumo, no al cáncer social de la corrupción, a la cultura de la anestesia social que nos impide compadecernos de los que sufren.

Frente a esta situación se exhorta a la solidaridad desinteresada, a crear un orden social más humano, a una vuelta de la economía y de las finanzas a una ética en favor del ser humano, recordar que no compartir con los pobres nuestros bienes es robarles y quitarles la vida. En nombre de Cristo se recuerda la obligación que los ricos tienen de ayudar, respetar y promocionar a los pobres.

Nuevos rostros de pobres (210-216).

Se señalan nuevas formas de pobreza y de fragilidad, nuevos rostros de pobres en los que estamos llamados a reconocer a Cristo: los sin techo, los tóxico-dependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados, los migrantes, las víctimas de la trata de personas, las mujeres doblemente pobres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, los niños por nacer.

En todos estos casos se trata de defender la vida y los derechos humanos.

A esto se añade la fragilidad de la creación a merced de intereses económicos o de un uso indiscriminado, que llevan a la desertificación de los suelos, a una enfermedad ecológica, convirtiendo incluso el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color.

Los cristianos, como San Francisco, estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo que vivimos.

Seguramente esta sensibilidad del Papa Francisco ante los pobres y nuevos rostros de pobreza, no es algo reciente, no es improvisación, es fruto de sus largos años de contacto y contemplación de los pobres, de las villas miseria y del apoyo pastoral a los curas villeros de Buenos Aires. Esta actitud es consecuencia de tomar en serio la dimensión social de la fe.

Dimensión social de la fe (175-186).

Lo social forma parte esencial de la fe y del kerigma cristiano, en el corazón mismo del evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros. La aceptación del amor de Dios implica desear, buscar y cuidar el bien de los demás. Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente, el hermano prolonga la Encarnación de Jesús (Mt 25,40). La lectura de las Escrituras nos cerciora de que la fe no es solo una relación puramente personal con Dios y que nuestra respuesta al amor no puede reducirse a pequeños gestos personales para con los necesitados, una especie de “caridad a la carta”.

La propuesta de Jesús es el Reino de Dios, que Dios reine en nosotros y en la vida social a través de la justicia, la fraternidad, la paz y la dignidad para todos, para todo el hombre y para todos los hombres. El mandato de la caridad abraza a todas las dimensiones de la existencia, a todas las personas, a todos lo ambientes de la convivencia y a todos los pueblos. Nada humano le puede resultar extraño.

La religión no puede recluirse en el ámbito privado, solo para preparar almas al cielo. Dios quiere la felicidad de sus hijos también aquí en la tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna. Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia en la vida social y nacional, sin preocuparnos por las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos.

Una fe auténtica siempre implica el compromiso por cambiar el mundo, trasformar valores, dejar algo mejor detrás de nuestro paso por esta tierra.
Incumbe a las comunidades cristianas el analizar con objetividad la situación de su país y sacar las consecuencias prácticas de los principios sociales.

Escuchar el clamor de los pobres (186-191).

Una consecuencia de lo anterior es que los cristianos somos invitados a escuchar el clamor de los pobres, como Dios escuchó el clamor de los israelitas en Egipto (Ex 3, 7-8.10), como el Nuevo Testamento nos exhorta a escuchar el grito de los obreros a quienes se les ha negado el salario (Sant 5,4). El que cierra sus entrañas al hermano necesitado, ¿cómo puede permanecer en el amor de Dios? (1 Jn 3, 17). La Iglesia, guiada por el evangelio, escucha el clamor por de la justicia, lo cual implica resolver las causas estructurales de la pobreza, promover el desarrollo integral de los pobres, ofrecer los gestos más cotidianos de solidaridad y ayuda.

Pero la solidaridad es mucho más que una generosidad esporádica, es crear una nueva mentalidad que oriente en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos, es reconocer la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades primeras anteriores a la propiedad privada. Esta solidaridad ha de generar actitudes nuevas, sin las cuales incluso los cambios estructurales no resultan a la larga viables.

Esta doctrina de Francisco, pura actualización y reflejo de la Doctrina social de la tradición eclesial, puede resultar a muchos nueva e incluso escandalosa. ¿No será que hemos olvidado los datos más esenciales del evangelio de Jesús como el amor fraterno y la comunión de bienes?

Una Iglesia pobre y para los pobres (192-209).

El escuchar el clamor de los pobres se nos hace carne propia cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno. Toda la Escritura es un llamado a la compasión y a la misericordia, al amor fraterno, a la justicia, al servicio humilde al pobre. No nos preocupemos solo de no caer en errores doctrinales, preocupémonos también de si nuestra defensa de la ortodoxia doctrinal se vuelve pasiva, insensible y cómplice de situaciones intolerables de injusticia y de regímenes políticos que las mantienen.

El corazón de Dios tiene un lugar preferencial para los pobres, la salvación vino a través de pobres como María y Jesús de Nazaret, el evangelio se anuncia a los pobres y Jesús se identifica con ellos (Mt 25,35). Por esto la opción por los pobres de la Iglesia es una categoría teológica más que sociológica, filosófica, cultural o política. Los cristianos somos llamados a tener los mismos sentimientos de Cristo (Fl 2 5). La opción por los pobres está implícita en nuestra fe cristológica en aquel Dios que se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza (Benedicto XVI en Aparecida). Por esto el Papa Francisco quiere “una Iglesia pobre y para los pobres”( 198).

Los pobres además tienen mucho que enseñarnos y su sentido de la fe nos evangeliza, hemos de dejarnos evangelizar por ellos. Hemos de tener una mirada contemplativa hacia el pobre, lo hemos de valorar en su cultura, en su forma de ser, en su bondad, en su fe, no como un instrumento de ideología política. Los hemos de acompañar desde la cercanía en su camino de liberación, así será posible que los pobres se sientan en la Iglesia como en su casa. Esta opción por los pobres debe traducirse sobre todo en una atención religiosa privilegiada y prioritaria hacia ellos.

