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El Santo de Dios… enseña con autoridad

Domingo, 28 de enero de 2018
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© Carmelo Blazquez 2013 © Carmelo Blazquez 2013

En aquel tiempo, Jesús … fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.

  “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? Sé quién eres: el Santo de Dios.”

“¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.”

*

(Mc 1, 21-28)

***

«Había en la sinagoga un hombre con espíritu inmundo» (Mc 1,23). ¿Y yo? ¿Cuánto tiempo llevo formando parte de los que asisten fielmente a misa, cada domingo, año tras año…? Pero ¿soy consciente de mi verdadera condición de hombre poseído por un «espíritu inmundo»? Hasta ahora nadie me había hablado de ello, por la enorme facilidad con que podía esconder mi verdadera condición bajo la máscara religiosa. A buen seguro, ha habido horas y días en que me daba cuenta de que «algo no funcionaba»«¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret?» (Mc 1,24). ¿Advertimos la carga de agresión que irrumpe desde lo más hondo de nosotros mismos sólo al oír la palabra santo?

Esta palabra por sí sola hace añicos nuestra idea de vida que – a pesar de todo- nos ha ayudado bien o mal a hacer frente al orden cotidiano. El «Santo» lo dejamos nosotros a los «santos», quienes, no obstante -fíjate tú – , eran hombres, ¡y qué hombres! En lo más profundo de nuestro interior advertimos que Jesús, «el Santo de Dios», nos está pidiendo una conversión, un modo de entender la vida completamente nuevo… «¡Cállate y sal de ese hombre!» (Mc 1,25).

Sólo una cosa es segura: sin la Palabra poderosa de Jesús, nunca podrá ser destrozado el dominio tiránico del «espíritu inmundo». Sentimos entonces toda nuestra impotencia e incapacidad para cambiar las cosas nosotros solos, para denunciar la soberanía del «espíritu inmundo». Jesús pronuncia la palabra poderosa. Señor, nosotros queremos, ayuda a nuestra falta de voluntad.

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H. Jaschke,
Gesù il guaritore
Brescia 1997, pp. 254ss, 260, passim.

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“Curador”. Domingo 4 Tiempo ordinario – B (Marcos 1,21-28)

Domingo, 28 de enero de 2018
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04-to-b-300x300Según Marcos, la primera actuación pública de Jesús fue la curación de un hombre poseído por un espíritu maligno en la sinagoga de Cafarnaún. Es una escena sobrecogedora, narrada para que, desde el comienzo, los lectores descubran la fuerza curadora y liberadora de Jesús.

Es sábado y el pueblo se encuentra reunido en la sinagoga para escuchar el comentario de la Ley explicado por los escribas. Por primera vez Jesús va a proclamar la Buena Noticia de Dios precisamente en el lugar donde se enseñan oficialmente al pueblo las tradiciones religiosas de Israel.

La gente queda sorprendida al escucharle. Tienen la impresión de que hasta ahora han estado escuchando noticias viejas, dichas sin autoridad. Jesús es diferente. No repite lo que ha oído a otros. Habla con autoridad. Anuncia con libertad y sin miedos un Dios bueno.

De pronto, un hombre se pone a gritar: «¿Has venido a destruirnos?». Al escuchar el mensaje de Jesús se ha sentido amenazado. Su mundo religioso se le derrumba. Se nos dice que está poseído por un «espíritu inmundo», hostil a Dios. ¿Qué fuerzas extrañas le impiden seguir escuchando a Jesús? ¿Qué experiencias dañinas y perversas le bloquean el camino hacia el Dios bueno que anuncia Jesús?

Jesús no se acobarda. Ve al pobre hombre oprimido por el mal y grita: «¡Cállate y sal de este hombre!». Ordena que se callen esas voces malignas que no le dejan encontrarse con Dios ni consigo mismo. Que recupere el silencio que sana lo más profundo del ser humano.

El narrador describe la curación de manera dramática. En un último esfuerzo por destruirlo, el espíritu «lo retorció violentamente y, dando un fuerte alarido, salió de él». Jesús ha logrado liberar al hombre de su violencia interior. Ha puesto fin a las tinieblas y al miedo a Dios. En adelante podrá escuchar la Buena Noticia de Jesús.

No pocas personas viven en su interior de imágenes falsas de Dios que les hacen vivir sin dignidad y sin verdad. Lo sienten no como una presencia amistosa que invita a vivir de manera creativa, sino como una sombra amenazadora que controla su existencia. Jesús siempre empieza a curarnos liberándonos de un Dios opresor.

Sus palabras despiertan la confianza y hacen desaparecer los miedos. Sus parábolas atraen hacia el amor de Dios, no hacia el sometimiento ciego a la Ley. Su presencia hace crecer la libertad, no las servidumbres; suscita el amor a la vida, no el resentimiento. Jesús cura porque nos enseña a vivir solo de la bondad, el perdón y el amor, que no excluye a nadie. Sana porque nos libera del poder de las cosas, del autoengaño y de la egolatría.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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” Enseñaba con autoridad.” Domingo 28 de enero de 2018. Domingo cuarto del tiempo ordinario

Domingo, 28 de enero de 2018
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13-ordinarioB4 cerezoLeído en Koinonia:

Deuteronomio 18,15-20: Suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca.
Salmo responsorial: 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”.
1Corintios 7,32-35: La soltera se preocupa de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos.
Marcos 1,21-28: Enseñaba con autoridad.

La palabra Deuteronomio viene de Deuteros = segundo, y Nomos = ley. Es la segunda versión de la legislación mosaica. El Deuteronomio fue elaborado a partir de pequeños fragmentos que fueron compilados por el autor o los autores a lo largo de más de seiscientos años. El material que conocemos tuvo un origen muy diverso. Una parte pertenece a la gran tradición oral que la confederación de tribus empleó para regular la aplicación de la justicia al interior de la comunidad y entre las tribus durante el tiempo de los Jueces. Otra parte proviene de las tradiciones del reino del Norte, elaborada por grupos que se oponían a la monarquía y proponían legislaciones alternativas para tratar de cambiar el despótico gobierno instalado en Samaría. Otra parte, es elaboración de tradiciones orales del reino del Sur vigentes en tiempos del rey Josías. Esta diversidad fue re-elaborada después del destierro por los sacerdotes y los sabios, hasta alcanzar la forma que hoy conocemos.

El documento tuvo varias ediciones en las que fue sucesivamente ampliado. Insiste en la necesidad de vivir unas relaciones interhumanas justas. La ley no es, en este documento, un fárrago de decretos aislados. Cada precepto está en función de defender la vida y la dignidad de cada persona en la comunidad. La ley expresa la vida íntima de la comunidad, la necesidad de que cada persona tenga lo mínimo para sobrevivir y nadie viva en una situación oprobiosa y miserable. De este modo, la ley deja de ser una ominosa obligación y pasa a ser un «don» que otorga Dios a todo el pueblo. Este don o alianza se fundamenta en el derecho de cada familia a poseer lo mínimo necesario, esto es, un pedazo de tierra donde pueda cultivar y donde pueda vivir sin ser una carga para los demás: “Como Yavé ha hecho don de este país su pueblo, nadie puede apropiarse de la tierra” (Dt 15, 4).

