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“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.”

Domingo, 21 de enero de 2018
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 Jesús les dijo:

 “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios:
convertíos y creed en el Evangelio
.”

 “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.”

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron…

y se marcharon con él.

*

Marcos 1, 14-20

***

Ser cristiano significa prestar atención al kairós, a este «momento especial» de la manifestación de Dios en nuestro aquí y ahora. En él se desarrolla la dimensión auténticamente profética de toda vida cristiana, en la atención […] a todos los signos de la presencia del Reino en nuestra historia. Acoger el Reino de Dios implica una conducta: «Convertíos», precepto urgente, «el tiempo se acaba» (1 Cor 7,29), que acompaña al don del Reino y engendra una nueva actitud respecto a Dios y respecto a los hermanos. Jonás recibió la misión de llamar a la conversión a Nínive, la capital del imperio enemigo de Israel. El profeta, un judío amante de su patria, se niega a realizar esta tarea, pero al final acepta la voluntad de perdón del Señor, que carece de límites raciales o religiosos. El Reino es gracia, aunque para nosotros es también un deber.

Los primeros discípulos escucharon la «Buena Noticia» y fueron llamados a asociarse a la misión de Jesús (Mc 1,16-20). El Evangelio marcó profundamente sus vidas. Así debe marcar también la nuestra.

*

Gustavo Gutiérrez,
Condividere la Parola, Brescia 1996, pp. 170ss

***

***

 

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

“Otro mundo es posible”. 3º Tiempo Ordinario – B (Marcos 1,14-20)

Domingo, 21 de enero de 2018
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No sabemos con certeza cómo reaccionaron los discípulos del Bautista cuando Herodes Antipas lo encarceló en la fortaleza de Maqueronte. Conocemos la reacción de Jesús. No se quedó en el desierto. Tampoco se refugió entre sus familiares de Nazaret. Comenzó a recorrer las aldeas de Galilea predicando un mensaje original y sorprendente.

El evangelista Marcos lo resume diciendo que «marchó a Galilea proclamando la buena noticia de Dios». Jesús no repite la predicación del Bautista ni habla de su bautismo en el Jordán. Anuncia a Dios como algo nuevo y bueno. Este es su mensaje.

«Se ha cumplido el plazo»

El tiempo de espera que se vive en Israel ha acabado. Ha terminado también el tiempo del Bautista. Con Jesús comienza una era nueva. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros problemas, sufrimientos y desafíos. Quiere construir junto con nosotros un mundo más humano.

«Está llegando el reino de Dios»

Con una audacia desconocida, Jesús sorprende a todos anunciando algo que ningún profeta se había atrevido a declarar: «Ya está aquí Dios, con la fuerza creadora de su justicia, tratando de reinar entre nosotros». Jesús experimenta a Dios como una Presencia buena y amistosa que está buscando abrirse camino entre nosotros para humanizar nuestra vida.

Por eso toda la vida de Jesús es una llamada a la esperanza. Hay alternativa. No es verdad que la historia tenga que discurrir por los caminos de injusticia que le trazan los poderosos de la tierra. Es posible un mundo más justo y fraterno. Podemos modificar la trayectoria de la historia.

«Convertíos»

Ya no es posible vivir como si nada estuviera sucediendo. Dios pide a sus hijos colaboración. Por eso grita Jesús: «Cambiad de manera de pensar y de actuar». Somos las personas las que primero hemos de cambiar. Dios no impone nada por la fuerza, pero está siempre atrayendo nuestras conciencias hacia una vida más humana.

«Creed en esta buena noticia»

Tomadla en serio. Despertad de la indiferencia. Movilizad vuestras energías. Creed que es posible humanizar el mundo. Creed en la fuerza liberadora del Evangelio. Creed que es posible la transformación. Introducid en el mundo la confianza.

¿Qué hemos hecho de este mensaje apasionante de Jesús? ¿Cómo lo hemos podido olvidar? ¿Con qué lo hemos sustituido? ¿En qué nos estamos entreteniendo si lo primero es «buscar el reino de Dios y su justicia»? ¿Cómo podemos vivir tranquilos observando que el proyecto creador de Dios de una tierra llena de paz y de justicia está siendo aniquilado por los hombres?

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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“Convertíos y creed en el Evangelio”. Domingo 21 de enero de 2018. Domingo tercero del tiempo ordinario

Domingo, 21 de enero de 2018
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12-ordinarioB3 cerezoLeído en Koinonia:

Jonás 3,1-5.10: Los ninivitas se convirtieron de su mala vida. Salmo responsorial: 24: Señor, enséñame tus caminos. 1Corintios 7,29-31: La representación de este mundo se termina. Marcos 1,14-20: Convertíos y creced en el Evangelio

Como es sabido, en las lecturas de la liturgia de los domingos, la primera y la tercera están siempre unidas temáticamente, mientras que la segunda suele ir por caminos independientes. Hoy la pareja de lecturas principales son la de la predicación de Jonás sobre la ciudad Nínive, y la predicación de Jesús al comenzar su ministerio, precisamente «cuando arrestaron a Juan», o sea, al faltar el profeta.

La lectura sobre Jonás hoy presenta un contenido positivo: el profeta atiende el mandato de Dios que le envía a predicar, va, predica, y además tiene éxito su predicación, pues la ciudad se arrepiente.

El comentario más simple a este texto puede ir por la línea de la importancia de la predicación profética para la conversión de los que están alejados de Dios. Es un tema conocido. Y, como decíamos, hace un paralelismo con el texto del evangelio: Jesús es un nuevo profeta, que empalma con la línea de los profetas clásicos, que también se lanza por los caminos para predicar un mensaje de conversión.

Para unos oyentes más críticos, esta segunda lectura es preocupante. Porque el conjunto entero de lo que en ella se expresa pertenece a un marco de comprensión hoy insostenible: un Dios arriba, directamente imaginado como un gran rey, que envía su mensajero para predicar un mensaje de conversión, mensaje que antes no pudo surtir efecto porque el profeta no quiso ir a predicar, pero que ahora es atendido y obedecido por los ninivitas. «Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció, y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó». Esta imagen de un Dios arriba, que toma decisiones, envía mensajeros, les insiste, se comunica con los seres humanos por medio de esos mensajeros profetas, y que «al ver» las obras de penitencia «se compadece y se arrepiente de la catástrofe con que había amenazado a la ciudad»… es, obviamente, humana, muy humana, demasiado humana, sin duda. Es, claramente, un «antropomorfismo». Dios no es un Señor que esté ahí «arriba, ahí afuera», ni que esté enviando mensajeros, ni es alguien que pueda amenazar, ni que se pueda arrepentir… Hoy sabemos que Dios no es así, que lo que llamamos «Dios» es en realidad un misterio que no puede ser reducido a una imagen o una imaginación antropomórfica semejante.

