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“¿Qué seré después de mi muerte? “, por José Arregi

Sábado, 19 de noviembre de 2022
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Vida-digital-despues-de-la-muerteDe su blog Umbrales de Luz:

No nos gusta hablar de la muerte, siendo así que forma parte de la vida nuestra de cada día. No nos gusta hablar de la muerte, pero –o, mejor quizás, porque– la muerte nos sigue doliendo. Y es la muerte ajena la que más nos duele, con la soledad abatida y la tristeza del vacío que deja, los recuerdos dolorosos y los duelos irresueltos que quedan, los conflictos que surgen no pocas veces entre los más cercanos. La muerte sigue haciendo correr ríos de lágrimas: lágrimas de aflicción, lágrimas de desahogo, lágrimas también de consuelo.

Otros muchos animales, a su manera, lloran también a los muertos más próximos, e incluso, a su manera, acompañan su duelo con algún tipo de rito funerario. El duelo no es específico y exclusivo de los humanos. Nada nos es exclusivo. Pero es innegable que la sepultura ritual es una de las huellas culturales más antiguas de la humanidad, muchos miles de años antes de que se formaran las primeras religiones. En el año 2018 se descubrieron en Kenia los restos de un niño Sapiens de hace unos 78.000 años enterrado con mimo y ternura, como si lo hubieran puesto a dormir. En Israel se han identificado varias sepulturas, tanto Sapiens como Neanderthal, de hace entre 90.000 y 130.000 años. Y en pleno Paleolítico se encuentran casos en que la tierra sobre la que descansan los restos humanos contiene polen, ese polvillo maravilloso dotado de células capaces de fecundar la vida; esos restos humanos habían sido depositados sobre un lecho de flores, en la tácita esperanza de que fueran a germinar, florecer y dar fruto: vivir. Aquellos ritos funerarios les servían –como los nuestros, religioso o laicos, nos sirven hoy– para aliviar la pena, apaciguar los conflictos, fortalecer la confianza en la vida que sigue y que hay que cuidar. ¿Se equivocaban?

Mucho después, todas las religiones crearon mitos y elaboraron doctrinas que expresaban conceptualmente esa oscura esperanza de vida después de la muerte. Creo en esa esperanza, pero ya no puedo creer en los conceptos que la expresan. Sirvieron en otros tiempos para sostener el ánimo, la confianza, la vida. Hoy ya no nos sirven. Hoy no puedo creer que el atman, el “alma” o la conciencia o el Yo o la individualidad profunda, después de la muerte, se reencarne en otro cuerpo, según la inexorable ley del karma. Ni que el “alma” sea inmortal y sobreviva por separado después de la disgregacuión del cuerpo físico. Ni que vayamos a resucitar al final del mundo, como creían algunos judíos de la época de Jesús y siguen creyendo muchos judíos, cristianos y musulmanes. No puedo creer que haya un juicio ante un “Dios”, sea riguroso o sea bondadoso, ni en un infierno eterno para los malos, ni en un paraíso feliz para los justos… Es preciso deconstruir todos esos conceptos por una razón sencilla: porque están ligados a una visión del mundo que ya no es la nuestra.

¿Qué haremos, pues, con todos esos viejos conceptos? Cabe olvidarlos o abandonarlos definitivamente, o cabe reinterpretarlos. Personalmente, en la mayoría de los casos, yo me inclino a reinterpretarlos, porque no inventamos el lenguaje y porque hablar consiste siempre en reinterpretar, en sacar lo nuevo de lo viejo. No creo en lo que dicen los conceptos, pero creo en lo indecible al que se refieren y que aún pueden sugerir.

Creo que vivir es darse y que darse es la mejor forma de recibirse y de ser. Que morir es vaciarse o darse del todo y que vaciarse y darse del todo es el paso para ser plenamente. Que aprendemos a vivir aprendiendo a morir un poco cada día como mejor podamos, y que aprendemos a morir aprendiendo a vivir cada día lo mejor que podamos, en bondad desprendida y feliz. Que ahí se realiza en nosotros el Misterio de la Vida o de Dios, que es Pascua, incesante Pasar, inagotable Darse y Recibirse y eterno Renacer. Que no hay otro fin del mundo que la codicia y la opresión universal. Que no hay otro criterio de juicio que el amor de cada día. Que no hay otra condenación ni infierno que el que nos procuramos en esta vida a nosotros mismos y a los demás cuando nos encerramos en nuestro y nos hacemos la guerra. Que no hay otro cielo que la bienaventuranza compartida en la comunión de los vivientes, la Vida Buena común, y que ése es el cielo posible de esta nuestra Tierra común, el cielo al que aspiramos y del que somos responsables.

Pero ¿qué quedará de mí después de mi muerte? Quedará la vida que hemos vivido y nos transciende en todas las direcciones. Quedará la vida que inventó la muerte para seguir viviendo. Quedará la muerte que es condición y umbral de la vida y de su secuencia, al menos en la forma en que la conocemos en esta Tierra. Mientras la vida viva no morirá la muerte, y mientras no muera la muerte vivirá la vida, como dijeron los sabios Vedas de la India hace 4.000 años. Quedará la Vida Eterna en todo lo que es. Quedará el Aliento que fugazmente tomó cuerpo en mí y se hizo mi yo en permanente cambio. Quedará la materia madre de todas las formas, la materia eterna que me ha formado en su eterna transformación, la energía transformadora de la que provengo y en la que me sumergiré. Quedará la luz de cada mañana y la paz de cada atardecer. Quedará el Aliento eterno que animó pasajeramente mi forma, mi yo. Nada se pierde sino la apariencia. Todo se transforma, como la luz del alba y de la tarde.

Después de mi muerte, no quedará esta apariencia psicológica, emocional individual e inestable. Quedará mi recuerdo en el corazón o en la memoria de quienes me recordarán haciéndome renacer cada vez. Quedará el Vacío de esta forma cambiante que soy. ¿Quedará también la huella de esta forma única y cambiante que llamo “yo”? Mas allá de todo espacio y tiempo, en el presente sin comienzo ni fin, ¿la Memoria o el Corazón del Cosmos infinito guardará la memoria viva, vivificadora, de esta forma, la información o conciencia que hemos sido en esta fugaz existencia? Tal vez, pero no lo sé ni me importa.

Para decir lo que seré después de mi muerte, solo quedan metáforas que me abren al infinito que late en nuestras mejores palabras y anhelos. Después de la muerte de esta chispa vacilante y efímera, seré el Fuego que danza, transforma y recrea, seré el Fondo inaprehensible e inasible de cuanto es, el Aliento universal y verdadero del que vine y vuelvo. Seré en Todo, y de alguna forma seré Todo. SERÉ EL QUE SOY, LA QUE SOY, LO QUE SOY, el Infinito en todo. Y es lo que quiero vivir y cuidar en este preludio de la Vida que es esta forma de vida-muerte que vivo.

Si abriéramos más los ojos, si nuestra conciencia se expandiera, muchas lágrimas de aflicción podrían convertirse en lágrimas de consuelo.

Aizarna, 5 de noviembre de 2022

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¿A quién iremos, Señor?

Sábado, 4 de septiembre de 2021
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Las palabras de los políticos
están llenas de promesas vanas
y, aunque elocuentes
y con amplia acogida,
pasado el tiempo de campaña
se las lleva el viento de cada día,
pues son palabras ensayadas, vacías,
que ocultan ambiciones personales rastreras.
¡Tú sí tienes palabras de vida!

Las palabras de la publicidad
rara vez nos dicen la verdad;
pensadas para seducirnos
y llevarnos por los caminos del consumo
martillean nuestros sentidos
con astucia y persistencia;
son palabras capciosas y engañosas,
vestidas para triunfar en el campo de batalla.
¡Tú sí tienes palabras de vida!

Las palabras de los predicadores
-curas, obispos y clérigos de toda índole-
ya no sorprenden a nadie,
pues nos llegan domesticadas
con explicaciones e interpretaciones;
sus teológicas palabras sagradas
no liberan ni alegran nuestra vida;
más bien nos enredan y confunden.
¡Tú sí tienes palabras de vida!

Las palabras de los mcs
-prensa, radio, televisión, internet-
saturan cada día más
nuestro horizonte, tiempo y mente;
son tantas y tan diversas para satisfacer
curiosidad, morbo y polémica,
que en vez de informar nos desinforman
y no calman nuestra sed de verdad.

¡Tú sí tienes palabras de vida!
Hay quien usa la palabra
para halagar nuestros oídos,
para disfrazar sus intereses,
para mantenernos en la ignorancia,
para asentar su autoridad,
para descarnar la historia,
para camuflar mentiras,
para crear barreras y reservas…
Tú sí tienes palabras de vida!
Y nos interesas, Señor.

*

Florentino Ulibarri

Jesus-a-joven

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“¿A quién acudiremos?”. 21 Tiempo Ordinario – B (Juan 6,60-69)

Domingo, 22 de agosto de 2021
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Quien se acerca a Jesús, con frecuencia tiene la impresión de encontrarse con alguien extrañamente actual y más presente a nuestros problemas de hoy que muchos de nuestros contemporáneos.

Hay gestos y palabras de Jesús que nos impactan todavía hoy porque tocan el nervio de nuestros problemas y preocupaciones más vitales. Son gestos y palabras que se resisten al paso de los tiempos y al cambio de ideologías. Los siglos transcurridos no han amortiguado la fuerza y la vida que encierran, a poco que estemos atentos y abramos sinceramente nuestro corazón.

Sin embargo, a lo largo de veinte siglos es mucho el polvo que inevitablemente se ha ido acumulando sobre su persona, su actuación y su mensaje. Un cristianismo lleno de buenas intenciones y fervores venerables ha impedido a veces a muchos cristianos sencillos encontrarse con la frescura llena de vida de aquel que perdonaba a las prostitutas, abrazaba a los niños, lloraba con los amigos, contagiaba esperanza e invitaba a la gente a vivir con libertad el amor de los hijos de Dios.

Cuántos hombres y mujeres han tenido que escuchar las disquisiciones de moralistas bienintencionados y las exposiciones de predicadores ilustrados sin lograr encontrarse con él.

No nos ha de extrañar la interpelación del escritor francés Jean Onimus: «¿Por qué vas a ser tú propiedad privada de predicadores, doctores y de algunos eruditos, tú que has dicho cosas tan sencillas, tan directas, palabras que siguen siendo palabras de vida para todos los hombres?».

Si muchos cristianos que se han ido alejando estos años de la Iglesia conocieran directamente los evangelios, sentirían de nuevo aquello expresado un día por Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos».

José Antonio Pagola

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“¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.” Domingo 22 de agosto de 2021. Domingo 21 º ordinario

Domingo, 22 de agosto de 2021
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47-ordinarioB21 cerezoDe Koinonia:

Josué 24, 1-2a. 15-17.18b: Nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!
Salmo responsorial: 33: Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Efesios 5, 21 – 32: Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Juan 6, 60-69: ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.

Josué organiza la gran asamblea de Siquem, como la reunión constitutiva del pueblo de las tribus. Es el punto de partida de un movimiento nuevo que arranca del Éxodo. El pueblo debe aceptar su nueva identidad teológica, social, cultural. Es fundamental identificar al Dios del Éxodo: el que ve la opresión del pueblo, el que oye el griterío de dolor y conoce sus sufrimientos, el que está decidido a bajar para librarlo del poder de los opresores (Ex 3,7-8). El Dios de sus Padres, el Dios de la Historia.

Las tribus proceden de diferentes orígenes culturales, religiosos, étnicos, pero ahora se aglutinan, gracias a la fe en este Dios del éxodo, en un solo pueblo: Israel. Es la teología, la fe en Yahvé y no la sangre quien los compacta para una alianza tribal.

El corazón de esta alianza tribal es la fe común en este Dios de los pobres. Pero supone también, identificar a los dioses »extraños» a los dioses cananeos y egipcios, imágenes corrompidas de Dios, que generan esclavitud y muerte: un sistema de impuestos, una vida de esclavos, una religión opresora. Cambiar esos dioses por el Dios del Éxodo, fundando una sociedad de leyes para la vida, de reparto de la tierra, de culto nuevo basado en la pascua es el tema central de esta gran asamblea de Josué en Siquem.

Las tribus de Israel hacen un pacto de amor con este Dios de los pobres. Unos desposorios, como nos insinúa la carta a los Efesios. «Una Iglesia dócil al Mesías» «para hacerla radiante, sin mancha, ni arruga, ni nada parecido».