Para este autor la alianza, la ley o «don» debe ser interiorizada. La convivencia en el país que Dios ha dado al Pueblo peregrino exige un cambio de mentalidad que se traduce en una organización social donde el derecho divino prevalece sobre todas las instituciones. Lo central de este derecho es la justicia interhumana, entendida como fundamento de la convivencia social. “El rey debe ser hermano y recortar ventajas e intereses personales. Este abrirse generosamente a los otros es lo que demuestra la pertenencia a Yavé y lo que permite la pertenencia a este pueblo”.

En esta misma línea se ubica la promesa acerca del profeta venidero. Ese profeta se compara con Moisés. No viene a recordar al pueblo una u otra cosa. Viene para indicar cuál es el rumbo que el pueblo debe seguir. El profeta se preocupará por mantener vivo el Espíritu de la Ley, tema en el que insiste el Deuteronomio, de modo que no se convierta en una mera formalidad, sino que exprese las necesidades vitales de la comunidad y de cada ser humano.

El Deuteronomio da inicio a una tendencia que Jesús llevará adelante. Para Jesús, y en general para todos los profetas, lo fundamental de la ley es preservar la dignidad, la intimidad y el valor de cada ser humano, el derecho a vivir en una comunidad donde sea valorado por lo que es y no por lo que tiene. De este modo, la legislación deja de ser un precepto que rige alguna cosa en particular, y se convierte en expresión de las necesidades vitales del ser humano. A esto llama la Biblia “llevar la Ley en el corazón”.

Esta nueva manera de ver la ley es la que aplica Pablo en la carta a los corintios. Él aconseja, sugiere, opina, exhorta y amonesta teniendo en cuenta la situación de la comunidad, en el marco social, y la situación de la persona, en el marco de la comunidad. No impone criterios rígidos que agobien la conciencia de las personas, sino que busca que cada persona esté a gusto con su situación.

La comunidad, preocupada por opiniones adversas al matrimonio, le pregunta al apóstol Pablo: ¿sería preferible no casarse? Para Pablo lo importante es que cada persona de la comunidad cristiana se sienta a gusto y motivada para servir. Por eso su mensaje no orienta a los que están casados, sino que se preocupa por los judíos y por los esclavos. Los judíos para que no renieguen de su cultura y tradiciones, pero para que tampoco se la impongan a los demás. A los esclavos los anima a no desanimarse por su condición y a buscar una oportunidad para liberarse. De este modo, ninguno se puede sentir ni inferior ni superior a los otros. Todos son iguales porque al interior de la comunidad se respeta la diferencia. Este es el principio de igualdad.

En todos los casos, situaciones, estados civiles, posiciones sociales… Pablo insiste en la urgencia de buscarse un camino para vivir la libertad que nos dejó Cristo y, siendo libres, preparar la irrupción del Reino. El Señor vuelve cuando la comunidad, libre ya de trabas sociales, culturales o ideológicas, da testimonio de un modo de vivir alternativo y liberador.

Esta capacidad, para discernir cada situación en particular, fue una de las cosas que más admiró la multitud en Jesús. Mientras otros maestros y líderes respondían con exhaustivas explicaciones y citando códigos, preceptos y doctrinas, Jesús respondía con la verdad simple y llana.

Jesús estaba interesado en la situación particular de cada ser humano: en sus sufrimientos, en las ideas que lo atormentaban, en aquellas cosas que le impedían ser libre y espontáneo. Este interés no obedecía a un interés político encubierto, sino a una genuina valoración de cada persona que encontraba en el camino. Muchos movimientos y grupos muestran interés por los individuos mientras estos sirven a sus intereses proselitistas, mientras son sus adeptos, luego, si disienten, los ignoran o los marginan. Jesús se manifestó abiertamente contra este modo de actuar y lo declaró abiertamente: el sábado, o sea la ley, las costumbres, todo lo prescrito, está al servicio de cada ser humano y no al contrario.

Precisamente, su lucha contra los demonios fue una lucha contra las ideologías instaladas en las sinagogas, que buscaban un mesías glorioso, un militar implacable, un reformador religioso. Jesús nunca se identificó con estos propósitos. Por esta razón, conmina a los “espíritus inmundos” o ideologías opresoras a guardar silencio y a no tratar de seducirlo con falsas aclamaciones y reconocimientos.

El pueblo sencillo reconocía esta lucha contra el formalismo de la ley la ideología que la sustentaba. La propuesta de Jesús los liberaba de la pesada carga moral, económica y cultural que suponía cumplir los más de seis mil preceptos que estaban vigentes para regular todos los aspectos de la vida personal y comunitaria. Mucha gente se preguntaba: ¿no será este hombre el nuevo legislador? ¿No será el hombre prometido como reemplazo del profeta Moisés? ¿No será la propuesta de Jesús, el Reinado de Dios, la “nueva Ley?” ¿Por qué sus acciones liberadoras y su lucha contra el mal es tan eficaz?

Hoy debemos preguntarnos: ¿hemos seguido la propuesta de Jesús de que cada ser humano tenga un valor inalienable? ¿Creemos que nuestra tarea, como anunciadores de la buena nueva, es ayudar a todos los seres humanos a liberarse de las trabas que nos les permiten crecer con libertad y espontaneidad? ¿Tiene carácter normativo la Buena Nueva de Jesús, o la tomamos a la ligera como las noticias de cada día?

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Dom 28. 2. 18. Echó al demonio de la sinagoga

Domingo, 28 de enero de 2018
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md22588230946Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 4 tiempo ordinario. Ciclo B. Tras la llamada de los primeros seguidores de Jesús, junto al lago, el evangelio de la misa de hoy, tomado de Marcos, nos lleva con ellos a la sinagoga, que era la escuela y casa de oración de los judíos.

En este misa es también sabroso el tema de la epístola (sobre las mujeres vírgenes/solteras según Pablo), y así lo dejaré para mañana. Hoy me interesa más el motivo la escuela-iglesia-sinagoga, entendida como casa donde piadosos y entendidos se juntaban para decidir los temas importantes, pero sin advertir que entre ellos se agazapa el diablo (o que ellos mismos proyectan allí sus diablos sobre un pobre hombre marginadoI.

Pues bien,lo primero que hizo Jesús al comenzar su tarea de Reino, según Marcos, fue acudir al “santuario” de la escuela para echar de allí al demonio, porque la sinagoga del pueblo era entonces capilla, colegio y sala del concejo, todo junto, como saben bien los expertos en historia judía. Echar a ese demonio significaba transformar la escuela-sinagoga, para convertirla en lugar de diálogo abierto, liberador, de curación.