Sin la opción preferencial por los pobres el anuncio del evangelio puede ser incomprendido y convertirse en simple palabrería, como a la que la sociedad de la comunicación nos tiene acostumbrados. Nadie, ningún cristiano, debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida le ocupan en otros asuntos, empresariales, profesionales, académicos o incluso eclesiales: nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social. El amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de la pobreza y de los pobres son requeridos a todos.

Al llegar a este punto Francisco teme que estas palabras solo sean objeto de algunos comentarios, sin incidencia práctica. Pero confía en la apertura y buenas disposiciones de los cristianos para comunitariamente acoger esta nueva propuesta.

La piedad popular como lugar teológico

Cuando un pueblo ha inculturado el evangelio en su cultura, transmite la fe siempre de forma nueva y dinámica. De este modo el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo y por esto la piedad popular tiene gran importancia como expresión de la acción misionera del Pueblo de Dios, siempre bajo la acción del Espíritu.

La piedad popular, en algún tiempo mirada con desconfianza, en realidad refleja la sed de Dios de los pobres y pequeños, es capaz de manifestar la fe con generosidad y sacrificio, y en América Latina es un precioso tesoro donde se manifiesta el alma de los pueblos latinoamericanos, una espiritualidad y una mística popular encarnada en la cultura de los sencillos: expresa la fe de forma más simbólica que intelectual, acentúa más el modo de creer en Dios (credere in Deum) que los contenidos de la fe (credere Deum), pero es una forma legítima de vivir la fe y de sentirse parte de la Iglesia.

Para entender esta realidad de la piedad popular hay que acercarse a ella con la mirada del Buen Pastor, con una connaturalidad afectiva. Así podremos comprender la fe de los pobres: de la madre que reza el rosario junto al hijo enfermo, de una humilde vela encendida en el hogar para pedir la protección de María, de la mirada amorosa al Cristo crucificado. No son sólo una búsqueda natural de la divinidad, son expresión de una fe teologal animada por el Espíritu Santo. Las expresiones de la fe popular tienen mucho que enseñarnos, son un verdadero lugar teológico al que debemos prestar atención en la hora de pensar en una nueva evangelización.

La pobreza no puede esperar (202-208).

Hay que resolver las causas estructurales de la pobreza, no basta la asistencia en situaciones urgentes. La inequidad es la raíz de los males sociales y no se resuelven los problemas del mundo sin atacar la autonomía de los mercados y la especulación financiera. La actividad económica debe orientarse a la dignidad de las personas y al bien común y no hay que sentirse molesto si se habla de ética, de solidaridad mundial, de la dignidad de los débiles, de un Dios que exige el compromiso con la justicia.

No podemos confiar en las fuerzas ciegas ni en la mano invisible del mercado, se requiere algo más que el crecimiento económico, aunque se suponga: se requieren decisiones, programas, mecanismos y procesos orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción social de los pobres.

Necesitamos empresarios que se dejen interpelar por un sentido más amplio de la vida, necesitamos políticos capaces de sanar las raíces profundas de los males de nuestro mundo, políticos a los que les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres. Los gobernantes y poderes financieros han de elevar la mirada y ampliar sus perspectivas, procurar que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Por qué no acudir a Dios para que les inspire sus planes y les abra no solo a la caridad de las micro- relaciones (amistades, familia, pequeños grupos) sino también a las macro- relaciones sociales, económicas y políticas, a la altísima vocación política de buscar el bien común?

Las comunidades de la Iglesia que quieran vivir tranquilas sin cooperar a que los pobres vivan con dignidad, acabarán sumidas en la mundanidad espiritual, aunque se disimule con prácticas religiosas, reuniones infecundas o discursos vacíos aunque hablen de temas sociales o critiquen al gobierno…

El Papa no quiere ofender a nadie, sino ayudar a los que están esclavizados por una mentalidad egoísta, individualista e indiferente para que puedan liberarse de estas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por la tierra.

Bajo la acción del Resucitado y de su Espíritu (275-280).

La falta de espiritualidad profunda produce pesimismo, desconfianza y fatalismo en muchos. Muchos creen que nada puede cambiar, que es inútil esforzarse. Pero si pensamos que las cosas no van a cambiar, recordemos que Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte. Jesucristo vive y tiene poder, Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza, no nos faltará su ayuda.

Su resurrección entraña una fuerza que ha penetrado el mundo, hay brotes de resurrección donde todo parecía muerto; hay cosas negras pero el bien y los valores tienden a volver a brotar y a difundirse, cada día renace la belleza en el mundo, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia.

Ciertamente hay dificultades y experiencias de fracaso, no todo sucede como desearíamos en la evangelización, pero no hay que bajar los brazos dominados por una desconfianza crónica y por una acedia espiritual; no hemos de buscar nuestros éxitos ni el carrerismo, pues entonces el evangelio, que es lo más hermoso que tiene el mundo, queda sepultado debajo de muchas excusas.

Por la fe hemos de creer que Él marcha victorioso por la historia en unión con los suyos, el Reino está presente en la historia como pequeña semilla, como levadura, como trigo que crece en medio de la cizaña y que siempre puede sorprendernos gratamente. Y todo ello porque el Señor ha penetrado ya la trama oculta de la historia y Jesús no ha resucitado en vano.

Ningún esfuerzo se pierde, ningún acto de amor a Dios se pierde. Nuestra misión no es un negocio ni un proyecto empresarial, ni una organización humanitaria, ni un espectáculo exitoso, fruto de nuestra propaganda. El Espíritu obra cuando, donde y como quiere. Hemos de confiar en el Espíritu que viene en ayuda nuestra, hemos de invocarlo, Él puede sanar todo lo que nos debilita, nos sumerge en un mar donde a veces incluso sentimos vértigo porque no sabemos lo que nos vamos a encontrar. Pero hay que dejarse llevar por Él, dejar de calcular y querer controlarlo todo, permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe lo que hace falta en cada época y en cada momento. Esto es ser misteriosamente fecundos.