Las palabras de Jesús chocan con la mentalidad vigente. Hace veinte siglos parecía inadmisible que una persona pudiera comunicar un mensaje tan exigente y tan liberador. Hoy, seguimos en el mismo plan: tratamos de endulzar las palabras de Jesús para que no hieran nuestros prejuicios. Con frecuencia queremos convertir la palabra de Jesús en el ejercicio de un conjunto de ritos. Pero, la palabra de Jesús nos desestabiliza, nos desquicia y nos lleva a cuestionar la vida diaria. A veces, incluso, decimos como los discípulos. «Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso? No obstante, si queremos seguir a Jesús, la única respuesta posible es un «sí» rotundo, un «amén» decidido y generoso. Queremos seguirlo y queremos ser como él. No deseamos contentarnos con los laureles que nos ofrece el mundo, sino que anhelamos caminar con el Nazareno la difícil y tortuosa vía del pueblo de Dios en la historia.

¡Qué útil sería examinar nuestras eucaristías…! ¿Generan un «movimiento de Jesús» en dirección hacia la Utopía solidaria de lo que Él llamaba Reino? ¿Van cambiando nuestro modo de pensar y actuar? ¿Nos hacen capaces de identificar las otras presencias del Dios entre los desheredados de la vida? El mismo Jesús, en cuya boca Juan puso estas palabras: «Yo soy el Pan de Vida», según Mateo también dijo: «tuve hambre y me diste de comer, cada vez que lo hicieron con mis hermanos más pequeños, era conmigo mismo con quien lo estaban haciendo» (Mt 25,35).

Completamos nuestra reflexión con palabras de José Antonio Pagola que continúan las que citábamos la semana pasada, sobre la forma actual de celebrar la Eucaristía: Las preguntas son inevitables: ¿No necesita la Iglesia en su centro una experiencia más viva y encarnada de la cena del Señor que la que ofrece la liturgia actual? ¿Estamos tan seguros de estar haciendo hoy bien lo que Jesús quiso que hiciéramos en memoria suya?

¿Es la liturgia que nosotros venimos repitiendo desde siglos la que mejor puede ayudar en estos tiempos a los creyentes a vivir lo que vivió Jesús en aquella cena memorable donde se concentra, se recapitula y se manifiesta cómo y para qué vivió y murió? ¿Es la que más nos puede atraer a vivir como discípulos suyos al servicio de su proyecto del reino del Padre?

Hoy todo parece oponerse a la reforma de la misa. Sin embargo, cada vez será más necesaria si la Iglesia quiere vivir del contacto vital con Jesucristo. El camino será largo. La transformación será posible cuando la Iglesia sienta con más fuerza la necesidad de recordar a Jesús y vivir de su Espíritu. Por eso también ahora lo más responsable no es ausentarse de la misa, sino contribuir a la conversión a Jesucristo. Leer más…

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22.8.21. ¿Vosotros no os marcháis? Transformación en Galilea, transformación actual de la Iglesia (Jn 6, 60-69). Dom 21 TO. Ante la crisis mayor de la Iglesia

Domingo, 22 de agosto de 2021
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3F59ED73-9ADE-4F3F-B25D-0E2318F8A851Del blog de Xabier Pikaza:

Nunca un evangelio ha sido más actual. Muchos, quizá la mayoría, habían seguido a Jesús por conveniencia: Unos porque les daba de comer, otros porque le veían como garante de un tipo de sacralidad antigua, otros simplemente por tradición, por afán de poder, por algún tipo de visión mágica de la vida. Y así vinieron con él hasta Cafarnaúm de Galilea.

Pero de pronto, tras el “milagro” (¿aparente?) de la multiplicación de los panes y la experiencia (¿también aparente?) de ayuda en la tormenta, tras haber escuchado el sermón del pan de vida, muchos (polloi = todos) quedaron decepcionados y empezaron a marcharse, de forma que Jesús quedó prácticamente solo, con solo Doce discípulos al lado, y no todos dignos de fiar.

Las circunstancias no son las mismas, pero actualmente (año 2021) estamos asistiendo (al menos en la iglesia de Occidente) a un escenario y crisis semejante. Muchos se van de la Iglesia, por motivos parecidos a los del discurso y crisis de Galilea (sobre el cuerpo y la sangre de los seguidores de Jesús). Será bueno trazar una comparación.

Texto

En aquel tiempo, muchos (=todos los) discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: “Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?” Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: “¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen. “Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.” Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También vosotros queréis marcharos?” Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios”(Juan 6, 60-69)

(Imágenes de la sinagoga judía posterior de Cafarnaúm, con signos del judaísmo nacional).

TEMA DE FONDO, LECTURA HISTÓRICA DEL EVANGELIO DE JUAN

       Esta  nota final de capítulo del Pan de Vida (Jn 6) recoge y reinterpreta, desde la perspectiva del Discípulo Amado, en torno al año 100 d. C., un momento y un motivo fundamental de la historia de la Iglesia, que ha de verse a la luz de los comentarios anteriores sobre el tema (en este blog). Así lo indicaré de un modo telegráfico, poniendo después de relieve la actualidad de esta crisis y abandono de la iglesia, este año 2021, en que muchos y muchos quieren marcharse también de ella, por motivos en gran parte semejantes a los de este evangelio de Juan, en torno al año 100 d.C.

1.El narrador es el Discípulo amado, o alguien que escribe a su nombre, recogiendo en su evangelio el sentido del pasado y futuro de la Iglesia, en el paso de la segunda a la tercera generación de cristianos. Ésta es  una narración “interesada” (escrita desde una perspectiva eclesial, la de la comunidad del Discípulo amado, no la de Mateo o la de los sucesores de Pablo. Es una narración particular (una entre varias),pero fundamental para entender el pasado y presente de la Iglesia, pasando de la “multitud de Galilea” (que abandonan a Jesús) a la comunidad de los Doce (con Pedro), mirada  desde la perspectiva del Discípulo amado. Ésta ha sido para muchos la mayor crisis de iglesia hasta el momento actual (año 2021).

2.El Discípulo amado acepta el relato de las multiplicaciones, con la multitud de seguidores de Jesús en Galilea, buscando pan y poder político, pero las interpreta de un modo “crítico” (espiritual), narrando su fracaso (los seguidores de Jesús en Galilea abandonan en masa al Maestro, tras su interpretación de los panes y del reino.. Es importante la comida multiplicada, pero la comida sola no basta para entender a Jesús y seguirle (como sabe también la primera tentación de Mt 4 y Lc 4). Comprar a los hombres por “pan” por “dinero” podría ser algo diabólico; en el fondo del pan ha de estar la “palabra”, es decir, la comunicación entre los hombres y mujeres.

3.El Discípulo amado sabe, además, que muchos buscaron a Jesús para hacerle “rey”, pues les prometía comida (2ª o  3ª tentación en Lc 4 y Mt 4), pero añade que Jesús rechazó de manera tajante esa interpretación política de su evangelio. También en Lucas y Mateo Jesús rechaza el “reino político”, aunque lo hacen con otros matices. Lo cierto es que Jesús no quiso competir con el Imperio de Roma, ni alzarse en armas contra los poderes imperiales, aunque hubiera tenido posibilidades de hacerlo. Este rechazo del “reino político-militar” define el proyecto de Jesús, y hace que muchos de sus seguidores “políticos” le abandonen. Éste es el fondo de su gran crisis de Galilea.

4.El Discípulo Amado reinterpreta desde ese plano la “eucaristía”, tal como algunos podían entenderla, pasando  de la “misa del pan y de los peces” (como abundancia material) al pan de la carne  sangre, esto es, de la vida, entendida en un sentido radicalmente personal (experiencia de Dios) y totalmente carnal: La verdadera eucaristía es el don de la vida de cada uno, es decir, de la carne y sangre compartida… Todo nos permite suponer que el Discípulo Amado no niega le eucaristía de la Última Cena de los sinópticos y Pablo (1 Cor), pero la interpreta en forma de “comunión carnal”, de comunicación personal de vida, de nueva y más alta experiencia de participación.

5.La mayoría de los discípulos de Jesús se marchan… Pueden admirar a Jesús, con su camino de multiplicación… pero quieren otra cosa, otro pan, otro reino. Quieren que el Pan sea pan (poder económico) y el Reino sea reino,  dominio político sobre el mundo. Lo que les ofrece Jesús les parece sklêros, duro, una transformación personal que no están dispuestos a asumir… Ellos no quieren ese lenguaje del Discípulo Amado, ni esa participación de la carne (es decir, de la vida entera). No es que rechacen a Jesús por “malo”, simplemente se van, quieren otra cosa. No dice, como muchos hoy, quizá engañándose a sí mismos “Jesús sí, iglesia no”. Ellos dicen simplemente “este Jesús no”. Su discurso no vale para ese tiempo (año 100 d.C. o 2021 d.C.).

6.Conforme a este relato, el seguimiento de Jesús requiere una nueva experiencia de Dios, esto es, una experiencia distinta de la vida, una nueva dimensión, una forma superior de comprensión de Dios, de su presencia y acción, del sentido de la propia vida. Ciertamente, Jesús resuelve en un plano los problemas de la vida (el pan, el reino…), pero lo hace abriendo un horizonte distinto de economía, de política.

7.El gran fracaso galileo de Jesús, en Cafarnaúm. Todos se van… Uno a uno. Han venido buscando un tipo de pan y de poder, y al principio pensaron que Jesús respondía a sus deseos. Pero después, tras un largo sermón (Jn 6) han descubierto el sentido del Pan de Jesús, han comprendido el alcance de su Reino, y no quieren ni ese pan ni ese reino. Venían a por otra cosa, no la han encontrado, se van, cada uno a su pan, a su negocio, a su forma de entender el Reino.  El Discípulo Amado, escribiendo hacia el año 100, a unos 70 años de distancia de los hechos, afirma que el proyecto galileo de Jesús ha terminado siendo  un rotundo y total fracaso. No ha quedado nada. No sé si hoy, año 2021, podríamos decir algo semejante: Se van muchos cristianos ¿Ha fracasado el proyecto cristiano-occidental del proyecto de Jesús, según la Iglesia católica?

8.Quedan los Doce… No se van. Pedro responde en nombre de todos (¡aunque hay un traidor escondido entre ellos!). ¿Dónde iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Da la impresión de que se quedan, pero son convencimiento… Han arriesgado mucho por Jesús, son la “estructura” de su movimiento. ¿Sería mejor que también ellos se hubieran ido, que Jesús comenzara con otros totalmente distintos? Jn 21 ofrece una primera respuesta a esas preguntas: Jesús no empieza con los Doce, sino con Siete… Jesús “examina”  a Pedro en amor. ¿Qué significa esto para nosotros?

TEMAS DE ACTUALIDAD. ¿CÓMO ENTENDER HOY ABANDONO DE LA IGLESIA?

He comenzado diciendo que esta historia de Jn 5 es una de las más actuales del evangelio.  Es evidente que no podemos aplicarla hoy (2021) al pie de la letra, pues han pasado 20 siglos y las condiciones de la sociedad y de la iglesia son muy distintas.  Tenemos una larga historia, de la que no podemos renegar, pero tampoco admitir totalmente y seguir como si nada hubiera pasado. Por eso es bueno leer de nuevo e interpretar el sentido de la crisis galilea de Jesús. Ésta  sigue siendo una historia actual, y así quiero entenderla, siguiendo los ocho puntos de la exposición anterior:

Leer más…

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Abandono, seguimiento y traición. Domingo 21. Ciclo B.

Domingo, 22 de agosto de 2021
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3b32a400-f8f1-4ffa-bc94-18d9c966940dDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Si el domingo pasado no hubiera coincidido con la fiesta de la Asunción, habríamos terminado de leer el debate de Jesús sobre el pan de vida. Lo curioso, y extraño, es que el evangelista no cuenta la reacción final del auditorio. Anteriormente, en dos ocasiones, ha interrumpido a Jesús mostrando su desacuerdo. Ahora no dice nada, como si no mereciera la pena seguir discutiendo. Sin embargo, se cuenta la reacción de los discípulos, con dos posturas muy distintas (unos lo abandonan, otros lo siguen) y el aviso de la traición de uno de ellos.

Evangelio (Jn 6, 60-69)

En aquel tiempo muchos de los discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:

-«Esto que dice es inadmisible. ¿Quién puede admitirlo?».

    Jesús, conociendo que sus discípulos hacían esas críticas, les dijo:

«¿Esto os escandaliza? ¡Pues si vierais al hijo del hombre subir adonde estaba antes! El espíritu es el que da vida. La carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero entre vosotros hay algunos que no creen». (Jesús ya sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a traicionar).

Y añadió:

-«Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no le es dado por el Padre».

     Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y no andaban con él.

     Jesús preguntó a los doce:

«¿También vosotros queréis iros?».

   Simón Pedro le contestó:

-«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios».