Fue a la escuela y ¿qué hizo? Echar al demonio que había por allí, un demonio que curiosamente no estaba en un niño, sino en un tipo mayor (no sé si era cura o albañil, maestro o carpintero). Quiero que leáis vosotros mismos texto para leer quizá después mi comentario.

evangelio-de-marcosHoy os recomiendo además, como homenaje a J. Gnilka, que acaba de fallecer (cf. postal de ayer), su comentario a Marcos, junto al mío. De él (Gnilka) aprendí algunas de las mejores cosas que he sabido y dicho sobre Marcos. De ambos esta tomado el argumento de esta postal sobre el hombre de la sinagoga.

A veces, las mismas sinagogas-iglesias-escuelas son casas del diablo (donde se demoniza a los demás) más que espacios de libertad. A nosotros nos toca convertirlas en lo que deben ser. Pidamos a Dios que Jesús venga a nuestras sinagogas-escuelas-iglesias, y que nosotros vayamos con él. Buen domingo a todos.

Buen domingo.

Texto. Marcos 1, 21-28.

21 Y fueron a Cafarnaum y de pronto, llegado un sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 La gente estaba admirada de su enseñanza, porque los enseñaba con autoridad, y no como los escribas. 23 Había precisamente en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que se puso a gritar:
24 ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quien eres: ¿El Santo de Dios!
25 Jesús lo increpó diciendo:
¡Cállate y sal de él!
26 El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un fuerte alarido, salió de él.
27 Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: ¿Qué es esto? (Una doctrina nueva con autoridad! (Manda incluso a los espíritus inmundos y éstos le obedecen!
28 Pronto se extendió su fama por todas partes, en toda la región de Galilea.

Éste es un paradigma o ejemplo de la enseñanza de Jesús.

Además del templo de Jerusalén (sacralidad máxima) había sinagogas donde acudían los fieles para escuchar la Palabra de Dios y comentar (aplicar) sus enseñanzas, resolviendo además los temas comunitarios, con bastante democracia (casi todos podían leer y comentar lo que leían). Pues bien,precisamente donde el pueblo cultivaba y mantenía su pureza, ha encontrado Jesús al hombre impuro. La ley sinagogal no ha podido curarle, la escuela no ha podido educarle. Sólo la nueva enseñanza de Jesús le sana.

Viene Jesús a crear Reino. Para eso ha llamado a cuatro agentes de su “gran misión” (evangelio del domingo pasado: los cuatro pescadores) y el primer lugar donde va con ellos para cumplir su tares es una sinagoga: casa de enseñanza y oración donde se juntan los judíos para cultivar su ley sagrada. Lógicamente, el evangelio de Marcos está proyectando hacia la historia anterior su propia experiencia de evangelio: está contando lo que tiene que pasar cuando llega Jesús a una escuela/capilla.

Jesús no ha comenzado ofreciendo su palabra en los lugares que se dicen más contaminados. No se dice que empiece acudiendo a las casas públicas, cuarteles romanos, mercados judíos, caminos de todos. El evangelio dice que ha venido al corazón de la pureza judía (sinagoga) como indicando que precisamente allí, en el espacio que debía ser más limpio, se encontraba un hombre hundido en gran necesidad, poseído por un espíritu impuro.

Precisamente en la escuela-sinagoga está el problema; precisamente en la escuela está el demonio, un demonio sucio y malo, que impide pensar a la gente, de forma que el lugar donde se debía enseñar aparece como lugar donde se engaña más a la gente.

Era difícil encontrar un signo más hiriente. La sinagoga debería ser espacio de total pureza, un hogar y una escuela donde hombres y mujeres forman la auténtica familia de Dios, en libertad y amor mutuo. Pues bien, en contra de eso, Jesús sabe que la misma sinagoga o escuela y capilla, la casa del Gran Concejo, sirve para endemoniar a los hombres.

Jesús viene a “limpiar” la Escuela, comienza por el Ministrio de Educación. No, no es que los maestros sean peores que los otros ciudadanos; al contrario, tienden a ser mejores, lo sé por experiencia de sesenta años… Pero en la escuela también hay demonios.

Qué hace Jesús en la escuela

Él viene con cuatro acompañantes (sus amigos) para liberar en gesto solemne al pobre endemoniado, primer destinatario de su reino. Viene a buscarle allí donde debía encontrarse todo limpio. En esa sinagoga/escuela sufren y malviven los humanos oprimidos por los varios “demonios” de este mundo: enfermos, marginados, destruidos por la patología religiosa. Con ellos, para ellos, quiere construir Jesús su reino. Por eso se oponen los escribas, que eran los maestros oficiales (cf. 1, 22):

Una mala escuela. Los escribas (los que saben leer/escribir, que para enseñar eso están en la escuela) mantenían en la sinagoga una enseñanza vinculada a tradiciones de ley que deja al hombre en manos en su propia enfermedad, dominado por espíritus impuros que brotan de su misma religión.

La ley sacral del judaísmo (la mejor que ha existido hasta ahora…) aparece de esta forma como mala o, por lo menos, como inútil: no consigue sanar al enfermo, quizá aumenta su opresión con nuevas opresiones. La misma estructura religiosa (en este caso sinagoga) es fuente de impureza.

Lo que aquí decimos de la sinagoga puede aplicarse en otra perspectiva a la iglesia: ella debería ser espacio de máxima limpieza y libertad, curación y esperanza para los enfermos; muchas veces, ella aparece, sin embargo, como espacio donde malviven (sufren oprimidos) marginados de tipo social y religioso. Limpiar la escuela… esa es la tarea de Jesús.

Jesús ha ofrecido en esa sinagoga su enseñanza nueva (didakhê kainê: 1, 27) con autoridad para sanar a los enfermos. Jesús no viene a la escuela a enseñar matemáticas, que eso no está mal, pero no es lo más importante. Viene a curar a niños y maestros, para que puedan ser personas…

No cura como mago, con ensalmos de misterio sino como maestro humano, con la palabra, con la nueva enseñanza. La enseñanza de Jesús desata, libera, purifica al ser humano que se hallaba oprimido dentro de una escuela/sinagoga que educa para la opresión Frente a la esclavitud de una escuela oficial que se utiliza para oprimir ha elevado Jesús su palabra de poder que libera a los enfermos.

De la escuela al templo. La pedagogía de Jesús

Conforme al evangelio de Marcos, Jesús empezó su tarea limpiando una escuela/sinagoga, expulsando los demonios que allí había, para que hombres y mujeres pudieran vivir en libertad, pudieran pensar… Pues bien, la tarea de Jesús en Marcos termina en el templo: Jesús va al templo (Mc 11) para acabar de hacer lo que había empezado en la escuela: expulsar de allí a los traficantes de ideas perversas, a los opresores de niños y mayores.