Sería bueno, incluso necesario, referirse a esta calidad de antropomorfismo que tiene esta lectura –como tantísimas otras–, y hacer caer en la cuenta a los oyentes que no los estamos tomando por niños, sino que, simplemente, estamos utilizando un texto compuesto hace más de veinticinco siglos, y que la imagen de Dios que aparece en él nos resulta hoy inviable. Es importante decirlo, y no es bueno darlo por sobreentendido, porque puede haber –con razón- personas que se sientan mal al escuchar estas imágenes, como si se sintieran retrotraídas al tiempo de la catequesis infantil. Y, desde luego, es recomendable abordar –en esta u otra ocasión– el tema de las imágenes de Dios, y aclarar que si somos personas de hoy, lo más probable es que no nos encaje bien el lenguaje clásico (o ancestral) sobre Dios, y que tenemos todo el derecho a ser críticos y a utilizar otro.

Éste podría ser, sin más, el buen tema de reflexión central para la homilía de hoy. Es más que suficientemente importante. Recomendamos el libro del obispo anglicano John Shelby SPONG, Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo, colección «Tiempo axial», Abya Yala, Quito 2011, tiempoaxial.org).

La lectura de la 1ª carta de Pablo a los corintios también puede iluminarse hoy con la del evangelio de Marcos: ante el reinado de Dios que ha sido instaurado por la actuación de Jesús -su predicación, sus milagros, sus controversias, especialmente su muerte y resurrección-, todas las realidades humanas adquieren un nuevo sentido: comprar, vender, llorar, reírse, casarse o permanecer célibe, todo es diferente y su valor distinto. Lo absolutamente definitivo es el ejercicio de la voluntad salvífica de Dios que Jesús vino a poner en marcha. Por eso Pablo puede afirmar que “la presentación de este mundo se termina”, es decir, que Dios hace nuevas todas las cosas realizando la utopía de su Reino en donde pobres y tristes, enfermos y condenados, excluidos y ofendidos de la tierra son rescatados y acogidos, y en donde los ricos y los poderosos son llamados urgentemente a la conversión.

Después de narrarnos los comienzos del evangelio con Juan Bautista, con la unción mesiánica de Jesús en el río Jordán y con sus tentaciones en el desierto, Marcos nos relata, en unas frases muy condensadas, los comienzos de la actividad pública de Jesús: es el humilde carpintero de Nazaret que ahora recorre su región, la próspera pero mal–afamada Galilea, predicando en las aldeas y ciudades, en los cruces de los caminos, en las sinagogas y en las plazas. Su voz llega a quien quiera oírlo, sin excluir a nadie, sin exigir nada a cambio. Una voz desnuda y vibrante como la de los antiguos profetas. Marcos resume el entero contenido de la predicación de Jesús en estos dos momentos: el reinado de Dios ha comenzado –es que se ha cumplido el plazo de su espera– y ante el reinado de Dios sólo cabe convertirse, acogerlo, aceptarlo con fe.

Muchos reinados recordaban los judíos que escuchaban a Jesús: el muy reciente reinado de Herodes el Grande, sanguinario y ambicioso; el reinado de los asmoneos, descendientes de los libertadores Macabeos, reyes que habían ejercido simultáneamente el sumo sacerdocio y habían oprimido al pueblo, tanto o más que los ocupadores griegos, los seléucidas. Recordaban también a los viejos reyes del remoto pasado, convertidos en figuras de leyendas doradas, David y su hijo Salomón, y la lista tan larga de sus descendientes que por casi 500 años habían ejercido sobre el pueblo un poder totalitario, casi siempre tiránico y explotador. ¿De qué rey hablaba ahora Jesús? Del anunciado por los profetas y anhelado por los justos. Un rey divino que garantizaría a los pobres y a los humildes la justicia y el derecho y excluiría de su vista a los violentos y a los opresores. Un rey universal que anularía las fronteras entre los pueblos y haría confluir a su monte santo a todas las naciones, incluso a las más bárbaras y sanguinarias, para instaurar en el mundo una era de paz y fraternidad, sólo comparable a la era paradisíaca de antes del pecado.

Este «reinado de Dios» que Jesús anunciaba hace 2000 años por Galilea, sigue siendo la esperanza de todos los pobres de la tierra. Ese reino que ya está en marcha desde que Jesús lo proclamara, porque lo siguen anunciando sus discípulos, los que Él llamó en su seguimiento para confiarles la tarea de pescar en las redes del Reino a los seres humanos de buena voluntad. Es el Reino que proclama la Iglesia y que todos los cristianos del mundo se afanan por construir de mil maneras, todas ellas reflejo de la voluntad amorosa de Dios: curando a los enfermos, dando pan a los hambrientos, calmando la sed de los sedientos, enseñando al que no sabe, perdonando a los pecadores y acogiéndolos en la mesa fraterna; denunciando, con palabras y actitudes, a los violentos, opresores e injustos.

A nosotros corresponde, como a Jonás, a Pablo y al mismo Jesús, retomar las banderas del reinado de Dios y anunciarlo en nuestros tiempos y en nuestras sociedades: a todos los que sufren y a todos los que oprimen y deben convertirse, para que la voluntad amorosa de Dios se cumpla para todos los seres del universo. Leer más…

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Dom 21.1.18. Reino de Dios, pescadores de hombres

Domingo, 21 de enero de 2018
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D85a61ff3-0df2-4ac4-91d4-0f8cc200d75fel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 3 tiempo ordinario. Ciclo B. Mc 1, 14-20.

 El domingo anterior presenté, siguiendo al evangelio de Juan 1,35-42, la llamada de Jesús a sus discípulos, a la orilla del río Jordán. Se decía allí que Jesús buscó a su gente de entre la gente de Juan Bautista, todos ellos especialistas en cuestiones religiosas, expertos en ayuno y conversión de vida.

— Pero la liturgia de este domingo, siguiendo al evangelio de Marcos, presenta a Jesús junto al lago, llamando para acompañarle y realizar su tarea de Reino a uno hombres expertos en redes y pesca de peces (imagen 1).

Anuncié y expuse ya el sentido de estas dos “vocaciones” en la postal del pasado domingo y en la siguiente del lunes, para mostrar que las cosas importantes se pueden contar siempre al menos de dos formas, las dos verdaderas, aunque diferentes.

Para comentar este evangelio del dom 3, ciclo B, utilizaré mi Comentario de Marcos, pero comparando de nuevo su versión con la de Juan, distinguiendo sus partess:

— Jesús anuncio la llegada del Reino Dios

–Jesús llama a cuatro colaboradores, que son principio y signo de todos sus discípulos, hombres y mujeres (imagen 2)

0261cedc-2524-48ca-9b71-0162071ec452Se trata de dos pasajes de hondo sentido teológico, que recogen el principio del mensaje de Jesús, pero que han sido recreados por el mismo Marcos, desde su perspectiva eclesial y teológica.

— Comentaré en sí mismo el primer pasaje, el anuncio y llegada del Reino de Dios, la tarea de Jesús y de la Iglesia al servicio de los hombres.
— Comentaré el segundo pasaje en dos partes: primero analizo el texto paralelo del Evangelio de Juan; luego explico el de Marcos.

Buen domingo a todos.

a. Galilea: mensaje de reino (1, 14-15)

Texto 1

14 Después que Juan fue entregado marchó Jesús a Galilea, proclamando el evangelio de Dios. 15 Decía:
El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios ha llegado.
Convertíos y creed en el evangelio.