* * *

En síntesis, tanto la denuncia de la injusta pobreza como la opción por los pobres y por una Iglesia pobre y para los pobres, brotan necesariamente de nuestra fe alegre en Cristo y en su Espíritu que llena el universo y renueva la faz de la tierra.

Fuente Religión Digital

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“Estancados”. 22 de junio de 2014. Cuerpo y Sangre de Cristo. Juan 6, 51-58.

Domingo, 22 de junio de 2014
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34-CorpuschristiAEl Papa Francisco está repitiendo que los miedos, las dudas, la falta de audacia… pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.

Sus palabras hacen pensar. ¿Qué podemos percibir entre nosotros? ¿ Nos estamos movilizando para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas, o seguimos instalados en ese “estancamiento infecundo” del que habla Francisco? ¿Dónde podemos encontrar fuerzas para reaccionar?

Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir un precepto sagrado, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.

Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la eucaristía de manera rutinaria y aburrida?

Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.

Sin duda, todos, pastores y creyentes, nos hemos de preguntar qué estamos haciendo para que la eucaristía sea, como quiere el Concilio, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. Pero, ¿basta la buena voluntad de las parroquias o la creatividad aislada de algunos, sin más criterios de renovación?

La Cena del Señor es demasiado importante para que dejemos que se siga “perdiendo”, como “espectadores de un estancamiento infecundo” ¿No es la eucaristía el centro de la vida cristiana”. ¿Cómo permanece tan callada e inmóvil la jerarquía? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación y nuestro dolor con más fuerza?

El problema es grave. ¿Hemos de seguir “estancados” en un modo de celebración eucarística, tan poco atractivo para los hombres y mujeres de hoy? ¿Es esta liturgia que venimos repitiendo desde hace siglos la que mejor puede ayudarnos a actualizar aquella cena memorable de Jesús donde se concentra de modo admirable el núcleo de nuestra fe?

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a impulsar la renovación de la Iglesia. Pásalo.

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“Dios puede más en el mundo que al interior de la Iglesia”, por Marco Antonio Velásquez Uribe

Miércoles, 18 de junio de 2014
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Papa-Francisco-Abbas-Peres-Bartolomeo_CLAIMA20140608_0165_27Leído en Adital:

En el día del Espíritu Santo, ese gesto de grandeza humana tendrá los frutos de paz deseados en un abrazo inolvidable que, en la sede de Pedro…

 No hay duda que el Papa Francisco encuentra grandes dificultades al interior de la Iglesia para impulsar un programa de reformas que la conduzca al encuentro con un mundo anhelante de Dios. Él como insigne hijo de Iñigo de Loyola sabe que la impronta ignaciana contiene en sus sabios elementos decisivos para poner a la Iglesia en la senda del futuro. Por ello se le ve disponiendo “todo su haber y poseer” a un ritmo frenético e infatigable, porque bien sabe que hay poco tiempo para dotar a la Iglesia universal de ese rasgo esencial del cristianismo, aquel que le fuera dado como carisma al fundador de la Compañía de Jesús: “en todo amar y servir, para la mayor gloria de Dios”. Francisco sabe que sin ese sello de espiritualidad servidora la Iglesia corre el grave riesgo de convertirse en un gesto insignificante, sin repercusión social.

Como estricto “contemplativo en la acción”, es un pastor modelado en su estilo por esa Iglesia-Pueblo de Dios, donde le ha cabido conducirla por los caminos de la esperanza, primero en su querido Buenos Aires y ahora desde la silla de Pedro. En esa tarea se ha dejado impregnar por la vida de su Pueblo, donde ha descubierto que el primer servicio de la Iglesia se debe a los pobres y sencillos, a los explotados y a las víctimas de un modelo de sociedad esclavizante de multitudes.

Es ahí donde Francisco se estrella con los poderosos, que se constituyen en sus principales adversarios. Y claro, si los ha denunciado en público, dejándolos expuestos en sus vanidades y en sus pomposas ostentaciones. Sus lujosos palacios y sus majares han quedado a la vista de todos, mientras sus ocultas intensiones son reveladas. Como pastores son prestos para condenar y lentos para el perdón y la misericordia, gobiernan con severidad y cargan las espaldas de los débiles con pesos agobiantes, abren las puertas del cielo a sus amigos y las del infierno a sus enemigos, somenten a costa de miedo apagando el Espíritu; con su ejemplo ahuyentan a muchedumbres.

En este contexto, difícil es la tarea del insobornable Francisco con tantos trepas y carreristas en su cercanía, también con la de no pocos dispersos en la amplia geografía de las Iglesias locales que, indiferentes a los consejos del papa, pastorean a sus rebaños ajenos a los vientos que soplan en Roma. Para ellos, nada ha cambiado, sólo esperan con certeza y paciencia la llegada de un nuevo cónclave. Bien podría decirse que ya han jurado venganza por tanta ignominia revelada.

Así, es comprensible la indiferencia eclesial al magisterio del papa Francisco, la resistencia para volver al Concilio Vaticano II, la rebeldía para multiplicar entre los pobres y afligidos la “dulce y confortadora alegría del Evangelio”, en resumen, tanto silencio de la Evangelii Gaudium.

Ésta es la triste historia de la soledad que acompaña al papa Francisco, cuya voz profética y magisterial es despreciada por muchos de sus colaboradores y acogida con admiración por paganos, gobernantes y líderes religiosos. Sin embargo, esa misma historia ya registra en sus anales que, así como un día el papa Francisco denunció la globalización de la indiferencia desde Lampedusa, en el día de Pentecostés de 2014 el mismo papa tendió un puente de plata para construir la paz mundial, reuniendo en Roma a los líderes políticos y religiosos de los judíos, musulmanes y cristianos. En el día del Espíritu Santo, ese gesto de grandeza humana tendrá los frutos de paz deseados en un abrazo inolvidable que, en la sede de Pedro, unió a Simón Peres y Mahmoud Abbas; todo acompañado de la oración silente del patriarca ortodoxo Bartolomé.