Abandono

     «Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y no andaban con él.» Es un momento de crisis muy fuerte. Hasta ahora, los discípulos de Jesús no han tenido ningún problema, aunque debemos reconocer que las noticias del cuarto evangelio sobre ellos son escasas hasta este momento. Ha contado la vocación de los cinco primeros (Juan, Andrés, Pedro, Felipe, Natanael), pero no la de los otros muchos que se fueron agregando, ni siquiera la elección del grupo de los Doce. Las referencias de pasada son positivas. En las bodas de Caná se dice que «creyeron en él» (Jn 2,11). Cuando purifica el templo, se acordaron de lo que dice un salmo («El celo por tu casa me devora») y justifican su actitud violenta (Jn 2,17). No lo conocen todavía muy a fondo, porque cuando les dice: «Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis», lo único que se les ocurre pensar es que alguien le ha traído de comer (Jn 4,32-33). En el importante episodio de la curación del enfermo de la piscina, con el largo discurso posterior de Jesús, el evangelista ni siquiera los menciona (Jn 5).

     Tras este extraño silencio, en la multiplicación de los panes y los peces y el debate en la sinagoga de Cafarnaúm, los discípulos adquieren gran protagonismo. Pero divididos en dos grupos: la mayoría y los Doce.

     La mayoría abandona a Jesús. ¿Por qué? Ellos lo justifican diciendo que «este discurso» (o` lo,goj ou-toj) es duro, intolerable, inadmisible. No se refieren solo a la idea de comer su carne y beber su sangre; se refieren a todo lo que ha dicho Jesús sobre sí mismo: que es el enviado de Dios, que ha bajado del cielo, que resucitará el último día a quien crea en él, que él es el verdadero pan de vida. En el fondo, comer el cuerpo y beber la sangre de Jesús equivalen a «tragárselo», a aceptarlo tal como él dice que es. Y eso, la mayoría de los discípulos, no está dispuesto a admitirlo. Lo han visto hacer milagros, pero eso no les extraña. También en el Antiguo Testamento se habla de personajes milagrosos. Sin embargo, ninguno de ellos, ni siquiera Moisés, dijo haber bajado del cielo y ser capaz de resucitar a alguien.

     Jesús interpreta el abandono desde un punto de vista muy distinto. Empieza echando leña al fuego: si se escandalizan de lo que ha dicho, podría darles más motivos de escándalo. El problema es que enfocan todo desde un punto de vista humano, carnal; y para creer en él hay que dejarse guiar por el espíritu. Pero esto solo lo consigue aquel a quien el Padre se lo concede. Estas palabras de Jesús resultan desconcertantes: por una parte, cargan la culpa sobre los discípulos que se sitúan ante él con una mirada puramente humana; por otra, responsabiliza a Dios Padre, ya que solo él puede conceder el acceso a Jesús («nadie puede venir a mí si no le es dado por el Padre»).

    Quizá el evangelista está pensando en los cristianos que han abandonado la comunidad a causa de las persecuciones o por cualquier otro motivo. ¿Qué les ha pasado a esas personas? ¿Es solo culpa suya? ¿Hay un aspecto misterioso, en el que parte de la culpa parece recaer sobre Dios? Pensando en la gente que conocemos y cómo han evolucionado en su vida de fe, estas preguntas siguen siendo de enorme actualidad.

Seguimiento

    El momento más dramático se cuenta con enorme concisión. Tras el abandono de muchos solo quedan los Doce. La pregunta de Jesús («¿También vosotros queréis iros»), sugiere cosas muy distintas: desilusión, esperanza, sensación de fracaso… La respuesta inmediata de Pedro, como portavoz de los Doce, recuerda a su confesión en Cesarea de Filipo, según la cuentan los Sinópticos: «Tú eres el Mesías».

     Pero hay unas diferencias interesantes. Pedro no comienza confesando, sino preguntándole: «Señor, ¿a quién iremos?» Abandonar a Jesús y volver a sus trabajos es algo que no se les pasa por la cabeza. Necesitan un maestro, alguien que los guíe. ¿Dónde van a encontrar uno mejor que él? ¿Uno cuya palabra te hace sentirte vivo? Lo primero que hace Pedro es reconocer que necesitan a Jesús, no pueden vivir sin él. Luego sigue la confesión de fe. Pero no dice que Jesús sea el Mesías, sino «el Santo de Dios».

      No queda claro que quiere decir Pedro con este título, que solo aparece una vez en el Antiguo Testamento, aplicado al sumo sacerdote Aarón, con sentido honorífico o por su estrecha relación con el culto (Sal 106,16). En el Nuevo Testamento, Mc y Lc lo ponen en boca del endemoniado de la sinagoga de Cafarnaúm, que lo aplica a Jesús (Mc 1,24 = Lc 4,34; Mt omite este pasaje). Sin duda, Pedro confiesa que Jesús está en una relación especial con Dios, sin meterse a discutir si ha bajado del cielo.

Traición

judas

     En el texto litúrgico, este tema solo aparece de pasada: Jesús sabía «quien lo iba a traicionar». Si no hubiesen mutilado el evangelio, quedaría mucho más claro. Porque, inmediatamente después de la intervención de Pedro, Jesús añade: «“¿No os he elegido yo a los Doce? Pero uno de vosotros es un diablo.” Lo decía por Judas Iscariote, uno de los Doce, que lo iba a entregar.»

     Con ello surge una nueva pregunta y un nuevo misterio: ¿por qué Judas no abandona a Jesús en este momento, cuando tantos otros lo han hecho? ¿Por qué Jesús, si lo sabe, lo mantiene en el grupo? ¿Cómo puede llegar alguien a desilusionarse de Jesús hasta el punto de traicionarlo?

1ª lectura: el compromiso de los israelitas con Dios (Josué 24,1-2.15-18)

La decisión de Pedro y los otros de seguir con Jesús recuerda a la de los antiguos israelitas de mantenerse fieles a Yahvé, Dios de Israel.

     Estamos en el capítulo final del libro de Josué. Los israelitas, a las órdenes de Josué, han conquistado todo el territorio que Dios les había prometido (es preferible no recordar cómo lo consiguieron, porque lo que ocurre actualmente en la frontera de Gaza resulta un juego entretenido). En ese momento, Josué reúne a todas las tribus en Siquén, les recuerda los beneficios pasados de Dios y les ofrece la alternativa de servir o no servir a Yahvé. Es un diálogo espléndido, dramático, en el que Josué, contra lo que cabría esperar, se esfuerza por convencer al pueblo de que no sirva a Yahvé. Es un dios celoso que no los perdonará si lo traicionan. Sin embargo, los israelitas porfían en que quieren servirlo, y todo termina con la alianza entre el pueblo y Dios.

     Quienes han seleccionado el texto han demostrado, una vez más, que no les entusiasma la Biblia: han mutilado la intervención de Josué, el diálogo con el pueblo, y el final. De 28 versículos, solo se han salvado 6.

En aquellos días Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos, jefes, jueces y escribas, y en presencia del Señor dijo a todo el pueblo:

-«Esto dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros padres, Téraj, padre de Abrahán y de Najor, vivían antiguamente al otro lado del río Éufrates y adoraban a otros dioses. Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir, si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río o a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupáis; yo y mi casa serviremos al Señor».

El pueblo respondió:

-«Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de Egipto, de la casa de la esclavitud; ha realizado ante nuestros ojos estos grandes prodigios y nos ha protegido durante todo el camino que hemos recorrido y en todos los pueblos por los que hemos pasado. Nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios».

     Si se hubiera leído completo, el texto ofrecería una relación más estrecha con el evangelio. Tanto Josué como Jesús hablan de manera clara y dura, como queriendo desanimar a sus seguidores. La gran diferencia radica en la diversa reacción de los oyentes. El texto de Josué ofrece un final feliz, ajeno por completo a la realidad: los israelitas siguieron sirviendo a otros dioses y abandonando a Yahvé. El evangelio traza un cuadro más realista, incluso pesimista: muchos discípulos abandonan a Jesús; solo quedan doce, y uno de ellos será un traidor.

2ª lectura: ¿Sería mejor suprimirla? (Efesios 5,21-32)

     Este es el texto que ninguna novia quiere que se lea el día de su boda. En los tiempos que corren, decirle que «sea sumisa a su marido», que «le debe estar sujeta en todo», porque no hay igualdad entre ambos, sino que «el marido es la cabeza de la mujer», no es lo más agradable. Aunque luego le diga al marido que ame a su esposa como a su propio cuerpo. De esta segunda parte de la lectura, ni se entera.

      Me limito a dos aclaraciones.

    1) Este texto, que tanta crítica le ha valido a Pablo de misógino y machista, no es suyo. La carta a los Efesios no la escribió él, sino un discípulo suyo. «Al Cesar lo que es del César».

    2) Esta mentalidad sobre el matrimonio, que hoy día nos escandaliza, era progresista en el siglo I. Basta mirar lo que ocurre en algunos países árabes. La mujer acepta con naturalidad estar sometida al marido. Pero el marido no siempre es consciente del cariño y delicadeza con que debe tratar a su mujer. La corrupción moral, tan extendida en el siglo I, explica que el autor exija a los matrimonios cristianos un comportamiento fundado en el respeto mutuo, por fidelidad a Cristo. Ojalá en todos los matrimonios cristianos actuales hubiera ese mismo respeto.

Hermanos, respetaos unos a otros por fidelidad a Cristo. Que las mujeres sean sumisas a sus maridos como si se tratara del Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, del mismo modo que Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual él es el Salvador. Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres lo deben estar a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó él mismo por ella, a fin de santificarla por medio del agua del bautismo y de la palabra, para prepararse una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa y perfecta. Así los maridos deben también amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie odia jamás a su propio cuerpo, sino que, por el contrario, lo alimenta y lo cuida, como hace Cristo con la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Éste es un gran misterio, que yo aplico a Cristo y a la Iglesia.

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Domingo XXI del Tiempo Ordinario. 22 de agosto de 2021

Domingo, 22 de agosto de 2021
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Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: -¿También vosotros queréis marcharos?”

(Jn 6, 60-69)

Cabe una primera reacción ante este texto: Pensar así como: “¡menudos discípulos! ¡Qué gente tan inconsistente! ¡Qué falta de compromiso!”

Es una reacción de pura lógica humana. Las cosas no salen bien, no tienen éxito, porque siempre hay personas que vienen a estropearlo todo. Y en este caso concreto la cosa está muy clara. los que criticaron a Jesús y se marcharon son los malos de la película.

Sin embargo, aquí el evangelio no nos está hablando ni de buenos ni de malos. Habla, más bien, de un Reino que se abre camino en medio de las dificultades, de una fuerza amorosa que atraviesa la existencia humana; toda la existencia humana, también la parte más oscura.

A lo largo de todo el Antiguo Testamento hay una enseñanza constante que, llegadas a este punto, parece se nos olvida: Dios siente debilidad por lo pequeño.

Elige a Sara, a Jacob, a Raquel, a José… que son los pequeños, los que no cuentan; que son las estériles, las que no valen. Y elige también ejércitos pequeños, casi ridículos, para vencer a quienes se creen poderosos.

El amor de Dios no avanzagracias” a los méritos humanos, sino, muchas veces, a pesar de los errores humanos.

No es Jesús quien necesita a sus discípulos, son los discípulos los que tienen que optar por Jesús.

El Reino sigue creciendo. Crece hoy gracias a la crisis de vocaciones que vive la Iglesia. Crece a pesar de los errores de la jerarquía y también a pesar de cada uno de nuestros fallos. El Amor de Dios sigue imparable, seduciendo corazones dentro y fuera de los límites de nuestra Iglesia.

Así son las cosas de Dios: sorprendentes, imparables y gratuitas. Siempre gratuitas, generosas, metidas de lleno en el ámbito del exceso. Porque el Amor, por definición, es siempre excesivo y generoso.

Entonces puede libremente preguntarnos: ¿también vosotros queréis marcharos?

Ahora la pelota está en nuestro tejado.

Oración

Aumenta, Trinidad Santa, nuestra fe y nuestra confianza para que podamos caminar con la libertad que solo el Amor nos puede brindar.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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¡Triste desenlace! A la inmensa mayoría no le interesa el Espíritu y la Vida que Jesús ofrece.

Domingo, 22 de agosto de 2021
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juan-6-60-69-3-660x330Jn 6, 61-71

Llegamos al final del c. 6 del evangelio de Jn. Llega la hora del desenlace. La disyuntiva es clara: o acceder a la verdadera Vida, o permanecer enredados en la pura materialidad. Recordar lo que decíamos el primer día: no tomar ninguna decisión es mantener el camino fácil del hedonismo, en el que estamos. ¿Qué resultado tiene hoy la oferta de Jesús?