La autoridad pedagógica de Jesús se identifica con su misma palabra sanadora que cura al oprimido por la escuela ritual de las autoridades oficiales. La escuela/sinagoga no era mala, líbreme Dios, pero en el fondo servia para oprimir. Frente a la sinagoga que impone una enseñanza que no cura, ofrece Jesús la enseñanza que cura y transforma, superando la opresión del espíritu impuro. Leer más…

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Dos reacciones opuestas ante Jesús. Domingo 4º. Ciclo B

Domingo, 28 de enero de 2018
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Healing_of_the_demon-possessedDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Marcos ha presentado a Jesús recorriendo Galilea para anunciar la buena noticia del reinado de Dios. Pero no ha dicho nada de cómo reaccionaba la gente. Sabemos que cuatro muchachos, atraídos por su persona, lo dejan todo para seguirle. ¿Y el resto? ¿Cómo reacciona? Este será el tema del primer relato extenso del evangelio.

El asombro del auditorio

            Marcos nos sitúa en uno de los pueblos más importantes de Galilea, Cafarnaúm, nudo de comunicaciones con Damasco. Un sábado, Jesús entra en la sinagoga y enseña. Pero Marcos no se detiene a concretar su enseñanza. Lo que le interesa es la reacción del auditorio.

            En aquel tiempo, Jesús y sus -discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.

            “No como los escribas, sino con autoridad”. La idea es curiosa, porque los escribas no eran gente impreparada e ignorante que decían cualquier tontería para salir del paso. Tenían una larga y profunda formación. Pero, en opinión de la gente, enseñaban sin autoridad, incapaces de tener una idea propia, de aportar algo nuevo. Jesús, en cambio, los asombra por esa autoridad. ¿Qué dijo para suscitar esa impresión? Marcos no lo concreta, porque su táctica consiste en despertar la curiosidad del lector y animarle a seguir leyendo el evangelio con interés.

El rechazo de un pobre diablo

            Sin embargo, no todos están de acuerdo con lo escuchado. Hay uno que reacciona en contra: un endemoniado. En realidad se trata de un pobre diablo. No opone resistencia. Sólo puede protestar, reconocer que los suyos están derrotados y abandonar, retorciéndose y huyendo, el campo de batalla.

            Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenla un espíritu inmundo, y se puso a gritar:

            ̶  ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.

            Jesús lo increpó:

            ̶  Cállate y sal de él.

            El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.

            Las palabras que Marcos pone en su boca son esenciales: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» En ellas se condensa el misterio de Jesús y de su actividad.

            El que aparentemente es sólo un hombre natural de Nazaret llamado Jesús, es en realidad “el Santo de Dios”. Este título es muy raro. Sólo se encuentra aquí, en el texto paralelo de Lucas, y en el evangelio de Juan, cuando Pedro, después de que muchos abandonen a Jesús, afirma: “Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Santo de Dios.” (Juan 6,69). Lo que Pedro y los demás discípulos han terminado creyendo, superando una gran prueba de fe, el endemoniado lo sabe de entrada. Descubrir el misterio de Jesús será una de las misiones del lector del evangelio.

            En cuanto a su actividad, la pregunta del endemoniado la deja claro: ha venido a acabar con los demonios y el poder de Satanás. Al lector moderno, puede resultarle un lenguaje extraño. Prefiere hablar de lucha contra el mal, de victoria del bien sobre las fuerzas del mal. Pero Marcos se mueve en otras coordenadas culturales y religiosas.

La guerra contra Satanás y los espíritu inmundos

            Marcos concibe su evangelio como una guerra entre el bien y el mal. Inmediatamente después del bautismo, Jesús es impulsado por el Espíritu al desierto, y allí es tentado por Satanás, mientras los ángeles le sirven. Marcos no cuenta ninguna de las famosas tentaciones. Se limita a presentar a los dos adversarios en lucha: Jesús y Satanás. Y esa guerra continúa con una batalla, vencida fácilmente por Jesús, contra un soldado de Satanás.

            Ya que nuestra idea del demonio está muy marcada por ideas posteriores, recuerdo que en el evangelio de Marcos los espíritus inmundos aparecen con dos rasgos principales:

  1. a) sirven para explicar casos muy complicados para la medicina de la época. En Mc hay dos episodios especialmente famosos: el del endemoniado gadareno (Mc 1,23.26; 5,2.8.13) y el del niño sordomudo que padece epilepsia (9,14-29), al que se presenta como poseído por un espíritu mudo (v.17), mudo y sordo (v. 25). En el caso de la hija de la cananea (7,25) no sabemos en qué consiste la enfermedad.
  2. b) expresan la oposición radical al plan de Dios. Lo esencial no es que hagan daño a las personas, sino que protestan de la actividad de Jesús. El endemoniado reconoce su poder, sabe quién es y la misión que tiene: destruirlo. Con este mismo aspecto se menciona a los espíritus inmundos en 3,11.

            Un aspecto esencial de la actividad de Jesús es expulsar demonios (1,34.39). Los discípulos reciben de Jesús ese poder contra ellos (6,7), pero algunos son muy difíciles de echar, hace falta oración (9,28-29).

            Pero Marcos dejará claro a lo largo de su evangelio que los enemigos más peligrosos de Jesús no son los demonios sino los hombres. Serán ellos quienes terminen matándolo.

La admiración final

            Todos se preguntaron estupefactos:

            ̶  ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.

            Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

            Tras la huida del demonio, el protagonismo pasa a los presentes en la sinagoga. Antes se admiraron de la autoridad con la que enseña Jesús. Ahora se quedan estupefactos al ver que, además, tiene también poder sobre los espíritus inmundos. Y se preguntan: “¿Qué es esto?” ¿Qué está ocurriendo aquí?

¿Cuál será nuestra reacción?

            Marcos ha presentado dos reacciones muy opuestas ante la persona y la actividad de Jesús: admiración y rechazo. Con ello queda claro lo que espera de cada uno de sus lectores. Decía un pensador griego que “el asombro llevó a los hombres a filosofar”. Marcos, de forma parecida, sugiere que la admiración es el punto de partida para creer en Jesús. Poco a poco, la pregunta de la gente “¿qué es esto?” se convertirá en “¿quién es éste?”.

Nota sobre la primera lectura

            Dios promete que, tras la muerte de Moisés, suscitará a un profeta, más bien a una serie de profetas, que transmitirán al pueblo su palabra. Al situar este texto del Deuteronomio como primera lectura, la liturgia nos recuerda que ese profeta prometido es Jesús. De todos modos, el evangelio no pretende presentar a Jesús como profeta ni dice que la respuesta a su palabra sea la obediencia, sino el asombro. La lectura está bastante traída por los pelos.

            Moisés habló al pueblo, diciendo:

            ̶  Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.” El Señor me respondió: “Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá.”

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Domingo IV del Tiempo Ordinario. 28 de enero, 2018

Domingo, 28 de enero de 2018
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d4

“Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza…”

(Mc 1, 21-28)

Ahora que las Navidades nos empiezan a quedar lejanas y que la rutina acecha mezclada con nuestra cotidianidad, nos viene bien ser Cafarnaún.

Sí, este domingo IV nos podríamos convertir en Cafarnaún y dejar que llegue Jesús. ¡Qué bueno que ande por nuestras calles y que se “meta” en nuestras cosas!