Es evidente que Dios puede más en el mundo que al interior de la Iglesia.

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“Semana Santa: otra lectura”, por José Sánchez Luque

Miércoles, 16 de abril de 2014
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20130715_victor1Leído en Somos Iglesia Andalucía

Tenemos el peligro de detenernos en lo secundario y olvidar lo esencial. Me gustaría que estas líneas nos sirvieran para fijarnos en lo que debe ser más importante y fundamental  en la celebración de la Semana Santa para una persona creyente. Pienso que lo más esencial será que las diversas celebraciones: procesiones, vía crucis,  liturgias, encuentros familiares, etc.,  nos acerquen  al protagonista principal de esta semana: Jesús de Nazaret. Pero, tanto se ha hablado sobre Jesús, tantas cosas se han dicho de él que nos podemos  sentir como aturdidos e incluso desorientados. Por eso hemos de volver constantemente al Evangelio para comprender lo más  esencial sobre Jesús. Recuperemos, como nos dice el papa Francisco, la frescura original del Evangelio  (EG 11).

Lo primero que nos dice el Evangelio es que Jesús fue un buscador de alternativas. Y nosotros, si queremos continuar el camino que él abrió, tenemos que ser también buscadores de alternativas. Vivimos en  una sociedad en la que parece que ya no es posible otra economía ni otra política, que tenemos que resignarnos con lo que tenemos, que no hay alternativas, que solo son  posibles  pequeños retoques al sistema socioeconómico que nos  rodea. Hoy, los seguidores del Nazareno, igual que otras muchas personas, tenemos que creer firmemente que es posible un mundo  distinto, una sociedad distinta donde la fraternidad, la igualdad y la verdadera democracia se hagan realidad. Un mundo, en definitiva, en que se respeten los derechos de todas las personas y los derechos de la madre Tierra. Donde el compartir sea lo más normal y natural.

Jesús  nos propone una nueva  imagen de Dios,  de la persona humana y  de la sociedad. La Semana Santa nos escenifica  la nueva imagen de Dios que Jesús nos trae. Estamos llamados a buscar Semana Santa!ese Dios alternativo que Jesús nos revela que, aunque nos parezca extraño, es distinto al Dios de las religiones y de las filosofías, incluso al Dios del AT. La inculturación del cristianismo  en el mundo grecorromano hizo que se pensara que el Dios comunicado por Jesús era aquel Ser supremo caracterizado como Acto puro, Motor inmóvil, Divinidad inmutable, Poder impasible y  Todopoderoso de la filosofía griega. Incluso así pasó a la teología oficial.

Pero la cruz nos revela un concepto de Dios completamente nuevo. Dios se ha deshecho de las máscaras con que pretendíamos encubrir su rostro. Dios irrumpe en la historia humana en la persona del obrero Jesús. El misterio de Dios encontró cuna, hogar, asiento, camino y mortaja en el judío Jesús de Nazaret. Y  en la cruz, en esa cruz que con tanta solemnidad vamos a procesionar  por nuestras  calles en estos días, es donde Dios aparece en su verdadero ser. Un Dios que llora, suda y sangra, haciendo suyo el dolor, el miedo, la desesperación de quienes comparten con él la condición de victimas de la tierra.

Nos dice el profesor alemán y teólogo mártir D. Bonhoeffer que fue ahorcado a los 43 años en un campo de concentración nazi: “En Jesús crucificado se rompen todas las ideas que sobre Dios se han hecho las personas a través de la historia. En él aparece la debilidad y el sufrimiento de Dios. Solo un  Dios que sufre puede ayudarnos”. Y es desde la cruz, donde Dios nos dice que lo  más divino que hay  en nosotros es  la lucha solidaria por hacer un mundo más justo y más humano. Nuestra tarea será bajar de la cruz a los crucificados de la historia, y unirnos, indignados,  a los millones de personas que se manifiestan a favor de una sociedad más justa y menos desigual

¡Buen compromiso para esta Semana Santa!

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Son las declaraciones del papa Francisco un signo de apertura a las uniones civiles?

Lunes, 10 de marzo de 2014
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homosexuali2-fco_560x280Volvemos hoy a tratar el tema del comentario del Papa Francisco acerca de los Uniones Civiles y el Matrimonio, que ya habíamos publicado sin comentario alguno, pero que parece han removido las aguas de la Iglesia católica esta última semana. El  papa Francisco, quien en una entrevista al Corriere della Sera ha hecho una breve mención a las uniones civiles en un tono de cierta apertura. 

Las declaraciones del papa Francisco sobre las “uniones civiles” tuvieron lugar una entrevista al diario italiano Corriere della Sera, publicada en castellano por el argentino La Nación. La entrevista es bastante extensa pero la referencia a las uniones civiles es breve. A la pregunta del entrevistador “Muchos países regularon la unión civil. Es un camino que la Iglesia puede comprender, pero ¿hasta qué punto?”, Francisco responde: “El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar las uniones civiles para regular aspectos económicos entre las personas, como por ejemplo asegurar la asistencia sanitaria. Se trata de pactos de convivencia de diversa naturaleza y no ahora no sabría enumerar sus diversas formas. Es necesario ver los diversos casos y valorarlos en su variedad”. La traducción española difundida, por cierto, dice “obra social” en lugar de “asistencia sanitaria”, cuando el original es “assistenza sanitaria”.