Este modo de hablar es inaceptable. ¿Quién puede hacerle caso? Son inaceptables estas propuestas, para ellos y para nosotros. Van en contra de toda lógica, pues contradicen nuestras apetencias más íntimas. Quieren llevarnos más allá de lo razonable. Todo aquel que se deje guiar por el sentido común, se “escandalizará”. Lo que nos pide Jesús es salir del egoísmo y entregarse a los demás. ¡Qué disparate! Desde el punto de vista religioso, se trata de sustituir a Dios por el hombre. ¿Cómo podemos dejar de servir a Dios para dedicarnos a los demás?  ¿No es el primer deber de todo ser humano dar “gloria” a Dios?

La incapacidad de comprender es consecuencia de entender desde la carne. Y ojo, que no se trata de despreciar y machacar la carne. Entendido de esa manera maniquea, tampoco tiene ninguna salida el mensaje de Jesús. Se trata de descubrir que el verdadero sentido de la vida fisiológica y terrena, para un ser humano, el verdadero sentido de la carne, está en la trascen­dencia; es decir desplegar las posibilidades más sublimes que el ser humano tiene de crecer y ser más que simple biología. La vida terrena no puede ser meta para el hombre.

El espíritu es el que da Vida, la carne no sirve para nada. Este versículo es clave para entender todo el capítulo. Aquí, carne y espíritu no se refieren a dos realidades concretas y opuestas, sino a dos maneras de afrontar la existencia humana. Solo una actitud espiritual puede dar pleno sentido a una vida humana. Vivir desde las exigencias de la carne sola cercena la meta del ser humano. En teoría no se entiende y en la práctica, ¿quién de nosotros se cree, de verdad, que la carne no vale para nada? ¿Por qué luchamos? ¿Cuál es nuestra mayor preocupación? ¿Cuánto tiempo dedicamos al cuerpo y cuánto al Espíritu?

Después de remachar por activa y por pasiva que había que comer su carne, ahora nos dice que la carne no vale para nada; que lo único que vale es el espíritu. Estas palabras nos obligan a hacer un esfuerzo sobrehumano para poder comprender lo que nos quiere decir. No es ninguna contradicción. Se trata de descubrir que el valor de la “carne” le viene de estar informada por el espíritu. Con el espíritu, la carne lo es todo. Sin el espíritu, la carne no es nada. De nuevo queda claro el profundo sentido que da Jn a la encarnación.

Las propuestas que os he hecho son Espíritu y son Vida. Las palabras no tienen valor por sí mismas, debemos ir más allá de ellas y descubrir el Espíritu al que hacen referencia. Como en el discurso de Nicodemo y el de la Samaritana, la referencia al Espíritu es clave para entender a Jesús. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es espíritu”. “Dios es espíritu, y hay que acercarse a Él en espíritu y en verdad”. Todo el capítulo viene diciendo que él es el pan… Ahora nos dice que son sus palabras las que dan la Vida. Para el hombre, la única propuesta que le llevará a la plenitud es la que hace Jesús.

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. En este proceso de alejamiento entre Jesús y los que le siguen, se da el último paso, el abandono. Fijaos bien que, hasta ahora, los que le criticaban y murmuraban eran “los judíos”; ahora son “los discípulos” los que deciden abandonar a Jesús. Tal vez la mayoría de los oyentes ya le habían abandonado antes. Recordemos que todo el capítulo se ha planteado como un proceso de iniciación. Terminado el proceso, hay que tomar una decisión.

¿También vosotros queréis marcharos? Jesús no busca la aprobación general. Tanto los políticos como los medios lo condicionan todo a la audiencia. Lo importante es vender. Jesús acepta el reto que su doctrina provoca. Está dispuesto a quedarse completamente solo antes que ceder en la radicalidad de su mensaje. La pregunta manifiesta un deje de profunda amargura. Pero también deja muy clara la convicción que tiene en lo que está proponiendo.

¿Con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican Vida definitiva. Pedro, da la única respuesta adecuada: “Nosotros creemos”. La mayoría de los que escuchan a Jesús, se sienten más seguros con el cumplimiento de la Ley. En la comida eran cinco mil. Quedan doce. Más tarde demostrarían que ellos tampoco lo entendieron. Para entenderlo tuvieron que pasar por la experiencia pascual. Juan deja claro que el fundamento de la Iglesia que se empieza a organizar, son los doce, y que Pedro es la cabeza que la dirige.

También en los sinópticos, Jesús empieza siendo aclamado con entusiasmo por la multitud, pero termina siendo abandonado por todos. Si hoy nos declaramos cristianos dos mil millones de personas, se debe a que no se exige la radicalidad de su mensaje y estamos en el engaño de lo que nos puede dar, no en la conciencia de lo que nos exige. Si descubriéramos que la médula del mensaje de Jesús es que tenemos que dejarnos comer, ¿Cuántos quedarían? Eso es lo que nos pide Jesús. Antes que morder debo dejarme comer.

Jn intenta aclarar las condiciones de pertenencia a la comunidad de Jesús: La adhesión a Jesús y la asimilación de su propuesta de amor. Su ‘exigencia’ es una dedicación al bien del hombre a través de la entrega personal. El mesianismo triunfal queda definitivamente excluido. En contra de lo que se nos sigue diciendo, Jesús ni busca gloria humana o divina, ni la promete a los que le sigan. Seguirlo significa renunciar a toda ambición personal.

Hoy seguimos ignorando la propuesta de Jesús. En nombre del evangelio seguimos ofreciendo unas seguridades derivadas del cumplimiento de unas normas. No se invita a los fieles a hacer una elección de la oferta de Jesús, porque no se les presenta dicha oferta. Hemos manipulado el evangelio para salirnos con la nuestra. No nos interesa el mensaje de Jesús, sino nuestros propios anhelos de salvación que no van más allá de la sola carne.

Es decepcionante que la celebración de la eucaristía no tenga ninguna repercusión en nuestra vida real. No es casualidad que en el evangelio se hable de Vida al tratar de expresar la realidad espiritual que descubrió Jesús más allá de la vida. El paralelismo nos puede llevar a comprender que no existe una VIDA separada de la materia. Ni en el orden espiritual, ni en el biológico, la vida puede andar por ahí separada de la materia sensible. Dios es Vida, pero no está en algún lugar del universo y desde allí nos hace partícipes de ella.

En el orden biológico, a la hora de definir la vida, tenemos que recurrir a su manifestación. Nunca nos encontraremos con la vida, sino con un ser vivo. En el orden espiritual sucede lo mismo. Nunca nos encontraremos con el Espíritu pero podemos encontrarnos con un ser atravesado por el Espíritu. ¿Cómo lo sabremos? Solo a través de sus relaciones con los demás seres. Si es capaz de descentrarse y descubrir en los demás seres aquello que le identifica con ellos, se trata de un ser que tiene Vida espiritual.

Meditación-contemplación

Jesús manifiesta en su vida, esa Vida plena y definitiva.
La experiencia pascual llevó a los discípulos a hacer suya esa Vida.
No fue fácil superar el apego a las seguridades de su religión.
Nosotros, con una religión tan anclada en la Ley como la judía,
también tenemos que arriesgarnos
si no queremos caminar hacia la nada.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La Eucaristía, banquete celestial.

Domingo, 22 de agosto de 2021
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eucaristia-720_270x250“Veo descender del cielo a la Música como una voz sonora que nos invita a pasear por los jardines del Señor. Cantar ha sido para mí la alegría de abrir mi alma a la más pura elevación ¡Gracias a ti, Música” (Federico García Lorca)

26 de agosto. Domingo XXI del TO

Jn 6, 60-69

El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida 

El ancla es un espléndido símbolo de la esperanza: “Ella es como un ancla firme y segura del alma”, dice Pablo en Hebreos 6, 19, pero, por definición se trata de un objeto que impide, precisamente, que el barco avance. Personalmente me gusta más la imagen de Le Petit Prince de Antoine de Saint-Exupéry: “Lo que embellece el desierto es que esconde un pozo en alguna parte”. Y lo más apremiante es descubrir dónde se encuentra.

En su novela para espíritus selectos, El tonto emocional, J. Maronna y D. Samper relatan que “El Viajero llevaba meses, años, siglos buscando a alguien que le diera razón sobre la Razón Última de la Razón, y no le pareció excesivo emprender un nuevo periplo hacia el sur”. El mencionado personaje, que nos puede ahorrar un viaje interminable, es Jesús de Nazaret.

“Él siempre supo adónde llevaban los caminos, y nos ayudará a encontrar las adecuadas respuestas”, decía Juan Ramón Jiménez. Platero tenía un agudo sentido de la orientación, y lleva a su dueño siempre a su destino.

“Jesús vino a mostrar la misericordia y la compasión de Dios, cuyo amor es un refugio que nos protege, incluso, del rigor de la Ley. Jesús vino a mostrar la misericordia y la compasión de Dios, cuyo amor es un refugio que nos protege, incluso, del rigor de la Ley”, dice Paramahansa Yogananda en su obra El Yoga de Jesús. Lo demostró durante toda su vida pública dándose plenamente a los demás:  invitando a todos al banquete en su reino (Lc 14, 15-24), cuando dice a los fariseos que no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 9, 13), o en la última cena (Mt 26, 28).

“Veo descender del cielo a la Música como una voz sonora que nos invita a pasear por los jardines del Señor. Cantar ha sido para mí la alegría de abrir mi alma a la más pura elevación ¡Gracias a ti, Música” (Federico García Lorca). Voz que nos invita a ser escuchada en las palabras de Jesús: El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida” (Jn 6, 63).

Jon Kabat-Zinn, hablando de la generosidad, nos da en Maindfulness en la vida cotidiana, este saludable consejo: “Lo que sugiero es más bien que practique el hecho de compartir la plenitud de su ser, la mejor parte de usted, su entusiasmo, su vitalidad, su espíritu, su confianza, su apertura y, sobre todo, su presencia. Compártala con usted mismo, con su familia, con el mundo”.

Una vez que nuestros corazones se liberan de apegos, el estrecho círculo de la familia y los amigos crece. Incluso vemos que los animales y las plantas son hermanos nuestros, y sentimos la interdependencia con todos los seres. Como fue el corazón de tu madre, querida Inma: dando luz y calor a toda nuestra vida, siempre entregada a todos.

EUCARISTÍA
(A Conchita Torrejón, esplendoroso sol de nuestras vidas)

II. Comunión

Florecerán en tu jardín del alma
jazmines, ruiseñores y camelias.

Era un amanecer en mediodía…
un otoño, estación de recogida
de frutos sazonados
del multiforme árbol de tu vida.

Los vendimiamos todos,
y todos los colgamos en el nuestro.
Gracias por tanta gracia y don, Conchita.

Se adelantó la Primavera:
en tu jardín del alma han florecido
jazmines, ruiseñores y camelias.
Y en él ha florecido tu Feadulta.

Un jardín donde tú sigues viviendo
dando luz y calor
a toda nuestra vida,
a todos nuestros sueños.

Coros, Ángeles, Arcángeles,
Tronos y Potestades celestiales,
entonan ya evangélicas canciones
al Amor que en su seno te ha acogido.

Y tú, Conchita,
de tan divina-humana orquesta
has sido nominada concertino.

En este amanecer en medio día,
desde esta brecha abierta
del costado del cielo,
serena y cordialmente
te decimos mientras te comulgamos:

-“¡Contigo, amiga, unidos para siempre!

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Tiempo de prueba y criba.

Domingo, 22 de agosto de 2021
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caminante%2520by%2520stevewalkercomJn 6, 60-69

Paso a paso, domingo a domingo, con este cinco en total, nos llevas por un tiempo de prueba y criba, sintetizada en la pregunta a los Doce que resuena con un eco de tristeza: “¿También vosotros queréis marcharos?”.

Intentar comprender la contestación de Pedro (“Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”), me llevó hasta  al versículo 1 del capítulo 6 de Juan.

Te siguen  multitudes que buscan ser alimentados, pero no conocen más que el alimento del cuerpo y el anhelo de una vida mejor. Les enseñas que, con lo poco puesto en común, haces milagros. Pero no entienden: quieren soluciones rápidas y convertirte en el líder que les provea y saque de problemas. Te fuiste, pero volvieron en tu busca… “me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. Murmuran, critican, debaten… Tus palabras descolocan, escandalizan.

Y tú seguías avanzando en tu mensaje directo a tus discípulos, esos que se iban uniendo por los caminos y que se sentían atraídos por ti, justo hasta el momento en que tus palabras… “este modo de hablar es duro”… se convirtieron en incomprensibles… “El que come de mi carne y bebe de mi sangre tiene vida eterna… Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. Quizás ese compromiso de unión les resultara demasiado complicado y comprometido.

Dejaron de escucharte, taparon sus oídos y muchos se marcharon buscando otros “profetas” más light. No sabían que tus palabras eran, y siguen siendo hoy, espíritu y vida, preludio de la Eucaristía.