Y qué sorpresa tan agradable si este domingo viniera Jesús a enseñar (o a lo que Él quisiera) a nuestra iglesia. Sería estupendo verle entrar por la puerta y saber que ha querido venir a estar con nosotros. Le escucharíamos con gusto, quizá también con asombro.

¿Nos llamaría la atención su manera de enseñar? ¿Qué espíritus inmundos tendría que sacar fuera? ¿De qué tendría que liberarnos?

Impresiona ver que son los espíritus inmundos quienes primero reconocen a Jesús. “Sé quién eres, el Santo de Dios.” También es llamativa la facilidad que tiene Jesús para deshacerse de estos espíritus. “Cállate y sal de él.

Dejemos que Jesús “llegando” a nosotras nos convierta en Cafarnaún (que significa “Aldea del Consuelo”). Que entre en nuestros espacios, tanto públicos como privados, y nos libere de cualquier mal espíritu que se nos haya colado. Hoy somos Cafarnaún. Y con Jesús en nuestro interior podemos ser una “Aldea de Consuelo” a la que se puedan acercar todas aquellas personas que necesitan un lugar acogedor donde encontrarse con Dios. Hoy podemos convertir nuestra oración en una plaza amplia, una plaza de pueblo, de aldea, donde tengan cabida los pequeños y los grandes sufrimientos de la humanidad. Que la unión de nuestra oraciones ensanche ese espacio de consuelo.

Oración

Bendícenos, Trinidad Santa, con el don del consuelo para que, como decía Etty Hillesum, “seamos bálsamo para toda herida”.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús enseña con la autoridad de la experiencia interior.

Domingo, 28 de enero de 2018
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mark3-1-6Mc 1, 21-28

En la primera lectura, Moisés, después de convencer a los israelitas de que Dios les hablaba desde la tormenta con voz de trueno, promete que no va a meterles más miedo. Pero eso solo será posible si prometen hacerle caso a él y a los profetas. Les habla de una futura figura profeta que liberaría de verdad al pueblo. Los primeros cristianos vieron en Jesús a ese profeta. Era la figura anunciada y esperada por el pueblo. Esa identificación garantiza que las palabras de Jesús son las palabras de Dios. Esta es la clave para interpretar todo el evangelio de Mc. Hablará con la autoridad propia del mismo Dios. Sus palabras tendrán la fuerza creadora y sus acciones serán liberadoras como las acciones del mismo Dios.

Pablo, con una visión de Dios muy cercana a la del “Júpiter tonante” del Sinaí, llega a la conclusión de que preocuparse del marido, o de la mujer o de los hijos, es alejarse de Dios. El Dios de Jesús es muy distinto. El mensaje de Jesús nos dice que a Dios solo se puede ir a través del hombre. Buscar a Dios prescindiendo del prójimo es idolatría. Creer que el tiempo dedicado a las personas es tiempo negado a Dios es una trampa. No me explico de dónde pudo sacar Pablo una doctrina tan contraria al evangelio.

Primer día de actividad de Jesús. Su primer contacto con la gente tiene lugar en la sinagoga. Es un signo de que la primera intención de Jesús fue enderezar la religiosidad del pueblo. Por dos veces en el relato se hace referencia a la enseñanza de Jesús, pero no se dice nada de lo que enseña. Se habla de sus obras. Lo que Jesús hace es liberar a un hombre de un poder opresor. Jesús libera, cuando actúa. La buena noticia que anuncia Mc es la liberación de la fuerza del mal y de la fuerza opresora de la Ley. La intención de Mc es que la gente se haga la pregunta clave: ¿Quién es Jesús? Todo lo que sigue en este evangelio, será la respuesta.

Enseñaba como quien tiene autoridad. La palabra clave es “exousia”. No es nada fácil penetrar en el verdadero significado de este término. Debemos distinguirlo de “dynamis”. Esta distinción es relativamente fácil: “Dynamis” sería la fuerza bruta que se impone a otra fuerza física. “Exousía” sería la capacidad de hacer algo en el orden jurídico, político, social o moral, siempre en un ámbito interpersonal. La palabra griega significa, además de autoridad, facultad para hacer algo, libertad para obrar de una manera determinada. Otra característica de la “exousía” es que la persona la puede tener por sí misma o recibirla de otro que se la otorga.

Qué quiere decir el evangelista cuando le aplica a Jesús esa “autoridad”. Se trata de una autoridad que no se impone, de una potestad que se manifiesta en la entrega, de una facultad de acción que se pone al servicio de los demás. Sería la misma autoridad de Dios dándose a todas sus criaturas sin necesitar nada de ninguna de ellas. El concepto de Dios “Todopoderoso” que exige un sometimiento absoluto, nos impide entender la exousía de Jesús. Solo desde la experiencia del Dios-Amor de Jesús podremos entenderla.

Jesús enseñaba con autoridad, porque no hablaba de oídas, sino de su experiencia interior. Trataba de comunicar a los demás sus descubri­mientos sobre Dios y sobre el hombre. Los letrados del tiempo de Jesús, (y los de todo tiempo) enseñaban lo que habían aprendido en la Torá. De ella tenían un conocimiento perfecto, y tenían explicaciones para todo, pero el objetivo de la enseñanza era la misma Ley, no el bien del hombre. Se quería hacer ver que el objetivo de Dios al exigir los preceptos, era que le dieran gloria a Él, no al hombre.

Les llamó la atención ver que Jesús hablaba con la mayor sencillez de las cosas de Dios tal como él las vivía. Su experiencia le decía que lo único que Dios quería, era el bien de la persona. Que Dios no pretendía nada del ser humano, sino que se ponía al servicio del hombre sin esperar nada a cambio. Esta manera de ver a Dios y la Ley no tenía nada que ver con lo que los rabinos enseñaban. Todos los problemas que tuvo Jesús con las autorida­des religiosas se debieron a esto. Todos los problemas que tienen los místicos y profetas de todos los tiempos con la autoridad jerárquica, responden al mismo planteamiento.

Cállate y sal de él. La expulsión del “espíritu inmundo” refleja el planteamiento del evangelio como una lucha entre el bien y el mal. “Mal” es toda clase de esclavitud que impide al hombre ser él mismo. Nadie se asombra del “exorcismo”, que era corriente en aquella época. Lo que les llama la atención es la superioridad que manifiesta Jesús al hacerlo. Jesús no pronuncia fórmulas mágicas ni hace ningún signo estrafalario. Simplemente con su palabra obra la curación. Lo que acaban de ver les suscita la pregunta: ¿Qué es esto?

Hablar con autoridad hoy sería hablar desde la experiencia personal y no de oídas. Lo único que hacemos, también hoy, es aprender de memoria una doctrina y unas normas morales, que después trasmitimos como papagayos. Eso no puede funcionar. En religión, la única manera válida de enseñar es la vivencia que se trasmite por ósmosis, no por aprendizaje. Esta es la causa de que nuestra religión sea hoy completamente artificial y vacía, que no nos compromete a nada porque la hemos vaciado de todo contenido vivencial.