Tema

evangelio-de-marcosEste es un texto puente que cierra el prólogo (Mc 1, 1-13) y abre la narración propiamente dicha del evangelio:

— Después que Juan fue entregado… Este dato sirve de contrapunto histórico y teológico de la historia posterior. Juan ha sido y seguirá siendo lugar de referencia. Jesús viene después (meta), en indicación más teológica que cronológica. La entrega de Juan (paradothênai: 1,14; cf. 6, 14-39) anuncia la de Jesús (cf. 9, 33; 10, 33; 14, 10-11 etc).

 Vino Jesús a Galilea. El espacio geográfico (y teológico) de Juan era el desierto con el río. El de Jesús, en cambio, es Galilea. No se retira al lugar de la prueba, ni se instala al borde de la tierra prometida; tampoco busca un lugar de salvación junto a los atrios de Jerusalén, en gesto de sacralidad nacional. Jesús se encuentra vinculado a la tierra y gente normal de Galilea, junto a un mar simbólicamente abierto a las naciones del entorno. Esta evocación culmina en 14, 28 y 16, 7 donde Jesús (o el joven pascual) manda a los discípulos a Galilea, lugar que será para Mc espacio fundante y el signo duradero de la iglesia.

— Kerigma. Galilea en sí no basta, como no basta la entrega del Bautista. El evangelio de la iglesia se funda en el mensaje de Jesús: Se ha cumplido el tiempo y ha llegado el reino de Dios; convertíos y creed en el evangelio (1, 15).

Esta es la palabra clave, que consta de dos frases paralelas dobles, cada una con dos partes, unidas por un kai (y). Como resulta usual en Mc, la segunda sirve para precisar el sentido de la primera: se ha cumplido el tiempo “y” llega el reino (el reino define y da sentido al tiempo); convertíos “y” creed en el evangelio (la fe da sentido a la conversión.

El progreso temático es claro: pasamos del Bautista (desierto/río) a Galilea, descubriendo allí el mensaje de Jesús, abierto a todos los humanos. No se encierra Jesús en las casas, susurrando al oído un secreto de iniciados; no se instala en la escuela, ofreciendo cursos largos de enseñanza especializada, no ofrece su palabra a la vera del templo sagrado (a los puros), ni a la orilla del río/desierto (a los especialistas de la penitencia).

Viene a Galilea, ofreciendo su evangelio para todos; lo hace con claridad (que se entienda bien), en voz alta (que lo escuchen), como heraldo o pregonero de buenas noticias que deben extenderse por el pueblo.

La Buena Noticia del Reino

La buena noticia o evangelio es Dios (con genitivo epexegético) o aquello que Dios hace (con genitivo de objeto). En el lugar donde estaba la conversión y penitencia del Bautista viene a situarse la buena noticia de Jesús que expande a hombres y mujeres de su tierra aquello que Dios mismo le ha dicho (¡eres mi Hijo…!) y que se expresa en la victoria sobre lo diabólico. Su experiencia es buena noticia; la palabra de su vida puede hacerse ya palabra y principio de existencia para aquellos que quieran escucharle, acompañarle. De esa forma el camino de Jesús se hace camino para todos los humanos, empezando en Galilea:

— El tiempo se ha cumplido “y” ha llegado el Reino de Dios. El cielo se ha rasgado y Dios se hace presente en Jesús (1, 9-11). Por eso él puede expresar su experiencia, ofreciendo espacio de vida filial y fraterna (de amor) a quienes quieran escucharle. El Reino de Dios se identifica con aquello que Jesús ha recibido en su bautismo. Quiere que todos escuchen (escuchemos) la voz de Dios que dice (eres mi Hijo!, recibiéndola de forma compartida, fraterna, solidaria. Porque el reino de Dios ha llegado podemos y debemos afirmar que el tiempo se ha cumplido, han culminado las promesas de 1, 2-3.

— Convertíos “y” creed en el evangelio. La pertenencia al reino no se logra por la carne y sangre, es decir, por los principios naturales de la historia (poder genealógico, imposición política) sino por meta-noia o con-versión interpretada como cambio de existencia. Superando el nivel previo de lucha, viene a desplegarse ahora un extenso y gozoso continente de existencia filial, hecha de gratuidad y expresada como fe en el evangelio, es decir, como acogida de la buena noticia de Dios. No es la conversión la que causa el evangelio sino al revés: el evangelio de Dios, que aceptamos por Jesús con fe gozosa, nos convierte, nos transforma, haciéndonos capaces de acoger y construir la familia mesiánica o iglesia.

Marcos ha superado el nivel biológico (no alude a la familia carnal de Jesús); también ha superado el plano cultural (no sitúa a Jesús en una escuela exegética o filosófica). El grupo cristiano empieza a surgir y se despliega allí donde varones y mujeres asumen con Jesús una experiencia de nuevo nacimiento en amor, desde Dios Padre. Juan era la línea divisoria: podía suscitar un grupo de discípulos penitentes, pero nada más: no ha visto el cielo abierto, no ha escuchado la voz (eres mi Hijo!

Donde Juan Bautista se ha detenido sigue Jesús: ha escuchado la palabra, se ha descubierto Hijo de Dios, se ha mantenido en la prueba, ha recibido un mensaje de vida para todos. Por eso ha comenzado a expandir su experiencia, ofreciendo su evangelio universal, en el cruce de caminos de su patria, en Galilea.

Jesús no ha pedido nada a Dios. No aparece en el texto como un suplicante que implora a Dios agua para el campo, hijos para la familia, fortuna para la casa, vida para los enfermos… Simplemente ha venido en busca de Dios, con los penitentes del Bautista y ha escuchado la voz (eres mi Hijo!, empezando a reunir a los humanos.

Tampoco Dios ha empezado pidiendo algo a Jesús; no le dice que se convierta, no le impone una ley (¡cumple! (tu debes!), no le amenaza. Al principio del evangelio no está el imperativo categórico (deber), ni un tipo de moral impositiva o casuística.

En el principio está el amor de Padre que dice: (eres mi Hijo! En ese amor se funda el camino de la iglesia. Los que aceptan la experiencia de Jesús forman con él una familia, son iglesia. Este es el cambio categórico, el principio del evangelio, el surgimiento de la familia de Dios. En la base de Mc hallamos una experiencia de filiación gozosa que se expande por gozo a todos los humanos. Por eso, en los momentos fundamentales de la trama evangélica (transfiguración, viñadores homicidas, oración del huerto, crucifixión: cf. 9, 7; 12, 6; 14, 36; 15, 39), Mc retorna a la experiencia del bautismo, descubriendo lo que significa Jesús como Hijo de Dios para los humanos

.b- Pescadores de hombres. Los primeros compañeros (1, 16-20).

Texto 2

16 Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de seres humanos.
18 Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.
19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. 20 Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.

Antes de comentar el texto de Marcos… debemos presentar y comentar el paralelo del evangelio de Juan.

Evangelio de Juan.