Tiempo de poner a prueba. Tiempo de criba. Tiempo de preguntar a los Doce, a los cristianos de nuestro tiempo, a la Iglesia: “¿También vosotros queréis marcharos?… Tiempo de respuestas comprometidas: personales y en comunidad.

Abrámonos desde el silencio interior a la escucha de tu pregunta. Sólo creerá quién se deje tocar por el Espíritu descubriendo ese sutil toque de vida eterna que emana de cada palabra que sale de tu boca.

Mari Paz López Santos

Para FEADULTA 26  agosto 2018

Fuente Fe Adulta

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Amar la verdad.

Domingo, 22 de agosto de 2021
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ConfianzaDomingo XXI del Tiempo Ordinario

22 agosto 2021

Jn 6, 60-69

Cada uno vemos lo que podemos ver. Eso explica que personas que han podido ver un poco más lejos —o, sencillamente, desde “otro lugar”, como ejemplificó magistralmente la “alegoría de la caverna”, de Platón— hayan sido incomprendidas y, en los peores casos, perseguidas o incluso eliminadas.

 A lo largo de la historia han existido visionarios de todo tipo: desde los falsarios más burdos hasta quienes han vivido en un nivel de consciencia expandido.

 En cualquier caso, no parece sano aceptar lo que pueda decir una persona sin haberlo experimentado uno mismo. De hecho, el verdadero maestro no exige nunca sumisión, sino que indica pautas con las que cada cual pueda verificar la verdad de lo que dice. Por eso, su palabra es fuente de crecimiento y de liberación, de indagación y de autonomía.

 En principio, es verdadera aquella palabra que favorece la vida. Y lo notamos porque nos abre el horizonte, nos hace sentir más vivos, manifiesta la unidad y potencia el amor.

 Una palabra de ese tipo conecta fácilmente con lo mejor de nosotros mismos, porque resuena en nuestro interior como un “eco” de los más profundos anhelos y aspiraciones.

 En todos nosotros hay “Algo” que sabe. Puede suceder que ese centro de sabiduría se halle cegado por distintos motivos o incluso que permanezca ignorado. Con todo, basta que la persona potencie en ella el amor por la verdad para que su capacidad de comprensión se expanda mucho más allá de lo que hubiera imaginado.

 Amar la verdad implica vivir en actitud humilde de apertura, asumiendo el riesgo de quedar desnudos de nuestras posturas previas, de creencias antiguas y de las “verdades” con las que nos habíamos venido manejando.

 Se trata de una travesía en ocasiones difícil y exigente, porque casi de manera instintiva nos negamos a ser desinstalados. Se requiere humildad y toma de distancia del ego que siempre pretende tener razón. Pero el “premio” habrá valido la pena: la verdad es portadora de luz, de vida, de paz y de amor. La verdad es nuestra “casa”.

¿Busco honesta y apasionadamente la verdad?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Ya quisiéramos ateos como Dios manda

Domingo, 22 de agosto de 2021
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le-penseur-el-pensador-museo-rodin-auguste-bronce-escultura-sculpture-jardines-patina-detail-495Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Josué reunió a las tribus de Israel.

¿Qué otra cosa son nuestros parlamentos y la democracia?

Las personas, los grupos humanos vivimos en sociedad y como seres sociales -comunitarios- hemos de comportarnos.

No somos seres aislados, que hacemos cada cual lo que nos parece a nuestro aire. Las creencias, los mitos, la familia, el trabajo, los bienes, la cultura, la amistad, la sexualidad, la fiesta, etc. son cuestiones comunitarias

   Conviene reavivar nuestra conciencia social, comunitaria.

Una pregunta de fondo

   En el mundo occidental hoy en día quien crea legislación y ética son los parlamentos, los senados, los jueces, las ideologías políticas. Ahora bien, uno se pregunta si estas instituciones son capaces de crear un sentido de la vida, una ética sensata, o si, la mayor parte de los problemas y cuestiones de la vida, les son desconocidas o se les escapan a políticos, parlamentarios, jueces y senadores. Lo cual tampoco significa que los obispos doctrinarios tengan la razón fanática que les caracteriza.

Los políticos, jueces, parlamentarios, etc., son como los abogados: no defienden la verdad, sino al cliente que les paga.

   La eutanasia, el aborto, la justicia, la vida, etc. son más serias y complejas como para dejarlas en manos de tales personas e instituciones.

Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir:

Aquella asamblea convocada por Josué en el fondo era, como nuestros parlamentos, para ver ante quién nos postramos y cómo vivimos.

Si no os parece bien nuestra traditio, escoged cómo vivir y a qué dioses queremos servir, porque siempre habrá algún dios o ídolo en nuestra vida.

¿A quién servimos y cómo configuramos nuestra vida? ¿Adoramos al dios Dionisios y vivimos desde el placer? ¿Quizás nos postramos ante el dios patria? ¿tal vez nos fascina el dinero o la magia del poder?

  1. ¿Doctrina dura?

    Por una parte, en la Eucaristía no nos comemos al Jesús histórico. El cuerpo histórico de Jesús, el que nació de María, vivió en Palestina y murió crucificado, ese cuerpo ya no existe, porque resucitó. Y por eso salió de nuestra “inmanencia” y vive ya en la “transcendencia”, (JM Castillo)

     Por otra parte, resulta un poco extraño que después de haber multiplicado los panes, (el trabajo, el pan) ¿Cómo o por qué pudieron decir aquellos discípulos que multiplicar los panes y el trabajo, dar de comer a la gente es una doctrina dura? Resulta una postura un tanto absurda

    Lo de Cristo va por otros derroteros: el servicio y el amor (Jn 13 / Jn 15). El amor y el servicio crean solidaridad, que es por donde comienza este capítulo del pan de vida, 6º de Juan: la multiplicación de los panes.

El milagro no consiste en que Cristo diera de comer a la gente por arte de magia, sino porque el “asunto Cristo” trastoca los criterios humanos, cambia nuestra mentalidad y comenzamos a ser solidarios.

    Esto resulta una doctrina dura. La dificultad está en el servicio, en el amor y en la solidaridad. Es más frecuente y habitual creer en el poder, en la ley del más fuerte y en tener lo mío aumentándolo, si puedo, y los demás que se pudran.

  La doctrina dura es que ningún país europeo quiere acoger a los que pasan en pateras, ni ayudarles en sus lugares de origen.

  1. Muchos dejaron de seguir a Jesús. tránsfugas ha habido siempre.

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

    Cuando san Juan dice que dejaron de seguir o de estar con Jesús, es que “se acabó la conversación”. Rompieron el “carnet” y rompieron con todo. Hasta aquí hemos llegado y no quiero saber nada.

Esta historia del abandono nos es muy familiar en nuestro tiempo y en nuestro pueblo. Mucha gente, muchos estratos de la sociedad han marchado del seno de la Iglesia, otros muchos no han estado dentro nunca. Pensemos en el recorrido de los últimos cincuenta / setenta y cinco años. Entre los compañeros de Jesús, -y en nuestro tiempo- hubo y hay muchos tránsfugas tanto dentro de la Iglesia, como hacia afuera.

Ser creyente es una opción razonable y seria. Ser ateo, también. Para ser un buen cristiano, hay que ser un buen pagano.

Configurar la vida desde Cristo es muy valioso y razonable. Puede que haya personas que por circunstancias de recorridos personales, sociales, históricos, por vivencias eclesiásticas, etc. piensen configurar su vida desde otras posturas laicas, ateas. Quien, tras una seria reflexión, decide vivir y estructurar su vida en otros ámbitos, es digno de ser respetado y es una opción seria y válida.

Otra cuestión es la frivolidad. Frívolo es, según el diccionario de la real Academia: Ligero, veleidoso, insustancial. Es cierto que en la vida hay de todo y todos podemos tener algo de todo. Pero una cosa es ser “ateo como Dios manda” y otra muy distinta es ser ligero, veleidoso e insustancial.

Me parece a mí que hoy en día tenemos frívolos, ligeros y superficiales. ¡Ya quisiéramos tener ateos como Dios manda!

  1. “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios;

Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna

Humildad de la fe

Cristo es hombre de Palabra y su Palabra es Luz y Vida (Jn 1).

A ciertas alturas de la vida uno ya no cree, ni estamos para medias palabras, medias verdades y tontadas de tipo político, cultural, eclesiásticas.

   ¿A dónde vamos a ir? Solamente Cristo tiene palabras de vida eterna.

    ¿Vamos a acudir a los humanismos ideológicos que hemos, más o menos, conocido? ¿A la mística del humanismo fascista que vivimos y padecimos hace unas décadas? ¿A la épica del supuesto humanismo étnico-nazi? ¿Al falso humanismo de un capitalismo desaforado? ¿Al humanismo épico patriótico (sea la patria que sea)? ¿al fundamentalismo fanático-religioso de algunos obispos doctrinarios? ¿a la teología retrógrada de algunos teólogos y clérigos “cortesanos”?

    Cuando -ya más que adulto- uno comienza a ser anciano, creer, lo que se dice creer solamente cree en Dios por medio de JesuCristo y desde Él confíanos, servimos, respetamos y amamos la vida y al ser humano. Amemos la Palabra y seamos personas de palabra y amemos la Luz y la Vida.

Fe es confiar

    La fe no es un catecismo o un conjunto de doctrinas, sino que la fe es confianza, fiarse, confiar en JesuCristo.  La fe es algo muy humilde, incluso frágil y pobre.

    La fe no sirve para solucionar los problemas técnicos de la vida. Para construir un hospital, un polideportivo, una casa de cultura hay que ir al Ayuntamiento, a la Diputación, al Gobierno Vasco, etc. La fe no construye, pero la fe es la última instancia crítica con todas las mediaciones, instituciones, ideologías, etc. La fe es una reserva crítica y esa es su eficacia.

    Creer es humilde como la semilla, que también es pequeña, pero llena de vida. La semilla de la fe es la que da sentido a nuestra vida y su transcurrir. Podremos tener dudas de fe, cosas que no entendemos, pero la confianza en la Palabra es la raíz de nuestra fe.

    Recogiendo lo que dice Josué: lejos de nosotros abandonar a Dios para adorar y servir a dioses extranjeros:

Nosotros creemos que tú eres el Santo de Dios.


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Vida eterna

Miércoles, 11 de noviembre de 2020
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Del blog Nova Bella:

 

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“El beso de la muerte” escultura de Jaume Barba (1930)

*

“Entonces entiendo que tengo espacio en mi interior

para una segunda vida eterna e inmensa”

*

Rainer María Rilke,
Amo las horas oscuras de mi ser

***

Mors osculi: La estatua más conocida del cementerio de Poble Nou es de mármol y se encuentra en el departamento III. Se dice que aunque es obra del taller de Jaume Barba la ejecutó Joan Fontbernat. “El beso de la muerte” preside la tumba de Josep Llaudet Soler y la encargó a la muerte de su hijo, de 30 años.

En la base de la escultura constan unos versos de Jacint Verdaguer: “Mes són cor jovenívol no Pot més; a ses venes la Sanch s’atura i glaça i l’esma perduda amb la fe s’abraça sentint-se caure de la mort al bes” (“Pero su corazón juvenil no pudo más, por sus venas la sangre se para y hiela/congela, y el ánimo* perdido con la fe se abraza, sintiéndose caer de la Muerte al beso.”

La escultura de Barba-Fontbernat de 1930 se basa en un relieve que hay en Il Monumentale de Milán, sobre la tumba de la familia Marani, obra de Ercole Mentasti

*“l’esma” puede definirse como el ánimo vital, la esencia que mueve la vida.

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Reclamar tu corporalidad para la vida eterna.

Jueves, 2 de julio de 2020
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Del blog de Henri Nouwen:

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Nunca te has sentido completamente a salvo en tu cuerpo. Pero Dios quiere amarte en todo lo que eres: espíritu y cuerpo. Cada vez más, has llegado a ver a tu cuerpo como un enemigo que hay que conquistar. Pero Dios quiere que seas amigable con tu cuerpo, de manera que pueda estar preparado para la resurrección. Cuando no eres totalmente dueño de tu cuerpo, no puedes reclamarle una vida eterna.

¿ Entonces, cómo hacer que tu cuerpo vuelva a pertenecerte? Dejándolo participar en tu deseo más profundo de recibir y ofrecer amor. Tu cuerpo necesita ser sostenido y sostener, ser tocado y tocar. Ninguna de estas necesidades es para desdeñar, negar ni reprimir. Pero tienes que seguir buscando tu necesidad corporal más profunda, la necesidad de amor genuino. Cada vez que puedes ir más allá de los deseos corporales superficiales de amor, estas haciendo que tu cuerpo te vuelva a pertenecer y te estas acercando a la integración y a la unidad.