Espíritu inmundo sería hoy todo lo que impide una auténtica relación con Dios y con los demás. Fijaos hasta qué punto estamos todos poseídos por un espíritu inhumano. Esas fuerzas las encontramos tanto en nuestro interior como en el exterior. Nunca, a través de la historia, ha habido tantas ofertas falsas de salvación. Una de las tareas más acuciantes del ser humano es descubrir sus propios demonios; porque solo cuando se desenmascara esa fuerza maléfica, se estará en condiciones de vencerla. Muchas de las fuerzas que actúan en nombre de Dios también oprimen, reprimen, comprimen y deprimen al ser humano.

Una importante tarea en esta liturgia, sería descubrir nuestras ataduras y tratar de desembarazarnos de ellas. Todos estamos poseídos por fuerzas que no nos dejan ser lo que debiéramos ser. Hoy sigue habiendo mucho diablo suelto que trata por todos los medios de que el hombre no alcance su plenitud. La manera de conseguirlo es la manipulación para que no consiga alcanzar libremente su plena humanidad.

Nuestra vida debía ser un acopio de autoridad para ayudar al hombre a liberarse de sus demonios. Jesús emplea su autoridad, no contra hombre alguno sino contra las fuerzas que los oprimen. Como individuos, como comunidad y como Iglesia, estamos siempre tratando de aumentar nuestra autoridad, pero no la que desplegó Jesús, sino la que nos permite creernos superiores a los demás. Si utilizamos esa autoridad para someterlos a nuestro capricho, aunque sea bajo pretexto de hacer la voluntad de Dios o de buscar el bien de los demás, estamos en la antípoda del evangelio.

Todos los seres humanos necesitamos ayuda para superar nuestros demonios, y todos podemos ayudar a los demás a superarlos. Es verdad que existe mucho dolor que no podemos evitar, pero debíamos distinguir entre el dolor y el sufrimiento que ese dolor puede infligir. Soportar el dolor, antes de que alcance la categoría de sufrimiento, sería la tarea decisiva de cada ser humano. Aquí tenemos un margen increíble para la maduración personal, pero también para desplegar cauces de ayuda a los demás. Estoy seguro que las curaciones de Jesús fueron encaminadas a suprimir el sufrimiento, no el dolor.

Meditación

Toda autoridad que se ejerce desde el poder viene del diablo.
Solo la autoridad que da el servicio viene de Dios
Tu tarea primera como ser humano,
es liberarte de todo lo que te impide ser tú.
La segunda es ayudar a los demás a liberarse
de todos los demonios que andan sueltos.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Un profeta.

Domingo, 28 de enero de 2018
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jesusmultitud“Los textos deben hablar a cada generación y a cada individuo de forma nueva o dejan de ser escritura y literatura y se convierten solamente en etiquetas” (Amy-Jill Levine)

28 de enero. Domingo IV del TO

Mc 1, 21b-28

Les enseñaba con autoridad

En Jesús se cumple plenamente el anuncio hecho por Dios a Moisés: “Suscitaré un profeta de entre sus hermanos como tú”Así aparece Jesús en el Evangelio enseñando con autoridad y apoyando sus palabras con las acciones salvadoras de los hombres, en este caso concreto con la expulsión de un demonio inmundo. Extendamos esa Palabra, junto con nuestras buenas obras de amor salvador, a todo el mundo.

En el s IV a C, “profeta era aquel capaz de ver lo que los demás no ven. El que daba voz a lo invisible para que éste se manifestase en nuestro mundo. Era el portavoz de lo divino”, escribe Javier Sierra en El fuego invisibleUnos personajes bíblicos que sabían vivir en su tiempo, y responder a las demandas de sus coetáneos.

Flavio Josefo, fue un historiador judío fariseo, descendiente de familia de sacerdotes. En su obra Antigüedades, nos ofrece un juicio muy favorable del ejercicio de la autoridad de estos defensores acérrimos de la Ley: “A causa de sus doctrinas disfrutan de tanta autoridad ante el pueblo que todo lo perteneciente a la religión, súplicas y sacrificios se lleva a cabo según su interpretación. Los pueblos han dado testimonio de sus muchas virtudes, rindiendo homenaje a sus esfuerzos tanto por la vida que llevan como por sus discursos”. También ellos gobernaban y enseñaban al pueblo con autoridad.

La portuguesa Guilhelmina Suggia (1885-1950) fue la primera mujer en tocar profesionalmente el violonchelo. “Joven de esbelta figura, es un temperamento artístico verdaderamente extraordinario”, decía el periódico Abc de su espectáculo con la Filarmónica de Madrid en 1923. Y el poeta Álvaro Pombo escribió: “Tenía personalidad, era apasionada y llamativa. Cuidaba su aspecto porque para ella actuar era comunicar, algo que debía hacerse con todo el cuerpo”.

Con todo el cuerpo y con toda el alma necesitamos comunicar cuanto creemos. Con ello revelamos, como se decía de Guilhermina, nuestros anhelos de muchas causas culturales y humanitarias. Releyendo una Historia del Arte me encontré con un sorprendente Retrato de Madame Suggia -Tate Gallery de Londres- en óleo sobre lienzo, en el que el autor, Augustus John (1878-1861), identifica y destaca la pose de sus actuaciones: armoniosa, sujetando el chelo y vestida con un pomposo vestido escotado en tonos rojos. Su contemplación, me ha sugerido las siguientes reflexiones.

En sus intervenciones en la vida profesional, proyecta con pasión al público cuanto es, cree, ama y siente. Su imagen trae a mi memoria la imagen de Jesús en su vida pública. El retrato de la portuguesa en el escenario, como el del galileo en mi mente, revela una concentración profunda. Con sus ojos cerrados, su mano derecha pulsando el arco sobre las cuerdas del chelo y, con su mano izquierda, seleccionando la nota adecuada al momento. Aire de profetisa vaticinando un futuro de gozo para sus seguidores.

Para dar continuidad a ese ideal soñado por ella creó en los últimos años de su vida un premio anual para elegir al mejor violonchelista menor de 21 años. Y, a modo de legado dejó dicho: “No quiero cacatúas ni monos imitadores”. Proponía que, en sus actuaciones, cada músico fuera único y con una visión personal del instrumento. Tampoco a Jesús le gustaban las fotocopias.

La teóloga norteamericana Amy-Jill Levine, escribe en Relatos cortos de Jesús“Los textos deben hablar a cada generación y a cada individuo de forma nueva o dejan de ser escritura y literatura y se convierten solamente en etiquetas”.

Visionar las imágenes planas en 3D (tres dimensiones) de la publicación Magic Eye: A New Way of Looking at the World, es una experiencia sorprendente. El ojo entra en una dimensión desconocida. Un viaje exótico: es como frotar la lámpara mágica de Aladino. Observando las imágenes con la vista divergente se ve una fantástica y más completa versión del objeto en cuestión. La clave está en relajarse y dejar que la imagen venga a ti. Otro tanto acaece cuando agudizamos la mente y tratamos de ver e interpretar lo que aparentemente nos parece estar escrito sólo en páginas planas.