Significativamente, el Nuevo Testamento conserva dos relatos distintos de su «vocación» y los dos están muy teologizados. Posiblemente, el más cercano a la historia sea el del evangelio de Juan:

Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos. Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios! Los dos discípulos le oyeron hablar y siguieron a Jesús. Jesús, al dar vuelta y ver que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí – que significa maestro – ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba y se quedaron con él aquel día, porque era como la hora décima.
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías, que significa Cristo. Él lo llevó a Jesús, y al verlo Jesús le dijo: Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas – que significa Piedra. (Jn 1, 36-42).

Éste es, sin duda, un relato teológico, es decir, muy marcado por la propia visión religiosa del evangelista, pero es posible que tenga un fondo histórico. El cuarto evangelio supone que el Juan Bautista ofreció el primer testimonio mesiánico de Jesús, al que presentó públicamente como «Cordero de Dios». No es verosímil que Juan Bautista le hubiera dado un testimonio de ese tipo y, sin embargo, es verosímil y probable que entre los discípulos de Juan (Andrés, Pedro, Jesús…) hubiera conexiones e intercambios como los que vemos aquí. En este contexto, algunos discípulos del Bautista «descubrieron» a Jesús y se comprometieron a seguirle y/o a trazar con él un proyecto mesiánico propio.

Entre los que hallaron a Jesús (o entre aquellos a los que Jesús llamó) estaban Andrés y Simón, dos hermanos. Eso significaría que Simón había dejado ya la pesca, de manera que se hallaba «liberado» para las tareas y esperanzas de la culminación escatológica de Israel, al lado del Bautista, lo mismo Jesús.

De esa forma empezaron siendo compañeros, discípulos de un mismo maestro, que era Juan. Según eso, cuando Jesús tuvo una vocación especial y llamó a Simón, no llamó a un pescador cualquiera, ajeno a los afanes de Dios, sino a un comprometido o voluntario de Dios, prometiéndole que sería Pedro (piedra, roca) del edificio escatológico (una promesa que debe entenderse como anticipación de algo que sucede en un tiempo posterior). Leer más…

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“Jonás, Donald Trump y Jesús”. Domingo 3º del Tiempo Ordinario. Ciclo B

Domingo, 21 de enero de 2018
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vocacion-apostoles-2Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El domingo pasado, el evangelio de Juan nos contó cómo Jesús entró en contacto con algunos de los que más tarde serían sus discípulos. Este domingo volvemos al evangelio de Marcos, que será el usado básicamente durante el Ciclo B. En tres escenas, las dos últimas estrechamente relacionadas, nos cuenta la forma sorprendente en que comienza a actuar Jesús.

1ª escena: Actividad inicial de Jesús.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:

̶  Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.

Marcos ofrece tres datos: 1) momento en que comienza a actuar; 2) lugar de su actividad; 3) contenido de su predicación.

Momento. Cuando encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan. Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase igual que a nosotros, a través de los acontecimientos. En este caso, el acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

Lugar de actividad. A diferencia de Juan, Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los pueblecillos y aldeas de Galilea, 204 según Flavio Josefo. Galilea era una región de 70 km de largo por 40 de ancho, con desniveles que van de los 300 a los 1200 ms. En tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma el libro tercero de la Guerra Judía de Flavio Josefo (BJ III, 41-43), aunque su riqueza estaba muy mal repartida, igual que en todo el Imperio romano.

Los judíos de Judá y Jerusalén no estimaban mucho a los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).

Mensaje. ¿Qué dice Jesús a esa pobre gente, campesinos de las montañas y pescadores del lago? Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio (“Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca”) y una invitación (“convertíos y creed en la buena noticia”).

El anuncio encaja en la mentalidad apocalíptica, bastante difundida por entonces en algunos grupos religiosos judíos. Ante las desgracias que ocurren en el mundo, y a las que no encuentran solución, esperan un mundo nuevo, maravilloso: el reino de Dios. Para estos autores era fundamental calcular el momento en el que irrumpiría ese reinado de Dios y qué señales lo anunciarían. Jesús no cae en esa trampa: no habla del momento concreto ni de las señales. Se limita a decir que “está cerca”.

Pero lo más importante es que vincula ese anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia.

Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo: abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre y cambiar de vida. Esta llamada a la conversión es típica de los profetas y no extrañaría a ninguno de los oyentes de Jesús (la 1ª lectura, del libro de Jonás, se centra en ese tema).

Pero Jesús invita también a “creer en la buena noticia” del reinado de Dios, aunque los romanos les cobren toda clase de tributos, aunque la situación económica y política sea muy dura, aunque se sientan marginados y despreciados. Esa buena noticia se concretará pronto en la curación de enfermos, que devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la alegría interior.

2ª y 3ª escenas: llamamientos de Simón y Andrés, Santiago y Juan

Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo:

̶  Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 

Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Jesús ha pasado unas semanas, quizá meses, recorriendo él solo Galilea. Hasta que decide buscar unos discípulos que lo acompañen y continúen su obra. No los busca en Jerusalén, entre los alumnos de los grandes rabinos. Los busca entre los pescadores. Económicamente no son unos miserables, tienen barca e incluso les ayudan unos jornaleros. Pero en una sociedad agraria, como la del Imperio romano, el obrero manual estaba por debajo del campesino, y sólo por encima de las clases de la gente impura y de los despreciables (en la clasificación de Gerhard Lenski).

El relato de Marcos resulta desconcertante. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo, abandonando su familia y su trabajo? El lector moderno, buscando una respuesta, acude al cuarto evangelio, donde se dice que Jesús ya los conoció cuando el bautismo. Pero el lector antiguo, que sólo tenía a su disposición el evangelio de Marcos, se queda admirado del poder de atracción que ejerce Jesús y de la disponibilidad absoluta de los discípulos.

Estos cuatro discípulos representan el primer fruto de la predicación de Jesús: muchachos que creen en la buena noticia del Reinado de Dios, siguen a Jesús y cambian radicalmente de vida.

Donald Trump y Jonás (1ª lectura)

La primera lectura ha sido elegida porque los ninivitas, al convertirse gracias a la predicación de Jonás, nos sirven de modelo, ya que mucho más motivo tenemos nosotros para convertirnos al escuchar la predicación de Jesús.

En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás:
«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»

               Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando:

               – «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»

               Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.

               Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Sin embargo, los motivos que aducen Jesús y Jonás son muy distintos: Jesús anima anunciando la cercanía del reinado de Dios; Jonás asusta anunciando que «dentro de cuarenta días, Nínive será destruida».

Donald Trump no podría haber calificado a los ninivitas y al imperio asirio de «pueblos de mierda». Eran la gran potencia militar de la época, dominadora desde Mesopotamia hasta Egipto. Trump le habría dirigido sus típicas bravatas e insultos, pero no habría hecho nada.

Jonás recuerda en parte a Trump. Él sí considera a los ninivitas «unos paganos de mierda», aunque no lo diga expresamente. Los odia por todas las canalladas que han cometido durante más de un siglo. Por eso, cuando Dios lo manda a Nínive, se embarca en dirección contraria, hacia Cádiz. Hará falta una tormenta y un pez grande para obligarlo a cumplir su misión. (Esta primera parte del relato ha sido suprimida en la liturgia).