 El Espíritu de Dios cubrió a María, y en ella toda enemistad entre el espíritu y el cuerpo fue superada. Así, el Espíritu de Dios se unió al espíritu del hombre, y el cuerpo humano se transformó en el templo destinado a elevarse hacia la intimidad de Dios a través de la resurrección. A todo cuerpo humano se le ha dado una nueva esperanza, la de pertenecer eternamente al Dios que lo creo. Gracias a la Encarnación, puedes hacer que tu cuerpo te vuelva a pertenecer.

*

Henri Nouwen

La voz interior del amor

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“Pregunta decisiva”. 21 Tiempo Ordinario – B (Juan 6,60-69)

Domingo, 26 de agosto de 2018
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descubrir-a-jesucristo_560x280El evangelio de Juan ha conservado el recuerdo de una fuerte crisis entre los seguidores de Jesús. No tenemos apenas datos. Solo se nos dice que a los discípulos les resulta duro su modo de hablar. Probablemente les parece excesiva la adhesión que reclama de ellos. En un determinado momento, «muchos discípulos se retiraron y ya no iban con él».

Por primera vez experimenta Jesús que sus palabras no tienen la fuerza deseada. Sin embargo no las retira, sino que se reafirma más: «Las palabras que os he dicho son espíritu y vida, pero algunos de vosotros no creen». Sus palabras parecen duras, pero transmiten vida, hacen vivir, pues contienen Espíritu de Dios.

Jesús no pierde la paz. No le inquieta el fracaso. Dirigiéndose a los Doce les hace la pregunta decisiva: «¿También vosotros queréis marcharos?». No los quiere retener por la fuerza. Les deja la libertad de decidir. Sus discípulos no han de ser siervos, sino amigos. Si quieren, pueden volver a sus casas.

Una vez más, Pedro responde en nombre de todos. Su respuesta es ejemplar. Sincera, humilde, sensata, propia de un discípulo que conoce a Jesús lo suficiente como para no abandonarlo. Su actitud puede todavía hoy ayudar a quienes con fe vacilante se plantean prescindir de toda fe.

«Señor, ¿a quién iríamos?». No tiene sentido abandonar a Jesús de cualquier manera, sin haber encontrado un maestro mejor y más convincente. Si no siguen a Jesús, se quedarán sin saber a quién seguir. No han de precipitarse. No es bueno quedarse sin luz ni guía en la vida.

Pedro es realista. ¿Es bueno abandonar a Jesús sin haber encontrado una esperanza más convincente y atractiva? ¿Basta sustituirlo por un estilo de vida rebajada, sin apenas metas ni horizonte? ¿Es mejor vivir sin preguntas, planteamientos ni búsqueda de ninguna clase?

Hay algo que Pedro no olvida: «Tus palabras dan vida eterna». Siente que las palabras de Jesús no son palabras vacías ni engañosas. Junto a él han descubierto la vida de otra manera. Su mensaje les ha abierto a la vida eterna. ¿Dónde podrían encontrar una noticia mejor de Dios?

Pedro recuerda, por último, la experiencia fundamental. Al convivir con Jesús ha descubierto que viene del misterio de Dios. Desde lejos, a distancia, desde la indiferencia o el desinterés no se puede reconocer el misterio que se encierra en Jesús. Los Doce lo han tratado de cerca. Por eso pueden decir: «Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Seguirán junto a Jesús.

José Antonio Pagola

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“¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.” Domingo 26 de agosto de 2018. Domingo 21 º ordinario

Domingo, 26 de agosto de 2018
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47-ordinarioB21 cerezoDe Koinonia:

Josué 24, 1-2a. 15-17.18b: Nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!
Salmo responsorial: 33: Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Efesios 5, 21 – 32: Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Juan 6, 60-69: ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.

Josué organiza la gran asamblea de Siquem, como la reunión constitutiva del pueblo de las tribus. Es el punto de partida de un movimiento nuevo que arranca del Éxodo. El pueblo debe aceptar su nueva identidad teológica, social, cultural. Es fundamental identificar al Dios del Éxodo: el que ve la opresión del pueblo, el que oye el griterío de dolor y conoce sus sufrimientos, el que está decidido a bajar para librarlo del poder de los opresores (Ex 3,7-8). El Dios de sus Padres, el Dios de la Historia.

Las tribus proceden de diferentes orígenes culturales, religiosos, étnicos, pero ahora se aglutinan, gracias a la fe en este Dios del éxodo, en un solo pueblo: Israel. Es la teología, la fe en Yahvé y no la sangre quien los compacta para una alianza tribal.

El corazón de esta alianza tribal es la fe común en este Dios de los pobres. Pero supone también, identificar a los dioses »extraños» a los dioses cananeos y egipcios, imágenes corrompidas de Dios, que generan esclavitud y muerte: un sistema de impuestos, una vida de esclavos, una religión opresora. Cambiar esos dioses por el Dios del Éxodo, fundando una sociedad de leyes para la vida, de reparto de la tierra, de culto nuevo basado en la pascua es el tema central de esta gran asamblea de Josué en Siquem.

Las tribus de Israel hacen un pacto de amor con este Dios de los pobres. Unos desposorios, como nos insinúa la carta a los Efesios. «Una Iglesia dócil al Mesías» «para hacerla radiante, sin mancha, ni arruga, ni nada parecido».

Las palabras de Jesús chocan con la mentalidad vigente. Hace veinte siglos parecía inadmisible que una persona pudiera comunicar un mensaje tan exigente y tan liberador. Hoy, seguimos en el mismo plan: tratamos de endulzar las palabras de Jesús para que no hieran nuestros prejuicios. Con frecuencia queremos convertir la palabra de Jesús en el ejercicio de un conjunto de ritos. Pero, la palabra de Jesús nos desestabiliza, nos desquicia y nos lleva a cuestionar la vida diaria. A veces, incluso, decimos como los discípulos. «Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso? No obstante, si queremos seguir a Jesús, la única respuesta posible es un «sí» rotundo, un «amén» decidido y generoso. Queremos seguirlo y queremos ser como él. No deseamos contentarnos con los laureles que nos ofrece el mundo, sino que anhelamos caminar con el Nazareno la difícil y tortuosa vía del pueblo de Dios en la historia.

¡Qué útil sería examinar nuestras eucaristías…! ¿Generan un «movimiento de Jesús» en dirección hacia la Utopía solidaria de lo que Él llamaba Reino? ¿Van cambiando nuestro modo de pensar y actuar? ¿Nos hacen capaces de identificar las otras presencias del Dios entre los desheredados de la vida? El mismo Jesús, en cuya boca Juan puso estas palabras: «Yo soy el Pan de Vida», según Mateo también dijo: «tuve hambre y me diste de comer, cada vez que lo hicieron con mis hermanos más pequeños, era conmigo mismo con quien lo estaban haciendo» (Mt 25,35).

Completamos nuestra reflexión con palabras de José Antonio Pagola que continúan las que citábamos la semana pasada, sobre la forma actual de celebrar la Eucaristía: Las preguntas son inevitables: ¿No necesita la Iglesia en su centro una experiencia más viva y encarnada de la cena del Señor que la que ofrece la liturgia actual? ¿Estamos tan seguros de estar haciendo hoy bien lo que Jesús quiso que hiciéramos en memoria suya?

¿Es la liturgia que nosotros venimos repitiendo desde siglos la que mejor puede ayudar en estos tiempos a los creyentes a vivir lo que vivió Jesús en aquella cena memorable donde se concentra, se recapitula y se manifiesta cómo y para qué vivió y murió? ¿Es la que más nos puede atraer a vivir como discípulos suyos al servicio de su proyecto del reino del Padre?

Hoy todo parece oponerse a la reforma de la misa. Sin embargo, cada vez será más necesaria si la Iglesia quiere vivir del contacto vital con Jesucristo. El camino será largo. La transformación será posible cuando la Iglesia sienta con más fuerza la necesidad de recordar a Jesús y vivir de su Espíritu. Por eso también ahora lo más responsable no es ausentarse de la misa, sino contribuir a la conversión a Jesucristo. Leer más…

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26.8.18. Muchos entonces se fueron ¿Nos vamos también o seguimos con Cristo?

Domingo, 26 de agosto de 2018
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39941017_1068105143366677_1754508159189254144_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 21, ciclo b. Jn 6, 60-69. Termina este domingo el “sermón de Jesús” sobre la Iglesia y muchos se marcharon, diciendo que “éste no es nuestro camino”. A su lado quedaron sólo Pedro y unos pocos, diciendo que tiene palabras de vida, aunque no le entienden del todo tampoco.

Han pasado desde entonces veinte siglos, y muchos, que han venido y quedado hasta hoy con Jesús, el menos en sentido externo fundando una iglesia importante, aunque muy clerical, empiezan a marcharse otra vez, entrado este siglo XXI, pero con la diferencia de que ahora algunos de ellos echan en parte la culpa a Pedro y a sus clérigos, en medio de una gran catástrofe moral.

Con grandes dificultades, Pedro y sus amigos (compañeros) habían edificado a lo largo de siglos una iglesia, que era de gloria de propios y admiración de extraños… Pero, tras siglos de gloria externa, parece que la luz de la Iglesia se apaga, de forma que Jesús vuelve a mirar, como hizo entonces en Cafarnaúm, sintiéndose nuevamente solo (y alguno diría “mal acompañado”) y nos dice: ¿Os vais también vosotros?.

Aquella primera vez quedó Pedro (históricamente hacia finales del I d.C.), para fundar y dirigir un tipo de iglesia que ha tenido grandes valores. Pero hoy (2018) muchísimos cristianos se preguntan si no ha llegado de verdad la hora de marcharse de ella, de crear otra iglesia… o de apartarse para siempre de todas las iglesia? Quizá nunca se ha dado una crisis tan fuerte como ésta, de manera que muchos empiezan a sentirse perplejos, y piensan incluso en el fin de la Iglesia del Cristo de Pedro y de sus primeros seguidores. ¿Qué haremos?

39940243_1067573923419799_2292974243517825024_n‒ ¿Irse de Jesús, abandona la Iglesia?
‒ ¿Quedarse con Jesús, pero sin esta iglesia de Pedro?
— ¿No tener más Dios ni evangelio que el mercado, como indica la imagen?

Muchos han planteado unas preguntas como esas en este mismo portal (RD), echando la culpa a tirios y troyanos, clérigos y legos… No se puede resolver en unas línea, pero el evangelio de hoy nos ayuda a plantearlas mejor, pues indica que la crisis no es nueva, que hubo una parecido en los primeros decenios de la Iglesia, y que muchos marcharon, dejaron a Pedro y los doce. Así lo he querido mostrar de algún modo en las imágenes que he salpicado en el texto.

Entre ellas he querido poner cuatro principales (algunas se repiten):

1. Salir de la Iglesia o convertirla en mercado (como la de San Antonio de los Conventuales de Salamanca, convertida en área comercial).

2. ¿Cómo seguir en una iglesia antigua, oscura…? toda del pasado, sin más luz que la puerta de salida?

39983970_1069025539941304_7685582459928313856_n3. ¿Cómo seguir en una Iglesia que ha sacralizado hasta hoy (24.8.18) la llamada “cruzada” hispana, y a los 40 años de la muerte del Autócrata guerrero allí enterrado?

4. ¿Cómo seguir en una iglesia con un clero que, en parte pequeña pero significativa, ha podido apelar a su su poder “sagrado”para “utilizar” sexualmente a menores, de un modo mentiroso y quizá malvado?

Como he dicho, y vuelvo a repetir, en esta circunstancia, hoy mucho más que en tiempos del evangelio de Juan, millones de hombres y mujeres abandonan la práctica eclesial, al menos en el viejo Occidente. ¿Qué podemos hacer en estas circunstancias?

‒ ¿Echar la culpa a Jesús, porque su mensaje está obsoleto y es hoy inviable?
‒ ¿Condenar a las “masas” de esta nueva sociedad, que no quiere ya consumo religioso?
‒ ¿Retomar el camino de Jesús como hicieron entonces Pedro y unos pocos… o dejar un tipo de iglesia de Pedro, para caminar con Jesús sin ella. ?

39982242_1069028803274311_6956065505740324864_n— La “historia” antigua del abandono de Jesús (proyectada hacia el tiempo de su vida), sucedió hacia el año 90-100 d.C., cuando una parte de las comunidades cristianas entraron en crisis y pasaron a una especie “gnosis” pre-cristiana, o dejaron simplemente de creer…

‒ Ahora, casi dos mil años más tarde, sentimos que vuelve un tipo de crisis semejantes: miles y millones de creyentes abandonan a Jesús, no pueden o no quieren escuchar su mensaje, ni seguir camino ¿Qué se puede hacer?
Responda cada uno tras leer este evangelio. Buen domingo a todos.

Texto. Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: “Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?” Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: “¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?
El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen. “Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.”

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También vosotros queréis marcharos?” Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.”