El papa, de todas formas, reafirmó la doctrina católica oficial sobre el matrimonio pero parecería  abrir la posibilidad de admitir las uniones civiles. Aunque no se refirió de forma expresa a las uniones civiles “entre personas del mismo sexo”, la referencia previa al carácter heterosexual del matrimonio parece sugerir que pensaba en ello. En todo caso, su apertura a las uniones civiles se justificaría solamente en los “aspectos económicos” de la convivencia, sin hacer referencia al amor entre quienes las forman. Términos que quedan muy lejos de lo que los propios colectivos LGTB cristianos reclamamos. Sea como sea, y sobre todo por venir del Papa, el tono de las declaraciones, alejado de las habituales diatribas condenatorias, resulta  bastante significativo.

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Comunicado de la JOC y la HOAC ante el día internacional de la mujer trabajadora

Sábado, 8 de marzo de 2014
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Convocatorias 8 de marzo -Día Internacional de las Mujeres-en todo el Estado y Europa y Latinoamerica

Helen Mirren: “Ninguna mujer debería tener que explicar por qué no tiene hijos”

Hoac Cádiz y Ceuta

La JOC y la HOAC, como cristianas y cristianos, sensibles a las condiciones de vida y de trabajo opuestas al Proyecto de Dios y que atentan contra la dignidad de toda mujer y de toda persona, hacemos una llamada a la reflexión, la acción, el compromiso y a la denuncia profética

En 1911 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, una jornada de reivindicación que nació a favor del derecho al voto, al trabajo, a la no discriminación laboral, familiar y social.

En este 8 de marzo queremos tener presente a todas las mujeres trabajadoras, especialmente a las que día a día luchan contra la incertidumbre económica y vital a la que llamamos crisis, y que viene sirviendo de excusa para precarizar nuestras condiciones de vida y de trabajo, mientras se prioriza dedicar los recursos económicos a la rentabilidad económica de unos pocos creando más pobreza y más desigualdad (INFORME FOESSA 2013 Cáritas, una sociedad fracturada a causa del aumento severo de la desigualdad).

Nosotras, mujeres y hombres de la HOAC y la JOC, vemos como el actual modelo social, político y económico, patriarcal y capitalista, nos sigue sometiendo a las personas, y especialmente a las mujeres:

● A nivel mundial, la crisis incrementó la disparidad entre las tasas de desempleo de hombres y mujeres y destruyó 13 millones de empleos para las mujeres en todo el mundo, según la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

● Además, las mujeres representamos las dos terceras partes de la población mundial en situación de pobreza, sufriendo una mayor desventaja en el acceso a la tierra, a la educación, al empleo, a la vivienda, a la cuantía de las pensiones y muriendo más por enfermedades curables. Las mujeres sufrimos el hambre en el mundo de manera más sangrante.

● El 2013, España cerró el año con una tasa de paro femenino del 26,9% (EPA), siendo uno de los países de Europa con más desempleo entre las mujeres. Pero los datos son más espeluznantes entre los grupos de edad más jóvenes: la cifra de paro alcanza el 75,6% en las mujeres entre 16 y 19 años, y es del 50,5% en las mujeres entre 20 y 24 años.

Las mujeres trabajadoras sufrimos doblemente las consecuencias de esta situación, por la propia situación que afecta al conjunto del mundo obrero y del trabajo, y por nuestra condición de mujer. Las mujeres con poca cualificación, pertenecientes a familias de barrios obreros, muchos de exclusión social, con empleos poco remunerados y sin derechos, con importantes responsabilidades familiares, muchas de ellas inmigrantes, son el eslabón más débil y que soporta mayor discriminación y mayor explotación por ser mujeres trabajadoras y trabajadoras pobres. Además nuestra sociedad todavía no ha dado respuesta al rechazo de la maternidad o paternidad al que hoy día asistimos, ni a la contradicción entre el sistema productivo y la estructura familiar.

La liberación de la mujer de toda forma de abuso y de dominio tiene un mensaje de perenne actualidad, el cual brota de la actitud misma de Cristo hacia las mujeres. ¿Y qué dice la Iglesia ante estas situaciones?

● Ante los recortes que ya han dejado a unas 136.000 personas sin la posibilidad de cotizar a la seguridad social por cuidar un familiar, y de las cuales la gran mayoría son mujeres. El Papa Francisco recuerda que: “entre las mujeres encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias” (Evangelii Gaudium, (EG) 212).

● Ante la menor representación en los órganos de decisión sociales y eclesiales, nos dice que «el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral» y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales (EG, 103).

● Ante los asesinatos sufridos por razón de nuestro sexo. “Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos”(EG, 212).

Hoy persisten muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y vocación de la mujer en la esfera del trabajo, por lo que hemos de seguir luchando en pro de la igualdad y la justicia, desde nuestra fe, recordando a todas las mujeres, muchas anónimas, que entregaron su vida para que la situación de la mujer y de la sociedad avanzara, liberándonos de muchas de nuestras esclavitudes. “Mujeres, que han sido y son todavía olvidadas en sus anhelos, marginadas frecuentemente e incluso reducidas a esclavitud” (Compendio DSI, 236). Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres nos plantean, a la Iglesia y a la sociedad, profundas preguntas que nos desafían y que no se pueden eludir superficialmente.

La HOAC y la JOC, como cristianos y cristianas, sensibles a las condiciones de vida y de trabajo opuestas al Proyecto de Dios y que atentan contra la dignidad de toda mujer y de toda persona, hacemos una llamada a la reflexión, la acción, el compromiso y a la denuncia profética. Y lo hacemos desde la capacidad que las personas tenemos para organizar la vida social desde la igualdad y desde el respeto a la diversidad de cada hombre y mujer.

Queremos vivir todas estas situaciones con ilusión y esperanza, desde la corresponsabilidad en esta tarea. Así, la JOC y la HOAC queremos seguir dando pasos para cumplir nuestra misión de acercar más Iglesia y Mundo Obrero. Jesús siempre estuvo atento a las personas, en especial a quienes menos contaban, desde el amor y la cercanía, buscando devolver a cada persona su dignidad negada.