Cuando Dios vuelve a enviarlo, Jonás no tiene más remedio que obedecer, pero no quiere que Nínive se convierta, quiere que Dios la destruya. Y eso es lo que anuncia cuando recorre la ciudad: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida». Pero los ninivitas se convierten, Dios los perdona, y Jonás agarra un terrible cabreo (con perdón), porque considera intolerable que Dios se muestre tan bueno y perdonador con «esos paganos de mierda».

La lección es clara. Nadie puede decir: «Yo no me convierto porque Dios no me va a perdonar». Como los ninivitas, todos podemos convertirnos de nuestra mala vida.

Nota sobre el librito de Jonás:

Es una pena que un relato tan espléndido, lleno de humor y autocrítica por parte de un autor judío, quede limitado a las pocas frases de la liturgia. Y es más penoso todavía que lo único que recuerda la gente, si lo recuerda, es «la ballena que se tragó a Jonás». Se trata de un cuento, no es una historia real. Pero su mensaje es tan verdadero como el de otras historias que contaba Jesús: la del hijo pródigo y la del buen samaritano.

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Domingo III del Tiempo Ordinario. 21 de enero, 2018

Domingo, 21 de enero de 2018
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Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés.

Mc 1, 16-20

Te invito a ponerte en situación. Vas por la calle, un viernes por la tarde, por ejemplo; es una calle céntrica de tu ciudad, llena de tiendas, de cafeterías, de tráfico… y está repleta de gente. Caminas sola, e inevitablemente inmersa en tus pensamientos. Da igual cuáles sean, si son sobre tus preocupaciones o tus alegrías, incluso tus quehaceres; lo que sea, vas enfrascada. De pronto alguien te llama al mismo tiempo que te coge del brazo:  “¡Lolaaa!”. Contestas un poco alterada: “¡Ay!, perdona Marta, no te había visto”.

No la habías visto. Por un momento puedes pensar en la razón de ese no ver. Había mucha gente, está claro, o tal vez por el ruido, o porque te distraen las luces de la calle, los carteles, los escaparates, los bocinazos del tráfico… bla, bla, bla, todas son razones externas a ti.

Si quieres ponte en esta otra situación. Un atardecer de invierno vas caminando sola por el paseo de la playa, del faro o del puerto, con la vista y la mente perdidas a ratos en el horizonte, a ratos en las olas. La pobre Marta aquí también te tiene que hacer parar para oirte decir lo mismo: “¡no te había visto!”.

Ahora no vale que busques echar la culpa de tu distracción a los escaparates y a los bocinazos. Piensa, más bien, en tu mirar. ¿Cómo miras para no ver?

Jesús pasa junto al lago y ve a Simón y a Andrés, a Santiago y a Juan. Ve lo que son, no su apariencia o su vestimenta. Ve lo profundo de su ser, porque él mira el corazón.

Y cuando sientes su mirada, tu corazón desnudo ante él, haces lo mismo que Simón, Andrés y tantos hombres y mujeres a lo largo de los siglos que se han encontrado con la mirada del Maestro… lo dejas todo y le sigues.

Oración

Trinidad Santa, ayúdanos a mirar con amor.
Ayúdanos a mirar como tú.

Amén.

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Cambia tu manera de pensar.

Domingo, 21 de enero de 2018
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fishermenMc 1, 14-20

Seguimos con el evangelio de Marcos que vamos a leer durante todo este año. Es el primero que se escribió y tiene aún la frescura de los comienzos. Es el más conciso. No tiene grandes discursos de Jesús ni cuenta muchas parábolas. Le interesa sobre todo la vida cotidiana de Jesús. Su actitud vital para con los pobres y oprimidos es la verdadera salvación. Las curaciones y la expulsión de demonios, entendidos como liberación, son la clave para comprender el verdadero mensaje de salvación de este evangelio.

Cuando arrestaron a Juan. Quiere resaltar el evangelista que Jesús va a continuar la tarea del Bautista, pero a la vez, deja clara la diferencia. ¡Recordad! Los datos cronológicos no tienen importancia en la elaboración de un “evangelio”. En el evangelio de Jn, después de haber narrado el seguimiento de los primeros discípulos. Después de contarnos la boda en Caná, la purificación del templo y el encuentro con Nicodemo, nos dice que Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea y bautizaba allí, a la vez que Juan estaba bautizando en otro lugar y dice: esto ocurrió antes de arrestar Juan.

Llegó Jesús a Galilea. Está claro que el evangelista quiere desligar la predicación de Jesús de toda connotación oficial. Lejos de las autoridades religiosas, lejos del templo y de todo lo que significaba ambas cosas. Galilea era tierra fronteriza y en gran parte habitada por gentiles. Esto para un judío era, de entrada, una descalificación.

Se puso a proclamar la “buena noticia” de parte de Dios. Había empezado él su evangelio diciendo que se trataba de exponer los orígenes de la “buena noticia de Jesús”. Estos textos son los que dieron origen a la palabra “evangelio”, cuyo género literario se inaugura con el escrito de Mc. Jesús no espera, como Juan, a que la gente venga a él.

Se ha cumplido (colmado) el kairos. En la fiesta de Año Nuevo, hablamos del significado de “Cronos” y “kairos”. Aquí el texto dice kairos, es decir, se trata del tiempo oportuno para hacer algo definitivo. No es que algún cronos sea especial. Cualquier cronos lo podemos convertir en kairos si nuestra actitud vital es adecuada. El texto nos está recordando que todo los Kairos se han concentrado en el que ahora está presente.

Está despuntando el Reino de Dios. Esta expresión es la clave. No se trata de que Dios reine. Se trata de que Dios se haga presente entre nosotros, gracias a las actitudes de los seres humanos. Jesús hace presente ese Reino, que es Dios, porque sus relaciones con los demás, basadas en el amor y la entrega, hacen surgir en cada instante a Dios. Dios es amor, de modo que está allí donde exista una verdadera empatía y compasión. Ese Reino está ya presente en Jesús que fue capaz de hacer presente a Dios, amando.

¡Cambiad de mentalidad! “Convertíos”, no expresa bien el sentido del texto, porque  hemos inventado un concepto de conversión que no está en el original. Para nosotros convertirse es salir de una situación de pecado. Lo que pide Jesús es una manera nueva de ver la realidad que no tiene por qué partir de una situación depravada. Es más, el cambio se exige como actitud que no de debe abandonarse nunca. “Metanoeite” significa cambia de rumbo, cambia de mentalidad, no significa hacer penitencia.

La llamada de los discípulos a continuación les obliga a hacer su personal cambio de rumbo (metanoya): “Dejan la barca y a su padre y le siguieron”. Aquí debemos hacer todos, un serio examen de conciencia. Cuantas veces hemos descubierto nuestros fallos y nos hemos conformado con ir a confesarlos, pero no hemos cambiado el rumbo. ¿De qué puede servir toda esa parafernalia, si continuamos con la misma actitud?

Tened confianza en la buena noticia. La traducción oficial del griego “pisteuete” nos puede llevar a engaño. No se trata de creer la noticia, sino de confiar en que es buena noticia para nosotros. Tanto en el AT como en el nuevo, la fe no es el asentimiento a unas verdades, sino la confianza en una persona. Si la buena noticia que Jesús predica, viene de parte de Dios, podemos tener confianza plena en que es buena.