Gran desencanto

39957051_1068107646699760_5003574008633884672_nEn la mayor parte de los países “avanzados”, y en amplias capas sociales, sobre todo urbanas, de América Latina se está produciendo una fuerte ruptura, un gran desencanto ante los valores de un tipo de modernidad y cristianismo. Los grandes ideales de las revoluciones (sociales, económicas y culturales) no han llegado a cumplirse y muchos han perdido ya toda esperanza en la historia.

En este contexto, la fe religiosa que sostenía la vida de grandes capas de la población parece apagarse, y muchos (desde diversas perspectivas) afirman que no hay remedio, ni emancipación, ni redención posible.

Tres males

‒ El primero de los males es quizá la desintegración personal que crece allí donde, fallando los bienes tradicionales y el entorno afectivo, el hombre queda encerrado en sus propias limitaciones, sin saber qué hacer de sí mismo, y sin encontrar en Jesús una salida, en medio de una sociedad y un mercado de opulencia que ofrece mucho, pero que abandona a grandes masas y quita a muchos el deseo vivir.

‒ El segundo parece la crisis social de un mundo que no tiene más Dios que el dinero y el mercado… con la gran mayoría deiglesias de países como España convertidas en lamento del pasado, objeto de lucha económica (inmatriculaciones), simples museos… o centros comerciales como el de Salamanca.

39990203_1067573523419839_4504793782897606656_o‒ El tercero es un tipo de fracaso del estamento clerical… La Iglesia universal parece que había terminado por identificarse con el “clero”, como una gran empresa dirigida por “sacerdotes” (obispos, presbíteros) superiores… Pero el estamento clerical han tendido a convertirse en un tipo de superestructura ideológica, que quizá ha tenido y tiene grandes ideales, pero que está perdiendo el pie en la realidad (y quizá en el evangelio)

Las utopías de diverso tipo han perdido su capacidad de convocatoria, de manera que en boca de un tipo de iglesia el evangelio se a podido convertir en dys-angelia, la utopía del Reino en distopia.

‒ Por otra parte, las reacciones integristas de los poderes fácticos, encabezadas por grupos, económicos y nacionales, vinculados con frecuencia a las mismas iglesias, no han logrado cumplir sus promesas, ni han liberado al pueblo al que decían representar.

‒ El Estado ha perdido gran parte de las funciones que se le habían atribuido, cayendo en manos de una economía supra-estatal, dirigida por las grandes corporaciones-multinacionales, al servicio del Capital, convertido de hecho en único poder dominante.

En esa línea, más que signo de evangelio, buena nueva, cierta Iglesia parece convertirse en museo de ideas y experiencias ya muertas. En

Pedro dijo ¿dónde iremos?

39922771_1067579640085894_1477760193419804672_nEs esta momento, la Iglesia tiene que dejarlo todo (¡digo todo!), para dárselo a los pobres y para vivir en seguimiento de Jesús, como buena nueva de vida.

— fe en la libertad creadora de Jesús, en la libertad y autonomía de los hombres y mujeres…
— fe en el valor y tarea de la comunión por la que los hombres y mujeres crean “cuerpo” (se vuelven Cuerpo Mesiánico) como ha venido diciendo Jesús en el Sermón de la Carne y de la Sangre del Hijo del Hombre (Jn 6).

‒ No se trata de crear partidos religiosos, ni de bendecir naciones y estados, ni en mantenerse en lugares como el Valle de los Muertos, sino de animar y potenciar la vida personal y social, en libertad y solidaridad, en todos los planos, sin tomar el poder de ningún modo, pero potenciando el surgimiento de una conciencia más honda de humanidad concreta, personal y social, en libertad plena, en comunión social.

No se trata sólo de una comunión de meros “indignados” que protestan en contra de las condiciones sociales de injusticia que han surgido, pero es evidente que la unión de los cristianos en forma de Iglesia tiene un elemento fuerte de “protesta”, es decir, de indignación en contra del poder social injusto que domina en gran parte del mundo. Sin esta fuerte “reserva profética” al servicio de la justicia y de la solidaridad carece de sentido la iglesia.

Nosotros preguntamos: ¿Dónde iremos?

‒ Se trata de encarnar la autoridad liberadora de Jesús y su experiencia de comunión en un mundo que parece condenado a la expulsión y división social. La Iglesia no es un estado frente al Estado, pero tampoco es una institución meramente privada, sino que supera la oposición entre lo estatal y lo privado, situándose en el plano de lo “público”, no en línea de poder sino de autoridad social, como fermento de humanidad. Leer más…

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Abandono, seguimiento y traición. Domingo 21. Ciclo B.

Domingo, 26 de agosto de 2018
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3b32a400-f8f1-4ffa-bc94-18d9c966940dDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El domingo pasado terminamos de leer el debate de Jesús sobre el pan de vida. Lo curioso, y extraño, es que el evangelista no cuenta la reacción final del auditorio. Anteriormente, en dos ocasiones, los judíos ha interrumpido a Jesús mostrando su desacuerdo. Ahora no dicen nada, como si no mereciera la pena seguir discutiendo. Sin embargo, se cuenta la reacción de los discípulos de Jesús, con dos posturas muy distintas (unos lo abandonan, otros lo siguen) y el aviso de la traición de uno de ellos.

Evangelio (Jn 6, 60-69)

En aquel tiempo muchos de los discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:

-«Esto que dice es inadmisible. ¿Quién puede admitirlo?».

    Jesús, conociendo que sus discípulos hacían esas críticas, les dijo:

«¿Esto os escandaliza? ¡Pues si vierais al hijo del hombre subir adonde estaba antes! El espíritu es el que da vida. La carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero entre vosotros hay algunos que no creen». (Jesús ya sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a traicionar).

Y añadió:

-«Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no le es dado por el Padre».

     Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y no andaban con él.

     Jesús preguntó a los doce:

«¿También vosotros queréis iros?».

   Simón Pedro le contestó:

-«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios».

Abandono

     «Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y no andaban con él.» Es un momento de crisis muy fuerte. Hasta ahora, los discípulos de Jesús no han tenido ningún problema, aunque debemos reconocer que las noticias del cuarto evangelio sobre ellos son escasas hasta este momento. Ha contado la vocación de los cinco primeros (Juan, Andrés, Pedro, Felipe, Natanael), pero no la de los otros muchos que se fueron agregando, ni siquiera la elección del grupo de los Doce. Las referencias de pasada son positivas. En las bodas de Caná se dice que «creyeron en él» (Jn 2,11). Cuando purifica el templo, se acordaron de lo que dice un salmo («El celo por tu casa me devora») y justifican su actitud violenta (Jn 2,17). No lo conocen todavía muy a fondo, porque cuando les dice: «Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis», lo único que se les ocurre pensar es que alguien le ha traído de comer (Jn 4,32-33). En el importante episodio de la curación del enfermo de la piscina, con el largo discurso posterior de Jesús, el evangelista ni siquiera los menciona (Jn 5).

     Tras este extraño silencio, en la multiplicación de los panes y los peces y el debate en la sinagoga de Cafarnaúm, los discípulos adquieren gran protagonismo. Pero divididos en dos grupos: la mayoría y los Doce.

     La mayoría abandona a Jesús. ¿Por qué? Ellos lo justifican diciendo que «este discurso» (o` lo,goj ou-toj) es duro, intolerable, inadmisible. No se refieren solo a la idea de comer su carne y beber su sangre; se refieren a todo lo que ha dicho Jesús sobre sí mismo: que es el enviado de Dios, que ha bajado del cielo, que resucitará el último día a quien crea en él, que él es el verdadero pan de vida. En el fondo, comer el cuerpo y beber la sangre de Jesús equivalen a «tragárselo», a aceptarlo tal como él dice que es. Y eso, la mayoría de los discípulos, no está dispuesto a admitirlo. Lo han visto hacer milagros, pero eso no les extraña. También en el Antiguo Testamento se habla de personajes milagrosos. Sin embargo, ninguno de ellos, ni siquiera Moisés, dijo haber bajado del cielo y ser capaz de resucitar a alguien.

     Jesús interpreta el abandono desde un punto de vista muy distinto. Empieza echando leña al fuego: si se escandalizan de lo que ha dicho, podría darles más motivos de escándalo. El problema es que enfocan todo desde un punto de vista humano, carnal; y para creer en él hay que dejarse guiar por el espíritu. Pero esto solo lo consigue aquel a quien el Padre se lo concede. Estas palabras de Jesús resultan desconcertantes: por una parte, cargan la culpa sobre los discípulos que se sitúan ante él con una mirada puramente humana; por otra, responsabiliza a Dios Padre, ya que solo él puede conceder el acceso a Jesús («nadie puede venir a mí si no le es dado por el Padre»).

    Quizá el evangelista está pensando en los cristianos que han abandonado la comunidad a causa de las persecuciones o por cualquier otro motivo. ¿Qué les ha pasado a esas personas? ¿Es solo culpa suya? ¿Hay un aspecto misterioso, en el que parte de la culpa parece recaer sobre Dios? Pensando en la gente que conocemos y cómo han evolucionado en su vida de fe, estas preguntas siguen siendo de enorme actualidad.

Seguimiento

    El momento más dramático se cuenta con enorme concisión. Tras el abandono de muchos solo quedan los Doce. La pregunta de Jesús («¿También vosotros queréis iros»), sugiere cosas muy distintas: desilusión, esperanza, sensación de fracaso… La respuesta inmediata de Pedro, como portavoz de los Doce, recuerda a su confesión en Cesarea de Filipo, según la cuentan los Sinópticos: «Tú eres el Mesías».

     Pero hay unas diferencias interesantes. Pedro no comienza confesando, sino preguntándole: «Señor, ¿a quién iremos?» Abandonar a Jesús y volver a sus trabajos es algo que no se les pasa por la cabeza. Necesitan un maestro, alguien que los guíe. ¿Dónde van a encontrar uno mejor que él? ¿Uno cuya palabra te hace sentirte vivo? Lo primero que hace Pedro es reconocer que necesitan a Jesús, no pueden vivir sin él. Luego sigue la confesión de fe. Pero no dice que Jesús sea el Mesías, sino «el Santo de Dios».

      No queda claro que quiere decir Pedro con este título, que solo aparece una vez en el Antiguo Testamento, aplicado al sumo sacerdote Aarón, con sentido honorífico o por su estrecha relación con el culto (Sal 106,16). En el Nuevo Testamento, Mc y Lc lo ponen en boca del endemoniado de la sinagoga de Cafarnaúm, que lo aplica a Jesús (Mc 1,24 = Lc 4,34; Mt omite este pasaje). Sin duda, Pedro confiesa que Jesús está en una relación especial con Dios, sin meterse a discutir si ha bajado del cielo.

Traición

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     En el texto litúrgico, este tema solo aparece de pasada: Jesús sabía «quien lo iba a traicionar». Si no hubiesen mutilado el evangelio, quedaría mucho más claro. Porque, inmediatamente después de la intervención de Pedro, Jesús añade: «“¿No os he elegido yo a los Doce? Pero uno de vosotros es un diablo.” Lo decía por Judas Iscariote, uno de los Doce, que lo iba a entregar.»

     Con ello surge una nueva pregunta y un nuevo misterio: ¿por qué Judas no abandona a Jesús en este momento, cuando tantos otros lo han hecho? ¿Por qué Jesús, si lo sabe, lo mantiene en el grupo? ¿Cómo puede llegar alguien a desilusionarse de Jesús hasta el punto de traicionarlo?

1ª lectura: el compromiso de los israelitas con Dios (Josué 24,1-2.15-18)

     Estamos en el capítulo final del libro de Josué. Los israelitas, a las órdenes de Josué, han conquistado todo el territorio que Dios les había prometido (es preferible no recordar cómo lo consiguieron, porque lo que ocurre actualmente en la frontera de Gaza resulta un juego entretenido). En ese momento, Josué reúne a todas las tribus en Siquén, les recuerda los beneficios pasados de Dios y les ofrece la alternativa de servir o no servir a Yahvé. Es un diálogo espléndido, dramático, en el que Josué, contra lo que cabría esperar, se esfuerza por convencer al pueblo de que no sirva a Yahvé. Es un dios celoso que no los perdonará si lo traicionan. Sin embargo, los israelitas porfían en que quieren servirlo, y todo termina con la alianza entre el pueblo y Dios.

     Quienes han seleccionado el texto han demostrado, una vez más, que no les entusiasma la Biblia: han mutilado la intervención de Josué, el diálogo con el pueblo, y el final. De 28 versículos, solo se han salvado 6.

En aquellos días Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos, jefes, jueces y escribas, y en presencia del Señor dijo a todo el pueblo:

-«Esto dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros padres, Téraj, padre de Abrahán y de Najor, vivían antiguamente al otro lado del río Éufrates y adoraban a otros dioses. Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir, si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río o a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupáis; yo y mi casa serviremos al Señor».