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Francisco: “El matrimonio es entre un hombre y una mujer”… Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad…”

Viernes, 7 de marzo de 2014
Comentarios desactivados en Francisco: “El matrimonio es entre un hombre y una mujer”… Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad…”

homosexuali2-fco_560x280En una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera, el papa Francisco volvió a pronunciarse acerca del matrimonio homosexual. Bergoglio opinó acerca de diversos temas como la eutanasia, el divorcio, la globalización, el marxismo el rol de la mujer en la iglesia y el abuso de menores. Acerca del matrimonio gay, el papa aseguró que ”muchos países regularon la unión civil. Es un camino que la Iglesia puede comprender. El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como, por ejemplo, la obra social. Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad. Leído en Atrio:

Al aproximarse el primer aniversario de su elección como obispo de Roma, Francisco ha concedido una entrevista a sl Corriere della Sera, cuya traducción publicó LA NACION en forma simultánea y exclusiva. Bergoglio habla de su revolucionario primer año al frente de la Iglesia. Publicamos el texto completo.

ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO

‘Pintar al Papa como Superman es ofensivo’

Por Ferruccio de Bortoli | Corriere della sera

Un año ha transcurrido desde aquel simple buona sera que conmovió al mundo. El lapso de doce meses tan intensos no alcanza para contener la gran masa de novedades y signos profundos de la innovación pastoral de Francisco. Nos encontramos en un pequeño salón en Santa Marta. La única ventana da a un patio que abre un minúsculo ángulo de cielo azul. El Papa aparece de improviso por una puerta, con la cara distendida y sonriente. Se divierte con los varios grabadores que la ansiedad senil del periodista colocó sobre la mesa. “¿Funcionan todos? ¿Sí? Menos mal.” ¿El balance de este año? No, los balances no le gustan. “Yo sólo hago balance cada 15 días, con mi confesor.”

Santo Padre, usted cada tanto llama por teléfono a los que le piden ayuda. ¿Y algunas veces no le creen que sea usted?

Sí, ya me ha pasado. Cuando uno llama es porque tiene ganas de hablar, una pregunta que hacer, un consejo que pedir. Cuando era cura en Buenos Aires, era más fácil. Y a mí me quedó esa costumbre. Es un servicio. Me sale así. Pero es cierto que ahora no es tan fácil hacerlo, dada la cantidad de gente que me escribe.

¿Hay alguno de esos contactos que recuerde con particular afecto?

Una señora viuda de 80 años que había perdido a su hijo. Me escribió. Y ahora le pego una llamadita una vez por mes. Ella está feliz, y yo hago de cura. Me gusta.

Respecto de su relación con su predecesor, Benedicto XVI, ¿alguna vez le pidió un consejo?

Sí, el Papa emérito no es una estatua de museo. Es una institución, a la que no estábamos acostumbrados. Sesenta o setenta años atrás, la figura del obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio Vaticano II, y actualmente es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero y tal vez haya otros. No lo sabemos. Él es discreto, humilde, no quiere molestar. Lo hablamos y juntos llegamos a la conclusión de que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia. Una vez vino hasta acá en ocasión de la bendición de la estatua de San Miguel Arcángel, después a un almuerzo en Santa Marta, y después de Navidad le devolví la invitación a participar del consistorio, y él aceptó. Su sabiduría es un don de Dios. Algunos hubiesen querido que se retirara a una abadía benedictina muy lejos del Vaticano. Y yo pensé en los abuelos, que con su sabiduría y sus consejos le dan fuerza a la familia y no merecen terminar en una casa de retiro.

A nosotros nos parece que su modo de gobernar la Iglesia es así: usted escucha a todos y después decide solo. Un poco como el padre general de los jesuitas. ¿El Papa es un hombre solo?

Sí y no, pero entiendo lo que me quiere decir. El Papa no está solo en su trabajo porque es acompañado por el consejo de muchos. Y sería un hombre solo si decidiese sin escuchar a nadie o fingiendo que escucha. Pero hay un momento, cuando se trata de decidir, de poner la firma, en el cual queda solo con su sentido de la responsabilidad.

Usted ha innovado, ha criticado algunas actitudes del clero, ha revolucionado la curia. Con algunas resistencias y algunas oposiciones. ¿La Iglesia ya cambió como usted quería hace un año?

Yo en marzo pasado no tenía ningún proyecto para cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, esta transferencia de diócesis. Empecé a gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales de las diversas congregaciones. Y en mis acciones espero contar con la inspiración del Señor. Le doy un ejemplo. Se había hablado de la situación espiritual de las personas que trabajan en la curia, y entonces empezaron a hacer retiros espirituales. Había que darles más importancia a los ejercicios espirituales anuales: todos tienen derecho a pasar cinco días de silencio y meditación, mientras que antes en la curia se escuchaban tres rezos al día y después algunos seguían trabajando.

¿La ternura y la misericordia son la esencia de su mensaje pastoral?

Y del Evangelio. Son el corazón del Evangelio. De lo contrario, no se entiende a Jesucristo, ni la ternura del Padre, que lo envía a escucharnos, a curarnos, a salvarnos.

¿Pero ese mensaje fue comprendido? Usted dijo que la “franciscomanía” no duraría mucho. ¿Hay algo de su imagen pública que no le guste?

Me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano… Jamás se me ocurriría. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión. Pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal.

¿Le molestó que lo acusaran de marxista , sobre todo en Estados Unidos, tras la publicación de “Evangelii Gaudium”?

Para nada. Nunca compartí la ideología marxista, porque es falsa, pero conocí a muchas personas buenas que profesaban el marxismo.

Los escándalos que perturbaron la vida de la Iglesia ya quedaron afortunadamente atrás. Sobre el delicado tema del abuso de menores, los filósofos Besancon y Scruton, entre otros, le pidieron que alce su voz contra el fanatismo y la mala fe del mundo secularizado que respeta poco a la infancia.