También debemos recordar que, por extraño que parezca, “euangelio” no significa “evangelio”. Nosotros hemos colocado detrás de la palabra evangelio, un concepto muy concreto y preciso. Evangelio = uno de los escritos de las primeras comunidades donde intentan expresar lo que Jesús vivió y predicó. Hemos caído en un monumental fraude. Hemos confundido el estuche con la joya que debía contener. Aquí “euangelio” significa esa estupenda noticia que Jesús descubrió y nos comunicó de parte de Dios.

A la llamada de Jesús que acabamos de comentar, corresponden las primeras respuestas personales, de parte de unos simples pescadores sin preparación alguna, que se fiaron detrás de Jesús. Es muy significativo que el primer instante de su andadura pública, Jesús cuenta con personas que le siguen de cerca y están dispuestas a compartir con él su manera de entender la vida. La comunidad, por muy reducida que sea es clave para poder emprender una vida cristiana.

Darse cuenta de que hemos emprendi­do un camino equivocado es la única manera de evitarlo. Cada vez que rechazamos un camino falso, nos estamos acercando al verdadero. Todos tenemos que convertirnos porque todos estamos haciéndonos. Convertirse es rectificar la dirección para que apunte mejor a la meta. Pecado en el AT era errar el blanco. Da por supuesto que intentas dar en el blanco, pero te has desviado. Somos flechas disparadas que tienden a desviarse del blanco y que constantemente tienen que estar contrarrestando esas fuerzas que nos distorsionan.

Convertirse no es abandonar el mal por el bien, porque el mal y el bien en el ser humano, no se pueden separar nunca del todo. Para el maniqueísmo está todo demasiado claro: Son realidades distintas que deben estar separadas. Nunca hemos superado esa tentación. La realidad es muy distinta: ni el bien ni el mal se pueden dar químicamente puros. Siempre que trazamos una línea divisoria entre el bien y el mal, nos estamos equivocando. Lo que llamamos mal no tiene entidad propia, es solo ausencia de bien.

El mal (ausencia de perfección) no es un accidente, sino que pertenece a la misma estructura del hombre. Sin esa limitación, que hace posible el error, pero que también hace posible el crecimiento, no habría persona humana. La hondura del misterio del mal está precisamente ahí. Del mismo mal surge el bien, y el mal acompaña siempre al bien.

Con frecuencia necesitamos la advertencia de alguien que nos saque del error en que estamos. Aún con la mejor voluntad, podemos estar equivocados. Las mayores barbaridades de la historia se hicieron en nombre de Dios. Aún caminando hacia la meta, siempre estaremos necesitados de rectificar la dirección. Tenemos que aprender de los errores. Como seres humanos, no tenemos otra manera de progresar.

Meditación

Lo que Jesús nos ha dicho es increíble, pero cierto.
Dios es amor, don total, absoluto y eterno.
Jesús me invita a experimentar esta realidad.
Seguirle es entrar en la misma relación con Dios que él mantuvo.
Esa relación hará cambiar mi existencia
y empezaré al ver el mundo de otra manera.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Seguir a Jesús.

Domingo, 21 de enero de 2018
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pescatoridiuominiLos amantes no se encuentran en ningún lugar. Se encuentran el uno al otro todo el tiempo (Rumi)

21 de enero. Domingo III del TO

Mc 1, 14-20

Al punto, dejando las redes le siguieron

Como modelos de conversión se nos presenta a Simón, Andrés, Santiago y Juan, que dejaron lo que era su seguridad –sus barcas, sus redes–  y se arriesgaron a seguir a Jesús. Y en él descubrieron –sobre todo Juan, el “águila de Patmos” que no caminaba al paso de su tiempo, que era un adelantado en el descubrimiento y conquista de nuevas tierras. ¡Cómo no habría de serlo! El Evangelio, un embarazo de treinta años, un Steinway en cuyo teclado interpretó magistralmente sus mejores composiciones: “La parábola de la oveja perdida” (Lc 15, 4-7), “El amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 23, 39), “Yo tampoco te condeno: vete y no peques más” (Juan 8, 11) etc., etc.

En el cuadro del holandés Johannes Vermeer (1632-1675) El geógrafo, el protagonista –comenta Cristophe André en El arte de la felicidad– levanta la cabeza, la luz se refleja en su frente permitiendo que su mirada se evada más allá de la ventana. Ya ha reflexionado bastante. Abriga el presentimiento de que ya no le bastan para la búsqueda la ciencia, el trabajo y la inteligencia. Comprende que ahora debe permitir que le sobrevenga algo que pertenece al plano de la intuición o de la emoción. Adivina que la solución a esa cuestión que le atormenta no se encuentra en el exterior de sí mismo, en los mapas, en los globos, en la punta del compás, sino en su interior.

Jesús es nuestro geógrafo particular, que nos invita a recorrer su camino; una autopista con múltiples vías, abiertas a las pretensiones de cada conductor, de cada vehículo. Puede dar opción a elegir caminos en el exterior de ella, o a encontrar el personal de uno mismo. A veces está ahí expectante, para abrirnos una nueva vía por si alguna vez queremos transitarla: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!»” (Is 52, 7)

Hay quienes viajan indefinidamente huyendo de sí mismos, y se pierden en desiertos de arenas movedizas; en ningún lugar, como canta Rumi. ¿Ignoran que los amantes se encuentran el uno al otro todo el tiempo? Y con los demás, por supuesto, y consigo. Quizá ha llegado el momento de despertar a la vida, de darle verdadero significado, de jugar a ganar y no a no perder, de encontrarse realmente con uno mismo”, han escrito en un artículo Olga Fariña y Antonio Pablo García.

“Al punto, dejando las redes le siguieron”, dice el evangelista en 1, 18. Como el delfín de nuestro Poema de hoy, posiblemente también ellos hubieron de bajar luego al fondo del mar para entender cuanto Jesús les quiso decir con su invitación a ser pescadores de hombres. Apenas media docena de vocablos claramente expresados, sin los circunloquios en los que han enredado nuestro simple y llano pensamiento centenares de nebulosas divagaciones y arrecifes peligrosos. En el Evangelio, la letra ha sido sofocada por la melodía repleta de florituras, que acaba en indigesta. En la salmodia gregoriana, la música no tiene otra función que expresar lo que surge de las palabras, las cuales jamás son asfixiadas por las notas ni acostumbran a alargar el espectáculo en exceso. Resulta difícil prolongar la frase “te amo”, por ejemplo, con cien notas cuando la naturaleza las ha limitado a dos.

Esta lacónica invitación de Jesús amorosamente salida del corazón “Venid conmigo”, hizo que Simón y su hermano Andrés dejaran inmediatamente las redes y le siguieran.

¿En qué caminos? Posiblemente en todos, aunque sobre todo en los que recorren la geografía interior de cada persona: Los amantes no se encuentran en ningún lugar. Se encuentran el uno al otro todo el tiempo, dice Rumi.