El pueblo respondió:

-«Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de Egipto, de la casa de la esclavitud; ha realizado ante nuestros ojos estos grandes prodigios y nos ha protegido durante todo el camino que hemos recorrido y en todos los pueblos por los que hemos pasado. Nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios».

     Si se hubiera leído completo, el texto ofrecería una relación más estrecha con el evangelio. Tanto Josué como Jesús hablan de manera clara y dura, como queriendo desanimar a sus seguidores. La gran diferencia radica en la diversa reacción de los oyentes. El texto de Josué ofrece un final feliz, ajeno por completo a la realidad: los israelitas siguieron sirviendo a otros dioses y abandonando a Yahvé. El evangelio traza un cuadro más realista, incluso pesimista: muchos discípulos abandonan a Jesús; solo quedan doce, y uno de ellos será un traidor.

2ª lectura: ¿Sería mejor suprimirla? (Efesios 5,21-32)

     Este es el texto que ninguna novia quiere que se lea el día de su boda. En los tiempos que corren, decirle que «sea sumisa a su marido», que «le debe estar sujeta en todo», porque no hay igualdad entre ambos, sino que «el marido es la cabeza de la mujer», no es lo más agradable. Aunque luego le diga al marido que ame a su esposa como a su propio cuerpo. De esta segunda parte de la lectura, ni se entera.

      Me limito a dos aclaraciones.

    1) Este texto, que tanta crítica le ha valido a Pablo de misógino y machista, no es suyo. La carta a los Efesios no la escribió él, sino un discípulo suyo. «Al Cesar lo que es del César».

    2) Esta mentalidad sobre el matrimonio, que hoy día nos escandaliza, era progresista en el siglo I. Basta mirar lo que ocurre en algunos países árabes. La mujer acepta con naturalidad estar sometida al marido. Pero el marido no siempre es consciente del cariño y delicadeza con que debe tratar a su mujer. La corrupción moral, tan extendida en el siglo I, explica que el autor exija a los matrimonios cristianos un comportamiento fundado en el respeto mutuo, por fidelidad a Cristo. Ojalá en todos los matrimonios cristianos actuales hubiera ese mismo respeto.

Hermanos, respetaos unos a otros por fidelidad a Cristo. Que las mujeres sean sumisas a sus maridos como si se tratara del Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, del mismo modo que Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual él es el Salvador. Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres lo deben estar a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó él mismo por ella, a fin de santificarla por medio del agua del bautismo y de la palabra, para prepararse una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa y perfecta. Así los maridos deben también amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie odia jamás a su propio cuerpo, sino que, por el contrario, lo alimenta y lo cuida, como hace Cristo con la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Éste es un gran misterio, que yo aplico a Cristo y a la Iglesia.

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Domingo XXI del Tiempo Ordinario. 26 de agosto de 2018

Domingo, 26 de agosto de 2018
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“Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: -¿También vosotros queréis marcharos?”

(Jn 6, 60-69)

Cabe una primera reacción ante este texto: Pensar así como: “¡menudos discípulos! ¡Qué gente tan inconsistente! ¡Qué falta de compromiso!”

Es una reacción de pura lógica humana. Las cosas no salen bien, no tienen éxito, porque siempre hay personas que vienen a estropearlo todo. Y en este caso concreto la cosa está muy clara. Los que criticaron a Jesús y se marcharon son los malos de la película.

Sin embargo, aquí el evangelio no nos está hablando ni de buenos ni de malos. Habla, más bien, de un Reino que se abre camino en medio de las dificultades, de una fuerza amorosa que atraviesa la existencia humana; toda la existencia humana, también la parte más oscura.

A lo largo de todo el Antiguo Testamento hay una enseñanza constante que llegadas a este punto parece que se nos olvida: Dios siente debilidad por lo pequeño.

Elige a Sara, a Jacob, a Raquel, a José… que son los pequeños, los que no cuentan; que son las estériles, las que no valen. Y elige también ejércitos pequeños, casi ridículos, para vencer a quienes se creen poderosos.

El amor de Dios no avanza “gracias” a los méritos humanos, sino, muchas veces, a pesar de los errores humanos.

No es Jesús quien necesita a sus discípulos, son los discípulos los que tienen que optar por Jesús.

El Reino sigue creciendo. Crece hoy gracias a la crisis de vocaciones que vive la Iglesia. Crece a pesar de los errores de la jerarquía y también a pesar de cada uno de nuestros fallos. El Amor de Dios sigue imparable, seduciendo corazones dentro y fuera de los límites de nuestra Iglesia.

Así son las cosas de Dios: sorprendentes, imparables y gratuitas. Siempre gratuitas, generosas, metidas de lleno en el ámbito del exceso. Porque el Amor, por definición, es siempre excesivo y generoso.

Entonces puede libremente preguntarnos: ¿también vosotros queréis marcharos?

Ahora la pelota está en nuestro tejado.

Oración

Aumenta, Trinidad Santa, nuestra fe y nuestra confianza para que podamos caminar con la libertad que solo el Amor nos puede brindar.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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¡Triste desenlace! A la inmensa mayoría no le interesa el Espíritu y la Vida que Jesús ofrece.

Domingo, 26 de agosto de 2018
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juan-6-60-69-3-660x330Jn 6, 61-71

Llegamos al final del c. 6 del evangelio de Jn. Llega la hora del desenlace. La disyuntiva es clara: o acceder a la verdadera Vida, o permanecer enredados en la pura materialidad. Recordar lo que decíamos el primer día: no tomar ninguna decisión es mantener el camino fácil del hedonismo, en el que estamos. ¿Qué resultado tiene hoy la oferta de Jesús?

Este modo de hablar es inaceptable. ¿Quién puede hacerle caso? Son inaceptables estas propuestas, para ellos y para nosotros. Van en contra de toda lógica, pues contradicen nuestras apetencias más íntimas. Quieren llevarnos más allá de lo razonable. Todo aquel que se deje guiar por el sentido común, se “escandalizará”. Lo que nos pide Jesús es salir del egoísmo y entregarse a los demás. ¡Qué disparate! Desde el punto de vista religioso, se trata de sustituir a Dios por el hombre. ¿Cómo podemos dejar de servir a Dios para dedicarnos a los demás?  ¿No es el primer deber de todo ser humano dar “gloria” a Dios?

La incapacidad de comprender es consecuencia de entender desde la carne. Y ojo, que no se trata de despreciar y machacar la carne. Entendido de esa manera maniquea, tampoco tiene ninguna salida el mensaje de Jesús. Se trata de descubrir que el verdadero sentido de la vida fisiológica y terrena, para un ser humano, el verdadero sentido de la carne, está en la trascen­dencia; es decir desplegar las posibilidades más sublimes que el ser humano tiene de crecer y ser más que simple biología. La vida terrena no puede ser meta para el hombre.

El espíritu es el que da Vida, la carne no sirve para nada. Este versículo es clave para entender todo el capítulo. Aquí, carne y espíritu no se refieren a dos realidades concretas y opuestas, sino a dos maneras de afrontar la existencia humana. Solo una actitud espiritual puede dar pleno sentido a una vida humana. Vivir desde las exigencias de la carne sola cercena la meta del ser humano. En teoría no se entiende y en la práctica, ¿quién de nosotros se cree, de verdad, que la carne no vale para nada? ¿Por qué luchamos? ¿Cuál es nuestra mayor preocupación? ¿Cuánto tiempo dedicamos al cuerpo y cuánto al Espíritu?

Después de remachar por activa y por pasiva que había que comer su carne, ahora nos dice que la carne no vale para nada; que lo único que vale es el espíritu. Estas palabras nos obligan a hacer un esfuerzo sobrehumano para poder comprender lo que nos quiere decir. No es ninguna contradicción. Se trata de descubrir que el valor de la “carne” le viene de estar informada por el espíritu. Con el espíritu, la carne lo es todo. Sin el espíritu, la carne no es nada. De nuevo queda claro el profundo sentido que da Jn a la encarnación.

Las propuestas que os he hecho son Espíritu y son Vida. Las palabras no tienen valor por sí mismas, debemos ir más allá de ellas y descubrir el Espíritu al que hacen referencia. Como en el discurso de Nicodemo y el de la Samaritana, la referencia al Espíritu es clave para entender a Jesús. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es espíritu”. “Dios es espíritu, y hay que acercarse a Él en espíritu y en verdad”. Todo el capítulo viene diciendo que él es el pan… Ahora nos dice que son sus palabras las que dan la Vida. Para el hombre, la única propuesta que le llevará a la plenitud es la que hace Jesús.

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. En este proceso de alejamiento entre Jesús y los que le siguen, se da el último paso, el abandono. Fijaos bien que, hasta ahora, los que le criticaban y murmuraban eran “los judíos”; ahora son “los discípulos” los que deciden abandonar a Jesús. Tal vez la mayoría de los oyentes ya le habían abandonado antes. Recordemos que todo el capítulo se ha planteado como un proceso de iniciación. Terminado el proceso, hay que tomar una decisión.

¿También vosotros queréis marcharos? Jesús no busca la aprobación general. Tanto los políticos como los medios lo condicionan todo a la audiencia. Lo importante es vender. Jesús acepta el reto que su doctrina provoca. Está dispuesto a quedarse completamente solo antes que ceder en la radicalidad de su mensaje. La pregunta manifiesta un deje de profunda amargura. Pero también deja muy clara la convicción que tiene en lo que está proponiendo.

¿Con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican Vida definitiva. Pedro, da la única respuesta adecuada: “Nosotros creemos”. La mayoría de los que escuchan a Jesús, se sienten más seguros con el cumplimiento de la Ley. En la comida eran cinco mil. Quedan doce. Más tarde demostrarían que ellos tampoco lo entendieron. Para entenderlo tuvieron que pasar por la experiencia pascual. Juan deja claro que el fundamento de la Iglesia que se empieza a organizar, son los doce, y que Pedro es la cabeza que la dirige.

También en los sinópticos, Jesús empieza siendo aclamado con entusiasmo por la multitud, pero termina siendo abandonado por todos. Si hoy nos declaramos cristianos dos mil millones de personas, se debe a que no se exige la radicalidad de su mensaje y estamos en el engaño de lo que nos puede dar, no en la conciencia de lo que nos exige. Si descubriéramos que la médula del mensaje de Jesús es que tenemos que dejarnos comer, ¿Cuántos quedarían? Eso es lo que nos pide Jesús. Antes que morder debo dejarme comer.

Jn intenta aclarar las condiciones de pertenencia a la comunidad de Jesús: La adhesión a Jesús y la asimilación de su propuesta de amor. Su ‘exigencia’ es una dedicación al bien del hombre a través de la entrega personal. El mesianismo triunfal queda definitivamente excluido. En contra de lo que se nos sigue diciendo, Jesús ni busca gloria humana o divina, ni la promete a los que le sigan. Seguirlo significa renunciar a toda ambición personal.

Hoy seguimos ignorando la propuesta de Jesús. En nombre del evangelio seguimos ofreciendo unas seguridades derivadas del cumplimiento de unas normas. No se invita a los fieles a hacer una elección de la oferta de Jesús, porque no se les presenta dicha oferta. Hemos manipulado el evangelio para salirnos con la nuestra. No nos interesa el mensaje de Jesús, sino nuestros propios anhelos de salvación que no van más allá de la sola carne.

Es decepcionante que la celebración de la eucaristía no tenga ninguna repercusión en nuestra vida real. No es casualidad que en el evangelio se hable de Vida al tratar de expresar la realidad espiritual que descubrió Jesús más allá de la vida. El paralelismo nos puede llevar a comprender que no existe una VIDA separada de la materia. Ni en el orden espiritual, ni en el biológico, la vida puede andar por ahí separada de la materia sensible. Dios es Vida, pero no está en algún lugar del universo y desde allí nos hace partícipes de ella.

En el orden biológico, a la hora de definir la vida, tenemos que recurrir a su manifestación. Nunca nos encontraremos con la vida, sino con un ser vivo. En el orden espiritual sucede lo mismo. Nunca nos encontraremos con el Espíritu pero podemos encontrarnos con un ser atravesado por el Espíritu. ¿Cómo lo sabremos? Solo a través de sus relaciones con los demás seres. Si es capaz de descentrarse y descubrir en los demás seres aquello que le identifica con ellos, se trata de un ser que tiene Vida espiritual.

Meditación-contemplación

Jesús manifiesta en su vida, esa Vida plena y definitiva.
La experiencia pascual llevó a los discípulos a hacer suya esa Vida.
No fue fácil superar el apego a las seguridades de su religión.
Nosotros, con una religión tan anclada en la Ley como la judía,
también tenemos que arriesgarnos
si no queremos caminar hacia la nada.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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