Quiero decir dos cosas. Los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió el camino. Y siguiendo ese camino la Iglesia avanzó mucho. Tal vez más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de la violencia contra los chicos son impresionantes, pero muestran también con claridad que la gran mayoría de los abusos provienen del entorno familiar y de la gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad. Ningún otro hizo tanto. Y, sin embargo, la Iglesia es la única en ser atacada.

Usted dice que “los pobres nos evangelizan”. La atención puesta en la pobreza, la más fuerte impronta de su mensaje, es tomada por algunos observadores como una profesión del pauperismo. El Evangelio no condena la riqueza. Y Zaqueo era rico y caritativo.

El Evangelio condena el culto a la riqueza. El pauperismo es una de las interpretaciones críticas. En el Medioevo, había muchas corrientes pauperistas. San Francisco tuvo la genialidad de colocar el tema de la pobreza en el camino evangélico. Jesús dice que no se puede servir a dos amos, Dios y el dinero. Y cuando seamos juzgados al final de los tiempos (Mateo, 25), nos preguntarán por nuestra cercanía con la pobreza. La pobreza nos aleja de la idolatría y abre las puertas a la Providencia. Zaqueo entrega la mitad de sus riquezas a los pobres. Y a quienes tienen sus graneros llenos de su propio egoísmo el Señor, al final, les pedirá cuentas. Creo haber expresado bien mi pensamiento sobre la pobreza en “Evangelii Gaudium”.

Usted identifica en la globalización, sobre todo financiera, algunos de los males que sufre la humanidad. Pero la globalización sacó de la indigencia a millones de personas. Trajo esperanza, un sentimiento que no debe confundirse con el optimismo.

Es cierto, la globalización salvó de la miseria a muchas personas, pero condenó a muchas otras a morir de hambre, porque con este sistema económico se vuelve selectiva. La globalización en la que piensa la Iglesia no se parece a una esfera en la que cada punto es equidistante del centro y en la cual, por lo tanto, se pierde la particularidad de los pueblos, sino que es un poliedro, con sus diversas facetas, en el que cada pueblo conserva su propia cultura, lengua, religión, identidad. La actual globalización “esférica” económica, y sobre todo financiera, produce un pensamiento único, un pensamiento débil. Y en su centro ya no está la persona humana, sólo el dinero.

El tema de la familia es central para la actividad del consejo de los ocho cardenales. Desde la exhortación “Familiaris Consortio”, de Juan Pablo II, muchas cosas cambiaron. Se esperan grandes novedades. Y usted dijo que a los divorciados no hay que condenarlos, hay que ayudarlos.

Es un largo camino que la Iglesia debe completar. Un proceso que quiere el Señor. Tres meses después de mi elección, me fueron sometidos los temas para el sínodo, y nos propusimos discutir sobre cuál es el aporte de Jesús al hombre contemporáneo. Pero al final, gradualmente -que para mí es un signo de la voluntad de Dios-, se decidió discutir sobre la familia, que atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida común fracasó. Los hijos sufren mucho. Y nosotros tenemos que dar una respuesta. Pero para eso hay que reflexionar mucho y en profundidad. Es eso lo que están haciendo el consistorio y el sínodo. Hay que evitar quedarse en la superficie del tema. La tentación de resolver los problemas desde la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas. Es lo que hacían los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esa reflexión profunda que podrán afrontarse seriamente las situaciones particulares, también la de los divorciados.

¿Por qué el informe del cardenal Walter Kasper en el último consistorio (un abismo entre la doctrina sobre matrimonio y familia y la vida real de muchos cristianos) generó tanta división entre los purpurados? ¿Cree que la Iglesia podrá recorrer esos dos años de fatigoso camino para llegar a un consenso amplio y sereno?

El cardenal Kasper hizo una hermosa y profunda presentación, que muy pronto será publicada en alemán, en la que aborda cinco puntos, el quinto de los cuales es el de las segundas nupcias. Más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco.

En un pasado reciente, era habitual referirse a “valores no negociables”, sobre todo en cuestiones de bioética y de moral sexual. Usted no ha usado esa fórmula. ¿Esa elección es señal de un estilo menos preceptivo y más respetuoso de la conciencia individual?

Nunca entendí la expresión “valores no negociables”. Los valores son valores y basta. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, así que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables. Lo que tenía para decir sobre el tema de la vida lo he dejado por escrito en “Evangelii Gaudium”.

Muchos países regularon la unión civil. Es un camino que la Iglesia puede comprender, pero ¿hasta qué punto?

El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como, por ejemplo, la obra social. Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad.

¿Cómo será promovido el rol de la mujer dentro de la Iglesia?

Tampoco en esto ayuda la casuística. Es verdad que la mujer puede y debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia. Pero a esto yo lo llamaría una promoción de tipo funcional. Y sólo con eso no se avanza demasiado. Más bien hay que pensar que la Iglesia lleva el artículo femenino, “la”: es femenina desde su origen. El teólogo Urs von Balthasar trabajó mucho sobre este tema: el principio mariano guía a la Iglesia de la mano del principio petrino. La Virgen es más importante que cualquier obispo y que cualquiera de los apóstoles. La profundización teologal ya está en marcha. El cardenal Rylko, junto al Consejo de los Laicos, está trabajando en esta dirección con muchas mujeres expertas.

Medio siglo después de la encíclica “Humanae Vitae”, de Pablo VI, ¿puede la Iglesia retomar el tema del control de la natalidad?

Todo depende de cómo sea interpretado el texto de “Humanae Vitae”. El propio Pablo VI, hacia el final, recomendaba a los confesores mucha misericordia y atención a las situaciones concretas. Pero su genialidad fue profética, pues tuvo el coraje de ir contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de aplicar un freno cultural, de oponerse al neomalthusianismo presente y futuro. El tema no es cambiar la doctrina, sino ir a fondo y asegurarse de que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona y lo que esa persona puede hacer. También de eso se discutirá en los preliminares del sínodo.

La ciencia evoluciona y redibuja los confines de la vida. ¿Tiene sentido prolongar la vida en estado vegetativo? ¿El testamento biológico podría ser una solución?