SINTOMATOLOGÍA DE UN DIVORCIO

“Sintomatología de un divorcio”,
pronosticaba el protocolo.

Yo no podía entenderlo.
¡Matrimonial ruptura del alma con el alma!
-“Doctor, acláreme el secreto”.

No había nadie ni nada ya en consulta.
Lo blanco se hizo negro.

Llegó un delfín color de rosa
y con un gesto,
“Ven al fondo del mar”, me dijo.
…………………..
Allí empecé a entenderlo.

(EN HIERRO Y EN PALABRAS. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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¿Las mujeres dejaron inmediatamente a su marido y a sus hijos?

Domingo, 21 de enero de 2018
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jesus-y-los-nic3b1os-1Mc 1, 14-20

Un mal comienzoCuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar la Buena Noticia…

Juan predicó la conversión, habló con claridad de lo que era justo e injusto y lo arrestaron. A continuación Jesús se fue a Galilea, un nido de víboras, para predicar algo semejante. Extraña elección.

Jesús había estado en el desierto. Había experimentado la confrontación entre el bien y el mal. Y había optado.

La región más marginal y castigada de todo Israel era buen lugar para comenzar a predicar la Buena Noticia de su Abbá. En Galilea vivían grupos terroristas, muy activos, que se oponían al poder de Roma, por ejemplo los celotes. Los romanos habían hecho numerosas redadas y detenciones; habían crucificado a muchos jóvenes galileos. Sin duda, la gente de Galilea necesitaba que se le ofreciera una Buena Noticia.

Una doble invitación: convertíos y creed en el Evangelio.

Es una lástima que muchas veces se haya traducido “reino de Dios” por “reino de los cielos”. Como si Jesús hubiera venido a saciar nuestra curiosidad diciéndonos lo que hay más allá de las nubes y de la muerte. La expresión reino de Dios era muy sugerente en el Antiguo Testamento, una especie de compendio de lo que Israel esperaba cuando el Mesías inaugurara un tiempo nuevo y el proyecto llegara a su plenitud.

Para acoger esa novedad, para poder vivir ese “sueño de Dios sobre la humanidad” es necesaria la conversión. Ya lo sabemos. Pero eso no impide que necesitemos convertirnos cada día.

En tiempos de Jesús, la palabra conversión significaba cambiar de dirección; incluso significaba dar la vuelta para llegar hasta el lugar donde se perdió el camino, y retomar desde allí el bueno. Al ir de un lugar a otro era fácil perderse, las señales eran escasas y la lluvia desdibujaba las sendas.

Un reto: acoger la conversión.

Jesús recoge la experiencia de conversión que tenían todos los caminantes y le da un sentido mucho más profundo: se trata de nacer de nuevo, como dijo a Nicodemo. Se trata también de sumergirnos en el cambio, de dejarnos rehacer para que nuestro corazón fariseo, cumplidor y de piedra, pueda ser transformado en un corazón compasivo y misericordioso, como el del Abbá.

Este proceso se nos va a ir de las manos, una y otra vez. ¿Realmente deseamos ser transformados radicalmente como san Pablo o nos quedamos satisfechos con algunos gestos de conversión en los momentos fuertes del año?

¿Pedimos, desde lo más hondo, llegar a vivir como hijos e hijas amados? ¿Queremos descubrir a cada hombre y mujer como iconos del Abbá, por muy deteriorados que estén su rostro y su comportamiento moral?

Unos encuentros: Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés y les invitó a ser pescadores de hombres. Ellos, inmediatamente le siguieron…

¿Inmediatamente? Hay más probabilidades de que sea un recurso literario que un hecho histórico. En una sociedad tan patriarcal como aquella, hubiera sido escandaloso dejar a la mujer, hijos, padres, etc., a la intemperie para seguir a un “don nadie” que pasó por allí. Había unas normas de comportamiento, y una de ellas consistía en trabajar con los padres y cuidarlos cuando fueran mayores. No tenía sentido dejar de cumplir la ley para irse con un varón judío que no podía gloriarse de tener esposa, ni hijos, ni casa, ni tierras.

¿Por qué nos narran el seguimiento de este modo? San Marcos presenta a lo largo de su evangelio diversos encuentros con Jesús y diferentes formas de responderle y seguirle. De este modo, quienes se acercaban a las primeras comunidades tenían muchos ejemplos que les servían de referencia para aprender a seguir a Jesús.

Esta catequesis de Marcos nos presenta a dos hombres que dejan las redes, es decir, pierden su medio de vida y su seguridad, pero encuentran la perla escondida, el tesoro. “Pescar hombres” era una imagen sugerente que les insertaba en la corriente profética; dejar las redes de pescador les merecía la pena.

No importa que lo descubrieran en un instante o poco a poco. Que siguieran a Jesús dejando todo tirado, y la familia a la intemperie o en un proceso que duró un tiempo.

Al interpretar la inmediatez de manera literal corremos el riesgo de que en el trabajo pastoral con los jóvenes no se tenga en cuenta que han pasado veinte siglos y se han descubierto unos principios básicos de sicología. En muchas jornadas y encuentros se pone el acento en el impacto emocional del momento, en la urgencia de la respuesta… como si Jesús hubiera puesto en marcha el cronómetro de la vocación. Luego nos lamentamos de los frutos inmaduros…, sobradamente conocidos.

También vio a Santiago y a Juan, dos hermanos que no quedan en muy buen lugar en los evangelios. Les puso como apodo “hijos del trueno” (Mc 3, 17), con las connotaciones que tenían los truenos en aquella época. Los dos hermanos sugieren a Jesús que baje fuego del cielo para consumir a los samaritanos que no les reciben en una aldea (Lc 9, 51-56). Se presentan, junto con su madre, a pedir a Jesús los dos mejores puestos del Reino (Mt 20, 20-28), lo que muestra que no habían entendido nada de ese Reino que querían gobernar.

A pesar de todo esto, lo más probable es que en las homilías de este domingo se idealicen estas llamadas y no se tenga en cuenta que los cuatro evangelistas han silenciado los relatos de vocación de la mayoría de las mujeres que aparecen acompañando a Jesús.

Nos dice Lucas que cuando las mujeres regresaron del sepulcro y contaron a los once y a los demás lo que habían vivido “aquellas palabras les parecieron un delirio y no las creyeron” (Lucas 24, 8-11)

¿Pasó lo mismo cuando cada mujer fue contando cómo experimentó la mirada de Jesús y su llamada?

Este domingo ¿nos dirán en las homilías que las mujeres que acompañaban a Jesús desde Galilea y le sostenían con sus bienes, habían dejado inmediatamente a su marido y a sus hijos? ¿Nos animarán a que hagamos lo mismo? ¿Era ejemplar la actitud de los apóstoles? ¿Es una actitud escandalosa si se trata de mujeres?

¿Por qué reaccionaríamos de modo diferente ante el comportamiento de un hombre y una mujer en el seguimiento radical de Jesús? El evangelio y el seguimiento ¿tienen una versión para hombres y otra para mujeres?