“Una gran actitud hace mucho más que encender las luces en nuestros mundos; parece mágicamente conectarnos a todo tipo de oportunidades fortuitas que estuvieron de alguna manera ausentes antes del cambio”, decía Earl Nightingale.

Thich Nhat Hanh, monje budista vietnamita nacido en 1926, nos invita en el siguiente poema a caminar con él por estos senderos, cogidos de su mano.

CÓGEME LA MANO

Cógeme la mano, amigo,
Ven, vamos a caminar
simplemente por caminar. 

Deleitándonos con nuestros pasos,
con cada uno de nuestros pasos,
sin pensar en llegar a ningún sitio,
caminemos en paz.
Caminemos felices.
Acariciemos la Tierra con los pies, amigo,
dejemos sobre ella la huella
de nuestro amor y nuestra alegría.

Cuando todos nosotros no sintamos seguros,
la Tierra estará salvada.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Enseña con autoridad.

Domingo, 28 de enero de 2018
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maxresdefaultIV Domingo del TO (Mc 1, 21-28).

La audiencia de la sinagoga de Cafarnaún debe de estar harta de oír siempre lo mismo. Por eso se sorprende ante la enseñanza de ese día. Jesús enseña otras cosas y de otra manera. Jesús habla del Reinado de Dios y usa una pedagogía activa, enseña haciendo lo que dice, ofreciendo buenos ejemplos. En la misma sesión tiene lugar el primer acto liberador de Jesús. Expulsa un espíritu inmundo con la fuerza de su palabra: “¡Cállate y sal de él”. El evangelista lo expresa con concisión: “Les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los letrados” y pone en boca de los que ese día están escuchando a Jesús “¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen”.

En el evangelio de hoy Marcos nos sigue presentando a Jesús, al Jesús de Galilea, el humano. Ya nos ha relatado, en versículos anteriores, la escena del bautismo, por Juan en el Jordán; el retiro en el desierto con las tentaciones y la elección y seguimiento de los primeros discípulos. Hoy nos presenta la primera jornada de la actividad pública de Jesús. Es un sábado en la sinagoga de Cafarnaún. Allí Jesús empieza a enseñar y a curar.

Es como el primer día de curso de un buen maestro. Jesús presenta su programa y la audiencia queda asombrada del contenido de su doctrina y de su metodología de enseñanza. Le comparan con otros maestros, los letrados de todos los sábados y constatan la diferencia: Jesús enseña con autoridad (exousía, “de lo que uno es”).

¿Qué vieron los galileos en Jesús para llegar a la conclusión de que enseña con autoridad, no como los letrados? ¿Dónde está la diferencia? ¿Por qué les parece que el enseñar de Jesús es nuevo? Lo que están presenciando es la coherencia en Jesús entre lo que enseña y hace. Enseña curando. Predica y libera del espíritu inmundo.

Marcos, al presentar a Jesús, lo primero que dice a sus comunidades es que Jesús es la Buena Noticia de Dios para los hombres: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado; convertíos y creed la Buena Nueva”. Para Marcos Jesús es una buena noticia y además nos trae a los hombres buenas noticias de parte de Dios. Y eso lo empiezan a comprobar los presentes en la sinagoga de Cafarnaún aquel primer sábado de la vida pública de Jesús. Y quedaron impresionados de su enseñanza y su actuación liberadora, de la autoridad con que hablaba y cura. En otro momento de su evangelio Marcos (11, 27-33) vuelve a hablar de la autoridad con que Jesús actúa. Ahora es en Jerusalén, paseando por el templo; se le acercan a Jesús los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron ¿Con qué autoridad dices lo que dices y haces lo que haces? ¿Quién te ha dado tal autoridad para hacerlo? Y Jesús, con toda su autoridad, ni les contesta. Aquí observamos la diferencia: La gente sencilla y sufriente de la sinagoga de Cafarnaún está seducida por la autoridad con que Jesús habla y actúa. Para las autoridades religiosas de Jerusalén la “autoritas” de Jesús es sospechosa ¿De dónde le viene? ¿Quién se la ha dado? ¿Quién está detrás? Jesús es un peligro para los líderes religiosos. De nuevo la diferencia entre la enseñanza de Jesús y la enseñanza de los letrados: enseñar con autoridad.

Llegados a este punto vamos a examinar la “autoridad” que nosotros reconocemos en las enseñanzas Jesús. ¿Qué razones tenemos para justificarla? Empecemos por contestar a la pregunta: ¿Qué es para nosotros enseñar con autoridad? Pensemos en alguno de nuestros buenos maestros. Los aspectos que más valoramos son: 1. Si conocía en profundidad y tenía experiencia en el área de conocimiento que enseñaba 2. Si hacía fácil lo difícil. Enseñar es facilitar el aprendizaje. Un maestro es bueno si crea buenos aprendices. Si despierta mi necesidad de saber más. Si su enseñanza me hace crecer como aprendiz. 3. Si era feliz al enseñar. Si contagiaba su entusiasmo y motivación.

En Jesús se cumplen en grado óptimo estas condiciones. Conoce profunda y vivencialmente lo que nos va a enseñar. Desde la experiencia del Jordán se siente Hijo de Dios y lleno de su espíritu. Habla del Reinado de Dios desde su sentir a Dios como Padre-madre. Se sabe hijo y actúa como tal. Es como el Padre, se parece a Él y se dedica a las cosas de su Padre. Intuye que su tarea es continuar la obra del Padre. En suma, Jesús habla desde lo que es y lo que vive.  Enseña desde su ser verdadero. Desde su sabiduría natural descubre que Dios está con él y se siente con la misión de enseñar a los hombres esa presencia de Dios en cada ser, en toda la humanidad, en toda la creación.

La Buena Noticia de Jesús para nosotros es que somos hijos de Dios y hemos sido creados por amor, para que seamos felices. Y Jesús es nuestro maestro y modelo al que queremos seguir porque tiene autoridad y nos garantiza el éxito final si seguimos sus pasos. En el catecismo que de pequeños estudiamos nos decían que Jesús había venido a darnos ejemplo de vida. Y en muchos momentos importantes de la vida de Jesús leemos en el Evangelio la recomendación: “Haz tú lo mismo”. Con los ojos puestos en Jesús tenemos fácil descubrir en cada momento qué hacer, cómo comportarnos. ¿Cómo lo haría Jesús en mis circunstancias? En el Evangelio, Jesús nos ofrece muchos ejemplos prácticos, como buen maestro.

Y como conclusión, brota desde lo más profundo de nuestro ser la oración: ¡Señor ayúdanos en el aprendizaje para enseñar como tú, con autoridad!

África de La Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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El poder crucifica, la autoridad sana

Domingo, 28 de enero de 2018
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270px-christ_pantokrator_cathedral_of_cefalu_sicilyDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. LOS DEMONIOS Y DIABLOS, MALOS ESPÍRITUS.