No soy un especialista en argumentos bioéticos, y temo equivocarme en mis palabras. La doctrina tradicional de la Iglesia dice que nadie está obligado a usar métodos extraordinarios cuando alguien está en su fase terminal. Pastoralmente, en estos casos, yo siempre he aconsejado los cuidados paliativos. En casos más específicos, de ser necesario, conviene recurrir al consejo de los especialistas.

¿Siente nostalgia de su Argentina?

La verdad es que no siento nostalgia. Querría ir a ver a mi hermana, que está enferma y es la única que queda de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero eso no justifica un viaje a la Argentina: la llamo por teléfono y con eso alcanza. No tengo pensado ir antes de 2016, porque en América latina ya estuve cuando fui a Río. Ahora tengo que ir a Tierra Santa, a Asia y después a África.

Hace poco tuvo que renovar su pasaporte argentino. Usted es para siempre un jefe de Estado.

Lo renové porque se vencía.

¿Su viaje a Tierra Santa conducirá al acuerdo de intercomunión con los ortodoxos que Pablo VI, hace 50 años, estuvo a punto de sellar con el patriarca Atenágoras?

Estamos todos muy ansiosos por obtener resultados “cerrados”. Pero el camino de la unidad con los ortodoxos implica sobre todo caminar y trabajar juntos. En Buenos Aires, a los cursos de catecismo venían ortodoxos diversos. Yo pasaba Navidad y el Día de Reyes con los obispos ortodoxos, que muchas veces también pedían consejo a nuestras oficinas diocesanas. No sé si será cierto lo que se cuenta de Atenágoras, que le habría propuesto a Pablo VI ir a caminar juntos y mandar a todos los teólogos a una isla a discutir entre ellos. Es un broma, pero lo importante es caminar juntos. La teología ortodoxa es muy rica.

Dentro de algunos años, la primera potencia del mundo será China, con la que el Vaticano no mantiene relaciones. El misionero Matteo Ricci era un jesuita, como usted.

Estamos cerca de China. Le envié una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después que yo. Y él me respondió. Hay contactos. Es un gran pueblo al que quiero mucho.

¿Por qué no habla nunca de Europa? ¿Qué cosa no lo convence del programa europeo?

¿Se acuerda de lo que dije sobre Asia? ¿Qué dije? [el cronista tarda en darse cuenta de que ha caído en una amable zancadilla]. ¡Nunca hablé de Asia! Ni de África ni de Europa. Sólo hablé de América latina cuando estuve en Brasil, y cuando recibí al Celam. Todavía no tuve ocasión de hablar de Europa. Ya verá.

¿Qué libro está leyendo?

?Pietro e Maddalena, de Damiano Marzotto, sobre la dimensión femenina de la Iglesia. Un libro bellísimo.

¿Y no se anima cada tanto a ver alguna película, otra de sus pasiones? La gran belleza acaba de ganar el Oscar. ¿Piensa verla?

No sé. La última película que vi fue La vida es bella, de Benigni. Y antes había visto La Strada, de Fellini. Una obra maestra. También me gustaba Wajda.

San Francisco tuvo una juventud alocada. Le pregunto, ¿alguna vez se enamoró?

En El jesuita, cuento que a los 17 años tuve una noviecita. Y también lo menciono en El cielo y la tierra, el volumen que escribí con Abraham Skorka. Y cuando estaba en el seminario, hubo una chica que me hizo perder la cabeza durante una semana.

¿Y cómo terminó, si no es indiscreción?

Ésas eran cosas de jóvenes. Las hablaba con mi confesor [gran sonrisa]

Y en SentidoG:

Balance de un año de papado de Francisco

Según la Federación Argentina de lesbianas, gays, bisexuales y trans (FALGBT), el papa Jorge Bergoglio sigue en deuda con la diversidad sexual. “La protección y encubrimiento de sacerdotes acusados de pedofilia, el silencio del Vaticano ante las graves violaciones a los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans en países como Irán, Nigeria, Uganda, Rusia o India, las acusaciones a un supuestolobby gay y la ratificación de un sólo modelo de familia, muestran claramente que el cambio que presuntamente impulsa, no es más que una sumatoria de gestos sin profundidad”, declaró la organización en un comunicado, en el cual también repudiaron las declaraciones de Francisco al Corriere della Sera.

Al respecto Esteban Paulón, presidente de la FALGBT expresó que “a un año de asumir el papado, Bergoglio ha demostrado que, a pesar de los gestos y simulaciones, sigue manteniendo una línea de desprecio y negación de derechos hacia lesbianas, gays, bisexuales y trans. No se ha movido ni un paso de su concepción, tan cláramente expresada durante el debate por la ley de Matrimonio igualitario en Argentina, en la que tildó a la diversidad sexual de ‘plan del demonio‘”.

Asimismo, Paulón remarcó que “más grave aún es el silencio cómplice del Vaticano ante el avance de leyes en diversos países del mundo, que criminalizan la diversidad sexual, imponiendo penas de prisión y hasta la muerte en algunos casos, a las personas por el sólo hecho de ser quienes son y expresarlo abiertamente. No se ven allí rastros de la fingida ‘misericordia’ que prodigaba en declaraciones tras el Encuentro Mundial de la Juventud.

Para finalizar, el presidente de la FALGBT expresó que “a modo de balance es evidente que a pesar de los gestos, claramente insuficientes, no ha habido una voluntad de un cambio profundo en la mirada que la jerarquía católica hace sobre la diversidad sexual. Y esa continuidad se expresa en enorme cantidad de situaciones que van desde el encubrimiento a sacerdotes acusados de pedofília, como a la ratificación de un solo modelo posible de familia, la heterosexual. Nuevamente el Vaticano demuestra que en realidad, nada ha cambiado, a pesar de algunas declaraciones ‘amables’ y de compromiso”.

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , , , , ,

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