 Marifé Ramos (www.mariferamos.com)

Fuente Fe Adulta

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Pasotismos Postmodernos

Domingo, 21 de enero de 2018
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default-ds-cdn-write-upload-4000-300-60-1-294361Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

UN POWER POINT DE NÍNIVE Y JONÁS.

Nínive era la capital del reino de Asiria y, como toda capital (incluidas las nuestras), era una ciudad en la que abundaba la corrupción de todo tipo. Nínive era la ciudad símbolo del imperialismo, del lujo, de la opresión de Israel. Por eso era especialmente odiada.

Como buen judío Jonás está seguro y cómodo en su tradición, en su teología, en sus criterios, por lo que no cree ni quiere un Dios libre y bueno para con otras gentes y pueblos. Le molesta que Dios sea bueno con los extranjeros, con los moralmente incorrectos.

Jonás era un hombre autosuficiente tanto nacional como “eclesiásticamente”. “Se las sabía todas”.

Pero -extrañamente- Jonás es llamado y enviado por Dios para predicar en Nínive. Es una perfecta estupidez, porque Jonás no creía en que se pudiera ni que se debiera hacer nada en aquella ciudad corrupta. Por esta razón Jonás no quería ir a Nínive y más bien prefiere irse al “Caribe”: hacer un crucero a Tarsis, que no se sabe muy bien dónde está ¿Tarso? ¿Quizás un pueblo del Líbano? ¿Quizás en la actual Huelva? ¿Quizás Tartessios: en Cádiz?). Sea a donde fuere, Jonás embarca con la intención de marchar para una temporada de vacaciones. Que me dejen en paz, que no tengo ganas de nada. Un perfecto postmoderno de nuestro tiempo.

Dios desencadena un gran viento, el barco naufraga y se va a pique. Los marineros de aquella nave cargan a Jonás con la culpa de aquel naufragio y lo arrojarán al mar. Pero Jonás fue salvado de las aguas en el vientre de la ballena que lo vomitó en la playa.

Una vez salvado Jonás, Dios le insiste a Jonás: haz el favor de marchar de una vez a Nínive a abrir los ojos de aquellas gentes.

A regañadientes Jonás se va a Nínive. La predicación de Jonás es fuerte, más bien amenazante: “Como no os convirtáis en cuarenta días, Dios arrasará la ciudad”.

Pero para disgusto y envidia de Jonás (de los ultras de todo sistema ideológico y eclesiástico) los ninivitas creyeron, se convirtieron y se salvaron.

A Jonás, hombre puritano y pasota, le molesta que los ninivitas se conviertan y que Dios sea bueno con ellos. Es una actitud un tanto extraña. Jonás hubiese terminado satisfecho si, tras su predicación, los ninivitas hubiesen seguido igual, Dios les habría arrasado con fuego y azufre. Jonás terminaría contento, porque “¿veis cómo tengo razón?”, “con esa gente no se puede hacer nada”.

La novela termina con una moraleja. Jonás se acuesta en su tienda y Dios hace crecer una planta de ricino a cuya sombra Jonás se protegerá del sol. Pero un gusano seca la planta. Jonás deprimido se deja morir. Y Dios le dice: Sientes lástima y te deprimes porque se ha secado una planta. ¡Cómo no voy a sentir lástima por los 120.000 ninivitas! Jonás ya no dijo nada y nunca sabremos su actitud final.

posmodernismo02. POSTMODERNIDAD.

En cierto sentido Jonás era un hombre postmoderno, como nosotros, como nuestra situación cultural.

El momento cultural que estamos viviendo es claramente postmoderno. Los idealismos han caído, así como los valores y los “grandes relatos”: ¿para qué queremos libertad, pensamiento, filosofía, justicia, etc? A mí dame un trabajo y un buen sueldo a fin de mes y déjame de “milongas” solidarias, justicias, etc.

Jonás estaba convencido de que no se podía hacer nada, y lo que es peor, no convenía hacer nada con aquella gente de Nínive.

¿Qué podemos hacer contra los “recortes”, contra la crisis, contra la droga, contra el racismo, contra la corrupción, contra los grandes intereses económico.políticos del capitalismo? ¿Cuál será el futuro de esta Iglesia decrépita que no quiere cambiar ni un ápice y olvida o tergiversa el Concilio Vaticano II y se enroca en su doctrina como Jonás y no quiere acercarse a Nínive y a los ninivitas sino para condenarlos? ¿Qué se puede esperar de parte de una jerarquía que se enfrenta al mismo papa Francisco?

“Que paren el mundo, que me bajo”.

Nos embarga una profunda decepción, una gran cansera y hacemos lo mismo que Jonás: lo mejor es irse de vacaciones, “a vivir que son dos días” y, algo cínicamente, nos justificamos diciendo; “disfruta”, que eso es lo que te vas a llevar de la vida.

Un tanto cínicamente solemos decir: nosotros hemos llegado hasta aquí, “los que vengan atrás que arreen”.

¿No será esta la actitud de no pocos curas y laicos que nos quedamos, -nos quedamos- apoltronados en nuestra mentalidad, en la comodidad de nuestro pequeño mundo?

03. A JONÁS SE LE SECÓ HASTA EL RICINO

También como Jonás, nos sentamos escéptica y autosuficientemente bajo el ricino, a la sombra de nuestra orgullosa tradición nacional-católica o de nuestras manidas costumbres y prácticas religiosas y pastorales.

También a nosotros, como a Jonás, se nos ha secado el ricino (doctrina, instituciones, parroquias, ideologías, audacia, valentía) y ya no nos cubre con su sombra. Por eso, quizás, repetimos y repetimos cosas y cosas, pero que ya no iluminan, ni alimentan. Como Jonás, maldecimos lo mal que van las cosas, lo mal que lo hacen los políticos, los eclesiásticos, pero no movemos un dedo para cambiar las cosas.

04. LAS ALUSIONES ECLESIALES SON EVIDENTES.

Ya el ARCA DE NOÉ es un símbolo de salvación en las aguas bautismales del diluvio. (El Éxodo, como el diluvio, como el Jordán, como el costado de Cristo son preciosas y espléndidas catequesis bautismales).

La BALLENA es el sepulcro de Jesús, de donde, al tercer día, brota de nuevo la vida de Jonás y de Jesús.

El BARCO, la BARCA conlleva una alusión a la Iglesia: la barca de salvación.

Jonás estaba DORMIDO, COMO JESÚS en la BARCA. Todo el mundo está nervioso, menos Jonás y Jesús. Pero cuando el Señor está presente, las tempestades se calman.

05. EL CENTRO NO ES LO ECLESIÁSTICO – RELIGIOSO, SINO EL EVANGELIO DEL REINO.

news_36031_1430052009El eje central, el problema de fondo no es el mundo eclesiástico, por más que se lo crean los eclesiásticos. La cuestión no es si tiene que haber 13 ó 5 ó 25 arciprestazgos, ni las formas litúrgicas a restaurar, ni el puritanismo ultraortodoxo que raya el fundamentalismo.

La cuestión es CONVERTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO. Lo importante es vivir el evangelio y seguir al Señor desde ese evangelio que crea libertad, justicia, paz.

El Evangelio nos hace bien y el Evangelio del Reino es la meta.

EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA

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