En las culturas primitivas, en la historia de la filosofía y de la teología, en la misma historia de la Iglesia se han empleado muchas expresiones para explicar el mal. En la Biblia se habla de la serpiente, de los espíritus inmundos, azufres, fuegos, convulsiones, sepulcros, etc.

Los demonios y los malos espíritus no existen como seres personales, como seres malos que no son de este mundo y buscan hacer daño a algunas personas desgraciadas de las que misteriosamente se apoderan y en las que se instalan, hasta que son expulsados por un ritual de exorcismo. Todo eso no está demostrado en ninguna parte. (José M Castillo).

En la antigüedad las gentes -como es natural- no sabían cómo explicar las situaciones de las enfermedades -especialmente- psiquiátricas: convulsiones, epilepsias, tristezas-depresiones profundas, autismos, etc.

Por ello echaban mano de los demonios, que era una manera de hablar de las fuerzas del mal

El mal, el pecado serio existe. Por desgracia es evidente que el mal existe:

S. Freud decía que los espíritus malignos son deseos reprimidos que se originan en la vida interior, en lo profundo de la persona.

A la hora de hablar y explicar los malos espíritus, endemoniados hoy en día hemos de mirar y escuchar más a la psicología y a la psiquiatría que a la moral.

Y cuando hablemos del mal y del pecado, habremos de fijarnos más en el uso que podamos hacer de nuestra débil y finita libertad, que en un señor, o en muchos señores a los que Dios les haya dado licencia para tentar a los seres humanos. ¿Dios pacta con el diablo?

Diablo es una palabra griega, precisamente la contraria de símbolo:

o Los SÍMBOLOS son los que unen, encauzan sentidos. Una bandera, unos colores, un anagrama, la cruz, darnos la mano, son gestos que concentran un significado.

o Lo DIABÓLICO. Hay realidades humanas que, por su enorme fuerza y porque somos libres, nos pueden descentrar, despistar al ser humano: el poder en cualquier orden de la vida, el dinero, el placer, son pasiones y pulsiones buenas, pero que, si no las trabajamos y disfrutamos bien, nos pueden hacer daño y podemos hacer daño.

Diabólico es lo que se opone al designio salvífico de Dios.

02. PODER Y AUTORIDAD.

250px-codex_bruchsal_1_01v_croppedJesús NO ENSEÑABA COMO LOS ESCRIBAS, SINO CON AUTORIDAD. Jesús habla y actúa con autoridad.

NO ES LO MISMO PODER QUE AUTORIDAD.

El PODER es exterior, viene de afuera. Una persona tiene poder porque se lo han dado las urnas (los votos), porque ha sido instituido desde “afuera” en una presidencia, en una sede episcopal, en un escaño parlamentario, etc. Se puede tener, pues, poder: títulos cargos, sedes, etc., PERO EL PODER NO CONFIERE AUTORIDAD.

La AUTORIDAD, por el contrario, es interna a la persona, y no consiste en tener títulos, nombramientos, sino que AUTORIDAD ES LA CUALIDAD DE AQUELLAS PERSONAS QUE TIENEN EL CARISMA DE SOBRELLEVAR LAS CARGAS Y ALIVIAR EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS. Unos padres de familia, un buen cura, un buen médico, un buen obispo tienen autoridad porque desde su interior son “buena gente” y sale bondad, alivio, competencia.

Una persona puede tener poder, poder legítimo, pero puede que no tenga la más mínima autoridad. No pocos políticos, maestros, obispos, curas pueden tener poder, pero ninguna autoridad. Y qué peligro tiene una persona que actúa con poder, pero sin autoridad.

Por el contrario hay personas que no tienen poder en la sociedad o en la Iglesia, pero tienen autoridad. JESÚS MISMO NO TENÍA NINGÚN PODER EN EL TEMPLO, EN LA LEY, ANTE LOS ESCRIBAS, FARISEOS, SADUCEOS, ETC., PERO JESÚS TENÍA AUTORIDAD: hablaba y actuaba con autoridad.

El poder no vuelve buenas a las personas, ni al que ostenta el poder ni sobre quien recae el poder.

La autoridad hace bien.

El poder impone, la autoridad acompaña.

El poder dispone, la autoridad libera.

El poder crucifica, la autoridad está crucificada o al pie de la cruz.

No por casualidad, San Marcos sitúa al endemoniado, el mal, en Cafarnaúm (centro de la actividad de Jesús), en la sinagoga (religión – iglesia) y en sábado (día de culto y oración) y entre los escribas, que tenían poder sobre la asamblea y sobre la interpretación de la Palabra. Pero quienes tenían poder no curaron a aquel hombre de su espíritu inmundo, de su mal.

Jesús con su autoridad curó, liberó a aquel hombre de su mal: cállate y sal de Él.

04. CUANDO EL PODER DEGENERA EN FANATISMO.

El poder tiene un gran atractivo. Es la pasión más fuerte del ser humano. El ser humano puede perder la cabeza por un puñado de poder político, económico, eclesiástico o en la misma familia; lo estamos viendo todos los días en todos los contextos.

En el ansia de poder, o de las actitudes de poder, se esconde una ansiedad de dominio, de prepotencia, al mismo tiempo que un miedo -una angustia- profunda a perder prestigio, pánico a quedarse sin escaño, sin cátedra, sin sede.

En estos casos el poder deriva hacia el fundamentalismo fanático. La persona fanática es alguien cuyo esquema cognitivo es rígido, está bloqueado por el miedo y pánico basal a la verdad en sus diversas formas. Por ello el fanatismo se identifica con el pensamiento dogmático más intransigente. Es la actitud de algunas religiones, de alguna jerarquía católica.

No es lo mismo un esquema de pensamiento firme que un sistema cognitivo fanático. Uno puede tener y mantener noblemente unas convicciones en muchos aspectos de la vida, pero no tiene esclerotizada la mente.

En algunas ideologías políticas y en algunas posiciones eclesiásticas se da una actitud de poder despótico, agresivo (violento), porque el poder fanático no es capaz de pensar, de dialogar, solamente agrede. El poder crucifica.

04. NUESTRA PROPIA LIBERACIÓN

Seguramente que también nosotros tenemos algún “mal espíritu” perdido por los entresijos de nuestra psicología y de nuestra vida, por lo que necesitamos ser liberados.

Pelear a brazo partido con el poder es perder el tiempo, la salud y el humor.

Será la autoridad bondadosa de Cristo y de muchas personas la que nos libere. Una persona bondadosa tiene autoridad en la familia, entre los amigos, en la vida laboral, etc.

Acojamos con paz y gozo cuando oigamos en el fondo de nuestro ser la voz de quien tiene no poder, sino autoridad:

CÁLLATE Y SAL DE ÉL

POST DATA: Una pregunta: ¿Voy por la vida de creído y altivo prepotente poderoso o, más bien -y mejor- con una humilde autoridad de servicio bondadoso y callado?

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